Gringo es la historia de un empresario estadounidense se mete en un grave problema en México cuando se ve inmerso en los asuntos de un narcotraficante local y de un grupo de mercenarios contratados por el Gobierno. El tráiler prometía una historia que mezclaba la acción con el humor adosado con vueltas de tuercas y grandes actuaciones, En fin un entretenimiento puro y duro. Extrañamente aunque todo esto sea entregado aun así el resultado es irregular. Dirigida por el coordinador de riesgo Nash Edgerton, Gringo es una propuesta que abraza lo físico, así como también lo hacia las dos secuelas de John Wick que casualmente también estaban dirigidas por dobles de riesgo quienes apostaban a lo mismo, un cine donde se pone el cuerpo a la acción escapándole a los mundos creados por CGI. Para lograr eso se necesitaba que de actores que estén a la altura de las circunstancias y en cierto sentido los de Gringo lo están, por lo menos para las secuencias de acción, que no son espectaculares pero cumplen y son lo más entretenido de esta película. Su protagonista David Oyelowoencarna de manera convincente al personaje principal y es quien mas se entrega a este proyecto, al punto de que podría decirse que se lo pone al hombro. De hecho lo que la vuelve llevadera es el trabajo de los actores; Charlize Theron, Joel Edgerton, Amanda Seyfriedquienes son convincentes y profesionales a la hora de encarar a sus personajes. El humor, en su mayoría ácido, ayuda a que el ritmo de la película no se vuelva del todo insoportable. Lamentablemente el enemigo de esta película es su guion escrito por Anthony Tambakis y Mathew Stone, quienes inventan subtramas que no aportan en nada, varias vueltas de tuerca innecesarias que alargar la duración y las cuales se notan que fueron hechas para maquillar que estamos ante algo muy convencional. Para peor su director pareciera como hubiera sucumbido a las presiones de los productores y dejado que ellos se encargaran del resultado final. Y eso se nota ya que eje central queda de lado para enfocarse en otras historias llena de traiciones, alianzas y personajes que nunca son definidos. En Gringo no hay buenos, ni malos, es un todo vale. Y eso más que un acierto es una falla, tanto de guion, como de dirección. Edgerton no sabe para dónde llevar al barco y se aferra a seguir a pie de letra el guion. Gringo es una película que no va a pasar a la historia, una más en la lista de actuaciones de sus famosos actores que les dará trabajo pero no satisfacción artística. Tal vez que con otro director con un poco de mano dura podría haberle encontrado la vuelta. Lo que queda es una posibilidad desperdiciada.
Quienes tengan memoria capaz recuerden un episodio de Buffy, lacazavampiros (1996-2003) llamado Killed by death, en donde la heroína interpretada por Sarah Michelle Gellar debía pelear contra un demonio que mata a niños enfermos en un hospital. Paranormal es en muchos aspectos similar pero no logra lo que si hacia ese capítulo en una hora de duración Dar miedo. Esta película dirigida por Dennis Bartok es una de esas tantas propuestas que invaden la cartelera nacional en una época en que las historias de fantasmas y demonios están en retirada. Esto no quiere decir que sea del todo mala, al contrario, tiene algunos atributos que por lo menos la hacen más soportable que el resto de la basura que se estrena en nombre del género de terror. Uno de esos aspectos positivos son las actuaciones que cumplen con lo requerido por el director. Sobre todo la de su protagonista Shauna Macdonald, a quien capaz recuerdan por su papel en El descenso del gran Neil Marshall. Esta actriz logra darle a su personaje presencia, energía y contundencia y es la que mejor logra que el espectador empatice con las situaciones que debe pasar. El apartado técnico es correcto, en especial la fotografía que muestra cada rincón del hospital donde transcurre esta película como un potencial lugar terrorífico. Y hablando de sustos, algunos logran su cometido. Es una película que no da miedo, por más que se lo proponga, pero que por lo menos esos ruidos fuertes logran hacer saltar a uno del asiento. Y eso es lo mejor de Paranormal. A pesar de durar apenas 85 minutos la historia se hace larga y la investigación llevado a cabo por los personajes protagónicos no es lo suficientemente atractiva como para seguirla. El director recurre a unos efectos especiales pocos convincentes y el resultado le quita poder a lo que se ve en pantalla. Y así como algunos sustos funcionan la acumulación va perdiendo eficacia hasta desembocar en un final un tanto ridículo e injusto. Paranormal viene a ser el claro ejemplo de un sub-género que está muriendo. No presenta ideas nuevas, ni creatividad, ni siquiera poder en la narración. Se contenta con ser una más y en este caso es ofensivo, ya que contaba con el talento suficiente como para lograr algo mucho más digno que solo entretener. Ser una película de terror que demuestre contundencia y seguridad en sus imágenes, que no nos deje dormir y que no sea solo una más.
