Año 1971. "Soy un ladrón de nacimiento" asegura el joven de rostro angelical y cabello enrulado que se mueve al ritmo de El extraño de pelo largo mientras ingresa en una casa para robar. Este es el comienzo de El Ángel, el personaje inspirado en la vida de Carlos Robledo Puch, el asesino serial más célebre de la historia argentina que se cree que ha cometido más de cuarenta robos y once homicidios. La película de Luis Ortega cuenta su adolescencia hasta el momento en el que es arrestado y presenta la historia de una manera inusual para este tipo de personajes. Con una mirada seductoramente ambigua en lo que a su relación con Ramón -Chino Darín-, su compañero de secundario se refiere, con quien pasa de ser compinche a engranaje necesario de una banda familiar de ladrones. La casa de un anciano rico, una armería, joyerías y un camión blindado son los blancos de su accionar delictivo. El film presenta dos modelos de familia que se contraponen: los padres de Carlitos -Cecilia Roth, preocupada por su hijo y Luis Gnecco, que intenta infructuosamente fomentar la cultura del trabajo en el joven- y los de Ramón -Mercedes Morán y Daniel Fanego, quienes viven en un microclima de corrupción y degradación familiar. La aparición de otro delincuente -encarnado por Peter Lanzani- suma atractivo e interés a la dupla protagónica. El filme combina acertadamente las aristas dramáticas, el policial y el romance en un formato de gran atractivo visual que se apoya no sólo en sus intérpretes -empezando por el debutante Lorenzo Ferro en tamaño rol del que sale más que airoso - sino en la excelente reconstrucción de época -con planos abiertos que permiten ver autos, fachadas del barrio y vestuarios- y la banda sonora vintage colocada en los momentos justos. La visión de Ortega no es evidentemente pegarse a la imagen que todos tienen de Puch o al menos la que construyó la prensa como El Ángel de la Muerte, sino imprimir su impronta narrativa para exponer el costado personal, el periplo de atrocidades que comete y también su faceta sentimental -toca el Himno Nacional al piano- que convive con su lado más oscuro cuando no duda en el momento de apretar el gatillo. Un viaje de descubrimientos, amor y crimen que esconde bajo su apariencia aniñada un comportamiento bestial.
El tema de la infancia amenazada por fuerzas sobrenaturales ha sido abordado en varias oportunidades por el cine y esta producción canadiense -con la poco sutil traducción local de Still born a El demonio quiere a tu hijo- recuerda el cuento La habitación del niño, que integra Películas para no dormir, del español Alex de la Iglesia. Mary -Christie Burke- es una madre primeriza embarazada de gemelos que pierde en el parto a uno de ellos y comienza a percibir extraños acontecimientos que amenazan al otro bebé luego de mudarse con su esposo Jack -Jesse Moss- a su nueva casa. Entre la depresión post parto diagnosticada por su psiquiatra -el siempre inquietante rostro de Michael Ironside- y el juego de la realidad mezclado con las alucinaciones y el terreno sobrenatural, se construye este relato que crea un clima de suspenso que va perdiendo intriga y fuerza con el correr de los minutos. El director Brandon Christensenprepara el terreno de una atmósfera tenebrosa alimentada por sobresaltos y jugando con el "off" para que la protagonista quede como una paranoica ante el marido y la nueva vecina -que también tiene un bebé-. Su narración sigue el camino de los clásicos del género pero peca cuando muestra lo que el espectador imagina desde el comienzo: el demonio con rostro monstruoso de mujer anciana y con alas pequeñas, que intentará alimentarse y poseer la energía vital del recién nacido. Hay escenas logradas como la de la entidad que se hace presente en el cuarto del niño a través de un juego de cámaras instaladas por la pareja para lograr la seguridad del "hogar dulce hogar", al estilo de Actividad paranormal. La parquedad dramática de la pareja protagónica le resta verosimilitud a este incansable juego en el que conviven la realidad y un mundo desconocido habitado por una criatura sedienta de sangre con el sacrificio como única opción para poder terminar con el horror.
