Esta comedia dramática, producida por Jennifer Aniston, tuvo varios problemas de producción. Filmada hace más de un año, sufrió diferentes cortes de edición antes de llegar a la versión final estrenada, lo cual no suele ser un buen indicio. La idea de una mujer que decide tener un hijo sola, ayudada por un donante de esperma, ya fue tratada este año en la desastrosa "The Back-Up Plan", con la otra Jennifer... Jennifer Lopez. Aquí se vuelve a tocar el tema, pero con un resultado más positivo que el obtenido en aquella comedia. Y esto se debe a la presencia de Jason Bateman. Bateman interpreta a Wally, un hombre neurótico e hipocondríaco que en una noche de borrachera intercambia, por el suyo, el esperma que su amiga Kassie (interpretada por Aniston) utilizará para quedar embarazada. Siete años después, conoce al niño y descubre que comparte muchos parecidos, recordando entonces lo que ocurrió aquella noche... Desde la primer escena resulta fácil descubrir cómo se desenvolverá la historia (ni hablar si uno mira el trailer), siendo muy previsible y cargada de clichés. Por el lado romántico, no hay nada para rescatar, con una Jennifer Aniston repitiendo una vez más su personaje calcado de todas las comedias que suele hacer y participando de un triángulo amoroso poco original junto a Wally y Roland, el donante de esperma (interpretado por Patrick Wilson). Por suerte, Aniston, como productora, entendió que el film funciona mejor cuando ella no está en pantalla y supo darle más tiempo y espacio al personaje de Bateman y su relación con el pequeño Sebastian (interpretado por Thomas Robinson). Cada uno de los momentos que ellos comparten son simpáticos, tiernos y representan el punto más acertado de la comedia. En las participaciones secundarias, se destaca Jeff Goldblum como el jefe/amigo de Wally, un personaje similar a aquel que hizo en "Nine Months" con Hugh Grant. El final es demasiado apresurado y obvio, algo que se repite en este género. Hay que agradecerle a Jason Bateman por su aporte, el cual rescata a esta comedia del montón.
Si te acercas al cine para pasar un rato riéndote a carcajadas, la película no te va a gustar mucho o prácticamente nada, pero si sabés que lo que vas a ver es una película de amor, con sentimientos profundos, bastante agradable, y no empalagosa, vas a...
Basada en el cuento "Baster" escrito por el afamado novelista ganador del premio Pulitzer Jeffrey Eugenides y publicado en el New Yorker. Papá por accidente se centra en un neurótico hombre (interpretado por Jason Bateman, Hancock, 2008) que averigua que su mejor amiga (Jennifer Aniston) desea tener un hijo por inseminación artificial. De forma clandestina y tras una terrible borrachera reemplaza el semen de su donante por el suyo y está forzado desde entonces, a vivir con el secreto de que es el padre real del niño. Este argumento, en las comedias románticas, de los amigos congelados que desean ser algo más, es un tema desgastado y lo es aún más el de la mujer intentando ser madre soltera a pesar de todo. Sin ir mucho más lejos, este año, ocurrió con el caso de Jennifer López en Plan B, una conservadora y aburrida comedia. En el caso de Papá por Accidente, las cosas suceden sin que nada ocurrente pase, Aniston interpreta una vez más su clásico papel desde Friends, que solo cambió para el buen film Nuevamente Amor junto a Aaron Eckhart. Mueve su cabeza con cabello perfecto y como es común en ella, juega con trabarse cuando habla y está nerviosa. Nada nuevo, ni arriesgado para la actriz. Los gags son pocos y no resultan graciosos, teniendo en cuenta que se trata de los mismos productores de Pequeña Miss Sunshine y La joven vida de Juno los que están a cargo. Pero si puede dudarse de los realizadores Will Speck & Josh Gordon, los mismos que en el 2007 filmaron la mediocre Patinando a la Gloria con Will Ferrell y Jon Heder. Papá por Accidente es una comedia olvidable a pesar de contar con un reparto interesante como Jeff Goldblum, recordado por papeles más felices como en La Mosca y Parque Jurasico. Y la buena actriz, Juliette Lewis (Asesinos por naturaleza), quién se caracterizaba por su espontaneidad, está hoy irreconocible después de su intervención facial, que le quitó frescura y le cuesta hacer registro de su rostro tanto aquí como en su pequeña participación en R.E.D. The Switch (Papá por Accidente) es sólo una película con algunas buenas intenciones, pero para Will Speck & Josh Gordon, los padres de esta producción, quizás sea otro accidente en sus carreras cinematográficas.
El neurótico Wally (Jason Bateman) y la bella Kassie (Jennifer Aniston) son buenos amigos en vísperas de los cuarenta. Ella está decidida a ser madre, pero sin casarse ni formar pareja debido a su descontento con los hombres; por eso usará la inseminación artificial. Para eso, organiza una fiesta de fecundación (¿?) en la que recibe la donación de espermas por parte de Roland (Patrick Wilson), un galanezco profesor de Literatura. Accidentalmente, Wally tira lo donado por Roland y decide reemplazarlo por su propio esperma. Años más tarde, Kassie regresa a la ciudad con Sebastian (Thomas Robinson), su hijo. Wally descubrirá que el chico nació con muchas de sus extrañas costumbres (es igual de neurótico, para empezar), y también se dará cuenta de lo que realmente siente por Kassie. Basada en un cuento de Jeffrey Eugenides (autor de la novela Las vírgenes suicidas, que dio pie a la excelente ópera prima de Sofía Coppola), Papá por accidente es una comedia romántica —y a veces dramática— con elementos de cine indie norteamericano y los prototípicos personajes neoyorkinos de clase media en conflicto permanente con las decisiones que deben tomar en sus vidas, al estilo de Woddy Allen antes de filmar en Europa. Sin dudas, el punto más alto reside en Jason Bateman. Este actor, productor, guionista y director comenzó su carrera de niño, en programas como La familia Ingalls, y tuvo su etapa como ídolo adolescente (llegó a protagonizar Muchacho lobo 2). Al igual que Patrick Dempsey, de su misma generación, supo reinventarse no como galán maduro pero sí como un actor respetado, mayormente de comedia, a partir de la serie Arrested Development. Luego se consolidó como un secundario de lujo en films de la talla de Viviendo con mi ex y La joven vida de Juno. Aquí se luce como un hombre de conductas extrañas, que debe mantenerse callado para preservar lo que más ama. Jennifer Aniston tampoco está mal. Si bien no llega a ser una gran actriz, tiene ese algo que cautiva, que hace que la queramos y que nos gustaría tenerla de novia. En esta película compone a una mujer segura de sí misma, dispuesta a ser madre pese a no haber conocido al gran amor de su vida (aunque lo tiene al lado). La química y la relación entre Bateman y Aniston en pantalla recuerdo un poco a la de Billy Cristal con Meg Ryan en Cuando Harry conoció a Sally, película que también hablaba sobre la amistad devenida en amor y cómo existe el temor de estropear esa amistad confesando los verdaderos sentimientos. Siguiendo con lo actores, tampoco hay que olvidar a los secundarios de lujo: Jeff Goldblum, Juliette Lewis y Patrick Wilson. Los primeros dos interpretan a los típicos amigos y consejeros de los protagonistas, mientras que el tercero es el enamorado de Kassie. Papá por accidente se sostiene en base a las actuaciones y a determinados chistes y escenas, pero decae en el final. Para muchos resultará predecible, pero es verdad que pudo haber tenido una resolución diferente, o por lo menos, no tan vista. De todos modos, e una muy buena opción para ver en esta época, sobre todo si no pueden ir al Festival de Mar del Plata.
