No basta con la excelente actuación de Tom Hardy El director de la divertida "Corazón de caballero" y la remake de "A quemarropa" de John Boorman, sobre la novela de Richard Stark, "Revancha", sabe narrar muy bien. Por eso llama la atención que el principal problema de esta nueva película de Brian Helgeland esté en lo narrativo. La historia de los tristemente célebres gemelos Krays, que dominaron el hampa londinense de la década de 1960 ya había servido para una película de Peter Medak, pero la principal diferencia con este nuevo film es que el asunto está contado desde el punto de vista de la esposa de uno de los criminales, interpretada por Emily Browning. A favor de "Leyenda" se puede decir que hay una excelente doble actuación de Tom Hardy como los dos Krays. Uno es el auténtico gángster, Reg, mientras que el otro, Ron, es más que nada un psicópata que puede hacer cualquier cosa. A pesar de ser gemelos, las personalidades y diferencias físicas y de look de los dos protagonistas están muy bien marcadas por el actor y la dirección. Y otro punto de interés son las conexiones de Ron, un raro caso de homosexual confeso en un país y una época en la que era un delito, con la aristocracia y el poder, lo que lleva a orgías gays con miembros de la Cámara de los Lores que ayudan a través de extorsiones al dominio de los Krays del submundo del hampa. Pero el director no logra hacer que el film despegue verdaderamente en casi ningún momento, e incluso algo tan fácil como una ambientación de época de esa mítica Londres llena de música y colores se queda corta, con un curioso compilado de los hits más comunes de aquel momento como casi única banda sonora. Hay mucha menos acción y violencia de lo que se podría pensar dado el tema y, en cambio, el argumento se distrae innecesariamente contando pormenores de la relación de Reg y su esposa.
Mejor dejarla para un zapping El título local lo explica casi todo. Hay un padrastro que hace lo imposible por ser aceptado como figura paterna por los dos hijos de su mujer. Algo que se si antes era difícil, se vuelve casi imposible cuando de repente aparece el padre biológico de los niños y ex marido de la mujer. Cuando el patético personaje de Will Ferrell consigue que la nena haga un dibujo de su familia que no lo expulsa al infierno, sino apenas bien lejos al margen de la página, y sólo con "popó canino en la cabeza, todo parece mejorar, salvo que entonces suena el teléfono anunciando la sorpresiva aparición del padre de los chicos, nada menos que el motoquero Mark Whalberg, decidido a recuperar la familia que abandonó años atrás. Dado que el tema implica la presencia de niños, tanto en el hogar como en la escuela, y algunas otras cosas difíciles para una comedia negra, los gags políticamente incorrectos irrumpen cada tanto, pero sólo son un amague para llegar a un desenlace demasiado ecuménico. Eso no sería tan grave si no se viera venir desde el tercer acto. La química entre los dos padres es buena, pero el problema básico es que cada chiste contundente hay unos pocos realmente buenos- es explotado hasta sus últimas consecuencias por el director y coguionista, que en vez de arruinar buenos gags estirando las escenas hasta lo intolerable, podría haberse ocupado de mejorar el guión. Dado que el talento involucrado brilla en algunos momentos, ésta es la típica película que puede disfrutarse por partes si se la engancha en un zapping, pero que difícilmente conforme a aquellos que paguen una entrada para verla en un cine.
