El gran golpe. La última película del director Gabriel Lichtmann (Judíos en el Espacio, 2005), Cómo Ganar Enemigos, propone una original narración policial en la que el protagonista, Lucas Abadi (Martín Slipak) debe descubrir quién es el culpable de un robo que parece haber sido ideado por alguien de su entorno cercano. Lucas es un exitoso abogado que trabaja junto a su libertino hermano en una prestigiosa firma. A punto de comprarse un departamento propio, el dinero que tenía para la transacción le es arrebatado por una mujer que lo manipula para llevarlo a su casa y robarle. Así comienza una indagación de los motivos de cada uno de sus allegados para sustraerle el dinero, sopesando cada una de las pistas y analizando y poniendo bajo la lupa a cada uno de sus conocidos. Alrededor de esta historia, el hermano de Lucas está a punto de casarse con una chica del estudio, de la que Lucas esta secretamente enamorado, así la recepcionista y confidente del joven abogado desaparece misteriosamente y distintos personajes comienzan a aparecer sospechosamente. Fanático de las novelas de Agatha Christie y Patricia Highsmith, Lucas construye hipótesis y juega a ser detective en esta comedia policial absurda y satírica. El título del film remite metafóricamente a la investigación del robo, las relaciones humanas dentro del mundo jurídico y al discurso que Lucas escribe para el casamiento de su hermano. La película está plagada de jerga jurídica y policial con guiños y homenajes a obras de detectives, entre las que se destaca la novela El Amigo Americano de la propia Highsmith, llevada de forma extraordinaria al cine por el director alemán Wim Wenders en 1977. El guión de Lichtmann, en colaboración con Viviana Vexlir, usa acertadamente todos los recursos narrativos del género policial, dejando pistas para que la acción avance y construyendo las redundancias típicas de los diálogos del género, aunque con algunas previsibilidades y falencias, pero sin afectar el desarrollo narrativo. Todo el elenco se destaca por su gran nivel, especialmente el protagonista, Martín Slipak, en su rol de detective frustrado, hermano menor y abogado por descarte. Cómo Ganar Enemigos logra combinar así la comedia y el policial con gracia forzando algunas situaciones pero respetando la lógica de la historia y construyendo una narración sólida e interesante alrededor de las desavenencias familiares, la vida de la clase media alta argentina y las pasiones literarias.
Detective por necesidad La comedia y el policial ocupan el centro de la trama de este opus del director Gabriel Lichtmann –Judíos en el espacio 2005- con un gran protagonismo de Martín Slipak, quien película tras película demuestra el talento y la confirmación de pertenecer a una camada de actores jóvenes de enorme futuro. El relato apela a los códigos de las novelas estilo Agatha Christie, referencia constante en la película, así como la autora Patricia Highsmith para involucrar a un abogado solícito en una serie de acontecimientos por el que fue víctima de un robo. Todo el entorno del abogado tiene la marca de sospechoso desde el punto de vista del protagonista y cada uno también cuenta con un móvil que hace verosímil la ecuación paranoica, entre ellos una enigmática mujer que se vincula espontáneamente con Lucas Abadi (Martín Slipak) en una situación demasiado premeditada como para ser cierta. Las pistas que va sembrando Gabriel Litchmann, en consonancia con la rudimentaria investigación por parte de un héroe sin estrategia al estilo Alfred Hitchcock, la buena inclusión de personajes secundarios con carnadura propia y no como mero elemento decorativo, suman a esta propuesta de género las suficientes características positivas para que el público disfrute de un cine argentino no pretencioso, capaz de alcanzar masividad de público sin necesidad de malograr una fórmula, cuyo secreto es saber contar una historia.
