Amor ataca éxodo Como resulta característico en la mayoría de los últimos films argentinos, el director Lucas Blanco eligió una circunstancia social del país para tener como base de su ópera prima llamada Amor en tránsito, película que narra diferentes encuentros (y desencuentros) amorosos teniendo como contexto el recurrente éxodo de jóvenes durante 2001 y 2002. Esta película, que se presentó en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y obtuvo el premio al mejor largometraje latinoamericano, cuenta la historia de Mercedes (Sabrina Garciarena), que terminando los trámites que la llevan a Barcelona para reencontrarse con su novio, se cruza casualmente con Ariel (Lucas Crespi), que se irá transformando en una compañía más que agradable. A su vez, Juan (Damián Canduci) arriba al país después de muchos años de ausencia. No puede dar con la mujer que vino a buscar pero si conoce a Micaela (Verónica Pelaccini) que, abandonada por la partida de un viejo amor, va convirtiéndose en algo tal vez posible y cercano. Tomando al TEG como referencia lúdica de las idas y vueltas de los personajes, el film desde su inicio transcurre con buen ritmo y singular originalidad, exhibiendo el panorama en el cual los jóvenes hacen largas colas para sacar pasaportes o hacen fiestas de despedidas para los amigos que se van. Pero más allá de estas situaciones, que sirven como contexto y no como núcleo de la trama, la cinta busca centrarse en las desventuras amorosas de estos cuatro personajes, que se intercalaran de manera acertada y precisa, utilizando de forma correcta los elementos de la narración coral. Con una lúcida fotografía y cierto aspecto cool, el film se sostiene en las actuaciones de sus protagonistas, dentro de los cuales se destaca Lucas Crespi, siendo el más natural y correcto en su papel. Los otros actores realizan una buena labor pero nunca logran despojarse de cierta pose, que le quita frescura y sinceridad a sus trabajos. Más allá de ser atractivo el contexto de la narración, el film transita los clásicos momentos de la comedia romántica, buscando ser cálida, sencilla y cercana, características que alcanza pero que lo convierten en un trabajo “tibio” ya que nunca penetra profundamente en las raíces de los personajes, quedándose con lo simple y pequeño. Sin embargo, esta cierta ingenuidad no resulta tan nociva porque la cotidianeidad que contiene el trabajo junto con cierta naturalidad que transmiten algunas situaciones, hacen que Amor en tránsito sea un agradable entretenimiento donde se pueden ver historias cercanas que pasaron (y pasan) en nuestro país.
Simple y sencillo En la actualidad, Angelina Jolie se ha convertido en casi la única actriz capaz de protagonizar un film de acción sin que nadie se sorprenda de ello y que su labor resulte destacable. Esta circunstancia sobresale porque el género donde abundan los disparos, las explosiones y persecuciones es principalmente machista, ya que desde John Wayne hasta Jason Statham siempre fueron hombres las figuras de este tipo de historias. No obstante, Angelina demuestra su talento para representar a una heroína de acción y una prueba de ello es Salt, en la que Jolie será la protagonista de una atractiva trama de espías que buscará reavivar la vieja disputa entre Estados Unidos y Rusia. El film se centra en Evelyn Salt (Jolie), que como oficial de la CIA hizo un juramento de deber y honor a su país. Su lealtad es puesta a prueba cuando un desertor soviético la acusa de ser una espía rusa. Salt se da a la fuga y se ve obligada a utilizar todas sus habilidades y años de experiencia como espía encubierta para evitar que la capturen. Sus esfuerzos para demostrar su inocencia sólo sirven para levantar aún más las sospechas acerca de sus motivos. Mientras continúa la caza para descubrir la verdad que se oculta tras su identidad, una pregunta sigue latente: ¿quién es Salt? Desde su inicio, la película plantea una interesante confusión sobre el origen de la protagonista, que recién sobre el final resuelve. Este punto resulta como una firme base para armar una atractiva trama donde nada es lo que parece, siendo los momentos más destacables la sorpresiva resolución de las diferentes situaciones. Con un prolijo y preciso trabajo de armado, el guión se va desarrollando vertiginosamente, sin pausa, pero siendo simple en lo que muestra y plantea, sin intentar ser más que lo que puede alcanzar. Esta característica permite que el foco de la historia nunca se desvíe en otras direcciones sino que siempre tenga un objetivo y hacia allí se dirige. Junto a esta particularidad del relato, se suma una acertada utilización de los efectos especiales como también una perfecta realización de persecuciones y peleas, convirtiendo al film en un trabajo que busca el vértigo pero a través de la prolijidad y la corrección, sin caer en locuras. También ayuda la tarea de la protagonista, ya que Jolie representa con solvencia y perfección a la agente Salt, sin excederse en ningún momento, característica que muchas veces se le ha criticado a Angelina y que aquí ha sabido controlar. La acompañan un sólido elenco que realiza aceptablemente sus roles, destacándose Liev Schreiber con un personaje que resulta vital para el éxito de la historia. Salt es un correcto y atractivo film de acción sobre espías, que no estará dentro de las joyas del cine pero que tampoco busca serlo. Intenta contar una historia dentro de un importante género y logra hacerlo de una manera perfecta. No busca ser “inolvidable” y en esa humildad encuentra su éxito, por lograr que el espectador se pueda entretener en sus 99 minutos de duración.
