Carta de un actor autoconsciente. Al Pacino es Danny Collins, un cantante del estilo Neil Diamond que entona las mismas canciones desde hace cuatro décadas pero, lejos de ser un don nadie en el mundo de la música, llena los estadios en los que se presenta y su vida de rock star reventado gira sin cesar con drogas, alcohol y una novia de la mitad de su edad. En el día de su cumpleaños, Danny recibe -de su manager y amigo- una carta dirigida a él escrita por John Lennon en 1971, en la que lo invita a no despreciar su arte, a no temerle al mundo de la música y principalmente a que se comunique con él. Nada de esto sucedió porque la carta jamás llegó a sus manos sino a un editor quien se guardó la misiva para vendérsela a un coleccionista. El disparador de la historia es: “¿Qué hubiera pasado si…? Y desde ese “si” dubitativo se construye una idea de cambio, un intento de recomponer toda una vida tirada a la marchanta de los lugares comunes del deterioro artístico a manos de los excesos, al menos eso es lo que la película intenta colar como un subtexto. Así el cantante destartalado se lanza a la aventura de cruzar de costa, de Los Ángeles a Nueva Jersey, para conocer a su hijo treintañero, un hombre casado y con una hija, un fresco de la iconografía del “working class hero” de Bruce Springsteen. Dan Fogelman no acude por primera vez a la idea de la vejez mal llevada, ya lo había hecho con el guión que escribió para la reciente Último Viaje a Las Vegas (2013), allí cuatro amigos de sesenta y pico de años buscaban una redención en “la ciudad del pecado”. Fogelman se aferra a todos los clichés que encuentra a su paso, de todos modos jamás alcanza la autoconciencia, un nivel todavía inédito en su carrera, teniendo en cuenta las obsesiones temáticas de las películas que lo involucran. Aquí, en el debut en la dirección, tampoco muestra alguna inventiva retórica para escaparle al tremendo grosor de sus conceptos llevados a la práctica, ejemplo: luego de una discusión entre el protagonista y su hijo, lo que suena -para reforzar el dramatismo de los diálogos- es Beautiful Boy de Lennon, así de grosero son los momentos de su ópera prima. Solo Al Pacino puede enaltecer desde el lenguaje actoral gran parte de las situaciones risibles no buscadas, no hay que ser injustos con el resto del elenco -en especial Plummer- funcional para apuntalar al protagonista. Pacino sabe que es un viejo ridículo, que se viste mal, que parece más encorvado con cada película, que ya ni sobreactúa y que tiene poca gracilidad en su andar, pero es verdaderamente autoconsciente de su estado actual, incluso hasta parece divertirse. Directo al Corazón -qué decir de esta traducción de Danny Collins- sirve para afirmar que los culpables de este tipo de películas fallidas, protagonizadas por leyendas como Pacino o Robert De Niro, no son ellos mismos, a los que se los suele caer con la responsabilidad casi absoluta de los desastres, sino los jóvenes directores y guionistas que no pueden ofrecerles papeles dignos de otros tiempos o al menos verdaderamente autoconscientes, como alguna vez hicieron Harold Ramis en el díptico Analízame/ Analízate y Mike Newell en Brasco, protagonizadas por De Niro y Pacino respectivamente.
Una película sentimental, por momentos obvia, pero también con encanto, previsible pero que le escapa al melodrama y se queda en la ternura, una cierta emoción y un lujo de actores. Para los fans de Al Pacino, aquí encima canta, y bien. Además, Christopher Plummer, Annette Bening, Bobby Carnevalle. Basada ligeramente en una historia real, Danny Collins es un rockero en decadencia, que vive de la nostalgia, que tiene un público fiel y mayor y que todavía se recuesta en el alcohol, las drogas y las chicas lindas y fáciles. Una carta de John Lennon, su ídolo, que le llega 40 años retrasada, lo despierta.
Pacino, el rockero Al Pacino viene, vaya novedad, volando bajito desde hace unos cuantos años (¿décadas?). Ya lejos del prestigio de antaño, el protagonista de El padrino, Sérpico, Tarde de perros, Cruising y Scarface encadenó una sucesión de películas mediocres. Sin ser una maravilla, ni mucho menos, Directo al corazón es una pequeña muestra del talento en aparente extinción de Pacino. El protagonista es Danny Collins, un rocker en decadencia que vive de los éxitos cosechados mucho tiempo atrás (cualquier similitud con el actor que lo interpreta no es pura casualidad) y al que ni siquiera su bien nivel de vida puede taparle la angustia existencial. Para colmo, su manager y amigo (Christopher Plummer) le hace un regalo muy especial: una carta dirigida a él escrita treinta años atrás por el mismísimo John Lennon en la que le aconsejaba que siguiera su voz artística, más allá del éxito económico. Collins, queda claro, adoptó otro camino, por lo que intentará retomar aquella senda viajando a Nueva Jersey, donde vive un hijo al que nunca conoció. Es cierto que la sinopsis invita a pensar en una de las tantas comedias geriátricas centradas en los avatares de la vejez que han pasado por la cartelera en los últimos años, más aún si se tiene en cuenta que el director debutante Dan Fogelman venía de guionar Último viaje a Las Vegas. Pero el film siempre apuesta más al humor que a la moraleja y luce genuinamente preocupada por la suerte de sus personajes, comprendiéndolos sin jamás juzgarlos. Así, aun en su previsibilidad, Directo al corazón se convierte en una propuesta aceptable, una muestro de todo aquello que Pacino todavía puede dar.
El regreso de Dios Directo al corazón (Danny Collins, 2015), dirigida por Dan Fogelman, es una comedia con aires de melodrama protagonizada por uno de los actores más grandes de todos los tiempos: Al Pacino. Toda su gesta interpretativa regresa y se renueva a un estilo más sobrio, mostrando su soltura y facilidad para encarnar cualquier personaje. Si bien la película no es una obra maestra (y puede confundirse con una comedia romántica de mensaje superador), logra ser una grata experiencia para el espectador. Danny Collins (Al Pacino) es una vieja leyenda y estrella del rock que sigue en carrera desde los años 70. Continua haciendo grandes conciertos, giras y aumentando su dinero. Tiene todo lo que desea del mundo y de la fama. Sin embargo el paso del tiempo lo aflige, vive desanimado pero piensa en el peso de la vejez: sus fans son señoras de la tercera edad que corean sus canciones completamente descolocadas. Los eufóricos conciertos resultan ser algo alejado de su personalidad, y siempre termina triste y apesadumbrado. En ese camino lleno de drogas y amantes jóvenes, tiene un representante y amigo (Christopher Plummer) que le alegra la vida y lo mantiene en vilo para que no se derrumbe por completo. En su cumpleaños le tiene la mejor sorpresa: Una carta del mismísimo John Lennon -escrita en 1971- que nunca recibió. La carta cambia la vida de Danny pues el interrogante “¿Qué hubiera sido de él si la recibía en el momento adecuado?” le hace desmembrar todo su pasado. Cancela la gira, va a New Jersey en busca de su hijo (Bobby Cannavale) resultado de sus alocados años setenta, al cual nunca visitó. Sin duda lo mejor de esta película -basada en un hecho real - es, por un lado, la interacción de Pacino con Cannavale. El drama de padre e hijo se queda plasmado de forma verosímil y directa. De otro, el humor negro guiado por un alto nivel de actuación del dueto Pacino-Plummer, haciendo perfectas sus apariciones para darle otros aires al film. Y aunque tiene una escena introductoria innecesaria, la película nunca es previsible, al contrario, gracias a los distintos registros que alcanza por su buen cast, tiene la virtud de manejar bien el contenido polémico y trágico de los personajes sin caer en lo sensiblero. La figura de Danny Collins extravagante y ridícula (estrella que solo parece servir para despilfarrar dinero) es quien une todo y se convierte en el gran titiritero del relato. Al Pacino es quien enaltece la película y la hace crecer con su propia magia. Para los seguidores de este inmenso actor, verlo en esta oportunidad es un placer, una especie de despertar desde You Don't Know Jack (2010), donde ya daba bríos de que aún los grandes desafíos lo atraen. En Directo al corazón tiene que cantar y Pacino se arriesga, prueba y muestra que sigue en el Olimpo y tiene para rato.
