La sombra sobre la inocencia Si bien el terror clase B de nuestros días está ampliando el abanico de temas tratados en consonancia con la buena salud del género en términos internacionales, en varios aspectos continúa arrastrando un conjunto de problemas que van más allá del enclave de los sustos y se extienden a todo el séptimo arte contemporáneo en general. Dos son los inconvenientes principales que atraviesa el cine actual: el primero es la falta de verdadera garra narrativa y el segundo una redundancia que deriva en un déficit muy pronunciado en materia de “entretenimiento” a secas (ya ni siquiera hablamos de productos culturales socialmente valiosos, sólo de distracciones eficaces). Las fuerzas propulsoras fundamentales del horror son de hecho el nervio y el dinamismo, y su ausencia siempre queda en primer plano ante el espectador y deja atrofiado al film en cuestión de una manera tal que lo encarrila al olvido. Y sí, gran parte de la producción cinematográfica del presente pareciera que no tiene sangre en las venas por lo tibia y artificial que resulta a ojos de quienes hemos crecido con una oferta artística más variada, realizada con recursos más limitados que los actuales aunque rebosante de las ideas que hoy faltan. Tomemos por ejemplo la película que nos ocupa, Se Ocultan en la Oscuridad (Be Afraid, 2017), una obra que en otras épocas se hubiese volcado al campo de la desproporción, el sustrato cómico o el gore irrefrenable, pero ahora se nos presenta como un opus de una seriedad casi sepulcral que trata de darle una vuelta de tuerca al engranaje narrativo del “pueblito que esconde un secreto” a través de la repetición ad infinitum de la misma secuencia de amenaza nocturna que muestra poco y nada de los villanos de turno, otra vez unas criaturas fantasmales que secuestran a los niños del lugar. Hasta las clásicas trasheadas del enorme Roger Corman, como Death Race 2000 (1975), Humanoids from the Deep (1980) y Galaxy of Terror (1981), conocían sus muchos obstáculos y -dentro de una procaz cosmovisión de “todo vale”- se corrían de esa máxima cansadora de nuestros días centrada en lo que algunos productores entienden por “apostar a seguro”, léase el rodar la misma obra por milésima vez sin un ápice de innovación o acento distintivo o propensión hacia el collage de antaño. Como era de esperar, Se Ocultan en la Oscuridad es muy prolija porque si hoy existe un rasgo por antonomasia al momento de la constitución del equipo detrás de cámaras, es la profesionalidad técnica (el realizador Drew Gabreski posee una larga experiencia como director de fotografía acumulada durante los últimos años y el guionista Gerald Nott cuenta con un sólido bagaje como editor asistente). Quizás lo más curioso del caso es que la película se las ingenia para construir personajes que se sienten de carne y hueso, lejos de las caricaturas de gran parte del mainstream hollywoodense tradicional, no obstante esa riqueza dramática está desaprovechada porque el convite se enrosca a sí mismo en una trama cíclica y mayormente aburrida en torno a dos viejos tópicos del género, la sombra sobre la inocencia (la captura de pequeños reemplaza al asesinato -o cosas peores- del pasado ya que permite nivelar hacia abajo y castrar al film de todo verdadero peligro), y los misterios subyacentes a las pesadillas en la línea de la franquicia centrada en Freddy Krueger (aquí el protagonista sufre de parálisis del sueño, un desorden que lo deja catatónico y a merced de los seres espectrales). Algunas escenas potables llegando el final no alcanzan para redimir un opus desinspirado y bastante lerdo…
Pueblo chico, bodriazo grande El miedo a la oscuridad es uno de los tópicos mas interesantes para explorar tanto la infancia como la adultez. En ambos estadios la idea de amenaza latente, o temor a lo desconocido encuentra formas de representarse, que siempre terminan por configurar criaturas, espectros o monstruos de diversa índole. Las pesadillas o parálisis de sueño van de la mano a este arcaico trauma y ese es el pilar en el que intenta apoyarse la estructura de este mediocre producto con enormes posibilidades de pasar al olvido una vez que se estrene. Se ocultan en la oscuridad no aporta absolutamente nada novedoso a la convención de utilizar los elementos prototípicos para mezclar un drama familiar con secretos de pueblo chico, conectados con la desaparición de niños, algo así como un plan canje perpetrado por padres para que los hombres malos del sombrero no se lleven a sus retoños. Ni más ni menos que eso, la trama se concentra en la familia del doctor Chambers, constituída por cónyuge a la dulce espera y niño pequeño asustadizo mientras la llegada del hijo mayor procura limar asperezas con el doctor, quien busca en la paz de ese pueblo el camino para comenzar de nuevo hasta verse atrapado por ese pasado de desapariciones y pesadillas que lo conectan directamente con las criaturas nocturnas. Personajes secundarios poco interesantes, ritmo lento, compendio de lugares comunes, vueltas de tuerca forzadas y grandes torpezas narrativas hacen de esta propuesta semanal uno de los planes menos recomendables teniendo en cuenta los valores de las entradas.
