El Hilo Rojo es una película que está en boca de todo el mundo más por el escándalo ocurrido tras bambalinas entre sus protagonistas que por la película en sí misma, y considerando el visionado del producto terminado, llego a la conclusión de que la historia de ese affaire es más interesante que el de la propia película; algo a lo que van a tener que sacarle jugo de naranja ya que el producto, por sus propios méritos, no les hace ningún favor. Se contrae, se estira, se enreda… y se rompe El Hilo Rojo cuenta la historia de Manuel y Abril, que se conocen en un vuelo a Madrid. Coqueteo va, histeriqueo viene, la cosa termina en un acalorado hockey de amígdalas que parece ser la antesala a un mambo horizontal de antología, pero que no llega a producirse por un problema de seguridad una vez llegados al aeropuerto. No obstante, se encuentran siete años más tarde, para tratar de iniciar una historia, a pesar de que ahora ambos están casados y con hijos. El guión de la película no aprovecha el potencial de su premisa sobre el amor predestinado. No obstante, su problema mayor es que el desarrollo narrativo es tremendamente aburrido, por no decir inverosímil. Las escenas de sexo, que se supone son el punto fuerte de la película, son precoces y antieróticas; esta palta no despierta ni a un muerto, damas y caballeros. Los personajes, lloran, se tiran en la cama pensando, caminan por Colombia, y el poco conflicto que tiene digamos que tiene la pinta de serlo, pero no se siente como tal. Las confesiones no son sufridas y menos que menos meditadas, y las infidelidades no se sospechan sino que directamente se asumen con evidencias que podrían significar cualquier otra cosa. A esto debo agregar que cuenta con un desenlace completamente insatisfactorio por no decir groseramente derivativo. En lo que al aspecto técnico refiere, la película no tiene nada para ser criticado; bien fotografiado y bien montado. Por otro lado, el aspecto actoral lamentablemente sí deja bastante que desear. Eugenia Suarez no es creíble como una mujer de 30 años, Benjamín Vicuña no puede remontar las cursilerías que le hace decir el guion y Guillermina Valdés parece demasiado forzada. El español Hugo Silva parece ser el único que sale indemne en este apartado. Conclusión El Hilo Rojo es una historia que se contrae, se enreda, se estira pero se termina rompiendo por lo flojo de su narración y su aspecto interpretativo. Más que ser una historia sobre una acalorada pasión o un amor predestinado es en realidad —y cito un episodio de Los Simpson— un océano de lujo decadente y sexo sin sentido. El escándalo detrás de escena muy probablemente le juegue a favor en las recaudaciones del fin de semana del estreno, pero los pingos se verán en el boca a boca, y ahí sí que va a ser difícil sostener a flote un barco que, lamentablemente, hace agua por todos lados. Eso sí, el mercado de la palta, sin importar el resultado, está de parabienes.
