El Cavernícola: Plastilina, fútbol y dinosaurios. El estudio de animación detrás de Pollitos en Fuga y Wallace & Gromit vuelve a moldear una encantadora comedia tan británica como futbolera. Aardman Animations es uno de los estudios de animación más apreciados y respetados de la actualidad. Con un toque mucho más artesanal que el gigante de referencia, Pixar, se trata de un estudio en el que destaca su trabajo en animación stop-motion. Con clásicos como Pollitos en Fuga, éxitos recientes como Shaun La Oveja y franquicias eternas como los extremadamente británicos Wallace & Gromit, Aardman resulta el balance perfecto para el otro estudio encargado de mantener con vida el arte de la animación stop-motion: Laika, (Coraline, Paranorman, Kubo y Las Dos Cuerdas) que suele ir más por el lado de las producciones espectaculares y sentimentales de Pixar. Aardman, liderados por el director de esta cinta Nick Park, desarrolla un cine mucho más simple y cómodo, con menos destellos o grandes ambiciones pero con el encanto del trabajo duro que solo el dar vida a la plastilina puede crear. El Cavernícola cuenta la historia de una pequeña tribu de la era de piedra, hogar de un joven con aspiraciones tan grandes como dejar de cazar conejos y comenzar a atrapar mamuts. Por supuesto que el desarrollo normal de la historia se vera algo obstaculizado cuando un reino de la edad de bronce se apropie de sus tierras, ocasionando la única salida posible ante este conflicto: un partido de fútbol. Porque claro, olvidaba aclarar que los ancestros de esta tribu de cavernícolas fueron los inventores del deporte más popular del planeta. Debido al país en el que vivimos, uno en el que es inviable económicamente estrenar en los cines la mayoría de las películas animadas en su idioma original, tenemos que tener en cuenta el doblaje. En esta ocasión se pierden voces como la de Tom Hiddleston, Maisie Williams, Eddie Redmayne y Richard Ayoade, nombres que sin dudas podrían llegar a atraer algo de público. Pero afortunadamente este es un particular caso en el que el doblaje tiene sus ventajas: hay personajes a los que la historia y el contexto temático le ponen a cada uno su particular acento. La reina español, jugadores perfectos alemanes, el malvado argentino y hasta un arbitro brasilero. La revolución del fútbol español que lo llevó a reinar el mundo, el futbolista alemán como sinónimo de perfección mecánica y bueno, por si hay que aclararlo, Maradona se encargo de que por siempre seamos villanos ante ojos ingleses. La versión en idioma original carece por completo de ese divertido juego de acentos, y sin dudas no solo le va como anillo al dedo sino que parece que la película fue pensada así: ¡si hasta la ropa del villano principal es literalmente una bandera argentina! Esta es una historia de fútbol, hecha por amantes del fútbol y para que la disfruten todas las edades. Aquellos familiarizados con la historia del deporte sabrán gozar extra por varios detalles, pero por supuesto que la película se puede disfrutar por completo aún si uno usara la palabra “soccer“. Por si no había quedado claro, tal y como los ingleses inventaron el deporte, aquí también lo inventaron los cavernícolas. Además de eso hay una ligera conexión más: ambos son bastante malos en “su” deporte a pesar de poder reclamar su autoría. Es desde la completa falta de habilidad futbolística de los cavernícolas que proviene el sentido de comedia y aventura del film. Un joven idealista y un montón de inútiles que entrenaran sin recursos para enfrentar jugadores profesionales que viven para ganar en el coliseo del reino una y otra vez. Los simpáticos personajes se aseguraran de que el humor familiar de la película se mantenga siempre entretenido, aunque con más sonrisas que carcajadas. Se trata de una comedia familiar que traerá buena sensaciones pero que decepcionaría a algún insensato que se siente en la sala esperando no poder para de llorar de risa. Hay algo de lo que no se puede escapar: resulta imposible no compararla con Metegol. La relativamente reciente superproducción animada argentina es un paralelo inesquivable de El Cavernícola. Mientras Metegol utiliza superficialmente la temática del fútbol, en esta ocasión la historia se pone en la piel del deporte entregando lecturas de todo tipo al mismo tiempo que obteniendo una experiencia rica en detalles, completamente dedicada por y para futboleros. refiriéndose a la animación casi que es una formalidad: aunque un noble esfuerzo sostenido por el ojo cinematográfico de Campanella, la animación de Metegol es en todo sentido infinitamente inferior al de El Cavernícola. A pesar de esta comparación aparentemente apabullante, resulta innegable que para muchos la experiencia de Metegol es definitivamente superior no solo por el factor si se quiere patriótico (que este otro sea un estudio inglés no ayuda en esto), sino también porque se alinea más con el humor y cine de animación moderno más familiar para todos que con el particular tono de Aardman. El Cavernícola es una película de animación que hace lo suficiente para asegurar un buen rato en familia, interesando un poco más que de costumbre a los amantes del fútbol que acompañen a sus niños y definitivamente satisfaciendo a los amantes de la animación por ofrecer una orden de stop-motion que tan en desuso ha caído. Si el cine es una combinación de arte y técnica, la animación es el pináculo de esa relación, y definitivamente no hay proeza más admirable que haber dedicado miles de horas de trabajo a realizar una cinta en la técnica más impráctica como es el stop-motion, especialmente una tan simpática como esta.
