La nueva entrega de John Wick consolida esta serie entre las mejores franquicias que brindó el género de acción en las últimas décadas, con una adición especial que no debe ser ignorada. Proviene del cine independiente. Con un presupuesto moderado que no supera los 60 millones de dólares, ni la intervención de los ejecutivos de los grandes estudios, el director Chad Stahelski y Keanu Reeves lograron mantener el control creativo de su obra para ofrecer una propuesta inusual dentro de las producciones norteamericanas. A diferencia de lo que se creía en un principio el nuevo film no cierra en absoluto la historia de personaje, sino que por el contrario expande aun más el bizarro mundo de violencia en el que se desenvuelve el protagonista. Parabellum deja en claro que habrá John Wick para rato y esto está muy lejos de llegar a una conclusión. Un riesgo que decidieron correr los realizadores, ya que expone a la serie a un eventual desgaste que eventualmente se manifestará en la taquilla de los filmes. El tema es que mientras Stahelski continúe superando su propia labor con cada entrega, como lo hizo hasta ahora, la franquicia tiene un futuro solido como ocurrió con Misión: Imposible. El tercer episodio tiene una apertura extraordinaria donde el director no le da respiro a los espectadores durante los primeros 30 minutos. La trama retoma el conflicto a partir de la escena final de la entrega previa, donde Wick se convertía en una paria dentro de la sociedad de asesinos. La intensidad de las secuencias de acción es descomunal a tal punto que uno se pregunta cómo harán para mantener ese ritmo y la calidad de las coreografías de peleas durante los 100 minutos restantes. El típico clímax de una buena película de artes marciales acá lo encontrás en el primer acto. En este punto encontramos una de las grandes virtudes de la dirección de Stahelski, quien nunca se repite en el tratamiento de la acción y le encuentra la vuelta para abordar los tiroteos y la peleas de un modo fresco y diferente. El modo en que emplea un libro en una biblioteca durante una coreografía, los caballos, que incluyen un guiño al western, y los perros ninjas de Halle Berry son algunos de los elementos que construyen esta oda sentimental al género. Con la particularidad que además juega muchísimo con el humor negro y el absurdo, un detalle que hace que esas escenas sean mucho más entretenidas. Stahelski centra su relato en la acción y con pequeño detalles y sin demasiados diálogos construye el argumento de un modo perfecto. Un ejemplo de esto lo encontramos en las presentaciones de los personajes de Angelica Houston y Halle Berry donde conocemos todos lo que necesitamos saber de ellas en una breve conversación con el protagonista. En el caso de Berry acá tiene una participación fabulosa que pide a gritos un spin-off de su personaje y su intervención por momentos parece el teaser de una futura película dentro de esta franquicia. La gran novedad de Parabellum es que ofrece un espectáculo adicional para los fans del cine de artes marciales con la incorporación en el reparto de figuras populares del género. A lo largo de la trama tienen sus momentos destacados Tiger Chen (Man of Tai Chi), mentor de Keanu Reeves y Yayan "Mad Dog" Ruhian, de la película The Raid, quien sobresale en una pelea de casi 10 minutos con el protagonista. Estas son las cosas que le valoro al cine de Stahelski y la franquicia de John Wick. Al ser concebida en la producción independiente los realizadores se dan el lujo de hacer lo que quieren y nos regalan momentos como ese que son imposibles de encontrar en otras producciones hollywoodenses. Más allá de la presencia de los artistas mencionados, Parabellum sobresale además por traer de regreso a Mark Dacascos (Only the Strong, Pacto de lobos), una de las grandes glorias del cine de artes marciales de los años ´90, en todo su esplendor. Un actor que en los últimos años se desempeñó como conductor del reality de competencias culinarias, Iron Cheff America, y Stahelski lo hace lucir en el cine otra vez con un inusual rol de villano. A los 55 años Dacascos vuelve a demostrar por qué su nombre se encuentra entre los grandes del género y la secuencia de pelea que tiene con Keanu Reeves es completamente épica. Un momento que además brinda un hermoso homenaje al clásico Operación Dragón de Bruce Lee. Para el amante del cine de acción esta producción es la gloria pura en una pantalla de cine y se destacará en la lista de los grandes estrenos del año. Si sólo pueden ver una película este mes en el cine, que sea John Wick 3 que no decepciona en absoluto.
