Un titulo tan críptico como lo es crítico y con un despliegue actoral sobresaliente. Las películas de Hollywood a esta altura del partido no son ninguna novedad. Casi todas tratan sobre lo mismo: Arrogancia, Soberbia, Excesos, Exitismo, Hipocresia, Humillación, Histeria y Desesperación. Pero como todo fenómeno refritado, el talento no pasa tanto en buscar un nuevo tema, sino como exponer lo ya visto bajo una nueva luz. El viejo y querido “Dame lo mismo, pero de modo diferente”. Eso es lo que hace David Cronenberg con Polvo de Estrellas, una película que toma estos cliches pero que son nada más que el escenario, una antesala de los verdaderos fantasmas que atosigan a sus protagonistas. ¿Cómo está en el papel? Polvo de Estrellas cuenta tres historias. Por un lado tenemos a Agatha (Mia Wasikowska), una joven que viene de Florida a Los Angeles para encontrarse con su familia, donde traba amistad —y luego algo mas— con Jerome (Robert Pattinson), un chofer de limusinas, aspirante a actor y guionista, y consigue trabajo como asistente de Havana Segrand (Julianne Moore), una actriz en decadencia. El segundo arco narrativo involucra a la arriba mencionada actriz que está desesperada por conseguir el rol protagonista en la remake de una película que fue protagonizada en su versión original por su madre. Havana empieza a sumergirse progresivamente en la locura cuando empieza a tener visiones de su madre (Sarah Gadon) que se le aparece con el aspecto que tenía en aquella película. El tercer arco narrativo involucra a la familia de Agatha. Su hermano, una estrellita joven recién salida de rehabilitación por drogas; su madre (Olivia Williams), que maneja agresivamente su carrera; y finalmente, su padre (John Cusack), un terapeuta prestigioso de Hollywood, quien tiene entre sus pacientes a Havana. El guion de la película es bastante claro en su construcción, tanto de los personajes como introducir un verosímil del mundo en donde viven. Pero cuando la película indaga más en los conflictos que sostienen a cada una de las tramas, es cuando la película empieza a multiplicar las capas de subtexto, y por ende, su complejidad. Cuando estas se presentan es cuando nos percatamos que toda la crítica al sistema de Hollywood es en realidad una excusa, que a la postre deja expuesto al verdadero tema de la película: Los hijos que pagan las culpas de los padres y prácticamente los condena a repetir su historia. ¿Cómo está en la pantalla? Del Cronenberg moderno (etapa iniciada con Una Historia Violenta), esta es la película donde más se nota el estilo de sus primeras películas. La evolución turbia de tema y trama se hace sentir en las elecciones de iluminación y el uso del color en cada plano. Cronenberg mantiene una puesta de cámara simple; sin atraer mucha atención a si misma. Las escenas cuando no están resueltas en un solo plano maestro, están resueltas en plano-contraplano. Esto se debe, al menos es lo que me parece a mí, para permitir el mejor lucimiento del aspecto actoral que es el plato fuerte de la película. El aspecto actoral, per se, es sobresaliente. Polvo de Estrellas es la película que mejor expone a Cronenberg como director de actores. No hay una sola actuación que desentona; hasta los bolos entregan actuaciones memorables. Pero de todo el ensamble, la que destaca es definitivamente Julianne Moore que se roba la película con cada escena en la que aparece. Merecidísimo, a mi juicio, su premio en Cannes. Conclusión Aunque un poco desafiante para el público mainstream, por el tema que abarca y cómo lo abarca, pero con un elenco que da placer verlo interpretar, Polvo de Estrellas es una película tan compleja como lo es profunda, donde el humor negro y el melodrama viven en sintonía. El que quiera ver una propuesta autoral fuerte, pero agraciadamente ejecutada, tal vez quiera darle una oportunidad.