Nick Park es uno de los grandes genios contemporáneos de la animación. Desde los estudios Aardman, es el papá de ese dúo brillante Wallace y Gromit, y también el que nos regaló Pollitos en fuga y varias otras genialidades. Aquí, después de dedicarse bastante tiempo solo a la producción, vuelve a dirigir la historia de un joven en la Edad de Bronce, y no es el mejor trabajo del realizador aunque, en modo alguno, es malo. La “broma anacrónica” (eso de usar cosas prehistóricas a la manera de gadgets modernos, invento de Los Picapiedras) abunda, y la historia no es demasiado sofisticada. Pero la animación es hermosa, el diseño es asombroso y permanece un tono medio, de absurdo típicamente “british” que ha sido la marca de fábrica de Park y Aardman. Eso de que pasan cosas terribles pero los personajes reaccionan como si no fuera así (el famoso “understatement” del humor inglés) que puebla y llena de amabilidad toda la película. Una gran alternativa de cine familiar, incluso si está lejos de los picos a los que puede llegar este enorme creador de animaciones.
Una invitación a la mejor diversión con una producción maravillosa de la vieja escuela. Es que se trata de una animación hecha con la técnica del stop-motion, realizada por el rey en la materia: Nick Park. Es el mismo que nos regaló “ Wallace & Gromit la batalla de los vegetales” que le valió un Oscar, “Pollitos en fuga” y “Shaum el cordero, la película”. Después de muchos años de silencio, trece en total, regresa con este entretenimiento delicioso. Aquí se unen la edad de piedra con la de bronce. Los de piedra, más sencillos, disfrutan de la vida y se divierten con un meteorito que cayo del cielo y juegan con esa “pelota”. Los de bronce han construido un imperio. Y cuando la supervivencia esta en juego será un partido de futbol la única y riesgosa solución. El problema es que los de piedra no tienen ni idea del deporte. Pero los de bronce tienen un equipo de estrellas, con todos los tics de divos de los futbolistas de elite, caprichosos y talentosos, pero pagados de sí mismos. Solo tienen un defecto, no son ni saben jugar en equipo…. ¿les suena? Esa es la ventaja de lo débiles. Graciosa, inteligente, con dardos irónicos fácilmente reconocibles y mucho encanto.
Nick Park vuelve a recrear un fantástico mundo de plastilina para contar sobre una las pasiones que casi ningún inglés puede ocultar: El fútbol. No es novedad ver a la productora Aardman como una de las grandes industrias del entretenimiento infantil y como un notable sello del stop motion. Según cuenta la leyenda, si vas al Festival de Annecy, la celebración de cine de animación más importante del mundo, te podés encontrar a Nick Park firmando autógrafos en uno de esos café franceses, tal como si fuera una estrella de rock. Y no es para menos, el animador, que ya tiene en su cuenta grandes obras reconocibles como “Pollitos en Fuga”, “Wallace y Gromit” y la más reciente “Shaun el cordero”; ha dejado un legado, una huella tanto en la historia de los dibujos animados como en la del cine. “El cavernícola” (“Early man” en U.K.) podría parecer a simple vista una película sobre hombres prehistóricos y dinosaurios. Sin embargo, el drama se desempeña mucho más lejos de lo que uno llegaría a pensar. Sí, la aventura se desarrolla en un clásico partido de fútbol como si se tratará del mismísimo Mundial de Fútbol. ¿Quiénes son los equipos? Por una lado, una tribu de la edad de piedra que quiere defender sus tierras arrebatadas y así lograr proteger su dignidad; y, por el otro, los súbditos del rey de la edad de bronce, quienes quieren erradicar de sus vidas a todos aquellos que han quedado en el tiempo y conseguir todo el bronce que encuentren en su camino. Bien sabemos de las frustraciones eternas que tienen los ingleses por su pasión futbolera (incluso a pequeños guiños para los fanáticos del balón) y en el film encontraremos un breve manual de la derrota de los creadores del deporte. Todo ello en el tono de la comedia que nunca pierde la compañía de animación, no hay segundo que no sea bien aprovechado para las risas. Entre gags, chistes ingeniosos y humor popular que tanto los caracteriza, dominarán al espectador en un sarpullido de carcajadas como también lograrán generar tensión y asombro continuamente. Pero la pelota no es centro de todo, los personajes están definidos por sus sueños que han de cumplir y los que ha sido rotos con el tiempo, en especial el villano Lord Nooth, un gran logro de animación y de caracterización que podría llegar a ofender a algunos con sus dichos. Los animales de cuatro patas y las aves emplumadas son otro ingenio del estudio en cuanto a diseño y sencillez, que consigue sacar su máxima expresión a través del humor y el perspicaz del juego visual. Y otro punto a destacar en esta asamblea de jugadores son las parodias a los futbolista de la elite con sus toques personales y universales. Ya han pasado más de doce años de la última película del animador Nick Park, ha sido una larga espera que tiene su recompensa al volver a sentir el placer visual de la plastilina en nuestra retina.
