El Conjuro: el diablo me obligo hacerlo es la octava entrada en la saga iniciada en 2013, cuando conocimos al matrimonio Warren. Porque si bien esta sería la segunda secuela, también hay que contar las películas de Anabelle (2014/2017/2019), La monja (2018) y La Maldición de la Llorona (2019). Todas transcurren en el mismo universo. Sin dudas este es el más flojo de los films que tienen a los Warren como eje central, pero no es una mala película. Lo que más me atrajo es el caso real en el cual se baja y la contraposición fáctica que hay si uno se pone a investigar luego de haberla visionado. Asimismo, se nota la ausencia de James Wan en la dirección. Y por más que Michael Caves, quién se encargó de La Maldición de la Llorona, tenga una impronta parecida, no puede lograr los climas de la primera y segunda parte. Como que da la sensación de que los espectadores ya nos acostumbramos un poco a las sorpresas (en modo jumpscare) y giros que nos pueden proporcionar en este universo. Lo mejor del film son Patrick Wilson y Vera Farmiga. Su dinámica sigue creciendo film a film. No te cansás de verlos y en lo particular, me encantaría más entregas con ellos e incluso una miniserie. Del resto del elenco no hay mucho para agregar. Están correcto y dentro de lo esperado para ese tipo de roles. Tal vez se lo puede mirar con más cariño a John Noble, pero solo por su trayectoria. En definitiva, El Conjuro 3 no se destaca, pero tampoco es un mal exponente. Incluso, si te apoyás como espectador en el lado policial, garpa un poco más.
Aquellos que desean mi muerte me hizo acordar a las “películas evento” de la década del 90. Es decir, esas que sin ser de superhéroes y/o ciencia ficción venían con una gran campaña y hacían mucho ruido, tales como Twister (1996), Volcano (1997) o Dante´s Peak (1997). Y si bien aquí el desastre natural (intencional) no es lo principal, tal como lo fue en los ejemplos citados, sirve como excusa argumental y conflicto para su protagonista. Y aquí reside una linda interrogante para plantearse sobre este film, porque si bien -por razones obvias- el personaje principal es el que interpreta Angelina Jolie, queda claro que el verdadero protagonista e hilo conductor de la historia es el niño de 12 años (interpretado por Finn Little). Es a través de su personaje que todos los arcos interactúan (e importan). Acompaña un gran elenco compuesto por Jon Bernthal, Nicholas Hoult, Aidan Gillen, entre otros. La película tiene buen ritmo y entretiene. No pretende ser más de lo que es. El director Taylor Sheridan viene con una carrera interesante, su debut en la silla fue con la muy buena Wind River (2017), pero también se destaca como guionista en producciones tales como Hell on High Water (2016) y Sicario (2015).Y aquí vuelve a cumplir. En definitiva, es una buena opción dentro del maintream para escapar a las historias con capas e intergalácticas.
Nomandland es una de las películas más celebradas por la crítica y más comentada en la temporada de premios 2021. Imposible no alabar a Frances McDormand por su gran interpretación. Merecedora de todos los premios y nominaciones. Te pega una piña directa en la cara con todo lo que te hace vivir a través de su personaje y es imposible no llorar. La película muestra una realidad más de Estados Unidos, una poco conocida o por lo menos poco explorada en el cine: los nómades. Te mete de lleno en ese mundo en el cual podés sentir incluso su frío y desolación, pero también ideales. Chloé Zhao, quien viene pegando fuerte en el indie y ahora está detrás de lo nuevo de Marvel: The Eternals (2021), crea unos climas demoledores a través de una puesta y una fotografía donde todo te inunda de emociones. Te hace sentir “chiquito” y solo todo el tiempo.
Durante bastante tiempo este film no sólo fue una incógnita sino también un “alerta de posible pelotazo”, ya que se acercaba su estreno y se sabía poco y nada. Todo cambió cuando fueron apareciendo los trailers, ahí nos dimos cuenta de que se venía algo copado. La propuesta está a la altura de su promoción, garpa mucho como film de artes marciales y también como adaptación de videojuego. Lo que a priori amalgama esas tres cosas es la violencia, motivo por el cual llama mucho su atención la calificación de “Apta para mayores de 13 años con reservas”. Pero bueno, muchas veces las calificaciones por parte de los comités del INCAA no tienen sentido alguno. El director Simon McQuoid hace un gran laburo en su ópera prima. Y si bien no le imprime un estilo en particular, la acción está muy bien hecha y el film fluye desde la puesta. Sin embargo, tiene ciertos problemas de montaje. Hay cortes medio abruptos, los cuales se reflejan en la historia. De ahí es donde el guión pierde fuerza. Amén del código que te plantea desde el minuto uno, del cual sino entrás es imposible disfrutar. Lo mismo pasa con el elenco: en caracterización y presencia están excelentes pero sus diálogos rozan lo ridículo muchas veces. Pero no hay nadie que desentone. Están todos bien y te dejan con ganas de mucho más. Lo más importante de la película es su mística. Ya son varias las generaciones que crecieron con alguna versión de este videojuego y todos encontrarán aquí un gran placer en las “fatalities” y en ciertas frases muy bien puestas. Amén de la reversión del famoso tema musical. La adaptación de 1995 fue la gloria para los que éramos chicos en ese momento y ahora le llegó el turno a un nuevo público de gozar, a modo de live action, a estos personajes.
