Enamorándome de mi Ex Marcos y Ana son una pareja que lleva 25 años de casados. Cuando su hijo se va a estudiar a España y se quedan solos, la monótona rutina del día a día los agota a un extremo donde reevaluan sus sentimientos y deciden separarse. A partir de aquí la película mostrará cómo es la vida de cada uno después de la separación, con tropiezos, aciertos y, por qué no, la reflexión de todo lo vivido. En materia guion, sería errado vender a El Amor Menos Pensado como una comedia pura (aunque tiene momentos desopilantes), pero también lo sería venderla como un drama puro (aunque tiene momentos conflictivos). Estamos hablando de una narración con la suficiente inteligencia y sensibilidad para saber cuál de los dos géneros es el que más conviene para ayudar a que la historia siga adelante. No hay un solo momento de falsedad en esta historia. Esa honestidad se plasma claramente en los diálogos de El Amor Menos Pensado. Naturales y cotidianos. Palabras y reflexiones que hemos escuchado mil veces de amigos, compañeros, familiares. En la realidad, nunca en la pantalla. Es una historia que propone a la separación como una solución y no como un problema. Acá no hay discusiones, gritos, peleas o infidelidades. Solo una pareja que se descubrió caída en la monotonía y decidió hacer algo al respecto. Esta es una historia que no propone al amor como una melosa perorata digna de una telenovela, sino algo que se expresa con acciones; que se siente, no que se dice. No importa la cantidad de tiempo, si esa relación es fuerte las palabras sobran, son hasta incluso inútiles. Precisamente en el detalle del tiempo nos tenemos que detener, porque este es un gran ejercicio de paciencia a la hora de contar una historia. Hay quienes dirán que 135 minutos es demasiado tiempo para una película de esta naturaleza, y sin embargo la extensión es crucial para que el film pueda establecer su punto. Si vas a proponer a la separación como una solución y no como un problema, el paso del tiempo se vuelve un recurso fundamental, pero no tanto en cuanto a sentirlo denso, sino en que el espectador sienta el paso de los años y con ellos sienta la evolución de los personajes, con aprendizajes y equivocaciones. Priorizar esto sin claudicar nunca ante un poder de síntesis tan exigido como tentador, es un curso de acción tan arriesgado como inteligente que habla muy bien de los guionistas de este film. En materia actoral, la película es sostenida con incuestionable solvencia por el dúo conformado por Ricardo Darín y Mercedes Morán. No solo son inmensamente creíbles como un matrimonio de años, sino que consiguen brillar también en las escenas que no los encuentran juntos. El reparto de secundarios tampoco se queda atrás, ya sea para una aparición breve (las citas con Gabriel Corrado y Andrea Politti) como para las que se sostienen durante toda una secuencia (la vida en pareja con Jean Pierre Noher y Andrea Pietra), así como quienes destacan interpretando a amigos de los protagonistas (Claudia Fontan y Luis Rubio) En materia técnica, la labor de dirección de arte acierta al darle a cada personaje y sus entornos un color característico: específicamente el rojo para el personaje de Morán y azul para el de Darín. Una elección no solo de color, sino de intensidad del mismo, saturado o claro dependiendo cuán avanzados se encuentren los personajes dentro de la historia. La labor de fotografía es notable, en particular la escena donde se produce la separación que da inicio al conflicto principal. El clima que saben crear con las sombras y solo lo indispensable de luz es algo que no se puede despreciar. Un ejemplo de la pericia técnica puesta al servicio de la historia.
