La cultura ochentosa está impregnada en mi ser. Tengo fascinantes recuerdos de una década (mal) considerada decadente a nivel cultural. Entre las series televisivas que más me (mal) educaron en esos años, se destacaron: El Súper Agente 86 (aun hoy se trata de una adicción fatal), Batman (la serie de Adam West, inmirable ahora), El Zorro (con Guy Williams, muy digna sigue siendo)… Todas reposiciones en realidad. La más contemporánea era Brigada A, (en realidad también debería agregar a MacGyver, que en cierta forma, era la competencia más directa de la Brigada liderada por George Peppard) La serie llevaba la firma de Stephen Cannell, un experto en series de acción que posteriormente realizaría otros “éxitos” como Los Archivos Rockford, Hunter, Renegado, Patrulla Juvenil, etc. Tiros, explosiones, humor, ironía… y personas comunes, que se veían amenazadas por militares, policías corruptos, traficantes de drogas, de armas. Siempre había al final de las episodios, escenas de acción con persecuciones, camionetas que saltaban por encima de la cámara (a lo John Ford) y peleas en cámara lenta con repetición de los movimientos. Si habremos visto y (mal) imitado a estas series acá en Argentina… Hoy en día, Jerry Bruckheimer se dedica a sacar adelante las nuevas series policiales, pero lo que realmente hacían de Cannell un autor de verdad, era que escribía cada una de las series y al final, uno lo podía ver frente a la máquina de escribir, firmando los episodios. Por supuesto, el tiempo pasa, uno crece, y se da cuenta que la violencia gratuita de estas series, que dignifican, enaltecen el machismo estadounidense y veneran a las fuerzas militares, son un poco ambiguas a nivel ideológico. Por un lado, los protagonistas, son antihéroes víctimas de ser moralmente impecables, intachables personas, que harían cualquier cosa con tal de defender al “débil” (generalmente, mujeres, viejos, adolescentes estudiosos de barrios marginados, etc). Por otro lado hacen apología de la violencia, pero lo justifican con una sonrisa final o un comentario oportuno. Y sí, la moda de los agentes independientes, que dignifican la violencia, la justicia por mano propia y la ironía, empezó con James Bond. Admitámoslo, seguimos disfrutando del agente británico a pesar de todo. Por eso, a la hora de ver la adaptación cinematográfica, que se hizo desear bastante tiempo, uno tiene que tener en cuenta estos antecedentes. La Brigada A, es una mezcla de los agentes de Misión Imposible con Los Simuladores (aun cuando Damiám Szifrón admite haberse inspirado en la serie de Cannell para crear la suya). Cada integrante tiene un rol: Hannibal, el líder que arma todos los planes. Ayuda en las interpretaciones y en las áreas técnicas al resto, con su inconfundible habano en la boca. Face, es la “cara” del grupo: elegancia, carisma, soberbia: se encarga de engañar a los villanos con disfraces y personajes. B.A. Baracus (o Mario, para los amigos): conductor y fuerza bruta, el loco Murdoch: piloto experimentado, se dedica a explosivos y tecnología. Cada uno, además aporta humor… mucho humor, y un nivel de locura extraña. La adaptación cinematográfica, a cargo de Joe Carnahan (el Guy Ritchie estadounidense: pasó de la muy interesante Narc a la mediocre Smokin Aces) respeta el perfil de los personajes, mas no tanto el argumento en sí de los episodios, lo cual no es del todo negativo: en el cine estadounidense todo se agrada, se quintuplica. Poner a la Brigada A resolviendo problemas de gente común no es tan interesante para el “estándar” hollywoodense. Así que la misión debía ser a lo grande: grandes explosiones, grandes efectos, personajes acartonados, una historia demasiado sencilla para tanta película. El comienzo recupera las raíces de la serie: 8 años atrás, cada uno de los miembros vive una situación límite, que gracias a su astucia y la ayuda del resto del grupo, logran salir adelante. Así, casi de casualidad, se formará la Brigada. Ya con las tropas de Irak en retirada, la Brigada A es traicionada por un grupo rival que quiere robar placas que imprimen dólares. A partir de acá se mezclarán idas y vueltas, persecuciones, disfraces, etc. O sea, todo lo que debe contener una película de espionaje. Al igual que en Misión Imposible (1996, Brian DePalma) el grupo es perseguido por una honrada elite del FBI, liderado por la bella pero acartonada Agente Sosa (Jessica Biel mostrando más sus curvas que su rostro) y el Director McCready (el subvalorado Henry Czerny, interpretando un personaje muy similar al de la primera parte de la saga con Tom Cruise), y los traidores agentes de la CIA liderados por el Agente Lynch (Patrick Wilson) y el Agente Pike (interpretado por el co guionista Brian Bloom). El resto son explosiones, autos chocados, tiros y cosa golda. No se puede esperar demasiado de un guión pobre que no oculta sus falencias, sus lugares comunes, clisés, estereotipos y previsibles vueltas de tuerca. Que de por sí cita y satiriza innumerables veces a películas del género similares. Honestidad fatal. Hay situaciones confusas, diálogos y escenas que tienen cortes demasiado rápidos, obvios. El montaje es pésimo y la fotografía de Mauro Fiore (ganador del Oscar por Avatar) es bastante desilusionante: no tiene identidad, parece plagiada de una película de Tony Scott (productor , junto a su hermano, y quizás un nombre que le habría dado mayor personalidad a la película). Carnahan aun no ha logrado definirse bien como cineastas y eso se siente en la película. El humor es forzado, artificial, impostado. No parece ser el fuerte del realizador. Todos estos desniveles narrativos, tampoco son compensados por las actuaciones. Si bien el elenco está correctamente elegido, y al menos tres de los cuatro principales han demostrado solvencia interpretativa en el pasado, ninguno logra realmente hacer creíbles a los personajes… y esa es la mayor diferencia con la serie. Peppard no era la caricatura que termina siendo Neeson, quién después de afirmarse como actor de cine de acción gracias a Batman Inicia y Búsqueda Implacable, no logra trasmitir el carisma del actor de Desayuno con Diamantes. Bastante desaprovechado. Bradley Cooper tiene mayor protagonismo del que tenía Dirk Benedict como Face, durante la serie, pero en cambio, le dieron un aspecto más rebelde que elegante, un carácter más “winner” que “playboy”: como si reemplazáramos a James Bond por Tony Stark. Y lo peor, es que Cooper, es un buen actor, un excelente comediante (lo demostró en ¿Qué Pasó Ayer?) y Carnahan decide explotar solamente su sex appeal. Quinton Jackson, es tan de piedra como Mr. T actuando. La diferencia está en que hicieron que su personaje sea más… humano, y Jackson no tiene la experiencia ni la capacidad de hacer “sensible”, más “querible” un personaje que originalmente, no lo era. Justamente, en la serie, se aprovechaban de las limitaciones actorales del actor de Rocky III, para crear un personaje súper fuerte que continuamente su burlaba de sí mismo, de su propio enojo. El Baracus de Jackson… es más bueno. Aún así conserva rasgos del original: como el amor por su camioneta que lamentablemente está menos presente de lo que debería. La mejor elección es la del sudafricano Copley (Sector 9), su sentido del humor es similar, e inclusive más reprimido, menos alocado que el de Dwight Schultz. Lamentablemente los realizadores, decidieron darle menos protagonismo que al resto del grupo y Copley no puede destacarse en su totalidad, por culpa de las limitaciones del personaje. El resto del elenco no aporta demasiado. El villano de Patrick Wilson no logra nunca impresionar ni asustar. Jessica Biel, como la “chica de turno” tampoco tiene demasiada presencia fuera de su acartonado personaje. Las escenas de acción no terminan de ser completamente divertidas, los realizadores decidieron apostar más por la adrenalina que por el humor. Justamente, en este sentido también salía ganando la serie. Esta falta de experiencia y decisión por parte del director para inclinar la balanza hacia la comedia, es lo que termina por indefinir la película. Inclusive, la sátira política es demasiado superficial. Además el mensaje ¿anti? violencia de la película, es ambiguo… confuso. Al igual que la adaptación de El Súper Agente 86, el sabor final para los fanáticos es agridulce. Hay muchas citas a la serie. Cada vez que el leit motiv de la serie aparece, el fanático se entusiasma, se excita, rememora otras épocas. Pero ahora, que pasó un tiempo de su exhibición, me he dado cuenta, que al igual que la película de Peter Segal (2008), esta adaptación es menos interesante de lo que prometía. Solo una sucesión de escenas de acción, entretenidas secuencias unidas narrativamente en forma banal y, por momentos. Injustificadamente. ¿Divierte? Sí. ¿Entretiene? Mucho. ¿Tiene buen ritmo? ¿Que película de este tipo no tiene? Pero hay un vacío que el fanático va a poder reconocer muy bien cuando finalicen los créditos finales. Ese gustito a nostalgia. Ese sabor de que podrían haber hecho algo un poco mejor. Que con mayor fidelidad y un poco más de astucia a la hora de ponerse a escribir, no se habría logrado un producto tan pretencioso, (mal)o, mediocre… A pesar de la excitación inicial que me invadió cuando se terminó la función (contagiado por la banda sonora y la escena que le sigue a los títulos: no irse de la sala), debo reconocer que el paso del tiempo hizo su trabajo en mi cabeza (apenas un día, en realidad) y la excitación se derivó en desilusión. O quizás empiezo a valorar más a la serie de culto de los años ’80. Cannell, de esta manera convierte a su mejor serie, a su producto más identificable… a su Brigada A, en un producto clase B. Es probable, que bajo este concepto, la película se pueda disfrutar más. Personalmente, pienso que la serie no se merecía este título.