La primera película basada en la trilogía homónima de Alexandra Bracken -2012- se desarrolla en un futuro distópico en el que la mayoría de los niños mueren cuando alcanzan los diez años. El resto es encerrado en un campamento y separados por colores de acuerdo a la "peligrosidad" de sus poderes. Siguiendo los pasos de sagas pensadas para público adolescente como Los juegos del hambre, Maze Runner o Divergente, la película combina el universo de la ciencia-ficción, el encierro y las persecusiones en un relato que tampoco deja de lado su historia de amor, la búsqueda de la identidad y las traiciones. Mentes poderosas juega con los poderes telekinéticos, el control sobre la electricidad y otras fuerzas que son incomprensibles para los protagonistas. La joven Ruby -Amandla Stenberg- es una chica de 16 años que se une a un grupo de jóvenes, Liam, Chubs y Zuque, para escapar del gobierno. Quizás lo que falla es la escasa química entre el grupo juvenil, a lo que hay que sumarle una temática vista con anterioridad y desplegada sin intriga ni suspenso. La idea de una comunidad habitada por jóvenes -como en Maze Runner- donde se acepta la diversidad y la variedad de "colores" , se opone a otro encierro en el que los chicos son utilizados como experimentos de laboratorio. Lo mejor pasa al comienzo -la idea de la familia disgregada- y tiene algo de acción sobre los minutos finales, pero no deja de ser un filme desangelado que se borrará en breve de la memoria.
La película de Juan Vera, El amor menos pensado, aborda temas y preguntas referidas a la relación de pareja, la convivencia, el nido vacío, la falta de deseo, la separación y las conquistas amorosas con una dupla que se saca chispas en los roles protagónicos: Ricardo Darín yMercedes Morán. Marcos y Ana llevan veinticinco años de matrimonio y cuando su hijo Luciano decide irse a estudiar a España, se genera un vacío que los lleva a separarse y reformular el destino de sus vidas. El comienzo del relato está a cargo de Marcos en la Biblioteca Nacional, mirando al publico y contando su historia. La trama irá luego abriendo un abanico de caminos entre empanadas tucumanas, referencias al clásico de la literatura, Moby Dick y salidas nocturnas para comenzar su peregrinaje de solteros. El filme acierta en los diálogos que profundizan en tópicos cotidianos pero alejan a los personajes cuando se vuelven solemnes y varias subtramas se prolongan y se extienden demasiado. Sin embargo, el magnetismo del elenco logra emocionar en su montaña rusa de situaciones. Los amigos de la pareja en cuestión también atraviesan su propia tormenta -se destacan Luis Rubio y Claudia Fontán- en un periplo romántico que incluye una cita de Marcos con una psicóloga -Andrea Politti, en una escena desopilante en un bar- y luego una relación con una mujer independiente -Andrea Pietra-. Por su parte, Ana no se queda atrás y conoce a un excéntrico vendedor de perfumes -Juan Minujín-, a un ex compañero -Gabriel Corrado- y a un pintor -Jean Pierre Noher-, con quien planifica una convivencia. Párrafo aparte para Norman Briski y Claudia Lapacó, está última redescubriendo el amor en la tercera edad. Personajes sumergidos en una suerte de stand by emocional atraviesan esta comedia romántica que no escapa a los códigos del género ni a su estructura teatral en la que lo discursivo ocupa un lugar preponderante. "¿Me querés?" "¿Me amás?", "¿Y ahora que vamos a hacer?" son preguntas incómodas que se deslizan en la vida de los mortales.
El despliegue de producción y las escenas de acción desarrolladas en varios escenarios internacionales son el denominador de las películas de espionaje y, en especial, de esta franquicia que inició con Tom Cruise bajo la dirección de Brian De Palma en 1996, basada en los populares personajes de la serie. Y Cruise está de nuevo como Ethan Hunt en esta sexta entrega, Misión imposible: Repercursión, que repite en el guión y la dirección a Christopher McQuarrie-Nación Secreta-, un realizador hábil para enhebrar una trama que mantiene la tensión y las traiciones hasta el final. Hunt es reclutado, junto a su equipo, para recuperar una carga de plutonio que podría ser usada por un grupo terrorista conocido como Los Apóstoles y causar una catástrofe mundial. Con la incorporación de Henry Cavill -El hombre de acero- y el respaldo de buenos secundarios como Luther -Ving Rhames- y Benji -Simon Pegg-, más el regreso de Ilsa -Rebecca Ferguson- y el terrorista Lane -Sean Harris-, la trama ata cabos sueltos y la acción no se hace esperar desde su inicio en Belfast. Con persecuciones en moto, auto y helicópteros -con un desenlace que recuerda a Riesgo total- y escenas de combate cuerpo a cuerpo -en el baño- coreografiadas cuidadosamente, el relato prepara un cóctel explosivo y se lanza sin descanso en su kilométrica travesía para desactivar poderosas bombas. Cruise, a sus 56 años, mantiene el aspecto juvenil que lo caracteriza y, al igual que Jackie Chan, ejecuta muchas de las peligrosas acrobacias que se ven en la pantalla. En tanto, la tecnología, el espíritu de las viejos filmes de espionaje, los gags y los personajes conocidos conforman este blockbuster que mantiene su forma y promete regresar hasta que el cuerpo aguante.
