Los Puentes de Hope Springs David Frankel, realizador de las tan subestimadas como brillantes El Diablo Viste a la Moda y Marley y Yo, además de The Big Year que acá fue directo a DVD, regresa a la gran pantalla con una propuesta que a simple vista parece una comedia pasatista que sirve como libro de autoayuda a las mujeres mayores de 50 años. Es verdad, el título ¿Qué voy a Hacer con mi Marido?, horrible traducción de nuestro país de Hope Springs, y la prejuiciosa apariencia de la trama, tampoco ayudan demasiado, pero lo bueno justamente de este film es que muchas veces en el cine (y en la vida también, porque recordemos que lo que pasa en la vida pasa en TNT) las apariencias engañan. Este quinto largometraje de Frankel nos contará el infeliz matrimonio que llevan adelante Kay (Meryl Streep) y Arnold (Tommy Lee Jones), una pareja que llevan casados más de 30 años y en la cuál abunda la rutina, el tedio y principalmente el nulo contacto sexual. Un buen día Kay decide finalizar con la monotonía auto-impuesta de su matrimonio y convence a su marido (un tacaño y gruñón contador) de viajar a Hope Springs a comenzar una terapia de pareja intensiva junto al famoso Dr. Feld (una especie de Sri Sri Ravi Shankar de reparación de parejas encarnado por Steve Carell) para intentar juntos salir de la crisis que los tiene abandonados el uno con el otro. David Frankel tiene como principal habilidad cinematográfica el presentar escenarios aparentemente superficiales y trillados para desde esa plataforma disparar reflexiones y narrar historias profundas, sensibles y principalmente palpables. El Diablo Viste a la Moda parece una comedia sobre una muchacha que se pone lo primero que encuentra consigue trabajo en la revista de moda más importante del mundo encima bajo el mando de una despiadada y exigente jefa, pero en verdad allí encontramos en varios pasajes una aguda crítica hacía el estatus quo que impone la sociedad sobre el éxito laboral, una atrayente lucha de poderes entre dos mujeres de distintos ámbitos que persiguen lo mismo y también de paso como quien no quiere la cosa la siempre complicada relación directamente proporcional que plantea el cine de Hollywood de a mayor éxito en el trabajo mayores problemas amorosos. Marley y Yo parece a simple vista (su mala promoción ayudo bastante) una película que narrará las desventuras y travesuras de un labrador en una casa de familia, pero nuevamente Frankel mete la cola (si, tenía que poner una referencia perruna) en esa aparente reversión de Beethoven una maravillosa historia de maduración de una familia con todos los problemas y situaciones que eso conlleva. Bueno y ¿Qué voy a Hacer con mi Marido? sigue en sintonía con la filmografía más reciente de este director, porque nada más alejado de la realidad que narra la cinta de ese manual de autoayuda que vende el afiche con la gigante Meryl Streep con justamente un libro en la mano. Acá Frankel exhibe con gran manejo del ritmo cinematográfico y de los planos la crisis de un matrimonio que intenta superar con la ayuda de un terapeuta, pero la movida más inteligente del film es no llenarse de líneas con frases superadoras, solemnes y psicología barata, sino que expone honestamente a los protagonistas con sus deseos y dificultades, con sus miedos y sus pasiones, generando una hipnosis y una credibilidad extraordinaria. Frankel utiliza la comedia y al clasicismo para profundizar en cuestiones que el cine mainstream quizás no ahonda demasiado. Cuando menos se arriesga, menos se gana, pero a la vez también menos se tiene para perder, aunque por suerte existen directores como éste que saben apostar por un cine profundo y dramático escondido dentro de una comedia pasatista. Obviamente que Meryl Streep y Tommy Lee Jones tienen mucho que ver en generar esa aura de creencia ya que sin los ojos llorosos, esos sutiles gestos transmisores de cualquier sensación y ese andar inseguro tan atrayente de la actriz que colaboró con el director en la mencionada El Diablo Viste a la Moda y sin esa cara de pasa de uva de tanto quejarse de Lee Jones sería imposible entender y vivir los problemas de esa treintañera pareja que nos demuestra que una frase trillada como cuando exista el amor, la llama de la pasión siempre podrá ser encendida puede ser comprada y creída adentro del cine.