Brigada A (Los Magníficos en otros países de Latinoamérica) era otro ejemplo de la fast food televisiva que estaba de moda en los años 80. El padre de la serie es Stephen J. Canell, responsable de una parva de tiras memorables, que van desde The Rockford Files, Hunter, Wiseguy hasta Stingray, Renegado, Toma y Baretta. Si bien los productos de Canell eran superiores a la media, The A Team fue uno de sus experimentos más descerebrados y populares: un puñado de mercenarios de buen corazón, graciosos e invencibles, que aparecían de la nada para imponer justicia en el episodio de la semana. Lo que caracterizaba a la serie eran sus disparatadas persecuciones automovilísticas, la invención de alguna superarma hecha a partir de cacharros, y el tono irreverente de sus protagonistas. Brigada A obtuvo inmediatamente status de culto, durando 5 temporadas que se emitieron entre 1983 y 1987. Ahora llega esta versión para la pantalla grande, la cual había estado dando vueltas por los estudios desde mediados de los años 90. Al mando está Joe Carnahan - el mismo de la tarantinesca Ases Calientes (2007) -, quien coescribe el libreto junto a Skip Woods (Operación Swordfish) y Brian Bloom (que aquí hace de Pike, uno de los villanos principales). Y a juzgar por el resultado final, el veredicto sobre Brigada A 2010 sería que es tan fiel al original que comparte los mismos defectos y virtudes de la serie televisiva. No se precisa ser un genio para descubrir que el libreto de Brigada A es un disparate sin pies ni cabeza. Hay una trama básica, que todo el público puede seguir sin fundirse ni una neurona - ir al punto A, descubrir algo, balearse con algún villano, salir corriendo al punto B, y repetir la secuencia -, pero en cuanto al resto, el filme parece pertenecer a otra galaxia ya que aplica leyes de lógica y de física diferentes a la de este planeta. Hay una gigantesca aventura saltimbanqui internacional - van a Estados Unidos, saltan a Iraq, se escapan Alemania -, en donde todos esos lugares se encuentran a cinco minutos de viaje unos de otros, y en donde no existen controles policiales de ningún tipo (y eso que a estos tipos los buscan como si fueran terroristas internacionales). Hay unas matrices para imprimir dólares, que nadie explica cómo fueron a parar a Iraq (¿el gobierno norteamericano iba a poner una sucursal local de la Casa de la Moneda?). Hay un agente de la CIA que prefiere tomarse la molestia de liberar de la cárcel a Hannibal Smith y toda su gente antes de reclutar un equipo propio e ir ellos mismos tras las dichosas matrices. Y hay dos toneladas de persecuciones en las cuales las leyes de Newton directamente no se aplican, como cuando Murdock apaga el motor del helicóptero para evitar un par de misiles guiados por el calor y lo vuelve a encender a unos 20 metros del suelo; o como otra escena en la que nuestros héroes vienen en caída libre en un tanque (!), con la única ayuda de un miserable paracaídas (!!) y deciden reposicionar la trayectoria del impacto a cañonazo puro (!!!) para terminar de caer en medio de un lago (tsunami de wtf!!). Sinceramente Carnahan se merece un aplauso de pie por haber diseñado las secuencias de acción más ridículas y dementes desde Wanted - Se Busca y Los Angeles de Charlie. Al ser las escenas tan sideralmente exageradas, Brigada A termina por transformarse en un comic filmado que no se toma en serio a sí mismo en lo más mínimo. Si bien las secuencias de acción son tan absurdas que son lo mejor del filme por lejos, lo que atenta contra la efectividad cómica de Brigada A es la edición esquizofrénica de las mismas, que las convierten en una coctelera visual casi imposible de seguir. Aquí Carnahan ha decidido seguir la escuela del corte rápido al estilo de Michael Bay, metiendo 20 planos en 5 segundos, amén de mover la cámara todo el tiempo, lo que termina por dejar a la platea fuera de combate y con el estómago revuelto como si hubiera estado en una montaña rusa. En la mayoría de los casos uno tiene que esperar a que la acción se calme un poco como para recapitular lo ocurrido y saber quién quedó vivo o quién iba en ese coche que acaba de explotar. El otro punto que desmerece a Brigada A - además de la trama boba y la edición histérica - es la poco feliz decisión que poner a alguien sin timing cómico como Liam Neeson en el papel principal (aquí se precisaba a alguien como Bruce Willis para el rol de Hannibal Smith). El resto está más que ok - Bradley Cooper sigue siendo muy gracioso, el wrestler Rampage Jackson se ve demasiado amable como Baracus - , con la excepción de Sharlto Copley (Sector 9), que es un eximio ladrón de escenas y se devora el filme con cáscara y todo. Cuando el sudafricano está en pantalla, el resto del casting directamente no existe. Brigada A se trata de explosiones y chistes, y no ofrece mucho más que eso. Hay un esqueleto mínimo que se podría llamar "historia" y que sirve de excusa para enganchar una persecución exagerada tras otra, con el nivel de absurdo creciendo en progresión geométrica. Como acá pasan muchas cosas y pasan rápido, es difícil que uno se aburra o se detenga a pensar en lo ridículo de la trama. Y como las partes cómicas funcionan, uno le perdona la vida a la película pero no deja de reconocer sus limitaciones.
Voy a hacer la crítica de la película como tal, sin comparaciones con la serie original, ya que considero que a pesar que está basada en un producto televisivo de la década del '80, hay varias generaciones que no han visto Brigada A, y por lo tanto...
Vuvuzela cinematográfica Para los amantes del fútbol, las vuvuzelas que abundan en las tribunas del Mundial de Sudáfrica son una verdadera desgracia. Las tan mentadas trompetitas impiden escuchar a la persona que está al lado (pregúntenle sino a Demichelis en el gol de Corea del Sur). Alguien incluso sugirió prohibirlas, pero la incontinencia del público local hace que sea imposible eliminar lo que es ya un hábito social. A algunos les parecerá ridícula esta analogía, pero esta versión cinematográfica de Brigada A, la popular serie televisiva de los años ’80, es algo así como una vuvuzela cinematográfica: la idea es construir una incesante, interminable, ampulosa catarata de set-pieces a puro CGI en la línea de la saga de Misión: Imposible (o de James Bond) y nada más. No importa la historia, no importan los personajes, no importan la verosimilitud, ni la justificación. Todo sea por generar adrenalina, impacto y velocidad. Así el resultado es bastante similar al de una cornetita sonando muy cerca de la oreja: aturde. Si el análisis “artístico” sólo puede llegar hasta aquí (queda por desmenuzar qué secuencia de acción es más o menos espectacular que la otra), en términos ideológicos la película es también penosa: empieza burlándose de los mexicanos (todos sucios, feos y malos) y luego seguirá sin dejar títere con cabeza. Uno podría buscarle la vuelta (por el lado de la incorrección política), pero no estamos ante un film de Quentin Tarantino sino frente a uno de Joe Carnahan (Narc, calles peligrosas y La última carta). Por lo tanto, no hay aquí atisbo de fina ironía sino que se cae en la reivindicación de estos mercenarios ¿con onda?, en el elogio de la guerra como arte y profesión. Al menos, hubiese sido más interesante en términos visuales si la dirección hubiese recaído en alguno de los hermanos Scott (Ridley o Tony), que aquí figuran como coproductores. En la comparación, los cuatro personajes de esta Brigada A modelo 2010 (Liam Neeson, Quinton Jackson, Bradley Cooper y Sharlto Copley) resultan menos inspirados y simpáticos que sus antecesores. Por más que se esfuerzan en lucir cancheros, en muchos momentos terminan hundidos en el patetismo por las ridículas situaciones o insufribles diálogos que tienen que sobrellevar. Ni que hablar de la bella Jessica Biel, único personaje femenino con un mínimo de peso dentro de este mastodonte testosterónico y pirotécnico, que no pasa de ser un mero objeto decorativo. Algunos dirán que estamos ante un cine pochoclero (lo cual es cierto), sin grandes aspiraciones intelectuales y con el único objetivo de entretener. A mí, más allá de las explosiones o de las persecuciones aéreas, terrestres o navales que hay cada 30 segundos, la película no sólo no me interesó sino que me terminó abrumando e irritando. Puede que algunos disfruten de esta vuvuzela cinematográfica que no deja de atronar ni un segundo. Yo prefiero un cine de Hollywood que -sin descuidar la contundencia de sus imágenes- también tenga algo que decir y se preocupe además en cómo decirlo. Christopher Nolan, James Cameron, Steven Spielberg, Guillermo Del Toro, Peter Jackson, David Fincher, el apuntado Tarantino y muchos otros directores son ejemplos de que no sólo es ruido y vértigo lo que la Meca del cine puede ofrecernos en la actualidad. PD: ¿Lo mejor de la película? Una simpática escena en la que se burlan del boom del 3D.
