Difícil llegar a los millones La Bóveda (The Vault, 2017) es una película de suspenso dirigida por Dan Bush, quien además está a cargo del guion junto a Conal Byrne. Las hermanas Leah (Francesca Eastwood) y Vee (Taryn Manning) junto a dos amigos y su hermano Michael (Scott Haze) planean robar millones de un banco para sacar a este último de un aprieto en el que se metió. Exitosamente logran despistar a la policía con el inicio de un incendio en un edificio cercano, pero al abrir la caja fuerte se dan cuenta que el dinero allí es muy poco de acuerdo a lo que ellos necesitan. El subgerente (James Franco), que se la pasó escuchando su conversación, les propone un trato: si ellos no lastiman a nadie, él les dirá dónde está todo el efectivo (aparte de ayudarlos otorgándoles la llave e indicaciones correspondientes). Los ladrones aceptan la condición y, para conseguir siete millones, deberán dirigirse a la bóveda del establecimiento. Lo que no saben es que espíritus malignos habitan allí, seres atormentados por un episodio sangriento que ocurrió en 1982. La bóveda es el claro ejemplo de cómo se puede arruinar por completo y en pocos segundos una historia que en su primer acto era de lo más atrapante gracias a la tensión bien construida. Luego de conocer a cada integrante complotado para el mismo fin, con sus actitudes violentas para con los rehenes y su desorganización debido a las distintas personalidades, el relato da un giro tan brusco que se convierte en algo que no tiene nada que ver con lo planteado. De esta manera el interés baja en su totalidad ya que la película se llena de clichés como por ejemplo escenarios oscuros con sombras que por las cámaras de seguridad no se perciben, llamadas que no se sabe de dónde provienen, mitos de terror a los que la protagonista no cree, etc. Esto no hubiese sido problema si los guionistas hubiesen tenido ideas concretas pero no, ni siquiera el conflicto está bien armado. Cuando se decide volcarse a lo sobrenatural, el argumento hace agua por donde se lo mire, volviéndose todo lo que no era en un principio: aburrido, trillado y sin ritmo. Llega un punto en el que la trama no avanza y el espectador debe armarse de paciencia para seguir mirando hasta el final, que además no brinda respuestas sólidas de lo que sucedió. Nunca se llega a comprender qué quisieron hacer con el personaje de James Franco, aparte de que se nota la intención del director por mostrar muchas veces en primer plano la belleza de Francesca Eastwood. Los demás actores se mueven por el banco sin ninguno llegar a destacarse, esto es debido en gran parte a las débiles líneas que les tocó interpretar. Hay uno o dos jump scares que son efectivos en un principio, pero al ver con claridad los efectos utilizados dan risa. Resulta una lástima que La bóveda se convierta en una película olvidable más del montón porque realmente tenía potencial para ser buena. Por suerte no dura más de una hora y media.
Las apariencias engañan Olé! El viaje de Ferdinand (Ferdinand, 2017) es una película animada 3D dirigida por el brasileño Carlos Saldanha, conocido por La era de hielo 2: El deshielo (Ice Age: The Meltdown, 2006) y los films de Río (2011 y 2014). Basada en el libro infantil “The Story of Ferdinand” (1936) de Munro Leaf, el guion estuvo a cargo de Robert L. Baird, Tim Federle y Brad Copeland. Cuenta con las voces originales de John Cena, Lily Day, Jerrod Carmichael, Kate McKinnon, Peyton Manning, Anthony Anderson, David Tennant, Miguel Ángel Silvestre y el cantante Juanes, que también participa con una canción. La película está nominada en las categorías de “Mejor Película Animada” y “Mejor Canción Original” (por “Home” de Nick Jonas) en los Globos de Oro. Ambientada en España, la historia se centra en Ferdinand, un toro que desde pequeño es diferente a los demás. Él se considera amante y protector de cualquier tipo de flor y no comprende el objetivo de luchar contra sus compañeros en el establecimiento Casa del Toro. Cuando escapa de ese lugar hostil, Ferdinand comienza a vivir en la granja de Juan y su pequeña hija Nina. Por un desafortunado episodio, al crecer es llevado de vuelta a donde nació. Ahora no sólo debe soportar que los otros toros no entiendan su estilo de vida, sino también tendrá que lidiar con “El Primero”, un hombre que lo selecciona para enfrentarlo en la Arena más importante de Madrid. Con colores brillantes y una buena representación de las costumbres españolas, la película deja varios mensajes importantes que pueden llegar a diluirse por culpa de la gran cantidad de comedia apuntada a los niños. Estas situaciones graciosas probablemente no lleguen a serlo para los adultos, ya que en cierta parte de la película se sienten alargadas y puestas a propósito para alivianar el drama del