Se les escapó la tortuga La frase “el fin justifica los medios” no siempre se cumple. Muchas veces un objetivo digno y valorable no autoriza al uso de maneras o formas desleales, pobres o frágiles. Este es el caso de Cuentos de la selva, film de animación nacional dirigido por Liliana Romero y Norman Ruiz, que por expresar un loable mensaje ecologista utiliza un flojo trabajo cinematográfico. La película, basada muy libremente en el clásico literario de Horacio Quiroga, se inicia en un día normal en la selva. Cerca de allí, hay un puerto donde los barcos están llegando llenos de camiones y máquinas. El yaguareté advierte a los demás del peligro por venir. Los animales no creen lo que dice, pero el coatí, que ha visto las máquinas, tiene miedo. Esto dará inicio a una lucha muy grande: algunos animales resistirán el avance del hombre en la selva. La película desde su inicio plantea un pobre trabajo visual, mezclando animación digital (que se utiliza en los personajes) con tradicional (que se utiliza para los fondos y paisajes) que provoca confusión y extrañez en el espectador. La combinación crea una sensación de artificialidad que lleva a que nunca resulte creíble lo que se está narrando, por muy poco verosímil. A esto se suma el pésimo trabajo de las voces de los personajes que en ninguna oportunidad interpretan los textos sino los leen directamente, sin matices ni colores en su relato, como para generar algún tipo de empatía con los animales que están representando. Y a su vez, un guión muy flojo que en ningún momento genera tensión o atractivo, siendo previsible, aburrido y sin sentido, terminan de componer un producto que parece haberse realizado hace muchos años cuando el género de animación recién comenzaba y era bastante difuso. Pero en tiempos de Pixar, Dreamworks, entre otros, se espera por lo menos la explotación de los elementos y se adapten a lo que se quiere hacer localmente, más allá de la gran diferencia de dinero y posibilidades que hay entre ambos “mundos”. Solamente la búsqueda de brindar un mensaje ecologista (incluido de una manera demasiado subrayada, burda y agobiante, que sólo genera irritación en vez de conciencia) es el único punto aceptable de Cuentos de la selva, que para quien escribe es más un insulto que un homenaje para un reconocido escritor como lo fue Horacio Quiroga.