El cavernícola: diversión para toda la familia l cavernícola divierte desde el primer minuto. Los chistes son sencillos y, a diferencia de muchas películas destinadas a toda la familia, no hay una separación clara entre lo que divertirá a niños y a adultos. Su humor está pensado para que todos se rían juntos, sin subestimar a nadie, lo cual promete una muy buena experiencia familiar. La nueva película de Nick Park ( Wallace and Gromit) toma la estructura y características narrativas de los films de deportes, contando una muy imaginativa prehistoria del fútbol, con cavernícolas que tienen que aprender a jugarlo para salvar el valle en el que viven de la codicia de un aristócrata de la Edad de Bronce. El protagonista, el villano y cada uno de los cavernícolas son prototipos clásicos de cualquier cuento infantil pero todos ellos tienen características propias y toques excéntricos que los hacen únicos. Es fácil olvidar la complejidad de la técnica de animación stop-motion al ver El cavernícola porque los personajes y la historia se llevan toda la atención del espectador. Se trata de un trabajo muy sofisticado pero cuyos resultados son simples, en el mejor sentido de la palabra. Así forma y contenido mantienen una perfecta armonía. Como toda película familiar, el film de Park contiene enseñanzas sobre la confianza en uno mismo y la búsqueda de la identidad, etcétera, pero no resulta aleccionadora ni sensiblera. La diversión es lo primero.
Pasión de multitudes Es un ágil relato en el que confluyen la animación con plastilina, el humor y el fútbol. La técnica de animación realizada “cuadro por cuadro” y acuñada por Ray Harryhausen (Jason y los argonautas) se ha perfeccionado y perdurado con muy buenos resultados. El realizador inglés Nick Park, ganador de cuatro Oscar y de quien se recuerdan Pollitos en fuga y Wallace & Gromit ambienta la nueva película en la Edad de Piedra, tomándose sus licencias creativas. Luego de la caída de un meteorito, la tribu del joven cavernícola Dug junto a Cerdog sobrevive cazando conejos y algún día se animará a hacerlo con los temidos mamuts. Sin embargo, la tranquilidad de su clan se ve alterada cuando son invadidos por Lord Nooth, el hombre más rico de la Edad de Bronce. Ese choque constante entre la Edad de Piedra y lo “nuevo y desconocido” se traslada a las Arenas del Juego Sagrado, una suerte de circo romano donde los cavernícolas se disputan su hogar y su futuro en un partido de fútbol. La película hace gala de su técnica a través de personajes que cautivan por sus movimientos y simpatía en un relato sencillo que quizá no ostenta el ingenio de las realizaciones anteriores, pero sí coloca al fútbol en primer plano (resulta un hallazgo las repeticiones de las jugadas representadas con títeres) recordando a Metegol, el filme de animación de Juan José Campanella. La propuesta pondera el juego limpio, la competencia sana y el trabajo en equipo como sinónimos de salvación en arenas donde las fieras del circo son reemplazadas por jugadores diferenciados y con acentos característicos en la versión doblada que se estrena en nuestro país: el alemán, el argentino y el árbitro brasileño. Por su parte, la Reina española engañada por la ambición desmedida de Nooth también entrega momentos logrados. El trabajo artesanal suma puntos a este filme dirigido al público infantil que no decepcionará a los adultos y hace que la magia siga intacta con una pelota que gira endemoniadamente, entre lanzas, gags y ancestros con experiencia en este deporte.
Sin alcanzar las cimas de trabajos anteriores, la nueva propuesta de animación de Aardman es siempre bella y eficaz para el público infantil. Con seis largometrajes y decenas de cortos en su haber, el estudio británico Aardman (Pollitos en fuga, Wallace y Gromit: La batalla de los vegetales, Shaun, el cordero: La película) se ha convertido en uno de los grandes referentes de la animación stop-motion junto a Laika (ParaNorman, Coraline y la puerta secreta). El estilo que lo volvió famoso se mantiene inaltareble en El cavernícola: criaturas de plastilina, historias simples, directas, sin el gramaje emocional ni la imaginería visual grandilocuente de Pixar, pero con un humor infantil sumamente eficaz. El cavernícola imagina los origenes del fútbol en una pequeña tribu de la Edad de Piedra. A ella pertenece Dug, un joven que aspira a dejar de vivir de la caza de conejos e intentar atrapar animales más grandes. Al lado de ellos hay un reino en la Edad de Bronce, más poderoso, que termina desplazándolos. La única forma para Dug y compañía de volver al terreno será un partido de fútbol contra el hiper profesional seleccionado local. Dirigido por Nick Park, uno de los principales artistas y directivos de Aardman, el film no ofrece demasiadas matices ni subtextos. Tampoco guiños ni canchereadas destinadas a satisfacer a los más grandes. Lo de El cavernícola es hablarle directamente a los más chicos a través de un relato sencillo, con personajes queribles y un humor que de tan inocente a alguno podrá parecerle demodé. Con el malvado Lord Nooth y la paloma mensajera que replica voz y gestos de la reina como responsables de los momentos más logrados, El cavernícola pierde algunos puntos cuando, sobre el final, utilice el fútbol para poner en boca de Dug algunas enseñanzas sobre el trabajo en equipo y la vida en comunidad. No era necesario explicar nada.
Este film se encuentra realizado con la técnica stop-motion dirigida por Nick Park (Wallace & Gromit. La maldición de las verduras) que llega a la pantalla grande después de 10 años de su último trabajo. Se encuentra ambientada en la prehistoria, donde los hombres de la Edad de Piedra lucharán contra los audaces y más experimentados de la Edad de Bronce se verán las caras en un partido de fútbol, en un estadio usado por los gladiadores que se transforma en campo de juego. Como todas las películas de animación en su idioma original tiene las voces de actores muy conocidos: Eddie Redmayne como Dug; Nick Park a Hognob, la mascota de Dug; Tom Hiddleston como el poco simpático, Lord Nooth; Miriam Margoyles le da su voz a la Reina Oofeefa, entre otros. Una cinta para toda la familia, que resulta muy entretenida, divertida, ingeniosa, alocada y colorida.