Una película decentemente realizada que descansa en los hábiles hombros de Michael Caine. Hay historias que uno ha oído millones de veces, y uno tiene una idea mas o menos hecha basada en el fracaso o el éxito que esos títulos han tenido en nosotros. Pero la clave de ese viejo adagio “Dame lo mismo, pero de modo diferente” reside en la manera en la que esa misma historia es narrada. Un buen trabajo interpretativo puede salvar a una película del terreno de lo predecible hacia lo llevadero, y ese es el caso de El Último Amor. ¿Como esta en el papel? Matthew Morgan (Michael Caine) es un profesor de filosofía retirado que lleva viviendo en París los últimos tres años. Recientemente, Matthew ha perdido a su mujer a causa de una larga enfermedad, que como podrán imaginar lo tiene muy de capa caída. Todo esto cambia cuando un día, en un colectivo, conoce a Pauline (Clemence Poesy), una joven profesora de baile con la que entabla una amistad que de a poco le devuelve la luz a su vida. Dicha alegría se verá interrumpida por la llegada de sus hijos, quienes sospechan que Pauline tiene otras intenciones para con su padre. La fuerza del guion obviamente son las muy trabajadas interacciones entre sus personajes. Tiene un subtexto bastante rico que habla sobre el amor, mas precisamente sobre el concepto de darlo todo por una persona, y como cuando esa persona se va, uno se siente hasta incapaz de abrir su corazón a nadie mas. No obstante, la película es lo suficientemente inteligente para dejar en claro que esto no se limita exclusivamente al amor romántico, sino que se aplica al amor por los hijos y por esas personas cuyas presencias nos aclaran las cosas cuando no vemos mas que oscuridades. Aunque tiene un desenlace predecible y forzado, el saldo final es definitivamente satisfactorio por el recorrido que hacemos con el protagonista. ¿Como está en la Pantalla? La película esta sobriamente filmada, con una puesta de cámara muy bien pensada que corta solo cuando tiene que hacerlo. A esto debemos sumarle una apropiada banda de sonido que sabe subrayar apropiadamente los momentos dramáticos. Por el costado actoral, si esta película vale la pena es definitivamente por la sentida actuación de Michael Caine. Su gran rango interpretativo es lo que sostiene la película desde el principio hasta el final. Aunque párrafo aparte merece Gillian Anderson como la insoportablemente desconsiderada hija del personaje de Caine. Conclusión El Último Amor es una película sobria, sentida y decentemente narrada. Si desean ver una gran interpretación de Michael Caine, tal vez no quieran dejarla pasar. Un trabajo actoral que da gusto ver.
Un título cuyos clichés resultan más interesantes que la pasiva desmitificación a la que apuntan. Ver una comedia romántica hoy en día es el equivalente de ver una película de corte histórico; sabes el final incluso antes de ver el tráiler. Por lo que los guionistas del genero están doblemente obligados a construir un segundo acto que justifique la permanencia del espectador ante una historia que ya se sabe su final. Pero la de El Amor y Otras Historias es una curiosa excepción: En donde los clichés a ser criticados, resultan mucho más interesantes que la diferenciación con la realidad a la que apuntan. ¿Cómo está en el papel? Pablo Diuk (Ernesto Alterio) es un escritor que recibe el encargo de un productor (Luis Luque) para escribir una comedia romántica ambientada en Madrid. Por otro lado, la vida amorosa de Pablo no pasa por su mejor momento dado a las fricciones que experimenta con su pareja (Julieta Cardinali). Es a partir de acá donde la película se desdobla y cuenta paralelamente la historia de Pablo, y la del guion que está escribiendo: Una arquetípica historia de amor entre un chico y una chica (Quim Gutierrez y Marta Etura) con todos los clichés habidos y por haber del género. La película parece contar la historia de alguien que, como cita el poster, escribe las historias de amor que no se anima a vivir, y ahí mismo reside el problema del guion. La intención es que nos identificásemos con el personaje de Alterio y simplemente descontar a la historia que escribe como solo eso. Pero la pasividad que expone el personaje es tal, que hace que no nos importe lo que le pase o si llega a cumplir sus objetivos. Nos termina interesando mas, a pesar de saberlo de antemano, como va a terminar la clichada historia que está escribiendo. ¿Y por qué? Sencillo, porque clichada y todo, en esa historia que escribe por lo menos pasa algo, por lo menos nos importa lo que le pase a esos personajes. Si una historia que concebiste como un cliché le gana el pulso a la supuesta historia original que trata de contar que el amor de verdad no es como el de las películas, no es porque al espectador esta empecinado en no apostar por algo distinto, sino que en ese concepto “distinto” no le estas dando nada que lo motive, que lo enganche, que le dé ganas de seguir a ese personaje hasta el final, y la historia principal no tiene eso lamentablemente. ¿Cómo está en la pantalla? Ernesto Alterio encabeza un reparto que es correcto en el aspecto interpretativo. El punto a destacar es Luis Luque en el rol del excéntrico y vivaracho productor que le da el encargo al personaje de Alterio. Por el costado técnico, solo puedo decir que está bien filmada, con cierto ritmo, y supo alternar en los puntos justos entre las dos historias. Conclusión Si hay una enseñanza que nos deja El Amor y Otras Historias es lo importante que es el desarrollo de personajes. No importa si la historia a contar es una innovación narrativa o una estructura que hemos visto millones de veces, un protagonista pasivo mata el interés del espectador. Algo es siempre mejor que Nada; el movimiento es siempre mas interesante que la quietud. El desacierto de la película fue el no tener en cuenta tan básica noción. Si el cliché a criticar genera más interés que el intento de hacer algo distinto, es porque en ese algo distinto estaba algo que andaba mal desde el vamos.
