¿Podemos amar lo que otro desprecia? Sentarse a ver una película de Nicole Holofcener parece ser siempre una buena decisión (quien haya visto Amigos con Dinero y Encuentros en New York estará de acuerdo); con Una Segunda Oportunidad no sólo lo reafirmamos sino que nos regodeamos en nosotros mismos, sabiendo que elegimos más que bien. Lo mejor que nos puede pasar es empatizar con los personajes durante los primeros minutos. Eva (Julia Louis-Dreyfus) y Albert (James Gandolfini) tienen en pantalla una química clara y disfrutable, desde la primera escena a la última que comparten. Eva es una mujer divorciada, masajista a domicilio, pasa sus días trabajando, lidiando con la idea de que su hija pronto se marchará a la universidad, y compartiendo tiempo con su amiga Sarah (Toni Collette, qué bueno ver a alguien actuar tan bien sólo con gestos…). Albert, divorciado y con una hija a punto de marcharse a estudiar, es un hombre relajado, excelente padre y dueño de un humor sutil, de esos que enamoran aunque la barrera del físico a veces no deje ver todo lo que una persona puede ofrecer...
Porque es un hombre bueno Nicole Holofcener es un nombre del que brotan más títulos en TV que en cine, sin embargo es en este último lenguaje donde se ha destacado, pensemos en Saber Dar y especialmente en Amigos con Dinero. Esta última guarda relación con su nueva película, Una Segunda Oportunidad (otro título horrible que pasa a engrosar la abultada lista de este año), ya que ambas pertenecen al subgénero “comedia de personajes”, un rubro que la directora maneja con destreza. Para definir mejor su cine, podríamos decir que es la cara independiente de Nancy Meyers, la realizadora de Alguien Tiene que Ceder y El Descanso, entre otras. El mejor capital de estas comedias suele ser el elenco. Aquí sorprende la inclusión de Julia Louis-Dreyfus, más conocida como Elaine Benes de la serie Seinfeld. La carga del relato no parece ser pesada para ella: su Eva es una masajista a domicilio, divorciada y con una hija a punto de partir a la universidad, lo que representa todo un cambio en las vidas de padres e hijos en los Estados Unidos. Reproduciendo la lógica de la mencionada Amigos con Dinero, Holofcener recurre al mismo tejido de personajes: la pareja rica y la mujer soltera/divorciada/separada que tiene que remarla para subsistir, no sólo económicamente sino también en el aspecto sentimental. Por eso es que Eva es llevada por su amiga (Toni Collette, siempre luminosa aunque aparezca pocos minutos) y su marido a una fiesta, allí conoce a una poetisa (la genia de Catherine Keener), quien contratará posteriormente sus servicios de masajista, y a Arthur (o James Gandolfini, es lo mismo) en clave bonachona. Entre estos personajes se mueve Eva, con la poetisa su encuentro deviene en amistad y con Arthur comienza una relación amorosa, a pesar del escepticismo inicial...
Masajes al alma Una bienvenida comedia romántica de la cineasta neoyorquina Nicole Holofcener (Amigos con Dinero) que indaga en las soledades de dos personas de mediana edad que intentan reconstruír sus vidas. Una segunda oportunidad es uno de los últimos trabajos del fallecido James Gandolfini, previo a Animal Rescue, anunciada para el año próximo. La trama une los caminos de Eva (Julia Louis-Dreyfuss, actriz de escaso cine y reconocida por series como Web Therapy y Veep), una masajista divorciada que carga su camilla, escucha y también soporta a sus pacientes en las distintas sesiones que hace a domicilio, y de Albert (Gandolfini), un divorciado entrado en kilos y empleado de la Biblioteca de la Televisión Americana. El filma acierta en la descripción de los personajes (la mujer que pronto conocerá la soledad ya que su hija deja el hogar para irse a estudiar a la universidad y la del hombre que atraviesa la misma situación) y en escenas en las que los diálogos resultan eficaces, directos y tampoco se olvidan del humor. El emotivo encuentro de los protagonistas en el frente de la casa o el acercamiento de Eva a una de sus clientas (Catherine Kenner), una reconocida autora de gustos refinados que traerá sorpresas en la trama, se convierten en los pilares de esta realización que también cuenta con Toni Collette (Sexto Sentido). Masajes, excesos de comida (quizás algo premonitorio en el malogrado Gandolfini), reuniones de amigos, parejas desparejas, hijas adolescentes en plena etapa de rebeldía y cruce de personajes, Todo por el mismo precio y contado con emoción.
Mentiras blancas Comedia de problemas de primer mundo, Una Segunda Oportunidad (Enough Said) se enfoca en la historia de Eva (Julia Louis-Dreyfus) una masajista divorciada desencantada con las perspectivas del romance, quien en una noche conoce a una potencial clienta y amiga, la poetisa Marianne (Catherine Keener) y a un prospecto amoroso en la misma situación que ella, Albert (James Gandolfini). Eva desarrolla ambas relaciones y en esa instancia Nicole Holofcener (directora y guionista) introduce el elemento ético sobre el que suelen girar sus obras: la protagonista lidia con un dilema y el peso de las decisiones que toma a partir de éste. La excusa argumental es que Marianne y Albert son una ex pareja que se divorció en muy malos términos. Eva tiene que resolver qué relación prima, si el amor incipiente con él (el primero en gustarle en años) o con su nueva amiga a la que admira en igual medida que no comprende. Cuando el personaje de Louis-Dreyfus dispone mantener en paralelo ambas interacciones, cambia un problema por otro: ahora debe dilucidar cómo conciliar el relato de Marianne sobre su ex (quien según ella comía demás y era torpe en la cama) y la imagen que construye, con la que ella misma arma a partir de su experiencia directa con él. El o la que siempre deseó que las nuevas parejas vinieran con un Veraz o búsqueda de antecedentes previos, puede preguntarse hasta qué punto realmente esto conviene. La otra línea argumental gira en torno a la relación entre Eva y su hija y la amiga de ésta, un triángulo amoroso materno-filial que también da pie a que la protagonista caiga en una situación conflictiva que después tiene que desenredar. Una Segunda Oportunidad, como films anteriores de Holofcener, presenta personajes femeninos a las que se les da lugar a equivocarse, a no ser perfectas ni accesorios. La Eva de Julia Louis Dreyfus, pese a ser una mujer de mediana edad, todavía está aprendiendo a relacionarse con su círculo cercano y con los que recién conoce. Si bien la actriz no sale mucho de su repertorio de mujeres despistadas y predispuestas al bochorno público (mucho mejor explotados cómicamente en sus encarnaciones televisivas en Seinfeld, The old adventures of old Christine y la actual Veep) elabora un acercamiento honesto a su personaje. Catherine Keener y Toni Collette (como la mejor amiga) acompañan dignamente, manteniendo su presencia. El recientemente fallecido James Gandolfini compone a un bonachón lejano a su Tony Soprano, sin grandes ambiciones pero afición por los carbohidratos y la buena compañía. Una comedia dramática amena, menos cáustica que films previos de la realizadora, Una segunda oportunidad se mueve en un universo donde ninguno de los personajes tiene malas intenciones, no hay buenos ni malos; en todo caso, hay intereses encontrados y malos entendidos.
Empezar de nuevo Nicole Holofcener (Amigos con beneficio, 2006) nos trae Una segunda oportunidad (Enough Said) film que se estreno en el Festival Internacional de Toronto y en donde James Gandolfini, brindó una de sus últimas actuaciones. Cuando Eva (Julie Louis Dreyfrus, de la serie Seinfeld), una masajista divorciada con una hija a punto de ir a la Universidad, decide finalmente salir con un hombre que le interesa, descubrirá que se trata del ex marido de una de sus mejores clientas. Es común asociar la comedia romántica a historias maravillosas con las que rara vez el espectador pueda sentirse identificado. Es lo que ocurre por ejemplo con los films románticos que surgen a partir de la adaptación de las novelas de Nicholas Sparks en donde actores como Channing Tatum y Amanda Seyfried en Querido John, Rachel McAdams en Diario de una Pasión y Zac Efron en Cuando te encuentre; fueron los protagonistas. Cuerpos y rasgos que rozan la perfección sumergidos en situaciones tan rosas e inverosímiles, que no permiten que el espectador pueda identificarse con las mismas. Una segunda oportunidad nos ofrece una mirada realista sobre la relaciones de pareja y se destaca por la naturalidad que reflejan sus protagonistas, quienes no temen en mostrarse tal cual son: El exceso de peso de Albert, los problemas de visión que acarrea la edad, la falta de información sobre lo que es cool hoy en día, etc. El Plot Point del film aparece cuando descubrimos que una de las mejores clientas de Eva resulta ser la ex mujer de Albert. Eva se encuentra en una situación que la supera y en la indecisión de revelar o no la verdad. Una segunda oportunidad no gira íntegramente en torno a este conflicto, y quizás de haberlo hecho, seguramente se habría convertido en una comedia de enredos del montón. En este caso, su directora pone el foco en las relaciones de mediana edad, en la sutileza de los diálogos, a través de detalles que van surgiendo y que revelan porque concluyó el matrimonio de Albert. Vamos descubriendo las características de este personaje a la par de la protagonista con el pasar de los minutos, que los vuelven cada vez más querible a los ojos del espectador. Por otro lado, su directora, no se detiene en desarrollar la historia de las figuras principales, sino que le brinda especial importancia al rol que ocupa Toni Collette(Pequeña Miss Sunshine, 2006) como la amiga británica de Eva, Sarah, logrando con el desarrollo de este personaje y de su entorno, abarcar distintos aspectos de la crisis de los 50 años. Una segunda oportunidad es una comedia romántica que gracias a la fuerte identificación que genera con el espectador de ambos géneros, nos hará salir del cine con una sonrisa.