Aclaración Pertinente. Esta película española, cuyo títulos original es Sin Rodeos, es la remake de un título chileno llamado Sin filtros, la cual pueden ver en Netflix. Próximamente se estrenará su correspondiente versión argentina con el nombre de Re loca, y está protagonizada por la actriz uruguaya Natalia Oreiro. Tanto en México como en Panamá ya estrenaron sus propias versiones. Un caso extraño se da con esta nueva producción del director Santiago Segura ya que originalmente se llamaba Sin rodeos pero, tal vez, para ser vendida al mercado nacional, se le cambio el título a Sin Filtros, o sea el título de la primera versión. Sea como sea el resultado es igual de mediocre. Esperemos que la versión argentina sea buena y supere el nivel, por el tráiler ya casi se puede confirmar que así será. ¿Y porque es mediocre esta nueva remake? Santiago Segura, quien dirigió la excelente saga de Torrente, no hace nada para volver interesante a esta propuesta. Es el famoso caso de una película hecha en “piloto automático”. No se trata de pedirle al director que despliegue su humor políticamente incorrecto, pero sí que logre alguna risa, algun tipo de gag de buena comedia, pero NO, el guión no ofrece novedad alguna, sólo desarrolla sin humor la tagline “¿A quien pondrias en su sitio?”. Lo mismo ocurre en el plano visual, su puesta en escena termina siendo más televisiva que cinematográfica. No hay riesgo, ni nada similar a la hora de afrontar el aspecto más importante de una película. Esta desidia termina afectando a los actores, la mayoría desaprovechados, a excepción de su protagonista, la gran Maribel Verdú, pero sus esfuerzos son en vano ya que el grupo no ayuda y no aporta nada. Tal vez esté siendo muy duro e incluso injusto con una película sincera. Sin Filtro se puede ver y puede hasta parecer divertida pero sólo en apariencias. Viendo las versiones anteriores, incluso la original, que no han logrado ser buenas, uno se pregunta cómo puede ser que una película así se haya vendido a todo el mercado, incluso el norteamericano. Y tambien uno se cuestiona cómo un director tan talentoso como Segura se implicó en una historia que no tiene nada que ofrecerle a su estilo de humor, salvo un suculento cheque creemos. Tal vez alguna de las otras versiones termine, por lo menos, escapando de lo simplona que es su primera versión. El gancho de “mujer que no caya nada, pero NADA” no ayuda. Esperemos que Re loca si lo logre, sobre todo por el timing cómico que tiene su actriz principal, Natalia Oreiro.
Luis y sus amigos del espacio es una co-produccion entre Alemania, Luxemburgo y Dinamarca, la cual está dirigida por Christoph y Wolfgang Lauenstein. Se trata de la típica historia de un niño solitario, cuyo padre no le presta atención que descubre unos simpáticos extraterrestres no muy lejos de donde vive. Como el titulo sugiera se trata de una simple historia que termina siendo un arma de doble filo. Un arma de doble filo ya que si bien está pensada para niños tampoco corre ningún riesgo, no hay ninguna escena, ni personajes que no se haya visto en otras películas mucho más superiores. Los chistes son númerosos pero en muy contadas excepciones logran su cometido. La relación entre el personaje de Luis y los extraterrestres no está del todo bien trabajado y por eso hacia el final, cuando llega el clímax no hay emoción. La animación corre la misma suerte. A estas alturas cualquier película animada tiene que competir con Pixar y se nota las diferencias entre la gran productora y sus competidores. El diseño en Luis y sus amigos es correcto pero no hay imaginación, ni tampoco creatividad; Sino vean como son los personajes de los extraterrestres que se parecen a una copia barata de Mike Wazowski de Monster Inc. Pero a la vez esa falta de pretensiones le da encanto. Los directores solo buscaban una excusa para hacer una película para niños, a lo cuales respetan y no los toman por tontos, tampoco antepone un mensaje por sobre la historia, solo se dedican a narran de la manera más clara y coherente posible. Eso es su fuerte, todas las sub-tramas están bien llevadas y ninguna se alarga o es innecesaria. Es sobre todo una película que cree en el mundo en el mundo que está contando. El gran pecado de Luis y sus amigos del espacio es que es olvidable. Y es una pena porque hay talento detrás de escena, directores que entienden el material con el que están trabajando y una producción al servicio de una historia. Al final termina
