Fulguraciones solares En Dark Phoenix (2019), el último film de la saga de X-Men, el conocido productor y guionista de Apocalipsis (Apocalypse, 2016) y Días del Pasado Futuro (Days of the Future Past, 2014), las películas anteriores de la saga de la nueva generación de los mutantes liderados por Charles Xavier y Magneto, Simon Kinberg, toma las riendas de la dirección en reemplazo del denostado y marginado Bryan Singer, director de ambos films mencionados y de las dos primeras películas de la saga. Kinberg abandona el tono retro nostálgico de Apocalipsis casi por completo así como también las referencias a acontecimientos históricos acaecidos que marcaron a la nueva saga de mutantes jóvenes para centrarse cabalmente en el cómic de John Byrne, Chris Claremont y Dave Cockrum, un clásico del género, que narra el despertar al apogeo de sus poderes de Jean Grey, aquí protagonizada por Sophie Turner, una las protagonistas de la serie televisiva Game of Thrones. En una misión de rescate en el espacio la joven queda expuesta a la radiación de fulguraciones solares, que son absorbidas por ella en la peligrosa operación, lo que eleva sus poderes telepáticos y su telequinesis a niveles insospechados. El evento es observado por alienígenas que buscan apoderarse del poder obtenido por Grey a través de las fulguraciones solares, oportunidad que se presenta cuando ella huye de la escuela para mutantes de Charles Xavier para enfrentar su pasado y reencontrarse con su padre que creía fallecido. Si Apocalipsis tenía sus claroscuros y los errores opacaban algunos aciertos, Dark Phoenix es ciertamente un tropiezo agudo en una de las mejores adaptaciones cinematográficas de superhéroes contemporáneas, que tuvo su pico más alto con Logan (2017), el film de James Mangold coescrito junto a Scott Frank y Michael Green. La condición de Dark Phoenix como clásico de la historieta de superhéroes exacerba los problemas del film, que parece remitir más a -o repetir los errores narrativos y las decisiones argumentales de- La Batalla Final (X-Men. The Last Stand, 2006). En este caso, claramente el problema es el guión del propio Kinberg que no construye en Jean Grey un personaje atribulado por sus nuevos poderes más allá de algunos diálogos muy pobres e insulsos y de un conflicto familiar muy vago y mal desarrollado, que tampoco se trabaja demasiado. Los verdaderos conflictos y los diálogos existenciales alrededor de la cuestión mutante que caracterizan al cómic son reemplazados por una lucha desatinadamente confusa, que podría no tener lugar sin resentir la trama, contra extraterrestres nómades que desean reconstruir su antiguo y desaparecido imperio en la Tierra, en esta que pretende ser la conclusión del universo cinematográfico de X-Men. La música del aclamado compositor Hans Zimmer también parece una pálida sombra que no logra entrever cómo conducir las escenas hacia un clímax más o menos eficaz. La lucha contra los seres del espacio exterior no tiene un correlato lógico o al menos vagamente consecuente con la historia que se narra del poder obtenido por Grey, y tampoco hay una caracterización del personaje que vaya más allá de su aparición en la película anterior de la saga. Jessica Chastain es completamente desperdiciada en un personaje muy mal construido. Jennifer Lawrence, a su vez, está muy desdibujada en diálogos redundantes, y tan solo James McAvoy y Michael Fassbender se salvan apenas en un film que en ningún momento levanta vuelo ni pretende crear sentido. Si bien la mayoría de los efectos especiales en CGI están bastante logrados, el relato no consigue construir una historia sólida, los argumentos son endebles en el mejor de los casos, y Jean Grey nunca logra constituirse como el eje narrativo y el personaje fuerte sobre el que gira la historia, destacándose demasiado Charles Xavier, Erik Lehnsherr y Hank McCoy como protagonistas con igual o mayor preponderancia que la joven Grey. En este sentido, Dark Phoenix no logra crear una trama atrapante, ni siquiera interesante y tampoco demasiado coherente, especialmente en el caótico final anti épico signado por una refriega bastante mal resuelta que no difiere demasiado de La Batalla Final. Así todo lo bueno de Apocalipsis se diluye, pero todo lo malo es potenciado y retroalimentado con malas decisiones que van deshilachando la trama para dejarla sin argumentos y a los mutantes más solos que nunca.
La saga que no pudo resurgir de sus cenizas. X-Men Dark Phoenix (Dark Phoenix, 2019) viene a cerrar la segunda saga cinematográfica de los mutantes más populares de la casa Mavel. Es la cuarta entrega dentro de un arco narrativo que empezó de forma auspiciosa con X-Men: Primera generación (X-Men: First Class, 2011), tuvo su pico de frescura en X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past, 2018), nos desorientó con X-Men: Apocalípsis (X-Men: Apocalypse, 2916) y llega a la conclusión con poca nafta. El conflicto gira en torno a Jean Grey, quien es enviada al espacio junto a sus compañeros mutantes y accidentalmente absorbe una suerte de energía maligna que desentierra su costado oscuro, convirtiéndola en la tan temida Dark Phoenix. En base a este planteo, el film se construye como pequeñas piezas de acción en las que los X-Men intentarán detener a Dark Phoenix, mientras se debaten entre ayudar a su colega o aniquilarla para evitar que arrase con el universo entero. Esta nueva aventura vuelve sobre un tópico ya explorado previamente en el corpus de esta saga, aquel que cuestiona si es posible cambiar la naturaleza innata de un individuo, o si cada uno está pre-configurado para convertirse inevitablemente en aquello que debe ser, sin importar lo que busquen imponer tanto el adoctrinamiento como el compás moral. Además, se trata del debut como director de Simong Kinberg, guionista de las dos películas previas, y también guionista del olvidable y traumático reboot de Los 4 fantásticos del año 2015. La película vuelve a caer en la trampa de sus antecesoras, al intentar darle un protagonismo y peso dramático excesivo a Raven, el personaje interpretado por la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence. Una decisión que no se sustenta ni en el material original ni en lo que esta adaptación cinematográfica necesita para desarrollar el argumento. Sigue oliendo más a una estrategia de marketing encaprichada con aprovechar al máximo el star system de Lawrence antes que una decisión justificada desde el arco narrativo. Agregando además que hasta la propia Lawrence parece cansada de ponerse en la piel de este personaje. Algo similar ocurre con los otros dos personajes centrales de esta saga: Magneto y el profesor Charles Xavier. Tanto Michael Fassbener como James McAvoy, respectivos interpretes, entregan actuaciones desganadas, deslucidas, una sombra de lo que pudimos ver en X-Men: Primera clase (X-Men: First Class, 2011) y X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014). Ni siquiera Jessica Chastain, fresquita dentro del mundo superheroico, puede hacer mucho para elevar el material con el cual le tocó trabajar. El mayor problema de tirar tanto de la cuerda en una saga que se fue alimentando de diferentes arcos narrativos provenientes de los cómics, es la forma en que ciertos personajes clave van mutando su accionar según lo que la historia requiera. Esto se vuelve demasiado evidente en Dark Phoenix, donde la naturaleza de cierto personaje da un giro tal que anula todo lo que dicho personaje había desarrollado en las tres películas anteriores, en pos de acomodar el guión acorde a los giros impuestos por la trama. Lo curioso de todo esto, es que la saga actual de X-Men había llegado originalmente para “corregir” ciertas desprolijidades de la saga previa, en particular todo lo ocurrido en X-Men: La batalla final (X-Men: The Last Stand, 2006) donde ya había elementos del arco narrativo de Dark Phoenix. Si bien X-Men: Dark Phoenix no tropieza precisamente con la misma piedra, genera sus propios errores no forzados, remata todo con un tercer acto que nos entrega una batalla final sin climax, y cierra la saga en un nivel frustrantemente bajo.
Casi 20 años pasaron del estreno de la primera entrega de “X-Men” y llega la conclusión de todo el universo creado por Fox para dar paso a una nueva era de los mutantes bajo la tutela de Disney Studios. Algo de eso se siente en “Dark Phoenix”, ya que, si bien no llega a ser un desastre como “X-Men Origins: Wolverine” o “The Wolverine” (dos de los spin-off/precuelas de la saga principal), no está a la altura de la primera película y de su secuela ni de las dos primeras de la nueva generación, “X-Men: First Class” y “Days of Future Past”. Es como si Fox se hubiera apresurado para darle un cierre al universo concebido a lo largo de todos estos años antes de pasarle la antorcha al estudio del ratón. Para aquellos desprevenidos que no sean habituales consumidores de esta saga comiquera se encontrarán con varias similitudes a lo que fue la vapuleada “X-Men: The Last Stand” (2006), donde intentó contarse uno de los arcos de estos personajes más celebrados por los consumidores de comics que es la historia de “Dark Phoenix”. Un relato que mostraba a uno de los personajes más populares de los mutantes poniéndose de la vereda de enfrente y desafiando a sus colegas X-Men. Ella es Jean Grey, que se convierte en una poderosa enemiga luego de ciertos hechos fatídicos. Durante una misión de rescate en el espacio, Jean casi muere al ser alcanzada por una misteriosa fuerza cósmica. Cuando regresa a casa, esa radiación la ha hecho más poderosa, pero mucho más inestable. Mientras lucha con la entidad que habita en su interior, Jean desata sus poderes de formas que no puede controlar ni comprender. Jean cae en una espiral fuera de control haciendo daño a aquellos que más ama y empieza a destruir los lazos que mantienen unidos a los X-Men. Aquí nuevamente se relatan dichos hechos pero manteniendo el origen de la causa de los problemas de Jean, cosa que no sucedía en “The Last Stand”. Obviamente, Simon Kinberg, guionista de películas como “Mr. & Mrs. Smith” y varias de las películas de la saga mutante, hace su debut como director tratando de revertir aquel amargo sabor de boca que dejó “X-Men: Apocalypse” y la predecesora antes mencionada que buscó adaptar la historia de Fénix. Lo que consigue es un film menor dentro del mundo concebido por Fox pero que pasa por algunos momentos interesantes y entretenidos que nos recuerdan lo disfrutable que supo ser la franquicia en sus inicios. El problema, más allá de un guion algo convencional y chato, es esa sensación de apuro que se ve reflejada en cuestiones como unos villanos flojos y unidimensionales que no son introducidos correctamente. Estamos hablando de unos seres extraños liderados por Vuk (Jessica Chastain) que buscan hacerse con el poder de Fenix para poder destruir la humanidad y quedarse con el planeta Tierra como propio al carecer de un mundo suyo ante la destrucción del mismo a manos de esa poderosa fuerza cósmica. Por otro lado, varios personajes interesantes que fueron explotados con sapiencia en capítulos anteriores aquí son relegados a simples apariciones o interacciones menores (el Quicksilver de Evan Peters por ejemplo que fue una pieza clave en “Days of Future Past”). No obstante, el casting sigue siendo impecable y el elenco entero parece haber sido elegido cuidadosamente ya que James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Sophie Turner, Tye Sheridan, Alexandra Shipp y Kodi Smit-McPhee se lucen componiendo a estos icónicos héroes. Asimismo, cabe decir que las escenas de acción y las coreografías de trabajo en equipo de los mutantes son impecables y funcionan muy bien, no así el CGI que por momentos es impactante y por momentos resulta ser desastroso, algo realmente inexplicable ya que en ciertos pasajes es sumamente sorprendente pero en otros las texturas, las partículas, los rayos o los fluidos muestran cierta falencia donde se nota el artificio. “Dark Phoenix” se presenta como un film con varias falencias, con un aire de familiaridad por la historia y con oponentes genéricos pero no deja de ser un cóctel pochoclero disfrutable para los fans de la saga con buenas secuencias de acción (aunque quizás un poco escasas), con un ligero repunte respecto a la película anterior y con una poderosa banda sonora compuesta por el siempre genial Hans Zimmer (“The Dark Night”, “Inception”, “Gladiator”). Un viaje entretenido que merecía una conclusión un poco más épica.
Jean Grey comienza a desarrollar increíbles poderes que la corrompen y la convierten en un Fénix oscuro. Ahora los demás X-Men deberán decidir si la vida de un miembro del equipo vale más que la vida de todas las personas que habitan la Tierra. La respuesta es esta confusión cinematográfica sin precedentes. No sé cuántos años de películas de estas sagas tendremos por delante. Tal vez ha llegado el momento de dejarlas para el consumo de los fans y ya no seguir perdiendo el tiempo. A veces, cuando el resultado es así de bochornoso, ni deberían estrenarse. Pero claro, la franquicia debe seguir, mientras docenas de películas más interesantes, bien hechas y más divertidas no llegan a tener nunca pantalla. Más que una saga, X-Men parece un impuesto a los espectadores que año tras año deben pagar yendo al cine a ver esto. Lo más ofensivo de todo es ver a una excelente actriz como Jessica Chastain haciendo una villana salida de una película de Ed Wood. El resto de los actores también está desperdiciado, y no hablamos de un elenco pequeño. Hay tanto disparate y escenas ridículas que con un poco más de desastre se hubiera convertido en una película graciosa. No es graciosa, es insufrible. Hay películas buenas y películas malas, pero muchas veces debatimos sobre ellas, hay películas que aunque no nos gusten podemos entender lo que quisieron hacer. Y después están estas películas que fallan, que luego buscan ser arregladas y que en ese intento suelen perder las pocas cosas buenas que posiblemente tuvieron en un comienzo. No pasa nada, nadie de los que participó de este título, salvo el debutante Simon Kinberg en la dirección, verá amenazada su carrera. No será fácil recordar X-Men Dark Phoenix en unos meses.