Clementina representa un sólido debut en la dirección de Jimena Monteoliva con una intensa propuesta de terror que le hace justicia al género. Dentro de la producción nacional no hay tantas mujeres realizadoras que se enfoquen en este tipo de cine y esta película te deja con ganas de ver futuros trabajos de ella. Quienes siguen esta página desde hace años saben que no soy el mayor fan de las propuestas locales y me cuesta mucho engancharme con los relatos que se ofrecen. Por eso cuando les recomiendo alguna producción es porque me gustó mucho y creo que vale la pena. El relato que propone Monteoliva es muy interesante por dos motivos. En primer lugar presenta una inusual fusión entre el drama de la violencia de género, que se trata con un realismo escalofriante, y el conflicto de misterios sobrenaturales. Dos temáticas que durante el desarrollo de la historia la directora consigue que se complementen muy bien. Clementina trabaja de un modo contundente el proceso de estrés post-traumático que enfrentan las mujeres que sufren este tipo de abusos, que en esta película encarna con mucha intensidad Cecilia Cartasegna. El corazón de este film quien brinda una interpretación formidable en el rol protagónico. Su personaje se siente muy real y el progresivo deterioro de su psicología, a raíz de la situación dramática que vivió le aporta un enorme impacto emocional a la trama. El film explora muy bien la impotencia que suelen vivir las víctimas de la violencia doméstica y toda la manipulación y control que ejercen los agresores. Un rol al que Emiliano Carrazone le aporta algunos momentos escalofriantes. Todo este contexto oscuro que enmarca la vida del personaje principal luego se combina con algunos elementos fantásticos que están muy bien elaborados. Como propuesta de terror Clementina trae al recuerdo por momentos el viejo cine de género de los años ´60, del estilo de The Haunting (Robert Wise) y Repulsión (Roman Polanski). Películas que solían enfocarse en los aspectos pscológicos del horror y las atmósferas inquietantes, más que los jump scares burdos que hoy se convirtieron en un lugar común. La película de Monteoliva genera muy buenos momentos de tensión y convierte a esa casa donde se desarrolla el argumento en un escenario claustrofóbico que se vuelve agobiante. Los aficionados al cine de horror sabrán apreciar esta producción local que merece su recomendación.
Dentro de los dramas de ficción con caninos, Hachiko (tanto la versión original de los ´80 como su remake hollwoodense del 2009) y La razón de estar contigo lideran sin discusión el podio de las películas lacrimógenas. Por más que te hagas el cínico o desprecies su argumento eventualmente estos filmes te hacen llorar. Salvo que no hayas tenido le experiencia de tener una mascota las historias mencionadas llegan al corazón porque traen al recuerdo los perros que te acompañaron en la vida. Debo expresar que los productores que hicieron esta continuación lo lograron otra vez. Resulta gracioso porque uno piensa que ya conoce la premisa entonces el efecto no será el mismo. Olvidate. La película manipula los sentimientos del público como los dioses y en algún momento del conflicto es inevitable que las lágrimas caigan otra vez. La continuación, que por cierto es bastante digna, sigue la línea del film anterior por el modo en que está construido el melodrama y las interacciones de los perros con los personajes humanos. El concepto es el mismo con la diferencia que la atención se concentra esta vez en la nieta del personaje que interpretó Dennis Quaid en la entrega previa. El film presenta otro melodrama sobre temáticas deprimentes, como el alcoholismo, las enfermedades terminales y las relaciones abusivas. En el medio de todo este lío están las diversas encarnaciones de Bailey que te compra nuevamente con la narración en off de Josh Gad. En lo personal me quedo con la película original por el hecho que me gustó más la relación que se daba entre el personaje de Quaid y el canino, pero la segunda parte logra ser entretenida y seguramente será valorada por los amantes de los animales.