Con la música adelante de todo. John Carney sorprendió en 2006 con una pequeña película filmada en video intitulada Once (que probablemente tengan mas fresca por la cancion “Falling Slowly” que le valió el Oscar a sus dos protagonistas), dicha película era una historia de amor con la música como hilo conductor y telón de fondo. Casi ocho años mas tarde, todavía independiente pero con un presupuesto mayor al de su antecesora y cuatro nominados al Oscar como parte del reparto, Carney vuelve a insistir con el romance y la música con ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? ¿Cómo está en el papel? Dan (Mark Ruffalo) es un ejecutivo discográfico que es despedido de la firma en donde trabaja. Esa misma noche, tras una severa borrachera, escucha cantar en un bar a Gretta (Keira Knightley), y queda obnubilado con su talento. Dan le propone a Gretta grabar un disco de forma completamente independiente, sin estudios, sin mezclas, en plena calle. Todo esto mientras Dan trata de lidiar con una mujer que ya no lo quiere y una hija con la que se comunica poco; Gretta, por otro lado intenta superar un rompimiento producto de la infidelidad de su novio, un reconocido cantante de rock. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? tiene el guion justo y necesario para funcionar. Tiene los suficientes elementos argumentales, temáticos y dramáticos en regla para que el espectador tenga un hilo que seguir y tenga interes por saber como va a terminar. Pero una cosa es clara: esos son solo tramites; lo que moviliza, motiva y hace funcionar a John Carney como narrador es la música. Esta es una de esas películas donde la música es, aparte de la pareja protagónica, un tercer protagonista indiscutido. La diferencia reside en que ese amor, esa necesidad y esa idiosincrasia forman parte del guion desde un principio, en oposición a lo que se estila la mayoría de las veces que es ver la peli terminada y, acorde a lo que transmiten las imágenes, tejer una alfombra musical sobre ellas. ¿Cómo está en la pantalla? Por el costado técnico, la película tiene un manejo de la cámara en mano que evidencia su claro espíritu independiente. El montaje, por obvias razones, responde a un estilo videoclipero. La música, como es de esperarse, esta excelentemente trabajada y no se limita solo a subrayar las acciones sino que les otorga una espina a las acciones que hacen que la película fluya mas rápido; consiguiendo así que disfrutemos del viaje, mas que preocuparnos en como va a terminar. Por el costado actoral tenemos apropiadas actuaciones de Keira Knightley, Hailee Steinfeld (como la hija del personaje de Ruffalo) y Catherine Keener en un pequeñísimo papel. Sin lugar a dudas, lo mas alto a nivel interpretativo es Mark Ruffalo. El actor sabe transmitir a la perfección no solo la derrota del personaje, sino su hambre de éxito y por encima de todo –como su director espera– su amor por la música. Conclusión A pulso de una narración correcta, actuaciones que saben cuando destacar y una banda de sonido que esta moviendo los hilos a cada momento ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? puede ser una buena opción si te interesa ver una película no tanto sobre el ambiente de la música, sino lo que significa para muchas personas.
Muy poco y muy tarde para una secuela nada innovadora. Más de un aspirante a cineasta alrededor del mundo tiene a Robert Rodriguez en un altar. No es difícil ver porqué: De la mano de El Mariachi le demostró al mundo que no se necesita tanto dinero para hacer una película –o al menos una que te permita empezar– y con Sin City propuso un estilo visual innovador que sigue a rajatabla el propuesto por el creador de aquella historia: Frank Miller. Pero nueve años más tarde, el estilo ya quedo establecido y la innovación ya no es tal. Lo que cocina la pregunta “Ok, ¿Qué mas tenés?” y la demorada respuesta, aunque estilísticamente apropiada, narrativamente muestra una pereza e impericia narrativa que saca a relucir los peores defectos de sus directores. ¿Cómo está en el papel? Sin CityEsta secuela de Sin City cuenta tres historias: En una, Johnny (Joseph Gordon Levitt), un apostador con una buena suerte innata, planea ganarle una partida de poker al villanesco Senador Roark (Powers Boothe). En otra, la stripper Nancy (Jessica Alba) quiere matar al mismo Senador pero como venganza por lo ocurrido al personaje de Bruce Willis en la primera película. En la tercera, Ava Lord (Eva