La chica salvaje es una buena historia de resiliencia y autosuperación que podríamos catalogar como feel-good movie pese al sufrimiento de su personaje principal. Nos encontramos con un film muy redondo, muy correcto, pero también muy previsible. Y eso hace que a la largo (puede que también en corto plazo) sea olvidable. Algo rico para consumir, pero nada nutritivo. Si es que cabe una analogía gastronómica. Ahora bien, sin duda alguna el mayor atractivo de la película es la labor de Daisy Edgar-Jones, una actriz que viene en ascenso. Su rol aquí si será recordado por algunas personas y en poco tiempo cuando la vean en otros lugares, podrán decir “esa actriz es la de La chica salvaje”. La puesta de Olivia Newman está muy bien. Es su segundo film y hace un buen laburo, pero nada impresionante como para resaltar. No mucho más para agregar sobre este drama. Es una buena película que cumple con creces sobre su premisa y ejecución.
Uno de los aspectos más interesantes de ¡Nop! fue su campaña publicitaria y el misterio que la atravesó. Jordan Peele se convirtió en un referente del cine de terror y suspenso, primero con su gran (y oscarizable) ópera prima Get Out (2017), seguida por la más que entretenida y escalofriante Us (2019). Así que, para su tercer film, se empleó la intriga digna de sus tramas pero en el marketing. Nadie sabía de qué se iba a tratar. Amén de su llamativo título y su poster que no apuntaba a un lugar seguro. Lo cual tuvo un doble filo sin dudas. Ya que por un lado la expectativa generada fue enorme y por otro el peligro de no estar a la altura. Así que esta reseña respetará eso y no mencionará nada que tenga que ver con la historia, lo cual es muy difícil. Si tengo que comparar con sus películas anteriores, ésta es la que menos disfruté de Peele. Tal vez me jugó en contra su marketing… Ahora bien, su construcción funciona a la perfección cual reloj suizo. El conflicto va in crescendo y te atrapa en todo momento. Pero le falta el fuerte impacto que tuvo sus trabajos previos donde el golpe de efecto se daba de manera más natural y aquí se siente que se busca todo el tiempo. Hay sobresaltos y tensión, pero no alcanza para lo que la prensa cataloga como “el nuevo Shyamalan” o “heredero de Hitchcock”. El elenco encabezado por Daniel Kaluuya está más que correcto. Empatizás con ellos desde el primer instante, desde lo más básico hasta sus aspectos poco ordinarios, tales como su historia familiar. En definitiva, ¡Nop! es una gran propuesta de suspenso terrorífico que aumentará la tensión de los espectadores en una sala de cine en comparación a una TV.
La cuestión fundamental para disfrutar más o menos esta película es si conocés o no el hecho real. En mi caso particular no lo conocía, así que quedé sumergido en la intriga teñida por una familiaridad que solo puede dar un film argentino. Pese a eso, se me hizo media obvia y el desenlace esperado. Ahora bien, siento que no puedo objetárselo porque es un retrato de la realidad y no la invención de un guionista. Aún así, te mantiene en vilo y te genera mucha bronca. Su otro gran atractivo es la impecable recreación ochentosa en Rosario. Es un laburo verdaderamente impecable. Por otro lado, Nicolás Francella se sigue consolidando como uno de los actores líderes de su generación. Aquí muy bien acompañado por Matías Mayer y Malena Sánchez. Por su parte, Darío Grandinetti aporta su toque de precisión actoral de excelencia, tal como lo hace siempre en todos sus roles. Un crimen argentino es un gran thriller nacional, un género que afortunadamente viene creciendo y que aquí se le anima a una parte de nuestra historia.
Me considero un ex fan de Dragonball y sé que hay muchos así de la generación que creció en los 90s. Pero también es una realidad que muchos siguieron con su fanatismo y, obviamente, se sumaron muchos nuevos en el camino. Es el anime más exitoso en la historia de Latinoamérica y que ahora está pegando como nunca en Estados Unidos. Teniendo en cuenta eso, el film requiere que uno sepa (o recuerde) ciertos hitos y personajes tanto de Dragon Ball como Dragon Ball Z. En mi caso particular, que me encuentro en el primer grupo señalado, me quedé fuera de unas cuantas referencias y chistes. Lo noté por las risas y comentarios en la sala, de los cuales no pude participar. Otra cosa que noté fue la tremenda influencia de los videojuegos de la franquicia en esta oportunidad. Tanto en imagen como en movimiento. Las visuales son muy buenas y en sintonía con las grandes producciones del anime actual. Lejos de la factura técnica de las series originales. ¿La historia? Me entretuvo y fue lo que esperaba. Sabiendo que Goku no iba a ser el protagonista en esta oportunidad sino Gohan (personaje favorito de muchos). En definitiva, Dragon Ball Super: Super heroe es una película sola apta para fans de la saga.
