El caminante En las películas del realizador chileno Che Sandoval, los personajes caminan y hablan por las calles; transitan por las noches o paran en bares mientras la ingesta de alcohol se mezcla desde la banalidad con charlas de sexo en la que se comparten diferentes modos de habla. Es realmente meticuloso el trabajo sobre la palabra, los diálogos entre hombres y mujeres, desde el guión y la elección de los actores para decirlas, pero Sandoval trabaja con más rigor sobre la manera de decir de cada uno de los habitantes en sus pequeños universos urbanos. Quien lleva el derrotero y el deambular nocturno en esta ocasión es Cristóbal, personaje interpretado por el director chileno Sebastián Brahm (conocido aquí por su film El circuito de Román), en crisis con su ex pareja, con su masculinidad y con la imperiosa necesidad de tener una relación sexual que de cierta manera refuerce su autoestima. Tampoco Cristóbal es lo que podría decirse vulgarmente un perdedor a secas, a pesar de tener una pésima y distante relación con un hijo adolescente y fracasar en todo emprendimiento PyMe justificado por ceder ante los caprichos de su ex para que ella crezca profesionalmente hablando mientras que él quedará atrapado en la inercia y en ese sin rumbo, que a veces implica la posibilidad de cambio y otras un estancamiento absoluto. Soy mucho mejor que vos retoma a un personaje de la ópera prima de Sandoval -Te creís la más linda (pero erís la más puta), 2009- pero no es necesariamente -como algunos colegas insisten- un spin off de acuerdo a las propias declaraciones del cineasta. Aunque toma como nexo al personaje de Cristóbal, en este caso particular se plantea una brecha generacional respecto al personaje de Javier, el adolescente de Te creís… y si bien la necesidad del sexo en ambos dice presente es la masculinidad en crisis la que domina el relato de Soy mucho mejor que vos… Desde el título se puede tomar esta idea como la expresión descarnada de una autoafirmación de Cristóbal, que lejos de hacerse carne en su aventura parece condenarlo a la eterna comparación con quienes interactúa e incluso con esa espina clavada en lo más hondo de su ego, que lo ata a su ex pareja y como expresa en un cameo la actriz argentina Antonella Costa los chilenos hablan mucho de sus ex pero nada de sex. El segundo opus de Che Sandoval ya estrenado en el BAFICI y que ahora se proyecta a partir del jueves 20 en los cines BAMA y Arte Multiplex Belgrano resulta por un lado un tanto más crudo que su anterior opus y por otro refleja una madurez cinematográfica para tener en cuenta.
Soy mucho mejor que vos es el nuevo largometraje de Che Sandoval, quien se había sumergido en las aguas del cine chileno cinco años atrás con su Te creís la más linda pero eres la más puta. Este spin off, que parte de una historia contada en un bar y se centra en el personaje de Naza, es también una antropología de la razón social masculina. La película, filmada a través de planos cortos que nos permiten lograr una identificación más inmediata con el personaje, interpretado magistralmente por Sebastián Brahm, cuenta la disyuntiva de Naza, quien a los 30 y pico debe hacer frente a la fatal ausencia de su mujer, la cual consigue una beca para irse a trabajar a España. Este suceso logra poner sobre la mesa todos los miedos de Naza acerca de ser un hombre proveedor, la preocupación fundamental de la masculinidad a su edad. Al igual que en Te creís la más linda pero eres la más puta, la condición masculina es abordada sin pelos en la lengua con soltura bizarrezca y humor negro, logrando que la trama penetre naturalmente en los problemas masculinos del período. En Te creís la más linda pero eres la más puta nos acercábamos a la problemática a través de la mirada de Javier, un joven que necesitaba afirmarse como macho alfa luego de haber sucumbido -ante un rechazo amoroso- a la realidad de su fama de inepto sexual. En ambas películas Sandoval triunfa sabiamente mostrando “lo peor de Chile”, utilizando una gramática machista que se vuelve inclusive feminista a través del patetismo y oscuridad de sus personajes. Enfrentado a la soledad y naufragando entre quimeras sexuales y la necesidad de reafirmarse, de sentirse nuevamente hombre, cazador y proveedor, Naza ira develándonos su personalidad. El film mostrará finalmente que este anclaje no se cumple y Naza preferirá quedarse con la mediocridad de los pequeños placeres banales antes de constituirse en tanto padre proveedor. La obra de Sandoval es un recorrido complejo -a través de pocos recursos y un guión inteligente- por una verdadera cosmogonía de la masculinidad actual y de los conflictos sociales chilenos. Mucho más oscura y fresca que la primera, esta comedia negra es una combinación ideal de elementos para todos aquellos que quieran sumergirse en la realidad chilena y analizar los conflictos sociales de la década.
