Actor en crisis Protagonizada y dirigida por Juan Minujín, la película echa una mirada a Julián Lamar, un actor que atraviesa una crisis existencial e intenta sobrevivir en un mundo en el que no encaja. Este es el punto de partida de un relato que juega y apuesta al humor, pero que expone duras verdades a través de las situaciones que enfrenta el protagonista. Así es como el actor en cuestión hace teatro con un compañero que se roba los aplausos; participa con un papel secundario en una película (el protagonista es Leonardo Sbaraglia) y comparte encuentros con un padre parco (Daniel Fanego) que no lo valora y un hermano cuya vida parece andar sobre rieles. Vaquero no es otra cosa que la vida de un simple actor en la Argentina de hoy con todos los sobresaltos que esto implica. Mientras intenta conseguir un papel en un western norteamericano que se filma con un reconocido director en Argentina, Julián continúa su marcha silenciosa, su deambular nocturno y despotrica contra la humanidad. Entre botas texanas y sombrero, un romance con la vestuarista de su obra y mucha incertidumbre, Vaquero logra empatía con el espectador en su segundo tramo. Y, por momentos, se torna angustiante.
La mujer de mis pesadillas Un conmovedor drama romántico llega con un romance contrariado, un amor que no pudo ser y confesiones que impulsan a un hombre a mirarse en el espejo veinte años después del hecho que marcó su vida. La quise tanto moviliza por la solidez de su clima angustiante y, en especial, por este gran intérprete que se llama Daniel Auteuil, el mejor del cine francés de los últimos años. La película transcurre durante un fin de semana particular, en el que una historia resurge para golpear en el presente de los personajes: Pierre (Auteuil) comparte un secreto con su nuera Chloe (Florence Loiret Caille), una mujer desequilibrada que sobrelleva su vida como puede junto a sus hijas. El mismo que lo persigue sin descanso. La nostalgia de un tiempo pasado que fue mejor, el arrepentimiento y la pasión, traslada al espectador a la historia de Pierre y sus furtivos y obsesivos encuentros con Mathilda (Marie-Josée Croze), la mujer de sus pesadillas. Esas afiebradas citas en hoteles, barcos y paseos tienen sus consecuencias y son plasmadas por la realizadora Zabou Breitman (Amor de familia) en este relato honesto de un hombre que no puede callar y que ahora está derrumbado. La escena que transcurre en un parque, el reencuentro con la mujer amada y la triste mirada de un presente incierto son contados con fondos desdibujados que hacen que todo los demás desaparezca. Sólo un hombre y una mujer ocupan el centro de la atención.
Héroe milenario con toques fashion Remake del film homónimo que hizo John Millius en 1982 y tuvo a Arnold Schwarzenegger como protagonista. Los tiempos cambian y este héroe milenario resucita en el cuerpo de Jason Momoa, puro músculo y poca expresión. Conan, el Bárbaro es un producto entretenido que viene con la firma de Marcus Nispel, realizador que acredita títulos como La masacre de Texas y Viernes 13, razón por la cual la nueva versión exhibe sangre y tripas por doquier. El personaje central es un cimmerio que se convierte en un guerrero salvaje (el entrenamiento recuerda a Hannah) y que, luego de la muerte de su padre (Ron Perlman, el de Hellboy) emprende la búsqueda de los responsables que masacraron a su pueblo. El esquema argumental tiene los elementos necesarios para mantener la tensión hasta el desenlace: las piezas de una máscara que da poder eterno, peleas cuerpo a cuerpo (con sangre digital incluída), brujería (Rose McGowan como Marique luce una buena caracterización y garras al mejor estilo Freddy) y la resurrección como móvil del villano de turno (Stephen Lang, otra vez tan malo como en Avatar). Conan surgió en la década del treinta y Jason Momoa es más parecidol al personaje del comic que dio vida Schwarzenegger: se lo ve estilizado y moderno. Un héroe con espada en mano que busca venganza en la Edad Hiuboria, una época poblada por demonios y brujos. Nispel aprovecha los decorados virtuales, las referencias a otros films y elabora una película divertida. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en tiempos de cine moderno los héroes vienen con toque fashion y modales más refinados. De todas maneras, la aventura está servida y habrá que ver si llega la segunda parte: Conan, el destructor.
