REDENCIÓN Con escenarios naturales e imponentes, buenas interpretaciones, y un acertado manejo de la tensión y la acción, el realizador Francisco D’Eufemia (Fuga en la Patagonia, 2016) combina thriller y western independiente manteniendo expectante al espectador. Al acecho (2019) cuenta la historia del guardaparques Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) quien rehace su vida en su nuevo destino, un lugar olvidado y conflictivo al que pocos quieren ir, el Parque Pereyra Iraola. Al poco tiempo, bajo una aparente tranquilidad, descubre una red de cazadores furtivos, tráfico y engaños. Su viejo instinto de cazador lo hará estar en vigilia permanente. Podrá esconderse de todo, menos de sí mismo. D’Eufemia, además de dirigir, escribe junto a Fernando Krapp (guionista) este largometraje argentino. Que si bien tiene un acentuado rasgo de cine de autor, nos propone una historia con características propias del western y el cine de suspenso. Es por esto que el tema de la redención se instala desde el comienzo. La construcción del antihéroe, como la de concebir al paisaje mismo como protagonista y no un mero escenario, resultan los puntos fuertes del filme. La banda sonora y la musicalización increpan de manera notable al espectador, algo que no ocurre con mucha frecuencia en el cine local. Y las secuencias con cámara en mano, consiguen instalar al espectador en la acción, a la vez que nos sumerge junto al personaje en ese inmenso y misterioso lugar. "Al Acecho es una película independiente que utiliza de manera efectiva a la escasez de recursos, a la vez que coquetea con los géneros clásicos siendo esto estimulante para el espectador."
Dirigida por Francisco D´Eufemia, realizador de cine argentino independiente, egresado de la ENERC, “Al Acecho” es una película de suspenso e intriga, posicionándose, en su mixtura de géneros, como un exponente del cine de autor, una propuesta que se aleja del cine comercial. Esta historia pasa por la mentalidad de los personajes más que por sus acciones y el argumento nos adentra en la acción de una red cazadores furtivos en el Parque Pereyra Iraola, un lugar con una gran potencia cinematográfica y visual. Un thriller rural, que nos cuenta la historia de un cuidador, que vive en aparente tranquilidad, hasta que una serie de acontecimientos amenazan su estadía allí. Su instinto lo mantendrá al acecho de esta red de traficantes y engaños, rastreando sus turbias conductas. ¿Buscará apoderarse de su negocio o solo atraparlos? Las ruinas salvajes del imperio que alguna vez fuera propiedad de esta renombrada familia resultan un lugar cautivante inserto en el ámbito urbano. Sabiendo que el espacio es un elemento y personaje más, el bosque cobra vida. Estelarizada por Rodrigo de la Serna y Belén Blanco, Es el regreso del actor argentino al cine nacional, luego de su exitoso paso por la TV española formando parte del elenco de la serie “La Casa de Papel”. Ante la propia naturaleza violenta de su personaje, el cautiverio se revela como garantía de supervivencia. Porque el intrigante Silva que compone se espeja en ese animal salvaje y el acecho, como la proyección de su propia figura y un interrogante hacia un camino posible: ¿que sucede si sacamos a una persona de su entorno y la colocamos en uno completamente distinto?. En esa búsqueda del equilibrio, en medio de las tensiones y las verdaderas intenciones de cada implicado en el conflicto, el film cobra magnitud.
Un inquietante ser instintivo se aloja en nosotros. Crítica de “Al acecho” El actor Rodrigo De La Serna se mimetiza con su faceta salvaje y alcanza una comunión enigmática con la biodiversidad Florencia Fico Hace 1 día 0 32 La película intriga con un western rural donde el realizador Francisco D’Eufemia incrementa el volumen a sus escenarios épicos. La naturaleza como protagonista omnisciente de la caza furtiva y su efecto en los destinos de los personajes. Por. Florencia Fico. Finalizó el rodaje de Al acecho, con Rodrigo de la Serna | CineFreaks.net El argumento de la película argentina “Al acecho” es sobre un guardaparque Pablo Silva(Rodrigo De La Serna), quien se traslada a otro destino el Parque Pereyra Iraola, una región hostil en la localidad. Halla a unos colegas e intenta insertarse en el itinerario de la zona con rapidez. En un amanecer, Pablo descubre un zorro herido en una jaula. Lo cuida y le da alimento. El toma la decisión de saber quienes son parte de una banda de cazadores furtivos que ejecutan sus planes en la reserva. Pablo continúa la investigación empleando sus instinto: “¿Quiere atraparlos o apoderarse de su negocio?”. El director Francisco D’Eufemia da paso a un filme con un thriller rural con gamas de drama, western, policial, acción y simbolismo. El realizador brinda nuevos escenarios autóctonos para la construcción de una película donde la sobrevivencia, la aventura y la naturaleza salvaje son los hilos tensores para el imaginario del espectador. El guión de Fernando Krapp y Francisco D’Eufemia expone un libreto coloquial. Tanto la jerga mafiosa como la policíaca; y la metáfora visual. El texto también pone a rodar el entramado delictivo que se da por el furtivismo: se trata de la caza ilegal de animales en los parques nacionales protegidos. Asimismo la complicidad entre guardaparques, fuerzas militares, traficantes y el encubrimiento. “Al Acecho”: una aventura del cine independiente se sumerge en el Parque Pereyra Iraola También como un sujeto como Pablo camina un sendero enigmático. En su personaje que bien puede ser descrito como un antihéroe o el espejo de las hipocresías que están en ese hábitat. Tan ordenado como manipulador, libre pero autoritario, regulado aunque criminal. El humano encerrado y la especie en cautiverio, en un lugar sin reservas para hacerse de la vida ajena. Los límites son borrosos, la ley de la selva, toma y daca. La humanidad muestra sus garras agazapadas. La música de Ariel Polenta emplea instrumentación a base de cuerdas como violines y percusión en escenas de tensión para resaltar una clima conflictivo y amenazante. El encargado de la fotografía Diego Poleri realza el ambiente de thriller con planos secuencia, acentúa la naturaleza con capturas aéreas y panorámicas del Parque Pereyra Iraola. La iluminación juega con claroscuros para afirmar sensaciones de miedo y susto, asimismo el juego de luces con linternas en tramos de disputa. El reparto estuvo compuesto por el actor protagonista Rodrigo De La Serna en la piel de Pablo Silva donde el intérprete logró exhibir su potencial corporal en escenas de combate, su carácter implacable y por momentos sensible o perturbado. El jefe de guardaparques, Mario Venandi compuesto por Walter Jakob quien le dio un porte dominante y represivo. La actriz Belén Blanco como Camila Márquez una colega de Pablo quien dotó a su papel con una personalidad dura, contestataria y brava. El director Francisco D’Eufemia ofrece un filme de filme de suspenso con líneas de acción y policial con su sello diferencial que se sitúa en espacios donde la naturaleza despierta los bajos instintos y el anhelo de supervivencia. La simbiosis entre Rodrigo De La Serna, el entorno selvático y su lado animal es cautivador hasta brutal. PUNTAJE:80 Dirección Reparto Música Fotografía Guion El director Francisco D'Eufemia ofrece un filme de filme de suspenso con líneas de acción y policial con su sello diferencial que se sitúa en espacios donde la naturaleza despierta los bajos instintos y el anhelo de supervivencia. La simbiosis entre Rodrigo De La Serna, el entorno selvático y su lado animal es cautivador hasta brutal.