La bronca Soy Mucho Mejor Que Vos (2013) abre sobre dos amigas que se encuentran hablando desenfrenadamente sobre picos y chochas, escena que establece la elocuente vulgaridad de la película. Pero el protagonista es Cristóbal, el pobre infeliz que espera paciente a que terminen de discutir. Se quiere encamar con una, o la otra, o las dos; le da igual. Va a ser una larga noche de pulsiones furtivas y deseos frustrados, caminando sin rumbo por las calles de Santiago de Chile. Cristóbal (Sebastián Brahm) lleva un tiempo viviendo en la oficina de su mediocre PyME. Su mujer le ha dejado, harta del fracaso y las falsas promesas, y se ha ido a España. Cristóbal espía enfermizamente su perfil de Facebook, puteándola a larga distancia. Ella le retruca que debería firmar los papeles para dejar que sus hijos se vayan con ella. Él se niega, más por principio que por otra cosa. Los chicos no viven con él sino con la abuela, y Cristóbal no atiende las llamadas ni de uno ni del otro. La jornada nocturna de Cristóbal se desenvuelve de a tumbos, siguiendo caprichos frívolos sin saciar ninguno de ellos. El zorro de cierta fábula decide que si las uvas son inalcanzables es porque no están maduras. Para Cristóbal las uvas nunca están maduras. Son frutos incomibles debido a una puja interna entre culpa y rencor. Confunde a una mujer con una puta y es rechazado, pero al dar con una puta real la rechaza con asco. Instintivamente sigue a chicas por la calle, ¿pero qué pasa cuando dejan de ignorarle y empiezan a aceptarle? El día llega como una extensión del mismo tumultuoso recorrido de la noche. No hay descanso para Cristóbal, sólo sed. Choca con cabros, pololas y huevones, y se pelea con todos ellos. El personaje es engreído, soberbio y compulsivamente mentiroso, pero Sebastián Brahm hace una excelente labor en velar por la simpatía de Cristóbal. Deja en claro que las decisiones que toma no son juicios sobre el bien y el mal, sino actos de desesperación por encontrar una tercera opción más fácil. El guión del escritor/director Che Sandoval es uno de los aspectos más fuertes de la película. Cristóbal busca salidas fáciles, pero el guión no se las ofrece, y lleva cada escena hasta las máximas consecuencias, ya sean los resultados muy graciosos o muy duros. Para Cristóbal, la cobardía le da bronca, la bronca le da rencor y el rencor cierra un círculo vicioso del que tal vez pueda no salir.
Trago amargo Con su ópera prima Te creís la más linda (pero erís la más puta) -rodada con apenas 3.000 dólares y estrenada de forma artesanal hace más de cuatro años- Che Sandoval consiguió un sorprendente éxito comercial en Chile, donde el film se convirtió en un pequeño fenómeno artístico y social. En aquel retrato de las desventuras afectivas de un veinteañero aparecía como personaje secundario el ya cuarentón Cristóbal (interpretado por Sebastián Brahm, también un reconocido director), que en esta suerte de spin-off tiene un protagonismo absoluto. Auténtico perdedor (su esposa se ha ido a Barcelona, la comunicación con sus hijos es casi nula, sus negocios están en la ruina...), nuestro antihéroe perfecto tendrá una noche de excesos y desventuras a la Después de hora (la tragicomedia de enredos de Martin Scorsese). A pura cámara en mano y con ese "slang" tan propio de las calles de Santiago, Sandoval consigue un simpático y al mismo tiempo desgarrador retrato sobre el machismo, la falta de compromiso, las obsesiones, las frustraciones y la angustia del hombre contemporáneo. Como en su primer largometraje, los diálogos -incluso más que la acción- son el verdadero motor de la narración, que en este sentido tiene más puntos de conexión con el Mumblecore estadounidense (y también con la filmografía de John Cassavetes) que con los exponentes más habituales del cine latinoamericano. Cristobal resume mucho de lo peor de Chile (es neurótico, arribista, misógino, racista, culpógeno, alcohólico y hasta con ciertas actitudes psicopáticas) y, en ese sentido, por momentos Sandoval parece regodearse en la crueldad hacia su criatura, pero finalmente su apuesta por el humor negro, la credibilidad del relato y la fluidez de la narración terminan haciendo de Soy mucho mejor que vos una experiencia disfrutable.
Luego del pequeño e importante éxito independiente de Che Sandoval en su tierra ("Te creís la más linda pero erís la más puta"), este joven cineasta continúa la senda de superación creativa, en un nuevo film intimista, áspero, crudo y muy divertido llamado "Soy mucho más que voh". Conectada emocional y pragmáticamente con el primer opus de Sandoval, aquí tenemos un spin-off que rescata a un personaje de aquella peli de 2009, el Naza (Sebastián Brahm). Este hombre ya cuarentón, arquetipo típico de una masculinidad local, que parece estar en crisis. El Naza (o Cristóbal), casado y con un hijo, clase media que intenta afirmar un pyme sin futuro, enfrenta un via crucis personal al ser abandonado por su esposa, quien viaja a España sin su consentimiento, becada a estudiar algo que le apasiona. El tema es que la familia se desintegra y en ese devenir, el hombre fuerte parece hacer agua y perder su norte personal, agobiado por la silenciosa lucha de poder que parece haber sostenido con su mujer. Esto le provoca a nuestro protagonista una gran contradicción, y comienza a desaparecer de los lugares que frecuentaba, desprendiéndose de los suyos y tratando de lidiar con una queja fuerte, que se exterioriza en una búsqueda de sexo confusa, a veces delirante, otras patética. Pero "Soy mucho más que vos" plantea incluso otros caminos, al generar una perfil de hombre clasista, insatisfecho, culto y a la vez, fuera de registro (se nota a las claras que la noche no es lo suyo y que los años de casado le han hecho perder velocidad para resolver ciertas cuestiones) que sorprende. El Naza tiene muchos matices para apreciar y Sandoval logra exponerlos a todos, de manera directa y sin disfrazar sus miserias. En tono de comedia agridulce, "Soy mucho..." nos lleva de viaje por la noche de una Santiago poco conocida, en la que la gente, tiende a mostrarse natural, casi diría sin frenos inhibitorios. Encontrarán boliches, prostíbulos, acosos y levantes callejeros, contradicciones, robos y desconcierto. Todo, a una velocidad verborrágica implacable que amarás desde el primer momento. Eso si, que no te falle el subtitulado. Che Sandoval logra superar su ópera prima y salir a un medio urbano más complejo, explorando la masculinidad en crisis de su personaje principal (y si no escuchen como define el personaje de la porteña a los chilenos cuando de sufrir por amor se trata) y haciendo pasar a su público un gran momento. En BAMA Cine, a pasitos del obelisco y en el Arte Multiplex de Belgrano es la cita. Muy recomendada.