Tres años después de Apocalypse, nuestros mutantes preferidos vuelven con más poderes, más historias y mucha más acción. Esta nueva entrega tiene lugar diez años después de los sucesos de su predecesora y ya nos muestra a un equipo de mutantes más maduro y organizado. Ya reconocidos y aceptados por un gobierno que tantas otras veces les dio caza, nuestros héroes se pueden dedicar a pleno a salvar a quienes los necesiten. Al ir al rescate de una tripulación espacial a la deriva, el equipo queda expuesto a una fuente de energía cósmica que concentra sus efectos sobre nuestra protagonista, Jean Grey (Sophie Turner), a quien seguiremos durante lo que queda de film en su búsqueda por controlar los efectos que esto le provocó. Desde que vimos "First Class" sabíamos que esta saga daba para grandes cosas y, si bien las expectativas para esta película no eran las más altas, sorprende y para bien. Uno de los puntos más altos de esta producción es sin lugar a dudas su director, Simon Kinberg, quien hace lo imposible y logra que una trama que de entrada puede parecer compleja, se torne totalmente liviana y llevadera. En ningún punto se hace pesada y, si tuviéramos que reclamar algo sobre su duración, es que podría haber sido un poco más larga. Otro punto a destacar es el excelente trabajo del elenco, si bien todos se lucen y nos hacen empatizar con ellos casi de inmediato, es necesario elogiar la impecable labor de Sophie Turner y de Michael Fassbender (Magneto). Son ellos los que nos regalan algunos de los momentos más dramáticos y lo logran con una facilidad impresionante. Cayendo un poco en el cliché de comparar a una secuela con sus predecesoras, es donde también encontramos factores positivos en esta última entrega. Esta vez, se nos invita a adentrarnos un poco más en el lado humano de los personajes, los vemos atravesar situaciones que los llevan a límites emocionales hasta ahora inexplorados y eso es un golazo. Para terminar con las cosas positivas, lo que resulta más espectacular en el film son sus secuencias de acción, si bien la saga mutante siempre nos regaló escenas épicas, esta vez lograron mejorarlas exponencialmente. Como resultado, los momentos en los que nuestros héroes están peleando por su vida, usando poderes a lo loco, terminan siendo los mejores de la cinta. Entre lo poco que le podemos criticar a una producción que resulta en conjunto muy sólida, está la toma de decisiones de los guionistas en cuanto a algunos puntos argumentales de la misma, sin spoilear, podemos decir que, para algo tan interesante como lo que estuvieron gestando durante algo así de 100 minutos, el final se siente demasiado simple o hasta apresurado. Más allá de eso, y repitiendo un poco, es un peliculón digno de ir a ver en 3D y con el balde de pochoclos mas grande que haya. Deja una sensación muy agradable y nos invita a disfrutar de personajes que ya conocemos y queremos mientras mantiene un aire fresco y no se vuelve repetitiva. Por Santiago Sturba
Con buena imagen El histórico tema principal de la saga desaparece casi por completo en X-Men: Dark Phoenixy parece que finalmente la discriminación ya no es un problema para los mutantes. Después de años de esfuerzo y sacrificio, los mutantes gozan de buena imagen ante la población humana: por primera vez los admiran y confían en ellos. Sin embargo, el profesor Charles Xavier sabe que la realidad es menos optimista y que aún falta mucho por avanzar, temiendo que todo pueda revertirse en cualquier momento. Por eso mantiene los X-Men a disposición del gobierno, enviando al grupo ni bien las noticias anuncian que un transbordador que acaba de abandonar la atmósfera sufrió daños importantes al cruzarse con lo que parece ser una tormenta solar. La operación avanza sin contratiempos y llevan la mayoría de los astronautas a su propia nave. Cuando intentan rescatar al último de ellos que estaba en otro sector, la energía cósmica termina de destruir la nave e impacta de lleno contra el cuerpo de Jean Grey (Sophie Turner), a quien dan por muerta pero milagrosamente parece ilesa. Ya de regreso en la Tierra el equipo es recibido con festejos, sin sospechar que dentro de Jean se están gestando una serie de cambios que la volverán incluso más poderosa que antes. Un poder que no parece capaz de controlar. X-People La caótica línea temporal de la saga da un nuevo paso en su reiterada reescritura, narrando una historia de origen diferente para Jean Gray y su llegada a la escuela de Charles, algo que a esta altura ya hemos tomado la decisión de no tratar de hacer encajar. Así como la criticada The Last Stand tomó la primera versión de la historia, X-Men: Dark Phoenix incluye el componente cósmico aunque solo de forma parcial, al menos hasta ahora. Este estreno se había retrasado en parte por la fusión Fox/Disney y sobre todo por una postproducción particularmente larga, pero recientemente uno de sus protagonistas confesó que debieron rehacer todo el final porque se parecía demasiado a otra película de Marvel estrenada después de que ellos terminaron el rodaje principal. Quizás nunca nos enteremos de los detalles ni de qué tan profundos fueron los cambios, pero los problemas narrativos están a lo largo de toda la película y no solo en su tercer acto. De hecho ese es el único momento donde la acción despega un poco, después de una hora y media de charlas intrascendentes entre personajes sin suficiente peso como para sostener el interés. Todo incluyendo un comentario de género metido tan a la fuerza que, aunque parezca un chiste, ya lo hizo más en serio Deadpool y sin causar verguenza ajena. No queda clara la intención detrás de X-Men: Dark Phoenix: intenta contar varias historias sin desarrollar realmente ninguna, y a la vez tiene muy pocas escenas de acción, algo que no sería un problema si no fueran tan aburridas.Loganya demostró que no hace falta una acción frenética para lograr una buena película de mutantes, pero en este caso a la falta de acción o de una buena trama se le suma una fuerte escasez de carisma en los intérpretes con más tiempo de pantalla. Habiendo visto los antecedentes, no sorprende el poco peso dramático de la protagonista principal, pero al menos se esperaría que esté rodeada por otros personajes que pudieran complementar sus falencias. No sucede, y a los pocos con algo de capacidad probada para llenar ese hueco no les dieron material para hacerlo. Las películas de superhéroes pueden ser muchas cosas: pueden estar sostenidas en la acción, en una trama interesante, o hasta en la comedia. Pueden teneragujeros de guión o romper las reglas de la física sin que se lo cuestionemos demasiado. Lo que no pueden es ser aburridas. Y ese es el pecado de X-Men: Dark Phoenix.
Dark Phoenix vuelve a repetir los errores que se habían mostrado en películas anteriores. Un guion que no explota virtudes y que desaprovecha actores de primer nivel, termina absorbiendo al olvido este final de saga/franquicia. Una compra masiva de derechos que Disney hizo oficial hace un par de meses produjo alivio y alegría en la mayor parte de la masa que consume cine de superhéroes. Por otro lado, también se generó un sinsabor, mucho menor, ya que ahora los universos que podrían agregarse al MCU tendrían que acomodarse a las reglas que impone el monopolio del Ratón. Gracias a todo este asunto, las producciones que tenían a X-Men como principales protagonistas han tenido que ser interrumpidas, pospuestas, canceladas y modificadas. El ejemplo más claro de esta situación es la película de los New Mutants, un film que ya tenía fecha de estreno estipulada para mediados del 2018 y que cuyo estreno, con modificaciones de guion en el medio, debió ser retrasado en tres oportunidades hasta la fecha. Algo parecido sucedió con Dark Phoenix (2019), película que ha sido una piedra en el zapato en la lista de estrenos de los últimos dos años, ya que ésta iba a considerarse la primera parte de una nueva trilogía en esta nueva generación de mutantes. Compra de estudios mediante, estos planes quedaron en el olvido y lo que se pensó en un momento como la “saga del Fénix Oscuro” terminará como una cinta que concluirá con el universo X-Men de la mano de 20th Century Fox. El arco de Dark Phoenix ya había sido “adaptado” en cine, más precisamente en 2006 cuando Brett Ratner se encargó de cerrar la trilogía que Bryan Singer comenzó a principios de los 2000. Con una pésima devolución de los fans y una gran colección de criticas negativas, la famosa X-Men 3: The Last Stand es considerada como la peor película de los mutantes y una adaptación desastrosa de uno de sus arcos argumentales más preponderantes en su historia comiquera. Pero como todo se renueva, y más para ésta nueva generación de jóvenes con habilidades especiales, el arco vuelve a ser adaptado ahora de la mano de quien fuera el escritor de las últimas dos películas de los mutantes y de la ya mencionada pobre adaptación del 2006. De esta manera e intentando seguir una linea temporal bastante engorrosa, con realidades alternas de por medio, es que se retoman las aventuras de este grupo de mutantes encabezados por el Profesor Charles Xavier (James McAvoy), Mystique /Raven (Jennifer Lawrence) y Hank McCoy (Nicholas Hoult) en donde el grupo X responde a las necesidades del gobierno de Estados Unidos y solucionando los problemas que están fuera de su alcance. En una de éstas misiones Jean Grey (Sophie Turner), Scott Summers/Cíclope (Tye Sheridan), Peter Maximoff/Quicksilver (Evan Peters), Kurt Wagner/Nightcrawler (Kodi Smit-McPhee) y Ororo Munroe/Storm (Alexandra Shipp) son enviados al espacio junto con Hank y Raven para salvar a unos astronautas de una llamarada solar. El rescate no saldrá del todo bien para los héroes, ya que Jean terminará absorbiendo toda la radiación espacial y eso liberará en ella un poder sin semejanza y al mismo tiempo una inestabilidad emocional que la convierte en un peligro para la humanidad. Escrita y dirigida por Simon Kimberg, esta culminación de saga y franquicia no termina de cumplir las expectativas y termina concretando una labor mediocre. Es inevitable no compararla con la película del 2006, aspecto donde ésta sale ganando sólo porque su adaptación se asemeja más al material original, pero aún así no le alcanza para consolidarse como una buena cinta dentro del género. Lo peor de todo es que los errores que pudieron observarse a lo largo de estas últimas cuatro películas de los mutantes, aquí vuelven a presentarse y hasta por momentos se agigantan. Villanos insulsos, guiones que pecan de ingenuos y motivaciones de personajes que no se terminan de explotar y explorar son las principales características de porque ésta película no termina de convencer. Hay personajes que no son aprovechados en su totalidad, dejando de lado la esencia de los cómics, otros cuyas propósitos cambian sin demasiado sentido a lo largo del film, profundizando esta dualidad en las personalidades que se mantiene a lo largo de esta nueva saga, y ausencias injustificables de algunos personajes. Claro que no son todas malas y algo que es muy destacable, teniendo en cuenta todas las fallas anteriores, es que se hace muy disfrutable y salvo por algún lapso pequeño de tiempo no se hace aburrida. Mucho tiene que ver en eso la música compuesta por el gran Hans Zimmer, que aunque incluso se deja ver que podría haber estado en tonos más altos, su capacidad para crear ambientes gracias a la banda sonora es envidiable. La fotografía, los efectos especiales y el vestuario completan el aspecto técnico donde se nota el apuro, las ganas de terminar la franquicia de una vez y que ahora el “problema” sea de otro. En cuanto a lo actoral no hay demasiado que destacar salvo por Sophie Turner y Michael Fassbender, dos actores y personajes que logran salvarse de manera categórica con respecto al resto del elenco. Magneto demuestra que a veces las miradas dicen mucho más que las palabras y a pesar de que le dan muy poca participación, se roba los momentos en pantalla totalmente. Jean mientras tanto se nota que tuvo todas las ganas y la mejor de las intenciones para poder concretar un personaje que sea lo más fiel posible a lo que se esperaba, por fortuna ella se termina destacando más de lo que el mismo guion le hubiera permitido a otra actriz. Los demás están al mismo nivel de la película en sí, en la mediocridad total. Pero sin dudas lo peor en cuanto a lo actoral es la participación de Jessica Chastain a quién le otorgaron un papel súper importante pero que no termina demostrando absolutamente nada, salvo por un comienzo que prometía bastante. A medida que avanza la trama su participación se vuelve más recurrente pero al mismo tiempo menos importante. Dark Phoenix terminará para siempre con la franquicia de los mutantes, que con más malas que buenas ha sabido nutrir las salas de cine desde el 2000. Lamentablemente no pudo ser de la mejor manera y esta película pasará al olvido de forma inmediata gracias a errores que vuelven a repetirse y decisiones que no son acertadas. En lo próximos años se estima que Disney los incluya en el universo cinematográfico de Marvel, aún sin un cómo revelado, pero no caben dudas de que el rumbo de los mutantes estará en veremos por un largo tiempo.
El peor final La franquicia de los mutantes es una de las más cambiantes del género de superhéroes y del cine en general. Un poco por los cambios en la continuidad (y de actores) debido a los viajes en el tiempo, y otro poco por los altibajos en la calidad de sus cintas con grandes películas como las primeras dos X-Men, Primera generación (First Class), Días del futuro pasado (Days of Future Past), Deadpool y Logan, y otras bastantes más flojas como X-Men 3: La batalla final (Last Stand), Wolverine Orígenes y Apocalipsis. Para sorpresa de nadie (o si para algunos optimistas) Dark Phoenix se ubica en este segundo grupo. La película ya de por sí arrancó con varios problemas de producción que llevaron a patear su estreno casi un año e incluso en un momento se especuló que podría nunca llegar a los cines. Además, su director Simon Kinberg (productor de la franquicia) tuvo que realizar varios reshoots cambiando prácticamente todo el tercer acto, algo que se cree, es debido a la compra de Fox por Disney y la futura incorporación de los mutantes a el MCU. Todo eso sumado a las inconsistencias de la continuidad planteadas luego de Días del futuro pasado y que reintrodujeron a los personajes clásicos interpretados por nuevos actores mas jóvenes. Tal son esas inconsistencias que en Dark Phoenix se vuelve a contar la historia de como Jean Grey es poseída por la Fuerza Phoenix, algo que ya se vio en la igualmente floja Last Stand, e incluso con varios cambios en la trama no logra ser interesante. Pero además de que la trama nunca logra atrapar, tampoco lo hacen sus personajes tanto de la nueva generación encabezado por Sophie Turner como Jean Grey y Tye Sheridan como Cíclope, como de los “clásicos” que comenzaron en First Class con James McAvoy como el Profesor X, Michael Fassbender como Magneto y Jennifer Lawrence como Mystique, personaje que nunca debo tener la importancia que le otorgaron en el “reinicio” de la franquicia. A estos últimos se los nota desganado, dando el presente solamente por el compromiso de sus contratos ya firmados. Por otro lado tenemos a Luna, la villana encarnada por la debutante en la saga Jessica Chastain, un personaje que no logra aprovechar ni de cerca a la gran actriz que la interpreta. Al igual que en su trama, la película nos presenta un villano chato, del cual no sabemos casi nada y así como está, nada cambiaría ante su ausencia. La idea de Kinberg era crear un personaje original, pero ¿era necesario existiendo muchos grandes villanos en los cómics? Sin climax, sin buenas escenas de acción, con actores desganados, y con dudosas decisiones artísticas con el fin de ahorrar en el presupuesto, Dark Phoenix logra algo de lo que hasta ahora las demás películas más flojas venían zafando: ser aburrida. Con Dark Phoenix llega un triste y pobre pero necesario final de una saga cuyo inició en el 2000 con X-Men nos regaló grandes momentos y fue la puerta de entrada para todo un nuevo género de cine de superhéroes que hoy en día festejamos, a pesar de algún que otro traspié.
