De la mano del director mexicano Alejandro Monteverde, llega esta más que extraña película que cuenta la historia de Pepper, un niño de ocho años que es atosigado por sus compañeros por su escasa altura. Pepper vive en una modesta familia de mecánicos, en el momento en que Estados Unidos sufre el ataque a Pearl Harbor, y por sufrir su hermano mayor de pie plano, su padre lo reemplaza como soldado para ir a pelear en la segunda guerra mundial. Hasta aquí, la película no remite ninguna particularidad, pero todo cambia cuando Pepper asiste a la función del mago Ben Eagle, quien mediante sus trucos, convence a Pepper de tener la capacidad de hacer lo que se proponga. También aparece un cura, que le enseña a Pepper a confiar en los designios del señor, y finalmente, el señor Hashimoto, quien le enseñara sobre el espíritu y los designios de la voluntad. Y así es como Pepper se enfrenta a las tres creencias que parecen tan enfrentadas la una de la otra y que sin embargo, conviven en el, atravesadas por el inquebrantable deseo de recuperar a su padre. La decisión de aprovechar la mirada infantil sobre esta situación para distribuir El gran pequeño como una película infantil, muy probablemente genere problemas para la aceptación del publico, ya que no solo los acontecimientos son terribles como todos sabemos, sino que el nivel de conocimiento necesario es muy alto, por ejemplo cuando se nombra varias veces Pearl Harbor pero nunca se explica que paso en ese lugar. El punto mas alto de la película es sin dudas el actoral, Emily Watson, Tom Wilkinson, Michael Rapaport y Cary-Hiroyuki Tagawa encabezan un elenco que no deja ninguna duda respecto no solo a su calidad como interpretes, sino a lo interesante de los diálogos y las situaciones generadas, aunque nuevamente, estos detalles, escapen a las audiencias mas pequeñas.
La película plantea una historia en la cual, una raza extraterrestre, malinterpreta un mensaje enviado al espacio en la década del ochenta y deciden venir a la tierra a desencadenar una guerra que tiene como protagonistas a los videojuegos originarios. Adam Sandler encabeza el elenco de esta película, creando un personaje que lejos del clásico cliché del fanático obsesivo de los videojuegos, es un personaje muy autosuficiente, confiado y hasta altanero. Acompañado por Kevin James, Michelle Monaghan y Peter Dinklage entre los más conocidos de los actores, se dedicaran de lleno a salvar a la tierra de tan terrible invasión. Algunos chistes de la película funcionan muy bien, y las secuencias de acción son todas buenas, pero esta película puede tener problemas por dos cosas: Por un lado, ya en Futurama hemos visto todo esto, resumido en un muy efectivo bloque de TV que dura 8 minutos, y por otro lado, ya hemos visto gran parte de los encantos retro de esta película en Ralph, el demoledor (Wreck-It Ralph, Rich Moore, 2012). La película esta destinada a hacer muy buenos números en la taquilla, pero la gran pregunta que hay que hacerse es: Siendo tan infantil el target al que apunta, ¿es realmente efectiva al momento de crear esa nostalgia por videojuegos que los niños no solo no conocen, sino que no comprenden? Solo con tener en cuenta que los chicos de menos de 15 años desconocen completamente el concepto de que “acabadas las tres vidas, el juego se termina” ya se genera la duda respecto a que tanto puede llegar a funcionar, mas allá del mero entretenimiento que genera.