Pequeños secretos es un thriller policial de media tabla. O sea, no llega a deslumbrar, pero tampoco sentís que perdés el tiempo viéndolo. Su mayor problema se encuentra en lo que se denomina como “pacing”, que son los tiempos y transiciones entre una escena y la otra. Esto no fluye del todo bien y por momentos se hace largo. Da la sensación de que hay escenas de relleno para llegar a las importantes. Sin embargo, el trabajo del guionista y director John Lee Hancock es correcto para generar las atmosferas necesarias de intriga e incluso tensión en ciertos momentos. Por ello el film no es malo y hay mucho potencial. Pasa que no termina de explotar tampoco por la historia. Entiendo que no todo puede ser a lo David Fincher, pero la comparación es inevitable. En cuanto al elenco, Denzel Washington está bien, pero a reglamento, interpretando - una vez más- a un policía acechado por sus propios demonios. A Rami Malek le cuesta defender su Oscar en esta oportunidad. Sus gesticulaciones y tono de voz están fuera de lugar. Pero el que se lleva los aplausos es Jared Leto. Siempre genial en todo lo que hace y aquí no es la excepción pese a lo trillado de su personaje. En definitiva, el film da para pasar el rato, pero no hay que pretender mucho más que eso.
Freaky fue una gratísima sorpresa. Una muy inteligente amalgama de slasher movie con Freaky Friday (1976 y sus remakes). Dirige y escribe Christopher Landon, a quien le vengo siguiendo la carrera por haber sido el responsable de Zombie camp (2015) y las geniales Feliz día de tu muerte (2017 y 2019). Este estreno comparte varios puntos con sus dos films previos en la manera en la cual está compuesta la protagonista e incluso su manera de hablar. El humor ácido está insertado de maravilla. Los diálogos son muy rápidos y los tiempos en general confluyen en un gran dinamismo. Pero sin dudas, la joya de la película es Kathryn Newton, quien viene pegando fuerte y es una de las nuevas caras del “Young Hollywood”. Ella le da la frescura necesaria a su personaje y le creés en todo momento. Tanto cuando hace de adolescente como de asesino serial. Pero siempre en el código del film, donde no existe la solemnidad ni el verosímil. Otro elemento muy importante es el gore. Está bien puesto y muchas veces no lo esperás. En definitiva, Feraky es una gran película para pasar un buen rato. Una gema para ser descubierta.
Creo que salvo por el carisma de Anya Taylor-Joy no hay nada que pueda destacar de este fallido estreno. Queda claro que en un principio alguien tuvo la idea de hacer algo de terror en el mundo de los X-Men, lo cual en papel pudo sonar bien, pero llevado a la práctica (y con el sello Disney) salió otra cosa. No sólo no asusta, sino que no pretende asustar. La película se ocupa de avisarte e incluso exponer las secuencias potencialmente terroríficas. Y desde el marco superheróico tampoco funciona.Más que nada por el setting y la nula interacción de los personajes con el mundo. Salvo los hardcore fans, nadie podrá identificar quiénes son estos personajes. Así que como público nos encontramos con un grupo de ¿adolescentes? traumados y con poderes, con mucha carga previa, pero sin metraje suficiente para que podamos conocerlos e interesarnos. Si, nos plantan un romance. Si, nos acercan un misterio para resolver. Pero poco importa, porque no se indaga y porque se resuelve fácil y rápido.