Sophie Turner pone su cuerpo a una Dark Phoenix descontrolada en la nueva entrega de los 'X-Men'. La legión mutante de Marvel ha regresado y más power que nunca. En una era donde renace de las cenizas (simbólicamente) la mujer, ¿casualmente? despiertan en Jean Grey (Sophie Turner) poderes incontrolables que la convierten en una verdadera Fénix Oscura. Todo comienza con una misión espacial del grupo de mutantes, en pos de salvar a tripulantes de una nave proveniente de la Tierra, donde Jean es alcanzada por una fuerza cósmica descomunal. Cuando regrese a casa, nada será lo mismo. Algo la ha atravesado en su interior, la radiación no solo la hace más poderosa, sino también emocionalmente inestable. Cuando comienza a descubrir secretos de su pasado que han sido silenciados por su maestro Charles Xavier (James McAvoy), la situación se volverá incontrolable; a tal punto que Jean pondrá en peligro aquellos que ama. Escapando de su familia mutante vagará sin rumbo visitando en una primera instancia a Erik Lensherr, nuestro rebelde Magneto (Michael Fassbender), para después caer bajo el influjo de Vuk (Jessica Chastain), una alienígena que quiere absorber su energía para que su raza, Bari, domine la tierra. Ambientada en la década de los 90, tras los sucesos de X-Men: Apocalipsis, Xavier parece atravesar un período algo contradictorio con los jóvenes mutantes. Arriesga sus pellejos en misiones muy peligrosas para mantener la paz con los humanos. Esto pone algo nerviosa a una líder como Mystique (Jennifer Lawrence), quien no duda en enfrentarlo y decirle que el equipo debería llamarse X-Women, debido a que siempre son las chicas las que salvan la situación en los momentos álgidos. Si bien todo funciona a través de la dinámica grupal, la impronta femenina en la cinta es ineludible desde el momento que se pone en el centro a Jean Grey. Atravesada por logradas escenas de acción, peleas más que dignas de la franquicia en donde se lucen Nocturno, Bestia, Tormenta y Cíclope, apreciaremos todos los poderes de los mutantes desplegados tal álbum coleccionable. Por supuesto, que la nueva entrega no decepcionará a los fans. A la par de un relato acorde a estas potentes manifestaciones, que halla atinadamente las dolencias y los traumas de estos jóvenes en plena ebullición. En X-Men: Dark Phoenix, Simon Kinberg logra equilibrar la espectacularidad con el conflicto dramático que atraviesan los personajes, en este caso nuestra Fénix Oscura, quien tiene que aprender a lidiar con el rechazo de un padre que le teme, y una ambivalencia que es parte de su esencia. No nos podemos quejar, los recursos estéticos estén al servicio de la historia. Nos encontramos ante una cinta que tiene el corazón en el lugar indicado, que a pesar del exceso de efectos especiales sigue demostrando que es la más madura y sofisticada de todas las sagas del universo Marvel.
En esta entrega de los XMen los mutantes se enfrentan a un enemigo demasiado poderoso, Jean Gray, impactada por una misteriosa fuerza cósmica se hace infinitamente más potente, pero ella no puede controlar lo que le ocurre y cada arranque de ira puede ser letal. Y de hecho lo es. Pero además un grupo de alienígenas en extinción desean poder dominarla y hacer renacer su raza. Colocando al grupo de mutantes en el espacio, sin poder controlar a una de su comunidad, se multiplican los peligros y los humanos volverán a verlos como una amenaza a destruir. Por eso los históricos y los nuevos deberán forzosamente estar unidos, pero nada es tan simple. En este caso Sophie Turner, (la inolvidable Samsa de Games of Thrones) es la magnética protagonista que impone su belleza y estilo. Igual que Jessica Chastain impecable como la contrincante extraterrestre. Con buenos efectos especiales y una historia que pone al límite al grupo de mutantes, la historia escrita y dirigida por Simon Kinberg (guionista de las XMen 2006, 2014 y 2016) funciona sin fisuras y es un entretenimiento bien logrado, que encantará a sus fans, que se atreve con audacias y coherencia para transformarse en una de la más logradas de la saga.
Cuando las mujeres salvan a los hombres La compra de 20th Century Fox por parte de Disney fue una bomba para el mundo del cine, en particular dentro de esa realidad paralela que son las películas de superhéroes. Es que a partir de ahora todo el catálogo de Marvel, hasta hoy dividido entre ambos estudios, se muda definitivamente a la casa del Ratón. Sin embargo lo que a futuro podría ser un festín para los fans se convirtió en un calvario para la última película de los X-Men en Fox. X-Men: Dark Phoenix será el final para la saga de los mutantes tal como el cine los conoce y su llegada a las salas se demoró por varias dificultades. Entre ellas el rodaje de un final distinto del que tenía el corte original, ya que este incluía demasiadas similitudes con el de uno de los últimos títulos de Marvel. Todo apunta a Capitana Marvel, estrenada hace unos meses, ya que en Dark Phoenix es también una heroína la que ocupa el centro de la escena. Real o no, los saltos se sienten y este episodio representa un cierre poco convincente para la saga que inauguró el reinado de los superhéroes en el cine. Fue la primera X-Men dirigida por Bryan Singer (hoy convertido en un paria tras haber sido acusado de abuso de menores) la que sentó las bases para que las películas de encapotados se convirtieran en la mayor fuente de ganancias de la industria cinematográfica durante las últimas dos décadas. Aún así el primer acto de Dark Phoenix resulta alentador. Este abarca desde el relato de origen de Jean Grey, su trágica infancia y la forma en que el profesor Xavier se convierte en su mentor, hasta la secuencia en la que el equipo X rescata en el espacio a la tripulación de una misión fallida del transbordador espacial. Es ahí donde una Grey ya adulta absorberá de modo accidental una forma de energía cósmica que la convertirá en Dark Phoenix. Todo está bien al comienzo: el ritmo, las frases inspiradoras, el manejo de la acción. Y hasta el humor, como cuando Raven (Jennifer Lawrence) le dice a Xavier (James McAvoy) que deberían rebautizarse como X-Women, ya que en realidad “acá son siempre las mujeres las que salvan a los hombres”. La frase, por cierto, enojó al fandom cuando fue pronunciada por primera vez en un trailer del film. ¿Otro exceso de los extremistas de siempre? Quizá no. Después de eso Dark Phoenix se pone grave, trágica, seria de más, y sus giros dramáticos pierden la naturalidad inicial para volverse mecánicos. A partir de ahí todo se siente intrascendente y el corazón de la película apenas se mantiene activo a fuerza de acción y pirotecnia. El giro obliga a repensar lo anterior y entonces la duda: ¿hay humor en el comentario de Raven o se trata de un recurso oportunista que busca aprovechar el contexto #MeToo? Un cierre esquemático para una saga que supo ser plástica para ir renovándose y creciendo. Chau X-Men, que Disney mediante seguro será hasta pronto.
Era la crónica de una muerte anunciada. Los avances no eran prometedores y el enorme desgaste que arrastra esta franquicia ya había afectado notablemente la última entrega, Apocalipsis, estrenada en el 2016. El nuevo film de los X-Men estuvo plagado de problemas con numerosos reshoots que a último momento intentaron atenuar las reacciones negativas que obtuvo el estudio Fox en las funciones de testeo con el público. La realidad es que nadie esperaba que brindaran una película de la calidad de Logan, pero sí que se hiciera un esfuerzo por darle un cierre digno a una saga que reinventó el género superhéroes en la industria de Hollywood. Los mutantes merecían una despedida más noble y en esta cuestión reside la mayor decepción de este estreno. Dark Phoenix es un film bastante aburrido donde sobresale el desgano de los actores en estos roles y la incapacidad y pereza de los realizadores por hacer algo interesante con este conflicto. Un arco argumental clásico de los cómics de Marvel que ya se había trabajado de un modo paupérrimo en X-Men 3. Lamentablemente, la nueva adaptación que se presenta en esta oportunidad, con un reparto diferente, no es superior. Básicamente es una remake pobre del film del 2006 sin Wolverine. Toda la caída de Jean Gray acá se resumió de un modo tonto y acelerado y la dirección de Simon Kinberg nunca consigue generar situaciones dramáticas o de suspenso relevantes para capturar la atención del público por el relato que se narra. Tampoco resultó de gran ayuda que el personaje principal quedara a cargo de una gélida Sophie Turner, quien parece haber trabajado en esta producción completamente anestesiada. La actriz no trasmite ninguna emoción genuina a lo largo del conflicto y presenta el mismo nivel de desgano que sus compañeros. Todas las grandes figuras, como James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence y Nicholas Hoult ofrecen interpretaciones en piloto automático como si no hubieran tenido ganas de ser parte de este proyecto. Durante el desarrollo del film en ningún momento se gesta algún clima de despedida de la franquicia porque el espectáculo se plantea de un modo genérico sin ningún tipo de creatividad por hacer algo interesante con esta historia. En esta oportunidad incluyeron como villanos a un grupo de alienígenas patéticos, que son un robo de los Skrulls que aparecieron en Capitana Marvel y no hacen otra cosa que brindar el peor personaje en la carrera de Jessica Chastain, quien tiene un rol penoso en esta producción. La culpa no es de ella que es una gran artista sino del director que jamás supo aprovecharla dentro del argumento. El rol de Chastain lo podría haber interpretado cualquier actriz ignota o debutante que era lo mismo porque el aporte que presenta es irrelevante. En el pasado los primeros filmes individuales de Wolverine fueron flojos y tuvieron sus problemas pero al menos ofrecían un espectáculo entretenido dentro del género. Por el contrario, Dark Phoenix resulta bastante aburrida y quienes lleguen cansados al cine corren con grandes chances de terminar en los brazos de Morfeo debido a la dirección desapasionada de Kinberg. La secuencias de acción son un bodrio absoluto, en parte porque repiten las mismas situaciones redundantes que vimos en todos los filmes previos y tampoco hubo una intención de sorprender con algo diferente. Personajes como Quiksilver que Brian Singer supo hacer brillar en este tipo de momentos en manos del nuevo director terminaron completamente desaprovechados. Todo se resuelve de un modo muy predecible y el film no hace nada por darle una conclusión más emotiva y decorosa a una saga que le brindó tanto al estudio Fox. Esquilmaron los personajes al máximo y cuando se les acabó el negocio porque Disney compró el estudio los desecharon con una película desganada como Dark Phoenix. Por lejos, la peor propuesta de la saga X-Men y eso que detesté en su momento la tercera entrega dirigida por el proscripto Brett Ratner. El punto es que si los realizadores y artistas contratados no presentan el menor entusiasmo a la hora de brindar un producto más digno cabe preguntarse por qué el público debería pagar una entrada al cine para ver estos espectáculos soporíferos. Queda la esperanza que los mutantes algún día vuelvan a resurgir con un tratamiento más cariñoso en el Universo Marvel, aunque después de estas últimas producciones lo ideal sería que los dejaran descansar un par de años.