Lo único que queda del film original es el título Los que recuerdan el film original con Keanu Reeves, Patrick Swayze, Gary Busey y Lori Petty dirigido por Kathryn Bigelow, deberían esperar a indignarse cuando pesquen esta remake haciendo zapping en el cable. Salvo que les haga bien indignarse terriblemente peor luego de pagar la entrada para autoflagelarse en 3D con una remake que no sólo nadie necesitaba, sino que directamente no tiene razón de ser, dado que distorsiona la idea original hasta el límite del sabotaje Por otro lado, aquellos que no tengan idea de que esto es una remake de una muy buena película, merecen estar sobre aviso de que en medio de las incesantes escenas de deportes extremos de todo tipo y calibre, en algún momento podrían sentirse perturbados por la aparición de una especie de trama policial. El prólogo muestra a un tipo que, por hacer estupideces motoqueras en precipicios, vio morir un amigo. No se sabe qué efecto podría tener este episodio traumático para que el tipo se inserte en el FBI, ni mucho menos para que los federales lo acepten. Dado que el hombre del FBI ya está familiarizado con las prácticas supuestamente deportivas de los chicos malos (prácticas que no conjugan con eso de "mens san in corpore sano"), ya desde el arranque el argumento pierde todo el interés que provocaba el esforzado trabajo del agente por aprender surf, no sólo como actividad, sino como estilo de vida, para poder ser aceptado por la tribu criminal en la que necesita infiltrarse. La premisa de film original está tan arruinada que no se entiende el interés en ponerle el mismo título. No siendo "Casablanca" ni "Lo que el viento se llevó, sino apenas un film de culto con dos actores no precisamente prestigiosos pero que ayudaron a un buen rendimiento en la taquilla, la verdad es que los productores aunque sea podrían haberse ahorrado el puñado de dólares de los derechos de autor, y poner una pizca de energía neuronal para idear otro título. Es que durante más de media película, el asunto enfatiza tanto las prácticas "extremas" de los malos y su nuevo y traicionero amigo del FBI, que el asunto delictivo queda totalmente desdibujado. Por suerte hacia el final el director y tambien director de fotografía Ericson Core baja a tierra a los parapentistas en una contundente escena violenta digna de la película original. A partir de ese momento, nada es tan flojo como antes, pero tampoco logra mejorar el conjunto, ni siquiera para poder recomendarlo como placer culposo. El villano surfer Edgar Ramirez le va dando algún brillo a su personaje, e incluso por su nacionalidad el guión lo lleva a Venezuela....sin animarse a desarrollar el asunto en serio. En cambio el nuevo Utah, o sea el personaje que hacia Keanu Reeves, es un desabrido e inverosímil Luke Bracey, y si bien Delroy Lindo aporta una sólida actuación como hombre sabio del FBI, al que se extraña en serio es a Gary Busey.
El western más personal de Quentin Tarantino Luego de mezclar todas sus influencias en la despareja y excesiva "Django sin cadenas", que ya desde el título, era un poco obvia, finalmente Tarantino logró un western personal, capaz de combinar homenajes a films clásicos y de culto sin que las referencias interfieran con su genuino sello personal. La idea básica parece salida de un spaghetti western de los años 70, pero en realidad es totalmente original. En medio de un paisaje helado, y con una tempestad de nieve en los talones, una diligencia es interceptada por un hombre negro con tres cadáveres. Es un exsoldado yanqui convertido en cazador de recompensas que se quedó sin caballos en su camino a cobrar su botín en el pueblo más cercano, Red Rock. Lo casualidad hace que en la diligencia esté viajando otro cazador de recompensas, que lleva una mujer extremadamente desagradable (Jennifer Jason Leigh) por la que espera cobrar diez mil dólares. Los dos bounty hunters se conocen y respetan mutuamente. Los diferencia el estilo con el que ejecutan su profesión: Samuel L. Jackson prefiere evitarse problemas vigilando facinerosos, así que siempre escoge la primera parte de la premisa "vivo o muerto". En cambio, Kurt Russell se divierte llevándolos vivos, así puede disfrutar al verlos colgados en el patíbulo. El hecho de que su prisionera sea una mujer no cambia las cosas, sobre todo dadas las antipáticas características del personaje. Ante la inminencia de la tempestad de nieve, los pasajeros de la diligencia deben guarecerse en la última posta en el camino antes del pueblo, en este caso, una especie de almacén de ramos generales, la mercería de Minnie. Pero antes de llegar a la parada, otras personas se siguen agregando a la diligencia, incluyendo un excéntrico inglés y un tipo sin muchas luces que afirma ser el nuevo sheriff de Red Rock. Como en policiales clásicos como "El bosque petrificado" o "Key Largo", finalmente los odiosos del título quedan encerrados en lo de Minnie. A la mezcla general de personajes hay que agregar a un ex general sureño (Bruce Dern) famoso por negarse a tomar prisioneros entre los soldados negros. El cazador de recompensas afroamericano, conocido por intercambiar cartas con el difunto presidente Lincoln, obviamente tiene que cobrarse una deuda con el militar racista, pero en realidad casi todos están paranoicos, dado que probablemente alguno de los que se agregaron al grupo de viajeros en realidad sea un miembro de la pandilla de criminales liderada por la señorita Domergue. El personaje de Jennifer Jason Leigh (con apellido homenaje a la actriz Faith Domergue, que abandonó a Howard Hughes para casarse con Hugo Fregonese) supera todo lo que esta gran actriz haya hecho antes, eso a pesar de que en películas de culto como "Last Exit to Brooklyn" debía soportar la furia amatoria de cientos de marineros. Por otro lado, Kurt Russell parece salido directamente de "Enigma de otro mundo" ("The Thing"), de John Carpenter, y justamente la paranoia de los personajes demuestra cómo el western es el gran género que puede aportar cualquier tipo de homenaje cinéfilo. Por supuesto también hay referencias al western, y el paisaje nevado y la música de Morricone -excepcional, muy al estilo de "La batalla de Argelia"- parecen apuntar a "El gran silencio", de Sergio Corbucci, por ejemplo. Pero el gran protagonista de este delirante, excéntrico y original western es el formato de pantalla ancha Ultra Panavisión 70 (la misma lente que se usó en "Ben Hur"), que en manos de Tarantino y el eximio cinematographer Robert Richardson se convierte en un tour de force de composiciones y puestas en escena extraordinarias.. Sí o sí, "Los 8 más odiados" es un film de culto que debe ser apreciado en cine, tanto por la estética como por el clima intimista y opresivo que consigue que una de vaqueros tenga elementos del cine de terror y hasta de los más sutiles dramas rusos de Nikita Mijalkov.