Una comedia predecible pero honesta La historia de un veterano rockero de los ’70 que decide cambiar de rumbo y se embarca en un viaje de redescubrimiento. Y aunque es una sucesión de lugares comunes sobre reencuentros familiares y traumas no saldados, el film muestra real aprecio por sus criaturas. El antecedente más próximo de Dan Fogelman era el guión de Ultimo viaje a Las Vegas, una de las tantas comedias geriátricas estrenadas en los últimos años y cuyo principal gancho comercial eran las presencias de Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline. El problema de aquel film, y de nueve de cada diez exponentes de ese subgénero, era la pereza para ir más allá de una serie de chistes de rigor sobre los achaques de la edad, la sexualidad combustionada por el Viagra y la imposibilidad de comprender las costumbres de “los jóvenes”. Que el primer largometraje como director del ex guionista de la factoría Disney (Enredados, Bolt, Cars 2) siga a un veterano rocker de los ’70 que “decide cambiar de rumbo y embarcarse en un inspirador viaje para redescubrir a su familia, encontrar el amor verdadero y comenzar un segundo acto”, tal como se lee en la sinopsis oficial, invita a presuponer que se verá un poco más –menos, en realidad– de lo mismo. Pero no: lo que hay es una comedia predecible e incluso un poco pava, pero menos aleccionadora que graciosa, honesta antes que moralista, y con las referencias generacionales ubicadas en un lugar felizmente secundario.La segunda escena tiene al Danny Collins del título original (Al Pacino actuando de taquito) paseándose por la pantalla cual Neil Diamond mientras mueve su cuerpo achacado al ritmo de una canción pop pegadiza. Es a priori un personaje patético, pero el film procurará comprenderlo antes que juzgarlo, reírse “con” él y no “de” él. El otrora prestigioso intérprete es el lugar común del paraíso musical: mansión de lujo, fama, dinero, cocaína y una novia treinta y pico de años menor que está buenísima. Pero en el fondo se siente insatisfecho. “Si eso que hice recién fue cantar, estoy genial”, dice después del show inicial. El asunto vira cuando su amigo y manager (Christopher Plummer, genial como siempre) lo sorprende con un regalo particular: más de treinta años atrás, y ante la publicación de una entrevista en una revista musical, el mismísimo John Lennon le escribió una carta alentándolo para seguir sus convicciones artísticas, independientemente de su éxito comercial. Algo que, claro está, no hizo.La carta es el disparador del “inspirador viaje” prenunciado por la gacetilla con el objetivo de, ay, (re)encontrarse con el hijo que nunca conoció (Bobby Cannavale) y, de yapa, descubrir en la regente de un hotel (Annette Bening) un interés amoroso. Basada muy libremente en la vida del cantante folk británico Steve Tilston, quien en 2010 recibió una carta del Beatle escrita a comienzos de los ’70, Directo al corazón es una sucesión de lugares comunes sobre reencuentros familiares, traumas no saldados y pases de facturas silenciados durante años. Es, en fin, una historia con la redención como idea rectora, innegociable aun a riesgo de romper cualquier coherencia en el comportamiento de los personajes. Pero, entonces, ¿por qué una calificación aprobatoria? Porque el film tiene, además de un genuino aprecio por sus criaturas, la firme convicción de coquetear con los golpes bajos sin jamás recibirlos, acercándose a ellos para quebrar la cintura justo cuando parecen inminentes. Ver por ejemplo el gag que remata el cáncer anunciado por uno de los personajes centrales o la extraordinaria nieta hiperkinética de Collins, que se roba todas las escenas a fuerza de una verba tan veloz como sincera. 6-DIRECTO AL CORAZON Danny Collins,Estados Unidos/2015.Dirección y guión: Dan FogelmanMontaje: Julie MonroeDuración: 106 minutosIntérpretes: Al Pacino, Jennifer Garner, Christopher Plummer, Annette Bening y Bobby Cannavale.
