Un homenaje doméstico Este es un homenaje que la realizadora Kris Niklison le rinde a su madre de ochenta años, Bela Jordán, una encantadora anciana que vive en una estancia familiar a orillas del Río Paraná. La viuda aristocrática acumula arrugas y sabiduría, monta un triciclo, consulta internet y dedica su tiempo al armado de rompecabezas de dos mil piezas (con tan mala suerte que la semana pasada se estrenó Rompecabezas). La pelicula recorre las conversaciones y las reflexiones que Bela mantiene con Cata, su mucama (que siempre está en offf), sobre temas cotidianos y trascendentales sobre la vida y la muerte, el marido que partió, el sexo y sobre si es conveniente o no "dormir destapada" durante las frías noches que azotan la casona. El relato resulta demasiado doméstico como para conquistar al espectador, mientras la protagonista ordena las piezas de un complicado rompecabezas. El clímax de la historia nunca llega y es salpicado con postales pintorescas de los escenarios naturales y de las caminatas de un peón de estancia. ¿Y...?
Hay un cantante en mi cabeza! Las comedias francesas han alcanzado en los últimos años la popularidad y el éxito que necesitan y casi siempre están respaldadas por figuras de renombre. Dos en uno no escapa a la excepción, aunque el resultado quede a mitad del camino. Gilles Gabriel (Alain chabat) es una ex-estrella de la canción, un personaje parecido al Juan Peruggia de la tira Todos contra Juan. Vive del único éxito que le dejó un pasado glorioso y pocos lo recuerdan. Gilles muere en un accidente de auto causado por Jean-Christian (Daniel Auteuil), su espíritu se aloja en el cuerpo del conductor y ambos deberán aprender a compartir situaciones íntimas. Con toques de Hay una chica en mi cuerpo, la película no siempre resulta divertida a pesar de la correcta actuación de Daniel Auteuil y el ritmo musical que intentan plasmar los directores. Lo peor del film es que huele a viejo (la música cambia el estado de ánimo y las decisiones de sus superiores en medio de una convención, muy al estilo Enrique Carreras) y situaciones vistas hasta el hartazgo. La voz oculta que se refugia en la cabeza de Jean-Christian genera enredos y confusiones varias y, en ese sentido, se destaca la escena en la que es sometido a una prueba médica por un profesional o las tomas subjetivas que plagan el relato. El resto se limita a mostrar los rasgos esquizoides del personaje central y entrega un desenlace cícilico.
Como aves de rapiña Una grata sorpresa resulta el policlal negro de Pablo Trapero, que invita a pasear por un submundo cotidiano y peligroso. Sosa (Ricardo Darín) es un abogado especializado en accidentes de tránsito que trabaja en una fundación que "ayuda" a sus víctimas, mientras intenta recuperar su licencia. Por su parte, Luján (Martina Guzmán) es una joven médica desbordada por las horas de trabajo a bordo de una ambulancia. Los caminos de ambos se unen y ellos cambian para siempre. Carancho se nutre de una realidad social y económica que en Argentina produce un enorme mercado: millones de pesos que necesitan las víctimas de accidentes y sus familiares para afrontar gastos médicos y legales, sostenido por las indemnizaciones de las aseguradoras y la fragilidad de la ley. Con esta punta argumental, Trapero describe las emergencias y el oscuro entorno que rodea a Sosa: jefes sospechosos y malandras de todo tipo (acertada la elección de Gabriel "Pacotillo" Almirón en el rol de un matón). De este modo, la trama acumula violencia, "aprietes" y el tratamiento resulta ideal por las características que presentan los personajes: ninguno se destaca por sus virtudes precisamente. Todo lo contrario, tienen varias caras y buscan salvarse. Con una cámara nerviosa, Trapero sutura los pliegues del relato como pocos, recorre los accidentes en la vía pública, las guardias atestadas y transmite una sensación de desesperación. La intriga sumada a la buena factura técnica (los impactos filmados desde el interior de los autos o el vertiginoso desenlace) y al diseño de personajes, deviene en un film que impacta, sacude y deja pensando. Es su película más lograda desde El Bonaerense. Darín compone a un Sosa golpeado, con varios costados por revelar, y no es precisamente un héroe; mientras que Guzmán entrega pasión y convicción a su vulnerable profesional de la salud, La película asegura que "en Argentina mueren al año más de ocho mil personas en accidentes de tránsito; y más de ciento veinte mil resultan heridas. Detrás de cada desgracia aparece la posibilidad de un negocio". Y detrás de la película, mezcla de suspenso y cine denuncia, asoma el horror agazapado en las sombras.
