Pantera Negra 2: Wakanda por siempre (Black Panther: Wakanda Forever, 2022) le dedica los primeros minutos -de los ciento sesenta y uno que dura- a mostrar comoShuri (Letitia Wright) no puede salvar a su hermano T’Challa (el papel que tenía de Chadwick Boseman) de una enfermedad terminal. Es un comienzo raro al que le sigue su funeral. Toda una parte de la película está vinculada con el homenaje y el respeto al actor fallecido recientemente de cáncer. Sin el protagonista había que tomar una decisión acerca de la dirección que tomaría la historia. Prefirieron no reemplazarlo por otro actor y no realizar reconstrucciones digitales. Así que muere al inicio y el duelo es parte central de la trama. Toda película anuncia su plan en los primeros minutos y acá queda claro que el plan es hacer un drama hablado más que una película de acción. Es un largo duelo, algo que parece muy sentido, pero no logra transformarse en una película aceptable. Todo lo que tenía el film anterior se mantiene en algún aspecto. Reivindicación de la cultura africana, valoración de la mujer, reflexiones políticas infantiles y contradictorias, vestuario espectacular, efectos especiales nivel Marvel. Pero con dos problemas, uno es que no tiene protagonista y eso hace que los buenos momentos sean para algunos personajes secundarios y el otro es que no quiere poner villanos por lo que nos sumerge en el más aburrido y soporífero mundo, el de otra civilización desconocida llamada Talokan. Ese es el gran objetivo de la película, reivindicar la cultural de los pueblos originarios latinoamericanos a partir de este pueblo y su líder, Namor (Tenoch Huerta). Es un personaje que ya existía en los comics de Marvel, pero al que le han hecho unos cambios que no nos importan, pero que delatan que cuando quieren, las películas del MCU quieren, pueden alterar las cosas para su agenda de demagogia ideológica ultra woke. Una pena que no hayan elegido un actor anglosajón para interpretarlo, ahora que el casting daltónico está de moda. Mezcla de azteca, maya y habitante de la Atlántida, Namor tiene un pasado donde el malvado hombre blanco sojuzgó a su pueblo. Interesante historia para alguien, no para quien deba soportar una desviación de media hora para seguir los pasos de esta población irrelevante. Negros y latinos, buenos. Blancos malos, siempre malos, excepto por Everett Ross (Martin Freeman) al que podríamos llamar “Yo tengo un amigo blanco”. No es una película, es la suma de películas lo que ya aburre con este discurso. Y sí, también hay un discurso antinorteamericano y antifrancés. No juzgamos las reflexiones políticas del film, aunque tampoco tienen solidez alguna. Shuri era el peor personaje de Pantera negra y ahora es la heroína principal. El gran personaje, al que intentan arruinar, es Okoye (Danai Gurira, espectacular), quien debería haber sido la protagonista. También sus guardias. Aneka (Michaela Coel) y, aunque corrida del centro, Nakia (Lupita Nyong’o). Esas son las heroínas del primer film y tiene mucho para dar, aunque la idea fue apostar a dos adolescentes sin interés ni carisma. El focus group les dio así, por eso los guiones son lo que son. Ah, no nos olvidemos, también una mujer le dice a otra mi amor, en esos flashes patéticos en los cuales nos dicen que todos son bien recibidos en el mundo Marvel. Los felicito, en serio, pero se les va la energía en estas cosas. Las canciones son otro bochorno absoluto y el vestuario, que ya se pasa, incluye telas apropiadas para cada cultura, aunque estén bajo el agua. Menuda gracia le debe causar a James Cameron ver personajes azules mal animados justo un mes antes del estreno de su secuela de Avatar. Pantera Negra 2: Wakanda por siempre profundiza defectos, carece de virtudes y no es capaz de narrar todo esto en simples dos horas. La escena post créditos -solo hay una- es más un momento de terapia familiar que una película de aventuras, acción, ciencia ficción o superhéroes. Uno de los peores films de Marvel de todos los tiempos, lo que es bastante decir, a esta altura.
Lograda épica que recupera la historia del héroe de color pero no ya desde el punto en el que se lo dejó, sino que reinventa, gracias a una secuencia inicial (para la que hay que llevar pañuelitos) que luego se conecta con una nueva línea argumentativa donde el vibranio y el orden mundial están a la orden del día.
Antes de hablar de Black Panther: Wakanda Forever , debo Generalizar: el cine, desde su transformación en medio masivo, tiene su dilema fundante, ser arte e industria al mismo tiempo. Y no digo nada nuevo: a pesar de que a través de las décadas la balanza ha tenido sus vaivenes, con épocas de mayor o menor desequilibrio, convengamos que ha sido en gran medida el valor mercantil el que ha prevalecido. En ese sentido, hace unos días, Tarantino comparaba en una entrevista para el L.A Times el panorama cinematográfico actual con el previo a la irrupción del New Hollywood a fines de los 60s, trazando un paralelismo entre el sistema de estudios de entonces y el que hoy conforman las plataformas de streaming junto a los grandes conglomerados mediáticos. Y del mismo modo se relamen los cineastas, según Quentin, porque caigan las películas de superhéroes como en el ayer lo hicieron los musicales acartonados producidos en serie. Difícil no empatizar ante ese anhelo cuando, incluso incorporando directores de “prestigio” (caso Chloe Zhao) y disponiendo de presupuestos record entrega tras entrega, no se propone innovación alguna ni en las narrativas ni en las estéticas de las películas que forman parte del MCU. Black Panther: Wakanda Forever se pliega a ese estatismo mercantilista. Sortea con suficiente respeto el atroz fallecimiento de quien iba a ser su protagonista, Chadwick Boseman, haciéndolo eje de una trama confeccionada a las apuradas, acorralada por la maquinaria de la fase 5 ya puesta en marcha, que no consigue un peso específico más allá del efecto del duelo y la emotividad utilizada como motor dramático. A la objeción habitual al análisis (“No se le puede pedir valor artístico a películas que buscan entretener”) Black Panther: Wakanda Forever responde por sí sola: es bien solemne, como su galardonada predecesora. Esta vez Marvel lo tiene más justificado que nunca. El fallecimiento de Chadwick Boseman (T’Challa en la ficción) en 2020 marcó el proyecto: implicó la reestructuración completa de un primer guión ya casi finalizado de la mano de Ryan Coogler —también director y guionista de la primera entrega— y hasta se barajaron nombres desde la compañía para sustituir a Boseman en el protagónico, luego descartados ante el rechazo que un reemplazo supondría en las audiencias. Pero cancelar jamás, el show debe continuar. Más cuando Black Panther supuso para Marvel no sólo el rédito económico sino también el reconocimiento de la academia. El tratamiento de problemáticas raciales y la consecuente extensión de su presencia en las premiaciones más allá de las categorías de efectos especiales. El resultado de este cueste lo que cueste es un sentido homenaje inicial. Eficaz, que podría haber golpeado más bajo —valorable esa mesura viniendo de Disney—, pero que apresa al resto de la trama. Tanto depende de la ausencia de T’Challa, tanto se preocupa por señalar su insustituibilidad, que no puede despegar. Black Panther: Wakanda Forever se deshilacha en su estructura y se aletarga, con largos baches al introducir conflictos internos y nuevos personajes. Ni los arcos narrativos ni las actuaciones soportan los valles entre los puntos de giro. Muy tarde, promediando casi las dos horas en una película que dura 161 minutos, es que el relato se encauza y agarra ritmo cuando Shuri (Letita Wright), la hermana de T’Challa, toma finalmente la posta y se pone el traje de Black Panther, Pero hasta que llega ese tardío clímax se avanza en círculos. Sin mucho rumbo. Sin saber bien qué priorizar, apenas plantando disparadores para las escenas de acción, como siempre inobjetables, el punto fuerte de Marvel junto a la ambientación, y para el enfrentamiento con el nuevo antagonista: Namor. Namor y su civilización probablemente sean lo más propositivo de la película. A nivel dramático la primera aparición de los talokianos en clave de género, utilizando recursos del terror, es de lo más interesante de la película. Quizá de las pocas escenas donde se rastrea la mano del director. En lo visual deslumbra la ciudad acuática. Pero en términos narrativos la historia de origen de esta civilización inspirada en los Mayas y los Aztecas carece de profundidad. Un guiño vacío, marketinero, para el público hispanohablante. Más aún al tener presente el dato de que en el cómic Namor y los talokianos eran originarios de la Atlántida. Una modificación, en fin, que parece más fruto de las estadísticas recabadas de los focus group que de una genuina preocupación desde Marvel por explorar con detalle y pericia la historia de pueblos masacrados por el colonialismo. Como ya es sello de la casa, es una aproximación profiláctica: un chapoteo en la confortable pelopincho de lo políticamente correcto, el autofestejo bobo al ahondar superficialmente temáticas históricas y profundas, pero siempre punzantes y actuales. En esta tónica se mueve Black Panther: Wakanda Forever. Definiendo la especificidad de la saga dentro del MCU. El lugar donde Marvel y Disney alzan la bandera de los más elevados valores ético-políticos. Ahora, también, lucrativos.