Para mí la historia de la animación no sólo se construye con Pixar y los estudios hollywoodenses que conforman la plana mayor americana de realizadores. No, dentro de ese género, siempre hay que ubicar en el podio a Nick Park con la propuestas de su estudio Aardman. Creador de la mítica saga de "Wallace and Gromit", "Chicken run" y "Shaun the sheep", Park ha mostrado una enorme capacidad para transmitir ideas con simplicidad, buen humor inglés clásico y una animación en clay (con ambientes y personajes en arcilla o plastilina) y stop motion notables. Luego de un parate importante (su compañía tambaleó económicamente porque es muy prestigiosa, pero hace films caros que no tienen buenos resultados en la taquilla), vuelve con un largo que hace honor a la tradición inglesa: un film que se toma en solfa lo histórico y que habla principalmente de una de las grandes pasiones británicas, el fútbol. Dug es un "caveman" en aprendizaje, tiene un cerdito que lo sigue y juega a ser una suerte de Gromit (¿recuerdan ese perrito adorable?), más básico Le cuesta enfrentarse a los grandes desafíos de su mundo, digamos que tiene sus problemitas. Su gente vive en las proximidades del cráter que dejó la caída de un meteoro que se encargó de despanzurrar a una gran cantidad de animales prehistóricos. Cierto día su tribu verá como Lord Nooth, un despiadado villano , invade su territorio, forzándolos a cambiar sus hábitos de vida. Pero Dug encuentra propone una estrategia para embarrar la cancha y tratar de sacarse dde encima esa dominación: desafiar a Lord Nooth a un match para definir quien se queda con la administración del valle. ¿El deporte? Clásico. Uno que han creado los mismos ingleses. El problema, como se imaginarán, es que la banda de Dug no se distingue por destacarse en el juego, así que habrá que entrenar duro hasta llegar al gran partido que definirá qué sucede con el territorio en juego. Park toma la dirección en solitario y se encarga de darle al film, su toque personal distintivo. El nivel de realización es el habitual en estos casos y el guión, un alarde de sutilezas y sonrisas cómplices. "El cavernícola" no es uno de esos films que te hará descostillarte en la butaca, pero cuando termina su proyección, toda la familia sale de sala con una enorme sonrisa en su rostro. Funcionan, pero hay que darles tiempo para que vayan encadenando las hilarantes secuencias que muestran lo mejor de Aardman en acción. No tiene la estridencia de otros títulos familiares, pero "El cavernícola" es una cinta que los seguidores de Nick Park amarán. Si no se encuentran en esa primera línea de simpatizantes, igual recomendamos que se acerquen a disfrutarla. Es de lo mejor en cartelera de esta semana.
Si tienen ganas de reír un buen rato con una película que cuenta el primer gran partido de fútbol, acerquense a su cine más cercano que no será ningún error. Más allá de que por momentos peque con un poco de prejuicios y caiga en los estereotipos de algunas culturas, los realizadores juegan con el sentido de pertenencia de los personajes para hacer cada vez más verídico el relato que quieren transmitir, sin caer en ningún tipo de racismo. Las películas de stop motion, siempre han sido de llamar la atención. Ya sea por el trabajo que tienen los realizadores que las hacen, intentado lograr la semejanza hasta casi un 100%, la combinación de paisajes por computadora con los protagonistas hechos de otros materiales o por los mensajes que suelen tener estas pelis. Algunos más sencillos que otros, se las han arreglado siempre para entretener a grandes y chicos por igual. El estudio británico Aardman fue el que impulsó a otro nivel la repercusión de esta difícil técnica artística, llevando a conocimiento de todos: Pollitos en Fuga (Chicken Run, 2000). La peli dirigida por Nick Park y Peter Lord, fue un hitazo en el Reino Unido y también consiguió un alto reconocimiento mundial. Ahora, este estudio vuelve a juntarse con Park, para traer una nueva aventura localizada temporalmente, unos años luego de la caída del meteorito que aniquiló a los dinosaurios de la Tierra con El Cavernícola (Early Man, 2018). La historia se centrará en Dug, un hombre de las cavernas que junto a su amigo el jabalí Hognob deciden participar en un partido de fútbol para salvar su hogar del malvado Lord Nooth, quien quiere acabar con la Edad de Piedra para darle inicio a la de Bronce. En su versión original, la película cuenta con voces de actores y actrices de primer nivel como lo son Eddie Redmayne, Tom Hiddleston y Maisie Williams, entre otros. Desde un primer momento, se puede notar que la peli está muy bien lograda y no era de esperarse menos. Suele decirse que para definir si una película es buena o mala, en los primeros cinco minutos uno puede descifrarlo y en esta ocasión, hay que darle la derecha a esta teoría. La introducción de los personajes y la problemática son introducidos a una velocidad y con una calidad, que van de la mano. Se toman el tiempo justo y necesario, ni más ni menos, para presentar un escenario donde a nadie le puede quedar ni una sola duda. Si se quiere, esta sí es una película para chicos, lo que no la hace exclusiva para ellos. Por los problemas que se desarrollan, a más de un grandulón lo hará reír y porque no, hasta largar alguna carcajada. Si bien es predecible y el guion sigue la formula clásica del héroe que tiene que defender su pueblo de la amenaza, se las arregla para que no se torne aburrida en lo más mínimo. En este aspecto, el tiempo del corte final juega un papel fundamental, porque dura lo justo para este tipo de historias, con una hora y media.