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OCASO DE UNA ESTRELLA En "Directo al Corazón"(USA, 2015) hay un problema, claro, concreto, que se va dilatando su especificidad hasta que termina la película y uno no sabe si reir o llorar. No es que el filme esté mal actuado, dirigido, guionado, al contrario, pero en el derrotero de una estrella musical en decadencia llamada Danny Collins (Al Pacino) vemos también el triste presente del propio intérprete y protagonista. Todo comienza cuando Danny Collins recibe un regalo de su representante (Christopher Plummer) que le hace intentar girar su carrera de melodías pegadizas y movimientos pélvicos. En su "revelación" y posterior cambio todo lo que podemos imaginar en cuestión de lugares comunes y melancolía estará presente en este filme de Dan Fogelman que sólo gracias a la solvencia de actores de la talla de Annette Benning (inmensa, dueña de una de las sonrisas más cautivantes de la pantalla), Jennifer Garner y Bobby Cannavale salvan un filme que podría haber sido una parodia simpática pero decide elegir el camino del drama más lacrimógeno. Collins quiere recuperar todo lo que perdió antes de seguir perdiendo más, metáfora perfecta de un artista que hace tiempo sigue buscando volver por la puerta grande con un papel que se ajuste a su talla, pero que sólo encuentra historias deslucidas y que lo exponen de la peor manera. PUNTAJE: 5/10
Canciones y emociones azucaradas. Escrita y dirigida por Dan Fogelman -guionista de Loco y estúpido amor, Cars y Enredados -, Directo al corazón es una ópera prima cargada con conocimiento heredado. El conocimiento es industrial, de las tradiciones menos filosas y de la variante azucarada. Ésta es una película convencida de jugar emocionalmente fuerte, pero dentro de las variables de digestión más sencilla. Danny Collins, el protagonista y título original del film, es un cantante veterano, con todo el brillo de piel tostada, camisa desabotonada y accesorios que es capaz de portar Pacino en variante histriónica pero sonriente. Cuando recién empezaba, Danny recibió un mensaje que no le llegó cuando debía llegarle. Y su carrera podría haber sido muy distinta: quizás ese mensaje -de John Lennon, nada menos- lo habría llevado por otros derroteros, distintos a los de repetir de forma frenética un hit que debe estar entre lo más pegadizo de la historia de las películas sobre cantantes añosos. Danny está cansado, en crisis, y la carta lo hace cambiar de crisis y de energía. Y conoce y quiere conocer a gente nueva y a gente que tendría que haber conocido antes. La película corre el riesgo de desbarrancarse por completo y coquetea con abismos argumentales y de tono blandengue en varias ocasiones. Pero se mantiene rítmica, tensa argumentalmente y -no demos más vueltas- mayormente encantadora. Directo al corazón atraviesa sus propias trampas -las enfermedades, las recaídas forzadas- con una determinación inusual, con una convicción que contagia. Todos los involucrados transmiten confianza en el gesto, por más que algunos de esos gestos se podrían haber evitado con un guión más sobrio. Pero la sobriedad y la medida no son los fuertes de este relato; sí el maximalismo emocional y tal vez emocionante. Pacino está en modo expansivo-simpático; Christopher Plummer, en modo sabio y con frases contundentes; Annette Bening deslumbra con su fotogenia y con su capacidad de devolver diálogos filosos -ya lo había hecho con Kevin Costner en la insoslayable Open Range-, y Jennifer Garner y Bobby Cannavale remontan con entereza las mayores dificultades del planteo narrativo. Directo al corazón tiene una astucia endiablada para decir -siempre con toneladas de dulce, aunque con claridad- que el dinero soluciona muchas complicaciones. Y, mejor aún, ésta es una película musicalizada con canciones de John Lennon. Allí donde otros films de su misma clase industrial suelen abusar de música anodina, aquí hay grandes hits de Lennon solista. Para cuando llega la inoxidable "Instant Karma", la película, con un cierre felizmente sintético e inesperado, quizás hasta haya conseguido contagiar su alegre optimismo. Efímero, pasajero y un tanto atolondrado, sí, pero genuino, es decir, con azúcar real, de la dulce.
Excelente comedia dramática con un Al Pacino rock star. Al Pacino ha hecho todo tipo de papeles en su larga carrera, y le debe costar encontrar un personaje que implique algo nuevo. En "Danny Collins" lo encontró, empezando por el hecho bastante atípico relativo a que, dado que el personaje del título es una estrella de rock, Pacino debe cantar. El argumento se basa levemente en un hecho que ocurrió realmente: un cantante que había dado una entrevista a una revista de rock en 1971, recibe una carta que le dedicó John Lennon con 40 años de retraso. Al recibirla, no pudo dejar de pensar cómo ese mensaje hubiera cambiado su vida y su carrera de haberlo recibido a tiempo. Eso es exactamente lo que le ocurre a Danny Collins, que editó un par de discos prodigiosos a comienzos de los años 70, se dejó estar y atrapar totalmente por el estilo de vida del sexo, drogas y rock'n roll. Hace 30 años no escribe una sola canción, y sus shows se parecen a una especie de entretenimiento para la tercera edad, en los que sus fans maduras piden a gritos sus hits de siempre. En su cumpleaños recibe la carta que John Lennon le mandó en 1971, y el regalo le provoca una fuerte conmoción. El resultado es que decide hacer profundos cambios en su vida. Abandona su lujosamente ridícula mansión, interrumpe su gira y se muda a un hotel Hilton de New Jersey para componer nuevas canciones y, sobre todo, para intentar ser aceptado por el hijo que nunca conoció, un obrero de la construcción que ya tiene demasiados problemas para que se le aparezca su padre rock star. "Danny Collins" es una excelente comedia dramática con una historia original, muy buenas actuaciones y tal vez demasiados hilos argumentales que, de todos modos, logra unir razonablemente bien. Aun en los momentos más dramáticos, o sobre todo en estos momentos, Al Pacino logra arrancar carcajadas en el público, y por otro lado, dado que nunca fue cantante, sorprende cuando tiene que ofrecer el retrato de un astro de rock un tanto payasesco o más genuino según lo que pida cada escena. El elenco es otro gran atractivo, empezando por el brillante Christopher Plummer que se luce como el veterano manager del protagonista. Y el director sabe como usar las mejores canciones de Lennon en un soundtrack que funciona como contrapunto irónico.
Por fuera de Canadá, una de las regiones del mundo más burladas en cine y televisión es Nueva Jersey. Es una humorada recurrente decir que "apesta", más allá de no se entienda el verdadero motivo de algo que a todas luces parece infundado. El hecho de que la segunda oportunidad para la avejentada estrella de la música protagonista de Danny Collins se sitúe en dicho estado, es un golpe de efecto tan transparente como la totalidad de la película. Un lugar que uno solo visitaría por obligación es el de esta nueva posibilidad, como reza la sinopsis, la de "redescubrir a su familia y encontrar el amor verdadero". La locación puede ser diferente pero el terreno es conocido. Aún así, pese a ser predecible en sus intenciones, es sincera y afable, con suficiente a su favor como para que se trate de un viaje placentero. La voz de Nick Offerman, pausada, grave y suave como el jazz –cualquier seguidor de Parks and Recreation sabe que es él antes de que aparezca-, se imprime sobre una pantalla en negro previo a dar paso a una entrevista ambientada en los '70, en la que un periodista especializado en música dispara sus preguntas sobre un joven Danny Collins, con un actor muy parecido al reconocido protagonista en sus años de The Godfather, Serpico o Dog Day Afternoon. Un chico talentoso, con un susto de muerte a la fama, es la contracara del veterano cantante que encarna Al Pacino, como un hombre que probó todo lo que tuvo a su alcance y que canta los mismos temas que compuso hace décadas para un público en su mayoría de la tercera edad. Es ahí que recibe la carta nunca entregada de John Lennon y toda su vida es puesta en perspectiva. En su debut como director, Dan Fogelman (Last Vegas, Tangled, Crazy, Stupid, Love.) compone una historia sencilla y tradicional, que funciona por ciertos recursos que compensan su falta de pretensiones. El exitoso millonario que se da cuenta de que le falta lo más importante es un tópico frecuente y esta no esquiva los lugares comunes, pero los abraza con un nivel de frescura y soltura que ayudan a mejorar el resultado general. El disparador –la mencionada carta- es original, pero no alcanza para cubrir la totalidad de la producción. No obstante es la excusa perfecta para utilizar una banda sonora compuesta en su mayoría de canciones del fallecido Beatle, lo cual eleva en forma instantánea la calidad de cualquier film. Danny Collins bien podría llamarse Al Pacino, dado que se puede considerar que en este relato de redención hay algo de personal, exclusivamente en lo que se refiere al estado actual de su carrera. Scent of a Woman le dio su único Premio de la Academia hace más de dos décadas, un galardón compensatorio porque durante años se lo había dejado solo en la nominación por films en los que merecía mucho más. Pero con el Oscar en mano, nunca más se lo vio en la terna. Su presente dista del de Robert De Niro –es cierto también que filma mucho menos-, pero durante la última década muchos de los proyectos que eligió han resultado en verdaderas decepciones, como Stand Up Guys o Righteous Kill, lejos de las películas magistrales que lo han convertido en un ícono. Aquí está muy bien acompañado por Bobby Cannavale y Jennifer Garner –no hacen mucho más de lo que acostumbran a hacer siempre-, pero sobre todo por Christopher Plummer como un solvente agente/mejor amigo y por Annette Bening, una partenaire que no le pierde pisada con el diálogo. Collins reconoce que tiene un muy buen ida y vuelta con el personaje de Mary Sinclair y esto es uno de los elementos fundamentales de la película. La química entre ellos existe y el cantante interpretado por Pacino es agradable y comprador al extremo, gracias a un guión que le da una lengua ágil y una personalidad avasalladora. Así se consigue un film predecible que no sale de su zona de comodidad, pero con ciertas particularidades que propone Fogelman –tanto en materia de personajes como situaciones que atraviesan- que son las que terminan de imponerse en favor de una apuesta amena y honesta. Eso y la vigencia de Lennon.