A priori, ya sea por el título, el póster o por su mismísimo protagonista, 30 noches con mi ex da la sensación de ser “una película más de Suar”. Y si bien hay mucha verdad en esa frase, hay que destacar que en esta ocasión eso es algo muy bueno. En su debut como director, sorprende con una narrativa certera, una puesta más que correcta y una dirección de actores excelente. Estamos ante una de las mejores comedias que ha hecho. A la par, tal vez, de Un novio para mi mujer (2008). Además, aquí balancea muy bien lo dramático a través del personaje de Pilar Gamboa y ahonda en algo a lo cual la comedia argentina le es esquiva: la salud mental. Gamboa, para aplaudir de pie, te hace reír y enternecer por partes iguales. La historia es simple y está bien que así lo sea porque no pretende ser otra cosa. Su máxima aspiración la cumple: distraerte con sonrisas y algo más. ¿Qué más? Pues el valor agregado de este film, aquello que no me esperaba que me iba a encontrar y que Suar manifiesta en muchos planos: amor. No son muchas las películas que transmiten amor y esta lo hace. Motivo por el cual te arranca alguna lágrima y hace que tu mente viaje en introspección en búsqueda de la experiencia que empate con lo mostrado en pantalla. Yo celebro eso y por ese motivo celebro esta ópera prima. Ojalá sea el comienzo de una larga carrera como realizador. 30 noches con mi ex es un gran debut.
Película que no admite ningún tipo de tibieza. O la amás o la odiás. Todo dependerá si lográs entrar en el código que te propone. En mi caso, la disfruté muchísimo y sentí que es el film live action que más se asemeja a un anime. Esto es por los tiempos, por cómo está montada e incluso por decisiones estéticas. Porque si bien tiene algunos elementos clásicos de películas japonesas de artes marciales, no llega a ser una. Como tampoco entra en el esquema de una película de acción típica de Hollywood. Es un hibrido muy logrado que acapara tu atención de principio a fin con algo por lo que tanto se clama últimamente: una propuesta diferente. En tiempos en donde lo que predomina (con éxito) en las salas son las películas de superhéroes y otras franquicias, algo que escapa a eso tiene que ser motivo de celebración. Además, con un cast impresionante que tiene a Brad Pitt a la cabeza. Este genio sigue demostrando su versatilidad en un rol que uno no está acostumbrado a verlo y que ni piensa que hubiese aceptado. Así que queda muy en claro que fue seducido por el tipo de film que se planteó. El resto del elenco está impecable cada uno en su rol desde Joey King, pasando por Aaron Taylor-Johnson hasta Michael Shannon, por solo nombrar a tres. El director David Leitch, quien viene juntando sus buenos créditos en el cine de acción, entrega una obra de lo más entretenida y adrenalínica, con una puesta que evoca algo de personalidad y donde los VFX no se lo comen. Tren Bala es el llamado a pasarla muy bien en una sala de cine con algo diferente.
Esperaba mucho esta película. Amo profundamente a Elvis y amo del cine de Baz Luhrman, Moulin Rouge (2001) es uno de mis films preferidos de todos los tiempos. Hay unas cuantas biopics de “El Rey”, siendo alguna que otra buena tal como Elvis (1979), donde Kurt Russell interpretó a la leyenda del rock un par de años después de su muerte. Pero sin duda alguna este estreno es lo mejor y va a ser insuperable. Luhrman nos mete en su frenesí narrativo donde cada plano es un cuadro y cada secuencia es una experiencia. Obvio que edulcorada y obvio que alterada, pero no por ello menos épica. La puesta es increíble y todos y cada uno de los elementos, ya sea la escenografía , el vestuario, maquillaje y demás, merecen estar premiados. Amén de eso, lo que logra Austin Butler es apabullante y aquí una futura frase hecha: “Logra que el verdadero Elvis se apodere de su cuerpo, no solo en movimientos sino también en características muy distintivas”. Butler no hace algo del estilo Rami Malek en Bohemian Rhapsody (2018) sino más en la senda de Taron Egerton en Rocketman (2019). O sea, no calcar (incluso con prótesis) al verdadero sino más bien hacer una versión de él, pero aún conservando rasgos propios. El resultado es una maravilla y una catapulta para el intérprete. Y lo que le termina de dar jerarquía a la película es Tom Hanks, quien siempre hace todo excelente y/o “Oscarizable”. Aquí su interpretación del polémico Coronel Parker es sublime. Y que la película esté contada desde su memoria y punto de vista, lo hace aún más especial. Cada uno -más aún si es fan- tendrá sus quejas y/o secuencia favorita. La mía definitivamente es cuando canta Unchained Melody semanas antes de su muerte, no solo por cómo los trasmite sino porque es un calco a la realidad, pero de manera más ampliada y cinematográfica. En síntesis, Elvis es un viaje adrenalínico y nostálgico con sello propio: Baz Luhrman, quien nos regala la biopic musical más épica de la historia del cine.