Green) trata de convencer a su ex-pareja Dwight (Josh Brolin), un investigador privado, de salvarla de su ruin y millonario esposo. Las primeras dos historias fueron escritas especialmente para la película por el propio Miller, mientras que la tercera sigue fielmente la historia original del comic y que da título a la película. La estructura argumental, si se la puede llamar así, está distribuida como un sándwich. Empieza con la historia de Levitt, luego continua con la de Jessica Alba, luego viene –cual jamón del medio o la hamburguesa entre los dos panes— A Dame to Kill For sin cambiarle una sola coma a la historia original y sin interrupción alguna de las otras dos líneas argumentales, para retomar y cerrar la historia de Levitt, y luego retomar y cerrar la historia de Jessica Alba. Se nota a la legua que con solo la historia del Comic no llegaban a los 90 minutos, y para no volverse loco mezclándola con otra de las novelas, se crearon estas dos historias. Frank Miller es uno de los grandes guionistas e ilustradores que ha dado el arte del comic. Las novelas de Sin City son cine negro puro y duro llevado a las viñetas; funcionan y hacen que nos metamos en la mente y en los predicamentos de sus personajes. Pero esta secuela expone por enésima vez algo que pude confirmar: Que no sabe trasladar esa pericia al arte de la narración cinematográfica, donde entran en juego otras cosas: El guion de Miller parece empecinado en mostrar violencia sin sentido y frases cool. Si fuera una película exploitation lo entendería, pero el cine negro en el que se inspira no es solo exploitation; le falta ese nihilismo, le falta esa cuesta arriba, le falta esa debilidad humana tan arraigada en los sentimientos de sus personajes que se sentían tan reales en la primera película y en esta secuela es tan artificial, por no decir terriblemente superficial. ¿Cómo está en la pantalla? Alguien tiene que decirle a Robert Rodriguez varias cosas. Primero, filmar barato te hace un productor eficiente, no un buen director. Segundo, cortar bien te hace un buen montajista, no te hace un buen director. Tercero, filmar lindo te hace un buen director de fotografía, no te hace un buen director. Quinto, sacáte la p%&$ de Frank Miller de la boca, porque tu admiración ciega por el no te permite ver que la historia que funciona en las viñetas no está fluyendo bien en la pantalla. Por el costado actoral, hagamos lo siguiente: Joseph Gordon Levitt entrega una interpretación empática y que se gana la complicidad del espectador de entrada, a pesar de que hay ocasiones que el desarrollo de personaje que le ofrece el guion es bastante flojo. Por fuera de él, si no menciono a otros actores, es porque laburaron bien a pesar de la floja historia puesta a su servicio. Aclarado esto me detengo en las dos actuaciones que más me hicieron ruido, y por las que más me van a decir “No veo esta película para verlas actuar”, pero son falencias que saltan tanto a la vista y a los oídos que es imposible no mencionarlas. Eva Green (de la cual les adelanto que pela), una señorita que ha demostrado en sobradas ocasiones tener un talento actoral a la altura de su belleza, aquí sobreactúa al borde de la exageración. Uno podría pensar que ella homenajeo o se inspiro en las femme fatales de las películas de los ’40. Dicho registro desentona completamente con el resto del reparto y el registro de la película. Pero no todo es culpa de Green; es también un desacierto de Rodriguez como director de actores que tuvo que haber percibido y arreglado ese problema de tono. Está bien no sobredirigir a los actores, pero si los dejas así a la buena de Dios suelen pasan estos problemas. Jessica Alba (que no pela) encarna a un estereotipo totalmente carente de credibilidad, y aun menos de profundidad, de la loca y la borracha. El Cine Negro es psicología pura, que se tiene que trabajar en los ensayos, y la interpretación de Alba denota la poca preparación y aun menos ensayo. Conclusión Si bien mantiene el estilo visual de su predecesora, esta secuela de Sin City denota una pereza en el desarrollo de sus personajes que pone en evidencia la incapacidad de trasladar la narración ilustrada a la narración cinematográfica. Hay acción y humoradas, así como cuerpos desnudos para el disfrute del onanismo tanto masculino como femenino. Pero es un caramelo visual carente de alma, que desgasta el interés con cada minuto que pasa. La contracara absoluta de la película original.
