Hace 25 años atrás Bruce Willis se encontraba en el pináculo de su carrera. No sólo era uno de los mejores pagos de Hollywood, sino que tenía el poder de influencia para elegir a los guionistas, cineastas y actores con los que trabajaba. Hoy su vida profesional atraviesa una etapa muy diferente donde se dedica a brindar interpretaciones desapasionadas para películas de cable. Tal vez el director M. Night. Shyamalan logre resucitar pronto su carrera otra vez con la continuación de El protegido. La verdad que es raro ver a Willis en esta clase de película clase B porque es un artista carismático que sabemos puede brindar buenas actuaciones y está para más. Aunque los afiches promocionales y el tráiler de El gran golpe lo destacan como uno de los protagonistas, el actor aparece apenas 20 minutos. Las verdaderas figuras de esta producción son Christopher Meloni, protagonista de la serie La Ley y el Orden: Unidad de víctimas especiales, y Dave Bautista (Guardianes de la galaxia), que conforman una buena dupla. El gran golpe es un policial que se deja ver sin llegar a ser una propuesta que tenga grandes méritos artísticos. La trama es entretenida y tiene los suficientes giros argumentales para hacer llevadero el conflicto, cuenta con secuencias de acción decentes y los actores cumplen en sus papeles con oficio. El tema con este estreno es que se trata de una producción para ver un fin de semana en la televisión, más que para gastar una entrada al cine. Dentro de su género brinda un pasatiempo sin grandes pretensiones, pero no deja de ser una película de cable para ver un domingo a la tarde.
Alien: Covenant es el trabajo más desapasionado de Ridley Scott en esta saga de ciencia ficción y otra prueba contundente que las precuelas rara vez enriquecen a las obras originales. Esta idea de crear una nueva serie que explique el origen de los aliens no hace otra cosa que destruir el misterio que tenía el bicho del film original a través de historias olvidables. Pese a que Prometeo, la labor previa de Scott en esta temática, por momentos se volvía algo densa, al menos aportaba algunos conceptos interesantes. En este nuevo film el director ofrece un argumento más convencional, donde no hace nada por explorar los interrogantes que había dejado su última producción. Más allá del gore y las secuencias de violencia extrema, la trama presenta un conflicto que se vuelve aburrido al desarrollar situaciones predecibles que vimos en otras entregas de esta franquicia. Algo que llama la atención de Covenant es el exceso de escenas estúpidas que parecen salidas de una entrega de Martes 13 de los años ´80. Cuesta bastante entender que a un director de la trayectoria de Scott se le escaparan estas cosas cuando leyó el guión por primera vez. En varios momentos del film los protagonistas se exponen a ser atacados por los aliens de un modo tan tonto que el argumento resulta absurdo. Es decir, si un alien anda suelto en un establecimiento difícilmente una mujer se vaya a bañar desnuda sin problemas como si estuviera en un spa. Otras situaciones inverosímiles se da con los exploradores de la nave Covenant, quienes se suponen son soldados y científicos con entrenamiento y se ponen a explorar un planeta desconocido sin ningún tipo de protección. Los protagonistas recorren el lugar como si estuvieran en un picnic y por supuesto se exponen de un modo ridículo al ataque de los monstruos. Hay más escenas de este tipo en este film que no tienen sentido y no puedo mencionar por una cuestión de spoilers. Desde los aspectos argumentales esta película califica como una de las entregas más tontas de la saga. Entre los elementos positivos del film sobresale la puesta en escena que está a la altura de lo que uno puedo esperar del cine de Ridley Scott. Los escenarios y efectos especiales se destacan entre lo mejor de esta producción, junto con las interpretaciones de Michael Fassbender y Katherine Waterston (Animales fantásticos y dónde encontrarlos), quienes llegan a sobresalir dentro del reparto. Salvo que seas muy fan de Alien, la nueva entrega con el paso del tiempo se convierte en un film aburrido y trillado que no le aporta nada interesante a esta saga Parece más que nada un proyecto de marketing concebido para explotar la franquicia con más continuaciones, en lugar de brindar una buena obra de ciencia ficción. Por ese motivo, cuando llegan los créditos finales, el trabajo de Ridley Scott termina por dejar un sabor amargo.