Directo al corazón (Danny Collins), es la ópera prima de Dan Fogelman, guionista de Último viaje a Las Vegas y Crazy, Stupid, Love, y está protagonizada por Al Pacino, Anette Bening y Christopher Plummer. Qué hubiera pasado si… Danny Collins (Al Pacino) es una estrella de rock con 40 años de carrera encima, que sigue llenando estadios en cada una de sus presentaciones. Tiene una novia a quien dobla en edad y muchos millones de dólares, y no se priva de ningún exceso ni lujo. En su cumpleaños, su amigo y manager (Christopher Plummer) le regala una carta que John Lennon le escribió al mismísimo Danny Collins en 1971, a raíz de una entrevista que dio el aquel entonces joven músico para una revista de rock. Collins no tenía idea de la existencia de esta carta, que llega a sus manos 40 años después de haber sido escrita. Este baldazo de agua fría hará que el músico se replantee aspectos de su carrera y de su vida personal. Directo al corazón de los clichés Lo más valioso de Directo al Corazón es la parte basada en hechos reales. El Danny Collins de la vida real es Steve Tilston, quien recibió la carta de Lennon 34 años más tarde de lo debido. El resto de la película es una sucesión de lugares comunes salidos de comedias dramáticas, con el músico tratando de cambiar de estilo de vida y redescubrirse, de crear un vínculo con su hijo (después de haberse ausentado 40 años) y de volver a enamorarse, como publicita la película. La película está musicalizada con canciones de John Lennon, como para que no nos olvidemos de que su carta es el motor la nueva vida que encara Collins. Sin embargo, Al Pacino sale airoso de esta película, interpreta de taquito al músico (que parece salido de una mala mezcla entre Rod Stewart y Joaquín Sabina) y saca alguna que otra risa. El resto del elenco (que incluye a Christopher Plummer, Anette Bening, Jennifer Garner y Bobby Cannavale) hace un buen trabajo, y hay que reconocer que estos personajes están construidos con un cierto encanto. Conclusión Directo al Corazón (no se entiende de dónde sale este título) no es ninguna novedad en la cartelera de cines. Sus méritos están en su elenco, sobre todo en Al Pacino, y en la anécdota de la carta escrita por John Lennon que llega tarde a destino. Fuera de eso, es una comedia dramática bastante obvia que pasa sin pena ni gloria.
El encantador Danny Collins de Pacino El film de Dan Fogelman sobre este músico de los '70 que debió dedicarse a la interpretación por el escaso éxito que tuvo como compositor, es una pequeña pieza artesanal y querible a la medida del carismático y gran actor. No se puede pasar por alto lo absurdo que significa que un film llamado Danny Collins reciba en su estreno local el nombre de Directo al corazón. Dicho esto, pasemos a la película. Danny Collins fue un joven compositor inspirado, lleno de sueños a comienzos de la década del '70. Pero su fracaso lo llevó a hacer una música más comercial, menos personal y a cantar temas de otros. Ya viejo y frustrado a pesar de su gigantesco éxito, Danny Collins (Al Pacino, obviamente) se entera en su cumpleaños 70 que John Lennon le había escrito una carta que jamás le llegó. Esa carta será lo que finalmente lleve al límite la crisis del cantante y busque empezar de nuevo con su vida artística y personal. Danny Collins es una película pequeña, de perfil muy bajo, casi destinada a pasar inadvertida, a pesar de tener cuatro estrellas de cine en su elenco (Al Pacino, Christopher Plummer, Annette Bening, Jennifer Garner). Sin duda es una película independiente, de esas que buscan hacer sentir bien al espectador, no aquellas que buscan plantear una estética moderna o transgresora. El director aprovecha la muy carismática figura de Pacino y también algo de su vejez y decadencia para que el personaje le ajuste como un guante. Pacino se ríe de sí mismo y de sus propias frustraciones, lo que le otorga al personaje una gran profundidad y calidez. Está claro que no hay más pretensión en esta película que contar una pequeña y sencilla historia de alguien que intenta redimirse. No hay muchas novedades y la película atraviesa varios lugares comunes acerca de las relaciones familiares, las segundas oportunidades y la búsqueda de la felicidad. Se agradece, eso sí, que ninguno de los actores intente hacer un show o busque en la sobreactuación la manera de conseguir el cariño de los espectadores. Esa sobriedad y la humildad de la película la convierten en un film querible, aun cuando su vuelo sea limitado y de efecto corto. El prestigioso guionista Dan Fogelman acá debuta como director y es posible que por los actores que eligió su película llame la atención, pero sin duda se trata una pequeña pieza artesanal querible y simple, alejada de la búsqueda de premios o las palmas de oro de los festivales. El espectador que se sienta cómodo con esta propuesta y sea benigno con un film limitado, sin duda pasará un agradable momento. Al Pacino, como Danny Collins, es un poco chanta, es un poco decadente, pero es definitivamente encantador. El es la medida exacta de la película.
