Como todo lo que hoy en día genera dividendos, una vez que la primera "Hotel Transylvania" llegó a recaudar globalmente casi 360 millones de dólares (costó 85 solamente) se venía venir la segunda parte. En lo personal, la primera no me había parecido nada especial y no tenía demasiadas expectativas con esta continuación. Afortunadamente, esta segunda entrega tiene algunas aristas interesantes y explora muy bien la cuestión vincular del afecto entre abuelos y nietos. "Hotel Transylvania" era la historia de un vampiro clásico, Drácula (Adam Sandler en la versión subtitulada) que tenía una hija, Mavis (Selena Gomez) y vivían en un castillo que se había transformado en un interesante emprendimiento hotelero... (ejem!) Notas de color al margen, dentro del hotel teníamos muchos personajes secundarios que llamaban la atención, Frank (Kevin James), Wayne (Steve Buscemi), Griffin (David Spade) y más... Digamos que la banda era un grupo digno de ver. Lo central de la historia era que Mavis se enamoraba de Jonathan, humano que visitaba el lugar (jugado por la voz de Andy Samberg) y el conflicto que tenía Drácula al entender lo que significaba que su hija correspondiera a alguien que no fuera de su especie. Ahora, en este episodio, somos todos inclusivos y en este hotel, ya comienza la política de aceptar a no-monstruos. Después de todo, ¡es una cuestión de mercado! Iniciamos con el casamiento de Mavis y Jonathan y la llegada del heredero en un corto tiempo más... Dennis (Asher Blinkoff), un coloradito simpático que te comprará desde el primer momento. La cuestión es que los años pasan y en la familia todos se preguntan si este niño será o no vampiro (llega a los 5 y todo). ¿Tema importante no? Tanto, que Drac comenzará a planificar una salida de su grupo sólo con su nieto con la intención de transmitirle... algunas cuestiones de género... Pero para eso, deberá lograr que Mavis y Jonathan se vayan a la casa de los padres de él a pasar un tiempo solo, viendo como es la vida de los humanos. Recuerden que la hija de Drac nunca ha salido del castillo antes... La cuestión es que el abuelo logrará llevarse a su nieto a una serie de eventos nocturnos con la idea de que el chico, muestre los colmillos que él asegura que tiene... "Hotel Transylvania 2" no es un film desopilante ni extremo. Nuevamente dirigido por el experimentado Genndy Tartakovsky, no propone un ritmo acelerado ni un humor secuencial. Todo es natural. Si hay risas o escenas donde la ternura estalla, se dan siempre en un contexto familiar que fluye, de manera que no hay demasiado espacio para la sorpresa. Nada en este film nos conmueve mucho, excepto el vínculo entre abuelo y nieto. Algo aprendió Adam Sandler en todos estos años... hace tándem con Robert Smigel y proponen un guión accesible (sí, el pibe escribe), dinámico pero contenido, orientado a destacar lo estrictamente familiar en sus líneas. La tecnología, el trato al diferente, las redes sociales, el valor de la herencia y la cultura, son los tópicos que se presentan en esta segunda entrega. Hay suficiente material para que la familia pase un buen momento. Quizás no haya tantas risas, pero hay una cálida historia vincular que justifica su visión.