Inesperadamente sólida. Inesperadamente graciosa. Nunca jugué al Angry Birds, pero era consciente de su enorme popularidad. Como la mayoría, al descubrir que tendrían una película, mi reacción inicial fue “Acá tenemos otro intento ridículo de los estudios de hacer plata con una propiedad conocida”. No obstante, si hay algo con lo que no puedo discutir es cuando me encuentro con una buena narración y con una buena comedia. Para mi sorpresa —y espero que para más de un espectador—, Angry Birds es un título de animación que sale airoso en ambos frentes. Pájaro en mano En una isla completamente habitada por pájaros antropomorfos, Red está obligado por la corte a tomar clases de manejo de la ira, a raíz de un desaguisado que tuvo con un padre que contrató sus servicios como payaso de fiestas infantiles. El curso no le sienta bien, ni la orientadora que lo dirige y menos que menos sus compañeros de curso. Mientras se produce esto, llegan a la isla una raza de cerdos, alegando venir en son de paz, pero Red comienza a sospechar que algo raro están tramando. Siendo una película de animación “no-Pixar” me esperaba lo peor, y sin embargo fui derribado del caballo. Luego pude constatar en los créditos que el responsable del guión es Jon Vitti, un caballero responsable de episodios de Los Simpson tales como “Bart el Genio”, “Las Crepas de la Ira”, “Simpson & Dalila”, “Bart el amante”, “Don Barredora”, “Cabo de Miedosos” y “Burns Verkaufen der Kraftwerk”. Pero haciendo un lado mi obvio fanatismo por la familia amarilla —en sus primeros años claro está— hablemos del guión de la película en cuestión. Este posee una estructura clara y definida, con una narrativa que fluye y sendas escenas de acción muy bien trabajadas. Los personajes están claramente delineados y desarrollados; cada uno con su tic, con su personalidad, y cada uno tiene su escena en donde se roba la película. A todo esto debe sumarse que el arco del protagonista es trabajado satisfactoriamente. Naturalmente, en el apartado cómico es donde la película tiene sus mayores lauros; hay momentos de risa modesta, y otros con sonoras carcajadas que se sostienen durante minutos. La animación de la película está bastante lograda; hay un gustoso uso de las texturas y los colores primarios, resaltado por decentes efectos de iluminación dentro de una clave alta, a lo que tenemos que sumar un muy fluido uso de la cámara. Por el costado de la banda de sonido destaco también la partitura música de Heitor Pereira. Conclusión Con personajes queribles y un impecable sentido tanto de la aventura como de la comedia, Angry Birds es un título que dejará satisfechos tanto a los chicos como a los adultos que los acompañen, hayan jugado el juego o no. Aunque dista de ser una obra maestra, no sólo cumple con creces su objetivo de entretener, sino que lo hace contando bien una historia a través de personajes que pueden conectar con el espectador. Una inesperada y sólida sorpresa.
Un título de prolija elaboración pero que falla en su objetivo último. La comedia romántica es un género predecible que no oculta sorpresas; el espectador lo sabe y hasta cierto punto lo acepta; aunque agradece si se decantan por el camino opuesto, siempre y cuando responda a la lógica interna de la narración. Pero por mas verosímil que luzca el romance a narrar, la comedia es un género binario; te hace reír o no lo hace. Es así de sencillo. Aunque Caída del Cielo se nos presenta como una comedia romántica clásica en el más categórico sentido y tiene sus elementos muy bien planteados, el resultado final tristemente no logra conseguir su objetivo primordial. El romance está, ¿Y la comedia? Bien, gracias Alejandro, un sonidista teatral, se despierta un día y sale a tomar aire en el patio de su departamento. En ese mismo instante, de la nada, cae, literalmente, Julia, una mujer que vive en su mismo edificio. Esta casualidad da pie a una serie de eventos que, dada las neurosis que ambos tienen en común, no tarda en terminar en romance. No obstante, Alejandro empieza a pensar que la incursión de Julia en su vida puede estar atribuido a algo más que un simple accidente. Los conflictos inherentes al género están y los personajes están apropiadamente delineados con sus tics y su pasado, pero la estrategia de juego no es la adecuada; estamos hablando de una comedia romántica donde el romance está pero la comedia brilla por su ausencia. El sonido se usa más como truco que como herramienta narrativa; se vale de una subtrama, en apariencia válida por transcurrir en el lugar de trabajo del protagonista, pero que a la postre no contribuye ni argumental o temáticamente; y se decanta por apelar a una inverosimilitud caprichosa para justificar la puesta en marcha de su desenlace. Los apartados técnicos son impecables; cuidadas composiciones de cuadro en clave alta de iluminación, al igual que su dirección de arte, sumado a un montaje prolijo que sabe con precisión a que expresión y a que acción cortar. Todos y cada uno de estos recursos están en claro cumplimiento de la estética visual que se espera en una comedia. ¿Pero de qué sirve cuando el objetivo principal del género no se cumple?. Las actuaciones de Peto Menahem y Muriel Santa Ana son profesionalmente decentes; se nota que le imprimieron un enorme esfuerzo a la composición de sus personajes. Hablando en concreto, no hay nada que criticarles a su labor, pero por desgracia el guión con el que trabajaron los pone en una situación que tampoco les deja mucho para elogiar. Conclusión Caída del Cielo es un título de prolija elaboración, pero que lamentablemente falla en su objetivo último, que es el de generar risas. Esto impide a sus aciertos actorales y técnicos el poder destacar más allá de un buen desempeño profesional. La intención estuvo, las ganas también, e indefectiblemente el esfuerzo. Pero sólo con eso no hacemos nada; si la risa no sale, no se la puede sacar a golpes.