Barajar y dar de nuevo Danny Collins (Al Pacino) es un ícono de la música en plena decadencia. Se tiñe las canas, se pone una faja en el abdomen y sale a los escenarios a cantar sus grandes éxitos, mientras unos fans bastante mayores (escena que deja claro que el músico en cuestión no produjo nada nuevo en años, ya que no renovó su público) bailan y cantan en una mueca tragicómica. Como una suerte de Neil Diamond–por el estilo musical y algo de la excentricidad en su vestuario–, pero degradado, el personaje de la película de Fogelman vive todos los excesos que un rock star puede comprar. Autos carísimos, mansiones lujosas, cocaína. Pero todo eso no le alcanza. Frank Grubman (Christopher Plommer), su manager y único amigo –la contracara de Collins: un alcoholico recuperado que sólo toma agua mineral– le regala un objeto que provoca un giro en su vida patética: la carta de admiración que John Lennon le escribió décadas atrás, después de escuchar sus primeras canciones. Es que Collins alguna vez tuvo buena mano para la poesía –toda una novedad hasta aquí, ya que lo único que le escuchamos cantar es la horrible “Oh, baby doll”, el máximo hit de su carrera. Así empieza la redención de Collins, que buscará reinventarse. Escaparse de la trampa del éxito comercial y revertir el fracaso de su vida afectiva. Como una especie de Sandro o Cacho Castaña, con su carisma y su encanto magnéticos, el trabajo de Pacino le ofrece a Collins lo único digno de ver en Directo al corazón. Es una obviedad decir que ha logrado en su trayectoria mejores composiciones, pero Pacino es un grande del cine, aunque sus esfuerzos ya no estén puestos en los desafíos actorales y permanezca, en este sentido, en un lugar más cómodo. La película, inspirada en la historia de Steve Tilston, un cantante de folk británico que recibió la famosa carta de puño y letra del histórico Beatle–en 1971, algunos años después de su muerte–, es un melodrama sin encanto. Dicho esto en todos los sentidos, al nivel de la trama y sobre todo plasmado en una imagen rudimentaria y monótona, una composición tosca y sucia de los planos, que dan la impresión de estar diseñados sin demasiada reflexión sobre lo que narran. Incluso las elecciones sobre los emplazamientos son extrañas, como si el director no supiera cómo o por qué poner allí su cámara.
La tragedia del hombre ridículo Se sabe que los géneros ya son un asunto agotado. Tienen una dinámica propia que como espectadores captamos inmediatamente. En todo caso, ante una nueva película producida dentro de un contexto industrial, las expectativas se concentran en la posibilidad de hallar un tratamiento honesto y una capacidad artesanal para disimular las reiteraciones. En el caso de la comedia (modalidad subestimada si las hay), la risa cómplice de la platea es un parámetro para determinar su éxito aunque nos gustaría pensar que no el único ni el más importante. Y si vamos un poco más lejos y jugamos con la versatilidad de los moldes genéricos, podríamos arriesgar que toda buena comedia es una tragedia vista con otros ojos, captada con una lente diferente. En este sentido, Directo al corazón (el título evidencia un nuevo caso de astucia comercial pacata) contiene todo aquello que pertenece al universo moral de las comedias (situaciones graciosas, gags bien insertados, personajes estimables, pareja con buena química, final reparador) pero no se resigna a ser un muestrario más de dichas constantes y es ahí donde gana terreno, humanidad y solidez. La historia que funciona como motor está basada en un caso “un poco real” (como reza la advertencia inicial) y es insólita. Un cantante folk confiesa que su principal influencia en las composiciones ha sido John Lennon; este le envía una carta en 1971 que nunca le llega porque es interceptada y vendida por algún inescrupuloso intermediario. Muchos años después llega a sus manos gracias al representante. Al Pacino interpreta aquí a ese cantante pero devenido en un rocker decadente. En la primera escena lo vemos salir a un show. Las canas teñidas, la faja para ocultar la barriga, el whisky, la cocaína y el colorido traje son las primeras señales dentro de un mundo que se resiste como puede ante el inexorable paso del tiempo. Indudablemente no ha envejecido bien. La pericia del director queda en evidencia cuando en medio de un show, donde las señoras mayores festejan su hit preferido, nos involucra en la mirada del protagonista hacia esa patética muestra de cariño e introduce un corte abrupto. El rostro y el físico exhaustos de Danny Collins en el camarín, los ojos extraviados en el vacío, hablan de un crudo presente, de un cuerpo gastado, de la fama en estado terminal, es decir, de sentirse ridículo. Es la delgada línea que separa la comedia de la tragedia, el primer signo de un vaivén que oficiará como eje en la película en un acertado equilibrio, para que no nos quedemos de un lado ni del otro. Y al mismo tiempo, la elección de Pacino es una buena forma de ejercer la autorreferencia como dispositivo de representación en la medida en que el actor también se encuentra (a juzgar por los últimos roles interpretados) frente al dilema del paso del tiempo. De manera tal que ambos espacios, el ficcional de la pantalla y el del mundo real, se funden en su cuerpo, a través del cual podemos leer los signos del peor de los ocasos: la extinción de la fama y la lucha por hacer frente al olvido en el mundo del espectáculo. Es por eso que Danny Collins toma la decisión de apostar a nuevos rumbos a pesar de no poder despegarse enteramente de lo anterior. Desde esta perspectiva, la historia sigue carriles reparadores que si bien nunca desbarrancan no dejan de ser bastante convencionales (la recuperación de la familia, una nueva historia de amor), pero igualmente nunca abandona esta mirada sobre el paso del tiempo y las dificultades que ello conlleva. Hay una melancólica canción que se gesta en paralelo a dichos cambios, la que marca el ritmo otoñal de esta faceta, un delicado tema con el que lucha Collins, un contraste visible frente a la demanda festiva de un público anclado en el pasado. Fogelman demuestra una vez más inteligencia (siempre sin renunciar a la calidez) al ofrecérnosla dosificada, nunca entregada con moño para satisfacer el lugar común. También aparecen las canciones de Lennon: la inclusión de las mismas funciona mayormente con un extraño efecto de contraste, puesto que no son meras melodías de acompañamiento. De este modo, las letras evocadas irrumpen en una situación que puede ser opuesta (Beautiful boy en medio de una encarnizada y cruel discusión entre padre e hijo) y hasta irónica (Working class hero en el regreso del rocker a su lujosa mansión). Y es que el mismo dilema de Collins en mayor escala ha sido el del ex Beatle: cómo lidiar con la incompatibilidad entre el compromiso y el lujo. Collins, a través de Pacino, ha llegado a la vejez para indagar en la posible respuesta y redimirse como se pueda acompañando a la familia de su hijo relegado por la fama; Lennon, no. Cuando (tal vez) había hallado el modo, lo asesinaron. Volvemos al principio. Los géneros son nomenclaturas acomodaticias, formas de clasificación. La reiteración de sus reglas habla también del paso en el tiempo. Sólo resta esperar en cada ocasión, más allá del legítimo disfrute momentáneo, que nos inviten a mirar detrás de la cortina, a descubrir esa mueca que se oculta detrás de toda sonrisa. Fogelman acaso nos lleve por ese sendero.