Despedida a lo grande “Estoy cansada de ser graciosa”, dice Eva -la masajista (y casi terapeuta) que interpreta Julia Louis-Dreyfus- en lo que parece ser algo así como una confesión de honestidad brutal y poco menos que el leit-motiv del film. Es que la película -que durante muchos minutos es divertida a partir de su andanada de diálogos punzantes escritos por esa consumada satirista que es Nicole Holofcener- de golpe se va volviendo más y más melancólica, tristona… y final. Final, también, porque uno no puede dejar de pensar en cada fotograma en el que aparece el gran James Gandolfini en que ya no estará más, en que se fue demasiado pronto… La guionista y directora de Confidencias / Walking and Talking (1996), Lovely and Amazing (2002), Amigos con dinero (2006) y Saber dar (2010) concibió -sin saberlo, claro- una despedida a la medida del inmenso talento (no siempre aprovechado en el cine) de quien sí descollara en la TV como Tony Soprano. Y también saca el máximo provecho de otra gran comediante de exitoso paso por la pantalla chica y de trabada carrera en la grande como Julia Louis-Dreyfus, la Elaine de Seinfeld. Para completar el trio de talentosas “MILFs” aparecen en jugosos personajes secundarios Catherine Keener y Toni Collette. Cartón lleno… Eva se la pasa yendo de casa en casa para hacer masajes a gente pudiente de Los Angeles. Son, en general, clientes bastante insufribles y en ella -que tampoco ha tenido demasiada suerte con los hombres- se acumula una creciente insatisfacción y un íntimo convencimiento (aceptación, resignación) de que nunca encontrará al hombre de su vida. Pero en una fiesta conoce a dos personas que le cambiarán la existencia: Marianne (Keener), una poetisa excéntrica y fascinante; y Albert (Gandolfini), un gordito simpático pero en apariencia algo patético que trabaja en el museo de la televisión de la ciudad. No sin resistencias, el improbable romance entre Eva y Albert avanza, pero allí aparecerá el personaje de Keener (y las hijas ya adultas de ambos) para complicarlo todo en una tragicomedia con enredos y vueltas de tuerca que Holofcener se encarga de preservar de los clichés y lugares comunes de la comedia romántica más convencional. Que en las impagables charlas de Una segunda oportunidad se hable de tetas verdaderas (y, por lo tanto, imperfectas) y del mal aliento, o que se muestre un sexo sin glamour publicitario son ejemplos de un acercamiento a la crisis de la mediana edad (y de la vida urbana de hoy en general) pletórico de nobleza y, sobre todo, de absoluta credibilidad. Más allá de la tristeza que -al menos a mí- me generó verlo a Gandolfini (¡que para colmo está tan encantador en pantalla!) y de ciertos momentos “ingeniosos” que resultan un poco forzados (y sobre escritos), Una segunda oportunidad resulta un film inteligente, sensible y, por los diferentes motivos ya expuestos, emotivo. La combinación entre una de las autoras más inteligentes del cine independiente norteamericano como Holofcener y la dupla Dreyfuss-Gandolfini hacen de esta una experiencia decididamente disfrutable.
Muchos son los condimentos que hacen de "Una Segunda Oportunidad", una más que interesante propuesta de cartelera. Es la nueva película de Nicole Holofcener, directora “indie” norteamericana de la cual ya conocemos Amigos con dinero (2006). Es una oportunidad de ver en el cine, y en protagónico, a Julia Louis-Dreyfus más ligada a la televisión y por siempre recordada como la Elaine de Seinfeld. Además se trata de uno de los últimos trabajos que realizó el querido James “Tony Soprano” Gandolfini antes de su deceso este año. Y claro está, el condimento más importante, el que hace que todos los otros valgan la pena, se trata de una amable y simpática comedia que le habla francamente a su público adulto. Es imposible ver Una segunda oportunidad y no emparentarla con Amigos con dinero, el ámbito en el que las dos transcurren parecen ser el mismo. Recordemos que aquella ponía en el centro de la escena a Jennifer Aniston como una mujer, venida a menos, que antes pertenecía a una clase y ahora se dedica a limpiar las casas de aquellos que siguen perteneciendo, y en el medio, su dificultad de encontrar un verdadero amor y las amistades snobs que la circulaban. Ahora hablamos de Eva (Julia Louis-Dreyfus) una masajista, divorciada con una hija, que vive en un barrio de clase media alta en el cual cumple un cierto rol de servicio, y a la cual, su centro, por diversas razones, parece estar derrumbándose. Su hija está a punta de abandonarla para ingresar a la universidad, está cansada de la poca amabilidad de su clientes, y eso le hace notar lo sola que se siente. En una fiesta, Eva conoce a dos personas que pueden ser su salvación, por un lado Marianne (Catherine Keener) una poeta, que destila clase y cultura, futura cliente y de la que inmediatamente se hace amiga. Por otro lado, Albert (James Gandolfini), del cual luego del primer rechazo comienzan a salir y se enamoran. Pero hay un detalle que Eva en un principio desconoce, James es el ex marido de Marianne, aquel que la poeta nombra en todos sus diálogos para decir lo desagradable que era. Cuando Eva se entere, lejos de aclarar la situación, se dejará influenciar por Marianne enturbiando su incipiente romance con Albert. Este argumento podría utilizarse para un simple comedia romántica de enredos, pero lo que Holofcener logra desde el guión es quitarle todos esos condimentos del disparate. Como ya sucedía en Amigos con dinero, Una segunda oportunidad es una película adulta, y habla del amor adulto, de aquellos que ya no están para encontrar a su reina o su príncipe azul, sino alguien para compartir los momentos restantes de la vida. Sin muchas vueltas y hablándole al público con total franqueza, la directora y guionista se las ingenia para mostrar cierta pedantería en la que vive esa clase social, sobre todo en el personaje de Marianne (con otra caracterización para el aplauso de la siempre brillante Keener), que no es mala, no comete ningún acto desdeñable, pero por sola razón de actitud resulta molesto. Hay otra pareja, la de Sarah y Will (Toni Colette y Ben Falcone, también sobresalientes), amigos de Eva, que demuestran el incorfomismo de clase. Más pulida que Amigos con dinero, estamos frente a una típica comedia del off norteamericano, aquel que ya tiene un estilo propio. Holofcener deja fluir a sus interpretes y así además de los mencionados, el dúo protagónico realmente emociona, más aún Gandolfini, con un personaje muy querible haciendo imposible sentir algo de pena o emoción por la reciente ida del actor. Ante tanto título superficial, películas como esta valen por el simple hecho de conseguir una identificación directa, no hay cuentos de hadas, hay realidad, simplemente realidad.
Fresca y divertida, la nueva comedia de la directora Nicole Holofcener sobresale gracias a la labor de Julia Louis-Dreyfus y James Gandolfini, su dúo protagónico. Eva es una masajista y madre divorciada que intenta liderar con la futura partida de su hija Ellen, quien en tan solo un par de días comenzará la universidad. Junto con un matrimonio amigo, Eva asiste a una fiesta donde terminará conociendo a Albert, un hombre simpático y dulce que también está divorciado. Mientras comienza a florecer un romance entre ellos, Eva comenzará también una buena amistad con Marianne, una poeta clienta de ella. Pero este momento de perfección en su vida comenzará a desmoronarse cuando descubre que Albert es la ex pareja de Marianne, del cual habla mal gran parte del tiempo que pasan juntas. Incapaz de tomar una decisión, Eva continúa su relación con ambos, pero los dichos y observaciones de Marianne sobre Albert comenzarán a nublar la visión y el buen juicio de Eva. Una comedia romántica para un público adulto Películas como Una Segunda Oportunidad son cada vez más extrañas de encontrar en los cines locales. Pareciera que los únicos films que hablan sobre las relaciones amorosas y apuntan a un público adulto, son propiedad del cine europeo. El nuevo proyecto de Nicole Holofcener llega para derribar ese mito y con la particularidad de ser el último trabajo del fallecido Gandolfini. Una Segunda Oportunidad es un film bien contado que se ve sumamente beneficiado por las actuaciones de Julia Louis-Dreyfus y James Gandolfini. Holofcener hace un gran trabajo presentándonos a los personajes y retratando las dificultades de comenzar una nueva relación a los 40 o 50 años de edad y con un divorcio de por medio. Incluso es durante estos primeros minutos del film cuando Una Segunda Oportunidad muestra su mejor cara. Durante todo ese tiempo acompañamos Eva y Albert durante los primeros días de su relación y gracias a la espontaneidad y frescura con la que dotan los protagonistas a sus personajes, nos regalan al público varios de los mejores momentos del film. Si bien el conflicto que decidió otorgarle Holofcener a la película (Albert resulta ser el ex marido de la nueva mejor amiga de Eva) hace que la historia arranque, la realidad es que también termina por quitarle parte de la frescura y espontaneidad a los dos personajes centrales que, hasta entonces, eran el motor del film. Pero lejos está de arruinar la experiencia, a lo largo de su trama Una Segunda Oportunidad nos regala una gran cantidad de momentos dulces, y otros tantos agridulces, de pura genialidad. Tal como mencionamos anteriormente, Julia Louis-Dreyfus y James Gandolfini son el principal atractivo de Una Segunda Oportunidad. Dreyfus no es extraña a la comedia, sus participaciones en Seinfeld y Veep ya dejaron en claro que es una de las mujeres que mejor se desempeñan dentro del género. Aquí no solo no defrauda, sino que demuestra su gran versatilidad al sobrellevar de manera perfecta las escenas dramáticas. Es Gandolfini quien sorprende con su interpretación de Albert, casi el perfecto opuesto de su Tony Soprano. La vulnerabilidad y sinceridad con la que dota a su personaje lo trasforman en uno de los más queribles de los que tenga memoria en este 2013. Conclusión Aun con un argumento que suena un tanto trillado, Una Segunda Oportunidad se las arregla para divertir y emocionar. Louis-Dreyfus y Gandolfini se lucen en esta comedia inteligente que apunta a un público adulto y que retrata con simpatía y autenticidad lo agridulce de las relaciones humanas. - See more at: http://altapeli.com/review-una-segunda-oportunidad/#sthash.bOAsh5hh.dpuf
Una de las mejores comedias románticas que se hicieron en Hollywood en estos últimos años y que lamentablemente deja cierto sabor amargo por la muerte de James Gandolfini. Con esta película finalmente había encontrado un proyecto que le permitía despegarse de la sombra de Tony Soprano y no deja de ser triste que este film fue uno de sus últimos trabajos. Una segunda oportunidad es una muy buen película que también le permitió sobresalir en el cine a una gran actriz como Julia Louis Dreyfus, quien después de Seinfeld recién encontró en este proyecto la gran oportunidad de demostrar su talento como actriz. La dirección corrió por cuenta de Nicole Holofcener una directora del cine independiente quien desde los años´90 viene haciendo películas de bajo presupuesto con su actriz fetiche, Katherine Keener, quien también fue parte de su nuevo trabajo en un rol secundario. Creo que el motivo por el cual Una segunda oportunidad viene cosechando tan buenos comentarios es que se trata de una comedia romántica que evitó todos los clichés estúpidos que suelen tener estos filmes en Hollywood. La película está muy bien escrita y sobresale por tratar las relaciones sentimentales de los personajes con bastante realismo y un muy buen equilibrio entre la comedia y el drama. Esta es una de las pocas ocasiones en la que James Gandolfini logró con su interpretación que los espectadores se olvidaran por completo del mafioso de Los Soprano con un rol diferente y eso no deja de ser un condimento especial. Algo que se vio potenciado con la gran química que tuvo con Julia Louis Dreyfous, quien es la gran figura de esta producción. Hace rato que no se estrenaba una comedia romántica que mereciera su recomendación y no estuviera protagonizada por adolescentes, sino por personajes maduros que tuvieran historias interesantes. Una segunda oportunidad es una muy buena película que se disfruta muchísimo y dentro de este género es una gran alternativa entre la novedades de esta semana.