Película cumplidora, pero hasta ahí. Brett Ratner es lo que se dice un director de películas cumplidoras. Esas pelis que son para pasar un rato… en el living de tu casa. Hércules se inscribe en esa categoría. ¿Cómo está en el papel? Resulta que Hércules, mitad Dios-mitad mortal, tras una tragedia personal, se vuelve un mercenario que surca las tierras griegas con sus fieles compañeros. Ante el legendario héroe se le presenta la princesa de Tracia, enviada por su padre, quien le pide si es capaz de entrenar a su ejército para combatir a un ejército tirano. El entrenamiento sale a pedir de boca, el ejercito tirano es derrotado, solo para que Hércules y compañía se den cuenta que el ejército no era tan tirano como parece, y él estaba materializando la voluntad del verdadero villano. La estructura del guion se sabe sostener… con cuatro fosforitos que en cualquier momento se quiebran, pero para cuando nos damos cuenta la película ya se terminó. Si la vemos desde el costado de la historia, hace agua por todos lados. Si la vemos desde el costado del personaje, zafa gracias al carisma de unos personajes que se hacen querer. Cosa que le suma un poco de puntos… apenas, porque se nota a la legua que si este apartado zafa es mas por el carisma de quien lo interpreta que por cómo estaba en el papel. ¿Cómo está en la pantalla? El 3D que ofrece la película, en honor a la verdad, debo decir que está muy bien hecho. Hubo un plano en el cual saltaba una flecha hacia cámara, y me retrocedí en el asiento. Pero no solo por eso; la cuestión de profundidad entre frente y fondo también fue muy bien trabajada, y eso que estamos hablando de una película que fue convertida al 3D mas que usar un sistema nativo. Ahora, el aspecto interpretativo está bastante sólido e interesante de ver, Dwayne Johnson (quien en esta película esta más musculoso que de costumbre), entrega una actuación decente, llena de carisma, aunque en algunos lados derrape un poquito; pero esto pasa más por el guion que por otra cosa. John Hurt como villano es sobrio y entrega una interpretación a la altura de su trayectoria. Pero de todo el reparto los que verdaderamente se llevan los aplausos –más por carisma que por solidez de personaje– son Rufus Sewell, como el segundo al mando del equipo de Hércules e Ian McShane, como el vidente del equipo. El aspecto técnico en general está bien trabajado, no es muy diferente a otras producciones épicas de la misma naturaleza. Es más hasta le diría que, estéticamente hablando, es como El Rey Escorpion, solo que cambien el antiguo Egipto por la antigua Grecia. Conclusión Hércules es una película que a fuerza de sobriedad técnica y carisma actoral, consigue ser una película decente; como ya dijimos, para pasar un rato. Si no tenés nada mejor que hacer, o nada mejor que ver, tal vez quieras darle una chance. Pero te tengo que advertir que no te perdés de nada, no es nada que no hayas visto antes.
Un guion solido traído a la vida con similar pulso narrativo e interpretativo. La pasión es tan necesaria en tantos aspectos de nuestra vida, pero es un concepto que no podemos ver con claridad la mayoría de las veces por el peso de las responsabilidades que son inherentes a la vida adulta. Puede intuirse que ese es el mensaje que el realizador Roberto Andó quiere darnos con Viva la Libertad. ¿Cómo está en el papel? Enrico Oliveri, el principal político de un partido de izquierda, no posee una buena imagen en las encuestas, y después de una conferencia nada exitosa, decide largar todo y huir a Paris para reencontrarse con una novia de su juventud. Mientras Enrico huye, los representantes del partido están desesperados porque no saben cómo lidiar públicamente con su desaparición. No obstante, terminan encontrando una solución en la forma de Giovanni, el hermano gemelo de Enrico, un profesor de filosofía retirado, que resulta es un paciente psiquiátrico recientemente liberado. La película tiene sendos momentos cómicos en donde el personaje de Giovanni adopta la identidad política de su hermano. Las verdades que salen de su boca son tanto graciosas, como devastadoras, como veraces. Pero si bien este es el gancho, es en realidad una subtrama de la que es la verdadera historia de la película: la de Enrico, que al reencontrarse con sus dos amores -–el Cine y su antigua novia— se reconcilia con la vida. El tema de Viva la Libertad es bastante claro: el de la pasión. Incluso es mencionado literalmente por el personaje de Giovanni. Ambos tienen un deseo frustrado que a lo largo de la película es cumplido. Enrico deseaba trabajar en el cine, pero la vida lo llevo a ser político. Giovanni deseaba transmitir su conocimiento y su pasión por la vida, pero su enfermedad no lo dejó. La vida les da una oportunidad, aunque sea por el más breve de los momentos, de demostrar como el amar lo que se hace es un gran plus que te convierte en un maestro e inspira lo mejor de aquellos que te rodean. ¿Cómo está en la pantalla? La película esta filmada en un equilibrado Cinemascope, valiéndose de sobrios movimientos de cámara. El montaje es muy puntual y sabe cuando hacer equilibrio entre una historia y la otra. Cabe destacar que también tiene una muy buena utilización de la música que a modo de subrayar cada clima. Pero el aspecto técnico es lo de menos, ya que en Viva la Libertad lo que brilla tanto como su guion son los intérpretes que dan vida a este. Aunque Valeria Bruni-Tedeschi (como la otrora novia) y Valerio Mastandrea (como el secretario de Enrico/Giovanni) entregan dignos trabajos, Toni Servillo (a quien muchos tendrán fresco por La Gran Belleza) es lo mas solido en este apartado, no tanto por la obviedad de lograr con creces el poder interpretar a dos personajes, sino de saber conmover con las idiosincrasias de ambos. Conclusión Viva la Libertad es una historia sobre el cambio de papeles, que como todas las buenas historias brilla por tratarse en realidad de algo más profundo. Cuando una reflexión tan profunda –como la de dar su lugar a nuestras pasiones– esta vehiculizada por una premisa tangible e incluso entretenida, estamos ante una peli que no tiene desperdicio.