Lo que primero que surge cuando uno ve la película de Che Sandoval es algo así como la pregunta del millón: ¿Por qué en la Argentina no habrá comedias así? El director chileno le escapa al costumbrismo ramplón como a la peste, pero tampoco es que intenta convencernos de que ese humor culposo presente por ejemplo en el cine de Larraín es la garantía de alguna forma secreta de sofisticación que desconocemos. Sandoval construye una película robusta donde la comicidad no funciona como vía de escape a una sarta de males establecidos con mano de hierro desde el guión con la complicidad del espectador, sino más bien como si fuera algo así como el ADN que constituye el motor de una catarata prácticamente incesante de situaciones a cual más disparatada. El personaje principal es un cuarentón medio desaliñado, abandonado por su esposa y su hijo y al que algunos le dicen Naza por su afición a la cocaína, que se cree galán aunque no pegue una pero que tiene sin embargo el orgullo de un dandy y se comporta por momentos como si lo fuera. La película, que en ocasiones hace acordar a una especie menos automática de After hours, no tiene bajones de ritmo ni escenas de transición y avanza a toda velocidad, en lo que parece la forma más feliz y amigable, pero también más precisa, de mostrar la caída libre de un tipo que se resiste al descenso con uñas y dientes. Soy mucho mejor que vos sugiere (y demuestra) que se puede contar una historia con un personaje un poco desagradable, un poco necio y un poco torpe y que resulte al mismo tiempo interesante. La película de Sandoval (director de la también recomendable Te creís la más linda pero erís la más puta) está bien filmada, bien actuada y musicalizada de un modo exquisito y representa parte de la avanzada chilena de un cine de aspecto industrial que no reniega de la calidad.
El cine chileno está pasando por un muy buen momento. Hay talento y se ve un apoyo que lo está renovando. De esa manera, ver una película chilena en diversos espacios y festivales, ya no sorprende a nadie: desde el boom que fue “No” hasta “La nanna” son ya hitos de su historia y parte de la nuestra. “Yo soy mucho mejor que vos” es una película aparentemente inocente y pequeña, graciosa y decadente al mismo tiempo, pero que nos va metiendo en una serie de posturas en las que nos hemos empapado que termina siendo un sabor más bien agridulce. Nuestro personaje principal es un hombre que se siente acabado pero se rehúsa a admitirlo, entonces hará intentos cada vez más desesperados por despegarse de su idea de fracaso marcando algo que de base justificaría que la suerte esté de su lado y es su lema y el título de la película. Apelando a diálogos en los quela violencia y el sexo son usados como sinónimos: o por la falta, o por el exceso o para la venganza, nos encontramos con filosofías de crisis y otras cuantas de adictos errantes para hacer un muestrario de Santiago en una sola noche. La película tiene un buen ritmo y su protagonista, Sebastián Brahm, lleva el peso entero sobre sus hombros, en éste su segundo trabajo con el director después de “Te creís la más linda”. Un personaje que tiene que resultarte un pelmazo, se convierte en un ser medianamente querible que roza la pena y mucho de ese encanto está en cómo lo defiende el actor. La participación especial de Antonella Costa siempre es para remarcar. Es una maravillosa actriz, que puede transformar su apariencia camaleónicamente según lo que pide el papel. Mención aparte para el propio director que hace una pequeña escena también. Este es un film en el que los personajes llevan el peso de la acción, si bien Santiago aparece como esa hermosa ciudad que es, los planos son pequeños y claustrofóbicos, entonces todos entramos en la agonía del protagonista. Se te van a escapar muchas risas, y otras cuantos momentos de vergüenza ajena, pero algo que no te va a pasar, es pasarla mal.
El viaje de la noche al día La segunda película de Sandoval lo confirma como uno de esos nombres a seguir no sólo en el panorama latinoamericano, sino en el cine a secas: su cámara sigue de cerca a Cristóbal y sus miserias, pero evita caer en el juicio fácil o la mirada moralista. En una escena de Te creís la más linda... (pero erís la más puta) (2008), ópera prima del chileno Che Sandoval (puede verse online en el sitiowww.cinepata.com), un cuarentón de traje y sombrerito estilo Madness discutía, en pie de igualdad con un veinteañero, a quién le iba peor. Al pibe, una chica pasajera le había hecho los cuernos con el mejor amigo. El cuarentón tenía argumentos algo más sólidos: la mujer se le había ido a España de golpe, dejándolo a cargo del hijo de ambos y sin techo, mientras su improbable pyme tambaleaba. Al fondo del bar, una chica sentada con su amiga le sonreía pícaramente al veinteañero. Cinco años posterior a aquélla, Soy mucho mejor que vos empieza justo en ese momento, con las dos amigas charlando sobre tipos y picos (pitos, en chileno). Enseguida se les acerca el cuarentón, algo tomado y en tren de levante. Ahora sabemos que el cuarentón se llama Cristóbal. Soy mucho mejor que vos lo seguirá, en un tiempo que no es real pero se siente como tal, en un largo viaje de la noche al día. Esto último sólo en sentido literal, no figurado. Por suerte.El título de su ópera prima hacía pensar en Che Sandoval (Santiago de Chile, 1985) como un atrevido. La película lo confirmaba, en el sentido que más importa: el de hacer exactamente el tipo de film que se le antojaba, con envidiable frescura, sentido del humor, timing perfecto y un oído privilegiado para una oralidad a los cuetes. Saltando generacionalmente casi en la misma medida en