Se ocultan en la oscuridad: El Hombre del Sombrero ataca de nuevo. Otro acercamiento más a las terroríficas figuras del Hat Man y los Shadow People. Esta vez analizamos si pudieron “dar en el clavo”. La Parálisis del Sueño y esas entidades llamadas Hat Man u Hombre del Sombrero y los Hombres Sombra/Shadow People estos últimos años han sido explotadas en el cine bastante seguido y, casi ningún film, ha sabido interpretar con fidelidad lo que este extraño fenómeno causa en un gran porcentaje de la población mundial. Sin embargo, este año se estrenó Vienen por tí (Dead Awake, 2017) que con una premisa muy interesante, se diluyó en malas actuaciones y clichés bastante pobres. Hasta ahora (desde mi punto de vista) nada supera The Nightmare (2015) de la cual hablé hace unos días atrás y está disponible en Netflix. En esa nota explico un poco el fenómeno y pueden leerla así no me tomo ni el tiempo ni el lugar en esta review estreno. Dirigida por Drew Gabreski, Se ocultan en la oscuridad (Be Afraid, 2017) bien hubiese podido ser uno de esos filmes directo a video, pero un estreno comercial no le resta puntos, lo que sí le resta (y mucho) es ver caras muy conocidas en una cinta que a medida que va corriendo se va tornando mas incoherente consigo misma y sus personajes: el Doctor John Chambers (Brian Krause, el conocido actor de la serie “Charmed”) llega a un pequeño pueblo de Pennsylvania con su nueva esposa embarazada y su pequeño hijo Nathan. Todo va de maravillas a no ser que hayas visto la secuencia previa, donde cuatro años antes, y muy cerca de la casa de la familia Chambers, Dean Booth (Kevin Grevioux, uno de los licántropos de la saga “Underworld”) ve como su hija es secuestrada por unas misteriosas entidades que solo se ven por el rabillo del ojo. Tanto el hijo de John como su familia va a comenzar a ser acechado por estas entidades también, y solo enfrentarlos será la solución…o no?? Como pudimos ver, ya he nombrado dos actores que conocemos de una serie de TV y una saga fílmica, ambas de contenido fantástico; pero ahí no termina la cosa porque el hijo mayor de John es el reconocido actor de la serie Travelers, Jared Abraham. También aparecen Michelle Hurd (Ash vs Evil Dead Season 2) y Louis Herthum (The Exorcism of Emily Rose), por citar este reparto lleno de caras conocidas y, la mayoría, con larga experiencia en lo que respecta al género. Quizás con esto, el realizador quiso ocultar una edición que le corta coherencia al film, porque estoy seguro que fue esto ya que no se explica que la duración relativamente corta de la película se nos haga eterna y tampoco que tantas situaciones parezcan que no tienen conexión con lo visto hace segundos atrás. Los actores están muy bien, el guión es bueno (en esencia), pero las situaciones WTF?! hacen que el poco terror que tiene no se solidifique ni que genere una tensión perdurable como para estar expectante o alerta a lo que le pasará a los protagonistas, y ni siquiera te termine importando. Una buena prueba es como se trata la figura del Hat Man y los Shadow People, a los que el guión de Gerald Nott les da una buena vuelta de tuerca, aunque quizás vista en otros monstruos, y una sorpresa que (seguramente sin quererlo) conecta con el reciente éxito de Netflix, Dark: el lugar de donde provienen estas entidades es una caverna muy similar al de la serie alemana, incluso se les da por raptar a niños y quien sabe hacer qué con ellos. Lo que no termina de cuadrar en Se ocultan en la oscuridad es la Parálisis del sueño en la historia, que si bien lo sabemos los adeptos a estos fenómenos no es necesario que el espectador del film lo sepa. Insisto, creo que esto se debe a problema en el montaje o un apuro a resolver la historia en una hora y media. Así, la cinta termina conectando todas las historias en una sola, con un pueblo que debería dar miedo pero tampoco se crea la atmósfera apropiada, y con un fenómeno que debería haberse explorado mejor y que desencadena en un final abrupto y, de nuevo, cliché.
Cuantas veces hemos visto que viene una familia de la ciudad a un pequeño pueblo y justo deciden vivir en una casa antigua y con historia, rodeada de bosques solitarios y amenazantes, con un túnel abandonado como guarida de los amenazantes del titulo. Entre eso y las escenas remarcadas por música, o bien filmadas pero de lugares comunes, como el seguimiento del niño de la casa y su triciclo, que cuenta que ve un señor en su dormitorio y una nena que lo lleva hasta casi el túnel., y no consigue que le crean, no hay sorpresas. Sin embargo no esta tan mal que el papa tenga pesadillas durante el fenómeno que se llama “parálisis de sueño” que bien explotado daría para otro film. Hay escenas bien logradas y una muy interesante vuelta de tuerca con el sheriff del lugar, que ya venía resultando bastante sospechoso y justifica bien una parte del argumento. Drew Grabek dirige con libro de Gerald Nott y con resultados solo pasables y entretenidos.
Pese a ser predecible, a no innovar, y aún más, a caer en muchos lugares comunes, la trama de la película comienza a despegar de su obviedad al preferir la construcción de personajes y atmósferas claves para la sucesión narrativa. El juego que inicia “Se ocultan en la oscuridad” entre sueño y realidad, y el misterio detrás de la desaparición de una niña y la posible participación de todo un pueblo en ella, son los puntos más interesantes de una película que comienza transitando un sinfín de situaciones planteadas con anterioridad en infinidad de propuestas de género, pero que termina encontrando su propia voz y forma.