Dentro de la semana del cine alemán, el film ara la apertura fue "Laberinto de Mentiras", ópera prima de Giulio Ricciarelli que ahora llega a salas comerciales desde este jueves, traído por CDI Films. Sabemos que la industria germana viene explorando diferentes tópicos centrados en la sociedad moderna y en los cambios post-muro desde hace ya unos años, pero en pocas oportunidades sus cineastas abordan los temas de la post guerra y el genocidio nazi. Quizás por eso, "Laberinto de mentiras" sorprenderá al espectador. Esta realización es un fresco particular desconocido para muchos: cómo una generación entera, permaneció sin conocer el exterminio en Auschwitz (hacia mediados de los 60') y de qué manera un fiscal inició la titánica tarea de enfrentar la red de protección política y económica que protegía a estos militares para llevarlos a los estrados judiciales. La cinta, protagonizada para Alexander Fehling y André Szymanski, entre otros, es un relato estructurado, casi gélido, de la tarea de un joven abogado que cree en las leyes y trabaja para el sistema, luchando contra el manto del olvido en que la sociedad alemana había puesto a quienes fueron torturadores y asesinos en ese campo de exterminio. Film áspero, incómodo por la temática pero con un ritmo interesante y por sobre todo, una sólida documentación, abre muchas líneas para establecer con nuestra propia historia sobre la intervención militar genocida en cualquier circunstancia y preguntarnos qué sucede cuando una sociedad elige no saber sobre su pasado. ¿Es relevante construir memoria o a veces es una opción dejar que el tiempo pase y las heridas sanen? Ricciarelli muestra que esta opción queda siempre en manos de los hombres, y lo hace con precisión quirúrgica. Presenta los problemas y las complicaciones que se dan en el devenir de la búsqueda de soluciones, sin mucho lugar para las emociones. Quizás esa sea la cuestión a analizar, durante los momento más álgidos del relato, la mirada está puesta en la no descripción y en la sugerencia, más que en la contundencia de las palabras y gestos. Esto, que es una elección personal del cineasta, le confiere cierta frialdad a "Laberinto de mentiras". Genera, en definitiva, un tinte de thriller de escritorio demasiado preso de sus preceptos morales y sin andamiaje en la estructura dramática de los temas de fondo. Sí, está presente la cuestión que presenta (es innegable), pero nunca explota o provoca (más allá de un personaje secundario en particular, sobreviviente), siempre parece contenida y acotada. Y no debería ser así... Más allá de eso, siempre es una gran opción acercarse a la filmografía de un país con tanta historia, sus procesos históricos sirven para trazar paralelismos, necesarios, más allá de las diferencias culturales. Buen debut para Ricciarelli, e interesante enfoque de un tema que resuena en nuestros oídos.
Sigue renovandose la cartelera de uno de los géneros más elegidos por el público local, el terror. En esta oportunidad, nos llega "Desde la oscuridad", coproducción entre Colombia, EEUU y España que llegaba respaldada nada menos que por los hombres detrás de la interesante "El orfanato". Lluis Quilez, realizador de cortos, fue el elegido para llevar adelante una historia más bien tradicional, sobre una familia que llega a Colombia, con intenciones de establecerse a nivel laboral pero una particular circunstancia . Sarah (Julia Stiles) y Paul (Scott Speedman) son la pareja que llega desde Londres junto a su hija Hanna (Pixie Davies) decididos a adaptarse a la ciudad de Santa Clara. Todo parece ir bien para ellos, dado que el papá de Julia, Jordan (Stephen Rea) tiene una importante papelera local y cuenta con el aporte de su hija, quien trabajará con él, para llevar adelante el negocio familiar. La cuestión es que la pequeña hija del matrimonio, (una vez instalados en una casa en el medio de la selva colombiana), comenzará a tomar contacto con niños- entidades- fantasmas, quienes rápidamente tomarán acción sobre la familia, provocando desconcierto y enfermedad en la pequeña. Eso será sólo el comienzo. Será así que cuando Hanna se vea afectada severamente por la situación, sus padres deberán indagar y descubrir que sucedió en ese lugar. Para ello, iniciarán un camino de búsqueda a la verdad que será, complicado y trágico, de principio a fin. Quiles se apoya en el guión de los veteranos Javier Gullón y los hermanos David y Alex Pastor para generar una atmósfera inquietante, que es, a todas luces, lo más interesante de la realización. También hay un aporte importante de los efectos de sonido y la partitura original, elementos que crean el andamiaje necesario para que el relato se sostenga con cierta coherencia y fuerza. Sin embargo, lo previsible del conflicto y su resolución (esquemática), le quitan a "Desde la oscuridad", gran parte de su brillo. Lo que inicia como promesa de un gran film con un elenco más que interesante, va perdiendo fuerza a medida que el relato avanza. El efectismo de una buena concreción de la atmósfera (entendiéndose como los signos visuales y auditivos que impulsan la sugestión, potenciados por una excelente fotografía) no logran evitar la limitaciones que se producen para avanzar sobre la creación de secuencias desestructurantes donde el terror, realmente, tenga un peso específico distinto. Es extraño como elementos atractivos como las creencias aborígenes y el ambiente físico (la selva, en este caso) no terminan de traccionar lo suficiente para movilizar otros desafíos. La idea de los chicos-fantasmas no está mal pero no se aleja de los cánones del género. "Desde la oscuridad" cumple desde las actuaciones (menos Rea, de quien esperábamos mucho más) y la realización en general. Es una aceptable cinta de género, correcta, aunque no ofrezca mucho más que eso.