Alejandro es un docente cordobés que busca tener su propio departamento. Actualmente oscila su vivienda entre la casa de su madre, que padece cáncer de pulmón, y el de su novia, con la que actualmente tiene fricciones. Ese vaivén, esa búsqueda de un lugar propio, lo pondrán no pocas veces en una difícil posición. Raíces de Ayer y de Mañana Tal como su título lo indica, Casa Propia, tiene un doble significado en cuanto a lo propio. No solo a buscar ese lugar donde echar raíces, sino el de dónde provienen las nuestras, las que nos pusieron sobre este mundo. Sobre los conflictos que surgen entre los deseos de lo primero y las obligaciones que tenemos para con lo segundo. Para que esto se entienda y se sienta narrativamente sin parecer un racconto de hechos azarosos sin historia alguna, es menester tener un buen desarrollo de personajes, algo que esta película ostenta muy dignamente, principalmente por la paciencia que se toma al realizar dicho desarrollo. Tal paciencia también se la encuentra en el trabajo de cámara. El ejemplo más contundente lo encontramos en su plano inicial: toma una conversación al azar entre un grupo de jóvenes, concentrándose en la casa de la pareja del protagonista, la cual deja. Ese lento, suave y casi imperceptible movimiento se encuentra a la par de su propuesta temática. Esa necesidad de salirse de lo general y profundizar en lo particular. Actoralmente, en términos generales, la película presenta muy dignos trabajos, ya que no pocas veces la cámara les dedica primeros planos (incluso de esos que interpelan directamente al espectador) y tienen unas expresiones que dicen mil cosas con solo utilizar los ojos, algo que requiere de un gran talento para hacerlo posible. Conclusión Casa Propia es una acertada mirada sobre los vínculos humanos. Sobre nuestros orígenes y, valga la redundancia, lo que deseamos originar. Sobre esa cuerda floja que nos puede hacer caer en el egoísmo con muchísima facilidad. Un acierto conseguido a manos de un guion paciente, una puesta visual inteligente y actuaciones con mucha vida interior.
Misión Imposible: Repercusión es la sexta ocasión en que es llevado al cine el concepto de la serie televisiva creada por Bruce Geller, y nuevamente de la mano de Tom Cruise liderando tanto el elenco como la producción. Hemos llegado a una instancia donde podemos decir con seguridad que su Ethan Hunt es lo más cercano que los norteamericanos tienen a un James Bond propio con estrellas y franjas. Con Christopher McQuarrie (laureado guionista de Los Sospechosos de Siempre) volviendo a asumir la silla del director tras los buenos resultados de la quinta entrega, repasemos lo que ha cosechado en esta oportunidad. Malabares con los núcleos La IMF le asigna a Ethan Hunt la recuperación de tres núcleos de plutonio antes de que un grupo terrorista llamado “Los Apóstoles” le gane de mano y los utilice para sus funestos fines. Como si enfrentar a este sindicato no fuera suficiente, debe lidiar con la desconfianza de su propio gobierno que lo obliga a trabajar con un agente de la CIA, asignado a recuperar los núcleos cueste lo que cueste. Particularmente si la “humanidad” de Hunt se interpone. Misión Imposible: Repercusión a nivel guion cumple de plano con tres cosas fundamentales: primero, que se pasa volando su extensa duración de dos horas y media; segundo, que te importa lo que le pasa a los personajes; y tercero, que no aburre en ningún momento. Es una película que sabe balancear el espionaje heredado de la serie televisiva, con la acción pura de sus versiones cinematográficas. Las piezas de acción están bien distribuidas, manteniendo el interés con mucho ingenio, aunque de tanto en tanto desafíen los límites de la conveniencia. Los giros sorpresivos y los engaños propios de este universo en cuanto a aciertos están bien repartidos. Los hay confusos y predecibles, sí, pero cuando aciertan es un revés digno del aplauso. No obstante, si hay algo que parecería no cerrar en esta oportunidad es la cuestión temática y la cuestión emocional. No tanto por escasez o desarrollo, sino que no encuentran la manera de hacerla encajar en la narración como un todo. Las cuestiones de “No puede haber una gran paz sin antes haber un gran sufrimiento” y “Elegir entre una vida y las de millones” se reiteran como un novedoso debate propio de esta película, cuando en realidad Ethan Hunt viene lidiando con esto desde su primera aventura. Ahora, si hablamos de lo emocional y concretamente de lo romántico, es un elemento que a Misión Imposible: Repercusión no le suma ni le aporta riesgo. Es, cuanto mucho, un elemento para cerrar cabos sueltos que quedaron de películas anteriores. Podría decir que recuperar tres núcleos de una organización criminal es suficiente riesgo para que nos preocupe