Carnicería Ninja Asesino Ninja es un entretenimiento arrollador por sus coreográficas peleas recargadas de sangre y violencia. El dolor físico, puesto en su máxima expresión, articula la trama de este film de acción producido por los hermanos Wachowski y Joel Silver, responsables de la saga Matrix. Raizo (Rain) es un asesino despiadado desertor del Clan Ozonu. Este Clan comandado por Ozunu, se encarga de adiestrar niños huérfanos para convertirlos en desalmados asesinos. Raizo un día decide escapar, motivo por el cual es buscado para ser ejecutado por su traición. Aunque no sólo es buscado por el Clan sino también por la policía. Pero no estará solo, Mika (Naomie Harris), una mujer policía negra, intentará ayudarlo. Dirigida por James McTeigue (V de Venganza), la película abre con un plano detalle de un cuerpo siendo perforado por una aguja que se hace paso entre sangre y sonidos de dolor para imprimir un tatuaje en la piel a un miembro del Clan Ozunu. El dolor y la sangre, fuente de nutrición del “asesino ninja” quedan establecidas en la primer imagen para nunca mas irse, incluso potenciarse en el resto del relato. Utilizando peleas coreográficas filmadas con estilo clipero, Asesino Ninja no deja nunca el pulso rítmico de la acción, desparramando cuanta sangre por computadora pueda generarse (ese mismo efecto utilizado en películas como Kill Bill o El Tren de Medianoche) generando un collage de tonos rojos que inundan la pantalla. Pero mas allá del entretenimiento y el despliegue visual, al film le falta desarrollo en la relación Raizo-Mika para terminar de justificar las masacres posteriores. Si bien hay toques de humor que alivianan la carga sangrienta de la película, cierta frialdad en la relación hacen distante –así como en un video juego- las violentas batallas de puño y patada. Toda la imaginería está puesta en impactar visualmente al espectador a fuerza de sangre, sudor y patadas voladoras. Y el efecto es logrado, quienes gusten de este tipo de films killbillescos, saldrán satisfechos.
¿Por dónde empezar? Asesino Ninja no sólo es la clase de película que hace rato le faltaba a la cartelera, sino que además representa uno de los mejores y más divertidos filmes de acción que pude ver en el último tiempo. Los hermanos Wachowski, responsables principales de esta joya, le devolvieron a los ninjas la dignidad que habían perdido en estos últimos años. El público occidental se los tomaba en joda y los misteriosos asesinos a sueldo no deberían hacer reír, sino ser aterradores e implacables como se muestran en este film. Lo más importante de este estreno es que brinda el regreso memorable y esperado porque quienes somos fans del género y las artes marciales del gran maestro Sho Kosugi, quien es el Gran Ninja del cine. Sin el aporte de Kosugi en el cine clase B tal vez los ninjas hubieran tenido otra historia en el séptimo arte, por lo menos en Occidente. Kosugi trajo el concepto del ninja al continente americano con la memorable trilogía de la productora de Menahen Golam, integrada por los filmes La justicia del Ninja (con Franco Nero), que marcó la primera aparición de estos personajes en el cine estadounidense, La venganza del Ninja y Ninja 3: La dominación. A partir de ahí los asesinos enmascarados comenzaron a aparecer por todas partes, inclusive en dibujos animados y otra sagas cinematográficas populares como El guerrero americano con Michael Dudikoff. En nuestro país Sho Kosugi es muy recordado también por la serie de televisión de los ´80, Maestro Ninja (con Lee Van Cleef) y la película que este grosso filmó con Ulises Dumont en 1988, Contacto Ninja en la Argentina (Rage of Honor). En los links pueden encontrar más información sobre esas propuestas. La verdad que me emocionó mucho verlo de vuelta en el cine. Aunque está un poco más viejo no perdió su talento para interpretar a bastardos desalmados como el que encarna en su último trabajo. Me encanta Kosugi cuando es bueno, pero como villano creo que siempre se destacó más y para mi grata sorpresa los Wachowski y el director James Mcteigue le dieron mucho más protagonismo del que esperaba. Asesino Ninja es una propuesta especial porque, al menos en mi experiencia, nunca sentí que estaba viendo una película, sino un manga japonés que por arte de magia cobró vida. Se trata de un híbrido entre el cómic y la animación japonesa que fue ejecutado como una película de acción en vivo. Creo que en esto tuvo mucho que ver que los productores delegaran el guión en un grosso del cómic norteamericano como es J.Michael Straczynski, quien en las últimas décadas se destacó por sus trabajos en la revistas de Spiderman, Los Cuatro Fantásticos y Thor entre otras cosas. Ninja Asesino es un manga de Straczynski. Por otra parte, el cine de animación de ese otro gran maestro que es Yoshiaki Kawajiri me parece que también tuvo una enorme influencia en esta película. Las espectaculares secuencias de acción, sin ir más lejos, parecen salidas del film animado Ninja Scroll. Lo que me gustó y destaco de esta producción es que no se reprimieron con las secuencias de acción. El director realmente se tomó en serio, tal vez demasiado, el concepto del título. La película es totalmente zarpada en materia de gore y claramente está a la altura de la saga de SAW. Los primeros 10 minutos son mortales y le dejan al espectador bien claro por donde va a pasar esta propuesta. No puedo dejar de destacar el trabajo de Rain como protagonista. Este muchacho es un cantante pop y modelo coreano super famoso en Oriente que planteaba muchas dudas en esta película. Para ponerlo en términos elegantes. El flaco en principio no daba para interpretar a un ninja asesino. Es la última persona que te imaginarías para este film. Es como que Zack Znyder hubiera convocado a Ricky Martin para el rol de Leónidas en 300. No da. Sin embargo, si no conocés los antecedentes de Rain y sus coreografías de baile maracas que por alguna razón que nunca voy a entender atraen a ciertas mujeres, parece que el pibe toda la vida hubiera hecho filmes de artes marciales. La realidad es que está muy bien en la película y su trabajo es totalmente creíble y digno, dentro del universo loco en que se desarrolla la historia. En materia de acción Asesino Ninja tiene todos los ingredientes que espero en este tipo de filmes y no puedo evitar recomendarla. Un gran peliculón para arrancar este 2010.
