Disney recicla y gana con poco poco conozcan la verdad acerca del protagonista y su lámpara mágica. Desde su trailer, muchos temían por la caracterización de Will Smith como Genio, que es el alivio cómico dentro de la película, pero con mucha preponderancia en la historia. Si bien en esta versión podría decirse que algunas situaciones tienen un aire a “La máscara” debido a lo inaudito de sus escenas, Smith hace un buen papel, no tan exacerbado como se creía que sería. “Aladdin”, dirigida por Guy Ritchie, entretiene, sus musicales son pegadizos -afortunadamente las canciones no son largas- y, como otros tanques rehechos de la factoría en esta nueva etapa (“La bella y la bestia”, “Mary Poppins”, “Dumbo”) aprueba pero tampoco descolla, pues es tan disfrutable para nuevas generaciones como innecesaria para las viejas.
El joven Ronald (Harry Gilby) recibe la noticia de que debe mudarse de su casa en el campo, a la ciudad. La escena no puede ser más clara, mientras su madre le dice que atesore en su memoria ese paisaje con el que creció, vemos un prado verde, puro y apacible. El corte es drástico en la primera imagen de Birmingham, ciudad fabril del Reino Unido, de chimeneas humeantes, oscuridad, fuego y ruido. Sin dudas la referencia a la Tierra Media de “El señor de los anillos” la entienden hasta quienes no sean fanáticos de la saga literaria y cinematográfica. La comparación de la Comarca (campestre) y Mordor (citadino) ya predispone a encontrarse con una historia en la que la vida de Tolkien (Nicholas Hoult en su adultez) estará ligada todo el tiempo, entre lo real y lo imaginario. Sus tiempos de infancia y adolescencia serán flashbacks de lo que ocurre con el escritor mientras trata de sobrevivir en las trincheras de las batallas en la Primera Guerra Mundial, tiempos en los que luchó para el Reino Unido. Conoceremos a su “comunidad”, su grupo de amigos, que serán fiel reflejo de la fraternidad por sobre todo, y también al amor de su vida, Edith (Lily Collins), con la que tuvo un romance eterno. Esa mezcla entre lo real en su apasionante vida, y lo que después contó en sus obras cumbres “El Hobbit” y “El señor de los anillos”, es el punto fuerte del filme. Pero también la narrativa hará pie en su pasión por los idiomas y su significado, lo que primeramente lo llevó a crear el universo de la Tierra Media. Este viaje introspectivo a la genialidad del gran escritor de literatura fantástica es más un homenaje que un drama o filme de aventuras, pero de todas formas funciona y emociona.
Misterio apto para todo público Por primera vez llega a la pantalla grande una película live action de las criaturas animé. La historia comienza con la muerte de Harry, un detective de Ryme City, una ciudad en la que humanos y las criaturas viven en armonía sin necesidad de correas ni “pokebolas” para guardarlas. Los Pokémon fueron creados en Japón, primero como un videojuego, en 1996, y debido al éxito que tuvo, un año después salió al aire el animé basado en estos pequeños monstruos (Pokémon es contracción de “Poket Monsters” que justamente significa “monstruos de bolsillo”). La franquicia creció a nivel mundial, los juegos fueron realizados para distintas consolas y la serie animada tuvo diferentes secuelas, que duraron hasta mediados de los 2000. A mediados de 2016 se lanzó Pokémon Go, una aplicación para smartphones que permitía cazar pokemones en tiempo real en cientos de ciudades en el mundo, y fue furor desde su salida. Pero por primera vez llega a la pantalla grande una película live action de estas criaturas, con una historia diferente a la original, y situada en un universo en el que la humanidad convive armoniosamente con los pokémon. Desde el primer momento hay que tener en cuenta algunos datos respecto a los monstruos, y que de alguna manera reemplazan a los animales, y en muchos casos son domesticados y educados, funcionando como una especie de mascotas para los humanos y generando una relación con sus dueños que va más allá del cariño (se dice que si un humano muere, su pokémon también). La acción en “Pokémon: Detective Pikachu” comienza con la muerte de Harry, un detective de Ryme City, una ciudad en la que humanos y las criaturas viven en armonía sin necesidad de correas ni “pokebolas” para guardarlas. El jefe de policía llama a su hijo, Tim (Justice Smith) para que vaya a hacer los arreglos funerarios. El adolescente, de pequeño quiso ser maestro