El fútbol después de los dinosaurios El largometraje del estudio británico Aardman presenta un insólito partido de fútbol de millones de años atrás, como telón de fondo de la pelea por la supervivencia. Como un Pixar más combativo y menos vanguardista, el estudio británico Aardman insiste en la construcción de una filmografía con rasgos estéticos y temáticos tan visibles como personales. Rasgos que a estas alturas son un gesto artístico, casi político: cuando el cine de animación a gran escala tiende a los trazos digitales e hiperrealistas aun en mundos enteramente imaginados (allí está el Más allá de Coco), los responsables de Pollitos en fuga, Wallace y Gromit y Shaun el cordero se mantienen inconmovibles en la creación de aventuras con muñequitos de plastilina que filman cuadro a cuadro. Y a mano, tal como demuestran las huellas dactilares visibles tanto en El cavernícola como en los seis films anteriores del estudio. Pero esa forma no es la única oposición. Lejos de los guiños para adultos o la búsqueda de un humor multitarget, Aardman apunta los cañones pura y exclusivamente a los más chiquitos. El problema es que, al menos aquí, eso implica moralejas y aprendizajes. Toda una (mala) novedad en una obra en la que nadie aprendía nada. Dirigida por Nick Park, uno de los grandes referentes de la empresa, El cavernícola imagina los orígenes del fútbol justo después del impacto del meteorito que acabó con los dinosaurios, cuando un grupo de humanos sobrevivientes encuentra un desprendimiento rocoso redondo y hace lo mismo que cualquier argentino promedio con un elemento similar a una pelota en los pies: patearlo. Poco queda de aquellos ancestros en los descendientes de la Edad de Piedra viviendo únicamente de la caza de conejos por el temor del líder a aminarse a animales más grandes, para frustración del curioso Dug. Donde siguieron practicando, y cómo, es en la comunidad vecina. No sólo allí tienen un estadio tamaño Maracaná con un césped mejor sembrado que el del Monumental, sino que también descubrieron el bronce, permitiéndole al malvado Lord Nooth –que en el doblaje latino mecha términos argentos como “laburo” pero habla mitad de “vos” y la otra de “tú”– fortificar los mamuts y usarlos como tanques para correr a Dug y compañía de su terruño. Desterrados y sin sustento de vida posible, surge el desafío: los desalojados enfrentarán al hiperprofesional team de Nooth; el que gana, se queda con la tierra. No hay demasiada vuelta ni subtexto en un film que desperdiga la habitual batería de gags inocentones y ATP del estudio a lo largo de una narración que avanza gracias a las peripecias del protagonista y su grupo mientras intentan dominar el arte de Messi y Maradona. Bocón, dientudo y con brazos enormes, Dug tiene la bonhomía y el carisma suficientes para ganarse rápidamente la empatía del espectador, que una vez planteado el desafío no le queda otra que hinchar por él como en un potrero. Más desdibujados –no en el sentido literal: desde ya que la calidad visual es impecable– aparecen sus compañeros, todos esporádicamente graciosos pero sin rasgos particulares, como si operaran en función de la temida enseñanza sobre el trabajo en equipo antes que como personajes autónomos. Bastante más divertidos son Nooth, uno de esos monarcas malvados, avaros y déspotas con tantas ganas de inclinar la cancha que termina arbitrando, y la paloma mensajera que reproduce tonos y gestos de la Reina. Las escenas que comparten son, por lejos, mucho más divertidas que las de los cavernícolas más buenos y menos salvajes del mundo.
Pasión por la redonda De los Estudios Aardman, el clásico exponente de la animación británica, nos llega El cavernícola (Early Man, 2018) una comedia fallida y en la que el fútbol se presenta como una posibilidad de detención del progreso. Cualquier parecido con Metegol (2013) de Juan José Campanella es pura coincidencia. El fútbol. Pasión de multitudes. Hordas de seres humanos se atestan en los estadios a ver a hombres corriendo detrás de una pelota. ¿Cuándo es que este deporte comenzó a ser el preferido de las audiencias? Según Nick Park (Pollitos en fuga) hace miles de años. Dug es el más pequeño de su tribu de cavernícolas. Para trascender apela siempre a su inteligencia. Cuando llega a la aldea una comitiva de un malvado, avaro y siniestro Lord, Dug verá cómo este villano querrá apoderarse del lugar. Disputar un match de fútbol para recuperar sus tierras, abre la aventura de la película: la formación de un equipo con la chance de ganar o ganar. El cavernícola descansa su encanto en la tradicional animación a base de plastilina, apoyándose, además, en arquetipos del estudio (rasgos, movimientos, escenarios) y en la contraposición de las aldeas para narrar una vez más el clásico “civilización o barbarie” ahora en clave de cuento épico. La mención anterior a la película del realizador argentino tiene incidencia cuando en aquella aventura un partido de fútbol sería la chance de recuperar un pueblo en el que la pasión por el fútbol era moneda frecuente, algo que aquí se reitera sumando la “invención” del deporte y el enfrentamiento en una arena romana. Mientras en la primera parte se plantean algunos puntos esenciales para avanzar luego en el match final, y la demostración, claro está, con moraleja incluida -en un equipo nadie es mejor que todos en conjunto-, en la segunda, a fuerza de gags y algunos punchlines (el cerdo que a toda costa quiere jugar al fútbol) se desarrolla el partido y se profundiza sobre personajes y sus relaciones. El evidente choque de culturas, la idea imperante en todo momento que el progreso siempre es mejor que cualquier estadío anterior, van dejando una notoria ideología capitalista en cada escena, ideología que peligrosamente, en un producto infantil, va sembrando un imaginario pro avances, sin siquiera medir consecuencias. La amistad, la familia, el trabajo en equipo, la honestidad, y, principalmente, la lealtad, son algunos de los valores con los que El cavernícola trabaja, y que pese al refuerzo de estos, su poco novedosa historia, terminan por generar una estructura narrativa simple, clásica, con sólo dos giros, pensada para los más pequeños y aquellos que los acompañarán sin más que encontrar un producto con muchas similitudes a otros relatos.