Tolkien ofrece una biografía parcial sobre los años de formación del creador de la Tierra Media y El señor de los anillos que tiene las características clásicas del género en el cine hollywoodense. Este era un proyecto complicado porque resulta muy difícil comprimir en un tiempo limitado los aspectos más interesantes de la vida del autor que el espectador espera encontrar en el film. Probablemente el formato de serie de televisión le hubiera sentado mejor, ya que esta producción presenta un resumen compacto de muchas cuestiones que merecían un tratamiento más dedicado. Muy especialmente en lo referido al proceso creativo del universo de ficción que el artista concibió y no tiene otros antecedentes en la literatura fantástica moderna. La película del director Dome Karukoski se enmarca en el campo de la biografía de manual clásica del cine norteamericano que detalla algunas cuestiones interesantes, si bien deja un sabor agridulce por la oportunidad desperdiciada. Tampoco es una mala película y tiene algunos méritos, pero la realidad es que la historia daba para más. El relato del director transmite la idea equivocada que el suceso de Tolkien fue un golpe de suerte. Un día caminando por un bosque se le ocurrió la idea de El Hobbit, la escribió enseguida y se hizo famoso de la nada. Suena muy idílico pero no sucedió de ese modo. La creación de la Tierra Media fue el trabajo de una vida y toda la gesta del Silmarillion y el universo detallado que creó en esta producción encuentra un espacio irrelevante. Hay guiños y referencias que los fans de Tolkien reconocerán pero nunca se indaga en la gestación de su obra que hubiera sido tan interesante de ver, en lugar del típico melodrama hollywoodense. En casi dos horas de película ni siquiera se menciona que la esposa del autor Editt Bratt, interpretada por Lily Collins, fue la inspiración de personajes emblemáticos como Lúthien Tinúviel y Arwen. Su rol queda limitado al papel de la mujer detrás del artista. A lo largo de la trama conocemos el interés de Tolkien por el lenguaje y la mitología a través de un argumento que parece un resumen escolar del perfil de Wikipedia del autor. No obstante, es justo destacar que hay otros temas de esta biografía que tuvieron un desarrollo superior. Una particularidad que predomina en las obras del escritor, muy especialmente en el Hobbit y El señor de los anillos es que se tratan de relatos centrados en la camaradería masculina. Tanto la relación de Bilbo con los enanos o la de Frodo con Sam se desarrollan en el marco del concepto de la hermandad. Un tema al que el film hace referencia en el vínculo del protagonista con sus compañeros más íntimos del ambiente universitario en el que se educó. Si bien cada uno de esos personajes tienen un desarrollo mínimo al menos el argumento hace el esfuerzo de abordar un tema trascendente en la vida del artista. Nicholas Hault y Lily Collins presentan un gran trabajo si se tiene en cuenta el guión que tenían disponible y las escenas que comparten juntos brindan algunos de los momentos más simpáticos de la película. Toda la reconstrucción de época está muy bien elaborada pero más allá de los aspecto técnicos no hay muchas más virtudes para resaltar. Si en algún momento a los alumnos de una escuela les encargan una monografía sobre Tolkien está película los puede ayudar a preparar el resumen pero como obra cinematográfica difícilmente quede en el recuerdo.
En un principio la idea de ver una película sobre el origen del diccionario Oxford no parece precisamente una propuesta apasionante. Sin embargo, cuando descubrimos que la obra más completa de la lengua inglesa fue concebida por un profesor que tenía mínimos antecedentes académicos y un convicto homicida, internado en un hospital psiquiátrico, el interés que despierta esta producción cambia por completo. Entre la razón y la locura es un proyecto frustrado de Mel Gibson que llamó la atención del actor a mediados de los años ´90. Originalmente iba a ser su siguiente película como cineasta luego de Corazón Valiente pero otros trabajos se interpusieron en el camino y con el paso del tiempo se fue postergando. En el 2016 decidió delegar la dirección en Farhad Safinia, el guionista de Apocalypto y Sean Penn se sumó al reparto como co-protagonista. Lamentablemente el rodaje se vio afectado por una disputa entre los artistas y la productora Voltage Pictures por cuestiones de presupuesto y tanto Gibson como Safinia fueron desplazados del proyecto que habían concebido. La película fue terminada por el guionista de Sully, Todd Komarnicki, quien rescribió el guión original y se encargó de concluir el rodaje. Gibson demandó a Voltage por impedirle terminar el film e intentó suspender su estreno comercial pero la Justicia falló en su contra y por esa razón se negó a promocionar esta propuesta. En consecuencia, la versión de esta historia que llega a la cartelera no es la película original que filmaron Mel y el director Safinia sino el corte de la compañía Voltage. Aunque nunca sabremos como hubiera sido la visión original esta producción no deja de ser interesante por la premisa que presenta. El foco de la historia se centra en la particularidad amistad que se gestó entre el profesor James Murray (Gibson) y William Chester Minor, un convicto con problemas de esquizofrenia, interpretado por un excelente Sean Penn. Dos renegados del mundo académico de las universidades que emprendieron la titánica tarea de desarrollar el diccionario de lengua inglesa más completo de la historia. Una obra que iniciaron en 1884 y recién se publicó en 1928. La película retrata la pasión de estos hombres por la lengua y etimología de las palabras dentro de un proyecto que a fines del siglo 19 parecía una tarea imposible de llevar a cabo con éxito. A lo largo del film se desarrolla muy bien la obsesión de Murray por hacer realidad la concreción del diccionario y el contexto en el que Minor aportó sus colaboraciones. Probablemente la parte más dura de este relato, ya que se describe con mucha precisión los métodos inhumanos que usaba la psiquiatría de ese período para tratar las enfermedades mentales. La labor de Penn con este personaje es formidable y le otorga matices muy interesantes a este hombre que tenía serios problemas psicológicos y al mismo tiempo era un genio, con una memoria fotográfica extraordinaria, cuya labor fue clave en la producción del diccionario. Las escenas que comparten los dos protagonistas representan la gran atracción de este drama de época que deja la intriga de saber cómo hubiera sido la versión original que concibieron Gibson y el director Safinia. Para los aficionados a la historia y el mundo de las palabras es una alternativa muy interesante que merece ser tenida en cuenta.