De la tragedia a la esperanza. Desde el aspecto humano, la pérdida de Chadwick Boseman (1976-2020) resultó devastadora para todos. Nadie estaba preparado para semejante noticia debido al absoluto secretismo con el que manejó su enfermedad el actor y, cruel ironía, a la electrizante energía vital que brotaba naturalmente en él cada vez que afrontaba un rol. Desde lo artístico, y dada la continuidad de su trabajo como el rey T’Challa en el Universo Cinematográfico de Marvel, su desaparición física trajo consecuencias irreparables para la empresa que Stan Lee, con su genial creatividad, pusiera en el mapa a comienzos de los ‘60s. ¿Es posible continuar después de un cimbronazo tan fuerte? ¿Se puede lograr? ¿Cómo? Todas estas preguntas pasaron por la mente del productor Kevin Feige y el director Ryan Coogler que se encontraban colaborando codo a codo una vez más luego del suceso enorme que tuviera Pantera negra (2018), con su recaudación de más de 700 millones de dólares sólo en EE.UU. y Canadá, así como la obtención de tres premios Oscar de la Academia de Hollywood. Para la comunidad afroamericana el suceso del filme se recibió con orgullo y regocijo por lo que se esperaba mucho de su secuela. Tragedia de por medio, había que dar marcha atrás, evaluar las posibilidades y tomar una decisión con respecto al personaje por el que Boseman se hizo mundialmente reconocido. Lo cual nos lleva a la flamante Pantera negra: Wakanda por siempre (2022), una película que no consigue emerger con claridad de ese caos emocional en el que quedó sumido su equipo técnico. Lo intenta, es cierto, aunque la buena voluntad no alcanza para darle solidez a esta, la 30ª entrega del UCM y a su vez el capítulo con el que se cierra la Fase 4, siendo los títulos precedentes Black Widow, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, Eternals, Spider-man: Sin camino a casa, Doctor Strange en el multiverso de la locura y Thor: amor y trueno. ¿Por qué no funciona Pantera negra: Wakanda por siempre? No existe un solo motivo, desde luego. La partida de Chadwick Bosewick de una forma tan abrupta ya podía ser una razón de peso para que la producción empiece a zozobrar, porque es evidente que ni el más dotado de los guionistas -y Ryan Coogler no es uno de ellos- hubiese sido capaz de fraguar una historia convincente sin su presencia. Porque además de su capacidad actoral el intérprete de Nueva York sin salida contaba con un carisma poco común que lo hacía brillar sin importar si se trataba de papeles chicos o grandes. Esta cualidad, que habrá sido observada al momento de ser elegido para T’Challa, no encuentra en Wakanda por siempre un reemplazo nítido o que esté a la altura. En esta oportunidad se resolvió darles un mayor protagonismo a las mujeres, con la reina Ramonda (Angela Bassett), la princesa Shuri (Letitia Wright), la Dora Milaje Okoye (Danai Gurira), la ex novia de T’Challa Nakia (Lupita Nyong’o) y la recién llegada Riri (Dominique Thorne) asumiendo decisivamente los principales roles. Es decir, todas las que tuvieron una participación secundaria en el filme de 2018 -menos Thorne que se suma al elenco encarnando a una científica joven, algo así como un espejo de Shuri-. Con respecto a los hombres de Wakanda, sólo Winston Duke (M’Baku) regresa para la secuela y el perfil de su personaje no se ajusta al de un héroe. De hecho, estaba más cerca de componer a un villano. Si recuerdan Pantera negra (2018) sabrán de qué hablo. A esta situación particular hay que agregarle el actual agotamiento del género de superhéroes que Marvel llevó a su cenit con la Fase 3 y que hasta ahora viene languideciendo sin remedio tras la despedida de Robert Downey, Jr. y Chris Evans en Avengers: Endgame (2019). Se suponía que Pantera Negra/ Chadwick Boseman tomaría el liderazgo de los Avengers en esta fase 4. El destino tenía otros planes. Y Marvel deberá seguir penando por esto. Dice Ryan Coogler que el antagonista de Wakanda por siempre no sufrió de ninguna modificación tras el fallecimiento de Boseman. Con esta película hace su aparición, muy tardíamente, Namor el Submarinero que fuera creado en la década del ’30 por Bill Everett. Con similitudes evidentes con el Aquaman de DC Comics, Namor llega al UCM con vigor gracias al interesante aporte del actor mexicano Tenoch Huerta Mejía que demuestra presencia física, aunque el guion no le permite trascender más. De todas formas, como presentación de personaje su Namor cumple holgadamente con las expectativas. La trama le dedica su tiempo al duelo de T’Challa, y hay homenajes al malogrado actor ya desde la presentación del logo de Marvel, para luego encarrilarse hacia una línea argumental que narra el enfrentamiento entre el reino de Wakanda y la nación submarina oculta de Talokan (de la que Namor es líder indiscutido). Que esta historia haya sido contada con una duración de dos horas y cuarenta minutos sólo puede ser calificada de incomprensible. Naturalmente, no faltan esas secuencias de acción realizadas con el esmero artístico y los hallazgos técnicos que eran de esperarse viniendo de esta gran compañía. No obstante, esas prodigiosas set pieces no conforman un todo en un largometraje con problemas de estructura, ritmo y cohesión. Los extensos pasajes submarinos en Talokan denotan una iluminación oscurísima. No sé si ha sido una decisión estética para diferenciarse de la Atlantis de Aquaman (2018), que era un cumpleaños de tanto color y brillo, pero esta apuesta desluce bastante el trabajo de las restantes áreas. Se podría haber hecho algo mucho mejor, no cabe duda. Pantera negra: Wakanda por siempre la tenía difícil a la hora de superar a una predecesora que se convirtió en uno de los mayores hitos para Marvel Studios. Para colmo de males, la película perdió a su actor protagonista y sus creadores debieron lidiar con un contexto histórico negativo por la explotación indiscriminada que ha padecido el subgénero en los últimos años. He aquí uno de esos casos donde todo lo que ha podido salir mal, ha salido mal. La escena post créditos del filme es quizás la instancia de mayor manipulación emocional para con el espectador. Tal vez tras alguna proyección con público de prueba se arribó a la conclusión de que faltaba un momentum, algo que conmueva en profundidad. La muerte de T’challa conduce a una reacción intensa en las actuaciones de Angela Bassett, como su madre, y Letitia Wright como Shuri, pero esa vibración no se traslada a la platea. A esa escena en cuestión se le notan los hilos. Sin embargo, es el cierre que necesitaba el guion. La idea de que pese al dolor todavía hay una tenue esperanza para creer en el futuro. En estas épocas aciagas, ojalá no sea tarde…
Wakanda Forever es una película fallida, podríamos decir que nació muerta, ya que esto se condice con la condición del protagonista, que su vez deriva de la muerte del actor Chadwick Boseman. Seguramente se debe haber debatido mucho en el estudio sobre si hacer la película o no, y sobre todo como hacerla; porque, ¿cómo podemos ver una película de Pantera negra sin la Pantera negra? y en ese sentido, por más intentos que haga, la película en ningún momento logra suplir el hueco existencial que tiene la misma, fallando en la quijotesca tarea de hacer una película de Pantera negra, sin la Pantera negra. La película no busca directamente un reemplazo, y en ese sentido es como que casi se queda sin protagonista, y la ausencia se nota y fuerte, aun cuando podríamos decir que uno de los personajes, el de la hermana del Rey T’Chala es la protagonista de facto por defecto, pero no logra tener la fuerza dentro del guion para que así verdaderamente lo sea. La actriz que interpreta ese rol no tiene el mismo carisma que tenía el actor original, y además es como que el problema de extrañarlo al actor y al personaje, se expande por una serie de personajes durante todo el metraje. Podríamos decir que es una película sin protagonista y eso genera un efecto de dispersión en el guion y la trama, que es prácticamente insalvable. En la historia del cine hay películas y series que no tienen un solo protagonista claro, pero si tienen un reparto de ensamble, qué se le dice, dónde hay varios que son protagonistas al mismo tiempo, como sí funcionó en La Liga de la Justicia de Zack Snyder, donde el filme arranca con Superman muriendo. Un ejemplo típico de Ensamble Cast es el de la serie Friends, podríamos decir que no hay un protagonista, sino que son 6 protagonistas, Entonces es lo que se llama un Reparto coral, o un reparto de enensamble, pero ahí funciona, en cambio acá no. Ya que no es ni un reparto coral de ensamble, ni tampoco hay un protagonista claro; entonces la película por momentos va a la deriva, dañando fuertemente el arco dramático de la misma, y eso hace que nos genere un efecto de desenganche con la trama que por momentos puede alienar al espectador. Con respecto a la historia, la película tiene un comienzo un tanto extraño, donde el protagonista muere fuera de cámara, y la primera secuencia de la película se dedica a ese hecho y al funeral, y funciona a modo de homenaje al actor Chadwick Boseman, que evidentemente era muy querido, y es un arranque poco convencional, pero tiene cierta emotividad, sobretodo cuando luego de esa secuencia, entran los títulos de Marvel con fotos del actor fallecido, y hay silencio, es un momento conmovedor, muy emotivo; cualquier verdadero fan de Marvel podría llorar en ese momento. El problema es que, luego de eso se debería hacer el duelo y encarrilarse la película, pero al igual que el personaje de su hermana, no quiere hacer el duelo y no sigue adelante con fuerza el filme, sino que está a la deriva, divagando sin un protagonista claro, y peor aún, sin un Villano claro, ni una amenaza clara. A todo esto se suma el extenso metraje de la misma, que no se justifica para nada, porque cuando uno tiene una película que tiene mucha historia para contar, o que están muy bien contada, esa historia con una gran narrativa que sea emotiva, uno puede tener varias horas de metraje sin problema alguno. Titanic duraba tres horas y cuarto, y no le sobraba ni un minuto. Inclusive dentro del mundo de los superhéroes tenemos el ejemplo de La Liga de la Justicia de Zack Snyder, filme que deberían haber estudiado mejor lis de Marvel, que dura 4 horas y nadie salió a decir que era ababurrida. En el caso de Wakanda Forever la película no es aburrida en sí misma, pero sí puede aburrir; ciertamente no tiene la tracción emocional ni el dramatismo de la primera Pantera Negra y menos aún su sentido de aventura, de descubrimiento, ni su epicidad; ciertamente esta secuela no va hacer historia, como sí hizo la original, que estuvo nominada al Oscar ala mejor película, y además ganó el premio principal del gremio de los actores en Estados Unidos, eso les puedo asegurar con 100% de confianza, que no va a suceder ninguna de esas dos cosas este año. Marvel al hacer este proyecto se metió en camisa de once varas, y lamentablemente no supieron resolverlo, hubiera funcionado mejor que hubieran llamado a otro actor para hacer de Pantera Negra, aunque sí hubieramis extrañado a Chadwick, y seguramente lo hubiéramos criticado a su reemplazo por no tener el carisma del mismo, y por no ser él; otra opción habría sido poner un personaje que lo reemplace, o bien no hacer el film, también resolverlo de una forma parecida a lo que hicieron con Superman en el filme que ya mencionamos. Y finalmente, se podría haber hecho un verdadero guion que permita un ensamble coral real, donde haya varios protagonistas con la misma importancia, y no este producto donde el fantasma de Chadwick Boseman sobrevuela toda la película, y da la sensación de que es una película hecha con todos personajes secundarios con las escenas que pudieron filmar, cortando las escenas dónde iría el protagonista. Esta es una película homenaje y en el comienzo es emotivo, y en el final cuando también aparecen imágenes