Entretenimiento garantizado Adaptar la famosa serie de los años 80 a un formato de largometraje, cambiar los actores y sumarle la nueva tecnología era un riesgo que corrió el director Joe Carnahan y del que salió airoso. Brigada A: Los magníficos tiene todo lo que promete: humor, vértigo y acción muy bien dosificada en varias secuencias espectaculares. Los que conocen los episodios verán una "lavada" de cara, mientras que el joven espectador saldrá conforme luego de ver el film. La trama comienza con el Capitán John "Hannibal" Smith (Liam Neeson) al borde la muerte: está a punto de ser torturado y, en el mejor de los casos, devorado por perros asesinos. A punto, porque logra escapar y sale en ayuda de Face (Bradley Cooper) que no está en una mejor situación. No lo hace solo, sino que en su camino se cruza con B.A. Baracus (Quinton "Rampage" Jackson) y luego hará su aparición Murdock (Sharlto Copley), el arriesgado piloto que está loco de atar. El Teniente Templeton Peck (FAS o Faceman en inglés) encarnado por Bradley Cooper y que toma la batuta del protagonismo; el Capitán Howling Murdock, a cargo de Sharlto Copley y, por supuesto, Quinton “Rampage” Jackson como el famoso e inigualable Mario Baracus. La pata femenina la aporta la bella Jessica Biels erá la encargada del ejército que perseguirá sin descando a la Brigada A, además de haber sido el amor de Templeton en el pasado. El film también incorpora cameos de Dirk Benedict, uno de los protagonistas de la serie original.
Los códigos son los mismos Tratando de ser fiel a la serie, la película Brigada A: Los Magníficos (The A-Team, 2010) reproduce los códigos de compadrazgo y lealtad de supo unir a los cuatro y excéntricos amigos en cuestión. Visualmente la nueva versión reluce toda la artillería presupuestaria con la que cuenta, haciendo uso –y abuso- de los efectos especiales. Hannibal (Liam Neeson), Faceman (Bradley Cooper), Bosco (Quinton 'Rampage' Jackson) y Murdrock (Sharlto Copley) se conocen y juntos unen fuerzas para desenmascarar a Lynch y compañía por haberlos engañado en una operación en la que estuvieron involucrados. Escapando de la ley, y utilizando el don con que cada uno cuenta (el seductor, el loco, etc), este grupo de forajidos harán lo posible para resolver el caso, limpiar sus nombres y ser reinsertos en los comandos especiales de los cuales formaban parte. Como una suerte de precuela, Brigada A: Los Magníficos versión 2010 viene a explicar todo lo sucedido incluso antes del primer capítulo de la serie. La manera de hacerlo es actualizando visualmente la imagen del film. Si bien la serie se sostenía en los personajes solventando las precariedades técnicas con que fue producida, la película se sostiene en sus efectos especiales así como en su montaje cargado de vértigo para disimular sus precariedades narrativas. Todo sucede rápidamente en el film. Tanto, que a los diez minutos de proyección ya fueron presentados los cuatro personajes incluso con un par de escenas de acción mediante. Lo curioso es que aquí a diferencia de la serie de los años ochenta, el vínculo entre los cuatro protagonistas no está desarrollado ampliamente. La cofradía entre ellos se da por obligación, juntos fueron acusados y condenados a prisión y juntos deberán limpiar sus nombres. Este hecho que parece casual es coherente a los tiempos que corren. Ya no estamos hablando de una relación de amistad sino de un vínculo reforzado por los objetivos comunes. Pero la esencia de la película con respecto a la serie es la misma: códigos. Códigos de compañerismo, de lealtad, de complicidad, son los que articulan tanto el relato como la unión entre los integrantes de la brigada. De hecho el villano de turno es el ex compañero que traiciona, que rompe o quiebra esos códigos. Y la mujer (figura prácticamente ausente) es quien queda fuera por no compartir los mismos. Hay que reconocer que la serie desarrollaba aún mas las relaciones entre compañeros porque contaba con el tiempo para hacerlo (era una serie) y no contaba con el presupuesto expeditivo para saltar de una secuencia de acción a otra constantemente. Así y todo se las rebuscaba para lucir cuanta escena de puño, persecución o explosión de auto pudiese darse. Y en ese aspecto, la película es exactamente igual.
Lo lúdico descocado. Un gran chiste: con la música de la serie original Brigada A de fondo en una película en 3D que avistan todos los pacientes de un hospital Psiquiátrico, rescatan a Murdock (un prometedor Sharlto Copley) en una suerte de homenaje a El arribo del tren a La Ciotat de los hermanos Lumière, salvo que, lo que se viene hacia la pantalla en lugar de una locomotora, es la camioneta conducida por B.A. Baracus (Quinton Jackson) y se introduce en el hospital atravesando literalmente la pantalla ( y la pared) para rescatar a Murdock del sanatorio. Parece que alguien nos esta diciendo que cambiar el eterno material fílmico por un transfer digital “para ver con anteojitos” películas efectistas que le arrojan cosas a la platea (gracias Toy Story 3 por ser la bella excepción a la regla) es una cuestión literalmente de locos, de dementes y que deberíamos estar todos internados en un hospital psiquiátrico si como audiencia permitimos que eso ocurra. Otra lectura es que Joe Carnahan pretendió para esta versión año 2010 de Brigada A hacer un entretenimiento con el pie puesto en la quinta a fondo, una aventura lúdica y descocada sin grandes reparos ni pretensiones. Como en la serie de los ochenta, los Brigada A son un grupo militar desterrado que actúa como grupo paramilitar. Comandados por el Coronel John 'Hannibal' Smith (un Liam Neeson atractivamente descontracturado) y secundados por el Teniente Templeton 'Faceman' Peck (el gélido Bradley Cooper) y los ya mencionados Murdock y Baracus, pretenderán recuperar unas placas de impresión de dólares que fueron robadas por agentes rebeldes de la CIA (Patrick Wilson y Brian Bloom como Lynch y Pike respectivamente). El grupo funciona como outlaws de un western es decir, persiguen una causa “justa” reportando al general de su antigua unidad, el General Morrison (Gerald McRaney), pero son buscados por la justicia, en este caso representada por la Agente Sosa (la bella Jessica Biel) que comanda un escuadrón especial del FBI. Las “placas” son una excusa, un Macguffin hecho y derecho. En ningún momento de la trama interesan, están puestas ahí para que Carnahan pueda mostrar el juego, la camaradería y la unión de equipo que tiene la Brigada. Las relaciones entre los integrantes del grupo son similares a las de la serie original, todos respetan a Hannibal como líder, Baracus es la fuerza del grupo, Face es el engaño y Murdock el loco demente, piloto y alma del team. La tirante relación de amor-odio entre Baracus y Murdock continua y las entretenidas maniobras del equipo para que Baracus suba a un trasporte aéreo mantienen el espíritu de la vieja serie. Los famosos “planes” pensados por el Coronel Smith son diseñados y mostrados al mismo tiempo en una especie de flashfoward lúdico que parece convertir a la película en un videogame un juego sobre lo imposible (verosimilistas abstenerse, como diría Hitchcock) y se ejecutan con fluidez y ritmo cinematográfico (digno de una película producida por Tony Scott). Se le puede dar una mirada contemporánea a la película sobre el papel del intervencionismo y la política exterior norteamericana, tan en boga en las películas del Hollywood actual. Los yanquis proceden como quieren y de la manera que pretenden en cualquier país, ya sea Alemania, México o Irak países que son los mostrados en la película y no solo la milicia, también la CIA, el FBI y grupos paramilitares. Carnahan no elabora ni hace (o dice) teorías imposibles, solo se limita a mostrarlo. Esta es la política norteamericana hoy y puede llegar a cualquier lado y en cualquier formato. Quizás la critica mas descarnada es cuando el Agente Lynch de la CIA menciona tras la explosión de un misil en un blanco “parece el Call of Duty”. Indudablemente la realidad intervencionista norteamericana no se puede ver más allá de la seriedad que tiene un video game en estos días. Regresando a la Brigada; tiro, piñas, bombas, explosiones filmados con destreza y justeza cinética. Algo de esto había mostrado Joe Carnahan en Narc, ocho años atrás. Aquí cumple con un juego sin pretensiones, acción de género, a puño limpio. Y para citar (y no podía faltar) al inolvidable George Peppard en la serie original, “Me encanta cuando un plan se concreta” y con esta versión de Brigada A las casi dos horas de divertimento descocado están garantizadas.
