¿Dónde estas amor de mi vida que no te puedo encontrar? Esta lograda comedia romántica está protagonizada por jóvenes treintañeros que buscan nuevos rumbos en sus relaciones. Tres historias de amor y desamor cuyos personajes se cruzan en un juego pasional. No te enamores de mí podría haberse titulado ¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?, que años atrás filmó Subiela. El responsable de esta comedia coral ambientada en Palermo Hollywood es Federico Finkielstain, quien acierta con el tono dado a la historia. De este modo, desfilan por la pantalla Sergio (Pablo Rago), un hombre infelizmente casado con Paula (Violeta Urtizberea), una estudiante de psicología, y a la que engaña con Alejandra (Julieta Ortega), la mesera de un bar. Tampoco le va mejor a Sofía (Mercedes Oviedo, que abre el film con llanto desconsolado), la novia de Maxi (Tomás Fonzi) que se siente ignorada y cada vez más cerca del hermano de éste (Guillermo Pfening). Todos tienen un denominador común: ninguno está conforme con la persona que tiene al lado por motivos que se irán descubriendo con el correr de los minutos. La imposibilidad de un amor verdadero, la rutina, la comodidad económica y la falta de pasión. dicen presente a través de aristas dramáticas que resultan interesantes y reconocibles. Las mismas están revisadas desde las miradas de cada uno de los implicados, atrapados en un círculo vicioso del que es casi imposible salir. Y el abanico se abre hacia otras direcciones: Alejandra es seducida por un músico, compañero de trabajo; mientras Paula (la más ingenua de todas y la que lleva los toques de humor) transfiere sus miedos a su propia paciente, una adolescente conflcitiva (Ana Pauls) que la ayuda a resolver los problemas de intimidad con su marido. Lo que se dice un verdadero caos afectivo. No Te Enamores de Mí marca un promisorio debut y tiene un elenco sólido cuyos personajes resultan creíbles. Quizas con varios minutos de más para contar todas las historias, este film nacional se convierte en una opción recomendable y confirma a Julieta Ortega como una de las intérpretes más versátiles de su generación.
En su ópera prima, el guionista y director Federico Finkielstain propone un retrato generacional que describe un estado de angustia e insatisfacción generalizado, pero también una búsqueda por trascender los miedos y apostar por el cambio. Este drama sobre las historias de vida de varios veinteañeros y treintañeros de clase media (y media-alta) está construido con una estructura coral que remite a ciertos parámetros impuestos desde hace tiempo por el cine independiente norteamericano. El film apuesta por una gran diversidad de historias y miradas e intenta aprovechar -en términos artísticos y de marketing- el aporte de varios intérpretes reconocidos. Lo mejor de No te enamores... es la crudeza con que se presentan los conflictos sexuales y las contradicciones afectivas de los múltiples personajes. Finkielstain es muy franco y directo en la exposición de las sensaciones íntimas de sus criaturas, seres frustrados por lo que tienen y, por lo tanto, tentados a vivir nuevas experiencias como vías de escape. El gran problema de la película no tiene que ver con la idea conceptual ni con el aporte del elenco sino con las limitaciones de un guión que plantea y resuelve de manera bastante obvia las distintas subtramas y, sobre todo, de la puesta en escena. Finkielstain no consigue dotar a la narración de la agilidad que requiere un relato que salta de historia en historia, de personaje en personaje, y -así- el interés se resiente y la tensión se diluye. Sin profundidad en la descripción psicológica, sin fluidez en la narración, con escenas de sexo pobremente filmadas y una solemnidad sólo matizada por unas pocas irrupciones de humor, No te enamores de mí intenta -con logros parciales- definir a los jóvenes de hoy, con sus problemas de identidad, de comunicación, con su falta de compromiso y, muchas veces, de rumbo. La idea original, esta vez, es más interesante que el resultado final.