Huye es una de las producciones más interesantes que brindó Jason Blum, el productor que en la última década monopolizó prácticamente el género de terror en Hollywood. Blum fue responsable de sagas como Actividad Paranormal, La noche del demonio y La purga y el año pasado alcanzó el récord de 16 películas estrenadas en un período de 12 meses. Por supuesto no todas las cosas que produce son buenas pero cada tanto presenta alguna propuesta atractiva. En este caso se trata de la ópera prima del comediante Jordan Peele, quien desarrolla un gran thriller de horror donde explora la temática del racismo de un modo original. Durante gran parte del conflicto el director consigue capturar la atención por la manera en que trabaja el suspenso y la tensión entre los personajes. Huye es un film muy particular porque el 80 por ciento de la trama se concentra en conversaciones y situaciones de misterio. Sin embargo, Peele consigue atraparnos por completo en su relato gracias a su dominio del suspenso y un reparto que logró hacer interesantes a estos personajes. Daniel Kaluuya, el protagonista de esta historia, le dio aportó una gran humanidad a su papel, quien logra generar empatía por el modo que evita los clichés que suelen tener estos roles. El nivel del reparto en general es muy bueno y se luce en un papel inusual Catherine Keener, actriz relacionada con el cine independiente que no suele trabajar en esta clase de propuestas. En Huye me gustó mucho la manera en que se construyó el misterio que se esconde detrás de la familia que recibe con entusiasmo y una mentalidad abierta al novio negro de su hija. Las situaciones de tensión que luego se desarrollan entre los personajes estuvieron muy bien trabajadas y califica entre los más destacado de la labor de Jordan Peele. La película fue muy elogiada en Estados Unidos por la manera en que se expresa sobre el racismo, pero en lo personal no creo que sea el elemento más fuerte de este estreno. Los elogios son pura basura de corrección política e ignoran el hecho que el director abordó la segregación racial de un modo extremadamente simplista. El mensaje de Peele se resume en que los blancos son la peor escoria del planeta y envidian a la raza negra que es superior y más inteligente. Cuesta bastante tomar en serio el comentario social de este film que por supuesto queda bien alabar en los medios. El racismo es mucho más complejo que el enfoque que presenta Huye, cuyos diálogos humorísticos también generan que el relato no sea tomado demasiado en serio. No obstante, la película logra ser muy atractiva hasta que se revela el misterio del conflicto que es muy tonto y carece por completo de sentido. El atractivo que tenía el argumento se desinfla bastante en los cinco minutos finales donde el director optó por cerrar el film con una resolución más trillada. De todos modos, sin ser una obra impecable, la ópera prima de Peele es muy entretenida y merece ser tenida en cuenta por los aficionados del género.
Pocos personajes como el Rey Arturo y Tarzán lograron tener una filmografía tan extensa y diversa en el cine y la televisión. En el caso puntual de esta leyenda se hicieron tantas producciones en los últimos 75 años que en la actualidad no es sencillo trabajar a estos íconos de la cultura popular con un enfoque fresco y original. Por ese motivo el nuevo trabajo de Guy Ritchie sobresale como una de las mejores interpretaciones del mito artúrico que Hollywood brindó en los últimos tiempos. El director inglés tomó numerosos elementos clásicos relacionados con la mitología de Camelot y los abordó a través de un enfoque diferente que no contaba con precedentes similares. La trama no se basa en ninguna película anterior, saga literaria o cómics, sino que ofrece un mundo de fantasía especial que se creó especialmente para este proyecto. Ritchie le aportó dos elementos interesantes a este relato que a mi entender le dieron una identidad especial a su obra. En principio la característica principal de esta película es que aborda el mito artúrico a través del cine gángster. En esta oportunidad Arturo no crece protegido por la guía de Merlín, sino que se cría en las calles junto a delincuentes y prostitutas que se encargan de formar su carácter. Durante varios momentos de la historia el protagonista y sus compañeros por momentos parecen parientes antiguos de los gángsters que vimos en Juegos, trampas y dos armas humeantes y Snacht. En varias escenas podemos ver a Arturo resolver o negociar situaciones como un típico personaje mafioso