Vuelven los dinosaurios, llega Jurassic World. Refrito u Homenaje? Esa es la gran pregunta que va a dividir las aguas de esta película. Jurassic World es, aunque el argumento no lo plantee así, un relanzamiento de la franquicia que se inició hace más de veinte años, y que deslumbró en las salas de cine a los espectadores de varias generaciones que se encontraron con un producto apasionado y tecnológicamente innovador. Zach y Gray son hermanos, y van a Isla Nubar como invitados de su tia Claire, la encargada de algo (vaya uno a saber que es, porque habla como científica, habla de mercadotecnia, vende franquicias, etc) en el inmenso parque temático que es Jurassic World. El parque se fundó sobre los mismos terrenos que una vez sirvieron al proyecto de Jurassic Park, pero que fueron abandonados luego de los terribles acontecimientos ocurridos en 1993. Desde que arranca la película, una tras otra, las cosas que iremos viendo, los personajes que iremos conociendo, y hasta las frases que aparecen, ya las vimos en las películas anteriores. la película copia, pero muy fríamente, casi todos los aspectos de la primer entrega, dejando justamente de lado al personaje del paleontólogo, quien nos hacía conocer a las temibles bestias desde una mirada casi romántica, de absoluta admiración. Todo ese amor, esa alma que se destilaba en Jurassic Park, acá desapareció. Lo nuevo es frío, efectista, y solo reviste para quienes pudimos acudir a las salas en 1993/1994, la nostalgia de ver reflejados todos los aspectos que nos maravillaron en ese momento. Ahora, las nuevas generaciones, aquellas que vieron a lo mejor la película original, pero que lo hicieron en TV, o acudieron al cine en su reestreno, luego de haber visto la película decenas de veces en su casa, van a salir encantadas del cine, maravilladas por lo que pudieron ver y sentir en las dos horas que dura Jurassic World. Lo que termina definiendo la calidad de la película es, en definitiva, si el espectador espera ver una reformulación de Jurassic Park o si el mero homenaje alcanza para hacer sentir satisfecho al espectador, puede ser un aburrimiento absoluto, o la mejor experiencia cinematográfica del año.
Llega el debut cinematográfico de Eugenia “La china” Suarez con el estreno de Abzurdah. Abzurdah es la historia real de Cielo Latini, una chica apenas saliendo de la adolescencia que descubre el amor, la desilusión y los desordenes alimenticios, todo al mismo tiempo. Primero novela y ahora película, lo mas particular que tiene este relato, es estar contado en primera persona, pero primera persona en serio, y para explicar un poco mejor esto, me voy a permitir citar una frase de la novela autobiográfica de Cielo: “Creo que se mas de anorexia y suicidios que los psicólogos y los médicos que intentaron ayudarme”. Conocemos a Cielo, interpretada correctamente por Eugenia China Suarez, un tanto triste, recién saliendo de una relación, y en ese momento conoce los canales de chats. Ahí conoce a Hogweed (Esteban Lamothe), con quien comenzara un inocente histeriqueo que mas adelante se transformara en una relación formal, cuando se conozcan personalmente. Y es la ruptura con Hogweed la que generara el quiebre autodestructivo que lleva a Cielo a adoptar la anorexia y la bulimia como una forma de vida. Abzurdah es mas que correcta y trata de una forma muy personal y (como corresponde) agresiva con el espectador, un tema que nunca esta demasiado demás tratar. El gran problema (más bien moral) que plantea la película, es que esta tan parada en el punto de vista de Cielo, que realmente no hay una condena demasiado fuerte para las prácticas que el personaje realiza en el proceso de destruir su cuerpo. La voz en off explica lo que Cielo siente en ese momento, y eso es, claramente, un deseo de ser respetada en su decisión de ser flaca, lo mas flaca posible, porque “Nunca se es lo suficientemente flaca” Lamothe esta excelente en su papel, como siempre, y Gloria Carrá y Rafael Spregelburd como los padres realizan una muy interesante labor. La película tiene como único problema el de pasar de la película adolescente al tremendo drama demasiado rápido, y no logra resolver demasiado bien esa transición. Me parece que Daniela Goggi, la directora, falla al momento de traducir el libro, y vuelve la película una reproducción exacta del punto de vista de Cielo, lo cual marca que la mirada sea por un lado infantil y por otro, que Abzurdah funcione mas como un aviva giles, dándole la idea equivocada a algunos adolescentes que por ahí están caminando por la cuerda floja y solo necesiten un empujoncito.