Resolver un misterio es una situación que no solamente se da en las ficciones de Sherlock Holmes y similares. La vida diaria nos plantea interrogatorios que requieren de un esfuerzo mental por encima de nuestras capacidades normales. Desde la desaparición de una media, hasta el extravío de llaves de la casa o del auto; todas esas cosas que se ausentan de nuestra vista sin previo aviso generan angustia. Lucas Abadi (Martín Slipak) es un joven abogado que trabaja en un estudio familiar junto a su hermano (Javier Drolas) y su cuñada. Su capacidad intelectual y su curiosidad hacen que no se interese demasiado por asuntos más bien banales. Mujeres, alcohol, vicios… No tienen lugar en la biblioteca del protagonista, junto a sus tan preciadas novelas policiales. Sin embargo, acepta pasar una noche con una atractiva secretaria novata que conoce en Tribunales. Al amanecer del día siguiente, Lucas se despierta un poco perdido, sensación que se extiende por el corto lapso en el que descubre que le han robado los cincuenta mil dólares que había heredado de sus padres y que iba a utilizar para comprar su nuevo departamento. Automáticamente, entramos junto al personaje en un agujero negro de incertidumbre, paranoia, sospechas, y a señalar con el dedo a todos los posibles perpetradores. Si bien el suspenso es de carácter- digamos- inocente, no podemos evitar engancharnos. Este género de películas atrae a la gran mayoría de las personas, justamente por la lógica que manejan. El nuevo film de Gabriel Lichtmann propone una historia interesante, con giros inesperados, buenas actuaciones y música a la altura. El director y guionista hace uso de muchos recursos acertados, para una historia que difícilmente aburra en sus escasos 78 minutos. “Lo que importa es la familia”, dicen por ahí. Pero si lo que está en juego es una bolsa de verdes, nadie se salvará de ser juzgado. Aunque el discípulo de Hércules Poirot que se nos presenta en el guión, tenga como candidatos principales del robo a su cita de una noche, su mejor amigo y la recepcionista de la oficina donde trabaja, su hermano mayor y opuesto de personalidad no se salvará del interrogatorio. 1400474/1400474 Qué me pasó con esta peli a diferencia de otras. Particularmente, suelo encontrar los trailers demasiado informativos. Y cuando digo demasiado, digo: ME CUENTAN TODA LA PELÍCULA. El teaser de Cómo ganar enemigos no cae en ese error (menos mal). Mis expectativas eran bajas en la previa, pero me topé con una obra que me sorprendió para bien, pese a no tratarse de una producción ambiciosa. Slipak es un actor que viene prometiendo desde finales de los años noventa, y no defrauda. Su rostro se funde perfectamente con el suspense necesario, las cuotas de un humor bastante cuidado y el drama que apenas asoma. como_ganar_enemigos_loco_x_el_cine_2 Lo que sí no tiene discusión es que la anterior película de Lichtmann, Judíos en el espacio (2005), guarda muchas similitudes con su nueva apuesta. Hay mucho director argentino talentoso allá afuera, valiéndose de lo que haya a mano para filmar y plasmar lo que sea que funcionó como fuente inspiradora para un cine ante todo inteligente. Estamos de suerte, así que… ¡Mazel Tov!
Una tarde, Lucas, un joven y honesto abogado (oxímoron?) conoce a la chica ideal, linda, inteligente e interesante, la charla los lleva a una cita, la cita a su casa y por supuesto a la cama. Pero… sin peros no hay historia, la chica ideal no existe, al despertar Lucas se da cuenta que la chica le robó 50.000 dólares, lo cual desata en el protagonista la sospecha sobre todos quienes lo rodean. “Como ganar enemigos” es una comedia policial con un marcado sabor comercial y un guion lo suficientemente sólido para sostener la acción e intriga durante todo el metraje. La actuación de Martín Slipak natural y espontánea es donde mejor se ve reflejado la intención del guion. El resto del cast no acompaña al mismo nivel, dejando al film desparejo en cuanto a la performance actoral. Si esta película hubiese sido filmada con estrellas taquilleras de nuestro cine, no tengo dudas que hubiese resultado un suceso. Gabriel Lichtmann (Judios en el espacio, 2005) no llegó todavía a las grandes ligas, pero va en el camino correcto.
Cómo pescar arenques Como ganar enemigos (2014) empieza como una comedia romántica y termina como una especie de policial. Nunca llega a ponerse buena. Los diálogos son demasiado extraños y forzados como para creer que hay química entre Lucas (Martín Slipak) y Bárbara (Inés Palombo), quienes utilizan jerga legal para flirtear de una manera que no es ni sexy ni ingeniosa. Ni el misterio es particularmente fascinante: el culpable es obvio desde un principio, y el cómo/por qué es menos interesante de lo que la película pretende. Lucas se despierta al día siguiente de su cita con Bárbara y descubre que le han robado el dinero que, no casualmente, había retirado del banco ese mismo día. ¿Fue Bárbara? Lucas está convencido de que la trama es más complicada de lo que aparenta, y decide poner a prueba su amor por la literatura detectivesca (lee Agatha Christie y Patricia Highsmith, tiene un perro llamado Sherlock, etc.) e investigar todo tipo de falsas pistas antes de alcanzar al espectador, quien debería haber descifrado ya el misterio mucho antes que él. Sino por un elemental proceso de eliminación, porque leyó la infelizmente redactada sinopsis de la película. La investigación de Lucas está plagada de déficits: teorías que jamás se ponen a prueba, pistas que se abandonan antes de siquiera seguirlas, indicios que se siembran al principio y quedan en la nada, relaciones entre personajes que no se resuelven, personajes que desaparecen de la trama, etc. Es la novela de misterio más desinteresada por sí misma jamás escrita. El final es el colmo del desgano: al detective y al criminal ya no les importa resolver el crimen o salirse con la suya, y nunca se da un buen motivo para tal descuido. Los malos diálogos siguen a la película por todos lados, y se parecen a una mala rutina de comedia de improvisación. Entre Lucas y una bibliotecaria: “Mi nombre es Lucas”. “Cuando tenga un hijo voy a ponerle Lucas. Yo soy Ana”. “Mi mamá se llamaba Ana”. Y así. Los actores recitan sus líneas con un énfasis risible, como si estuvieran hablando en código todo el tiempo. El único a gusto es el cómico Sagrado Sebakis, que hace del amigo atorrante de Slipak y se roba las escenas con pura recitación y lenguaje corporal. Slipak tampoco está mal en el papel de un infeliz abogado con aspiraciones a detective. El problema es el tono de la película. Como ganar enemigos debería haberse jugado por la sátira o el absurdo, en vez de tomarse la enredada trama tan a pie de la letra y querer minar drama, comedia, romance y misterio en el camino. El resultado es un experimento fallido, pero curiosamente divertido a pesar de sí mismo. Es el tipo de película que dobla la apuesta constantemente a pesar de no hacer más que perder hasta el final. Hay un placer perverso en ver cuán bajo cae. Y por qué no, el “disfrute irónico” está de moda.