de los filmes clásicos de Guy Ritchie. En este punto encontramos una característica muy particular que se relaciona con otra gran virtud de esta producción: El perfil del héroe. Un problema que tuvieron siempre los filmes de esta temática es que Arturo por lo general solía ser retratado como un hombre extremadamente amable y compasivo. Por esa razón, en la mayoría de las viejas películas de Hollywood, los personajes que más se destacaban eran Lancelot, el Caballero Negro, Perceval o Gawain. Ellos eran los grandes héroes mientras que al líder de Camelot se lo representaba como un monarca anciano que lideraba su reino sin participar de la acción. Salvo por algunas brillantes excepciones que se registraron en el musical Camelot (1967), la serie de la BBC de 1972, Excálibur (1980), de John Boorman, y la versión que brindó Clive Owen en el 2004, por lo general Arturo se pasaba de bueno y terminaba por ser aburrido. Esta versión que encarna Charlie Hunnam es mucho más compleja y trabaja el personaje como un antihéroe. Ninguna otra producción puso tanto hincapié en los orígenes de Arturo como los hizo Guy Ritchie y resulta un detalle que no se puede ignorar al analizar este film. El director logró además explotar el talento de Hunnam, quien finalmente encontró el papel adecuado para sobresalir en el cine. En esta película está increíble y ofrece una encarnación muy interesante de uno de los máximos íconos del género fantástico. Por otra parte, Ritchie nunca pierde su integridad como artista y nos traslada al mundo de Arturo con su particular estilo narrativo. Desde las primeras escenas queda claro que él estuvo detrás de cámaras por el tono que tienen los diálogos, la edición y el modo en que se aborda la acción. El prólogo de la trama que se presenta antes de los créditos iniciales remite bastante al memorable animé del Rey Arturo de 1978, que tenía un origen similar, pero luego el film adquiere su propia identidad. Todos los elementos clásicos están ahí con la diferencia que en este film los encontramos en un mundo de fantasía diferente a las cosas que vimos en el pasado. La película por momentos se vuelve algo bizarra cuando entra en el terreno de la magia pero el espectáculo es fabuloso y nunca deja de ser entretenido. Si sos amante de la fantasía es difícil encontrar algún motivo para no disfrutar de esta película que además cuenta con un gran elenco. Jude Law tiene muy buenos momentos como la versión Macbeth del Rey Vortigen, que es mucho más oscura que la encarnación que interpretó Rutger Hauer en la miniserie Merlín de 1998. Sin embargo, uno de las grandes figuras de este film resultó ser Hermione Corfield (Orgullo, Prejuicio y Zombies), quien revindica en el cine las raíces celtas de Morgana Le Fay, antes que el catolicismo en Irlanda la convirtiera en una villana, por ser un personaje que representaba el culto a las diosas paganas. En esta producción el personaje de Corfield es una hechicera llamada Syren que se convierte en guía y protectora de Arturo, tal cual ocurría en las primeras encarnaciones literarias de Morgana. Otra sorpresa de Rey Arturo es que el director Ritchie relegó a un lugar muy secundario el tratamiento del humor para darle un enfoque más dramático a la historia, algo que no tenía antecedentes en su filmografía. La película tiene algunos diálogos divertidos pero en general el tono del film es bastante serio, algo que se establece en la tremenda secuencia inicial. Hasta la fecha una de las películas más celebradas de esta temática era Excálibur del director John Boorman. Ese film presentaba una adaptación clásica de La muerte de Arturo, de Thomas Malory, que es la obra literaria más famosa relacionada con estos personajes. Por el contrario, la película de Ritchie ofrece una historia original muy diferente con un lenguaje cinematográfico moderno que hace imposible comparar a estas producciones. Si tuviera que objetarle algo pasaría por cuestiones técnicas. Me quedó la sensación que el clímax del tercer acto se resolvió con demasiada rapidez y el director tuvo que acortar en dos horas lo que era una producción mucho más larga. Al margen de esta cuestión, nos encontramos ante una película que brinda un gran entretenimiento que no decae en ningún momento. La puesta en escena, el tratamiento de la acción y muy especialmente la música de Daniel Pemberton hicieron de esta producción un espectáculo fascinante. Un excelente regreso del Rey Arturo que no defraudará a los amantes de esta leyenda y en especial el cine de fantasía.