Pokémon, pero en la actualidad no quiere saber nada con ellos. Cuando llegue a la casa de su padre, se encontrará con el Pikachu (voz de Ryan Reynolds) de Harry, antiguo compañero de su padre detective. Pero lo extraño es que Tim entiende todo lo que dice Pikachu, algo que ningún otro humano puede. El problema es que la simpática criatura perdió la memoria y no recuerda qué pasó con él ni con Harry. Pikachu convencerá a Tim de que, aprovechando esa extraña conexión, averigüen qué sucedió con su padre, ya que no cree que esté muerto. Tendrán la ayuda de Lucy (Kathryn Newton), una periodista experta en estas criaturitas y en teorías conspirativas. El problema será que, al indagar más y más, mucho más terrible será la verdad a la que se enfrenten. Si bien hablamos de un filme simpático, con bastante acción y humor, los más de 100 minutos de duración resultan extremadamente largos para una película de su tipo, ya que es apta para todo público y por lo tanto tiene un target familiar. Pero también, su metraje es rápidamente justificable, porque al buscar incluir a niños, es necesario explicar todo -a veces más de una vez, con diferentes recursos- lo que sucedió y lo que sucederá. Pero de aquí se desprende también su mayor falencia: “Pokémon...” resulta demasiado compleja para la audiencia que espera. De todas maneras, se destaca el trabajo de Reynolds que, viniendo de películas como “Deadpool”, logra meterse en el corazón de todos como la voz -o conciencia- de Pikachu.
Cuento de amor, locura y límites Cualquier padre puede decir sin dudar que su temor grande es perder a su hijo. Quien haya visto a un adulto en búsqueda de su hijo en una playa o algún otro espacio público, sabe que la desesperación, aunque sea por breve tiempo, puede apoderarse de alguien y llevarlo al límite. “El hijo” es un thriller de suspenso que intenta jugar con los extremos, sobre lo que creemos, lo que nos pueden hacer creer y la realidad sobre nuestro entorno. Lorenzo ( Joaquín Furriel) está encarcelado y llama a su amiga Julieta (Martina Gusman), una abogada que es la única persona en la que puede confiar. Joaquin Furriel. Al contarle su historia, por la que fue encerrado, le pregunta si le cree, a lo que ella responde “yo creo que vos lo creés”. Así da pie a la historia de este pintor atormentado que intenta rehacer su vida junto a Sigrid (Heidi Toini), una bióloga noruega, con la que planea tener un hijo, y que tiempo más tarde vive un infierno por esa familia deseada. Lorenzo, por sus problemas con el alcoholismo, perdió a sus dos hijas cuando su madre se las llevó a Canadá. Por ello Sigrid es su segunda oportunidad. Cuando queda embarazada, la mujer va a ver a tres obstetras, denostando una personalidad sumamente obsesiva, que se va acrecentando con el correr del tiempo. Sigrid unilateralmente decide que el parto será en su casa, sin presencia de médicos y con la sola presencia de Gudrun (Regina Lamm), quien fue su niñera en Noruega. Ellas dos controlarán todo lo que tenga que ver con el embarazo, incluso hablando en su lengua delante de Lorenzo, marginándolo por completo. Martina Gusman. Por culpa y necesidad, Lorenzo se enoja pero las deja planificar a su antojo, tal es su deseo de volver a tener una familia. Cuando el pequeño nace, todo se agrava, y, como si se tratara de un plan minuciosamente calculado, el padre es completamente apartado de la crianza del bebé. En la primera oportunidad que tiene de verlo, tras tres meses de distanciamiento, al encontrarse con el pequeño, asegura que no es su hijo y pierde por completo la cordura. Todo ello derivará en una historia de misterio y locura. Basado en el libro de Guillermo Martínez, de mismo nombre “El hijo”, no tiene muchos más recursos que los conocidos del mismo género cinematográfico, pero se apoya en dos bases: la primera, es la actuación de Furriel, y eso proviene de que su director, Sebastián Schindel, ya había trabajado con Joaquín en “El patrón: Radiografía de un crimen”, filme en el que ya había precisado del enorme talento del actor para hacer creíble la historia. Joaquin Furriel. En segundo lugar, también se aprovecha el hecho de que el argumento y género no fue muy desarrollado en la industria nacional, por lo que la propuesta es llamativa desde ese punto. Un largometraje más que recomendable pues en tan sólo 90 minutos, la película se las arregla para atravesar por el drama, la ansiedad, la locura y el misterio.