Bateman, el caballero de la noche Postergada durante meses y con un -otro más y van...- horrible e inexacto título local, Papá por accidente (The Switch, 2010) era un presumible tercer fracaso artístico al hilo de la ex bonita Jennifer Aniston después de Nuevamente Amor (Love Happens, 2009) y El caza recompensas (The Bounty Hunter, 2010). Pero no. Gracias a la encomiable labor de Jason Bateman y a una concepción poco pueril sobre la niñez, The Switch es una película más que atendible. Soltera y con la presión de un reloj biológico que sobrepasa los cuarenta abriles, Kassie Larson siente el deseo irrefrenable de ser madre pese a que aún no haya dado con el príncipe azul (cualquier parecido con la vida de Jennifer Aniston difícilmente sea casualidad). Decidida a someterse a la inseminación artificial de un apuesto donante (Patrick Wilson) y a mudarse al campo para una crianza tranquila, su mejor amiga organiza una celebración donde su mejor amigo, ex pareja y secretamente enamorado Wally (Jason Bateman) trueca la “carga” del frasco -el “switch” del título original- por la propia en el anonimato del baño. Seis años después, ella y su hijo vuelven a la gran ciudad e irrumpen en la apaciguada vida de Wally, quien se encariña con el pequeño. Protagonista de Hancock (2008) y de la muy interesante pero inédita Extract (2009), última película del creador de Beavis and Butt-Head Mike Judge, Jason Bateman es un actor que reclama un protagónico que, a la manera de Robert Downey Jr. en la saga IronMan (2007 y 2009) o Johnny Depp en la trilogía Piratas del caribe (Pirates of the Caribbean), lo catapulte al estrellato que sus condiciones merecen. Actor de rostro aniñado y de porte cansino, Bateman le da a Wally Mars la carnadura necesaria para hacerlo creíble aún en las situaciones más inverosímiles. Por otro lado, Papá por accidente propone un interesante abordaje sobre la incomprensión infantil y la falta de comunicación entre padres e hijos. Porque allí donde la trama invitaba a una caricaturización del chico colocándolo en el un lugar relegado o burlón por sus características irremediablemente freaks (su soledad, su colección de marcos con sus fotos originales), Josh Gordon y Will Speck -los mismos de Deslizando a la gloria (Blades of Glory, 2007)- lo construyen con una fineza y delicadeza poco usual para el habitual trazo de las comedias más exitosas, con el cercano y triste ejemplo de la “reflexión” sobre “temas importantes” de Comer Rezar Amar (Eat Love Pray, 2010). Es sobre esa justificación y el fino equilibrio entre el chico que no sabe y el padre culposo que lo oculta donde descansa el raro mérito de este film. Papá por accidente sorprende transformando una potencial ñoñería romántica en una reflexión sobre la soledad y la infancia. Más vale tarde que nunca,la tercera fue la vencida para Jennifer Aniston.
El nombre de Jennifer Aniston se convirtió últimamente en sinónimo de mediocridad a la hora de ver una película protagonizada por ella, con esos personajes insulsos que interpreta, donde ni siquiera cambia su look, ya que siempre se ve igual en todos los filmes. Papá por accidente es el primer proyecto decente que Aniston pega en bastante tiempo, donde demuestra que es una buena actriz cuando no pone la firma para laburar en cualquier cosa. A este estreno lamentablemente le juega en contra los trabajos malos que Jennifer hizo hace poco y que pasaron por los cines locales como El caza recompensas y Nuevamente amor que desgastaron su imagen. Si sufristes esas historias podrías llegar a creer que esta nueva película es lo mismo pero la verdad que no es el caso. La figura principal de esta propuesta en realidad es Jason Bateman, un actor que viene creciendo en el cine y se destacó con muy buenos laburos en Juno y Amor sin escalas. Acá es el gran protagonista que genera el conflicto cuando decide reemplazar el semen de un donante por el suyo, para que su amiga (Aniston) quede embarazada a través de un proceso de inseminación artificial. La historia se enfoca principalmente en su personaje que es un tipo pesimista y negativo al comienzo del film y va cambiando la mirada de la vida cuando nace el hijo de su amiga que no deja de ser también su hijo biológico. La idea de la trama es interesante por las situaciones que atraviesan los personajes principales y en este caso los protagonistas está rodeados por grandes actores como Jeff Goldblum y Juliette Lewis que tienen buenos momentos a lo largo del film. Especialmente Goldblum. Hace poco tuvimos en la cartelera otra comedia malísima como fue El plan B, con Jennifer López que tocaba una temática similar, pero en este caso se nota que detrás del film estuvieron los productores de Pequeña Miss Sunshine y Juno. Acá los personajes son mucho más interesantes. Si bien Papá por accidente no logra evitar estancarse en la fórmulas ultra trabajadas en la comedia romántica hollywoodense de estos días, es justo destacar que es un película entretenida donde no te vas a comer el mismo garrón que los últimos fiascos de Aniston y eso ya de por sí es un alivio.
