Como mata el viento sur El título local es engañoso, porque Terror en la Antártida de terror no tiene nada. Es, sí, claramente un film de género, pero de género policial, lo que a veces en la jerga se llama whodunit (deformación de who done it): la investigación de uno o más asesinatos a cargo de un detective, o personaje que cumpla ese rol. Y el rol lo cumple aquí la agente Carrie Stetko (Kate Beckinsale), Marshall de los USA en territorio antártico, quien debe investigar una serie de asesinatos en medio del desierto de nieve y en las bases científicas instaladas en el continente helado. Y en el ínterin procurar que ni el asesino ni el clima hostil se la lleven puesta. Se trata de la adaptación más o menos fiel de Whiteout (también el titulo original de la película), un muy premiado comic, al que le cambian el sexo de uno de los personajes principales e introducen alguna variante en la trama, pero respetan a la protagonista, la mayoría de los secundarios, y buena parte del planteamiento del caso investigado en el primero de los dos volúmenes de la obra. La gracia del asunto, tanto en comic como en film, esta en el escenario adverso antes que en el caso policial (aunque este tiene un desarrollo más sólido en el comic), y las mejores escenas del film son aquellas en las cuales el escenario le roba el protagonismo a los personajes. Como cuando la agente y sus colaboradores quedan atrapados en un avión estrellado bajo el hielo, o los peligrosos pasajes por el exterior de las bases en medio de una tormenta, a través de cables que si se sueltan lo dejan a uno a merced de los terribles vientos que pueden arrástralo a kilómetros de distancia. La gran protagonista precisamente es la “witheout”, una tremenda tormenta de nieve y vientos que soplan a cientos de kilómetros por hora, y que de agarrar a alguien a la intemperie suponen la muerte casi segura. Pero si el clima hostil brida los momentos más interesantes es también porque la trama policial no es demasiado interesante en si misma, y la resolución del quién y por qué es bastante previsible y decepcionante. Tampoco los protagonistas ofrecen demasiado de sí. Así, Kate Beckinsale se pasea por todo el film con actitud sufrida, mientras unos flashbacks incesantemente repetidos vendrían a explicar su furia interior y su actitud desconfiada, en un intento de darle algo de espesura a un personaje que jamás se baja de la pose solemne y atormentada. Terror en la Antártida, la película, es más bien un policial del montón, con escenario exótico y hostil que es el que brinda el poco interés que el relato tiene para ofrecer. En tanto, el asunto se presenta con bombos y platillos como “el primer asesinato en la Antártida”, como si eso aportara algo más que la posibilidad de incluir el caso en algún libro de records y curiosidades tipo “¿sabía usted?”.
Muchas veces un mal poster o un tráiler mal armado nos puede "vender" que la película que vamos a ver, termina siendo algo totalmente distinto de lo que pensábamos que íbamos a ver… Terror en la Antártida ya nos confunde desde el título… no porque se haya filmado en el Polo Norte, sino porque terror, por lo que entendemos terror la mayoría de los espectadores, no tiene. “Asesinatos en la Antártida” hubiera sido más acertado y de esa manera quienes buscarán una película de suspenso sabrían que iba por esa senda. Terror pueden llegar a tener las víctimas del asesino, pero no el público. La película tiene una historia demasiado simple, un desarrollo para nada complejo, y el protagonista es el frio antártico y como ciertas cosas son distintas al mundo verdadero. A este asesino, fuera del hielo, lo agarraban un grupo de jubiladas haciendo la cola para cobrar en el banco, pero en la Antártida se torna más difícil que la Snith de Harry Potter... Kate Beckinsale está divina como es habitual y cumple dignamente su papel. El resto acompaña con altibajos. Si entrás sin expectativas, no la vas a pasar mal, porque si bien todo es simple y hasta predecible, el ritmo no decae en ningún momento. Para elegirla si ya viste todo el resto.