El final soñado por los fanáticos El desenlace de la saga de superhéroes de más de 10 años es todo lo que quieren sus fanáticos: gags, guiños y referencias que los hacen disfrutar de cada segundo de las tres horas de película. Provincia de Kunar en Afganistán. En un camino de tierra, aparecen algunos vehículos militares estadounidenses, y comienza a sonar "Back in black" de AC/DC. En uno de ellos, Tony Stark sostiene un whiskey con hielo. Segundos más tarde, tras una emboscada, Stark es secuestrado. Es el fin del magnate de la guerra, y el comienzo de "Iron Man", primera película del MCU, estrenada el 2 de mayo de 2008. Si este relato le es familiar al lector, es que forma parte de la gran familia de Marvel, al menos en el espectro cinematográfico. Ese, además fue el punto de inicio de un recorrido de 11 años, 22 películas, tres fases y ganancia de millones de dólares y fans alrededor del mundo. El primer paso en el camino del héroe. La factoría Marvel fue, antes que nada, una editorial de comics creada en 1939 y del que salieron muchos superhéroes famosos, pero en 2008, con el filme protagonizado por Robert Downey Jr. la empresa comenzó su carrera en la pantalla grande, creando una de las franquicias más importantes y redituables de todos los tiempos. Es difícil catalogar una película simplemente como "buena" o "mala", cuando en realidad hablamos del desenlace de una historia -o varias- que generó tanta emoción y apego en una enorme audiencia. Desde ayer a la noche, con su estreno anticipado, muchos fans llenaron las salas para ver "Endgame", algo que se repetirá esta semana (en la que, inauditamente, Disney prohibió que se vendan entradas 2x1 o con descuentos para tener más recaudación) y las venideras, en las más de 600 salas en las que tendrá funciones. Y lo harán con la misma emoción con la que muchos asisten a una final de fútbol, o a ver un concierto de su artista favorito. Vestirán remeras de sus héroes favoritos, aplaudirán, gritarán y llorarán. Y no es un pronóstico, sino más una estadística probable, por lo que sucedió en la mayoría de los 21 largometrajes vistos. Iron Man (Downey Jr), Capitán América (Chris Evans), Thor (Chris Hemsworth), Hulk (Mark Ruffalo), Viuda Negra (Scarlett Johansson) y Hawkeye (Jeremy Renner) se despiden en lo que, probablemente no sea la película del año, pero sí el evento cinematográfico de 2019. "Infinity war" había terminado con la derrota de los Avengers y todos sus colegas (Black Panther, Spider Man, Dr. Strange, Guardianes de la galaxia, La Bruja Escarlata, Vision, El soldado de invierno, Falcon y War Machine) a manos de Thanos, quien había prometido que al tener sus seis gemas del infinito lograría un equilibrio mundial con el chasqueo de sus dedos, desapareciendo exactamente a la mitad de la población del planeta. Algunos héroes desaparecieron, otros quedaron varados en el espacio y otros padecieron la derrota con culpa. La única esperanza en ese momento fue un llamado desesperado de Nick Fury (Samuel Jackson) a Capitana Marvel (Brie Larson), a quien conocimos hace algunos meses. Con ese contexto larga "Endgame", en donde la premisa inicial será encontrar a Thanos para destruirlo y tratar de revertir las consecuencias fatales de su "armonía". Primeramente hay que mencionar que, al ser más un "evento" que un simple filme porque justamente es una reunión de todos los superhéroes que vimos a lo largo de las 21 películas, todos estarán presentes de alguna u otra manera. Por ello, es necesario confirmar que este desenlace es lo que todos los fans podrían soñar. Es todo hecho por y para ellos, con gags, guiños, referencias y recuerdos que los harán disfrutar de cada segundo de las tres horas que dura. En "Endgame" no hay respiro. Cada escena tendrá drama, acción o diversión. Dentro de esos cánones, el filme es completamente lógico: sucede todo lo que debería, incluso en los vuelcos y situaciones inesperadas (aunque parezca una contradicción) y aún así funciona. Lo que contará la película, más allá de la trama que no se debería adelantar por el pedido de "Endgame sin spoilers" de la distribuidora (algo fútil porque una obra cinematográfica debería valer más que el solo hecho de sorprender desde su trama), es que todo concluye al fin, y que, literalmente, el final es también parte del viaje. Esto debe contentar y aliviar al espectador, dándole un crédito enorme al público que construyó el éxito. Al hacer semejante aseveración, lo hace partícipe de todo, y de allí hay que retomar el término "parte de la familia Marvel", que aunque parezca una exageración, todo fan sensible, sabrá de qué estamos hablando.
