El simple hecho de haber podido ver en una pantalla de cine y en 3D los mejores momentos de La masacre de Texas original de Tobe Hooper, en los primeros minutos de este estreno, ya me ganaron como espectador. Esto es solo para fans, el resto creo que no se va a enganchar de la misma manera. Ser fan del loco de la motosierra significa que tenés en tu casa en dvd La masacres de Texas 3 con Viggo Mortensen y La Masacre de Texas: La nueva generación, con Renée Zellweger y Matthew McConaughey. Películas que son malísimas pero las disfrutás igual porque resultan divertidas. “Saw is family.” No lo podés evitar. Después de El Exorcista, la historia original de Leatherface es mi otra gran favorita que marcó un antes y un después en este género. Aunque sean malas disfruto cualquier producción que involucre a la familia Sawyer. La nueva película no está a la altura de La masacre de Texas 2 con la memorable interpretación de Bill Moseley como Chop Top, pero es un poco mejor en materia de realización que los episodios 3 y 4. La trama es una continuación directa del film original que desconoce todas las entregas anteriores que se hicieron hasta la fecha. Una propuesta que le exige al espectador pasar por alto ciertas incoherencias argumentales. Un ejemplo. La historia comienza minutos después del final de la película original, que brinda una muy buena escena en la que hay cameos especiales de Bill Moseley, John Dugan (el clásico abuelo Sawyer) y Gunnar Hansen, el actor que interpretó a Leatherface en 1974. Dentro de esa situación aparece una bebé que más tarde es la protagonista de esta película. El tema es que después el argumento se desarrolla en la actualidad y el personaje principal tiene 20 años cuando debería tener 38. Algo que no tiene sentido y se podía haber evitado tranquilamente si no aparecían celulares y autos modernos. El director John Lussenhop comienza con fuerza la película que luego se convierte en un típico slasher con persecuciones y ataques del loco de la motosierra. El problema que tiene esta producción es el concepto del argumento. Leatherface prácticamente es retratado como un anti héroe y eso va a contramano con el espíritu original del personaje. Los Sawyer son una familia de piscópatas siniestros y cuando al asesino principal se lo trabaja desde un enfoque compasivo se viene abajo todo lo que construyó Tobe Hooper en su obra original. Entiendo que quisieran hacer algo distinto pero ese giro que le dieron al tratamiento del villano no me terminó de convencer. Los Sawyer en este caso quedan como unos mártires justicieros y hay cierta indulgencia especialmente hacia Leatherface que hace ruido. De todos modos el film es entretenido y me gustó que tuviera una pequeña participación Marilyn Burns, la gran figura de la producción de 1974, que acá interpreta a la abuela de la protagonista, Verna Carson. En este género venimos de ver cosas peores. Si te gustan las historias de estos personajes esta se deja ver. Recuerden que durante los créditos finales hay una escena extra.
La gran lección que deja esta película es que algunas historias no deberían tener continuaciones. El director Todd Phillips tomó nota de las críticas que se le hicieron a la segunda entrega de esta serie, que fue un refrito burdo y poco creativo de la película original, y en esta nueva producción brindó algo completamente diferente. Tal vez demasiado. ¿Qué pasó ayer? Parte 3 prácticamente es un thriller de humor negro, donde los protagonistas en este caso se ven envueltos en situaciones más peligrosas donde lidian con mafiosos y asesinatos. Si bien el film tiene momentos graciosos la trama ni por asomo en materia de humor está a la altura de la original, aunque que por otra parte resultó un poco mejor que la segunda entrega. Más allá que el concepto de la historia sea diferente, las situaciones graciosas nunca llegan a ser desopilantes y como mucho te sacan una sonrisa. Es extraño porque la verdad que la película es entretenida y no la pasás mal. Inclusive Zack Galifianakis y su insoportable personaje genera algunas situaciones cómicas, pero al final te queda la sensación que esta fue una secuela forzada. En ese sentido me impactó mucho el trabajo de Bradley Cooper, quien acá ofrece una interpretación completamente desganada como si no hubiera tenido ganas de hacer este film. También fue una decisión poco feliz que el argumento se enfocara demasiado en el señor Chow (Kan Jeong), uno de los personajes más irritantes y estúpidos que brindó Hollywood en los últimos años. La escena extra que hay en los créditos finales es el momento más gracioso del film y es ahí en donde te das cuenta que la propuesta que ofrecía el conflicto central no funcionó. Reitero, la película dentro de todo es entretenida pero queda claro que a estos personajes no se los puede explotar más. ¿Qué pasó ayer? cumplió un ciclo y siempre nos quedaremos con el recuerdo de la primera película que revivió después de mucho tiempo las comedias con humor zarpado en el cine norteamericano.