La resistencia desde adentro "La risa se puede recuperar y cada uno tiene su espejo mágico" se escucha en uno de los tramos de Fortalezas, documental que atrapa por las historias de vida que muestra y porque, fundamentalmente, emociona. El film cuenta las vidas de personas encerradas en diferentes instituciones de reclusión. Así desfilan por la pantalla ancianos, locos, enfermos y presos que buscan oxígeno. Uno de los más llamativos es Moacir, un interno del Hospital Neuropsiquiátrico Borda, que logra superarse a través de la música. Se lo ve indefenso, pero coherente y con miedo a pasar por la morgue. Por su parte, Julio, es un recluso de la cárcel Nº 32 de Florencio Varela, que lucha por su libertad contra la burocracia jurídica. Manolo, residente del hogar de adultos San José, intenta dejar su silla de ruedas. Y Juanita busca una opción para su corazón. Todos tienen algo en común: sueñan con ver la luz de la calle, estar mejor y no ser olvidados. También hay un grupo de chicos del colegio secundario que visitan el hospital Baldomero Sommer (antigua colonia de enfermos de lepra) donde viven Adolfo, Angélica y Aníbal, que deciden salir del aislamiento que les impuso el fantasma de la lepra. Fortalezas reúne testimonios de vida y habla de la resistencia que emprenden estas personas, contra viento y marea, para seguir vivas.
Un mundo de cartón pintado. El film marca el debut como director del guionista ganador del Oscar, Charlie Kaufman, en esta extraña película que mezcla ficción y realidad. El director de teatro Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman) está por estrenar su nueva obra, pero su esposa (Catherine Keenar) lo abandona levándose a su pequeña hija para continuar con su vida artística en Berlín. Desmoronado físicamente y con continuas visitas a diferentes especialistas, se encontrará con varios personajes y entablará una relación amorosa (con Samantha Morton). La película incluye escenas de mal gusto, absolutamente innecesarias, y muestra el deterioro físico del personaje central, entre ensayos, y la presencia de un extraño personaje que lo sigue y quiere audicionar para su obra Simulacron. La acción transcurre entre escenografías y paredes reales, combinando dos mundos que lo pueden llevar al borde de la locura. Sin el ingenio de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos; la narración está plasmada en flasbacks y flashforwards (el entierro y la posterior aparición del personaje), y se permite escenas surrealistas, como el incendio constante de una casa sin que los personajes se molesten por ello. Sin coherencia y sumamente tediosa, Todas mis vidas, mi vida pinta un mundo de cartón.
Juego nuevo, vida nueva La ópera prima de la directora argentina Natalia Smirnoff se presentó en la selección oficial de la Berlinale, y se proyectó en el Festival de San Sebastian. Ahora se estrena comercialmente y marca el auspicioso comienzo de la cineasta. Rompecabezas habla del cambio y de la transformación que atraviesa María del Carmen (María Onetto), un ama de casa que vive para servir y conformar a su esposo (Gabriel Goity) y a sus dos hijos. Romper la rutina no es sencillo para ella, hasta que recibe un rompecabezas como regalo de su cumpleaños número cincuenta. Ya nada será igual y nada le dará tanto placer como enhebrar cada una de las piezas que formarán una figura. Quizás como reflejo de su propia existencia. La protagonista se relaciona con Roberto (Arturo Goetz, el actor de Derecho de familia y El asaltante), un millonario que quiere competir en el torneo mundial de rompecabezas en Alemania, y entrena junto a María del Carmen. Ya no le molesta llegar tarde a su casa o enfrentar la mirada desconfiada de su esposo. La película describe minuciosamente las piezas desparramadas de una familia monocorde y egoísta que descuida a la madre y a la esposa; y desliza el "deseo de cambio" en cada uno de sus fotogramas. Narrada con madurez y ritmo (como la escenas del cumpleaños, caótica, filmada con cámara en mano, o la más graciosa del locutorio, jugada con Mirta Wons), el relato coloca en primer plano la máscara de infelicidad del personaje central. Rompecabezas convence: se trata de una historia pequeña bien resuelta y correctamente interpretada por María Onetto.
Drama familiar cobra vuelo con un cuento de hadas Si bien el film del polémico realizador Francois Ozon puede desconcertar al espectador desprevenido, también tiene sus méritos. Ricky mezcla temas sociales y familiares con un cuento de hadas. La empleada de una fábrica de productos químicos (Alexandra Lamy) conoce a un español (el siempre convinvente Sergi López, de El laberinto de El Fauno) que trabaja en el mismo laboratorio. Pronto sentirán amor a primera vista y, a pesar, de que ella tiene una hija de siete años, el bebé no tardará en asomar al hogar. A través de elipsis, Ozon muestra cómo el cuidado del bebé se convierte en un problema para la pareja, que tiene complicados horarios laborales. Pero todo se revolucionará cuando el recién nacido presente moretones en su espalda. Hasta acá lo que se puede contar de esta historia que fusiona diversas aristas: por un lado, es un contundente drama ambientado en monoblocks y salpicado con problemas de relación, celos, soledad y penurias. Y, por otro, Ricky incursiona en toques fantásticos que el espectador ni sospecha. El film está basado en un cuento de la novelista inglesa Rose Tremain, titulado Moth (Polilla). Los efectos especiales (las escenas en el departamento y en el supermercado) están bien logrados y resueltos, y extrañan en este tipo de propuestas. Pero hay que estar preparado para recibir el cine del creador de 8 mujeres y La piscina, un director que siempre arriesga y juega con diversos géneros. La actriz Alexandra Lamy compone a una mujer soltera que se posterga en pos del cuidado de su hija,y empieza a experimentar un sentimiento de desconfianza hacia su nuevo amor. El margen para la duda está presente en el film, que logra emocionar y levantar vuelo con su cuento de hadas en plena ciudad, contraponiendo el drama intimista y la difusión que el "caso" toma en la prensa.