Domésticos Luego de darse una vuelta por América del Sur intentando retratar a los líderes latinoamericanos y de la fallida aunque querible secuela de Wall Street, Oliver Stone volvía a las carteleras argentinas con la a priori interesante Salvajes y para contarnos cómo dos mejores amigos, Ben y Chon, montan una fructífera organización de narcotráfico de marihuana en California gracias en gran parte a la excelente calidad que posee su cannabis. Todo va de maravilla hasta que un poderoso cartel mexicano amenaza su tranquilidad con el secuestro de O (novia y gran amor de los dos) para quitarles el negocio. Allí ambos deberán planear el rescate de su novia sin poner en riesgo la vida de la persona que aman. Stone intenta plantear con Salvajes un film violento, impulsivo, irónico y visceral que se contrasta por completo con la lineal, crédula y hasta estupidez que presentan la mayoría de sus personajes. Hay cosas que a varios días de su visionado aún no me terminan de cerrar: ¿A un poderoso cartel de drogas, que en teoría es de lo más peligroso de México, le roban 3 millones de dólares y no mata a todos sus enemigos en represalia, especialmente a los dos a los que tiene a su novia secuestrada? No importa si los necesitan para desarrollar ese nuevo paraíso, en el espíritu que intenta imponer la película los matarían por las dudas. Incluso si encima hace que uno casi se mate sólo porque le faltó el respeto a la dueña del cartel, mirá si no los va a asesinar por un robo de 3 palos verdes. Justamente uno de los principales ¿atributos? de alguien salvaje es el no utilizar demasiado la cabeza y de guiarse por los impulsos. Vamos, no estoy siendo realista o exagerado, estoy atribuyendo la realidad que intenta imponer la película describiendo a una organización de violentos e inescrupulosos narcotraficantes. Resulta que estos salvajes narcos le creen a un pibe con una simple explicación y una mirada a los ojos cuando él dice que ellos no fueron los autores de ese robo. Seamos buenos, por favor. Volviendo más atrás en el texto veremos que la palabra imponer es repetida varias veces en esta crítica y lo hago porque Stone sólo en algunos escasos momentos desarrolla, justifica y demuestra lo salvaje del film, entonces todo termina siendo una imposición dentro de la estructura que marca la película. La escena del video con los decapitados es una gráfica perfecta donde encontramos muertas a personas que en ningún momento se explica de dónde salieron ni el por qué de su muerte, generando que la potencia de la escena sea puramente efectista en la impresión generada pero no efectiva al desarrollo de la historia, que siempre es lo más importante en una película. Estos salvajes terminan siendo unos lamentables personajes demasiado domesticados y pensados. Para colmo de males Oliver Stone vuelve a cometer el mismo error que en Wall Street - El Dinero Nunca Duerme con un final demasiado edulcorado y totalmente inconexo de la trama. Incluso en Salvajes es peor porque realiza dos finales donde el primero resulta mediocre y en el segundo embarra más el resultado del anterior. El inicial es insatisfactorio, pero dentro de todo cerraba en el salvaje contexto que el film imponía a lo largo de sus más de dos horas, pero el que le sigue (dotado por una voz en off a cargo de Blake Lively que en vez de ser complementaria es de lo más solemne y sobre explicativa) es tan timorato, estúpido y hasta vergonzante que termina por tirar el puñado de "incorrectas" e "irónicas" buenas intenciones que venía trayendo la cinta. Realmente no entiendo cuál fue la necesidad del escritor de Caracortada de imponer un segundo desenlace tan alejado de la propuesta inicial de la película. En el excelente elenco que presentaba Salvajes con Aaron Johnson, Taylor Kitsch, John Travolta, Salma Hayek, Blake Lively, Benicio del Toro, Demián Bichir y Emile Hirsch sólo se puede destacar la interpretación del actor español, donde su gran personaje es puro fruto de su compleja e inteligente caracterización. Sin dudas él es el único (y lo único) salvaje que habita el film. Por ser justamente todo lo contrario a lo que intenta pregonar su nombre y su propuesta, Salvajes se convierte lamentablemente en una de las decepciones del año, una película demasiado pensada y fallida, poco espontánea y feroz. Sin dudas una obra excesivamente domesticada.