Ginger y Rosa es esa clase de películas que tiene la originalidad de una secuela del Vengador Anónimo (Charles Bronson) pero se termina por disfrutar debido al trabajo de los actores. La verdad es que historias como estas se hicieron a patadas en las últimas décadas a tal punto que se terminaron por volver completamente predecibles. Adolescentes que tienen que lidiar con los problemas de esa edad y viven en tiempos convulsionados como la década del ´60. De hecho, hace poco se estrenó la comedia de Julie Delpy, Verano del ´79, que con una propuesta más encarada por el lado del humor exploraba temáticas sociales similares a las de Ginger y Rosa. La virtud de esta película es que pese a ser una propuesta trillada la trama se vuelve llevadera gracias a las interpretaciones de las protagonistas. Muy especialmente Elle Fanning (Super 8), quien es una de las grandes revelaciones juveniles de estos últimos años. La verdad que la hermana menor de Dakota Fanning tiene un futuro enorme y en este trabajo brinda una labor excelente que representa la principal razón por la que vale la pena recomendar esta película. La espontaneidad con la que encaró su personaje logra que te olvides de todos los momentos trillados y melodramáticos que tiene el guión. En este caso las típicas situaciones que genera la angustia adolescente se mezcla con la crisis de los misiles cubanos de 1962 que puso al mundo al borde de un conflicto nuclear, algo que le dio un condimento especial al film y al contexto en el que se mueven las protagonistas. Sin embargo es Elle Fanning quien gracias a su trabajo genera que el espectador se pueda conectar con las emociones que vive su personaje y de esa manera disfrutar con más profundidad la película. No tengo dudas que con otra actriz Ginger y Rosa hubiera sido otro drama adolescente olvidable. Especialmente por el hecho que la narración de la directora Sally Potter por momentos se vuelve algo monótona si bien en términos visuales el film es excelente. Ante tantas producciones tontas que se han hecho con estas temáticas por lo menos esta brinda un drama llevadero que se disfruta gracias al trabajo del elenco, donde se destacan también veteranos como Timothy Spall, Annette Benning y Oliver Platt. Una buena película para tener en cuenta.
Sí te ponés a ver la película original del año 2001 es muy loco que hoy parece una producción independiente de bajo presupuesto comparada con lo que fueron los episodios recientes de la saga. Con la complicidad de los espectadores, que en nombre de la diversión pochoclera, le dejamos pasar a estos filmes todo tipo de escenas delirantes que desafían las leyes de la física, como las viejas películas de James Bond, Rápido y furioso se convirtió en una de las series más entretenidas de los últimos tiempos. Sabemos que no son filmes que se hicieron para debatir la condición humana, sino para pasar un buen rato con una propuesta que por lo menos tienen una realización impecable. El director Justin Lin hizo algo muy poco habitual en Hollywood que es tomar una saga y mejorarla con el transcurso de los capítulos. Por lo general (y abundan los ejemplos) cuando las continuaciones empiezan a aumentar la calidad de los filmes suele decaer y los personajes terminan por cansar. Tenemos el ejemplo de Resident Evil que se convirtió en “El cuento de la Buena Pipa”. En Rápido y Furioso le encontraron la vuelta para presentar en cada entrega elementos diferentes que hacen que uno siga disfrutando estas historias. Desde la incorporación de personajes nuevos a los cambios de escenarios en distintos países. También jugó a favor la buena química que tienen los miembros del reparto. En esta entrega hay escenas de Tyrese Gibson, quien aporta buenos momentos de humor, que están totalmente improvisadas y te das cuenta por la manera espontánea en que reaccionan sus compañeros cuando hace un chiste. Esos detalles son los que logran que uno siga disfrutando esta historia. Lo que hizo el director Lin con la primera persecución automovilística que transcurre en Rusia es brillante. Después queda opacada por la delirante secuencia de acción final que es mucho más épica, pero esa primera escena en las calles de Moscú creo que califica entre los mejores momentos de la saga. A diferencia de la entrega anterior, Rápido y furioso 6 tiene algunos baches narrativos en el medio de la trama con situaciones que extienden la historia sin mucho sentido. Por ejemplo, toda la subtrama de Paul Walker en la cárcel al final después no aporta demasiado al conflicto y se podía haber resuelto de otra manera. Ese es tal vez el inconveniente que tiene este capítulo. La película dura 130 minutos de manera innecesaria y ahí es donde se producen los baches argumentales que no tenía la última producción. De todos modos el film levanta por completo en el último acto con dos secuencias de acción memorables que se disfrutan a lo grande en el cine. La escena final deja todo preparado para la séptima entrega que va a ser imposible de ignorar teniendo en cuenta la nueva figura que se incorpora a la serie. Definitivamente le damos crédito a Rápido y Furioso para una película más.