¿Qué pasó ayer? Una muy simpática y efectiva comedia de enredos románticos y policiales para estes segundo largometraje del director de Judíos en el espacio. Un largo camino debió recorrer Gabriel Lichtmann desde que presentó su ópera prima, Judíos en el espacio (2005), hasta concretar su segundo largometraje. La espera de una década valió la pena, ya que se trata de una comedia policial (o “thriller neurótico”, como se la promociona) hecha con más ingenio y entusiasmo que recursos de producción. Pero el director no necesita excusas: Cómo ganar enemigos se sostiene razonablemente bien en todas las áreas y constituye, así, una de las pequeñas sorpresas del año dentro del cine de género. En la película conviven elementos que remiten a Derecho de familia, de Daniel Burman (sobre todo por la jerga y la dinámica de abogados en el marco de las relaciones familiares), a las comedias de enredos de otro egresado de la FUC como Ariel Winograd; a los referentes esenciales del humor judío y a la literatura policial de Agatha Christie y Patricia Highsmith. El protagonista es Lucas Abadi (Martín Slipak), quien trabaja en un estudio jurídico con su hermano mayor Max (Javier Drolas) y su cuñada Paula (Eugenia Capizzano). Metódico, obsesivo, algo solitario y un poco neurótico, nuestro anithéroe conocerá en un bar de Tribunales a Bárbara (Inés Palombo), una joven atractiva y desenfadada con quien compartirá al poco tiempo una noche de placer. Claro que a la mañana siguiente descubre que el dinero que guardaba en su casa para comprar su primer departamento ha desaparecido. Convencido de que alguien lo “vendió”, inicia una detectivesca búsqueda que incluirá la ayuda de una bibliotecaria llamada Ana (la hoy de moda Carla Quevedo). También se destacana dentro de un elenco muy sólido (Lichtmann les da a cada uno momentos para su lucimiento incluso dentro de una narración de apenas 75 minutos netos) Sagrado Sebakis como el amigo-confidente Pelícano, Fabián Arenillas y Gabriela Izcovich, entre otros. Diálogos punzantes, vueltas de tuerca que en la mayoría de los casos funcionan, un ritmo vertiginoso y un final a toda fiesta (una versión muy modesta de Relatos salvajes) son los argumentos que tienen Lichtmann para construir una película lúdica, liviana y fluida. Para tener en cuenta.
Mas que neurótico, como lo define Gabriel Lichtmann, director y coguionista, es un thriller bien hecho, bien actuado y sumamente entretenido. Códigos de familia, intriga y una venganza original. Un buen elenco encabezado por el talentoso Martin Slipak.
Ingenio paga más La combinación de comedia y thriller le juega a favor a la película, que atrapa al espectador. No le falta ingenio al guión de Gabriel Lichtmann. Cómo ganar enemigos en una combinación de género, entre el thriller y la comedia, salvando las enormes distancias, con puntos en común con Nueve reinas, de Fabián Bielinsky. Pero mejor explicarlo. Lucas (Martín Slipak) es un joven abogado, prometedor, trabajador, soltero, y adicto a las intrigas policiales. Un día conoce de manera fortuita a una chica en un bar. Intercambian palabras, y ella termina en la casa de él -en realidad, de sus padres-, y él termina sin un dólar, ya que la plata que tenía ahorrada para comprarse su primer departamento, desaparece al igual que la chica. Para Lucas no fue obra de la casualidad si no de alguna causalidad, y empieza a sospechar y a analizar a cada uno de los personajes del filme con los que se fue cruzando. Lo narrado, y la vuelta de tuerca, hacen recordar a la opera prima del director de El aura. Lichtmann hace partícipe al espectador de las elucubraciones de Lucas, ninguna traída de los pelos. Martín Slipak tiene la suficiente simpatía, la entrega y la controlada locura que el personaje necesitaba para ir ganándose la simpatía del espectador. No es un juego de cajas chinas, pero por momentos se le parece. Las actuaciones secundarias cumplen -todo un logro ante un déficit continuo del nuevo cine argentino-, nadie desentona y menos si no se sabe quién es el responsable detrás del robo. Con los rubros técnicos cuidados, y una extensión acorde a lo que se está contando, Cómo ganar enemigos debería, al revés de lo que enuncia su título, ganarse unos cuantos amigos espectadores.