Cuando me enteré de que esta película había sido desarrollada a partir de un primer guión escrito por Charlie Kaufman, y que Robert Zemeckis estuvo a punto de llevarla a cabo pero que luego la posta la tomó Doug Liman, me interesé bastante. Además, el trailer me había resultado bueno. Pero luego de verla me queda claro que de Kaufman no debe haber quedado nada y que es otra típica película de futuro distópico. Liman tiene una filmografía bastante errática que alcanzó un pico con The Edge of Tomorrow (2014) y que hasta ahora no pudo replicar. Este estreno tampoco es la excepción. Aunque está bien desde la puesta. Nunca deja de ser correcta y sentís todo el tiempo que ya viste algo así. Y ese es el mayor problema del film, porque por más que se sitúe en un mundo en el cual los pensamientos de los hombres pueden ser escuchados (e incluso vistos), no llama la atención lo suficiente como para engancharte con los personajes. Aclaro que no leí la saga de libros escrita por Patrick Ness, en la cual esta cinta se basa. Tal vez los fans puedan encontrar algo que el espectador común no. A mi no me llegó nada, pese la onda tremenda que le mete Tom Holland, quien básicamente lleva la película a cuestas. ¿Daisy Ridley? Aún no me doy cuenta si es buena o mala en lo que hace, pero me queda claro que este papel no era para ella. También está Mads Mikkelsen para dar un poco de estirpe. Pero el resultado es el mismo. En definitiva, Caos el inicio es un film que no aporta nada a ese subgénero y que pasa totalmente inadvertido, aunque esté bien realizado.
Promising Young Woman (Joven Prometedora), título original de Hermosa venganza, es un film que me gustó bastante cuando lo vi, pero que luego -con el pasar de los días- lo disfruté aún más. Es una gran bocanada de aire fresco para el thriller mezclado con la comedia negra, dentro de un alegato social actual bien candente. Con manifiestos bien directos y con algunas sutilezas, la directora y guionista Emeral Fennell crea un relato bien contundente sobre hombres abusando sexualmente a mujeres y que la sociedad entera decide mirar para otro lado. Mediante el grotesco y lo irreverente deja al descubierto (una vez más) esta calamidad, pero para todo el público. Para aquel que tal vez pasa de largo la noticia en la TV o en RRSS. El ingenio para hacerlo es tal, que como espectador sentís la adrenalina, euforia y desazón de Cassandra. Amén de la magistral interpretación de Carey Mulligan. Así es como se metió en la carrera de los Oscars con las nominaciones más importantes (película, dirección, guión, actriz y montaje) y da verdadero placer que la Academia “se la juegue” por algo distinto. Otro aspecto fundamental para estacar es la fenomenal banda sonora. Sin dudas una de las mejores musicalizaciones de película de los últimos tiempos. No tengo recuerdo de otro uso tan original para el pop de las últimas dos décadas. Absolutamente brillante. Lo único que tengo para objetar sobre este estreno es su previsibilidad y algunas arbitrariedades del guión. Solo por ello no es la película perfecta. Pero dentro de un gran aluvión de aciertos es solo un detalle. El resultado de este mix es que Hermosa Venganza se perfila como uno de los films del año.
A medida que fueron pasando los años en la escritura de mis reseñas para este sitio, dejé de usar la expresión “apagar el cerebro” y sus afines. No me parece que su uso sea correcto por más de un motivo, pero el principal es porque creo que toda película debe ser pensada y analizada, aún las más simples y tontas. Pero ahora me veo en la situación de volver a emplear la infame frase porque no se me ocurre una declaración más acertada que esa para manifestar lo que sentí mirando Godzilla vs Kong. De repente no solo me distraje, lo cual hago siempre que una película me gusta, sino que entendí que para disfrutarla tenía que no analizarla en el momento, no buscarle explicaciones ni nada. La vi en el IMAX y me dispuse a disfrutar como esos dos gigantes se mataban a trompadas mientras destruían a Hong Kong. El film sin dudas es entretenido. Pero no es más que eso. Una fiesta visual y un tanto adrenalínica, al cual no se le puede exigir mucho. El guion es pobre, las actuaciones están ok con un par de excepciones que son insoportables. Adam Wingard, quien viene del palo del terror y el suspenso, con aciertos y errores, logra una apuesta correcta, pero sin ningún tipo de impronta. Esto es cien por ciento -para sorpresa de nadie- un film de Estudio y por encargo, que podría haber dirigido cualquiera. Las estrellas aquí son los VFX que dan vida a los dos monstruos y nada más. Los más fans podrán encontrar guiños y referencias al monsterverse y encarnaciones anteriores, más allá de lo ya planteado en las tres películas previas. En definitiva, no es una cinta que merece mayor análisis. Si buscás entretenimiento ruidoso de dos horas, es la mejor opción que vas a encontrar. Es la película ideal para volver al cine tras un año de ver pantalla chica. Así que, si aún no lo hicieron y tienen ganas, no se pierdan esta oportunidad.