Muerte en la sombra Nuevos efectos para una convencional historia de artes marciales. Asesino ninja es un extraño producto, en su mezcla de ambición y convencionalismo. Realizada por el director de V de venganza y producida por los hermanos Wachowski (Matrix), el filme posee el acabado técnico de una superproducción: las escenas de acción tienen efectos de última generación y la puesta en escena está cuidada a la manera de un "tanque". Pero, en el fondo, no es más que una versión aumentada de las películas de artes marciales de los '70, y sin la simpatía que tenían aquellos filmes de evidente clase B. En lo que parece un producto pensado para el desembarco en Hollywood de la estrella coreana Rain (que actuó con los Wachowski en Meteoro), el hombre encarna a Raizo, un brutal asesino ninja educado en las cruentas tradiciones del Clan de los Nueve. Moviéndose entre las sombras, puede matar a decenas de personas en segundos y con una brutalidad y eficiencia que envidiaría todo el universo de Marvel Comics. Cuando una agente de inteligencia, Mika (Naomie Harris), descubre la actividad de los comandos ninja y sospecha su función como un imperio mafioso, empieza a ser perseguida por estos "hombres de negro". Pero como la historia se cuenta en dos tiempos -la educación ninja de Raizo y su situación actual- nunca sabremos bien para qué lado él juega. ¿Querrá acabar con la investigación y cuidar a su clan? ¿O el pasado lo dejó con alguna deuda pendiente a resolver? Teniendo en cuenta que el filme es la plataforma de lanzamiento de Rain, uno puede suponer más o menos lo que sucederá. Asesino ninja dedica la mayor parte de su metraje a decenas de desmembramientos "cool", a brutales entrenamientos y a frases de confusa "filosofía oriental" dichas sin el guiño cinéfilo de Kill Bill. Y más allá de poseer algunas intensas escenas aprovechando el uso de la oscuridad (elemento esencial para el accionar silencioso de los ninjas), la película terminará siendo sólo una versión "hi-tech" de esos viejos programas dobles de cine de barrio de los '70 (o de Sábados de Super Acción) hecha por un equipo que parece creer que nadie se va a dar cuenta. O que no le va a importar.
Ninjas inverosímiles y clase B Andy y Larry Wachowski, los sobrevaluados autores de Matrix , merecedores de algún aplauso por los aciertos de V de venganza y la reprobación absoluta por su versión del animé Meteoro (películas que ellos respaldaron), vuelven a las andanzas detrás de esta producción que toma a ninjas como protagonistas de una historia violenta y más fantástica que verosímil. En Asesino ninja, poco importa el argumento, que termina diluyéndose entre piruetas voladoras, espadas que cortan cuerpos a lo loco y chorros de sangre que salpicarían a la cámara si no fuesen puro efecto digital. En esta propuesta del australiano James McTiegue (el mismo de V de venganza ), el protagonista, llamado Raizo (interpretado por el actor coreano Rain), es un asesino superdotado rescatado de las calles y de inmediato entrenado en esas lides por el clan Ozu, una sociedad secreta cuya existencia se considera un mito. Afectado por la ejecución de su mejor amigo por integrantes de la secta, decide desertar y desaparecer, para volver a la carga por revancha. Será en las calles de Berlín, donde los miembros del clan tienen un encargo, secundado por una bonita mujer que trabaja para una agencia de inteligencia. En definitiva, Asesino ninja no es más que una película de clase B bastante floja, cuya batería de efectos sólo confirma su vacío cinematográfico. Si bien la secuencia inicial promete, el resto no alcanza a parecerse siquiera remotamente a los clásicos del cine dedicado a las artes marciales de la década del 60.
Nada más que pericia técnica Una banda de asesinos ninjas comete unos crímenes. Una detective los rastrea por Europa y se vuelve, al mismo tiempo, su blanco. Después aparece un ninja renegado que la quiere salvar y hay peleas. Eso es todo lo que presenta este segundo largo como director del realizador James McTeigue, que realizó las únicas secuencias potables de las dos continuaciones redundantes) de Matrix y un film que crece en la memoria, el gran V de Venganza. Exhibición de pericia técnica, aquí sí –a diferencia de otros films blockbusters mal acusados de lo mismo– se notan los lugares comunes de la historia, especialmente porque la pirotecnia impide todo el tiempo que los personajes tomen suficiente carnadura como para que creamos en ellos. Así, la falta de originalidad de la historia termina dejando al espectador fuera de la sala. Se destacan entonces ciertas coreografías y la precisión del montaje, poca cosa que, en el fondo, no implica que este film sea completamente cine sino, sólo, que usa algunas de sus herramientas. Cuando no hay algo humano, la lucha carece de sentido.