Oso de familia Seth MacFarlane, creador de la serie televisiva Padre de Familia, debuta en las grandes ligas con Ted. Esta comedia nos contará como un solitario niño desea que su osito de peluche tome vida para al fin poder tener un amigo con quien compartir su infancia. A medida que fueron pasando los años John y Ted entablaron una amistad inquebrantable, aunque para comenzar una nueva vida junto a su novia Lori, John deberá dejar atrás a su compañero de aventuras de toda la vida. Ted era uno de los estrenos más importantes del año simplemente por tener la presencia de MacFarlane en la dirección. Había mucha expectativa sobre si este interesante director/escritor/productor de series televisivas con una marca bien definida en su humor lograba trasladar ese sello característico a la gran pantalla y puedo asegurar tranquilamente que luego de su visionado que Ted es uno de los estrenos del año, una película que no debe dejarse pasar con indiferencia por nuestras carteleras. MacFarlane logró realizar una irreverente fábula para adultos sobre la amistad cargándola con su humor negro, ácido e incorrecto. Jamás en sus 106 minutos, esta comedia pierde la línea autoral e incluso a medida que va avanzando en su metraje sube la apuesta en cuanto a sus estandartes de incorrección y escatología, siempre bordeando el límite del mal gusto aunque jamás superándolo. Arriba mencioné las cuestiones que MacFarlane debía reafirmar en este film y que sin dudas considero fundamentales, pero el valor agregado de Ted es como este creador consigue que este cuento no se caiga ningún pasaje del relato para dejar lugar al ingreso del aburrimiento. Es que MacFarlane no impone la amistad de los personajes principales, la construye, la edifica, la pone en contexto y principalmente la desarrolla sin dejar de lado su conocido sentido del humor, generando una inquebrantable empatía y creencia con Ted y también con la pareja compuesta por John y Lori. Mark Wahlberg, Mila Kunis y el mismísimo Seth MacFarlane componen el trío protagonista, destacando que el director de American Dad! es el encargado de darle la voz al querido osito. Si bien Ted es la figura del partido y la voz de MacFarlane es un golazo que influye directamente en entender, justificar y fundamentalmente creer el trámite del partido, Wahlberg sigue en su evolución como actor de toda la cancha y reafirma que la comedia es un puesto que le queda muy cómodo. De hecho en la brillante Policías de Repuesto que lamentablemente acá fue directo a DVD ya había demostrado sus capacidades para el humor acompañando en gran forma a Will Ferrell. Kunis (que participa en Padre de Familia poniendo la voz a Meg Griffin) es dueña de una belleza exótica y tiene como principal virtud actoral la naturalidad, creando en cada actuación una atmosfera que la hace amorosa y querible pero a la vez indescifrable y sensual, tornándola una excelente partenaire para este tipo de propuestas. Amigos con Beneficios, Cómo Sobrevivir a mi Novia o su escasa pero efectiva participación junto a James Franco en Una Noche Fuera de Serie demuestran que la muy buena la labor de Mila en Ted no es ninguna casualidad. Ah, y no quiero dejar de mencionar las excelentes apariciones de un trastornado Giovanni Ribisi como el villano de la cinta, destacando esa contorsionada danza al ritmo de I Think We're Alone Now cantada por Tiffany. A fuerza de un gran humor ácido, políticamente incorrecto, desenfadado y principalmente crítico, Ted, el debut de Seth MacFarlane se convierte sin ninguna duda en la comedia del año.
Donde habita el diablo Fuera de Satán, la última película de Bruno Dumont, llega a las carteleras luego de haberse proyectado en el último BAFICI. El realizador de La Humanidad nos contará las andanzas de un hombre que habita los alrededores de una aldea de Francia, donde entabla una amistad con una joven que siente una fuerte admiración hacía él sin saber que una oscura fuerza sobrenatural se encuentra dentro suyo. Fuera de Satán es una de esas películas donde uno no sale indiferente en su visionado y esto (al menos para mi) es un valor positivo ya que siempre me resulta interesante que una obra deje material para debatirla, revalidarla o criticarla. El problema es que ese es quizás el único argumento a su favor debido a que la cinta de Dumont es una de las cintas más pretenciosas, solemnes y grandilocuentes que he visto en mucho tiempo. A ver, estos adjetivos no son algo negativo para una película per se, pero cuando el relato no justifica tamaña ambición se convierten en los peores vicios que puede contener una obra. Realmente me resulta tremendamente tedioso cuando un director antepone su impronta o su estética por encima de la narración. Una película puede ser tremendamente grandilocuente siempre y cuando sea efectiva hacía su trama y aquí encontramos justamente lo diametralmente opuesto a eso. Es como si a Dumont le hubiese interesado más que se notara su innegable calidad para colocar la cámara que el mensaje que quiere dejarnos con la cinta. Un plano puede ser hermoso en su composición pero si no transmite nada se vuelve tan estéril como bello y lamentablemente Fuera de Satán está repleta de planos ampulosos, reiterativos y fundamentalmente improductivos, además de un escueto e inexpresivo guión a cargo también de su realizador, que terminan dejando como conclusión final que cuando la pretensión de su director es puesta por encima de “contar una historia” sólo encontraremos en la pantalla los peores resultados.