Las pesadillas nunca se terminan. Con referencias más o menos explícitas a Stephen King, el realizador narra un tradicional cuento fantástico más concentrado en la trama y en generar cierto suspenso que en hacer saltar al espectador con golpes de efecto. Pero al final desbarranca. No hay nada demasiado original en Se ocultan en la oscuridad. Ni siquiera su título (y el original Be Afraid no hace más que apoyar la moción). A tal punto que uno de los seres ocultos de quien hay que sentir miedo y al que llaman “El hombre del sombrero” posee un parecido extremadamente sospechoso con el viejo y querido Freddy Krueger. Pero la originalidad no es necesariamente la virtud más relevante en una creación artística, menos aún en el territorio de los géneros populares. Lo que la película de Drew Gabreski (director debutante, si se dejan de lado un par de telefilms) logra en cierta medida es narrar un tradicional cuento fantástico más concentrado en las idas y venidas de la trama y en generar cierto suspenso que en hacer saltar al espectador con cuanto golpe de efecto sonoro y/o visual se le cruce por la cabeza. Sin demasiada brillantez, es cierto, pero evitando al mismo tiempo la deshonra, al menos hasta los últimos quince minutos, donde todo comienza a atolondrarse hasta desembocar en una resolución extremadamente poco satisfactoria. Película fácilmente olvidable algunas horas después de la proyección, la historia logra, sin embargo, ser momentáneamente atractiva. Luego de un prólogo con final tremebundo, la familia del doctor John Chambers (Brian Krause, ese eterno actor de reparto) llega a su nuevo hogar, una típica casa de dos plantas construida justito al borde de un bosque cercano. A John, su segunda esposa y su hijo de unos siete años se les suma un joven universitario, hijo del primer matrimonio del médico, y no pasará demasiado tiempo hasta que el más pequeño comience a tener una serie de angustiantes pesadillas nocturnas. Nada raro a esas edades, excepto que también su padre comienza a sufrirlas, parálisis del sueño mediante (síndrome real que impide mover el cuerpo durante el paso de la fase REM a la vigilia). ¿Qué son esas sombras que sólo pueden ser vistas con la visión periférica, echando mano al famoso rabillo del ojo? Y, más importante aún, ¿qué desean?
Dirigida por Drew Gabreski y escrita por Gerald Nott, “Se ocultan en la oscuridad” es una de las tantas películas de género que con poco presupuesto pero muchas ganas y, a veces, algunas buenas ideas, llegan a la cartelera. Luego de su intrigante prólogo, la película presenta al Dr. Chambers que se acaba de mudar con su mujer embarazada y su pequeño hijo a un pueblo de Pennsylvania. La idea era encontrar cierta tranquilidad, especialmente para ella, que ya perdió algún embarazo y necesita creer que todavía puede volver a concebir. No obstante, el pequeño Nathan se ve constantemente atraído hacia el bosque y eso asusta a Heather. “Se ocultan en la oscuridad” aprovecha la interesante temática de los terrores nocturnos. Un estado en el que una persona no está dormida aún, puede abrir los ojos pero se encuentra paralizado. En la película, cuando Chambers vive estos terrores nocturnos (un trastorno que generalmente no sucede de manera tan asidua) observa unas extrañas figuras que se van tornando amenazantes. Pero no es el único que los advierte, el niño les está diciendo que ve un hombre con un sombrero pero sus padres tardan en creerle. Y pronto será claro que en ese pueblo pasan cosas raras y hay gente que sabe más de lo que dice. Nos encontramos ante un film modesto, no sólo desde su producción. Hay una razón de estar en cada uno de los personajes secundarios que andan dando vuelta por ahí, desde el hijo mayor del doctor hasta la chica con la cual coquetea y su familia. También hay una buena construcción de climas y sobre todo buenas interpretaciones, algo no siempre tan habitual en estas pequeñas producciones. El punto más flojo del guión radica en lo que concierne a la trama principal sobre estas extrañas figuras o seres. Falta cierto desarrollo de lo que sucede y la resolución se percibe muy apresurada, dejando cierto gusto a poco. “Se ocultan en la oscuridad” es una película chiquita y modesta que cuenta con elementos interesantes que la hacen disfrutables para quienes disfrutan del género. No hay grandes sorpresas pero sí buenos personajes y una historia atrapante. Como detalle final, creo que es la primera vez que el título en español le queda mucho mejor que el original, “Be afraid” (Ten miedo).
Termina el año, un brusco 2017 donde el horror reinó desde su mismísimo comienzo para coronarse finalmente con el estreno de It en septiembre. Como no podía ser de otra manera, las últimas dos semanas del año traen a cuestas dos estrenos de terror y en esta oportunidad llega la deplorable Be Afraid que, como toda película del género, nace de una buena idea pero es pobremente ejecutada.