Historias de amor esquivo El título de la opera prima de Federico Finkielstain, No te enamores de mi, quien fuera asistente de dirección en películas como Gigantes de Valdés o El salto de Cristian y guionista de Palermo Hollywood, puede interpretarse como una advertencia o alarma para este racimo de personajes: la mayoría de ellos disconformes con su vida y con sus respectivas parejas, hombres y mujeres que superan los treinta y pico. Parece que enamorarse en el film de Finkielstain es algo poco probable cuando está en juego la seguridad emocional; la seguridad económica y en definitiva ceder ante un proyecto en común. Así las cosas, como toda película coral, el derrotero de tres parejas diferentes se entrecruza en situaciones azarosas y cotidianas, signadas por algún conflicto de orden afectivo: la historia de Sergio (Pablo Rago) y Paula (Violeta Urtizberea) es la de un matrimonio infeliz en donde entra a tallar la presencia de un tercero, en este caso la amante de Sergio, Alejandra (Julieta Ortega), quien pretende ocupar el lugar de privilegio y dejar de ser la segunda o el juguete sexual de Sergio que sigue con Paula, estudiante de psicología de 24 años un tanto ingenua que hará sus primeras experiencias como acompañante terapéutica de una adolescente, Luli (Ana Pauls), conflictiva, que removerá los cimientos de su estructurada mentalidad para mostrarle el reflejo deformado de lo que la rodea y no ve: un esposo infiel que no la ama. Por otra parte, se encuentra la pareja compuesta por Sofía (Mercedes Oviedo), quien acusa desde su tristeza y angustia el distanciamiento de su novio y futuro esposo Maximiliano (Tomás Fonzi), un arquitecto de una familia acomodada económicamente en donde la voz de mando recae en su madre (Luisina Brando) que prefiere que su hijo forme una familia con una chica como Sofía a pesar de no considerarla el mejor partido. Quien llega casi de sorpresa a inmiscuirse en la relación en un momento de crisis es el hermano de Maxi (Guillermo Pfening), un fotógrafo freelance en quien Sofía verá una oportunidad para salir del asedio y la asfixia de convivir con un novio poco demostrativo de interés. Bajo un registro que pretende bucear en la intimidad de cada triángulo y con un buen desarrollo de los conflictos entre los personajes, el debut cinematográfico de Federico Finkielstain acierta en el ritmo en que se desarrollan las diferentes situaciones dramáticas y creíbles, pero quizás no logra escapar de la impronta televisiva y por momentos prolonga demasiado las escenas en las que debe destacarse el buen elenco integrado por exponentes de la nueva generación de actores como Violeta Urtizberea, encargada de los apuntes humorísticos y la versátil Julieta Ortega para entregar un personaje con varias aristas dramáticas y muy intenso en lo emocional. Tomas Fonzi ratifica su crecimiento como actor desde un personaje metódico y contenido que se lleva las dos mejores escenas del film: una de violencia sexual y otra donde revela un secreto a su pareja encarnada por la magnética Mercedes Oviedo. No te enamores de mi es un film correcto desde lo formal, con un interesante trabajo de fotografía, aunque en las escenas de sexo recaiga en los lugares comunes del cine publicitario y en materia de guión tal vez hubiese necesitado alguna puntada más para no caer en lo anecdótico aunque es justo decir que sus diálogos no parecen forzados ni grandilocuentes.
Historias de amor cruzadas Drama romántico sobre complicadas relaciones de pareja, con Pablo Rago, Julieta Ortega y Violeta Urtizberea. Los amores y desamores, encuentros y desencuentros, de un grupo de personas entre los veinti y los treintilargos son el centro de No te enamores de mí, opera prima de Federico Finkielstain que intenta armar una especie de mapa de corazones rotos en una Buenos Aires de diseño. Construida coralmente, pero sin forzar demasiado los cruces entre unas y otras historias, No te enamores... observa lo que le pasa a un grupo de personas con malas relaciones de pareja y para las que el sexo (o la falta de él) es la manifestación más evidente de esa apatía. Sergio y Alejandra (Pablo Rago y Julieta Ortega) son amantes. Ella es soltera y quiere más que noches de sexo, pero él está casado y no quiere saber nada con el afuera. Su mujer es Paula (Violeta Urtizberea), una chica aplicada y estudiosa, que está dando sus primeros pasos como psicóloga (es acompañante terapéutica de Luli –Ana Pauls- una chica... desprejuiciada), y que el filme muestra como una chica casi frígida. Violeta le alquila un departamento a Martín (Guillermo Pfening), un fotógrafo que pasa poco tiempo en Buenos Aires y que ahora, al volver de un viaje, descubre que Sofía (Mercedes Oviedo), la novia de su hermano Maxi (Tomás Fonzi), a la que no conocía, está en crisis con su pareja. Y a esa crisis se suma una rápida atracción entre ambos, que tornará al asunto en un peligroso trío pasional, con la madre de los hermanos (Luisina Brando) observando todo de cerca. Las idas y venidas de esas relaciones son las que intentará trazar el filme con suerte dispar. En algunos casos, como en la relación entre Martín y Sofía, la película alcanza momentos de cierta complejidad que en otros se esfuma, tapada por frases hechas, canciones y bailes que no tienen nada que ver, y situaciones en extremo forzadas. El oficio de los actores saca al filme de algunos pozos de banalidad, en especial Pfening y Oviedo, que construyen algo que se intuye poderoso en esa relación prohibida. El triángulo Rago-Ortega-Urtizberea, en cambio, se maneja por carriles más prototípicos y allí sí ayuda la experiencia y el oficio de los tres para salir del paso ante situaciones de guión algo trilladas. Más allá de sus simplismos, el filme funciona a su manera como retrato generacional, aunque su moraleja de premios y castigos pueda ser un poco injusta, dividiendo a personajes en “buenos” y “malos” a punto tal de hacer perderles la ambigüedad que los hacía interesantes. Es una película despareja, fallida, cuyos momentos de genuina emoción alcanzan a tapar sus defectos más evidentes.