Pichón de Jason Bourne Con su estreno un día antes que en Estados Unidos, la película de John Singleton juega con las apariencias engañosas y las falsas identidades para disparar una trama que apuesta al vértigo y las persecuciones. Identidad secreta cuenta con el protagónico del ascendente (e inexpresivo) Taylor Lautner, el actor que surgió de Crepúsculo. A diferencia de las transformaciones en "hombre lobo" que tiene en la exitosa saga, acá todo está puesto a su servicio y su personaje posa al mejor estilo publicitario: atraviesa cambios que lo sumergen en un mundo nuevo y desconocido donde debe desconfiar de todos aquellos que lo rodean. Nathan Harper parece tenerlo todo hasta que descubre su fotografía en un sitio web de personas desaparecidas. Su tranquilo y cómodo estilo de vida del "típico estudiante norteamericano" se derrumba y sus padres están lejos de ser quienes dicen que son. El thriller está narrado con ritmo y buenos recursos por John Singleton y acumula escapes y su cuota de acción cuando Nathan comienza a ser perseguido sin descanso por agentes del gobierno y un equipo de asesinos entrenados. Como una suerte de pichón de Jason Bourne (Pat Crowley, uno de los productores de la saga protagonizada por Mat Damon), el film pone primera hasta el desenlace que tiene lugar en el exterior de una cancha. La recomposición familiar, las sospechas permanentes y el armado de un rompecabezas son las constantes de Identidad Secreta, que cuenta con buenos actores como Alfred Molina y Sigourney Weaver. En tanto, a Lautner habrá que darle tiempo para que se posicione dentro del género. Habilidades físicas tiene de sobra.
Encuentros cómicos del tercer tipo El encuentro con un ser extraterrestre sirve de disparador para esta comedia que juega con la ciencia-ficción y el valor de la amistad en medio de una trama plagada de disparates. Dos amigos fanáticos de los comics y de las historias fantásticas emprenden un viaje hacia el inquietante sector 51, pero en su camino se encuentran con un un extraterrestre llamado llamado Paul, con mochila a cuestas, y adaptado a la vida entre humanos que quiere volver a su hogar. A la alocada travesía se suman una chica con problemas de vista que escapa de su salvaje padre y dos torpes agentes del gobierno que se lanzan tras los pasos de la criatura alienígena. Con este material entre manos que tiene obvias referencias a E.T. y Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, el realizador Greg Mottola (Super Bad y Adventureland,) cuenta con dos intérpetes que se mueven a sus anchas: Simon Pegg y Nick Frost, la dupla de Arma fatal- Hot Fuzz, que en Argentina saltó directo al DVD, y Seth Rogen (El avispón verde) que presta su voz al alienígena. Paul es verborrágico, simpático, y baila. Pero también es capaz de paralizarse para pasar desapercibio (como lo hacía el personaje creado por Steven Spielberg) y puede, poderes mediante, revivir a un pájaro y...comérselo. Con un cameo de Sigourney Weaver en el rol de la jefa villana, el film mezcla géneros y ofrece buenos efectos y recursos a la hora de entretener al espectador.
Sangre fresca en bandeja Ajo. Cruces. Estacas. Todos sabemos de qué se trata. La fiebre de la vampiromanía muerde otra vez la pantalla grande y acierta con esta remake de La hora del espanto, un clásico de los años ochenta. Dirigida por Craig Gillespie (Enemigo en casa), la acción se ambienta en un barrio de Nevada, muy similar a los que vimos en E.T. y Poltergeist, un lugar adecuado para sembrar el espanto. El adolescente Charlie Brewster (Anton Yelchin, el actor de La doble vida de Walter) es uno de los estudiantes más populares del colegio, vive con su madre (Toni Collete, la de Sexto Sentido) y está de novio con la chica más codiciada (Imogen Poots). Pero las cosas se complican cuando un nuevo vecino, Jerry (Colin Farrell), se muda a la casa de al lado. La película ofrece una visión moderna y estremecedora del mito vampírico, aunque no deja de lado los toques de humor (la madre de Charlie aparece rodeada de cruces y no precisamente por ser "demasiado religiosa") y cambia espejos por grabaciones en las que las criaturas de la noche no quedan registradas. Con algunas escenas similares a la de la versión original, ésta cambia el escenario (un moderno edificio) en donde vive Peter Vincent, el showman ahora algo traumado y también mago (al estilo Chris Rock) del programa televisivo Fright Night que da título a la película, y al que recurre el joven Charlie para formar el equipo de cazadores de vampiros. Entre amigos "nerd", agua bendita y una espectacular secuencia en una carretera, el peligro dice presente y la sangre fresca se sirve en bandeja.
Vecino sospechoso Con el sello Hammer como productor (creador de numerosos éxitos del terror gótico en la década del 50) llega este relato de suspenso impulsado por la obsesión y la locura. Invasión al a privacidad (The Resident) está protagonizada por Hilary Swank, la ganadora del Oscar por Los muchachos no lloran y Million Dollar Baby, quien también oficia como productora. Ella encarna a una médica recién separada (su ex le fue infiel) que busca departamento en Brooklyn y consigue uno con un precio más que razonable. El único problema es que por las noches no está sola: alguien se desliza por la oscuridad de su departamento. Con esta premisa, el realizador finlandés Antti Jokinen (viene del videoclip) construye un relato simple, sin demasiadas sorpresas y que entretiene más en sus minutos finales. Por la trama desfilan personajes sospechosos como el propietario del lugar (Jeffrey Dean Morgan, visto como El comediante en Watchmen); su ex pareja y un vecino anciano, encarnado por el legendario Christopher Lee. El film, que presenta similitudes con La gente detrás de las paredes, Sliver y El inquilino, pone en funcionamiento el juego del cazador y su presa que desencadena en violencia. Sobresalen la música de John Ottman y la fotografía, rica en matices, de Guillermo Navarro.