del actor fallecido, también es emotivo, pero teniendo Disney Plus para estrenar productos sin ninguna necesidad de seguir reglas del tiempo, simplemente podrían haber hecho un homenaje de 20 minutos, y ahorrarnos 2 horas 20 de desvaríos existenciales en el cine. Marvel se quiso comer el pan y la torta, y se quedó sin ninguno de ellos, encima ofreciéndole al espectador pan ácimo, que no tiene levadura, ni sal, cuando el primer filme era una torta híper calórica y riquísima con el mejor chocolate. La historia es más o menos simple, aunque juega sobre lo peor que tenía pantera negra, que es el hecho de que el país estaba como oculto en cierta forma, algo sin mucho sentido, y que tiene un mineral súper importante que se llama vibranio, que es un metal de unas propiedades extraordinarias. Ahora resulta qué otros países, entre los Estados Unidos y Francia, quieren ese vibranio, y encuentran en una zona del Océano Atlántico dónde curiosamente, ahora resulta que nos enteramos que hay una raza de atlantes, que son personas azules que viven bajo el mar, que por momentos parece que estuviéramos viendo Avatar en versión clase B; y por algún motivo raro, el personaje de Namor tiene facciones humanas con el color de piel normal, pero es el líder de este pueblo. El personaje de Namor no había sido adaptado antes al cine, y si bien es cierto es un superhéroe, aquí está presentado como una especie de villano. El filme no lo hace villano del todo el film, pero sí hace cosas que como mínimo son de antihéroe, donde mata personas y hace destrucción de una manera clara e inmoral, pero es como que a su vez el guion no quisiera mostrarlo del todo como villano, como para wue en algún momento se alíe a los protagonistas, algo que volviendo a Zack Snyder, sí resolvió bien en otro filme, Batman v Superman, gracias sobre todo a la inclusión de un villano bien malo y bien poderoso. Entonces en Wakanda Forever el enfrentamiento del bien y el mal qué debería darse no es claro, y tiene determinados altibajos. El personaje de Namor en un principio pretende una alianza con Wakanda para ir en contra de los otros países en la superficie, para proteger este tesoro del vibranio; y secuestra una adolescente que había creado un detector de vibranio, y ahí se va a meter uno de los personajes wakandiano para rescatarla, y esto crea tensión entre los pueblos. La película empieza bastante lenta, tiene un ritmo lento, tiene mucho menos acción que la primera, no tiene escenas que sean claramente épicas, y lo que ponen en riesgo es menor. Además de irse por las ramas en determinadas subtramas, y en determinada agenda de inclusión y de cuestiones más bien políticas. No sería extraño que un niño se aburra con la película, que además es notable cómo tiene un tono solemne y como de perdida, que hace que esté prácticamente exenta de humor, a diferencia de otros productos de Marvel, al punto tal que luego de varias horas de metraje, hay una sola escena donde hay un momento gracioso, en donde se ríe la gente en el cine, e inmediatamente viene la reflexión de uno diciendo “wow, es la primera vez que se ríe la gente después de 2 horas de película” Y eso denota la parsimonia, la falta de humor, y el tono depresivos de la película. Algo que sí resolvió bien Rápido y Furioso 7, donde el filme no era depresivo, sino apasionado, y con un homenaje a Paul Walker emotivo luego de su fallecimiento. En este caso, sobre el final tenemos cierta emotividad recordando al personaje de Pantera negra y quien lo interpretaba, pero eso no alcanza a redimir el producto de manera completa. Cuando te comparan con Rápido y Furioso y salís perdiendo, te das cuenta que tenés un problema serio en el filme. Mejor hubiesen hecho directamente un homenaje de 20 minutos para Disney +. Cristian Olcina
En 2018, la aparición de Pantera Negra despertó un verdadero frenesí de entusiasmo, sobre todo en Estados Unidos. La primera película de Marvel con un superhéroe negro dejaba a la vista inéditos pronunciamentos de tono político dentro de ese universo y, a la vez, una afirmación explícita y casi celebratoria del legado cultural afroamericano muy en sintonía con este tiempo de afirmación de la diversidad. Wakanda por siempre vuelve a elevar esos mismos ánimos junto a un condicionamiento casi determinante: la inesperada muerte de Chadwick Boseman en agosto de 2020. Toda la película está atravesada por ese duelo. Como T’Challa, el enérgico y patriarcal monarca de un desconocido (y poderoso) reino africano que se suma a los Avengers con su disfraz oscuro de rasgos felinos, Boseman había logrado convertirse en guía y referente carismático de toda una corriente de pensamiento y acción que encontraba a través de Marvel espacio para afirmarse y llegar a todas partes. La sucesión de T’Challa es el disparador de una aventura en la que el talentoso Ryan Coogler (que había dirigido Pantera Negra) consolida las señas de identidad de la película original. El resultado es un relato de 161 minutos que nunca aburre (aunque tenga alguna explicación de más), con personajes muy convencidos de lo que hacen y extraordinarias escenas de acción, sobre todo las que se desarrollan hacia el final en alta mar sobre la cubierta de un barco futurista. El agua es un elemento clave en la historia. El antagonista de los habitantes de Wakanda es el mutante Namor (Tenoch Huerta), que apareció por primera vez en 1939 como personaje de los cómics de Marvel y lidera una especie de Atlántida (un mundo subacuático de formidable diseño visual habitado por seres de piel azul y habla precolombina llamado Talokan) que busca una alianza con Wakanda para evitar que el resto del mundo desarrollado y sobre todo Estados Unidos (la “superficie”) se apropie del vibranio. El control de este codiciado material, del que está hecho el escudo del Capitán América y en el que se funda la riqueza de Wakanda, orienta en un momento la trama hacia un costado geopolítico en el que Coogler prefiere no profundizar, aunque se vale de él para construir una escena impactante en plena Asamblea General de las Naciones Unidas y también para darle sentido a la aparición de una jefa de la CIA (Julia-Louis Dreyfus), cuya conexión con Edward Ross (Martin Freeman) queda a la vista de la manera más inesperada. Al realizador le interesa mucho más construir los lazos familiares y comunitarios, visibles o simbólicos que irán configurando la sucesión de T’Challa. En ese camino vuelven a tallar fuerte aquí los grandes personajes femeninos que ya se lucieron en Pantera Negra. Un conjunto preciso y muy bien desarrollado, tan capaz de sostener la historia en términos dramáticos como de liderar con enérgica disposición las grandes escenas de acción: la valerosa Shuri (Letitia Wright), la teatral Ramonda (Angela Bassett), la aguerrida Okoye (Danai Gurira) y la astuta Nakia (Lupita Nyong’o), a la que se suma una joven prodigio surgida del MIT llamada Riri Williams (Dominique Thorne). Marvel Studios A ellos, sobre todo a los decisivos personajes de Wright y Nyong’o, les tocará preguntarse en más de una secuencia clave sobre el sentido de sus decisiones y la influencia que ejerció T’Challa en ellas. En la superficie hay una tensión constante entre Wakanda y Talokan, y sus respectivos líderes se pondrán varias veces frente a frente para ver quién es capaz de ser más intransigente en la afirmación de sus propósitos (al fin y al cabo parecen tener un enemigo común), pero por debajo representan a sendos pueblos que ponen en juego cuestiones tan importantes como la identidad, el legado, el vínculo entre padres e hijos y el liderazgo comunitario. Desde el prólogo hasta el final, Wakanda por siempre asume de lleno el dolor por la pérdida de Boseman y justifica desde la trama cómo y por qué Marvel tomó la decisión correcta al no reemplazarlo por otro actor. De entrada también queda clara otra cosa que por suerte el estudio hizo muy bien: liberar a esta película del forzado compromiso de sumarse al “multiverso”, una idea que trajo muchas más complicaciones que beneficios en los últimos tiempos. Enérgica y vibrante a escala masiva y humana, la película se concentra en un solo mundo (en todo caso en dos si sumamos a Talokan, que funciona como un espejo de Wakanda) y esta vez ni siquiera parece tener demasiado contacto con el resto del universo Marvel. Así funciona mucho mejor.
No una, sino dos son las veces que Ramonda, la madre de T’Challa, y Shuri, la hermana menor del hombre que fuera rey, dicen, con sus palabras, que T’Challa no está muerto. No está. Pero puede no estar físicamente y sí en el espíritu que reina y atraviesa toda Pantera Negra: Wakanda por siempre. Alguna vez tenía que pasar, que una película de Marvel se despegara del resto por alguna causa. Tal vez, quizá, fue la sorpresiva muerte de Chadwick Boseman, el rey T’Challa en Pantera Negra -la única película de Marvel candidata al Oscar- lo que derivó en que su director Ryan Coogler y su coguionista de aquélla y de esta secuela, se lanzaran a imaginar y pergeñar una historia con más raíz en el sentimiento del dolor -y de la venganza- y hasta en lo geopolítico que en las escenas de acción y efectos visuales. Que, obvio, los tienen, porque es una película de Marvel. La decisión de no reemplazar a Boseman implicó construir una historia alrededor del mito. La figura del rey, de Pantera Negra (título que tiene el protector de Wakanda, la nación ficticia más poderosa del mundo) recorre los -largos- 161 minutos de la película. Son principalmente mujeres las que lo lloran y hacen su duelo. Y necesitan no solamente llenar su vacío, sino seguir adelante. No vamos a develar cuál es la causa de la muerte de T’Challa, solo comentar que las escenas antes de que aparezca el logo de Marvel -allí también hay un cambio- son de una profunda intimidad, respeto y tributo a ese rey que, en un mural pintado, parece mirarnos como el Che Guevara. La historia tiene que continuar Pero, y siempre hay un pero, la historia tenía que continuar. Y el vibranio, el metal autóctono de color púrpura, que brilla y es la fuente del poder de Wakanda, está en el centro. Vean la escena en la que Ramonda (Angela Bassett, que tiene no una si no dos escenas como para decir dénme una nominación al Oscar) acusa sin decirlo de racistas a los Estados Unidos y Francia en la sede de las Naciones Unidas. Todos quieren tener vibranio, y cuando los estadounidenses están cavando en las profundidades del Océano Atlántico, se encuentran con una civilización que, caramba, también lo tiene. No hay tiempo para contar cómo es esto, sí para presentar a Talokan, esa antigua civilización submarina que rige Namor, un Dios con tobillos alados (el mexicano Tenoch Huerta) que tiene algo de Aquaman y otro tanto del “nuevo” héroe y/o antihéroe de DC Comics, Black Adam. Vengativo, miembro de una minoría, Namor quiere tejer alianza con Wakanda para eliminar al resto. La película tendrá varios giros, algunos impensados, otros que la hacen extender tal vez demasiado, apuntes contra la CIA y alguna que otra desaparición sorpresiva. Mucho cambió, y hasta no hace muchos años era impensado que una película con mayoría de intérpretes afroamericanos y con heroínas mujeres pudiera tener el éxito global, internacional que seguramente acompañe a Pantera Negra: Wakanda por siempre en los cines. Porque está hecha para ver en cine y no en un dispositivo móvil o una pantalla de LCD. La música de Ludwig Göransson, que por la de Pantera Negra ganó el Oscar, y que compuso las bandas de Tenet y The Mandalorian, es casi un espectáculo aparte. Todo se ve muy bien, pero es en la dramaticidad de las escenas, en el sufrimiento de Shuri (Letitia Wright), el personaje que seguimos y que evoluciona, y todas las mujeres que pelean por Wakanda donde reside el mayor impacto del filme. Ah, el único spoiler es que, después de la primera escena postcrédito, no hay más. Simplemente avisan que Pantera Negra volverá. Algo que ya intuíamos.
