En busca del hijo perdido La nueva película con el actor argentino más famoso es un thriller donde lo acompaña la española Belén Rueda, la misma de Mar adentro, El orfanato y Los ojos de Julia. El peor enemigo que tiene Séptimo es su guión. No hay forma de disfrutar una película que propone una intriga llena de suspenso, y entrega un guión lleno de baches, incoherencias y absurdos inexplicables. El director de Séptimo, Patxi Amezcua, es también el coguionista junto con Alejo Flah. En la historia que tan bien vendía el trailer del film, el protagonista se encuentra con su peor pesadilla. Sebastián (Ricardo Darín) se está separando de su mujer, Delia (la actriz española Belén Rueda). Va a buscar a sus hijos al departamento que compartían para llevarlos a la escuela. Sebastián juega con ellos a bajar en ascensor mientras ellos lo hacen por la escalera. Edificio antiguo, con escaleras alrededor del ascensor enrejado, locación ideal para el misterio. El ascensor se traba. Cuando Sebastián llega a la planta baja, los niños ya no están. Por motivos obvios, no se puede decir más sobre la trama, pero sin duda este planteo es más que interesante. Eso que vimos en el trailer y que prometía mucho, resulta ser una decepción de proporciones enormes. Y esa decepción ocurre porque las películas no están hechas sólo de lo que prometen, sino de lo que finalmente hacen. La promesa es grande, el desarrollo es más que pobre. No todos los guiones tienen que desarrollar la misma forma de verosimilitud. Nueve reinas, El aura y El secreto de sus ojos, sólo por citar tres grandes films protagonizados por Ricardo Darín, tenían su propia lógica, sus revelaciones, sus sorpresas. Lo que no funciona en Séptimo no es una idea global de verosimilitud, sino su propia propuesta. Lo único destacable de la película es el tema que subyace detrás. Sebastián vive, como ya se ha dicho, su peor pesadilla. Y su pesadilla es que su esposa se lleve a sus hijos a España, país de donde ella es oriunda. Todo el film alude a esa pérdida, a ese temor. Y ese mérito hay que reconocérselo, aun cuando la película no logre funcionar como historia de suspenso y misterio. Es una pena que la historia se pierda en su absoluta falta de lógica y ofrezca tan obvios baches y situaciones imposibles. Los personajes secundarios tampoco ayudan mucho a lograr interés. Ricardo Darín, como siempre, logra que su personaje tenga esa melancolía casi de film noir en cada una de las escenas. Y ese elemento agridulce acompañará al protagonista hasta el final de la historia.
Historia de la resistencia Basada en la polémica Red Dawn, del director John Milius, se estrenó ayer un film donde aparece un joven Chris Hemsworth. Amenaza roja cuenta la historia de una resistencia. Amenaza roja muestra cómo un grupo de jóvenes decide combatir una invasión a su pueblo. Cómo, con inteligencia, coraje y determinación, se oponen al régimen totalitario que se ha impuesto en las calles del lugar que supo ser su hogar. Las historias de resistencia siempre son emocionantes, siempre consiguen que el espectador se ponga del lado de los protagonistas, y Amenaza roja no es la excepción. Lo que, sin embargo, va a distraer al espectador es que los realizadores del film no eligieron un contexto de sencilla verosimilitud, lo que puede alejar a quienes vean la película de su team principal. El film podría haber transcurrido en la Segunda Guerra Mundial, o podría haber sido un excelente film de ciencia ficción. Sin ir más lejos, la famosísima serie de televisión V Invasión extraterrestre iba a ser primero un film de resistencia durante la época del nazismo y terminó, el mismo guión, transformado en una serie de ciencia ficción. Pero el tema, insistimos, era el mismo: la resistencia. Acá se trata de un pueblo en Estados Unidos invadido por fuerzas norcoreanas. Es difícil, para el mundo actual, que un pueblo quede tan fácilmente aislado en ese país, más aun, invadido por una fuerza de otro continente. Si las acciones transcurrieran en otra época u otro país, se podría haber utilizado una metáfora acerca de cómo las víctimas del totalitarismo son dejadas a su suerte por el mundo. Pero eso no pasaría jamás en Estados Unidos. Hecha esta salvedad, hay que decir que las escenas de acción están muy bien y que hay momentos particularmente inspirados. Sin olvidarnos nunca de que se trata de un remake del film Los jóvenes defensores (Red Dawn), que en 1984 dirigiera John Milius y protagonizaran, entre otros, Patrick Swayze y Charlie Sheen. Aquel film, hecho en los finales de la Guerra Fría, tenía una ideología más concreta y estaba teñido por aquellas ideas. En la película que aquí se estrena, el tema es más universal y trascedente. Como curiosidad extra, se filmó en el año 2009 y se preparó para estrenar en 2010, pero los problemas financieros del estudio la postergaron hasta 2012. Es por eso que un actor hoy famoso como Chris Hemsworth (el protagonista de Thor) luce más joven que nunca. Pero detrás de los datos anecdóticos, Amenaza roja, inocente, sencilla y directa, funciona bastante bien.