De misántropo “dark” a feliz jefe de familia “Hay veces en que todas las piezas caen en su lugar”, constata con mal disimulada autosatisfacción Wally Mars. Lo que Wally no sabe es que no habla de sí mismo, sino de la película que lo contiene. Basada en un relato de Jeffrey Eugenides al que tergiversa sin miramientos, Papá por accidente (abismal título local para The Switch, “el cambio”) es una de esas películas que –producto del esfuerzo hecho para que todas las piezas encajen– terminan más enroscadas que el contorsionista de la historieta de Trillo y Mandrafina. Más que un cuento, un teorema: cómo partir de un misántropo dark y llegar a un padre y marido feliz, sin producir cambios convincentes entre un polo y otro. Entregándole además en bandeja –es una comedia romántica– a la “linda” de la película. O eso es, al menos, lo que la maquinaria promocional viene intentando vender sobre Jennifer Aniston, desde los tiempos de Friends. “Dejate de wallear, por favor”, suplica Kassie (Aniston) a Wally (Jason Bateman, de La joven vida de Juno y Amor sin escalas), dándole nombre a la condición de neurótico y pesimista extremo. Eso es en la primera parte de la película, la parte buena, que es la que precede a la cura y corrección de Wally y su conversión en súbito héroe romántico. ¿Que algo semejante sucedía en Mejor imposible? Sí, con la diferencia de que allí se narraba el proceso de conversión del protagonista, cosa que aquí simplemente se da por hecho. Antes de buenificarse, Wally es el típico ácido de comedia (llamémosle Woody, Seinfeld, Larry David) que despotrica ante versiones de Hamlet en pelotas, abomina de las sonrisas XXL y es incapaz de salir con una chica sin imaginarse el peor de los futuros junto a ella (y describírselo con lujo de detalles, por supuesto). Si combina en una fiesta pastillas y alcohol, Wally puede empeorar, “secuestrándole el embarazo” a su mejor amiga. A los treinta y pico, a Kassie le agarró la impaciencia y se consiguió un donante de esperma. Ahí es donde Wally va a entrar al baño y cometer su peor fechoría. No hay problema. Total, cuando lo descubran, el guión lo va a castigar con el premio mayor. Will Speck y Josh Gordon habían dirigido Patinando a la gloria, que aquí salió directo a DVD y es una de las cimas del Will Ferrell más desaforado. Lejos de todo desafuero, Papá por accidente (título que suena a Fred McMurray y Hayley Mills) aspira, en cambio, a comedia romántica clásica. Dos protagonistas con buen timing, un par de secundarios que les dan cuerpo a papeles que no lo tienen (Juliette Lewis y Jeff Goldblum, dos bienvenidos comebacks), Nueva York de fondo, una puesta en escena fluida y elegante. Todo bien con eso, no hay nada de malo mientras sea orgánico. El problema es la descalabrada operación de transformismo que se intenta practicar aquí, pasteurizando como comedia romántica un texto que es pura neurosis y disfuncionalidad. Publicado en The New Yorker, Baster, el relato de Jeffrey Eugenides (autor de Las vírgenes suicidas), termina en el momento en que nace el hijo de Kassie. Cosa que en la película sucede... a la media hora, más o menos. Cartel de “Siete años más tarde” de por medio, lo que viene de allí en más es invención pura. Lo que tampoco tendría nada de malo, si fuera en verdad invención y no pura convención a contramano.
La paternidad, en su versión más neurótica Para algunos puede ser una mala noticia y para otros, una buenísima, pero bien vale explicarlo desde un principio: Papá por accidente no es una película de Jennifer Aniston, sino una película con Jennifer Aniston. Aquí, el que conduce la historia, su narrador y protagonista, es Wally Mars, el personaje que interpreta Jason Bateman. A diferencia de muchas de las comedias románticas de los últimos años, que parecen regocijarse en mostrar a sus heroínas como un amasijo de neurosis y conflictos -que el hombre en cuestión ama a pesar de todo-, en este caso es él quien tiene necesidad de un buen terapeuta. Wally no consigue sostener una relación sentimental y ama a su mejor amiga, Kassie (Aniston), aunque no se anime a aceptarlo ni frente al espejo. Así, sus fobias y visión pesimista de la vida -el dirá que es realista- empeoran cuando Kassie decide ser madre por medio de un donante de esperma. Sin salir a la búsqueda apurada y torpe del remate cómico, la película se toma el tiempo para establecer la visión del mundo según Wally, para entender cómo es que termina "secuestrando" la inseminación de su amiga. Basado en un cuento del novelista Jeffrey Eugenides ( Las vírgenes suicidas ) y dirigido por Josh Gordon y Will Speck ( Deslizando a la gloria ), el film, en apariencia, pertenece al género de la comedia romántica, aunque de hecho en su desarrollo impone sus propias reglas, coqueteando con las risas pero sin desatender ciertos pasajes dramáticos. Especialmente cuando el protagonista comparte escenas con Sebastian (Thomas Robinson), el pequeño hijo de su amiga; con su jefe Leonard (un gracioso Jeff Goldblum), y la excéntrica Debbie de Juliette Lewis. Ese complicado equilibrio entre un tono y el otro se mantiene, en gran medida, gracias a la actuación de Bateman. El actor, de larga trayectoria en la TV norteamericana, hace de Wally un personaje interesante, herido emocionalmente y profundamente humano. Y, por una vez, a la chica le toca ser la persona fuerte, inteligente y valiente que lo ama a pesar y gracias a cómo es.
Apuros, neurosis, amor Poco relevante resulta que esta nueva comedia romántica con Jennifer Aniston en piloto automático se haya inspirado en un cuento de Jeffrey Eugenides (responsable de Las vírgenes suicidas) más que haberle encontrado un partenaire ideal como Jason Bateman para jugar los roles de padres modernos e irresponsables. Producto de los tiempos que corren Papá por accidente (lamentable titulo local para The switch) empieza como una comedia ácida que pone en primer plano los conflictos de un neurótico de Nueva York –que no es Woody Allen- llamado Wally (Jason Bateman) que se verán agravados cuando su amiga solterona Kassie (Aniston) le pida ayuda para encontrar un donante de semen, dado que su cuarto de hora para la maternidad está pasando y prefiere embarazarse artificialmente para luego buscar un padre en el futuro. Podría decirse entonces que la premisa de las decisiones apresuradas que conducen a situaciones problemáticas se dispara en el momento en que por una circunstancia azarosa Wally reemplaza el esperma del donante por el suyo, en otro acto de desesperada irresponsabilidad. Hasta este punto la comedia dirigida por la dupla Will Speck y Josh Gordon (Deslizándose a la gloria) transita por los carriles convencionales, aportando una serie de secundarios graciosos entre quienes se destaca Jeff Goldblum como el amigo experimentado de Wally. Sin embargo, lejos de agotarse en la anécdota de la madre soltera y el neurótico pesimista, tras una elipsis de 7 años el relato introduce el conflicto de la crianza de un niño bastante particular (poco sociable e hipocondriaco) sin una figura paternal sólida y prácticamente sin familia. Así las cosas, la figura de Wally pasa a ocupar el centro -junto al niño- al transformar su neurosis en los prolegómenos de la paternidad a distancia, primero como el consabido amigo que cuida a la criatura cuando mamá sale con su novio y luego como sostén afectivo ya que no puede contarle a kassie la verdadera historia y mucho menos a partir de la irrupción de un tercero (Patrick Wilson), antiguo donante que se enamora de ella pero que no logra conectarse con su supuesto hijo. La química faltante entre Bateman y Aniston se compensa con creces cuando entra en escena el pequeño Thomas Robinson, mimetizándose con los comportamientos y actitudes de su verdadero padre y entregando el costado dramático y emotivo para coronar una ajustada comedia romántica (no solo es el amor de pareja sino el de padre e hijo), con aires de moralina políticamente correcta, que sin embargo puede disfrutarse.