relato. La cabra Lupe (Kate McKinnon) es un personaje que solo tiene como objetivo tirar chistes, así como el Flash que vimos hace poco en Liga de la Justicia. Algunos dan resultado, pero a medida que avanza la trama llegan a cansar por dar vuelta siempre sobre lo mismo. El problema radica en que como espectador generaba mucho más interés el progreso de la relación entre Nina y Ferdinand, pero el crecimiento del animal junto a su amistad con la niña sólo nos lo muestran en un compilado de pocos minutos con música alegre de fondo. Si la nena va a estar en el póster principal, esperábamos verla mucho más. A pesar de ello, la historia atrapa tanto a chicos como a adultos gracias a la empatía genuina que se logró con el protagonista. Desde un principio conocemos la forma de ser de Ferdinand, lo cual nos lleva a no entender por qué a los demás, tanto humanos como animales, les cuesta tanto respetarlo. Hay críticas significativas hacia los que piensan que los toros en este mundo sólo sirven para luchar, cómo el hombre se cree con el poder de decidir sobre la vida de otro ser vivo y el bullying que existe por considerar “diferente” al prójimo. También se deja una moraleja sobre las apariencias: a Ferdinand se lo considera el mejor toro para combatir por su impactante contextura física y tamaño, sin embargo casi nadie presta atención a lo que es él por dentro. Puede que Olé! El viaje de Ferdinand tome el camino más simple en vez de profundizar sobre las temáticas importantes planteadas, no obstante resulta una película tierna para disfrutar en familia que algo deja muy en claro: pase lo que pase, no pierdas tu esencia.
Volvió para matar Jeepers Creepers 3 es una película de terror dirigida y escrita por Victor Salva. El reparto incluye a Jonathan Breck, Stan Shaw, Gabrielle Haugh, Meg Foster (Carla Grunwald en la serie Pretty Little Liars), Brandon Smith, Chester Rushing y Jordan Salloum. Los hechos de la película se dan entre la primera y segunda entrega de la saga. Cada 23 años y durante 23 días el monstruo volador denominado “Creeper” (Jonathan Breck) vuelve al ataque de un pueblo distinto, matando y llevándose los cadáveres en su camioneta indestructible. Esta vez el turno de enfrentarlo será del sheriff Dan Tashtego (Stan Shaw) junto a Davis Tubbs (Brandon Smith). Por otro lado, la anciana Gaylen (Meg Foster), a la que su nieta considera loca por verla hablar sola, desentierra algo peligroso fuera de su casa. Hasta el más fanático de la franquicia se va a sentir decepcionado con esta tercera parte mal hecha. Y es que su comienzo masomenos aceptable, con una fotografía bella de cielos rosados, a medida que transcurren los minutos va cayendo en errores enormes. Primero y principal, el “Creeper” es extremadamente ridículo: un hombre con la piel pintada de negro, alas y poco pelo rubio (que parece atado) ni siquiera llega a dar miedo a la persona más asustadiza. Se intenta de manera muy forzosa darle un aspecto temeroso al captar en primer plano su mirada potente, pero ni eso consigue que al aparecer en pantalla pensemos “qué bizarro es”. Segundo, el bajo presupuesto llega a ser tan notorio que sus efectos dan gracia, haciéndonos imposible que nos podamos tomar en serio lo que vemos. Lo peor es que desde la dirección y actuación se le da un dramatismo a la historia que en ningún momento logra conectar con el espectador. Como si fuera poco, las incoherencias no tardan en llegar. Los humanos a cargo de acabar con el Creeper de una vez por todas ya saben que las balas no le hacen nada ni a él ni a su camioneta, sin embargo se pasan persiguiéndolo en coche a la vez que le disparan. La anciana que habla con su hijo muerto afirma que una vez que los oficiales toquen la mano del monstruo, conocerán el secreto de cómo aniquilarlo; este tema queda totalmente en la nada luego de que los policías le hacen caso: es como si el guionista se hubiese olvidado el camino por el cual estaba llevando la historia. Los personajes cliché están a la orden del día: el grupo de jóvenes bravucones que quiere abrir el vehículo del villano, la chica que corre por su vida, el chico enamorado y tímido, etc. El ritmo de la película tampoco ayuda y en su segunda mitad llega a aburrir por tener muchos minutos demás. Nadie pidió por una tercera parte de Jeepers Creepers. Ahora que la tenemos está muy claro que el film no hubiese molestado si se usaban elementos del género correctamente. Ya cuando el personaje principal tiene que asustar y en vez de eso causa risa la producción debería haber dado marcha atrás. Esta película ni por asomo te dará terror, pero si querés divertirte un rato por todo lo mencionado más la notoria pantalla verde en la mayoría de las escenas y las cuatro melodías que se repiten cada dos por tres, adelante.