El espíritu de la colmena Todos Tenemos un Plan, film de iniciación de Ana Piterbarg detrás de las cámaras cuenta con la destacada participación de Viggo Mortensen que también debuta, pero en una película de producción argentina, para contarnos la historia de Agustín un pediatra de Capital Federal que se encuentra casado con Claudia y a punto de adoptar a un bebe. En una especie de crisis existencial Agustín se re encuentra con su hermano gemelo Pedro y luego de su muerte (la cuál hará pasar como propia) asume su identidad para instalarse en una isla del Tigre y comenzar un reinicio en su vida, sin sospechar del todo que los turbulentos socios de su hermano lo vendrán a buscar para para participar en nuevos negociados delictivos que lo pondrán a prueba. El debut de Piterbarg es auspicioso y más allá de que el resultado de Todos Tenemos un Plan no sea el esperado, la película tiene consigo varios valores que hacen de su visionado una buena experiencia. En primer lugar hay que destacar la factoría técnica de la película especialmente en las escenas de rodaje en exteriores en el Tigre, ya que realmente era una tarea difícil de llevar adelante y la cinta lo lleva adelante con una muy buena calidad. Y en segundo lugar y más importante resulta muy interesante el enfoque que Ana Piterbarg le dio a la ambigua trama, siendo que el hermano burgués, asentado y con buen pasar sea el encargado de elegir vivir en las afueras de la ciudad e incluso asumiendo inconscientemente la condición delictiva de su hermano para intentar salir de su rutinaria vida. Incluso hay un gran acierto en conseguir transmitir esa aura fantasmagórica, austera y hasta tétrica de las islas del Tigre que sirven como un personaje más en la cinta. Básicamente este es el punto más fuerte de Todos Tenemos un Plan ya que la ambigüedad que plantea la directora funciona y aunque no se termine de desarrollar con la fuerza necesaria, es muy valorable en su intención y obviamente que también en su por pasajes imperfecta ejecución. Hay una buena finalidad en Piterbarg en alejarse de los típicos tópicos comerciales al implementar una gran economización de recursos dignos de los mejores policiales negros, pero esto es algo que lamentablemente no termina de funcionar debido a que no hay un in crescendo en la cinta que logre justificar tantos minutos sin que suceda nada interesante. La escena concluyente, con una muy buena previa a cargo de Daniel Fanego, no tiene la dureza, la presencia y la autoridad que debería tener una cinta que trata en todo momento de expresar una tensa calma para desembocar en un furioso final. El guión, también de Piterbarg, contradice de alguna manera esa austera puesta en escena, debido a que en varios pasajes llena sus líneas con diálogos demasiado explicativos, como si hubiera habido un miedo en la realizadora de no terminar de hacer llegar su mensaje. Sin dudas la voz en off del comienzo y del final son un claro ejemplo de esa contradicción, inclusive el dialogo final entre Clara (personaje interpretado de gran manera por Sofia Gala) y Agustín resulta infantil, tele novelesco e incongruente con la idea de la cinta. Viggo Mortensen sortea con mucha más soltura su rol de Pedro (el hermano “malo”) que el de Agustín. Con el protagonista, Viggo, se lo nota encorsetado detrás de tanta expresión de confusión y en la intención de diferenciarlos en la manera de hablar. Obviamente que su actuación esta a la altura de su expectativa, pero incluso no encontraremos en Mortensen la labor más destacada del film, debido a que el malvado personaje de Daniel Fanego lo alumbran todos los reflectores con cada aparición. Por otra parte tenemos a la hermosa Soledad Villamil en un rol decorativo sin demasiado desarrollo y al cual se le suelta la mano bruscamente hacía la parte final de la cinta. Todos Tenemos un Plan es una imperfecta propuesta que por su ambiguo discurso y por la calidad de sus actuaciones merece tener una oportunidad del público nacional en la gran pantalla.