Neuróticos anónimos Jason Bateman y Jennifer Aniston, en una comedia de enredos sobre un hijo inesperado. Las promociones dirán, obviamente, que es una comedia romántica con Jennifer Aniston. Y no mentirán ya que, en cierta manera, lo es. Pero en realidad se trata de algo diferente. Más que ella, el protagonista es el notable Jason Bateman (el padre adoptivo de La joven vida de Juno , el jefe de Clooney en Amor sin escalas , el protagonista de esa gran y poco vista sitcom que fue Arrested Development ). Bateman es un gran comediante -gran actor- y aquí encarna a Wally, un neoyorquino neurótico y pesimista que puede competir tranquilamente con Woody Allen en depresiones y obsesiones macabras. Pero es más joven y “presentable”, por lo cual su personalidad termina siendo insoportable para quienes lo rodean. Y especialmente para sus citas, quienes tras escucharlo un rato, o largan a llorar, se deprimen o directamente abandonan la salida. Pero Wally tiene un cable a tierra y ella es Kassie (Aniston), con la que salió brevemente tiempo atrás (imaginamos que ella no toleró su oscuridad y/o sus sweaters rayados) y ahora han quedado como mejores amigos. Kassie ronda los 40 y quiere tener un bebé. A falta de pareja, optó por la inseminación artificial, algo que a Wally le molesta y fastidia. ¿Por qué no su esperma? Bueno, Kassie le confiesa que no desea que su hijo tenga genes parecidos a los suyos... Kassie se embarca en un proceso por el cual conoce a un profesor universitario (el rubio Patrick Wilson) que ofrece lo suyo porque necesita dinero para comprar una casa con su novia. Y la amiga de Kassie (Juliette Lewis) arma una fiesta alrededor del evento. Y Wally, en el primer momento clásico de enredo del filme, borracho y frustrado, termina sin querer reemplazando el esperma del donante por el suyo. Pero nadie se entera. Ni él mismo, de hecho, demasiado pasado de copas. Kassie queda embarazada, se va a tener a su hijo a su pueblo natal, pasan varios años y vuelve a Nueva York. Wally, igual que siempre. ¿Qué ha pasado en el medio? Lo imaginable: el niñito es una copia fiel al padre. Y mientras Kassie se reencuentra con el que ella cree que es el verdadero (que se separó), el niño comienza a relacionarse con “el tío Wally” con las previsibles confusiones. La rareza de Papá por accidente es que es un filme a mitad de camino entre dos géneros. Parece pivotear entre la comedia dramática, digamos, “independiente”, con Bateman como un personaje al borde de la depresión crónica y centrada en sus problemas de conexión con el mundo: es allí donde el filme hace notar que proviene de un texto de Jeffrey Eugenides, el autor de Las vírgenes suicidas y Middlesex : se trata de un cuento titulado Baster y publicado en The New Yorker en 1996. El filme lo toma, apenas, como punto de partida. Y, por el otro, propone los conflictos y enredos típicos de la comedia romántica convencional, con escenas que no parecen del todo corresponderse con las demás (en especial, la involución del personaje de Wilson) y que quedan un poco descolocadas aunque, sin duda, ayudarán a que la película sea más comercial. Un poco Allen, un poco Stiller, el secreto es Bateman, especialmente cuando debe lidiar con su “mini-yo” (Thomas Robinson) en escenas que son graciosas y tiernas. La “envoltura” del filme de Will Speck y Josh Gordon (los mismos de la bizarra comedia con Will Ferrell, Blaze of Glory ) es curiosa pero no termina de arruinar lo que es, en definitiva, la pintura de un hombre en crisis, que no sabe bien cómo afrontar su vida hasta que la realidad se le presenta y lo obliga a tomar decisiones importantes. Entre ellas, abandonar los sweaters con rombitos. No da.
Una ciudad con gente sola de buen corazón Jason Bateman, secundado por Jennifer Aniston, es el protagonista de este film que narra la historia de un hombre enamoradísimo de su amiga y, también, la ansiedad de ella por convertirse en madre. Efectivos enredos de diseño. La ciudad como territorio propicio para el desarrollo de neurosis varias es uno de los tópicos del cine de las últimas décadas. Ahí está el inevitable Woody Allen que, con altas y bajas, mostró como nadie, casi siempre en tono de comedia, las taras de hombrecitos abrumados por relaciones difíciles, sumergidos en el trabajo para llenar los tiempos muertos y con la hipocondría como síntoma distintivo de la soledad. Papá por accidente trabaja sobre el mismo tema, con Wally Mars (Jason Bateman), un personaje huraño, hosco y claro, perdidamente enamorado de Kassie Larson (Jennifer Aniston), su mejor amiga. Por supuesto, la película muestra que son el uno para el otro, sólo que ellos no quieren o no pueden aceptarlo. El asunto toma algún interés a partir de la necesidad de Kassie, por esas cosas del reloj biológico, de querer ser madre. Y ahí va la moderada heroína de la modernidad, en busca de un donante al que encuentra, como no, y que de yapa es apuesto, vital y buena gente. En el medio, Wally, el verdadero protagonista de la historia –porque hay que tener en cuenta que Aniston es sólo la partenaire de Bateman, aquí como el personaje prototipo del sufrimiento urbano– se emborracha, cambia frasquitos, y bueno, lo que sigue es un niño tan neurótico como su padre biológico, un semental que supone que tiene un hijo y una pareja– aunque los espectadores y la película (no los personajes) saben que no es así– y una cuarentona que está buena, que es simpática, que es exitosa, pero que no sabe para dónde disparar, casi el abc de la carrera de Aniston fuera de la serie Friends. Sin embargo, es injusto incluir a Papá por accidente en las decenas de comedias sobre el mismo tema que se hacen cada año. Es cierto que el film tiene muchas, demasiadas líneas parecidas a otros relatos, pero el equipo de producción, que tiene en su haber joyitas como La joven vida de Juno (2007) y Pequeña Miss Sunshine (2006), acierta cuando ubica en el centro de la historia a Bateman, un gran actor que a partir de la serie Arrested Development, ganó visibilidad y que en la película aporta su estilo seco y contenido, que combina muy bien con el papel sufriente y edulcorado de la buena de Jennifer. Es cierto, es un film de diseño (diálogos ingeniosos, situaciones simpáticas, un niño adorable), pero correcto en sus módicas aspiraciones.