Azul Como un nuevo intento de exhibir las bellezas del Planeta Tierra y buscando generar conciencia ecológica en la gente, el documental de Jacques Perrin y Jacques Cluzaud llamado Océanos presenta impactantes imágenes de las diferentes especies que conviven dentro de la gran masa acuática de nuestro mundo. Este film nos lleva a un viaje a través de los cinco océanos del planeta, para descubrir lo que nunca antes se ha visto, a través de los ojos de las criaturas que viven en él, y conocer las historias que conectan su mundo al nuestro. La exhibición del mundo acuático se presenta de una forma inmediata, concreta e impactante, con imágenes que resultan increíbles por la cercanía en la cual fueron realizadas, mostrando la gran tarea de construcción de esta cinta. La película se caracteriza por contener pocas palabras de la “típica” voz en off que acompaña a los documentales naturalistas, intenta que el espectador comprenda el objetivo del film mediante las imágenes, las cuales se encuentran tan brillantemente realizadas que el trabajo logra alcanzar su misión. El espectador no puede hacer más que rendirse ante tanta espectacularidad visual, la cual es lograda por una sobresaliente fotografía y una admirable labor de cámaras. A la destacadísima tarea visual, se le suma el mensaje ecologista, muy necesario por estos tiempos, que a algún espectador le resultará molesto o agobiante, pero en esta época donde el ser humano no parece darse cuenta de la realidad en que vive el Planeta, el cual se encuentra en una situación compleja, resulta oportuno intentar despertar esa conciencia naturalista que se necesita para poder aspirar a cambiar la realidad que nos toca vivir. Que en pocos años será peor aún. Volviendo al film, quizás la principal falencia que la falta de un hilo conductor, un orden preciso y coherente, ya que en varias oportunidades resulta fragmentado, reiterativo y sin una organización lógica. A pesar de esta falla, Océanos impacta por su contenido visual, el cual es tan potente que logra superar cualquier error guional. Se espera que a los espectadores les llegue el mensaje ecologista que transmiten esas admirables imágenes, las cuales contienen una belleza aún mayor: la vida del Planeta.
Mucho Análisis y poca humanidad Atractivo análisis social sobre los negocios del cine es el que realiza la directora francesa Mia Hansen-Love en su film El padre de mis hijos, donde muestra las consecuencias que puede llegar a tener un productor de cine si sus intereses comienzan a marchar en forma negativa. Lamentablemente, esta exploración carece de sentimiento y carisma como para que el trabajo transmita un poco de humanidad. La cinta se centra en Grégoire Canvelli, un hombre que lo tiene todo. Una mujer que ama, tres niñas estupendas y un trabajo que lo apasiona: es productor de cine. Sin embargo, cuando parecía invencible, su empresa entra en números negativos. Grégoire seguirá adelante, cueste lo que cueste, pero un día se verá obligado a enfrentarse a la realidad y a una nueva palabra: el fracaso. La película muestra claramente la debacle de un productor de cine en plena Francia, exhibiendo su lucha para conseguir dinero para apoyar producciones que contienen un valor artístico más que comercial, las exigencias extremas de algunos directores y como el sector financiero lo presiona a más no poder. Aquí, la directora logra presentar de forma acertada el caos que significa para un hombre de cine que su trabajo y sus logros se vayan “a pique” después de años de reconocimientos, y como la desesperación por salvar su prestigio repercute en su ámbito familiar, el cual ignora su estado profesional y le cuestiona el desinterés por las cuestiones domesticas. Estos instantes son los más atractivos del film, demostrando una realidad escondida sobre la industria del cine, ámbito de gran importancia en un país como Francia y que quizás se oculta “bajo la alfombra” para seguir adelante sin importar la persona y su familia. Pero a este atractivo análisis le faltó algo fundamental, la humanidad. Durante toda la cinta no se muestra un sentimiento, siendo todo uniforme, lineal, insulso, llevando a que el film en muchos momentos se vuelva denso e insoportable. La falta de creación de climas y de personajes con relieve hacen que el espectador nunca se identifique con la historia, provocando un trabajo frío y distante. Esta observación falla en querer analizar un ámbito social desde lo general pero no desde lo particular, como si la persona no formara parte de la sociedad. Como estudio social, el film despliega acertadamente su visión pero erra en no agregarle la porción humana, del hombre o mujer, ya que no describe sentimientos o sensaciones que le produce esa realidad general en la cual está viviendo. Esta característica aleja y a su vez, no genera empatía con quien observa por ser esta perspectiva tan alejada de lo cotidiano. Con un tramo final bastante desconcertante por la inclusión de escenas sin sentido que quizás son metáforas que sólo se entienden estando en la cabeza de la directora, El padre de mis hijos se destaca por su enfoque general sobre el ámbito del cine. Pero a este punto de vista le falta el aspecto humano, fundamental para que el espectador se sintiera identificado o comprendiera la realidad de un hombre desesperado por la perdida de su negocio y la repercusión dentro de su seno familiar. Falto más humanidad y menos análisis.