Una correctamente ejecutada producción animada La animación actualmente da para todo: distintas historias, distintos presupuestos, distintas formas de hacer. Si bien las producciones de Pixar se han vuelto un sinónimo de calidad, es necesario hacer menciones de aquellas producciones que si bien nunca llegarán a esos estándares no se puede negar que demuestran un dominio al menos correcto de la narrativa. Y eso es decir mucho en un formato cuyos resultados más endebles se deben casi siempre a que las ganas de asombrar con las imágenes le ganan la pulseada al simple, y necesario, trabajo de tener una historia -–no tanto solida, sino coherente—en el papel. ¿Cómo está en el papel? Ernie, un niño fanático de los dinosaurios y muy proclive a romper las reglas como cualquiera, se mete en una máquina del tiempo construida por el padre científico de su mejor amigo. Un accidente provocado por una gaseosa hace que los dos niños –-mas la hermana de Ernie– viajen 65 millones de años atrás, donde son “adoptados” por una mamá dinosaurio que los confunde con sus crías. Ahora deberán encontrar la manera de volver a su tiempo, al mismo tiempo que sortear la amenaza de un dinosaurio rival. El de Dinosaurios es un guion correcto. No va a ganar ningún premio, ni va a sorprender con giros de guion inesperados. La estructura narrativa está bien distribuida, los conflictos son decentes, el desarrollo de los personajes es lógico –cada uno con su idiosincrasia–, y trata de dejar una enseñanza sobre la familia, la responsabilidad y el balance en la disciplina entre padres e hijos. Resumiendo, un guion que se conforma con ser adecuado. ¿Cómo está en la pantalla? La animación y el diseño de personajes son correctos. Lo que suma puntos, y hace llevadera la película, son los movimientos de cámara y el dinamismo que le saben imprimir al montaje. Pero también, todo bastante estándar. Conclusión Dinosaurios es una correctamente narrada producción animada que no va a sorprender por la originalidad de su historia o su destreza técnica, pero el pulso narrativo está lo suficientemente bien sostenido para que el espectador no se aburra. No tiene destino de clásico, pero cumple con lo justo su propósito de entretener.
Una antología de contundente calidad y ritmo. Yo quiero meterles en la cabeza la siguiente palabra: Cortometraje. Porque es fundamental que entiendan el concepto que encierra esta palabra para poder entender y valorar a Relatos Salvajes, el sólido retorno de Damian Szifrón al cine. En un cortometraje hay poco y nada de tiempo para establecer el backstory; los personajes son lo que les pasa, y más vale que les pase algo emocionante. Hecha esta aclaración: Humor, Ironía, Tensión, Identificación, Dualidad, Naturaleza Humana en su versión más cruda, completa, genuina y universal. Todo eso está en cada una de las historias que componen a Relatos Salvajes. Ahora ahondemos en Las Partes y El Todo de esta antología que tiene todo para hacer mella en la taquilla argentina. Las Partes Pasternak Relatos Salvajes 1En un avión, Salgado (Dario Grandinetti), un crítico musical, entabla una charla con Isabel (María Marull), una modelo. A medida que avanza la charla descubren que ambos tienen algo en común… al igual que el resto de los pasajeros de ese mismo vuelo. Es el más cortito y al pie de los episodios. Las casualidades se empiezan a apilar una atrás de la otra, y la genialidad reside en que Szifrón tomó dos de los errores más habituales de guion (la reiteración y la casualidad forzosa) y los convirtió en un efectivo gag, cuyo remate final no tiene precio. Un prologo de calce perfecto. Las Ratas Un arrogante candidato a intendente (Cesar Bordón) llega a un parador de ruta, el cual está atendido por una moza (Julieta Zylberberg), cuya familia fue perjudicada por dichoRelatos Salvajes 2 candidato. La cocinera (Rita Cortese) de ese mismo parador se muestra determinada a persuadir a la moza a que tome venganza en contra del candidato. También cortito y al pie. Destaca Rita Cortese que da maquiavélica vida a una cocinera que bien podría haber sido enviada por el mismo Satanas. Aunque no se queda atrás Julieta Zylberberg con unas expresiones que conectan al espectador con el dolor, las dudas y el sufrimiento que experimenta su personaje. El Mas Fuerte Relatos Salvajes 3Diego Iturralde (Leonardo Sbaraglia), un trajeado citadino, maneja su Audi último modelo por las rutas salteñas. Cuando un desvencijado Peugeot no lo deja pasar, Diego no tiene mejor idea que insultar al hombre que lo maneja. Por desgracia para Diego, se le pincha una rueda y como si eso fuera poco, mientras intenta cambiar la rueda, el Peugeot vuelve a pasar por ahí, y su dueño (Walter Donado) tiene planeada una impulsiva retribución