El juego de las diferencias Reiterativa en secuencias de acción y persecución, sólo ofrece adrenalina. Los tanques de Hollywood se diferencian entre sí cuando detrás de ellos hay una idea -que no es precisamente, la que los reúne y permite definir como tanques, y es recaudar con pala-. Son los casos que ofrecen películas con una trama, una intriga, un aliento o llámenle alma. Sea Batman, el Caballero de la noche , Los Simpson o Toy Story 3 . El tardío traslado de Brigada A al cine no se emparienta en nada con “esa” buena idea, pero tampoco es aburrida y reiterativa como recientes tanques, tipo Furia de valientes . Porque Brigada A sí es reiterativa en las secuencias de acción y persecución, pero no aburre ni cansa. Es como estar en la montaña rusa: uno sabe, lo tiene a simple vista: habrá momentos de adrenalina. Y nada más. Ya tener al frente del elenco a Liam Neeson, que hace casi veinte años salvaba prisioneros de campos de concentración nazis en La lista de Schindler , y a la nueva estrella Bradley Cooper como Aníbal y Peck habla de un mínimo esfuerzo por rodear bien un guión inexistente en historia y desarrollo. La película tiene un prólogo de unos casi veinte minutos que, si terminara allí, todos quedarían contentos. En él se cuenta cómo Aníbal y Peck conocen a Baracus y Murdock. Luego, claro, para empalmar con la serie hacía falta que estos militares que forman su propio grupo sean sentenciados por algo que no cometieron -en la tele era asaltar un banco para terminar antes con la guerra de Viernam (!), ahora en Bagdad debieron robar de manera clandestina unas placas para imprimir dólares-, huir de cárceles de máxima seguridad y limpiar su nombre. Ideológicamente la película no comienza bien (los policías mexicanos son corruptos y asesinos en el prólogo), pero como después son los militares estadounidenses y hasta miembros de la CIA quienes son igual o más sucios, todo queda parejo. Lo antedicho: habrá alguna secuencia de acción que impacte más que otra, vuelos rasantes en helicóptero o avión, estará la camioneta que ama Baracus, las locuras sin freno del esquizofrénico Murdock, la pinta y seducción de Peck y el cinismo y las frases hechas del coronel Aníbal. Si usted seguía la serie, ya sabe lo que Los magníficos le pueden brindar. Y si no, también. ¡Ah!, los fanáticos abstenerse de levantarse cuando comiencen a rodar los títulos finales. Un par de sorpresas les tienen reservados a los más pacientes.
Joe Carnahan (Narc, Smokin Aces) con muy pocas películas se destacó en los últimos años como uno de los mejores realizadores que trabajan en Hollywood dentro del cine policial y de acción y ya se hizo habitual encontrarlo en muchas ediciones especiales en dvd de películas clásicas de estos géneros, donde brinda sus opiniones en los documentales. Su último trabajo es uno de los grandes peliculones de acción que vamos a ver este año. Alguno les gustará más a otros menos. Lo que nadie le podrá objetar es que adaptó en la pantalla grande la clásica historia de los Magníficos. La película de Brigada A no sólo es un glorioso tributo a una de las mejores series de los años ´80 sino también a un estilo de cine que ya no existe más y que tuvo su pico máximo de popularidad en esa década. El trabajo del director Carnahan es una celebración del cine de Stallone, Schwarzenegger, Bruce Willis, Chuck Norris y todas los grossos que se destacaron en aquellos años. Es gracioso e interesante, porque las mismas críticas que recibió este estreno en Estados Unidos son exactamente las que le hicieron a Brigada A cuando apareció en la televisión. La serie se hizo famosa, entre otras cosas, por presentar todas las semanas secuencias de acción totalmente desquiciadas que eran imposibles de encontrar en otros programas. Todo era exagerado. Las persecuciones automovilísticas y las explosiones eran trabajadas de manera desmesurada por la sencilla razón de que el programa no se tomaba en serio a si mismo. Esa era la esencia de Brigada A que Joe Carnahan capturó a la perfección y lo desarrolló en este trabajo. El director se toma un tiempo bastante largo para presentar y establecer el conflicto principal, algo que puede ser una tortura para quienes no son fans del género. Sin ambargo, para el resto es una delicia porque el film es una locura absoluta, a tal punto que los últimos filmes de James Bond parecen documentales de Michael Moore a lado de las cosas que vas a ver acá. Hay una secuencia maravillosa donde a los protagonistas los derriban en un avión y los tipo caen en un tanque con paracaídas a la tierra, mientras combaten en el aire! Una belleza. Ni hablar de los vuelos en helicóptero de Murdock o el rescate de Mario en la cárcel que son un desquicio total y está perfecto que así sea. Si la película hubiera sido distinta, Carnahan hubiera fracasado miserablemente con esta propuesta. Reitero, es Brigada A no La caída del Halcón Negro. El elenco es buenísimo y todos los actores capturaron la esencia de los personajes al mismo tiempo que le aportaron cosas nuevas. El trabajo más complicado (y por eso lo banco) fue para Quinton Rampage que le tocó la dura tarea de interpretar a Mario Baracus. Mario era un personaje muy complicado porque en la serie estuvo a cargo de Mr. T, un tipo bastante carismático y excéntrico que básicamente se interpretaba a si mismo en el programa. Mr. T era Mario fuera de las cámaras y viceversa. Rampage no interpretó a Mr. T sino a Baracus y tuvo que trabajarlo desde otro lugar. El tipo es un deportista, campeón de artes marciales, cuyos antecedentes en el cine eran películas malas clase Z dirigidas por el argentino Héctor Echavarria (Brigada Cola, Extermineitors) y la verdad que su trabajo estuvo correcto. S bien el Mario de la película es menos colorido funciona bien en el grupo. El Murdock más border que interpreta Sharlto Coldplay (Distrito 9) es quien ser roba el film pese a los buenos trabajos que también brindan Liam Nesson y Bradley Cooper. Salvo para aquellos que se sientan a ver estas películas buscando mensajes sobre el significado de la vida, Brigada A es una gran película de acción que se destaca junto con Sangre y Amor en Paris entre las mejores cosas que pudimos ver en el género este año. Una gran antesala de lo que será The Expendables, de Stallone, que viene encarada por el mismo camino. El DATO LOCO: -Después de los créditos finales hay una escena extra donde aparecen Dirck Benedict y Dwight Schultz, los actores que interpretaron a Faz y Murdock respectivamente en la serie. Mr.T también iba a aparecer pero luego rechazó el cameo porque consideró que merecía más participación. Benedict hace poco también se quejó porque su escena aparece después de los créditos finales y lo consideró un insulto. -El hombre al que Liam Nesson llama “jefe” al comienzo de la película cuando llegan al hospital es el director Joe Carnahan.
No hace falta plan B Encarar la versión cinematográfica de una serie televisiva es la tentación a la que no pueden evitar sucumbir los productores de Hollywood desde hace unos años. Empresa arriesgada que en general lleva más al fracaso que al éxito. Ahí están las películas de "Los Vengadores", "Hechizada" y "Los Dukes de Hazard" como ejemplo. Pero los productores siguen pensando que al elegir una serie popular tienen parte del camino ganado en el favor del público. Obviamente suelen equivocarse. "Brigada A" no es el caso. Afortunadamente estamos ante un ejemplo de entretenimiento que no traicionó en nada a su predecesora televisiva. No se queda en un simple homenaje, sino que recrea a la perfección el espíritu burlón de la serie, al tiempo que cada uno de los intérpretes consigue encarnar a la perfección los roles que otros popularizaron. Los fanáticos de la serie que el canal 9 de Romay estrenó en Argentina en 1984 no van a salir decepcionados. Todos los guiños están expuestos. Con un montaje ágil, eficaz y funcional al relato, se muestran los planes del grupo y su paso a la acción sin perder gracia ni descuidar la trama, que si bien es simple no necesita más para servir de base a las aventuras de "Los Magníficos". Descubrirá el espectador por qué Baracus teme volar y cómo fueron degradados los soldados de élite que formaban la brigada A, para pasar a ser fugitivos paramilitares al servicio de quien pudiera pagarles, y encontrarlos. Claro que ya no son veteranos de Vietnam sino de la guerra en medio oriente. Con mucho humor, sin perder nunca el ritmo, buenas dosis de acción, efectos especiales aceptables y algunas líneas de diálogo mordaces para el que esté atento, esta adaptación de la serie al cine es un plan bien concretado. Quédense hasta el final de los créditos.