Un brillante thriller dramático, turbio y sorprendente. Cuando me piden que recomiende una película de un festival, hojeo el catalogo siguiendo mi instinto, ya sea por la historia que ofrece o el fotograma que despliega como ejemplo suscita mi atención. Goodnight Mommy es una de esas felices coincidencias donde me atrajeron ambas cosas y el resultado final fue mucho mejor de lo que esperaba. A continuación lo que pienso sobre esta extraordinaria cinta austriaca. Mamita querida Marie Christine, una presentadora de televisión, ha sufrido un accidente y volvió a casa tras haber sido sometida a una reconstrucción facial. Ella vive en una casa remota junto a sus dos hijos, los gemelos Lukas y Elias. Los problemas surgirán cuando ciertas actitudes de Marie Christine hagan a los gemelos dudar de si esta mujer es su madre o se trata de una impostora. Goodnight Mommy tiene un guion solido como la roca, pero no solo en su construcción sino en su desarrollo. Este te agarra y no te suelta; esparce las pistas estrategicamente a lo largo de la trama para hacerte creer una cosa y encamina todo hacia un desenlace que, honestamente, no lo ves venir. Aparte, cabe aclarar, que los métodos de los que se valen los gemelos para conseguir su objetivo son de un sadismo tal, que no se veian infantes tan atemorizantes desde Damien en La Profecía. Los hermanos sean unidos… Goodnight Mommy tiene una fotografía impecable, en las que predominan unas meditadas composiciones de cuadro en Cinemascope. Parrafo aparte merece la aceitada dirección de arte que a simple vista parece ser solo una herramienta del verosímil, pero si uno mira mas de cerca, habla volúmenes de la intensa historia que vive esta familia. Ahora cabe decirlo, esta película alcanza la perfección por obra y gracia del apartado actoral. La película entera descansa en los hombros de los tres actores. Si bien la actriz que da vida a la madre entrega un trabajo decente, los que sorprenden son los gemelos Lukas y Elias Schwarz que entregan una interpretación escalofriante de estos hermanos que con muy pocos escrupulos, se valen de la travesura mas inocente hasta la tortura mas violenta para comprobar su teoría. Conclusión De la mano de un guion tan sólido como estratégicamente manipulador, sumado a unas actuaciones afiladísimas y un estilo visual de increíble pericia, Goodnight Mommy es una de las joyas de este BAFICI. Una película que merece un estreno comercial, porque es una experiencia cinematográfica como pocas, del primer encuadre al ultimo.