Traiciones La comedia argentina que será seguramente uno de los éxitos de la temporada llega a los cines con Adrián Suar, Julieta Diaz, Juan Minujín y Carla Peterson como principales protagonistas y con la dirección de Diego Kaplan, recordando que la unión Suar-Kaplan vuelve a trabajar juntos luego de ese taquillazo que contaba con Florencia Bertotti y que se llamada Igualita a Mi. Dos más Dos sigue a Diego (Suar) y a Richard (Minujín), dos mejores amigos y socios de una exitosa clínica que andan por los 40 años. Diego se encuentra casado con Emilia (Diaz) desde hace 17 primaveras y con un hijo adolescente, en una relación cargada de rutina y comodidad. Richard en cambio hace 10 años que está de novio con Betina (Peterson) y están en la plenitud de su relación, de la mano de la práctica swinger que llevan haciendo hace más de 3 años. La idea de Betina es incluir y meter a Emilia y Diego en ese mundo para que experimenten nuevas sensaciones y puedan salvar su matrimonio y aunque Emilia está más convencida, la cautela y el conservadurismo de Diego presentan una dificultad para concretar ese plan. Este nuevo film de Diego Kaplan es una película llamativa, y digo llamativa por como consigue tirar por la borda en 20 minutos lo que venía construyendo con muy buen pulso en más 80. Dos más Dos presenta en su punto de giro final una traición, un engaño entre los protagonistas. Pero esa ingratitud traspasa la pantalla estirándola hacía nosotros, porque en gran parte de su metraje lo que la cinta pregona es abrir las mentes de las relaciones, que experimenten nuevas sensaciones y hasta instala (con liviandad, pero lo instala al fin) una especie de debate sobre lo que es o no es ser infiel. El problema es que luego de esa traición la película termina dejando un mensaje totalmente conservador y puritan que simplificado podría ser "no experimentes nada nuevo con tu pareja porque te pueden traicionar y arruinar tu relación". Para colmo de males ese conflicto final se plantea y se resuelve de manera totalmente arbitraria, torpe y liviana donde las coincidencias están a la orden del día. Un acontecimiento como el que muestra Dos más Dos no puede ser "arreglado" fuera de campo y con un sencillo "Y dos años más tarde". La hora inicial, el desarrollo de las situaciones homorísticas y los personajes merecían otra resolución. Por lo tanto resulta bastante triste como Kaplan traiciona el rumbo de la cinta, incluso cuando la película planteaba con argumentos sólidos algunas ideas muy interesantes sobre las relaciones y su propio mundo, para taparlos con una media hora final cargada de mesura, antigüedad y principalmente carente del espíritu juvenil, "revolucionario" y fresco que cargaba en su hora inicial. El mencionado póker de actores principales integrado por Adrián Suar, Julieta Diaz, Juan Minujín y Carla Peterson son el principal causal (junto a su buena hora inicial) de que la importante trastabillada final de Dos más Dos no conforme un desastre absoluto.
El caballero de la noche y su resolución final La nueva saga comenzó allá por el 2005 con la reveladora Batman Inicia, continuó su camino tres años más tarde con Batman: El Caballero de la Noche, sin dudas el punto más alto en la franquicia, y el jueves 26 de julio de 2012 llegó la esperada Batman: El Caballero de la Noche Asciende, el final de la franquicia que supo recomponer la mística del hombre murciélago. La trama de esta tercera Batman (no hay ningún spoiler de importancia) se centra 8 años después de la muerte de Harvey Dent en una Ciudad Gótica limpia y con el hombre murciélago retirado a la fuerza por las lesiones físicas que obtuvo en aquella caída al salvar al hijo de Jim Gordon y fundamentalmente por asumir la culpa en la muerte del querido Dent. Como en todas las tormentas, la previa se presenta con una tensa calma que luego desatará la furia de un nuevo villano llamado Bane, que está dispuesto a destrozar la preciada tranquilidad de los habitantes de la cambiante ciudad. Batman deberá recomponerse y volver para luchar con Bane y tratar de reparar el orden en Ciudad Gótica. Si bien me gustó, y bastante, en Batman: El Caballero de la Noche Asciende hay algunas cuestiones que fueron moneda corriente en la saga y que aquí le juegan una mala pasada. Christopher Nolan siempre intentó llevar a Batman a un universo más allá de la espectacularidad visual y la oscuridad, solo que aquí no pudo concretarlo al máximo. Tanto