Seguimos en la misma. Después de Identidad sustituta se suma otro caso de un buen cómic que llega al cine adaptado por productores y guionistas ineptos. Terror en la Antártida es un film basado en una muy buena novela gráfica titulada “Whiteout” que lanzó a la fama al escritor Greg Rucka, quien en la actualidad es uno de los mejores guionistas de historietas en los Estados Unidos. Rucka se destacó por combinar con muy buenos resultados el arte del cómic con la novela policial negra y en estos últimos años hizo cosas muy buenas. En el link pueden acceder más información sobre Whiteout. Lamentablemente la adaptación cinematográfica no logró sacarle el jugo al cómic que presentaba una trama mucho más interesante y menos tonta. Hicieron un montón de cambios que no tienen explicación y sólo contribuyeron a que el film sea más light y tenga menos suspenso. La dirección corrió por cuenta de Dominick Sena (60 segundos, Swordfish), quien en el pasado hizo buenas películas de acción y dentro de todo hizo llevadera la trama con su narración pese a que es poco lo que podía ofrecer con un guión tan berreta. Los mismo pasa con el reparto. Kate Beckinsale y Tom Skerrit (Top Gun) la remaron lo mejor que pudieron frente a una historia que no les permitía hacer demasiado. Lo que debería haber sido una buena historia policial terminó convertido en una pseudo Martes 13 en la nieve sin mucho sentido. Otro cómic desperdiciado.
Si bien la fotografía y los efectos de las tormentas de hielo son buenos, la trama no es muy brillante, es más bien pesada, muy previsible, y tiene todos los clichés del género. El hecho de que esté ambientada en la Antártida, hace que encima ...
Miedo polar ausente Terror en la Antártida es la nueva producción de Dominic Sena, director de Swordfish (2001) y 60 segundos (Gone in 60 seconds, 2000) entre otras. Incursionando en el género de terror, el director hace un film esquemático de asesino serial, donde el único aporte es el contexto frío y desolador de la Antártida, pero que no alcanza para justificar la débil y predecible trama. Carrie Stetko (Kate Beckinsale) es una hermosa mujer policía (de esas que no encontraremos jamás en la Bonaerense) que por un conflictivo caso en su pasado, acepta un puesto en el más remoto de los escenarios: la Antártida. En este inhóspito lugar del mundo nunca ocurrió un crimen; por tal motivo la serie de cuerpos encontrados genera un misterio y termina con el paraíso blanco. Uno se imagina varias cosas al pensar un film sobre la Antártida: gente con grandes abrigos que se aburre mucho y, lo peor, no habrá un solo desnudo. Nada de esto pasa, ya que en los primeros minutos vemos un cuartel repleto de jovenes lindas y fiesteras. Sí, la Antártida es un viaje de egresados para Hollywood. Lejos quedaron los recuerdos de “terror polar” de La cosa (The Thing, 1982) de John Carpenter. Terror en la Antártida (Whiteout es el título original) es tan esquemático como film de terror que no se permite salir de los lugares comunes del género, entre ellos, la fiesta adolescente, la protagonista bella que no reprime gritos de miedo ni evita mostrar sus curvas (se lastima las manos por el frío pero nunca sus carnosos labios). La vuelta de tuerca sobre el final y los asesinatos brutales no hacen más que confirmar lo expuesto. Y, encima de todo, la culpa la tienen los rusos que en la Guerra Fría experimentaron con bombas nucleares. Nada nuevo bajo el sol y menos sobre el hielo. Eso sí, para rescatar son los efectos visuales de las tormentas de hielo. Para morirse de frío, pero de miedo no.
No debe ser fácil El fime con Kate Beckinsale no asusta ni entretiene. Bien pegado al estreno internacional de Terror en la Antártida, Kate Beckinsale fue nombrada la mujer más sexy del mundo por la revista Esquire. Cuestiones de marketing al margen -cuando en verdad están en el centro-, no debe ser fácil vender una película con la linda Beckinsale si transcurre en la Antártida, y ella debe estar abrigada del cuello para abajo. Porque para arriba, al menos debe vérsele el rostro, con su naricita operada, su dentadura conejera perfecta. No debe ser fácil. No, no debe ser fácil tener a Kate y no poder mostrar sus formas. Entonces, ¿qué tal si se pega una ducha y se cambia? No debe ser fácil para una policía dejar el calor de Miami y terminar en la Antártida (bah, Manitoba, en Canadá, donde se rodó, no queda tan, tan lejos). Y menos fácil debe ser el hecho de ser la única agente de la ley y no tener mucho por hacer, hasta que, bingo, aparece un muerto. Helado. Congelado. En la nieve. No debe ser fácil construir un thriller cuando el suspenso es nulo. Cuando los cadáveres se suman como hielitos en una cubetera y siempre -siempre- hay alguien que explica lo que estamos viendo. ¿Será porque temen que la traducción no sea de confiar? Carrie, de apellido Stitko -intenten decirlo de nuevo, verán qué lindo suena- es sagaz hasta el paroxismo. Hace unos cuantos años, cuando la Guerra fría era más fría que el continente antártico, abordo de un avión ruso unos rusos se tirotean entre sí por el contenido de una caja fuerte, y la aeronave cae en la Antártida. Cincuenta años más tarde, Stitko tiene que apurarse, y no sólo porque a la película le quedan pocos minutos, sino porque en la ficción el sol se ocultará pronto por espacio de seis meses, y la base quedará desierta. Justo a ella, que por una cuestión que no vamos a adelantar, la manicura pronto le saldrá más barata, le toca el primer homicidio en la Antártida. No debe ser fácil. Menos fácil es descubrir a Tom Skerritt, a los 76 años, y a 30 del capitán de la nave Nostromo en Alien, barbudo y desganado. Y que detrás de cámaras está Dominic Sena, aquel que debutó como realizador en Kalifornia, con Brad Pitt y Juliette Lewis. O reconocer algo de la novela gráfica original de Greg Rucka y Steve Lieber en que se basa esto. No debe ser fácil. Pero si a usted no le gustan las cosas fáciles, ya sabe lo que debe hacer con esta película. Eso sí que es fácil.