Regresa a mi es otra película trillada relacionada con el drama de las adicciones a las drogas que logra ser amena por la interpretación de Julia Roberts. Su presencia en esta producción consigue sostener un relato que tiene todos los lugares comunes que se vieron infinidades de veces en propuestas similares. Sin ir más lejos, hace unos meses tuvimos el estreno de Beautiful Boy, con Steve Carell que trabajaba la misma temática. Un melodrama artificial donde se notaba la desesperación de sus realizadores por conseguir nominaciones al Oscar. Este estreno al menos cuenta con un trabajo superior en el tratamiento del conflicto y no tiene miedo en meterse en las zonas más oscuras del abuso de drogas y las consecuencias que genera en las familias de los adictos. En la película de Carell daba la sensación que cada escena estaba pensada para llamar la atención de los miembros de la academia de Hollywood y en esta producción los vínculos humanos especialmente se sienten mucho más honestos y realistas. El director Peter Hedges, responsable de aquella lacrimógena película de Disney que fue La extraña vida de Timothy Green, tuvo el ingenio de aprovechar muy bien el talento de Lucas Hedges (su hijo en la vida real) y Julia Roberts para atenuar los clichés del argumento. Las interpretaciones de los dos protagonistas elevan muchísimo un relato que se hace bastante predecible por la enorme cantidad de historias previas que abordaron el mismo conflicto. Los seguidores de Julia probablemente sabrán apreciarla con más entusiasmo, ya que el film presenta su mejor labor en el cine desde Agosto, estrenada en el 2013.
Detective Pikachu es una propuesta infantil que apunta a entretener principalmente a los espectadores más chicos, a partir de los cinco años, a través de un espectáculo que funciona bastante bien. Para los adultos que acompañen en la sala cada tanto hay alguna referencia humorística que puede resultar graciosa, pero en general es una película pensada para los niños. Cabe destacar que la historia no es una adaptación del popular animé sino del video juego homónimo que salió a la venta en el 2016. Por consiguiente, si tenemos en cuenta que esta interpretación hollywoodense de los personajes de Pokémon tranquilamente podría haber seguido el camino de Alvin y las ardillas el resultado final es más que decente. Hay que darle el crédito al director Rob Letterman (Escalofríos) por la intención de hacer algo diferente en lugar de seguir las fórmulas que se utilizan en este tipo de filmes. Detective Pikachu tiene un comienzo muy sólido y encuentra su mayor fortaleza cuando el relato de Letterman introduce elementos del género policial. Sin olvidarse de ser una propuesta infantil, la narración de la trama juega con algunas características clásicas del cine noir que inclusive cobran fuerza en la puesta en escena. Muy especialmente en lo referido a la fotografía con tonos oscuros y azulados y la iluminación de las escenas nocturnas. La presentación del mundo Pokémon está bien construida y en la primera mitad del film encontramos los mejores momentos de la historia. Justice Smith, quien apareció en la última entrega de Jurassic Park, interpreta a un protagonista afable que representa un poco el punto de vista de los espectadores que desconocen este mundo de ficción. El casting de Ryan Reynolds como Pikachu por otra parte genera sensaciones encontradas. Si bien tiene algunos momentos graciosos, su labor transmite la impresión que Deadpool pegó un trabajo como actor de voz y en ocasiones eso genera una distracción. Sin embargo con el desarrollo de la trama el director logra que funcione dentro del contexto del film. Reynolds, quien está destinado a quedar encasillado de por vida con el personaje de Marvel, se nota que en algunos momentos apeló a la improvisación para entretener un poco a los adultos, algo que se agradece. Esta producción pierde paulatinamente su atractivo a partir de la segunda mitad de la trama, cuando Letterman deja de jugar con el género policial para desarrollar una propuesta pochoclera más genérica. Inclusive para el público que no tiene ninguna conexión nostálgica con esta franquicia la película podría resultar un poco aburrida debido a su marcado tono infantil. Pese a todo, es justo destacar que Pikachu tiene momentos heroicos más sólidos que Shazam, en secuencias de acción que cuentan con una elaboración superior. En resumen, para los más chicos es una apuesta segura con la que pasarán un gran momento en el cine.