En el pasado Charlie Sheen hizo filmes de parodias memorables como Hot Shots 1 y 2 que las ves hoy en la televisión y te hacen reír. Su presencia en esta innecesaria entrega de Scary Movie podía haber hecho más llevadera la película pero ni él pudo salvarla de tanta mediocridad. El film que no está conectado con ninguna de las entregas anteriores es un collage de situaciones estúpidas que no dan gracia ni logran presentar una buena parodia de las películas que burlan. Queda claro que David Zucker, productor y guionista de esta producción, quien en el pasado, brindó joyas como Super secreto y la saga de La pistola desnuda perdió la magia y ya no puede crear situaciones desopilantes como hizo con sus películas clásicas. Las cargadas trilladas a filmes como Actividad paranormal, El cisne negro, Mamá, Evil Dead e Inception son malísimas y salvo que veas el film drogado no te hacen reír. El guión y los chistes son extremadamente mediocres y por eso la película no funciona. Al ver Scary Movie 5 es evidente que el subgénero de las parodias está completamente muerto en la actualidad y ni siquiera David Zucker puede cambiar esta situación. La escena en que se parodia a El cisne negro zafa un poco entre tanta estupidez, pero después no hay grandes momentos por los que valga la pena pagar una entrada para ver esto. Scary Movie hace muchos años que ya no da para más y esta entrega lo vuelve a demostrar. En la cartelera tenés opciones mejores para aprovechar la entrada de cine.
¡Bienvenido Chris Wedge al cine decente de animación! Después de casi una década sabática que se tomó el realizador de La era del hielo, donde ocupó su tiempo produciendo filmes olvidables para vender productos en las góndolas de los supermercados, Wedge no sólo regresó con el trabajo más importante y logrado de su carrera, sino con uno de los mejores filmes de animación hollywoodenses en los últimos años. El reino secreto es una hermosa película que empieza a consolidar en la producción norteamericana el retorno en este género de la aventura y la fantasía. Algo que hace rato se viene gestando con títulos como la subestimada Batalla por Terra, Kung Fu Panda, Enredados, Cómo entrenar a tu dragón, El origen de los Guardianes y Valiente. Desde que Pixar cobró fuerza en Hollywood con sus filmes melosos inflados por la prensa todos los estudios de Hollywood intentaron ir por el mismo rumbo y las aventuras de fantasía se fueron perdiendo. Yo pertenezco a la generación Bluth. Me crié con joyas del maestro Don Bluth como La ratoncita valiente, Todos los perros van al cielo, Amigos inseparables, El jardín mágico de Stanley y clásicos de otras compañías como El último Unicornio, El caldero mágico, The Pagemaster y FernGully entre tantos otros. En los años ´80 y ´90 era cotidiano encontrarse con filmes de animación que tenían villanos aterradores, escenas de acción y a veces hasta algún personaje moría en la trama. Lo genial del estreno de El reino secreto es que vuelve a retomar la esencia de este tipo de propuestas. En mi opinión el 50 por ciento de los méritos de este film corresponden al escritor William Joyce, quien hoy es uno de los mejores autores infantiles que existen en Estados Unidos. Él fue responsable de la excelente película El origen de los Guardianes y acá volvió a brindar otra tremenda historia de fantasía, que tiene acción, aventura, personajes divertidos y situaciones emotivas. No es otro film animado de Fox. El clásico FernGully: Las aventuras de Zack y Crysta, de 1992, tuvo una clara influencia en esta propuesta que fue reconocida por el propio Chris Wedge y la película tiene ese espíritu retro que es raro de ver hoy en las propuestas de animación hollywoodenses. A nivel visual Wedge ofrece el mejor trabajo de su filmografía que se destaca por la elaboración de todo ese microcosmos alucinante de fantasía que desarrolló para esta historia. Todo el trabajo que hicieron con la fotografía es excelente y el formato de tres dimensiones está muy bien aprovechado. Disfruté mucho de esta película y definitivamente la recomiendo. Un dibujo animado de aventuras como los de antes.
