Marvel regresa con la segunda parte de la exitosa película de 2014, protagonizada por Chris Pratt y dirigida por James Gunn. Peter Quill / Star-Lord (Chris Pratt), Gamora (Zoe Saldana), Drax (Dave Bautista), Rocket Raccoon (voz de Bradley Cooper) y Baby Groot (voz de Vin Diesel), lucharán para mantenerse unidos mientras atraviesan los desafíos que les presenta el cosmos. Además, deberán descubrir cuál es el verdadero linaje de Peter, y en ese camino aparecerán viejos amigos, como por ejemplo, Yondu (Michael Rooker). Y algunos más nuevos como Ego (Kurt Russell) y Mantis (Pom Klementieff). Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (Guardians of the Galaxy Vol. 2, 2017) mantiene el nivel de su antecesora, tanto por los efectos visuales como por las interpretaciones. El argumento se corresponde con la acción que el público espera de Marvel, y también presenta momentos sensibles que no desentonan. Por el contrario, le aportan calidez e información sobre los personajes. Pratt y Saldana comandan un grupo querible por completo. Con sus diferencias de carácter y formas de pensar, los guardianes conquistarán a los espectadores desde el inicio. Y no sólo a los que vieron la primera película: aquellos que se asoman por primera vez a la historia lograrán comprenderla sin demasiados inconvenientes. Gunn sabe cómo trasladar los cómics a la pantalla grande. Lo demostró en el primer film y lo corrobora en el segundo, ya que no resulta ser una copia. La banda sonora y los gags le aportan mucho al guión, además de ser guiños para los seguidores. Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es una película entretenida, ideal para los amantes del género. Quienes, probablemente, esperen ansiosos una tercera entrega.
Una historia de amor en los inicios de la Primera Guerra Mundial es retratada en el film dirigido por Terry George. 1914. Michael Boghosian (Oscar Isaac) se traslada desde su Turquía natal a Constantinopla para estudiar medicina. Allí conoce a Chris Myers (Christian Bale), un periodista estadounidense que está cubriendo la situación bélica, y a su mujer Anna (Charlotte Le Bon), una artista armenia. El hecho de compartir la herencia armenia genera una atracción entre Michael y Anna, que deriva en amor. Pero cuando los turcos se unen a Alemania y el Imperio Otomano se revoluciona contra sus minorías étnicas, los tres deben apartar sus pasiones y rivalidades para conseguir sobrevivir. La promesa (The Promise, 2017) es una película que enmarca la ficción en un suceso histórico pocas veces llevado a la pantalla grande. Ese aspecto más esperanzador y romántico le aporta un aire cálido (aunque sea por escasos momentos) a la cruda realidad que atraviesan sus protagonistas. Con una ambientación muy bien lograda y una fotografía que se disfruta, el film de George tiene algunas similitudes con películas destacadas como África Mía (Out of Africa, 1985) o Australia (2008). Quizás por su duración, porque transcurren en una época determinada o porque muestran el desarrollo y la transformación de los personajes durante un período extenso de sus vidas. Isaac, Le Bon y Bale consiguen empatía con el público a través de sus interpretaciones. Y triangulan de forma efectiva acompañando a la historia. La promesa es un drama en el que se ve lo peor y lo mejor de los seres humanos. Una historia que permite darle valor a las pequeñas cosas, y seguir sin entender a un mundo que continúa repitiendo las mismas situaciones signadas por la ambición y el enfrentamiento.
Pasos hacia el futuro Dirigido por Julia Martinez Heimann y Konstantina Bousmpoura, Trabajadores de la danza (Working Dancers, 2016) muestra los inicios de autogestión que permitieron crear la primera Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la Argentina. Tras ser despedidos del ballet contemporáneo más destacado de Buenos Aires en 2007, Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe, Victoria Hidalgo y Pablo Fermani deciden formar una agrupación que se sustente en los derechos laborales y en la excelencia artística de sus integrantes. Mucho de esfuerzo y trabajo permiten que surja la primera Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la Argentina. En ese escenario, la Ley Nacional de Danza y su tratamiento en el Congreso de la Nación le imprimen esperanzas a un grupo heterogéneo que debe aprender a complementar lo individual con lo colectivo. Lo más importante del documental es que se centra en un mundo que, probablemente, sea desconocido. Porque lo que siempre se ve es el desempeño artístico de los bailarines, pero pocas veces se repara en el camino que tienen que recorrer para poder brindar un espectáculo y poder mantenerse económicamente con lo que hacen. Trabajadores de la danza recopila fragmentos de bailes, entrevistas y momentos particulares (como por ejemplo, la manifestación artística frente al Congreso Nacional para conseguir la Ley). Y lo más enriquecedor es que el público puede ser partícipe de algunas reuniones en las que se perciben diferentes opiniones con respecto a un mismo tema, posturas diversas en relación a lo que cada uno de los bailarines vivió. Julia Martinez Heimann y Konstantina Bousmpoura eligen poner en foco un tema interesante. Y aunque por momentos resulte un poco lento, el documental es un recorte de la realidad argentina sobre la que hay que reflexionar. Además de pensar los aspectos que podrían mejorarla.