Asustar en vez de contar Las temáticas sobre extraterrestres son usuales dentro de las ficciones cinematográficas, siendo enfocadas de diferentes maneras. Desde el lado tierno y divertido como E.T. hasta los casos oscuros y misterios que se dedicaron ha investigar Molder y Scully. Siguiendo este tópico, el director de origen nigeriano Olatunde Osunsanmi busca indagar sobre las abducciones alienígenas en su film Contactos de cuarto tipo, basándose en supuestos registros reales. La cinta transcurre en Nome (Alaska), un lugar conocido por el desproporcionado número de casos de desapariciones que ha habido desde los años 60 y que no han sido descifradas por las múltiples investigaciones del FBI. La psicóloga Abigail Tyler intenta descubrir lo sucedido en estos extraños hechos, mediante sesiones de video con pacientes traumatizados, descubriendo la mayor evidencia de abducción alienígena jamás documentada. El titulo del film hace referencia a una escala de medición para encuentros con extraterrestres, que se estableció en 1972. Cuando se avista un OVNI, se llama un encuentro de primera clase; cuando se encuentra evidencia, es conocido como un encuentro de segunda clase; cuando se hace contacto con extraterrestres, es el tercer tipo. El siguiente nivel, el secuestro o abducción, es el cuarto tipo. A su vez, al inicio de la producción, la protagonista del film, Milla Jovovich, brinda una breve explicación de cual va a ser su rol, que el trabajo estará basado en lo que le ocurrió “realmente” a la doctora Tyler y que se van ha exhibir imágenes “verdaderas” sobre la investigación de la psicóloga. Si se toman como base ambos elementos concretos, se podría decir que el film en su comienzo resulta muy atractivo por la temática y por su aspecto real. Pero al finalizar la cinta, el pobre trabajo de dirección hacen que todo termine siendo fantasioso, increíble e irreal, ya que en ningún momento Osunsanmi se toma en serio lo que cuenta y busca más el efecto que una acertada narración. La utilización de una combinación entre instantes reales y ficticios, mezclando la actuación de reconocidos actores (Jovovich, Elias Koteas y Will Patton) con escenas “verídicas” sobre lo acontecido en algunas sesiones de la psicóloga con pacientes que tenia extraños pensamientos, confunde más que aclara porque la combinación hace que no se diferencie bien que es verdad y que es ficción. En varios momentos, las imágenes reales parecen un elemento más del guión y no un documento que corrobora la historia, incluidos solamente para darle vértigo e impacto al film y no como un elemento fundamental para comprender y verificar este relato. El Proyecto Blair Witch también utilizaba grabaciones pseudo reales y utilizaba estas imágenes para contar la trama, haciendo que todo el universo del film se mueva dentro de las reglas que proponía dichas grabaciones. Aquí, la alternancia entre ficción y realidad no permite que nunca termine de creerse lo que se esta narrando, llevando a que el espectador descrea y hasta se burle de lo que esta observando. Contactos de cuarto tipo tenia una premisa interesante, pero su pobre realización hace que la base de una atractiva historia se tire a la basura. Principalmente, porque el director Osunsanmi busca más hacer un film efectista en vez de contar una interesante trama, llevando a pensar que el propio realizador tampoco creyó en la doctora Tyler, porque sólo busco asustar en vez de contar.