James McTeigue construyó una carrera silenciosa como eterno compinche de los Wachowski hasta que se le dio la oportunidad de hacerse cargo de V de Venganza, como si el director hubiera sido un ninja que esperaba escondido hasta poder atestar un golpe letal. Qué mejor entonces que volver ahora con Asesino ninja, título de película atractivo como pocos, honesto y sin ningún tipo de miedo al ridículo. Lejos de esas pretensiones políticas de su anterior film, McTeigue se dedica a pasarla bien y a intentar que el espectador consiga divertirse con él. El medio son esas secuencias de acción descabelladas donde todo es posible gracias al milenario arte ninja que le da vía libre a los efectos digitales. Sin mucho más le alcanza a Asesino ninja para ser una pequeña película que no debería pasar desapercibida.
Con qué necesidad... Niños sometidos a una disciplina marcial e implacable bajo el mando de un impiadoso maestro que los somete a las más variadas pruebas de fuerza y destreza, para convertirlos en mercenarios ninjas al servicio del mejor postor, es el telón de fondo de la historia de uno de esos ninjas, ya adulto, que se rebela contra su origen y se convierte en una pesadilla para su maestro y aquellos que necesitan de los servicios del clan. Nadie puede sorprenderse demasiado si decide ver una película titulada "Asesino Ninja" y se encuentra con un festival de mutilaciones y coreografías artemarcialistas inverosímiles. Es lo esperable, después de todo. El problema con esta producción de los hermanos Wachowsky ("Matrix") es que más allá de su acostumrbado estilo para plasmar la acción, la historia es por demás trillada y pavota. Pésimas actuaciones y una dirección que sólo cumple con los planos apropiados para que se luzcan algunas escenas tras un montaje vertiginoso, contrastan con una secuencia de títulos finales más entretenida que lo soportado anteriormente.
¿Por qué le habrán puesto Asesino Ninja? ¿Por qué no se llamó Poeta en la pradera? La película desde el título te dice por donde va. El afiche te dice lo que va a mostrar, y si ves el trailer queda todo super aclarado. No podés salir insatisfecho sin lugar a dudas. Ves lo que te vendieron. Quien entra a ver una película así, quiere ver estas cosas que algunos diarios ponen como "inverosímiles"... Superman también es inverosímil... y nadie se queja porque vuela! La película tiene una duración justa, muy buenas tomas, buenos efectos especiales y el carisma de los actores la hace, dentro de lo inverosimil... muy creíble. Hace poco me enteré que el protagonista es el Luis Miguel coreano, que la rompe en Japón... y es muy loco eso, porque el pibe maneja las artes marciales y la acción requerida de una manera perfecta. Asesino ninja es para olvidarse de todo, entrar un rato al cine, y mancharse de sangre. Simplemente eso.
Verano de 2010 Lo mejor de la película es la época en la que se estrena: nada como el verano para quedarse colgado de la palmera viendo una peli en la tele, o huir del soporífero clima porteño, aunque sea por un rato, en el cine. En eso, Asesino ninja, gana. Sangre por todos lados (por las dudas no la vea con ropa blanca), una trama poco interesante pero amena (desde hace mil años se roban niños para entrenarlos como despiadados e imbatibles asesinos expertos en artes marciales), y una cantidad sin par de escenas de acción, las menos bien entendidas, el resto con estelas esteticistas que restan antes que sumar. Pues bien, si se tiene el dinero, a disfrutar en el cine, que con esos de las butacas y las pantallas gigantes, no tienen equivalente (sobre todo si se está solo en Buenos Aires y la mayoría de los seres queridos que podrían contener un poco están afuera). Y si no, la casa, siempre protectora, especialmente de uno mismo que no soporta las miradas ajenas que se preguntan qué se está haciendo solo en la casa cuando la calle, ese infierno, está tan pero tan encantador.
El comienzo de Asesino ninja promete más de lo que la película alcanza a cumplir. Una escena inicial que está más cerca del terror y el gore que del cine de acción o artes marciales nos deleita con toda una galería de horrores (a saber: decapitaciones, desmembramientos o lisos y llanos descuartizamientos) que están perpetrados a base de pura artificialidad y exageración. Pero la felicidad hemoglobínica y ligera del comienzo se va agotar rápido, porque la película de James McTeigue (director de V de Vendetta) se va a dedicar a contar la historia trágica de Raizo y Kiriko y su infancia y adolescencia bajo la tutela del villano Ozunu. El otro polo narrativo lo constituyen Mika y Maslow, dos detectives que investigan a una milenaria organización de asesinos y que de a ratos ofician de dúo cómico que trata de aliviar algo de la tensión que acumulan las secuencias con los jóvenes. En varios momentos llegan a escasear las escenas de acción, y la película recae demasiado sobre los hombros de la pareja Mika-Maslow, sobre todo de ella, entonces uno no puede hacer otra cosa que esperar con ansiedad el próximo combate entre ninjas.Al menos durante las peleas McTeigue le imprime un poco de vértigo a su película, aunque a veces las escenas no sean más que una seguidilla de planos rápidos e ininteligibles que aportan más confusión que gracia a las coreografías. No deja de llamar la atención el gusto por la violencia rayano en el sadismo que demuestra el director y que a medida que avanza el metraje resulta ser lo único verdaderamente sustancioso que Asesino ninja tiene para ofrecerle al espectador: la cruza algo novedosa entre cine de acción y terror que por momentos bordea el gore más crudo. Esas escenas son los únicos instantes en los que la película logra sacarse de encima un poco de la sobrecarga dramática acumulada por la historia de Raizo y Kiriko y transmitir un poco de nervio a pesar del pulso deficiente que tiene McTeigue para filmar la acción. Un dato final curioso: hay una escena de combate en la que se cita de manera explícita, casi textual, al conocido travelling lateral de 300. McTeigue reproduce los acercamientos y alejamientos repentinos de la cámara, los cambios de velocidad, la idea del plano secuencia, el trabajo con el sonido y hasta la dinámica de la batalla (un guerrero que se enfrenta a muchos): este plano de Asesino ninja tiene un despliegue visual tan elaborado en comparación con el resto de las escenas de acción que, incluso no habiendo visto 300, es fácil darse cuenta de que se trata de una referencia externa, cuya factura cinematográfica nada tiene que ver con la pobreza general que reina en la película de McTeigue.