Crítica realizada durante el 30° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata La cultura como estrategia de personaje Siendo el cine un medio visual, llevar adelante de forma dinámica una película cuyos motores narrativos y de desarrollo de personaje sean el amor por las palabras puede llegar a ser una tarea titánica que puede desviarse con facilidad. Afortunadamente, Alejandro Agresti (El Acto en cuestión) con su mas reciente obra, Mecánica Popular, sale lo suficientemente bien parado del desafío. El combustible de la mente Mario Zavadikner, responsable de una editorial de libros de psicoanalisis y filosofia, llega una noche a su oficina con miras a suicidarse. Dicha acción es frustrada por la llegada de Silvia Beltrán, una joven que le exige leer su manuscrito, con miras a una publicación y de no hacerlo se suicidará. Partiendo de aquí comenzará un intercambio de opiniones y reflexiones culturales e intelectuales, que dicho sea de paso confrontarán a Mario con su pasado. Mecánica Popular plantea una interesante estructura clásica con personajes claramente definidos, un conflicto claro que pone en marcha la acción y un desarrollo narrativo satisfactorio. Es una critica dura, con suficiente lugar para la comedia, contra como lo intelectual y lo cultural han pasado a ser un bien de consumo mas, en vez de ser expresiones singulares de pensamiento. Aunque las referencias intelectuales y autorales que despliega la historia exigen un enorme nivel cultural por parte del espectador, están justificadas como parte de la naturaleza esencial de los personajes. Es como una mitad que se vuelve completa a partir de los aportes del aspecto interpretativo. Por el costado de la técnica, Mecánica Popular posee una fotografía impecable con una iluminación muy meditada y composiciones de cuadro que combinan con una enorme sabiduría lo mejor del teatro con lo mejor del cine. Todo esto por no decir que la dirección de arte arroja muchos guiños sutiles para aquel espectador que posea un ojo afilado. Por el costado actoral tanto Romina Ricci como Marina Glezer dejan todo en la cancha cinematográfica al encarnar las dos percepciones que Zavadikner tiene de Silvia. Patricio Contreras entrega un secundario de lujo en su rol de un sereno con mas cultura de la que parece. Una composición admirable. No obstante, el punto alto a nivel interpretativo es incuestionablemente Alejandro Awada. El espectador puede no saber o entender nada de las citas o los autores que su personaje pregona, pero el caldero de emociones que el actor pone al descubierto al accionar los dialogos de su personaje son tales que hubiera conmovido al espectador así hablase de física cuántica. Notable. Conclusión Mecánica Popular es una película sobre la pasión, sobre el rol que tienen las palabras y la cultura en nuestra vida. Si bien, sus referencias viran violentamente a cosas demasiado especificas para el publico general, no se discute ni se debate la enorme pasión que hay en cada composición de cuadro y en cada matiz interpretativo. Si bien no es para todos los publicos, no tendra ningun problema en encontrar el suyo.
Una buena estructura, pero con ladrillos que se resquebrajan. Tras dos comedias (La Suerte está Echada y la taquillera Un Cuento Chino), Sebastián Borensztein se anima con un drama. Aunque si bien es el primero que hace en cine, no hay que olvidar que él es el creador de TiempoFinal, aquel memorable unitario televisivo donde el suspenso estaba a la orden de cada episodio. En Kóblic une fuerzas con otro guionista de aquel memorable programa, Alejandro Ocón, para dar vida a una historia que aunque tiene su contenido político es más deudora al western y al policial que otra cosa. ¿Y Dónde está el Piloto? Corre el año 1977, la Argentina se encuentra en plena Dictadura Militar. El Capitán Tomás Kóblic de la Armada Argentina decide desertar tras participar en uno de los infames “Vuelos de la Muerte”, y se esconde en un pueblito de la Provincia de Buenos Aires. Por desgracia, su presencia no pasará desapercibida, ya que el Comisario local comienza a sospechar de sus movimientos. El guión de la película aunque claro en su estructura y las motivaciones de su protagonista, presenta problemas de fluidez en su recorrido; es una película de 90 minutos que se siente de más, particularmente porque se toma demasiado tiempo en establecer el conflicto principal. Aparte, el antagonista no tiene ningún motivo en concreto de porqué hacerle la vida imposible al protagonista. El interés romántico (aspecto que se desarrolla inverosímilmente rápido) está prácticamente de adorno, y no cumple ninguna función además de tener sexo con el protagonista o sufrir los golpes de su pareja. Por el costado técnico posee una eficiente dirección de arte, por no decir una excelente fotografía, donde no solo se animan a jugar con el contraste de luces y sombras, sino entre un color y otro; como explicitando a través de la imagen el secreto que guarda el protagonista. En el apartado actoral, no hay mucho que decir: Ricardo Darín entrega nuevamente una interpretación eficiente. Oscar Martínez entrega un comisario de pueblo al cual muchos les parecerá caricaturesco, aunque quien esto escribe debe destacar y puede confirmar ––con conocimiento de causa–– que conoció a muchas personas con el tono y las expresiones utilizadas por su personaje. Inma Cuesta entrega un trabajo decente; no pincha ni corta, pero tampoco lo hace su personaje en el guión. Conclusión Kóblic presenta una factura técnica y actoral impecable, pero lamentablemente su guión hace agua en apartados esenciales; una buena estructura, pero con algunos ladrillos en su fundación que se resquebrajan demasiado como para poder ignorarlos.