Recuerdo claramente el impacto que provocó "Policeman", allá cuando ganó el 2012, la competencia internacional de BAFICI. Si bien en ese momento quizás el premio me pareció exagerado, reconocí, en un segundo visionado (y luego de acaloradas discusiones con colegas) que Nadav Lapid (su director y quien nos convoca hoy con un nuevo trabajo) ofrecía un tipo de cine incómodo, gráfico y comprometido, que era de gran referencia para analizar la vida actual en territorio israelí. Este año volví al BAFICI a ver su nuevo trabajo, "Haganenet" y salí de sala convencido que el hombre tiene mucho por ofrecer. Vuelve a retratar a su gente, trayendo postales de una sociedad en cambio, a través de una historia fuerte, movilizante, en relación a un niño particular y su vínculo con una maestra que cree ver en él, un genio singular, que merece un tratamiento acorde a su talento. Lapid no es partidario de los grises y construirá este escenario, atendiendo a su percepción de cómo funcionan los valores de la sociedad israelí. Deja traslucir que el materialismo global y las diferencias sociales son el tema en discusión y los trae, para que cobren fuerza y estructuren su presencia en el relato de esta relación. Siempre es conflictivo pensar en las relaciones con niños en edad de jardín de infantes. Son ellos criaturas frágiles y mentes abiertas, que deben ser cuidadas, atendidas y respetadas con especial atención. Nira (Sarit Larry), lleva 15 años como docente y un día comienza a prestar atención a un niño de cinco años cuando él dice "tengo un poema" en el medio de una jornada normal de juegos. Ella queda impactada por esa declaración y el texto oral que Yoav (Avi Shnaidman) anuncia, por lo que decide prestarle atención a este pequeño. Nira estudia teatro, parece una mujer pasional, tiene además un amante aunque esto no parece afectar su fascinación con Yoav. Lo estimula en su pasión por la poesía y busca vincularse con él, más allá de las horas en que funciona como su maestra. Lo aisla para asistirlo y genera una relación, de ruptura con su encuadre docente, de alarma para el espectador. ¿Por qué Nira opera sobre este niño? ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones para con él? El padre del niño (Yehezkel Lazarof) se dedica al negocio gastronómico de alto nivel y le va bien, pero delega todo lo que tiene que ver con el desarrollo de cualquier competencia que tenga su hijo. Define su rol, desde la prepotencia de una paternidad soberana y su bienestar económico. Cuando toma contacto con Nira, ellos establecerán un contrato particular para el cuidado del niño, riesgoso y fuera de lo común: ¿Quien protege la mente de Yoav de los procesos obsesivos que va desarrollando su maestra de jardín y alentados por la complicidad de su padre? Sin embargo, Lapid no sólo caracteriza esta extraña asociación para inquetar al espectador desde lo potencialmente peligroso de ese contacto, sino que pretende (creemos) ofrecer un fresco sobre cómo se vive y cuáles son los valores que se juegan, en estas modernas ciudades israelíes ("La maestra de jardín" fue rodada en Tel Aviv y Jerusalem). Esas dos vías silenciosas, se alimentan a lo largo de los eventos, hasta llegar a un clímax, predecible y lógico, sin muchas sorpresas (quizás ese sea el menos lúcido de los recursos que propone el cineasta). Un film arriesgado, metódico, áspero, traído por cineasta de gran capacidad, esencial para su nacionalidad en los tiempos que corren.