Esta es una película de Nicole Holofcener, la de la muy recomendable Amigos con dinero (y tres otras muy recomendables películas). Esto quiere decir que no hay aquí personajes de un solo tono ni maniqueísmo alguno. Hay personajes construidos de forma tal que es imposible que sean villanos absolutos o que nos enamoren instantáneamente. Uno se encariña con los habitantes del cine de Holofcener (y ellos entre sí) al conocerlos un poco más, al llegar a vislumbrar sus virtudes y sus no pocos defectos y neurosis. Sus dudas y sus diálogos nos acercan, y uno tiene la sensación de estar ante una película de Woody Allen con menos ferocidad y de menor intensidad (dicho esto solamente como descripción y no como comparación desfavorable). El punto de partida de Una segunda oportunidad es este: una masajista a domicilio (Julia Louis-Dreyfus), divorciada y con una hija a punto de irse a la universidad, conoce en una fiesta a un hombre (James Gandolfini). Y también a una nueva clienta (Catherine Keener, actriz de todas las películas de Holofcener). Muchas críticas e incluso la sinopsis de Imdb (la enciclopedia de películas en la Web) adelantan una información que en el relato se va dando gradualmente y que agrega una dificultad a las relaciones. Y que es mejor no conocerla para que funcione mejor la trama. Este el primer estreno póstumo con Gandolfini (dejó otra película que se estrenará en 2014, Animal Rescue ). El actor de Los Soprano irradia en este film una innegable calidez. Y es ciertamente perturbadora su presencia, dicho esto más allá de esa capacidad para revivir, de esa cualidad vampírica del cine, de la que hablaba Horacio Quiroga allá por las primeras décadas del siglo XX. Albert -el personaje de Gandolfini- tiene como problemas el sobrepeso, la alimentación, las calorías. Y esto resuena especialmente luego de su muerte de un ataque cardíaco mientras estaba de vacaciones en Italia, en junio pasado. La protagonista femenina es la mencionada Julia Louis-Dreyfus, es decir, la recordada Elaine de Seinfeld , que con su notable actuación en esta película demuestra, una vez más, que el cine no la ha aprovechado lo suficiente, al menos hasta ahora. Con 52 años, Louis-Dreyfus se carga al hombro esta suerte de comedia romántica alejada de cualquier cuento de hadas, hecha por gente adulta sobre gente adulta. Y con los signos del paso del tiempo en su rostro: una inusual valentía para Hollywood, que tal vez esté asociada a su enorme sentido del humor (esa forma superior de la sabiduría), que va más allá de los personajes que ha interpretado. Gandolfini, entonces, en su penúltimo rol para el cine, protagoniza una comedia romántica. Alejado de sus personajes mafiosos, pérfidos y/o sarcásticos, maneja la gracia, la ternura y la interacción con Julia Louis-Dreyfus de manera brillante.Gandolfini era mucho más que Tony Soprano, por más gloria y fama que le proveyera. El cine tampoco lo aprovechó lo suficiente, al menos no en la variedad de registros que era capaz de ofrecer. Una segunda oportunidad ayuda a compensar esa falta.
Una de esas películas que cuentan todo Hay demasiados factores en juego que aseguran una película disfrutable: no sólo el historial de la directora estadounidense, sino también los formidables trabajos de Julia Louis-Dreyfus y James Gandolfini, que dan carnadura a una comedia impecable. He aquí la mejor comedia en vaya a saber cuánto tiempo. ¿Por qué la mejor? Por la sencilla razón de que Una segunda oportunidad es la clase de película a la que no le interesa definir si es una comedia, un drama o cualquier otra cosa intermedia. No es ninguna de esas cosas, porque es todas. Es una historia con unos personajes a los que les pasan cosas y esas cosas pueden ser humorísticas, graciosas o ridículas, y también tristes, trágicas o frustrantes. No se trata de que la directora y guionista, la señora Nicole Holofcener (de quien se hablará enseguida), haya impuesto que los personajes sean así o les pasen esas cosas: los personajes son así y les pasan esas cosas. Cosas graciosas, porque todos ellos –los protagonistas, sobre todo– tienen el suficiente sentido del humor como para que lo que les pasa, o dicen, o hacen, sea gracioso. Y también les suceden cosas tristes y lamentables, porque vivieron y viven experiencias que pueden serlo. En otras palabras, Una segunda oportunidad (título de stock para Enough Said, “Está todo dicho”) es algo infinitamente más importante que una comedia, o un drama, o una comedia dramática, o lo que sea. Es eso que uno busca cuando va al cine: una película viva e inteligente, poblada por gente que está viva y es inteligente. Lógicamente la Sra. Holofcener tiene mucho que ver con esto. No es una novedad que así sea: las películas previas de esta neoyorquina de 53 años, algunas de ellas estrenadas en cine (Amigos con dinero, 2006, Saber dar, 2010) y otras en video (Confidencias, 1996), apuntaban en este sentido. En el sentido de filmar comedias habitadas por gente a la que se siente como verdadera. Objetivo finalmente consumado en ésta, su mejor película. “Estoy cansada de ser graciosa”, dice Eva (la gran, la genial Julia Louis-Dreyfus, aquí mejor que nunca e inusualmente jugada en el plano emocional). Obviamente que la confesión la está haciendo también la propia Holofcener, que siempre puso mucho de sí en sus películas (no por nada todas están protagonizadas por chicas, solas, en grupo o en pareja). Por suerte, por muy cansadas que estén Eva y Nicole, igual no dejan de ser graciosas. Muy graciosas. “Se te ve el pito”, le dice una Eva, masajista a domicilio, a Albert, que dirige un Museo de la Televisión, a quien acaba de conocer (el gran, el enorme, el gigantesco James Gandolfini, en uno de sus últimos papeles). Divorciados ambos, cuarentona larga ella, cincuentón él, Eva y Albert se conocieron en una fiesta. Cuando los presentan, ella afirma que en esa fiesta no hay ningún tipo que le interese. “A mí me pasa lo mismo”, responde él, y ahí mismo ya empieza a interesarle a Eva. Casi al mismo tiempo, Eva dice haberse “enamorado” a primera vista de una señora que le encanta. Se llama Marianne, es poeta y la interpreta Catherine Keener, actriz fetiche de Mrs. Holofcener. Arreglan para una sesión de masaje y rápidamente se hacen amigas, tal como podía adivinarse. Aunque sea un toquecito envarada, Marianne es una tipa inteligente y Eva también lo es. Simetría absoluta, lógica absoluta: en la misma fiesta Eva conoce a un señor con el que comparte una circunstancia vital y una condición, el sentido del humor, y una señora que es un poco como le gustaría ser a ella: inteligente, piola, con un look un poco post-hippón, versión Los Angeles. Se ha formado una pareja (amorosa) y otra (amistosa). Falta agregarle un toque de coincidencia, de esas que antes se llamaban “de biógrafo” (o sea, las que es imposible que ocurran en la realidad) para que se produzca un cruce indeseado. Un ruido, una contaminación en la relación fluida, natural, casi perfecta, que Eva y Albert establecen desde un primer momento (lo de “se te ve el pito” ocurre el domingo en que ella va a almorzar a casa de él, y él la atiende en un pijama de bragueta indecisa). En ese punto, justo en ese punto, Una segunda oportunidad deja de ser una comedia encantadora, desternillante por momentos, y pasa a convertirse en otra cosa. En una amarga reflexión sobre la peligrosa permeabilidad al juicio ajeno, que puede hacernos dudar y hasta hacer fracasar lo que hasta entonces era la más pura convicción. Una cuestión que toca a todos. Tanto como tocan, claro, la sonrisa gigante de la Sra. Dreyfus, los ojos pícaros del signore Gandolfini, la soltura de la gran, inmensa Toni Collette (aquí como la mejor amiga de Eva), el sexo cincuentón y doméstico de Eva y Albert, sus desayunos en la cama, el carácter estirado de la hija de Albert, la genial relación de celos de la hija de Eva por su mejor amiga (mamá quiere adoptarla como sustituta, cuando ella se vaya al college), la tristeza y soledad de mamá ante el síndrome de “nido vacío”. Si todo lo que pasa, se siente o piensa Una segunda oportunidad toca al espectador es por la sencilla razón de que películas como ésta no cuentan algo: cuentan todo. Sin la más mínima pretensión, claro: un solo gramo de pretensión tiraría todo el edificio abajo.