Batman Inicia como Batman: El Caballero de la Noche poseían en su metraje grandes pretensiones, profundidad, diálogos leccionarios, música ampulosa y una buena dosis de solemnidad, pero todo en un contexto que lo justificaba y lo sostenía a la perfección. Es verdad que la primera en porciones bastante menores a la segunda y quizás por eso es la peor de la saga, pero es la que cuenta con el Joker como villano principal la que posee todos esos valores potenciados, explotados y aprovechados a más no poder, generando como resultado un hito en la historia del cine. Una de esas películas que quedan para siempre en el imaginario popular cinéfilo. Batman: El Caballero de la Noche Asciende tiene también esos argumentos a su favor, aunque lamentablemente también en su contra. El Joker con sus apariciones aportaba descontrol (controlado y entendido solo por él), frescura, intensidad, humor y descompresión, mientras que aquí Bane llega para contribuir inteligencia, crueldad, gravedad pero fundamentalmente, mucha seriedad. Aquí se da la sustancial diferencia entre ambas películas, debido a que es ésa la cuestión que hace de Batman: El Caballero de la Noche Asciende una película con menos disfrute y más carga. El Joker era un bálsamo dentro de la solemnidad y la pretensión que planteaba Nolan a su idea. Toda la gestión del conflicto no resulta tediosa, pero tampoco atrapa a todos nuestros sentidos, porque algunas sobre explicaciones del guión (algo que también le paso a Nolan en El Origen) y la intención del gran realizador de Memento de hacer una historia épica termina quedando por momentos algo forzada e inconexa en su constante pretensión. Incluso la locura del Joker servía como para esperar cualquier cosa de Batman: El Caballero de la Noche, mientras que en Bane encontramos miedo (si, su personaje es tremendamente poderoso y temerario) pero no sorpresa, generando una especie de espera pacífica y no una espera de alerta e incertidumbre. Más allá de todas estas cuestiones la película cumple a pleno y posee una potencia y una espectacularidad épica pocas veces vista en el cine de súper héroes. Christian Bale logra elevar aún más su gigantesca interpretación de Batman, Tom Hardy se calza el traje de villano y no defrauda en absoluto por su propia fortaleza e impronta y por el excelente desarrollo que impone Chris Nolan para sacarle el mayor jugo a toda esa maldad y resentimiento que posee y Anne Hathaway resulta ser la sorpresa de la cinta con una Catwoman comodín que se balancea con los malos y los buenos con total soltura y sensualidad. Marion Cotillard presenta quizás el personaje peor delineado y desarrollado, aunque la francesa tampoco queda mal parada del todo. Joseph Gordon-Levitt presenta bastante más lugar en el metraje que el que se prometía a priori, y realmente su actuación cumple con tesón, paciencia y empuje. Gary Oldman, Morgan Freeman y Michael Caine aportan nuevamente humor, carisma, ternura, fuerza y principalmente solidez a unos roles que quedarán marcados a fuego para siempre en sus fructíferas carreras. Por otra parte, con Ulises Picoli hemos hablado bastante sobre cómo la cinta maneja las cuestiones políticas y que yo considero se resumen con el personaje de Hathaway. Catwoman establece un rol de equilibrio en el film donde coquetea permanentemente con el bien y el mal. Esa ambigüedad marca que el universo que plantea Nolan en la película existen dentro de las distintas esferas (la seguridad, los políticos, las clases sociales) generando un equilibrio que hace que la cinta no se incline ya sea para el bien o para el mal. Quizás otro ejemplo es cómo en la policía encontraremos a agentes capaces y comprometidos como Blake y Gordon, mientras que también habrá algunos temerarios, inseguros y torpes como Foley. Con esto quiero afirmar que no es sencillo de delinear el contenido político de la cinta, sino que es bastante más complejo de subrayar y analizar de lo que parece a simple vista. Con todos sus argumentos positivos y negativos hay que destacar que Christohper Nolan jamás deja un cine cuyo visionado consiga indiferencia. Siempre plantea películas que se prestan y generan debate. Batman tenía que tener una resolución así de épica más allá de sus falencias. Un final que no pase desapercibido en su análisis y en su apreciación. Una conclusión que con todos sus pros y sus contras, resulta ser la película concluyente que merecía este Caballero de la Noche.