Se podría realizar una crítica muy corta diciendo, esta película se sostiene por la actuación de Al Pacino, pero seria muy injusta. Muy injusta con Cristopher Plummer, Bobby Cannavale, Annette Benning, y hasta Jennifer Garner. Bueno, en realidad la buena de Jennifer está intentando por todos los medios borrar las primeras impresiones que produjo al principio de su carrera, y lo esta logrando. Esta realización intenta ser una radiografía de un veterano músico de rock de los años ‘70, que sustentó toda su carrera en los éxitos obtenidos en sus comienzos y luego descanso sobre esos laureles. Al mismo tiempo que continua con una desordenada vida sentimental, de músico, si, pero con sexo, drogas y rock and roll, una novia de casi la mitad de su edad. El día que cumple 64 años, casi en el ocaso de su carrera, su vida producirá un giro inesperado, 40 años después le entregan una carta que le escribiera un joven John Lennon, la que nunca llego a sus manos. El texto de la misma se develara sobre la culminación del filme, pero si veremos como éste hecho puntual le hará repensar en ciertos aspectos de lo que fue su vida. Abandona todo lo organizado, gira incluida. Le da cierto prurito, pero decide encontrarse con su hijo, al que no conoce, y en ese recorrido y desarrollo la narración entre a jugar como uno más de padre abandónico que se transforma en imprescindible de la noche a la mañana… cuatro décadas después. Ya no se la cree nadie, pero Hollywood insiste, de manera tal que la previsibilidad del relato es tal que aburre, salvo por las actuaciones. Hay una producción japonés, estrenada recientemente en lel país, “De tal padre, tal hijo”, que toma el mismo tema, con otras edades, es verdad, y construye una muy buena película, más allá de las distancias culturales que nos separan. Dan Fogelman, debutante como director, no así como guionista, tomo el diccionario de lugares comunes y los incluyo todos a mansalva. Lo interesante para destacar seria la utilización de la música de John Lennon para ir subrayando los momentos, tanto desde el relato como de los estados de animo de los personajes, eso y señalar que hay un buen par de diálogos, alguna buena resolución de escenas, y sobre todo el final, nada más. Demasiado poco, pues lo señalado como positivo no alcanza para salvar al producto de su mediocridad general.
Recuperar el tiempo perdido Dan Fogelman es un escritor acostumbrado a las comedias románticas y familiares, como pudimos ver en sus trabajo en “Loco, estúpido, amor” o “Cars”. En esta película debuta como director de uno de sus propios guiones, y nada menos que al lado de Al Pacino. Danny Collins, un cantante famosísimo en su sexta década que recuerda a Rod Stewart y Barry Manilow, llena estadios allí donde va mientras vive una vida de excesos, drogas y rock and roll en una mansión donde vive con su novia de apenas un tercio de su edad. Pero la cosa cambia cuando su manager y amigo Frank (Christopher Plummer) le da un inusual regalo de cumpleaños: una carta que John Lennon le escribió en 1971 que había sido robada y vendida a coleccionistas. Esa carta cambia su vida, ya que Lennon lo invitaba a no dejar que la fama y el dinero corrompan su arte y cambien su persona. Esta parte de la historia está basada en hechos reales que vivió el cantante folk británico Steve Tilston, quién recibió una carta de Lennon décadas después. Sin embargo, la desastrosa vida de Danny Collins sí es ficción. En una crisis de identidad personal y artística, el músico se recluye en un hotel en Nueva Jersey con dos objetivos. El primero, volver a escribir una canción, lo que hace décadas que ni siquiera intenta. El segundo, acercarse al hijo que sabe que tiene pero jamás conoció, un muchacho en sus 30, casado y con una pequeña hija. Cuando encuentra a Tom (Bobby Carnevale) y a su esposa (Jennifer Garner), estos obviamente no quieren saber nada y Danny tendrá que redoblar sus esfuerzos para acercarse a su hijo, sin saber realmente qué está haciendo. “Directo al corazón” es una historia cálida y familiar con algunos elementos de melodrama, pero que desde el primer segundo nos deja en claro que no puede terminar de otro modo que bien y dejándonos contentos. Al Pacino recuerda el papel de Phil Spector, en especial al inicio de la película, pero de todos modos le va bien retratando las miserias de este personaje. Además, se nota que se divierte mucho, que lo hace con soltura, como si la actuación ya fuera más un hobbie que un desafío. El resto del elenco acompaña: no sólo la breve pero memorable actuación de Christopher Plummer, sino que Carnevale sorprende por la profundidad del conflicto que ha logrado al personaje. En definitiva buenas actuaciones, especialmente de Bobby Carnevale. Al Pacino está muy bien pero está lejos de ser de lo mejor de su carrera (y bueno, cuando uno es buen actor nos ponemos más exigentes con él). El guión es bastante típico a las tiernas comedias familiares, cumple su objetivo de entretener pero no es nada nuevo bajo el sol. Igualmente es una linda forma de pasar un rato relajados y sin hacer mucho esfuerzo mental, del tipo de películas para ver con los suegros y dejarlos contentos. Agustina Tajtelbaum
Nunca es demasiado tarde para reparar los errores de pasado, simplemente hay que proponérselo. Apenas comienza el film, el epígrafe en “Danny Collins” (el título original) reza: “basada en una historia un poco real”. Vemos a un famoso rockero Danny Collins, un joven lleno de sueños en los 70 a quien le sucede lo que a muchos: debe hacer una música más comercial. Pasa el tiempo y nos encontramos un Danny Collins (Al Pacino, fascinante) que mantiene su fama, que es un hombre entrado en años, (un personaje basado en Steve Tilston), que no renuncia a sus excesos, continua su vida con fiestas extravagantes, su adicción a las drogas y sigue manteniendo relaciones con jovencitas, la de turno es Sophie (Katarina Cas, "El lobo de Wall Street"), esta lo engaña con otro joven Judd (Brian Smith), Danny Collins lo sabe, no lo dice y no le importa hasta que así lo considere. Mantiene a lo largo de la historia un diálogo muy rico con su amigo y manager Frank Grubman (Christopher Plummer) y en el cumpleaños número 70 de Collins, este se entera que John Lennon le había escrito una carta que jamás le llegó y Frank la compró a un coleccionista y se la entrega a Collins. Esta carta manuscrita nació cuando Lennon escuchaba una entrevista en 1971 a Collins, por eso le dice que sea él mismo que cante lo que quiera siendo fiel a sí mismo a pesar de su popularidad. A raíz de esta carta reflexiona y decide darle un cambio a su vida, cancela su gira y sale de viaje a Nueva Jersey, para reencontrarse con su familia, encontrar el verdadero amor, remediar sus errores y darse una segunda oportunidad. Va a reencontrarse con su hijo que no conoce: Tom Donnelly (Bobby Cannavale, "Chef: La receta de la felicidad") que fue concebido con una jovencita en una de esas noches que se encontraba alcoholizado y drogado, después quiso ayudarla pero esta no acepto y se alejó. Tom vive en un barrio con su esposa que tiene un embarazo de 6 meses Samantha Leigh Donnelly (Jennifer Garner, "Juno") y una hija de 7 años Hope Donnelly (Giselle Eisenberg, "El lobo de Wall Street"), estos tienen varios problemas. Una vez allí se enterará de varios cosas de esta familia, Collins puede ser que encuentre el amor con Mary Sinclair (Annette Bening, "Ginger & Rosa", esta maravillosa) la gerente del hotel donde se hospeda y él hasta llega a hacer de Celestina con el personal del hotel. Es tiempo de reparar su vida y la relación familiar, escribir nuevas canciones y dar a la luz sus gustos pero las adicciones son fuertes y no esta exento de las recaídas. Contamos con muy buenas actuaciones, bromas ingeniosas, se hace referencias a iconos de la música, es conmovedora y tierna, con varios mensajes entre los que se destaca quizás aquel de “nunca es demasiado tarde para cambiar cuando se tiene un buen corazón pese a todo”. Contiene una buena fotografía, es previsible y brilla con la música de John Lennon. Dentro de los créditos finales hay escenas extras.