Un título que tenía los elementos para diferenciarse, pero que sucumbe al más básico procedimiento. Decir que el terror no está pasando por su mejor momento es una verdad de perogrullo, pero es incluso más decepcionante el contemplar cuando una película del género cuenta con los elementos narrativos para ser distinta al resto, y se decanta por el desarrollo más básico y predecible. ¿De qué Diablo me estás hablando? Evey es la sobreviviente de un accidente automovilístico en donde muere un nene que iba en el otro auto. Esto le genera una culpa enorme que la tiene consumiendo antidepresivos constantemente. Ella frena dicha costumbre al descubrir que está embarazada y se muda con su marido a un viñedo que este acaba de adquirir, para así criar al nene en un ambiente sano. Pero ni bien se instalan, Evey comienza a tener visiones de cosas horribles que pasan en la casa. Por desgracia ella es la única que percibe las mismas y su sanidad mental es cuestionada mientras intenta buscar una respuesta lógica a estos eventos sobrenaturales. Yo vi al Diablo podía haber sido un gran ejercicio sobre las influencias y consecuencias de la culpa, pero parece más obsesionada en producir un cóctel de sobresaltos, que si bien contribuyen a la experiencia visual, es una idea incompleta de cómo una película de terror se queda con el espectador. Si hay algo todavía más triste es que todo, absolutamente todo lo que ocurre en la película nace a partir de los personajes. Todos los obstáculos que presenta el guion son una representación física o no de sus miedos, sus culpas y sus frustraciones; el “¿Qué se cuenta?” ingenioso acaba siendo desperdiciado por un “¿Cómo se cuenta?” que fue repetido en otros títulos hasta la saciedad. Por el costado técnico, la fotografía, el montaje y la dirección de arte responden a la factura típica de una película de terror. Noto cierta nobleza en el deseo de no usar tanto CGI y recurrir, la mayoría del metraje, a elementos prácticos. Por el costado de la actuación hay una adecuada labor de Isla Fisher. Si bien su interpretación tiene ciertos desniveles en donde la histeria se exagera (incluso más allá del verosímil requerido para dar vida a una mujer embarazada, que como tal tiene las hormonas en estado de ebullición) hay que saber separar cuando una actriz entrega una mala interpretación y cuando esta simplemente responde a un guión que no le da mucho con que trabajar. No obstante, la única curiosidad que me generaba esta película era la posibilidad de ver a Jim Parsons en otro papel aparte del que interpreta en Big Bang Theory. Aunque se mentaliza y da vida con autenticidad a un obstetra, puede notarse en su andar y su voz un leve regusto del Dr. Sheldon Cooper. Conclusión Yo vi al Diablo tenía todo para ser una película de terror distinta, y por un evidente miedo (nunca mejor dicho) a parecer demasiado psicológica, acaba por sucumbir a todos los clichés que aquejan al género de horror en la actualidad. Una verdadera lástima.