X-Men: Dark Phoenix ACCIÓN, CINE DE GENERO, CINE DE GÉNERO FANTÁSTICO, MARVEL Los mutantes mas amados por algunos y odiados por otros deberán de enfrentarse a su aliado y mas fuerte de los suyos cuando una fuerza cósmica llamada Dark Phoenix la controla y la hace aun mas poderosa y deseosa de destrucción. Luego de los sucedido en X-Men: Apocalipsis, los mutantes gozan de la popularidad y del apoyo de la población al salvar a la humanidad de En Sabah Nur. El equipo X sera solicitado por el gobierno para salvar a unos astronautas varados en el espacio, al llegar y mientras usan sus poderes para poder lograr su objetivo y rescatar a los hombres atrapados en la nave, una fuerza cósmica conocida como Dark Phoenix entra en el cuerpo de Jean Grey lo que aumentara sus ya poderes Omega y volviéndola incontrolable. Al tratar de ayudar a su amiga, ocasionan desastre en la ciudad que protegían por lo que el gobierno pide orden de captura a los mutantes. Deberán escapar del ejercito que usa inhibidores de poderes mutantes contra ellos. Por otro lado se hace presente un grupo de hombres sospechosos liderados por la agente Smith (Jessica Chastain) quien resulta ser una cambia forma motivada por obtener los poderes Dark Phoenix. Para desilusión de los fans, Jessica Chastain no interpretara a Lilandra la emperatriz del Imperio Shi’ar, pero de igual manera podrán disfrutar de una buena trama que traerá este nuevo personaje traído exclusivamente para el film. Puntacion: 8.0
Simplemente el fin En el año 2011 se estrenaba X-Men: Primera Generación, un reboot que contaba los orígenes de los populares mutantes que ya habían hecho su presentación en cines tras una trilogía sobria a cargo de Brian Singer y que sirvió de catapulta a la carrera de Hugh Jackman, por ejemplo, y que dejó una genial interpretación de Wolverine a lo largo de la saga y en varias películas independientes que contaron las aventuras del mutante regenerativo. A lo largo de esta nueva saga pudimos ver pasar muchísimos de los personajes más importantes en las distintas formaciones que existieron dentro del genial cómic de la editorial Marvel, cuatro películas en total con actores de la talla de James McAvoy (Charles Xavier) o Michael Fassbender (Erik Lehnsher/Magneto) como cabeza de esta segmentación que se conoce a los largo de las sagas más conocidas y que tocan temas centrales como la lucha contra el racismo y la tolerancia entre muchísimos otros; por un bando la inclusión pacifica de los mutantes dentro de la sociedad por parte de Charles con su colegio para jóvenes especiales y por el otro, Magneto que sobrevivió el holocausto y teme que el humano común y corriente tome las mismas decisiones que lo alejaron de sus padres creando así una hermandad de mutantes dispuestos a tomar el control para dominar el mundo y prevalecer como una raza evolucionada de la humanidad. Tras este brevísimo repaso voy a hablar de X-Men: Dark Phoenix que toma nuevamente uno de los arcos narrativos más importantes de la historia de estos personajes que había sido levemente adaptada y con un mal resultado para mi gusto en X-Men: The Last Stand (Brett Ratner, 2006), escrito de enero a octubre de 1980 por el gran Chris Claremont y dibujado por el inmenso John Byrne -amo todo tu Superman-. Voy a empezar diciendo que tomando en cuenta la saga que cuenta con cuatro películas hasta su cierre siendo para mi gusto X-Men: Apocalipsis la más floja de todas, tiene un cierre muy digno. La historia nos va a contar los orígenes de Jean Grey (Sophie Turner) que es el personaje central de esta historia y cómo un hecho traumático de la infancia la acerca a Xavier (McAvoy) y a esta relación que también en yuxtaposición expone un costado de Charles alejado de lo que pregona y eso me parece genial. La villana es Jessica Chestain que se sabe tuvo que abandonar su rol de Skrull ante la negativa de Disney/Marvel que iba a hacer uso de los mismo en la película de Capitana Marvel. Entonces hubo reshoots y ahora su personaje es líder de una raza alienígena que sigue los pasos del Fénix con intenciones de obtener sus poderes y colonizar otros mundos. El personaje de Chestain toma un poco de dos personajes del arco del cómic por un lado un poco de Mastermind y por otro un poco de Emma Frost que empujan a Jean a la locura por medio de la manipulación. Es una aventura de X-Men hecha y derecha pienso que ir con intenciones de ver cameos (que los tiene dentro del vasto universo mutante) entiendo que a los fans puede saberle a poco, pero personalmente fui con cero expectativas y la verdad me pareció buena, excepto la cuestión del liderazgo de Raven (Jennifer Lawrence). Recordemos que Mystique formó alguna vez parte de los X-Men por manipulación mental o directamente de infiltrada para luego traicionarlos –Mistique es villana señores guionistas de cine- y otra cosa que no termina de agradarme es que el personaje de Quicksilver (Evan Peters) que parece haber sido tenido en cuenta siempre para tener un momento loop rescatando gente y desapareciendo luego;en este caso sin ninguna explicación siendo Peter Maximoff un personaje muy desaprovechado dentro de toda esta saga. Respecto a los integrantes de esta formación X-Men tenemos a casi todos los miembros excluyendo a Wolverine y Coloso, y eso también me parece acertado ya que le da un poco más de lugar a personajes como Bestia (Nicholas Hoult), Nightcrawler (Kodi Smith-McPhee) y Tormenta (Alexandra Shipp). Nuevamente la trama nos va a llevar a Magneto (Michael Fassbender) y sus acólitos de la hermandad de mutantes viviendo una vida de exilio post eventos de Apocalipsis, pero esa vida de supuesta calma se termina cuando Eric descubra un hecho que lo hará tomar medidas extremas en su rol mutante. Las escenas de acción donde se puede ver a los mutantes explotando al máximo sus poderes me parecieron bien resueltas: destaco algunos efectos que marcan características principales de algunos personajes, y el guion sin ser perfecto sabe salir rápido de algunos baches -pienso que es una aventura de X-Men que no tiene a esos personajes más importantes que a veces hacen que la trama solo se enfoque en ellos-. La película se resuelve rápido, enseguida sabemos hacia dónde va a ir y el tercer acto tiene una batalla de mutantes enfrentados exponiendo sus intereses personales ante una amenaza que no les será indiferente a ninguno. El soundtrack a cargo de Hans Zimmer es soberbio logrando enaltecer secuencias que dudo que hubieran destacado con otra música. Para ir terminando solo voy a hacer una pequeña reflexión: vivimos momentos sobre todo en el cine de superhéroes donde parece que la experiencia no es completa si no trae lazos externos. Si no hay guiño no sirve, si no explora fuera de lo que se cuenta es malo. Les recomiendo ir a ver esta película despojándose de todos esos prejuicios: vayan y disfruten de una aventura de los mutantes sin que eso sea opacado por nada ni nadie, es una buena película y quizás la despedida de muchos personajes. No esperen fan service berreta y no se queden esperando una escena post créditos -no la hay-. La historia termina como pasaba antes que las historias terminaban de manera planeada y no caían en el hastío. Simplemente es el fin de una generación.
X-Men: Dark Phoenix es la cuarta entrega y ultima de la nueva saga de películas de X-Men compuestas por X-Men: Primera Generación -2011-, X-Men: Días del Futuro Pasado-2014- y X-Men: Apocalipsis-2016- que sirvieron de precuela a la trilogía original de película que hubo de 2000 a 2006 que descubrieron a Hugh Jackman y conquistaron al público.Pero también es sin duda la última de 20th Century Fox antes de transformarse en una división de Disney. La historia continúa un tiempo después de los acontecimientos vistos en X-Men Apocalipsis y se centra en uno de sus miembros, Jean Grey, que tras una misión al espacio absorbe una especie de poderosa energía cósmica -Fuerza Fénix- la cual dota a Jean de un inmenso poder que la llevara a retomar su propia lucha interna, a la vez que una raza alienígena intentara arrebatárselo.Los mutantes de Marvel deberán enfrentar así primero a uno de los suyos y luego al enemigo externo. X-Men: Dark Phoenix, dirigida por Simon Kinberg -que había sido hasta ahora productor de la franquicia-, sigue la estética, el tono y el camino marcado por las anteriores pero para ser la película final pareciera faltarle inspiración. Sin efectos especiales llamativos ni escenas de acción memorables, y con una villana externa demasiado simple e insulsa que cuenta con muy poco tiempo en pantalla sin despertar nada en el espectador -Ni siquiera la salva la inclusión de Jessica Chastain, una actriz polifacética casi desperdiciada-, el protagonismo lo absorbe Sophie Turner -que dio vida a Sansa Stark en Juego de Tronos- que cumple pero no deslumbra. Una historia donde sus personajes parecen de relleno y son simplemente funcionales a la trama. Alexandra Shipp o Tye Sheridan, interesantes herederos de papeles tan icónicos como los de Tormenta o Cíclope, pasan sin pena ni gloria y se les suma un desdibujado Michael Fassbender, casi en piloto automático, y una Jennifer Lawrence casi imperceptible que no hace mas que traer a la memoria aquella imponente incursión cinematográfica de la Rebecca Romijn-Stamos. El poco tiempo en pantalla de Quicksilver echa a un lado también los momentos de humor y vuelve a la película más seria pero sin profundizar demasiado en sus dramas. X-Men: Dark Phoenix no tiene ningún aspecto especialmente memorable ni nada que la sentencie como episodio final. Más bien pareciera un trámite de los estudios, pero que no pierde el ritmo ni la acción en dosis hollywoodenses para no aburrir a sus fanáticos.
Una misión al espacio, una aparente tormenta solar y la vida de todos en peligro. Jean Grey se arriesga y es golpeada de lleno por esta fuerza y todo cambiará. Dark Phoenix es la última y decepcionante entrega de esta etapa de los mutantes de Marvel, con un guion sin emoción y personajes desaprovechados, cuya historia no logra atrapar al espectador en ningún momento.
La saga de los mutantes regresa al cine con X-Men: Dark Phoenix. Esta nueva entrega, dirigida por Simon Kinberg, promete dar inicio a una nueva trilogía. X-Men se caracterizó, en su inicio, por ser una saga de superhéroes que, lejos de mostrar a “hombres superpoderosos” tratando de salvar al mundo de invasiones alienígenas, retrataba a un grupo de personas tratando de salvarse de sí mismos y de una sociedad que no los aceptaba por ser diferentes. Si bien X-Men: Dark Phoenix plantea este dilema, finalmente se termina subiendo al barco de héroes de turno luchando por evitar que el planeta Tierra sea destruido/invadido. La película comienza con los mutantes viajando al espacio en una misión de rescate. Cuando parecía estar todo solucionado para regresar a la Tierra, una extraña fuerza cósmica impacta de lleno contra Jean Grey (Sophie Turner). Contra todo pronóstico, la joven sobrevive a aquel incidente pero con una consecuencia en particular: su poder se incrementa a niveles nunca antes vistos. La personalidad de esta mutante también cambia por completo. Por algún motivo, la joven comienza a recordar hechos borrados de su memoria. Enceguecida por saber la verdad sobre su pasado y lo que ocurrió con sus padres, Jean hará lo que sea posible, incluso lastimar a quienes ama, con tal de comprender quién es realmente. Finalmente, Fénix pasa a convertirse en una especie de villana en esta entrega. Pero además de eso, el equipo liderado por Charles Xavier (James McAvoy) también deberá hacerle frente a una suerte de invasión alienígena. Aquella extraña fuerza cósmica que impactó contra Jean en un comienzo, estaba siendo seguida por un grupo de extraterrestres. Es así que, además de enfrentarse a la “todopoderosa” Fénix, también deberán ocuparse de que estos extraños bichos no consigan el poder que porta la pelirroja y así invadir el planeta Tierra. La historia trastabilla cuando pone su foco en los otros villanos. Durante gran parte de la trama se le da poco espacio a su desarrollo. Recién hacia el final se los quiere mostrar como una verdadera amenaza, pero no se logra conseguir el efecto deseado. En ningún momento representan un verdadero peligro para los mutantes (o para el mundo en general); sobre todo si lo comparamos con el poder de Jean, quien sí logra representar un riesgo para la humanidad. Pese a que esta entrega representa el comienzo de una nueva trilogía de X-Men (al menos así lo vendieron sus productores), para aquellos que no estén familiarizados con el mundo de los mutantes (sobre todo las últimas entregas) se les hará tarea difícil seguir el hilo. Ocurre que Dark Phoenix es la continuidad de Apocalipsis (película final de la segunda trilogía), por lo que, finalmente, quien no haya visto lo anterior se sentirá perdido casi la mitad del tiempo. Los personajes secundarios no tienen desarrollo alguno. De hecho, tampoco brindan un gran aporte a lo largo de la trama. Poco quedó de aquellas entregas donde X-Men se alejaba del típico héroe y se enfocaba en la parte más humana de estos, dejando de por medio un mensaje social. Dark Phoenix finalmente termina asemejándose a las típicas películas de superhéroes que vemos invadir las salas en los últimos tiempos.
Hace más de medio siglo que Stan Lee y Jack Kirby crearon para el mundo del comic los X-Men, destinados a liderar el Universo Marvel. Superpoderosos, educados en el bien para proteger humanos y defender mutantes, su lucha no tiene tiempo ni límites. El éxito se extendió al cine y secuencialmente, desde hace 19 años, la industria hornea aventuras con los X-Men en una cadena de 11 producciones. Esta vez, irónicamente, los X-Men deben enfrentarse con su propio espejo. Alguien del palo, Jean Gray (Sophie Turner), también alumna de Charles Javier (James MC Avoy, el papá de los X-Men), en otro momento temeraria en transmisiones mentales y desplazamiento de todo tipo de objetos, parece haber enloquecido. El asunto fue en una misión de rescate donde una fuerza cósmica multiplicó y enrareció sus poderes. Jean perdió su eje de control y desatada es capaz de dañar a los que ama. Los mutantes deben liderar una lucha desigual y de consecuencias imprevisibles impidiendo que su ex compañera se autodestruya y la galaxia caiga en manos de sus enemigos, listos para aprovechar cualquier descontrol. IMPRONTA TERRENAL El director británico Simon Kinberg está ligado desde hace años a la escritura de contenidos de las películas "X-Men" y recientemente, con Lawrence Kasdan, fue contratado para nuevos episodios de la trilogía de "Star Wars". En "X-Men. Fénix Oscura" vuelve a convocar a los clásicos personajes de la saga, desde el profesor Charles Javier, el célebre Magneto (Michael Fassbender), la azul Mystique (Jennifer Lawrence), supervillana declarada; Jean Grey, Cíclope o Vuk (la pelirroja Jessica Chastain). Luego de las famosas declaraciones que imaginaban un entorno cósmico para el último capítulo de la saga, "X-Men. Fénix Oscura" se mantiene dentro de una línea bastante terrenal, que trata de resolver el descontrol de Jean Grey. Los enfrentamientos de Mystique con el profesor Charles Javier en defensa de los mutantes utilizados en misiones de rescate, repiten el esquema de sagas anteriores de Marvel, en que el mal menor es una recurrencia conflictiva en misiones en que diferentes etnias se mezclan. "X-Men. Fénix Oscura" se desarrolla dentro de las líneas convencionales de acción y aventura marcadas narrativamente, no innova y presenta los mismos personajes, más algunos adicionales poco significativos. Si la comparamos con filmes anteriores, la efervescencia es mucho menor, incluso en el uso de efectos especiales, pero algunas gotas de humor dan un toque diferente a la linealidad habitual. ¿PUNTO FINAL? Considerar este final como corolario de la saga es decepcionante, no está a la altura de la menor expectativa, es absolutamente igual a otros finales, pero pensemos que en algún momento no se consideró al filme como cierre de la saga. El proyecto sufrió una serie de inconvenientes a partir de la compra de Fox por parte de Disney, sus modificaciones en la línea de estudios, el fracaso de las pruebas de audiencia en base a cuyos gustos se testean los cambios que tendrá el producto cinematográfico, sin olvidar las modificaciones del final por ciertas similitudes con "Capitana Marvel". A pesar de no defraudar al habitual consumidor de superhéroes, "X-Men. Fénix Oscura" no escapa a los problemas que jalonaron la filmación, incluido su problemático final.