Atractiva, fresca y creíble Los protagonistas tienen entre veinticinco y treinta y cinco años y lo que los une es la búsqueda del amor o la conservación del mismo. Estamos en la gran ciudad y todos los muchachos que vamos a conocer viven y trabajan en ella. Está Alejandra, mesera de un restaurante, que tiene una relación con Sergio que está casado, Martín que entabla una relación con Sofia, la novia de su hermano menor. También está Paula, recién recibida de sicóloga que está casada con Sergio y Luli, la desprejuiciada de la historia, "cuidada" terapéuticamente por Paula y que va a terminar aconsejándola en su vida sexual. En síntesis gente que busca gente, que escapa de otra gente o no quiere ver que ya no le importa cierta gente. También va a surgir el tema de la familia y de la maternidad en especial. SIN PREJUICIOS "No te enamores de mí" es una comedia atractiva, fresca y bastante creíble, nada prejuiciosa y que expresa con cierto desparpajo algunas conductas especialmente relacionadas con el sexo, de representantes juveniles actuales. Se trata de la opera prima de Federico Finkielstain, representante de la generación que "copa" la película y por eso tan conocedor del lenguaje de sus coetáneos. El nivel técnico es muy bueno, sobran algunos minutos en el desarrollo y es destacable la actuación de Julieta Ortega, Violeta Urtizberea y Anita Pauls, estas dos condensadoras de la cuota de humor del filme. Bien el elenco masculino, Mercedes Oviedo es la seductora del grupo y hay un rostro y una frescura especial, la de Francisco Andrade, que puede rendir más de una sorpresa en próximas actuaciones. También en un breve papel, participa, con eficacia, Luisina Brando.
Encuentros y desencuentros No te enamores de mí busca hacer un retrato sincero y franco de las insatisfacciones y deseos de un grupo de jóvenes que atraviesan, cada uno a su manera, diferentes crisis relacionadas con el amor, el sexo y la pareja. Película coral con personajes que se cruzan e historias que se entrelazan, esta opera prima de Federico Finkielstain se despega claramente de una intención infantil o lavada de los conflictos que trata. La historia comienza de forma demasiado lineal y luego va volviéndose un poco más compleja. Los actores –a veces bien, a veces no tan bien– van lidiando con situaciones interesantes y adultas, pero con líneas de diálogo que no están a la misma altura. No se trata de diálogos que digan cosas importantes, sino que suenen creíbles y lógicos dentro de las diferentes escenas. La película plantea por momentos algo de humor, pero no lo hace con resultados muy positivos. El humor, de hecho, le da simpatía a personajes que luego se muestran miserables y convierte en tontos a personajes que luego deben ser el sostén final de todo el relato. Todo lo mejor de la película está en el centro, cuando el juego se abre del todo y los conflictos son verdaderos conflictos que interesan y producen alguna reflexión. Pero luego las cosas se van rematando con demasiados lugares comunes, con situaciones que en comparación a lo visto son muy previsibles y trilladas y que apagan todo aquello que la historia había encendido. Por momentos, el film resulta adulto y serio, luego parece un programa de televisión sin demasiado vuelo. La banda de sonido es, curiosamente, un elemento que ayuda a darle profundidad y generar gran clima, evitando, ahora sí, todos los lugares comunes de la música en el cine argentino. Una vez más, el problema no está tanto en los actores ni tampoco en el director, sino en el guionista. Irónicamente el director y el guionista son la misma persona, así que es Federico Finkielstain, a quien se le pueden atribuir las virtudes y los defectos de esta película. La enseñanza de No te enamores de mí vuelve a ser que para que una película supere las buenas intenciones y plasme las buenas ideas que le dieron origen, es imprescindible el tener un guión fuerte que la sostenga.