para Diego. El más físico y más directo de todos los episodios —y el mas escatológico, ya van a ver por qué. Se dice que los diálogos y las acciones revelan al personaje, y eso se encuentra más que presente en El Mas Fuerte. Todo lo que ves es lo que es; detallado, especifico, sin medias tintas, ni significados ocultos. Lisa y sencillamente, se trata de una riña, de esas que podemos llegar a ver en la calle, pero entre dos personajes que son tan distintos y tan parecidos a la vez llevadas a las más extremas consecuencias. Las actuaciones, dirección de arte y vestuario son claves en este episodio para establecer a los personajes más allá de las palabras. Leonardo Sbaraglia transmite a la perfección la altanería, la cobardia y la furia de su personaje; haciendo una progresión de uno a otro espectro, que a pesar del marco temporal limitado (no exento de momentos de tensión), le sale con completa naturalidad, tanto corporal como expresivamente. Bombita Simón Fisher (Ricardo Darín) es un ingeniero especialista en demoliciones al cual, en camino a comprar la torta para el cumpleaños de su hija, la grúa termina por llevarle el coche.Relatos Salvajes 4 Aunque Simón sostiene que el cordón donde estacionó estaba sin pintar, se encuentra con un despliegue de indiferencia burocrática para con su persona, que poco a poco lo impulsan a acarrear una peculiar venganza en contra del sistema. El mas solido y desarrollado de los relatos; por no decir que tiene excelentemente trabajado el factor identificatorio. Más de uno va a salir de la sala deseando tener las agallas del personaje de Ricardo Darín, quien como es de esperarse sigue haciendo gala de su hábil talento interpretativo, controlando del mismo modo que su personaje, los estallidos de ira de manera tal que cada uno de esos estallidos hagan avanzar a la trama. La Propuesta Relatos Salvajes 5Mauricio (Oscar Martínez), un industrial con un muy buen pasar, se enfrenta a una terrible desgracia: Su hijo (Alan Daicz) ha atropellado a una mujer embarazada. Junto con su abogado (Osmar Nuñez) ponen en marcha un plan que consiste en proponerle a su jardinero de toda la vida (Germán De Silva) que tome la responsabilidad por el crimen y pase tiempo en la cárcel a cambio de una cuantiosa suma de dinero. Los problemas surgirán entre los desacuerdos y las agendas personales de cada uno a la hora de concretar el trato. Cuando vi el tráiler, este fue uno de los episodios en los que personalmente no esperaba mucho y, no obstante, fui volteado del caballo y en buena lid. A fuerza de un gran desarrollo narrativo —en donde el protagonista progresivamente se cansa de los intereses ulteriores de quienes lo rodean— y actuaciones excelentes de Oscar Martinez y Osmar Nuñez (en particular este último; el Winston Wolf argentino sin temor a equivocarme) La Propuesta compone un acidísimo retrato, mas alla del marco trágico en el que se inscribe. Hasta que la Muerte nos Separe En el día de su boda, Romina (Erica Rivas) descubre que su flamante nuevo marido (Diego Gentile) le ha sido infiel. Dicho descubrimiento supera a Romina, quien se muestraRelatos Salvajes 6 determinada a devolverle el golpe, aunque dicha devolución se pase de los límites. Al igual que Bombita, Hasta que la Muerte nos Separe es el episodio más desarrollado de la película. Con la diferencia que este sostiene casi en tiempo real lo que Bombita sostenía a base de elipsis. Las situaciones de comedia están repartidas a mansalva, y todas son una más efectiva que la otra. Pero lo más interesante, e incluso lo más original que tiene para ofrecer el episodio, es el sutil saldo final que tiene a la hora de abarcar una tesis no tanto sobre la fidelidad en una pareja, sino de la honestidad en una pareja, y la pesada mochila que pueden llegar a ser los secretos dentro de la misma. El peso interpretativo del episodio descansa exclusivamente en los hombros de Erica Rivas, hábiles hombros si los hay. Un coctel de histeria e ironía que la actriz mezcla con mucho talento, dándole la misma solidez y sensibilidad tanto cuando el guion la pone en una situación de empatía con el espectador así como con la desaprobación del mismo. El Todo Pasternak, Las Ratas, y El Mas Fuerte son los episodios que van mas al hueso, donde no hay tiempo para backstory (hay un pizquita de eso en Las Ratas, pero lo que parecería una exposición metida con calzador es sorteado con una ingeniosa puesta en escena a nivel cámara en cómo este es revelado), mientras que Bombita, La Propuesta y Hasta que la Muerte nos Separe se toman su tiempo para desarrollar su propuesta narrativa. Relatos Salvajes tiene un ritmo de montaje tan directo, dinámico y al grano como los guiones de los episodios que la componen, haciendo