Un buen reflejo La constante del cine estadounidense de presentar historias que tienen relación con los conflictos militares en los cuales el país interviene ya no sorprende a nadie. Desde la Primera Guerra Mundial hasta los actuales enfrentamientos en Afganistán son materia prima atractiva para los realizadores y más aún en la actualidad, si en la última entrega de los Oscar el film que se llevó el galardón más importante contenía esa temática. Es por ello que Hermanos, de Jim Sheridan (basada en la película homónima de Susanne Bier), aborde el antes, durante y después en la vida de un soldado que fue a Medio Oriente, no sorprende a nadie, pero si atrae su visión centrada en lo personal y no tanto en el conflicto en si mismo. La cinta se centra en el Capt. Sam Cahill, un hombre que tiene una exitosa carrera militar, una bella mujer, Grace, y dos hijas. Su hermano menor, Tommy, recién sale de la cárcel y va dando tumbos por la vida, siempre al borde de la ley. Cuando Sam es enviado a Afganistán en una misión y desaparece, Grace es consolada por Tommy, que contra toda previsión demuestra ser capaz de asumir responsabilidades. Cuando Sam regresa a casa, traumatizado por su experiencia como prisionero en las montañas de Afganistán, ya nada es lo mismo. El film se inicia presentando al militar dentro de su rol como padre, esposo e hijo, en el cual realiza una tarea casi perfecta siendo mimado y amado por todos. En contra partida se exhibirá a su hermano como la oveja negra, al cual nada le sale bien pero por su propia voluntad. Sin embargo, cuando el soldado sea enviado a Afganistán a pelear, los lugares comenzarán a rotar y la desaparición de Sam en Medio Oriente potenciará aún más esta tendencia, que irá aumentando gradualmente junto con la tensión dramática, que sobre el final alcanzará su punto máximo Dentro de este juego se moverá la trama, que en todo momento logra exhibir perfectamente los sentimientos que provoca la guerra, desde los más nobles hasta los más bajos y oscuros. En este punto es donde la película se destaca porque en ningún instante se detiene para provocar la típica “lágrima fácil” que se podía haber usado para una historia así. Sino que todo lo contrario, apunta a exhibir que es lo que le pasa a los seres humanos inmersos directa o indirectamente en un conflicto bélico de una manera sincera y prolija, sin golpes bajos, y con noción de lo que se esta contando. Tal vez la precisión por no salirse de sus límites provoque cierta falta de emoción real al film, que quizás se torne un poco distante y frío pero que sin lugar a dudas por momentos impacta y estremece notoriamente. La trama logra su objetivo basándose en las buenas actuaciones de un atractivo elenco, en el cual cada uno se destaca en el rol que personifica aportándole lo necesario para que la historia sea bien narrada. La sensatez y locura de Tobey Maguire, el carisma de Jake Gyllenhaal, la belleza y calidez de Natalie Portman, los breves pero importantes aportes de Sam Shepard y las magistrales tareas de Bailee Madison y Taylor Geare como hijas del Capitán. Desde los aspectos técnicos no hay nada que reprocharle a Sheridan y su equipo, ya que realizan una destacada labor en la construcción del film marcando acertadamente los tiempos, exhibiendo una bella fotografía y presentando una atractiva banda sonora, que terminan de completar perfectamente con esta atractiva producción. Hermanos en su concepción es una interesante cinta que muestra el lado humano de una guerra feroz y delirante, presentando su repercusión dentro del ámbito social y no desde el aspecto gubernamental. Quizás si se hubiese logrado un poco más de profundidad dentro de cada personaje se estaría hablando de una película que marca una época, ya que el film se queda a medio camino en enfocar los sentimientos profundos de los soldados y sus familias. Sin embargo, esa mitad de recorrido alcanza como para destacarla y mostrarla como un buen reflejo de la realidad actual.