Se ocultan en la oscuridad: prolijo como una fórmula Una noche oscura y tormentosa, en una casa ubicada en la entrada de un bosque, una mujer grita desesperada y un hombre se interna entre la seca vegetación en busca de misteriosos fantasmas. Todo eso que ya vimos en miles de películas se congrega en los primeros minutos de Se ocultan en la oscuridad, ensayo de terror clase B, prolijo como una fórmula, previsible como una receta. La paranoia sobre la invasión del espacio propio, la obsesión por proteger a la familia y el misterio del mundo de los sueños son apenas destellos narrativos que se confunden en escenas mal resueltas, en planos con sombras que intentan ser furtivas, en apariciones con mal timing y escaso sobresalto. Drew Gabreski ha decidido darle a su ópera prima un tono de gravedad inexplicable, abusando de opacas siluetas de figuras con sombrero y garras que recuerdan las viejas pesadillas de Freddy Krueger. La familia que se muda al pueblito, los ecos terroríficos durante la noche y los indicios de un secreto que se aloja en el bosque podían haber sido el disparador de algo más que despistes de guión y ansiosos golpes de efecto. Pero no, no hay mucho para esperar de una de las últimas entregas de terror del año, un género al que se lo produce casi a destajo, sin ingenio ni inventiva, aniquilando su siempre subversiva capacidad de explorar lo siniestro, lo no dicho, lo que se aloja detrás de las apariencias.
No te tenemos miedo En un pueblito perdido, unos espíritus malignos acechan a un niño y a su familia. En algún lugar del universo está escondida la máquina de hacer películas de terror, que fabrica productos en serie y cada tanto va largando ejemplares como Se ocultan en la oscuridad: indistinguibles, olvidables, mal actuados. Genéricos, al punto de que el título original es Be afraid, un “tengan miedo” aplicable a cualquiera de estos productos. Un pequeño pueblo, el clásico bosque ominoso, la también clásica familia recién mudada al lugar. Pero, a diferencia de lo que suele ocurrir en estas historias, los espíritus malvados no están en la casa, sino en el pueblo: hace años se llevaron a una nena, y ahora acechan al hijo de los recién llegados. Que, en un módico homenaje a El resplandor, se desplaza en un triciclo al momento de toparse con presencias fantasmagóricas. El guión tiene otros cuantos lugares comunes: los personajes que saben algo de lo que está ocurriendo, pero lo van largando a cuentagotas; los datos que aparecen en archivos policiales; los pueblerinos hostiles con los foráneos. Esta falta de originalidad podría no ser inconveniente, pero son elementos que están mal encastrados, igual que la historia de cada integrante de la familia protagónica. En lugar de confluir hacia un núcleo, son ingredientes que van aguando el nudo de la cuestión: el terror se diluye en el drama. Pero eso no es lo peor. En general, se supone que cuanto menos se muestre al monstruo/entidad maléfica, más efectivo será a la hora de asustar. Aquí esa máxima no se cumple: la mayor parte del tiempo, los espectros están sugeridos, son apenas sombras que pasan por el rabillo del ojo de los personajes o se mueven a sus espaldas, pero no consiguen darnos miedo. Problema mayúsculo para una película de terror.
El género de terror se despide del año con un exponente muy pobre. La Argentina debe ser uno de los países con mayor consumo de cine de terror en el mundo. Estrenada solo en Estados Unidos, Kuwait (¿?) y aquí, Se ocultan en la oscuridad es el típico exponente clase B centrado en los sucesos paranormales en un pueblo chico. Una película vista mil veces antes… y mejor. El protagonista es un doctor recién mudado a un caserón de ensueño que empieza a sufrir pesadillas con un ser monstruoso que lo acecha desde la oscuridad. Un ser muy parecido a Freddy Krueger. Nada original ni contundente sucede después: el doctor investiga, el monstruo se vuelve cada vez más real, lo ven algunos otros personajes… Se ocultan en la oscuridad oscila entre el thriller psicológico y el terror más llano sin funcionar en ninguno de los dos terrenos. Para el primero le falta profundidad y desarrollo; para el segundo, una buena de dosis de oficio de parte de sus responsables. Con un guión trillado y previsible hasta la última coma, y un tono serio que nunca asume su condición de berretada, Se ocultan en la oscuridad no asusta, ni moviliza ni entretiene.
Muy sentimental para ser una película de terror Esta película de bajo costo tiene una idea que no deja de ser interesante, además de muy buenas locaciones de Pennsylvania y algunos monstruos aterradores, pero sin duda lo que le falta es conseguir el clima auténticamente terrorífico que pide la historia, ya que el director no consigue otra cosa que darle un tono melodramático a situaciones fantásticas. Brian Krause es un médico que llega con su familia a trabajar en el hospital de un pequeño pueblo situado en una zona de bosques. Con un hijo chico, demasiado imaginativo, y otro adolescente y rebelde, más una esposa con un embarazo difícil, la idea es buscar una vida más tranquila, algo que inmediatamente queda claro que no obtendrá, ya que en el lugar hay una extraña ola de desapariciones de niños y una serie de fenómenos misteriosos relacionados con la idea de que alguien siempre está observando a la gente. Mientras el médico, su esposa y el pequeño empiezan a ser acosados por esa extraña presencia, pronto descubren azorados que, si miran por el rabillo del ojo, pueden ver unas figuras escamosas con grandes garras. Justamente garra es lo que le falta al director Drew Gabreski, antiguo director de fotografía de telefilms y producciones de bajo presupuesto que no logra darle tensión al asunto, aunque al menos consigue filmar bien algunos paisajes tan atractivos como misteriosos.