Camino a Estambul, el debut detrás de cámara de Russel Crowe. Un Australiano, padre de familia, pierde a sus tres hijos en la batalla de Gallipoli, y posteriormente queda viudo tras el suicidio de su mujer. Conmovido y desesperado, se lanza en una misión a Turquía, en un esfuerzo por encontrar el cuerpo de sus hijos y devolverlos a su pueblo natal para ser enterrados en suelo santo, tal cual el deseo de su ahora difunta esposa. La película marca el debut de Russell Crowe como director, uno de los actores más sobrestimados de la industria, si se me permite esa observación. Y la misma cara de nada con la que compone sus personajes, se refleja en la actitud con la cual encara la dirección de este film, que carece de toda emotividad, a pesar de estar pensado y filmado como un gran melodrama de época. En los primeros diez o quince minutos de la película, Crowe avanza y retrocede en el tiempo, permitiéndonos enterarnos de todos los aspectos importantes de la trama, pero la falta de sutileza en la elección de los fragmentos a contar, hacen que el resto del relato se desarrolle de forma absolutamente previsible. Aun habiendo sido filmada en Australia, la obra no escapa a los clichés del cine que tanta carrera le dio a Russell Crowe, haciendo que los personajes se sientan banales y poco convincentes. La contraparte femenina acompaña al actor en la inexpresividad, y el niño, agregado acá solo para reforzar la empatía con el espectador, dista mucho de los personajes del neorrealismo italiano, que sabían aportarle un gran toque de realidad y desesperación a la posguerra. Los diálogos y las escenas del padre “sintiendo” la presencia y los actos de sus hijos son muy básicos, y no hay nada en la trama que ayude al espectador a tener una mejor referencia sobre como interpretarlos, situación que, nuevamente, se volvería mas convincente si el protagonista (el actor, o sea) tuviese la capacidad de demostrar otra emoción que el enojo. Camino a Estambul es una película que retoma la vieja premisa de la familia destruida por la guerra y que busca redención, pero con un guión y una puesta en escena muy básica, que no logran darle la conexión necesaria para que el espectador logre sumergirse de lleno en el enfoque dramático del tema
Desde Israel llega Motivación Cero Zohar y Daffi son dos amigas que están prestando servicio en el ejército israelí. Ambas cumplen funciones administrativas en el departamento de recursos humanos de una base alejada de la ciudad, y ninguna de las dos esta cómoda en el trabajo. Zohar que proviene de un Kibutz y por lo tanto reconoce la importancia del trabajo en post de un objetivo común, rechaza el trabajo encomendado, por encontrarlo muy por debajo de la línea de lo necesario es burocrático y tedioso, y solo representa una perdida de tiempo, mientras que Daffi, de una vida más acomodada, ve en el trabajo solo la incomodidad la lejanía y la falta de afectos. Motivación Cero, que se presenta en el formato de la comedia dramática, tiene algunos momentos graciosos, pero principalmente se centra en los problemas en la vida de estos dos personajes, que carecen de toda motivación por el trabajo y el tiempo que este les insume, al mismo tiempo que carecen de las posibilidades de llevar una vida civil normal, y muy por debajo de la línea argumental (muy pero muy por debajo, el director no construye las metáforas necesarias para que esto sea realmente parte de la trama), nos muestra las diferencias conceptuales de la crianza en un régimen socialista de un kibutz, versus las del mundo capitalista encarnadas por Daffi. El cine de género muchas veces, sufre torpezas cuando se lo saca de la zona de confort que implica el cine de Hollywood. Motivación Cero no será la excepción a esta regla, y eso se verá en los forzados diálogos, las actuaciones que fluctúan entre el realismo norteamericano y la honestidad al que el cine israelí nos tiene acostumbrados y en la relativamente inocua puesta en escena que realiza el director. Hace unos años, ver esta película hubiese sido una cita imperdible, pero hoy día, habiendo tanto cine de Israel en las carteleras a lo largo del año y en los diferentes festivales y ciclos, Motivación Cero pasa a ser una película un tanto menor, y definitivamente prescindible.