Luego de una misión en el espacio, Jean es impactada por una extraña radiación, que la vuelve mucho más poderosa; al mismo tiempo que la dota de una ira casi incontrolable. Todo se complica cuando un secreto guardado por Charles, y la aparición de una peligrosa raza de extraterrestres, atentan contra la vida de la propia Jean. Esta película despertaba bastantes sensaciones encontradas en la previa a su estreno. Por un lado, la curiosidad de cómo iban a terminar los X Men bajo el tutelaje de FOX, y, por otro lado, esto también provocaba un total desinterés en la cinta; debido a que todos ya esperan su gran salto al MCU. Pero el mayor miedo, radicaba en el director de esta cinta, y en el manoseo que sufrió el corte final antes de llegar a su estreno. Y esto último es lo que termina afectando por todos lados a X Men: Dark Phoenix. Como recordarán la noticia de que la película sufrió los reshots de todo su tercer acto y gran parte de los otros dos, se termina notando en pantalla. En primer lugar, la película no transmite emoción alguna; haciendo que, hasta la pelea del clímax, sea una secuencia regular de acción que bien podría estar por la mitad de la trama de cualquier otra cinta de superhéroes. Esto también se hace evidente, en el desgano total que muestran los actores a la hora de dar vida a sus personajes. Todos los interpretes de X Men: Dark Phoenix son buenos, incluso con algunos de ellos llegando a estar nominados a algún Oscar. Pero en esta ocasión, salvo Michael Fassbender y Sophie Turner por momentos; el resto está en piloto automático; mostrando que están ahí solo por el cheque. En este apartado, por desgracia, destaca para mal James MaCavoy, dando una de las peores actuaciones de su carrera. La historia tampoco es la gran cosa, y de nuevo, como ya pasó en la tercera entrega de la saga original de X Men, vuelven a tomar de forma muy general y liviana el concepto del Fenix Oscuro; haciendo que los fans más acérrimos, de nuevo, se den la cabeza contra la pared al ver como por segunda vez, adaptan mal un comic clásico de estos héroes. En un año poblado de flojas película de superhéroes, X Men: Dark Phoenix se posiciona sin mucho esfuerzo como la más floja vista hasta el momento. Ahora solo queda esperar (ojalá no muchos años) para ver como integran a estos personajes al MCU, y cruzar los dedos, para que, de una buena vez, nos den los mutantes que tanto queremos ver.
En la última "X-Men: Apocalisis", ya se notaba alguna tendencia por entregar una película más simple y similar a lo que otras franquicias proponían. Esta sensación se confirma con "Dark Phoenix", a lo cual le suma unos cuantos problemas más. Ya es sabido la mala reputación que tiene cuando un film es anunciado y cancelado repetidas veces. Los rumores crecen, las malas lenguas hablan, la cosa empieza a oler mal, y sinceramente, la mayoría de las veces, esos rumores se confirman. "X-Men: Dark Phoenix" fue anunciada a mediados de 2016, se fue retrasando, se la anunció para noviembre del año pasado, se la volvió a pasar para febrero, y finalmente se estrena ahora en junio; y no, no es la excepción. Noticias sobre retomas, cambios en el guion, remplazos, convulsión en el elenco. "X- Men; Dark Phoenix" se siente una película ensamblada, hecha a las apuradas, y sobre todo, con desgano en todo sentido ¿Es casual que se estrene en medio de la venta de Fox a Disney lo cual anunciaría un fin para esta saga tal como la conocemos para posiblemente unirse a Marvel como reboot? La historia de la saga de comics Dark Phoenix (uno de los arcos más populares de X-Men) ya fue llevada al cine en la tercera película de la franquicia, "X-Men: Batalla Final", la cual hay consenso de ser la peor – siempre hablando del tronco principal – . Se suponía que no había que esforzarse demasiado para superar aquella decepcionante experiencia de Brett Ratner, y no, no lo logra. Veamos por qué. Aunque ya la conocemos de entregas anteriores, en el inicio se nos presenta a Jean Gray (Sophie Turner), la mutante más poderosa, con una capacidad cerebral inclusive superior a la de Xavier (James McAvoy). En el pasado, Jean provocó ¿accidentalmente? la muerte de su madre, y fue Xavier quien la rescató bloqueando aquellos recuerdos de su mente, y de alguna forma, protegiéndola de su propio poder. Es 1992, los X-Men deben asistir a una misión espacial, las cosas no salen como lo esperado, y una nebulosa cósmica complica los planes. Intentando salvar a los astronautas y a sus compañeros, Jean contiene aquella nebulosa, que de alguna forma penetra en su cuerpo, la sobreexige, y libera aquellas barreras que Xavier había creado en su mente. Primero, Jean se siente liberada, enérgica, pero nuevos acontecimientos convertirán esa energía en pura ira y rabia, algo que no podrá controlar y hará que emerja Phoenix. Esta liberación negativa tiene que ver con la llegada de unas entidades alienígenas que vieron extinguido su planeta por aquella nebulosa, y llegan a la Tierra para apoderarse de ella aniquilando a los humanos. Para eso, querrán controlar a Jean Gray/Phoenix influenciándola. Phoenix tiene un impulso liberador de destrucción, y no se frena ante ninguno de sus compañeros, a los cuales liquidará de ser necesario. Punto a favor, el argumento es más sencillo y menos denso que la ensalada pesada de Batalla final. Aquel film pecaba de poner demasiadas cosas en poco tiempo, haciendo que nada se desarrolle y todo quede entre casi inentendible, y una maratón de muertes de X-Men. "Dark Phoenix" es más concreta, pero tiene otras dificultades. Las entidades alienígenas, que toman cuerpo en Jessica Chastain, Ato Essandoh, y otros más que ni siquiera hablan; nunca se integran a la película, y su existencia no se justifica. Tal como sucedía hace algunas semanas en "Brightburn", estos aliens solo cumplen la función de darle un innecesario justificativo externo a la transformación de Jean Gray en Phoenix, cuando en verdad, todo debió ser algo interno para generar un verdadero peso dramático. Ni que hablar en que la composición de Chastain en plan niña albina de Village of the Damned/publicidad de perfume fino/Sr. Burns “les traigo paz”/Mantis de "Guardianes de la Galaxia", es bastante insípida, generando más risas que amenaza. La historia es sencilla, y parece avanzar como tramos sueltos, un guion emparchado al que le faltan partes, o le sobran varias apariciones. Las escenas de batalla, con una última interminable, no son de los más logradas y se estiran sin sentido. Mucha bala para algo que desde el segundo uno se nota que las balas no le hacen absolutamente nada. El elenco de la nueva generación está, pero no se nota el esfuerzo en ninguno. Parecieran que están obligados por contrato a hacerla, y no hay reales intenciones de lograr algo. En especial, Jennifer Lawrence y Michael Fassbender, parecieran no ver la hora de salirse de esto; justamente los dos actores que habían expresado el deseo de retirarse de la franquicia antes de esta película. A Sophie Turner cargar con el peso protagónico de esta entrega le cuesta, no es famosa por ser una gran actriz. Del elenco original de las primeras tres, ni noticia, es más, presenta algunas incongruencias respecto a aquellas y a lo presentado en "Días del futuro pasado" y "Apocalipsis". El debutante en la dirección Simon Kinberg hace poco, se pone en piloto automático, y entrega una película correcta y menor. No aprovecha el gancho de habituarse en los ’90, y no saca provecho del carisma de ninguno de los personajes, pero tampoco explota la vena dramática. Un pseudo videoclip musical en una de las escenas trascendentales de la película, habla de la extrañeza en la que se ve envuelta la realización de esta película. "X-Men: Dark Phoenix" no es un film de errores insalvables, había algo prometedor en el proyecto. Su gran problema es que es aburrida, su duración de menos de dos horas se hace muy pesada, y no llega al nivel de relevancia dentro de la franquicia que esta historia debía tener. Se ve, no se la pasa horrible, pero se olvida pronto, muy pronto.
Reconocido guionista y productor con múltiples antecedentes en la saga de X-Men, Simon Kinberg debuta en la dirección con esta película que, si bien cuenta con la presencia de estrellas como James McAvoy (el profesor Charles Xavier), Jennifer Lawrence (Raven), Michael Fassbender (Magneto) y Jessica Chastain (una alienígena que constituye la malvada de turno), tiene como protagonista incluso desde el título a Phoenix (Sophie Turner, la Sansa Stark de Game of Thrones). Nacida como Jean Grey, ella sobrevive a un accidente automovilístico en el que muere su madre y, a los ocho años, termina en la escuela para niños prodigio que dirige Charles Xavier. Tras ese prólogo, la acción salta a una misión en el espacio en la que ella (ya adulta) termina absorbiendo una cantidad de energía cósmica inusitada que la convierte en la mutante más poderosa. Es precisamente esa fuerza descomunal, inmanejable (como una suerte de versión femenina de Bruce Banner-Hulk), la que la hace dudar respecto de su lugar en el mundo y la convierte en el objetivo predilecto de unos extraterrestres invasores. En el cierre de esta saga de superhéroes que ya lleva casi dos décadas se abordan cuestiones como las contradicciones íntimas, las diferencias generacionales, las dificultades de integración para los “distintos” (los mutantes pasan de ser celebridades adoradas por el poder a un riesgo para la seguridad pública) y hay un festival de sofisticados efectos visuales, alguna muerte importante para no ser menos que Avengers: Endgame (no vamos a spoilear) así como escenas ambientadas en, por ejemplo, Nueva York y París. El resultado, sin ser para nada brillante, es bastante digno. La película no pretende ser demasiado cool, no hace un culto de la nostalgia (a pesar de que buena parte transcurre en 1992) y va a lo seguro. No será demasiado sorprendente, es cierto, pero entretiene y convence.
Se supone que Dark Phoenix, duodécima película del universo mutante (contando las tres de Wolverine en solitario y las dos de Deadpool), es la cuarta y última de las precuelas protagonizadas por la “primera generación” de X-Men. Sabia decisión, pero tardía: bien podrían habernos ahorrado esta entrega, la más floja de las siete X-Men. Es el debut en la dirección de Simon Kinberg, que ya había participado como guionista y/o productor en siete aventuras previas de mutantes. La primera había sido X-Men: La batalla final (2006), en la que Wolverine mataba a Jean Grey/Dark Phoenix. Como se supone que los sucesos de X-Men: Días del futuro pasado (2014) alteraron la línea temporal y borraron lo ocurrido en esa batalla final, a Kinberg se le ocurrió volver a contar la historia del lado oscuro de Jean Grey. Una idea que calza justo en el contexto del #MeToo y la ola feminista. Jean Grey (Sophie Turner, Sansa en Game of Thrones) es una mujer empoderada, a quien “hombres pequeños” la hicieron sentir débil. El mal está a cargo de una villana (Jessica Chastain), también súper poderosa, que hace destrozos sin abandonar sus tacos altos. “Acá las mujeres siempre salvan a los hombres. Tal vez podrías cambiar el nombre a X-Women”, le dice Raven al profesor Xavier al principio, como para que el aggiornamiento a los tiempos que corren quede claro. Y, a fin de cuentas, el casillero de la corrección política es el único que termina cubierto. Todo lo demás falta, empezando por el entretenimiento. La historia tiene un tono solemne, con diálogos acartonados, por momentos telenovelescos. Las escenas de acción son previsibles y agregan tedio en el intento de que cada mutante luzca su propio poder. Y, en tren de no respetar la línea de tiempo, hay una decisión más que discutible sobre la suerte de uno de los personajes clave. Casi todo en esta X-Men parece una mueca de tiempos mejores. Hasta las mímicas de Magneto, Jean Grey y Xavier moviendo objetos se ven un poco ridículas, como parodias de sí mismas. Es lo que pasa cuando se le intenta seguir sacando jugo a una fruta que ya fue exprimida.
Hace casi 20 años arrancó una de las franquicias más importantes en el subgénero de superhéroes y le dio nueva vida al mismo. Gracias a X-Men se le dio luz verde a Spiderman (2002) y todo lo que siguió. Dentro de la saga, ha habido obras maestras tal como Logan (2017), peliculones como X2 (2003) y bazofias de gran escala tal como fue la última entrada X-Men Apocalipsis (2016). Y si bien aún no se ha confirmado, lo más probable es que este estreno sea la última de la franquicia como consecuencia de la venta de FOX hacia Disney. Por lo que ahora los personajes retornaron a Marvel y se espera que sea ese estudio el que relance el Universo Mutante en conjunto con su gran factoría de personajes. Es en esa senda que duele un poco X-Men: Dark Phonix, porque es un final muy flojo para lo que significan estos héroes. Apocalipsis había sido un desastre, y ésta pelea cabeza a cabeza por la puntuación más baja. Casi que cometieron los mismos errores que en X-Men: The Last Stand (2006) pero de manera diferente. No doy detalles porque es spoiler. Lo que si aclaro es que la historia está muy mal llevada, y Jean Grey sigue sin justicia en la pantalla. Amén de que se sintió muy fuerte la ausencia de Wolverine. Lo cual trae a colación los grandes agujeros de guión en cuanto a continuidad de la franquicia, porque si bien es verdad de que a Logan no lo conocen formalmente hasta alrededor del año 2000 y este film transcurre en 1992, el desenlace no concuerda con lo establecido en el climax de X-Men: days of future past (2014). De todos modos, eso es anecdótico. Acá los problemas más graves son la inconsistencia estructural y la pésima performance de todo el elenco. Aún los grandes actores tales como James McAvoy y Michael Fassbender parecen que están en otra, sin ganas de actuar allí. Ni hablar de Sophie Turner. Todos amamos a Sansa Stark de Game of Thrones, pero sus habilidades interpretativas son muy cuestionables. El director Simon Kinberg, de gran trayectoria como productor, pero operaprimista en esta oportunidad, no consigue sostener bien los hilos. Copia y pega el laburo de Bryan Singer pero mal. Se siente todo “a medio hacer”. El resultado es un horrible sabor amargo a algo que no solo supo ser muy bueno, sino que también fue más que importante.