Hoy no hay crítica. Debido a la cantidad de sorpresas que prepararon los hermanos Russo para esta producción y la enorme carga emocional que tiene el final de esta etapa de la franquicia la mejor recomendación que se le puede hacer a la gente es la siguiente. NO LEAN NINGUNA RESEÑA. Ni siquiera las de esta página, no escuchen a nadie en radio ni en televisión y puedo asegurarles que vivirán una experiencia inolvidable. Me parece muy injusto que los críticos tomen contacto con el film sin ningún tipo de reacciones previas ni comentarios y después el público general y en especial los fans sean bombardeados con videos explicativos y análisis que arruinan por completo un evento tan especial. En este momento publicar una reseña sin spoilers es un ejercicio inútil que no aporta más que un compendio de generalidades y lugares comunes que no sirve para nada. Por el contrario, les adelanta inevitablemente la clase de espectáculo que van a encontrar. Mi propuesta es que vean esta película como lo hicieron los críticos, sin ningún tipo de información. Entiendo que es difícil porque la tentación de saber algo es enorme, pero la recompensa es mayor y la experiencia que habrán vivido luego no se las quita nadie. Ya vendrá en los próximos días el momento del debate y las reseñas pero ahora es el tiempo de disfrutar. Abracen la incertidumbre de no saber absolutamente nada. Vivan con entusiasmo la previa del momento, en lugar de enloquecerse por saber cosas de la historia, ya que los espera algo muy grande. Si no tenés la entrada, mejor todavía, entonces disfrutá el hecho de poder comprarla, la cola para entrar a la sala y todo el hype que está completamente justificado. Probablemente después saldrán del cine con ganas de expresarse y vendrá la descarga emocional y las críticas. Sin embargo, estoy convencido que ahora hay que dejarle a la gente que viva la experiencia con la menor información posible. Por todo lo expuesto, al menos de mi parte, hoy no hay crítica. GRACIAS HERMANOS RUSSO.
La maldición de la llorona es una propuesta ideal para los espectadores de once años que recién empiezan a adentrarse en el género y pueden ver este film desde una perspectiva más fresca. De hecho, el tono de las situaciones de horror que presenta esta producción parece haber sido desarrollado para ese target de público específico. Por ese motivo, para quienes suelen consumir a menudo cine de horror puede resultar un bodrio que no merece mayor atención. Queda claro que los productores del forzado universo de El conjuro ya no saben que inventar para estirar la franquicia y terminaron por presentar estas películas desapasionadas que son aburridas de ver. La ópera prima de Michael Chaves tiene un comienzo decente donde amaga a jugar con la mitología de la llorona desde una impronta policial. Sin embargo, tras la presentación de los protagonistas al cineasta se le agotan rápidamente las ideas y no ofrece otra cosa que un collage visual de escenas trilladas que vimos centenares de veces en otras películas similares. La llorona es un clásico del folclore latino que encuentra su origen en las culturas aborígenes precolombinas, con diferentes interpretaciones según la región que se estudie. Es decir que el personaje daba para hacer algo más original y elaborado pero los productores optaron por la vía más fácil de clonar la fórmula de misterios sobrenaturales que vimos hasta el hartazgo en los últimos años. El director demuestra una incompetencia absoluta para construir situaciones de terror intensas y todo lo que ofrece son los típicos momentos de susto de manual que a esta altura se volvieron predecibles. Por otra parte, Chaves comete el error de exponer tanto a la Llorona en la narración que tras su tercera aparición el personaje se convierte en un típico fantasma de la serie animada de Scooby Doo. En la película de La monja, con la que fui extremadamente generoso en su reseña, al menos tenía una puesta en escena interesante con las ambientaciones góticas y los detalles que presentaba el diseño de producción. Esta nueva película ni siquiera es atractiva desde los aspectos visuales y falla por completo en hacer algo interesante con la iconografía latina asociada a esta leyenda. El único aspecto positivo que se puede rescatar es el desempeño del reparto que al menos es decente. Linda Cardellini, quien casualmente interpretó a Velma Dinkley en los filmes live action de Scooby Doo, del 2002 y 2004 (hay un guiño a eso en una escena), resulta muy convincente en su rol y los chicos que interpretan a sus hijos también presentan una labor digna. El problema es que faltó un realizador más creativo que pudiera aprovecharlos y hacer algo más interesante con esta historia. En ese sentido resulta un poco preocupante que este mismo sujeto sea el encargado de realizar la próxima entrega de El conjuro. Una franquicia que hace rato perdió su encanto.