El corte es una verdadera sorpresa, una película que en manos de cualquier otro director podría haber caído en una narración chata que antepone el mensaje por sobre el cine. Por suerte no es así, esta película co-dirigda por Agustina Gonzalez Bonorino y Regina Braunstein parte de un hecho real pero es retratado como si se tratara de una de suspenso. Todo comienza con el corte de luz en una zona del gran Buenos Aires que termina convirtiéndose en un estallido social contra las empresas eléctricas. Las directoras siguen cuatro historias que en ciertas secuencias se cruzan. No conviene adelantar mucho porque se perdería la sorpresa pero todas parecen estar marcadas por una tensión en escala. A través de estas distintas historias y personajes las realizadoras retratan una época del país y como un barrio se va volviendo peligroso, incluso para los mismos vecinos. La amenaza la mayor parte del tiempo es invisible y se va apoderado de todo poco a poco, el robo se convierte en moneda común y el miedo puede aparecer desde cualquier plano, como si en el fondo las directoras tuvieran a Asalto al precinto 13 y Halloweende John Carpenter como referente. También es importante resaltar la importancia de la mirada, muchas situaciones comienzan con alguno de los personajes centrales viendo lo que le está ocurriendo a otro en una escena que vimos anteriormente. Y no se queda solo en eso, se le da valor a la imagen para que hable por sí sola, para que las acciones de los personajes sean comprensibles. A la vez le saca esa mala imagen al acto delictivo, ya que como se muestran en varios casos, responde a distintas inquietudes. A eso súmenle las excelentes y naturales actuaciones de todos los involucrados. El corte es una gran película cuyo único pecado es que dure apenas 68 minutos, aunque eso es también lo que logran sus dos directoras, que durante ese tiempo estemos envueltos en el mundo que nos proponen.
Las Vegas es el nuevo largometraje de Juan Villegas, un director con una amplia carrera dentro del cine tanto como crítico en medios especializados así como también detrás de cámara con sus películas Sábado (2001), Los suicidas (2005) y el documental Victoria (2015). Esta es su primera incursión en la comedia. En el mundo de Las Vegas conviven muchas películas. Están las de desencuentros amorosos, las de re matrimonio, las coming of age y hasta las de guía turística. En esta, en apariencia, simple historia Laura (Pilar Gamboa) viaja con su hijo (Valentín Oliva) a Villa Gesell de vacaciones. En el lugar donde se hospedan se encuentra su ex pareja (Santiago Gobernori) con su nueva mujer (Valeria Santa) y una chica llamada Cecilia (Camila Fabbri) unos pocos años mayor que Pablo y con quien tiene más afinidad por ser de la misma generación. Justamente uno de los temas que más trabaja Villegas es el generacional, que une a esos padres con su hijo y que los separa. Como si la música fuera lo que soporta el paso del tiempo y saltara de generación en generación. Es la importancia de la música lo que puede llegar a unificar a la gente pareciera decir Villegas. Por ejemplo en uno de los primeros intercambios entre Pablo y Cecilia, este le da un cd de Joy Division, o el primer acercamiento de la ex pareja se da con una canción de fondo. O incluso esa charla entre padre e hijo sobre la banda norteamericana The Pixies. Que la película sea de humor no significa que esta sea excesiva. Por el contrario, viene en cuentagotas apoyándose sobre todo en el talento actoral de Pilar Gamboa quien termina siendo la verdadera revelación. Aunque también, es muy interesante el personaje de Pablo quien, vestido siempre de negro, opera como un espectador pasivo y la vez alguien fuera de su tiempo y contexto que ve como el drama se desenvuelve naturalmente a su lado. El resto de los actores acompaña convincentemente pero Gamboa es la estrella. Las pocas fallas de Las Vegas vienen del lado de algunas situaciones (por suerte, muy pocas) que no fluyen del todo bien y del lado de algunos diálogos que son dichos de manera teatral, y que se repiten una y otra vez. Pero esto no quita que Las Vegas sea una recomendable película y una puerta para los que quieran acercarse al cine de este director argentino.
Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, fue no solo uno de los iconos más grandes de Argentina sino también de toda América. Con su inconfundible voz, eléctricos movimientos y carisma, sumado a su talento para componer conquisto al público de cada pais al que fue. Su muerte en el 2010 fue un golpe duro para todos aquellos que escuchaban su música y habían visto sus películas pero a la vez agrando el status de icono que afortunadamente pudo vivir. Yo, Sandro es un documental que que esta contado mediante entrevistas que le hicieron a Sandro durante la década del setenta. Desde su niñez hasta la conquista de los mercados latinoamericanos, el directorMiguel Mato toma la sabia decisión de no continuar más allá, de no meterse en las polémicas que tuvo el cantante en su vida y tampoco su muerte aunque haya una pequeña alusión en cierto pasaje. Que no vaya más allá de su vida responde a varios motivos. Primero porque todo ese material se puede encontrar fácilmente, segundo porque nunca se ha explorado tanto la infancia de Sandro. Esto es una pena porque muchas de sus canciones tienen raíces en sucesos de su niñez. Por ultimo sirve para que sea recordado en el esplendor de su vida, vigoroso, con sus frenéticos movimientos. Sobre esto último es interesante la misma imagen que el proyectaba. Es innegable su carisma pero lo más llamativo es verlo moviendose. Había algo de atleta en su energía desbordante, sino piensen ¿Quién más se movía de esa manera desenfrenada? Elvis lo podrá haber inventado pero Sandro lo llevo a extremos inimaginables. El documental está compuesto por una simple y cuidada reproducción de época en donde la cámara subjetiva sigue la mirada de Roberto Sanchez por los lugares y gente que estuvieron implicadas en su temprano desarrollo, esto es intercalado por canciones de algunas de sus películas. Pero el verdadero caballito de guerra de este documental son las filmaciones que hizo el cantante durante su vida. En esas home movies se pueden apreciar sus viajes a Disney, sus paseos por Estados Unidos y los amigos que lo acompañaban. Presentados sin cortes, como los había filmado originalmente Sandro, un recuerdo para que todos lo recuerden. Yo, Sandro es un excelente documental. No solo sirve como homenaje a uno de las figuras más importantes de América sino que tambien se zambulle en su vida contada por el mismo cantante y logra que disfrutemos una vez más de su voz. A su vez sirve para todos aquellos que quieran conocer o sientan curiosidad por él y sus emblemáticas canciones.
Laurent Cantet no es ningún extraño para los consumidores de cine francés. Sus películas Recursos Humanos (1999) y Entre los muros (2008) dieron a conocer a un director con una mirada humanista en sus historias, que nos juzga a los personajes y las distintas pluralidades de opiniones. L’Atelier es su nuevo trabajo en donde vuelve a trabajar con los temas que le interesan. Un grupo de personajes trabajando mientras la cámara los filma como si de un documental se tratara, algo que ya había desarrollado en Entre los muros. Lejos de los artificios del cine, los actores se mueven naturalmente y logran que se deje pensar que lo que se ve es en realidad una interpretación. De ahí que lo que dicen los personajes sobre la política, la violencia racial e inclusive temas banales suenen tan reales. Pero también como los protagonistas que trabajan sobre una novela de misterio en un taller, Cantet ensaya cierto tipo de cine suspenso ligado a Alfred Hitchcock con una conseguida tensión entre los dos personajes principales. Esto termina siendo lo mejor de esta nueva incursión del director francés en el cine, son esos pequeños momentos que le dan vida a una película que constantemente hace pensar en otras de sus obras. No ayuda que el conflicto del personaje principal interpretado, eso sí convincentemente, por Matthieu Lucci, sea tan poco atractivo, sobre todo en comparación con el personaje de Marina Fois que brilla en cada escena opacando a los demás actores. Al final de la película en una especie de despedida del personaje principal y porque no en parte discurso del propio director argumenta el porqué de su conflicto y problema: La respuesta es sencilla: Estaba aburrido ¿Esta Cantet aburrido de su cine y de sus temas? O ¿está buscando alguna manera de mezclarlo con otros géneros? L’ Atelier no es una mala película pero no es lo mejor de su director, alguien que logro que el drama humano, los pensamientos de sus personajes y su acercamiento a los distintos grupos sociales sea interesante.