que el propio Sandoval lo hizo en este tiempo, Soy mucho mejor que vos lo confirma como un creador único –por aquello a lo que apunta y lo que logra– dentro del panorama ya no sólo del cine latinoamericano, sino del cine contemporáneo en general. Si suena exagerado, se recomienda darse una vueltita por el BAMA o el ArteMultiplex Belgrano.Es como si un Hong Sang Soo trasandino (fluidez y sencillez narrativa, compresión temporal, hincapié en las relaciones interpersonales e intersexuales), dueño del oído absoluto de Manuel Puig para los diálogos, narrara, con la velocidad de Howard Hawks, las desventuras de un personaje de los hermanos Coen... con la clase de empatía que Truffaut tenía con Antoine Doinel. Es tal el culto de Sandoval por la oralidad (visible ya en los creís y erís del título previo), que el título original es Soy mucho mejor que voh, “traducido” por vos para su estreno en el resto de países hispanohablantes. Del mismo modo, en la copia de estreno local un subtitulado aclara, entre paréntesis y con la mayor precisión, el significado de algunos chilenismos. En verdad, el opus dos de Sandoval es, como su ópera prima, un chilenismo gigante de 85 minutos, que sin el correspondiente subtitulado sería incomprensible para los no familiarizados con el habla del otro lado de los Andes. Sólo en el diálogo inicial, de unos cinco minutos, se bate el record mundial de huevón, huevona y huevá, que hasta ahora ostentaba Te creís la más linda...Cristóbal (Sebastián Brahm, inseparable de su personaje) sería un tipo patético, risible y mezquino... si no fuera Sandoval quien lo observa. Su falta de juicio es total en relación con sus personajes. Con una esposa que acaba de dejarlo y un hijo cuyos llamados ni atiende, todo lo que se le ocurre al tipo al que algunos llaman Naza (por la nariz y por lo que se mete en ella) es salir de copas, de putas y parranda. Lo suyo es una verdadera antiépica sexual nocturna y, finalmente, matinal: cuando no lo cagan, la caga él. Incluyendo el directísimo ofrecimiento de las chicas del bar, el alucinante histeriqueo de una con su novio (“Guatón con pitillo”, según los créditos, a cargo del propio Che), una chica que es ahora o nunca (y ahora, Cristóbal no puede) y un levante callejero que pinta para softcore... hasta que él huye, vaya a saber por qué.Entre una cosa y otra, Cristóbal se putea en Skype con su esposa o su ex (tampoco eso está muy estable) y se deja basurear por su hijo, que no debe estar muy contento con la desaparición del padre. Es altísimo el nivel de agresividad verbal de Soy mucho mejor que voh. Altísimo, velocísimo y graciosísimo. ¿Espejo de la vida cotidiana chilena o pura agresividad de estos personajes? La negativa de Sandoval a metáforas y generalizaciones, su estricto apego a los hechos, hacen tan difícil responder eso como –hasta el último plano, al menos– si el punto de vista de la película es el del personaje o lo observa, en cambio, a corta distancia.A corta distancia se mantiene notoriamente la cámara durante todo el metraje, evitando cortar mientras no sea necesario, haciendo vivir al espectador bien de cerca el viaje al fin de la noche de Cristóbal y manteniendo un ritmo y una fluidez que no paran. Sandoval es uno de esos grandes realizadores que, por atenerse a la más estricta funcionalidad y transparencia visual y narrativa, no lo parecen. Pero lo es. 8-SOY MUCHO MEJOR QUE VOS Chile, 2013Dirección y guión: Che Sandoval.Fotografía: Eduardo Bunster.Música: Miranda/Tobar.Duración: 85 minutos.Intérpretes: Sebastián Brahm, Antonella Costa, Nicolás Alaluf, Catalina Zahri, Paula Bravo.Estreno exclusivo en cines BAMA y ArteMultiplex Belgrano, en proyección Blu-Ray.Compartir:
Solo contra el mundo Este logrado filme chileno tiene una comicidad acompañada de cierta amargura. Frustrado por la vida, el Naza busca revancha emprendiendo una recorrida por la noche de Santiago de Chile. Parece que quiere mujeres para vengarse de su esposa -que se fue becada a España y pretende que él y sus hijos la sigan-, pero lo que en realidad desea es escupirle su desasosiego al mundo. Pendenciero, mentiroso, maltratador, resentido, el Naza es un cretino simpático que se resiste a asumir el rol productivo que, se supone, un hombre de 40 años debe tener en la sociedad. En síntesis: un gran protagonista para una película que, ante todo, está viva. En Soy mucho mejor que vos, Che Sandoval continúa la huella de su opera prima, Te creís la más linda (y erís la más puta), donde el Naza era un personaje secundario. El las llama walk movies: son viajes como los de las road movies, pero a pie y en distancias más modestas. Todo sucede en una noche y una mañana, con personajes deambulando por la ciudad y metiéndose en situaciones por lo general incómodas, en las que lo fundamental son los diálogos. Diálogos coloquiales, cargados de chilenismos, al punto de que los subtítulos son imprescindibles (aquí debe estar batiéndose un récord Guinness de uso cinematográfico de la palabra nacional de Chile, weón -fonética de huevón- y sus derivados). Gracias a esos diálogos creíbles, Sandoval emula -salvando las distancias- una de las cualidades de su admirado John Cassavetes: la naturalidad, la sensación de que esas palabras están surgiendo en ese momento, sin que haya un guión estudiado. Las reacciones del Naza parecen igual de espontáneas y, por lo tanto, resultan imprevisibles. El devaneo de este hombre que no sabe lo que quiere es gracioso por eso, y por el desprecio que muestra por todo y todos. Pero ese desconcierto vital, esa masculinidad cuestionada, hacen que la comicidad venga acompañada por un regusto amargo tan necesario como real.