La cabaña es la adaptación de uno de los recientes fenómenos literarios que surgieron en los Estados Unidos en los últimos años. La novela homónima de William P. Young presenta una historia de contenido religioso que se editó de manera independiente en el 2007. El boca en boca de los lectores fue tan grande que el libro en poco tiempo terminó en la lista de best-sellers más famosas de ese país y hasta Stephen King citó la obra en su novela corta Un buen matrimonio, incluida en la colección Todo oscuro sin estrellas. La versión para cines de esta propuesta, como suele ocurrir con muchos filmes del género, trabaja temáticas interesantes pero su fallida ejecución atenta contra el atractivo que podía haber tenido el argumento. La trama se centra en la crisis de fe que vive un hombre tras la trágica muerte de su hija pequeña, quien habría sido víctima de un asesino serial. A través de una misteriosa invitación que recibe un día en su casa, el protagonista se encuentra en una cabaña con la Santísima Trinidad, quienes lo ayudarán a sanar su dolor y reconciliarse con Dios luego de la pérdida que sufrió. La película aborda temáticas como la crisis de fe y el perdón con una superficialidad abrumadora, a tal punto que La cabaña está más cerca de los libros trillados de autoayuda norteamericanos, más que una propuesta de corte espiritual. El mensaje que brinda se limita al concepto de que "si crees serás feliz el resto de tu vida" y el mundo espiritual es más complejo que esa idea. Especialmente para las personas como el protagonista que vivieron una tragedia perturbadora. Una crisis de fe no se resuelve en un fin de semana como propone este film, que utiliza el melodrama y la música para manipular de manera descarada las emociones del espectador. En el tercer acto, cuando el personaje de Sam Worthington se relaciona con la Santísima Trinidad, La cabaña se convierte en un tedioso sermón religioso que extiende la historia de un modo innecesario. Otro gran problema de esta producción fue el casting del protagonista. Worthington demostró que se desenvuelve bien como héroe de acción en filmes como Avatar y Furia de titanes, pero sus limitaciones como actor genera que esta clase de roles dramáticos le queden demasiado grandes. El actor nunca llega a ser creíble en los momentos más intensos de esta historia y termina muy opacado por el resto del elenco. Muy especialmente por Octavia Spencer (lo único destacable de este estreno), quien brinda una amena interpretación de Dios. En la trama se explica por qué Dios adopta una encarnación femenina, algo que enardeció a los fundamentalistas cristianos en Estados Unidos. Tal vez la novela original, que no leí, sea más interesante pero la versión para cines de La cabaña es una película superficial que busca con recursos trillados la lágrima fácil de los espectadores.
Ver Guardianes de la Galaxia 2 es como asistir al concierto de una banda de rock que seguiste desde sus orígenes y cuando se hicieron populares de repente empezaron a tocar la música pop que se puso de moda. Para quienes descubrimos a estos personajes en el cómic, muchos años antes que se hicieran conocidos en el cine, esta segunda entrega es una decepción porque distorsiona todo lo que representan los Guardianes en el universo Marvel. No obstante, si no te importan un comino las historietas y simplemente querés pasar un momento divertido con una comedia familiar, que tenga una buena banda de sonido y efectos especiales, este estreno cumple con su objetivo. En esta oportunidad la trama explora con un poco más en profundidad los orígenes de Peter Quill y el vínculo con Ego, el rol que interpreta Kurt Russell, estuvo bien insertado en el conflicto. El personaje era una incógnita porque en realidad está más relacionado con las historias de Los Cuatro Fantásticos y Thor y acá lo presentan como el padre de Star Lord. El concepto que propone el film no es tan descabellado y funciona, especialmente por la interpretación de Russell, uno de los pocos actores que se tomó en serio su papel. También estuvo bien desarrollado el vínculo de Gamora con su hermana Nebula,quienes conservaron su dignidad gracias a las interpretaciones de Zoe Zaldana y Karen Gillian respectivamente. Cabe destacar la labor de Michael Rooker, el mejor actor del reparto, quien en el rol de Yondu le dio un poco de seriedad al show del chiste de Marvel. La película logra robarte una sonrisa con la breve participación de Sylvester Stallone como Starhawk, el fundador de los Guardianes originales y Baby Groot por suerte estuvo controlado. La idea no era buena pero esta versión del personaje la verdad que no molesta para nada y las escenas que se vieron en el trailer representan sus únicos momentos destacados. El gran problema que tiene esta película es su exceso de idiotez. El director James Gunn esta vez fue demasiado lejos con el humor y convirtió su trabajo en una parodia del cómic, que está más en sintonía con la vieja serie de televisión de los Power Rangers y las películas de Batman de Joel Schumacher. Me dio la sensación que como