Alfa es una muy buena película de aventuras que representa una gran tarea solista del cineasta Albert Hughes, quien por lo general suele compartir la dirección con su hermano Allen. Los Hughes pertenecen a esa camada de directores independientes que surgieron en los años ´90, como Tarantino, Richard Linklater y John Singlenton, entre otros, que llamaron la atención con sus óperas primas. En el caso de ellos Menace 2 Society, una obra que retrataba con mucho realismo el mundo de las pandillas de criminales de Los Ángeles, les abrió la puerta en Hollywood y desde entonces ofrecieron propuestas más comerciales con distintos resultados, como fueron los casos de Desde el Infierno (Johnny Deep) y El libro de Eli (Denzel Washington). Fuera de los dramas urbanos este film es el mejor trabajo que brindo la filmografía de Albert Hughes hasta la fecha. Como propuesta de aventura ambientada en tiempos prehistóricos se podría decir que es la contracara de esa película horrenda que hizo Roland Emmerich en 10.000 BC. En esta producción, con un concepto extremadamente sencillo como pueden ver en la sinopsis, Hughes construye un relato intenso y entretenido que se centra en la acción física. La trama tiene muy pocos diálogos y el foco del conflicto se centra en la relación del protagonista con un lobo que por momentos evoca el Comillo Blanco de Jack London. Si bien los relatos son diferentes la relación emotiva que se gesta entre los jóvenes protagonistas y los animales tienen varias similitudes. Alfa es una propuesta que encuentra sus mayores méritos en el tratamiento de la acción y la fotografía de Martin Gschlacht, quien potencia con su labor la belleza de los paisajes naturales. La trama es relativamente corta (96 minutos) pero la narración de Hugues no tiene baches y logra que la aventura que ofrece sea muy atractiva. Kodi Smit-McPhee, quien interpretó al mutante Nightcrawler en X-Men: Apocalipsis, está muy bien en el rol principal y el lenguaje ficticio que crearon para los personajes suena realista y funciona dentro del contexto histórico. Si hubiera que objetarlo algo pasaría por las vestimentas de los guerreros que se ven algo modernas y algunos efectos digitales en las secuencias de acción que no quedaron bien pulidos. Dos detalles que no afectan en absoluto el balance general del film. Alfa no tuvo demasiada difusión en los medios y es una opción que recomiendo para tener en cuenta.
Criaturas nocturnas tuvo la buena intención de hacer algo diferente con el cine de terror pero su ejecución resultó fallida y es una lástima porque la trama tenía potencial. En esta producción el director Fritz Böhm propone una fusión de géneros similar a lo que hizo Neil Jordan en su obra maestra, En compañía de los lobos (1984). Una película que tuvo la originalidad de brindar un coming of age femenino dentro del Dark Fantasy, que tomaba elementos de los cuentos de hadas y el horror gótico. En ese caso la trama adaptaba una versión más oscura del relato de Caperucita roja, donde los elementos fantásticos se trabajaban como una simbología del despertar sexual de la protagonista. La película de Böhm amaga en un comienzo con desarrollar esta propuesta por el mismo territorio y la primera media hora donde se presenta el personaje principal es muy buena. Hasta ese momento el film cuenta con una sólida interpretación de Bel Powley y la participación de Brad Dourif, la clásica voz de Chucky, el muñeco diabólico, quien nunca decepciona aunque trabaje en roles secundarios. La labor del director sobresale en el primer acto cuando establece la agobiante realidad de una chica de 16 años, quien pasó la mayor parte de su vida encerrada en un ático y de repente se ve obligada a tener que adaptarse a la sociedad. La exploración