Desde México, con terror El film trata sobre una de las leyendas mexicanas más populares, el espíritu de una mujer que deambula por las calles en búsqueda de niños que suplanten a los suyos, a quienes ella misma mató. Es curioso cómo percibimos el miedo. El susto es un mero sobresalto, pero el temor tiene que estar arraigado en algún trauma o prejuicio. Un hecho, pensamiento o idea del pasado que nos atormenta. Las leyendas con las que muchos crecen en nuestro país tienen que ver con “el viejo de la bolsa”, “el pombero”, “la luz mala”, y demás supersticiones, o historias pasadas por un teléfono descompuesto, que atraviesan el tiempo y llegan a al presente. Para algunos como un cuento, y para otros como un rito importante, que merece un respeto similar al religioso. “La maldición de La Llorona”, llega con la referencia “de los productores del universo de ‘El conjuro’”, y quizás relacionarla a esa franquicia ponga en problemas a la película. Con dos filmes excelentes (protagonizados por la pareja Warren) y tres spin-off de regulares o malos resultados (“Anabelle” “Anabelle 2” y “La monja”), la saga de terror más popular de los últimos tiempos intenta repetir el éxito, pero se aleja cada vez más de la calidad de las originales. En México, país que siempre tomó la muerte como algo muy serio (tienen festividades en su nombre), una de las leyendas más populares es la de La Llorona, que trata sobre el espíritu de una mujer que deambula por las calles en búsqueda de niños que suplanten a los suyos, que ella misma mató ahogándolos en un río. La historia, que comienza con una escena de ese hito inicial, con una madre que mata a sus pequeños, continúa en Los Ángeles. Nadie sabe cómo ni por qué La Llorona llegó allí, y tampoco habrá explicaciones durante el filme. Lo cierto es que todo comienza con una asistente social (Linda Cardellini) que al creer que una madre es peligrosa para sus hijos, la aleja de ellos, pero ninguna podrá salvar a los nenes del espíritu que quiere llevárselos. Luego, La Llorona posará su atención en sus hijos, y la única manera de ahuyentar al ente maligno será confiar en un extraño curandero (Raymond Cruz). Con algunas escenas rescatables, principalmente cuando se involucra en el suspenso y no tanto en el terror, la película puede ser entretenida. El problema es que a pesar de su corto metraje (apenas sobrepasa los 90 minutos) su intención por asustar todas las veces que sea posible terminan aburriendo. Quizás con alguna referencia más cercana a “El conjuro”, hubiese funcionado, dando significancia al término “universo”, y no siendo una mera estrategia de márketing.
Cómo naturalizar lo tóxico de una forma romántica El melodrama basado en una novela "fan fiction" esconde, de inicio a fin, conceptos erróneos sobre las relaciones de amor y la vida en general. Tessa Young (Josephine Langford) es una chica, sobreprotegida por su madre (Selma Blair), que al entrar a la universidad se enamora del chico malo (Hero Fiennes Tiffin) que no le conviene. Obviamente de allí nacen los problemas para este romance impensado pero inevitable. Hasta ahí una historia simple, ya conocida en mil filmes adolescentes. Pero su falta de originalidad no es lo que más se destaca -negativamente- en “After”. El principal problema es que desde inicio a fin, todo lo que vemos en pantalla, si bien es muy lindo y amable, esconde conceptos erróneos sobre las relaciones y la vida en general. De alguna manera, el cuentito dramático y feliz se las arregla para poner de cabeza todo: lo que podría ser bueno se plantea como malo, y lo que es nocivo, incluso sumamente tóxico, se representa como normal en la construcción del amor. Situaciones de violencia, de control, y de manipulación son pasadas a la ligera. No existe una reflexión al respecto en todo el metraje, lo que da una sensación de cotidianeidad, como si todo debiera ser parte de la vida. Basada en una novela "fan fiction". Tanto en lo narrativo como en el resultado, podría ser tranquilamente comparada a “50 sombras de Grey”, pero quizás aquí sea más peligroso, porque el público al que va dirigido es adolescente. Pero no todo es culpa de la directora Jenny Gage, porque ella sólo adapta, sin cambiar demasiado la historia original que es una famosa saga, best seller juvenil, de mismo nombre. Allí hay otro punto en común con la saga de Grey, y por ello una apuesta grande: traducir el éxito ya conseguido en librerías, en cifras de taquilla. La novela comenzó como una fan fiction del grupo One Direction, aunque el grupo solo haya sido una inspiración general para alguna “directioner”, sin que nada de lo que se cuenta esté relacionado directamente a sus integrantes o canciones. Otra semejanza entre “After” Y “50 sombras...” es que en ambas, las protagonistas aman la literatura pero su sueño no es escribir un libro, sino trabajar en una editorial. Es decir, el costado más comercial del arte. Adrede o no, esa premisa resume demasiado. No importa qué vendas, sino que lo vendas, y masivamente. Así se publicaron los libros, así llegan a la pantalla grande.