a la gente le gustó el humor en la primera entrega en la continuación decidieron incrementar los chistes y derraparon por completo en la dirección del conflicto. El 80 por ciento de esta película es literalmente una sitcom donde todos los personajes en algún momento tienen un remate chistoso. Llama la atención que el director no incluyera risas grabadas porque iban perfecto con el tono que le dio al film. No estoy en contra del humor en este género, pero cuando se trabaja a expensas de distorsionar los personajes el resultado no es positivo. Si bien la primera película tenía varios momentos graciosos, nunca llegaba al nivel de estupidez que presenta la continuación. En esta entrega todas las razas alienígenas (lo más indignante) son retratadas a través de personajes bobos y acartonados que se caracterizan por ser comediantes de stand up o villanos torpes que se escaparon de un dibujo animado infantil. Drax, el destructor, ahora terminó convertido en un tarado que sólo se limitar a expresar comentarios graciosos. El personaje que se supone es un asesino frío y despiadado sólo tiene la función de hacer reír al público. La culpa no es de Dave Bautista, quien fue un casting perfecto para el rol, sino la dirección que le dio James Gunn al personaje. En los Guardianes el humor siempre estuvo representado por los comentarios ácidos de Rocket Raccon, quien en esta película terminó completamente deslucido porque ahora está rodeado de comediantes. Por consiguiente, la gracia que tenía el personaje se desvaneció por completo. Guardianes de la Galaxia es una propuesta que debería estar encaminada dentro del subgénero de la ópera espacial y el director nunca aprovecha el concepto de la historieta al estancar su relato en la comedia. Las tediosas referencias a David Hasselholff están buenísimas para una película de Bob Esponja, no para los Guardianes que nunca fueron personajes humorísticos. Gunn abusa demasiado de los diálogos graciosos y entorpece varios momentos que podrían haber tenido un poco más de madurez. El mejor ejemplo de esta cuestión es la escena de un funeral que reúne a todos los personajes y viene bárbara hasta que Chris Pratt la arruina con un monólogo tonto, con el objetivo de darle un remate chistoso a esa situación. Otra de las grandes decepciones de este film. Star Lord es lo más cercano que tiene Marvel a Flash Gordon y el director insiste en representarlo como un nabo de treinta y pico que se comporta como un chico de 18 años. Peor resulta la inclusión del personaje Mantis, que no aporta absolutamente nada y tiene el perfil tonto que le encanta al director. La verdad es que si sos seguidor de los Guardianes de la Galaxia el exceso de estupidez que presenta esta producción no es fácil de digerir. En esta continuación apenas vemos a los protagonistas desenvolverse en equipo, ya que durante buena parte de la historia el director mantiene separados a los personajes en grupos para trabajarlos en rutinas humorísticas. De las cinco escenas post créditos que brinda esta producción, sólo una aporta una situación relevante, debido a que el resto son más escenas chistosas que no tienen trascendencia. Recién en los últimos cinco minutos de la trama se puede apreciar un poco el enorme potencial que podrían tener estos filmes si el estudio Marvel no contaminara los argumentos con tanto contenido humorístico. Por este motivo Guardianes de la Galaxia 2 terminó por ofrecer una continuación olvidable que está al mismo nivel que las segundas entregas de Iron Man y Thor. Es decir, otra película de esta franquicia que puede resultar entretenida mientras la ves en el cine pero después la borrás de tu mente por completo.
La posesión trabaja una temática que en el último tiempo el género de terror repite con regularidad. Otra vez nos encontramos ante una historia donde los villanos del relato terminan siendo las víctimas de las personas que intentan perjudicar. Hace poco la cartelera ofreció una premisa similar en No respires, de Federico Álvarez que tenía muy buenos momentos de suspenso. La película del director Alastair Orr trabaja una historia similar con la particularidad que incluye elementos sobrenaturales, relacionados con las posesiones demoníacas. A diferencia de muchas películas del género que llegaron a la cartelera en los últimos meses esta producción presenta un reparto de actores decentes y es una obra cuidada de los aspectos visuales. El director optó por una estética que remite a los filmes de la saga Saw y las escenas violentas están bien elaboradas. Lamentablemente desde la narración no consiguió evadir los numerosos clichés que presenta el argumento. La ambientación del relato es muy buena pero en ningún momento consigue que el argumento resulte aterrador. De todos modos no deja de ser un atractivo collage de subgéneros donde las historias de fantasmas, posesiones demoníacas y la violencia del slasher se combinan en un mismo conflicto. Si bien no es una obra relevante dentro del cine de terror, para los amantes del gore y las producciones clase B puede resultar entretenida.