Estúpido, caótico y angloparlante En la catarata de estrenos que supone los primeros meses del año, despertando del letargo a la cartelera anoréxica de noviembre/diciembre, el ejercicio de la crítica cinematográfica cobra un peso mayor. Es ella la que tiene que distinguir, entre la variada oferta, cuáles son las películas clave (y las malas películas clave) y cuáles las irrelevantes o las sobrevaluadas. Es decir, separar la (mucha) paja del (poco) trigo. A juzgar por la primera escena de Asesino Ninja, podríamos estar ante la presencia de un digno exponente de la segunda categoría (un generoso y delirante montón de trigo, sazonado a gusto con digital salsa rojo sangre): una reunión yakuza es interrumpida por el ataque de una sombra, que deviene en una masacre digna del Takashi Miike más desatado (el de Ichii the Killer), en la que cada uno de los mafiosos y sus mujeres son eliminados de forma implacable y con evidente espíritu gore. La sombra es, a esta altura no hace falta aclararlo, un ninja, integrante de un clan de mercenarios que secuestra a niños y los entrena en el arte del combate ninja y en técnicas sobrenaturales como la invisibilidad. Una agente del Europol sigue una pista de dinero que la conduce directamente a este clan, que, descubre, estuvo detrás de muchos asesinatos políticos recientes. Su investigación la convierte en el nuevo objetivo del clan, pero un ninja renegado (Raizo) en busca de venganza decide protegerla. Las batallas se suceden una detrás de otra, todas estructuradas desde el montaje fragmentado y el exceso de CGI (¡sangre digital!, ¿hasta cuándo?), generando el ya usual efecto anestésico típico de la (mala) combinación y el uso gratuito de ambos recursos. Porque a lo que apunta Asesino Ninja es a una construcción de las escenas de batalla “impresionista”: su efecto radica en el impacto de golpes de montaje, de planos muy breves ensamblados con violencia, sin respeto de continuidad y con el sólo objetivo de crear movimiento donde no lo hay, en oposición a las secuencias “expresionistas”, típicas del cine oriental en general y del cine de acción japonés y hongkonés que Asesino Ninja intenta homenajear en particular. Este tipo de secuencias privilegian la composición y el movimiento dentro del plano, que, en los mejores casos, se vuelven auténticos estudios de movimiento, pero fundamentalmente poseen una cualidad carnal del que el estilo impresionista tan usual en el cine de acción estadounidense carece. En el estilo impresionista los golpes no duelen, el montaje acelerado no permite generar empatía con lo que sucede ni asombro frente a la destreza física de los protagonistas, dos elementos cruciales en el cine de artes marciales tradicional. Comparar sino Asesino Ninja con cualquier película de Bruce Lee, o, para no hacer trampa, de nuestro contemporáneo Tony Jaa. El uso poco imaginativo de los efectos especiales digitales contribuye a intensificar el efecto caótico e hiperbólico de la muy pobre puesta en escena de las batallas, que parece una mezcla entre la estética troglodita y millonaria de Michael Bay y la falta de tensión dramática de las escenas de acción de las dos últimas entregas de la saga Matrix de los hermanos Wachowski, productores de Asesino Ninja. La falta de imaginación de la puesta en escena se contagia también a los diferentes rubros. El argumento es esquemático y previsible, pero así lo fue siempre en el cine de artes marciales. La vendetta de Raizo nos es explicada a través de extensos flashbacks que muestran la implacable educación del joven, marcada por los abusos físicos y los aforismos subnormales que pronuncia el sádico sensei. Es preocupante el uso cada vez más frecuente y repetido de los flashbacks explicativos en el cine hollywoodense (y no tanto, ver Cena de amigos, estrenada la semana pasada), probablemente debido a la incapacidad narrativa de muchos directores (en este caso James McTeigue, el de la superior V de venganza) o a la falsa concepción de que el espectador contemporáneo no tolera la linealidad narrativa clásica. Y si Asesino Ninja no logra homenajear formalmente al mejor cine de artes marciales (ni siquiera desde el idioma: aún si están en Berlín o en Japón, todos hablan en inglés), tampoco tiene el encanto berreta del cine ninja ochentoso inaugurado por Enter the Ninja, del cual McTeigue toma a su protagonista Shô Kosugi para ponerlo en el desafortunado e insoportable papel de sensei. Todo en Asesino Ninja huele a millones desperdiciados y a seriedad impostada, entre toda la fría perfección técnica no hay lugar para que se cuele lo imprevisible, lo maravilloso. En última instancia, aunque no suceda en Estados Unidos y ninguno de los personajes sea expresamente norteamericano, esta película es un reflejo perfecto del mundo en la hegemonía yanqui: estúpido, caótico y angloparlante.