el protagonista, y que tanto ese conflicto como el mecanismo de género elegido para desarrollarlo son suficiente garantía de interés. Sin embargo, por fallido que sea su intento de hacer encajar lo temático y lo emocional en un marco que no lo necesita es, por otro lado, loable. Es lo que creo separa a Misión Imposible de muchas producciones de acción actuales con recetas fáciles que apuestan a lo seguro. En materia actoral, se ratifica por enésima vez que Tom Cruise es una estrella de acción completa. No solo entrega una interpretación digna, sino que le pone el cuerpo como casi ninguna estrella actual se arriesga a hacerlo. Estamos hablando de un hombre completamente comprometido con el producto que vende; en un entorno que cada vez más apuesta a lo digital, que alguien siga apostando a la inversión física que implica una escena arriesgada es algo para celebrar. Desde el costado técnico, la película tiene un trabajo de fotografía y montaje prolijo, que como es de esperar en producciones de esta índole tiene sus mayores logros en las piezas de acción. Destaca un salto a 7000 metros de altura, donde Cruise participa sin asistencia alguna de dobles de riesgo y en donde el oxígeno escasea. Cuando se habla de mantener los valores imperecederos del clásico cine de acción, que rigen desde los inicios del cine hasta su abandono en la década del 90, esta escena, por demencial que sea, es un compromiso hacia ellos que no se puede despreciar. Conclusión Misión Imposible: Repercusión es otra entrega dentro de una franquicia que, aunque no innovadora desde lo narrativo, cumple como entretenimiento y levanta la vara bien alto en materia de valores de producción. No se deje intimidar por la duración, pues la labor de Cruise lo vale: su compromiso hace que esta sea una propuesta disfrutable.
Odiada y amada en partes iguales, Mamma Mía!,adaptación del musical homónimo de Broadway, fue un producto que ha dejado su marca en la taquilla mundial de la mano de dos elementos destacables: un elenco tan multiestelar como carismático y la nostalgia por las canciones del grupo Abba. Con una demora de diez años respecto de la primera, y siguiendo la tradición Hollywoodense tan vieja como el tiempo de “si algo salió bien, repetílo”, aquí llega Mamma Mía! Vamos Otra Vez. La Reina del Baile Sophie (Amanda Seyfried) está ultimando los detalles de la restauración del Hotel al que su recientemente fallecida madre, Donna (Meryl Streep), ha dedicado una gran parte de su vida. Mientras lidia con las complicaciones de los preparativos y el costo que estos tienen sobre su matrimonio, Sophie descubrirá también la historia de cómo su madre llegó aquí en primer lugar hace casi 40 años. En materia guion, no esperen ninguna coherencia narrativa o de desarrollo de personajes, porque no la encontrarán en ningún momento. Los conflictos presentados en la película son resueltos milagrosamente y el tema de “no estar sola” que pretende desarrollar no tiene ni pies ni cabeza, ya que tanto en la línea narrativa de la secuela como de la precuela si hay algo que la protagonista está es acompañada. Concretamente hablando, las secuencias del guion parecen estar construidas no tanto hacia una progresión narrativa sino para proveer paso a paso la materia prima de la siguiente canción de Abba a ser homenajeada. Dicha cuestión queda rotundamente aclarada con cómo justifican la presencia del personaje de (y la elección de incluir a) Cher. Una “cereza del postre”, por decirlo de alguna manera, que establece de plano y sin ningún lugar a dudas aquello a lo que verdaderamente ha apuntado esta película todo el tiempo. Sin embargo, hay puntos a favor: Mamma Mía! Vamos Otra Vezcuenta con un ritmo ágil y provee algunas risas efectivas, casi siempre de la mano de las amigas de la protagonista, tanto en la precuela como en la secuela. En materia actoral, el elenco preexistente entrega interpretaciones decentes. Con quienes dan vida a las versiones jóvenes de dichos personajes, si bien salen con mucha dignidad, a menudo salta a la vista su esfuerzo por imitar a los actores de sus versiones adultas. En materia técnica tenemos un dinámico trabajo de fotografía y cámara que va a la par de la fluida coreografía de las canciones. Aunque este aspecto es esperable, lo que verdaderamente merece mención es cómo pasan de pasado a presente en el mismo plano sin que el espectador se percate del punto de corte. Un truco en el que insisten, pero no llegan a abusar. Conclusión Mamma Mía! Vamos Otra Vez es un producto mandado a hacer para una audiencia leal, cosechada durante la primera película. Quienes amaron aquella, amarán está, mientras que no tiene nada que pueda convencer a sus detractores. Es, dentro de todo, un producto entretenido a pesar de sus deficiencias narrativas.