A MITAD DE CAMINO Hay determinadas visiones cuyas intenciones se ven limitadas, mas allá de la tecnología de su tiempo – ¿que hubiera sido la imaginación del George Lucas orginal, el de los setenta, con el CGI contemporáneo? -, por la limitación del presupuesto con el que cuentan. Y si bien Se Ocultan en la Oscuridad no es una maravilla del séptimo arte que pasa injustamente desapercibida, sí tiene momentos donde intenta salir del molde de las películas pre-fabricadas, o aquellas que siguen argumentos y estructuras tan a rajatabla y tan repetidamente vistos que en algún punto el espectador se cree capaz de adivinar lo que va a suceder. La familia de John Chambers se instala en un pequeño pueblito de Pennsylvania donde cuatro años atrás una familia perdió a su hija en una situacion misteriosa. Tiempo despues de su llegada, el doctor empieza a experimentar paralisis de sueño en las que es acechado por un grupo de entidades cuyo único no solo es agobiarlo, sino capturar a su pequeño hijo, Emms. Como podrán imaginar a partir de lo anterior, la opera prima del multifácetico Gabreski lejos está de escapar a clichés básicos. Porque aparte del argumento de la familia-nueva-en-el-pueblo-acechada-por-entidades-poco-entendibles, el director de múltiples telepelículas sobre boxeo y MMA también se atreve a introducir figuritas repetidas en una película de terror como el matoncito del pueblo, la sexualidad como castigo o los sustos que vemos venir fuera de foco. Pero en determinados planos y secuencias fácilmente reconocibles, Gabreski de repente referencia – tímidamente, es cierto – a clásicos del terror como El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980), El Exorcista (William Blatty, 1973) o It (Tommy Wallace, 1990). También se nota la evidente dedicación en algunos encuadres y juegos de luces y sombras que logran transmitir un clima sombrío en algunos pasajes, probablemente fruto de su trabajo como director de fotografía en sus trabajos previamente mencionados. Y así se atraviesa Se Ocultan en la Oscuridad, con la inefable sensación de que una mayor libertad presupuestaria y un mayor trabajo en el guión hubieran entregado un producto que no vague incomodamente entre las intenciones del director y los lugares comunes del cine de terror. Sin embargo, Gabreski entrega algo parecido a una película de terror que busca conformar a propios y extraños, pero termina no satisfaciendo a ninguno y se entrega a una intrascendencia inevitable.
Se ocultan en la oscuridad (Be afraid, 2017) entra en lo que podría considerarse un nuevo tipo de categoría: la de las películas con prometedores comienzos. Este año hubo varios de esos casos, basta recordar a The Bye Bye man de Stacy Ttile o la no secuela de Amityville: El origen del terror que en realidad se llamaba The Unspoken y la había hecho Sheldon Wilson. ¿Qué tienen en común? En lo que suele durar el prólogo ya está contada toda la historia de manera sintetizada, sabemos cómo va a terminar, a quién va a apuntar la historia, como una especie de corto donde el director tiene que resolver todo en escasos minutos. Es ahí donde muchos realizadores manejan a la perfección el poco presupuesto; lamentablemente, la historia después sigue y no son capaces de pasar el desafío. Imagino que esto tiene que ver en parte porque se trata de producciones baratas directo a dvd cuyo único propósito es darle trabajo a la gente y meter en la industria a algunos otros (y ha habido casos de actores que empezaron abajo y terminaron triunfando, sino vean a Naomi Watts). Que sean producciones de escasos medios no molesta, ni tampoco que su mercado sea el hogareño, lo que molesta es que caiga siempre en lo mismo, en esa falta de interés de lograr algo aunque mínimo, un susto, una secuencia tétrica, que los personajes dejen de ser marionetas que sólo sirven para hacer avanzar la historia. Be afraid -cuyo título debería ser Están entre nosotros– es este tipo de películas; y no va a ser la primera, ni la última. Es una más que viene a cubrir la demanda por cine de terror en un año en donde el público demostró que estaba cansado de ver siempre lo mismo, donde otro tipo de historias ganó el corazón del espectador y demostró que se viene un cambio en este género, uno que no sean sólo fantasmas, posesiones, ni seres sobrenaturales, sino buenas historias, buen manejo de las escenas de terror, personajes que generen empatía y sobre todo buen cine.