Personas desaparecidas Se ocultan en la oscuridad (Be Afraid, 2017), película dirigida por Drew Gabreski y escrita por Gerald Nott, pretende ser de terror pero no lo consigue. La historia se centra en el doctor John Chambers (Brian Krause), quien junto a su esposa embarazada Heather (Jaimi Paige) y su pequeño hijo Nathan (Michael Leone), se muda a un pueblo de Pensilvania. Poco después Ben (Jared Abrahamson), hijo de su matrimonio anterior, se les une al dejar la universidad. Cosas raras comienzan a pasar tanto de día como de noche. Por ejemplo Nathan ve a una niña en el bosque que lo incentiva a seguirla y John sufre de parálisis nocturna. El pueblo se caracteriza por la cantidad de personas desaparecidas, asunto al que el oficial Collins (Louis Herthum) no le encuentra solución. Las entidades malignas no tardarán en presentarse en la casa de los Chambers, y John deberá proteger a su familia cueste lo que cueste. La película usa todos los recursos que ya conocemos de este género: un bosque con niebla, luces que se prenden y apagan, nene que dice ver figuras tenebrosas a la noche pero que sus padres no le creen, túnel oscuro, mujer que catalogan como “loca” porque sabe lo que el chico ve, etc. Esto no sería un error si el relato estuviera bien construido, sin embargo aquí se intenta generar misterio durante todo el metraje para en los últimos minutos tirar una explicación apresurada que no cierra del todo. Luego de la mitad el film llega a aburrir porque aunque uno quiere saber qué es lo que sucede, las respuestas son muy pocas, haciendo que el interés decaiga cada vez más. Las entidades malignas en un principio pueden resultar intrigantes, pero mientras avanza la trama se decide mostrarlas en pantalla de cuerpo completo y lo que menos logran es asustar. Tampoco ayuda lo mal utilizados que están los efectos como también la notoria música dramática. Se ocultan en la oscuridad constituye otro fracaso dentro del terror que solo es pasable si no tenés grandes expectativas. Una película clase B que no vale la pena ver en cine.