La experiencia de Personal Shopper en el último Festival de Cannes es un buen ejemplo de la manera en que dividió las opiniones el nuevo trabajo del cineasta francés Olivier Assayas. En la primera función ante la prensa internacional la película fue abucheada durante varios minutos y luego el jurado le otorgó el premio a la mejor dirección. No encontramos ante esa clase de propuestas que no admiten términos medios, hay gente que la va amar y también puede ocurrir que algunos espectadores se levanten de la butaca a los 15 minutos para escapar del tedio. En el caso de este estreno es muy importante aclarar que a diferencia de lo que venden los trailers engañosos, Personal Shopper no es una película de terror. Durante el desarrollo de la trama el director Assayas juega un poquito con algunas situaciones sobrenaturales, sin embargo el foco principal del film pasa por el retrato humano que presenta sobre la experiencia del duelo tras la muerte de un ser querido. Los avances promocionales venden la idea que es un thriller sobrenatural del estilo de Los otros (Alejandro Amenábar) y no podría haber una percepción más equivocada de esta película. Kristen Stewart, en una labor dramática decente, interpreta a un joven que atraviesa un duelo personal a raíz del fallecimiento de su hermano. Su vida se centra en un trabajo que detesta, en el que se dedica a comprar ropa y artículos para una celebridad mediática que no puede hacerlo por su cuenta. Aunque el trabajo no es emocionante le da la posibilidad a la protagonista de vivir un tiempo en París, donde intenta comunicarse con el espíritu de su hermano. El personaje en un momento manifiesta que no cree en el Más allá pero de todos modos intenta establecer una conexión con un espíritu a través de tutoriales en You Tube. Una de las tantas incoherencias que presenta esta historia. Personal Shopper es un film con una severa crisis de identidad donde el director nunca tuvo claro que quería hacer con el conflicto y los personajes. Por momentos intenta ser un thriller sobrenatural, luego busca convertirse en un film de misterio en la línea de los trabajos de Alfred Hitchcock y también aspira a elaborar un drama profundo sobre la depresión y la experiencia del duelo. El resultado es un film pretencioso que fusiona diversos géneros de un modo muy chapucero sin ningún tipo de solidez en el conflicto que propone. Por momentos uno tiene la sensación de encontrarse ante tres películas simultáneas que no tienen ningún tipo de relación entre sí. Dejemos de lado los lamentables efectos digitales que atentan contra la tensión que pretende generar Assayas cuando incursiona en el terreno del terror. Los primeros 20 minutos son una tediosa tortura sopórifera en la que vemos a Kristen Stewart interactuar con personajes que luego no tienen ningún tipo de relevancia en el film. Más adelante la protagonista es acosada a través de mensajes de texto por una persona desconocida en una subtrama que queda en la nada y no tiene razón de ser en el conflicto. Un hecho que deriva en escenas de más de cinco minutos donde la actriz intercambia mensajes con su celular. Antes tantas incoherencias argumentales cuesta bastante entender a la gente que encuentra en este film una obra maestra. Personal Shopper no deja de ser un gran exponente del cine pretensioso que intenta ser profundo e inteligente con ideas mal elaboradas. La tensión que intenta construir el director a lo largo del relato no tiene ningún efecto porque el personaje principal nunca es desarrollado. Kristen Stewart mantiene el mismo registro actoral de la primera a la última escena y por esa razón cuando la película concluye te deja con un sabor amargo. El director no profundiza en ningún tema que aborda y cierra el argumento con un final anti climático como si él mismo hubiera intentado escapar de su propia obra. En consecuencia, la experiencia que pretende ser profunda e inteligente deriva en una pérdida de tiempo con un relato olvidable que no aporta nada a la salida del cine.