Se ocultan en la oscuridad, de Drew Gabreski Por Mariana Zabaleta Que fenomenal, y por momentos hilarante, es el complejo sistema del lenguaje. La etimología, como estudio del paso del tiempo sobre las palabras, escribe singulares capítulos. Ya habrán notado la dificultad para hablar de Se ocultan en la oscuridad, no por ser compleja, sino por querer rescatar algo de ésta propuesta que solo falla constantemente. Terror Clase B se convierte en el menú del “finde” en la cartelera, semana tras semana. Nunca digas su nombre, Huye, Aplicación siniestra, No toques dos veces, y tantas otras más, nutrieron de horas de entretenimiento a cada espectador que desprevenidamente ingreso al cine. Antes de concluir el año podremos nuevamente degustar el sinsabor de los lugares comunes que sin un ápice de tensión transitamos como fotos en la pantalla. Si hay algo que resulta llamativo es la poca empatía, que esta película genera, ante una tan antigua como poderosa temática. El rapto, como tema, atraviesa la historia del arte occidental con mucha presencia. Toda la exuberante vitalidad que en dicho acto se manifiesta no se encuentra bajo ningún aspecto en Se ocultan en la oscuridad. No podrá dejarse pasar la asociación de dicha temática con temas religiosos. Sobre este punto reside cierta cómica coincidencia. El rapto como fin de los días, trae la perdida imprevista del infante en manos de desconocidos (monstruos- Otros), en suma complacencia con una comunidad (monstruos-pares). Escatológico en sus dos acepciones, tanto por aquello como por jugar con el relato del fin de los días del Dr Chambers, SE OCULTAN EN LA OSCURIDAD Be Afraid, Estados Unidos/2017. Dirección: Drew Gabreski. Elenco: Brian Krause, Jaimi Paige, Louis Herthum, Jared Abrahamson, Michelle Hurd, Michael Leone, Noell Coet, Sade Kimora Young, Kevin M. Horton y Eric Chandler. Guión: Gerald Nott. Fotografía: Scott Peck. Música: Corey Wallace. Distribuidora: SBP Worldwide. Duración: 99 minutos.
Ocultate todo lo que quieras La cuota de terror semanal es, en este caso, mejor perderla que encontrarla. Te contamos de que va Se ocultan en la oscuridad (Be afraid, 2017). Un hombre se oculta. Un hombre se oculta en la oscuridad. Un hombre se oculta en la oscuridad y lo ves cuando iluminan. Un hombre se oculta en la oscuridad y lo ves cuando iluminan: temor del personaje. Podría ser un juego de palabras, de seguimiento de frases, pero nada de esto está lejos de esta obra de terror. Se ocultan en la oscuridad se presenta con un ritmo lento, como de juego de palabras, pero en vez de que vos juegues con ellas, el film te da las causas y las consecuencias y vos no formas parte. Resulta difícil que hoy en día que se apueste por el cine de terror o de género si no es de la mano de Jason Blum o alguna otra productora que busque experimentar al respecto. La gran mayoría de los films de terror no llegan a nuestras salas, si no que se editan directo en dvd, por lo que tener una película de este género se celebra todas las semanas. En este caso, Se ocultan en la oscuridad, hace que la celebración sea escasa y por más que la trama pueda resultar entretenida, la ejecución de la historia deja mucho que desear. El director del film, Drew Gabreski, es un debutante en la gran pantalla – sus dos películas anteriores fueron para televisión - y eso seguramente le pudo pasar factura. La primera escena del film logra el impacto y plantea el interrogante de que es ese sujeto que se oculta en la oscuridad y no se puede ver. La posterior desaparición de una niña nos dispone a pensar que más sucesos como esos van a aparecer. El personaje principal es el Dr. John Chambers, llevado a cabo por Brian Krause, y su vida no va a volver a ser la misma al experimentar junto a su familia la aparición de estos fenómenos paranormales. El metraje, con el paso de los minutos, recae en la obviedad y eso, en la actualidad, termina siendo determinante. Con un gusto no tan dulce y, alejándonos de un excelente 2017 en el terror gracias a films como Fragmentado (Split, 2017), ¡Huye! (Get out, 2017) y It (Eso) (It, 2017), Se ocultan en la oscuridad nos indica que hay que utilizar el juego de palabras que nos planteó su ritmo. Films como estos deberían permanecer ocultos. Aunque a veces convendría que aparezcan ya que, de esta forma, valoramos aún más a ejemplos como el trio mencionado que tanto deleitó al espectador.
Personas desaparecidas Se ocultan en la oscuridad (Be Afraid, 2017), película dirigida por Drew Gabreski y escrita por Gerald Nott, pretende ser de terror pero no lo consigue. La historia se centra en el doctor John Chambers (Brian Krause), quien junto a su esposa embarazada Heather (Jaimi Paige) y su pequeño hijo Nathan (Michael Leone), se muda a un pueblo de Pensilvania. Poco después Ben (Jared Abrahamson), hijo de su matrimonio anterior, se les une al dejar la universidad. Cosas raras comienzan a pasar tanto de día como de noche. Por ejemplo Nathan ve a una niña en el bosque que lo incentiva a seguirla y John sufre de parálisis nocturna. El pueblo se caracteriza por la cantidad de personas desaparecidas, asunto al que el oficial Collins (Louis Herthum) no le encuentra solución. Las entidades malignas no tardarán en presentarse en la casa de los Chambers, y John deberá proteger a su familia cueste lo que cueste. La película usa todos los recursos que ya conocemos de este género: un bosque con niebla, luces que se prenden y apagan, nene que dice ver figuras tenebrosas a la noche pero que sus padres no le creen, túnel oscuro, mujer que catalogan como “loca” porque sabe lo que el chico ve, etc. Esto no sería un error si el relato estuviera bien construido, sin embargo aquí se intenta generar misterio durante todo el metraje para en los últimos minutos tirar una explicación apresurada que no cierra del todo. Luego de la mitad el film llega a aburrir porque aunque uno quiere saber qué es lo que sucede, las respuestas son muy pocas, haciendo que el interés decaiga cada vez más. Las entidades malignas en un principio pueden resultar intrigantes, pero mientras avanza la trama se decide mostrarlas en pantalla de cuerpo completo y lo que menos logran es asustar. Tampoco ayuda lo mal utilizados que están los efectos como también la notoria música dramática. Se ocultan en la oscuridad constituye otro fracaso dentro del terror que solo es pasable si no tenés grandes expectativas. Una película clase B que no vale la pena ver en cine.