Tras ser arrestado por furtivear, un guardaparque de pocas palabras es trasladado al Parque Nacional Pereyra Iraola, donde no tarda en descubrir una nueva red de cazadores en actividad. ¿Está arrepentido y desea desbaratarla? ¿O simplemente buscará sacar provecho de ella? En la película más reciente de Francisco D’Eufemia hay una idea —un tanto diluida pero presente al fin— de western; una intención de suscribir al género desde una temporalidad actual y con una marcada impronta nacional. Desde la figura del forastero que se adentra en un nuevo territorio y elude las reglas locales desatando problemas, pasando por la descripción del límite geográfico que separa al parque de la estancia militar aledaña como una suerte de frontera que no debe ser violada, hasta el duelo armado del final, el director y editor cuenta con un buen abanico de cartas a su favor y sabe cómo jugarlas para inscribir al film en el género. No obstante, Al acecho acaba sorprendentemente perdiendo la mano; en parte, a causa de una negligencia que ya podría vislumbrarse, aunque en una medida mucho menor, en su antecesora Fuga de la Patagonia (codirigida por D’Eufemia y Javier Zevallos). Aquella película exhibía un anclaje genérico aún más explícito, así como también una visión del relato mucho más clara y, sobre todo, un desarrollo decididamente enérgico, vertiginoso. Pecaba, tal vez, de una estructura episódica y de una caracterización de personajes un tanto exigua, pero su fascinante trama y constante progresión dramática la dotaban de un sentido de la aventura, de un dinamismo notable que compensaba tales aspectos, y que brilla por su ausencia en Al acecho. Por el contrario, el film protagonizado por Rodrigo De La Serna se avoca a un relato menos cinético y más estanco, menos exploratorio y más psicológico, más cercano al western noir que al clásico. Tal decisión lo afecta en tanto que, al volverse troncal al desarrollo de la historia, aquella descuidada caracterización de personajes que antes podía pasar desapercibida asume un primer plano y exhibe, inevitablemente, sus hilachas: poco sabemos del guardaparque protagonista; sus objetivos e intenciones nos son tan ajenas como las razones que lo llevan a callar, putear, amenazar, reincidir y, eventualmente, a disparar. En efecto, su devenir —previsiblemente trágico— falla en suscitar cualquier tipo de empatía o emoción una vez llegada la conclusión. Ni siquiera la labor de De La Serna prueba ser suficiente para evitar que esto ocurra: pese a ser en gran medida correcta, su encarnación de un hombre empecinado en tropezar dos veces con la misma piedra despierta escaso interés. En su defensa, esto sucede principalmente como consecuencia de la poca información que poseemos sobre el personaje, pero también debido a ciertos deslices interpretativos por parte del actor que dificultan aún más la identificación con el guardaparque, particularmente en aquellas escenas en las que abandona el registro contenido que maneja durante buena parte del relato para dar lugar a una serie de iracundas explosiones. Tan forzadas como los planos-dron y la música ominosa que ofician de crasos separadores de las unidades dramáticas del film, constituyen aún otro ejemplo de las decisiones narrativas que, entre otras cosas, llevaron a que Al acecho no jugara mejor sus cartas. Con la mano que tenía, podría haberlo hecho; Fuga de la Patagonia es prueba de ello.