No es ningún secreto decir que en esta secuela, Marvel cargaba con un gran problema desde el punto de vista narrativo (y también comunicacional): la muerte del actor que encarnaba al mismísimo protagonista de esta franquicia. Por supuesto que estamos hablando de Chadwick Boseman. Casi al instante de su fallecimiento, la compañía había informado que no lo recastearía y a partir de ahí hubo toda clase de especulaciones. Gran parte de eso, dio resultado a un film que en su gran mayoría es una especie de funeral u homenaje. La cinta está muy sobrecargada en ese sentido y puede llegar a saturar. Para quien escribe, eso tiene una consecuencia positiva ya que este estreno se aparta bastante de aquello que hemos denominado como "la fórmula Marvel" donde varias de secuencias de acción y/o diálogos son cortados con chistes (en su mayoría tontos). Las dos horas cuarenta de duración sirven para sustentar la película más política de Marvel tanto en alegorías como en decisiones de la historia. Ryan Coogler vuelve a sentarse en la silla de director con una vara muy alta ya que su primera entrega había causado algo que logró trascender las pantallas y convertir en un fenómeno cultural (en Estados Unidos) a la sociedad Wakandiana y sus grandes exponentes. Ahora bien, volviendo a esta segunda parte, nos encontramos con Namor, que es un buen villano y la vuelta que le encontraron aquí se acopla muy bien al Universo, pero en detrimento de lo que es el personaje en los comics. Ni hablar de la vergonzante explicación de su nombre... La labor de Tenoch Huerta está muy bien y lo mismo sucede con el elenco ya establecido y que ahora da un paso al frente. Letitia Wright tenía un lugar muy difícil y supo sortearlo con altura. La pregunta que surge ahora es si puede llevar adelante una futura secuela sin que ésta sea un homenaje… El tiempo dirá. A nivel visual y puesta no hay nada que objetar, Coogler es un gran realizador y supo encontrar un balance entre estilo propio y lo que le exigen del Estudio. En definitiva, Black Panther: Wakanda Forever brinda un buen entretenimiento por parte de Marvel con el aliciente de que esta vez tiene corazón, algo que la empresa pocas veces logra.
Este filme abre casi como si fuese una continuidad alterada de la primera, Shuri (Letitia Wright) la hermana menor del rey T’Challa, muy enfermo, esta tratando de salvarle la vida, pero no lo logra. A continuación los funerales con casi todos los personajes vestidos de blanco en un ritual que tiene puntos de contacto con los entierros en Nueva Orleans, parecen alegres. La madre del rey, Ramonda (Angeka Bassett) se hace cargo del lugar vació hasta que en su reino se descubra al sucesor real.¿? Durante estos primeros 10 minutos la presencia en ausencia de T’Challa (Chadwick Boseman) es innegable, hasta se diría indispensable por ser un homenaje al actor fallecido prematuramente. Lo que debería haber sido la construcción de un
"No puedes manejar la verdad!" – A Few Good Men LOCOXELCINE REVIEWS ESTRENO DE LA SEMANA ESTRENO DE LA SEMANASUPERHEROES Estreno de la semana: Pantera Negra: Wakanda Por Siempre Jorge Marchisio - 9 de noviembre de 2022 Si había una película que generaba bastante expectativa, en especial, por la trágica muerte del actor principal de esta saga, era Pantera Negra: Wakanda Por Siempre. Así que con el estreno ya en nuestras salas, y después de venir de una primera parte que en lo personal considero demasiada inflada, veamos cómo resultó esta secuela. Ahora volvemos a Wakanda, para enterarnos que el Rey T´Challa murió de una misteriosa enfermedad y ahora, la Reina Regente, Ramonda, decide volver a poner políticas cautelosas en su país; mientras la humanidad se dedica a buscar vibranium en el fondo del océano, descubriendo algo mucho más peligroso. Como suponíamos, y ya se había visto en el trailer, Pantera Negra: Wakanda Por Siempre se centra bastante en el luto y la pérdida tanto por el personaje de T´Challa, como en hacerle un homenaje a Chadwick Boseman, a quien se nota que gran parte del elenco apreciaba de verdad, e incluso muchos espectadores compartían ese sentimiento. Así que, si son de conmoverse, preparen los kleenex para las dos horas y cuarenta que dura la película. Y si nombramos la duración, no es porque sí. Sabemos que a muchos ya les cansan las películas tan largas (yo incluido); y si bien esta vez sí se nota la duración, con varios tramos prescindibles, en su totalidad podríamos decir que la trama no se termina volviendo aburrida. De hecho, nos da ganas de ver un poco más de Namor y la ciudad de Kalotan. Y hablando del debutante; su inclusión se siente bastante natural. Ya sea por lo bien escrito que está el personaje, como la correcta actuación de Tenoch Huerta, el Submarino tiene un más que decente debut en el MCU. Y lo mejor todo, respetaron su naturaleza ambigua, esa que lo posiciona como villano o héroe en los cómics, dependiendo de lo que convenga para la historia. Pero si de actuaciones hablamos, no podemos dejar de nombrar a Letititia Wright y a Angela Basset. Ambas se comen la película, con la segunda dando una actuación sólida y emotiva, muy acorde con el sufrimiento de su personaje. Mientras que Wrigth se carga la película a sus espaldas, estando bastante a la altura de lo requerido, y llenando bien el vacío que dejó Boseman; haciendo que Shuri se sienta como su reemplazo natural. ¿¿Cosas malas?? Aparte de la innecesaria duración, podemos decir que en los primeros minutos el tema de la muerte de T´Challa se hace demasiado redundante, siendo nombrado casi en cada línea de diálogo. Sabíamos que iba a pasar eso y era entendible, pero tampoco para refregarselo a la cara del espectador constantemente para hacerlo llorar. En conclusión, Pantera Negra: Wakanda Por Siempre es una sólida película, y diríamos que la mejor de la última tanda que viene sacando Marvel. Emotiva, bien actuada, con nuevos personajes bien introducidos y un cgi que compensa el bochorno que veníamos recibiendo; la película compensa el pésimo año de Marvel en el cine y la tv.
Es una secuela conmovedora, a la altura de las expectativas y con mucha acción. El realizador Ryan Coogler, que escribió el guión con Robert Cole supo plasmar dentro de esta segunda parte de la saga un emotivo adiós al rey y al actor Chadwick Boseman, tan tempranamente desaparecido. Había que tener coraje y decisión para encarnar esta película sin su consagrado protagonista, corazón de la película . Y el tributo se mezcla con la sensación de duelo y abandono de toda una nación que deberá hacer frente a una nueva amenaza. Además el hecho cultural que significo el primer film y su recaudación impresionante (1.300 millones de dólares). También suman puntos a favor al director y todo su equipo la excelencia en fotografía, dirección de arte, vestuario y escenografía. Un elenco de lujo formado por Laetitia Wright, Angela Basset, Lupita Nyong´o y Danai Guriga que se une para defender su nación. Tienen que hacer frente al duelo y poner por todo lo alto su legado. Otro pueblo antiguo, ferozmente castigado en el pasado emerge con la sorpresa de tener el mismo preciado material como riqueza. Y el planteo de la película es por esta entrega y las que vendrán: ¿serán aliados o enemigos? Las mujeres como detentadoras del poder deberán ejercerlo y son admirables en el despliegue de sus talentos. Las escenas de batallas son sorprendentes, y entre tanta acción, Coogler sabe dosificar los momentos de “descanso” para cuando se desata el pandemonio y todo se aprecie como se debe. Hay momentos de meseta inevitables en una duración de dos horas con 40 minutos. Y algunas complicaciones en el argumento pero lo que reluce es oro. Y aunque todos sabemos que una tercera parte depende de la recaudación de este film, los planes ya están en marcha y se cumplirán con lo inevitable que ya tiene algún adelanto en esta entrega. Hay sorpresa y desafíos para los arruinadores profesionales que anteponen su necesidad de figurar al deseo de la mayoría., A no leer ningún adelanto y a disfrutar que los fanáticos estarán de parabienes.