El director Peter Berg lleva a la pantalla grande un hecho real que conmocionó al mundo. Como cada año, la ciudad de Boston conmemora el Día del Patriota con una maratón en la que participan miles de personas. Pero en 2013 ocurrió un atentado que dejó un saldo de tres muertos y casi 300 heridos. En ese escenario, el accionar del policía Tommy Saunders (Mark Wahlberg) y del agente especial Richard DesLauriers (Kevin Bacon), entre otros, permitió encontrar a los victimarios luego de varios días de búsqueda. Día del atentado (Patriots Day, 2017) recrea lo ocurrido de forma efectiva. Porque además del hecho concreto, detalla las horas posteriores y la difícil captura de los terroristas. El film comienza la noche anterior al atentado, mostrando la vida de algunos de los futuros sobrevivientes (interpretados por actores). Esa cercanía que se genera le imprime sensibilidad e identificación, aspecto que se consolida al ver y escuchar los testimonios de las verdaderas víctimas al final de la película. Lo más interesante del film de Berg es que le permite al espectador conocer cómo fue la logística que permitió identificar a los agresores entre la multitud. Y también algunas fallas que surgieron en ese proceso. El interés que genera se mantiene, aunque el final sea públicamente conocido. Probablemente, lo que no termina de convencer es la mirada norteamericana con la que se narran los acontecimientos. Aunque es entendible que sea así, quizás hubiera sido acertado dar más datos sobre el origen de los terroristas y la ideología que los incita a actuar de esa forma. Cabe destacar los efectos técnicos utilizados para recrear las persecuciones y el ataque. El despliegue de producción es importante, al igual que el elenco, integrado por Wahlberg, Bacon, John Goodman, J. K. Simmons, Michelle Monaghan y Melissa Benoist. Día del atentado es un homenaje a las víctimas y a las personas que permitieron descubrir quiénes eran los culpables. Además de una oportunidad para conocer y reflexionar sobre lo ocurrido.
La comedia española dirigida por Inés París capta la atención del público con un guión signado por los enredos, el humor y las buenas actuaciones. Isabel (Belén Rueda) organiza una cena junto a su marido (Eduard Fernández) y la ex mujer de él (María Pujalte), una directora de cine que quiere que el reconocido actor argentino Diego Peretti forme parte del elenco de su próxima película. A la reunión también asisten de manera imprevista el ex de la anfitriona (Fele Martínez) con su nueva pareja (Patricia Montero). Pero lo más sorpresivo es cuando ocurre un hecho que puede marcar un antes y un después en la vida de todos. La noche que mi madre mató a mi padre mantiene el ritmo de comedia en todo momento. Y las situaciones se articulan de manera efectiva conformando un relato de “puertas” (que bien podría ser trasladado al teatro). Aunque la intensidad va en aumento y hacia el final decrece. Rueda, Peretti (haciendo de sí mismo), Fernández, Pujalte, Martínez y Montero interpretan de forma excelente sus roles y son funcionales a un film en el que cada personaje está muy bien delineado. Enredos, humor negro y grandes actuaciones hacen de La noche que mi madre mató a mi padre una película divertida para pasar un buen rato.
Las cosas simples de la vida son las más importantes, aunque en el momento no se tome conciencia de lo que verdaderamente significan. Sobre esa hipótesis indaga el film de Cyril Gelblat y lo hace de una forma con la que el público se identificará. Antoine (Manu Payet) está casado y es padre de dos hijas de 5 y 9 años. Jamás se compromete con la crianza de las pequeñas porque ocupa su tiempo en la búsqueda del desarrollo profesional, mientras su mujer se hace cargo tanto de sostener la casa como la familia. Pero su realidad se modifica cuando su esposa decide dejarlo y se va de viaje 15 días, tiempo en el que deberá aprender todo lo que desconoce de su rol de padre. Todo para ser felices (Tout pour être heureux, 2016) es una película francesa para reflexionar sobre los nuevos tipos de familia, los vínculos sociales y la concreción de los sueños personales. Diversas temáticas que atraviesan a una familia común, con la que el público sentirá empatía inmediata. Gelblat logra momentos de sensibilidad y otros más duros gracias a un argumento bien planteado. La actuación de Payet es excelente porque consigue tanto la seriedad como la risa. Y cabe destacar la interpretación de las pequeñas, quienes hacen un buen contrapunto entre ellas y con Payet. Efectiva desde el inicio, lo mejor de Todo para ser felices es la relación que construyen padre e hijas. Además de generar la necesidad de preguntarse qué es lo que en realidad vale la pena.