Una joven se convierte inadvertidamente en el ser más poderoso del Universo y sufre la última tentación, la del poder absoluto. Las películas de los “X-Men”, esos personajes de Marvel que, por cuestiones comerciales, no estaban (hasta ahora…) entre las marcas que tiene Disney siempre fueron un poco aparte dentro del género “superhéroes”. Detrás de ellos siempre aparece la cuestión de que estos mutantes despiertan más desconfianza que adhesión entre el resto de los humanos, y además aparece el “qué hacer”: aprovechar el poder para dominar a los no poderosos, aprovecharlo para ayudar. Esas tensiones siempre le dieron a esta serie un peso mayor que, por ejemplo, Avengers, que es puro espectáculo sin demasiados problemas morales. En Dark Phoenix, que en más de un momento está mucho más cerca del cine de terror que del de aventuras (Jane, el personaje que ahora interpreta Sophie Turner, está más cerca de Carrie que de la Mujer Maravilla), estos problemas se llevan a un punto de quiebre, y la puesta en escena se hace cargo de lo complejo y terrible que es el tema: una joven se convierte inadvertidamente en el ser más poderoso del Universo y sufre la última tentación, la del poder absoluto. (Te puede interesar: Joe Hill, el heredero de Stephen King) Por supuesto que las secuencias de acción son muy buenas; también son bastante realistas. Pero lo más interesante es que lo verdaderamente realista, lo que genera conflicto, es lo que pasa dentro de los personajes, reflejado espectacularmente en sus poderes. Gran película, más rica en ideas de lo que parece.
La saga mutante llega a su fin con la adaptación de uno de sus mejores arcos comiqueros. Lástima que esa calidad narrativa no se traduzca a la pantalla. Más allá de la incomodísima herencia que nos dejó Bryan Singer, no podemos esquivar el hecho de que la franquicia mutante abrió el juego superheroico en la pantalla grande durante este nuevo milenio. Posiblemente, hoy no tendríamos MCU, DCEU o trilogía de Nolan, si 20th Century Fox no se la hubiese jugado con “X-Men” en el año 2000… y triunfado en el proceso. Dicho esto, y dándole todo el crédito a gente como Richard Donner y Lauren Shuler Donner, la saga comiquera pasó por sus altos y bajos, pero parecía haber encontrado el equilibrio con sus nuevas y jóvenes encarnaciones en “X-Men: Primera Generación” (X: First Class, 2011) de la mano de Matthew Vaughn, o con el regreso de Singer detrás de las cámaras con “X-Men: Días del Futuro Pasado” (X-Men: Days of Future Past, 2014). La alegría no duró mucho, y tras las compra del estudio por parte de Disney (que de esta manera adquiere casi todos los derechos de los personajes de Marvel), la historia debía llegar a su fin antes de que los mutantes se sumen al bando de Kevin Feige. Para cerrar a lo grande, Simon Kinberg -productor de este universo cinematográfico- debuta como director, tomando como punto de partida “La Saga de Fénix Oscura” (The Dark Phoenix Saga), celebradísima creación de Chris Claremont y John Byrne, que ya había tenido su fallida adaptación en “X-Men: La Batalla Final” (X-Men: The Last Stand, 2016). “X-Men: Apocalipsis” (X-Men: Apocalypse, 2016) había dejado la puerta bien abierta para la odisea de Jean Grey (Sophie Turner), pero… No queremos aguarles la fiesta, pero “X-Men: Dark Phoenix” (Dark Phoenix, 2019) sufre del mismo malestar que películas como “Los 4 Fantásticos” (Fantastic Four, 2015) o “Liga de la Justicia” (Justice League, 2017), historias demasiado toqueteadas en el proceso, cuyos desacuerdos entre las partes se notan en la pantalla. Kinberg, director y guionista, es el principal responsable de este naufragio que no cumple ni las mínimas expectativas de una aventura superheroica: un relato que vuelve a repetir los errores (y los acontecimientos) de la versión anterior, y ni siquiera puede ofrecer algún tipo de espectáculo visual para compensarlo. Todo arranca en 1975, con una pequeñita Jean incapaz de controlar sus poderes telequinéticos. Estos dones terminan causando el accidente automovilístico que mata a sus padres, por lo cual el profesor Charles Xavier (James McAvoy), decide acogerla en su escuela para “chicos especiales” y darle la guía necesaria para manejar sus habilidades y dejar los traumas detrás. El presente de 1992, encuentra a los X-Men muy amigados con el gobierno, dispuestos a responder a un llamado de auxilio desde el transbordador espacial Endeavour, dañado por culpa de una erupción solar. Así, los superhéroes se aventurar hacia la atmósfera, sin saber que la anomalía es mucho más peligrosa. Mientras el equipo -Raven (Jennifer Lawrence), Hank (Nicholas Hoult), Scott (Tye Sheridan), Ororo (Alexandra Shipp), Peter (Evan Peters) y Kurt (Kodi Smit-McPhee)- ponen a salvo a los astronautas, Grey decide hacerle frente a esta amenaza, poniendo su propia vida en riesgo. Sus extraordinarios poderes le permiten absorber toda esa energía, aparentemente, sin ningún tipo de daño físico. Los cambios empiezan a aparecer casi inmediatamente y las habilidades psíquicas de Jean se amplifican, rompiendo esas barreras mentales que Charles colocó en su cabecita, creyendo que le estaba haciendo un favor. La verdad sobre su pasado sale a la luz, provocando la ira de la chica que huye de la mansión en busca de algunas respuestas. Esta odisea no termina nada bien y, de repente, tanto sus compañeros mutantes como las autoridades se ponen en campaña para frenar su accionar destructivo. "Así que Bran es elk nuevo rey de Westeros" Nos vamos a ser malos y achacarle toda la culpa a Jean Grey, pero tampoco a revelar el misterio que esconde el personaje de Jessica Chastain, más allá de que anda en busca de los poderes aumentados de nuestra joven heroína. Así, “X-Men: Dark Phoenix” se convierte en una cacería constante, una persecución desde varios frentes, sin muchos matices ni motivaciones, que no parece acabar nunca. Claro que acaba y con el tercer acto llega “el enfrentamiento final”, un despliegue de efectos especiales clase Z que intenta resolver este monstruo de Frankenstein sin demasiadas explicaciones. La película de Kinberg es sólo una sucesión de acciones carentes de causas y consecuencias de peso. En ese desenlace es donde más se notan los recortes de la trama, imposibilitada para dejar a nadie satisfecho. Ni las actuaciones de Turner y McAvoy -los personajes con más tiempo (y diálogos) en la pantalla- pueden revertir la catástrofe que inicia casi desde el comienzo, porque el guión nunca entiende cuáles son las verdaderas motivaciones de sus protagonistas. Situaciones incoherentes y melodramáticas, personajes que contradicen su propia filosofía, actuaciones desaprovechadas -se nota que Lawrence y Michael Fassbender ya no quieren estar ahí-, momentos “feministas” forzados salidos de la cabeza de un señor que no entiende absolutamente nada, y un despliegue visual más digno de Syfy Channel que del final de una saga que ya lleva 12 películas (siete del equipo mutante) son algunos de los clavos de este ataúd. Ni la banda sonora de Hans Zimmer logra brillar en medio de este relato simplista y apresurado que no guarda ni un poquito de ese espíritu oscuro, intransigente y de planteos sociales que caracterizan a la franquicia. Jessica Chastain en modo misterioso ¿Dónde queda el “mutantes y orgullosos” si Mystique prefiere pasearse en su ‘piel humana’ en vez de exhibir su belleza natural (no obstante, la preferimos así, en vez del peor maquillaje de la historia)? ¿Dónde metemos los conflictos entre Charles y Erik a la hora de defender a los suyos? Obviamente, en recuerdos de tiempos más felices donde los mutantes representaban problemáticas más profundas como la discriminación y la falta de pertenencia. Quedémonos con esas viejas memorias (aunque signifique aceptar la visión del nefasto de Singer) y crucemos los dedos para que los hombres y mujeres X renazcan de sus propias cenizas (sí, como el Fénix) en un futuro cercano o lejano.
¿Renacerá? 2019 es el año de despedidas de Marvel; si lloraste en Avengers: Endgame seguro vas a llorar con X−Men: Dark Phoenix, aunque no porque haya un peso argumental. Siete películas de los X−Men y Dark Phoenix no deja de ser una redención a lo que fue La Batalla final (2006) que adaptó los mismos comics. De una les digo que Dark Phoenix sale victoriosa, supera a su antecesora (Apocalipsis), pero se mantiene por debajo de Días del futuro pasado. Vamos por partes, comparándola con La Batalla final, no hay cura de mutantes, ni exceso de personajes o masacres como lo fue la versión del 2006. Dicho esto, dejo en claro las diferencias entre una y otra. Debo decir que en los primeros minutos Kinberg “mató” la esencia de los X−Men y que más tarde se retractó. Ahora, festejo el protagonismo de Jean Grey y su conversión al Fénix oscuro, pero Simon Kinberg no pudo ser más novato como director. Para empezar la promoción y confirmación de un spoiler de su propia película antes del estreno es imperdonable, más allá de que los spoilers no me afecten, no fue una buena promoción del filme. No sólo tuvo una promoción espantosa, donde faltó que el director cuente toda la película, sino que al darle el protagonismo a Jean apeló a desdibujar a todos los personajes. No hay escena épica de Quicksilver (aunque la puedo dejar pasar porque era un sello de Singer) ni subtramas relevantes, nada, todo es Jean Grey. Ok, respetan el comic, sí, pero la manera de ejecutarlo no fue la mejor. La muerte de cierto personaje importante fue un detalle que tal vez haya alegrado a los fans que estaban en contra de su sobrevaloración en las películas, pero no deja de hacerme ruido que este fue uno de los primeros cabos sueltos que quedaron (si contamos que en menos de 10 años tendría lugar el primer filme). La relación de Charles Xavier con Hank y a su vez con Magneto fue algo sutil que no me generó una emoción más allá de la capacidad actoral de McAvoy, Hoult y Fassbender. Después, otro cabo suelto que dejó el director sabiendo que era la última película con el reparto. Magneto es uno de los mejores villanos del universo de Marvel, pero Kinberg en su afán por centrarse en Jean, parecía perdido y no supo qué hacer con él. Ojo, añadió un detalle importante existente en los comics, pero sabiendo que era su última película pudo haberlo aprovechado más. Si hablamos de villanos, Jessica Chastain tenía la labor de representar a la villana de turno, un rol enigmático, que terminó siendo una amalgama de Mastermind, Emma Frost y Lilandra. Fue correcta y sus secuencias me gustaron, aunque no es algo nuevo que no había visto antes en X−Men. El filme no estuvo mal, tuvo una mayor aproximación al material original, pero de haber sido otro director, el resultado hubiese sido sin dudas superior. No era la despedida o transición que los X−Men se merecían, antes de ser reseteados por Disney. Espero ver a futuro un Siniestro, un Gambito y más sobre los mutantes, que por suerte no necesitan sostenerse de crossovers.
[REVIEW] X-Men: Dark Phoenix. La larga y enrevesada espera ha terminado. La conflictiva filmación y sus «reshoots», el patearla siempre a un improbable día de estreno, y las cientos de palabras escritas al respecto desde que Disney adquirió 20th Century Fox queda atrás como la larga e irregular historia de los mutantes que iniciara Bryan Singer en 2000 para la Fox. «X-Men: Dark Phoenix» de Simon Kinberg llega a las salas de cines intentando cerrar un proceso de casi veinte años de historias y protagonistas, siempre conservando la mira en la saga de Charles Xavier y sus alumnos de la mansión. Narración que toma elementos de la Saga de Fénix Oscura de Chris Claremont para contar la última odisea de los X-Men pre inclusión al todavía en expansión MCU, Universo cinematográfico de Marvel. Decimos esto porque es pertinente a la hora de conectar con este film, esta suerte de despedida que sin nostalgia alguna da el cierre a una larga conversación de los mutantes y su público, ese que sostuvo su fe en la saga a fuerza de esperar que la siguiente fuera la mejor. Cosa que pareció posible con la llegada de Matthew Vaughn y su «First Class» en 2011, cinco años después de un cierre que ha muchos dejó con sabor a poco. Ese tercer acto de la primera trilogía que no supo estar a la altura de su título, «The Last Stand»(2006) de Brett Ratner, que también intentó una aproximación al célebre Phoenix de las viñetas. Esta vez, en un extraño déjà vu, como si de repente tuviéramos nuestro propio «Días del futuro pasado», regresamos a la saga del Fénix, que escribe y dirige Kinberg, productor y guionista que hace su estreno cinematográfico como director. Un film que podría haber tenido una mejor recepción si la historia hubiera intentado alguna novedad con respecto a su predecesora. Para ser sinceros, las novedades que hay en cuanto a los tópicos tratados son tan esperados como mal encarados, pero vayamos desde el principio. La historia da inicio con la pequeña Jean Grey dando rienda suelta a su poder en el automóvil en el que viaja con sus padres, en una escena dramática si las hay, que muestra de alguna manera el espíritu que impregnará el resto del film. El salto temporal nos lleva a 1992, donde el grupo ya conformado y celebrado de los X-Men ejecuta un rescate espacial en el que ella, Jean, absorberá una extraña formación luminosa con aires de entidad ectoplásmica rojiza, dotándola de un, si cabe a su gran don, poder extraordinario que cambiará su vida y la del mundo. El hecho es que el Profesor X jugó con su mente cuando era una niña, encapsulando sus recuerdos más dolorosos, como la muerte de sus padres, en un recóndito escondrijo de su subconsciente, y que ahora frente a su cambio recupera de la manera más traumática, desestabilizando por completo a nuestra heroína. Hasta allí el espectador tendrá una aventura muy al uso del género, que de repente comienza a tambalear en un drama existencial y de superación, que utiliza a los personajes como Charles Xavier como receptores de todo lo tóxico que el mansplaining puede ofrecer. Algo bastante distinto al personaje que hasta ahora había brindado la saga. Pero más allá de cuestiones puntuales como cierta banalización de tópicos tan presentes hoy en día, el film se convierte de a poco en un errático viaje de autodescubrimiento que deja al resto del elenco como comparsas de una fiesta a la que son ajenos. Así se perciben, apocados y chatos; que pasan de amar y proteger a odiar y querer destruir y viceversa sin grandes conflictos. Hasta el mismo personaje de Jessica Chastain, ese Vuk, que no es la emperatriz Lilandra Neramani ni mucho menos; más bien un apocado Skrull con ambiciones, que se comporta como un T-800 de la saga Terminator, ayuda a plantear de manera concreta el proceso de la joven. Simon Kinberg falla en la narrativa que confunde de sobremanera los temas, aunque varias de las secuencias de acción están bien llevadas, ya que ciertamente es en muchos momentos una página de cómic en movimiento, gracias a la fotografía del Oscarizado Mauro Fiore y el vistoso diseño de producción de Claude Paré. Pero el entretejido se derrumba cuando los personajes parecen sujetos a las expectativas de la historia, aunque con ello se lleven por delante sus características vistas en films anteriores. El nudo de la historia, es decir; la recuperación del pasado oculto de Jean, el descubrimiento de su inmenso poder capaz de sostener a la entidad Phoenix, el rescate de su voluntad de ser y hacer de acuerdo a sus decisiones, y en consecuencia la exploración de su rol de empoderamiento y aceptación, una especie de diosa sobre la vida y la muerte, se pierde en un mar de situaciones mediocres de manipulación y viaje con inicio pero sin final, interrumpido por los otros que no suman, más bien confunden y se mimetizan. ¿Qué diferencia a Charles Xavier de Vuk? Ambos buscan manipular a la joven, el primero con las ansias desesperadas de aceptación pública y mantener controlado un poder que no podrá manejar, la otra para recrear un planeta destruido y darle un hogar a su raza. ¿Y ella es la villana?