La promesa es una película que te deja con sentimientos encontrados. Por un lado ofrece un retrato brutal y abrumador del genocidio armenio como nunca se había trabajado en el cine, pero al mismo tiempo arruina el concepto central de la historia con el exceso de melodrama en un triángulo amoroso olvidable. Si el director Terry George hubiera encarado estos hechos reales como lo hizo en esa gran película que fue Hotel Ruanda, con Don Cheadle, el resultado hubiera sido muy superior. Pese a todo no deja de ser una producción importante que expone con rigurosidad histórica los horrores del genocidio armenio, que en la actualidad todavía es negado por el gobierno de Turquía. Se trata de una de las grandes barbaridades ocurridas en el siglo 20 que en el mundo del arte, al menos a nivel popular, no cuenta con grandes antecedentes. Salvo por aquella excelente obra de Atom Egoyan, Ararat, que se estrenó hace unos años en los cines, no surgieron numerosas películas que abordaran este tema. En ese sentido La promesa contribuye con figuras de Hollywood de renombre, como Christian Bale y Oscar Isaac, a que esta historia llegue a un público masivo. La desventaja de esta producción es el modo que el director desarrolló el conflicto. En lugar de darle la intensidad dramática que tuvo Hotel Ruanda en este caso optó por evocar el viejo cine hollywoodense. Por momentos la trama intenta emular a Casablanca en los últimos días del Imperio Otomano como contexto histórico y la idea no termina de funcionar. Bale e Isaac brindan muy buenas interpretaciones y la película logra ser interesante cuando retrata las tensiones políticas que se generan a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Ese aspecto de la trama estuvo muy bien trabajado pero el film de George pierde fuerza cada vez que se concentra en el romance. El triángulo amoroso que conforman los tres protagonistas no sólo es aburrido, sino que además queda fuera de contexto dentro del caótico ambiente político que rodea a los personajes. La promesa costó cerca de 100 millones de dólares y ofrece una reconstrucción histórica impecable que eleva la calidad artística del film desde los aspectos técnicos. Sin embargo, la idea de hacer más comercial a esta propuesta a través del melodrama trillado opacó los méritos de una obra que trata un tema muy importante que no debe caer en el olvido.
Primero sorprendieron con ese tremendo drama bélico que fue El sobreviviente, luego dieron una cátedra de cine catástrofe en Horizonte profundo y este año en Día del atentado, el director Peter Berg y Mark Wahlberg ofrecen la mejor película que hicieron juntos hasta la fecha. En esta oportunidad la trama brinda una extraordinaria recreación del atentado del maratón de Boston, ocurrido el 15 de abril de 2013, y la histórica cacería de los terroristas que durante una semana casi puso a esa ciudad al borde de la Ley Marcial. Si estos hechos no estuvieran documentados con imágenes de noticieros y testigos uno podría creer con facilidad que la trama fue una invención hollywoodense, sobre todo por los acontecimientos delirantes que se dieron en el transcurso de unos pocos días. Al igual que en sus filmes anteriores, Berg le escapó a las exaltaciones patrioteras y los panfletos políticos para centrarse en las historias de vida de las personas que vivieron de cerca la odisea del atentado y la cacería de los terroristas. El director en este caso presenta una construcción muy minuciosa de cómo se llevó a cabo la investigación para poder identificar a los criminales. Su relato en un comienzo abre numerosas líneas argumentales, que en principio parecen no tener relación, hasta que el conflicto se encarga de cruzar las vidas de todos esos personajes. El film está dividido en dos partes muy bien definidas. En el primer acto se describe el momento del atentado y sobresale la manera en que el director Berg inserta al espectador en el caos de las explosiones, a través del personaje de Mark Wahlberg, quien se luce otra vez en un rol dramático. Luego el eje del relato se enfoca en la investigación y en esta parte nos encontramos con el gran atractivo de este estreno. Me refiero a la tensión y el suspenso con el que Peter Berg lleva adelante la trama, pese a que los hechos son de público conocimiento. Aunque sepas como va a terminar la película, Día del atentado consigue mantenerte pegado a la pantalla por la tensión con la que se desarrollan los hechos. No es sencillo generar grandes momentos de suspenso con una historia que es de público conocimiento y la labor de Berg merece ser destacada en este aspecto. Si bien no hay un protagonista específico, el reparto incluye a figuras como Kevin Bacon, John Goodman y J.K. Simmons, quienes logran tener sus momentos destacados. La película aborda los hechos reales con inteligencia y respeto y nunca explota la tragedia humana a través del melodrama. Me encantó Día del atentado y seguramente terminará en mi lista de favoritas de este año. Si disfrutaron en el pasado de El sobreviviente y Horizonte profundo no dejen pasar esta nueva producción de Mark Wahlberg que es excelente.