Los hermanos sean unidos El policial argentino rememora sus mejores épocas con la llegada de Testigo íntimo, la nueva película del director Santiago Fernández Calvete (La Segunda Muerte). En esta oportunidad se aleja de los homicidios sobrenaturales que se investigaban en su primer (y más que interesante) largometraje, para traernos la historia de dos hermanos que quedan involucrados en un crimen que los tiene a ambos como principales sospechosos. Facundo es un joven abogado con una vida aparentemente perfecta. Está casado con la hermosa Ángeles, trabaja en el importante estudio de su suegra y tiene un buen pasar económico. Pero la realidad es que su matrimonio está estancado y ni siquiera sus clientes quieren tenerlo como defensor ante la justicia. Al mismo tiempo mantiene una relación con Violeta, la novia de su hermano Rafael, quien sospecha que algo está sucediendo entre ambos. Todo cambia la noche en que Facundo recibe un llamado de Rafael diciendo que Violeta nunca llegó a su casa. Al llegar su departamento, se encuentra con que la situación es otra. Violeta fue asesinada y reposa apacible en su cama. Ninguno de los dos se hace responsable del crimen a pesar que ante la policía serían los principales sospechosos, siendo uno el amante y otro el engañado. Es entonces cuando juntos deciden deshacerse del cuerpo, tarea que será para nada sencilla y que se irá complicando cada vez más, a medida que la noche avance y las sospechas entre ellos comiencen a crecer. Testigo íntimo es una de las propuestas policiales más solidas que dio el cine nacional en los últimos tiempos. Es un thriller elegantemente ejecutado e inteligentemente escrito, que nos mantiene adivinando y donde no faltan las vueltas de tuerca que cambian todo de un momento a otro. La película transcurre casi en su totalidad en una noche, la misma en que los dos hermanos interpretados por Felipe Colombo y Leonardo Saggese deciden deshacerse del cuerpo de Violeta (Guadalupe Docampo). Esto hace que la historia sea ágil y no se detenga, ya que es necesario hacer desaparecer el cuerpo antes de que llegue mañana a complicar la situación. Al mismo tiempo, mediante el uso de flashbacks, vamos conociendo cada vez sobre la relación que unía a Facundo con Violeta, algo que termina por darle una carga dramática todavía más importante a los sucesos de aquella noche. Fernández Calvete logra que la película se mantenga en constante movimiento y que el suspenso nunca decaiga, ayudado sin dudas por las muy buenas interpretaciones de Colombo y en especial de Leonardo Saggese, la gran revelación de la película. La relación entre ellos es el eje central del relato y de no ser creíble probablemente no hubiera funcionado tan bien como lo hace, pero por suerte ese no fue el caso ya que ambos tienen la química y el talento para sacar adelante la historia. También Guadalupe Docampo y Evangelina Cueto, como la amante y esposa de Facundo respectivamente, entregan buenas interpretaciones que no hacen más que sumarle credibilidad a la trama, haciendo que todo se sienta orgánico y sin momentos forzados. La participación de Graciela Alfano (en su regreso al cine desde la emblemática Nada x Perder), si bien no es muy grande, es en un papel que le calza justo y que le da otra dimensión a un personaje que quizás en manos de otra actriz podría haber pasado desapercibido. La idea de Calvete de remarcar que, como se dice en un tramo de la película, estamos en el peor momento de la historia para cometer un asesinato, le da al relato la sensación de que nuestros protagonistas tendrán que ser más que cautelosos para poder salirse con la suya. En un mundo hiperconectado, donde cámaras que ni siquiera nosotros podemos ver nos siguen a cada momento y donde es posible ubicar a una persona con precisión satelital simplemente a través de su celular, obliga a la película a mantenerse un paso adelante del espectador en todo instante. Sin embargo, todo este conocimiento es lanzado hacia nosotros a través un montaje paralelo que pareciera no tener demasiado que ver con la trama de la película, y que sirve simplemente para brindarnos esa información. Aunque no es algo que afecte demasiado el desarrollo, es una decisión que no se entiende y que termina desviando la atención. Conclusión Testigo íntimo es un policial hecho y derecho. Bien escrito, dirigido e interpretado, que nos mantiene atentos y adivinando hasta llegar a una resolución que no muchos verán llegar. Aunque nos puede dejar alguna que otra pegunta sin responder o sin brindar una respuesta clara, no hay dudas que, gracias su eficaz construcción y manejo del suspenso, es uno de los estrenos nacionales del año que no deberían perderse.
Observador observado Testigo íntimo (2015) es la segunda película de Santiago Fernández Calvete tras su policial sobrenatural La segunda muerte (2014). En esta oportunidad elige un tema mucho más terrenal: Un crimen pasional descubierto a través del control ejercido por las redes sociales que “tienen mucho más de redes que de sociales” augura el recluso que nos introduce con su cínico discurso en la película. Con esta profecía se marca el camino de lectura del film en su oscura descripción de época. Facundo (Felipe Colombo) es un joven abogado que tiene su vida resuelta: una hermosa mujer, una casa de lujo, un buen trabajo conseguido por su suegra (Graciela Alfano en un papel atípico), y un consejero hermano mayor, Rafael (Leonardo Saggese). Pero Facundo no puede evitar enamorarse de Violeta (Guadalupe Docampo), la mujer de Rafael con quién mantiene una relación clandestina. Una noche la chica aparece muerta y el protagonista se encuentra entre el dilema de si ayudar a su hermano mayor o hacer justicia por su amada. Apertura de las galas de Blood Window en el pasado festival de Cannes, la película comienza con un recluso interpretado por Gustavo Pardi dando un discurso sobre el control ejercido socialmente sobre los individuos mediante tarjetas de crédito, cámaras de seguridad y celulares. Dispositivos electrónicos utilizados para obtener información de nuestros movimientos cotidianos. Datos suministrados sobre donde, con quién y qué estamos haciendo a cada instante de nuestro día. “Es el peor momento para ocultar un crimen” dice Facundo a su hermano Rafael frente al cadáver. En la oscuridad planteada aparece el morbo que el tema trae consigo: el personaje que siente goce en espiar las vidas ajenas en las redes sociales o aquel que siente placer narcisista al subir sus vivencias más íntimas a la web. Mirados y mirones, las dos caras de la perversión puesta en juego de manera sórdida por el crimen pasional sucedido en el relato. Pero más allá de la singular descripción de la época, Testigo íntimo es un sólido y contundente policial que reafirma el gran momento del cine de género argentino. La película funciona como un preciso mecanismo de relojería gracias al buen manejo de los datos suministrados al espectador por el director en una constante tensión. El gran nivel técnico y artístico completan una trama donde el suspenso y la acumulación de observadores y observados están a la orden del día.