Bodrio helado Consideremos por un momento las dos escenas con las que comienza la soporífera Terror en la Antártida (Whiteout, 2009). Primero tenemos a un lindo grupito de rusos en los ’50 disparándose los unos a los otros dentro de un avión en vuelo sobre el continente blanco; por supuesto todos terminan besando la nieve. Luego cortamos a una base norteamericana en la actualidad con un montón de yanquis nabos corriendo en pelotas por ahí. Como si esto fuera poco, inmediatamente la hermosa Kate Beckinsale se desnuda y toma una ducha. Desde el vamos que nadie se haga ilusiones porque la señorita se pasa el resto del film vestida (parece que en serio hace mucho frío...). Ahora bien, aquellos que busquen algo de “terror” también se sentirán defraudados debido a que estamos ante un policial muy insípido centrado en una serie de asesinatos alrededor del contenido de unos tubos metálicos. Tan esquemática y berreta es la propuesta que ya en esas dos secuencias iniciales conocemos a los responsables de los crímenes, sus motivaciones y el contexto general. Por si algún colgado todavía no vio El enigma de otro mundo (The Thing, 1982) o 30 Días de Noche (30 Days of Night, 2007), aquí va el detalle principal: el invierno en la Antártida dura seis meses. Así las cosas, la jefa de policía local Carrie Stetko (Beckinsale) cuenta con sólo tres días para resolver este demacrado misterio antes de que la oscuridad absoluta reclame sus dominios. El elenco deambula perdido sin saber qué hacer con un guión que refrita -sin nada de talento- gran parte de los estereotipos del cine de acción de los ‘80. El realizador Dominic Sena sigue sin ofrecer un producto rescatable desde la lejana Kalifornia (1993). De hecho, este es su patético regreso a la dirección luego del díptico compuesto por las lastimosas 60 Segundos (Gone in Sixty Seconds, 2000) y Swordfish (2001). Los CGI son rudimentarios, el gore está insertado a presión, los enfrentamientos resultan intrascendentes y la bendita “vuelta de tuerca” se ve llegar con muchísima anticipación. Más estúpida que obvia, la película se hunde en lo más profundo del freezer...
Sangre y misterio en la inmensidad antártica El film usa el escenario blanco para el suspenso. El manto blanco y desolado de la superficie antártica puede esconder algún misterioso secreto entre el viento implacable y las pocas personas que la habitan. Esto lo sabrá muy pronto Carrie, una detective norteamericana quien tras dos años de vivir en una base de su país instalada en el Polo Sur está ansiosa, como todos sus compañeros, de retornar a su hogar. Tras presentar su renuncia, cuenta impaciente las horas y los minutos hasta la llegada del avión que la trasladará de vuelta a su país, pero tres días antes de su partida hallará el cuerpo de un hombre enterrado en el hielo. Las preguntas no tardan en surgir. ¿Cómo llegó ese cuerpo a tan inhóspito lugar? ¿Por qué presenta señales de haber sido asesinado? Ya decidida a quedarse, Carrie comenzará indagar las causas de la muerte de esa persona anónima. Pero las muertes aumentan y el misterio se profundiza. Carrie comienza a sospechar de quienes la rodean y deberá apurar su investigación antes de que la Antártida quede sumida durante seis meses en una profunda oscuridad. El director Dominic Sena, basado en un guión al que no le falta ni la necesaria tensión ni el permanente dramatismo, logró un film que, dentro del muy transitado camino del thriller, entretiene y, sin duda, acaparará el interés de los espectadores sobre la base de esa historia sustentada por logrados efectos visuales. No falta tampoco en el film ese suspenso que aumenta rápidamente a través de el ingenio de la protagonista para descubrir al asesino que, como en toda trama de misterio, es quien menos se piensa. Los correctos trabajos de un elenco encabezado por Kate Beckinsale apuntalan el relato; una impecable fotografía y una música de nervioso ritmo son otros puntos a favor de esta aventura que, permanentemente, tiene como escenario las blancas planicies del continente antártico, aquí reproducido con indudable maestría.