Detective por obligación Lucas es un joven abogado y un apasionado lector de novelas policiales. Designado por su hermano mayor Max como padrino para su boda el muchacho no está muy dispuesto a acceder al pedido, pero su familia judía lo insta a que no deponga tal honor. Lucas, quien había ahorrado una importante suma de dinero para adquirir un departamento, comenzará a frecuentar la vida nocturna para olvidar, aunque sea por unas horas, el momento en que conducirá a la novia hasta el altar, y en un bar conocerá a una muchacha con quien pasará la noche. Pero cuando despierta comprueba, alarmado, que tanto el dinero de sus ahorros como su ocasional acompañante han desaparecido. Convencido de que el robo fue planeado y que alguien lo vendió, sospecha de sus amigos, de sus compañeros de oficina y hasta de su familia y comienza a investigar con la ayuda de su hermano, la única persona en quien aún confía. Convertido en atolondrado detective, seguirá una serie de pistas para tratar de recuperar su preciado dinero. Gabriel Lichtmann (Judíos en el espacio) logró dotar a su nueva propuesta de cierto aire entre picaresco y humorístico sin desdeñar algunas pinceladas de thriller alocado, elementos que convierten a la historia en un ágil pasatiempo.En el parejo elenco sobresale la muy buena composición de Martín Slipak en el protagónico.
Policial narrado con pulso clásico El género policial es el terreno dentro del cual se construyen la mayoría de las grandes producciones del cine nacional. De ahí suelen surgir también los mayores éxitos de taquilla, al menos desde el advenimiento de 9 Reinas (Fabián Bielinsky, 2000), película que estableció un star system local que durante muchos años fue habitado únicamente por Ricardo Darín. Es a ese género al que también apuestan otras producciones de menor envergadura para intentar dar el golpe. Cómo ganar enemigos, de Gabriel Lichtmann, se ubica dentro de esa categoría y a priori reúne todas las condiciones necesarias para seducir al gran público. Excepto una, claro: Ricardo Darín.Policial narrado con pulso clásico, Cómo ganar enemigos incorpora con inteligencia algunos elementos de comedia y hasta se permite una pátina de costumbrismo bien entendido. Que Lucas, el protagonista, sea un joven pero erudito abogado y que la historia tenga entre sus escenarios principales el Palacio de Tribunales, sus cafés y bares aledaños, y el buffette legal que comparte con su hermano mayor no hacen sino remitir a otros populares policiales argentinos, de Cenizas del paraíso (Marcelo Piñeyro, 1997) a la omnipresente El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009) pasando por Carancho (2010) de Pablo Trapero. Pero el film de Lichtmann está narrado sin las intenciones trágicas (y solemnes) de esas tres películas, con un tono más afín a la gran ópera prima de Bielinsky. Acá también hay una estafa, sólo que en lugar de poner a los delincuentes en el rol protagónico se le cede ese lugar al estafado. El propio Lucas deberá descubrir por sí mismo quién de su entorno es el responsable intelectual detrás de la chica que lo sedujo y le robó los dólares que iba a usar para comprarse un departamento.Cómo ganar enemigos no pretende ser más grande que la realidad. Entre sus premisas no hay lugar para la épica del héroe de acción ni para la del delincuente romántico y arriesgado, sino más bien lo contrario. Se trata de un policial instalado en la estética de lo cotidiano, construido de gestos y miserias más bien realistas, más cercanas a las que puede producir o padecer cualquier hijo de vecino que al imaginario del cine industrial. Acá si alguien se enoja y le pega una piña a la pared, lo que ocurre es que se rompe la mano. Y eso no está mal: Cómo ganar enemigos despierta interés a partir de construir una intriga genuina, que Lichtmann sabe dosificar y sostener. Como es menester en los buenos policiales, el director (y guionista) hace que las habilidades lógicas del protagonista como abogado y lector de Agatha Christie y Patricia Highsmith sean las herramientas fundamentales para hacerles frente no sólo al crimen sino también a la familia y los amigos. Dos cosas bien distintas, pero que a veces tienen en común bastante más de lo que parece.
Publicada en edición impresa.