Materializar lo imposible a la mayor velocidad Allá en los ’80, Brigada A convirtió la vuelta a la acción reaganista de Rambo y sucedáneos en comedia de acción irresponsable y descerebrada. Lo cual representa una superación de la superacción: siempre va a ser más sano tirar bombas como papel picado en Carnaval –que es lo que hacían los cuatro magníficos de Canal 9– que volver a Vietnam para vengar la derrota, como pretendía el muy serio coronel Stallone. Ahora, con el ejército imperial puesto en modo pausa en Irak, el cine resucita a aquellos cuatro alegres mercenarios, identificándose seguramente más con su condición de soldados de fortuna que con la de ex comandos. Por más de alguna referencia al frente iraquí, sigue estando tan claro como antes que el coronel Smith y los suyos no viven en el mundo real, sino en un frasco de muñequitos G. I. Joe. En lugar de jugar a la ingenuidad retro o a la ironía posmoderna, Brigada A - Los magníficos echa mano de herramientas netamente contemporáneas, como la coreografía visual, la hipervelocidad y el sentido de lo inaudito. Especialidad del realizador Joe Carnahan (el de Narc y Smokin’ Aces, lanzada esta última en DVD), el octanaje está aquí a la orden del día, desde el rescate inicial en el patio trasero mexicano hasta las varias explosiones simultáneas del truco final, en el puerto de Los Angeles. La serie cruzaba las engañifas minuciosamente montadas de Misión imposible con los operativos-comando a cargo de un grupo de descastados, al estilo Doce del patíbulo. Esta versión 2.0 respeta aquella mélange. Expulsados del ejército por un delito que no cometieron, el coronel Hannibal Smith (Liam Neeson, trocando en gravedad la levedad de George Peppard), el teniente “Face” Peck (Bradley Cooper, el carilindo de Qué pasó ayer), el ranger Bosco Baracus (Quinton Jackson) y el piantado de Murdock (el sudafricano Sharlto Copley, recién salido de Distrito 9) deben recuperar unas matrices para imprimir billetes de 100 dólares, que alguna vez pertenecieron al Sha de Persia (¿?) y ahora cayeron en las peores manos. Como en la última de Polanski, el representante de la CIA (Patrick Wilson, con aspecto de villano metrosexual, alla Cristiano Ronaldo) no parece del todo confiable. La idea del enemigo interno, esencial a la paranoia post 11-09-01, incluye en este caso a la jerarquía militar. Pero lo que importa es la velocidad, insuflada por planos que parecen estar siempre en atropellada fuga adelante. Y, sobre todo, la procura de lo inaudito, propia de los años Lost. Si en la última Duro de matar Bruce Willis le disparaba a un helicóptero no desde un auto sino con un auto, acá los ocupantes de un tanque militar –que se viene abajo desde un avión en llamas– logran frenar su caída al vacío, generando un efecto de flotación al girar la torreta de derecha a izquierda. Parecida implausibilidad es la del centenar de containers que sobre el final se convierten, en manos de los digitalizadores, en piezas de un Rasti gigante. La voluntad de materializar lo imposible a la mayor velocidad posible hace de esta Brigada A - Los magníficos una especie de licuadora mental, en la que algún coctelero medio loco metió frutillas y pepinos, para ver qué sale. Qué salió no se entiende bien, tal vez porque los pepinos no siempre pegan con las frutillas. Pero el menjunje está rico y es vigorizante.
Unos mercenarios bastante poco magníficos El film apenas tiene detalles de la serie original Cuando un adulto regresa a un espacio querido, añorado, que solía visitar de niño, usualmente lo encuentra más pequeño y menos impresionante de lo que lo recordaba. Muchas veces cuesta ver con los ojos de la experiencia adquirida qué era tan especial del lugar en cuestión. Algo similar sucede con Brigada A: los magníficos Aquella serie que atrapó a los chicos y adolescentes de la década del 80 no atravesó del todo bien el paso de los años y tampoco su traspaso a la pantalla grande. Los personajes principales están todos aquí: Hannibal Smith, Mario Baracus, Face y Murdoch, pero lo que falta en el film es el sentido de absurdo, la sensación de que nada se tomaba en serio del ciclo televisivo. Aquí, las misiones del grupo de militares rebeldes pero orgullosos de pertenecer a las fuerzas norteamericanas y entusiastas de la guerra, pueden ser extravagantes pero cuando los cadáveres empiezan a acumularse, las risas y el asombro por un plan bien pensado se apagan. La película funciona como una suerte de precuela de la serie, en la que se explica cómo fue que se formó la brigada y por qué cuatro capaces militares terminaron trabajando como mercenarios. De hecho, para los nostálgicos, algo de aquel tono que sostenía el ciclo televisivo se mantiene en la película gracias a dos de sus protagonistas. Se trata de Bradley Cooper y Sharlto Copley (el fenomenal protagonista de Sector 9 ) que interpretan al vanidoso Face y al desequilibrado Murdoch, respectivamente. Cooper, un comediante preciso con aspecto de galán, se burla de su atractivo al mismo tiempo que lo exhibe cada vez que puede y Copley consigue hacer del loco del grupo una presencia tan cómica como tierna. No corren con tanta suerte Liam Neeson como Smith y Quinton "Rampage" Jackson como Baracus. A ellos les toca interpretar los costados menos logrados del guión: intentan defender la no violencia de Gandhi, al que citan, para terminar concluyendo que matar está mal salvo que se tenga una muy buena razón para hacerlo. Por supuesto que los personajes encuentran su justificación para tanto disparo y, en menor medida, los espectadores más memoriosos también lo harán si se quedan en la sala hasta que terminen los largos títulos.
Brigada A fue una gran serie de los 80. Seguramente si hoy la vemos nuevamente, debe parecer producida por Baby Etchecopar. Pero para ese entonces los niños de esa época la disfrutábamos mucho. Esta película logra mantener esa locura de los personajes y de las situaciones. Claro que acá hubo mucho dinero y muchos efectos especiales. Tal es el caso de la escena del tanque (que locura) y cierto despilfarro (como la del barco). Los actores están muy bien en sus personajes, y hubo una buena elección de los mismos para mantener el mismo espíritu de los originales Las historia que hicieron es para explicar cómo se formó esta “banda” y me gustó que se explique el porqué Barakus tiene miedo a volar entre otras cosas. ¿Harán secuela? Seguramente los números serán determinantes, pero por mi parte espero que si la hacen, optimicen los tiempos, porque en esta se nota que el editor estaba dormido y le sobran unos 20 minutos. Es una buena película de acción con mucha comedia, pero que necesitó una buena pulida. Quienes quieran ver una película “super shampoo”, no duden en pasar por un buen balde de pochoclo y una gaseosa mediana (grande solo si hay intervalo…) porque la van a pasar bien.
Mercenarios del honor Explicitemos una de las grandes verdades de la historia de la televisión estadounidense: Brigada A (The A-Team) fue la serie más violenta, sexista, enajenada y endiabladamente entretenida de los años ’80, lo que es mucho decir si recordamos los productos que circulaban por aquella década. La tira era tan estructurada, adictiva y poco verosímil que donde sea que se emitía de inmediato acaparaba la atención de los espectadores masculinos y las críticas de las pobres mujeres, quienes atacaban al show enarbolando esos mismos estereotipos pero al revés (por supuesto que en este último bando incluimos a los intelectualoides más patéticos de la prensa). Tanta testosterona y demencia entregaba la propuesta que uno no podía más que maravillarse ante la “justicia” de estos mercenarios. Luego de varias idas y vueltas, hoy por fin llega la adaptación cinematográfica nada más ni nada menos que bajo el control de Joe Carnahan, quien aunque continúa lejos del nivel de Narc: calles peligrosas (Narc, 2002) sabe dejar en el pasado aquel desatino intitulado La última carta (Smokin'' Aces, 2006). Si consideramos que la creación de Stephen J. Cannell y Frank Lupo se mantuvo en el aire a lo largo de cinco temporadas y 97 episodios, trasmitidos por primera vez entre 1983 y 1987, no hace falta agregar demasiado en lo respecta al desarrollo de personajes: George Peppard interpretando a “Hannibal” Smith, Mr. T como el tremendo B.A. Baracus, Dwight Schultz componiendo a Murdock y Dirk Benedict como Face cimentaron figuras que se convirtieron en íconos de la cultura popular. Precisamente debido a que gran parte del ADN contemporáneo ya estaba inscripto en aquella producción de la NBC, el Hollywood de nuestros días no tropieza con mayores obstáculos en pos de reformular las aventuras de este comando de veteranos de Irak (ayer del conflicto de Vietnam) que son encarcelados “por un crimen que no cometieron”. Al escapar del presidio se ven obligados a romper unas cuantas cabezas en el arduo derrotero para limpiar su nombre: aquí el realizador evita sucumbir a la moda de las “precuelas” y decide narrar el primer encuentro de los muchachotes durante la escena inicial de créditos, a posteriori entramos en el trajín que todos conocemos. El guión se pasea por la acción más estrambótica, el humor irónico, la abundancia de bellezas y ese viejo encanto caricaturesco. Quizás al combo se la va un poco la mano en el terreno de los CGI, los cuales son tan desquiciados e irregulares como las secuencias a las que dan sentido y auténtica motivación: en especial se destacan la que transcurre en el puerto y la del tanque, un fastuoso monumento a la desproporción norteamericana. En este caso la dinámica entre los protagonistas está bastante bien lograda: Liam Neeson se lleva las palmas como el Coronel y Bradley Cooper avanza detrás poniéndole el cuerpo a Peck; Quinton “Rampage” Jackson y Sharlto Copley hacen lo propio con Baracus y Murdock respectivamente. Más allá de que nunca estarán a la altura del elenco original, los señores construyen caracterizaciones adecuadas según las circunstancias y así consiguen transmitir un cierto “espíritu de grupo”. Sin lugar a dudas caerán algunas lágrimas cuando vuelva a verse la clásica camioneta GMC negra y a escucharse la inolvidable cortina musical de Mike Post y Pete Carpenter, dos de las marcas registradas de la serie que regresan a pura nostalgia (sumemos también los simpáticos cameos de Schultz y Benedict, Mr. T no quiso participar). La película sorprende colocando a la simple codicia como el motor principal del relato, factor siempre a tener en cuenta cuando se desea eludir al “terrorismo”. Con las intervenciones de Patrick Wilson, Brian Bloom y la muy hermosa Jessica Biel, nuevamente las muertes son mínimas y el honor se nos presenta como un código de lealtad individual encauzada hacia el altruismo desinteresado: la irremediable violencia masculina viene acompañada de un buen corazón.