Comedia patética y verborrágica Más allá de las locales, no son tantas las películas de América latina que se estrenan en la Argentina, menos aún chilenas, y menos aún comedias. Y este caso particular es aún más singular: Soy mucho mejor que vos es un spin-off, o sea, un derivado de otra película, en este caso de la ópera prima de Che Sandoval, Te creís la más linda (pero erís la más puta), otra comedia chilena también estrenada en la Argentina. Un personaje secundario de esa película -el personaje del bar con el que interactuaba el joven protagonista- es el centro de Soy mucho mejor que vos. Cristóbal: pelado o en proceso de, cuarenta años, separado o en proceso de, con un mix de crisis. Con su edad, con su mujer que está a punto de irse becada a España con sus hijos, con la vida en general. Y su crisis se traduce en un fastidio fanfarrón y agresivo. Cristóbal, como le pasaba a Javier en Te creís la más linda... se mueve por Santiago (nocturna y diurna) con sus ínfulas y deseos de "afirmación como hombre". Che Sandoval, joven director nacido en 1985, escribe y pone en escena chistes y situaciones con palabras bien dichas, con una verborragia abrumadora y con un uso extraordinario del habla santiaguina (la película afortunadamente se estrena subtitulada -o mejor dicho transcripta en los subtítulos- para mejor comprensión de lo que se dice). Cristóbal se exhibe desde un aparente lugar superior del macho poderoso, pero el director -aunque sin sadismo alguno- no le ahorra ningún patetismo y lo va esmerilando con cada nueva (y rítmica, y divertida) secuencia. Cristóbal, enojado a la vez que deprimido, no para de generar conflictos con su mujer y con otras mujeres, y también con otros hombres (la discusión en la fila para comprar una salchicha es antológica). Su agresión constante se disfraza, a veces de intentos de seducción, y toda su actividad y movimientos parecen darse para evitar enfrentarse a sí mismo, o al menos para retrasar ese momento. Soy mucho mejor que vos vuelve a probar que Che Sandoval es un director -joven, latinoamericano- que sabe hacer comedia (en este caso independiente, urbana, sobre el fracaso y con ecos de Después de hora de Scorsese). Comedia, nada menos. Y que sabe exhibir a sus personajes con la acidez suficiente como para desnudarlos, pero con el cuidado necesario para brindarles algún tipo de compasión entre tanto poder corrosivo.
Una comedia amarga demasiado hablada Un problema grave tiene esta película chilena, y es la falta de subtítulos. Cuando al fin el espectador acostumbra el oído, ya se perdió algunos diálogos, empezando por el de dos mujeres poco agraciadas en un bar, acerca de sus necesidades sexuales. Hablan con tanto desparpajo que en la mesa de al lado cualquier vedetonga chismosa de programas vespertinos quedaría como una catedrática de la Real Academia. Bien, a esas dos mujeres se acerca el protagonista. Que si fuera policía sería un Torrente subdesarrollado. Pero no es torrente, es apenas una ínfima vertiente de miseria humana perdida en la noche santiaguina. Aunque se crea mejor que nadie. Esto es una "mumblecore", vale decir, una de esas películas "indies" donde la gente habla y habla todo el tiempo, sólo que no es norteamericana, sino chilena. O una "walk movie urbano", para quien guste de esos términos. Su autor, José Manuel Sandoval, alias Che Sandoval, ya había filmado una muy exitosa tiempo atrás: "Te creís la más linda, pero erís la más puta", que a lo largo de tres meses superó los 10.000 espectadores en una sola sala. Una comedia propia de tardoadolescentes, que pegó bien en su público. Pero "Soy mucho mejor...", sin ser mejor, llega parcialmente al borde de lo profundo. Hay amargura en su comicidad malsana, y un doble sentido en el subtítulo: "Lo peor de Chile". Eso, porque el personaje protagónico es un tal Cristóbal Fröhlich, alias Naza, ya visto en la película anterior. Un empresario de medio pelo que se va quedando calvo, fastidiado porque la mujer logró más éxito profesional y se mandó mudar, y porque los hijos tampoco lo quieren mucho que digamos, ni tienen por qué quererlo. Ridículo engrupido, pretende ser el macho sudaca y en esa pretensión lo vemos vagando por el barrio Bellavista, el subte y el borde del Mapocho. Nos causa mediana gracia, nos provoca natural desprecio, pero ciertas actitudes suyas, ciertas valoraciones que son desvalorizaciones, también nos hacen pensar. Ese es el paso que va de la noche hacia el alba, y de la comedia guaranga a la comedia amarga. Algunas limitaciones técnicas, el habla inhabitual para nuestros oídos, ciertas reiteraciones, afectan sus alcances. Con todo, puede gustar especialmente a cierto público "indie" adicto al Bafici, y al femenino adicto al discurso de la crisis de la masculinidad y todo eso. En el equipo destacan la productora ejecutiva Soledad Santelices, la jefa de producción Macarena Baeza, la directora de arte Javiera Espinosa, las montajistas Manuela Piña y Andrea Chignoli, la asistente Elisa Eliash. Flojo el de la fotografía.