asi que las dos horas de película pasen rapidísimo. La dirección de Szifrón es admirable por su sutileza y su elegancia a la hora de situar y mover la cámara. El cómo sortea e introduce todos los elementos de la escena casi en un solo plano maestro —con la cobertura mínima indispensable— es de un rigor estratégico que es digno de estudio. Parrafo aparte merece el estilo visual de la película, cuya propuesta es algo pocas veces visto en el cine argentino, y cuando digo pocas veces visto, es que pocas veces tenemos la oportunidad de ver una película nacional con un estilo visual tan detallado hasta el más milimétrico detalle. Cada episodio tiene su color, su clima y su universo. Las paletas casi desaturadas de Pasternak, La cruza de saturación e intensidad de contraste que hay en Las Ratas, La paleta arenosa y sanguínea reminiscente del Spaghetti Western en El Mas Fuerte, La paleta prácticamente fría en gama de azules de Bombita, Los tonos claros y cálidos en directo contraste a la situación experimentada en La Propuesta, y rematando con un blanco difuso, radiante y bordeando en la suciedad radioactiva de Hasta que la Muerte nos Separe. Cada fotograma esta para ponerlo en un cuadro y colgarlo en la pared. Conclusión Sin vueltas, al punto y satisfactorias en el desarrollo de sus historias, sumado a un despliegue actoral que se alinea como una afinada orquesta y una factura técnica digna de estudio por su precisión y elegancia hacen de Relatos Salvajes lo mejor que tiene para ofrecer la producción nacional de este año. El Cine de Calidad dice presente. Es una de esas películas que cuando terminan sabés que la tenés que volver a ver. Si es una bisagra en la historia de nuestro cine quedara por verse, pero que es una película de la cual podemos aprender mucho no cabe la menor duda.
A pesar de un original aproximación, este documental no puede trascender su evidente condición de propaganda. El tema de la Fe es algo muy íntimo para cada persona, pero cuando se estrena comercialmente una película que claramente promueve su agenda personal en lo que a religión refiere, es difícil promoverla a un público general. Cuando eso pasa, se llama propaganda, y aunque Tierra de María hace el intento de abarcar su tema de una forma ligera, y hasta incluso humorística, no puede evitar caer en la solemnidad. Caveat Emptor: Lo que critico aquí es si la película es efectiva como narración cinematográfica. No pretendo atacar o juzgar la profesión de la Fe en cualquier modo, manera o forma. Una bajada de línea inevitable como la gravedad El periodista Juan Manuel Cotelo, bajo órdenes de una jefa que no se sabe —o se entiende— si pertenece a una corporación malvada o al infierno, tiene el deber de entrevistar a una serie de personas, que tienen en común el hecho de haber experimentado literalmente a la personificación de la Virgen María. La película introduce el concepto y plantea la pregunta de la existencia de la Virgen con algo de gracia y hasta con genuina curiosidad. Pero ambas se pierden, o mejor dicho ceden, ante la solemnidad de la que evidentemente intentaban huir. No hay progresión narrativa, las historias podían haberse presentado en cualquier orden y las pinceladas de humor que se mostraban estables en los primeros minutos, a medida que progresa el metraje —ya sea en las entrevistas o en las escenas que sirven de separador— acaban por ser poco inspiradas y parecen metidas con calzador. Esto se nota en la falta de naturalidad en los entrevistados, que no tienen por qué actuar si están ahí para dar un testimonio. ¿Es necesaria esta trama de pseudoespionaje para dotar de importancia a los intensos testimonios de los entrevistados? No, si se los retira la película podría sostener tranquilamente su concepto. Pero si le retiramos ese intento de comedia, esto parece más un especial televisivo que una película. O mejor dicho un especial televisivo que tuvo la suerte o las suficientes influencias para ser exhibido como una película. Conclusión Aunque Tierra de María plantea una forma innovadora de ofrecer algo viejo, no puede evitar sucumbir a la bajada de línea. Como película no funciona, hasta les diría que no se si la definición de película le sienta. Exclusiva para devotos religiosos; cualquier otro público no va a encontrar nada distinto en esta película que no haya oído en Pare de Sufrir mientras uno hace zapping. Hay muchas formas, muchas opciones de profundizar en la fe religiosa si uno lo desea. Leyendo libros sobre el tema, hablando con gente que conozca el tema en profundidad, y un etc. tan largo como el debate eterno de creencia contra hechos. Pero el hecho concreto es que no sé si pagar una entrada para ver esta película sea la mejor opción para dicha profundización.