En la actualidad cualquiera que considerara a “El gran Gatsby” una historia mala sería tomado por ignorante. Sin embargo, en 1940 F.Scott Fitzgerald murió creyendo que había escrito un libro mediocre que nadie iba a recordar con el paso del tiempo. Su trabajo fue recibido con críticas regulares y tampoco se vendió bien cuando surgió en 1925. Fitzgerald había creado una gran obra que retrataba con muchos detalles la era del jazz y la cultura popular norteamericana en los comienzos de la década de 1920. Era un libro que necesitaba ser bien digerido y la prensa de ese momento no llegó a comprenderlo. Con el correr de los años esta situación cambió radicalmente. Para 1960 “El Gran Gatsby” no solo era un best seller internacional sino que se había convertido en una de las mejores obras literarias en la historia de los Estados Unidos. Fitzgerald de esta manera pasó a ser destacado entre los grandes escritores de ese país como John Steinbeck (“Viñedos de Ira”), pero lamentablemente nunca llegó a ver en vida el fenómeno que generó. La novela finalmente se convirtió en un verdadero clásico que fue adaptada varias veces en el cine, el teatro, la televisión y hasta los videojuegos. La versión de Baz Luhrmann (Mouling Rouge) es la quinta producción hollywoodense hasta la fecha y se caracteriza por recrear esta historia con bastante fidelidad a través de una propuesta visual diferente. Lo interesante del film es que combina el conflicto clásico de Fitzgerald con la extravagancia que identifica al arte de este director. La historia es la misma con la particularidad que Luhrmann la cuenta con su estilo de narración personal donde el retrato que hace de los años ´20 es más grotesco y bizarro. En este caso cambió las melodías de jazz por las canciones del rapero Jay Z, Beyoncé y Florence and The Machine, que no suenan tan descolgadas como uno se hubiera imaginado. Si la película hubiera sido dirigida por Joe Wrigth (Orgullo y prejuicio) esto tal vez hubiera sido más raro, pero en el cine de Luhrmann la mirada que él propone de este período histórico no resulta tan descabellada. Inclusive las canciones nunca llegan a opacar las tensiones del conflicto, sino que se destacan en escenas puntuales. La primera parte de la película es donde más se concentran las extravagancias del director con imágenes increíbles donde no quedan dudas que detrás de las cámaras estuvo Lhurmann. Sin embargo, los elementos grotescos luego pierden fuerza y el cineasta se enfoca en desarrollar el conflicto clásico de Gatsby, con las modificaciones mínimas que requiere toda adaptación en el cine. La realidad es que la película es mucho menos delirante de lo que daban a entender los trailers. Leonardo DiCaprio y Tobey Maguire están muy bien en sus papeles y son los que llevan adelante la historia. Sí me quedó la sensación que el personaje de Daisy resultó el más débil de esta producción y Carey Mulligan, que es una muy buena actriz, ni siquiera logró hacerle sombra a la interpretación que brindó Mia Farrow en la versión de 1974, con Robert Redford, que era hasta hace poco la versión más famosa de todas. Port otra parte, el formato de tres dimensiones estuvo excelentemente implementado y es un buen aporte a la experiencia visual que ofrece la película. No creo que este trabajo se convierta en un clásico de la filmografía de Luhrmann pero permite disfrutar este famoso relato desde un enfoque diferente y eso hace que su visión valga la pena. EL DATO LOCO: La primera adaptación de esta novela de Scott Fitzgerald se hizo en 1926 en la era del cine mudo. La película hoy es famosa porque se trata de una cinta perdida que nunca se pudo recuperar. Desaparecieron todas las copias y el film no se encuentra en ninguna colección privada o archivo. Desde hace muchas décadas es una pieza muy buscada por los historiadores. La única prueba de la existencia de la película es un tráiler de un minuto que fue preservado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Si amaste Proyecto 43 y todavía estás batallando con el acné seguramente no vas a querer dejar pasar este estreno. Para los que busquen sentarse en una sala a ver una buena película la experiencia puede ser diferente. Spring Breakers es un ejemplo contundente que el cine norteamericano independiente también puede ofrecer basuras infumables. Siempre se le pega desde los medios a los