de la angustia adolescente y el despertar sexual, sumado a las habilidades sobrenaturales que adquiere la protagonista durante su desarrollo en la pubertad, construyen una película interesante. Cuando Criaturas nocturnas apuntaba a brindar un buen espectáculo, el tono de la narración del director cambia abruptamente, de un modo desconcertante, a una trillada historia de monstruos, y el film se vuelve mucho más tonto. El coming of age con elementos de fantasía se desecha a la basura y nos encontramos de la nada con una propuesta absurda y sangrienta que arruina el desarrollo que había tenido el rol de Bel Powley. Queda la sensación que editaron dos películas que no tenían nada que ver entre sí en un mismo relato y el resultado final es decepcionante, ya que no hay un desarrollo orgánico entre la exploración de la sexualidad femenina de la primera parte y el desquicio bizarro del acto final. Una Liv Tyler anestesiada, como si estuviera aburrida de actuar en este film pese a que es la productora, y efectos digitales lamentables terminan por sepultar una historia que había tenido un comienzo prometedor. Criaturas nocturnas se deja ver en la televisión, si no tenés algo mejor que hacer, pero no la recomendaría para pagar una entrada al cine. ver crítica resumida
Christopher Robin es un regreso glorioso al mejor cine live action de Disney que solía estrenarse con frecuencia entre los años ´60 y mediados de los ´80. Uno de los períodos más fructíferos de la compañía donde desarrollaron películas fabulosas de calidad con contenidos originales que lamentablemente hoy no tienen difusión en los canales de televisión de la compañía. En un momento en el que las producciones del estudio se estancaron en brindar filmes insulsos sin imaginación que refrita los clásicos de dibujos animados, como La Bella y la Bestia, este estreno deja la tranquilidad que no todo está perdido. Puedo entender que los cabezas de funko que reseñan películas y creen que Disney nació con Piratas del Caribe encuentren a esta producción aburrida, pero aquellos que crecieron con los grandes clásicos de calidad como Travesuras de una bruja, Las tres vidas de Tomasina o Los ojos del bosque la apreciarán con más cariño. Christopher Robin es lo mejor que brindó Disney en el cine live action desde El mágico mundo de Terabithia y celebra la obra del creador de Winnie Pooh, A.A.Milne. La película funciona como una especie de continuación de lo que fue el segundo libro del oso, The house at Pooh Corner que terminaba con la despedida entre Christopher Robin y sus amigos animales. La primera secuencia del film resume el capítulo final del libro y luego retoma la trama 30 años después con Christopher en la adultez. Un hombre que inmerso en sus responsabilidades y las experiencias dramáticas que vivió, como su participación en la Segunda Guerra Mundial, fue perdiendo su espíritu creativo e imaginación. Hasta que reaparecen Pooh y sus amigos para remediar esta situación. Con algunos guiños fabulosos al clásico Harvey (1950), con James Stewart, la película de Marc Foster narra la historia de un hombre que vuelve a encontrar una estabilidad en su vida a través de la conexión con su niño interior. El concepto de la trama puede traer al recuerdo la fallida Hook de Steven Spielberg, pero creo que en este caso el concepto se ejecutó con más solidez. El director Foster vuelve a demostrar que se lleva mejor con los relatos sensibles (Regreso a Neverland) que el cine de acción (Quantum of Solace) y desarrolla una propuesta familiar muy emotiva que evoca las grandes película live action de Disney que estaban desaparecidas en la cartelera desde hace muchos años. Ewan McGregor resultó la elección perfecta para Christopher Robin por su capacidad para