La nieve como vacío de ideas El permanente paisaje blanco de este nuevo film del director de Swordfish resulta ser una suerte de involuntaria metáfora. El gran misterio de esta película se resume en una frase conocidísima del folclore estadounidense: ¿Qué hace una chica linda como vos en un lugar como este? Pelearse con una película por lo absurdo de su premisa (Kate Beckinsale es una U.S. Marshal en la Antártida investigando el primer asesinato –brutal– llevado a cabo en ese continente, a poco de dejar su cargo y partir, con la fría e imposible noche de seis meses a la vuelta de la esquina, con un clima feroz y el criminal suelto y cebado) llevaría a invalidar dos tercios del cine. Así que no es el caso. Impugnar el film requiere otras herramientas y motivos. Desgraciadamente, los hay. Comencemos: Dominic Sena no es un director que sepa trabajar con los actores, sino que es un estilista visual, lo que en este caso resulta más bien peluquero de las imágenes. Su mérito aquí consiste en que nos guste mirar a Kate Beckinsale. Bien, de acuerdo: el cine también es eso. Pero no puede ser sólo eso: en este caso, deberíamos querer mirar a Carrie, el personaje de la actriz, y no a la actriz. Esa diferencia equivale a la falta de verdadera construcción dramática y de suspenso. Que se concentra en los posibles efectos sin trazar el camino para que sean, efectivamente, efectivos (valga el juego de palabras). Así, el tremendo asesinato y las peligrosas condiciones geográficas y temporales son nada ante la ausencia de verdaderos sucedáneos de lo humano que las sufran. Sena demostró en su mejor película, Swordfish, que no tiene prejuicios ni límites, y que si deja actuar y hasta sobreactuar a sus actores puede conseguir obras desparejas, sí, pero cuyos buenos fragmentos se elevan operísticamente sobre el adocenado estreno actual. Allí estaba el ambiguo villano de un Travolta desatado, una desenfadada Halle Berry en topless, la desesperación constante de un Jackman que siempre parece tener garras. Era alocado y poco cohesivo, pero con momentos de bravura. Un acierto al azar, podríamos decir. Aquí podría tener todo eso en una situación igualmente extrema (también tuvo situaciones extremas para gozar en Kalifornia y 60 segundos), pero la corrección técnica y el desgano lo vencen. El paisaje blanco es metáfora del vacío de ideas; la irrupción de la actriz un indicio de la belleza terrible que podría haber sido.
No comas la nieve amarilla En el año 1957 un avión ruso de carga cayó en territorio de la Antártida luego de que su tripulación se tiroteara y una bala matara al piloto. En la época actual, en la base estadounidense de la Antártida, se encuentra la sheriff Carrie Stetko (Kate Beckinsale) que es la encargada de investigar los pequeños delitos que suceden en el lugar, en apariencia rutinario e incluso acogedor . Hasta que un día el hallazgo de un cadáver en una zona alejada y de difícil acceso propicia una investigación que inevitablemente conduce al avión caído cincuenta años atrás y cuyo cargamento, en parte, fue robado recientemente. Un asesino misterioso dedicado a eliminar a quienes particparon de la expedición al avión se convierte en la pesadilla de Stetko, quien para peor tiene un trauma que la asalta en forma de flashbacks, producto de una mala experiencia como policía en el continente, situación que por supuesto será debidamente aclarada. Las dosis de suspenso son vulgares, básicas, de resoluciones previsibles. El director es moroso en la resolución de las escenas que a su criterio deben ser vertiginosas e inquietantes, pero sólo en su cabeza ya que al espectador sólo le producirá aburrimiento y, tal vez, cierta vergüenza ajena. El terror del título apenas se esboza en un filme más adecuado a una edición hogareña que a la exhibición cinematográfica. Nuestra calificación: Esta película no justifica el valor de una entrada.