Se estrena comercialmente en Cine.Ar TV (el jueves 6 de agosto a las 22 y repite el sábado 8 de agosto en el mismo horario). A partir del 7 de agosto estará disponible en la plataforma Cine.Ar El interés del realizador Francisco D’Eufemia por el paisaje como elemento fundamental a la trama se puede rastrear hasta su documental Canción perdida en la nieve (2015) dedicada al único exponente local del muy germano Cine de Montaña. Allí el coleccionista y docente Fernando Martín Peña sostenía que en ese género el paisaje opera como un personaje más. Y eso es exactamente lo que sucede en las dos películas de ficción de D’Eufemia, aunque aborden otros géneros. En Fuga de la Patagonia (2016, codirigida junto a Javier Zeballos) es el paisaje patagónico a la vez bello y hostil, tanto un escenario como un antagonista en la huida protagonizada por el perito Francisco Moreno de su cautiverio con los mapuches. En el caso de su más reciente película, Al acecho, se trata del Parque Pereyra Iraola en la Provincia de Buenos Aires. Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) es un guardaparque que, por un incidente que no se aclara del todo y cuya responsabilidad él niega, es trasladado desde el parque donde estaba asentado al Pereyra Iraola mientras su sumario se resuelve. Allí se pone a las órdenes de Venandi (Walter Jacob), responsable del lugar, quien le encomienda diversas tareas entre ellas el patrullaje de algunos sectores. En una de sus recorridos encuentra primero un zorro encerrado en una jaula al cual rescata y de allí la pista lo va llevando al descubrimiento de una red de caza furtiva y tráfico de animales. Silva no sabe en quién confiar y no reporta su descubrimiento, iniciando la investigación él solo, con los peligros que esto conlleva. D’ Eufemia entonces aprovecha ese paisaje de Parque, por un lado agreste y rural y por el otro atravesado por lo humano, con las huellas de los asentamientos militares y la influencia de su cercanía con la zona urbana. Un escenario en que el protagonista se mueve con la familiaridad de su relación con la naturaleza y a la vez con la tensión que implica el peligro que allí acecha en cualquier rincón. La cámara lo sigue lo acompaña, se acerca o se aleja y muestra cómo se sumerge entre la vegetación y también entre las ruinas de las viejas instalaciones militares ahora recuperadas por lo salvaje. Esta dualidad del paisaje está presente también en el protagonista. El film juega con las expectativas del espectador y lo mantiene en suspenso no solo en cuanto a la trama policial, acerca de quiénes son los responsables y hasta donde llegan las complicidades, sino también acerca del propio Silva con quien uno puede identificarse por momentos pero a la vez extrañarse de él, sabiendo que no termina de revelarse, que no están claros ni su pasado ni sus intenciones. Pero incluso ese extrañamiento no impide que se mantenga el interés por lo que le pasa y se pueda sentir cierta empatía. Silva logra establecer algunas relaciones, sobre todo con el personaje de Camila (Belén Blanco) pero eso no hace que baje la guardia. Está, efectivamente, siempre al acecho y transmite también al espectador esa desconfianza de quien siente que no puede confiar en nadie, incluso acerca del mismo protagonista. Una característica fundamental del personaje de Silva es que es moralmente ambiguo y hasta un poco resbaladizo. No está claro si es una víctima, si es un farsante, si es alguien que quiere redimirse o si quiere involucrarse en una trama más turbia. Hay un paralelo entre este y el zorro enjaulado que rescata y con quien hace una conexión de cierta trascendencia. Un paralelo un poco subrayado pero que da esa idea del protagonista también como una criatura contenida pero salvaje. Definida por sus autores como un Thriller Rural, Al acecho se trata de un entretenido film de género, que mantiene el interés y la tensión, con personajes bien construidos y complejos, diálogos fluidos y creíbles y escenas de acción secas y efectivas. D’Eufemia reafirma aquí su compromiso con el cine de género, el Western en el caso de Fuga de la Patagonia o el Thriller en el caso de este film (o incluso el Cine de Montaña como tema de su primer documental). Que el Western sea patagónico o el Thriller sea rural habla no sólo del interés del realizador por los géneros sino también de su voluntad de buscarles una vuelta, estirar un poco sus límites y explorar sus posibilidades. AL ACECHO Al acecho. Argentina. 2019. Dirección: Francisco D’Eufemia. Intérpretes: Rodrigo de la Serna, Belén Blanco, Walter Jakob, Hector Bordoni, Pablo Ragoni, Facundo Aquinos. Guión: Fernando Krapp, Francisco D’Eufemia. Fotografía: Diego Poleri. Montaje: Francisco D’Eufemia. Música: Ariel Polenta. Diseño de sonido: Natalia Toussaint. Dirección de arte: Juan Pedro del Valle. Producción: Tomás de Leone. Producción ejecutiva: Maia Menta. Duración: 85 minutos.
Pablo Silva es un guardaparques, con un pasado del que no sabemos demasiado, que se incorpora a un equipo de trabajo y rápidamente detecta irregularidades que, tal vez, lo hagan tomar decisiones equivocadas, o no. Película que recupera el policial clásico, oscuro, con tramas e informaciones que subyacen a la superficie y que la posicionan como uno de los grandes estrenos del año. De la Serna una vez más se destaca en un papel diferente al “chanta” que desarrolló en varias producciones.
MISTERIO EN EL PARQUE PEREYRA IRAOLA Un guardabosque es trasladado al Parque Pereyra Iraola, en la provincia de Buenos Aires, mientras es investigado por un caso de cacería furtiva. Allí comienza a develar una trama de crimen y misterio que involucra a sus nuevos compañeros. Con esta premisa trabaja el director Francisco D’Eufemia para dar lugar a una película que sigue muy de cerca las estructuras formales de cierto cine latinoamericano al acercarse al género del thriller, de la intriga o el policial. Pero, al mismo tiempo que Al acecho resulta algo repetitiva y predecible, también podría decirse que es mesurada y exitosa en su pretensión estética. El misterio es atrapante y funciona, tal vez principalmente por el modo en el que Diego Poleri, el director de fotografía, captura los escenarios en los que se van sucediendo los episodios. El montaje y el trabajo de cámaras proponen un verosímil realista del cual la película nunca se corre. La construcción del espacio que se da en el primer acto y ciertos usos de las construcciones arquitectónicas del lugar sugieren que el misterio que guía la narración podría acercarse a lo mágico (otro de los caminos que suele seguir el cine latinoamericano al aproximarse al thriller), pero rápidamente la trama retorna a un lugar de comodidad que no abandona en ningún momento. Es difícil, sin embargo, reprochar a Al acecho por las decisiones que no toma, cuando, lo que sí hace, lo hace francamente bien. El ritmo narrativo funciona perfectamente para el tipo de historia que se quiere contar y el escenario elegido, y no escasean las tomas y las secuencias cautivadoras que se valen de la belleza y la lobreguez de los bosques del parque para crear tensión y suspenso.