"Pantera Negra: Wakanda por siempre": el duelo. En esta segunda entrega reaparece cierto discurso antiimperialista (suave, porque tampoco se le puede pedir mucho a un producto que depende de Disney) que ya asomaba en la primera "Black Panther". Pantera Negra: Wakanda por siempre es un film atípico para el universo cinematográfico de Marvel. Por un lado, y más allá de un par de detalles, es uno de los films menos atados a la idea de continuidad que la franquicia viene planteando desde sus inicios en Iron Man (2008). Y por otro lado es una historia sobre la superación del duelo por la muerte de un ser querido que se disfraza de película de superhéroes. Ahí está su baza más valiosa, pero también la más problemática. Quien vaya a ver “una de superhéroes” tradicional contará muchas menos explosiones y persecuciones de las que el género suele prodigar, y ciertamente muchísimos menos chistes que la producción promedio de Marvel. Para los cultores de los dramas, en cambio, esas cuatro explosiones y dos persecuciones pueden resultar demasiado. No es la primera vez que Marvel propone esto. De hecho, muchas de sus mejores propuestas son relatos de otros géneros disfrazados de películas de superhéroes. Del mismo modo que She-Hulk es en buena medida una serie sobre abogados, Guardianes de la galaxia 2 y Ant Man son exploraciones sobre los vínculos filiales. Incluso otras de recepción más polémica también metamorfosean géneros: la última de Thor (Amor y trueno) no es otra cosa que una cancer-movie. Así, todo el relato de Wakanda por siempre es una despedida alegórica a Chadwick Boseman, el protagonista de la primera Pantera negra, que falleció en 2020 y puso patas para arriba los planes de Marvel Studios para la saga. Por eso el tropos del traspaso generacional, que ya estaba en la primera Black Panther se repite aquí obligadamente, aunque la historia salva eso con gracia. La historia es relativamente sencilla: Estados Unidos encuentra vibranium (ese metal ultrapoderoso del universo marvelita) en el fondo del mar y eso despierta las aprehensiones de los habitantes de Talokan, el reino submarino gobernado por Namor (interpretado por Tenoch Huerta), que está más que dispuesto a declarar la guerra a todo Estado sobre la Tierra. Esa situación lo termina enfrentando con la corte wakandiana, que atraviesa su propio proceso sucetorio. Nuevamente, si en otros films de la franquicia se recurría a distintos matices del drama shakespeareano, aquí gran parte del film transcurre entre fallidas negociaciones diplomáticas. Esa rosca diplomática oficia también de sostén ideológico para cierto discurso antiimperialista (suave, porque tampoco se le puede pedir mucho a algo que depende de Disney) que ya aparecía en la primera Black Panther. Si la entrega anterior se enfocaba en la herencia africana, el rol del esclavismo en su desarrollo cultural y de qué es capaz el hombre si se lo deja decidir sobre el destino de otros hombres, aquí la aparición de una nueva nación, de herencia mesoamericana, cumple un rol similar. Namor y compañía trazan sus orígenes hasta la conquista y genocidio español en América Latina y tanto talokanos como wakandianos son explícitamente conscientes de qué podría suceder si las superpotencias mundiales pusieran sus manos sobre un material de enorme potencial bélico como el vibranium. El conflicto entre ambos no proviene de una diferencia de diagnóstico, sino de abordaje. Como en la primera Pantera Negra, aquí el villano tampoco está estrictamente “equivocado”, y eso lo hace más interesante. La propuesta se completa con la estética panafricanista ya vista en la primera entrega (incluyendo una multiplicidad de acentos que resalta sutilmente la riqueza de la cultura negra), una banda de sonido que incorpora fuertemente voces latinoamericanas y, llamativamente, un excelente uso del silencio que permite resaltar el trabajo de los actores. Aquí Letitia Wright asume el protagónico y lo hace con solvencia, sin desentonar junto a figuras como Angela Basset.
Película que clausura la fase 4 del MCU En cierto modo el filme funciona como un funeral y homenaje ficcional al actor Chadwick Boseman, fallecido en 2020. Se recibe con gran expectativa la secuela de Pantera Negra (Black Panther, 2018), nuevamente dirigida por Ryan Coogler, quien otra vez escribió el guión junto Joe Robert Cole, titulando la obra Pantera Negra: Wakanda Por Siempre (Black Panther: Wakanda Forever, 2022). El relato comienza con un prólogo que narra el funeral de T´Challa/Pantera Negra, lo cual posee un doble sentido. Por un lado, es el duelo al personaje, pero paralelamente en el plano real es un sentido homenaje a Chadwick Boseman, el primer actor en representar cinematográficamente a Black Panther, cuya inicial aparición en los comics data de 1966. En adición, la presencia del tributo al actor -fallecido prematuramente de cáncer en 2020- es constante. Desde una pintura de su rostro como Street art en las calles de Wakanda, sus imágenes en la tipografía de Marvel que siempre presenta a los filmes del MCU, y sobre todo esta doble lectura del texto estrella entre los paralelismos en la trama y la vida real. Por ejemplo, en la película también se atribuye su causa de muerte a una enfermedad. Recordemos que el proyecto de la secuela inició en 2018, y fue confirmado al año siguiente, mucho antes de esperarse la lamentable muerte de Boseman. En consecuencia, en 2020 Marvel decidió que no sería reemplazado por otro actor, cambiando la trama. En Pantera Negra: Wakanda Por Siempre, dicha nación (ficticia) situada en África, tras la muerte de su protector, el poder se encuentra bajo el mando de la reina Ramonda (interpretada por una convincente y temperamental Angela Bassett) y su hija Shuri (Letitia Wright). Junto a la guerrera Oyoke (Danai Gurira), el retorno de Nakia (Lupita Nyong´o) y la incorporación de Riri, una joven norteamericana con talentos para la invención tecnológica y mecánica, luchan por proteger su nación, no sólo de los países imperialistas que desean su vibranio sino también de la potencia similar del reino arcaico de Talokan. Al respecto, es necesario destacar que esta antigua civilización subacuática, es representada en el relato con vínculos a la cultura maya. Sus integrantes son una mutación poderosa de humanos con un tono de piel azul -visualmente son una mezcla estética entre X-Men (2000) y Avatar (2009)-, capaces de perturbar a los humanos con un particular canto coral. Su líder, el villano en cuestión es Namor una especie de superhombre que posee alas en sus tobillos y la cumbre de la mutación por eso es considerado por ellos como una deidad. El relato se ocupa de explicar detalladamente el origen de Namor (“niño sin amor”, cursilería y sobre explicación innecesaria narrativa) interpretado por el actor mexicano Tenoch Huerta, por ende, se valora que por fin el mainstream haga coincidir la nacionalidad del intérprete con la del personaje. Sin embargo, resulta pertinente recordar que Namor, creado en las historietas durante la década del ´30, era originalmente el rey de Atlantis (en el comic es similar al famoso Aquaman, que fue creado posteriormente en 1941), y su nombre se debía a que su creador Everett, se le ocurrió "Namor" al escribir al revés “Roman”. Es decir que, éste tenía referencias a lo greco-romano, mientras que aquí se traslada su origen a México. En consecuencia, se considera que el cambio de origen tiene que ver con reforzar y enfatizar la ideología anticolonialista que ya estaba presente en Pantera Negra (2018). Se valora la intención de representar la diversidad étnica, ya sea de África, México o en menor medida Haití, aunque por supuesto sea desde la óptica del “exotismo”, que el cine mainstream arrastra desde el Hollywood clásico. Acertadamente, la obra mediante la espectacularidad del vestuario con cada uno de sus detallados diseños, una emocionante música que no pasa desapercibida y sus escenas apoteóticas logra resignificar la importancia del ritual en dichas culturas. En conclusión, a pesar de poseer profundidad en la psicología de los personajes, algo poco frecuente en las películas pertenecientes al género de los superhéroes y un trasfondo político e ideológico que esboza una crítica al imperialismo, el relato posee algunas falencias. En primer lugar, el desarrollo es tan extenso, que recién veremos a Shuri como Pantera Negra en el desenlace, es decir que la superheroína con su traje tiene poco tiempo en acción. Sin embargo, es logrado el devenir del Shuri, su viaje de autoconocimiento, incluso se destaca una escena ya con el traje es enmarcada en pantalla con relaciones intertextuales a Hamlet y la famosa frase “ser o no ser…” observando la máscara de Pantera Negra en su mano. En segundo lugar, si bien la película comienza de forma dinámica e intrigante, su ritmo e interés decaen según avanza la acción, además de su innecesaria y extensa duración. Finalmente, a pesar de un uso desajustado del CGI en las batallas finales, hay que destacar la belleza visual que ofrece el filme. Pero por, sobre todo, valorar su no subrayado “feminist power” en donde Ramonda emite discursos elocuentes y temperamentales, Shuri aporta su creatividad, inventiva y resiliencia y Oyoke su fuerza física y lealtad. Por último, la película número treinta del MCU, a pesar de no ser lo mejor dentro de dicho universo rinde un emotivo homenaje a Boseman sin caer en golpes bajos y otorga a los fans algunas apariciones esperadas como M'Baku Erik/ N'Jadaka (Michael B. Jordan). Asimismo, la película brinda todas las respuestas al público, posee una escena extra post créditos que revela aquello que previo al desarrollo del conflicto la trama había dejado en suspenso.
Hay un sector de quienes critican películas que considera que la seriedad en un film basado en cómics se logra no contando chistes y mostrando violencia explícita hermosamente coreografiada y filmada en cámara lenta, también hay quienes creen que con una fotografía oscura y un tono lúgubre se logra cierta profundidad más allá de lo banal y aburrido que puede ser lo que se cuenta en el relato en sí. En mi opinión la madurez a una película se la da el tema que no están mostrando. Es por eso que Thor: Love and Thunder (T. Waititi, 2022) puede parecerme más profunda y oscura que The Batman (M. Reeves, 2022) o la razón por la que el Captain América: The Winter Soldier (Anthony y Joe Russo, 2014) me parece más crítica de la realidad, inteligente, original y refrescante que la objetivista y ominosa The Dark Knight (Chistopher Nolan, 2008) todo está en el tema. Esta vez Marvel decidió meterse con la perdida, el duelo, el perdón y con la carga del poder, sin perder la elegancia, el ritmo ni el sentido del humor. En Black Panther: Wakanda Forever, Ryan Coogler juega con estos temas además de con el peso de gobernar a pesar de las ansias de venganza. Lejos de parecerse a las producciones que toman cosas de The Fast and the Furious, (Rob Cohen, 2001) y el estilo de Zack Snyder. En esta película se toman elementos de la primera parte y se los amplifica, dándole más puntos en común, desde lo estético con Dune (D. Villeneuve, 2021) de Villeneuve, a pesar de estar localizada en nuestro planeta parece que nos están presentando otro mundo. En algún aspecto la película lleva a un choque visual entre lo que podríamos considerar el mundo real y el mundo construido para Wakanda y Talokan, está diferencia estética nos permite abstraernos de los dramas políticos planteados para personajes humanos como Everett Ross y Valentina La Fountaine y el drama que ocurre en estos mundos imaginarios. En definitiva Coogler nos presenta dos mundos tan irreales cómo verosímiles que nos permite entender el drama que nos presenta. Hace poco pudimos ver en Black Adam (Jaume Collet- Serra, 2022) como para ilustrar los poderes de Dr. Fate el director simplemente optó por hacer un copy paste de las habilidades y movimientos del Dr. Strange simplemente cambiándole la vestimenta al personaje; en Wakanda Forever podrían haber hecho lo mismo con el mundo submarino de Namor y copiarlo directamente de la Atlántida presentada en Aquaman (Aquaman, James Wan, 2018) pero no, eligieron crear un mundo nuevo, un tanto más realista pero bello a la vez. Wakanda por su lado se ve más amplificada, con más detalles y cierta utilización mas práctica de la tecnología y del arte callejero. Entonces debemos entender que la intención del director y su equipo fue presentarnos un mundo futurista pero posible. La historia que nos presentan nos ubica en el momento exacto de la muerte de T’challa y nos enfoca en el dolor de su perdida y en el trabajo que deben hacer sus seres queridos para afrontar su perdida. La reina Ramonda, un año después, debe restablecer el status de su país frente a la comunidad internacional al mismo tiempo que investigaciones de EE.UU. encuentran Vibranium, el metal extraterrestre que hace posible todo en Wakanda, en el fondo del océano afectando los intereses del reino de Talokan, por lo cual el Rey Namor pide ayuda a Wakanda y ante la negativa de la reina comienza el conflicto entre ambas potencias. Es a partir de estos dramas palaciegos que el guion de Coogler y Cole decide mostrarnos el camino del héroe que debe realizar Shuri. El antagonista en esta película es el suBmariner Namor, quien podría ser considerado el primer superhéroe ya que su lanzamiento fue en 1931, esta creación de Bill Everett llega a la pantalla grande con ciertos cambios en su origen que respeta su ascendencia de mutante pero lejos de ser el rey del mitico reino de Atlantida es el rey del reino sumergido de Toklan que se asienta en las raíces y mitos mesoamericanos. Tal vez este cambio sea polémico pero no desentona para nada en la historia de violencia y opresión sobre las minorías que es la base de la historia creada en la primera parte. Wakanda Forever no es una película perfecta, pero tiene muchas intenciones de contar bien una historia, de desarrollar a sus personajes, relaciones y dilemas, que construye desde la imagen y el sonido sin molestar ni convertir al estilo en lo único que importa, en esta película se le han prestado atención a los detalles y al peso de lo estético. Su música de alguna manera no solo está ahí para acompañar o generar estridencia, sino que forma parte del relato enriqueciendo la experiencia visual. Ryan Coogler ha logrado crear algo a pesar de la pérdida del protagonista de la primera parte sin convertirla en un homenaje burdo pero sin eludirlo, sentando las bases para el personaje en el futuro.