moverse entre la comedia y los momentos más dramáticos. Los efectos especiales que le dan vida a los personajes de Milne tiene el mismo nivel de lo que vimos en los excelentes filmes de Paddington, cuya influencia es más que notable en esta producción. Pooh y el depresivo burro Eeyore cuentan con algunos momentos fabulosos donde aportan escenas muy graciosas que se fusionan muy perfectamente con esa melancolía que está presente en la narración de Foster. Sólo por la emotiva escena final que comparte McGregor con Pooh, Christopher Robin supera a la mayoría de las producciones live action que el estudio estrenó en los últimos años. Con la excepción de Cenicienta y El libro de la selva, el resto fueron películas olvidables que no representan la esencia de lo que solían ser las producciones de la compañía en el terreno de la imaginación. Christopher Robin se destaca entre mis favoritas del año y la recomiendo especialmente a las amantes de ese estilo de cine que suelo denominar “el Disney olvidado”. El Dato Loco: Un gran complemento de este estreno que no pasó por los cines y también recomiendo es Goodbye Christopher Robin, que narra la historia de la creación de Winnie Pooh y explica las curiosas razones por las que el artista se vio obligado a abandonar al personaje luego del segundo libro. Puede leer la reseña acá
En lugar de Escalofríos 2 el título de esta película tendría que haber sido Slappy: The Movie, ya que el memorable muñeco maldito creado por el escritor R.L Stine esta vez cobra un protagonismo absoluto. Sin discusión, el personaje favorito de la franquicia literaria Goosebumps que contó con su propia saga donde eventualmente se casaba y tenía hijos. Tengo un enorme cariño por Stine ya que crecí literalmente con las novelas de la serie Fear Street en los años ´80, que eran un poquito más picantes que las de Goosebumps que surgieron después, aunque también son muy divertidas por las innumerables referencias al cine de terror clásico. Muchas veces el estudio Sony hace desastres a la hora de adaptar obras populares que vienen de otros campos artísticos, pero en este caso es justo destacar que hicieron todo bien. Escalofríos 2 es una película que probablemente hubiera visto dos veces en el cine cuando tenía 11 años. La continuación evoca el espíritu de lo que fue The Monster Squad en 1987, de Shane Black y Fred Dekker y al mismo tiempo captura perfectamente la esencia de las obras de Stine, quien tiene un cameo al final de la película, al mejor estilo Stan Lee. La trama ofrece una aventura de terror para chicos que tranquilamente podría haber sido un libro más de la franquicia Goosembumps. Pare el deleite de los fans el muñeco Slappy en esta oportunidad acapara la atención del conflicto con algunos momentos muy divertidos. El reparto de chicos que protagonizan la nueva entrega es muy bueno y todos llevan adelante la trama con solidez. El director Ari Sandel, quien reemplazó a Robert Letterman (que actualmente trabaja en Pokemon; Detective Picachu) mantiene la impronta visual y narrativa de lo que fue la primera película y consigue brindar una propuesta muy entretenida. Los veteranos del género seguramente descubrirán el guiño al Halloween de John Carpenter durante la presentación de la nueva protagonista. La diferencia principal con la entrega previa y esto es lo único para objetar, es que la nueva trama tiene menos referencias literarias a las novelas de Stine y Jack Black en el rol del escritor lamentablemente aparece cinco minutos. Aparentemente el actor tendría más protagonismo en una próxima entrega de acuerdo a la que se da a entender en el final de esta continuación. En resumen, Escalofríos 2 es una muy buena adición a las adaptaciones audiovisuales del mundo de R.L.Stine.