Humor para hablar de amor La comedia dramática dirigida por Nicole Holofcener reflexiona acerca de la circulación de los sentimientos. A pesar de los toques cómicos no abandona la melancolía y el drama. Tal vez lo primero que llama la atención de Una segunda oportunidad sea la presencia de James Gandolfini, gran actor secundario de cine pero de gran fama por su papel protagónico en la serie de TV Los Soprano. Gandolfini murió en junio de este año y dejó dos películas, una es esta comedia dramática y la otra un policial que llegará en 2014. Acá, de forma tierna e insólita, es Albert, el galán de la película. Y tal vez eso dice mucho acerca del tono y las ideas del film. La protagonista es Eva (interpretada por Julia Louis-Dreyfus, inolvidable por su trabajo en la serie Seinfeld), una masajista que cuando su hija comienza la facultad cree que es un buen momento para buscar una pareja en serio. Y esa pareja aparece en la figura del gordo Albert, quien parece ser un buen partido. Las cosas toman un giro cómico cuando Eva descubre que su nueva clienta y amiga, Marianne (Katherine Keener) es la ex de Albert, y que todas las cosas que contaba de su horrible ex eran finalmente sobre el nuevo amor de Eva. Con humor, pero no exenta de cierta melancolía y drama, la película desarrolla una amable reflexión acerca de la circulación de los sentimientos. Lo que para alguien es malo, para otra persona es el amor verdadero. Nicole Holofcener, directora y guionista nacida en New York en 1960 es la encargada de hacer el entramado de personajes, con sus sentimientos, sus miedos y sus deseos. Con varias películas en su haber, Holofcener es una heredera de los films de Woody Allen. Sin aferrarse tanto al humor, pero creando situaciones parecidas a las del director de Hannah y sus hermanas, ella consigue sacar provecho de sus criaturas y reflexionar acerca de la condición humana. Si hasta la fecha no ha podido hacer alguna película con categoría de clásico, es en parte porque su tono asordinado le impide destacarse demasiado. Su apuesta es más serena y su estética esquiva cualquier clase de lucimiento visual. Si en el futuro su apuesta irá hacia películas más ambiciosas, es imposible saberlo. Por lo pronto sus personajes, con mucho de Woody Allen y con mucho de cine europeo también, siguen resultando interesantes y profundamente humanos. Para los admiradores de James Gandolfini les queda la emoción extra de verlo una vez más en la pantalla grande, con su enorme humanidad y su aspecto de oso tierno y querible.
Es esta una comedia romántica para adultos, excelentemente guionada, real y sin los clichés edulcorados, típicos de Hollywood a la hora de abordar el género. Y si esto, ya es un motivo para disfrutar del filme en la oscuridad de una sala, mucho más lo es, el hecho de encontrarnos con la labor póstuma de JAMES GANDOLFINI en un papel muy distinto al común de su filmografía. Humano, afable, querible, es un canto de cisne del actor de LOS SOPRANO, digna de ser premiada. Una película que reconforta y se disfruta escena tras escena.
Amor a los 50 Eva (Julia Louis-Dreyfus) es una atractiva mujer cercana a los cincuenta, divorciada, independiente, que trabaja como masajista, y en una fiesta a la que va solo por acompañar a unos amigos conoce a Albert (James Gandolfini). No hay juegos de seducción, ni chispazos, ni una gran atracción, solo una buena conversación, cosas en común, y algunas frases graciosas. Eva se sorprende al saber que Albert ha pedido su teléfono. Salen a cenar, tienen una cita, luego otra, y así comienzan una relación. Ambos están pasando por etapas muy similares, se han divorciado hace tiempo, y sus hijas están por dejar la casa para ir a la universidad, algo que les provoca ansiedad y cierta angustia. La película es muy entretenida, y muestra con gracia cómo es el amor en la madurez, cuando la atracción física no es lo principal, cuando el amor ya no es impulsivo, y se construye desde otro lado. Si bien la madurez ayuda, a cierta edad ya hay costumbres que son difíciles de cambiar y atentan contra la convivencia, algo conflictivo que la película muestra de forma muy graciosa. La historia esta básicamente sostenida por la química que existe entre los dos personajes principales, pero el entorno de ambos juega también un rol importante; como las hijas, las ex parejas, la mejor amiga de Eva (una gran interpretación de Toni Collete) y Marianne (Catherine Keener), la nueva clienta de Eva, una poetisa snob que parece tener demasiada influencia en ella. No es la típica comedia romántica, no solo por la edad de los personajes, sino por el realismo con el que muestra lo mejor, lo peor y lo complicadas que se vuelven las personas después de haber vivido unos cuantos años; además de cómo los estereotipos, y el entorno, muchas veces atentan contra lo que realmente queremos, y nos nublan la vista.
Una comedia con mucho encanto, especialmente basado en el talento de la pareja protagónica: un James Gandolfini que le otorga a su personaje todo el ingenio y la melancolía de un hombre casi sin esperanzas. Y lo mismo ocurre con Julia Louis Dreyfus, la comediante increíble de la tele, que aquí se olvida de sus tics y saca partido de esa mujer sola al borde del desamparo. En el guion y la dirección de Nicole Holofcener, su inteligencia, con gran elenco, es una película para disfrutar.
Y, si son tal para cual... Hay gente que pasa por la crisis de la mediana edad a los 40, otra a los 50, y hay quienes como a Eva y Albert les importa tres pepinos cuántos años tienen, sino lanzarse a vivir el amor cuando sienten que el juego que comienzan va tomando otro color. Una segunda oportunidad tiene como protagonistas a dos seres que ya supieron lo que es el amor, pero con ese amor ya no conviven. Y se les cruza otro. Y, con sus vueltas, se juegan. Eva (Julia Louis-Dreyfus, Elaine en Seinfeld) da masajes a domicilio, y en una fiesta conoce a Albert (James Gandolfini, el capo mafioso Tony Soprano), gordito entre extrasimpático y semipatético, y a Marianne (Catherine Keener), una poetisa algo extravagante, por separado. En resumen: una divorciada se enamora del ex de su nueva mejor amiga, claro, sin saberlo. Sin saber que era el marido de su nueva clienta/paciente/amiga. La película de Nicole Holofcener (Amigos con dinero) podía caer en uno o varios de los clisés de la comedia romántica adulta, pero los evade de a uno en fila. Eva y Albert tienen escenas románticas, y más, y están narradas con una naturalidad asombrosa para lo que suele ser la pacatería pasteurizada hollywoodense. Si el argumento, con sus vueltas de tuerca y malentendidos, podría parecer de serie de TV en horario central, los diálogos son tan jugosos que invitan tanto a la risa franca como a la introspección. A él le preocupa que su peso sea demasiado cuando tiene sexo con ella, y ella no deja de parar la oreja al escuchar las barbaridades que la ex cuenta de él. Y sin decirle al amante que conoce a la amiga, ni viceversa. No es poco. Da realmente pena que en su vida no le hayan caído más roles de comedia a Gandolfini, acostumbrado a roles rudos y duros, porque realmente se luce. El actor, fallecido en junio, tiene esa química en pantalla con Louis-Dreyfus que hace no solamente llevadera sino entrañable la relación. La directora cobijó a la pareja con muy buenos intérpretes en otros roles importantes -a Keener, actriz fetiche de la realizadora, se suma Toni Collette-. Los mejores momentos en una relación son aquellos que, de tan simples, hacen brotar las emociones, casi inesperadamente. Y esta historia tiene varios.
La reincidencia, en buena comedia Esta es una sólida comedia romántica sobre la mediana edad con un gran bonus: un despliegue del talento de James Gandolfini en el anteúltimo trabajo antes de su muerte. Gandfolfini se hizo famoso por pappeles de tipos inescrupulosos como el de Los Soprano (o, más recientemente, el del decadente asesino de la mafia en "Mátalos suavemente") pero su rango actoral era mayor, y esto se aprecia especialmente en este papel de un tipo bastante común y corriente, divorciado, que logra volver a enamorar a una mujer también divorciada que cree que ya no puede encontrar atractivo a ningun hombre. En realidad, la verdadera protagonista de "Una segunda oportunidad" es el personaje de Julia-Louis Dreyfuss, que al mismo tiempo que empieza a enamorarse de Gandolfini se hace amiga de una poeta de vida sofisticada que se la pasa hablando pestes de su ex marido, por supuesto el mismo hombre en cuestión. El truco de la película no es lo más original del mundo, pero la directora Nicole Hofcener, especialista en conflictos femeninos, lo utiliza muy bien, sobre todo cuando mezcla la historia principal con otras de personajes secundarios pero atractivos, como la también divorciada Toni Collette (salvo los hijos de Julia-Louis Dreyfuss, que se están por ir a la universidad, todos los personajes de esta película estan divorciados y tienen que sufrir la presencia cercana de una ex pareja). "Una segunda oportunidad" tiene muy buenos gags, que realmente harán reir al publico sin dejar de ser una reflexión sobre las crisis de la mediana edad y la posibilidad de encontrar el amor en cualquier momento de la vida. Pero sin duda el fuerte de la película son las actuaciones. Todo el elenco tiene oportunidad de lucirse, y claro, es Gandolfini el que más se disfruta de todos.