“Al Acecho” de Francisco D´Eufemia. Crítica. Bruno Calabrese El 6 de agosto en Cine Ar TV a las 22 hs y a partir del vienes en su plataforma streaming Cine Ar Play se estrena la película protagonizada por Rodrigo de La Serna. Por Bruno Calabrese. Pabo Silva (Rodrigo de la Serna) es trasladado como guardaparque el Parque Pereyra Iraola mientras se le realiza un sumario interno por cuestiones en las que declara ser inocente. Al llegar lo recibe Mario Venandi (Walter Jakob), guardaparque jefe, a quien lo acompañan Camila Márquez (Belen Blanco) y Mariano Rodríguez (Facundo Aquinos). Pablo decide hospedarse en el mismo predio en el que cumple sus funciones. En un recorrido por el inmenso parque encontrará un zorro enjaulado, al cual se lleva a su refugio, pero no lo liberará. Al investigar se dará cuenta que un grupo de cazadores furtivos y traficantes de animales se encuentran operando en la zona. Pero ¿cual será la motivación real que empuja a Pablo a investigar el caso? El mítico parque ubicado en Berazategui es el espacio elegido para que se desarrolle toda la acción. Nos internaremos en él no solo desde lo visual, también lo haremos desde lo dialéctico, mediante breves diálogos que irán contando historias sobre el lugar. Leyendas sobre una desaparecida virgen de oro en un altar y un supuesto secuestro de una de las hijas de los dueños, la lucha de los quinteros de la zona para que no les quiten las tierras que el gobierno de Perón les cedió para trabajarlas y las ríspideces limitrofes entre el sector militar con los guardaparques, Pero el eje central sobre el que girará la historia será el tráfico de animales en complicidad con gente del parque, lo que hará que Pablo comience tratar de descubrir como funciona la red que opera dentro del parque, aunque sus intereses reales no queden muy claro. El zorro funciona como metáfora de la personalidad de Pablo, un animal que, en esta búsqueda de identidades, representa la tensión entre lo salvaje y la civilización pero que se adapta a todos los medios. Siempre asociado a los entornos suburbanos próximos a las granjas y a la gente. Una especie de Robin Hood animal, ladrón por necesidad y que se ve obligado a la marginalidad pero que sobrevive en las fronteras de la civilización. Sostenido por el sonido ambiente que se mezclará con una débil música de suspenso, la cámara sigue a Pablo de manera casi permanente a través de la investigación de los hechos que se suceden dentro del predio. La duda sobre la verdadera razón por la cual investiga es lo que sostiene la trama, más allá de saber quienes son los que se dedican al tráfico y como funciona el sistema. Eso hace que la tensión vaya en aumento a medida que el film avance. Sumado a la característica intensidad que Rodrigo De La Serna le imprime a sus actuaciones, algo que se ve nivelada con el ritmo pausado que acompañará todo el relato hasta su explosión final. Al Acecho pertenece a una familia de thrillers rurales de muy buena calidad que el cine argentino viene produciendo en los últimos años, como La Creciente de Franco González o El Silencio del Cazador de Martín Di Salvo. Películas donde lo inhóspito del lugar y la espesura de los bosques permiten que la reglas queden difusas y los negocios turbios afloren en manos de personajes oscuros, en un terreno donde pesa la ley del más fuerte y la impunidad es moneda corriente. Puntaje: 80/100.
Luego de permanecer en la cárcel por un delito menor, Pablo Silva decide rehacer su vida y, por la recomendación de un amigo, logra emplearse como guardaparque en un lugar olvidado y conflictivo al que pocos quieren ir: el parque Pereyra Iraola. Sus primeros pasos en su nuevo empleo lo obligan a recorrer el escenario casi selvático del lugar, aunque su inmediato futuro se verá inserto en inesperadas situaciones cuando descubre una red de cazadores furtivos, y así comenzará para él una serie de peligrosas situaciones en las que pondrá en juego su viejo instinto de cazador. Con indudable astucia, rastreará a esos hombres que han invadido el bosque, aunque su íntimo deseo de lograr dinero lo convertirá en un secuaz de esos violentos cazadores que lo asocian en sus turbios negocios y lo obligarán, además, a conocer una tragedia nunca esperada. Sobre la base de estas aventura y desventuras de su personaje central (muy buen trabajo de Rodrigo de la Serna), el director Francisco D'Eufemia logró un film en el que, con la suficiente dosis de suspenso, muestra la sutil manera en la que ese guardaparque puede esconderse de todos, menos de sí mismo. Una música que aporta emoción a la historia y una fotografía de calidad suman puntos a este entramado que habla de traiciones pero también de la necesidad de jugarse la vida en pos de un ideal.
Francisco D'Eufemia y Javier Zeballos estrenaron en el Festival de Mar del Plata 2016 Fuga de la Patagonia, una poco habitual y muy valiosa incursión en el western. Menos de dos años después, D'Eufemia (ya en solitario) presentó en un par de muestras internacionales (Pingayo, Tallinn Black Night) un film que, a su manera, recupera cierta impronta, estética y claves del western, aunque con una historia que en primera instancia remite al drama y al policial. Pablo Silva (un correcto Rodrigo de la Serna en su papel de recio) es asignado de forma temporaria al destacamento de guardabosques en el Parque Pereyra Iraola. Llega luego de un breve paso por la cárcel y con antecedentes que dejan más dudas que certezas. Allí lo reciben -sin demasiado entusiasmo- Mario Venandi (Walter Jakob), un ex militar que es el jefe del sector, y dos compañeros: Mariano Rodríguez (Facundo Aquinos) y a Camila Márquez (Belén Blanco). En uno de los primeros recorridos por la zona, Pablo encuentra un perro que ha muerto luego de quedar atrapado en una trampa. Es el primer indicio de lo que luego será algo evidente: allí opera una banda de cazadores furtivos ligada con traficantes de animales en un negocio por demás lucrativo. Como en todo buen western, Silva es un héroe de dudosa moral, inclasificable, lleno de enigmas y contradicciones. ¿En verdad querrá combatir a esos delincuentes o apuesta a quedarse con una buena tajada del negocio? El film tiene una narración abigarrada y tensa, mientras que en el terreno visual se luce la fotografía de Diego Poleri. Si bien la tensión y la incógnita se sostienen hasta el final, Al acecho luce un poco elemental en su construcción y sus alcances dramáticos, aunque nunca deja de ser un buen exponente de cine de género.