La dudosa inseminación. Kassie cumplió los 40 y sigue sin encontrar a su príncipe azul. Decide no esperar más y recurre a la inseminación artificial para tener un bebé. Siete años después vuelve a Nueva York y se reencuentra con su neurótico e inseguro mejor amigo, Wally, quien, curiosamente, comenzará a sentir una fuerte e inexplicable conexión con el hijo de Kassie, Sebastian, un niño con el que comparte algo más que sus múltiples manías y excentricidades. Claro que para llegar a esta instancia, los debutantes Gordon y Speck primero quieren hacer creer que se puede intercambiar alegremente el semen de un donante por el de otro en el mismo recipiente sin perder su efectividad. El buen trabajo de Jason Bateman no alcanza para redondear el filme. Quizá el enredo sea excesivo o el final, previsible. Pero hay algo que atenta contra esta comedia.
La Gran Sorpresa Sí, me estoy refiriendo a The Switch, (que se podría traducir como El cambio) y que por estos pagos fue bautizada con el desmerecido título Papá por Accidente, nuevo vehículo para el lucimiento de Jennifer Aniston quien tuvo el buen tino de elegir como compañero de fórmula (hace rato que ella es productora de sus propios films) a ese gran actor y comediante que es Justin Bateman (Juno; Arrested Development en televisión). Es la historia de una mujer soltera de 40 años quien siente con ansiedad el paso de su reloj biológico y desea ser madre, para lo cual busca un donante de esperma que le satisfaga su deseo en el entorno de una fiesta en el que suceden algunos desopilantes tropiezos Con algunos años de diferencia, Kassie (el personaje interpretado por la actriz de Friends) vuelve a New York a establecerse con su hijo, y es allí donde se da una profunda conexión con su hasta entonces amigo Wally (Bateman) quien deberá lidiar con el hijo del donante que no conviene develar aquí su origen. Con algunos matices de Cuando Harry Conoció a Sally, el film se destaca por su maravilloso guión (La alusión a Diane Sawyer es muy graciosa) y por la exacta, emotiva y honesta composición de Justin Bateman a quien deberíamos ver más seguido en pantalla.
Papá por Accidente -nuevo patético título argentino- representa la tercer película que vemos en este año de Jennifer Aniston en la gran pantalla, luego de las fallidas El Caza Recompensas y Nuevamente Amor. Acompañando a "Rachel Green" encontramos a Jason Bateman, quien también tiene dos films estrenados este año como Amor sin Escalas y Solo para Parejas, ambas con bastante mejor suerte que Jennifer sobre todo por el film dirigido por Jason Reitman. Estos talentosos actores se unieron para contarnos la historia de Wally y Kassie, dos personas que comparten una amistad de varios años de existencia, luego de un breve amorío. Wally es una persona bastante neurótica, hipocondríaca e insegura, que no consigue encontrar una pareja estable justamente por todas esas obsesiones psicológicas que posee. En cambio Kassie es una muchacha mucho más simple, decidida y segura de si misma, que desea como a nada en el mundo ser madre, debido a que su reloj biológico comienza a avanzar en su cuenta regresiva. Más allá de tener dos personalidades bastante diferentes logran complementarse perfectamente y llevar adelante una gran relación, que esconde ciertos restos de aquel viejo y corto amor. El problema en esta amistad se da cuando Kassie le plantea su más profundo deseo a Wally, desencadenando varias fricciones e inconvenientes, erosionando demasiado la sólida relación y causando un momentáneo distanciamiento. Wally y Kassie se reencuentran en la "Fiesta de Inseminación" organizada por Debbie, una amiga de ella. Es allí que Wally conoce a Roland, el donante. Por culpa de todo el alcohol que ingirió cambia "accidentalmente" las muestras de esperma que va a utilizar Kassie, convirtiéndose en el padre del hijo que ella da a luz luego de una repentina mudanza a Nueva York. Obviamente que ella no es conciente de este cambio, incluso él tampoco debido a que la terrible borrachera borró varios importantes detalles de aquella noche. El interesante meollo de la cuestión de Papá por Accidente se da cuando Kassie y su hijo Sebastian vuelven a sus pagos siete años después y entablan nuevamente la relación con el melancólico, pesimista y solitario Wally. Quizás muchos piensen que es una comedia más de Jennifer Aniston y es allí donde surge una gran equivocación. Aquí el protagonista es Jason Bateman, corriendo totalmente a Aniston a una labor totalmente secundaria. Hace algunos años que Bateman se viene destacando en el cine y aquí interpreta un gracioso y creíble personaje, en donde el buen resultado de la película se da en gran parte por él. Por otro lado tenemos una opacada actuación de Jennifer Aniston, donde claramente se puede ver que los directores Josh Gordon y Will Speck optaron por darle todo el lucimiento a Bateman y sacar un poco de plano a la cuarentona de Aniston. Entrando de lleno en su labor, no hay mucho que destacar, solo que prende el piloto autómatico y actúa en un registro bastante similar a sus actuaciones anteriores. Thomas Robinson es el hijo de Aniston, siendo -junto con el actor de Juno- lo mejor en el film, además de Jeff Goldblum y Juliette Lewis, que también llevan adelante dos caracterizaciones con muy buenos momentos. Si las actuaciones mencionadas, la historia y algunos momentos graciosos son lo mejor en este film, hay que destacar que lo negativo lo encontraremos en la desdibujada construcción del personaje de Kassie y en la repentina y forzada resolución de algunas situaciones, que pueden dejar bastante descolocado al espectador. Papá por Accidente es una interesante comedia con bastante sustento en su historia y muy bien actuada, que más alla de algunos detalles representa una grata sorpresa en esta temporada.