Amores insensatos para identificarse Durante un instante el espectador puede aterrarse pensando que ésta es otra película aburrida sobre personajes entre traumaditos o directamente estúpidos, ciento por ciento Palermo Soho, a los que no les pasa nada interesante. Solo que aquí pasa de todo, incluyendo idioteces con las que es fácil identificarse. Lo curioso es que en verdad la película se ocupa de personajes perfectamente ubicables en esa zona de Palermo y sus alrededores, entre ellos un fotógrafo que viene de Bangladesh, que, ojo, no es la India. Pero las insensateces perpetradas por todos y todas son absolutamente creíbles, y el director se ocupa de que sus miserias, traumas y torpezas resulten auténticos, genuinos, verosímiles y, por momentos, bastante divertidos. Los misterios de las pasiones románticas o simplemente sexuales perturban a casi todos los personajes, que casi siempre hacen todo mal, a veces prácticamente a propósito. Algunos y algunas tienen conflictos imposibles, y en medio de esta historia coral al mejor estilo Altman, el personaje de Pablo Rago, harto de que lo cargoseen, sirve como cable a tierra, lo que de todos modos no le sirve para escapar del mismo insensato laberinto pasional donde está atrapado, igual que todos los demás. «No te enamores de mí» está muy bien actuada y filmada, no es pretenciosa en absoluto, y tiene tantas escenas de amor (o sexo, como se lo quiera ver), como para calificar de auténtico cine erótico a toda superacción. Hay diálogos realmente heavy metal, sin desperdicio, y una notable banda sonora a cargo de Ivan Wyzogrod. Como decía Truffaut, las buenas películas no suelen ser las que intentan hacernos sentir inteligentes, sino las que nos enfrentan con nuestra propia insensatez.
Historias cruzada de amores y desamores, algunas mejor realizadas que otras, con cruces, deslealtades, engaños, flechazos, egoísmos y verdades. Se deja ver, aun con ciertos desniveles de interés. Un elenco que se luce: Julieta Ortega, Pablo Rago, Violeta Urtizberea, Mercedes Oviedo, Tomas Fonzi.
Esa cosita loca llamada amor Que en el cine argentino son muy pocos los que se le animan al romanticismo no es ninguna novedad. Mucho menos aquellos que lo generan desde un lugar independiente o de autor. Y son contados los que ofrecen un producto genuino y de calidad. No te enamores de mí (2011) conjuga estos tres ítems a la perfección, junto a un elenco para aplaudir. De estructura coral, No te enamores de mí cuenta la historia de seis treintañeros insatisfechos en sus relaciones de pareja. Como en todo film de tales características, sus vidas se cruzaran en algún momento de la trama para general algo nuevo o simplemente por casualidad. El debutante Federico Finkelstain logra un film conciso que explora las diferentes facetas de los seres humanos cuando atraviesan por una serie de relaciones desgastadas o simplemente sostenidas por comodidad o vagancia (¿miedo a lo nuevo?). No te enamores de mí trabaja el romanticismo pero desde un lugar no convencional dentro del cine argentino como lo es lo dramático. Sólo casos aislados, como el de Paula Hernández con Un amor (2011), han experimentado en un registro similar. No es que sea un dramón para llorar pero lo que les pasa a cada uno de los personajes no puede ser considerado como una situación risueña, por más que por fuera traten de demostrar lo contrario. Uno de los aciertos del film es un casting actoral que incluye a Julieta Ortega –cada vez mejor y sin duda una de las pocas actrices argentinas a la que la cámara ama-, Pablo Rago, Guillermo Pfening , Mercedes Oviedo (una revelación), Tomás Fonzi y la siempre descomprimida Violeta Urtizberea. Cada uno logra imprimirle a su personaje los matices necesarios para que estos sean creíbles, no sólo desde el afuera (Fonzi Y Pfening parecen hermanos reales e hijos de Luisina Brando) sino fundamentalmente desde el adentro. No te enamores de mí tiene una mirada mucho más femenina que masculina, a pesar de que su hacedor sea un hombre. O al menos son las mujeres las que se animarán a cambiar sus historias. Serán ellas las que tomarán coraje para dejar la chatura de sus vidas y comenzar algo nuevo, sin importarles las consecuencias. Mientras los hombres preferirán la comodidad de lo ya conocido, por más malo que sea, antes de arriesgar y ser verdaderamente felices. Desde lo técnico todo es más que loable y a pesar de ser una película independiente nada tiene que envidiarle a una producción industrial. Una puesta cool, luminosa, fresca, en donde brilla una banda de sonido entre lounge y electrónica compuesta por Iván Wyszogrod por demás de exquisita que no se puede dejar de escuchar y acompaña sin desentonar. Puede que uno encuentre alguna que otra falla, un que otro problema de continuidad, o simplemente una escena fallida, pero cuestionar eso sería desvalorizar lo bueno y sin duda no influyen sobre el todo. Una película generacional sobre amores y desamores como el cine argentino muy pocas veces se anima a tratar. Hay que verla.