Una particularidad de Nace una estrella es que sus tres versiones previas, estrenadas en 1937, 1954 y 1976, terminaron con varias nominaciones al Oscar y probablemente suceda lo mismo con esta nueva remake que representa la ópera prima de Bradley Cooper. Al menos en la categoría de Mejor Canción Original le sobran temas musicales para ser destacados, gracias a una tremenda banda de sonido que queda en el recuerdo luego de ver la película. Otra ventaja con la que cuenta este clásico es que siempre llegó a los cines con una brecha de tiempo considerable entre las diversas producciones, algo que ayudó a que el desgaste de la trama no se sienta tanto en el público. Pasaron 42 años desde que Kris Kristofferson y Barbra Streisand recrearon esta historia de amor en los años ´70 y actualmente hay toda una generación de espectadores que recién descubrirá este relato con la película de Cooper y probablemente sean quienes más la disfruten al no tener referencias de las entregas anteriores. El debut como cineasta del actor es realmente muy bueno y aunque su obra no ofrece nada nuevo ni tiene el interés de reinventar este clásico con algún ingrediente interesante, el film funciona de maravillas al brindar un gran espectáculo que se apoya en la química que tienen los dos protagonistas. Bradley Cooper quien antes de involucrarse en este proyecto, jamás había tocado una guitarra en su vida, sorprende en las secuencias musicales con sus interpretaciones y Lady Gaga como era de esperarse la rompe cada vez que toma las riendas de una canción. En los momentos más dramáticos ella ofrece una composición muy correcta de la talentosa Ally, si bien tiene como red de contención el hecho que su rol presenta numerosos tintes autobiográficos. Algo que de todos modos no desmerece en absoluto su labor con un personaje icónico que en el pasado fue interpretado por Judy Garland y Barbra Streisand y no es tan sencillo de sacar adelante. Lo que ocurre con Gaga es que no se pierde por completo en el rol de Ally como lo hace Cooper con su interpretación del músico Jackson Maine, donde inclusive llegó cambiar el tono de su voz original y acento. La entrega de Bradley en el papel es admirable y aunque el personaje remite bastante al alcohólico que compuso Kris Kristofferson en el ´76 también tiene su propia personalidad. La primera hora de Nace una estrella es sublime y construye con mucha solidez la relación que surge entre los dos protagonistas. De entrada se gesta una empatía absoluta por ellos y el romance se aborda de un modo natural sin exceso de melodrama. Luego en la segunda mitad, a partir del momento en que el personaje de Gaga empieza a cumplir su sueño artístico, el relato de Cooper se vuelve más acelerado y de repente la pareja quema un montón de etapas como si el director hubiera estado apurado por llegar al acto final. No obstante, en esta cuestión juegan un papel clave las secuencias musicales que contribuyen a levantar muchísimo el film, sobre todo cuando el romance entra en el terreno del cliché. Hay dos cuestiones que no se pueden dejar de destacar de esta versión de Nace una estrella. En primer lugar el soberbio trabajo que hicieron con el sonido, donde en más de una ocasión la película te hace sentir que estás dentro de un concierto. Resulto un enorme acierto del director registrar los números musicales en vivo donde las canciones logran sobresalir con más fuerza en la historia. Por otra parte, hay que darle el crédito a Bradley Cooper por haber capturado una de las mejores interpretaciones en la carrera de Sam Elliot, quien encarna al hermano del protagonista. Elliot, quien siempre fue un gran remador de Hollywood, rara vez tiene la chance de sobresalir con un personaje de este modo y en el film se roba cada escena en la que aparece. De hecho, me quedé con ganas que su personaje tuviera un peso mayor en la trama. Si bien a esta historia le sobran 15 minutos que estiran el relato más de lo necesario el balance general creo que es muy positivo. Sólo por las secuencias musicales es una película que merece ser disfrutada en una pantalla de cine. Más que una estrella lo que nació con esta producción es un director prometedor al que habrá que seguirle los pasos en el futuro.
Johnny English es un kiosquito comercial que tiene el comediante Rowan Atkinson, quien cada tanto lo abre para volver a las pantallas de cine. Una de las razones por las que estas películas funcionaron bien en la taquilla es que se estrenaron con una brecha de tiempo considerable entre las entregas previas del 2003 y el 2011. De ese modo el personaje reaparece después de unos años sin generar una saturación en el público. Quienes disfrutaron en el pasado las entregas previas de esta parodia de James Bond no van a salir decepcionados, debido a que el nuevo film ofrece un espectáculo similar. La diferencia de esta continuación es que hubo una mayor producción en la puesta en escena y el tratamiento de la acción, que inclusive brinda escenas más decentes que Venom. No obstante, el atractivo principal pasa por la comedia a cargo de Atkinson quien compone este rol con una gran influencia de la comedia de situaciones físicas de Mr.Bean y la torpeza del Inspector Closeau de Peter Sellers. Una paradoja graciosa de Johnny English 3 es que en esta oportunidad incorpora en el reparto a Olga Kurylenko, quien está mejor aprovechada como chica Bond en esta historia de lo que fue su rol en Quantum of Solace. Aunque Rowan Atkinson no ofrece nada nuevo con esta parodia de 007, al menos la película presenta un pasatiempo entretenido que no necesita recaer todo el tiempo en la escatología o situaciones de mal gusto para hacer reír al público.