Luego de su paso por el BAFICI del año pasado (estuvo en la sección "Panorama"), le llega el estreno comercial en Buenos Aires a esta ópera prima de Nelson Schmunk de interesante recorrido festivalero: "Entre Ríos, todo lo que no dijimos". Historia sobre despedidas, balances, familia... pero fundamentalmente, secretos. Aquellos que presuntamente son para cuidar, pero que lastiman, distancian, erosionan...Schmunk cuenta que el guión parte de un evento personal que propició la idea central del film, los momentos donde una abuela entra en la etapa de cierre de su vida y su querido nieto, Emanuel (Javier De Pietro, a quien viéramos en "Mariposa" de Marco Berger hace poco) llega para visitarla, y abordar ese tramo tan complejo. Ella posee un diagnóstico de enfermedad desfavorable, pero se intenta que no haya energía puesta en ese hecho (una concreta partida), sino en que la anciana tenga su ánimo cuidado hasta el final. La mujer en cuestión, (jugada por una increíble Frida Herbes, actriz de increíble ductilidad, capaz de transmitir un compendio de emociones sólo con un par de gestos) es la figura destacada del film. Esta abuela, recorre su campo con el hijo de su hija, y procura tener encuentros tranquilos y reflexivos sobre temas que la afectan, como son las raíces que la unen con la tierra, las dificultades de la vida en el árido medio rural y el valor de los lazos que uno genera con sus semejantes.Emanuel, quien debe ocultar lo que ya todos sabemos, posee además una cuestión que lo atraviesa en relación a un tema que necesita poner fuera y está relacionado con su sexualidad. Por eso, con el devenir de su estancia en el lugar, comenzará a desarrollar severos cuestionamientos hacia la política de "presevar a través del silencio". Los procesos introspectivos y la trama vincular, son elementos resueltos en forma efectiva por un guión de pocas palabras aunque siempre, las justas para dar relieve a la trama. Schmunk elige componer una atmósfera bucólica y pausada (con espíritu festivalero, me atrevo a decir), establece un microclima claro y sereno, apoyado en la estupenda fotografía de Martín Benchimol para lograr que su relato interese y convoque. Sí, probablemente para el público no acostumbrado al cine independiente local, el ritmo de la narración no se sienta tan "natural" , pero hay que reconocer que "Entre Ríos..." es una apuesta honesta y válida de un cineasta con gran futuro. A tenerla en cuenta.
Hace tiempo que no teníamos una aventura en las alturas. Sin más que algunos exponentes aislados (que uno recuerda sencillamente porque no hay muchos que recordar, como "Riesgo total" o "Límite vertical"), es un género que por lo costoso de su producción, no es de los preferidos para producir en Hollywood. Sin embargo, Working Titles se animó al reto y convocó a un director de no tantos buenos antecentes para llevarla adelante (Baltasar Kormákur) y un cast importante de actores maduros que ostentan buena actualidad. "Everest" está basada en eventos reales que tuvieron lugar en mayo de 1996 donde varias expediciones intentaron llegar a la cima de la montaña nepalesa y se encontraron en su descenso, con una gran tormenta que se cobró varias víctimas entre los alpinistas. La historia aquí presentada funciona como un prolijo documental (sí, eso se siente) donde los hechos serán descriptos y caracterizados desde una distancia emocional perceptible. A ver, si, es cierto que en el elenco están Jake Gyllenhaal, Josh Brolin y Jason Clarke como figuras centrales pero eso no garantiza que la tensión dramática alcance niveles de alto voltaje. Hay poca intención por parte del guión de dibujar los personajes y mucha para describir los eventos en una sucesión más bien lógica, aunque no tan bien lograda. Ya saben, si bien William Nicholson y el gran Simon Beaufoy (ganador de un Oscar por "Slumdog Millionarie") tienen sobrado oficio para escribir libretos, lo cierto es que aquí la abrumadora cantidad de hechos desafortunados (ya sea por las condiciones del tiempo o la impericia humana) define un poco el destino de "Everest": subimos, nos agarra la tormenta y hay que ver como salimos de esta, presenciando como vamos quedando menos en el descenso... Apoyan desde lejos a los hombres de las expediciones, Emily Watson, Robin Wright y Keira Knightley, tratando de oficiar de conexión de fe para quienes están tratando de volver a casa y no quedarse enterrado en las nieves eternas de la majestuosa montaña. El tema con "Everest" es que nunca termina por definir su línea de abordaje. De a ratos parece un film de aventuras, aunque por ratos, es un drama humano extremo y en algunos pequeños tramos, se permite un suspenso lógico, en situaciones puntales. Todo esto va en detrimento de la sensación física que tiene el espectador: nunca terminamos de acomodarnos en la butaca. No es que esté mal. Simplemente en lo personal hubiese preferido menos gente para seguir, o directamente otra expedición (porque hubo y muchas luctuosas). Porque parece ser que la intención es mostrar ejemplos de heroísmo en condiciones adversas y revindicar el papel de ciertos líderes. Entonces, ¿para qué tantos personajes que no alcanzan a ser siquiera delineados? Cuestión de gustos. Desde lo visual y la banda de sonido, todo de primera. Impacta la peli en pantallas como el IMAX y está bien también (se nota la diferencia) la versión en 3D. La espectacularidad está garantizada y el vértigo de algunos segmentos, hacen la película entretenida, más allá del punto de vista que todos podamos tener.