Un dictador en Nueva York Sacha Baron Cohen vuelve a los cines argentinos luego de protagonizar y sorprender con Borat (Bruno fue enviada directo a DVD en el 2009) de la mano de El Dictador, una comedia llena de incorrecciones políticas que funciona en la mayor parte de su metraje. El Dictador nos contará el viaje del opresor gobernante de la Republica de Wadiya llamado Shabazz Aladeen, a dar una charla a los Estados Unidos para calmar los conflictos bélicos contra su país. Allí es secuestrado y traicionado quitándole su distintiva barba y poniendo un doble en su lugar que firmará una nueva constitución que proclamará la vuelta de la democracia a su país. Aladeen, mezclado en la comunidad neoyorquina como un inmigrante más tratará de recuperar el trono y evitar que su país se convierta en una nación democrática y soberana. Larry Charles, realizador de Borat y Bruno, junto a Sacha Baron Cohen decidieron dejar de lado en El Dictador el falso documental que tuvieron esos films para emplear aquí un estilo de narración clásica que cumple con lo prometido y logra explotar por momentos la incorrección humorística de la cinta, pero que al no tener demasiados cambios en su registro cómico termina por generar varios baches por su constante repetición. El gag del gesto de la ejecución con los "disidentes" es un claro ejemplo de esa constante reproducción, consiguiendo que luego de apreciarlo en reiteradas oportunidades el chiste se vea venir a kilómetros de distancia. Si bien me gustó Borat, no puedo dejar de mencionar que esa comedia logra alejarme demasiado de su aceptación absoluta. Algo similar me ocurre con las Jackass, como así también con El Dictador. Si uno separa los momentos en donde la comicidad funciona encontraría en cualquiera de ellas un resultado original y tremendamente divertido. Ahora si uno también aparta las secuencias donde abunda la repetición y las ideas mal ejecutadas o muy forzadas, tranquilamente podría afirmar que pasó uno de los momentos más aburridos en una sala de cine. Es que en este tipo de películas conviven esas cuestiones, aunque cabe destacar que en su generalidad terminan funcionando dado que su encanto supera a sus propios fantasmas. El problema es que El Dictador al desarrollarse por medio de la narración clásica hace que algunas sub tramas sean llevadas de manera demasiado ridícula y mal contadas. Si bien Charles emplea un dinámico montaje al comienzo de la cinta para presentarnos al personaje principal, la construcción del mismo no se da de manera efectiva, dejando en manos del actor de Hugo la generación de la simpatía necesaria para que la cinta se sostenga en su idea. Incluso el viaje del dictador a los Estados Unidos es presentado abruptamente y de hecho era mejor contado en los excelentes avances que en la película en sí. También la cuestión del doble resulta simpática, pero por momentos resulta totalmente irritante en su tamaña estupidez. La cuestión es que Sacha Baron Cohen aporta su ya conocida impronta que termina por generar una absoluta empatía con la construcción de un gran despreciable personaje, logrando que los errores narrativos o la repetición humorística se deje a un lado para admirar y divertirse con la evolución del ¿amado? Shabazz Aladeen. Más allá de que no funciona a la perfección El Dictador se conforma como una opción de humor alternativa que cumple con su prometida incorrección, algo que sin dudas no es poco por estas épocas.
Sorpresa arácnida El año pasado cuando comenzó a gestarse este proyecto creía innecesaria una relectura de Spider-Man a tan pocos años de la finalización de la muy buena trilogía (cuyos puntos más altos son la primera y la segunda parte) comandada por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire. A medida que fueron pasando las novedades (las promisorias contrataciones de Andrew Garfield y Emma Stone, más la confirmación de Marc Webb como el realizador) y los avances ese descreimiento se fue convirtiendo en entusiasmo por ver lo que tal vez podría ser una interesante y nueva visión del Hombre Araña, aunque aún mantenia mis reservas sobre el proyecto. Luego de verla puedo afirmar que sin que casi nadie lo pidiera, este film se convierte en una sorpresa de muy buena factoría de superhéroes, en un año donde Los Vengadores puso la vara muy alta mientras se aguarda el estreno más esperado del año con Batman: El Caballero de la Noche Asciende. El Sorprendente Hombre Araña se va a encargar (en un intento por mi parte de sintetizar al máximo la historia para no arruinar detalles) de contarnos cómo en la búsqueda de respuestas sobre la desaparición de sus padres Peter Parker comienza a convertirse en Spider-Man, con todos los cambios y todas las nuevas responsabilidades que eso conlleva, mientras además deberá salvar a la ciudad del peligroso Lizard. Marc Webb, realizador que había demostrado aptitudes en 500 Días con Ella, encuentra en El Sorprendente Hombre Araña los suficientes misterios a desarrollar para conseguir que una nueva visión de este superhéroe no se torne pesada, repetitiva y subrayadora. Hay una clara intención de acercar al público más juvenil a la saga y las elecciones de Andrew Garfield y Emma Stone como protagonistas son una clara muestra de esto, pero a no confundirse porque este film plantea cuestiones existenciales y profundas alrededor de los personajes (como la madurez, el nacimiento del primer amor, los enfrentamientos con los padres, las frustaciones, la doble identidad y por demás cuestiones ) que alejan en demasía a esta propuesta de películas destinadas a este público como la saga Crepúsculo o Los Juegos del Hambre. En esta nueva propuesta Webb le da mucho espacio al desarrollo de Peter Parker y sus inquietudes, como intentando (y logrando) encontrarle la vuelta a ese lado B que tienen los héroes, quizás prestando atención al muy buen trabajo que se ha hecho con las dos Iron Man, Watchmen y las nuevas Batman en ese aspecto. Es que Parker aun siendo Spidey (y teniendo asimilado sus poderes) no deja de ser un adolescente en pleno desarrollo de su personalidad que intenta dejar atrás la niñez, lo cuál es sintetizado de gran manera en la secuencia donde el Hombre Araña aguarda al Lizard y mientras juega a un juego en su celular. Andrew Garfield había dejado buenas impresiones en Red Social y aquí ratifica esas sensaciones encarnando con gran soltura, seguridad y carisma tanto a Peter Parker como al Hombre Araña. También tenemos a la bellísima Emma Stone que, al igual que Garfield, demuestra que se encuentra apta para las grandes ligas. Su Gwen Stacy tiene sensualidad, ternura y es dueña de una sonrisa encandilante que es capaz de enamorar a cualquiera. Quizás podremos reprocharle su apresurada resolución en el asimilamiento de los nuevos poderes de Parker o tal vez la contradictoria decisión de implementar un enemigo digital en una saga que busca humanizarse, pero más allá de estas cuestiones (y otras que pueden ir saliendo al hilar más fino) El Sorprendente Hombre Araña trae en una muy buena versión nuevamente al Hombre Araña a nuestras carteleras y termina siendo una de las sorpresas de la temporada.