Venon es una enorme decepción que dentro de este género se encuentra al mismo nivel de lo que fueron las películas de Gatúbela, Elektra, Ghost Rider 2, Linterna Verde y la nefasta última versión de los Cuatro Fantásticos. Trae al recuerdo todas esas producciones fallidas post Spiderman de Sam Raimi y los mutantes de Bryan Singer que llegaron a las salas en la primera década del siglo 21, entre las que se puede incluir también el corte para cines de Daredevil. Hace unos días Tom Hardy expresó en una entrevista que el estudio Sony editó bastante la película y la violencia, con la que se asocia en los cómics a este personaje, fue moderada para conseguir que el público de 14 años pudiera pagar la entrada. Más allá de estos inconvenientes, en lo personal no creo que la adición de secuencias sangrientas hubiera brindado un producto final superior, ya que los problemas graves de este estreno pasan por otro lado. En estos días donde tenemos una saturación del género de superhéroes, tanto en la pantalla grande como en la televisión, Venom tenía la posibilidad de brindar algo diferente al tratarse de un anti-héroe del mundo Marvel. Un concepto que lamentablemente el director Ruben Fleischer jamás llegó a comprender y perjudicó bastante al film, ya que el personaje perdió su gracia original. En ningún momento de la historia se lo retrata al protagonista con un conflicto moral por el modo en que usa sus poderes o muestra algún rasgo de egoísmo o mezquindad, dos elementos clásicos que se pueden asociar con el rol del antihéroe. Por el contrario, Eddie Brock es retratado como un gran periodista con vocación de servicio que busca el bienestar del prójimo y combate desde su oficio la corrupción. El espectador empatiza permanentemente con él y cuando toma contacto con el parásito se convierte en un trillado superhéroe del cine que vimos hasta el hartazgo en los últimos años. No hubo ningún esfuerzo creativo por hacer algo interesante con el argumento y el humor es muy malo. Tampoco se podía pedir mucho cuando Venom quedó en manos de los guionistas de Canguro Jack y Amazing Spiderman 2. En consecuencia, esta representación mundana del personaje de Marvel arruina lo que podría haber sido un film que abordara el género desde otra perspectiva. Por ahí pasa la gran decepción. Sony ofrece una película desapasionada donde se manifiesta por parte de sus realizadores la falta de interés hacia este cómic y su historia. La fotografía espantosa del film de Fleischer presenta una ambientación lúgubre que se contradice con el tono cómico con el que se trabaja el rol de Tom Hardy. La primera hora y media es muy aburrida y el director no consigue generar interés por su relato con personajes que carecen de un mínimo desarrollo y escenas de acción olvidables. Se destacan por su mediocridad una persecución en moto donde no se entiende nada lo que sucede, debido a la manera en que está editada la secuencia, y la pelea final entre dos parásitos que es horrenda con un burdo pastiche de CGI. Por otra parte, Venom se desenvuelve en un mundo donde la criatura alienígena es el único ser sobrenatural del mundo, ya que no existen Spiderman ni los Vengadores. Las únicas referencias al cómic del héroe arácnido son un cameo del hijo astronauta del periodista J.J.Jameson y una mención al diario de Daily Bugle. Sin una conexión mayor con el universo Marvel o al menos al mundo de Peter Parker, el personaje no resulta tan atractivo como para seguirlo en su propia franquicia. Los mejores momentos de Tom Hardy y de la película en general tienen lugar en los últimos 10 minutos donde podemos finalmente disfrutar de la interacción entre Eddie Brook y la criatura extraterrestre. Ese es un punto positivo que se trabajó bien y se podría explotar en una potencial continuación si este film funciona en la taquilla. El tema es que hasta el momento en que aparece Venom la película de Fleischer se hace larga y recién levanta en el acto final. Si bien la interpretación de Hardy comienza con un