Testigo íntimo es una combinación entre el thriller psicológico y el melodrama familiar en el que casi ninguna de sus búsquedas funciona. Este nuevo film del director de La segunda muerte se pretende una reflexión sobre estos tiempos donde la tecnología ha exacerbado la vigilancia y la paranoia, y para ello apela a un tono entre perverso y alucionatorio, pero el resultado es un sub-De Palma demasiado arbitrario e inverosímil, dominado por caprichos y recursos gratuitos (incluido varios de sus desnudos). La historia tiene como protagonista a Facundo (Felipe Colombo), un joven abogado que trabaja para su manipuladora suegra (Graciela Alfano). En principio, tiene la familia perfecta, una bella esposa como Angeles (Evangelina Cueto), dos hijos, una casa lujosa y un holgado pasar. Pero, claro, las apariencias engañan y en verdad su principal interés está puesto en un relación clandestina con Violeta (Guadalupe Docampo), nada menos que la novia de su hermano Rafa (Leonardo Saggese). Poco después de que éste -un fanático boxeador- descubre el affaire, Violeta aparece asesinada. La película va y viene en el tiempo, maneja diversas hipótesis (hay algo de Tesis sobre un homicidio en la propuesta), expone los contradictorias sensaciones de los personajes y apela todo el tiempo a un pretencioso monólogo de un hombre (Gustavo Pardi) que declara ante la Justicia en el que va soltando verdades supuestamente inteligentes sobre el estado de las cosas. Lo que aporta, en verdad, es mayor confusión a una película que intenta abarcar demasiado y no es demasiado sólida en ninguno de los terrenos.
Policial sangriento, en el que dos hermanos de relación conflictiva y traicionera tienen que deshacerse de un cadáver. Por momentos, de buena tensión. Otras veces, ridícula. No falta el humor negro. Un buen intento.
Hermanos en problemas Este policial consigue crear cierto suspenso, pero se pierde en escenas innecesarias y giros previsibles. Testigo íntimo es una de esas películas que son argentinas porque fueron filmadas acá, con un elenco y un equipo técnico mayoritariamente local, pero responden a una narrativa y una estética, digamos, internacional, por no decir estadounidense. Es un producto policial pensado para mantenernos intrigados durante una hora y cuarenta minutos. Y lo consigue a medias. Facundo (Felipe Colombo) está casado y tiene como amante a su cuñada Violeta (Guadalupe Docampo), la novia de su hermano Rafael (Leonardo Saggese). Una noche, Violeta aparece muerta. Y Rafael recurre a su hermano, abogado penalista, para que lo ayude en ese trance. Hay una referencia explícita al cuento La intrusa, de Jorge Luis Borges, como inspirador de esta historia. Y justamente la relación entre los dos hermanos es lo más potente de la película; quizá si se hubiera profundizado en ese complejo vínculo fraterno perturbado por la intromisión femenina, la película habría resultado beneficiada. De todos modos, la situación planteada logra cierta tensión, porque nos ubica en la trastienda del crimen. Con realismo, nos pone en el lugar de un criminal -o, para el caso es lo mismo, un inocente que sabe que será incriminado- que necesita borrar las huellas de su presunto delito. Una tarea no tan sencilla como parece en tantas películas. Los problemas narrativos aparecen cuando se debe recurrir a demasiadas explicaciones, y cuando se intenta darle un giro sorpresivo al guión que en realidad no es más que uno de esos previsibles trucos del género policial. Aportan extrañeza al asunto las escenas -intercaladas a lo largo de toda la historia principal- de un interrogatorio judicial en el que un hombre advierte sobre la falta de privacidad en la era de la comunicación y las redes sociales (“tienen mucho más de redes que de sociales”, dice, por ejemplo). Este monólogo está a tono con la paranoia actual, tan de la era de Wikileaks y Edward Snowden, en torno al robo de datos y el espionaje a la población civil, pero no tiene una conexión lo suficientemente fuerte -si es que tiene alguna- con la trama como para estar justificado. Parece sacado de otra película, quizá mejor que esta.
Una complicada trama criminal Santiago Fernández Calvete debutó como director el año pasado con La segunda muerte, una película que introducía la clarividencia como posible llave para resolver un enigma policial. Esta vez, en Testigo íntimo, el argumento es decididamente realista: un joven y ambicioso abogado (Felipe Colombo) que trabaja para el bufete de una mujer poderosa y controladora (Graciela Alfano) se encuentra envuelto en una complicada trama criminal que involucra a su amante, una chelista que, para colmo, es la novia de su hermano. El argumento, deliberadamente sinuoso, apunta directo a las paranoias provocadas por la hipervigilancia que propicia el desarrollo tecnológico, y Fernández Calvete recurre repetidamente al flashback para reconstruirla. También utiliza, con demasiada insistencia, la música incidental para subrayar los climas ominosos de una historia con personajes oscuros, atribulados y con pocas posibilidades de redención.