Hace unos años cuando se anunció la idea de retirar en la ficción al personaje de T´Challa, a raíz de la muerte del actor Chadwick Boseman muchas voces se manifestaron en contra en los medios de comunicación. Entre ellos el hermano del actor. En el pasado Marvel no tuvo reparos en modificar los castings de Bruce Banner, James Rhodes y Thundbolt Ross y seguir por ese camino no hubiera impedido rendirle un homenaje a la figura de Boseman. Con el diario del lunes queda claro que fue una idea desafortunada ya que ninguno de los personajes secundarios que integran el mundo de Black Panther tienen el peso necesario para llevar adelante la historia. Ya sea porque lo superaron las circunstancias o la presión de gestar una continuación tras la triste muerte del protagonista, Ryan Coogler no presenta su guión más inspirado. La trama intenta abarcar numerosas temáticas a la vez que derivan en un espectáculo caótico sin un foco definido. Dentro de un mismo film Coogler pretende explorar la muerte del héroe, el duelo de sus familiares, los conflictos geo-politicos de Wakanda, la presentación del Namor azteca y la inclusión que le enchufó el estudio de Ironheart, con el fin de pescar más suscriptores para la plataforma Disney +. Es un montón y su obra se desploma enseguida por esta cuestión. La película decepciona de entrada con la chapucera muerte de T´Challa, quien no tiene la oportunidad de despedirse por la puerta grande o a través de alguna situación épica. El fallecimiento se produce fuera de cámara producto de un virus pedorro que nunca se llega a especificar. Aparentemente el Rey de Wakanda tenía las defensas bajas y por eso palmó. Aunque después viene un emotivo homenaje a Boseman el modo en que manejaron esta situación deja un sabor amargo. A partir de ese momento la narrativa de Coogler sigue la incoherencia caótica de su guión donde el foco de atención salta permanentemente en diversas situaciones y personajes. En un momento el argumento le da una relevancia al rol de Riri Williams (que no tenía nada que hacer en esta producción) para luego convertirla en un elemento de utilería como ocurrió con América Chavez en Doctor Strange 2. Se nota que no era parte del guión original y el estudio la incluyó para promocionar la serie que se viene con esa heroína. En el caso de Namor optaron por reinventar su origen que se vincula con la cultura mesoamericana y arrastra un resentimiento contra los inquisidores españoles del siglo 16. Un divague notable. No queda otra que fumarse al histórico mutante que se viste con un poncho y cuyo nombre ahora significa "el niño sin amor...·" Por favor, vacaciones sabáticas para Victoria Alonso y su escuelita de diversidad forzada. Un poco de piedad es todo lo que pido. Cabe destacar que Tenoch Huerta (Narco: México) al menos tiene la decencia de no convertir al personaje en los típicos comediantes de stand-up que sobran en el MCU. Lo peor de Namor en realidad no pasa tanto por estas modificaciones sino que su rol en el conflicto es demasiado parecido al que tuvo Killmonger (Michael B. Jordan) en el primer film. De hecho la motivación para vengar a sus ancestros es casi la misma. Una característica que debilita un poco su participación. Entre los aspectos positivos, ya que no todo es un desastre, se puede destacar las actuaciones del reparto y la puesta en escena que encuentra sus mayores virtudes en el diseño de producción y los vestuarios. Dentro del reparto Angela Bassett tiene la chance de ofrecer su mejor interpretación desde la biografía de Tina Turner y Laetitia Wright como Shuri consigue salir bien parada al tomar un rol más protagónico tras la muerte de Boseman. Coogler por su parte presenta una evolución en el retrato de la acción con secuencias de peleas más estilizadas, aunque esos momentos no abunden en el relato. Lo peor de esta película se encuentra en su agotadora duración de casi tres horas que se sienten muchísimo en la butaca. Con facilidad le sobran 40 minutos que se podían haber editado sin tanto exceso de subtramas innecesarias. Wakanda por siempre cuenta con una escena adicional en la mitad de los créditos que al menos es funcional a la historia y levanta con un poco de esperanza el tono depresivo que prima en el relato. En resumen, un interludio extenuante de Black Panther que no resiste más de un visionado y cierra el peor ciclo que brindó hasta la fecha el MCU.
Épica, sensible, maravillosa e inolvidable. Un tributo necesario a #chadwickboseman, un posible Oscar para Ángela Basset y un mensaje claro contra la colonización. “Wakanda Forever” es la mejor película de Marvel de los últimos tiempos y un gran cierre a la etapa 4. Esto y mucho más te cuenta Guille Barrios en esta Video Reseña en @chapeauargentina
Pantera Negra: Wakanda para Siempre es una película extraña, atípica. En el universo Marvel los héroes no mueren de causas naturales: se sacrifican en pantalla por una causa noble y superior. No son retirados de la estantería en el momento de mayor brillantez. En vez de un recasting, Ryan Coogler ha decidido sacar del juego de uno de los principales héroes Marvel simplemente porque su protagonista se murió en la vida real. Si bien es cierto que la primera Pantera Negra posee una importancia cultural (al menos en USA) que excede al género pasatista al que pertenece – es una muestra de orgullo negro, una fantasía utópica en donde una nación africana puede erigirse como la mas poderosa del planeta simplemente porque ha vivido en libertad desde que existe, alejada del colonialismo y desarrollando todo su potencial, amén de los poderosos contrapuntos raciales entre el villano y el protagonista -, también está el tema del espectáculo, la continuidad… y la máquina de hacer dinero. En 15 años es posible que veamos a otro Iron Man u otro Hulk y Robert Downey Jr / Mark Ruffalo no van a ser de la partida simplemente porque van a estar muy viejos. No reemplazar a Chadwick Boseman no me parece la decisión mas razonable pero, por otro lado, la respeto y hasta la admiro por su valentía. Es una muestra de amor de Coogler y todo el elenco hacia un gran actor a la que la vida nos arrebató de manera inesperada y muy temprana. Al tomar semejante decisión Coogler decide meterse en su propio berenjenal. Descartando un libreto ya escrito y pulido tuvo que empezar de cero con otro script en donde Pantera Negra no existe. Acá T’Challa fallece fuera de cámara y por causas naturales, como reflejo de lo ocurrido con Boseman en la vida real. Eso crea una sombra enorme sobre toda la historia, la que va desde su sucesión como héroe – ¿quién va a tomar el manto del defensor de Wakanda habiendo muerto el rey y sin flores de Vibranium que le brinden superpoderes al reemplazante? – hasta la angustia del vacío producido por la muerte del personaje / protagonista en la vida real. Un tercio del filme es trata directamente del duelo sobre el fallecimiento de Boseman, en donde las lágrimas del elenco son reales y donde se evoca la nobleza / estatura moral del héroe / actor. La reina Ramonda, sobre el perder a mitad de su familia en pocos años y verse obligada a tomar el lugar de regente de Wakanda en el peor momento de su vida; Nakia – novia de T’challa – que ha preferido el exilio y la vida civil para no vivir en su país natal plagado de recuerdos de una vida futura con su amado que terminó por esfumarse; pero la que lleva la peor parte es Shuri la cual – con toda la tecnología hiperfuturista que maneja – ha sido incapaz de salvarle la vida a su hermano. Ese es un pensamiento que la tortura todos los días de su vida. Nada de esto impide de que surjan las amenazas de turno. Cuando T’Challa ventiló de que vive sobre una montaña gigante de Vibranium, las naciones del mundo se volvieron ambiciosas y empezaron a planear todo tipo de operaciones para hacerse con una parte del preciado metal – desde conspiraciones desestabilizadoras en Wakanda, robo de depósitos del preciado metal, o la exploración sobre la posible existencia del mismo en otras partes del planeta -. Es precisamente en este último procedimiento en que los humanos terminan tocándole el traste a Namor, el rey del mundo submarino de Talokan, el cual posee reservas enormes de Vibranium hasta el punto de que su gente tiene la sangre infectada por el metal. Por si no lo saben Namor es uno de los héroes mas antiguos de Marvel – figura entre los tres primeros creados por la editorial (junto con una versión robótica y vintage de La Antorcha Humana y, por supuesto, el Capitán América), los cuales fueron extremadamente populares en la Edad de Oro de los comics – cuando aún era Timely Comics – y siempre se perfiló como un cabrón con códigos morales propios, entrando mas en la categoría de antihéroe antes de que villano -. Acá Namor no tiene empacho en llevarse puesto a toda una expedición submarina norteamericana sino que se acerca a Wakanda para formar una alianza, arrasar la Tierra y obligar a negociar una paz incondicional con los que sobrevivan la marea. Mientras que la mayoría de los argumentos de Namor tiene su lógica, por el otro lado involucra una masacre que es un límite que los wakandianos no están dispuestos a cruzar. En sí Namor no deja de ser un Killmonger lite – un tipo que posee una gran cantidad de discursos absolutamente lógicos sobre las injusticias que la historia y las civilizaciones han producido sobre su pueblo (en si los Talokianos no dejan de ser mayas mutantes, una brillante ocurrencia de Coogler para poner temas como colonización y esclavismo sobre el tapete) -, con mas fuerza y algo menos de carisma aunque la interpretación de Tenoch Huerta es muy buena. Y como la oferta es imposible de aceptar, el choque entre la nación submarina y los wakandianos se hace inevitable. Es posible que Pantera Negra: Wakanda para Siempre sea demasiado larga – le sobra media hora – y buena parte de ello le corresponde al engendro de Riri Williams, un personaje metido con calzador por presión de la Disney para tener otro personaje de segunda disponible para una serie de su cadena de streaming. Acá la Williams es una genia adolescente que inventó de casualidad el aparato detector de Vibranium que el gobierno capturó, usó y manipuló hasta toparse con los Talokianos. La piba bordea lo insufrible y solo sirve como McGuffin ambulante – pongan a un tipo canoso en bata de laboratorio y hubiera servido con el mismo propósito -, e incluso cuando aparece con su propia armadura (como Ironheart, un traje a lo Ironman creado por una piba que admira a Tony Stark) se ve horrendo como un muñequito de los Power Rangers de mala calidad-. El dato curioso es que, sumando a Riri y sacando a T’Challa, Wakanda para Siempre termina convirtiéndose involuntariamente en la película de superheroínas que todo el mundo le reclamaba a Marvel. Incluso la feroz Danai Gurira tiene su propio traje – que parece un Ultraman mutante – y hasta tiene una compañera gay (Michaela Coen) tan feroz como ella. Por supuesto el tema queer es tocado de manera tan superficial que uno podría cortar un par de escenas minúsculas como para suprimirlo y pasar la censura en los países mas conservadores donde se quiera mostrar el filme. En sí, Pantera Negra: Wakanda para Siempre es mas movida que la primera Pantera Negra. Es algo larga, el personaje de Riri Williams es molesto y el cierre del tercer acto no termina de ser satisfactorio. Por otra parte las perfomances del elenco van de lo muy bueno a lo excepcional – no me extrañaría ver una nominación al Oscar para Angela Bassett, la cual tiene un puñado de discursos super poderosos en donde se devora la pantalla -. Hay sorpresas – debo admitir que varias de ellas no las vi venir -, y hay diálogos inteligentes. No cabe duda de que Pantera Negra: Wakanda para Siempre es lo mejor que ha dado la dispar Fase 4 del MCU hasta ahora simplemente por el empeño puesto por Coogler en convertirlo en una aventura con trasfondo profundo y pensante amén del amargo costado emocional que involucra la inesperada partida de Boseman como protagonista. Considerando todos los retos que debió afrontar, el resultado final es muy superior al esperado y, aunque diste de perfecto, no deja de ser un espectáculo formidable y bien construído.