perfil serio luego se vuelve algo grotesca, cuando cobra más peso la comedia. Aunque el actor no está mal en el rol, la energía de su actuación se desborda por momentos como si el protagonista intentara imitar a Nicolas Cage. En el caso de Michelle Williams a la actriz se la ve aburrida en la película y más allá de la falta de química con Hardy, su papel es muy intrascendente, como lo fueron también Liv Tyler y Jennifer Connelly en las producciones de Hulk. En definitiva, la versión simplificada que ofrece el director Fleischer de este anti-héroe de Marvel es tan intrascendente que ni siquiera se hace odiar, ya que no despierta ningún tipo de emoción. Seguramente habrá gente que la disfruté más y pueda apreciarla de otra manera, especialmente los nostálgicos que extrañan el estilo de cine de superhéroes que se hacía a mediados de los años ´90. En mi caso me aburrió bastante y no creo que le haga justicia a este personaje. Para quienes les interesa, al final hay dos escenas post-créditos. Una abre la puerta a una continuación de Venom y la otra en realidad es un adelanto del film de animación Spiderman: Un nuevo universo que se conocerá en diciembre y parece ser más interesante.
En estos últimos años las colaboraciones entre el director Peter Berg y Mark Wahlberg brindaron excelentes películas que en lo personal recomendé con entusiasmo. El sobreviviente, Deep Water Horizon y Día del atentado fueron excelentes reconstrucciones de hechos reales donde Wahlberg tuvo grandes momentos. Milla 22 representa la cuarta colaboración entre los artistas y esta vez ofrecen una propuesta diferente. Se trata de la primera entrega de una nueva saga del género de acción que tiene planificada una serie para internet y una continuación en el cine. Siempre que funcione comercialmente en la taquilla internacional, ya que en Estados Unidos tuvo dificultades para generar ganancias. Debido a que me gustaron mucho los últimos trabajos del director tenía grandes expectativas por esta producción, sobre todo por el hecho que incorporaba en el reparto a Iko Uwais, la estrella de La redada. Uno de los mejores actores de artes marciales que sobresalen actualmente en el género. Si bien el resultado final no llega nunca al nivel de mediocridad de Batalla Naval (uno de los peores filmes de este director), dentro de las colaboraciones que brindaron Berg y Wahlberg esta es la más flojita y no termina de convencer. La premisa argumental retoma un concepto que ya vimos en otros recordados filmes de acción como Ruta suicida (1977) con Clint Eastwood y 16 calles (2006), la última obra de Richard Donner protagonizada por Bruce Willis. Al igual que en los títulos mencionados, el personaje de Wahlberg debe escoltar a un individuo (Uwais) que cuenta con información importante para el gobierno de Washington y en las 22 millas que dura el trayecto hay un montón de gente que intenta matarlos. La obra de Berg tiene algunos elementos interesantes que merecen ser destacados. En principio el director construye su relato con dos protagonistas que cuentan con serios desequilibrios emocionales. El militar James Silva califica probablemente como el personaje más insoportable que encarnó Wahlberg en su carrera. Se trata de un hombre con un trastorno bipolar que vive constantemente ansioso y no es un héroe que despierte simpatía. Lo mismo ocurre con el rol de Lauren Cohan (Maggie de The Walking Dead), quien lidia con el litigio legal por la custodia de su hija tras un divorcio. Berg desarrolló el film con personajes antipáticos y ese fue un riesgo que otros realizadores tal vez hubieran evitado. Otro punto interesante es que Milla 22 es una historia donde los villanos están permanentemente adelantados a los protagonistas, que en más de una ocasión quedan como un grupo de perdedores. Esto no es habitual de ver en el cine de acción Hollywoodense y desde ese aspecto argumental intentaron hacer algo diferente. La gran decepción de esta producción pasa increíblemente por el tratamiento de la