Misógino latinoamericano Luego de Te creís la más linda… (pero erís la más puta), retrato de la juventud chilena, por consecuencia lógica, el Che Sandoval ahora profundiza su mirada sobre un individuo ya de cuarenta años, separado de su mujer, con un hijo y una pyme que se cae a pedazos. En ese sentido, Soy mucho mejor que vos, desnuda a Cristóbal (Sebastián Brahm) en una noche de alcohol y mujeres, dando rienda suelta a su visión misógina y machista del mundo. Che Sandoval observa a Cristóbal desde su miserable actualidad, inclinándose por el uso de un humor negro al borde del patetismo más cruel. Como en su opera prima, ese "slang" tan particular proveniente del país trasandino recorre cada una de las escenas, donde la puesta en escena parece circunscribirse a la presencia física y moral del protagonista central. Sandoval también observa a uno de sus directores referenciales, como John Cassavetes, y mueve la cámara como la hacía el gran creador de Faces y Shadows, pero también, debido a ese deambular nocturno y callejero, con un personaje al borde del suicidio y de la exhibición de todas sus zonas oscuras, surge la rémora de 76-89-03, film de los argentinos Bernard y Nardini. "La masculinidad al desnudo", podría titularse el nuevo film del director, explorando las dudas e incertidumbres de Cristóbal, tenso y nervioso por su destino, malicioso y eufórico frente a las mujeres, dócil e ingenuo frente a su pequeño hijo. Un after hour chileno que, de acuerdo a las informaciones, parece que se traslada a la Argentina, ya que según el director su próximo proyecto pretendería exponer los mismos temas pero en nuestra particular sociedad. Veremos, entonces.
Literal “spin off” de la muy buena TE CREIS LA MAS LINDA (PERO ERIS LA MAS PUTA), la segunda película de “Che” Sandoval toma uno de los personajes de aquella opera prima –uno que aparecía en una sola aunque larga escena– y lo hace vivir su propia “noche infernal” por las calles de Santiago de Chile, en un esquema en cierto modo similar al del primer filme. Esta historia, más adulta y mucho más oscura que la anterior, es la de un personaje de “treintaypico” enfrentándose a situaciones cuyo humor no alcanza del todo a esconder la negrura y desesperanza de lo que le sucede. Es que a partir de las complicaciones de una amarga separación de pareja vamos descubriendo a un personaje que, interpretado por el también realizador Sebastián Brahm, esconde más secretos de lo que parece en un principio. soymuchomejorquevosCon un gran sentido del ritmo narrativo y un timing cómico perfecto (un curso en slang de la capital chilena vendría bien en estos casos al público porteño, o subtítulos), Sandoval sigue apostando a un registro de comedia urbana a lo DESPUES DE HORA que no es tan usual en el cine latinoamericano. Y, por eso, doblemente bienvenido en una serie de cinematografías donde el humor no sobra fuera del circuito de películas más comerciales…
Viaje a la noche eterna Existen obras cinematográficas que nos invitan a la reflexión sobre nuestra propia realidad desde la empatía con las situaciones que nos presentan. Se ha dicho que se puede identificar la obra de Che Sandoval con la postura narrativa de Richard Linklater y luego de ver Soy Mucho Mejor que Vos se llega a la conclusión que la comparación no puede ser más acertada. Film presentado en el Bafici del 2013, Soy mucho mejor que voh nos narra una noche en la vida de Cristobal (Sebastian Brahm). Un padre de familia divorciado y desamorado que, por impericia o desidia, termina frustando un viaje familiar al no dar la autorización para que su hijo salga del país. A raíz de lo cual su ex mujer decidirá viajar sola sumergiéndolo en el más absoluto de los desamparos. Cristobal pasa varias horas de su aburrido día trabajando en una pequeña empresa con mínimas proyecciones y revisando los posteos de la madre de sus hijos en Facebook , odiándola por cada publicacion de sus momentos de felicidad , sintiéndo que cada logro de ella es una afrenta a su óscuro presente. La noche será testigo y marco ideal para que este hombre busque algo de sexo casual para satisfacer sus deseos carnales pero he aquí el gran inconviente: Cristobal es su peor enemigo, un eterno canto al autoboicot que se repite a cada paso que da. Todas sus acciones están irremediablemente condenadas al fracaso, pese a esto él continua intentándolo con la irreflexiva tozudez de quien se sabe nacido para el fallido. Una road movie nocturna y citadima que nos permite conocer la inútil resistencia del protagonista por asumirse como adulto y con ello hacerse cargo de las responsabilidades que trae. Cristobal es solo el instrumento elegido por el director para reflexionar sobre la sociedad moderna, sobre nuestro extremo apego a la virtualidad en las relaciones, a la intolerancia , a la fragilidad en los lazos familiares, a la especulación y al desarraigo emocional. El relato es construido a través inteligentes diálogos, saturados de la ironía y la mordacidad que traen los años y las desilusiones. Una visión difícil sobre la sociedad actual, casi como la que se produce cuando el sol nos pega en los ojos luego de una muy larga noche.
Yira, yira Tras concitar la atención de la crítica con Te creís la más linda (pero eris la más puta), el director chileno Ché Sandoval vuelve con un segundo largo que aborda los valores en jaque, como en su ópera prima. El protagonista es Naza (Sebastián Brahm, también productor del film), un hombre de treinta y pico con un abultado apéndice nasal (de ahí el apodo) y promisoria calvicie, momentáneamente separado de su mujer, Elisa (Catalina Zahri). Elisa está becada en Barcelona (la separación es una elipsis) y chatea con Naza para que le permita viajar al hijo de ambos. En tanto, Naza se queda a vivir en la oficina de su pyme y deambula por las calles de Santiago, rumia sobre lo que escriben en el Facebook de Elisa, busca sexo casual, sexo pago, una discusión, una línea de cocaína. Uno de los ejes es la relación con Camilo, el hijo, que, inconscientemente, Naza cree que Elisa le quiere arrebatar, pero que al mismo tiempo, a sus 13 años, ya tiene vivencias adultas, algunas que su padre ni imagina. Aparte de plantear el resquebrajamiento de la tradición, Soy mucho mejor que vos (la frase que se repite Naza, en su rol dominante herido) despliega una sentida mirada sobre la noche en la capital chilena y sus suburbios, tanto que es casi posible verla a través del deambular del protagonista.