Este es un excelente policial negro al que su ambiente de western, o de film de aventuras, le da mayor relevancia. Además de director, Francisco D’Eufemia es compaginador de pura cepa, y eso se nota en su pulso narrativo que logra que algunas de las mejoras escenas de “Al acecho” estén perfectamente narradas sin necesidad de que haya diálogo; simplemente, porque el ambiente y las situaciones no lo permiten. Estas tienen que ver con las pesquisas que hace un guardaparques cuando encuentra pistas acerca de que en el parque nacional donde acaba de llegar a trabajar hay cazadores furtivos. Pero lo mejor es que la trama evita los lugares comunes ecologistas sin soslayar el tema. Rodrigo de la Serna, el protagonista, asume su nuevo trabajo sumariado por estar implicado en un caso de “furtiveo”. Él asegura que es inocente y que pronto estará libre de culpa y cargo; su excelente actuación hace que el espectador lo crea inocente, y que está haciendo lo imposible por descubrir a los cazadores. Pero hay un punto clave argumental: encuentra un zorro atrapado en una jaula y aparentemente lo protege, pero no denuncia el hecho. A partir de ese momento la película cambia y se va tornando más oscura y compleja, ya que pronto no habrá manera de tener certeza acerca de la verdadera naturaleza de este antihéroe. En “Al acecho” las apariencias engañan y casi todos los personajes están mezclados en el negocio de la venta de animales exóticos. Negocio que pronto muestra que los que lo llevan a cabo son criminales como los de casi cualquier otro tipo de delito. La trama se potencia con locaciones agrestes bien utilizadas y un gran sentido de cuándo mantener el suspenso y cuándo ir directamente a la violencia. Tiene todo lo que debe tener un buen policial negro, con el agregado de que en vez del típico paisaje urbano la acción se desarrolla en bosques llenos de ruinas de cuarteles militares y mansiones abandonadas. Además hay un sólido elenco y una banda sonora tecno atractiva. “Al acecho” es toda una sorpresa que no hay que dejar pasar.
Crítica emitida en el programa radial de Cítrica Radio, "Ya fué".
Cautiverios. La lucha por sobrevivir se sobredimensiona en momentos críticos. Y no necesariamente estamos hablando de esta cuarentena eterna, sino de sobrevivir en un sistema donde las reglas del sálvese quien pueda motorizan las acciones de los personajes. En ese sentido, el “estar al acecho” significa por un lado exponerse, demostrar la vulnerabilidad o flanco débil al enemigo pero por otro mantenerse en un lugar que garantice ese equilibrio mentiroso. Silva, ahora en una búsqueda de redención con un nuevo trabajo como guardabosque del Parque Pereyra Iraola, parece por momentos un animal salido del cautiverio. Cautiverio que se traduce en la típica jornada carcelaria al ser acusado de un delito tras un operativo policial. Poco importa a los fines de esta película el pasado de Silva porque el aquí y ahora es lo que persiste en su lucha contra un enemigo más poderoso. Resta saber que estamos frente a un thriller y que el tráfico de fauna es uno de los ejes por los que transita este trepidante film de Francisco D Eufemia, con una sólida actuación de Rodrigo De la Serna en un papel de antihéroe que no sólo le exige desde lo físico sino presencia frente a la cámara, además de ductilidad para pasar de un estado de absoluta ternura a otro de enajenación y violencia. Acompañan a De la Serna (confirmado para la última temporada de La casa de papel) Belén Blanco, Walter Jakob y Facundo Aquinos, entre otros. Al acecho es una propuesta de género sumamente interesante que puede tomarse de ejemplo a seguir cuando las ideas de un guión no cerrado se apoyan en la intuición de sus intérpretes y la dirección de actores complementa satisfactoriamente ese aspecto sustancial para lograr el atractivo de una historia sin dobleces ni medias tintas.
Con dirección de Francisco D´Eufemia, quien antes había dirigido “Fuga de la Patagonia”, otro thriller rural (si es que podemos llamar así a esta mixtura de aire libre, cámara, y tensión en la que los personajes se camuflan hasta el punto de casi perderse por completo), “Al acecho” viene en ese mismo rumbo y está escrita por D´Eufemia y Fernando Krapp. La película está protagonizada por Rodrigo De la Serna y filmada íntegramente en Berazategui, precisamente en el Parque Pereyra Iraola, un lugar completamente selvático, como se puede observar desde el comienzo. Todo con el apoyo del programa municipal “Berazategui, Set de Filmación”.
Un zorro enjaulado Francisco D´Eufemia viene de dirigir Fuga de la Patagonia (2016) junto a Javier Zevallos, una película atravesada por un género al que podemos denominar “thriller rural”, en el que la naturaleza es un personaje central de la historia y la razón de ser de los personajes que la habitan. Con esta misma lógica se embarca en soledad en la dirección de Al Acecho (2020), película que sucede en el Parque Pereyra Iraola, un entorno selvático geográficamente ubicado en el medio de un centro urbano como es la Ciudad de La Plata. Al lugar llega de manera transitoria el guardaparques que interpreta Rodrigo de la Serna, luego de un confuso episodio policial que vimos en el inicio de la película. Desconocemos los motivos y el pasado del personaje, pero su accionar ambiguo reina en la trama cuando descubre en los recónditos del Parque Nacional a un grupo de personas que trafican animales salvajes de manera clandestina. Al intentar detenerlos no sabemos si el protagonista busca redimirse (por el hecho del inicio), o apropiarse del negocio ilegal. En ese dilema ético moral deambula la trama que presenta el espacio natural como un entorno laberíntico en sintonía con el presente del protagonista, propicio a caer en su propia trampa. El clima de film noir con personajes que no son lo que parecen, la claustrofobia que genera el lugar y el misterio constante, reafirman las ideas planteadas por esta historia co-escrita por el director y Fernando Krapp. Belen Blanco, Walter Jakob y Facundo Aquino completan el reparto de este film que se estrena en CINE.AR por la pandemia.
La película dirigida por Francisco D´ Eufemia, que también hizo el guión junto a Fernando Krapp y que tiene un conocimiento profundo del parque Pereyra Iraola, atrapa al espectador desde un primer momento. Aún antes de los títulos se atisba una historia distinta con el protagonista, problemas con la autoridad, que luego lo hace estar como “temporario” en el uniforme de guardaparque. Lo que demuestra el realizador, con la muy buena elección de Rodrigo de la Serna, es que en ese entorno salvaje, los humanos también tienen al descubierto los instintos básicos sin la pátina social. Esos instintos relacionan al protagonista con la existencia de cazadores furtivos y el comienzo de un camino ambiguo que despierta lo feroz y lo brutal, donde el bien y el mal están demasiado mezclados, y el héroe puede ser todo lo contrario al mismo tiempo. El encuentro con un zorro capturado y una relación que parece atraparlo más que la incipiente relación amorosa con una colega, despierta sus sentidos más primarios de supervivencia, justicia y supuesta codicia. Con un clima muy bien logrado que revela poco de la historia, que elude detalles y explicaciones, que revela con mezquindad cada recodo del argumento, la tensión mantiene muy atento al espectador. Rodrigo de la Serna pone pasión, su cuerpo, su talento al servicio de un personaje fascinante y repelente. Siempre en guardia. Los temas del film que van desde lo salvaje de la caza furtiva, la corrupción y la impunidad son el telón de fondo de un thriller que se disfruta del comienzo al fin.
Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) es asignado de manera temporaria como guardabosques en el Parque Pereyra Iraola. Llegue luego de haber pasado un tiempo en la cárcel, lo que significa que hay una sospecha sobre sus conductas. En su nuevo trabajo lo reciben Mario Venandi (Walter Jakob), un ex militar jefe del sector, y otros dos compañeros: Mariano Rodríguez (Facundo Aquinos) y a Camila Márquez (Belén Blanco). Pero en los primeros recorridos, de simple rutina, Silva encuentra un perro que ha muerto luego de quedar atrapado en una trampa. Es el primer indicio de que algo está pasando. Descubrirá luego que opera en el parque una banda de cazadores furtivos ligada con traficantes de animales. Silva se dispone a terminar con el negocio, poniendo en riesgo su propia integridad. La historia promete más de lo que finalmente ofrece. En un contexto inusual la película narra una historia policial con un antihéroe sobre el que pesa un enorme dilema moral. El guión es más interesante que su desarrollo y los actores, en particular Rodrigo de la Serna, están en ese tono del cine argentino independiente que parece todo cortado por la misma escuela. No llega a ser una narración apasionante ni un notable film de género, pero tampoco es una película que deslumbre por su original o un estilo visual personal. Muchas películas como esta se estrenan por año en Argentina, no son malas ni buenas, pero cuesta creer que sean recordadas.
Dirección y Montaje: Francisco D´Eufemia / Guion: Francisco D´Eufemia, Fernando Krapp / Producción: Tomás De Leone, Maia Menta / Productora asociada: Roberta Sanchez / Dirección de Fotografía: Diego Poleri / Dirección de Arte: Juan Pedro Valle / Música Original: Ariel Polenta / Intérpretes: Rodrigo de la Serna, Belén Blanco, Walter Jakob, Facundo Aquinos / Duración: 95 minutos. Francisco D´Eufemia (Canción perdida en la nieve, 2015; codirección de Fuga de la Patagonia, 2016) vuelve al ruedo junto al guionista Fernando Krapp para contarnos una historia salvaje adentrándose una vez más en un paisaje agreste y hostil al dirigir este híbrido entre lo policial y el thriller rural, casi enteramente rodado dentro del Parque Pereyra Iraola, en donde el protagonista Silva, interpretado por un preciso Rodrigo de la Serna, se internará en el inhóspito paisaje de la naturaleza en una búsqueda frenética entre el deseo y la redención… EL LLAMADO DE LO SALVAJE Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) llega al Parque Iraola a trabajar como guardaparque a la espera de la resolución de un sumario interno, después de haber sido apresado en una espectacular redada llevada a cabo por la policía por supuestos delitos cometidos dentro de la jurisdicción del Delta del río Santiago. Mario Venandi (Walter Jakob), jefe a cargo del parque, lo recibe, le da alojamiento y lo pone al tanto de sus tareas, entre otras, la vigilancia y el patrullaje del Parque Iraola, un lugar inhóspito y ruinoso que alberga un pasado de esplendor y un futuro incierto. Mariano Rodríguez (Facundo Aquinos) lo llevará de recorrida para mostrarle el lugar. En una de estas recorridas, acompañaremos con el aliento entrecortado, efecto provocado por la cámara en mano utilizada por el director durante estas caminatas, introduciéndonos en la espesura del parque del mismo modo que accederemos al lado más salvaje del interior de los protagonistas. Silva y Mariano encontrarán a un perro muerto aparentemente víctima de cazadores furtivos en busca de animales que serán destinados al tráfico y al comercio ilegal. A partir de ese momento Silva se pondrá a rastrear las huellas de los cazadores, y en este punto, la historia toma una densidad singular. De alguna manera, el rol de cazador de animales se invierte, y los cazadores furtivos devienen potenciales presas, desde el punto de vista de Silva, ya que los rastreará y los perseguirá hasta acorralarlos, con el fin de averiguar la cadena de complicidades dentro de una red de tráfico de animales. Sus fines nunca resultan del todo claros. Y en este punto ciego, en no saber cuáles son las verdaderas intenciones de Silva es donde reside el conflicto narrativo del filme. La tensión irá en aumento, y nunca dejará de subir porque estará sostenida en gran parte por la ambigüedad del proceder de Silva. Ya que sus acciones por momentos vacilan entre capturar a los cazadores furtivos y denunciarlos, como bien le aclara a Martínez, su compañero en el parque, o al contrario, querer negociar con ellos para obtener ganancias. En esa vacilación del personaje es donde radica la potencia del conflicto. No sabremos porqué hace lo que hace ya que la mayor parte del tiempo Silva lo pasa en soledad, sin intercambios verbales con otros personajes que nos pudieran brindar alguna pista sobre sus verdaderos móviles. Tendrá un encuentro sexual algo desenfrenado y salvaje como la misma naturaleza de la encargada del lugar, Camila Márquez, interpretada por una Belén Blanco tan agreste e indomable como la misma espesura que la circunda y con la que tan bien se mimetiza. La misma Camila asevera, “ya no hay lugares así”. Así como la fotografía logrará atrapar esa rusticidad del paisaje, el sonido captará a la naturaleza, el sonido del agua del arroyo o del río, porque como dice Silva, “lo mío es el agua”. LOBO El momento más revelador y sustancioso del filme se dará cuando Silva, en medio de una de sus tantas recorridas por los lugares no permitidos al paso del público, se encuentre con un zorro herido y enjaulado que ha caído presa de esa red de cazadores furtivos que trafican animales para alimentar cotos de caza ilegales. A partir de ese instante en el que Silva lo rescata y lo lleva a una barraca abandonada, se producirá en Silva un apego brutal e irresistible hacia el animal herido, el zorro, quizás porque tanto personaje como animal hacen espejo de una misma naturaleza. Silva tratará de mantener a salvo al zorro enjaulado, lo alimentará y pasará parte de su tiempo en su compañía, como si al darle protección y alimento estuviera por otra parte alimentando su siempre oculto lado salvaje. En una escena inusualmente expresiva, por lo primitiva y rudimentaria, veremos a un Silva sentado sobre el piso comiendo con las manos junto al zorro que hará lo mismo pero fuera de campo, escucharemos simétricamente el ruido que hacen las dos bestias saciando su apetito. El Parque Iraola replicará lo salvaje del paisaje que Silva lleva en su interior ya que el encuentro con el zorro no hará más que desatar esa naturaleza indómita, que había estado latente pero dormida; ese lazo tan indestructible como atávico se pondrá de manifiesto en el encuentro con el animal, tal vez por esa razón Silva sienta el llamado de esa poderosa naturaleza salvaje que la presencia del zorro ha despertado en su interior, sin resistirse a seguir su llamado porque animal y hombre se corresponderán en una misma y poderosa naturaleza. Por Gabriela Mársico @GabrielaMarsico