grandes estudios de Hollywood, pero las propuestas del “cine arte” o el “otro cine”, como suele etiquetarlo la crítica tilinga, a veces no se quedan atrás. Harmony Korine se hizo famoso en los años ´90 al escribir el guión del film Kids, realizado por Larry Clark, que fue una producción interesante en su momento. Luego pasó a dirigir sus propios proyectos donde brindó un catálogo de títulos impresentables, que carecían de creatividad y contenido como Gummo, Julien Donkey Boy y Trash Humpers, que fueron apañadas por la prensa snob en los festivales de cine. Uno al ver su nuevo trabajo tiene la sensación que el mundo evolucionó, los espectadores crecimos, pero Korine se quedó estancando en el tiempo haciendo lo mismo que en los ´90. Spring Breakers es uno de sus trabajos más estúpidos hasta la fecha que tiene cierta coherencia (debo reconocerlo también) con lo que es su filmografía en general. Acá estamos ante un film 100 por ciento Korine. Es decir, una película hueca con personajes descerebrados y aburridos que intenta ser rebelde y busca emular sin neuronas el cine de Terrence Malick. Spring Breakers pretende ser una crítica a la cultura adolescente yankee de estos días, lobotomizada por MTV y modelos sociales como Paris Hilton y Lindsay Lohan, pero no funciona porque se hunde en su propia estupidez e incompetencia para abordar esta cuestión. La trama presenta un argumento aburrido donde el nivel de idiotez llega a su punto máximo en el inverosímil tiroteo con el que el director cierra la trama. No hay un desarrollo de los personajes, a los que nunca se llega a conocer y el conflicto que se desata entre dos pseudo gánsgters pedorros es pobrísimo. Por otra parte, no es un dato menor que Selena Gómez sea la única figura que brinda una interpretación decente. James Franco y su personaje sobreactuado tampoco aporta demasiado y Vanessa Hudgens, desde su debut en High School Musical ya demostró que la actuación no es lo suyo. No hay sorpresas por ese lado. La narración redundante de Korine en este film es un desastre, donde utiliza diálogos e imágenes que se repiten sin ninguna finalidad. Tampoco hay suspenso o momentos graciosos. Si por lo menos la película tuviera algún comentario social que permitiera una discusión, como lo tuvo Kids en su momento, o algún elemento controvertido tal vez sería más aceptable, pero Spring Breakers es una historia hueca que se limita a satisfacer el ego de su director. Explicame que virtud artística tiene repetir una y otra vez montajes de adolescentes descerebrados consumiendo cocaína en pelotas o una escena de casi dos minutos donde James Franco chupa el caño de un revólver emulando una felatio. ¿Ese es el cine independiente cool con contenido? La verdad que para hacer esto Korine debió filmar un corto y ahorrarnos los 93 minutos de tedio.
En un mundo ideal películas como Ataque a la Casa Blanca terminarían directo en dvd y obras memorables como La redada, una joya reciente que brindó la producción de Indonesia, tendrían que llegar a la pantalla grande para ser disfrutadas por los amantes del cine de acción. Sin embargo en el mundo real las cosas se dan de otra manera. Este film representa el trabajo más bochornoso en la carrera del director Antoine Fuqua, quien en el pasado brindó propuestas copadas como Día de entrenamiento, Rey Arturo, Tirador (muy buena película con Mark Wahlberg) que estuvieron impecablemente realizadas. Su última producción directamente no parece dirigida por él y en este caso abordó la acción con un enfoque radicalmente distinto a lo que fueron sus filmes anteriores. Siempre disfruté mucho de este director pero en esta no lo puedo bancar. De todos modos es necesario separar bien los tantos. En su defensa podría alegar que Fuqua tuvo que remar un guión muy complicado que en más de una escena da vergüenza ajena por el exceso de patrioterismo yankee. Demasiada agitación de banderitas que atrasan 30 años. Hasta la saga de Desaparecido en acción, con Chuck Norris, fue más sutil en este aspecto. Hay escenas y algunos diálogos, sobre todo al final, que no tienen nada que envidiarle a la infame Batalla: Los Ángeles. Tal vez ese es el gran problema de este estreno que desde lo argumental se toma demasiado en serio a sí mismo. Todo lo contrario de Batalla Naval que se burlaba descaradamente de este tipo de historias y eso la hacía