El bien y el mal definen por penal El film, protagonizado por Peter Lanzani, Luis Brandoni y Dady Brieva, es sobre un experimentado ladrón que queda atrapado dentro de un auto y es torturado por su dueño. La dupla Cohn/Duprat hizo ruido con sus anteriores filmes. “El hombre de al lado”, los puso en escena, “El ciudadano ilustre” los consagró dentro de la industria cinematográfica, y luego decidieron separar el trabajo. Gastón Duprat estrenó -con Cohn como productor- en 2018 “Mi obra maestra”, protagonizada por Guillermo Francella y Luis Brandoni, con dispares críticas, y ahora llega la primera de Cohn en solitario, “4x4”. Una vez más, con estética de thriller, muestra diferentes facetas arquetípicas que podíamos encontrar en nuestro país. Desde construcciones cotidianas, los directores -y productores- tienen al alcance de la mano a villanos, héroes y antihéroes. El filme toma de la agenda social la situación de crisis económica actual y su correlato de delitos y desesperación, aparejada a un clima de tensión general. “4x4” tiene la intención de interpelar entonces sobre garantismo y punitivismo, desde un costado muy visceral. Ciro es un experimentado ladrón ( Peter Lanzani) que intenta robar una camioneta último modelo. Pero al intentar salir se da cuenta de que las puertas están trabadas, los vidrios blindados y la carrocería reforzada con metal, lo que convierte el vehículo en una jaula. El dueño, el doctor Enrique Ferrari ( Dady Brieva) está harto de ser víctima de robos y decide castigar a Ciro. Lo somete a diferentes torturas, dejándolo sin agua, sin comida, juega con sus límites haciendo que muera de frío y luego de calor, y juega con su mente. Una especie de “Juego del miedo” pero enquistado en una situación de inseguridad. El filme funciona muy bien por los momentos de tensión, en términos narrativos y actorales (en especial es destacable el gran trabajo de Lanzani), pero el mensaje detrás de la historia se les va de las manos. Si bien se apunta a un “debate”, hacer un planteo de opuestos sobre seguridad/inseguridad interpelando con la justicia por mano propia versus garantismo, es peligroso cuando el discurso es tan difuso. Desde su posición “no política”, Cohn politiza todo el conflicto dejando la decisión salomónica a elección del público. La introducción de un tercer personaje sobre el final, el mediador de la policía Julio Amadeo ( Luis Brandoni), quiere traer un equilibrio ante la propuesta ya asentada de que el dueño/víctima tiene amnistía por lo que sea. La película invita a un debate, es cierto, lo peligroso es justamente que se invite a un debate bajo esas circunstancias.