El que me lee y/o me sigue sabe que Thor Ragnarok (2017) me parece una abominación. Así que esta nueva entrega a cargo de Taika Waititi no me despertaba ningún interés, pero debo decir que esperaba un clon de su antecesora y me encontré con algo entretenido. ¿Por qué? Porque acepté el código de entrada y la narrativa no se fue tan a lo ridículo. Mi mayor problema con Ragnarok fue que plantearon tremendos dramas y problemas (un mundo entero fue destruido) y los personajes principales al minuto siguiente estaban haciendo chistes. Aquí no sucede lo mismo. Porque si bien hay una situación dramática grave que atraviesa a todo el film, ese personaje encara de una manera muy empática. Pero más allá de eso, tiene todos los vicios que detesto y aún así me divertí. Es rápida y es concisa. Pretende lo que te da: entretenimiento del más básico con Thor cuasi comediante y su entorno. Y pese que no me gusta su cine, Waititi tiene sello propio aquí y utiliza la fórmula Marvel a su favor y no al revés como suele suceder. También destaco a Christian Bale, porque ese sujeto siempre hace todo bien, al igual que Tessa Thompson. En definitiva, Thor Amor y Trueno (cuya explicación de título me pareció muy linda) será muy disfrutada por los que gustaron de la anterior y los fans de MCU en general.
El concepto tan simple de Lightyear me parece sensacional, ya que hace casi tres décadas que conocemos a este personaje pero en realidad no. Conocemos al juguete y sus historias en la franquicia Toy Story. Así que la premisa de este film es mostrarnos a nosotros, los espectadores, la película favorita de Andy, la cual desencadenó una línea de juguetes. Eso le dio a Pixar la libertad de crear una historia nueva, pero respetando ciertos puntos establecidos por ese primer Buzz, aquel que desconocía que era un juguete. Y con esa excusa nos metemos en una aventura especial pura y dura, pero pasada por el filtro Disny/Pixar. Es decir, una película para toda la familia, con un mensaje de vida y coyuntura actual (esto último desentona un poco ya que supuestamente este es un film previo a 1995). Lightyear trata sobre la autosuperación y el aprender a valorar lo que se tiene. El vivir el presente y no estar pendientes del mañana. Cada uno de los personajes periféricos aportan un poco a la construcción de ese relato mediante acciones muy concretas o chistes de diferente índole (algunos para niños y otros para adultos). Amén de la increíble animación que siempre nos tiene acostumbrados la compañía, Lightyear es una feel Good movie que cumple con su cometido. No puedo opinar sobre Chris Evans y el cast de voz original ya que vi la película doblada. Pero disfruté los diálogos y me sacó más de una sonrisa. Dicho esto, debo aclarar que no me emocionó y que eventualmente quedará en el olvido salvo por la figura enorme de Buzz en el colectivo imaginario. En síntesis, Lightyear es una buena idea que se convirtió en una película más que decente y un gran “companion” a Toy Story.
Se viene hablando mucho de esta película, quizá demasiado, así que las expectativas estaban altas. Ya se la menciona como candidata en distintas categorías en futura época de premiaciones. No sé que pensar sobre eso, porque si bien es una propuesta original y disfrutable, tampoco me parece que merezca tantas loas. El ritmo que posee es más que bueno y las historias que transcurren en multiversos están en auge. Así que corre con esa ventaja. El elenco también es fuerte y es muy querido por cierto sector del público tal como es el caso de Michelle Yeoh y el retorno de Jonathan Ke Quan (el niño de The Goonies y la segunda Indiana Jones). Ambos brillan en la pantalla con una gran química. Los directores Dan Kwan y Daniel Scheinert hacen una buena puesta introduciendo tiempos y estilos de cine artes marciales. Algo similar sucede con el montaje. Dicho esto, no es un film para todo el mundo. Muchos lo encontrarán ridículo y sinsentido. Dependiendo lo que estén acostumbrados a consumir. En definitiva, Todo en todas partes al mismo tiempo es una buena película, que sale un poco del estilo mainstream pero con una propuesta que apunta a serlo.