Saturación de fórmula Nunca entenderemos como un título tan bueno como V/H/S se tradujo acá como Las crónicas del miedo. Más fácil es entender que un film de cierto éxito y bajo presupuesto tenga ahora una secuela: Las crónicas del miedo 2. La película, que pertenece al casi completamente agotado género de "película encontrada" incluye, obviamente, gran cantidad de material filmado de esta manera. Con algunas licencias poéticas y con muchos disparates estéticos, la película avanza, una vez más. Partiendo de la historia de dos investigadores que persiguen la pista de un joven desaparecido, la película coloca a estos dos personajes frente a una pila de cassettes que incluyen las historias que conforman el film. Estas historias son distintas entre sí y proporcionan la convivencia de diferentes tipos de historias terroríficas. Pero la estética del relato está tan forzada que es verdaderamente cansador seguir esa cámara nerviosa. Las películas de este género suelen ser, y Las crónicas del miedo no son la excepción, feas. Hay planos muy feos, movimientos de cámara horribles, encuadres torpes, situaciones demasiado forzadas que atentan contra la tolerancia del espectador. Para peor, el sonido no es utilizado de forma interesante, sino como una constante ametralladora de efectos que intentan ayudar a que el espectador se asuste. Sí, hay cierto margen para la sorpresa en la película, porque son varias las historias, pero el género ha encontrado su punto de saturación. La moda iniciada por El proyecto Blair Witch (1999) y que alcanzó su mejor momento con Cloverfield (2008) y Poder sin límites (2012) ya debería dejarnos descansar un tiempo. Las crónicas del miedo 2 es la prueba de ello.
ESPERANDO A MR. BROTHER Qué tentación citar a Fellini cuando un director italiano muestra un realidad grotesca y farandulesca como lo hace Garrone en esta película. Tal vez un poco más sórdido que aquel realizador, Garrone igual hace su propio recorrido, aunque no habría nada de malo en que haya una influencia de otro director. Luciano, el protagonista, es un pescadero de Nápoles, con lo cual su condición de personaje extrovertido, gracioso e impulsivo parece más un retrato realista que una exageración cinematográfica. Empujado por sus hijos, pero también con ganas propias, Luciano hace un casting para la versión italiana de Gran Hermano. En el casting le va bien y se abre una oportunidad para él, que vivirá a partir de ese momento con cada vez con más preocupante expectativa de la llegada de la televisión. A Garrone no le interesa tanto en análisis de la televisión como el seguir de cerca a su protagonista. El lento pero seguro deterioro de Luciano, que escena tras escena, y de forma previsible iré perdiendo la razón a medida que el llamado amenaza con no llegar nunca. Tampoco Garrone deja afuera ciertas connotaciones religiosas, donde el protagonista, ya paranoico cree que sus acciones son castigadas por los largos tentáculos del programa Gran Hermano. Luciano cree que lo observan y toman nota. Atemorizado por quedar afuera, realiza gestos generosos y bondadosos absurdos, que destrozan también su familia. Deja incluso su pescadería para poder seguir a ese Gran Hermano que todo lo ve. No es Reality el más original de los films ni tampoco parece ser el análisis más profundo sobre la televisión y su influencia sobre la gente. Pero en su doble sentido televisivo religioso y en el angustiante relato del carismático pescador que pierde el rumbo, la película tiene no pocos hallazgos. Y que sea previsible no es un defecto, es justamente para que suframos más el derrotero de Luciano.