Por mi hermano, lo que sea Good Time: Viviendo al límite (Good Time, 2017) es una película dramática dirigida por los hermanos Josh y Benny Safdie. El primero de ellos la co-escribió y el segundo la protagonizó junto a Robert Pattinson. Compitió por la Palma de Oro en la Competencia Oficial del último Festival de Cannes, donde fue aplaudida de pie durante seis minutos. Luego del intento fallido de robar un banco, Connie (Robert Pattinson) logra escapar pero su hermano Nick (Ben Safdie), quien tiene una discapacidad mental, choca con una puerta de vidrio y es esposado. Sabiendo que la cárcel es uno de los peores lugares en el que Nick puede estar, Connie deberá conseguir el dinero que le falta para poder sacarlo de allí. Si hay algo para decir de esta película es que su título es totalmente irónico: no está hecha para que la pases bien en el cine sino todo lo contrario. Durante el transcurso de una noche Connie busca ayuda en diferentes personas, actúa por impulso y como espectador lo vemos hundirse cada vez más en un agujero que él mismo provocó. Los directores no se ocupan de darnos detalles sobre la vida de estos dos hermanos pero sí nos dejan en claro que Connie haría lo que sea para proteger a Nick. La determinación que le da Robert Pattinson a su personaje es notable y es gracias a esta producción que el actor logra alejarse de Crepúsculo (2008), saga que lo convirtió en una estrella hollywoodense. Aquí hace notar que puede meterse en proyectos independientes arriesgados y salir muy bien parado ya que en ningún momento al verlo actuar recordamos su faceta de vampiro enamorado. Desde el principio la película maneja un ritmo que no da respiro, con una gran secuencia de robo al banco que mantiene la tensión y nos introduce para lo que se viene. La violencia tanto verbal como física se palpa en cada escena por lo que no es una película fácil de ver y/o digerir; hay momentos en particular que impresionan y no dan ganas de seguir viéndola, no porque sea mala sino por lo fuerte de su temática. La fotografía de Sean Price Williams junto a la banda sonora de Oneohtrix Point Never logran meternos de lleno en una faceta pocas veces vista de la ciudad de Nueva York: más realista, salvaje y oscura. A medida que avanza la trama algunos hechos llegan a ser confusos y poco creíbles; la forma en la que el film está grabado, utilizando cámara en mano con primerísimos planos, consigue poner nervioso al espectador por la manera brusca de mostrar sus movimientos. La empatía hacia el protagonista es nula debido a que vive tomando decisiones erróneas o faltando el respeto hacia los demás, lo que genera que presintamos su destino. Good Time: Viviendo al límite se convierte en un largometraje difícil de recomendar ya que no es para todo tipo de público. Si estás preparado para ver un thriller intenso, fuerte y que se va a quedar con vos luego de salir de la sala, adelante. Para las personas impresionables, mejor dejarlo pasar.
Al mando del hogar sin estar preparada La posesión de Verónica es una película de terror española dirigida por Paco Plaza, reconocido por la saga REC. El guion también estuvo a cargo de él junto a Fernando Navarro. El reparto incluye a Sandra Escacena, que debuta en el cine con el papel protagónico, Ana Torrent y los niños Bruna González, Iván Chavero y Claudia Placer. A los 15 años Verónica (Sandra Escacena) debe hacerse cargo de sus hermanitos Lucía (Bruna González), Irene (Claudia Placer) y Antoñito (Iván Chavero) ya que su madre trabaja todo el día en un bar. Un día en la escuela la joven baja al sótano para jugar a la ouija con dos compañeras mientras los demás están apreciando el eclipse solar desde el patio. Verónica desea comunicarse con su padre fallecido pero en vez de eso sin quererlo conseguirá abrir un portal que dará paso a una entidad maligna. Ahora su familia está en peligro, en su casa de Madrid ocurren cosas extrañas y ella sufre los efectos de haber sido poseída. Ya estamos acostumbrados a los estrenos de terror clichés, con historias planas y redundancia de jump scares. Si leemos la sinopsis de este film o vemos su póster promocional nos parecerá más de lo mismo. Sin embargo detrás de ello se esconde una gran película del género que no debe pasar desapercibida. Lo que la diferencia de otras producciones y constituye lo más destacable del film es en dónde está puesto el foco. Paco Plaza se toma todo el tiempo que necesita para desarrollar la dinámica del hogar de Verónica, sin perder en ningún momento ni el ritmo ni el interés del espectador. Gracias a esto conectamos desde entrada con los cuatro hermanos, nos llegan a importar y deseamos su bienestar. Por otro lado es imposible no aplaudir la acertada elección de casting. En su debut cinematográfico Sandra Escacena brilla como Verónica a pesar de tener variadas escenas complejas con mucha carga emocional. De todas sale airosa, componiendo con éxito a una adolescente que no está siendo escuchada y debe arreglárselas por sí sola. Los pequeños Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero no se quedan atrás con sus buenas interpretaciones. Gracias al guion, sus diálogos recuerdan la inocencia que existe en la infancia, transmiten ternura y aportan el toque de humor que alivia la dura realidad que atraviesa su hermana. La recreación de época está muy bien lograda, pudiéndola apreciar desde la música que escucha la protagonista hasta el televisor en el que la imagen que transmite no es del todo clara. Los movimientos de cámara y la fotografía oscura ayudan a crear ese ambiente tan atemorizante como sofocador. Gracias a estos dos elementos en una secuencia dentro de la casa Verónica se mueve por las habitaciones, abriendo tantas puertas que no llegamos a dilucidar cómo era la estructura del hogar, lo que genera una sensación claustrofóbica fantástica. Lo único que puede sacar al espectador del contexto realista en el que se desarrolla el relato es la presencia de una monja ciega en la escuela. Su personaje resulta cliché y no aporta nada relevante. Por suerte su participación no llega a más de tres escenas. La posesión de Verónica contiene momentos perturbadores que quedarán rondando en la mente al recordar que está basada en una historia real. Los sustos son auténticos pero por sobre todo es el alto nivel de conexión con la protagonista lo que lleva a darnos cuenta que ésta es mucho más que una historia de terror.