Desde el trailer Asesino Ninja (Ninja Assassin, 2009) parecía un verdadero desastre, sin embargo la película entrega un verosímil eficaz y en general resulta una agradable sorpresa. Clichés simpáticos, ritmo vertiginoso, estética clase B y decenas de litros de sangre... ¿Qué más se puede pedir de una trama centrada en un clan antiquísimo de sicarios implacables? Luego de la interesante V de Venganza (V for Vendetta, 2005), James McTeigue continúa por el buen camino...
Una aventura de artes marciales y acción gore correctamente ejecutada, con personajes muy livianitos (por no decir inconsistentes) y un guión tan hueco como intrascendente. Muchos detalles inverosímiles impiden tomarse este relato ni mínimamente en serio pero las coreografías, el dinamismo del montaje y la contundencia de los efectos ayudan a que el asunto se tolere mejor. Cuestión de gustos, señores...
Otro escalón de violencia Esta película muestra la renovada interrelación entre el cine oriental y occidental de acción, que de este lado del mundo se traduce en una clara influencia de las artes marciales en la creatividad técnica y dramática de los popes del género. En esta oportunidad encontramos a Larry Wachowski -co creador de la famosa Matrix jnto a su hermano- moviendo los hilos desde la producción de un largometraje ambicioso dentro del género, que tiene un director y un guionista con poco roce en sus cargos (pero mucha en puestos intermedios), y a una joven superestrella asiática de la música y la pantalla grande que acierta con su primer protagónico internacional, como cabeza del elenco. La historia de Asesino ninja transcurre en Berlín y en un remoto rincón del continente del sol naciente, de donde proviene un letal asesino ninja que se rebeló contra la orden secreta que lo crió y entrenó. Ahora, aliado con la Europol, este Raizu tratará de desbaratar a la milenaria red criminal. Es un filme con reservas para gente impresionable, pues abundan las peleas brutales y los baños de sangre. La calificación “Apta mayores de 16 años” es por ello acertada. El estilo visual está claramente influenciado por la de las consolas de juegos para el hogar, al estilo Playstation, y también por el comic y el cine clásico chino y japonés de karate, kung fu, wu xia y demás, así como por hallazgos que de alguna manera han sido “patentados” por los Wachowski, como las cámaras híperlentas o que circundan a los protagonistas. Un elemento que a algunos distrajo del argumento es la afirmación de que algunos de los personajes sobreviven las estocadas mortales al corazón porque tienen un defecto congénito que hace que este órgano se ubique en el costado derecho de su cuerpo. En Internet, para reforzar la credibilidad de este aserto, se afirma que esa malformación existe, si bien se hace presente en casos estadísticamente improbables. Para seguir a los Wachowski detrás de cámaras. Una virtud: la fotografía y el montaje. Un pecado: el argumento policial es un poco endeble.
Violenta, inverosimil e innecesaria. Seguramente alguien podrá explicar cual es el motivo por el que se realiza una película tan poco creativa. Yo por el momento no logro comprenderlo. Un joven ha sido entrenado en un templo para convertirse en un asesino implacable y prácticamente invisible. Nunca se ha preguntado por el sentido de todas las muertes infringidas. Sin embargo, siempre tiene que haber un sin embargo para que se pueda inventar una historia que de sustento a una película, en una ocasión decide no cumplir con el mandato que le ha sido asignado para cometer un nuevo asesinato. Así descubre el verdadero sentido criminal y económico que se esconde detrás de aquel que consideró su maestro espiritual. Mientras esto ocurre, una insignificante burócrata de la policía europea detecta algunos movimientos económicos significativos asociados a asesinatos cometidos por ninjas. Así, ella será sentenciada a muerte por la organización. La película es una larga y sangrienta sucesión de enfrentamientos de luchadores ninjas, todos contra uno, destinados a matar o proteger a la joven policía. La película no parece tener ni una pizca de parodia sobre lo inverosímil o los disparates espacio temporales sobre los que se monta la historia. Esto es lo peor, la propia película parece tomarse en serio. Y esto es algo aun peor que la vieja, sangrienta y anquilosada historia de los asesinos ninja.
Mucha patada...poca emoción Raizo fue entrenado para soportar el dolor y ahora es una máquina asesina surgida de una red milenaria de Caballeros Ninja, el Clan Ozunu. El debe escapar de la organización que lo vio crecer y, en su peligrosa venganza, se unirá a una detective negra. Un producto de acción que combina artes marciales, luchas cuerpo a cuerpo y mucha sangre. El agregado no siempre convincente es el toque fantástico: cuerpos mutilados y demonios del infierno que resultan escurridizos. Eso sí, golpes por doquier, cadenas que funcionan como látigos y el uso de la cámara lenta para potenciar la acción. La emoción y la adrenalina faltaron a la cita.