Agil comedia del siempre eficaz Litchmann Durante décadas, "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas" fue el vademecum por excelencia de vendedores domiciliarios, pastores evangélicos y asesores políticos, y también de mucha gente normal decidida a triunfar en la vida, o por lo menos a no pasar papelones. Lo escribió uno de los mejores "self made man" habidos y por haber, Dale Carnegie, que de peón de granja pasó a millonario. Más cercana, "Cómo ganar enemigos" sin influir sobre nadie pero amargándose la vida y desconfiando de todos, es la nueva película de Gabriel Litchmann, un cineasta que filma poco pero bueno. Ya su corto de egresado, "El séptimo día", estuvo entre lo mejor de "Historias Breves 3". Y su primera comedia, "Judíos en el espacio (o ¿Por qué es diferente esta noche a las demás noches?)" se anotó entre los bautismos más atendibles de la temporada 2005. La que vemos ahora es, recién, su segunda película de largometraje. Litchmann la subtitula "Un thriller neurótico". Contamos nada más que lo que aparece en el trailer: dos hermanos, una cuñada y otros ejemplares de un estudio jurídico, vísperas de casamiento, plata en la casa, una rubia demasiado simpática que se deja levantar demasiado rápido, la plata no está más en casa, evidentemente alguien le pasó el dato. Y empieza el juego del gran bonete, convertido en kipá de gala para la boda del hermano mayor. Y acá agregamos: sin haber leído a Dale Carnegie, el hermano menor debe ingeniárselas para superar pública y elegantemente al enemigo, recuperar la plata y pasar a ganador. Y, si es posible, levantarse a una morocha. Simpática, ágil, entretenida, breve y bien contada, con elenco agradable, "Cómo ganar enemigos" encierra un único problema: ahora habrá que esperar como diez años más para ver la tercera de Litchmann.
"Como Ganar Enemigos" es una peli chiquita que se va convirtiendo en gigante y que lentamente te va absorviendo en el mundo de Lucas Abadi y sobre todo en sus sospechas. Martin Slipak, Javier Drolás e Ines Palombo funcionan a la perfección en esta comedia policial en donde tenes todo: seducción, inocencia, un robo y sospechosos. Gabriel Lichtmann desarrolla, tanto en guión como en dirección, una peli que mantiene expectante minuto a minuto y eso es lo más valioso de este trabajo. Una historia para disfrutar en pantalla grande, con amigos y un buen balde de procholos. ¡Arriba el cine nacional!
Hoy llega Como ganar enemigos, dirigida por Gabriel Lichtmann, escrita en conjunto con su mujer Viviana Vexlir y protagonizada por Martín Slipak. Lucas Abadi es el responsable y correcto de los dos hermanos abogados. Aunque proviene de una familia de buen pasar, logra ahorrar su propio dinero para comprarse un departamento. Pero el día siguiente a retirar 50 mil dólares del banco, y el día anterior al depósito, conoce a Laura. Hermosa, sexy e inteligente, así se muestra ella. Ingeniosa a la hora de hablar y hasta lectora de las mismas novelas policiales que a Lucas le fascinan tanto a tal punto de fantasear con algún momento en ser él escritor de ellas. Pero después de una noche indudablemente inolvidable, Lucas se despierta, solo, y el dinero ya no está. A partir de este momento, Lucas ya no sabe en quién confiar y de quién desconfiar. Su hermano, su mejor amigo, la empleada del estudio que amenaza con renunciar. Tiene que ser alguien de adentro, alguien que lo conocía. Lichtmann y Vexlir construyen una película que funciona desde los aspectos más simples del género pero no mucho más. Los diálogos en general suenan forzados, y las pistas que aparecen y desaparecen, que se siguen y se dejan de seguir, hacen de Cómo ganar enemigos una película con una buena idea pero no lograda. Además, lo predecible de la historia hace que uno conozca la resolución desde pocos minutos de empezada. No obstante, Slipak le pone garra a un protagónico sin dudas merecido, impregnando a su Lucas Abadi de mucha presencia e incluso ternura.