Una Buenos Aires de postal que, al mismo tiempo, repasa alguna referencia arquetípica y diluye cualquier profundización en su esencia; historias cruzadas en las que confluyen o chocan amor y deseo; personajes y one-liners que remiten a la mítica lucha entre los sexos. Nada desentona en No te enamores de mí salvo algunas actuaciones un poco estereotipadas -más propias del canon televisivo-, cierta obviedad en la música o alguna resolución que parece escapada de un manual de autoayuda. Pera nada de esto llega a perjudicar fatalmente una película correcta, que funciona más en sus registros cómicos y costumbristas que en la indagación de los sentimientos humanos. Es un acierto de la película, además, su construcción dramática basada en un dinámico entrecruzamiento de las historias. También lo es el gran formato, que aprovecha el rostro hermosamente mutante de Mercedes Oviedo y reconstruye una belleza satinada, casi insípida, de un mundo algo irreal en el que habitaría cierta clase acomodada de Buenos Aires. Y aquí quizá radica un mérito pero también un límite: ¿dónde quedan estos lugares que pueden estar en Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile o Nueva York? Aun sin una historia demasiado potente, aun con actuaciones correctas, el mero cruce de pequeños conflictos ocurridos en ninguna parte no molesta, hasta entretiene, pero termina teniendo sabor a poco.
El amor en los tiempos de la neurosis No te enamores de mí es una película que desobedece a su propio título. A fin de cuentas, los personajes acabarán felizmente enamorados, excepto los que se traicionan desatendiendo el llamado más genuino de su libido. La ópera prima de Federico Finkielstain versa sobre las historias de un grupo de sujetos que, inmersos en el vértigo de sus agitadas vidas laborales, se cruzarán a sí mismos y entre sí. "La necesidad del hombre de comportarse según las leyes de la sociedad genera conflicto, y es lo que llamamos neurosis", reza la lección de Violeta Urtizberea interpretando a Paula, una estudiante de filosofía jovenmente casada y frustrada. Psicológica y actual, la película enciende sus cámaras en el momento en el que las relaciones falsamente sustentadas comienzan a derrapar. Situada en el siglo de las mujeres-hombres que se acuestan entre ellos y se van, No te enamores de mí muestra con lucidez la necesidad de patear el mandato social. En la Buenos Aires de los barrios cool, del restaurante, del bar o de la galería de arte, el guión dispone a los personajes como fichas urbanas insertas en el juego de las combinaciones, que acaban por arrojar algunos desenlaces imprevistos. En medio del ring donde se trompean deseo y dolor, estos adultos de celuloide toman aire en lo que hay de cómico en cada situación, y el drama se canaliza, por momentos, a través del humor. "No funcionó porque la tenía grande", explica Julieta Ortega en la piel de Ale, a primera vista más desatenta con las imposiciones sociales, pero no exenta de las tiranías naturales. El tic-tac biológico le hace pensar en un hijo que finalmente llega en circunstancias no estipuladas. Ale cree que es demasiado grande para Juan, que parece conocerla desde antes, cuando le dice: "Vos te pensás que todos los tipos te van a cagar y que nadie te va a querer, y es exactamente lo que lográs". ¿Qué peso tiene en ella lo que digan los demás? ¿Cuánto le pesa a Maxi (Tomás Fonzi) reconocerse homosexual? ¿Y cuánto hay de patológico y cuánto de sana verdad en la impulsiva Luli de Anita Pauls? El filme responde, pero hasta ahí nomás, quizá consciente de que no hay un punto final para la evolutiva emocionalidad del ser. Trama de amores y desamores, con un bueno número de protagonistas y muchas posibilidades de generar identificaciones a partir de situaciones habituales. En pocas palabras: una película oportuna.
Publicada en la edición impresa de la revista.