Texto publicado en edición impresa.
La fuerza más poderosa X-Men: Dark Phoenix es una película de ciencia ficción y superhéroes que constituye el debut en la dirección de Simon Kinberg, el cual también se encargó del guión. El filme funciona como continuación de X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016) y se alza como la duodécima producción dentro de la franquicia de los X-Men. El reparto vuelve a estar conformado por James McAvoy, Sophie Turner, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Michael Fassbender, Evan Peters, Kodi Smit- McPhee, Tye Sheridan, Alexandra Shipp, entre otros. Esta vez se agrega un personaje nuevo interpretado por Jessica Chastain (Mama, La Cumbre Escarlata). La historia se centra en la vida de Jean Grey (Sophie Turner), una mutante joven muy especial que es acogida por el profesor Charles Xavier (James McAvoy) luego de una situación que terminó en tragedia debido a que Jean no supo controlar su poder. Pasados los años, Charles les encarga a Raven (Jennifer Lawrence), Hank (Nicholas Hoult), Scott (Tye Sheridan), Kurt (Kodi Smit-McPhee), Storm (Alexandra Shipp), Peter (Evan Peters) y Jean una nueva misión: ellos deberán viajar al espacio con el objetivo de salvar a unos humanos astronautas que se encuentran en peligro. Esa expedición no sale de acuerdo a lo planeado y Jean absorbe demasiada fulguración solar. Aunque al regresar a la Tierra la mutante asegura sentirse bien, su faceta más oscura comienza a notarse. Sumado a que la joven descubre la verdad sobre su pasado, el distanciamiento de Grey será inevitable, convirtiéndola en una amenaza tanto para los mutantes como para la humanidad. Originalmente programada para ser estrenada en noviembre de 2018, luego de varios reshoots finalmente llega a la cartelera X-Men: Dark Phoenix, cinta que funciona como la culminación de la saga X-Men. A pesar de las hipótesis que se venían manejando sobre que ésta podría ser la peor película de la franquicia, estamos ante un filme que a pesar de sus fallas logra entretener y generar mucho interés desde el conflicto central, instalado alrededor del personaje de Jean Grey. La mutante interpretada por Sophie Turner representa una dicotomía en sí misma: a pesar de su destructivo poder, es muy fácil empatizar con ella ya que desde el comienzo el espectador comprende que Jean no pretende ser una villana, solo no puede controlar sus emociones. Al ya tener un personaje súper atrapante en la trama, el rol de Jessica Chastain, del que desde los trailers y promoción no se quiso revelar mucho, queda totalmente opacado y desdibujado. Aunque Chastain tiene una escena inicial prometedora, desde el guión no se le dio el espacio necesario para lucirse, por lo que su participación termina siendo muy pobre y hasta se llega a la conclusión de que sería lo mismo si cualquier otra actriz hubiese encarnado ese papel. La película fácilmente podría dividirse en dos partes: por un lado tenemos la primera mitad, en donde los diálogos son más relevantes, y por otro el tramo final donde se decidió meter toda la acción. Los cambios y regrabaciones que se hicieron sobre el tercer acto se vuelven muy notorios, aparte de que varios efectos dejan bastante que desear. En cuanto al optimista Charles Xavier, en esta oportunidad varios mutantes comenzarán a cuestionar sus decisiones. Las escenas de discusión entre el fundador de la Academia para Jóvenes Dotados y Raven, así como las del profesor con Hank, resultan de las mejores del filme. Aquí vemos que Charles puede cometer errores como cualquier otro, lo que hace que este personaje sea más profundo y atractivo de lo que ya era. X-Men: Dark Phoenix está muy lejos de ser una película perfecta, sin embargo es capaz de plantear cuestiones que dan pie para reflexionar tales como el derecho que tiene cada persona a conocer la verdad de su pasado, la certeza de que la venganza no repara el dolor y la celebración de las diferencias, de las que no hay que estar avergonzados ya que son las que nos hacen únicos y especiales. Aunque el tercer acto no esté a la altura de lo que se venía construyendo, la cinta de Simon Kinberg tiene a una protagonista ultra poderosa, como también vulnerable, que vale la pena conocer.
Aburrida, esa es la palabra que se me viene a la cabeza a la hora de pensar en Dark Phoenix y claramente sin ningun tipo de relevancia o peso, podrian haber dejado la historia en la anterior entrega, X-Men Apocalipsis (2016), que no pasaba nada, tal vez era mejor aun. Vamos por parte, la historia, otra vez la fuerza fenix vuelve a aparecer y a adueñarse de Jean Grey volviéndola una enemiga formidable, primera incoherencia, en X-Men Apocalipsis ya se manifestó la fuerza fénix pero acá aparece en el espacio……..como que ya ni se esfuerzan. Vuelve de la mano de Kinsberg que fue el artista detras de “Last Stand” o sea, como no la pudo embocar con esa entrega, lo quiso intentar de nuevo con esta y la verdad que el resultado sigue siendo el mismo. Las actuaciones, Sophie Turner como protagonistas era lo mismo que ver Game Of Thrones, apagada, sin ganas, en piloto automático, no expresa ninguna emoción a lo largo de la historia. James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence y Nicholas Hoult, ofrecen interpretaciones en piloto automático como si no hubieran tenido ganas de ser parte de este proyecto, lo cual es entendible, ya van 4 películas en su haber y de seguro no quieren saber mas nada o por que sabían que era un desastre. El rol de Chastain tampoco es relevante, no por ella, si no por que no aporta nada mas que una villana de turno, su personaje carece de desarrollo, la motivación mal explicada y sus escenas sin ganas. Las escenas de acción no se disfrutan, en su mayoría son hechas con CGI y y de una forma tristemente, sin ir mas lejos solo menciono los rayos que lanza tormenta. Tal vez lo mejor sea la explicación del origen de Jean, su infancia y cómo llega a la escuela de Charles. En ningún momento se siente que sea una despedida de la franquicia, se siente como un “esperen por que aun hay mas por venir”, por que la verdad es esa, es la segunda vez que el arco de fenix es adaptado al cine y es la segunda vez que fallan en hacerle honor a la historia de Claremont y Byrne. Si vas a ir a ver la película, sabe que te vas a encontrar con una especia de “X-Men Apocalipsis” pero con menos ganas en todo, desde historia, CGI, actuaciones. Una despedida lamentable para una de las mejores franquicias de los comics que hay, el resultado es un horrible sabor amargo.
UN FINAL DESANGELADO Hace unos meses, en una entrevista en Late Night with Seth Meyers, Mark Hamill contó una anécdota genial del rodaje de La Guerra de las Galaxias: estaban filmando una escena que era inmediatamente posterior a la secuencia del compactador de basura y él, preocupado por cuestiones de continuidad, le pregunta a Harrison Ford “¿No debería estar con el cabello todo mojado y desordenado?”. La respuesta de Ford fue tan sabia como hilarante: “chico, no es ese tipo de películas. Si el público está mirando tu cabello, estamos todos en grandes problemas”. Menciono esto porque, mientras miraba X-Men: Dark Phoenix, no pude evitar en varios pasajes preguntarme cosas como “¿No debería Magneto lucir como alguien de 60 en vez de 40 y pico?”. Y lo cierto es que si uno como espectador está pensando en esas pavadas, eso es señal de que un film está en grandes problemas porque no ha conseguido delinear un verosímil propio. No deja de ser un tanto paradójico que la franquicia que –con todos sus desniveles- abrió un poco las puertas al boom del género de superhéroes, termine cerrando con una película que luce envejecida al lado de sus contemporáneas, y no solo porque llega un poco tarde con algunos exabruptos seudo-feministas. Parte de la explicación puede encontrarse en una ausencia, que es la de Bryan Singer, quien supo construir personajes potentes en X-Men y X-Men 2, además de profundizar la relectura del imaginario audiovisual de la Guerra Fría en X-Men: días del futuro pasado y X-Men: Apocalipsis, luego de las primeras huellas que dejaba Matthew Vaughn en X-Men: Primera Generación. Todos esos films distaban de ser perfectos, pero en ellos se podía notar que había un realizador con un universo potente y personal. La saga de los X-Men, para bien y para mal, era de Singer, tenía su marca de fábrica, que en esta última entrega luce totalmente diluida, por más que quien esté a cargo de la dirección sea Simon Kinberg, quien venía colaborando desde hace un rato largo en este mundo cinematográfico en los guiones y la producción. Ahora bien, Dark Phoenix pierde hasta en la comparación con X-Men: la batalla final, que también tenía como núcleo central la transformación de Jean Grey en esa entidad (auto) destructiva llamada Fénix. Aquella película dirigida por Brett Ratner era un despiole total, que quería contar un montón de cosas y fallaba en casi todas sus resoluciones, pero por lo menos exhibía algo de atrevimiento en su voluntad por amontonar eventos, personajes, tramas y subtramas. Era un film excesivo, llevado adelante por un director sin ideas propias, pero por lo menos brindaba algunos pasajes emotivos cuando empezaba a liquidar figuras emblemáticas. En cambio, esta especie de reversión, por más que tenga un enorme presupuesto, peca de falta de ambiciones y riesgos: los conflictos personales son superficiales y repetitivos; la antagonista principal (una Jessica Chastain desperdiciada) es totalmente irrelevante; el retrato de época no sale de lo meramente decorativo; y el choque entre humanos y mutantes atraviesa todos los lugares comunes posibles. En Dark Phoenix no hay nada nuevo o que sacuda mínimamente las expectativas: eso se puede ver, por ejemplo, con una muerte que debería ser demoledora pero que no genera nada. Por eso no sorprende que cada uno de los protagonistas –especialmente Charles Xavier- se la pasen enunciando oralmente sus dilemas internos o explicando qué es lo que van a hacer. En el medio se pierde el drama existencial, la inventiva audiovisual y la fisicidad, con lo que solo quedan un par de escenas de acción mínimamente rescatables. Es factible que las idas y vueltas que generó la adquisición de 20th Century Fox por parte de Disney hayan afectado el ensamblaje final de la película, que alterna entre ser una secuela más y la clausura definitiva de esta encarnación cinematográfica de los X-Men, sin decidirse por completo entre una alternativa u otra. Lo cierto es que eso nunca lo vamos a saber por completo y lo que queda es un film que nunca hilvana un camino propio o en función de una construcción que lo trascienda. Dark Phoenix empieza y termina, pero eso nunca llega a importar, porque su único mérito es existir.
X-Men Dark Phoenix (2019) es la clausura de casi veinte años del universo cinematográfico de X-Men. Es pertinente recalcar que dicha saga ha posibilitado el auge posterior de Marvel con sagas como Avengers. Asimismo, en términos generales las problemáticas y la profundidad psicológica de los personajes X-Men son de las más interesantes e inteligentes dentro del género cinematográfico de los superhéroes. Recapitulemos cómo está compuesta la saga de las películas X-Men, la primera trilogía de la misma (2000-2006) con dichos mutantes maduros y con su estatuto de personaje ya configurado, otra trilogía/spin off protagonizada por el personaje de Wolverine (2009-2017), Days of the future past (2014) película que combinaba la generación tradicional con sus jóvenes representantes, y una última trilogía iniciada con First Class - los mutantes en su juventud e iniciando su autoconocimiento- y que actualmente finaliza con Dark Phoenix En esta entrega fallida se repite la estructura de X-Men: Batalla final (2006), parece una subestimación al espectador seguidor de la saga utilizar lo acontecido en Days of the future past como una excusa para borrar lo acontecido anteriormente y en vez de reescribir repetir un esquema estructural. A eso debemos sumarle lo poco entretenida que resulta el film y discursos en este caso fuera de lugar y forzados (y eso que quien escribe es una feminista exacerbada) de porqué se llaman X-Men, resaltando el uso del "hombres" como generalizador. Mientras que en las entregas anteriores la configuración del personaje de Charles Xavier tenía un devenir y chorros aquí parece tratarse de otra persona, lo cual es otro recurso más que descoloca al espectador. Lamento decir teniendo está saga como dentro de mis predilectas dentro del universo cinematográfico de los comics que X-Men Dark Phoenix es la película menos lograda de todas y una clausura poco original, forzada y aburrida. Saga que hubiese sido más afortunado finalizar con Logan (2017).
Este es un cierre de aquella que comenzó en el 2000 y cuenta con las buenas actuaciones de: Michael Fassbender, James McAvoy y Jennifer Lawrence y todo el talento de Jessica Chastain. Muchos de los actores salen airosos, existen momentos emocionantes, un guión un tanto pobre y algunas situaciones que ya se perciben desde el tráiler. El film cumple, tiene un buen ritmo, batallas increíbles, su acción es espectacular, la batalla en el tren resulta vibrante, visualmente de alto impacto, bien épica, intensa, entretiene de principio a fin, simpática, cumple con la propuesta. Para destacar una muy buena banda sonora y como dato comentar que se invirtieron en el film 200 millones de dólares.
La última entrega de la franquicia mutante de Fox llega a las salas de cine, y terminará con una era.