Interesa cuando revela su costado sobrenatural La idea es buena. Una película de terror en los tiempos de la fiebre amarilla que asoló a Buenos Aires en la década de 1870, con un curandero diabólico encargado de ofrecer un remedio nada recomendable para evitar esa muerte horrible y por entonces casi segura. Lamentablemente, el bajo presupuesto no permite que la historia lleve al espectador realmente a la ciudad diezmada por la plaga. En cambio, muestra a un seminarista que tiene una visión en Córdoba y decide ir a la capital como voluntario, pero se detiene en el camino en "El Paraíso", la quinta de su familia, donde descubre que los criados han saqueado la casa antes de huir, que su hermano médico ha sido contagiado, y su cuñada esta desquiciada y vive encerrada con su sobrina en la capilla para no contagiarse. Hay un único criado fiel que domina toda la situación, ocupándose especialmente de evitar que un curandero entre en el lugar. En términos de cine de terror, esto vendría a ser una especie de "La máscara de la muerte amarilla", guiándose por las películas de Roger Corman sobre Edgar Allan Poe. Claro, hay apenas un puñado de actores y una locación única, y la historia es interesante, pero se mueve lentamente antes de revelar por completo su costado sobrenatural, más tenebroso que auténticamente terrorífico. La dirección de arte y la fotografía son de muy buen nivel, la música a cargo de Supercharango es asombrosamente buena, y hay un par de actuaciones notables de Patricio Contreras (el criado fiel) y Vando Villamil (el curandero). "Resurrección" no es del todo pareja, pero es original, y tiene lo suyo.
No es “El lobo de Wall Street”, pero tiene sus momentos La crónica de la debacle financiera de 2008 está contada en "La gran apuesta" a la manera de las películas de cine catástrofe, sólo que el director Adam McKay le imprime tonos de comedia y le dedica más metraje a los prolegómenos de la hecatombe que al evento apocalíptico en sí mismo, lo que lamentablemente estira innecesariamente todo el asunto, volviéndolo menos interesante de lo que podría ser. Igual que en los films de catástrofes naturales donde algún científico ve señales de un posible sismo o erupcion volcánica, pero nadie le da crédito hasta que es demasiado tarde, aquí los protagonistas son un grupo de operadores no especialmente o directamente marginados del sistema financiero que desde hace algunos años ven señales fraudulentas en el mercado de bonos hipotecarios y de a poco encuentran la manera de apostar en contra del mercado, para hacerse ricos cuando todos los demás se vean castigados por la crisis. Entre estos personajes hay un analista tuerto que evidentemente fue rey en el país de los ciegos que se resistían a ver lo evidente, unos banqueros que tuvieron el dato por un llamado de alguien que se equivocó de número, y unos novatos a los que ni dejaban entrar a un banco que encontraron unos apuntes en la recepción. Todos estos personajes se pasan más de media película (que con más de dos horas de duración se alarga demasiado) comprobando y recomprobando sus sospechas con distintos miembros del establishment financiero. Algunas de estas escenas son realmente interesantes e incluso divertidas, pero como básicamente dan vueltas sobre lo mismo, se vuevlen un tanto repetitivas, en especial porque generalmente están restringidas a ámbitos oficinescos no demasiado atractivos. Cuando el director saca a los personajes a una investigación de campo en barrios abandonados del estado de la Florida, o a una convención en Las Vegas, el asunto funciona mejor y logra más colorido pintoresco, como cuando un banquero descubre que hay hipotecas a nombre de un perro, o que una cabaretera tiene cinco casas con dos o más hipotecas por cada una. Hay humor negro, pero no todos los chistes -especialmente la insistencia en que los personajes hablen a cámara al estilo de los hermanos Marx- funcionan bien. Christian Bale sobreactúa un poco como el hombre del ojo de vidrio que se pasa escuchando heavy metal encerrado en su oficina, mientras que Brad Pitt hace un muy buen trabajo como el genio de las finanzas asqueado de Wall Street, y Ryan Gosling pone más entusiasmo que nunca como el narrador de la historia. El que se luce y realmente hace la diferencia es un brillante Steve Carell como un banquero psicótico y agresivo que, también, es el que termina dándole un necesario toque dramático al desenlace. "La gran apuesta" tiene sus momentos, y obviamente cuenta algo más que interesante, pero ni lejos es "El lobo de Wall Street".