Mucho más que un brutal asesinato La película protagonizada por Graciela Alfano y Felipe Colombo con dirección de Fernández Calvete propone un sistema de relato basado en el montaje paralelo que carece de intensidad. El MacGuffin, el pretexto argumental, el disparador narrativo de Testigo íntimo resulta ser el crimen de una mujer (Guadalupe Docampo), novia de Rafael (Leonardo Saggese), pero que mantiene una relación afectiva con Facundo (Felipe Colombo), hermano del primero. Con ese pretexto como base, el nuevo policial de Fernández Calvete (La segunda muerte) va y viene en el tiempo, a través de flashbacks que informan como nexos explicativos acorde a las imposiciones de un guion con demasiadas gambetas y agujeros por completar y/o disimular. El envoltorio formal de la película se contrapone a los esquives narrativos, enfatizados por la recurrente explicación de los hechos. En ese punto, la trama suma personajes satelitales de escaso soporte dramático, como el de la suegra de Facundo (jugado por la resucitada para el cine Graciela Alfano), quien también ejerce desde la actuación una excesiva (im)postura interpretativa. Allí, por lo tanto, se exhibe otro inconveniente de la película: sucede que con la excepción de Docampo (viva o encarnando a un cadáver), las actuaciones parecen forzadas y hasta invadidas por un rancio aspecto recitativo que recuerda a varios y olvidables exponentes de décadas atrás. Como ocurriera con Brisas heladas, otro film nacional estrenado la semana pasada, Testigo íntimo elige la sustancia genérica desde la captación de ambientes cerrados y opresivos, omitiendo a los exteriores como hipotéticos protagonistas. En algún punto, esto favorece a determinadas escenas, en especial a aquellas en donde los dos hermanos discuten sobre el destino que se le dará al cadáver aun sin responsable a la vista. Pero aquello que puede funcionar desde la concreción de una puesta en escena claustrofóbica, comienza a disminuir en interés al convertirse en algo mecánico, previsible, ajeno a la sorpresa. A esas limitaciones, el film opone un sistema de relato apoyado en el montaje paralelo que, más que nada, le quita intensidad a la misma historia, convirtiendo al ya de por sí opresivo drama que viven dos hermanos a propósito de un asesinato en un catálogo solo convencional del género. El problema es que la suma de las partes, en este caso, aporta poco y nada.
La película de senderos que se bifurcan Thriller tecno-paranoico intrafamiliar sería una de las formas poco prácticas pero posibles de definir a Testigo íntimo, segundo largometraje como director de Santiago Fernández Calvete. También podría arriesgarse que se trata de un policial negro cuyos principales personajes parecen miembros de la familia Manson. Y una más sería decir que se trata de una versión tecnófoba del Otelo shakespeariano, pasado por el filtro del mito de Caín y Abel. La sinopsis básica puede esbozarse en pocas líneas. Rafa descubre que su hermano Leo y su novia Violeta sostienen desde hace años un romance a sus espaldas. Loco de celos, Rafa mata a Violeta y sin revelar lo que sabe le pide a Leo, que es un abogado penalista en ascenso, que lo ayude a deshacerse del cadáver de la mujer que ambos amaban. Como corresponde a estas historias de crímenes por resolver, todas estas certezas mutarán primero en dudas para luego convertirse en nuevas certezas que enseguida dejan de serlo. Ese ciclo de precisiones e incertidumbres es el motor de esta historia, cuyo impulso proviene de un guión escrito por el propio Fernández Calvete, pródigo en pequeños giros y repentinos cambios de rumbo. Sin alejarse mucho de las convenciones que son propias de este tipo de misterios criminales, dicho guión consigue de todos modos sostener de manera medianamente efectiva el interés por la trama. Parte de ese mérito también reacae en la correcta labor del elenco completo, que incluye el regreso al cine de Graciela Alfano como detalle colorido.De manera simultanea al desarrollo del nudo central, un nuevo personaje va construyendo un discurso entre conspirativo y paranoico acerca de las implicancias de vivir en una sociedad híper vigilada, en donde es el individuo mismo quien ofrece su intimidad al goce voyeurista de un otro colectivo que incluye a otros individuos como él, pero también al Estado y otros organismos públicos y privados de vigilancia y control. Todo eso en el marco de un interrogatorio judicial. Esa línea del relato, que se desarrolla en paralelo a la trama principal, va apoyando y aportando ideas que permiten entender el panorama complejo que enfrentan Rafa y Leo si quieren tener éxito en su plan de ocultar el asesinato de Violeta. Y al mismo tiempo deja entrever posibles e inminentes variaciones en la narración.El problema –grave– es que ambas líneas nunca confluyen. Es decir, no hay un vínculo concreto entre ese relato subsidiario y la historia del crimen de Violeta. Ese sospechoso que expone con solidez su delirio/ teoría no sólo no participa de la historia principal, sino que ni siquiera está siendo interrogado en el marco de esa causa. Hay tres explicaciones: o bien el director cree haber dejado pistas precisas que vinculan entre sí ambos planos narrativos, pero que en realidad no son tan claras; o bien no lo ha hecho. O por el contrario, sí lo hizo y es este cronista quien no ha prestado debida atención o no ha tenido la perspicacia para detectar el nexo.