La serie de Cartoon Network, Teen Titans Go!, habitada por las versiones adolescentes de los personajes del universo DC regresa con su propia película para burlarse de su competencia directa, Marvel, a través de una historia plagada de referencias, guiños y entregando más divertimento del esperado. Jóvenes titanes en acción será disfrutada por los chicos pero está pensada para que el público adulto que sigue el universo de los superhéroes no quede afuera. Con una afilada mirada humorística y colocando el centro de la acción en el mundo del cine, el relato acierta con su parodia bajo la dirección de Aaron Horvath y Peter Rida Michail. Junto a Robin, los inquietos superhéroes Starfire, Raven, Cyborh y Chico Bestia. también quieren tener su propia película en solitario como Superman y Batman, y hacen lo imposible para impresionar a una exitosa directora de los estudios Warner, pero terminarán enfrentando a un supervillano al que confunden con Deadpool. La película de animación mantiene la estética de la serie y los puntos fuertes están en el guión -los personajes tienen prohibida la entrada a una avant premiére y a los estudios Warner- que también incluye un cameo de Stan Lee!, y una suerte de videocip al ritmo de temas populares de los años ochenta, entre persecuciones y acción. Dobles apariencias, traiciones, la importancia de la amistad y el trabajo en equipo son los tópicos que llevan adelante los Jóvenes titanes en acción! en esta bienvenida propuesta.
El guionista de las recordadas El orfanato y Lo imposible, el español Sergio G. Sánchez, regresa al territorio de aristas inquietantes con esta producción que cuenta con actores extranjeros y cuya mirada se posa sobre una dramática historia familiar. Secretos ocultos ubica la acción en la década del 60 con cuatro hermanos, los adolescentes Jack -George MacKay-, Jane -Mia Goth-, Billy -Charlie Heaton, el mismo de Stranger Things- y el pequeño Sam -Matthew Stagg-, que se refugian con su madre Rose Marrowbone -Nicola Harrison- en una destartalada granja de los Estados Unidos para escapar de un padre violento. Tras la muerte de Rose, y evitando que los separen hasta que Jack llegue a su mayoría de edad, el inexperto cuarteto deberán hacer frente a un abogado inescrupuloso y a una presencia fantasmagórica que se esconde en el ático del lugar. El escenario escogido es el mejor para desarrollar este relato que juega con el drama y lo sobrenatural a partir de una idea tramposa que se desarrolla con cuidado y sin apuros. Con un peligro que viene del exterior y otro que amenaza desde el corazón mismo de la casa, la película es bienvenidamente atípica dentro del actual panorama del género. Potenciando los miedos infantiles y con la presencia de la bibliotecaria Allie -Anya Taylor-Joy, la actriz argentina de Fragmentado- que se relaciona con Jack, el filme transita por una historia de amor y desamor familiar, en medio de una galería de espejos tapados que deforman la realidad y la rutina de los hermanos. Inquietante y bien actuada, Secretos ocultos atrapa lentamente y extiende sus ecos mortales, acercando a la memoria títulos como La gente detrás de las paredes y Los otros.
El director Rawson Marshall Thurber, quien viene de las comedia ¿Quiénes son los Miller?y Un espía y medio, arremete con este blockbuster de acción en las alturas protagonizado por el gigantesco y carismático Dayne Johnson, el actor recientemente visto en Jumanji y Proyecto Rampage. Mezcla de Duro de matar y del clásico de cine catástrofe, Infierno en la torre, Rascacielos coloca todos su potencial servido para el lucimiento del héroe de turno, Will Sawyer -Johnson-, el ex líder del Equipo de Rescate de Rehenes del FBI que ha perdido su pierna en una misión, y que ahora se traslada a Hong Kong junto a su mujer Sarah -Neve Campbell, que no gana para sustos después de Scream- y sus hijos, para supervisar la seguridad de un impresionante rascacielos con lo último de la tecnología. Y un ataque terrorista pondrá en jaque al edificio y a su familia. La película resulta tan entretenida como inverosímil -con sus escenas desarrolladas en las alturas y una pierna ortopédica que salva al héroe en más de una oportunidad- abordando el tema de la recomposición familiar en situaciones de peligro extremo. Lo bueno es que no disimula la influencias de títulos populares en su combinación de acción disparatada -como la escena de la grúa- y catástrofe que tantos buenos réditos dejó en épocas pasadas. Con un edificio inteligente, una tablet que controla todo y un desenlace -tecnológico con pantallas de última generación- que recuerda al juego de espejos de Operación Dragón, el resultado se impone más por el dinamismo de las escenas que por la eficacia de los diálogos y de los villanos de turno. Dwayne Johnson está listo para la acción, es un actor todoterreno, al que vemos en dos o tres películas por año. La suerte está definitivamente de su lado.