acción, un campo donde el director había sobresalido en sus filmes previos. No sé qué pasó con Berg en esta ocasión pero en Milla 22 arruinó las secuencias de tiroteos y peleas con una edición frenética en la que no se puede distinguir bien lo que ocurre en la pantalla. Una elección artística que afectó especialmente a las peleas de Iko Uwais. Los constantes cortes durante los combates del actor impiden que sus movimientos sean retratados con fluidez y su talento quedó desperdiciado por completo. Ese recurso técnico por lo general se usa para maquillar el trabajo de los actores cuando no son artistas marciales y la edición ayuda a retratarlos como héroes de acción. La labor del protagonista de la serie de Netlix, Iron Fist, es un claro ejemplo de esta cuestión. Ahora abordar las secuencias de peleas de esa manera cuando lo tenés en el reparto a Uwais es un sacrilegio. Milla 22 zafa como propuesta de acción para desconectarse un rato con una historia de este tipo, sin embargo, por los buenos antecedentes del director y el reparto reunido, la película no explota con solidez el potencial que tenía.
Un ejemplo más de una película arruinada completamente por el estudio que la concibió, en este caso Sony Screen Gems. Para entender por qué Slender Man es una de las peores producciones que pasaron por la cartelera este año, dentro del género de terror, es necesario conocer su curioso origen. Este personaje nació en internet en el 2009 a través de un concurso de Photoshop sobre la temática de situaciones paranormales. Slender Man era una figura que tomaba cierta influencia de los relatos de Lovecraft y enseguida se hizo viral. De repente empezaron a surgir en la web relatos de ficción que lo tenían como protagonista e inclusive algunos memes graciosos. Los aficionados al terror construyeron una leyenda urbana en torno a este ser sobrenatural que alcanzó su pico de popularidad con su aparición en la serie web Marble Hornets (2009-2014), donde fue interpretado por Doug Jones (La forma del agua). Slender Man era la nueva sensación y enseguida tuvo su video juego y la película Always Watching en el 2015. En varios estudios de Hollywood estaban convencidos que el personaje era un nuevo ícono del terror que seguiría los pasos de Freddy Krueger, Jason, Chucky y Michael Myers. En el 2016 Sony enseguida puso en marcha la producción que se estrena esta semana, con la dirección de Sylvain White, quien brindó una buena adaptación del cómic The Losers y el guión de David Birke, autor de Elle, la última película de Paul Verhoeven. La película se concibió como una obra no apta para menores de 16 años y Slender Man iba a ser representado de un modo más brutal. Algo que se podía percibir en el primer trailer que se conoció de esta producción. Un tiempo atrás, el 31 de mayo del 2014, unas chicas de 12 años de Wisconsin que tenían un serio desequilibrio mental apuñalaron a una amiga, como parte de un ritual para convocar a Slender Man. Las jóvenes, que creían en la existencia del personaje, no fueron encarceladas debido a sus condiciones psicológicas y el hecho que la víctima sobrevivió luego de pasar un tiempo en el hospital. Cuando el padre de la chica que sufrió el ataque se enteró del estreno de Slender Man acusó al estudio Sony en los medios de comunicación de explotar estos hechos que podrían haber terminado peor. Ante el temor que se desencadenara una reacción negativa contra la compañía, que pudiera afectar el estreno de futuras producciones, los ejecutivos de sello Sony Screen Gems decidieron modificar la película del director drásticamente. Todas las escenas sangrientas fueron eliminadas y la obra se adaptó a una propuesta que tuviera la calificación "no apta para menores de 13 años". De hecho, en Sony fueron más lejos todavía y semanas antes del estreno en Estados Unidos hicieron todo lo posible por venderle el film a otras distribuidoras así se la sacaban de encima. Una razón que explica también la falta de promoción que tuvo esta propuesta. Todos