Una aclaración: “Terror en la Antártida” no es una película de terror. Si quiere ver una versión remozada de aquel clásico de John Carpetener “La cosa” no vaya al cine. La película de Dominic Sena es un thriller que narra la investigación de un crimen que lleva adelante una agente de policia, la encantadora Kate Beckinsale, en el continente blanco. La trama es de manual. Un cadáver, una enigma, varios sospechosos. Claro, el asesino es el menos esperado. El menú, la realización, justifican el entretenimiento. Nada más.
Pretérita y tímida promesa del cine estadounidense de los ’90, Dominic Sena (Kalifornia, Swordfish) dirige este bodrio ligeramente inspirado en una novela gráfica en el que una detective (Kate Beckinsale), a punto de dejar una base en la Antártida, lugar en donde los crímenes no son la regla, debe investigar tres asesinatos consecutivos ligados a un cargamento secreto, posiblemente material nuclear, extraviado hace décadas en la nada polar después que un avión ruso se estrelló en la región. Después de un elegante plano secuencia inicial en el que Beckinsale ingresa a su cuarto y se da una ducha, Terror en la Antártida se transforma en una película mecánica, desprovista de suspenso y perezosa en capturar el papel protagónico de un paisaje indicado para la opresión y la paranoia. Los flashbacks que intentan explicar la psicología del personaje de Beckinsale no sólo son narrativamente irrelevantes, sino que evidencian un desgano absoluto por parte del director a la hora de pensar la puesta en escena.
Crímenes bajo cero Se trata de un proyecto que tardó 10 años en pasar del papel a la pantalla grande. En 1999, Columbia Pictures compró los derechos de un cómic llamado Whiteout (traducible como “Blanco afuera”), ambientado en la Antártida y tributario del género policial, y lo puso en manos de un par de sus guionistas. Estos hombres trabajaron sobre un eje que luego terminó demorando todo. Colocaron en el rol central a una mujer, y como antagonista. a otra mujer. Al estudio le pareció que una puja de ese tipo no iba a interesa al público y decidió mandarlo a hacer de nuevo. En el camino, el poder legal sobre la historia cambió de manos, se mantuvieron tratativas con directores y actores diversos, y todo fue demorándose hasta que hace dos años finalmente arrancó el rodaje y hace unos meses la estrenaron en Estados Unidos sin demasiado éxito. La filmación se realizó íntegramente en Canadá, y no en la Antártida, como se dice en el argumento. Más allá de eso, hay en la trama un clima inhóspito y frío (“Otro tipo de desierto”, comenta un veterano del Golfo), una alguacil norteamericana que está pagando una vieja deuda consigo misma, y una serie de asesinatos vinculados a un extraño cargamento en un avión estrellado, que podría ser radiactivo. Puede agradar a los amantes del cine clase “B” norteamericano, pues tiene la típica atmósfera de esas películas, aunque es un poco confusa.