Sexo, Drogas y Rock and Roll Un figura del pop de los años 70, el día de su cumpleaños recibe una carta perdida, olvidada, retenida por alguien que no debía, que le dedicó John Lennon con 40 años de retraso. Al recibirla, no puede dejar de pensar cómo ese mensaje hubiera cambiado su vida y su carrera de haberlo recibido a tiempo. El dilema es "Será ya tarde para hacer las cosas que todavía faltan..??". Al Pacino se mete en la piel del artista que ha hecho una carrera significativa, pero rodeada de excesos: mujeres, drogas, cataratas de whisky, y cierto egoísmo al nunca haber contactado a su único hijo -hoy ya adulto con familia propia-, basada en un hecho que ocurrió realmente (quédense en la sala al terminar que hay sorpresa en los créditos finales), la peli muestra al actor de "Tarde de Perros" y "Caracortada" en una memorable, terriblemente divertida actuación, lo cual indica que con un protagonista con menos lastre que el citado, la propuesta quizás hubiese hecho agua, pero no..está Pacino y encima canta bien!!. Ciertamente Don Al salva las papas haciendo de las suyas, ya que el personaje es absolutamente carismático y comprador, a su lado hay otras actuaciones que no pasan inadvertidas: Christopher Plummer como el amigo y manager de siempre, Annette Bening como una gerente de hotel y Jennifer Garner como su particular nuera. Aquél que acepte disfrutar de el actor, sin dudas saque ya mismo su entrada.
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El otoño de un rock star Es 1971. Un veinteañero, músico principiante, es entrevistado por el extravagante, pero en apariencia reconocido cronista de una revista especializada en rock. “Vas a ser muy famoso”, le dice, “lo que escribís me hace acordar a Lennon”. Y le vaticina fama y fortuna. El joven, que se llama Danny Collins, está petrificado. No sabe qué contestar. “Parece que te asusta”, le dice el periodista. “Me aterra”, es la respuesta. Cuarenta y tres años más tarde, vemos a Danny convertido en una estrella de rock decadente. Está gordo, es adicto a las drogas, toma mucho whisky, hace giras que le interesan solamente por el dinero y su matrimonio con una mujer mucho más joven no funciona. Además -éste es su mayor desencanto- canta siempre las mismas canciones, convertidas en hits, y en los últimos treinta años no compuso. Lo acecha el hastío, no tiene ganas de vivir. Pero en una fiesta de cumpleaños recibe un regalo inesperado: una carta que le escribió John Lennon en 1971, pero nunca llegó a sus manos. En la breve y manuscrita misiva, el ex Beatle, que leyó junto a Yoko Ono la entrevista realizada al joven Collins, le pide que se mantenga fiel a su música, que el dinero y la popularidad no pueden cambiar eso. Conmovida, la estrella de rock se interpela: ¿Qué hubiera ocurrido si esta carta hubiera llegado a tiempo? Así, se plantea un cambio que lo llevará a intentar volver a componer y acercarse a un hijo adulto a quien jamás tuvo el valor de conocer. Oficio Este tipo de propuestas, frecuentes en el cine comercial norteamericano, siempre corren el riesgo de que su contenido, almibarado en exceso, las convierta en productos indigestos. Sin embargo, a pesar de que por momentos es inevitable sentir que la historia es artificiosa (el protagonista, por ejemplo, recibe la carta, la lee, suenan los acordes de “Imagine” y decide cambiar) “Directo al corazón” logra salir airosa y hasta conmover de a ratos. Es que el director y guionista Dan Fogelman, responsable de la reciente “Último viaje a Las Vegas”, tiene la habilidad necesaria para no forzar al límite el patetismo de ciertas escenas y no regodearse en los giros argumentales que incluyen crueles enfermedades, relaciones sentimentales rotas y personas que tratan de superarse. Y la película tiene un agregado: su banda sonora, integrada por temas de la etapa solista de Lennon, que sirven de contrapunto a las situaciones que afronta el personaje central. El mayor acierto del film, que posee una dirección convencional, está en su elenco. Al Pacino propone una interpretación sólida, que demuestra su oficio. Es un trabajo menor, que un actor de ese calibre resuelve sin esfuerzo, pero aún así imprime a su personaje la credibilidad que requiere. El veterano Christopher Plummer, que coincide con Pacino tras “El informante” (1999), cumple en su rol de representante y amigo del protagonista. En tanto, Annete Bening encarna con solvencia a una gerente de un hotel inteligente y perspicaz con la que Danny Collins entabla una madura amistad. Pero quienes están perfectos son Bobby Cannavale y Jennifer Garner como un matrimonio normal de mediada edad que vive en los suburbios de New Jersey con una hija pequeña y ve cómo esa armonía se rompe con la llegada de Danny Collins, el padre ausente que quiere recuperar la relación con ellos para integrarlos a su nuevo estilo vital. Todo esto cimenta una obra pequeña, pero disfrutable.
Cuando tu vida va por un camino y hace años que lo recorres te acostumbras. No importa si te gusta o no, es casi imposible cambiar, más si el mundo te considera una estrella de Rock. Dan Fogelman toma una historia real (Steve Stilson, 1971) y crea un relato divertido y sensible rodeado de grandes actores. Al Pacino le da vida a Danny Collins, un cantante de Folk que pegó un tema que todos aman y llenan estadios para verlo y escucharlo cantar. Luego de su cumpleaños su mejor amigo y representante (Christopher Plummer) le entrega un regalo, una carta que John Lennon le había escrito hace más de cuarenta años y esto hace que Danny se replantee toda su vida, porque vivir a base de drogas, alcohol y mujeres mucho más jóvenes que él, a su edad, no da. Para esto decide hacer un viaje en el cual quiere conocer a su hijo, producto de los excesos y ahí empezar a arreglar su vida. Gracias a la gran capacidad de Al Pacino hace pasar a Danny del humor al drama en segundos y con la compañía de Annette Bening, la gerente del hotel a la que quiere enamorar pero ella no está interesada, Bobby Cannavale, su hijo y su gran “problema” y Jennifer Garner, la nuera, hacen que a la película no le sobre ningún minuto. En la carta de Lennon, el cantante le pedía a Danny que siga siendo fiel a su estilo, a su música y pensamientos, cosa que no hace, porque se enamoró de la plata y de todo lo que viene con ella, dejó de escribir y empezó a cantar lo que le daban, la carta lo ayudó a entender que su vida había sido una gran mentira. Él trata de arreglar su pasado, de volver a quererse, de volver a enamorase, aprender a ser padre, suegro y abuelo y para eso necesita entender qué es la familia, aprovechando al máximo a Al Pacino, riéndose de sí mismo, haciéndonos reír y emocionar a todos. Sin dudas se pasa un gran momento, no te vas a aburrir y te das cuenta que nunca es tarde para volver a empezar.