Ambiciosa la segunda película de Santiago Fernandez Calvete “Testigo Íntimo” (Argentina, 2015), un policial con ribetes de filme noir y que intenta recupera o emular aquellas cintas en las que nada ni nadie es lo que parece. Este dato no es menor para el espectador, quien deberá estar atento a cada detalle que el director pone en escena sobre la relación entre dos hermanos (Felipe Colombo y Leandro Saggese) y su vinculación con una mujer, de quien no revelaremos más detalles para evitar arruinar algunas de las piezas claves de este rompecabezas. En “Testigo Íntimo” la narración va y viene en el tiempo, de un lugar luminoso, fresco y natural, hacia un presente oscuro, sombrío, lúgubre, frío, en el que las relaciones personales se reducen a mensajes de whatsapp, facebook, chats y otras redes. Y dentro de esa frialdad de interacción y contacto, además, cualquier atisbo de espontaneidad es solapado para evitar ser descubierto in fraganti por el otro, el que elegimos para acompañarnos por el camino de la vida. Los dos hermanos son personas adultas y establecidas, cada uno con sus mujeres (Guadalupe Docampo y Evangelina Cueto) y con una posición económica sólida. Huérfanos, aparentemente la riqueza que poseen en parte se la deben a unas tierras en el sur, aquel lugar en el que hasta su ingreso a la madurez fue el refugio para relacionarse y conectarse. Pero hoy ese espacio no existe, excepto claro en la cabeza de ambos, recurriendo a él de manera constante (algo que Fernandez Calvete reafirma con los flashbacks) para terminar de ir armando la compleja estructura de “Testigo Íntimo”. Hay algunos momentos en los que uno puede dispersarse, pero rápidamente el timón es reacomodado hacia un lugar en el que es inevitable prestar atención, porque si algo destaca a la propuesta es justamente que al mínimo descuido que uno haga, la trama recuerda que hay que seguir atendiendo a la narración. “Testigo Íntimo” es un policial con dos claros momentos, uno en el que uno de los hermanos sospecha una posible traición de su mujer (algo parecido a lo que ocurría en “Pájaros Negros” de Fernando Castellani, recientemente estrenada) y duda de todos los que lo rodean, y otro momento, mucho más ominoso, opresivo y jugado desde las interpretaciones (Colombo logra despegarse de su imagen asociada a la TV ligera con su notable actuación), en el que una decisión deberá ser asumida y tomada por los hermanos para poder así continuar, o no, con sus rutinas y vidas. En esos dos momentos, que son hilvanados a través del testimonio símil entrevista de un hombre (Gustavo Pardi) que revela el estado de época de las relaciones actuales, además, se sumarán personajes, como el que interpreta Graciela Alfano, en su regreso a la pantalla grande, como una jueza que sigue ejerciendo su poder y control fuera de su horario de trabajo. “Testigo Íntimo” es un buen acercamiento al policial o thriller de fórmula, permitiéndole a su director la posibilidad de jugar con la narración y el género para terminar por construir un relato que pese a algunas falencias sale bien parado.
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Del policial venimos y al policial vamos. A esta altura es evidente la hermosa obsesión de Santiago Fernández Calvete por lo detectivesco y los enigmas tanto sobrenaturales (La Segunda Muerte, 2011) como más terrenales (Testigo Íntimo, 2015). La diferencia principal entre sus dos películas pasa por los escenarios donde trascurren las historias. Puede haber un cadáver o dos -la cantidad no importa- pero la muerte siempre te está pisando los talones. Aquí otro caso a resolver: el crimen de una joven mujer (Guadalupe Docampo) y dos hermanos envueltos en una maraña de secretos, mentiras y traiciones. Facundo (Felipe Colombo) es un abogado a quien no parece irle mal en nada. Tiene una casa moderna y grande, un buen trabajo y una mujer hermosa a su lado. Pero no le alcanza al parecer, ya que al mismo tiempo mantiene una relación amorosa con la pareja de su hermano (Leonardo Saggese). Todo se complica cuando la chica aparece muerta. En este punto la película de Fernández Calvete se va volviendo por demás atractiva y los diálogos vertiginosos casi no dan respiro al espectador. Algunos momentos resultan predecibles pero el trabajo de ambos actores sostiene perfectamente la trama sin deslices argumentales. Estamos ante un guión compuesto por temas y subtemas (en primer lugar cómo tapar un crimen y en segundo lugar la invasión de la tecnología en la vida de las personas) y suficientes puntos de giro como para acomodarnos en la butaca más de una vez debido a la tensión. No importa tanto con qué personaje nos sintamos identificados, o si estamos del lado del bueno o del malo. ¿Hay realmente uno bueno y otro malo? Al salir de la sala la sensación es de incertidumbre, no sobre lo visto en la película, sino sobre nosotros mismos y las relaciones que mantenemos o mantuvimos alguna vez. ¿Somos capaces de reconocer nuestras habilidades para mentir? ¿Somos capaces tanto de reconocer un hecho como de ocultarlo? ¿Somos Facundo o somos Rafael? Quizá no somos ninguno… quizá seamos ambos. Fuera de todo este planteo, la película tiene una estructura clásica de flashbacks para reforzar y recordar momentos, el suspenso característico del género y artistas de renombre a la altura de las circunstancias. Y hablando de renombre, la vemos a Graciela Alfano volver al cine, esta vez haciendo honor a la mujer corajuda y fría. Del pueblo a la ciudad, Santiago Fernández Calvete vuelve a ofrecernos climas intrigantes y finales insospechados, dignos de un subgénero que maneja muy bien. Presente en el Blood Window del pasado Festival de Cannes, Testigo Íntimo es una fiel representante del cine de género -afortunadamente- tan en boga por estos días en nuestro país.