Se supone que el crítico –los que aspiramos a serlo–, a la hora de sentarse a juzgar una obra debe escribir un texto argumentativo –con mucho, o poco, de literario– y fundamentar cabalmente su hipótesis, en nuestro caso: tal película es buena o tal película es mala, con sus variantes, claro. Se supone. Se supone también que el crítico mira muchas, muchísimas películas para tener un corpus lo más amplio posible, y por eso además lee como un condenado acerca de cualquier cosa, porque el crítico debe ser ante todo curioso. Debe contar con muchas herramientas. Pero, aunque por momentos no parezca, el crítico es una persona, y a veces el capricho, el gusto, la subjetividad pura se entrometen en el camino de la argumentación, y uno, que aspira a ser ése crítico, se encuentra diciendo: “No está mal”; “No me termina de convencer”. En ocasiones, una película un sábado a la tarde en julio no es la misma que la de un lunes de marzo a la mañana. Y ahí, quizá, nos encontramos “flojos de papeles” para argumentar a favor o en contra de una película. The Switch (como demasiadas otras veces no voy a dignificar el titulejo local) me deja floja de papeles. No sé si es mi reloj biológico que hizo migas con el del personaje de Aniston, si fueron mis hormonas que andan como locas, si fue Jason Bateman que me vende cualquier cosa o si fue el jueves a la tarde, pero a mí esta película me gustó mucho. The Switch es previsible y no nos cuenta nada nuevo: Kassie es una mujer que araña los cuarenta y tiene deseos de ser madre, pero como no está dispuesta a esperar al “hombre indicado” –como si tal cosa existiera–, decide recurrir a un donante (como en la película esa con Jennifer López, pareciera que para actuar de inseminada artificialmente hay que llamarse Jennifer). Kassie tiene un mejor amigo, Wally, un pesimista, un neurótico, un Seinfeld, un Larry David, ese amigo necesario que te baja a la realidad de un hondazo. En una noche de borrachera, en plena “fiesta de inseminación”, Wally tira “sin querer” el semen del donante y lo reemplaza por el suyo, de lo que se olvida por años. Kassie se muda de Nueva York a su ciudad natal para tener a su hijo y vuelve a los siete años (un prolijo cartel establece el tiempo) con un mocosito llamado Sebastian que es igual a Wally, neurótico, oscuro y de ojitos tristes. Como verán, la trama no es mucho más que una sucesión de lugares comunes. Pero a mí esta película me gustó mucho. Es que por otro lado Bateman y Aniston funcionan muy bien juntos; los diálogos, sin ser brillantes, tienen rapidez y un buen timing; los personajes secundarios, si bien están algo desaprovechados, aportan gracia y suman en el momento en el que la película oscila hacia la comedia (nunca se define del todo entre la comedia y el drama); el nenito es la mar de encantador (o tal vez sigan siendo mis hormonas) y está una cinematográfica Nueva York de fondo. Y no tengo mucho más para agregar, la película va remontando conforme pasan los minutos y hacia el final tiene un gran momento en el que no se explica nada y lo que pasa parece abrupto e irreal, pero es que en verdad ya no hay demasiado para decir ni mostrar y la película se hace cargo de su condición de “comedia romántica” sin más trámite. Es cierto que se borra un poco con el codo la personalidad de Wally en función de un cierre familiero, pero por ahí queda un portarretrato que nos dice que quizá no tanto. Y no puedo defender más que con estos flojos papeles a The Switch, no es una gran película, quizá en unos meses ni siquiera sea buena. Pero a mí me gustó mucho.
El cambiazo En Baster, el pequeño relato que Jeffrey Eugenides, una pareja de novios queda embarazada y aborta, más luego se separan y después de unas idas y vueltas sin que ninguno haya formado pareja estable, la chica, que ve que su reloj biológico la apura, decide tener un hijo por inseminación con esperma de un donante extraño. En tanto, el antiguo novio, despechado por verse afuera de una condición de padre que antes se le negó y que ahora se le regala a un desconocido, decide intercambiar la materia prima ajena por la propia y volverse padre por engaño cual venganza secreta contra su novia y contra el destino. Así termina la obra de Eugenides y allí es donde empieza Papá por accidente, la película que nos convoca y que dice basarse en esta obra publicada por el New Yorker en 1996. Pero, aunque se declare la inspiración con nombre y apellido, las diferencias entre inspirador e inspirado son notorias y de raíz, porque la primera es una historia de neurosis y traición, mientras que la segunda es, y no debemos perder nunca de vista esta condición, una comedia romántica que cumple con todos y cada uno de los requisitos que el género exige. La película también arranca con el cambiazo del blanco elemento (por eso, el mucho más potable título en inglés es The Switch), pero el trueque no se hace con ansias de venganza sino por una borrachera . De hecho, el padre se entera de su condición de tal siete años después, cuando el fruto de su simiente se le presenta en vivo y en directo y resulta tener sugerentemente el mismo carácter “difícil” de su progenitor. El tipo será un neurótico y pesimista de aquellos (así lo vemos al siempre solvente Jason Bateman), pero no es un jodido como su alter ego literario, o sea que siempre habrá lugar para la redención. Y acá, disfrazados y modernizados, pero siempre los mismos viejos conocidos, operan a pleno los principios de la comedia romántica. Está la pareja que todos sabemos (menos ellos, está claro) son “el uno para el otro”. También está el conflicto: uno es inmaduro amargado y la otra quiere crecer. Y por último, la revelación que produce el cambio y asegura la posibilidad de amor eterno, acá a la sazón, la subconscientemente deseada, pero no buscada, experiencia de la paternidad. Está dicho, Papá por accidente es decididamente una comedia romántica, pero la pregunta del millón es si es una de las buenas. Bueno, acá las cosas no están tan claras. Para empezar, y sobre todo para los que nos gusta el género, debemos agradecerle que sea una comedia entretenida. Sin embargo, el primer problema lo trae Jennifer Aniston: la pobre no proyecta otra imagen más que la sombra de la Rachel de Friends, y cuando le vemos esa cara cachetona de nada entendemos por qué Brad Pitt la amuró para irse con la tocadita Jolie. Por el contrario, a Jason Bateman le creemos que es un tipo problemático pero con posibilidades, y su relación con el nene anota los puntos más altos de la película. Nos cae irremediablemente simpático que, por ejemplo, le aconseje a su hijo hacerse el loquito raro para que los chicos no lo ataquen en el colegio o que termine con resignación ?y un poco de alegría? sacándole los piojos, especie de karma universal que convierten a un niño en paria social. Aunque por la relación señor inmaduro-niño freak podría parecerse, esta película no es Un gran chico. Para eso le faltaría primero aprobar unos cuantos niveles en la escuela de guión de Nick Hornby, pero además, y acá viene el segundo problema que nubla los resultados del film, el final deseado que busca Papá por accidente no es el crecimiento personal del protagonista sino la concreción de una pareja feliz. About a boy tenía la inteligencia de no engramparle a Hugh Grant la madre hippie del nene, pecado en el que sí cae el film de Josh Gordon. Es que, como viene denunciando hace tiempo este blog, esta película también es víctima del “síndrome los Benvenuto” (entendido como la pulsión irrefrenable de aplicar en forma irrestricta el principio “lo primero es la familia”). Entonces, presenciamos con lujo de detalle cómo Bateman gana en madurez por el contacto con su hijo, pero ¿qué pasa con la madre? Papá por accidente parecería decirnos que basta con ser un buen padre para convertirse inmediatamente en un buen marido, y que alcanza con compartir el proyecto común de una familia para que una mujer se convierta en la indicada. Acorde con esa idea, la película se olvida de mostrarnos cómo crece la empatía entre la pareja protagónica y se contenta con ofrecernos como solución para el final la ecuación buen papá = buen esposo. Todos sabemos que con esa condición no alcanza, pero a la película, a los fines narrativos que persigue, parece no importarle. Por eso, podemos perdonarle que para convertir el texto de Eugenides en una comedia se tiña todo un poco de rosa y se nos ahorren resentimientos, abortos y crueles venganzas reemplazándolos por amigos, borracheras y padres cariñosos. Aunque no estoy tan segura de hacer la vista gorda a una simplificación que nos impida el placer de disfrutar, paso a paso, de la experiencia de ver a dos personas enamorándose u odiándose. Se sabe que para eso vemos comedias rosas y no debería haber motivos morales, demográficos o reproductivos que nos priven de ese derecho.