Cuando los elefantes vuelan Tim Burton fue el encargado de la nueva versión "live action" del clásico infantil estrenado por Disney en 1941. Emotiva, dulce pero con pocas ideas. En 1941 se estrenó “Dumbo”, una película animada de Disney que tenía como función salvar a la compañía, porque, un año antes, su legendario “Fantasía” había sido un fracaso que dejó a la empresa casi en ruinas. Con un presupuesto acotado, una historia simple y apelando a la sensibilidad, logró un éxito inesperado. Tras 78 años, el clásico vuelve a las salas de cine con una versión “live action” (o algo parecido, el “live action” implica imagen real y aquí los animales fueron diseñados por CGI), que casualmente se estrena tras conocerse la revolucionaria compra que hizo Disney, absorbiendo Fox y todas sus compañías subsidiarias. En una suerte de paradoja, la nueva “Dumbo” llega en el mejor momento de la empresa del Ratón Mickey, arrastrando a gran parte de su competencia. ¿Será un buen presagio? En esta película de Tim Burton -quien ya había reversionado para Disney “Alicia en el país de las maravillas”-, la historia transcurre en el mundo humano, y con los amigos que acompañarán a Dumbo en sus primeros años de vida. Dos nenes, Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins), esperan la llegada de su padre, que sirvió para el ejército en la guerra. El veterano es Holt (Colin Farrell), quien antes de su paso por la milicia era el domador de caballos y una de las principales estrellas del circo de Max Medici (Danny DeVito). Medici compró una elefanta embarazada con la intención de hacer dinero con un elefante bebé, pero se siente estafado cuando ve que el recién nacido tiene orejas enormes. A pesar de ser un “fenómeno” que sobresale entre las rarezas del circo, los niños se hacen sus amigos y descubren que con sus grandes orejas el pequeño puede volar. Cuando el público comienza a aumentar, aparece Vandemere (Michael Keaton), dueño del circo más grande de los Estados Unidos, y le propone a Medici convertir a Dumbo en una estrella. . Danny DeVito forma parte del elenco de la nueva adaptación del clásico de Disney "Dumbo". Emotiva y con la marca distintiva de Burton, que siempre trabaja la temática de rareza como belleza, “Dumbo” en su versión 2019 seguramente renueve la ternura de quienes hayan visto la original y justamente por ello también debe decirse que cuenta con pocas ideas, más allá de esta búsqueda de dulzura. Ahora sí, una estrella generada por computadora puede ser tan tierna como cualquier otro personaje. Estamos preparados para “El rey león”, la próxima remake que tendrá el mismo estilo de animación.
Sombras, ¿nada más? ¿Existe algo más aterrador que nuestro reflejo? ¿Qué pasaría si nos encontráramos cara a cara con nosotros mismos? Eso nos pregunta “Nosotros”, el estreno de esta semana. Con la realización de “Huye”, Jordan Peele se puso en el radar no sólo del cine de terror, sino de la industria en general. Su éxito fue inesperado, no por su valor propio, sino por lo devaluado que se encuentra el género, que cuenta con mucha cantidad pero también mala calidad en sus propuestas. En “Nosotros”, la temática cambia pero el estilo narrativo es similar: un giro inesperado, una explicación, y una metáfora que va más allá. El cineasta es fanático de los símbolos, porque, ya desde sus tiempos como guionista de comedias, entendía que la ficción también podía servir para contarnos algo más. Una familia va a pasar las vacaciones a la apacible playa de Santa Cruz, en California. Pero desde el momento de su llegada, Adelaide (Lupita Nyong’o en un papel increíble) quiere irse. Cuando era pequeña, sufrió un trauma al ingresar en una casa de espejos de una feria de juegos en la misma playa, y al regresar al lugar, los recuerdos la atormentan. Lupita Nyong'o, protagonista de "Nosotros". Cuando cae la noche, en su casa se presenta otra familia, con integrantes idénticos a ellos, que se identifican como sus “sombras”. Cuando Adelaide les pregunta, desesperada, qué desean, su “copia” le responde “queremos disfrutarlo”. El filme es intenso, y guarda menos suspenso que su antecesor, ya que desde el tráiler conocemos en gran parte la historia que nos contará. Desde la primera escena, el director deja pistas sobre qué va a contar, y qué cosas va esconder dentro del filme; que asusta y divierte equilibradamente porque sin llegar a ser una comedia de terror, está lleno de gags. Pero la resolución de la película choca cuando se intenta justificar todo lo que vimos, las intenciones y el pasado de los protagonistas, y mucho más cuando justamente el terror (slasher, en este caso) no debe dar demasiadas explicaciones. Ahí es donde entra la mano de Peele, con la necesidad de transformar su relato en una herramienta: si en su primera película todo resultaba una alegoría de la discriminación y la esclavitud, en ésta el mensaje es igual de encriptado, pero la respuesta la da la misma competencia entre “originales” y “sombras”. Algunos disfrutan al mismo tiempo que otros sufren, en un mundo que está exactamente al revés que el del sueño americano.