Elemental, mi querido enemigo La nueva película de Gabriel Lichtmann nos presenta a un muchacho introvertido llamado Lucas Abadi (Martín Slipak) quien es un abogado fanático de la literatura policial, en especial de autoras como Agatha Christie y Patricia Highsmith. Lucas trabaja con su hermano mayor Max (Javier Drolas) y su cuñada Paula (Eugenia Capizzano), de quien está enamorado en secreto. Hasta ahí parece una historia más, pero se va perfilando de a poco al policial en cuestión. Una tarde conoce a una chica en un bar de Tribunales, que misteriosamente coincide con la mayoría de sus gustos y el flechazo no tarda en aparecer. Luego de una noche juntos, Lucas se da cuenta que la muchacha le robó el dinero que tenía destinado a la compra de un departamento. En ese momento se pone a prueba él mismo para intentar descubrir de dónde viene esa mujer y por qué le robó. Lo interesante de este "thriller neurótico", tal como se promociona en las redes sociales, es que la trama se desarrolla en un contexto bien real y cotidiano. Si bien mantiene toda una estructura narrativa de un policial, se aboca más a cosas sencillas, con las que el espectador se puede identificar. Las actuaciones son correctas y naturales, por lo que le suma un plus a la trama. Si bien no hay que ser un experto espectador o lector de policiales para entender cómo se resolverá el misterio, esa misma facilidad, sumado al humor que tiene el guion, irán llevando al público por el camino neto del entretenimiento, sin detalles rebuscados, ni cosas inconclusas, como tal vez sí suele suceder en otras películas del género en la que el público sale con más dudas que certezas. En 75 minutos, Cómo ganar enemigos cumple con lo que promete y deja satisfechos a sus espectadores.
Robó, huyó y la pescaron Lucas es un abogado que trabaja subempleado en el estudio jurídico familiar que lidera su hermano mayor desde la muerte de los padres. Lucas es romántico, enamoradizo e idealista, amante de las novelas policiales. Como tiene previsto comprar un departamento ese día ha realizado una extracción bancaria de una suma elevada, la cual guarda cuidadosamente en la casa paterna, donde pernocta ocasionalmente, y está a cargo actualmente de su hermano. Pero esa noche conoce a una muchacha por la cual siente una inesperada afinidad e intereses en común. Luego de la cena la lleva a su casa. A la mañana Lucas descubre que la mujer lo ha drogado y le ha robado el dinero. Convencido de que este no es un hecho accidental o aislado, sino que lo han marcado para robarle el dinero, comienza la pesquisa policial que concluirá con el descubrimiento del autor intelectual. El film presenta un comienzo prometedor desde su estrategia enunciativa: arranca con la fiesta de casamiento de su hermano Camilo, en el momento en que éste pronunciará un discurso que ha sido escrito por Lucas. Esta escena que se interrumpe en el momento en que Camilo advierte que su hermano le ha cambiado el discurso para dar lugar a un largo flashback que revelará los resortes de la historia que han llevado a Lucas a querer arruinar la boda de su hermano. El flashback está organizado en 6 capítulos. Si bien el ritmo del relato consigue sostenerse a lo largo de la película, la marcada previsibilidad del evento desencadenante (engaño y robo por parte de la mujer que seduce a Lucas) e incluso el develamiento hacia el final de quien ha encargado el robo, entorpecen significativamente la potencialidad dramática del argumento. Cuando un policial afronta el asunto de la identidad de un criminal, tiene en principio dos alternativas: o jugar la carta de la sorpresa hacia el final de la trama o jugar la carta del suspense; es decir, o el espectador y el protagonista se sorprenden por igual ante el desenmascaramiento, o el espectador se entera de antemano de esta información y entonces lo interesante es cómo y de qué manera se entera el personaje y cómo el criminal manipula cínicamente al héroe. En otras palabras, o se desarrolla una estrategia en torno a la sorpresa en torno al desenlace, o se desarrolla la psicología de los personajes. El problema del film que nos ocupa es que no juega ninguna de las dos, ni propone una tercera alternativa compensatoria. No puede pretender sorprendernos, pues desde la primera escena sabemos que hay un conflicto entre Lucas y el hermano, así como sabemos que el hermano es una persona que no tiene problemas en moverse en el lado ambiguo de la ley. Lo mismo ocurre con el evento de la seducción y el robo, donde hay demasiada información como para no advertir las verdaderas intenciones de la mujer: demasiadas coincidencias; Lucas que la deja sola en el sofá mientras va a buscar una novela, y ella que lo recibe con dos tazas de café, etc. La conformación de toda la escena es demasiado pueril y cliché como para distraernos y no auto enunciarse como lo que es. La carta del personaje no se juega fundamentalmente porque el relato ha decidido, por un lado, no ahondar en las psicologías de los personajes, proponiendo caracteres excesivamente lineales. Las características quijotescas de Lucas lindan con la caricatura, y se nos presenta como un muchacho que es bueno hasta la idiotez. En las antípodas de este personaje, su hermano es un aprovechador, un corrupto, un inescrupuloso que no ha tenido inconvenientes en estafar a su propia madre viuda, etc. A esto se suman dos defectos, uno narrativo, y el otro vinculado con lo estrictamente actoral. El problema narrativo es el desaprovechamiento de la dimensión melodramática que la trama parece pretender en un comienzo, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un personaje romántico e idealista y que no ha estado con una mujer desde varios años. Si bien Lucas se desengañará rápidamente de que la mujer que lo ha fascinado ha sido un espejismo, el relato podría haber explotado ese folclore tanguero de la mina chorra. Lamentablemente, la escena con el hijo pequeño minan la posibilidad de tratar la frialdad y la sordidez de la fémina. Igualmente desaprovechado está el papel de Carla Quevedo, que bien podría haberse integrado más orgánicamente como una trama secundaria en la que delimitara más visiblemente una línea romántica. Como no se ha hecho, y puesto que el relato prácticamente adolece del suspense necesario que un policial como este tipo de casos demanda, la propuesta naufraga desde el punto de vista narrativo. En cuanto al problema actoral, la actuación inverosímil y anodina del personaje principal resta mucha potencia dramática, sobre todo en los momentos claves del relato, tales como sus dos confrontaciones con quienes lo han engañado: la muchacha y su hermano.