Soy Mucho Mejor que Vos es el spin-off de su antecesora Te creís la más linda pero erís la más puta, presentada en Argentina en el BAFICI del año 2010 con dirección y guión del director chileno Che Sandoval. Se estrena el 20 de noviembre en Buenos Aires. Definida desde la sinopsis oficial como “una comedia urbana, en donde Cristobal, padre de familia y empresario, ve cómo su mujer se gana una beca y se muda a España queriendo llevarse a los hijos y a él junto a ella. Humillado por esto desaparece y deambula por Santiago en busca de sexo. Tras una noche patética, y llena de fracasos, en la que además no podrá olvidar su conflicto, llegará el momento de decidir: su familia o su ego”. Spin-off ? Secuela En Soy mucho mejor que vos sólo queda un personaje, el estilo, (madurando en calidad estética y técnica) y el director De Te creís la más linda pero erís la más puta. El lugar es el mismo, el planteo similar, pero así como en su opera prima, el personaje es el eje central de la trama, (respetando el género). Uno sigue al Naza por aquellos lugares en que su odisea personal, decadente, lujuriosa y obviamente absurda lo arrastra de noche y de día. Cada acción, gesto o movimiento no es otra cosa que un intento por ahogarse aún más en su propia desesperación y decadencia. Un camino propio Varias películas, especialmente óperas primas de jóvenes directores han llegado desde Chile en los últimos años como Bonsai de Cristián Jiménez, De jueves a domingo de Dominga Sotomayor y Naomi Campbell de Nicolás Videla y Camila José Donoso, (por citar algunos ejemplos). Podríamos incluir a estos directores en un grupo particular, (si quisiésemos improvisar una labor propia del crítico) pero al Che Sandoval con sus dos películas lo llevaríamos a otro lugar, uno en que el género se puede ver claramente, con cambios propio de nuestra época pero que aún así subsisten en las historias retratadas por Te creís la más linda… y Soy mucho que vos, (un grupo, por otra parte, al que pertenecen Ernesto Díaz Espinoza, (Tráiganme la cabeza de la Mujer Metralleta BAFICI 2013), y el por todos ya más que conocido, Nicolás López, cada uno con sus diferencias pero fieles a un género en particular). Soy mucho mejor que vos sigue una línea directa y en paralelo con lo propuesto en Te creís la más linda… El estilo está, pero más maduro, tanto en el sentido estético como técnico, (separando dos cuestiones fundamentales que funcionan siempre de manera conjunta). Conclusión Soy mucho mejor que vos es más que una noche de Rock en la ciudad al estilo After Hours en donde todo parece posible sin precio alguno pero al final de la línea hay una caja como esa primera mitad excitante de Pánico y locura en Las Vegas que muestra su verdadero rostro en el final, o quizá, tan sólo y nada más que el precio de ese libertinaje. Pero si de algo estoy seguro, es que al menos yo no quiero ser el Naza en Soy mucho mejor que vos.
Hace unos días, exactamente el 14 de noviembre, finalizo en Buenos Aires el 13ª Festival de cortometrajes “Hacelo Corto”, una muestra de filmes realizados por chicos y adolescentes para ellos mismos. Los espectadores que se asumen en esta situación saben a que atenerse, a que se enfrentan. Un profesor durante la carrera de cine nos dijo, parafraseando a Clint Eastwood, “el cine no es un juego”, poniéndose en las antípodas de John Houston, quien decía que hacer cine “es un juego en donde no valen las trampas”. Bien por los chicos que puedan jugar a hacer cine y de esa manera manifestar sus pareceres, sus ideas, pero que sepan que para ellos si es un juego, no es verdaderamente hacer cine. En el orden de lo que se involucra en el trabajo, en la responsabilidad de cada miembro del equipo, que dará cuenta sobre que significa el producto terminado. Este preámbulo viene a dar plataforma a la posibilidad de análisis de un ejercicio audiovisual realizado por un joven, puesto en función de director porque tuvo acceso a manipular una cámara por segunda vez. Después de haber visto la segunda, agradezco no haberlo hecho con la primera. Definir “Soy mucho mejor que vos” como un filme sería faltarle el respeto a todas aquellas producciones en las que se nota que hubo un trabajo de equipo, un esfuerzo mancomunado y un responsable con una idea directriz. Como ejemplo de esto podría citarse la realización paragüaya “7 Cajas”, estrenada este año en la Argentina, con mucho más éxito del esperado, y totalmente justificado, en comparación a lo ocurrido en la función de prensa del filme chileno que por problemas técnicos, saltos en la proyección del DVD, se perdieron en total alrededor de 10 minutos. Ninguno de los presentes pidió que traten de restituir las imágenes, escenas y secuencias que no se pudieron ver, pues da lo mismo. Un sujeto que deambula por las calles de Santiago y una cámara que lo persigue registrando lo que hace, con un micrófono grabando lo que dice, que es tan importante como lo que se registra en imágenes, o sea nada. Casi el mismo sentimiento nos produciría si le diéramos la cámara a un chimpancé para que registre a sus compañeros en la selva africana El personaje, los personajes, cada tres palabras que emiten cuatro son: Cachai, huevon, o weon, merme, barsa (¿Qué significa?, fanático del Barcelona? ¿De cuál? ¿España?, Ecuador?). Idioma español puro, mire, y para colmo el subtitulado era exactamente lo que decían, en función de que poco les podemos entender cuando hablan, pero entre ellos si se entienden, no tienen problemas. Seria algo así como realizar un producción hablada enteramente en lunfardo porteño, y el subtitulado fuese en lunfardo ¿Se entiende? Lo comparan a Woody Allen porque es muy dialogado, es como querer comparar a Flavio Mendoza con Bob Fosse o Mauricio Wainrot. Pero eso no es lo peor, lo peor es que la realización es nada, aunque el director, en una entrevista explica, justifica, que quiso retratar la sociedad chilena, lamentablemente ni por casualidad se logra ese objetivo. Como decía Krzysztof Kieslowski, si tengo que explicar algo del filme, eso significa que no funciona, no está bien realizado. Cristóbal (Sebastián Brahm), el Naza, como lo llaman los amigos de su hijo, que lo trata como se merece un padre de esas características, lleva un tiempo viviendo en la oficina de su mediocre PyME. Su mujer lo abandono, harta del fracaso y las falsas promesas, y se ha ido a España. Cristóbal la espía desde su perfil de Facebook, (grande la tecnología) puteándola a larga distancia. Ella le pide que firme la autorización para dejar que sus hijos se vayan con ella. Él se niega, ni sabe por qué lo hace. Los chicos no viven con él sino con la abuela, y Cristóbal no atiende las llamadas ni de uno ni del otro. Si se la pasa deambulando por las calles queriendo tener sexo de cualquier manera, y cuando puede concretar huye ¿? Eso es todo. Una hora y media de un seguimiento por las calles y barrios de Santiago a un personaje rayano a la imbecilidad. Por favor no le den una navaja.