"Las cosas de la vida" El cine trabaja casi siempre con ficción. Y si nos ponemos más rigurosos, podemos decir que realmente la objetividad no existe dentro de ningún ámbito, por lo tanto el séptimo arte definitivamente siempre ahonda en una visión de la realidad distorsionada o en el plano de lo ficticio. Eso no quiere decir que no existan películas, realizadores y guionistas que intenten mostrar el lado más humano y realista de una historia sino que, en general, es algo complicado trabajar sobre lo cotidiano sin caer en el aburrimiento y también lo es tratar de garantizar el entretenimiento en base a no distorsionar demasiado esa realidad. Por eso no suelen hacerse muchas producciones de este estilo. Al menos destinadas a la pantalla grande donde el tiempo, por ejemplo, es un factor clave. Los dramas y las comedias (géneros que suelen mezclarse con resultados ambiguos) hacen equilibrio entre lo racional y lo absurdo de sus argumentos. A veces la balanza se inclina demasiado hacia un lado, otras veces hacia el otro y la realidad es que los extremos nunca ofrecen resultados completamente buenos. “Una segunda oportunidad” tiene un merito que se destaca por encima de todas las cosas y es que el guión escrito por Nicole Holofcener (directora también del film) logra combinar en pequeñas dosis el drama y la comedia en el contexto realista, simple y cotidiano donde se desenvuelven sus personajes. Y la verdad es que es interesante ya que el disparador del film es lo suficientemente consistente como para dispararse a cualquiera de los dos extremos (real o absurdo) dentro de cualquiera de estos dos géneros. Sin embargo, siguiendo su tradición de pequeños trabajos simplistas, Holofcener vuelve a demostrar que la clave siempre radica en el pulso y el tacto que se tiene a la hora de escribir una historia y dirigir un film. Por eso seguimos los pasos de Eva (gran trabajo de Julia Louis-Dreyfus), una masajista que lleva 10 años divorciada y está al borde de afrontar un momento importante de su vida como lo es la partida de su única hija, Ellen (Tracey Farewey), a la universidad. Dentro de ese contexto de cambios, conoce en una fiesta a Marianne (Catherine Keener) una cliente que de a poco se irá convirtiendo en su nueva amiga y a Albert (el ya entrañable James Gandolfini), con quien empieza una relación amorosa sin conocer una extraña coincidencia que le depara el destino: Él es el ex esposo de Marianne y también se prepara para la partida de su hija. Con buenos y genuinos momentos de humor, enredos y situaciones no tan descabelladas que agitan un poco el relato y pequeños pincelazos de un drama que no es más que una leve y sencilla reflexión sobre el paso del tiempo, el amor y las inevitables vueltas de la vida, “Una segunda oportunidad” es un film que se deja ver y se disfruta bastante. Quizás lleve el peso de ser una película chica, con una historia más idónea para desarrollarse en otros medios, pero no por eso el nuevo trabajo de Holofcener deja de ser una linda y colorida anécdota retratada de forma precisa dentro del séptimo arte que, sin ser perfecta (nunca lo aspira), es muy reconfortante y digna. Vale la pena darle una oportunidad.
Parecido a un capítulo de una serie televisiva pero más largo De Nicole Holofcener sólo se había estrenado en cine su tercera y no muy lograda “Amigos con dinero”, donde actuaba Catherine Keener quien lo ha hecho en todos los cinco largometrajes de la directora, incluido “Una segunda oportunidad” (“Enough Said”). En esta oportunidad (valga el juego de palabras) quien asume el rol central femenino es Julia Louis-Dreyfus, más conocida por su prolongada actuación en “Seinfeld” y otras series que en cine ya que sólo estuvo en diez películas, incluidos roles menores en “Hannah y sus hermanas” y “Los secretos de Harry”. Ella es Eva quien, al igual que Albert (James Gandolfini), está separada y lo conoce al inicio del film durante una fiesta. Al actor de “Los Soprano” y de varios films del fallecido Tony Scott (“Escape salvaje”, “Marea roja”) se lo ve aquí en un rol dentro de un género (comedia dramática) poco habitual en él. Y lo hace muy bien, aunque lamentablemente su repentina muerte nos privará de ver en el futuro a una figura carismática, simpática y muy querible. Eva es masajista y por esas casualidades que sólo Hollywood imagina conocerá muchos detalles de la vida de Albert sin revelárselos a él. Ambos andan por la cincuentena de años, arrastrando vicios que son quizás la parte más sabrosa del relato y que sin embargo se asemeja mucho a un capítulo algo alargado de una serie televisiva. El es bastante obeso, cuidándose poco en las comidas (mención a una tabla de calorías en el film) y bebidas lo que extrañamente lo acerca a lo que parece haber sido su comportamiento en la vida real. Hay numerosos personajes más jóvenes, en su mayoría femeninos, que incluyen a las hijas de ambos y a la amiga de una de estas, todos roles a cargo de actrices juveniles con mayor experiencia en televisión que en cine. El título local es bastante ambiguo ya que podría tanto referirse al encuentro inicial de ambos o también a la última escena. Lo que es más discutible es la actitud de Eva que podría tildarse de “políticamente incorrecta” al aprovecharse de él. De hecho en algún momento Albert le confesará textualmente “que aunque suene cursi me rompiste el corazón”. En roles secundarios se lucen no sólo la ya mencionada Catherine Keener sino también Toni Collette, recientemente vista en “Un camino hacia mí”. Pero quien sobresale sin duda es James Gandolfini, cuya reciente desaparición potencia el interés en verlo, en un rol al que no nos tenía acostumbrado.
Una comedia romántica gourmet Nicole Holofcener quien ya nos sorprendiera con su film Amigos con dinero nos entrega una comedia romántica que con un interesante guión logra evadir todos los lugares que el género (más aun cuando el mismo se desarrolla dentro de Hollywood) le impone. El film que fuera presentado en Toronto constituye una de las últimas apariciones del difunto James Gandolfini y una muestra acabada que las comedias románticas pueden también tener un correlato en el verosímil. Desgraciadamente existe un terreno en el que pocas veces las comedias románticas se adentran: el de la empatía. Historias como las narradas por Nicholas Spark, luego llevadas a la gran pantalla, generan muchas sensaciones pero rara vez el espectador promedio podrá reconocerse en ellas. Ni las mujeres tendrán la belleza de Rachel McAdams ni los hombres los abdominales photoshop de Ryan Gosling. Así el amor se vuelve en un elemento aspiracional, casi como un auto de lujo o un viaje por Europa y tal vez tan inalcanzable como ambos. La inteligencia del guión está en mostrarnos a dos personas normales (con cuerpos imperfectos y vidas ordinarias) interpretados magistralmente por James Gandolfini y Julia Louis-Dreyfus que se conocen y no se ven atravesados por una pasión arrolladora. Muy por el contrario al verse por primera vez se muestran indiferentes el uno del otro. Primer paradigma destrozado: el amor a primera vista no aparece como un tifón que los desgarra o como una imperiosa necesidad de poseerse. Entonces el amor entre ambos se convierte en una construcción, un laborioso nexo que ambos se ocupan en crear con sinceridad y por sobre todas las cosas conociendo al otro como es, con sus imperfecciones presentes. Segundo paradigma que cae: el objeto del amor no es perfecto ni encaja simétricamente con nuestras necesidades. Es un ser falible al que se aprende a amar más allá de las supuestas falencias. Así el relato nos muestra a dos personas adultas con familias ensambladas que tratan de conectar sus realidades más allá de las típicas desavenencias que cada uno traerá a la relación Pero nada es perfecto y es así como accidentalmente Eva (Julia Louis-Dreyfus) empieza a atender y a trabar relación con la ex esposa de su actual objeto romántico y entonces la visión desamorada de su ex pareja enturbia su propia mirada. Y esto nos lleva a cuestionarnos como espectadores y como seres humanos hasta que punto sometemos a nuestras relaciones a la aprobación ajena, hasta donde oímos nuestras propias necesidades o nos dejamos influir por la mirada del entorno. Holofcener no se conforma con tratar solamente la temática romántica sino que también nos pone de manifiesto las distintas miradas que hombres y mujeres tenemos sobre el amor, las relaciones, la paternidad, las obsesiones y hasta incluso sobre las diferencias sociales. Y lo mas interesante es que estas miradas no están teñidas de ningún tipo de moralina y menos aún intentan demostrarnos qué pensar o cómo sentir. Una segunda oportunidad es un ejercicio de reflexión que en un universo de películas románticas cocinadas al estilo fast food (rápido, de digestión y evacuación inmediata) se asemeja a una comida gourmet cocinada con ingredientes simples pero con la inteligencia de saber combinarlos.