estos problemas que menciono se perciben claramente en la película, donde se nota que la masacraron en la sala de edición de un modo muy desprolijo. Slender Man quedó convertida en una obra incoherente que le escapa al género de terror, donde los personajes secundarios desaparecen del relato sin explicación, y varias escenas que se veían en los avances ni siquiera figuran en el corte para cines. Por momentos el film parece un collage de secuencias que no tienen relación entre sí o se cortan abruptamente. Los personajes viven situaciones que luego no se llegan a retomar ni tienen ninguna repercusión en la historia. El producto final que quedó tras las modificaciones del estudio es una película extremadamente aburrida donde no hay situaciones de suspenso y la figura de este ser sobrenatural resultó muy desdibujada. No colaboraron tampoco las olvidables actuaciones del reparto adolescente y los efectos de CGI chapuceros a la hora de levantar una obra que fue destruida en la edición. Si uno se deja llevar por las mediocres interpretaciones de las protagonistas es claro que el trabajo original del director White tampoco era gran cosa, pero este corte que llega a la salas es realmente muy malo. A quienes les de curiosidad la pueden ver más adelante por otras vías pero para una salida al cine no la recomiendo.
Al analizar las producciones actuales de Warner Bros dentro de la animación es claro que hay dos filmografías diferentes. Por un lado están las buenas películas que retoman el humor irreverente que hizo famoso a esta compañía dentro del género, como las entregas de Lego, Titans Go o las numerosas producciones de Scooby Doo que hacen para el dvd. Después están esas películas genéricas como Gaviotas y Pie Pequeño donde se puede cambiar el logo del estudio por otra compañía y nadie se daría cuenta. La explicación de esta cuestión se debe a que esos títulos mencionados en realidad fueron realizados por Sony Pictures Imageworks para Warner. Por ese motivo nos encontramos con esos diseños de personajes standard que vimos en las producciones de otros estudios y el tono de la historia y el humor es muy diferente. Es decir, son películas por encargo que Sony hace para Warner y la compañía que concibió a los Looney Tunes no se involucra en el contenido. Pie Pequeño resultó una propuesta superior a la olvidable Gaviotas y presenta un entretenimiento sólido para los espectadores más chicos. El humor está orientado exclusivamente a los niños e incluye un conflicto que tiene el corazón en el lugar correcto. Los adultos ya vimos infinidades de veces estas historias que manifiestan un mensaje a favor de la tolerancia y en los tiempos que corren no está mal que estas ideas se remarquen una y otra vez en el público infantil. La animación es correcta, está al nivel de los que suele hacer Sony dentro del género, y tiene personajes simpáticos que enseguida atraerán la atención de los chicos. Mi única objeción con esta película es que los directores Karey Kikpatrick (Vecinos invasores) y Jason Reisig contaminaron su relato con infumables secuencias musicales que se podían haber evitado. Las canciones son completamente olvidables y estiran la historia de un modo innecesario. Si se eliminaran esas escenas el conflicto central que viven el Yeti no se alteraría para nada. Con respecto al doblaje latino se agradece que los personajes hablen en el clásico tono neutro, algo que perdió en varias producciones recientes, donde los protagonistas se expresan con acentos de diferentes países. El cantante Sebastián Yatra hace un muy buen trabajo con la interpretación de la criatura Mingo para tratarse de su primera experiencia en este campo. Al comienzo se percibe cierta tonada colombiana en el personaje pero después desaparece y se nota que estuvo muy bien dirigido. Para los más chicos es una gran propuesta con la que pasarán un momento divertido en el cine, mientras que los adultos que acompañen probablemente revisarán la hora en el celular en más de una ocasión.