¡Llamen a Exterminator y Destrosator!!!!! ¡Volvieron los ninjas!!!!!!! ¿Recuerdan esas películas de sábado o domingo por la tarde que daban (o dan) por los canales de aire? Aquellas de artes marciales pero dirigidas por estadounidenses de segunda mano, con mezcla de elencos asiáticos y occidentales, prácticamente sin argumento que se estrenaban directamente en video… Bueno, los hermanos Andy y Lana (Sí, Lana es Larry, pónganse al día) Wachowsky siguen por el camino de los golpes produciendo seudopelículas donde intentan rememorar el espíritu setentoso y ochentoso de estas sagas que inspiraron a Carlos Galletini a traer a los ninjas a la Argentina para luchar contra Guillermo Francella. Por supuesto, que las películas asiáticas de los ’70, a las que Tarantino merecidamente les levanta un púlpito, poco o nada tienen que ver con estas imitaciones occidentalizadas. Y Asesino Ninja, con más presupuesto, más efectos digitales, no logra diferenciarse del resto. ¿Por qué? Porque definitivamente no tienen respeto por una cultura milenaria, se la trata con despecho y de forma superficial, y con una mirada tan ignorante como la adaptación de Rob Marshall de Memorias de una Geisha. Por lo menos, la belleza de las escenografías, coreografías y vestuarios hacían olvidar el detalle de ver a un grupo de actores orientales (para los estadounidenses, chinos, japoneses y coreanos son todo lo mismo mientras tengan ojos rasgados) hablando en inglés. Asesino Ninja sigue los mismos pasos lamentablemente. Solo en pocos momentos se habla en japonés, y esto se debe a que el protagonista es coreano simulando ser japonés. Pero si Benicio del Toro y Gael García Bernal hicieron del Che… La historia es mínima y la acción, abundante por suerte: Una secta de ninjas secuestra chicos que son entrenados (y torturados) desde los 6 años para ser asesinos a sueldo del gobierno que pague con oro. Entre ellos se encuentra Raizo (Rain), cuyo corazón es ablandado por la única integrante femenina del grupo. Debido a diferentes circunstancias relatadas a través de muy torpes flashbacks, Raizo se escapa y convierte en un fugitivo del grupo en busca de venganza contra el clan de ninjas asesinos. Paralelamente, un grupo británico de inteligencia situado en Berlín busca al mismo clan para parar una ola de asesinatos y contrabando de armas. Raizo, junto con la agente Mika (Harris) intentarán detener al maestro Ninja (Kosugi), una versión humana del maestro Yoda (¿habrá sido doblado por Frank Oz?), pero del lado oscuro. De esta forma se podría hablar de una narración estilo Jason Bourne, con menos originalidad, sorpresa en su tratamiento, y por supuesto mucho menos neuronas en su concepción. James Mc Teague, responsable de otra producción de los Wachowsky, la adaptación del cómic de Alan Moore, V de Venganza, una película mucho más interesante que la saga Matrix o este bochorno cinematográfico, sabe darle, a pesar de todo suficiente adrenalina, sangre (los ninjas tienen mucha más sangre que cualquier humano común pareciera) y acción (explosiones, peleas, explosiones, peleas) para no dormir y distraer de los enormes pozos narrativos y las patéticas actuaciones (no se salva ni Ben Miles, Patrick de la serie Coupling). Pero también es notoria la falta de imaginación a la hora de crear una estética o planos. Los Wachowsky, al menos, más allá de la sobrecarga de efectos especiales, hay que admitir que tienen “estilo”. Tanto Asesino Ninja como V de Venganza son visualmente parcas, hoscas, decepcionantes. Un producto vacío de contenido, inverosímil de principio a fin, con menos homenajes al cine de arte marciales, al manga y al cómic de lo que podría haber tenido para, por lo menos atrapar al fanático del género. En este sentido, se podría agrupar junto con las mediocres adaptaciones de algún video juego. Porque como juego tiene mayor coherencia que como película. De esta manera, solo es una mediocre obra de acción más, típica de la factoría Silver, con buenas coreografías de pelea que no alcanzan a satisfacer a ningún público mínimamente exigente. Solo, quizás a aquel que siga viendo las películas de artes marciales de las 2 de la tarde por Canal 9.
Ninja Assassin cuenta la historia de Raizo (Rain), uno de los asesinos más temibles del mundo. Fue recogido en las calles en la infancia, y transformado en un asesino adiestrado por el Clan Ozunu, una sociedad secreta cuya existencia est considerada una leyenda. Pero atormentado por la ejecución sin piedad de su amigo por el Clan, Raizo se escapa de ellos y desaparece. Ahora espera, preparandose para cobrar venganza. Asesino Ninja es una película a la cual uno va con cierta expectativa, en este caso me costo mucho poder calificar el film ya que me decepciono muy al principio y después ya no hubo vuelta atrás. Molesta que esté hablada en ingles, pero me propuse aceptarlo, no es la primera vez que me pasa, pero mientras avanzaba la acción me di cuenta que no era eso realmente lo que me molestaba sino lo que estaban diciendo: el lugar común ya había pasado, estamos bordeando un mal doblaje de Palmera Records, ese que uno escucha y por dentro dice, “seguro en ingles suena mejor o seguro dijo otra cosa”: pero no, no: acá lo dijo. Un film sumamente comercial disfrazado de una buena/regular película asiática... No hay mucho que contar, el cantante Bi (Rain) uno de los más exitosos en este momento en Corea, es el personaje principal: un huérfano sufridisimo que quiere vengar a su amiga muerta y ya que está, devolverle un par de golpes a su mentor , jefe del Clan Ozunu. Cuando uno se empieza acomodar en la butaca surge la verborragia de los agentes de la Europol, Mika y su jefe Ryan, que te hace bajar de una manera abrupta. Los enfrentamientos entre estos ninja superpoderosos son admirables, esto junto con algunos de los flashbacks a la niñez de Raizo, son los momentos que se rescatan , pero lamentablemente cuesta disfrutarlo ante un guion débil , ya que si bien se sabe que en este tipo de films la historia principal no siempre es algo muy rebuscado, en este caso el guión era por momentos muy difícil de sobrellevar. No hay mucho más que relatar, si bien me gusta este tipo de películas, me queda la duda de saber que opinará un fan de películas de acción ninja, por el momento elegí redactar en primera persona por esta vez para acentuar mi disgusto.