Testigo íntimo (Intimate Witness), the new film by Argentine filmmaker Santiago Fernández Calvete, follows four characters tangled in a web of deceit and lies as they try to make their hidden wishes come true. There’s Facundo (Felipe Colombo), a smart, young lawyer on the rise who works for his mother-in-law (Graciela Alfano), an influential and dominant established lawyer. Apparently, Facundo has a normal life, and yet he’s cheating on his wife, Ángeles (Evangelina Cueto) with no less than his brother’s girlfriend, Violeta (Guadalupe Docampo). The thing is that it doesn’t take long for Facundo’s brother, Rafael (Leonardo Saggese), a boxing fan, to find out his girlfriend is cheating on him and with whom. So it’s only a matter of time until the cheaters are caught in the act. But an unfortunate event takes the brothers by surprise: Violeta is found dead in her home. And there are no traces of the possible killer. Rafael thinks Facundo might have done it, and Facundo feels Rafael is the guilty one. Either way, they are both stuck with Violeta’s corpse at home. And this is only the beginning of a long and winding road. Like the effective horror feature La segunda muerte, Fernández Calvete’s debut film, Testigo íntimo also has a good cinematography that conveys both an asphyxiating sense of space and an air of sordidness. Well-framed compositions and the right shades express the tribulations of these characters left to their own devices. And while the incidental music, as well as the overall sound designs, often proves to be ominous, other times it just doesn’t do the trick for it feels repetitive and unnecessary. The plot itself plays out in a very straightforward manner, with few surprises and insights but hitting most of the right notes nonetheless. It’s all done by the book, but that doesn’t make it any less efficient. Performances are basically correct, with some missteps here and there, and with some scenes where Felipe Colombo and Leonardo Saggese do a good job. Their algid confrontations do ring true and generate some nervousness. Upon solving the crime, the scenario does make sense, but further development of some parts of the story would’ve been welcome — just like more tension and suspense would’ve made a difference for the better.
Nadie es lo que parece Testigo íntimo es el nuevo film de Santiago Fernández Calvete, director de La segunda muerte, película que sorprendió por su arriesgada puesta en escena, mezcla entre policial y fantástico. Nuevamente ingresando al mundo detectivesco, el realizador lleva adelante un film que va y viene en el tiempo con ayuda de diversas hipótesis donde es posible ver las contradicciones de los personajes. Combinación entre el thriller psicológico y melodrama familiar, indaga en la tecnología y su forma de exacerbar la vigilancia en los tiempos que corren, el individuo que siente placer al observar a otros en las redes sociales, y el narcisista que linkea su intimidad en la web. Si bien podemos mencionar que hay escenas que suenan a relleno y catalogar de previsibles algunos giros que se dan en la película, el guion no se aleja de las convenciones propias que maneja el género, consiguiendo sostener el interés por la trama a partir de la tensión e incertidumbre que genera. Es importante estar atentos a cada detalle que el director pone en escena, sobre todo en la relación entre los dos hermanos, personificados por Felipe Colombo y Leandro Saggese, y cómo se vinculan con una mujer. La técnica y artística son impecables, lo que hacen de Testigo íntimo una muy buena película de género para ver, en un momento del cine argentino donde da gusto recibir este tipo de propuestas en la cartelera cinematográfica.
En un principio su relato y desarrollo resulta interesante y con cierta tensión, pero con el correr de los minutos todo eso se diluye, se apoya a través del flashback, demasiadas aclaraciones, muy previsible y poco creíble. Las actuaciones desparejas y resultan poco convincentes.
Thriller sin suspenso ni nada que lo justifique En un momento de "Testigo íntimo", uno de los personajes asegura que Jorge Luis Borges adelantó internet y Wikipedia. Como en el film también hay una referencia a "La intrusa", se ve que no todo el legado de Borges es algo para agradecer. Se trata de un policial sin acción, o de un thriller sin suspenso. Hay dos hermanos enfrentados al crimen de la esposa de uno de ellos, con la vuelta de tuerca que ambos podrían ser el culpable, ya que uno de ellos era el amante de su cuñada. La película al menos no es pretenciosa, pero realmente tiene una falla de base que es no saber cómo contar bien la historia que no era tan complicada, y en lugar de intentar una narración directa, la interrumpe con escenas que no van al punto, con leit motiv en un interrogatorio donde un personaje sostiene un monólogo paranoico sobre los problemas de la época de la hipertecnificación y la ausencia de intimidad. El resultado es una ensalada que no logra un relato realmente claro, pero que cuando lo hace no supera el nivel de cualquier telefilm que se puede encontrar en un zapping televisivo, Las actuaciones no están mal del todo, pero tampoco logran mejorar la medianía que tiene este producto. En este sentido, una curiosidad puede ser la participación en un rol secundario de Graciela Alfano, que no aparecía en una película desde "La invitación" de Manuel Antin. Su presencia no cambia en absoluto la cosas, lamentablemente. La fotografía tiene algunos buenos momentos, y lo mejor es un atractivo score musical de estilo tecno.