El fútbol, con el encanto de los autores de Wallace & Gromit Se acerca el Mundial de Fútbol y, desde el país que dio origen a ese juego, llega una preciosa anécdota deportiva, contándonos algo sobre los comienzos del balompié. Dicha anécdota sugiere interesantes reflexiones de actualidad sobre el encuentro de pueblos en distinto grado de desarrollo, y cómo los más atrasados pueden avanzar en el campo de juego. En efecto, aquí en "El cavernícola" un equipo improvisado e inexperto de la Edad de Piedra debe enfrentarse a un equipo altamente preparado de la Edad de Bronce. No diremos quién gana, pero sí que esto es bien original y bastante divertido, parodiando de paso el género épico, el deportivo, por supuesto, y el comportamiento de algunos ídolos de estos tiempos. Tal la nueva creación de los genios de la animación en plastilina de Aardman Animation, los de "Wallace & Gromit" y "La oveja Shaun". Quizá no tenga el mismo encanto que alcanzaron con "Pollitos en fuga" o "La maldición de los vegetales", pero el trabajo sigue siendo admirable, de un lindo sentido del humor y un detallismo enorme, y los muñequitos son siempre graciosos.
Presentada como “la historia de los antepasados de Pollitos en Fuga y Wallace & Gromit“, Early Man utiliza ese mismo universo para traer una trama que rompe las normas de la historia de la humanidad, para ofrecer un relato muy particular y entretenido en el que relaciona dos etapas -la prehistoria y la edad media de bronce-, para hacerlas competir en el deporte más importante del mundo: el fútbol. Esta película, dirigida nuevamente por Nick Park, es la séptima de la compañía británica Aardman Animations y llega obteniendo un mayor lugar al que tuvieron algunas entregas anteriores como Arthur Christmas (2011) y The Pirates! Band of Misfits (2012).
EL JUEGO LIMPIO Es difícil no querer a las películas de Aardman: se ve tanto laburo artesanal en esas historias narradas con la técnica del stop motion y tanto cariño en personajes de una integridad total, que más allá de las fallas que pueda haber uno se encariña irremediablemente. Y esto es pertinente con El cavernícola, nuevo film dirigido por Nick Park (uno de los mandamases de la compañía de animación británica), que está lejos de las mejores producciones de la casa pero que igualmente tiene varios de esos elementos distintivos. Y esto es así porque desde Aardman entienden el arte de una manera y la trafican a lo largo de toda su obra, incluso contra la corriente. Uno de los escollos principales de El cavernícola tiene que ver con su propia premisa: el film imagina a los cavernícolas como inventores del fútbol y a una aldea puesta en juego a partir de un partido entre hombres de la Edad de Piedra y de la Edad de Bronce. Está claro que el conflicto se da entre ciertas tradiciones y la modernidad, y uno puede hacer la traslación que quiera porque la metáfora es amplia. En lo concreto, a partir del protagonista Dug y su tenacidad para enseñarle el fútbol a los suyos y así poder derrotar a los hábiles de Real Bronzio, lo que hay es una defensa de lo artesanal y del juego en quipo, también de la inclusión a partir de la presencia de una chica muy habilidosa. Todo esto está bien y fluye adecuadamente con la historia. El problema es que la presencia del fútbol en el marco de una trama ambientada en la antigüedad, permite una serie de elementos anacrónicos dispuestos sin demasiada inventiva y con bastante obviedad. Los chistes, habitual fuerte de Aardman, se ven presos de esta noción anacrónica y la recurrencia a jugar con elementos contemporáneos reemplazados por cosas viejas resulta un tanto previsible. Por eso, mientras la película se va armando, el humor surge en cuentagotas. Y sumado a lo simple del recorrido (Aardman no busca la complejidad ni tiene la sofisticación de Laika o Pixar), se hace bastante difícil atravesar El cavernícola por un buen rato. Esto, sin mencionar el doblaje espantoso que llegó a estas tierras, con un villano que tira términos como “morfi”, “laburo”, y que habla de “vos”, generando un ruido bastante molesto con la narración. Pero El cavernícola se sostiene con esa historia que se va construyendo de a poco y de fondo, y que explota en su última media hora. Ahí, cuando los “brutos” de la Era de Piedra y el Real Bronzio llegan al campo de juego, la dinámica del film deportivo encaja perfectamente con el relato de Park, y la película se vuelve un juego feliz y dinámico. Es ahí donde los personajes (especialmente los de reparto, que son bastante débiles) encuentran su justificación, porque sus mínimos actos se suman y contribuyen al triunfo del equipo, como en una perfecta metáfora futbolera. Y ya que hablamos de fútbol, es imposible no pensar en Metegol mientras uno ve la película de Aardman. No porque ambas sean animaciones y tengan a este deporte en el centro, sino porque El cavernícola entiende todo aquello que la película de Campanella no. En primera instancia los personajes del film de Aardman tienen algo por lo que luchar, algo real y tangible, y no son víctimas de ninguna nostalgia boba. Pero, fundamental, porque el triunfo se da de la mano del juego mancomunado y este llega por medio del esfuerzo y de aceptar las propias limitaciones. Pero más allá de las incómodas comparaciones con el film argentino, El cavernícola justifica plenamente la inclusión del fútbol como eje temático y, especialmente, del film deportivo como regla narrativa y genérica. Así la enseñanza, que está presente y a veces se hace algo explícita, se pone a rodar en el verde césped y se convierte en juego.