Este film que significa el debut como realizador del guionista Federico Finkielstain cumple con instalar un interrogante, que termina en una definición conocida en el cine: ¿Dónde empieza a gestarse un proyecto fílmico? Recuerdo una escena de una comedia de los años ‘80, ya todo un clásico, como “Secretaria ejecutiva” (1988), de Mike Nichols, donde el personaje Oren Trask (Phillip Bosco) le pregunta a Katherine Parker (Sigourney Weaver) en relación a la concreción de un proyecto …”¿Cual fue la chispa inicial?”. La ausencia de respuesta por parte de la interrogada daba cuenta de no saber sobre que estaban hablando. En esta producción también me interrogo sobre lo mismo, esa chispa inicial ¿Algo original, tal vez? ¿Qué fue, una imagen, una respuesta dada, una mirada? ¿De ahí surgió la idea que pronto se desarrollará en un guión para terminar siendo una película? La única respuesta favorable se la podría entregar entonces el dueño de la idea, si bien termina no siendo algo novedoso cumple con su cometido, el punto es que los pasos subsiguientes y necesarios en el guión, y la producción en sí, dan por tierra el poco vuelo que tenia el proyecto. Este fallido intento de comedia que pretende reflejar a un segmento de la sociedad delimitado en el grupo etario comprendido entre los 25 y 35 años, de clase media a media alta, amores, encuentros, desamores, desencuentros, la mirada hacia otro en el preciso instante en que no se siente mirado, etc. Varias historias cruzadas en una ciudad como Buenos Aires. Abre con una situación de examen final en el aula magna de la Facultad de Psicología, donde se encuentra la profesora con su alumna de 3º año, quien responde sobre la libido (podrían haberse asesorado, aunque más no sea en Wikipèdia, para dar una definición más pulcra, ¿no?) El aula esta impecable, limpia por donde se la mire, y ¡ESTAN ELLAS DOS SOLAS! Desde allí mismo nada pasa a ser creíble. Corte con fundido. Entonces nos presentan, con una voz en off y un largo quejido verborragico (luego claramente identificable), a una mujer insatisfecha. Corte, y nos topamos de lleno con el primer triangulo amoroso: Sergio (Pablo Rago) esta con su amante Alejandra (Julieta Ortega), ella quiere que él se defina, y Sergio no puede dejar a su mujer Paula (Violeta Urtizberea), aunque no la ame. Otra de las historias también se construye desde la triangularidad afectiva. En este caso Maxi (Tomas Fonzi), un arquitecto de renombre, le presenta a su hermano Martín (Guillermo Pfening), un fotógrafo de “renombre”, a su novia Sofía (Mercedes Oviedo), la dueña del lamento inicial en off. Entre ellos emerge la figura de la madre de Martín Luisina Brando, quien intentará delimitar los encuadres entre las relaciones. ¿Demasiado forzado? Todo en el filme es así, demasiado forzado, no por eso deja de ser previsible, chato, sin demasiado vuelo, sin búsquedas estéticas, ni profundizaciones en los personajes, motivaciones, perfiles psi, deseos, sólo parece haber dos, el deseo sexual, satisfecho o no. Y se acaba el mundo. El desprejuicio con que esta filmado llega a limites insospechados de preguntarse cuan presentes están en la mente de los hacedores los espectadores. Pues hay situaciones que moverían a risa, pero que terminan dando lastima, no sólo la inicial antes descripta, como claros ejemplos de una producción fallida desde el guión con la construcción de las historias paralelas, y en esto juega la estructura elegida, hasta los rubros técnicos, pobres en su concepción y su realización. Sólo se salvan del incendio los actores que le ponen el alma a los personajes, sobresaliendo Pablo Rago, Guillermo Pfening, Julieta Ortega, esta última encarnando a Alejandra, posiblemente el personaje mejor diseñado, constituido y con mayor variantes en su desarrollo, y Tomas Fonzi, quien hace lo que puede con el que tiene a su caro. Igualmente cabe reconocer que también cumplen con los que animan Ana Pauls y Violeta Urtizberea.
En los últimos dos o tres años se han dado a conocer varios films argentinos de tono romántico y estructura coral semejantes a esta brillante ópera prima de Federico Finkielstain. Títulos como Amor en tránsito, La ronda, Solos en la ciudad o Güelcom se pueden mencionar; pero sin dudas, más allá de alguna inspiración, este es el mejor largometraje nacional concebido dentro de esta suerte de subgénero. Porque No te enamores de mí cuenta con un sólido guión del propio director, una realización pulida que está al servicio de las diferentes historias que se cuentan y fundamentalmente con un espléndido elenco, versátil para la comedia y el drama. Por el camino de las relaciones de pareja y con distintos matices se va desarrollando un film de ritmo sostenido pero que también se toma saludables tiempos para que sus personajes transiten por determinados trances psicológicos, lo que le da mayor envergadura a la narración. Treintañeros que le buscan rumbo a sus relaciones afectivas con un deseo en común: hallar un amor verdadero que colme sus vidas. El abanico de alternativas es amplio y disfrutable, dotado de la virtud de que las distintas situaciones seducen –valga el término- en forma uniforme, con alguna bienvenida sorpresa final. Finkielstain se muestra además como un gran conductor de actores, entre los que se destacan Guillermo Pfening, intérprete muy requerido por el cine argentino más reciente, que logra quizás su mejor trabajo; y Violeta Urtizberea, que llena la pantalla de gracia y sensibilidad, logrando una dupla imperdible con Ana Pauls, toda una revelación. Y son excelentes los aportes de Julieta Ortega, Pablo Rago, Mercedes Oviedo, la breve participación de Luisina Brando y Tomás Fonzi, en el rol más introvertido y difícil.