Me habían hablado muy bien de Joaquim Pinto y aunque no ví "E Agora? Lembra-me" (prometo verlo después de esta review), sabía del prestigio acumulado en estos últimos años de su carrera. El portugués viene de hacer un documental muy exitoso y dentro de sus proyectos, encontró uno en particular junto a su gran amigo Nuno Leonel que no quería dejar pasar. Pensó en dar un corte distinto a un trabajo que hicieron por encargo hacía un tiempo ya (1999-2001), en referencia a la vida de unos pescadores en la localidad de Rabo de Peixe (islas Azores), en Portugal. Habían investigado sobre los cambios en los métodos de pesca artesanal y cómo las comunidades vivían ese pasaje. ¿Por qué habían hecho ese registro y querían reversionarlo? Se rodó con el apoyo de una cadena pública de su país y cuando los productores vieron lo que Pinto y Leonel habían organizado, desautorizaron el recorte ("daban una mala imagen de los pescadores y las comunidades pesqueras", en palabras de uno de los directores) y ofrecieron una versión televisiva de 55 minutos que sólo se exhibió una vez. Indudablemente, el espíritu de Pinto era rescatar ese material del olvido y traerlo a la luz ahora que los cambios que se veían venir, cobraron forma y modificaron la vida de esos pescadores en esa comunidad. Ya no hay pescar artesanal pura y la industria ha tomado cartas en el asunto, lo cual da otra dimensión a la lucha de esos hombres por seguir en su visión ancestral del proceso natural (por así decirlo). Esa resignificación impulsa un homenaje tácito en esta realización en forma de film documental con todas las de la ley. Un clima de preocupación, inquietud y reflexión crítica atraviesa la cinta, pero siempre desde un lugar de observación natural. Es una interesante propuesta la de Pinto, y genera una conexión con el espectador, directa y simple. El mundo del trabajo a la luz de los cambios globales siempre es digno material para tener en cuenta, y el portugués sabe de registros. Es indudable que tiene talento de sobra y es alguien quien aún, no ha mostrado todo lo que puede lograr. Entusiasma su perfil. En la Filmoteca Metropolitana, puede verse los miércoles 23 y 30 de setiembre a las 20 hs. Buena alternativa.
Soy de aquellos que apoya el cine independiente, en todos sus formas. No creo que la industria deba limitarse a un puñado de iluminados que proponen todo lo que podemos ver. Sostengo que hay mucha gente con buenas ideas y presupuestos menores, que debe tener su espacio y sus posibilidades de desarrollo en este medio, y la animación, es claramente uno de los nichos que los latinoamericanos están empezando a desafiar. Desde hace algunos años, varias iniciativas al sur del Río Grande fueron desarrollando proyectos para una animación quizás más simple que la de los grandes estudios, pero también valiosa. Dentro de ese grupo encontramos a Anima, compañía mexicana creada en 2002 que ya lleva 11 films estrenados o en producción. Se distinguen por un cuidado trabajo técnico en la imagen aunque quizás, falte desarrollo de guión para algunos de sus largos ya presentados ("Don Gato y su Pandilla", que pronto tendrá secuela, es el primero que me viene a la cabeza). Aquí tenemos una nueva adaptación (más bien libre) del clásico de L. Frank Baum (1900), "El mago de Oz). La historia comienza cuando Dorothy regresa a Kansas luego de un viaje extenuante y deberá enfrentarse a una tarea peligrosa, la amenaza de la temida Bruja del Oeste. Veremos la acción desde la perspectiva de Ozzy, un mono volador particular, hijo de un guerrero importante llamado Goliat, si bien sirve a Eveline (la malvada), no cree que las cosas deban resolverse como ella lo hace. El es quien decide entonces buscar a los "Guardianes de Oz" para enfrentarse al poder de la enemiga, para lo que tendrán que rescatar a los paladines quienes están bajo un embrujo que complica un poco las cosas. Ozzy es entonces, el simpático y valiente mono que buscará integrar un equipo para oponerse a los intereses destructivos de la villana de turno. Alberto Mar (responsable también de muchos episodios de "El chavo animado") es el hombre detrás de las cámaras y lo hace con la solvencia habitual. Anima ha mejorado