Violeta se fue sin decir adiós Santiago Fernández Calvete sale airoso y con destreza narrativa al volver a incursionar en el cine de género como ya había anticipado en su ópera prima La segunda muerte -2012-. Testigo íntimo es un thriller psicológico que se bifurca hacia un policial con acentuación melodramática y que parte de la idea de un triángulo amoroso resuelto rápidamente con un crimen. El espectador con la información sembrada a cuentagotas desde un guión escrito por el mismo director, meticuloso en el detalle, juega el doble rol de convertirse en testigo y a la vez voyeur de lujo a la par de los personajes involucrados, pero siempre con el plus que el propio director aporta a su relato en términos de puesta en escena al ampliar y cerrar los planos en interiores para que la mirada pueda concentrarse en donde el público quiera encontrar pistas, y no en la manipulación del encuadre como suele ocurrir habitualmente en propuestas de estas características. Por otra parte, resulta audaz la idea de abolir, por ejemplo, un narrador o voz en off para introducir una subtrama, donde el misterioso personaje, a cargo de Gustavo Pardi, forma parte de un extenso interrogatorio policial, donde expone una tesis paranoica sobre las vulnerabilidades de las personas a partir del uso de las redes sociales y las cámaras de seguridad. Podría pensarse en esta subtrama que no guarda relación troncal con la historia en el famoso Whodunit –¿Quién lo hizo?-, del maestro del suspenso Sir. Alfred Hitchcock como explicación lógica, pero en realidad va más allá en términos narrativos, así como este relato protagonizado por dos hermanos, una amante –Guadalupe Docampo-, celos, traiciones, secretos y plagado de vueltas de tuerca. Sin revelar demasiado, sólo basta decir que el protagonista –Felipe Colombo- se ve envuelto en un crimen pasional y debe encontrar el salvoconducto adecuado para no ser descubierto en sus secretos más importantes: la doble -o triple- vida que sostiene a base de mentiras y que pone en riesgo su reputación profesional como abogado penal de un poderoso buffet y su matrimonio por conveniencia con la hija -Evangelina Cueto- de su jefa –Graciela Alfano-. Un cuerpo se opone desde lo simbólico a la virtualidad que conlleva una falsa vida desde las redes sociales; lo tangible se hace visible en la pantalla y somos testigos como espectadores de la relación entre los personajes y ese cuerpo. Las coordenadas del policial y del crimen perfecto se dan la mano en las estrategias que marcan el derrotero de Facundo –Colombo- y su antagonista, su hermano Rafa, -Leonardo Saggese- interpretados con solidez y a quienes se suma un reparto de secundarios a la altura de las circunstancias con la sorpresa de Graciela Alfano en un regreso al cine, diferente al que se esperaba. Una de las claves del género es sostener el verosímil del relato y es por eso que Testigo íntimo consigue con herramientas nobles y sin trampas avanzar, distraer y mantener al público atento, sin abrumarlo con información o giros forzados como muchas veces suele ocurrir en propuestas de estas características. Sin embargo, lo más importante de esta segunda incursión de Santiago Fernández Calvete obedece no sólo a su identidad y estilo propio, sino al juego constante entre las convenciones y los límites que propone un género difícil, para un público ya acostumbrado y que cada vez exige más.
El cine argentino cada vez se anima más al cine de género y en la segunda película de Santiago Fernández Calvete se apuesta al thriller policial con Testigo íntimo. Dos hermanos, cada uno con una pareja formada. Uno, Facundo, interpretado por Felipe Colombo, un abogado joven, aparentemente exitoso pero a quienes ya no siempre quieren contratar, además trabaja para su suegra, interpretada de manera correcta por Graciela Alfano (en un papel que tampoco exige demasiado). El otro, Rafa, Leonardo Saggese, lleva una vida menos seria y es boxeador. Facundo no puede evitar tener un affaire con Violeta (Guadalupe Docampo, rostro cada vez más presente en el cine de género independiente nacional) y poco después de que, a escondidas, Rafa lo descubre, ella aparece muerta. A partir de ese momento se genera la tensión entre dos hermanos que parecen confiar en el otro y querer ayudarse, pero las cosas se van tornando cada vez más oscura a la vez que ciertos secretos van saliendo a la luz. Testigo íntimo salta entre líneas temporales para presentar la historia de manera fragmentada y hay un monólogo (protagonizado por Gustavo Pardi) de un personaje que a la larga parece no tener relación con el resto, y sólo sirve para subrayar ideas: “(La tecnología) nos hizo perder lo más valioso que teníamos: los secretos”, entre otras reflexiones. a película va desarrollando y develando diferentes aspectos de la trama a su ritmo, a su antojo también, y en general no es para nada predecible (la vuelta de tuerca del final siempre es esperable). En la resolución quizás algunas cosas se sienten apresuradas. A la larga, Testigo Íntimo es un thriller bien realizado y actuado. Le sobran las ideas subrayadas y reiteradas puestas en el monólogo de este personaje que declara sin tener otra relación con el resto de la trama.