Después de un allanamiento que lo deja implicado en una causa por caza furtiva, el guardaparque Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) es sacado temporalmente de su puesto habitual y asignado al Parque Pereyra Iraola hasta que se aclare su situación legal. Lejos de su entorno preferido y forzado a abandonar la soledad a la que está acostumbrado, se une al pequeño equipo. Verlo moverse con un andar casi animal por el bosque, alcanza para entender no solo que tiene experiencia en su trabajo sino también que su lugar en el mundo es la naturaleza. Claramente, ser enviado a este lugar podrá ser un castigo para otra gente, pero para el protagonista de Al Acecho es apenas un contratiempo. Le lleva muy poco tiempo detectar que algo no funciona como se supone en ese parque. En un sector del bosque, donde no se supone que entre, confirma lo que sospechaba: encuentra un zorro atrapado en una jaula, al que se dedica a cuidar sin decirle a nadie. Silva se mantiene al acecho de los cazadores furtivos que operan en el lugar, y sin mucho esfuerzo aprende los detalles de su operación; pero lo que no es tan claro es qué pretende hacer con esa información. Furtivos al acecho El codirector de Fuga de la Patagonia vuelve a hacer uso de la naturaleza como entorno central para su historia, pero esta vez cambia la aventura de época por un policial mucho más rústico, no solo en lo estético. El Parque Pereyra Iraola no ofrece las mismas posibilidades de mostrar paisajes amplios y vistosos como la Patagonia, por lo que todo es mucho más acotado en Al Acecho, por momentos casi claustrofóbico. Todo avanza a los tumbos en Al Acecho, sin tomarse mucho tiempo en desarrollar personajes ni tramas secundarias. El recién llegado Silva descubre de inmediato a los cazadores; muy casualmente es la misma situación que parece ser origen de sus problemas en su lugar habitual de trabajo y con la que evidentemente está familiarizado. Si se mantiene cierta ambigüedad sobre sus intenciones es, sobre todo, porque oculta la información que descubre incluso el público, pero son justamente las fuertes contradicciones de Silva lo que lo mantienen interesante, lo que sostiene a una película a la que podrían quitársele personajes y situaciones sin que afecte notoriamente al conjunto. Concretamente, el único personaje femenino (en piel de Belén Blanco) parece estar para justificar una escena de sexo y que Silva revele al público un dato clave, forzándola de manera inverosímil a hacer algo que realmente no necesitaba porque ya tenía confirmada la información. Hay más personajes endebles, pero quizás ese sea el más notorio. No tiene por qué ser inverosímil el comportamiento errático de un protagonista si hay algo que lo justifique, pero los largos silencios de Al Acecho y el montaje rústico saltando entre escenas que no aportan demasiado, no dejan muy explícita la respuesta.
Dirigido por Francisco D’Eufemia (Fuga de la Patagonia) y escrito junto a Fernando Krapp, se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play un thriller protagonizado por Rodrigo de la Serna que sucede en el Parque Pereyra Iraola. Dos semanas después de caer preso, Pablo Silva es enviado al Parque Pereyra Iraola para trabajar como guardaparques y así empezar a rehacer su vida. Se encuentra con un lugar que parece olvidado y demasiado tranquilo, incluso la gente que trabaja ahí se presenta de una manera fría y distante, aunque luego consiga acercarse un poco más a Camila, una mujer de carácter fuerte pero a quien toma como confidente. La curiosidad, o algo más, lo lleva a moverse por fuera de los límites y, de a poco, se abre ante él una realidad oculta, tapada. Un zorro atrapado en una jaula, un animal que decide llevarse para cuidar, al mismo tiempo que se va introduciendo en algo que sin dudas parece peligroso. Un zorro no es un animal que se pueda domesticar y, sin embargo, ante él siente una conexión especial, no puede dejarlo. Es un animal astuto que sabe adaptarse. Y, a la larga, es él el que lo dirige hasta el final. Al acecho abre entonces el tema de la caza furtiva. Silva entiende que si está sucediendo frente a sus ojos es porque algún cómplice hay, alguien está permitiendo que el negocio se mueva. La película está contada a través de los ojos de su protagonista, un personaje parco que habla sólo lo justo y necesario. Esto hace que lo vayamos conociendo a él, y a ese pasado que parece fuerte y oscuro, en pequeñas partes. Se percibe siempre algo ambiguo, en tonos de grises y con algunas contradicciones. “Quiero limpiar mi nombre. Quiero hacer las cosas bien” dice Silva, pero actúa a veces de manera tan sospechosa como todo lo que se mueve a su alrededor. En este sentido, De la Serna consigue construir a su personaje a través de sus acciones, sembrándonos a veces más preguntas que respuestas. Y después está el contexto: un terreno que supo pertenecer a los más ricos del país y ahora crece en forma de ruinas, olvidado. Y con bordes definidos cuyos límites no deben cruzarse, apenas acercarse a ellos es exponerse a trampas que podrían ser letales. A la larga, Al acecho es una pequeña historia sobre un cazador cazado, sobre lo salvaje del ser humano y sobre cómo nos mueve el instinto. D’Eufemia acierta, sobre todo, a la hora de crear climas tan intrigantes como tensos, con justas dosis de suspenso y acción, con algo de western incluso. Para intensificar esa atmósfera también se apela a la banda sonora de Ariel Polenta que funciona tanto en momentos de mayor quietud como en los que se desata la acción. Al acecho es un thriller efectivo que funciona, principalmente, gracias a la construcción de su personaje principal. Un film que consigue buenos climas y que aprovecha muy bien sus locaciones naturales. Una historia pequeña que gana en intensidad a medida que avanza.