Las películas de Nicole Holofcener son chiquitas, frágiles, no están hechas para los temas importantes ni para soportar grandes conflictos. Esa ligereza es la que le permite contar sus historias de gente común y retratar lo cotidiano con tanta soltura; colarse en sus rutinas para narrar algo que, sin ínfulas de realismo, se parece demasiado a la vida como la conocemos. Las historias de amor y desencuentros son el recorrido más o menos guiado, más o menos preestablecido mediante el cual exploramos el mundo de sus personajes, por eso es que los mejores momentos de sus películas ocurren cuando desaparece la tensión narrativa (¿se van a dar un beso o no?) y lo que queda es ese universo desnudo que la directora observa sin llegar nunca a posicionarse nunca en el terreno de lo indie (por demás afectado y, a esta altura, tan convencional como el registro del mainstream). En la escena del primer beso entre Eva y Albert, los dos están en el jardín de la casa de él sentados, relajados, con la fiaca que sigue a un almuerzo de fin de semana, y entre las cosas de las que hablan mencionan los pies: de ellos, de otros. No hay primeros planos, música que marque el tono de lo que se dice (¿es cómico eso? ¿Ridículo? ¿Se trata de un gag previo al romance?), y los pies no van a cumplir ningún rol preciso en la trama, solo hay lo que se ve y escucha: un tipo grandote vestido de entrecasa casi tirado en una reposera y una mujer un poco más elegante que él (solo un poco) recostada en los escalones de la puerta. Los dos se gustan, se tienen ganas, pero por un segundo se olvidan de sus deseos y del suspenso de cualquier relato romántico y hablan de sus pies, de los pies en general. Así descrita la escena puede sonar a impostura, pero la película hace que todo fluya sin que nos demos cuenta. Otra manera que encuentra la directora para sumergirnos en la vida de sus personajes es la de iniciar las escenas con los diálogos ya comenzados y cerrarlas de manera abrupta, incluso cuando la conversación no terminó del todo: con un timing impresionante para la edición, Holofcener nos introduce casi de casualidad en esos bloques de realidad, como si pasáramos por ahí y de golpe pudiéramos escuchar una conversación. Pero la directora es consciente de que necesita una historia que atrape al público con mecanismos y efectos tradicionales (después de todo, Una segunda oportunidad es una película industrial, con estrellas, a la que se le reclama cierta efectividad), así que, para contrarrestar esa cotidianidad que se le cuela permanentemente, la banda de sonido suele recordarnos con demasiada insistencia el clima de cada momento, como si fuera una guía de lectura, un faro que no nos deja perdernos en el mundo pequeño y hermoso de sus criaturas y que nos trae de nuevo al terreno del relato convencional y de sus seguridades. Solo así se comprende la utilización burda de la música cuando Eva y su ex marido despiden a su hija en el aeropuerto: la escena en bruto podría llegar a ser tan dolorosa que necesitamos de anclajes narrativos que nos señalen hasta qué punto tenemos que entristecernos. Por lo demás, Holofcener es la directora menos cínica del mundo: nos iguala de una forma pocas veces vista con sus personajes, nunca nos hace saber más que ellos ni nos anticipa qué es lo que viene. Cada revés sufrido por Eva lo experimentamos a la par suyo. A su vez, cada conflicto es aprovechado por la película para contar menos un relato lineal que los espacios donde ocurren los hechos: las casas y los lugares de trabajos dicen mucho más de los personajes que los diálogos y son protagonistas de tanta importancia como ellos. Julia Louis-Dreyfus es luminosa incluso en sus momentos menos agraciados y más conflictivos (o lo es justamente por esos momentos) y tiene una de las sonrisas y dientes más lindos del cine. A James Gandolfini y su triste final quizás le debamos el estreno local de Una segunda oportunidad (la extraordinaria Saber dar fue directo a video), además de la que quizás sea la mejor actuación de toda su carrera.
Volver siempre a los brazos Nicole Holofcener es como un secreto bien guardado del cine independiente norteamericano, en una vertiente poco habitual: sus películas merodean tonos y registros del mainstream, cuentan con figuras reconocidas de Hollywood, pero tienen una personalidad que a la vez la llevan a alejarse de ciertas posturas del indie más repetido. Sus películas transitan atmósferas relajadas; hay dramas pero nunca caminos tortuosos, no hay imposturas ni poses malditas: es un indie que se parece un poco al de otra mujer, Lisa Chodolenko. Tal vez para algunos se trate de films livianos, ligeros, amables, pero no mucho más que eso, incluso los pueden tildar de tibios en algunos aspectos. Pero sería estar rehuyendo al verdadero placer que significa permanecer en los mundos que la directora propone, que a la vez no le escapan a lo difícil o complejo de la vida. Una segunda oportunidad es una obra de una calidez enorme, que confirma todas las bondades de su cine. Una segunda oportunidad explota el universo femenino de mujeres por encima de la edad media de la comedia romántica hollywoodense, pero evita hacer de esto una declaración de principios o un “ah miren, los viejos también pueden tener sexo”. En verdad la elección de la edad de los personajes es crucial para el relato: hablamos de gente que ya atravesó historias, que tienen hijos grandes, que se enfrentan a la encrucijada del nido vacío, que tienen que descifrar si vuelven a confiar en el amor o que no pueden despegarse del rencor adosado del pasado. Son temas universales y cruciales, pero mínimos. El de Holofcener no es el mundo de los grandes temas, o al menos de los grandes temas que entiende el cine. Honestidad: no todos sufrimos grandes conflictos existenciales ante la posibilidad de que el café se nos queme en el desayuno o construimos una épica personal conscientemente y a cada paso, pero sí es probable que tengamos rencor con una ex pareja o no sepamos si esa persona que nos gusta es la ideal o tal vez tengamos que tolerar en el trabajo gente que nos resulte antipática. Una segunda oportunidad es este mundo -el de los mortales, digamos-, hecho cine, con simpleza, inteligencia, sensibilidad y talento. Todo parece simple aquí, pero profundizando la mirada no lo es para nada. Son muchos los temas que transitan la película -muchísimos, créame- y sin embargo en ningún momento los conflictos se amontonan o tornan barroca la narración. Por el contrario, el camino de Una segunda oportunidad es de una claridad y tersura asombrosa, tanta que da envidia, en serio. Los diálogos son inteligentes y no buscan el ingenio del impacto inmediato, están en la senda de un Woody Allen pero más amable y menos cínico, o son de un cinismo autoconsciente: en ese sentido es clave la figura de Julia Louis-Dreyfus, actriz famosa a partir de la sit-com más maniática y autoconsciente de la historia -Seinfeld-, que parece decir con su presencia que a cierta altura de la vida es mejor dejar de lado algunas imposturas y dejarse llevar. De ahí la coherencia de su título original: “Enough said”. ¡Basta! Hablamos de Julia Louis-Dreyfus, pero algo que complementa y amplifica los sentidos del film de Holofcener es la presencia de James Gandolfini. Destacarlo parece caer en el lugar común de tener que celebrarlo porque se murió hace poco. No, nada más alejado de eso. Gandolfini es el interés romántico de Louis-Dreyfus, y ese cuerpo gigantesco, voluptuoso, pero a la vez dócil, como de leñador tierno, no podía ser más claro respecto de muchas de las intenciones de la película. Imperfecciones (el cuerpo robusto) que contradicen la comedia romántica; y que sirven para anticipar las varias amarguras que comenzarán a dinamitar la luminosidad de la primera hora de película. Cuando la dupla Louis-Dreyfus – Gandolfini comparte pantalla, todo se ilumina. Son graciosos, son tiernos, son seductores, son amables (la última escena es notable en ese sentido). Ese clima, de languidez, se complementa con el aire menos tenso que le imprime el paisaje de Los Angeles a la comedia romántica contra la neurosis de Nueva York. Holofcener construye una comedia romántica atípica, que marca sus distancias a través de la geografía, de las actuaciones, de los cuerpos que parodian esos lugares comunes, de los diálogos intensos pero despreocupados; que como su personaje principal desconfía de las bondades de ese espíritu juguetón de lo romántico, pero no puede más que irremediablemente volver a sus brazos.
Sobre el amor posible James Gandolfini deja otro buen recuerdo en el rol de enamorado, junto a la estupenda Julia Louis-Dreyfus "Reconfortante y sexy". Así define Eva a Albert. Se conocieron en una fiesta en la que los dos sentían que el mundo podía girar sin ellos y a partir de esa casualidad encaran una relación de adultos que encuentran dificultades sin edad. Una segunda oportunidad, con el fallecido James Gandolfini (Los Soprano), se sostiene por el carisma del actor y el talento de Julia Louis-Dreyfus (Seinfeld), comediante que supera por sí misma el guión sencillo y el planteo de la comedia romántica estándar. La película de Nicole Holofcener describe el romance de Eva y Albert a través de situaciones cotidianas que relevan el repertorio de virtudes de los dos. Ellos además comparten el síndrome del nido vacío: sus respectivas hijas están a punto de comenzar la universidad, esa forma de desarraigo que les revela el paso del tiempo. El humor dosificado y sutil funciona en los diálogos reveladores de las facetas de los personajes. El recurso tan americano y en manos de la pareja protagónica va generando el ritmo de la relación y cierta familiaridad con el espectador. De ella se sabe cómo vive, cuánto le cuesta llevar adelante su trabajo de masajista a domicilio, la relación con los amigos, la hija y una nueva amiga que la encuentra digna de sus confesiones. A él se lo ve moverse con ese corpachón, haciendo bromas sobre su condición de hombre gordo, adulto, con marcas de la soltería forzada por un divorcio del que habla poco. Pero el pasado aparece de manera inesperada. Y ahí la comedia se vuelve más lenta y hasta previsible. Aun así, Julia Louis-Dreyfus se luce, mientras quedan desaprovechadas Toni Colette como la amiga incondicional, y Catherine Keener, en el rol de la clienta que siembra la duda al ofrecer su propia versión de lo que significan los adjetivos "reconfortante y sexy" en un hombre. Una segunda oportunidad se ocupa de los sentimientos y los modos de relacionarse de la gente mayor que decide cuánto se pierde o se gana en una relación. El malogrado Gandolfini ofreció su perfil más tierno y bonachón manteniendo de esa manera el romance con la cámara. "Me rompiste el corazón", dice en un momento de honda zozobra. La frase cobra otro sentido, tal es el recuerdo que ha dejado el actor en sus seguidores. La película tiene un manejo de la emoción que desarma todo prejuicio con respecto a las formas adecuadas del amor y rompe la receta cada vez que Eva y Albert se miran profundo, a los ojos.