Crítica realizada durante el 30° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La genialidad en la sencillez y viceversa. Si hay una cosa que admiro en un cineasta es que no tenga el mas mínimo temor en ser simple. Es decir, tomar una historia y contarla bien nada mas. Curiosamente, en lo que atañe este titulo, quien lleva a cabo este logro es un cineasta reconocido por tratar temas complejos con metodologías aun mas complejas. A continuación te ilustro porque Recuerdos Secretos es una de las perlas de la Competencia Internacional del presente Festival de Mar del Plata. La memoria… castigo eterno Zev Guttman es un anciano que padece de demencia y que recientemente perdió a su mujer. El vive en un asilo de ancianos y comparte con su compañero Max la desgracia de haber sobrevivido a los Campos de Concentración en Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Ni bien se produce el fallecimiento de su señora, él recibe de Max un sobre con una carta, dinero y un pasaje de tren. Max tiene información sobre el jerarca nazi que mató a las familias de ambos, sabe que se llama Rudy Kurlander pero hay como cuatro diseminados por el país, no tiene modo de saber quien es el que concretamente es responsable. Zev, teniendo en contra su enfermedad y la carta como constante recordatorio, debe encontrar al verdadero Kurlander y matarlo. El guion de Recuerdos Secretos es tremendamente simple y he ahí su solidez. Un personaje con un objetivo concreto, pero con obstáculos externos e internos que le impiden alcanzar esa meta. Una narración que fluye constantemente y mantiene enganchado al espectador mayoritariamente a base de curiosidad, y utiliza la tensión solo cuando es necesario. A esto hay que sumarle un desenlace sorpresivo y completamente impredecible. Felicito a Benjamin August por recordarnos que si hay algo tan importante como el encontrar métodos nuevos de narrar es revalorizar aquellas técnicas que aunque simples funcionan desde siempre. Por el costado técnico la película es muy sobria. Se vale de un montaje preciso que sabe como suministrar la información y cuando omitirla, todo esto al servicio de unas composiciones de cuadro sirviendo a los mismos efectos. Amen de una utilización filosa y casi subliminal del diseño de sonido. Por el costado actoral tenemos una composición de Christopher Plummer que no tiene desperdicio en absoluto. La película descansa en sus hombros completamente, y consigue en todo momento que el espectador este pendiente de el y pueda sentir sus traumas como propios. Martin Landau hace un ejercicio de extrema sutileza con un personaje de palabras suaves pero con muchísima ira. Quiero destacar también a Dean Norris (Hank de Breaking Bad) que da vida a un intimidante policía neo nazi al cual el personaje de Plummer debe hacerle frente. Conclusión Recuerdos Secretos no es solo el titulo de esta película, sino un recordatorio, un pedido de que nos acordemos que hay veces que el mejor cine no es tanto el que innova, sino el que sabe utilizar los recursos que funcionan y funcionaron desde siempre. Una historia y un estilo de narración que no tienen miedo de ser simples. Una valentía que deja muy bien parados a Atom Egoyan y a Benjamin August. Aplaudible por sus logros por donde se la mire. Altamente recomendable.
Prototípico relato sobre el esfuerzo, apoyado sobre un gran carisma interpretativo Los dramas deportivos son, fueron y serán un terreno fértil para las narraciones. No tanto por el deporte, sino por lo que pasa fuera del mismo y el espectador puede percibir cómo esa potencial victoria o derrota no es algo que está supeditado a simplemente un juego. Aunque Volando Alto no sea un ejemplo paradigmático o siquiera transcendental dentro de este concepto, se molesta en entregar una narración eficiente y entretenida. Vuela, vuela… en la nieve Volando Alto cuenta la verdadera historia de Michael Edwards, un joven británico que desde que tiene uso de razón desea ser un atleta olímpico y cree que el salto en ski será la disciplina que le ayude a alcanzar esa meta. Desde el vamos se enfrentará a varios obstáculos, que oscilan desde las obvias imposibilidades físicas hasta por la subestimación de las autoridades deportivas, pero encontrara en Bronson Peary, un otrora campeón olímpico, al entrenador que lo convertirá en un campeón. El guión de Volando Alto es uno estándar; una historia que aunque tiene el mote de “basado en hechos reales” presenta una estructura que ya vimos mil veces. Uno puede ver venir desde el vamos cual va a ser el desenlace. Haciendo a un lado la carencia de sorpresas, la historia tiene lugar para ciertas escenas cómicas y sigue al pie de la letra la típica premisa de que si se le pone esfuerzo a las cosas, todo se puede. No obstante, cabe destacar que la película no aburre y se mantiene dinámica a pesar de su predictibilidad. Por el costado técnico, tenemos una buena fotografía y un montaje dinámico, como es de esperar en todas las películas deportivas. Párrafo aparte, cabe aclarar que al ser una película ambientada en los ’80 está plagada de una buena selección de música de aquella época. En el apartado actoral, Hugh Jackman entrega una carismática iteración del típico cliché del “mentor sabio pero alcohólico” que sabe ganarse la simpatía del público, particularmente en una escena de entrenamiento que involucra la evocación de la chica 10, Bo Derek. Su contraparte y protagonista de esta historia, Taron Egerton, entrega una performance eficiente aunque a menudo roza la imitación caricaturesca. Conclusión Volando Alto es una película entretenida sin muchas pretensiones y con un lindo mensaje. No es lo que se dice imperdible, pero si tiene el tiempo, el dinero y quiere pasarla bien durante 106 minutos puede que no lo decepcione.