La segunda película de Marvel Studios sobre el superhéroe de la nación africana de Wakanda, otra vez bajo la dirección de Ryan Coogler, afianza y expande su universo a puro drama y acción cargada de épica, plasmando a su vez ideas y mensajes más profundos sobre el poder, la ambición y la hipocresía de las grandes potencias, el colonialismo y la violencia histórica hacia las minorías y los oprimidos del mundo. El Rey ha muerto, the King is dead. La historia de la humanidad, tantas veces reflejada en la ficción, nos demuestra que la muerte de un líder poderoso siempre genera tensiones, reacomodamientos, y disputas dentro del reino, y fuera del mismo. La muerte prematura en agosto de 2020 del actor Chadwick Boseman, quien encarnaba a T'Challa, Rey de Wakanda, en Pantera Negra (2018), impacta directamente en el argumento de su secuela. Pantera Negra: Wakanda por siempre comienza con la muerte y los coloridos rituales funerarios del rey africano que era a su vez el legendario superhéroe Pantera Negra. La ficción y la realidad por un momento se unen aquí de manera emotiva y respetuosa, vemos en estas escenas la despedida del personaje que es a su vez el adiós al actor. Esta es toda una definición, una decisión fuerte y poco habitual, cuando además estamos hablando de un legendario personaje del comic creado por Stan Lee y Jack Kirby hace más de 50 años. Pantera Negra fue el primer superhéroe afrodescendiente de la historia de Marvel, creado en una época de fuertes tensiones raciales en Estados Unidos, que planteaba una realidad subversiva: su reino de Wakanda era una nación desconocida pero sumamente desarrollada, rica y poderosa, incluso tecnológicamente más avanzada que los países del mundo conocido. Esto se debía a la enorme reserva de un mineral único e indestructible llamado “vibranio” y a la decisión de mantenerse oculta y así protegida de las ambiciones colonialistas y dominantes de los países más poderosos. Es importante repasar algo del origen del personaje Pantera Negra y de su reino porque estas ideas están muy presentes en la escencia de esta secuela. Ramonda (Angela Bassett) es la madre del difunto T'Challa, y es ahora la nueva reina de Wakanda que debe lidiar con las presiones -y los ataques- de los países “desarrollados” para que esta nación pacífica y avanzada, comparta sus conocimientos, su tecnología y sus riquezas ocultas para “el bien común” del resto de los países. Básicamente quieren el vibranio, digamos. Los paralelos con la realidad actual son bien claros, así funciona el mundo hoy y lo ha hecho siempre. En medio del duelo y las tensiones internacionales, en una escena notable por su tensión, suspenso y acción la película pega un giro sorprendente con la aparición de un personaje y una civilización que provienen del fondo del mar. No, no es Aquaman, sino Namor, creado muchos años antes, allá por 1939, uno de los primeros de Marvel Comic, que renace en esta historia con la notable interpretación del mexicano Tenoch Huerta. A la nación más poderosa y avanzada del planeta le aparece súbitamente otra similar en su desarrollo, en su poder de guerra, en su historia cargada de injusticias y tragedias. Una oculta en la selva africana y otra descendiente de los Aztecas, llamada Talokán, oculta en el fondo del mar. Ambas naciones pudieron desarrollarse, crecer con riqueza, y vivir en paz por la decisión de preservarse ocultas del resto del mundo que no hubiera tardado ni cinco minutos en invadir y saquear para hacerse del preciado vibranio. Esta es una idea fuerte y avalada por la historia que conocemos de África y América Latina. Pero ese tiempo de paz puede estar llegando a su fin, y desde allí se construye la trama de Pantera Negra: Wakanda por siempre.
Dirigida y escrita por el talentoso cineasta californiano Ryan Coogler, “Black Panther – Wakanda Por Siempre” posee el condimento de estar evidentemente dedicada a la memoria del prematuramente fallecido Chadwick Boseman. El director de “Fruitvale Station” (2013), se coloca nuevamente detrás de cámaras, habiendo sido aclamado por la versión original de “Black Panther” (2018), un film a partir del cual Marvel ganó prestigio a nivel crítico. Dos horas y cuarenta minutos de duración pueden resultar a primera vista excesivos, lo cierto es que esta poderosa secuela combina momentos de contundencia visual, cumpliendo con creces la misión de impresionar. Luego de los créditos iniciales, un arranque bestial asoma prometedor. Angela Bassett, Letitia Wright, Winston Duke, Danai Gurira, Florence Kasumba, Lupita Nyong’o y Martin Freeman, integran un elenco sólido, funcional a una propuesta en donde se pone de manifiesto un conflicto macro en mítico choque de reinos. Un contrapunto entre diferentes naciones funge como elemento cohesivo; la reinterpretación inspirada en leyendas aztecas adquiere interés a medida que avanza la trama. La nueva civilización cobra vida tras una escenografía grandiosa, mientras madurez e impacto son las marcas de fábrica de un guión concebido como tributo catártico. Con fidelidad, Coogler mantiene la esencia original de un producto que sabe aggiornarse a los nuevos tiempos: las mujeres lidian con el poder, y el hecho de hablar acerca de temáticas de índole social, a través del propio microuniverso del cómic, contribuye a reconvertir la esencia con saldo favorable. A través de la fantasía y lo alegórico, MCU indaga problemáticas reales. Conmovedora y oscura, un trabajo artesanal de intensidad coreográfica, diseño de producción y laboriosos vestuario y maquillaje, elevan el listón de la propuesta.
Reseña emitida al aire en la radio.
Las historietas de superhéroes nos gustaban porque, incluso con conflictos que crecían de número a número, eran una promesa de color y aventura, de diversión más grande que la vida. Los “grandes temas” o las “moralejas importantes” aparecían en escorzo, sin que nadie las pusiera delante todo el tiempo como un cartelón. Wakanda por siempre es lo contrario: un enorme cartel que dice “esto es importante” y una enciclopedia de corrección política en ciertos momentos forzada al extremo (el plano de dos mujeres tratándose como pareja ya es un estándar que no molesta salvo por el hecho de que se nota injertado sin construirse previamente). El ingreso de Namor, personaje veterano de los cómics (uno de los primeros superhéroes, de hecho: nació en 1939) en el cine requería otra cosa: ¿por qué hacerlo descendiente maya y rey de Talokan en vez del mandatario de Atlantis? ¿O es menos racismo ir contra los atlantes que contra los mayas? En eso radicaba el poder metafórico y concreto del arte popular: en desplazar la “realidad” a la fantasía para que pudiéramos atisbar una verdad. La política en muchos casos manda en esta película que además pasa demasiado tiempo mostrando tristeza, al punto de dejar a un gran personaje con potencial feliz y humorístico (Iron Heart), como una mera excusa argumental. Lo peor: dos horas cuarenta para que todo quede clarísimo y no haya dudas con la moraleja. Y peor aún: la verdadera trama aventurera está resuelta de manera torpe.