Animación de Sudáfrica El cine de animación tiene en la actualidad un dominio de la taquilla mundial como no había tenido en la historia del cine. El mercado norteamericano parece aumentar la apuesta y en el resto del mundo –Argentina, sin ir más lejos- el top anual suele tener un film de animación o varios en lo más alto. Pero no sólo Estados Unidos lo realiza. Argentina probó suerte este año con la gran producción de Metegol, Europa también suele apostar a este cine, con éxitos como Tadeo, el explorador perdido de España o con films más refinados como la francesa Las trillizas de Belleville. Japón tiene una gigantesca tradición en el animé y con el director Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro) también dio la vuelta al mundo. Zambezia es la confirmación de esta tendencia. Esta película es de origen sudafricano, un país del que prácticamente no llegan películas, de ninguna clase. Al ver este film uno confirma que hacer cine de animación no es fácil. Que desde la técnica las cosas son complejas, pero desde la construcción de la historia lo es aún más. Zambezia no es una gran película y comparada con el cine de animación de Estados Unidos no queda muy bien parada. El film transcurre en el mundo de las aves, contiene los lugares comunes o ingredientes del género. Pero ni su protagonista, ni los secundarios respiran autenticidad o trasmiten emoción. El gran problema del cine de animación –que Zambezia sirve como ejemplo– es que cuando no logra conectar, se vuelve una experiencia aburrida y hasta molesta. Las imágenes de África y la explotación del 3D no alcanzan para sostener un guión que avanza a duras penas. Pero a no engañarse, tampoco en lo visual la película es de primer nivel. Hacer cine de animación es más difícil de lo que se cree, y Zambezia es la prueba.
Amor para adolescentes Un fenómeno que no parece encontrar su límite son las sagas romántico-fantásticas para adolescentes que luego de un gran éxito en libro pasan de forma casi automática al cine. Cazadores de sombras: Ciudad de hueso se suma ahora a esta clase de títulos. La trilogía inicial fue escrita por Cassandra Clare y publicada en 2007, 2008 y 2009. Estos best sellers llegaron a la Argentina en el año 2010 y actualmente dos libros más fueron publicados y un sexto está en camino. Se estrena ahora esta primera película y ya está en proceso de realización la segunda. A juzgar por los resultados artísticos se podría imaginar que no llegarán a seis, pero en realidad eso dependerá de la taquilla. Es curioso este género al que pertenecen esta clase de novelas/films. Son como historias románticas de novela rosa mezclada con elementos del cine de terror, pueden pasar al romance más berreta a la acción más violenta. Una especie de combinación para atraer al público adolescente de todo tipo, aun cuando finalmente el público más leal a estos films sean las jóvenes. La protagonista femenina y elegida es Clary, quien en plena New York descubrirá que ella tiene poderes y desciende de los cazadores de sombras, quienes desde hace siglos luchan contra demonios. La lucha del bien contra el mal, está claro, que incluye hombres lobo, hadas y obviamente demonios. Y por supuesto un romance, con un galán que emula esta nueva forma de joven melancólico, pálido y helado que inaugurara con tan poca gracia el muy popular protagonista de la saga de Crepúsculo. Y sí, es inevitable –al menos en cine-. Comparar ambas películas. Nadie que no esté interesado en esta clase específica de films debería asomarse a ver esta película. Quedará en los fans de los libros evaluar el interés que les despierta y dependerá de ellos que la saga siga. En caso de hacerlo, esperemos que sea con mejor puntería. Porque si esta primera versión es tolerable por momentos, es tan solo porque uno recién conoce a los personajes.