Una versión cinematográfica que le hace muy bien a esta sobrevalorada serie de los 80''s, con un casting muy bien elegido y el humor y la acción necesarias para entretener lo suficiente a los fanáticos de Aníbal y Cía. y a quienes no lo fueron tanto. Pese a la trama que presenta ciertos baches narrativos en una seguidilla de flashbacks y vaivenes que en parte empantanan al relato, el grupo de guionistas sale airoso con la planificación de las secuencias de acción, donde el despliegue de efectos especiales no genera mayores conflictos entre la técnica y la sucesión vertiginosa de acontecimientos...
Versión siglo XXI de la pedorrísima serie de los 80s. (Si, no vamos quedar bien diciendo que fue una época bárbara. Fue una mierda, lo lamentamos por los que afirman que fue una gran década). Un grupo de veteranos de Irak, encanados por un crimen que, ¡oh!, no cometieron, escapan de prisión para formar un comando de mercenarios copados que ayudan a los “buenos” y poder redimirse. Algunos chistes y los FX están buenos, pero que se la banque otro. El papel de Hannibal, el capo de la banda, lo hace Liam Neeson que se debe haber comprado una linda casa después de filmar este bodrio infumable. ¡Buh!.
Remedio para melancólicos Abundancia es una palabra apropiada para describir esta adaptación de Brigada A que pareciera no querer dejar dudas de que el espectador se encuentra en el cine y no frente a un televisor, mirando un canal de series clásicas de la TV norteamericana, o dentro de un sueño que lo depositó de nuevo en los 80, cuando la originalmente llamada The A Team lideraba los ratings de la época. Abundancia de efectos especiales, de trucos sonoros, de acción, y de buen humor; un humor salvaje que se burla de la guerra y del pacifismo, del Ejército, de la CIA, de los iraquíes o del gobierno norteamericano, aunque sea una película pro norteamericana si se fuerza un análisis más fino. Pero Brigada A es sobre todo entretenimiento, y válido, en este mundo donde la oferta es variada y los canales de acceso cada vez más masivos. El argumento respeta las coordenadas del original. Un grupo de ex soldados yanquis acusados por un crimen que no cometieron se refugian en la clandestinidad y desde allí intentan hacer el bien. En esta ocasión, la misión paralela consiste en rescatar un cargamento de placas destinadas a imprimir copias de dólares, que han caído en manos criminales y que podrían solventar una campaña dirigida a desequilibrar la balanza comercial estadounidense. Persecuciones, choques de automóviles, camionetas, helicópteros, estallidos, avalanchas, derrumbes… Un nutrido menú de catástrofes cabe dentro de las casi dos horas que dura la película dirigida por Joe Carnahan, que suma la consistencia de un elenco que permite que las nuevas imágenes convivan en la cabeza de los memoriosos con el recuerdo de Mr. T (Mario Baracus) y sus coequipiers de hace 20 años.
VideoComentario (ver link).
Simulación de la alegría Brigada A fue mi serie de la niñez. Y si bien tengo un recuerdo positivo de aquellos días frente al televisor, hace más de 20 años que no veo un capítulo: estoy más que seguro que de volver a verla, sufriría una gran desilusión -como hace poco me pasó reviendo un capítulo de He-Man-. Pero uno no puede renegar de su pasado, no al menos de esa clase de pasado, se entiende. De lo que recuerdo, tengo en la mente un producto sólido, con una buena dosificación de acción y comedia, y que sobresalía principalmente por la química en el reparto y unos personajes carismáticos, sobre todo el Aníbal Smith de George Peppard. Y supongo que habría una celebración de lo norteamericano como paradigma de la libertad, pero era muy pequeño uno para andar haciendo esas lecturas. Como no soy un nostálgico empedernido, el traspaso de la serie a la pantalla grande no me generaba demasiada excitación. En todo caso era un poco de curiosidad por ver de qué manera se releía un producto que, más allá de todo, tenía a su favor cierta capacidad para acomodarse a cualquier época: Brigada A no necesitaba demasiado aggionarmiento, con saber contar fluidamente una de acción con toques de comedia, que involucrada planificación a lo Misión: imposible, pero con mucho más artificio, alcanzaba y sobraba. Brigada A siempre fue eso: una relectura un poco satírica de Rambo -los militares perseguidos por su propia institución- con la estructura de Misión: imposible: un hecho, la llegada de los héroes, su caída y su posterior recuperación alrededor de un plan genial pergeñado por Smith. Su estructura era tan básica que lo primero que hay que decir es que si de algo no podemos culpar a Brigada A, la película, es de faltarle el respeto al original. Aquí están todos los elementos e, incluso, un plus a partir de la tecnología con la que se cuenta ahora para filmar escenas de acción. Y en Brigada A las escenas de acción siempre fueron fundamentales: más allá de la espectacularidad de las imágenes, lo que importaba era la planificación y, más aún, cómo ese plan era vulnerado y los héroes tenían que improvisar -siempre exitosamente- en el acto. Era eso, y no otra cosa, lo que mantenía al espectador expectante: una movida magistral similar a la de los actos de magia. Algo de eso hay en esta película. Hay al menos tres secuencias de acción que se valen de estos elementos para construir tensión y, desde la espectacularidad, hay una gran escena a bordo de un tanque de guerra que cae en picada desde un avión, que es una maravilla por su inventiva, su coreografía y su capacidad para fusionar los elementos habituales: el humor y lo increíble. Pero este instante luce, además, porque allí se observa una libertad y plasticidad en el uso de la tecnología que no se verá en el resto del film. Es una escena feliz, desbordante y que parece metida con calzador. Pero esta Brigada A tiene dos problemas insalvables: uno es la cantidad de hechos que se quieren contar (los magníficos se conocen; pasan ocho años y están en una misión que sale mal y por la que son condenados; escapan de la cárcel; buscan vengarse de quienes los metieron en prisión) y la excesiva recurrencia a la pirotecnia para mantener al espectador interesado; lo otro es la fallida construcción de personajes que sólo funcionan si uno vio la serie. Y la película se pone peor cuando ambos inconvenientes se complotan para minar el interés en lo que pasa. El proyecto tuvo demasiadas idas y vueltas, lo que hacía suponer su medianía o que al menos estaría demasiado manoseado. Nunca hubo certeza respecto del tono que se le quería dar, si una de acción dura y pura o, en plan reversión de Starsky y Hutch, una mirada lúdica más cercana a la comedia. La definición por un director como Joe Carnahan, competente pero sin atisbo de gracia o plasticidad, perfiló una de acción, tal vez no tan dura, pero insuficiente cuando quiere relajarse (veamos aquí cómo el montaje acelerado atenta contra los arrebatos cómicos). Como dijimos, salvo en la escena del tanque o en un delirante secuestro en las alturas, el resto podría tratarse de cualquier tanque de acción más o menos competente, pero sin brillo. Brigada A quiere disimular con movimiento constante sus agujeros de guión. Carnahan no es Paul Greengrass, que con Bourne demostró cómo debe ser una película física. Está claro que los personajes de Brigada A son acción, pero también reflexión a partir de su estereotipo, y aquí salvo el Smith de Liam Neeson, que es quien pergeña cada plan, el resto de los personajes carece de ángel. Como los planes del equipo están en la cabeza de Smith, es indudable que el ritmo del film es Smith. Su figura adquiere algo del carisma y del liderazgo del original, aunque tampoco Neeson tiene la simpatía de Peppard. Sin embargo donde más se puede observar esta falencia es en el Murdock de Sharlto Copley: su loco está jugado en el límite del grotesco sin demasiado sustento; aquel era un tipo con rasgos de insanía pero sumamente astuto, y este apenas un imprevisible y caótico que no se entiende bien por qué Smith lo recluta. Otro tanto ocurre con Mario Baracus, cuyo rol de tipo hosco es apenas un apunte como para justificar que es una adaptación de la serie. Una situación que se da muy seguido, tal vez demasiado, en la película y que demuestra que las cosas no están funcionando es la siguiente: los cuatro magníficos escapan en algún tipo de vehículo y, en medio de la acción, Carnahan recurre a planos cortos de los rostros de ellos gritando o riendo, en el caso de que escaparan de milagro. Así se pretende reforzar la idea de grupo, de química entre ellos, cuando en verdad lo único que se ve es a cuatro tipos entre excitados y eufóricos a bordo de un vehículo. Y esto es paradigmático: ya sea con gritos o con explosiones, la película quiere tapar su falta de ideas y de gracia. Y no es que Brigada A sea una mala película, pasa que no luce demasiado, ni siquiera como tanque de acción. La Brigada A de Joe Carnahan es apenas un producto correcto y profesional; el borrador de un gran entretenimiento que tal vez venga en el futuro.