A un amplio y confortable caserón ubicado en las afueras de Clarion, un pintoresco pueblito estadounidense, se muda una familia con problemas de stress por parte del matrimonio y de dificultades al dormir que tiene el hijo de 6 años. Lo que ellos no sabían, es que el lugar bucólico y apacible en el que eligieron vivir en verdad no lo es. Unas extrañas y violentas criaturas con características humanas merodean las casas, acechan y secuestran a chicos. Pese a que tanto los mayores como los menores detectan su presencia, estos entes buscan a los más pequeños de la familia. La situación planteada por el director Drew Gabreski establece la idea básica de una película de terror. Aunque lo que aquí varía un poco es el hecho de que los entes no se alojan en una propiedad, sino que se esconden en el bosque lindero al pueblo, y la gran mayoría de sus habitantes saben de estas presencias y de lo que provocan, pero no las combaten ni piden ayuda gubernamental, sólo conviven con ellos. El hijo del matrimonio integrado por el médico John Chambers (Brian Krause) y Heather (Jaimi Paige) es el que primero siente y ve a los monstruos. Nathan (Michael Leone) es visitado por ellos durante las noches y de día, detectando la presencia de una nena desaparecida cuatro años antes. La película tiene un tratamiento clásico del género. Con alguien que oculta la información, con otra que sabe el secreto, advierte a los vecinos del problema, pero que es desacreditada tildada de “loca”. La tensión y el miedo se incrementa muy lentamente, en dosis homeopáticas, pese a que las evidencias se van manifestando asiduamente el doctor es un negador de la realidad, porque duda de que todo lo que sucede sea producto de su imaginación, hasta que, forzosamente, se tiene que convertir en el héroe del film. El relato no sorprende, pese a estar bien contado. Cuenta con el presupuesto necesario para desarrollar la historia y que los efectos sean creíbles. Los actores le dan verosimilitud a sus expresiones y acciones. La música incidental acompaña a las escenas y realza los momentos álgidos. Resumiendo, es una realización sin mayores pretensiones que las de hacer pasar un rato a los espectadores. También tiene todos los clichés conocidos, escritos y desarrollados con el manual básico de este tipo de producciones que, como moraleja, deja la enseñanza de, si se da la oportunidad, no quedarse hasta las últimas consecuencias y emprender la huida, antes de que los monstruos hagan de las suyas.
“Be Afraid” es una de esas propuestas de terror que nos brinda la cartelera cada pocas semanas. Lo más triste es que el film no plantea nada nuevo u original y se nos presenta como un transcurrir generico, donde tendremos la sensación de haber visto el relato una infinidad de veces. La película cuenta la historia del doctor John Chambers (Brian Krause) que se muda junto a su familia a un pequeño pueblo de Pennsylvania. Todo parecía normal y apacible hasta que una entidad fantasmagórica comienza a acechar a su hijo Nathan. Es ahí que al principio pensarán que son simples pesadillas del infante, hasta que el propio John experimente un encuentro cercano con “las sombras” o “el hombre del sombrero” mediante un evento de parálisis del sueño. La trama es sencilla y transita varios lugares comunes. A su vez, la primera mitad de la cinta se presenta a modo de escenas incoherentes e inconexas cuyos fines prácticos al género cuentan de unos cuantos “jump scares” inefectivos. En primera instancia se lo muestra perdido y acartonado al elenco, y de a poco comienza a entrar en clima para ir afinando la puntería en la segunda mitad. No obstante, el punto de giro del final hace que la historia desbarranque luego de haberse encarrilado terminado el segundo acto. Aquí el problema no se trata de que es de una película de bajo presupuesto con recursos precarios, sino su falta de originalidad. Además, la entidad antagonista carece de fuerza o peso para la trama (al igual que de un trasfondo claro) por lo que resulta difícil asustarse con ella. “Se ocultan en la oscuridad” es una propuesta de terror fallida que no logra ni asustar ni entretener. Pese a su corta duración resulta excesivamente larga debido a la falta de rumbo narrativo.
Una fórmula trillada y una realización torpe para un thriller de terror que no asusta, en torno del médico que llega a su nueva casa espectacular, donde empieza a sufrir la presencia de eso que se oculta en la oscuridad. Floja despedida del año para el querido género.