mucho la calidad de su producto, en términos técnicos, puede apreciarse un salto cualitativo en cuanto a sonido, imagen y animación en 3D. Realmente se ve una curva de progreso. Desgraciadamente, no sucede lo mismo en cuanto a los guiones que proponen sus films. Parten de ideas buenas, atractivas, pero no logran volverse cintas divertidas o ingeniosas. Algo sucede ahí que luego de un correcto inicio, los personajes terminan en lugares comunes y los diálogos no invitan al disfrute puro. Claramente Anima necesita mejores guionistas. Ya a esta altura de su posición, hay cosas que logró resolver (y nos pone realmente felices que lo haya hecho, por la animación latinoamericana), pero otras, deben ser el centro de atención para futuros proyectos. Volviendo a "Guardianes de Oz", hay que decir que es una película familiar aceptable, sin demasiada imaginación pero que puede ser una alternativa si tienen pequeños en la familia. Desde el punto de vista estratégico, es una muestra de todo lo bueno que México ya produce. Ahora, hay que levantar la puntería con libros que exploten esas posibilidades gráficas. Es tiempo.
Debo reconocer que me pareció extraño que este film del increíble Jean-Jaques Annaud pudiera verse finalmente en Argentina. Y mucho más enterarme que sólo se podrá ver en IMAX Norcenter durante una semana. Es más, dejeme decirles, es un gran acontecimiento el que tenemos por delante. He aquí una película que no deben dejar pasar. La novela autobiográfica en que está basado el libro fue furor en China. Hasta que la prohibieron, en 2004. Delicada y a la vez, potente, la obra original de Jian Rong siempre fue una tentación para los grandes estudios orientales. Producirla era un desafío. La cuestión era buscar alguien que se animara a un proyecto tan riesgoso. Cuentan en el medio que ningún director chino se animó a aceptar la oferta de los grandes estudios. Nadie quería filmar con animales de estepa, lobos y en particular, mongoleses. La complejidad de los aspectos de la producción eran tales que los inversores pronto se dieron cuenta que sólo un hombre que tuviera probada eficacia para el registro de la vida animal y a la vez, una veta sensible y adaptable al extremo, podría llevar a cabo la empresa. Y fueron por Annaud. Acertaron. El director de "El Oso" hace bien su trabajo, sabe manejar los tableros con destreza y tiene una habilidad natural para dirigir elencos extensos y resolver condiciones de rodaje duras. En esta oportunidad, la trama nos lleva a vivir la Revolución Cultural, en el contexto de la China de finales de los 60, Chen Zhen (Shaofeng Feng), es un joven estudiante de Beijing que debe viajar a transmitir en el marco de esa propuesta social, educación y cuidado por los semejantes. Se buscaba que los jóvenes fueran a las zonas agrarias a acompañar e ilustrar al pueblo. La cuestión es que allí llegará nuestro héroe, y encontrará un amigo muy particular: un cachorro de lobo ávido de compartir emociones, del que se volverá inseparable. Dos historias se jugarán aquí, el drama en sí del maltrato a estas criaturas y la anemia territorial de los lobos en dicha zona. Todo, filmado con una fotografía impactante que subraya la belleza visual de los paisajes que veremos. Buena reconstrucción de época, gran banda de sonido, estupendo las respuestas de los intengrantes caninos del elenco. En el debe, hay cierta falta de fibra en algunos personajes centrales que desconicertan un poco al espectador. Quizás sea una cuestión de idiosincracia o la barrera del lenguaje del director. No lo sabemos. Sí creemos que no desequilibra anque aporta lo suyo. El reino de Tendrí, ese paraje protegido, es una invitación a la aventura. Lo que se vivirá allí será un canto a la vida, un llamado estratégico de la naturaleza y una apelación a nuestras emociones como sujetos en contextos reales, lejos de las grandes ciudades. Annaud vuelve a lucirse liderando su tarea con oficio. Insisto, "Totem lobo" no sólo es cautivante por los tres años que demandó su producción, sino por la historia que cuenta y el registro en que la hace. Y verla en IMAX es un lujo que no deberían dejar pasar. A tener en cuenta (el maestro francés está de vuelta!).