Brutos vs. Bronzios El cavernícola (Early Man, 2018) es una película británica de animación en stop motion. Está dirigida por Nick Park, que también utilizó esta técnica al crear Wallace y Gromit y Shaun El Cordero. El guion está a cargo de Mark Burton y James Higginson. Cuenta con las voces originales de Tom Hiddleston, Eddie Redmayne y Maisie Williams (Arya Stark en la serie Game of Thrones), pero en los cines argentinos solo se estrena doblada al español. En la Edad de Piedra, un grupo de cavernícolas viven tranquilos cazando conejos en el valle. Una noche aparecen tres máquinas gigantes que al avanzar destruyen todo a su alrededor. Estas están lideradas por Lord Nooth, un señor autoritario de la Edad de Bronce que pretende ocupar el valle, dejando desamparados a los cavernícolas en las tierras volcánicas. Convencido de recuperar su hogar, Dug, junto a su amigo jabalí Hognob, se escabullirá en el pueblo de los Bronzios y se dará cuenta que son aficionados del fútbol. Recordando los dibujos en piedra de sus antepasados, que ya habían jugado con un balón, Dug desafiará a Lord Nooth a un partido. Si los Brutos (Edad de Piedra) logran triunfar, los Bronzios deberán desocupar el valle y no meterse más en sus vidas. Si sucede lo contrario, los cavernícolas deberán trabajar en las minas por siempre. Como se puede ver la historia es de una simpleza absoluta sin embargo los muñequitos de plastilina otra vez consiguen sacarnos carcajadas. Y las risas son muchísimas tanto en chicos como adultos. Durante la hora y media de duración no hay ni un solo momento en el que el film sea aburrido, hasta dan ganas de no pestañear para captar cada detalle de ese mundo tan bien diseñado. La forma de manejarse en la prehistoria está plasmada de una manera muy innovadora, ya sea por los broches para la ropa que consisten en pequeños cocodrilos con dientes afilados o los escarabajos que funcionan como afeitadoras. La Edad de Bronce no se queda atrás ya que podemos ver la importancia que se le da a este metal, la vestimenta futbolística (con bichos como botines) y los lujos con los que vive Lord Nooth. Es para destacar que la película no tenga como único objetivo el hacer reír; aparte de ello se anima a tocar temáticas interesantes que serán captadas por los más grandes. Una de ellas consiste en el dominio de las tierras, que conlleva la destrucción del hábitat natural y que, como en la realidad, no tiene un argumento válido (en la película Lord Nooth se justifica diciendo que la Edad de Piedr” ya llegó a su fin). El villano pretende esclavizar a los que cree de “un rango inferior” pues él considera que sólo sirven para trabajar en las minas. Por otro lado la película sale airosa al romper estereotipos en cuanto al rol de la mujer: Goona adora jugar al fútbol pero en la Edad de Bronce ese deporte solo es para hombres; ella continúa firme a su pasión, entrenando cuando nadie la ve hasta que conoce a Dug y decide ayudar a su tribu para que logren ganar el gran partido. En la Edad de Piedra se nota que en cuanto a habilidad e inteligencia ella es muy superior a los demás, no obstante esto nunca es mal visto por los cavernícolas, todo lo contrario a lo que pasaba en su propia comunidad. Personajes femeninos fuertes e independientes como Goona son los que se necesitan más y más en la pantalla grande. Por último, no se puede dejar de mencionar el tan esperado partido, que resulta un espectáculo graciosísimo. Que Lord Nooth se imponga como árbitro, con lo que eso conlleva, genera escenas desopilantes que dan ganas de volver a ver una y otra vez (ni hablar de las repeticiones de los goles). El cavernícola tiene todo lo que necesita una película para pasarla excelente en familia. Entre humanos, jabalí y conejitos, la importancia de trabajar en equipo y lograr lo que uno se propone se alza por lo demás, logrando una historia sencilla pero con gran corazón.