Crítica en YouTube
Naturaleza Profunda "Paralelismo entre el mundo salvaje y el hombre ambicioso. La ética inherente de ser humano, increpará al espectador, hasta el punto de cuestionarse, con intriga, sus propias limitaciones dentro de los roles en sociedad. Si estás en busca de una película con acción y repleta de contenido, entonces esta es la indicada." Al acecho, 2019 El guardaparque Pablo Silva (Rodrigo de la Serna) se presenta en su nuevo destino, el Parque Pereyra Iraola, un territorio salvaje en la ciudad. Conoce a sus compañeros y se adapta a la nueva rutina con facilidad. Una mañana, Pablo encuentra un zorro lastimado en una jaula. Lo cura y alimenta. El rastro lo conduce a una banda de cazadores furtivos que actúan dentro de la reserva. Pablo sigue este rastro con su instinto a flor de piel. ¿Quiere atraparlos o apoderarse de su negocio? Juan Pedro Valle (director de arte) realiza un juego combinando la paleta de colores con la estética fría que podemos apreciar en estos bosques. Tanto los vestuarios como la fílmica, priorizan los terrenales, como el verde musgo, el color crema y el gris. Ambientada musicalmente por Ariel Polenta quien aporta al film la tensión, dando espacio a los silencios de la naturaleza cruda. Con respecto a la construcción de personajes, el director y co guionista, nos entrega un protagonista con carácter sólido, poco atractivo y con gran curiosidad. De la Serna, quien nos tiene acostumbrados a papeles descarados; esta vez nos presenta un hombre que a simple vista solo quiere cumplir con su labor, y a medida que avanza la historia notamos que acarrea un instinto muy animal. De una manera tenue, Rodrigo De la Serna nos mantiene al borde del asiento, expresándose con la mirada. El montaje está muy bien logrado. Se siente la soledad del pequeño pueblo y como su ubicación los mantiene alejados de la civilización, estableciendo sus propias normativas sociales. "Para concluir, la película está bien lograda. El thriller juega con una realidad creíble. Haciendo foco en el pensamiento del hombre común y permitiendo que sus voces internas, tengan mayor eco. Queda en manos de quien la vea, confluir con estas moralidades, y me parece una gran recomendación. Porque nos increpa e invita a reflexionar con respecto a nuestros propios fantasmas y con los límites de la moralidad."
El guardabosques Silva es trasladado a una nueva área de protección, lugar donde descubre no solo a un grupo de traficantes de animales sino también un instinto de supervivencia que aflora en los confines de la civilización. Pablo Silva rehace su vida en un nuevo destino, un lugar olvidado y conflictivo al que pocos quieren ir: el inmenso Parque Pereyra Iraola. Buscando limpiar su nombre de un reciente pasado algo turbio, es trasladado al parque y al poco tiempo, bajo una aparente tranquilidad, descubre un zorro enjaulado al que alimentará y curará en su tiempo libre, identificándose con el animal. Aquí, sus innatas habilidades de rastreador lo harán descubrir una red de cazadores furtivos, tráfico y engaños. Su viejo instinto de cazador lo hará estar al acecho de los otros, escondiéndose de todos menos de sí mismo. Así comienza este thriller con tintes de suspenso y policial, filmado enteramente en un parque majestuoso de más de 10 mil hectáreas y cuyas extensas dimensiones constituyen un paraíso de fauna y flora que conviven con las ruinas de otra época. El protagónico de Rodrigo de la Serna (Diarios de Motocicleta, La Casa de Papel), expone y fomenta la naturaleza humana en un estado primitivo en el que la moral se queda en la ciudad, muy lejos de estos alejados parajes que ofrecen un potencial tremendo para esa clase de inhibiciones. Al Acecho, Rodrigo de la Serna El protagonista no solo se apropia del zorro herido, sino que a medida que se ocupa del animal comienza a establecer poco a poco una conexión determinante. Su carácter permutará en algo más primordial y salvaje. Con intenciones que no son del todo claras, permanecerá atento al movimiento ilegal de caza y tráfico dentro del parque, aunque sin definir, para él o para la audiencia, su propósito de atraparlos o de sacar un tajada del mismo. En este majestuoso escenario lo acompañan también Belén Blanco (El Puntero, La Deuda) y Walter Jacob (Elefante Blanco, Respira); colegas guardaparques que, como Pablo, tienen sus propios secretos y cuyas verdades se irán revelando solo en la medida que este thriller lo requiera y no antes. Suspenso, intriga y por sobre todo mucha tensión son los ingredientes del film de Francisco D’Eufemia (Fuga de la Patagonia), quien define a De la Serna como «un espectador que pasa a la acción». Y esa expectación se realiza a la par de quien mira la película: así como Pablo está al acecho de los cazadores furtivos, uno es testigo de lo cerca que el protagonista está de lo salvaje, de replantearse la ética de su proceder. Mención aparte, y seguramente uno de los puntos más sólidos, es la musicalización a cargo de Natalia Toussaint quien ya había trabajado anteriormente con D’Eufemia en Fuga... Realizada a base de tambores, realza las escenas de persecución a un nivel sobresaliente, al punto de que por momentos brinda la sensación de que se enredan y mezclan nuestros propios latidos con el sonido de ambientación. Una notable tarea a la hora de aclimatar lugares olvidados y llenos de sonidos nuevos. En este thriller rural, el espectador se mantendrá en vigilia hasta el final para averiguar los verdaderos objetivos del protagonista, en un relato oscuro y con personajes contradictorios, teniendo como entorno un inconmesurable escenario a su disposición.