Internet en la tercera edad Amor.com (Un Profil Pour Deux, 2017) es una comedia romántica francesa dirigida y escrita por Stéphane Robelin. El reparto incluye a Pierre Richard, Yaniss Lespert, Fanny Valette, Stéphanie Crayencour, Stéphane Bissot y Pierre Kiwitt. Pierre (Pierre Richard) es un anciano de 79 años que ya no le encuentra sentido a la vida debido a la pasada muerte de su esposa. No sale de su casa hace dos años, mantiene en la heladera alimentos podridos, convive con el desorden y no se preocupa en higienizarse. Preocupada por la situación, su hija Sylvie (Stéphane Bissot) decide comprarle una computadora para conseguir entretenerlo. Para que Pierre aprenda a usarla, Sylvie contrata a Alex (Yaniss Lespert), el novio de su hija que es un escritor desempleado. Hace bastante tiempo que Pierre está peleado con su nieta Juliette (Stéphanie Crayencour) ya que él no está de acuerdo en que ella se haya separado de David (Pierre Kiwitt). Es por eso que Sylvie decide no contarle nada a su padre sobre que Alex es el nuevo novio de su hija. En una página web de citas, Pierre se crea un perfil utilizando una foto de Alex y comienza a chatear con la joven fisioterapeuta Flora (Fanny Valette). El problema se originará cuando los dos pacten su primera cita en Bruselas, por lo que Pierre deberá convencer a Alex que vaya en lugar de él. Como se puede ver, los enredos de identidad y parentesco son la base de esta comedia liviana que no llega a causar carcajadas pero sí alguna que otra sonrisa. Stéphane Robelin explora la soledad en la tercera edad, la influencia enorme de la tecnología para encontrar pareja y la privacidad que debe tener cada individuo, todo ello sin analizarlo en profundidad. Algunos momentos graciosos ocurren cuando Pierre, al no saber que Alex es el nuevo novio de su nieta, opina mal de él frente a frente o cuando lo llama temprano por teléfono para preguntarle qué debe clickear en la compu, a lo que Alex le dice que abra la ventana y el anciano lo hace de forma literal. La película tiene actuaciones aceptables pero ninguno llega a destacarse. El error está en su último tramo: por querer darle un final feliz a toda costa, éste queda muy forzado y la reacción de Flora no resulta nada creíble. Aunque el desenlace sea agradable, es imposible perdonar cómo se tomó a la ligera la creación de un perfil falso en Internet que a la vez aprovechó la situación personal de la engañada. El título original del film, Un perfil para dos, tiene mucho más sentido que el que se le dio en nuestro país. Ya sería hora que las traducciones sean correctas y no inventos. Con Amor.com no la vas a pasar mal ya que se deja ver. Sirve para pasar el rato si buscás una película en la que su trama no sea para pensar ni tenga vueltas de tuerca. Entretiene lo justo pero no quedará en el recuerdo.