Tras los pasos de Steve Las biografías cinematográficas, los biopics, son un terreno que genera permanente interés tanto en productores como de cine como en los espectadores del mundo. Cada biografía promete trasladar el interés por el personaje directamente a la taquilla. Pero como una forma de qualité moderno (biografías existieron siempre, pero hoy se multiplican) creen que si el personaje tiene valor la película también la tendrá. Se puede filmar una biografía de infinitas formas, no siempre ajustándose a la realidad o preocupándose por crear un estilo afín al protagonista. ¿Cómo decide el director de Jobs encarar la película? Lo hace con los habituales saltos temporales, intentando arrancar de forma tal que las nuevas generaciones entiendan su importancia para el mundo actual. Pero en esa primera escena las cosas se complican. Y si eso ocurre es por su protagonista, Ashton Kutcher. El gran flagelo de las biografías en el cine son los actores. Maquillaje y actuación parecen ser los únicos rubros interesantes, y así tenemos que observar con resignación la forma en la cual el actor de turno sale a hacer su mejor imitación del personaje. Hay actuaciones que se alejan de esta característica, por ejemplo Morgan Freeman haciendo de Mandela en Invictus de Clint Eastwood, Daniel Day Lewis en Lincoln de Steven Spielberg, entre otros. Pero para los demás, la regla general parece ser la imitación perfecta. No se trata de ganar el Oscar a mejor actor, sino a mejor imitador. Kutcher tiene poco vuelo y esto podría beneficiarlo, pero cuando imita la forma de caminar de Steve Jobs, la película completa lo sufre. Si el actor pasa de irrelevante a molesto durante todo el metraje, el guión no ayuda mucho a que la historia sea interesante. Interesa, y mucho, lo que Jobs hizo, pero está contado de forma tal que cuesta sentirse contento con el resultado. Lo mejor del film es cuando pasa información concreta, cuando parece un mediocre documental televisivo. Luego, cuando quiere resolver de forma poética y creativa las escenas más importantes de la vida del protagonista, la película muestra con mucha más claridad su mirada mediocre. Cuando se aleja de la información, pierde, pero tampoco es un documental, por lo cual tiene que crear formas de ficción, aunque terminen resultando mediocres. A pesar de lo emocionante que podría resultar observar en primera fila los grandes cambios de la historia, es muy probable que un especial de televisión resulta más entretenido, justo e interesante que esta película que apenas si araña la cáscara de este gran personaje. Mención aparate merece la reflexión final que el film hace, marcando más el triunfo empresarial que la revolución que el mundo ha vivido en las últimas décadas.
Que la cosa funcione Corazón de León es una gran película. Corazón de León funciona en todo lo que se propone y no pierde el rumbo en ningún momento. Tendrá defectos, se le podrán criticar cosas, pero curiosamente, aunque esas fallas están a la vista, la película les pasa por encima y logra imponerse. Corazón de León gana la batalla inicial. En nada más que segundos la película entra con todo, arma personajes, cuenta cosas y se lanza de lleno al encuentro de la pareja. Excelente decisión de guión y acertada puesta en escena para dar más vueltas. Un film que en el afiche delata su gancho comercial, o su chiste, no debe perder ni un minuto de tiempo. Madre, ex marido y aun socio y desconocido que encontró el teléfono que Ivana arrojó, son tres mensajes en el contestador que arman toda la presentación del personaje femenino. Ivana Cornejo (Julieta Díaz) es una abogada que aun trabajo –de forma conflictiva- con su ex marido, que está sola, que tiene una madre de manual y que de pronto recibe, desde su propio teléfono, el llamado de un hombre encantador. Tal vez un poco pesado y pedante, pero sin dudas alguien que sabe cuales sus armas y las usa al máximo. La verdadera protagonista de Corazón de León es Ivana. Ella tiene el conflicto, ella lucha contra los prejuicios, ella debe resolver. Rareza del cine comercial argentino, un personaje femenino más completo y con mayores conflictos que el personaje masculino. Ivana conoce a León por teléfono. El punto de vista inicial de la película es el de ella. De ella sabemos cosas, a ella la vemos con sus conflictos, a ella la vemos de cuerpo entero mientras que de León solo vemos un primer plano bien cerrado. Quedan en encontrarse a almorzar para que León le devuelva el teléfono. Llega León y mide un metro treinta y seis centímetros. Es inesperado, no es la estatura promedio, ni siquiera es bajo, es más que bajo. Son sólo cuarenta centímetros dice