El film de terror dirigido por Stacy Title es efectivo en algunos momentos y, por otros, es completamente predecible. Dos amigos y la novia de uno de ellos se mudan a una casa ubicada cerca de la facultad en la que estudian. Lo novedoso de la nueva vida se oscurece cuando descubren que en ella habita una presencia extraña, a la que deben evitar nombrar. Nunca digas su nombre (The Bye Bye Man, 2017) es similar a varias películas de terror. Desde el escenario en el que transcurre hasta la historia que presenta es fácilmente reconocible en otros films protagonizados por adolescentes que son perseguidos. Además, los efectos visuales parecen anticuados y resultan poco creíbles. Nunca digas su nombre es una película de terror más; cumple con su género, pero no sobresale.
Los silencios y las miradas son un factor fundamental en la película de Miguel Ángel Rocca. Un drama en el que sobresalen las actuaciones de Jorge Marrale y Mercedes Morán. El matrimonio de Cristina (Mercedes Morán) y Gustavo (Jorge Marrale), junto con su hijo Facundo (Matías Mayer), conforman una familia tradicional. Pero eso se desmorona por completo cuando un secreto sale a la luz, poco tiempo antes de que el joven fallezca de manera trágica. Sus padres deben afrontar el dolor, sentimiento que se entremezcla con la culpa y el arrepentimiento. Rocca elige una historia compleja por donde se la mire, y la traslada al cine apoyada en las interpretaciones de los personajes principales. Sus miradas reconstruyen y le dan sentido a los momentos en los que las palabras se ausentan. Maracaibo es un film para reflexionar sobre los vínculos (especialmente el de padre-hijo). El verla deja la necesidad de decir lo que se siente cuando hay que hacerlo, porque no se sabe si puede existir otro momento. Y lo desgarrador de la historia se relaciona con la fragilidad de los seres humanos, que no son inmortales, ni tienen la capacidad de retroceder el tiempo. Las interpretaciones son excelentes. Marrale transmite todo lo que su personaje atraviesa mediante la mirada; y Morán lo acompaña de la mejor manera, logrando que el matrimonio sea creíble. Mientras que Alejandro Paker tiene la posibilidad de mostrarse en un rol distinto al que tiene acostumbrado al público; y los jóvenes Mayer y Nicolás Francella están a la altura de la película. Lo más interesante de la película de Rocca es que, sin llegar a pensar en esa situación extrema, el espectador se irá del cine evaluando si dice lo que siente en lo cotidiano. Una pregunta interna que pocas veces es realizada.
En el film dirigido por John Lee Hancock, Michael Keaton protagoniza la historia del hombre que convirtió a McDonald´s en la cadena de comida rápida más conocida del mundo. En los años ´50, una pequeña hamburguesería de San Bernardino, al sur de California, llamó la atención de Ray Kroc (Michael Keaton). La velocidad con la que los hermanos Mac (John Carroll Lynch) y Dick (Nick Offerman) McDonald preparaban la comida y el sistema que utilizaban para conseguirlo conquistó a Kroc, quien tras conseguir la franquicia se las ingenió para convertirla en un imperio multimillonario. Basado en una historia real, Hambre de poder (The Founder, 2017) le permite al público conocer el nacimiento, crecimiento y expansión de una marca registrada. Y también la vida de un hombre inescrupuloso que tuvo la visión de futuro necesaria para concretarlo. Keaton interpreta de forma excelente a un personaje que no será del agrado del público. Porque a pesar que al comienzo es un “perdedor”, cuando empieza a prosperar aparece lo peor de su personalidad. Carroll Lynch y Offerman también le aportan mucho a la película con sus actuaciones. Hambre de poder es la biografía de un hombre ambicioso que consiguió lo que se propuso, sin importarle otra cosa más que lo comercial. Característica que suelen tener lo hacedores de imperios.
La película dirigida por Gabriel Grieco intenta ser un thriller con pinceladas de terror. Pero el resultado final no convence. Milena (Yamila Saud) es una joven actriz que obtiene un papel que anhela en una obra de teatro. Durante los ensayos comienza a experimentar situaciones extrañas: cada vez que lee una escena siente que se transporta a una casa en la que está prisionera junto con otras mujeres. Lo que parece un sueño se reitera en varias ocasiones y tiene características tan reales que producen en Milena la necesidad de investigar lo que se oculta detrás de ese paralelismo. La idea de Hipersomnia es interesante: la posibilidad de que existan dos “lados” en los que una persona sea la misma físicamente, pero en contextos diferentes. Sin embargo, la historia avanza sin demasiado sentido y lo poco que pudo haber funcionado se desvanece. El género “terror” es forzado y sin efectos en el espectador. Sí produce desconcierto, pero cuando se comprende hacia dónde va el argumento no se generan sorpresas. Además es desacertado que, en el final, se quiera concientizar sobre un tema tan delicado como la trata de blancas, mientras que durante toda la película se evidencia la problemática de manera superficial. Las actuaciones son correctas. El elenco está integrado por Gerardo Romano, Yamila Saud, Sofía Gala, Jimena Barón, Florencia Torrente, Vanesa González, Candela Vetrano, Nazareno Casero, Peter Lanzani y Fabiana Cantilo. El film de Grieco tiene buenas intenciones porque no es común que el cine argentino realice películas de terror. Eso sí es meritorio, aunque no alcanza.