Una película que nos recuerda la enorme importancia de la obsesión en un personaje. Hoy por hoy estamos tan acostumbrados a las grandes historias, que nos olvidamos que también las hay pequeñas, incluso con más corazón y muchas más cosas que decir que la vasta mayoría de los tanques que ni siquiera se esfuerzan a nivel guión. Pero si estas pequeñas historias son también concebidas y arraigadas en los más elementales ––y tristemente olvidados–– principios narrativos, puede destacarse su esfuerzo a pesar de los inevitables errores que puedan presentarse en el camino. Toda persona es un deseo Isabel es una adolescente que vive en un remoto pueblo de Jujuy, el cual recientemente esta de parabienes por estar circundando la construcción de un hotel que podría darle empleo a los lugareños. No obstante, Isabel siente la necesidad de ver que hay más allá de su pueblo. Una necesidad, un objetivo, que en pos de cumplirlo la arrastrará por un derrotero que no torcerá en lo más mínimo su determinación. Si bien posee una estructura de tres actos atípica, algún que otro tiempo muerto y alguna que otra escena de relleno, La Niña de los Tacones Amarillos es un ejemplo a seguir en un apartado en especial y es en el del desarrollo del personaje protagónico. Esto se debe a que implementa un principio tan básico, necesario y tristemente olvidado como es la obsesión de un personaje por conseguir esa meta que quiere tanto. Aunque no lo hace de forma grandilocuente, vemos como este deseo de Isabel por querer irse de su pueblo la obliga a incurrir en actos cuestionables que la humillan, le arrancan su dignidad y la alejan de los que más quiere conforme su meta se vuelve más cercana. El desenlace a muchos les parecerá poco satisfactorio, pero si prestan atención, no tanto al viaje sino al personaje, se darán cuenta que estamos ante un primer capítulo que no necesita de secuelas para saber cómo va a terminar. Es una sola fotografía, cuyo futuro el espectador construye más allá de la proyección. En el apartado técnico tenemos una eficiente fotografía, con cuidadas composiciones de cuadro hechas en Cinemascope, la cual que no sucumbe a tantos cortes de montaje, sino que agrupa a los actores como si de un escenario teatral se tratara, y tiene la suficiente sutileza de meter un primer plano o un movimiento de cámara sólo en el momento preciso. La dirección de arte también entrega eficiencia en su desempeño, pero su uso del color es notable y un derivado directo de la meditada escritura de la película; los tacones amarillos que adquiere Isabel, así como los hechos que rodean dicha adquisición simbolizan muy concretamente quien es y lo que está dispuesta a hacer para conseguir lo que quiere. En el apartado actoral tenemos interpretaciones lucidas del reparto, pero quien destaca es su protagonista Mercedes Burgos, quien se lleva al hombro la película y la hace suya desde su primera aparición demostrando perfecto control de qué es lo que mueve a este personaje. Una seguridad tan inmediata como poco frecuente. Conclusión La Niña de los Tacones Amarillos es una película que aunque tiene sus tropiezos, cuenta con suficientes virtudes para destacar. Aunque no es para todo el mundo, los asiduos a querer ver un cine distinto al que ofrecen las grandes cadenas podrán sacarle mucho provecho. Un ejemplo más que prolijo.