Brillante vuelta de tuerca a “Moby Dick” de Melville Más allá de que la última parte de su filmografía tiene que ver con las conspiraciones vaticanas de Dan Brown, con "En el corazón del mar" vuelve al tipo de cine que más le interesa y que más se disfruta. La película es una atractiva vuelta de tuerca a "Moby Dick", con un viejo marino (Brendan Gleeson, brillante como siempre) contándole al futuro escritor Herman Melville (Ben Wishaw) la durísima crónica de su enfrentamiento con una gigantesca ballena blanca. "En el corazón del mar" tiene un furioso climax en el hundimiento del Essex por la tremenda ballena, y tambien ofrece una crudísima historia de la crueldad del mar cuando cuenta los terribles esfuerzos para sobrevivir de los náufragos del buque, que entre otras cosas deben recurrir al canibalismo (esta parte del film trae ecos de la única novela de Edgar Allan Poe, "Narraciones de Arthur Gordon Pym", que por algún motivo nunca fue filmado). Pero Howard tambien se ocupa de los detalles y sobre todo de las hipocresías e injusticias de la industria ballenera hacia 1820, cuando transcurre la acción, describiendo la necesidad de los magnates del negocio po ocultar lo que pasó con el Essex, debido a la lógica necesidad de no mostrar que tales riesgos pudieran llegar a existir. Ron Howard logra una película que no se parece mucho al "Moby Dick" de John Huston; en realidad no se parece demasiado a nada salvo algunos pasajes de "Capitán de mar y guerra" de Peter Weir. "En el corazón del mar" es una película mucho más cruda y fuerte, y en particular las escenas de la caza de los balleneros a la ballena, y viceversa, tienen una fuerza que quita el aliento, no tanto por la parafernalia de efectos digitales utilizada sino por cómo sabe utilizarla el director, que la combina inteligentemente con soberbios efectos de sonido. El resultado es que las escenas más logradas tienen una contundencia única que casi convierte a este brillante film en un raro ejemplo de terror surgido de una historia real. Tal vez los fans de "Moby Dick" esperen aquí una ballena tan malvada como la que describió Melville. Pero nadie podrá dudar que aquí algo que no falta es furia marina.
Los guiones trillados no ayudan al terror Durante un viaje por Colombia una familia sufre un accidente, pero las cosas se empiezan a poner realmente mal cuando encuentran refugio en la cabaña a la que se refiere el título. El dueño de casa les avisa que no deben dejar su habitación en toda la noche, pero ese es el tipo de advertencia a la que ningún personaje va a llevar el apunte en una película de terror. Caso contrario, la película nunca empezaría. Así que, además de no hacer caso a ese aviso original, los personajes protagónicos no dudan en liberar a una chica que está encerrada en el sótano. El problema es que ella no es una chica común y corriente, sino una especie de bruja que estaba ahí encerrada dado que no la se puede matar, porque quien lo haga recibirá, en su propio cuerpo, su espíritu malvado. El director Víctor García, conocido por haber realizado una de las secuelas del "Hellrraiser" de Clive Barker, aquí no tiene elementos para llevar el planteo en ninguna dirección que pueda parecer minimamente original. Si logra algunos momentos horripilantes mas o menos eficaces, eso con la ayuda de una fotografía que por momentos se esmera en lograr climas y tensión, mientras que el elenco trata de aportar convicción a una serie de situaciones entre lo ya visto y lo tirado de los pelos. La que se luce es la chica del sotano, Julieta Salazar, que logra asustar con algunas expresiones realmente desquiciadas y terroríficas. Pero además de eso la película no tiene mucho para ofrecer, y el consejo es que mas vale verla en un futuro zapping del cable.