Admitámoslo: en Chile se está haciendo un cine costumbrista mucho mejor que el argentino, por cineastas con mucho empuje. Esta es la historia de un cuarentón patético con problemas de pareja y familia (uno de esos tantos inmaduros que invaden nuestras sociedades) en busca de desquite. Un perdedor, aunque con la suficiente humanidad como para que nos caiga simpática su epopeya nocturna.
Chilean filmmaker Che Sandoval’s new film, Soy mucho mejor que vos, concerns the midlife crisis of Cristóbal (Sebastián Brahm) a 40-something two-bit entrepreneur and family man whose wife has won an important scholarship to study in Spain and decides to accept it, with or without him as a companion. You can infer their marriage was already sinking before this, but nonetheless it does get worse now because Cristóbal can’t take so much success on her part, so he never shows up at the airport to grant permission for the kids to go overseas. Anyway, his wife boards the plane and leaves the children. So over the course of one long night, Cristóbal thinks he can make her pay for “abandoning him” by sleeping with as many women as possible. He now sees himself as a macho man and a womanizer, but in fact he’s nothing but a loser. Likewise, Soy mucho mejor que vos sees itself as a biting, mordant dramatic comedy (with more light drama than good comedy) but in fact it’s nothing but an exposé of commonplace and stereotypes (and not in a good, playful way). Granted, a few scenes do work out because of the colloquial text and its authentic musicality; there’s also an imprint of realism because some performances are seemingly unrehearsed. And there’s a certain nerve-wracking rhythm in the film that gives it an electric pulse. But leaving aside some partial assets, Soy mucho mejor que vos as a whole is neither gripping nor convincing. Perhaps because the lead character is so overacted by Sebastián Brahm, or perhaps because he’s so obnoxiously stereotyped, it’s quite hard to relate to what happens to him at all. For that matter, the rest of the characters (his son, an occasional girl, a group of street punks) fall into the same category: entities solely designed to utter lines with no genuine presence of their own. So no wonder everything becomes so repetitive and automatic. And, of course, there’s a contrived subplot involving father and son, that is, hopeless and lost father seeking to make contact with angry and neglected son who, nonetheless, loves him dearly. Like you haven’t seen all this before. And in much better shape. Production notes Soy mucho mejor que vos (Chile, 2013). Written and directed by: Ché Sandoval. With: Sebastián Brahm, Nicolás Alaluf, Catalina Zarhi, Antonella Costa. Cinematography: Eduardo Bunster. Sound: Gonzalo Ulloa. Music: Miranda / Tobar. Editing: Manuela Piña / Andrea Chignoli. Produced by Caleidoscopio and Don Quijote Films. Distributed by: Tren. NC13. Running time: 88 minutes. Limited release: BAMA - Arte Multiplex.
Soy mucho mejor que vos, comedia de Chile para el mundo de la mano de Che Sandoval. La historia es la de Cristobal, un perdedor (su esposa lo dejo, no tiene prácticamente comunicación con sus hijos, ni vida laboral). Un cine a puro dialogo (abstenete si buscas Transformers y mucha acción), con un humor negro delicioso de la mano de un personaje que tiene todo lo que un manual del antiheroe te diría que hagas. Una cámara en mano lo acompaña a Cristobal (Naza como le dicen algunos) en su noche recorriendo las calles de Santiago con una fotografía muy prolija. Como su subtitulo lo refleja Soy mucho mejor que vos (Lo peor de Chile) tiene en su personaje a un misógino, desaliñado, xenófobo y pobre tipo que podremos odiar o no empalizar, peor finalmente siento una lastima por él y por la vida que lleva. Cada escena es llevada hasta el máximo y la actuación de Sebastián Brahm es excelente y para destacar dando vida a Cristobal. Soy mucho mejor que vos es un a película chilena, que nos habla un poco de Chile, pero también en gran parte de Latinoamerica y es por eso que funciona tan bien donde se estrene.
Muestra varias situaciones del protagonista cometiendo excesos y sus obsesiones. Es misógino, de un machismo desmedido, se muestran aventuras y desventuras con toques de humor. No mantiene el ritmo, por momentos se torna aburrida transformándose en un film para que deguste cierto público.