¿Es o no es? Papá por accidente parece una comedia, por la velocidad en los diálogos, la utilización de los actores secundarios (Juliette Lewis, Jeff Goldblum, Patrick Wilson) y la forma en que los tiempos de cada escena se van dando, pero no lo es del todo. Parece un drama, por cómo Wally (Jason Bateman) se piensa a sí mismo y reflexiona sobre los hechos que vemos, pero nunca llega a profundizar esa vertiente, ni a ponerse demasiado seria. Parece una romántica, por la forma en que el vínculo entre Wally y Kassie (Jennifer Aniston) se va edificando, con sus idas y vueltas, hasta el previsible final, pero tampoco. Es esa indefinición la que convierte a Papá por accidente en una película irregular, pero, a su vez, en un producto interesante, toda vez que va derribando nuestras expectativas y nos pone a pensar sobre lo que estamos viendo y los mecanismos del relato. Puede que todo esto haya sido deliberado (después de todo los directores Will Speck y Josh Gordon son los mismos de la desaforada y divertida y alocada Deslizando a la gloria, con Will Ferrell), pero también puede que no (como verán, el crítico está un poco confundido a la hora de analizar el film). Sin embargo hay algo que hace pensar que sí, y es la manera en que los conflictos se resuelven, sobre todo el central: la relación entre Wally y Kassie. Casi como una red protectora, la neurótica personalidad de Wally es mechada con instancias donde se va definiendo su relación con Kassie. Es en esos instantes, donde el film se pone autoconcientemente en plan comedia-romántica. Y ver cómo las cosas se resuelven, sin el falso suspenso típico del género acerca de si terminarán juntos o no, deja evidencia no sólo que la indefinición genérica no lo es tanto, sino además que lo romántico del asunto es más funcional que fundamental. Y la clave final, y más evidente, es que Papá por accidente no es tanto una con Aniston y Bateman, sino una con Bateman y donde Aniston tiene un personaje de segunda importancia. Incluso, el hijo de Aniston, Sebastian (Thomas Robinson), es más trascendente dado que lo que la película trabaja esforzadamente es la personalidad de Wally. El tipo, un cuarentón solterón, tuvo una relación pasada con Kassie, pero ella pasó de esa etapa y ahora persisten como mejores amigos: y esto a pesar del pesimismo y la neurosis extrema de él. Kassie no lo tiene en cuenta, al nivel de querer tener un hijo por inseminación artificial y ni siquiera pensar en su esperma. Así que en la “fiesta de inseminación” que ella da con amigos, Wally totalmente borracho terminará cambiando el contenido de cierto frasco y -¡elipsis!- el primogénito terminará siendo un Wally talle chico y no un hijo del verdadero donante. Papá por accidente, entonces, es Wally. Y Wally enfrentado a sus miedos y a su platónica relación con Kassie y a su progresivo vínculo con Sebastian. Y, también, a su excesivo nivel de honestidad brutal para con el mundo. Aclaro que no veo en el film una modificación forzada en la personalidad del protagonista, sino una sincera movilización interior. Más que misántropo, Wally es tímido, introvertido, pulcro. Y, además, lo juega Jason Bateman, alguien que nunca se va a recostar en el cinismo (como sí lo haría un Kevin Spacey, por ejemplo) y, de hacerlo, demuestra que esa no es más que una herramienta de autodefensa de algún personaje patético e irritante (el jefe de Clooney en Amor a distancia). Digamos, que gracias a Bateman y al pequeño Robinson es que el film gana puntos, suma honestidad y se convierte en una mirada sensible sobre cómo un padre no tanto lo es, sino que se hace. Es verdad que hay un asunto que deja algunas dudas y es cómo el film tiene una mirada biologicista, en la que lo genético es tan importante que hasta termina condicionando algunos comportamientos de los personajes. De hecho, lo peor del film es el personaje de Patrick Wilson (el donante que intenta una relación con Aniston), que sin demasiada explicación pasa de buen tipo a estúpido de competencia, y con el cual el pequeño Sebastian no termina de congeniar nunca. Sin embargo, Papá por accidente termina funcionando porque -y esto es muy importante- Aniston y Bateman forman una pareja real, con química, que hace posible esa violencia con la que lo romántico irrumpe abruptamente. Gordon y Speck trabajan aquí en un registro muy diferente al de Deslizando a la gloria, lo hacen con conciencia y total explicitud de los instrumentos que utilizan (a lo mejor, al extremo de que nos importe más el mecanismo que el cuento) y hacen pensar en el futuro de esta dupla como un terreno donde los imprevisible puede surgir en cualquier momento.