Ladrona que se ofrece y abogado que compra Lucas, joven abogado, es un fanático de novelas policiales. Y es un abogado servicial y de buenos modales. Conoce a una chica en un bar de Tribunales que, después de su primera y única cita, le roba los 50 mil dólares que guardaba en su casa para comprar un departamento. Lucas no se desespera demasiado. Cree que alguien lo vendió y que esa muchacha fue nada más que el brazo ejecutor de un plan armado por otro. Mientras lee Agatha Christie y Patricia Highsmith, empieza la búsqueda. Hasta allí el film funcionaba bien: interesaba la historia más que los personajes, pero el tono de comedia de suspenso no desafinaba. Pero todo empieza a caerse a medida que la historia avanza. Es un film sin resoluciones ni fuerza. Los dos desenlaces (el asunto policial y el drama familiar) son absolutamente inconsistentes y fallidos. No hay mucho para comentar de este film que tiene personajes mal pintados y una floja dirección de actores.
El director argentino Gabriel Lichtmann vuelve a la pantalla grande tras diez años de su primera película, “Judíos en el espacio”, con un policial dinámico y consistente. Lucas (Martín Slipak) es un joven abogado que tiene una debilidad por las novelas policiales, sobre todo los clásicos de Agatha Christie o Patricia Highsmith. Su cotidianeidad transcurre en el estudio familiar donde despliega su gran talento y conocimiento al servicio de la ley. Pero su status quo se rompe en mil pedazos cuando conoce a una chica (Carla Quevedo), que parece ser el amor de su vida. Pero no todo es lo que parece: la chica resulta ser una ladrona que le roba todos sus ahorros para comprar su primer departamento. Ante la desesperación, Lucas decide encarar la situación fríamente y llega a una conclusión: hay un actor intelectual que planeó el delito y que conocía sus movimientos. De este modo, el joven decide encarar una investigación con la premisa de que cualquiera puede ser culpable, hasta sus mejores amigos. Se trata de una película para los amantes del drama y el policial, donde el crimen, las traiciones y los desengaños son los ejes conceptuales. Con un guión ingenioso, los personajes generan empatía con el espectador y lo mantienen en vilo hasta el final. El protagonista logra desplegar un amplio rango de colores en su interpretación que fusionan picardía y humor hasta euforia y pragmatismo. “Cómo ganar enemigos” tiene claros rasgos de novela negra con una trama consistente y buenas actuaciones. Sin dudas, una muy buena opción para disfrutar del cine nacional.
Un joven más bueno que el pan lleva a una chica a la casa donde vive. La chica le roba todo el dinero que ha sacado del banco para escriturar su propio departamento. Mientras, su hermano mayor está a punto de casarse. Con la excusa paranoico-policial, se arma un retrato sobre la familia, las relaciones y la vida cotidiana de una interesante precisión, aún cuando esa mirada diluya el aparente misterio del film.