La mayoría de nosotros, especialmente en este país, asociamos los espectáculos de lucha libre con un entretenimiento de la infancia. Según la generación a la que pertenezcas tal vez en algún momento idolatraste alguna figura de Titanes en el ring, Lucha fuerte o 100% Lucha. Si eras muy fan probablemente recuerdes de los años ´90 los programas de la WWE con Hulk Hogan o el Undertaker y su compañía rival la WCW. En la actualidad resulta algo desconcertante, cuando uno ve en los canales deportivos estos programas norteamericanos, el hecho que prácticamente no se ven niños en el público. Los fans en su gran mayoría son personas de casi 30 años o más, que completamente desaforados, vitorean a sus ídolos. Esta gente no es estúpida y es consciente que las peleas no son exactamente reales, pero se enganchan con el espectáculo y la fantasía que proponen. Shows que en ocasiones cuentan como en los cómics con sus propias sagas argumentales y a veces los luchadores se la pasan más tiempo enfrentados en duelos verbales con chicanas personales que en combates dentro del ring. Peleando con mi familia es una excelente película, producida por The Rock, que nos transporta a la cocina de la industria de la lucha libre profesional y el proceso con el que se crean a las grandes figuras. A la hora de abordar estas cuestiones la trama se centra en la biografía de Paige, una luchadora inglesa que llegó a ser bastante popular hace unos años. No es la figura femenina más relevante de la WWE pero tiene una historia de vida muy rica e interesante, que no en vano fue trabajada previamente en un documental y ahora en esta producción protagonizada por Florence Pug (Lady Macbeth) Saraya-Jade Bevis, su nombre real, es una chica inglesa que se crió en el ambiente de una familia vinculada con la lucha libre amateur y cuyo mayor sueño era convertirse en una figura de la WWE. El film de Steven Merchant, co-creador de la sitcom The Office, describe su particular historia de origen y todo el proceso que tuvo que atravesar para ser parte de la máxima institución en este tipo de entretenimiento. A través de un relato muy ameno, que equilibra de maravillas el drama con la comedia, seguimos las experiencias que vivió esta mujer en una industria extremadamente competitiva. Más allá del tratamiento de los vínculos familiares que están muy bien trabajados, una característica apasionante de este film es el proceso de casting y preparación con el que los entrenadores de la WWE tantean el potencial de las futuras estrellas. La cocina detrás de la creación de estas figuras es realmente apasionante. No basta con tener habilidades físicas sino que además hay que desarrollar determinadas herramientas histriónicas para venderle una fantasía al público. Aunque The Rock figura en los pósters para impulsar la promoción del film, en este proyecto su intervención es muy secundaria. No obstante la rompe cada vez que aparece en la trama donde se interpreta a sí mismo. El discurso que brinda en su primera escena es extraordinario y explica de manera contundente por qué es una estrella de Hollywood que convoca miles de personas en los cines del todo el mundo. The Rock entiende el entretenimiento como nadie y lo explica muy bien en un momento fabuloso de este film. Dentro del reparto sobresale con un gran papel Vince Vaughn como uno de los entrenadores de la WWE y Nick Frost en el rol del padre de Paige. Con respecto a la protagonista, Florence Pug le otorga mucha humanidad y corazón a su rol y es imposible no empatizar con ella. Disfruté muchísimo esta película y recomiendo no dejarla pasar, ya que más allá de la historia interesante que cuenta es muy entretenida.