Díselo a alguien Los miedos frente al coraje, correr riesgos y enfrentar nuevas situaciones, frente a quedarse en un lugar más o menos cómodo esperando que las cosas sucedan. El tema o esos temas son tan viejos como la capacidad de sentir y razonar del ser humano, y se han dicho, escrito, cantado, filmado y pintado miles de obras de arte en alusión a ellos, tal vez tratando de sublimar algunas de las sensaciones que provocan semejantes dilemas, y la necesidad de resolverlos que cada persona enfrenta en su vida. Busco mi destino (película de culto del cine independiente), ¿Quién se ha robado mi queso? (un best seller literario), los cuadros de Hopper, o el Himno a la alegría, de Ludwig van Beethoven, tienen probablemente más cosas en común de lo que imaginamos, siendo lo más obvio la necesidad de decir algo que no se sabe qué es o cómo o dónde decirlo. A gran escala puede decirse que Papá por accidente trata sobre eso como tema principal. Wally y Kassie son viejos amigos en la ciudad de Nueva York. Hubo algo entre ellos en el pasado pero aparentemente ya no más, hasta que Kassie manifiesta por primera vez su deseo de ser madre a través del método de inseminación artificial, pues ha sido incapaz de construir una pareja y a través de ésta aspirar a una familia. Las cosas no dichas (por el motivo que sea), empiezan a jugar desde entonces un papel aún más importante en los enredos de estos personajes y de quienes los rodean. Lo mejor, por venir Durante una “fiesta de inseminación” el amigo Wally, borracho, comete un accidente y debe reemplazar por el propio el esperma que el donante le entregó a Kassie. De allí en adelante ocurre lo mejor de la película. Hay mucha tela para cortar como espectador de esta comedia (dramática por cierto) que explora un caso estadísticamente probable: en Nueva York viven casi nueve millones de seres humanos, apiñados con muchas clases de relaciones interpersonales y casos también de connotaciones cercanas. La clase de vidas en departamentos reducidos y pisos de rascacielos donde transcurre gran parte de Papá por accidente es cada vez más una tendencia global.
Papá soy yo Kassie es una cuarentona soltera que ve como su “etapa fértil” está en decadencia, entonces decide hacerse una inseminación. Para ello, empezará la dura tarea de buscar un “donante” adecuado. Wally es el mejor amigo de Kassie, se conocen desde hace 9 años, y es su consejero oficial, y el que a pesar de su desacuerdo acompañará a la protagonista en esta “aventura embarazosa”. Los problemas se acentúan cuando Kassie conoce a Roland (Patrick Wilson), en quien ella cree ver al perfecto donante entonces organiza una “fiesta de inseminación”, a la que obviamente, Wally estará invitado. Pero en medio de una profunda borrachera Wally cambiara el “ofrecimiento” de Roland, por el suyo. Jennifer se muda a otra ciudad por cuestiones laborales y familiares y vuelve luego de 7 años, aun creyendo que Roland es el padre biológico de su hijo Sebastián. Wally sigue igual no ha cambiado demasiado, y recién cuando conoce a Sebastián y ve en el niño ciertas actitudes parecidas a él, empieza a sospechar e intentar recordar lo sucedido aquella noche ayudado por su jefe y amigo Leonard (Jeff Goldblum). Historia bastante original, al menos en un principio, buenas actuaciones con el asegurado carisma intacto de Jennifer Aniston conforman una buena para película para elegir a la hora de ir a entretenerse al cine con una comedia romántica.
Cuando el reloj biológico apura las decisiones... Jennifer Aniston es Kassie, una mujer soltera e independiente cuyo reloj biológico la empuja a la decisión de ser madre. Ella quiere tener un hijo... y realmente no le importa demasiado el hecho de no tener pareja, lo soluciona sencillamente, recurriendo a un dondenate de esperma. Su amigo y confidente Wally (Jason Bateman) es quien hubiese tenido muchísimas ganas de encarar esa vida de pareja con ella. Obviamente, para que pueda seguir jugándose una situación típica de comedia, no logran congeniar y tampoco logra poner en juego todas las herramientas que le brinda una buena amistad, para disuadirla de la decisión que está a punto de tomar. Un accidente -como abunda en toda comedia- hace que el esperma del donante se "extravie" y es Wally quien termina dejando su muestra. Pero tendrán que pasar siete años hasta que la verdad de lo que pasó aquella noche salga a la luz. Tanto para Kassie, como para Wally como para el hijo que tienen en común. Sin duda Aniston después de unas cuantas comedias fallidas ("Nuevamente Amor" con Aaron Eckhart y sobre todo su última "Management" aburrida en grado supremo), vuelve al tono que mejor le sienta, uno similiar a "El objeto de mi afecto" una muy buena comedia con la misma Jennifer y Paul Rudd. En este caso lo que salva a "Papá por Accidente" y la logra sacar adelante a pesar de estar bastante anclada en varios lugares comunes, es la solvencia con la que se manejan la pareja protagónica y por excelentes actuaciones en los papeles secundarios. Jason Bateman (conocido por su trabajo en la serie "Arrested Developement" y que apareció este año en "Amor sin escalas" con George Clooney) da en el blanco en su interpretación de Wally, algo neurótico, obsesivo e hipocondríaco. Y logra una muy buena química con Aniston que vuelve a moverse en la comedia como pez en el agua. Pero sin lugar a dudas la mejor química aparece en la segunda mitad del film cuando Bateman tenga que lidiar con Sebastián, su hijo, quien despliega simpatía y naturalidad y logran juntos las mejores escenas del film con mucha frescura y apelando a la parte más tierna de la comedia. Completan el elenco Patrick Wilson como el donante, Jeff Goldblum como el jefe-compañero de trabajo de Bateman y Juliette Lewis como la íntima amiga de Kassie que la empuja a tomar la decisión de ser mamá. Si bien es una comedia que se aferra a todas las convenciones del género y que sencillamente apenas empieza sabemos sin duda alguna cómo va a terminar, el homogéneo trabajo de elenco y la correcta dirección hace que el interés de la trama no decaiga y que logre brindar un buen momento de entretenimiento.
Un cuarentón neurótico e inseguro (Jason Bateman) se entera que su mejor amiga (Jennifer Aniston) desea tener un hijo aunque sea por inseminación artificial. Angustiado por los avances en la vida de su compañera de salidas, y gracias a una alta dosis de alcohol, reemplaza el semen del donante por el suyo, forzado a vivir desde entonces con el secreto de que es el padre biológico del bebé. Basada en el cuento “Baster” de Jeffrey Eugenides, los creadores de “The Switch” (tal es su nombre original) decidieron no andarse con rodeos y en menos de cinco minutos se enfocan en el quid de la cuestión: la necesidad del personaje de Aniston de convertirse en madre. ¡El problema es que todavía ni siquiera no presentaron de forma acertada a los personajes…! ¿Cómo sentir empatía con estos desconocidos metidos en una situación tan forzada como la que se presenta? He aquí una de las posibles explicaciones al fracaso mundial de esta cinta.