Comedia inteligente, chispeante y encantadora Al fin una película para disfrutar. Inteligente, chispeante, sentida, romántica, emotiva. Tiene los contrastes de la vida, con personajes interesantes, sin disparates ni escenas raras, con gente a la que le pasa las cosas que le puede pasar a uno. Hay buen gusto, detalles sutiles y sabrosos apuntes. Es un filme que cuando hace reír lo hace de la mejor manera, sin grosería ni mal gusto, y cuando quiere emocionar no necesita forzar sus personajes, ni apelar a escenas culminantes, que le basta con mostrarlos confundidos, enojados, ilusionados, gente que tiene sus problemas, que ha pasado por fracasos amorosos, que aún debe pelear contra varios contratiempos, que no la tiene clara ni como amante ni como padre ni como amigo, pero que van haciendo la vida como pueden, permitiéndose la ilusión, la incertidumbre, el miedo, la expectativa. Está sostenido en diálogos sustanciosos y resuelve cada entredicho de la mejor manera, con frases ingeniosas y sin ridiculizar a nadie. Y se apoya en un magnífico grupo actoral que tiene sus picos más altos en James Gandolfini y Julia Louis-Dreyfus (protagonistas de las dos mejores series de todos los tiempos, “Los Soprano” y “Seinfeld”). Ellos dan vida a personajes, sencillos, queribles y normales. Pero lo mejor es el libro, sobrio y encantador, que tiene la apariencia de una comedia más, pero que se anima a abordar otras cuestiones: el vínculo tirante con los ex, la relación con los hijos, el temor al nido vacío, la necesidad de llenar la soledad como sea, la influencia de los otros en los juicios propios, las sorpresas que depara la vida, los desafíos que impone el amor maduro, cuando hay que asumir que lo que llega es de segunda mano y a veces descartado. Todo es fresco, difuso y creíble. Todo fluye con naturalidad, sin apuro ni subrayados, siempre a un paso de la sonrisa y de la emoción. Hace reír, hace pensar, se disfruta, es entrañable, sensible y sutil. La escribió y la dirigió Nicole Holofcener, una talentosa artista que desprecia el ridículo, el mensaje, el lloriqueo, la falsa audacia y los lugares comunes.
Pocos registros hay en la historia del cine romántico, en el que una película sea tan previsible y a la vez tan encantadora. “Una segunda oportunidad” logra esa difícil particularidad. La directora Nicole Holofcener, cineasta respetada dentro del cine estadounidense independiente, supo mover las teclas necesarias para que una comedia romántica no se convierta en una comedia melosa. La trama indaga sobre la vida de Eva (cálida composición de Julie Louis-Dreyfus), una masajista cansada de oír aburridas historias de sus clientes y que siente que es casi imposible conocer su media narajana después de su separación. Pero un día aparecerá Albert (al gran James Gandolfini, salud) en una reunión de amigos y ella sentirá un cosquilleo en la panza. Al principio este bibliotecario barrigón y bonachón no entra en sus preferencias, pero de a poco la seducirá su ternura. El incordio se plantea cuando Eva se hace amiga de una clienta y se encandila con su buen gusto para vestir, su vuelo poético y hasta cómo decora su casa. Lo único extraño es que vive hablando mal de su ex. Pero el problema es que esta nueva amistad no es otra que la ex mujer de Albert. La película tiene un plus en los diálogos y los vínculos intimistas de los personajes, muy al estilo del sello que supo dar Woody Allen en decenas de filmes de culto. La problemática de los que cruzaron la barrera de los 50 años está bien tratada, sobre todo en la relación de padres e hijos, y el vacío que se genera cuando los chicos deciden viajar a otra ciudad para estudiar en la universidad. La empatía entre los personajes de Eva y Albert hubiesen merecido una saga como la de “Antes del amanecer”. Gandolfini demuestra, en una de sus últimas actuaciones, su versatilidad expresiva en un filme sin sorpresas pero a la vez imperdible.
Sólo se vive una vez Hay un doblez interesante en esta producción que puede llegar a ubicarlo entre los mejores estrenos del año, si a eso le sumamos que se trata de la casi despedida desafortunada de ese gran actor que fue James Gandolfini, la cita parece ineludible. Un filme que parece un retrato de la vida misma. Limitarla desde algún género seria no sólo casi cercenar todo aquello que propone, sino así enmarcado drásticamente destruiría la infinidad de vivencias a las que nos enfrenta. Comedia romántica, dramática, comedia a secas, nada puede precisarla certeramente Una historia de personajes comunes y corrientes. Eva (Julia Louis Dreyfus), una mujer divorciada, madre de una hija que se esta preparando para ir a la universidad, enfrenta la tan mentada situación del “nido vacío”. Se gana el sustento como masajista, mientras busca algo que la conmueva, que la saque de su letargo de amor. En una fiesta, a la que va casi de colada, sintiéndose como pez en estanque ajeno, conoce a Marianne (Catherine Keener), una escritora dedicada a la poesía, lejos del parámetro articulado por Eva, quien le hace ver otro mundo, y mientras ella la toma como clienta Marianne la hace su confidente y amiga. En el mismo lugar, casi simultáneamente, hace contacto con Albert (James Gandolfini), un hombre apacible, divertido y extremadamente simple, casi una versión masculina de ella misma, quien esta, todavía, en pleno proceso de duelo por el fracaso de su matrimonio, y padre de una joven de la misma edad y situación que la hija de Eva. Algo del orden del descubrimiento de las contingencias hace huella en ambos, y redescubren la posibilidad de volver a vivir un romance casi adolescentes en edad adulta. Eva tiene como confidente y amiga del alma a Sarah (Toni Collete), mujer con una buena experiencia de casada, con un matrimonio que vive todo con mucha naturalidad. Sarah ama a Eva, y ella confía en su amiga, a pesar de cualquier dificultad que la vida les presente. Pero como el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, lo fortuito hace su labor y el idilio empieza a tener que sortear obstáculos, como en la vida misma. Ellos comienzan a transitar por una segunda encrucijada en sus existencias, pero no saben que esa es otra oportunidad, el espectador tampoco hasta el final. Lo que habla a las claras de un guión inteligente, con una gran descripción de los personajes, desde aquellas particularidades ínfimas hasta los grandes planteos morales y éticos. Construida de manera clásica, con un desarrollo lineal y estructura narrativa sin demasiadas pretensiones, sólo propuesto a contar bien una buena historia, sostenida además por excelentes actuaciones. (*) Obra realizada por Fritz Lang, en 1937.
Todos vamos a extrañar mucho a James Gandolfini Decir que James Gandolfini es increíble, gigante, notable, y que se le extraña todavía más luego de "Una segunda oportunidad", es indiscutible. Porque es él, y sólo él, el eje de esta comedia que suma adeptos al por mayor. Pero que, para este juicio, lejos está de problematizar, escandalizar, transgredir, o por lo menos incomodar. Gandolfini es genial, también Julia LouisDreyfus. Pero tampoco exagerar. No casualmente son dos de los grandes nombres del ámbito televisivo. Gandolfini, eso sí, vuelve a dar cuenta aquí de su pluralidad de registro, algo a lo que la Louis-Dreyfus pareciera negarse. Es decir, quien la conozca (habrá quién no?) por sus andanzas en Seinfeld o The New Adventures of Old Christine sabrá reconocer su catálogo de reacciones o tics gestuales. Ahora bien, por qué reiterarlos en este film? Lo que equivale a emparentar Una segunda oportunidad con una comedia ligera y televisiva. En donde las vicisitudes ocurridas deben contar con una muy necesaria suspensión de la incredulidad por parte del espectador. A través de una serie de coincidencias el relato cubre de incertidumbres la relación otoñal entre sus protagonistas. Situaciones cómicas, o algo así, como consecuencia y motor de avance (o retroceso) de los afectos. Todo esto desde una delineación de clase media acomodada, con conflictos que son adornos, y medidas de vida tendientes a reparar cualquier desequilibrio. Cinematográficamente mediante el empleo de figuras retóricas que el argumento expone para el entendimiento de -dada la calificación- todo tipo de público. Por ejemplo (y espejadamente!): la edad, el nido vacío, los matrimonios fallidos, los rencores, la hija "postiza" de ella (cuyo rol será, por lo menos, subrayado de modo redundante), o elementos y aspectos (la mesita de luz, los cepillos de dientes, la comida repetida, la incapacidad de susurrar) que explicarían algo cuya develación pareciera tarea digna de una psicología de género en contratapa de revista de chimentos. Por eso, no queda claro cuál sería el ingenio planteado por el film de Nicole Holofcener. Una mirada corrosiva? Sobre qué? Dónde hay corrosión cuando de lo que se trata es de evitar malestares? Todavía más, dónde habría cine provocador cuando la puesta en escena no hace más que sostenerse desde el más redundante plano y contraplano? Miradas contrapuestas (él/ella) que habrán, finalmente, acostumbradamente, de convivir en un mismo encuadre. Elocuentemente, nada de preocupación por lo que pueda suceder desde el fuera de campo. Los hijos idos? Habrán de volver al cuadro de familia para la visita o festividad ritual; para más datos, en el "día de Acción de Gracias". Fuera de campo? Ésa es tarea de cineastas.