Llega a salas la ópera prima de Federico Finkielstain (guionista y asistente de dirección de títulos como "Palermo Hollywood", "Gigantes de Valdes", "El salto de Cristian"), "No te enamores de mí", arriesgada historia coral sobre los desencuentros de las parejas jóvenes (y no tanto) en estos tiempos que corren. Si bien muchos pueden calificarla como "comedia romántica" (incluso Julieta Ortega así lo manifestó), creo que es más justo definirla como un drama, donde sí, el (des) amor está presente y gravita en la vida de los protagonistas decisivamente. La trama integra dos relaciones triangulares, por un lado tenemos el matrimonio entre Paula (Violeta Urtizberea) y Sergio (Pablo Rago). La primera es una brillante estudiante de psicología y su esposo, un hombre que en apariencia lo tiene todo, éxito material pleno... Pero algo sucede en el seno de la pareja, ya que él tiene amante, Alejandra (Julieta Ortega). A ella le cuesta sostener el encuadre de descarga ocasional y le hace fuertes planteos a Sergio en busca de un golpe de timón que cambie la ecuación planteada... Por otro lado, está Sofìa (la magnética Mercedes Oviedo), quien es la novia oficial de Maxi (Tomás Fonzi) Ella también tiene algunas dudas sobre su elección (está a punto de irse a vivir con él), pero al conocer en una fiesta a su hermano, Martìn (Guillermo Pfening), duda (si, ya saben, eso pasa...!). Este último es un fotógrafo prestigioso que viaja mucho por el mundo y le cuesta establecerse en algún lugar. De más está decir que la atracción será mutua... Hay algunas historias secundarias más, pero estos personajes son los que llevan adelante la historia y la cámara los mostrará, cruzandose a lo largo de un año y veremos entonces como evolucionan sus diferentes recorridos. "No te enamores de mí" es un interesante ejercicio de caracterización de universales (el compromiso, la rutina marital, la tentación hacia lo prohibido, el valor para entregarse a un sentimiento) que están, en crisis. Lo rico que posee el libro que dibuja la red vincular es que muestra situaciones creíbles, transitables y de identificación natural. En muchas líneas de los diálogos, si estás entre los 20 y 40, seguramente te vas a encontrar... Animarse a romper estructuras en pos del ser buscado o de modificarlas para conservar al encontrado, son cuestiones que atraviesan a las parejas de estos tiempos, es por esto que esta cinta, elige bien su objetivo, hay material para bucear en la problemática y eso hace que el film sea atractivo para ese segmento del público. Por otra parte, si bien el guión a veces tiende a resolver algunas cosas con llamativa facilidad, no siempre elige el destino correcto (a veces se percibe una valoración moral en la suerte de los protagonistas no aconsejable). Si, hay que reconocerle a Finkielstain, que aprovecha al máximo la fuerza de su elenco. Tiene actores que vienen de la televisión y que se complementan muy bien. Dentro del sólido cast, nos gustaron mucho Ortega y Pfening, quienes regalan destacables composiciones, emotivas y directas. El humor proviene, mayoritariamente, de la simpática y dulce Urtizberea, querible aunque demasiado cerca de sus roles conocidos en el medio. Hace su aporte también, la maravillosa Luisina Brando que con un par de escenas, pinta perfecto una madre (la de Maxi y Martín) a la altura del conflicto. No es un film redondo y la mayor observación que puede hacérsele es que no despliega toda la química que potencialmente tiene (si el sexo rige tanto la vida de estos personajes, no hubiese sido mejor darle tiempo y espacio a esta necesidad?), pero más allá de eso, pensamos que esta es una cinta que no defrauda. Honesta y sencilla, si la eligen, seguro que los hará pensar y disparará charlas posteriores si van en pareja...
¿Quién es capaz de encontrar el verdadero amor? Es la ópera prima de Federico Finkielstain, protagonizada por un elenco de grandes figuras: Julieta Ortega, Pablo Rago, Guillermo Pfening, Mercedes Oviedo, Violeta Urtizberea, Tomás Fonzi, Francisco Andrade, Ana Pauls y la participación especial de Luisina Brando. Esta es una comedia dramática que trata sobre una nueva generación de jóvenes adultos que busca vivir el "aquí y ahora" pero se enfrenta a los condicionamientos socio-familiares y a su propia dificultad para entregarse física y afectivamente a las relaciones. Así se desarrollan tres historias que se entrecruzan en un mismo conflicto: la imposibilidad de un amor verdadero; por un lado conocemos la historia de Sofía (Mercedes Oviedo), le confiesa por teléfono a su amiga que su novio Maxi (Tomás Fonzi) no muestra interés por ella, más tarde conoce a Martín (Guillermo Pfening) que es el hermano de Maxi, entre secretos y vicisitudes sucede algo inesperado. La otra historia que vemos es la de Alejandra (Julieta Ortega) y Sergio (Pablo Rago) son amantes, él está casado, ella es soltera, la relación no da para más, ella no quiere seguir mas siendo la otra, luego su compañero de trabajo, Juani (Francisco Andrade), le confiesa su amor y el trió deberá elegir su destino. Por último tenemos la tercera historia, en la que Paula (Violeta Urtizberea), es una brillante estudiante de psicología, es un tanto naif e insegura, y esposa de Sergio; cuando ella tiene su primer paciente Luli (Ana Pauls), se dará cuenta de manera tragi-cómica todos los problemas que debe solucionar. Esta es una historia coral, cada uno de los personajes entre los 30 y los 40 años, viven inmersos en diferentes situaciones de encuentro y desencuentros, y estos en algún punto se entrecruzan, no están contentos con el lugar en el que se encuentran y no están pudiendo salir de ahí, ni saben cómo hacerlo. Algún espectador podría sentirse identificado, ¿quién no se enamoró alguna vez y la relación no funciono?, y hasta sentir alguna vez el corazón roto, pero nos encontramos con ciertos problemas en cuanto a la forma en que están narradas estas historias, hay personajes poco creíbles, no llega a emocionar y algunos actores no llegan a sostener la historia.