Después de un par de apariciones en el Universo Cinematográfico de Marvel, el personaje Wakanda tuvo su propia película de inicio que se estrenó en 2018 con, Chadwick Boseman en el rol de T´Chala. La idea del director Ryan Coogler era seguir la historia de Pantera negra y los buenos números de la recaudación ayudaron. La muerte en 2020 de Boseman a los 43 años, provocó el retraso del proyecto. Había que tomar muchas decisiones, pero Coogler y su coguionista Joe Robert Coole siguieron adelante. Mientras Marvel seguía produciendo series y anunciando el futuro de Wakanda for Ever sin dar muchas pistas, incluso los trailers que se fueron conociendo eran lo suficientemente genéricos como para que el público supiera que el espíritu continuaba. Para empezar por lo que está bien en la película. Digamos que las primeras secuencias están destinadas a despedir a T´Chala (Boseman) y meternos en la situación compleja que provoca en el reino de Wakanda por un lado y que pasaría con Black Panther como símbolo de la defensa para su pueblo. Para los no iniciados, vale la aclaración de que en la ficción Wakanda es un reino oculto en África, que maneja una tecnología especial gracias al Vibranium que es un mineral que solo el reino de Wakanda tiene. Pero las crisis derivadas de los eventos que se contaron en las películas de los Avengers, Black Panther se sumó al grupo de súper héroes y Wakanda salió a la luz como miembro de Naciones Unidas y mientras están de duelo por la muerte de su rey, el país se tiene que presentar en una asamblea donde queda claro que las naciones más poderosas no están tan seguras de permitir que el hasta hace poco ignoto país africano haga con el vibraniun lo que quiere. Como si no alcanzara con la mala onda de las potencias mundiales hay un un enemigo oculto, una civilización que vive debajo del mar y cuyo líder aún no habíamos visto en el cine así que llegó el momento de presentar a Namor (Tenoch Huerta) que está dispuesto a romper todo. Hasta acá la línea argumental a grandes rasgos de Wakanda por siempre, seguir contando más sería arruinar las interminables vueltas de guión y meternos a enumerar la cantidad de personajes que van y vienen durante las 2 horas cuarenta de películas, que se toman para que nos enteremos de todo. Los extraordinarios planos secuencia de acción que logra el director no son suficientes como para despertar al espectador de las somníferas escenas explicativas, las danzas étnicas y la asombrosa (WTF?) escena que explica la existencia de Namor. Aclaración para neófitos: En las historietas, Namor es el primer XMEN. Muy posiblemente su aparición en esta película sea un avance de lo que viene con esos personajes. El resultado final de Wakanda for Ever se queda a media camino, por un lado es una película con pocos alivios cómicos y buenas actuaciones -Letitia Wright (Shuri), Lupita Nýóngo (Nakia) la gran Amgela Basset (Ramonda)-. Grande escenas de acción y mesetas interminables. Enviamos nuestras felicitaciones a Martin Freeman y a Julia Louis Dreyfus que lograron abrirle la billetera a Marvel para que les paguen por dos personajes que parecen haber pasado por el set para saludar y ya que estaban, dejaron un par de escenas por si las necesitaban. Para los que odian al Marvel festivo quizás esta sea su película, a nosotros se nos hizo pesada. PANTERA NEGRA: WAKANDA POR SIEMPRE Black Panther: Wakanda Forever. Estados Unidos, 2022. Dirección: Ryan Coogler. Intérpretes: Angela Bassett, Letitia Wright, Tenoch Huerta, Lupita Nyong’o, Danai Gurira, Dominique Thorne, Winston Duke, Martin Freeman, Michaela Coel y Julia Louis-Dreyfus. Guión: Ryan Coogler y Joe Robert Cole. Música: Ludwig Göransson. Fotografía: Autumn Durald. Distribuidora: Disney (Marvel Studios). Duración: 161 minutos.
FIGURAS DE MÁRMOL Voy a decir algo que todo el mundo sabe: los superhéroes y sus historias son representaciones/metáforas/alegorías/símbolos de muchas cosas, que a menudo son intencionales y otras -las menos- constituyen interpretaciones por parte de las audiencias. Pasa con los cómics originales, pasa con las adaptaciones cinematográficas y televisivas, pero para que eso suceda se requiere una condición indispensable: que primero importen los personajes, que se pueda empatizar con miradas y conflictos, es decir, que se pueda conectar con ellos como personas. Para ponerlo en términos concretos: los Guardianes de la Galaxia pueden transmitirnos que las familias pueden tomar toda clase de formas, aún disfuncionales según los parámetros dominantes, porque primero podemos conectarnos con ellos como individuos y como grupo afectivo. Sin embargo, Pantera Negra nunca entendía eso y construía protagonistas que pretendían ser símbolos -de inclusión, de feminismo, de deberes éticos, de heroísmo afroamericano, de la cultura africana y un largo etcétera- antes que sujetos con ambigüedades, porque al fin y al cabo todo se trataba de transmitir un discurso que interpelara la corrección política dominante. Ahora llega Pantera Negra: Wakanda por siempre y, a la impostación previa, se suma -o quizás refuerza- un mal adicional, que es la soberbia. O más bien, un tipo de soberbia donde se enlaza lo pretencioso con la prepotencia, que se afianza en el éxito abrumador de la primera parte y en el consenso adicional que se generó con el fallecimiento de Chadwick Boseman. A no confundirse: era totalmente lógico que esta continuación girara alrededor de la pérdida, el dolor, las ausencias, la memoria y el duelo, porque ya de hecho la entrega anterior también sobrevolaba esos temas. Pero un tópico o evento no otorga una legitimidad automática, algo que es ignorado por completo la película y sus realizadores. De ahí que el relato, donde confluyen los intentos de la familia gobernante de Wakanda por superar la súbita desaparición de T’Challa con el surgimiento de una amenazante civilización que viene de las profundidades, tome como obvio que cualquier espectador debe sentirse automáticamente conmovido por todo lo que sucede o se dice. Y se dice mucho en Pantera Negra: Wakanda por siempre, siempre con un tono y una estética de mármol. Todos los personajes están enunciando con palabras -casi siempre bien explícitas- lo que les pasa, lo que sienten otros, lo que corresponde o no hacer, qué está pasando y por qué, como si no hubiera otra forma de contar los conflictos que se van acumulando con llamativa pereza narrativa. Incluso cuando despliega ideas a priori interesantes -como en la secuencia inicial, que arranca en medio de la acción-, el director y coguionista Ryan Coogler las termina arruinando en base a monólogos o diálogos que demuestran una falta de confianza absoluta en el poder de las imágenes. Si el diseño de arte y la discursividad vacua eran un gran lastre en la primera parte, eso se potencia aún en esta nueva entrega, que encima, a pesar de disponer de un altísimo presupuesto, no es capaz de hilvanar una escena de acción decente. Y como si esto no fuera suficiente, Pantera Negra: Wakanda por siempre no solo es larga, sino que se siente muy, pero muy larga, abrumadoramente larga. Eso sucede por una razón muy simple: una trama que podría haberse resuelto en dos horas termina estirándose cuarenta minutos más, con varios finales que se acumulan en los últimos minutos, al estilo de El Señor de los Anillos: el retorno del rey. Aunque claro, en el film de Peter Jackson había personajes potentes, creatividad estética, riesgos en unas cuantas decisiones. Acá no hay nada de eso y eso lleva a que todos los hilos queden a la vista: desde esa noción un tanto reaccionaria donde todo en Wakanda es bueno, mientras que todo lo exterior es malo -una mirada casi trumpista, pero del lado progre-; hasta la hipocresía de realizadores y actores, que quieren colocarse en el lugar de emblemas de la cultura africana, cuando no son mucho más que niños ricos de Hollywood montando un numerito de inclusión y diversidad para la tribuna. No se trata de que esté mal pretender o fingir, porque al fin y al cabo estamos ante una ficción, sino de que esa ficción quiere constituirse en verdad irrevocable, cuando su estructura hace agua por todos lados. Pantera Negra: Wakanda por siempre es Marvel en su versión más arbitraria y pedante, un bodoque tan irritante como cansador.
Este jueves 10 de noviembre llega a los cines la esperada secuela de «Pantera Negra», y aquí les contamos con qué van a encontrarse en «Wakanda por siempre».
Luego del fallecimiento de Chadwick Boseman que encarnó a Black Panther no solo en su película en solitario sino también en otras producciones de la compañía, Marvel/Disney tenía la difícil tarea de realizar un nuevo film de este superhéroe sin su protagonista y encontrar una nueva manera de continuar esta historia sin dañar su esencia. Es así como «Black Panther: Wakanda Forever» se centra tiempo después de la muerte de T’ Challa por una enfermedad y la nación debe adaptarse a esta nueva realidad como también protegerse de la injerencia del resto de los países que quieren hacerse con el vibranium para su propio beneficio. En este contexto, va a nacer una nueva amenaza que con el objetivo de cuidar a su pueblo va a estar dispuesto a destruir todo aquel que no quiera ayudarlo. «Black Panther: Wakanda Forever» es una película que logra combinar la emoción que existe tanto por la pérdida del personaje como del actor principal con el entretenimiento clásico de este tipo de films de superhéroes. Y a pesar de que consigue amalgamar estos tonos de forma amena, sin caer en golpes bajos ni momentos demasiado lacrimógenos, el resultado termina siendo una cinta demasiado larga con no muchas escenas de acción. Se toman demasiado tiempo para que la trama comience y luego avanza de forma pausada. Es entendible porque tienen que crear un clima adecuado también para el drama, pero es una historia que se podría haber contado en un tiempo menor (dura 2 horas 40 minutos). Incluso existen algunos diálogos que justifican distintas acciones de los personajes que no son del todo necesarios. Eso hace también que el entretenimiento aparezca de manera espaciada, aunque cuando lo hace nos ofrece buenos enfrentamientos y efectos especiales, que a pesar de no deslumbrarnos están bien realizados. También se toma su tiempo para realizar una crítica a las potencias mundiales, a la conquista, a la guerra, la venganza e instala la idea de la búsqueda de paz y armonía para los pueblos. Letitia Wright está correcta como la nueva protagonista pero no tiene el mismo carisma que tenía su antecesor. Como personaje secundario y mujer fuerte, inteligente y arriesgada funcionaba muy bien, pero el traspaso al protagónico le queda un poco grande. Por el contrario, el regreso de Lupita Nyong’o le sienta muy bien al film, es una mujer plantada y de armas tomar, cuya impulsividad le da dinamismo a la historia. Angela Bassett también sobresale, con un papel que le viene dando varios premios por su firmeza y solidez para llevar adelante una nación como la reina. También es bueno que le sigan dando un rol principal a las mujeres y los hombres se encuentren un paso atrás, siendo simples ayudantes o el villano que está bastante bien delineado. En síntesis, «Black Panther: Wakanda Forever» es una película que mezcla el entretenimiento con la emoción de una buena manera pero que se ve perjudicada por su larga duración que hace que se sienta pesada y por momentos tenga problemas de ritmo. Un film que se reinventa con una nueva protagonista y que deja preparado el camino para lo que vendrá.