La oscuridad, una bañera como trampa mortal, sombras y figuras esquivas, el mal que se esconde en un campo de maíz o un túnel en desuso, los bosques siniestros, una pareja con un hijo pequeño en una casa en medio de la nada y unos cuántos tópicos mucho más obvios recorren "Se ocultan en la oscuridad", una película que intenta generar terror a partir de unas presencias sobrenaturales cuya imagen se revela a poco de empezar el filme. La historia incluye a un matrimonio joven que llega a un pequeño pueblo, adonde la mujer intentará llevar a término su segundo embarazo y el marido se dedicará a su profesión de médico. Se alojan en una casa amplia con un parque enorme y rodeada de bosques. Paralelamente se muestra cómo la hija de otro matrimonio desaparece misteriosamente. Esa subtrama de alguna manera recorre todo el filme ya que será el indicio de que una supuesta leyenda urbana instalada desde hace tiempo entre algunos pobladores podría ser real. Mientras, las visiones del niño son consideradas fantasías hasta que la amenaza comienza a dejar huella y la complicidad y el silencio de otros se transforma en un peligro mortal para todos.
SIN MIEDO El título original de Se ocultan en la oscuridad es Be afraid, cuya traducción podría ser “Ten miedo”. Queda muy patente la duda sobre a qué hay que tenerle miedo en la película, que asusta realmente muy poco y lo sumo genera algunos momentos de un tibio suspenso. La película, dirigida por Drew Gabreski a partir de un guión de Gerald Nott, se centra en John Chambers (Brian Krause), un médico que llega junto a su familia a un pequeño pueblo de Pennsylvania, en busca de esa tranquilidad que muchas familias del terror estadounidense buscan y nunca encuentran. Al principio, todo va relativamente bien, pero luego empiezan a acumularse sucesos extraños vinculados al bosque que rodea la casa y a una pareja del pueblo que perdió recientemente a su hija, y todo se desata cuando John comienza a experimentar parálisis de sueño. En esos momentos, despierto pero sin poder moverse, es visitado por criaturas oscuras y monstruosas que no parecen tener propósitos amigables. Pronto a John le quedará claro que esos entes van por su familia, o más específicamente, por su hijo menor. A Se ocultan en la oscuridad le cuesta una enormidad (y más de media hora) presentar a los personajes y desplegar el conflicto. Quizás sea porque John es el protagonista pero el film pretende darles cabida a varios personajes más dentro de la trama central, como el hijastro de John, que es un muchacho problemático pero entabla un vínculo romántico con la hija del Sheriff. Eso de por sí no está mal, pero el film termina viéndose afectado por una gran dispersión, sin quedar realmente claro qué es lo que se quiere contar. Pero eso no es lo peor, porque Se ocultan en la oscuridad falla también donde más debería sostenerse, que es en la concepción de climas aterradores: desde la puesta en escena puede notarse que Gabreski está más preocupado por la estilización en la composición visual de los planos (hay un buen trabajo con la profundidad de campo, hay que admitirlo) que por lo que efectivamente pueden generar esos planos dentro de la estructura narrativa. A eso se suman actuaciones mediocres, que en vez de generar empatía con los personajes, llevan a un distanciamiento que es contraproducente para un relato que no solo se asienta en el género de terror, sino que también se apoya en elementos del drama familiar. En la media hora final, hay un coqueteo ligeramente interesante con la idea de complicidad de esos pueblos aparentemente pacíficos pero que esconden el horror debajo de la alfombra. Pero es apenas un chispazo dentro de una historia anodina. Se ocultan en la oscuridad es un film mediocre e intrascendente, sin nada para aportar al panorama del género al que pertenece.
En un pequeño pueblo viven Christine Booth (Michelle Hurd), Dean Booth (Kevin Grevioux “Underworld”) y la pequeña de 7 años Emms Booth (Sade Kimora Young) una noche bajo una fuerte tormenta eléctrica desaparece esta niña. Pasan cuatro y una familia se muda a este pueblo, en medio de un bello paisaje, pero rodeados de la oscuridad de un bosque cercano, el doctor John Chambers (Brian Krause), es viudo y desea vivir tranquilo junto a su esposa Heather (Jaimi Paige) que se encuentra embarazada y su hijo de 6 años Nathan (Michael Leone). Luego llega para instalarse con ellos, su hijo mayor Ben (Jared Abrahamson) con la noticia que ha abandonado la universidad y la situación se complica con los deseos de un padre y un joven al que le cuesta encontrar su camino. Una vez allí este apuesto joven conoce a la bella Nikki Collins (Noell Coet) quien es algo especial. Esta familia comienza a vivir una serie de situaciones raras, aparecen pesadillas, monstruos, figuras y visiones terroríficas, personajes perturbados, seres oscuros, dibujos que causan temor y momentos que pasan a otra dimensión. La película es un thriller de terror, la casa tiene misterio, pobladores llenos de secretos, miedos y un extraño túnel ferroviario abandonado cerca de la propiedad de Chambers. El director Drew Gabreski ofrece una estupenda fotografía ya que tiene experiencia por sus trabajos anteriores. Le falta mayor dramatismo, emociones, intriga y sobresaltos. Para los que vimos tantas películas similares nos puede resultar aburrida, puede llegar a interesar a los principiantes que incursionan en este género.
Una familia llega a su nuevo hogar, una casa donde el padre empieza a sufrir parálisis del sueño y eso implica la visita de seres de otra dimensión que buscan a su hijo, en un pueblo que esconde un secreto vinculado con lo oculto. Sí, bueno, hay muchas películas parecidas. Aunque este intento americano de terror onírico tiene algún buen susto, en general padece de falta de originalidad, eso que hace que nos asombre lo terrible. Un esbozo (más), apenas.