divertida, algo que muchos medios pasaron por alto. La película parece haber sido construida con un guión desechado de una secuela de Duro de matar, con la particularidad que el personaje de Gerard Butler no tienen ningún tipo de carisma y atractivo. Ataque a la Casa Blanca desde lo argumental está sostenido por un exceso de lugares comunes. Tenés al ex agente del servicio secreto en desgracia que no pudo salvar una vida en el pasado y vuelve a tener su revancha. Algo que vimos 20 años atrás con Clint Eastwood y su film En la línea de fuego. Ronnie Yu otra vez interpretando a un terrorista de Corea del Norte (los villanos hollywoodenses de moda), que no tiene diferencias con el que encarnó en Otro día para morir, con Pierce Brosnan. Lo peor de todo no es esto sino lo que hizo Fuqua con algunas secuencias de acción. A diferencia de sus filmes anteriores que se destacaron por el realismo, acá abusó de los efectos digitales donde hay algunos momentos que son vergonzosos de ver. Especialmente al comienzo de la historia. Los efectos se ven totalmente truchos y están al nivel de lo que fue la última película de Crepúsculo. La escena en que se destruye el famoso obelisco de Washington es tan berreta que ni en una película del canal Syfy encontrás algo tan mal hecho. Hasta Paka Paka tiene programas con efectos digitales mejor trabajados. Estoy convencido que el propio director debe sentir vergüenza al ver esa escena en el cine porque sabe que es un desastre lo que hicieron. Lo mismo sucede con las escenas de peleas cuerpo a cuerpo que están tan editadas que no se entiende nada. Defender esta película porque tiene muchos tiroteos y explosiones es faltarle el respeto al género de acción. En el verano pudimos ver El último desafío, con Schwarzenegger, donde el director coreano Kim Jee-woon dio cátedra de cómo se filman secuencias de acción. Ahí tenías una película bien hecha. Ataque a la Casa Blanca si bien te entretiene un rato como propuesta de este género es una producción mediocre. Lo único rescatable es Morgan Freeman, quien rema como los dioses su personaje sin salir mal parado. En unos meses se viene otra película con atentados en Washington. Ojalá sea un poco mejor que esto.
El último exorcismo no fue una mala película. El director Daniel Stamm hasta los últimos dos minutos fatídicos hizo un gran trabajo tratando de evitar la mayor cantidad de clichés posibles con historias de este tipo. En realidad era más un film de suspenso que de terror que se apoyaba en las emociones de sus personajes y tenía un par de momentos tensos muy bien logrados. No era una joya del género pero se dejaba ver, zafaba. Esta continuación innecesaria que llega a los cines esta semana destruye por completo todo lo bueno que tenía el primer film. Es muy loco porque parece que lo hubieran hecho a propósito. La segunda parte reunió todos los clichés posibles que el realizador anterior se había preocupado por evitar. Ed Gass-Donnelly es el nuevo director, quien demostró con esta labor que el género de terror no es lo suyo. La verdad que es una propuesta complicada de remar porque no hay nada positivo. La película es aburrida, no tienen suspenso o situaciones de tensión y tampoco hay escenas terroríficas. La trama no le aporta nada al argumento anterior y se nota una gran vagancia desde la realización al usar todos los trucos baratos que vistes un millón de veces en relatos de posesiones demoníacas. Si alguien me dijera que El último exorcismo 2 la hicieron para lavar dinero por lo menos entendería la existencia de esta película. Este film fue un fracaso en Estados Unidos porque tuvo pésimos comentarios y es una producción malísima. Salvo por el hecho que los efectos digitales son más dignos que los de Ataque a la Casa Blanca, no hay nada por destacar. En la primera entrega se trabajaron conceptos interesantes como el fundamentalismo religioso, los trastornos psicológicos y la clásica pelea entre ciencia y religión que rodea a los exorcismos. Nada de eso está presente en este relato que se centra en la reinserción a la sociedad de la protagonista del film anterior, quien nuevamente es atacada por fuerzas oscuras. Aparentemente el demonio de la primera parte quedó re caliente y se toma la revancha. Esa es la interesante propuesta que ofrecieron los productores para esta continuación. Otro bodrio que quedará en el olvido.