él, no es nada. Pero lo es. Entonces ahí aparece la película y su conflicto principal. Ivana, como casi cualquier otra persona, sólo piensa en salir de esa situación. Siente vergüenza, incomodidad, incluso culpa por sentir eso. Y todo eso lo vemos en el rostro de la gran actriz protagónica. León, por su parte, sabe que tiene que desplegar todos sus recursos para obtener el tiempo necesario para que ella vea algo más que su estatura. Y lo logra. Y ahí empieza la historia de amor. Todo espectador sabe que las películas tienen reglas. No sabemos cuál será el final de Corazón de León pero sabemos que si las cosas arrancan bien, tendrá que haber conflictos más adelante. Y el director consigue –siempre manteniendo el punto de vista de ella- que el espectador entienda esos conflictos. Cuando están juntos es su mundo, el problema es todo lo que los rodea. No está en discusión lo estético. No es una encuesta acerca de qué clase de pareja buscamos o si preferimos tal o cual estatura, tal o cual color de pelo. La película pregunta si uno es capaz de renunciar al amor verdadero por no poder luchar contra las reglas sociales, la presión del afuera, los prejuicios que habitan en todos nosotros. Esa es la pregunta. Esa es la historia. Y eso es lo que tiene que conseguir transmitir la película. Mencioné defectos y sí, es así, los hay. Uno es que alrededor del minuto cincuenta un personaje hace una bajada de línea completa que no era necesaria y que insulta de alguna manera no sólo al espectador sino también a la propia película. Haberla evitado habría sido algo bueno. No pasa lo mismo cuando la pareja protagónica discute sobre las presiones sociales y los prejuicios, eso resulta creíble y tiene sentido. Otro defecto es que León es perfecto. Entiendo que no es el protagonista, que puede tener menos conflictos –después de todo el principal lo afecta- pero le faltan matices. Esos matices faltantes no serían un problema excepto por las escenas que el tiene sin Ivana. Si el punto de vista de ella fuera más excluyente, no habría tanto problema, pero cuando él tiene escenas sin ella, la película se olvida de dotarlo –o no se anima- de contradicciones y lados oscuros. Una vez más: entiendo que si la película quiere decir que los prejuicios sociales y estéticos son capaces de hacer rechazar al hombre perfecto, entonces la sociedad está loca, el objetivo está logrado. Pero si queremos crear un personaje completo, el objetivo falla un poco. Pero los defectos no evitan que todo lo demás funcione. En una historia de amor que se precie el objetivo principal es que el espectador deseé que los protagonistas estén juntos. Y ese objetivo se logra con creces. Esto se debe al talento y el carisma arrollador de Guillermo Francella y Julieta Díaz. Francella no tenía, nunca tuvo, la obligación de hacer papeles de este nivel. Su popularidad es indiscutible. Pero yo, como cinéfilo, le agradezco su rol en El secreto de sus ojos, Los Marziano, y ahora Corazón de León. Es gracioso, es simpático, es muy talentoso. Ya sabemos que los cómicos suelen tener talento de sobra, más que los actores dramáticos, y Francella lo demuestra. Acá hace todo bien. Tiene un regalo extra, trabajar con su hijo que hace de su hijo. Nicolás Francella tiene talento y, muy valioso para esta película, la gestualidad de su padre. A Julieta Díaz, sin embargo, le toca la parte más difícil. Ivana es un personaje que tiene que cargar con todos los conflictos sin que el espectador le pierda cariño nunca. Díaz es una excelente comediante, excelente actriz dramática y, como su compañero, tiene un carisma indiscutible. Ser excelentes actores pero no tener carisma equivale a nada en el cine, así que carisma es una palabra que no debe ser subestimada. Corazón de León es una historia de amor. Con un conflicto visible, claro, inequívoco. Pero también es una metáfora acerca de todos los conflictos que las personas enfrentan al elegir amar. La historia de amor perfecta, amenazada por los prejuicios sociales. Por el no poder luchar contra el afuera que intenta imponer reglas generales. Tiene humor, sí, y podría ser considerada una comedia. Pero Corazón de León tiene mucho de drama también, de película romántica. Y funciona. Funciona cuando quiere hacer reír y funciona, y cómo, cuando llega el momento de la emoción. Si queremos llevarnos una enseñanza, no literal, sino general, acerca de nuestra condición de individuos en una sociedad prejuiciosa que nos puede arruinar la vida, la película ofrece esa enseñanza. No lo tomemos como algo malo, la enseñanza que se desprende podrá ser políticamente correcta, pero sobre todas las cosas es de una gran humanidad.