Militares con tácticas paranormales "Soy un guerrero Jedi" asegura uno de los personajes de esta peculiar historia que funciona como crítica a las fuerzas miliares. Un reportero (Ewan MacGregor) busca una buena historia y encuentra a Lyn Cassady (George Clooney), el miembro de una unidad militar experimental de Estados Unidos que pelea una "guerra diferente" a través de sus poderes psíquicos: puede atravesar paredes o matar a una cabra con sólo mirarla. El disparate une los caminosa de estos personajes en una aventura que se extiende a lo largo del desierto para encontrar a Django (Jeff Bridges), una especie de gurú que ha desaparecido. La acción los lleva también a un campamento liderado por un psíquico renegado (Kevin Spacey) y los coloca en el "ojo de la tormenta". Varados en el desierto, capturados y encerrrados, entre pruebas para desarrollar capacidades paranormales; la trama alterna el pasado de los 80, con el gobierno de Reagan y, el 2003 con Bush y sus fuerzas en Irak. El film abre con una graciosa escena (con Stephen Lang, el villano de AVATAR), pero con el correr de los minutos ingrena en un espiral narrativo descendente que lo hace poco atractivo y menos gracioso de lo que intenta ser. Entre tanto delirio, balas y un galpón que encierra cabras para experimentos, la incoherencia se adueña de la trama y el disparate se esfuma como la arena del desierto. Raro que ninguno de los integrantes del equipo haya recurrido a los poderes psíquicos para poder revertir lo que estaban filmando....
Con un excelente Colin Firth Década del sesenta. George Falconer (Colin Firth) es un profesor de literatura en el área escolar de Los Ángeles. Es un hombre atormentado por los recuerdos de su pareja (Matthew Goode), muerto en un accidente automovilístico. George ha tenido una vida ordenada, meticulosa y decide planificar su suicidio. Pero se topa con algunos personajes que lo harán cambiar de decisión. "Hay toda clase de minorías. El miedo es la causa de las persecuciones a esas minorías", explica durante una clase. Sin decir nada, intenta decirlo todo, ante la mirada de un joven alumno (Nicholas Hoult) que le presta mayor atención. El film de Tom Ford, un diseñador de modas devenido en realizador, es rico en detalles, en la reconstrucción de época. Su trabajo es minucioso como el personaje que retrata. Sin golpes bajos, Ford sigue los difíciles pasos del profesor y el encuentro con su amiga (Julianne Moore), haciendo que el pasado golpee en un presente incierto y plagado de miedos. También recurre al estilo engominado de James Dean como ideal de belleza (el encuentro del protagonista con un muchacho madrileño) y a los paneos de vestidos de la época. El medido accionar de George en relación al mundo que lo rodea se transmite gracias al trabajo impecable de Colin Firth (fue nominado al Oscar en el rubro mejor actuación), alejado de las comedias que lo hicieron famoso y le dieron prestigio.
Amas de casa desesperadas Largometraje de bajo presupuesto rodado en video digital en zonas rurales cercanas a Saladillo. La mayoría de los roles los ocupan habitantes de esa comunidad, ubicada a 182 kilómetros de Capital Federal. Es el largometraje número 21 dirigido por la dupla de cineastas integrada por Julio Midú y Fabio Junco y, es el segundo estreno en una sala oficial, esta vez el Cine Gaumont. Crisálidas es la historia de cinco trabajadoras de un taller textil ubicado en un pueblo de Argentina. Cinco mujeres que quieren cambiar sus vidas, que sueñan y saben esperar. Mujeres que descubren el deseo y enfrentan el "que dirán". Marisa (Yeny Mieres), casada con un trabajador rural, lleva adelante un matrimonio rutinario; Mercedes (Viviana Esains) lleva una vida casi perfecta, pero se siente encerrada en ese pueblo; Ana (Florencia Midú) vive con su abuela quien la crió tras la pérdida de su madre y está enferma; y Sofía (Natalia Di Gruccio) vive sola con su padre jubilado y le preocupa el “que dirán”. La última, Norma (Marcela Moscatello) vive sola pero acumula kilos y angustia. La película apuesta a diálogos sencillos y directos, actuaciones espontáneas y con pocos recursos visuales los realizadores sacaron provecho de la historia. Se ve más que en films de mayor presupuesto. Una historia cálida, pequeña que se desarrolla entre penas, festejos y máquinas de coser, con una mujer señalada por "hacer feliz" a otro, mientras otras buscan la felicidad. La música de Edgardo y Pablo Fuillerat subraya con correción los momentos dramáticos, sobre todo en el desenlace.