La nueva película de Gabriel Lichtmann apuesta a un género poco usado (bien) en el nuevo cine argentino: el policial con apuntes de comedia. Si bien en lo estrictamente narrativo se puede decir que la trama responde a un policial clásico, en la manera de contarlo, en el aprovechamiento del humor y lo absurdo de ciertas situaciones, COMO GANAR ENEMIGOS avanza siempre con la comedia de la mano. Tal vez NUEVE REINAS, de Fabián Bielinsky, sea un modelo posible, los primeros largos de Damian Szifron, o VINO PARA ROBAR, de Ariel Winograd. Pero no hay tantas. O, al menos, no hay tantas que tengan la sólida factura de la nueva película del director de JUDIOS EN EL ESPACIO. Tras un flash-forward que nos muestra una importante tensión familiar en medio de un casamiento, la película vuelve para contarnos cómo se llegó ahí. Aquí se cuenta la historia de Lucas (Martín Slipak), un joven y my estudioso abogado que trabaja junto a su hermano en una firma legal y que, un mediodía, almorzando en zona de Tribunales, se topa con Bárbara (Inés Palombo) una chica que le pide unos consejos laborales. El se los da, se nota que hay onda entre ellos, y pronto terminan teniendo una cita. Los problemas aparecen cuando Lucas se levanta de su cama, ella no está y tampoco los dólares que tenía guardados para la inminente compra de su departamento. ¿Qué sucedió? ¿Fue casual o alguien que sabía del tema estuvo detrás de todo esto? A043La relación de los hermanos (Javier Drolas encarna al mayor, Max) no es la más sencilla del mundo, si bien mantienen las apariencias. Lo mismo sucede con Paula (Eugenia Capizzano), que está por casarse con Max pero parece tener casi mejor relación con el propio Lucas. Y hay otros asuntos familiares pendientes que nos iremos enterando con el correr de una trama que no será la más revolucionaria ni original del mundo pero que mantiene una buena dosis de intriga y suspenso, resoluciones dramáticas ingeniosas y, más que nada, se apoya en la inteligencia de los protagonistas para resolver el asunto. Lucas es lector de policiales y ese juego enriquece a la película ya que muchas decisiones de su investigación parten de esas lecturas y a la vez encuadran al filme en una zona que escapa ligeramente del realismo para jugar en el territorio del género, si bien Lichtmann jamás abandona la plausibilidad de los hechos, algo que en contadas ocasiones los policiales argentinos logran sostener. Su “apoyo” en la búsqueda es una bibliotecaria que encarna la ahora internacional Carla Quevedo (SHOW ME A HERO), quien también usa sus conocimientos literarios para descifrar la cuestión. como-ganar-enemigos-655Más allá de ese gran McGuffin hitchcockiano que envuelve la trama, COMO GANAR ENEMIGOS termina siendo, como las otras películas de Lichtmann (incluyendo su corto para HISTORIAS BREVES), una película sobre la familia y sus tensas y complicadas relaciones escondidas bajo una un tanto falsa amabilidad. Es eso –junto a sus diálogos inteligentes, actuaciones medidas que jamás se van el registro del filme y escenas que dan espacio al lucimiento de varios actores en papeles de reparto– lo que le da a este thriller neurótico, como se define en su promoción, su valor agregado. Y la convierte en una pequeña, ligera y muy bienvenida novedad del cine argentino de 2015. Es de esperar que Lichtmann no tarde otros diez años en hacer un nuevo filme.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
La Autopista del Sur Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
Una cena romántica, una noche de pasión, un robo y como descubrir al peor enemigo. El film comienza con la boda judía de Max Abadi y Paula (Eugenia Capizzano, “El nido vacío”). Luego a través del flashback vamos conociendo a Lucas Abadi (Martín Slipak, “Habi, la extranjera”, una estupenda actuación) y Max (Javier Drolas, “Medianeras”) dos hermanos abogados que trabajan juntos y cuya vida personal y profesional no se parecen en nada. Lucas es más apocado, solitario, solidario, idealista, le encanta leer novelas policiales, en cambio Max el hermano mayor, es extrovertido, seguro, infiel y no tiene límites éticos. La trama se va inclinando al género policial, cuando Lucas conoce a una chica en el bar de Tribunales, él la ve linda y seductora, Bárbara (Inés Palombo, “La noche del chihuahua”), finalmente logra una cena, tienen algunas coincidencias: a ella le encanta leer y casualmente están leyendo el mismo libro “El amigo americano”, él queda prendado y van a su casa donde tienen una noche fogosa. Cuando Lucas despierta Bárbara no está, descubre que le dio un somnífero, tampoco están los cincuenta mil dólares que escondió, estos estaban destinados para comprarse un departamento, era para su próxima vivienda y estaba a punto de firmar la escritura. Es cuando comienza analizar el encuentro con esa mujer no fue casual , alguien lo vendió pero la pregunta es quién y así se transforma en detective, desconfía de su entorno, quien lo vendió, fue su amigo íntimo Pelícano (Sagrado Sebakis), la secretaria Nina (Gabriela Izcovich, “Tiempo de valientes”),o su futura cuñada Paula, entre otros personajes. Acá el director intenta que el espectador preste mayor atención, se involucre y maneje distintas hipótesis. Su desarrollo tiene buen ritmo, con toques de suspenso, un humor ácido negro, algunas escenas tienen un estilo similar de Alfred Hitchcock y un modesto homenaje a la novelista Agatha Christie. Nos encontramos frente a una película de género, su desarrollo resulta interesante, se van armando buenos climas y se encuentra dividido en capítulos. Cuenta con buenas actuaciones, toques de comedia, gran parte de su desarrollo se encuentra relacionado con novelas de suspenso y policiales. Algunas escenas tienen un estilo similar al de Alfred Hitchcock, y aunque algunos sepamos quien es el ladrón o la ladrona rápidamente, cerca del final contiene una buena vuelta de tuerca y quizás muchos espectadores la disfrutarán.