La sola idea de que un niño tenga un amigo imaginario detonaría las alarmas de la locura en cualquier padre sensato. Sin embargo, sería de una sensatez mayor tratar de entender el por qué de la existencia de dicha figura en la vida del infante. Esta es la búsqueda que Baltazar Tokman se propone en Buscando a Myu. ¿Hablándole al Aire? Buscando a Myu cuenta la historia de Garrik, un mago y psicólogo, que descubre que su hija Olivia está hablando sola, aunque ella afirme que en realidad lo está haciendo con Marita, su amiga imaginaria. A partir de aquí la cámara de Tokman seguirá a Garrik en su búsqueda por entender de dónde viene Marita y por cuánto tiempo se quedará. La película toma el fenómeno de los amigos imaginarios y no busca en ningún momento pasar juicio de ninguna índole. Se toma el tema con toda la seriedad y el tacto requeridos al tratarse de la psiquis de una nena chiquita. La profundidad es abrumadora, ya que no se abarca solamente el fenómeno desde una perspectiva psicológica, sino física y hasta incluso espiritual. Retomemos esa palabra nuevamente: profundidad. Porque el desarrollo no queda limitado solamente a la hija de Garrik, sino que abarca varios otros testimonios de casos similares, e incluso el mismo sujeto indaga en el amigo imaginario que tuvo alguna vez. Por un momento, uno pensaría que el documental está apañanado una actitud nada saludable, pero los argumentos son bastante convincentes y los resultados a futuro en la vida de los niños por tener a estos “seres” en sus vidas no son tan funestos, como la premisa hace notar. Desde el costado técnico tenemos obviamente metraje filmado profesionalmente, pero también es mezclado con metraje tomado por celular que le suma ese ingrediente de intimidad que escapa a cualquier artificialidad posible en la puesta. Conclusión Completamente alejada del cliché y con un desprejuicio que conmueve, Buscando a Myu nos invita a adoptar la calma en vez de desesperar. A comprender en vez de juzgar. A valorar la imaginación y no a subestimarla.
Digno entretenimiento a pesar de su extenso desenlace Ant Man supuso el pase de Paul Rudd de la comedia al cine de acción y aventuras, algo que resultó bastante natural considerando la postura de Marvel respecto a usar lo segundo con pizcas (a menudo abundancias) de lo primero. Por la cuestión tan vieja como el tiempo de volver a intentar algo que salió bien la primera vez, sumado a la tendencia de Marvel de planear secuelas a futuro, la segunda parte no se hizo esperar. Llega finalmente a las salas Ant-Man and the Wasp. Hormiga Obrera Después de los eventos en Captain America: Civil War, Scott Lang tiene que cumplir con una prisión domiciliaria, mientras que Hank Pym (Michael Douglas) y su hija Hope (Evangeline Lilly) son fugitivos de la justicia. Debido a que en el film anterior Scott pudo ir y regresar del mundo subatómico, volverán a unir fuerzas para diseñar un portal que les permita rescatar a su madre, quien lleva atrapada en ese universo más de 30 años. Este objetivo se probará complicado de alcanzar gracias a un inescrupuloso hombre de negocios que tiene una pieza crucial para su portal, un agente del FBI que está constantemente pisándole los talones, y un nuevo villano que quiere cobrarse venganza contra Hank. En materia guión, la película posee un segundo acto con un conflicto sostenido, demostrándose entretenido por las sendas piezas de acción que lo pueblan, aun a pesar que a mitad de camino peca mínimamente de ser explicativo y ralentiza el ritmo. El tercer acto alarga mucho su bienvenida, especialmente por tener miles de sucesos ocurriendo a la vez: pasado cierto tiempo, la concentración se pierde y deviene en un desorden que te deja pidiendo por el final de la secuencia. Otro detalle a destacar es que si bien en la primera película la cuestión emocional de los personajes estaba presente en lo indispensable, en esta secuela está presente en todo momento. El humor, que a esta altura es un sello distintivo de Marvel, está bastante moderado en comparación a otras ocasiones. Un humor que sabe dónde meter la cuchara y que sabe cuándo dar un paso al costado para que las escenas de acción y aquellas que calan más hondo en las emociones puedan lucirse. En materia actoral, el carisma de Paul Rudd vuelve a decir presente. Lo acompaña dignamente Evangeline Lilly, mientras que Douglas, con la trayectoria que lo caracteriza, es el más sólido del plantel de secundarios. Camina con completa seguridad entre la comedia y el drama, entre la más grande angustia y el remate cómico justo. En materia técnica tenemos una apropiada fotografía desplazada en manos de un montaje dinámico, pero es necesario tomar nota del enorme avance en efectos visuales que tiene este film. Se ha hablado mucho de la resucitación y el rejuvenecimiento digital, pero lo conseguido en Ant-Man and the Wasp ya raya, a riesgo de ser exagerado, en un viaje a través del tiempo a los años mozos de los intérpretes más veteranos. Conclusión A pesar de algún que otro bache explicativo a mitad de camino y un tercer acto demasiado extenso para su bien, Ant-Man and the Waspllega a buen puerto como un cumplidor entretenimiento, apoyado por dignas labores interpretativas. Sí, hay escenas post créditos. Dos: una vale la pena (y da una explicación muy necesaria), mientras que la otra no tanto.