Los ninjas o shinobis eran mercenarios que surgieron en el Japón feudal de alrededor del siglo 14. En realidad vienen a ser los primeros soldados comando de la historia, especializados en espionaje, sabotaje y asesinato. Al contrario que los tradicionales samurais, los ninjas eran asesinos al mejor postor, sin demasiadas reglas de honor. Pero lo que terminaría resultando fascinante serían sus técnicas stealth y sus sofisticadas armas, algo que terminaría por envolverlos en un aura mística de invencibilidad. En Occidente los ninjas nos eran desconocidos hasta que aparecieron por primera vez en el cine en Solo Se Vive Dos Veces, en donde James Bond terminaba de formar parte de un escuadrón de ellos que combatía a las fuerzas de SPECTRE en Japón. Pero la popularidad de los ninjas vendría en los años 80, cuando surgiría una fugaz e intensa moda del género y con los filmes protagonizados por Sho Kosugi (que aparece, a modo de homenaje, en Asesino Ninja). Lo habitual es que fueran coproducciones serie B de calidad mediana para abajo. Luego de ello, entrarían en cuarteles de invierno o quedarían relegados a figuras secundarias y decorativas en películas como Mortal Kombat o Street Fighter. Asesino Ninja viene a ser el primer esfuerzo de los estudios major de Hollywood en contar una historia del género con un presupuesto y un equipo técnico potable. Al mando está James McTeigue, quien viene haciendo las veces de director suplente (¿o testaferro?) de los hermanos Wachowski desde V de Venganza. Desde aquella escena en que V empezaba a lanzar cuchillos a diestra y siniestra en los túneles del metro en el 2006, se veía que McTeigue tiene pasta de sobra para dirigir acción. Y ahora le ha tocado en turno rodar una película en donde la historia es lo de menos, y lo que cuentan son las orgásmicas masacres hermosamente coreografiadas. Porque en realidad Asesino Ninja no tiene mucha historia. En realidad el guión maneja dos tramas: el origen de Raizo y la conspiración actual que amenaza las vidas del ninja renegado, la agente de Europol y las fuerzas del orden. Mientras que el origen del protagonista es formidable - esto es Kung Fu, versión el lado oscuro de la fuerza -, nadie le avisó a los guionistas que debían escribir algo medianamente razonable sobre la conspiración que se transpira en el tiempo presente. ¿Por qué están todos en Berlín? ¿Van a matar a alguien?. ¿Cómo hace esta gente para ir y venir de Alemania a Japón como si estuviera a la vuelta de la esquina?. Pero no importa. El filme compensa esa omisión con grandes creces. Por un lado hay un enorme clima de misticismo en torno a la figura del ninja - su entrenamiento, los ataques a sus víctimas, sus fabulosas armas - y por el otro lado está la acción. ¿Ya dijimos que era orgásmica?. Es como si a Kill Bill le hubieran puesto esteroides y la hubieran rodado con litros de sangre fosforescente (en vez de las tomas blanco y negro que eligió Tarantino para el combate entre la Novia y el Ejército de los 88 locos). ¿Es creíble?. No, pero ¿a quién le importa si esto es entretenido? El cantante surcoreano Rain tiene carisma de sobra para llevar la película sobre sus hombros, y del otro lado Sho Kosugi destila maldad por todos sus poros. Los combates son formidables, y hay uno cada cinco minutos. La pantalla chorrea sangre y tripas, pero es gore en toda su gloria. Lamentablemente el lado flaco del libreto - la trama en Berlín - y la oscuridad de las peleas nocturnas - en donde uno adivina lo que ocurre en pantalla - opacan un poco el filme. La crítica la defenestró, y en la taquilla le fue tibio. Y es una lástima, ya que últimamente hay tanta idiotez que explota las taquillas, que a Asesino Ninja le debería haber ido mejor. Era una película que se merecía una mejor recepción, ya que visualmente es sorprendente.
¡Una que sepamos casi todos! La típica peli de chinos que se cagan a trompadas todo el tiempo sin parar ¿quién no quiere ver una de estas? Raizo es un ninja muy pesutti entrenado por el Clan Ozunu, que tiene que vengar la muerte de un amigo. Una idea re original ¿no? Sin embargo, son dos horas de piñas, patadas y explosiones que se dejan ver. Ideal para amigos, churros, pizzas y birra.