En busca de la ruta perdida de Modesto Un hombre se propone conocer los detalles acerca del escape de su abuelo republicano de la España de Franco. Para eso, intenta seguir las pistas desde una tumba en Necochea hasta los sitios de España de donde su abuelo, Modesto, tuvo que huir. El tema interesa seriamente, y lo que va descubriendo en el camino resulta creíble, genuino y razonablemente equilibrado, dado el punto de vista personal de la búsqueda. Pero todo lo que tiene que ver con el estilo narrativo y el concepto documental es realmente endeble y desparejo. Hay, sin embargo, imágenes formidables que siempre logran sostener el conjunto. El talento del director Sebastián Deus para aprovechar al máximo el potencial visual de cada locación, y todo hecho que esté sucediendo cerca de su cámara es lo que logra capturar la atención del espectador, aun cuando la narración siempre pueda dispersarse hacia cualquier lado. Precisamente, es probable que la voracidad por no desaprovechar nada interesante en términos visuales produzca algunos de esos obstáculos del guion. Que apela a todo tipo de recurso poco ortodoxo, como manejar un auto y pedirle los datos de una calle a un peatón, que simula no saber que hay una cámara enfocándolo, casi como en esos realitys de Discovery Channel. "Por el camino de Modesto" también tiene momentos delirantes, realmente atractivos, sobre todo cuando los efectos de sonidos intentan recrear lo que se imagina el director que experimentó el republicano en fuga al tomar un tren por grutas y riscos montañosos. Más allá de los recursos que utilice, mejores o peores, al final la película llega al punto en cuestión de lo que tenia que decir. Que es algo serio, y que está explicado con toda la seriedad del caso.
Gran secuela y homenaje La nueva "Star Wars" se las arregla para ser tanto una continuación como un homenaje. Y en ambos aspectos consigue logros notables. La película transcurre tiempo después de "El retorno del Jedi" la ultima entrega de la trilogía original. Las fuerzas del Lado Oscuro amenazan tanto a la Republica como a la Resistencia, desprovistas del poder de la Fuerza, considerada una leyenda igual que los Jedis, dado que el último de estos caballeros, Luke Skywalker, decidió autoexiliarse tiempo atrás luego de sufrir una experiencia perturbadora. Como el último Jedi podría ser el único obstáculo para que la maligna Nueva Orden domine el universo, el robot que guarda el mapa de su escondite es el trofeo por el que pelean héroes y villanos. Que, por supuesto, en algunos casos estan conectados por tortuosos lazos sanguíneos. Con el aporte de Lawrence Kasdan en el guion, el director J.J. Abrams logra revivir la mitología de la saga original sin dejar de introducir innovaciones formidables, empezando por el detalle de un héroe que no es otra cosa que un "Stormtrooper" (es decir, uno de tantos anónimos soldados con armadura blanca) que se rebela contra sus superiores. La escena en cuestión abre el film a sangre y fuego, dándole una intensidad y crudeza pocas veces vistas en cualquiera de las seis películas anteriores de la saga. El stormtrooper redimido, encarnado por el afro-británico John Boyega, funciona como excelente nexo entre todos los otros personajes surgidos más o menos directamente de las películas anteriores. Hay una chica con potencial de Jedi, interpretada por Daisy Ridley, que sostiene bastante bien el personaje que da su titulo al film. Y también está Han Solo, revivido gloriosamente por Harrison Ford, acompañado por el peludo Chewbakka, además de una Carrie Fisher no tan acompañada por la Fuerza, los inseparables C3PO y R2D2 (Arturito), e inclusive un auténtico resucitado, el mismísimo Mark Hamill, más conocido como Luke Skywalker, que luego de tanto tiempo se parece sorprendentemente a Herbert Lom (lo que es toda una buena noticia). Tambien hay un Max Von Sydow extraordinario, pero que aparece poco, y obviamente mucho talento humano combinado con efectos digitales, empezando por el maestro del rubro, Andy Serkis como el genio del mal detrás del discípulo de Darth Vader, el malísimo enmascarado Adam Driver cuyo mayor temor es abandonar el Lado Oscuro debido a la buena influencia de la Fuerza que corre en sus venas. Si bien tienen sus momentos, todo lo relativo a los villanos es lo menos equilibrado: cuando se los muestra a escala épica, parecen salidos de "The Wall" de Pink Floyd, y en situaciones mas intimistas tienen cierta tendencia al melodrama. Igual, ni el folletín ni el humor bobo casi nunca interrumpen del todo la superacción, que incluye imágenes increibles, muchas veces elaboradas a partir de escenas de la trilogía original, pero que en sus mejores momentos cobran vuelo propio. Por ejemplo, cuando usa todos los paisajes de la trilogía original: desierto, montañas nevadas o un bosque magnifico para un duelo samurai.