Una mansión en ruinas y alejada de la sociedad, dos protagonistas con una relación cargada de tensión sexual, un pantano, una maldición y fantasmas. Los inquilinos (2017) tiene como principal referente al terror gótico (palabra derivada de Godo, pueblo germánico que fue importante en la caída de El imperio romano de Occidente) pero con algún que otro susto para mantener la atención del espectador casual. En su segundo largometraje, después de la muy interesante Let us prey (2014), el director Brian O’ Malley se centra en la historia de Rachel y Edward interpretados por Charlotte Vega (Rec 3: Genesis, American Assasin) y Bill Milner (Dunkirk y X-First Class), dos hermanos gemelos con personalidades opuestas y muy marcadas. Ella es quien da la cara, la que es capaz de salir de su hogar y lógicamente es también la que anhela ser libre. Él es un ser asustado y reprimido, un émulo de Norman Bates. Es con esta persona con quien O’ Malley sabiamente juega mezclándolo con El cuervo de Edgar Allan Poe. En una época en donde las historias de fantasmas están en retirada es bueno ver una que está anclada en otra forma de trabajar el miedo y de perturbar. Lo perturbador en Los inquilinos es la frágil y aterradora personalidad de Edward, en contraposición con la racionalidad y frialdad de su hermana. Los verdaderos espectros están en segundo lugar, en el fondo y aunque se los vea no dan miedo porque lo importante está en la enferma relación entre los dos personajes principales. Tanto Vega como Milner están excelentes en sus papeles, ya que son capaces de transmitir una gran diversidad de sentimientos en pequeñas miradas y sobre todo en sus silencios. El resto del elenco está acorde a la propuesta pero quedan opacados por sus protagonistas. La fotografía a cargo de Richard Kendrick es otro de los motivos por el cual ver The Lodgers. En su segundo proyecto juntos, el director de fotografía captó la atmósfera de este sub-género y entrega unos planos donde la oscuridad se cuela en cada rincón de esa mansión en contraste con la luz que hay cada vez que el personaje de Vega sale. Si la historia se hubiera quedado en eso sería una obra mucho más valiosa de lo que es. Pero en su afán de querer contentar a todos el guion del debutante David Turpin comete algunos errores que le juegan en contra. Algunas situaciones que no llevan a nada y sobre todo clímax que no tiene ni pies ni cabeza parecen querer enmascarar algo que cuando se inclina por la simpleza funciona mucho mejor. A veces no es necesario volver complicada una trama simple, algo que los autores de relatos de terror góticos sabían. Aun con esos reparos Brian O’ Malley demuestra una vez más ser un director que promete. Tal vez con el paso del tiempo entregue una obra maestra, pero por lo pronto es una nueva joven promesa del género de terror.
Poco sabía Steven Spielberg en 1975 que iba a cambiar el cine son su película Tiburon (Jaws su título original). Pero así fue, no solo inventó junto a Star Wars (1977) el concepto de blockbuster sino que dio pie a un nuevo subgénero; el de tiburones. A partir de entonces, comenzaron a salir secuelas, versus, delirios ultra trash y hasta rip off como El ultimo tiburón (1980, Enzo Castellari) la cual el mismo le hizo juicio, en vano, a sus responsables, de mas esta decir que esta joya italiana es muy recomendable. El subgénero de tiburones no ha muerto y dudo que lo haga. Es un subgénero fácil de hacer, que no necesita de grandes presupuestos, ni tampoco actores de renombre. Hay algo que también tienen en común todas, es la supervivencia ante una situación que si a veces puede rozar lo ridículo pero que importa. A 47 metros es una de estas películas, protagonizada por la cantante convertido en actriz Mandy Moore ¿se acuerdan de su éxito Candy?. Esta es la típica historia de supervivencia con un tiburón dando vueltas por ahí. No hay nada nuevo bajo el sol, o bajo el agua en este caso. La película solo cumple con lo que busca, pasar un tiempo entretenido mientras el espectador ve las formas en que el personaje principal sobrevive al drama al que vive. Y no, su predictibilidad no le juega en contra, ni su falso tiburón creado en cgi, es una película más dentro de este subgénero que nunca quiso llegar a los pies de Speilberg porque todos sus realizadores siempre supieron que era imposible lograr lo que el genio americano hizo en esa película. Esa falta de pretensiones y humildad, en muchos casos, es lo que le termina jugando a favor a estas películas que solo buscan que uno pase un mal momento y le tema a los reyes del agua.