Cotidianidad Asuntos de familia (Omor Shakhsiya, 2016) es una comedia dramática israelí que tiene como debut en su dirección a Maha Haj, que también escribió el guion. El reparto incluye a Amer Hlehel, Mahmoud Shawahdeh, Maisa Abd Elhadi, Ziad Bakri, Jihan Dermelkonian, Hanan Hillo, Doraid Liddawi y Saana Shawahdeh. Una pareja de ancianos vive al ritmo de la rutina diaria en la ciudad de Nazaret. En Ramala, al otro lado de la frontera, su hijo Tarek se empeña en ser el eterno soltero; su hija está a punto de dar a luz; el esposo de ésta -que es mecánico-, obtiene un papel en una película; y la abuela pierde la cabeza. En Suecia, el hijo mayor de la familia espera la visita de sus padres. Cotidianidad es la palabra que mejor define a esta película ya que eso es precisamente lo que se nos muestra. Parece que el amor se extinguió entre Salah (Mahmoud Shawahdeh) y Nabila (Saana Shawahdeh): después de tantos años de casados ya ni se comunican entre sí. Él se la pasa sentado con la notebook en su regazo, ella mirando telenovelas, tejiendo o cocinando. El silencio reina en el hogar, salvo cuando aparece la vecina charlatana por afuera de la ventana. Por otro lado tenemos a su hijo Tarek (Doraid Liddawi), que a pesar de ya estar saliendo con Maisa (Maisa Abd Elhadi) hace tres meses, la sigue considerando una amiga. La joven no podrá guardarse su enojo y esto ocasionará algunos problemas. La película transcurre sin mayores sobresaltos tornándose demasiado aburrida en su conjunto. Si analizamos las escenas por separado, algunas llegan a ser muy buenas, como por ejemplo la que uno de los hijos va a ser cenar con sus padres, agarra el celular y él solo se ríe de un chiste que lee, dejando de lado a los ancianos. Pero que el ritmo adoptado sea tan lento hace que la atención vaya poco a poco decayendo. Situaciones graciosas en las cuales nos podemos sentir identificados las hay, como también otras que no suceden todos los días (que los que llegan en auto al mecánico decidan que éste sea perfecto por sus rasgos físicos para actuar en un film). El guion resalta por su simplicidad, tan natural que nos parece estar viendo la vida misma pasar ante nuestros ojos. Asuntos de familia puede tornarse eterna a pesar de su hora y media de duración por lo que no es recomendada para los que busquen una historia con dinamismo en la que haya giros sorprendentes. Sin embargo, si querés ver un relato pacífico bien actuado sobre las relaciones humanas, probablemente la disfrutes.
Perdido en la nieve Bajo cero: milagro en la montaña (6 Below: Miracle on the Mountain, 2017) es una película dramática basada en hechos reales. Está dirigida por Scott Waugh y escrita por Madison Turner. El reparto incluye a Josh Hartnett, Mira Sorvino, Sarah Dumont, Kale Brady Culley y Jason Cottle. Eric LeMarque, ex jugador de hockey profesional, decide pasar un día haciendo snowboard en las montañas de Sierra Nevada de California aunque el alerta de tormenta está vigente. Adicto a la metanfetamina, distanciado de su madre y con una sentencia judicial por la que se tiene que presentar a la Corte en seis días, Eric se aleja con su tabla de nieve sin tener en cuenta el clima, por lo que termina perdido, sin comida ni señal en el celular. Adaptada del libro autobiográfico “Crystal Clear” (2009), la historia busca ser emocional pero nunca lo consigue. Esto sucede gracias a que la empatía con el protagonista es nula. A través de unos flashbacks, con efectos muy feos para diferenciarlos de la actualidad, vamos conociendo la infancia de Eric, pero están tan mal utilizados que pareciera que el director no sabía en qué momento meterlos. A la película tampoco le juega a favor que no haya mucho para contar, por lo que seremos testigos de lo que ya vimos en muchos relatos de este estilo: persona alejada de la civilización con un clima atroz, cae al agua congelada, se lastima alguna parte de su cuerpo, no tiene con qué alimentarse y no debe dejar que los lobos lo devoren. Lo único novedoso sería su adicción a las drogas, sin embargo su sufrimiento por la abstinencia lo que menos hace es conmover. El guion resulta forzado, en específico las líneas que le tocan a la madre encarnada por Mira Sorvino. Se nota su sobreactuación y al ya saber cómo será el desenlace, los 98 minutos son muy tediosos. Ni hablar de la repetición continua de la única lágrima que cae por la mejilla, ya sea de Eric o de ella. Hay una escena en particular del final que está alargada a más no poder, lo que sólo nos hace pensar “que lo rescaten de una vez por todas”. Como es sabido, en este tipo de historias nunca falta la canción inspiradora mientras bajan los créditos. Bajo cero: milagro en la montaña podría haber funcionado a pesar de todos sus clichés; sin embargo su mala narración, poco ritmo y débil guion la convierten en una película olvidable ni bien termina.