El Caminante errante Varios films ya han apuntado a presentar al planeta destruido, con una visión futurista bastante decadente a la actual. Un mundo sin espacios verdes, todo árido, devastado por las guerras y los problemas ecológicos, que si se observa las pocas decisiones que se toman hoy en día para intentar salvar la Tierra, es un futuro que no parece tan lejano. Desde Mad Max hasta Wall-E presentan este tipo de contexto para contar sus historias y a partir de este ambiente, dirigirse hacia un tema específico. Ahora, dentro de esta categoría se debe incluir a El libro de los secretos, cinta dirigida por Allen Hughes y Albert Hughes, protagonizada por Denzel Washington y Gary Oldman, que busca ser diferente mediante la utilización de lo místico. Esta producción transcurre en un futuro no muy lejano, unos 30 años después de la guerra final, donde un guerrero solitario (Washington) camina sobre la desolada tierra que una vez fue los Estados Unidos. Como un héroe solitario, custodia un libro que guarda importantes secretos que podrían salvar a la humanidad de la extinción. Sólo otro hombre en este mundo en ruinas entiende el poder que Eli tiene en sus manos y está dispuesto a arrebatárselo: Carnegie (Oldman), un déspota que se ha autoelegido jefe en un improvisado pueblo de ladrones y pistoleros. Desde su inicio, el film presenta fantásticamente el mundo en el cual transcurre esta historia. El tono casi sepia constante, los paisajes desolados y la destrucción producida por las guerras son acertadamente exhibidas, característica que será una constante en toda su duración. A esto se le sumará, la brillante tarea en la realización y filmación de las escenas de acción, y a su vez, el gran manejo de los efectos especiales, que le agregan a la cinta una espectacularidad que impacta y sorprende. El tono oscuro, casi sórdido, que plantea la película permite que el espectador se ubique en ese mundo y comprenda las reglas en ese contexto. Apoyan esta idea las acertadas tareas de los protagonistas, ya que Washington personifica a este “caminante” que no se detiene ante nada ni nadie por cumplir su objetivo y Oldman, con su papel de malvado histérico y enérgico que tan bien le sale. Ambos son acompañados por un elenco que no se destaca pero que logra cumplir su función de manera correcta. A pesar de todos estos aspectos positivos, la producción falla en su guión, en su trama, porque incorpora un aspecto religioso, casi místico, que no concuerda con el aspecto ficcional que contiene la historia. Este elemento es demasiado real, tangible, como para agregarlo con lo fantástico, ambos chocan y nunca terminan de unificarse. Además, que el agregado religioso represente la base de una creencia, la de mayor convocatoria en el mundo, pero que no es la única y dar por sentado que ese elemento engloba a todos los seres humanos y sea la salvación en tiempos oscuros, resulta bastante cuestionable. Más allá de esta interpretación, el guión usa este artificio católico de una manera solemne y seria pero en ningún momento propone argumentos o bases que haga entender la utilización arbitraria de éste. Y a su vez, solo utiliza la cáscara de este elemento y no su profundidad o importancia, haciendo que todo se desvanezca en un oscuro vacío. Si se analiza el film como un producto de ciencia ficción, El libro de los secretos es atractivo y entretenido con instantes muy bien logrados, y un trabajo técnico destacable. Cuando se incluye la temática religiosa, algo comienza a hacer ruido y nada termina de encajar como debería. Tal vez faltó poner la misma dedicación que se colocó en lo técnico dentro de lo guional, como para que un elemento tan fuerte de la escritura no sea utilizado en vano.
Muchas Preguntas, pocas respuestas En su nuevo trabajo llamado Y… donde están los Morgan?, Marc Lawrence (Amor a segunda vista, Letra y música) vuelve a confiar por tercera vez en Hugh Grant como protagonista masculino, esta vez acompañado por Sarah Jessica Parker. El film narra la vida de los Morgan, Meryl (Parker) y Paul (Grant), una exitosa pareja de Manhattan cuyas “casi” perfectas vidas tienen sólo un gran defecto: su matrimonio está a punto de derrumbarse definitivamente. Pero la locura de su vida romántica no puede ser comparada con lo que van a vivir cuando son testigos de un asesinato y se convierten en objetivo de un asesino a sueldo. El programa de protección de testigos del FBI los traslada desde su amada New York a un minúsculo pueblo de Wyoming, donde no tendrán más remedio que convivir. Desde su inicio, el film pretende hablar sobre la vida en pareja, sus momentos alegres y sus dificultades, pero siempre de una manera muy pasatista, sin ahondar profundamente sobre este tipo de conflictos. Esta característica resiente la historia ya que en muchos momentos los protagonistas buscan “hablar seriamente”, pero esos instantes quedan en meras frases sin contenido, por la poca intensidad con la cual se expresan. A su vez, la porción de comedia nunca termina de explotar, tan sólo algunos parlamentos de Grant hacen sacar alguna sonrisa, más por su capacidad para realizarlos, que por la inteligencia de las palabras. Más allá de estas fallas, la principal falencia que contiene el film es la falta de conexión, de química, que tiene Parker y Grant. Se nota claramente que nunca terminan de encajar como pareja, haciendo que todo se vuelva muy artificial y poco creíble. Si se hace una comparación, el gran éxito de Letra y música fue en gran parte por una excelente historia que mezclaba perfectamente el romance con lo musical, pero también por la excelente química que tenían Drew Barrymore y Hugh Grant, haciendo que la historia de amor fuera verosímil. Existen momentos donde pareciera que Parker y Grant sobreactúan la situación como para darle cierto matiz romántico a una trama que en gran parte transmite poco romanticismo. En determinados instantes, la pareja formada por Mary Steenburgen y Sam Elliott brinda más ternura y simpatía que el dueto protagónico. Si se observa de determinada manera, se le podría haber “sacado más jugo” a esta trama que resultaba interesante, ya que los componentes que contiene eran atractivos. Sin embargo, Y… donde están los Morgan? en ningún momento llega a ser fascinante, no posee situaciones contundentes que puedan hacer movilizar al espectador y hasta en algunos tramos, aburre y molesta. Representa cierta decepción que Lawrence hiciera una película con tan poco carácter y simpatía, después de su gran labor en Letra y música. Quizás sea sólo un tropezón en la carrera de este director que parece ser un especialista en comedias románticas, un género devaluado injustamente. Se espera un pronto regreso estelar de Lawrence para poder volver a disfrutar de estas geniales historias de amor y humor.