El juego del simulacro ¿Estamos preparados para los mandatos que nos tocan afrontar?. Esa es una de las preguntas que dispara la ingeniosa y original comedia del italiano Nanni Moretti, el mismo de Caro Diario. En esta ocasión, el cineasta se sumerge en el mundo de la Iglesia y del psicoanálisis. El Papa (Michel Piccoli) elegido en el cónclave sufre un ataque de pánico cuando está por aparecer por primera vez en el balcón de San Pedro para saludar a sus fieles. Este es sólo el comienzo de Habemus Papa, un relato alimentado por buenos diálogos, situaciones inesperadas y la confusión que se adueña de los cardenales y sacerdotes que lo rodean cuando sus asesores buscan la ayuda de un psicoanalista (Moretti) que quiere llegar al fondo de los miedos y la angustia del Pontífice. Con este esquema, se enciende el "juego del simulacro" con escenas realmente divertidas: el Papa escapa mientras todos piensan que sigue encerrado en su habitación para superar la crisis. No es casual que la trama traslade al personaje central al mundo del teatro, con La gaviota, de Chéjov, poniendo en primer plano el tema de los roles y actuaciones que hay que asumir en determinados momentos. El film, de gran belleza visual, nunca hiere sensbilidades y muestra la fragilidad del hombre común al que los fieles despositan su fe. En el relato también aparece Jerzy Stuhr como el vocero y una siempre correcta Margherita Buy (la misma de El hada ignorante) como la terapeuta que escucha atentamente al hombre sin saber que se trata del Papa recíen elegido. El film tene una secuencia que se apoya en un tema de Mercedes Sosa y entrega dosis de emoción que maneja con naturalidad gracias al expresivo rostro de Michel Piccoli y de un sólido elenco.
El arte en primer plano Tito Ingenieri es artista, escultor y un sobreviviente en muchos sentidos, un hombre que se abrió paso en el arte con sus propias manos. Como testigo de su obra, se erige la casa que él mismo construyó con miles de botellas de vidrio y que está en Quilmes. El documental de Alcides Chiesa y Carlos Eduardo Martínez explica quién es este artista ("no soy un artista, soy un laburante") al que le costó seguir adelante, que fue golpeado salvajemente por su larga melena y conoció ya de adulto a su primera novia. El trabajo se estructura a partir del testimonio del propio Ingenieri relatando anécdotas de su pasado, del uso de drogas y de su gran creatividad, y se alterna con la aparición de aquellos que lo conocen y cortos de animación que ilustran su universo. Personajes curiosos si los hay, Ingenieri es autodidacta, fue plomo de rock y estuvo relacionado con el teatro. Hoy, su casa es un museo visitado por niños, y las botellas que sostienen las paredes del hogar contienen mensajes artísticos para todos aquellos que los quieran enconctrar. Un documental sencillo sobre un hombre al que cualquiier elemento de desecho le sirve para construir. Es, sin dudas, un náufrado en la Ribera de Quilmes que sigue adelante contra viento y marea. Un Robinson Crusoe en medio del caos.
"A la muerte no le gusta que la burlen" En la primera parte fue un avión; en la segunda, una carretera; en la tercera, una montaña rusa y, en la última, una carrera de autos. En todas la muerte busca desesperadamente a los adolescentes. En Destino final 5 (Final Destination 5) la historia se repite y los primeros quince minutos desarrollados en un puente colgante resultan atrapantes. El esquema de este quinto eslabón es exactamente el mismo que presentan los films anteriores. Nada está librado al azar y, luego de una presentación interesante potenciada por los efectos del 3D, lo que queda en claro es que el director Steven Quale imprime ritmo y misterio a una trama con nuevas vueltas de tuerca. Nadie está a salvo y los lugares que parecen seguros se convierten en amenazantes: un gimnasio, un spa oriental para masajes y el consultorio de un médico oftalmólogo funcionan como espacios para esconderse de la "parca". La misma que amenaza a los protagonistas y busca el momento menos esperado -y de las maneras más irrisorias- llevarse a sus víctimas. Con algunos elementos que remiten a los films anteriores (el avión, por ejemplo), Destino Final 5 entrega lo que promete y supera, al menos, a las dos últimas partes de la saga. Y cambia el orden de sus víctimas, integrantes ahora de una competitiva corporación. Durante los créditos, el espectador se encontrará con escenas de los films anteriores. El elenco está integrado por David Koechner (El super agente 86), Nicholas D'Agosto (The Office’, PJ Byrne (Boston Legal) y Ellen Wroe (Huge), además del regreso de un inquietante Tony Todd (el actor de Candyman) en el papel del Sr. Bludworth, el hombre que recoge lo que le deja la muerte. Y todo volverá a empezar.