Esta semana llega a los cines la película Trash, Desechos y esperanza, y con ella, retorna a las pantallas el director Stephen Daldry. Trash es una película que lejos de cualquier convencionalismo y carente de golpes bajos, se escuda tras la fachada del policial, para mostrar la terrible realidad a la que se enfrentan aquellos que trabajan revolviendo y clasificando la basura de las grandes urbes Brasileras. Rafael y Gardo son dos chicos a punto de ingresar a la adolescencia, que viven sus vidas trabajando desde tempranas horas en un basural, revolviendo los desechos, clasificando los reciclables y hurgando en busca de pequeños tesoros. Una mañana, Gardo se encuentra con la billetera de José Angelo, la cual esconde la clave para desenmascarar a un poderoso y corrupto candidato a alcalde en las ya cercanas elecciones. Raphael y Gardo, acompañados de Rata, un chico que vive en las alcantarillas, emprenderán el camino para develar el misterio que tiene en vilo a la corrupta fuerza policial. Trash es una excelente película. A pesar de todos los reparos que se podrían poner cuando un director ingles intenta contar una realidad que le es totalmente ajena, el guion de Richard Curtis (Cuatro bodas y un funeral y Realmente amor) es atrapante y Daldry tiene el acierto de atravesar la historia desde la perspectiva de los niños, despojándola de la melancolía y los golpes bajos que uno esperaría. El trío protagónico, debutante en su totalidad, manejan los personajes con una naturalidad que deja al espectador pensando en cuanto de lo que se muestra en la película, es la realidad a la cual se ven enfrentados en su vida diaria. Selton Mello como el policía corrupto que persigue implacablemente a los chicos, crea un personaje totalmente alejado de los clichés, lo cual agrega credibilidad y sobre todo, ayuda a construir la situación de extrema violencia, de una forma muy convincente
Otro estreno de este jueves que renueva la cartelera es Bailando por la libertad de Richard Raymond, Afshin Ghaffarian es un estudiante en Teherán que durante el 2009, en medio del clima de las elecciones que pueden cambiar el clima represivo del país, decide formar un grupo clandestino de baile moderno, y con la ayuda de una conexión también clandestina de internet, el elenco descubre las técnicas y los pasos que los pueden llevar a la grandeza, a pesar de la fuerte censura reinante en el país. La historia es interesante, más si se tiene en cuenta que es real, y aparentemente bastante fiel en lo que se cuenta, pero la película es más bien fallida. El código de telenovela que atraviesa tanto a los diálogos como a las actuaciones, vuelve muy difícil que el espectador se sienta conmovido por lo que les sucede a los personajes. El elenco en líneas generales hace lo que tiene que hacer, bailar. Reece Ritchie y Freida Pinto como la pareja protagonista es poco creíble. El personaje principal esta mas basado en el parecido físico con Afshin y no tanto en cómo se comporta el personaje, dejándolo mas cerca de Michael Jackson que del propio protagonista. En un papel secundario, Tom Cullen queda un poco desaprovechado, ya que sus capacidades para la danza (está lejos de ser un prodigioso, pero se mueve con la expresividad que se necesita) hacen de su representación un punto alto en la película. El mejor y más logrado momento de la película es la coreografía filmada y realizada en el desierto, no solo por lo interesante de la coreografía, sino por la sensibilidad con la que esta filmada. Lamentablemente, la simplicidad con la que el novato director intenta resolver los entretelones emocionales del relato, hacen que muchas veces el producto que se ve en pantalla no sea demasiado interesante (uno de esos ejemplos es, por desgracia, el final de la película, el cual es mucho mas fuerte e interesante en la vida real, pero que queda muy vacuo en la película, por la carga melancólica que el director fuerza en ese momento).