Las preocupaciones de la adolescencia vistas hacia atrás no parecen ser tan importantes, pero estando en esa arena, en ese momento, minuto a minuto se vivían como tragedias terribles. Paisaje nos ofrece cuatro miradas de una etapa peculiar del crecimiento humano. Esa otra hermandad Paisaje concretamente cuenta la historia de cuatro amigas que viven en provincia y deciden lanzarse a una aventura hacia la capital para ver un concierto, particularmente porque una de ellas tiene una atracción hacia el principal guitarrista de la banda. A partir de ahí se lanzarán en una larga odisea de una noche en donde reevaluarán quiénes son ellas mismas y la solidez de su amistad. Los puntos de giro en Paisaje no son precisamente evoluciones narrativas sino puertas de entrada y salida, como las puertas de la sala. Si bien tiene una noción bastante clásica de lo que es un incidente incitador, cualquier noción clásica de la narrativa se detiene ahí. Paisaje se anima a profundizar en otras aguas, siendo ahí donde se encuentran la mayoría de sus aciertos: los secretos, el despertar sexual, la camaradería, las pequeñas rencillas, y un etc que los espectadores hemos vivido de cerca. Aunque este caso aplica exclusivamente al universo femenino, Paisaje es un atinado recuadro de la adolescencia argentina como un todo. No obstante, no todo son rosas. Llegando el desenlace este enfoque naturalista es dejado de lado por una resolución que no deja cabos sueltos, pero es bastante abrupta considerando que los debates de la película parecían no ir por ese lado. Es como si en ese tercer acto recuperaron plenamente el clasicismo y el naturalismo tan logradamente construido recibe un bache en su armadura. En materia técnica tenemos un acercamiento fotográfico prácticamente cerrado, donde abundan las lentes de teleobjetivo; los fondos fuera de foco y las caras de las actrices gobiernan el encuadre. Por obvio que suene, esta película es sobre estos personajes, el mundo que los rodea no importa. Importa lo que sienten ¿Qué testimonio más honesto que el de la mirada humana? Conclusión Con una propuesta visual meditada y actuaciones a la altura del desafío, Paisaje es una lograda pequeña historia. Incluso sus desventajas no consiguen quitarle el mérito de ser un prolijo retrato de ese microcosmos que es la adolescencia femenina.