Brigada A es una de las series más recordadas de los años 80, donde la acción y el carisma de sus personajes eran los pilares donde se sostuvo el éxito que obtuvo por varios años. El director encargado de esta adaptación es Joe Carnahan, que mantiene la estructura que tenía aquella serie. Brigada A tiene excelentes momentos de acción combinadas con el humor, que me hicieron recordar a las películas que se estrenaban en los años en donde la serie era vista por todo el mundo. Arma Mortal es un ejemplo de esto y aunque la cinta que nos compete aquí tiene más humor y es bastante más "espectacular" y "ridícula" que la saga cinematográfica de Mel Gibson y Danny Glober. Estos adjetivos son creados intencionalmente en la realización para que haga un completo honor a la serie. Uno tiene que saber diferenciar una propuesta de acción "verdadera" de una "espectacular o absurda", porque si uno espera ver en Brigada A, la trilogía Bourne o alguna de toda la saga Bond saldra altamente decepcionado de la sala. Cuando compramos la entrada tenemos que saber lo que la película tiene para ofrecernos. La única contra que le encuentro al film es que tiene 15 o 20 minutos de más, que si se hubieran recortado hubieramos estado en presencia de una película un poco más redondita. Si bien seguramente habrá una secuela, algo que no me gusto es el poco tiempo que aparece la famosa camioneta negra de Barakus, aunque no descartó que aparezca en el futuro. Al no poder asistir a las funciones de prensa la crítica que pueda hacer pierde la antesala que tiene la misma previa a los estrenos del jueves, pero a la vez tengo una especie de ventaja que es mirar la película con el público. En esta cinta realmente pude notar que la gente se divertía y esto muchas veces suma algún que otro punto en mis reseñas, porque uno desde este lugar tiene que transmitir sus pensamientos, pero también debe ponerse en el lugar de los gustos del público que pueda asistir a verla. Si el pilar de la acción estuvo bien adaptado por Carnahan, las actuaciones también hiceron lo suyo para aportar el carisma que tenian los personajes de la serie. Liam Neeson una vez más tiene una labor barbara interpretando a Hannibal. Bradley Cooper lleva adelante un papel acorde a su "facha" y lo hace muy bien también en su vanidoso Faz. Sinceramente tenía mis reservas con la elección de Quinton Jackson en el papel de Barakus, debido a que es un cantante de rap con poca experiencia en cine. Aquí se lo vio muy aplomado en su labor y creo que cumplió ampliamente con su actuación de ponerse en la piel del gran Mario Barakus. Sin ningún tipo de duda el que se come la película es Sharlto Copley con su versión de Murdock, que tiene escenas delirantes que nos robaran más de una carcajada. Tengan en cuenta a Copley para el futuro porque ya demostro en Sector 9 ser un gran actor, pero ahora se destaca en otro género distinto y lo considero una de las mejores apariciones del pasado año. Brigada A es una gran propuesta pochoclera que adaptó muy bien el espiritu de la famosa serie. Sus actuaciones y su grandes momentos de humor hace que sea altamente recomendable para pasar dos divertidas horas en el cine.
No hace falta ser un nostálgico de los viejos buenos tiempos para disfrutar “Brigada A”. La película de Joe Carnahan renueva la mística de la serie de los 80, pero con una dinámica más vertiginosa, casi como si fuera un video clip de una banda de heavy metal. Pero esta banda, conformada por un equipo de ex soldados de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, da batalla y entretiene. Hannibal, Face, Murdock y Baracus ahora son veteranos de la guerra de Irak, y no de Vietnam como la versión original. Lo cierto es que este cuarteto fantástico, entre los que se destaca la actuación de Bradley Cooper, tiene como objetivo cumplir una misión, aunque con ese criticable fanatismo patriótico de las películas de la industria estadounidense. Y ese objetivo los une, más allá del vínculo de amistad. El pulso de Ridley Scott en la producción hace que la película sea imperdible para los amantes de las de acción.
Tararéen conmigo: “pam pampam pa-pam pam, para papam, papaparapam“. Sí. La inmortal serie de televisión Brigada A tiene su versión cinematográfica, corroborando una vez más que los estudios carecen de agallas como para apostar a guionistas que quieran proponer algo distinto. La nostalgia, amigos, llena las salas… Al igual que en la tira televisiva, tenemos a los 4 agentes, John “Hannibal” Smith -Liam Neeson-, Templeton “Faceman” Peck -Bradley Cooper-, Mario Baracus (que en inglés es “B.A.” Baracus) -Quinton Rampage Jackson- y Murdock -Sharlto Copley-. Cada uno tiene sus problemas, sus delirios, su falta de disciplina, un estilo casi anti-militar. Pero así y todo, son un grupo de élite seleccionado para cumplir con las más difíciles misiones del Ejército estadounidense. La película arranca contándonos cómo se conocen los cuatro, para luego hacer un salto en el tiempo y ubicarnos en la actualidad, en la guerra de Irak. La Brigada ya es veterana y debe solucionar una misión arriesgada: se robaron la única máquina capaz de fabricar dólares que está fuera de Estados Unidos y hay que recuperarla. Para que se entienda: los dólares que se impriman con esas placas no serán falsos, sino que serán verdaderos: es la misma que utiliza el Tesoro estadounidense. Los muchachos cumplen la misión casi de taquito, pero obviamente, falta más de una hora y media de película: los han engañado. Fueron víctimas de las internas que existen entre la CIA y el Ejército estadounidense, y sumado a éstos dos “titanes” hay un grupo de mercenarios que hacen lo que sea por unas monedas… En definitiva: les quitan el rango militar, los acusan y los apresan. La película consistirá entonces en salir de prisión, encontrar a los culpables, castigarlos y, por sobre todas las cosas, limpiar sus buenos nombres. Si debo remitirme estrictamente al guión, la película flaquea bastante. Pero ofrece lo que vende: una secuencia de acción detrás de otra, tiros, explosiones, y demás fuegos artificiales. Una pochoclera como para distenderse después de una semana de tensiones.