Muerte y resurrección de vendedores Del director Shawn Levy (el mismo de Más barato por docena y Una noche en el museo) llega ahora una comedia sobre dos pasantes en la empresa Google, un buen pretexto para los chistes de tecnología, geeks y nerds. Dos vendedores se quedan sin trabajo cuando la era digital simplemente les pasa por arriba. Su fuerte es el trato cara a cara, el conocer a los clientes, el contacto humano. Pero su tiempo quedó atrás y, aunque son jóvenes, son demasiado viejos para el mercado. Deciden, licencias poéticas aparte, intentar conseguir trabajo en esa empresa que aparece en sus computadoras. Así entran como internos en Google, para competir junto con muchos jóvenes brillantes, por un puesto en la empresa. "Son demasiado jóvenes para ser cínicos", dice Nick Campbell (Owen Wilson) cuando les habla a sus compañeros que forman parte de uno de los equipos que busca obtener trabajo. Nick Campbell y su compañero y amigo Billy McMahon (Vince Vaughn) son de la vieja escuela y justamente de eso trata la película: de la vieja escuela adaptándose a la modernidad. De ese intercambio (explicitado de forma políticamente correcta por la película) donde lo viejo y lo nuevo se enseñan algo mutuamente. El guión es de manual. Desde el mencionado intercambio hasta la historia de amor que uno de ellos tendrá con una empleada de la empresa, pasando por la idea misma de la competencia por equipos para obtener el resultado. Las cosas funcionan, porque Wilson y Vaughn (este último también guionista) son verdaderamente graciosos. No hay duda de que tienen talento y timing para la comedia, lo han probado por más de una década. Pero no estamos ni por asomo frente a una comedia excelente como fue Dodgeball, también con Vaughn, donde todos los clichés eran usados para mejorar la comedia, no para achatarla. Parte de las limitaciones también están en un director como Shawn Levy (Más barato por docena, Una noche en el museo), un realizador de poco vuelo que se sirve más del talento que lo rodea que de sus propia identidad o estilo para filmar. Todos los chistes sobre tecnología y sobre aquellos que no la dominan, están presentes, todo los chistes sobre geeks y nerds, también. El carisma de los protagonistas es la metáfora perfecta de la película. Ellos son carismáticos como actores, y sus personajes logran, a puro carisma, conseguir sus objetivos. Hasta incluso se dan el lujo de emocionar. Quedará para cada espectador saber si con eso alcanza para comprar esta película o prefieren dejarla pasar. Yo, porque ellos me caen bien, compro.
En la noche más oscura A casi 50 años del inicio de una serie televisiva que luego se convirtió en saga cinematográfica, se acaba de estrenar una versión dirigida por J. J. Abrams, el de Lost. Viaje a las estrellas (Star Trek) empezó en la década del '60 como una serie sin demasiado éxito que sin embargo se transformó luego en un fenómeno que llega hasta la actualidad. Doce largometrajes en total, y varias series posteriores a la original, confirman la vigencia. Sin embargo, con la llegada de un nuevo elenco interpretando a los personajes de la serie original y con J. J. Abrams en la realización, Star Trek parece haber logrado su máximo nivel y salirse de su público cautivo, sus muy fieles fans, para llegar mucho más allá, donde ninguna otra Star Trek había llegado antes. Abrams, creador de series como Lost, y director de grandes películas como Misión: Imposible III y Super 8, es lo que marca la diferencia. Cuando en el año 1979 la serie llegó al cine por primera vez, lo que ofrecía era el poder ver en pantalla grande a la nave Enterprise y la película se ocupaba largo y tendido de ello. Pero con estos nuevos dos films, Abrams apostó a dos cosas: un elenco brillante y espectacular, y la creación (o recreación) de personajes que lograran cautivar a todos los espectadores que nunca se interesaron en Star Trek. Esta característica se veía claramente en Star Trek (2009) y se potencia y llega a su punto más alto en Star Trek 2: En la oscuridad. Todos los personajes son interesantes, todos los actores están bien y, como corresponde, la película tiene un villano memorable interpretado por Benedict Cumberbatch. Los toques de humor funcionan, las escenas de acción son impactantes y el equilibrio entre drama, espectacularidad y emoción. Aunque no hay nada kitsch ni retro en la película, aunque no hay nada disparatado ni absurdo ni clase B, hay que decir que el espíritu de la serie original no es traicionado, sino que es mejorado. Quienes no hayan oído jamás hablar de la serie o quienes sean fanáticos de la misma, disfrutarán de esta película por igual. No hay misterio, hay oficio para lograr esto. No se puede contar nada de la trama por una razón muy simple: estamos frente a uno de los mejores films del año, y cada escena, cada sorpresa, cada acción, valen la pena por sí mismas. A pesar de que muchos creen imaginar cómo será esta película, les digo que está llena de sorpresas, gracias a su extraordinario director y su incomparable elenco.