Siempre se acusa a Hollywood de no apostar por lo nuevo y reversionar propiedades de probado éxito. El mercado hispanoparlante no goza de tanta autoridad en la materia por sobre sus pares norteamericanos, aunque cuando se encuentra una idea que funciona estos también son capaces de exprimirla hasta la última gota. Re Loca no es solamente la tercera remake de la producción chilena Sin Filtro, sino que es la tercera en estrenarse este año. Catársis Pilar es una creativa publicitaria que no está pasando por su mejor momento: su marido es un haragán, su hijastro un irrespetuoso, y su amigo (ex-novio) está por casarse con una mujer que se muestra determinada a terminar tal amistad. En su trabajo las cosas no son mejores: su condescendiente jefe le impone como compañera a una insoportable influencer que no pierde oportunidad en señalarle la edad. Habitualmente Pilar se traga sin mayores miramientos todas estas faltas de respeto. Pero un día conoce a un gurú, quien a través de un ritual consigue que ella empiece a decir todo lo que piensa y no le deje pasar ni una falta a nadie. Puede decirse que una de las razones por las que esta sea una idea tan replicable es el hecho de que su premisa se escriba prácticamente sola, siendo inmediatamente identificable con el público de cualquier lugar del mundo. Re Loca En el primer acto se establecen las diversas faltas de respeto que experimenta la protagonista, para que esta devuelva los golpes durante el segundo acto. En dicho segundo acto aparece la película que los trailers prometieron y que el espectador pagó por ver: una sucesión catárticamente hilarante de eventos respondiendo a situaciones en las que muchos hemos estado involucrados, pero que por civilidad nunca nos animamos a responder. Todo esto, desde luego, aplicado a la cotidianeidad y coloquialidad argentinas, con abundancia de palabras y gestos soeces. El problema es que ello es sostenible solamente durante la primera mitad de ese segundo acto, mientras que la segunda mitad se desinfla. Aunque esta última, lógicamente, muestra las consecuencias de ese tipo de accionar y propulsa el aprendizaje final de buscar un equilibrio, no cuenta con instancias tan graciosas o interesantes como aquellas cosechadas inicialmente. También es necesario señalar que algunos personajes, en particular las contrafiguras a las que responde la protagonista, son ilustrados con un trazo demasiado grueso, demasiado unidimensional, demasiado explícito. En materia actoral, se puede decir sin exagerar que si la película llega lejos en taquilla es gracias a la labor deNatalia Oreiro. La actriz se pone al hombro la película con su carisma e intensidad interpretativa, virtudes que sacan en más de una oportunidad al film del atolladero. Ella está apoyada por labores muy decentes de un elenco secundario, donde no hay mucho para elogiar pero tampoco para echar en contra. En el costado técnico, Re Loca se mantiene simple: una fotografía y montaje limitándose a subrayar el talento interpretativo. Aunque debe señalarse que cuando hay oportunidad de plantear una composición distinta a lo habitual, la dirección lo sabe aprovechar. Conclusión Re-Loca es una propuesta que durante la mitad de su metraje es todo lo que prometió ser; después de esa catarsis, a la película le cuesta sostener el rumbo. Si el espectador puede creer en ella como un todo es gracias a la carismática labor de su protagonista.
El Hollywood actual da para todo. Si algo como los emojispueden tener una película de índole narrativa, ¿por qué no iba a tenerlo la famosa mancha?, ese viejo juego del patio de recreo en que nos perseguíamos mutuamente tratando de pasarle la “mancha” a otro. Te atrapé! lleva esto a otro nivel. Pero contrario a la creencia popular, no se trata de una exageración hollywoodense sino de una historia tan bizarramente real que pudo haber salido de la cabeza de alguno de sus ejecutivos. Los Niños Internos Cada año, durante el mes de mayo, cinco amigos juegan un intenso juego de la “mancha”, pero este será diferente ya que uno de ellos, el campeón invicto que nunca ha sido “manchado”, se retira del juego dado a que está por casarse. La trama se complica cuando los cinco amigos se comprometen a no hacer ninguna movida durante la ceremonia, que es el momento donde más vulnerable estará dicho campeón. A partir de aquí no serán pocas las tentaciones para romper esa regla. Principalmente, por los métodos extremos de los amigos para “mancharse” el uno al otro. A nivel guion Te Atrapé! resulta ser una película entretenida en lo más esencial. El prospecto de ver a hombres maduros incurrir en juegos de niños es tan gracioso como lo hacen parecer los trailers. Pero no es solamente la ridiculez inherente en ello lo que entrega las risas, sino el tono