Solo la sombra del director que alguna vez fue Tim Burton volvía al cine luego de esa derrapada importante llamada Alicia en el País de las Maravillas para adaptar la serie Dark Shadows de Dan Curtis que se emitió por Tv desde mediados de los '60 hasta comienzos de los años '70. Sombras Tenebrosas comenzará con contarnos los prósperos orígenes de la familia Collins al llegar a los Estados Unidos y su posterior exterminio a cargo de la malvada Angelique Bouchard, donde su hijo Barnabas es sepultado y convertido en un vampiro. Dos siglos más tarde Barnabas es liberado e intentará devolver a su familia la gloria y las riquezas que alguna vez tuvieron y además vengarse de la bruja que lo maldijo. Lamentablemente Tim Burton perdió la brújula. Vendría a ser como aquella canción que entonaba aquel anciano en calzones de Los Simpsons que decía: "Mi vieja mula ya no es lo que era, ya no es lo que era". Hoy es la sombra de ese realizador interesante que supo brindar en el pasado grandes películas como lo son El Joven Manos de Tijeras, Beetlejuice, Ed Wood o las dos Batman. Este nuevo largometraje de Burton representa una nueva decepción. A pesar de no esperar demasiado de este film y tampoco de no pertenecer a ese selecto grupo de amantes de este director, en mi más profundo ser deseaba encontrarme nuevamente con ese cine interesantemente tenebroso de seres oscuros que buscan su lugar en la sociedad y lamentablemente me encontré con una película fría, artificial, light y cursi. Solo los chistes alrededor de la inserción de un personaje en un mundo que le es ajeno son lo único que Sombras Tenebrosas logra hacer valer, pero solo al comienzo, ya que con el pasar de los minutos la repetición de los diálogos sobre ese argumento quedan totalmente agotados. Por otra parte también hay fallas en el desarrollo de tramas y personajes en Sombras Tenebrosas, algo que resulta inadmisible para un realizador de la experiencia de Burton. La historia se encuentra carente de cohesión y fluidez, quedando como resultado un film lleno de escenas sueltas donde todo parece estar mal pegado. El romance entre Johnny Deep y Bella Heathcote no funciona en absoluto debido a que el personaje de Josette no es desarrollado adecuadamente (solo se hace en escasos minutos por medio de dos flashbacks) para generar una mediana empatía por la relación. Por otra parte tenemos a una Chloe Moretz (que en la cinta y en la vida real posee solamente 15 años) con una llamativa impronta sensual (y también sexual, de hecho en un diálogo se da por sentado que se masturba a los gritos) que resulta cuanto menos desubicada y por momentos hasta obsena. Incluso las participaciones de Jackie Earle Haley, Jonny Lee Miller, Gulliver McGrath y Helena Bonham Carter son usadas solamente a favor de un guión que los invocará con poca fortuna en algún momento del film para intentar introducir algo que realce este aburrimiento. Quizás solamente Deep y la hermosa y sensual Eva Green son los únicos personajes que quedan medianamente bien parados (actoral y narrativamente hablando) al finalizar su visionado. Para colmo sobre el final asistiremos a un desesperado intento de salvataje que incluirá hombres lobos, poderosos espectros, itacas y hachas que deja bien en claro que el rumbo de la cinta estaba totalmente perdido y que encima ese brusco volantazo empeoró por mucho el impacto. Sombras Tenebrosas demuestra nuevamente que Tim Burton se encuentra perdido y que hoy lamentablemente solo es la sombra de aquel director que alguna vez fue.