Enough said es el título original del filme de reciente paso por el Festival de Cine de Mar del Plata y posterior estreno en Buenos Aires bajo el nombre de Una Segunda oportunidad. Más allá del siempre controversial cambio de sentido de las traducciones, en esta oportunidad, el verdadero título de la película hubiera arrojado espectaculares coincidencias con lo que en ella se narra. Una madre cuarentona que a pesar de estar divorciada hace diez años, no logra rehacer su vida. Una hija que se va de casa para comenzar la universidad. Una amiga cuyo matrimonio agotado la ha matado en vida. Una fiesta al aire libre que cambiará su vida. Llena de lugares comunes y diálogos pre fabricados Una segunda oportunidad no aporta nada nuevo a la vieja fórmula de la comedia romántica para jóvenes adultos. Con situaciones de naturaleza acartonada la trama del filme no logra llegar al espectador, que luego de los primeros minutos de película, rápidamente puede detectar el funcionamiento de la trama dramática, que lejos de sorprender, condensa en muy poco tiempo todas las respuestas posibles. Con un discurso que intenta apelar a los sentimientos y al viejo cuento del “no hay edad para el amor”, su extensa duración la convierte en aburrida y predecible; escenario que no cambiará con el correr del metraje. Por Paula caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
Motivos para Enamorarse El género de las comedias románticas está de vuelta pero de la mejor forma y gozando de buena salud, esta peli de la realizadora Nicole Holofcener, de las más genuinas "indie" del cine actual, por suerte le escapa a lo conocido, a los ejes sensibleros o torpemente pseudo-cómicos, nada de eso....esta hecha con inteligencia, con lo justo y necesario como para no caer en lo de siempre o en la mera repetición de esquemas. Eva es divorciada, es masajista y vital oyente de las confesiones de sus clientes sobre la camilla, Albert es un tipo divertido que trabaja en una biblioteca de la TV americana, se conocen en una fiesta y florece el romance, claro que no seria cine si alguna complicación no surgiera entre ambos como para replantearse si están acertados al estar juntos. La actriz protagonista es la neoyorquina Julia Louis-Dreyfus, de la serie "Seinfeld" de TV, él es el estupendo James Gandolfini, célebre por su habituales matones de pantalla y su épico "Tony Soprano", tambien de TV, fallecido hace unos pocos meses atrás. Y si, da tristeza descubrirlo como inmejorable comediante, y saber que con este filme era en su idea el despegar su carrera como verdadero actor todo-terreno, algo que no pudo ser ya, igual ha sido una despedida maravillosa con un personaje para atesorar por los cinéfilos. Como siempre hay otras labores actorales de primera línea de Toni Collete como la amiga de Eva, y Catherine Keener como la ex de él. Al fin y seamos realistas una comedia sin chicos bellos y exitosos sino con gente común que bordea los 50 años. Por tan solo eso es merecido su disfrute.
En "Una Segunda Oportunidad" vas a poder disfrutar del último trabajo actoral de James Gandolfini, el actor protagonista de Los Soprano, quien falleció el pasado 19 de junio en Roma. Sin dudas, una de sus mejores interpretaciones, y por la que creo debería estar nominado a los próximos premios Oscars (merece ganarlo). La película es una comedia romántica plagada de actores geniales y con una historia que apunta directo al corazón y eso la hace humana. Humor sutil que te hará pasar buenos momentos, es lo más importante de esta película que a mi parecer es una de las mejores comedias escritas de los últimos años en EEUU. Sea por Gandolfini o simplemente porque querés ver una película romántica, anda a ver "Una Segundad Oportunidad" porque la rompe, gran película.
Quién dijo que todo está perdido La directora y guionista Nicole Holofcener concreta una narración sencilla y eficaz a partir de un guión ingenioso y atractivo, apoyándose en un elenco que concreta interpretaciones de gran nivel. El resultado es una comedia amable y llevadera, sumamente divertida y llena de elementos interesantes para los espectadores. Al comienzo parece ser un relato más del encuentro entre dos seres de alrededor de 50 años que buscan la segunda oportunidad a la que hace referencia el título en español del filme, pero tanto el tratamiento de los personajes como la estructura de la trama le dan rápidamente identidad propia a la narración. El hallazgo de la directora y guionista estriba fundamentalmente en el hecho de presentar una serie de escenas en las que parece no pasar nada extraordinario, pero que le permiten al público experimentar la sensación de estar asomados a la intimidad de una serie de personajes a medida que la trama se desarrolla ante sus ojos. Todo lo que acontece en la pantalla resulta creíble y natural, al punto de que los actores no parecen tales por la tremenda cotidianeidad de las situaciones que se plantean. No hay cambios en el tono de la narración, que fluye sin tropiezos adornada por pequeños (y eficaces) chispazos de ingenio en los diálogos y que conduce a un desenlace que resulta absolutamente coherente con el planteo general del filme. Julia Louis-Dreyfus ya demostró hace tiempo que no se estancó en la deliciosa Elaine de la serie televisiva “Seinfeld” (o de la exitosa “The new adventures of old Christine”), y aprovecha el personaje que diseñó Holofcener en el libreto para entregar una interpretación sobria y eficaz, llena de pequeños gestos sabiamente intencionados. James Gandolfini deja una composición entrañable, como tantas otras que jalonan su impecable carrera actoral, truncada por su temprana muerte a mediados de este año. Catherine Keener y Toni Collette se las ingenian (como siempre) para sobresalir entre el elenco desde sus papeles secundarios pero fundamentales para la trama. Si bien es cierto que el guión es uno de los pilares del filme, no lo es menos el hecho de que la inspirada elección de los actores para cada uno de los roles potencia decisivamente los valores de esta comedia agradable, sensible y sumamente entretenida.
La sinceridad ante todo Es inevitable ver esta película y pensar en muchas cosas. Una Segunda Oportunidad, la película de Nicole Holofcener, en principio tiene la particularidad de ser el último trabajo de James Gandolfini antes de su prematura muerte. Pero más allá de ese triste evento, se trata de una comedia romántica con esas temáticas que parecen llegar a todos por identificación, por espejo, a pesar de no compartir la vida y esos inconvenientes. En esta película se encuentran dos personas con historias de vidas similares que logran una conexión sin problemas y naturalidad, pero donde los prejuicios y los miedos les evitan concluir esa unión como debería ser. Los personajes de Eva (Julia Louis-Dreyfus) y de Albert (James Gandolfini) chocan con sus miedos y su pasado, y es justamente en ese conflicto donde está lo rico de la película. Ambos tienen hijos que se alejan de su casa a la universidad, un primer matrimonio fallido y trabajos que los hacen felices para vivir pero no los completa. Sin embargo, en la misma fiesta que se conocen, Eva conoce a la expareja de Albert, Marianne (Catherine Keener), una destacada poetisa con la cual empieza a trabajar y a establecer una relación de amistad. Eso le arruina el amor a Eva, porque Marianne comenta las malas conductas y la torpeza de su exmarido con mucha saña, retratándolo como un perdedor sin solución. No se puede culpar al personaje de Eva por considerar y escuchar la experiencia de su nueva amiga, en definitiva sin ello no habría historia. Pero esta película con moraleja deja un mensaje contundente, ciertamente un poco individualista pero no por ello de cierta verdad, se trata de evitar los comentarios negativos y vivir, de dejar un poco de lado las voces que dicen tener la verdad de todo. Sobre todo en una época con tantos mensajes y redes sociales dando vueltas. Antes de ver la película, yo pensaba que la trama haría demasiado hincapié en la torpeza y los errores de Albert, como toda comedia romántica, sin embargo, el objetivo apunta a otra cosa. Porque también hay que considerar quien enuncia esas críticas, su mala predisposición y ensañamiento por cualquier acto. En definitiva, Enough Said no invita a dejar de escuchar a esa venenosa o a categorizarla como una mala persona, pero deja entender que la subjetividad de cada uno a veces se ve manchada por un arrastre de conflictos internos. Marianne se apega a Eva porque dice que no tiene demasiados amigos, como un guiño para darle la razón a Albert de que sus problemas no son tan graves. James Gandolfini interpreta un personaje querible en todos los aspectos, a pesar de su desorden o su sencillez aparatosa. Eva no tiene problemas con ello, pero como dicen en la película, su mirada se envenenó. Al mismo tiempo el conflicto de ambos con sus hijos rodea un poco la trama aunque de formas diferentes: por un lado la hija de Albert, un poco más sociable y snob, no tan cercana a su familia se enfrenta a un padre cariñoso preocupado por dejarla ir sola hacia su vida. En cambio, el conflicto de la hija de Eva es diferente, debido a la cercanía que logra su amiga Chloe con su madre, surgen los celos por la atención y afecto. En definitiva es una película que trata sobre la búsqueda y la falta de afecto, a nivel familiar y a nivel sentimental, donde muchas veces los prejuicios y los temores prevalecen. El conflicto de la película abre este problema y su diferenciación de otras historias justamente es que no siempre es todo tan perfecto y tan final feliz. La vida es difícil y dura a veces, por esa sinceridad se destaca Enough Said.
Una segunda oportunidad es una brillante, inteligente e imperdible comedia romántica para disfrutar de punta a punta viendo una historia sobre gente común y actuada tal como siente la gente común. La credibilidad y humanización extrema de los actores protagónicos y del guión, hacen que la visión de esta película se sienta igual como si uno estuviera...
Agridulce y precisa comedia con dos actuaciones notables (la última de James Gandolfini, más Julia Louis-Dreyfuss), narra una historia de amor entre personas maduras, más -al mismo tiempo- las ventajas y desventajas de la vida en común. Una mujer se enamora de un hombre separado y tiene como clienta a su ex esposa. El juego entre los puntos de vista es notable y muestra con precisión la imposibilidad de experimentar el mundo por los ojos de otro.
Publicada en la edición digital #257 de la revista.
Publicada en la edición digital #257 de la revista.