exageradamente dramático, digno de una película de acción o espionaje, que asumen a la hora de jugar dicho juego. Sin embargo no todo son rosas para el guion. Si hay un problema que achacarle a Te Atrape! es su falta de riesgo. Las reglas básicas de la narración determinan que a la hora de establecer un conflicto también se necesita establecer qué puede ocurrir si no se resuelve. Aquí el único riesgo, o lo que presentan como uno, es que el campeón invicto se retire como tal. No es un riesgo que pesa, no es algo que pueda dejar a los personajes peor de lo que ya estaban. Está bien: se supone que es algo lúdico, pero si este es un juego de la mancha que por ser distinto a los otros vale la pena ser narrado, tenés que mostrar lo que les puede costar perder una vez más. Hay intentos, tales como sostener en la adultez una amistad que data de la niñez, y eventualmente todo tiene su explicación -la cual no daré porque significaría entrar en terreno de spoilers- pero no obstante, sí se puede anticipar que se trata de un deus ex machina con todas las de la ley que los más exigentes se lo achacarán en contra (y con justa razón), mientras que otros podrán perdonárselo (también con justa razón) dada la procedencia verídica de la historia. En materia actoral tenemos efectivos trabajos interpretativos de Jon Hamm, Jake Johnson y Jeremy Renner, pero quien se devora la película con su carisma desde la primera escena es Ed Helms. Es de destacar el entusiasmo del plantel de actores al entregarse a los aspectos más lúdicos de la historia. No hay un solo piloto automático aquí: la idea de volver a ser niños se la tomaron muy en serio. Por el costado técnico, la dirección capturó ese tono exageradamente dramático para un juego de niños que proponía el guión y lo aplicó en el aspecto visual valiéndose de la cámara lenta, el montaje rítmico y planos con expresividad distorsionada. Conclusión Te atrapé! se vale de unos actores y una puesta en escena que abraza lo lúdico de su premisa, incurriendo en un dramatismo exagerado al cual sabe cómo usar a su favor. La falta de un riesgo tangible puede ser lo que le quite lustre para quedar en el recuerdo, pero como entretenimiento es lo suficientemente cumplidor.
El afecto de otros. Ese alimento emocional que puede adquirir un afán tan grande como para hacernos perder el norte. Ese deseo de conexión es el corazón temático de Dry Martina, una propuesta que se concentra en esta búsqueda a ambos lados del mostrador: el físico y el emocional. Agitada, no revuelta Martina es una cantante con una razonable cantidad de éxitos, pero que no es lo que se dice feliz: vive a la sombra de una madre fallecida más famosa que ella, tiene un padre en estado de coma, y sexualmente hablando vive insatisfecha. En una de sus performances es abarcada por una joven chilena que dice ser su hermana. Inicialmente desestima este reclamo, solo para empezar un tórrido affaire sexual con el ex-novio de esta última. Cuando este vuelve a Chile, Martina decide ir detrás de él, solo que una vez allí encontrará una conexión más importante que la sexual. El sexo está en todas partes en esta película: en el texto, el subtexto, el cuerpo y la acción. Un exceso que parecerá morboso y de un exceso hasta humorístico, pero que es fundamental para apreciar el arco de cambio que experimenta la protagonista. Ella entiende al sexo como única expresión de amor, a tal extremo que ama al órgano genital no tanto a la persona, y encuentra en esta familia chilena no solo la conexión que tanto añora: el amor va más allá de lo físico, por clichado que pueda sonar. Presten atención a la tan graciosa como tierna escena que la protagonista tiene con un portero chileno, cuando le pregunta si necesita algo y ella responde: una pij*. La idea de la película nunca la van a tener más clara que ahí. Meritorio trabajo de Antonella Costa. Una entrega lanzada y desprejuiciada desde la primera escena hasta la última. Este personaje necesitaba de una intérprete que dejara los pudores en la puerta. Hablamos de una enorme valentía que Costa despliega en cada instancia en que la cámara se posa sobre ella. Una valentía que no es la primera vez que le vemos. El resto del reparto (en particular Patricio Contreras) ofrecen dignos acompañamientos y el costado técnico se muestra sobrio, a la altura del desafío en cuanto a fotografía y montaje. No obstante, hay que reconocer que sabe sacarle provecho a la lumínica visión panorámica que se tiene de la ciudad de Santiago de Chile. Conclusión Dry Martina es una historia sobre la búsqueda de los afectos y las conexiones humanas que los hacen posibles. Un guion prolijo, sumando a una labor interpretativa destacable de su protagonista, es lo que hacen a esta película una narración más que disfrutable.