Maldito Cocodrilo Tomando como base el film Un maldito policía (1992) de Abel Ferrara, Werner Herzog se animó a realizar su propia versión de esa historia, creando Un maldito policía en Nueva Orleans, cinta en la cual el director de Aguirre, la ira de Dios (1972), Fitzcarraldo (1982) y Rescate al amanecer (2008) confecciona una particular visión sobre la vida de un policía adicto que debe resolver un complicado caso. Más precisamente, el film se centra en el teniente Terence McDonough, detective de homicidios en Nueva Orleans, que ha utilizado a su antojo los placeres prohibidos gracias a su status profesional. Terence tiene como novia a Frankie, una prostituta, que a pesar de su profesión, no cambia el hecho que él la ame y sólo hace querer protegerla aún más. Pero su nueva investigación, el misterioso asesinato de inmigrantes senegaleses, lo pondrá entre la espada y la pared. Desde su inicio, Herzog parece plantear un policial crudo, directo, sin tapujos, representando claramente la personalidad de McDonough y su comportamiento. Estos instantes resultan atractivos por la rigurosidad con la cual se reflejan los hechos, destacándose la tarea de Nicolas Cage que realiza una creíble interpretación del teniente. Con esta característica, transcurre la primera parte del film donde el nudo de la historia comienza a desarrollarse, siendo una trama interesante que podría ser bien explotada. Sin embargo, hacia la mitad de la cinta, Herzog comienza a agregarle elementos delirantes o incongruentes, mediante la inserción de reptiles y bailes sin sentido, que no tienen mucho que ver con esta ficción que se desarrollaba fluidamente, utilizando a la New Orleans post Katrina como un excelente contexto de desolación y oscuridad. Esos agregados incoherentes parecerían sólo servir para justificar que es una película de Herzog que para la trama en si, ya que lo mismo sólo trae confusión y distracción dentro de una historia que parecía resultar atractiva e interesante. Se suma que el nudo de la narración se resuelve mágicamente, de la noche a la mañana, sin entenderse bien el sentido o el fin por cual se cierra la ficción de esta manera, cuando todo se desarrollaba dentro de lo lógico. En la tarea actoral, la labor de Cage no decae en ningún momento y que, sin brillar, representa su mejor trabajo en mucho tiempo. Aquí su tarea como Terence McDonough resulta convincente, característica bastante difícil de encontrar dentro de sus ultimas participaciones en la gran pantalla. El resto del elenco acompaña aceptablemente, sin destacarse ninguno por ser la mayoría de los personajes bastantes caricaturescos, sin que nadie pudiera darle un toque personal a su interpretación. Con algunos planos visualmente atractivos y una primera parte acertada, Herzog intentó hacer un policial diferente, olvidándose las reglas del género. La utilización de simbología (reptiles, bailes, etc.) es un agregado muy personal del director dentro de esta trama, que parecía correr por los carriles lógicos. Un trabajo que busca ser diferente o distinto, pero que seguramente no será lo mejor del realizador alemán.