MATAR O MORIR… DE AMOR? (ANDA A CAGAR) La nueva película de James McTiegue, producida por los hermanos Wachowski, es un festival de luchas, armas ninjas, escenas violentas y… no mucho más. ¿Alcanza? Mmmm… nop. La historia de Raizo (interpretado por el coreano Rain) y su enfrentamiento contra los ninjas del clan Ozunu (del que él formó parte en el pasado, hasta el asesinato de su amigovia) está llena de lugares comunes y personajes estereotipados (curioso que esta frase en si misma ya sea un lugar común cuando se opina de cine). Además, una serie de (por momentos aburridos) flashbacks (que muestra la niñez –o, mejor dicho, ñoñez- del personaje principal y su entrenamiento) logran que el filme termine haciéndose pesado: apenas pueden destacarse algunas escenas de combates (sí, hay cámara lenta, no os preocupéis) y otras inesperadamente gore (y eso siempre se agradece). Sucede que ASESINO NINJA está planteada prácticamente como una producción para hacer quedar a Rain como un grosso y, seguramente, conseguirle más papeles en Hollywood: lamentablemente, el coreanito, a pesar de la caripela de serio y los músculos que anda mostrando durante casi toda la película, tiene menos onda que… un coreanito. En otras palabras: el filme falla al tratar de sostenerse sobre los hombros de Rain. En otras palabras: se nota que a Rain le falta bastante para ganarse el título de “héroe de acción”. En otras palabras: a Rain la peli le queda grande. En otras palabras: volvé a Corea, Rain. Otra deficiencia de la película es que por momentos se toma muy en serio, algo totalmente ridículo cuando hay ninjas saltando por ahí y -literalmente- despareciendo entre las sombras. Es que, tampoco se tiene de base, por ejemplo, la simbólica historia de V DE VENGANZA, el anterior trabajo de McTiegue. Además, ASESINO NINJA no logra definirse: pasa de mostrar un ninja que mata a otro metiéndolo en un lavarropas (bien ahí) a incluir un mensaje sobre el amor, lo bello que es vivir y gansadas del estilo (mal ahí): ¿en que quedamos, muchachos? ¿Nos vamos al carajo o no? Obviamente, el público al que está dirigida la película (nosotros, ustedes, en fin, los cinerds de este mundo) seguramente preferirá que se vayan al carajo, que se zarpen. Lo que menos queremos en una historia de ninjas es ver a un emo rebanando gente porque le mataron la noviecita... sí, queremos ver gente rebanada, pero… ¿por un pibe depresivo con el corazón con “aujeritos”? ¡Por favor! Y para colmo, la co-protagonista, Naomi Harris, es bastante inservible e insufrible… y ni siquiera muestra las gomas para la muchachada! Pfff… ASESINO NINJA es como ver (sí, “ver”, no jugar) un videogame: Raizo, con cadena y cuchilla (su arma favorita) mata muchos ninjas y va subiendo en la cadena alimenticia hasta su lucha contra el “jefe final” en su búsqueda de venganza. Y aunque, como ya se dijo, hay unas cuantas buenas muertes, la matanza no alcanza (me salió una rima). También hay un abuso de la sangre creada por computadora (che, la sangre nunca queda bien en la compu, a esto hay que hacerlo sí o sí “old school”) Como si esto fuera poco, encima roba algunas cosas de la grossa peli 300 (sí, la de los espartanos, dirigida por Zack Snyder), ya se darán cuenta ustedes (porque yo me cansé de tipear). En conclusión: ASESINO NINJA es una película repetitiva, sosa (siempre quise usar esta palabra) y muy probablemente destinada al olvido o, como mucho, a ser emitida por, digamos, Film-Zone un sábado a la siesta.
“Ninja Asesino” narra la historia de Raizo (Rain), uno de los mejores asesinos del mundo. Fue un niño de la calle que se ha transformado en una máquina entrenada por el Clan Ozunu, una sociedad secreta que se cree que es un mito. El asesinato de uno de los amigos de Raizo por el mismo Clan hace que él huya y desaparezca. Ahora el espera el momento indicado para la venganza. En Berlín, la agente de Europol Mika Coretti (Naomie Harris) ha descubierto una pista que demuestra que los asesinatos políticos tienen vinculación con asesinos del Lejano Oriente. Desafiando las órdenes de su superior, Ryan Maslow (Ben Miles), Mika investiga más a fondo para saber la verdad detrás de los asesinatos. Este descubrimiento la convierte en un blanco del Clan Ozunu que envía a los y asesinos tras ella liderados por el letal Takeshi (Rick Yune), para silenciarla para siempre. Raizo salva a Mika de sus atacantes, pero ahora él sabe que el Clan no descansará hasta que ambos sean eliminados. Ante esta sinopsis el final de la historia puede imaginársela sin esfuerzo quien disfruta de esta línea de producción cinematográfica. Un guión rutinario sin mayor preocupación por el entramado ni la elaboración de los personajes, donde los diálogos carecen de gravitación en la progresión narrativa, y ni que hablar cuando se nos pueda ocurrir analizar a los personajes. Ese es el endeble, y olvidable, basamento para una realización que no aporta nada particular para ser recordada. Eso sí, desborda en acción por la acción merced a una desatada violencia salvaje y primitiva, lo que deriva en una catarata de sangre. Se destaca un gran despliegue de luchas sometidas a una rigurosa coreografía nada original, pero efectiva, animada por excelentes acróbatas. Técnicamente los mayores aportes profesionales devienen del equipo de trabajo de cameraman y compaginadores. Es el segundo largometraje del cineasta australiano James McTeigue, quien debutó con el relato futurista “V de Vendetta” (2005), sin olvidar que en el 2007 codirigió con Oliver Hirschbiegel “Invasión”. Tiene antecedentes como asistente de producción en varios emprendimientos desde 1987, para luego, 1991, encontramos su presencia como asistente de director en una decena de título, y una participación como director de segunda unidad.