Un director para nada ejemplar Arpón es un thriller dirigido por el venezolano Tom Espinoza, siendo su ópera prima como director y escritor (antes hizo cortos). Co-producida entre Argentina, España y Venezuela, el reparto incluye a Germán de Silva (José en la aclamada Relatos Salvajes), Ana Celentano, Laura López Moyano (Premio Revelación por La Patota) y el debut cinematográfico de Nina Suárez, hija de la actriz y cantante Rosario Bléfari. Aunque la cinta fue filmada durante cuatro semanas en la ciudad de Berazategui, el director viene pensando las ideas del film hace cinco años. Tuvo su recorrido por variados festivales, entre ellos el de Chicago, Torino, Varsovia y Valladolid. La historia se centra en Argüello (Germán de Silva), un director de escuela que día a día se rige por sus propias reglas: revisa las mochilas de cada alumno, trata mal a los demás, se deja llevar por sus impulsos, entra donde no le corresponde, etc. La única de las alumnas que le hace frente es Cata (Nina Suárez), una chica de 14 años que guarda un objeto peligroso. Debido a un accidente y sin lograr contactar a su familia, Argüello deberá hacerse cargo de ella por una noche. Lo que no sabe es que eso tampoco será para nada fácil en su vida, ocasionándole un gran problema a futuro. La película abarca varias temáticas interesantes que pueden apreciarse si desde un principio tenemos en cuenta que es un producto de ficción. Por un lado tenemos a un hombre que aprovecha su posición de poder. Su autoritarismo es un aspecto normal en esa escuela y él se justifica a sí mismo gracias al objeto que encontró en las pertenencias de la problemática Cata. Germán de Silva compone a una persona que influye temor porque uno no sabe hasta dónde es capaz de llegar. No lo conocemos en profundidad pero por sus acciones captamos que cuando se propone algo, no para hasta cumplirlo. El carácter fuerte de Cata lo descoloca por completo, haciendo que las escenas juntos sean súper disfrutables de ver. Nina Suárez es toda una revelación: solamente con su mirada penetrante, ya que los diálogos son escasos, logra transmitir la soledad que siente. Cata hace cosas que en su interior sabemos que no desea y su único objetivo es el de pertenecer. Hay una gran crítica hacia lo que implica el ser popular en la adolescencia, con el boom de las redes sociales y sus estereotipos de belleza. La joven también demuestra sus dotes para el canto en un rap con mucho significado. Aunque su rol es primordial en la película, me hubiese gustado que desarrollaran en mayor medida su situación familiar. Debido al bajo presupuesto se produce un abuso del uso de cámara en mano, por lo que hay demasiados planos cerrados donde solo vemos la nuca del protagonista caminando. Sin embargo cuando llega la tensión, lo hace con toda la fuerza, manteniéndonos intrigados por lo que pasó. Ser testigos de cómo se manejan los profesores dentro de un colegio resulta interesante, y más si escuchamos lo que hablan entre ellos, sin sus alumnos presentes. Ana Celentano en el papel de la maestra Sonia hace un gran trabajo a la hora de expresar lo que quiere conseguir de los chicos, qué enseñanzas desea dejarles. Su relación con el director es ardua, con peleas que van aumentando a medida que transcurren los 82 minutos. La película hace foco en la trata de personas sin que sea su tema central sino una vía para llegar a lo que se quiere contar. Al principio creemos saber para qué camino nos quiere llevar Tom Espinoza, sin embargo luego eso cambia completamente y las teorías armadas desaparecen, lo que puede dejarnos decepcionados. Únicamente pasado un tiempo de su visionado uno descubre lo que se quiso transmitir: en ese ámbito la naturalización es plena. Puede que Arpón sea un largometraje pequeño, sin embargo los tópicos que toca, sus buenas actuaciones y originalidad lo hacen grande. Casi imposible que no te atrape su historia.