De Al Pacino, un gran elenco y las oportunidades El guionista y productor Dan Fogelman debuta como director con “Directo al corazón”, una historia de inspiración real, con un potencial poco aprovechado. Inspirada en una historia real, Directo al corazón cuenta con Al Pacino en el protagónico y eso no es cosa menor. La carta de presentación se prestigia aún más cuando el cartel enuncia a Annette Benning, Christopher Plummer y Michael Caine. También están Jennifer Garner --un número puesto cuando se trata de comedia--; Bobby Carnavalle, con muchos secundarios y un par de series televisivas en su haber; y Josh Peck, un muchacho que creció en la comedia como protagonista de Drake y Josh, de Nickelodeon, una suerte de "Laurel y Hardy" juvenil que compartió con Drake Bell y Amanda Crosgrove. La sola presentación de este reparto resulta tentadora; al cinéfilo lo motiva y al curioso le tienta ver qué hizo con tamaño recurso actoral Dan Fogelman, director debutante, aunque productor y guionista reconocido por títulos como Ultimo viaje a Las Vegas, Loco y estúpido amor, Enredados y varias series de TV. Hizo lo esperable: una película sobre las segundas oportunidades, emotiva, risueña, agradable, con situaciones y diálogos que permiten el lucimiento de figuras de merecido respeto, pero que --lamentablemente-- no evita esos sitios que marcan la diferencia entre un título inolvidable y una película más. La trama Al Pacino interpreta en este cuento a Danny Collins, un rockero que estuvo en la cumbre de su fama en los 70´s y quien, como muchos, escribió canciones que el mundo adoraba, pero nunca las que quiso escribir. Como esos tantos, él se mantuvo narcotizado por la gloria y los excesos, pero ya en los peldaños de la denominada tercera edad, una nueva sensación lo desencaja: el riesgo de convertirse en un ícono ridículo. "¿Viste las viejas que estaban en la primera fila?", le inquiere a su representante (Plummer). "No puedes elegir a tus fans", le responde el hombre en una bajada a tierra fatal para el ego del artista. Es este compañero de ruta quien encuentra el salvoconducto: una carta enmarcada, fechada 40 años atrás, enviada a Collins por John Lennon como devolución de una entrevista, pero que nunca llegó a sus manos. "Permanece leal a ti, leal a tu música", decía entre los párrafos que, quizás, hubieran cambiado el destino del protagonista. Si las palabras del ex Beatle y símbolo de la lucha por la paz resultaron inspiradoras para generaciones enteras, cómo podrían no conmover a este sujeto que había olvidado el camino de vuelta al hogar, los afectos y las cosas simples que alimentan el día a día. Y nadie dice que cuatro décadas después es tarde para recordarlas. Conclusión Directo al corazón es la clase de película de objetivo explícito , literal en la traducción de su título para el mercado latinoamericano. De hecho, llega y pega, aunque se va dejando una sensación tibia, que no alcanza para imprimir sello alguno. Fogelman, parece, no aprovechó una regia oportunidad.
Directo al corazon es excelente! Cuando comienzan los créditos finales vas a ver a Steve Tilston, que es el cantante folk que en la vida real recibió tardíamente la carta que John Lennon le había escrito en 1971. Para desilusión de algunos, este hecho es lo único real en este film: Tilston no...
Sin Al Pacino era una película más, eso está claro desde un principio. Pero Danny Collins logró encontrar en él todo el carisma que necesita para convertirse en una tierna película para ver en familia. Inspirada en una historia real (o casi real), Al Pacino interpreta al envejecido rockero de los 70s Danny Collins, que no puede renunciar a su vida llena de excesos. Pero cuando su manager (Christopher Plummer) le descubre una carta sin entregar que le escribió John Lennon hace 40 años atrás, decide cambiar de rumbo y embarcarse en un inspirador viaje para redescubrir a su familia, encontrar el amor verdadero y comenzar un segundo acto. En español tradujeron su título como “Directo al corazón” y, la verdad, que le erraron feo. Danny Collins es eso, Danny Collins, no hace falta traducción. Es el ocaso de un exitoso cantante que decide reinventarse, o buscar por otro camino, o recuperar aquello que perdió con la fama y no todo le sale bien. Claro que no, no todo puede ser color de rosa. La trama de la peli es bastante simple, además de previsible, pero eso no importa porque Al Pacino nos cautiva con su “Hey, baby doll” y ese movimiento de caderas tan divertido. A eso le sumamos a Christopher Plumber como su manager y ya está, hay que mirarla. Qué más tiene esta peli? Una linda banda sonora, y una actriz jovencita que interpreta a la nieta de Danny Collins (Giselle Eisenberg) que se roba muchas escenas. Danny Collins no es la mejor película del año, pero nos hace pasar un buen rato y volver a admirar a ese entrañable Al Pacino, tan versátil y carismático.
Al Pacino se amiga con la comedia "Directo al corazón" es una de esas películas menores, que pasan medias desapercibidas por los cines y que podrían funcionar tranquilamente como film televisivo. Dicho esto, puedo decir que es disfrutable, un poco banal quizás, pero Al Pacino se las arregla para mantenerla arriba. La historia se centra en Danny Collins, un veterano estrella del rock mundial que llega a un punto de su vida en la que se da cuenta que se ha salido de la ruta que se había trazado cuando era joven, tenía ideales y ganas de cambiar el mundo. Con una novia que bien podría ser su hija, adicciones varias como el alcohol y la cocaína, una vida solitaria, recibe de su único amigo y manager una carta que le escribió el mismísimo John Lennon cuando era joven y nunca llegó a sus manos por un error en el envío. La carta no decía otra que tratara de mantenerse fiel a su persona y su música, cosa que no hizo. A partir de esta revelación, Danny decide dar un giro de 180 grados a su vida y entre otras cosas, buscar a su hijo al cual abandonó hace años para seguir con su carrera en el rock. Su hijo ya adulto tiene esposa y una hijita. Como pueden leer, la trama no es de lo más original, ya que es otro de esos productos centrados en un anti héroe que busca la redención. Acá es cuando pierde trascendencia la película, porque no aporta nada nuevo. Por otra parte, en pos del aura cómico, algunas situaciones que deberían verse más tensas y dramáticas pasan con demasiada comodidad y liviandad, derivando en que pierda también un poco de credibilidad la historia. Entonces, ¿dónde está lo bueno de "Directo al corazón"? En sus personajes, sobre todo en un Al Pacino que finalmente parece haber logrado ese equilibrio entre actor dramático y comediante. Sus últimas incursiones en el humor no habían sido de lo más auspiciosas, recordemos sino "Tres tipos duros" y "Jack and Jill" en las que su participación parecía un chiste de mal gusto. Con esta nueva comedia logra redimirse y demostrar que tiene madera para el género. Los secundarios también hacen un buen laburo, sobretodo Bobby Cannavale ("Blue Jasmine", "Spy") como el hijo abandonado de Al Pacino. En general "Danny Collins" entretiene y mantiene interesado al espectador. No es de los mejor que vas a ver este año ni cerca, pero si tenés que cumplir con alguna invitación al cine, no te hagas problema que safa.