INCREÍBLE No te enamores de mí intenta abordar, en construcción coral, las angustias y frustraciones de varias personas y parejas de clase media-alta, y de entre 25 y 35 años. En este abordaje -si bien asoman algunas referencias a otras cuestiones- el sexo parece ser el único foco, el único origen y el único síntoma de todos los conflictos.
Un mapa de corazones rotos Con una dosis de audacia y sinceridad, esta ópera prima de Federico Finkielstain viene a actualizar el panorama de la comedia romántica nacional, situándose más bien en el lado oscuro del corazón. Amores clandestinos y parejas rutinarias, causa y consecuencia de un generalizado malestar afectivo por los que atraviesa una generación que hasta ahora ha sido más reflejada por la televisión que por el cine, la película enciende sus cámaras en el momento en el que comienzan a resquebrajarse las apariencias, para observar conflictos amorosos en parejas reconocibles de estos tiempos, donde el sexo resulta ser la manifestación más evidente del desajuste. Construida como una película coral en que las historias se entrecruzan, existen en el guion dos situaciones afectivas triangulares que se abrirán y decantarán en busca de alguna salida. Sus protagonistas tienen un denominador común: ninguno está conforme con quien tiene al lado. La rutina y la falta de pasión muestran -a veces con humor- sus aristas dramáticas interesantes y reconocibles en este retrato generacional que describe un estado de insatisfacción generalizado pero también un intento de superar temores y apostar por el cambio. Impronta televisiva Bajo la pretensión de bucear en la intimidad amorosa y con un buen desarrollo de los conflictos entre los personajes, el debut cinematográfico de Federico Finkielstain acierta en el ritmo con que se desarrollan las diferentes situaciones, aunque en gran parte queda atrapado en una impronta televisiva que afecta búsquedas estéticas. Una falla de la película no tiene que ver con su idea conceptual ni con el aporte del elenco (que es muy sólido) sino con las limitaciones de la puesta en escena. Si lo interesante de “No te enamores...” es la crudeza con que se presentan los conflictos sexuales, paradójicamente éstos no se filman bien: un montaje desprolijo y una luz imprecisa y planos anodinos deslucen esos momentos a contrapelo de la actitud franca y directa con que el director quiere exponer la intimidad de sus criaturas. También la película establece un marcado recorte sobre la realidad -si bien asoman algunas referencias a otras cuestiones- el sexo parece ser el único origen y síntoma de los conflictos y lo social se reduce al deambular por una Buenos Aires de postal situada en Palermo Soho, un micromundo cool a salvo de las otras violencias. Grandes secretos, pequeñas historias “No te enamores...” es una película despareja, cuyos momentos de genuina emoción alcanzan a tapar sus defectos más evidentes. Dejando de lado sus simplificaciones, el filme funciona eficazmente como retrato generacional. Una película que resulta por momentos fresca y creíble, nada prejuiciosa y que expresa con desparpajo conductas muy actuales y por lo tanto reconocibles e identificables. Los registros cómicos y costumbristas están más logrados que la indagación de los sentimientos. El drama se canaliza, por momentos, a través del humor, aunque situaciones inicialmente cómicas terminan dando lástima. Con momentos de emotivas verdades, esta comedia de color ambivalente tiene uno de sus puntos más fuertes en el buen elenco integrado por exponentes de una nueva generación de actores como Violeta Urtizberea, encargada de las más frecuentes intervenciones humorísticas junto a una imperdible Anita Pauls, en el rol de paciente psicótica. También son meritorios y disfrutables los roles de Pablo Rago, Pfenix y sobre todo Julieta Ortega en un personaje muy intenso.