"El sueño americano se murió" asegura uno de los integrantes de los Nuevos Padres Fundadores, el partido que instala un periodo de 12 horas para que la población estadounidense libere angustias y pueda asesinar sin castigos a cambio. 12 horas para sobrevivir: El inicio,la cuarta película de la franquicia iniciada por por James De Monaco en 2013 y ahora dirigida por Gerard McMurray, funciona como la precuela de La noche la expiación y detona una vez más la violenciay los enfrentamientos entre los que quieren la Purga, los que se oponen a ella -un grupo refugiado en una iglesia- y las pandillas de drogas que amenazan Staten Island, el escenario donde se desarrolla la acción. Los Nuevos Padres Fundadores aseguran que asesinar -a cambio de dinero- purifica las almas de quienes viven en los barrios más carenciados, encendiendo un brote de violencia extrema entre los habitantes, rehenes del sistema del poder imperante y de las políticas de turno -la Doctora Updale, encarnada por Marisa Tomei en un rol al que no estamos acostumbrados a verla- en esta noche experimental para reducir la tasa de criminalidad que terminará de la peor manera. La propuesta combina nuevamente la acción extrema y el terror slasher de los años setenta, retomando la idea iniciadora de la saga: "la invasión del hogar" en manos de asesinos despiadados. Sin resultar novedosa -con lentes de contacto flúo que registran violaciones y crímenes-, la película mantiene la tensión con los hermanos Nya -Lex Scott Davis- e Isaiah -Joivan Wade- perseguidos sin descanso; el villano Skeletor, con agujas en la mano, y el traficante Dmitri -Y’lan Noel- que se termina aliando con los desprotegidos. El relato entrega lo que promete y explica las consecuencias de los que vio en las tres películas posteriores. Los seguidores de la franquicia no saldrán defraudados.
Re loca es una remake de la exitosa película chilena Sin filtro, que también conoció una versión española estrenada recientemente. ¿Un día de furia? ¿Un día en el que la protagonista decide romper el molde, tomar un bate y cambiar para siempre?. Es lo que ocurre en esta comedia protagonizada por Natalia Oreiro, en el rol de Pilar, una creativa publicitaria que lucha con su esposo -Fernán Mirás-, un pintor vago, y el hijo adolescente de éste, y con una hermana solitaria que vive con su amado gato. En su trabajo las cosas no van mejor: debe soportar a un jefe incomprensivo que la posterga y a una influencer -Malena Sánchez- que podría quedarse con su puesto. Si a esto se le suman las presiones cotidianas como el tránsito, la amiga -Pilar Gamboa- que sólo está pendiente de su celular y no la escucha y el inminente casamiento de Pablo -Diego Torres-, su ex- novio, con una mujer controladora -Gimena Accardi-, todo indica que la olla está por explotar. Re Loca impone el machismo como disparador de un feminismo a ultranza cuando Pilar toma las riendas del asunto y cambia tras probar una pócima que le recomienda un extraño a punto de suicidarse -Hugo Arana-. Pilar despierta como una mujer nueva y dispuesta a todo para enfrentar a su entorno. El debutante Martino Zaidelis, quien viene de la televisión, plasma con ritmo este relato que conserva la estructura del filme original y presenta algunos cambios sobre el final. Con muchas puteadas, y situaciones más logradas que otras, la historia al menos entrega un final que el espectador no espera en la escena del casamiento. Oreiro se luce en su protagónico y se mueve como pez en el agua dentro del género, reversionando el clásico de Celeste Carballo, Me vuelvo cada día más loca. El ritual sanador parece que le da resultado.