Por muchas razones, es probable que este estreno sea olvidado rápidamente por el público, y tal vez la principal esté relacionada con la escasa difusión proveniente de los propios estudios que la produjeron. Escasa en relación a otros del mismo tenor de público al cual está dirigido, máxime tratándose de una de las franquicias importantes de este siglo como es la de X-Men. En efecto, al haber sido Fox adquirida por Disney entre el año pasado y este 2019 las cosas van con un pie en el freno más que en el acelerador, y sin embargo el entretenimiento que supone “X-Men: dark Phoenix” cumple correctamente con su propósito: entretener. Es cierto que a los efectos de encastrar esta historia dentro de las vistas hasta ahora el guión de Simon Kinberg es algo errático en su coherencia. Es decir, la protagonista, la Jean (Sophie Turner) que vemos aquí es difícil de relacionar con aquella épica que terminaba sus días en “X-Men: la batalla final” (2006), en cuanto a la evolución del personaje porque recordemos: esta producción pertenece al mundo de la precuela iniciada en 2011. ¿Recuerda esa que empezaba con una panorámica de Villa Gesell en la cual se veía una montaña tipo Aconcagua? Bueno esta es la cuarta entrega luego de aquel exabrupto geográfico. No obstante esto “X-Men: dark Phoenix” se las arregla para sobrevivir a los fanáticos que vayan con los cómics debajo del brazo a quejarse por faltantes o sobrantes en el universo de Marvel. La historia comienza con una niña cuyos poderes mentales y sensoriales provoca un descalabro en el barrio acabando con la vida de sus padres en un accidente de ruta muy bien filmado. Quien sale al cruce de esto es nada menos que Charles Xavier (James McAvoy), siempre dispuesto a hacerle entender a los chicos que no deben avergonzarse de sus poderes. Tiempo después, en plena misión espacial de rescate, Jean es expuesta a un tremendo poder extraterrestre que no encuentra mejor lugar para alojarse que el cuerpo de la joven, sin saber que éste es el polo de atracción de una raza liderada por Vuk (Jessica Chastain) que intenta apoderarse del planeta. Será necesaria la intervención de amigos y enemigos para poder contrarrestar el ataque, así que Magneto (Michael Fassbender), autoexiliado en una comunidad seudo hippie que planta sus propias verduras, también será de la partida. La dirección de Simon Kingberg trata de ir por el lugar recomendable en estos casos, que es el de balancear bien la acción con los momentos de transición y dramatismo de los personajes, manteniendo el ritmo narrativo en forma sostenida hasta llegar a un climax bien logrado. Por supuesto que lo concerniente a efectos visuales y sonoros alcanza un buen nivel técnico que acompaña la historia sin sobresalir. Algo quedó claro en la franquicia de X-Men: sin Wolverine (y sin Hugh Jackman por carácter transitivo porque nadie lo puede hacer como él), no es lo mismo. La mitad del interés se lo llevaba su personaje y aquí se necesita como el agua con lo cual, vuelta al principio. Es todavía una incógnita que hará Disney ahora que tiene los derechos, pero una cosa es segura, por aceptable que sea “X-Men: dark Phoenix” seguramente no tomarán la posta desde aquí.
Luego de “X-men Primera Generación”, llega a los cines “Dark Phoenix”, dirigida por Simón Kinberg. Una película de acción de este clásico mundo que trae mucha expectativa por la compra que hizo Disney de Fox. Sophie Turner, aclamada por su actuación en la exitosa serie “Games of Thrones”, interpreta a Jean Grey, una niña que descubre que tiene poderes psíquicos. Debido a un triste suceso en la familia, es llevada por Charles Xavier (James Mc Avoy) a la escuela de mutantes, en donde se encuentran los X-men: Raven (Jennifer Lawrence), Hank “Bestia” (Nicholas Hoult), “Mercurio” (Evan Peters), Cíclope (Tye Sheridan), “Tormenta” (Alexandra Shipp), “Nocturno”(Kodi Smith McPhee) y como última integrante, Jean. Ellos van a ayudar a la ciudad para demostrarles el bien que pueden hacer y así mantener la paz ya que el gobierno, luego de este acuerdo, los aceptaron como tales. En una nueva misión, el equipo presencia un extraño suceso: cuando uno de sus integrantes parece perder la vida, extraños eventos comienzan a suceder en la ciudad. Luego llega Vuk (Jessica Chastain), un alienígena que vino en busca de alguien y algo en la tierra y no parará de destrozar lo que esté a su alcance hasta encontrarlo. En cuanto a la historia, en esta oportunidad es un tanto vaga de contenido y no sorprende al espectador porque todo lo que sucede es previsible, por lo que no se genera demasiada expectativa con el pesar del tiempo. Por otro lado, el film dio perfectamente en la tecla en cuanto a la estética, efectos especiales y el soundtrack, ya que se notan los buenos cambios a comparación de la entrega anterior.
Este parece el momento ideal para una piña. Es el momento que los críticos norteamericanos aguardan durante semanas y hasta meses, las de agarrar una superproducción fallida y lapidarla con todas las piedras que tengan a mano. Incluso llego a pensar que los tipos estuvieron cocinando durante meses decenas de insultos creativos para estrenarlos cuando la ocasión lo amerita. Ciertamente X-Men: Dark Phoenix no es una abominación total pero todo el mundo deambula con poca energía: el director / guionista, la gente de efectos especiales, el elenco. Low Battery, Asis. Es como si a la franquicia les hubiera drenado las ganas y el impulso creativo. Si Apocalypsis era chata, ¿por qué seguir insistiendo y no dejar expirar la saga con un dejo de honor?. Pero no; los superhéroes están de moda y hay que exprimir hasta el cansancio las licencias compradas, aunque el director original (Bryan Singer) se haya convertido en un impresentable, aunque el puesto de mando lo herede un tipo sin experiencia en la dirección (Simon Kinberg, guionista de toda la vida de la saga; ¿qué es esto? ¿Star Trek, donde todos van rotando de puestos y se convierte en un laburo familiar?) y aunque el elenco quiera tirarse por la ventana para agarrar trabajos dramáticos mas desafiantes en vez de seguir en una franquicia agotada. Todos parecen pasados de Valium y las secuencias de acción carecen de adrenalina. ¡Rayos!. Y yo que creí que dormíar demasiado por tener hipotiroidismo… Como franquicia los X-Men nunca fueron mis favoritos. Me gustaron algunas cosas de la rama principal (First Class, Días del Futuro Pasado) y sobre todo los derivados (Wolverine, Logan, Deadpool 1 & 2), simplemente porque tenían menos gente, estaban menos congestionadas y tenían mas tiempo para desarrollar los personajes, amén de que Singer nunca me gustó como director de acción hasta Days of Future Past. Pero al menos en el principio el cast original era veterano, fogueado y exudaba carisma y sexualidad animal. Acá todos parecen unos palurdos, un grupo de pibes haciendo cosplay. ¿Dónde quedó esa sensualidad amenazante de Famke Jansen, el magnetismo animal de Hugh Jackman o siquiera la cara de niño bonito de James Marsden?. Ni que hablar de Rebecca Romijn caminando en pelotas por el set con una capita de tintura azul nada más. Era gente que hacía funcionar al personaje por presencia y pose, compensando las omisiones del libreto y acercándose al preconcepto que uno tenía después de haber leído el comic. Pero acá no hay nada de eso. La Lawrence (por mas bonita, simpática y canchera que sea) parece un muñequito de tablero de auto con esa ridícula peluca pelirroja, Tye Sheridan tiene un cogote feo, Alexandra Shipp no tiene la elegancia de Halle Berry y hasta Nighcrawler parece un niño perdido en la fiesta de disfraces de Halloween. Y de los principales, sólo Fassbender parece vivo, exudando rudeza y enojo aunque claro, impulsado por inercia mas que por el libreto que no tiene ganas de desarrollar personajes ni situaciones dramáticas. Ni siquiera Sophie Turner (convertida en una bella amazona) puede hacer otra cosa que llorar, moquear, enojarse y mostrar las bubies (a veces esas remeras blancas ajustadas son extremadamente distrayentes!). Digo, esta mina perdió a sus padres, es el mutante telépata mas poderoso del mundo luego del Profesor X y ahora, que está contagiada por un virus espacial, sólo se limita a rebotar de un lado para otro mientras se soba los mocos. Es la gran protagonista de la tragedia que forma el núcleo del filme y ni siquiera su perfil dramático está desarrollado como corresponde. Debería despertar compasión (es una inocente atrapada en una situación no deseada que puede costarle la vida y que puede lastimar a los que mas quiere) pero te resulta indiferente. Lo mismo que James MacAvoy / Charles Xavier que termina siendo el villano de la película ya que “penetró” la mente de Grey / Turner cuando tenía 8 años y le hizo un lavado de cerebro para que olvidara la muerte de sus padres. Cuando el tipo se da cuenta de que hizo muy mal (¿qué sentido tenía? ¿acaso no todos los mutantes pasan por situaciones dramáticas y discriminación toda su vida? ¿qué necesidad había de hacer algo especial con la Turner?) se limita a un escueto “lo siento”. Pero todo está desequilibrado en X-Men: Dark Phoenix. Segunda iteración de la saga Fenix Oscuro – considerada una de las mejores historias de los Hombres X -, la versión nueva es tan pálida que X-Men 3: The Last Stand (basada en el mismo concepto) parece Shakespeare en comparación. El profesor X no tiene prurito ninguno por manipular las personas. Mystique es ahora una capitana que se la pasa dando órdenes… ¿y con qué autoridad o experiencia en combate?. Jean Grey es una blandengue llorona que pasa del frío al calor en dos segundos, otra que bipolar. Magneto ahora es un hippie que cultiva zapallitos en una comunidad mutante new age pero, rayos, cuando quiere salir de la mugre, la mugre vuelve a atraparlo (como decía Al Pacino en El Padrino III). Hizo las paces con Dios, la Humanidad y medio universo pero debe regresar en modo venganza porque le mataron a su amigovia Mystique (ups, spoilers!) ya que la Lawrence estaba harta de estar en la franquicia. Digo, todos estos personajes están mal, no eran así en las entregas anteriores ni mucho menos cuando estaba el cast original. Parte de este problema es que adoptaron el enfoque de Star Trek: El Futuro Comienza , usando el viaje en el tiempo de Days of the Future Past como una especie de reboot sobre la marcha para cambiar el futuro y no entroncar con lo que conocimos de los Hombres X en la era de Patrick Stewart e Ian McKellen. Y para colmo deben enfrentarse a una amenaza tan anónima como anodina como son los aliens que comanda (sin mucho entusiasmo) Jessica Chastain. Todo se ve pobre y poco inspirado. El combate en Nueva York está mal dirigido y aburre, y Kinberg parece redimirse un poco con la batalla campal en el tren en donde Magneto entra en modo ninja y liquida tipos a lo pavo con metralla del vagón de metal donde viajan, pero el final es anodino. Todo es anodino. Considerando la filosofía racista / genocida de Magneto, es ridículo verlo jubilado así como verlo en el retiro al profesor X. No es la filosfía del comic. ¡Por Dios, llamen a Zak Penn o a alguien que entienda de la historieta!. X-Men: Dark Phoenix es el clavo final en el ataúd de una larga franquicia que viene a los tumbos desde hace dos películas. El final de una saga debe ser espectacular y precisa un director experto y Kinberg no lo es, poniendo a la platea a dormir o indignando con sus ocurrencias y sus personajes huecos. El drama humano brilla por su ausencia, las disculpas y los perdones son demasiado rápidos y no creíbles, la acción es inocua y no hay nada atractivo en el filme, nada que siquiera te enganche como para verlo una segunda vez. Definitivamente un film olvidable cuyo mayor mérito es ser el mojón final de la carrera para que los derechos pasen de una vez por todas a Marvel y retome la franquicia para aplicarle toda su magia en un reboot que, espero, no esté muy lejano.
Cierre tibio para una saga con altibajos Llega la que será la última entrega de los X-Men en manos de FOX de manera independiente, esta vez centrada en el alter ego del personaje de Jean Grey, Phoenix. Luego de esta película, Disney anunció que dejará descansar unos años a la saga para volver con un producto totalmente renovado y con una línea más similar al MCU. Y es una lástima de cierta manera que esta irregular pero entretenida franquicia llegue a su fin con una entrega bastante tibia. Si tuviera que hacer un ranking rápido, diría que la mejor entrega de todas fue "First Class'', seguida por ''Days of Future Past'' y ''X-Men United'' en tercer lugar. La mitad de tabla sería para ''X-Men'' y ''Apocalypse'', mientras que ''Dark Phoenix'', ''The Last Stand'' y ''Origins'' serían las más flojitas, en ese orden. A esta ''Dark Phoenix'' le faltó un poco más de relevancia, polenta y aportar algo nuevo a la saga. Se queda corta en su historia y vuelve sobre una dinámica que ya vimos antes, la de una inestable Jean Grey utilizada por ambos bandos en su beneficio. Cuando leí que iban a hacer una película centrada en Phoenix, no pensé que sería tan similar a la Phoenix de ''The Last Stand'' pero con la diferencia de una protagonista más joven, que es básicamente lo que pasa. Más allá de las diferencias obvias entre entregas, me sorprende que hayan decidido ir con una dinámica tan similar. Más allá de esto, otro inconveniente que presenta esta propuesta es el mal aprovechamiento de su elenco de actores de primera línea. Jennifer Lawrence es un ejemplo claro de esto. No quiero spoilear, pero a Jennifer se la desaprovechó totalmente. Lo mismo pasa con Micheal Fassbender y Jessica Chastain. Su intervenciones son breves y aburridas, sobre todo el personaje de Jessica que resulta ser de lo más flojo de la propuesta. ¿Cómo hicieron que Jessica Chastain se viera tan chata? Eso es un pecado muy grande en mi opinión. Es como que X-Men en general tiene problemas con sus villanos. Siempre suelen ser el punto más débil de la propuesta, a excepción de Kevin Bacon como Sebastian Shaw, Brian Cox como William Stryker y Michael Fassbender como Magneto. Los demás nunca terminaron de convencer. En el caso de Vuk, el personaje de Chastain, su origen extraterreste sin ningún tipo de profundidad y su motivación para dominar la Tierra, son sencillamente aburridas. En lo que a escenas de acción y efectos especiales se refiere, la película cumple y ofrece algunos momentos de entretenimiento que quedan opacados por la calidad general del guión y dinámica de la propuesta. Un cierre tibio para una saga querida pero irregular.