Terror en la Antártida de Dominic Sena relata la historia de un supuesto primer asesinato en el único lugar del globo en el cual no habido uno, la antártida. La encargada de resolverlo es una US Marshall interpretada por la siempre bella, Kate Beckinsale. El film respeta los códigos del thriller más tradicional, misterio, suspenso, y vueltas de tuercas planificadas en momentos estratégicos. Eso, en esencia es lo que no se nos presenta, un film poco pretensioso, cuidado, con ciertas dosis de acción, que intenta aprovechar una historia clásica, y un lugar inhóspito para contarla, pero no lo logra, o mejor dicho, lo logra a medias. Por un lado tenemos a los actores, si bien nadie desentona, ninguno tiene una performance que valga la pena resaltar, se limitan a cumplir con lo que se les plantea, y deja cierto sabor amargo, puesto que hay algunas escenas interesantes que podrían haber sido mejor aprovechadas. A medida que la narración progresa, los personajes, de a poco, van soltando parte de su pasado, lo cual enriquece mucho al personaje en si, pero esto no se traslada a la actuación, ni tampoco pareciera tener mayor impacto en la historia principal. Tampoco se debe dejar de lado que, si hay algo que el espectador identifica fácilmente es una buena interpretación en un giro inesperado, y eso no esta, y se siente esa carencia. Desde otro lugar, al guión le falta fuerza, si bien no se puede decir que haya algo tirado de los pelos; lo cual teniendo en cuenta el nivel de lo que viene aportado hollywood al género, no es decir poco; sin embargo, lejos esta de sorprender al espectador, o de aprovecharse al máximo ciertos elementos que se van planteando a lo largo film, hay personajes desaprovechados, historias que se van abriendo y luego se dejan de lado. Todo esto sin mencionar el trazo grueso que acompañan algunos momentos del film, en especial la utilización del flashback, si bien no se puede negar que en él hay información importante, pierde fuerza debido a la reiteración, generando que se repitan cosas que el espectador ya sabe. Claramente se puede sintetizar al film como una película que lo intenta, no pretende ser mucho y cumple con su propósito, pero tenía potencial para ser un film mucho más interesante. Dudo mucho que algún espectador salga decepcionado, pero se olvidará de la película 5 minutos después de haber abandonado la sala.
Dark Castle Entertainment comenzó como una subsidiaria de Warner dedicada a fabricar refritos de películas de terror del director y productor William Castle, conocido en los ’50 y ’60 por los trucos publicitarios que usaba en los cines (esqueletos flotantes, butacas con voltaje eléctrico, tarjetas con olor, etc.). Ejemplos: La Casa en la Montaña Embrujada y 13 Fantasmas. Luego vinieron obras de género que no eran remakes, como En Compañía del Miedo y la reciente La Huérfana. Terror en la Antártida es el nuevo exponente de la empresa. Y al igual que las ya mencionadas, es un producto menor, pero que se deja ver. La Antártida ya había demostrado ser más que efectiva como contexto de una película de miedo: la tremenda El Enigma de Otro Mundo, producida por Howard Hawks, en 1961, y la superior y más terrorífica versión 1982, esta vez a cargo de John Carpenter. Al igual que en aquellos grandes film, Terror... incluye pocos personajes que empiezan a desconfiar entre sí (sobre todo Carrie), algunas muertes horribles y el implacable clima gélido. Pero vale aclarar que no es una historia de horror sino un thriller de suspenso. Deberían haberle puesto Intriga en la Antártida. No hay monstruos de ninguna índole: sólo un asesino en busca de un secreto que se remonta a los tiempos de la Guerra Fría (no es spoiler, se sabe a la mitad del largometraje). La película se hace llevadero gracias a la mano del director Dominic Sena. Recordemos que este nativo de Ohio fundó Propaganda Films junto a su amigo David Fincher, y dirigió la inquietante Kalifornia, con un Brad Pitt asesino y un David Duchovny obsesionado con él. Luego hizo las dementes pero entretenidas 60 Segundos y Swordfish: Acceso Autorizado. La Beckinsale vuelve a demostrar que, a pesar de sus rasgos delicados, es convincente como mujer de armas tomar. Gabriel Match (visto este año en y como The Spirit) no será un actorazo pero cumple. Se agradece la presencia de Tom Skerritt, quien siempre aporta lo suyo. Como decía, un productor menor, pero llevadero si no hay nada importante en cartel... o para abrazar con su chica.