La Cenicienta llega en esta versión de Kenneth Branagh. Este 2015 llega a los cines, y nuevamente de la mano de Disney, la película La Cenicienta. Este nuevo filme, que aparenta ser una mera versión con personajes de carne y hueso del clásico de 1950, es en realidad, una película que esta mucho mas cercana a la filmografía de Kenneth Branagh, su director, que a la cinta animada que el estudio produjo a mitad del siglo pasado La historia no amerita detenerse en ella ni un segundo, un hombre viudo, con una hija bellísima por fuera (pero mucho más bella por dentro), se casa con una mujer, también viuda y madre de dos hijas. Cuando este señor muere, la nueva madrastra transforma a Ella (tal es el nombre original de Cenicienta) en la sirvienta del hogar, y el cuento de hadas se va a desarrollar cuando un príncipe organiza una gala para desposar una princesa, y Cenicienta se ve prohibida de asistir a la gala. Las diferencias con el relato original son geniales. No solo en como se cuenta toda la previa (que es solamente voz en off en la versión de Disney), sino también en como se desmitifica ese mensaje de los cuentos de hadas en el cual, verdadero amor y una vida de lujos es casi lo mismo. Lo que vuelve muy especial a esta película, y para aquellos que han seguido a Branagh previo a su ingreso al universo Marvel no es ninguna sorpresa, es como esta versión se asemeja mucho más a un relato de Shakespeare que a un cuento de hadas infantil. Los diálogos, la fotografía, e incluso las locaciones elegidas, todos los elementos denotan el buen gusto y la pasión por la literatura que el director ha sabido demostrar en sus obras anteriores. Tal vez lo único que haya para criticarle a la película, es que cada tanto, se cuela una escena en la que la estética de Disney copa la pantalla dejando un poco relegada la impronta Británica que gobierna el resto de la película. Es un producto un poco complicado ya que el público al cual uno supone que apuntaría no suele ver películas de esta duración, pero que para aquellos adultos que nos regodeamos con estos relatos mágicos, esta versión de La Cenicienta se vuelve altamente disfrutable.
El Gurí de Sergio Mazza, el estreno nacional de la semana. En un pueblo alejado y perdido en el medio de la nada, vive Gonzalo, un niño de 10 años que queda a cargo de su hermanita de apenas unos meses y de su bisabuela, porque su madre se fue de viaje. Mientras tanto alrededor de él, los diferentes personajes del pueblo luchan internamente con la necesidad de decirle a este chico que su madre nunca va a volver. La trama se desarrolla en el momento en que una visitante (encarnada por Sofía Gala Castiglione) queda varada en el pueblo mientras reparan su auto. En ese momento, comenzara a relacionarse con cada uno de los personajes que lo habitan, Gonzalo y su hermana, un veterinario y su mujer, (Daniel Aráoz y Susana Hornos) y el dueño de una vieja whiskería (Federico Luppi) quien le dará alojamiento y será el nexo con un pasado donde el pueblo tenia una mejor vida. El Gurí se presenta como una pintoresca película, mostrando paisajes de un desolado pueblo en Victoria Entre Ríos, y que habla de un pasado mejor, mientras que también nos deja entrever que todos los personajes han tenido una historia mucho mas linda que la que viven ahora, una historia que, como la mama de Gonzalo, ya se fue y nunca mas va a volver. La película es muy interesante en su planteo y las actuaciones logran muy bien reflejar el clima que se pretende lograr, pero tiene el gran problema de tener fallas técnicas muy notorias al momento de tomar el sonido, que hace que muchos de los diálogos sean inentendibles. Tiene algunos problemas en el guión, donde el director intenta resolver con diálogos que cuenten la trama, volviéndose así, demasiado explicativa y reiterativa por momentos. La realidad es que El gurí funciona más como película para festival, que como un estreno comercial, ya que es en sus tiempos y estética donde más valor gana.