Grandes aspiraciones “Testigo íntimo” es la segunda película de Santiago Fernández Calvete y cuenta con la actuación de Graciela Alfano. Dos hermanos comparten a la misma mujer. Si en una olla mezclamos algunos cubitos de cine policial francés, le agregamos unos toques oscuros de thriller de países nórdicos y dejamos cocinar a fuego lento durante una hora y 40 minutos, obtendremos un plato principal con aspiraciones claras a convertirse en clásico, pero con algunas fallas en la receta que hacen que el resultado sea difícil de conseguir. El problema de Testigo íntimo, la película dirigida por Santiago Fernández Calvete y protagonizada por Felipe Colombo, Graciela Alfano, Guadalupe Docampo, Leonardo Saggese y Evangelina Cueto, no es la historia, que está bien. ¿De qué va? Dos hermanos, cada uno con su pareja. Uno boxeador, el otro abogado. Este último tiene una relación amorosa –clandestina– con su cuñada. Y la madre de su mujer lo descubre. La trama es sencilla, pero en medio de ese conflicto hay un crimen y la amante muere, y entonces los hermanos se ven atrapados en una encrucijada moral, porque son los principales sospechosos y la infidelidad no está blanqueada entre ellos. La pulpa del conflicto late debajo de un hollejo filosófico. Porque si bien el problema es lo que ocurre entre el grupo de personas involucradas en las circunstancias, la película plantea una suerte de “conflicto macro”. Mientras los personajes sólo cruzan uno que otro mensaje de texto, corre en paralelo una narración con un planteo de vida respecto de la injerencia de la tecnología en la vida de las personas que se presenta, sin mayor contextualización, a través de un personaje detenido e interrogado por la policía. Este hombre es quien abre el filme y es el encargado de reflexionar sobre las redes sociales, los teléfonos celulares y los satélites. La “lección de filosofía” aporta confusión y distrae. Las actuaciones estelares son equilibradas, aunque por momentos sorprenden menos los protagónicos que los actores secundarios, y en este sentido, el caso de Graciela Alfano merece una mención especial. Si el espectador consigue escindir su papel de la parafernalia del show televisivo en donde se forjó, de los escándalos mediáticos y los dimes y diretes donde parece nacida y criada, puede ver la luz al final del túnel. Todo el tiempo perdido intentando mantener refulgiendo el brillo efímero de la vanidad en una pantalla chica bien se puede canalizar en una aparición iridiscente en un puñado de escenas dignas. Esas intervenciones sí valen la pena para pasar a la posteridad. Esto, en el caso de que no consiga pasar a la posteridad la película.
Lo dramático obturado por el mensaje Al igual que en La segunda muerte, Santiago Fernández Calvete, vuelve en Testigo íntimo a pensar y ensamblar el thriller en función de discursos sociales, culturales e institucionales. Si antes había abordado la religión y lo ritualista, ahora lo familiar y la pareja son puestos en duda y condicionan el destino de los protagonistas. En ambos films, la ambición demostrada es sustancial y la confluencia entre lo cultural y lo genérico no termina de estar a la altura de los objetivos. En verdad, en Testigo íntimo lo que termina pesando más, a partir de su mejor configuración, es la vertiente dramática, ese enfrentamiento que se va formando cuando lo femenino hace crujir los vínculos de sangre masculinos: ahí tenemos a Facundo (Felipe Colombo), un joven abogado en ascenso pero cuya carrera está condicionada por su jefa (Graciela Alfano), que también es su suegra, quien está cometiendo adulterio justo con la pareja de su hermano Rafa (Leonardo Saggese). Una noche ella aparece muerta, justo con los hermanos confluyendo en el mismo lugar. Es en las tensiones previas y en las que se van dando entre los hermanos cuando deben decidir qué hacer frente a la situación, que la película gana en espesor, porque incluso se permite problematizar la forma en que se entabla un discurso masculino -o más bien machista- que concibe a la mujer como una propiedad en disputa. Lamentablemente, todo ese foco narrativo debe luchar contra personajes secundarios -como el interpretado por Alfano- que son apenas una excusa y una estructura de suspenso que juega con el dilema -el típico whodunit- que presenta unos cuantos baches y arbitrariedades. Pero lo peor es toda una bajada de línea obvia y redundante sobre la privacidad y las nuevas tecnologías de comunicación que es más digna de una publicidad de maestro siruela que del ámbito cinematográfico. Testigo íntimo es una película que peca de falta de síntesis, que a pesar de lograr algunos climas interesantes termina desbordada por sus propias ambiciones. Fernández Calvete repite riesgos -y eso siempre es bueno- pero no termina de superar los obstáculos que su propia mirada cinematográfica se plantea.
Muchas manos en un plato El planteo de “Testigo íntimo” en principio es interesante: un thriller psicológico visto desde la perspectiva de una sociedad donde la tecnología aumentó a niveles impensables la vigilancia y la paranoia. El protagonista es Facundo, un abogado joven y exitoso, que mantiene un romance clandestino con la novia de su mismísimo hermano. Cuando la amante en cuestión aparece asesinada, la relación entre los hermanos entra en una espiral violenta de sospechas y conspiraciones. El director y guionista Santiago Fernández Calvete (que debutó el año pasado con “La segunda muerte”) maneja bien los códigos del policial negro y logra mantener la tensión, haciendo eje en el engaño y la culpa. El problema es que el director se enreda en demasiadas vueltas de tuerca y trucos gratuitos, con actuaciones rígidas y mal marcadas. Al mismo tiempo busca ensayar una reflexión sobre una sociedad invadida por las redes sociales y los organismos de control, y lo hace a través de un montaje paralelo (en un interrogatorio judicial), lo cual sólo aporta confusión y un discurso acartonado. Hacia el final la película se torna pretenciosa y sobrecargada, y se queda a mitad de camino entre la reflexión social y el thriller.
Delete Dos hermanos, una mujer, un crimen y la traición como eje. Los clásicos buenos elementos para un policial, solo hay que saber cómo manejarlos, de qué forma presentarlos. Ahí está el problema. El estilo narrativo de esta película remite a lo peor de los ochentas, con música incluida, y escenarios que pretenden aportar dramatismo y solo quedan como decoración snob. El filme inicia con un hombre que habla en un interrogatorio y solo enumera lugares comunes respecto a las redes sociales, en una actuación tan forzada y artificiosa como las que vendrán después, y de las que solo se salva Graciela Alfano, quien con oficio y carisma sortea favorablemente la interpretacion de unas líneas imposibles. La trama va y viene entre la relación conflictiva de dos hermanos que deben hallar la forma de encubrir un homicidio y el sujeto que es interrogado por un mujer -de pésima interpretación- y solo lanza consgnas conspirativas sobre la red. La conexión entre ambas historias nunca cuaja en el resultado final. "Testigo Íntimo" pretende intrigar al espectador, y hasta sorprenderlo, algo difícil de lograr si el sujeto se fue ofuscado de la sala o si, para aprovechar el soporífero clima impuesto por el director, se quedó apoliyado.