Aunque el filme se permita algunos breves momentos de pura libertad la película resulta demasiado calculada, demasiado correcta, aún en sus virtudes. Brigada A es una de las series de los ochenta que todavía mantiene parte de su encanto. Compartía la misma riqueza en su concepción que División Miami, aunque desde polos ideológicos opuestos. A partir de un desarrollo elemental pero cuidadoso de los personajes, las dos ofrecían complejidad en sus tramas, promoviendo distintas lecturas y consolidándose como emblemas de posturas a favor y en contra, respectivamente, de la administración Reagan. No obstante, esta adaptación comparte similitudes no con la Miami vice –en la que el director Michael Mann configuraba una actualización del contexto del original, presentando una geopolítica del narcotráfico y la labor policial-, sino con la de SWAT, realizada hace algunos años y protagonizada por Colin Farrell y Samuel Jackson. Aquella tenía una arquitectura sumamente superficial, yendo hacia el lugar más seguro. Bastante hay de eso en esta Brigada A. Al igual que la serie, esta remake cinematográfica busca fortalecerse en los actores. Varios nombres se habían barajado para los distintos papeles antes de comenzar la producción: Bruce Willis y George Clooney para el rol de Hannibal Smith; Woody Harrelson y Ryan Reynolds para el de Murdock; Ice Cube para el de B.A. Baracus; entre otros. Al final, para Smith quedó Liam Neeson, un intérprete metódico y correcto, que nunca patina (ni va a patinar), pero que tampoco posee un gran carisma, que era el distintivo del personaje original. Lo mismo con Bradley Cooper, quien por momentos intenta una actualización y relectura de Templeton “Faceman” Peck, aunque termina quedándose en la faceta más evidente: la del playboy que sonríe y se levanta minas todo el tiempo. En lo que se refiere a Baracus y Murdock, las actuaciones de Quinton “Rampage” Jackson y Sharlto Copley se exceden y restan, de acuerdo al caso. El primero glomouriza la rudeza que tenía el encarnado por Mr. T, agregándole aristas dramáticas que se revelan redundantes. El segundo queda reducido al lugar de comic relief, dejando fuera el ingenio y el sarcasmo que lo elevaban por encima de la obviedad. Buena parte de todo esto se debe a Joe Carnahan –quien tenía como antecedentes a Narc y La última carta-, quien se ocupa tanto del guión como de la dirección. Es llamativo lo errático de sus decisiones en lo que respecta, por ejemplo, a las escenas de acción: en algunas, privilegia el plano de conjunto y apuesta, correctamente, a la fisicidad; en otras, mueve demasiado la cámara, con lo que se pierde perspectiva; en la secuencia final, cede a la tentación de los efectos especiales, escapándosele toda chance de verosimilitud. La cadena de irregularidades prosigue. De ahí que el villano principal, interpretado por Patrick Wilson, aparece siempre desdibujado, aunque el secundario –encarnado por Brian Bloom, quien merece atención por su performance- es tan gracioso como siniestro. Además, el relato hilvana demasiadas líneas narrativas y muchas cosas se pierden en el camino, aunque prima la noción de grupo y hasta de sano machismo (en el sentido más amistoso del término) en varios tramos. Y, principalmente, el filme se permite algunos momentos de pura libertad, como en el que un tanque va cayendo en paracaídas miles de metros. Lástima que igual suene todo demasiado calculado, demasiado correcto, aún en las virtudes. Al final, sólo nos queda una pregunta: ¿Para cuándo la adaptación cinematográfica de ALF?
Digna pero... No había muchas razones para ver Brigada A en los ochenta, vamos era ni más ni menos que el brazo televisivo de la política de la era de Reagan, que incluía vía Rambo, la reivindicación del ex combatiente de Vietnam. Los miembros de esa brigada eran prófugos del gobierno norteamericano de un crimen que no habían cometido y para uno, que por esos días escuchaba Silvio Rodríguez y leía “Para entender al pato Donald”, el crimen no podía ser otra cosa que haberse freído a unos cuantos civiles vietnamitas. Como mínimo. Pasó el tiempo y todo llega, la serie tiene su versión en pantalla grande y esta vez deciden contarnos la historia desde sus comienzos, es decir, cuando arranca la película son apenas un grupo de elite que hace operaciones en Medio Oriente; para cuando termine y por culpa de una maniobra oscura de gente de la inteligencia, quedarán fuera de la ley y se escuchara el audio con el que empezaba la serie y los presentaba como mercenarios que habían ido a parar a ese trabajo por culpa del sistema. Salvadas, más o menos las cuestiones ideológicas, Brigada A presenta unos primeros veinte minutos deslumbrantes, con un elenco encabezado por Liam Neeson poniéndose en la piel de George Peppard (más que correcto) y el resto de la historia no está mal, salvo por algunos momentos de acción que como ya empieza a ser costumbre en el cine de Hollywood, no se entienden demasiado. Brigada A es pochoclera ciento por ciento y con guiños a quienes seguían la versión televisiva que se babean y se ríen casi con cualquier pavada. Cumple pero no dignifica.
En la década del 80, disfruté viendo los capítulos de muchas series yanquis de acción, entre ellas "MacGyver", "Chips", "El Auto Fantástico", "División Miami", "Muelle 56" y, obviamente, "Brigada A". Con las reediciones de las temporadas en DVD y los canales de cable retro se pueden volver a ver todas estas series, aunque quienes lo hayan hecho habrán notado que éstas no resistieron el paso de los años y hoy parecen malísimas. De a poco, todas estas clásicas series se irán adaptando al cine, considerando que en Hollywood ya no saben de donde sacar material para nuevas películas. "Los Ángeles de Charlie", "Los Dukes de Hazzard" y "División Miami" son algunas de las que ya fueron adaptadas (con un flojo resultado) y ahora es el turno de "Brigada A", bajo la dirección de Joe Carnahan. El cine de acción yanqui actual suele ser muy exagerado, repleto de escenas violentas con gran producción pero sin sentido. Y lo bueno de la serie "Brigada A" era exactamente eso. Los Magníficos construían cosas ridículas que llevaban a escenas de acción imposibles y divertidas, en las que nunca había sangre ni moría nadie. Sabiendo entonces cómo es el cine de acción actual y cómo fue la serie original, uno sabe qué esperar cuando entra al cine. Joe Carnahan hizo su debut con un gran film llamado "Narc", para luego volcarse al típico cine de acción con "Smokin´ Aces". Con su tercer trabajo, "The A-Team", toma la esencia de la serie original para presentar una película con mucha acción, humor y, sorprendentemente, un buen guión. El espíritu "light" que tenía la serie es lo único que no se respeta, ya que es mucho más violenta, pero el resto de los elementos dicen presente: los cuatro carismáticos personajes, la camioneta, la música, las conocidas frases y el origen del grupo. La primer parte se dedica a la introducción de los personajes, la formación del grupo, cómo terminan encarcelados por "un crimen que no cometieron", e inclusive se explica por qué Baracus teme volar. Luego pasa a una trama más previsible, en donde Los Magníficos deben recuperar unas planchas de impresión robadas mientras son perseguidos por la justicia, que si bien no resulta muy original, no deja de ser entretenida. Las secuencias de acción son todo lo que uno imagina: increíbles, ridículas, exageradas, y lo más importante, divertidas. La del tanque, la del edificio, la del camión, la del barco, todas resultan imposibles. Pero es lo que uno seguro quiere ver. Por el lado del casting, los cuatro personajes fueron muy bien elegidos. Liam Neeson, como Hannibal, cumple bien su papel de líder reemplazando al recordado George Peppard. Bradley Cooper, como Face, aporta facha, carisma y más acción que el original. Quinton 'Rampage' Jackson tiene el mayor desafío de los cuatro, reemplazar a Mr.T como B.A. Baracus en un rol que quedó muy identificado con ese raro personaje. Igual logra despegarse y hacer su versión, aunque bastante más "blandito" que el original. Sharlto Copley ("District 9"), como Murdock, es el que realmente se luce aprovechando la locura del personaje. Jessica Biel, como Charisa Sosa, simplemente hermosa. El único punto flojo son los villanos, que prefiero no adelantar. Para quienes suelen quedarse hasta el final de los créditos, les espera una última escena con los dos actores originales de la serie que interpretaron a Face y Murdock. Quienes busquen revivir el recuerdo de una de las mejores series de los 80, vayan tranquilos. Es pura diversión.
Brigada Zeta Uno parece que huele antes ya de que viene la cosa, en el caso de la versión pasada al cine de la recordada "Brigada A", rebautizada "Los Magníficos" cuando se la pasaba semanalmente por Canal 9 de Buenos Aires, con un increíble encendido, decimos que ahora uno piensa que los carentes productores hollywoodenses de mesura cinematográfica, y cuyo único objetivo es vender y potenciar basura, cine desechable a la gente, mintiéndoles con trailers que a veces superan en sentido a los propios filmes. Bueno gente así, pensó que si el "Súper agente 86" o "Transformers" eran cheque al cobro seguro, sin tener un buen argumento, una idea atractiva, o simplemente entretenimiento genuino, había posibilidad de vender algo, pero se siguen equivocando y escupiendo para arriba. Un producto prediseñado olvidable, que no despierta interés en sus personajes, que no hay una coherencia fílmica que señale que pasa algo atrapante y que basa su ornamenta de efectos especiales en video clip furioso pero a la vez insípido. Es decir no dice nada, ni ofrece nada. Donde se podía haber explotado mejor los curiosos personajes como Hannibal, o Murdock o hasta el bizarro Barakus, pero nada, che..de nada. El "alpedismo" cinematográfico" elevado a la quincuagésima potencia. Si son nostalgiosos fans de la añeja serie de tv, alquilen sus videos o revéanlos en su PC, o búsquenlos en la grilla televisiva, Son mucho más divertidos y entretenidos que este bodriazo.
Basada en la serie televisiva de la década de los 80, "Brigada A" es una película que se caracteriza por desarrollar muy superficialmente el estruendoso sonido y la locura que caracterizó a la saga, invocando un delirio que poco a poco va convirtiendo la historia en un relato muy fantasioso con graves problemas de edición.