Terror en la Antartida está basada en la novela gráfica Whiteout, escrita por Greg Rucka y Steve Lieber en 1998. El comic recibió numerosos premios Eisner - los Oscar del mundo de la historieta -, y el éxito sirvió para que la dupla generara un par de secuelas - Whiteout: Melt y Whiteout: Night - entre el 2000 y el 2007. Los estudios adquirieron los derechos sobre la tira, y durante años estuvieron dando vueltas para concretarla en la pantalla grande. Pero lo cierto es que la versión cinematográfica del 2009 no deja de ser decepcionante. Desconozco la obra original y si la misma posee los méritos que todos califican. Uno debe tener en cuenta que la naturaleza del comic es, por definición, la creación de mundos exagerados. Las novelas gráficas serían el equivalente de las mini series, en donde los autores ponen un esfuerzo adicional para elaborar historias más complejas y con mayor perspectiva de los personajes. Eso no significa que todas las novelas gráficas sean muestras de excelencia, pero sí de un empeño en crear una narración más pulida. Intuyo que los méritos del comic original de Whiteout se deben a lo estético - una gran cantidad de escenas de la historia están situadas en medio de infernales tormentas de hielo en la Antártida - y a cómo lo resolvieron los autores. Pero la historia en sí no deja de ser un thriller excesivamente rutinario. Lo único que la diferencia de un policial standard es el exótico paisaje helado; pero ni siquiera la trama es medianamente competente como para esconder los ases en la manga que suponen las sorpresas del relato. El 90% de la audiencia puede intuir quién es el villano a los escasos minutos de comenzado el filme, y toda la historia es predecible. No es una falla del director Dominic Sena - Operación Swordfish -, sino que la trama carece de originalidad. Kate Beckinsale sigue estando tan bella y adorable como siempre, pero a su vez sigue demostrando que es una figura bonita forzada a asumir roles heroicos que sencillamente no son lo suyo. Pero, además de la falta de vuelo de la historia, el otro aspecto negativo es la presencia de Gabriel "The Spirit" Macht, cuya perfomance es espantosa. Es como una versión moderna de Michael Paré - voz gruesa y monocorde, expresividad cero -, elevada a la enésima potencia. Cada vez que Macht aparece en pantalla es una tortura genital; el problema pasa porque su personaje demanda misterio y el actor intenta crearlo de las peores maneras posibles, desentonando fuertemente con el resto del cast. Es una perfomance que arruina los pocos méritos originales del filme. Terror en la Antártida es pasable por el hecho de que la acción está ok y el paisaje helado se ve muy cool. Para ver en video es digerible, pero su trama eminentemente predecible arruina sus posibilidades. Es rutina facturada sin demasiada inspiración ni vuelo propio.
Este film fue realizado en el 2007 pero recién se estreno en el 2009. Cuando se tarda tanto en estrenar una película es porque no viene bien. Luego de verla, se entiende por que la mantuvieron tanto tiempo guardada. Ambientada en la Antártida, el escenario es original pero la historia es predecible y con poco suspenso. Esta basada en un comic que supuestamente es bueno, pero el guión esta repleto de malos diálogos y escenas ya vistas. Aprovechan el clima de la Antártida para ambientar las escenas de "acción" en medio de tormentas de nieve y hay momentos de estas que son ridículos. El asesino es un desastre, hay escenas filmadas como si el tipo fuera Jason de "Martes 13". El director Dominic Sena ya dirigió dos malas películas como "Swordfish" y "Gone in Sixty Seconds" y con esta suma su tercera. La única razón para verla es Kate Beckinsale. No es una buena actriz, pero es la mas linda de todas las actrices. Acá aparece tapada de pies a cabeza, salvo por la escena de la ducha que es la mejor parte de toda la película. Es otro de esos flojos thrillers que van mejor directo a DVD.
Una mujer policía destinada en la Antartida (¿?) tiene que descubrir a un asesino oculto en el hielo, todo antes de que se ponga el sol y anochezca durante 6 meses. La morocha es Kate Beckinsale (Inframundo) que, al mejor estilo de nuestra Coca Sarli, se pega una ducha y pela ocote y pechuga. Basada en un comic que nunca leimos ni leeremos. ¡Brrrr!
Con la atrayente presencia de la antiheroína de la saga Underworld, y la dirección de Dominic Sena, con aceptables antecedentes hollywoodenses en Swordfish y 60 segundos, Terror en la Antártida prometía un momento de crispación y sobresaltos en medio de un gélido escenario polar. Quizás a uno le quedó el recuerdo de La cosa de John Carpenter, que en un marco similar había logrado una obra memorable, y aún sabiendo que en este caso no intervenía lo fantástico, suponía que se iba a encontrar con un film inquietante y acaso –precisamente- escalofriante. Casi nada de eso queda expuesto en este simple thriller que en varios momentos intenta escapar a lo rutinario y previsible, sin conseguirlo. Ya desde el título en castellano el asunto asoma fallido, ya que no se trata de un film de terror; el original reza simplemente Whiteout (algo así como “todo blanco alrededor”), y da la sensación que se trató de cambiar el género de la película a través de un nombre levemente tramposo. Fuera de estas consideraciones aleatorias, el film ofrece un módico suspenso y entretenimiento a través de una trama que incluye un hallazgo tentador en pleno hielo y un sádico asesino que pretende usufructuarlo junto a un misterioso cómplice. Demasiado paisaje para tan poca sustancia.