Puedo garantizarles que los primeros minutos de "Después de Sarmiento" invitan a la desestructura. En un acto escolar, un abanderado y dos escoltas escuchan (junto a todos los asistenes), la música de una clásica canción patria (el himno a Sarmiento). Todo parece bien tradicional pero pasados unos minutos, desde los parlantes se cambia la versión, y aparece una cumbia (con los mismos acordes) para desconcertar a la audiencia que rápidamente buscan complicidad con sus miradas. En definitiva, ese pequeño gesto es reflejo fiel de una cultura que revisa y vuelve sobre sus pasos para plantearse otra melodía. Todos se quedan sorprendidos con el cambio de ritmo pero nada se desborda. Hay lugar para lo distinto, hay espacio para lo genuino que aportan los chicos. La escuela donde transcurre el registro de este documental, es el Domingo Faustino Sarmiento de Libertad y Juncal (en el corazón de Buenos Aires) . Lugar bastante particular, como toda la zona cercana a Retiro, recibe un alumnado mixto, de distinta extracción social, que convive en las aulas y desarrolla sus vínculos, de acuerdo no sólo a su cultura de pertenencia, sino también a la de oposición. Aquí, tenemos chicos del barrio y de la villa 31 de Retiro y clase media del lugar, transitando por las conflictivas aulas de una escuela secundaria clásica de la ciudad. Hoy en día la adolescencia es un espacio de difícil tránsito y mucho más si focalizamos en un espacio donde circulan adolescencias de distintas clases sociales. "Después..." hace su aporte a un pequeño grupo de documentales que enfocan en la vida escolar después de la primaria. Márquez plantea un marco de observación relajado pero atento, dispuesto a ponerle voz e imagen a las inquietudes de los jóvenes que reciben clases en dicha escuela. Se dice mucho desde lo verbal, pero también se acompaña con lo gestual y eso aparece en el registro. La naturalidad del relato que se va construyendo, atrae y convoca. El tema del mundo del trabajo, las relaciones con los compañeros, los desafíos de la inserción social, las disputas en los dos centros de estudiantes (hay uno para cada turno), la delincuencia, el uso de drogas, los miedos y expectativas de los chicos, son temas que atraviesan a esta generación y que ellos quieren traer, cada vez más. Lo cierto es que Márquez logra mimetizarse con el medio y pasar desapercibido, registrando interacciones y diálogos que sorprenderán a quienes no transitan aulas en este tiempo. La cámara registra con naturalidad y nos sentimos dentro de la escuela misma, somos uno más en el aula, escuchando clases y compartiendo el espacio con los alumnos. "Después de Sarmiento" también posa su ojo sobre la mirada docente y sus inquietudes. Analiza la manera en que imparten clase y abre el debate sobre las cuestiones curriculares específicas, mostrando la manera en que los docentes debaten sobre los contenidos que imparten. En este tiempo, la reforma de la educación (la NES, o Nueva Escuela Secundaria) genera mucho debate entre los cuerpos de profesores, porque propone una mirada distinta, moderna y flexible para proveer de contenidos significativos los procesos de aprendizaje de los adolescentes de la ciudad. Pero genera debate, fricción y desencuentros, ya que se encuentra en etapa de aplicación. Esto también circula en el material, con lo cual su valor crece como documento para preguntarnos no sólo que enseñan nuestros docentes, sino cómo lo enseñan y a quiénes, en qué contexto. Márquez se luce en su registro. Deja fluir, comparte con el espectador y logra trazar un pequeño recorte que atrae, porque en definitiva, es un fresco de la educación actual. Ideal para educadores y padres, "Después de Sarmiento" es un cinta que complementa otras de temática similar ("Escuela Normal", "La toma", etc) y que es de gran valor para quienes se interesan por la educación a todo nivel.