En su segundo largometraje, el director Santiago Fernández Calvete aborda una historia de engaño, muerte y sospechas con buen pulso narrativo, aunque por momentos resulta confusa. En la co-producción argentino-mexicana, Testigo íntimo, el director Santiago Fernández Calvete -La segunda muerte- elige nuevamente el cine de género para contar una historia inquietante que gira en torno a una infidelidad y a dos hermanos que comparten la misma mujer. Sin abandonar el tono de suspenso desde el comienzo, la trama coquetea permanentemente con una situación de peligro inminente y con la exposición a la que estamos sujetos en la vida cotidiana debido al uso de las tecnologías. De este modo, los teléfonos celulares se convierten en protagonistas y testigos de todo lo que va ocurriendo, con mensajes y leyendas que se ven en pantalla. Facundo -Felipe Colombo- es un abogado en ascenso que trabaja para el estudio de su suegra -Graciela Alfano en su regreso al cine- y está casado con Ángeles -Evangelina Cueto-, quien está convencida que el joven la engaña con otra. Así entra en juego Violeta -Guadalupe Docampo, una actriz que aparece por suerte cada vez más seguido en la pantalla grande-, la esposa de su hermano Rafael -Leonardo Saggese-, un boxeador profesional. Y las cosas se complican cuando Violeta aparece muerta. El film juega, al igual que los personajes, con situaciones de manipulación y seducción mientras las sospechas empiezan a apuntar a los diferentes personajes: Rafael teme que todas las pruebas recaigan sobre él, y le pide ayuda a su hermano para que lo salve de ir preso. Con una edición rica en detalles y una historia con excesivas vueltas de tuerca que por momentos resultan confusas, la película está ambientada en escenarios fastuosos, colocando en primer plano la intriga, la culpa y también los toques macabros para poder deshacerse del cuerpo. Entretenida y cuidada en sus rubros técnicos, el espectador será testigo de las relaciones peligrosas y de la infidelidad como crónica de una muerte anunciada.
Hermanos, adulterio y crimen Testigo íntimo representa la segunda película en la filmografía de Santiago Fernández Calvete, también a cargo del guión. Se trata de un policial en el que la intriga se encuentra bien dosificada, siendo tal vez uno de los componentes que más atrae al espectador, manteniéndolo en vilo hasta el final. Facundo (Felipe Colombo) es un joven abogado que trabaja para el estudio de su suegra (Graciela Alfano). Su vida comienza a sufrir altibajos, tanto en lo que concierne al ámbito laboral como en lo que respecta a lo sentimental. Este último aspecto es el que se torna más importante e inquietante, puesto que Facundo lleva una relación clandestina con Violeta, la pareja de su hermano Rafael. Vale la pena remarcar la apreciable labor realizada por el director, quien nos sumerge en los hechos combinando una puesta en escena prolija y cautivante con una historia que, más allá de algunas irregularidades, se percibe entretenida y enigmática en virtud de lo que el observador intente vaticinar que pueda llegar a ocurrir con el correr de los minutos. Es aquí, en el apartado volcado a la intriga, donde Testigo íntimo saca mayor provecho: el crimen es abordado desde diferentes ángulos que nos permiten reflexionar acerca de la presencia cada vez más omnipresente de la tecnología (cámaras de seguridad, redes sociales, mensajes de texto), así como también sobre el componente afectivo y los lazos familiares, en este caso entre los hermanos y sus respectivas relaciones de pareja, con todo el embrollo que se da en la trama vinculado a la infidelidad. Los secretos parecen ir difuminándose en tiempos tecnológicos. Si bien la obra tan sólo dura poco más de hora y media, es en el nudo de la narración donde las cosas se vuelven un poco menos atrayentes por la dificultad que se siente, desde este lado de la pantalla y por parte del relato en sí, para generar un clima de mayor desasosiego y de menor nivel reiterativo. En el tramo final, Santiago Fernández Calvete dota a su proyección de nervio, arribando al máximo grado de conexión y de expectativa. Es allí, en el desenlace, donde Testigo íntimo consigue redondear una performance positiva valiéndose de unas vueltas de tuerca ingeniosas y poco esperadas, de esas que necesita un thriller para revalorizarse y dejarnos una buena sensación de conformidad. LO MEJOR: el nivel de intriga que conserva. El cierre, con sus giros. LO PEOR: intermitente en determinados pasajes. La música desentona en algunas secuencias. PUNTAJE: 6,5
Bienvenidas sean las apuestas de los realizadores nacionales por el cine de género. “Testigo Íntimo” es un policial negro que cuenta la historia de dos hermanos, uno (Felipe Colombo) es un abogado que trabaja para su suegra (Graciela Alfano en un actuación para despojarse de prejuicios) y el otro (Leonardo Saggese) es boxeador, en medio -claro- una mujer. Compuesta de saltos temporales y un relato fuera de campo que busca resaltar -tal vez de manera innecesaria- los temas debajo de la trama, la historia fluye de manera orgánica hasta llegar a un final que busca sorprender y lo logra. Traición y crimen, elementos centrales de cualquier historia que busque decir algo acerca de la condición humana.
Intento de policial negro basado en un triángulo amoroso peculiar (dos hermanos, una mujer, una muerte) con los elementos clásicos del género. Pero con muchos problemas de construcción, especialmente a la hora de plantear con efectividad el suspenso. Ahí, en ese punto capital para un film que incluye de índole criminal, y en cierto descuido a la hora de marcar a los actores, se disuelve el conflicto.