Los estudios Aardman ya nos tienen acostumbrados al minucioso trabajo técnico y al ingenio de sus animaciones. Al menos desde la década de 1990 que entrega títulos irresistiblemente divertidos, con su característico humor simple pero efectivo, entre naif y autoconsciente. Se podría decir que la inteligencia es la cualidad que mejor define a la productora del Reino Unido, que con el tiempo se convirtió en sinónimo de calidad y entretenimiento asegurado. El cavernícola es su nueva película y está dirigida por el legendario director Nick Park, creador de Wallace y Gromit y Pollitos en fuga, y una de las mentes más brillantes de la animación contemporánea. Con sus ya característicos personajes de arcilla, Park recurre a la técnica stop motion para deleitarnos con una historia sencilla y divertidísima, disfrutable tanto para chicos como para grandes, y de paso homenajear al maestro Ray Harryhausen. La historia se remonta a los tiempos de los dinosaurios, cuando del cielo cae una bola de fuego del tamaño de una pelota y arrasa con todo. Sin entender lo sucedido, algunos de esos primeros hombres que habitaron la Tierra se acercan al objeto esférico aún candente y empiezan a jugar con él, lo que da nacimiento al fútbol. Luego pasamos a la Edad de Piedra y el director presenta a sus personajes principales, liderados por un niño de ojos saltones y dientes desparramados llamado Dug, quien siempre anda acompañado de un simpático jabalí como mascota. La tribu de Dug deberá aprender a jugar al fútbol para defender su valle de una civilización más avanzada (perteneciente a la Edad de Bronce) que quiere adueñarse del lugar y esclavizar a los primitivos. Los invasores están gobernados por un déspota que tiene a su disposición un equipo de jugadores imbatible, integrado por grandes estrellas de lo que consideran el deporte sagrado. Una de las virtudes de la película es que no subestima jamás al público con chistes tontos ni con nada que atente contra el ritmo y la gracia de la trama. Hay personajes entrañables y momentos para reírse a las carcajadas, como cuando aparece un pato enorme o cuando intentan cazar al conejo. Las escenas aportan información y se conectan espontáneamente con las siguientes, las que a su vez contienen gags y un problema a resolver, y todo hecho con simpleza y comicidad. Una vez más los estudios Aardman y Park dan cátedra de cine, de amabilidad y de respeto a los personajes y a la audiencia.
Del mismo estudio de donde salieron las geniales "Wallace & Gromit" y "Pollitos en Fuga", entre otras, llega ahora "El Cavernícola" la historia del joven Dug que vive feliz junto a su tribu, y su mascota (el cerdito), saliendo a cazar todos los días conejos y esperando poder cazar animales más grandes. Todo cambia cuando llegan al bosque los habitantes de la tribu de la Edad de Bronce quienes los toman prisioneros y se quedan con el bosque que les pertenecía. Para recuperarlo deberán batirse "a duelo" mediante un partido de fútbol del que son todos fanáticos, menos ellos, ya que la tribu de Dug no tiene idea de nada acerca de dicho deporte aunque harán lo imposible para no perder su lugar. Dirigida por Nick Park, la película es un gran entretenimiento para toda la familia; los amantes del fútbol la van a disfrutar aún más, pero todos pueden verla. En la función a la que asistí pude verla doblada al castellano, así que no pude disfrutar voces como las de Tom Hiddlestone y Eddie Redmayne, no sé si llegará en su idioma original. La forma de trabajar de los estudios Aardman Animations es artesanal, con animación stop-motion, lo que la hace totalmente diferente al resto de las películas para chicos que solemos ver. Una propuesta diferente que demuestra que la unión hace la fuerza, y que siempre hay que poner todo para luchar por lo que uno desea.
Recuerdos del futuro Una nueva producción de los estudios Aardman, los mismos responsables de “Wallace and Gromit” (2005), sosteniendo el estandarte de la técnica y el proceso “stopmotion”. Otra vez la dirección recae en el mismo que no ha dado maravillas como “Pollitos en fuga” (2000), en este caso en la triple función de autor del texto, director y actor, prestando por primera vez su voz para uno de los personajes principales. Hognob, el perro cerdo del filme. Lastima que su estreno en estas playas sea en versión doblada al español, sumando a la perdida de escuchar al director, la de el ganador del premio “Oscar” Eddie Redmayne (Dug) y la de Timothy Spall (jefe), entre otras. Sin embargo, y a pesar de no estar a la altura de sus predecesoras, logra con muy buenos trabajos donde lo artesanal hace gala y las supuestas imperfecciones termina por ser una virtud. Tal como sucede al humano, que sus imperfecciones lo hacen único, en este caso llevándonos al pasado para, desde lo metafórico y metonímico de manera simultanea, hablarnos del presente humano averiado en tanto relaciones afectivas y llamando la atención por un posible futuro incierto. Algo así como que, si no podemos dilucidar los errores de nuestro pasado este seguirá estorbando en el presente e impedirá vislumbrar un futuro promisorio. Hay muchas posibles lecturas del texto, desde lo antagónico de ambos equipos, uno el siempre ganador conformado por individualidades, el otro haciendo celebración de su mirada comunitaria. El cuidado del planeta, el perdido sentido de pertenencia al mismo, el calentamiento global, la vida en armonía, con el resto de los seres vivos, etc. La historia se centra en un conflicto entre los cavernícolas, viviendo en comunidad, que deben enfrentar al mejor equipo de fútbol de la edad de bronce para dirimir si se pueden quedar con aquello que les pertenece. Todo en un único partido.. ¿Les suena conocido? Posiblemente uno de los puntos más atractivos siga siendo la estética de los personajes y objetos de plastilina animada, todo está armónicamente depurado, los espacios físicos con sus fondos, y los movimientos articulados de los personajes, incluyendo la gestualidad de los mismos. En rigor de verdad, esta producción en tanto guión está un pequeño escalón por debajo de las anteriores, algunos de los gags que sin dejar de ser efectivos son previsibles. Otros aparecen como repetidos, como si hubiesen sido extrapolados de otros textos fílmicos. La constitución de los mismos personajes circula por un carril equivalente. Podría ser porque no son animales humanizados sino, y solamente, humanos, al fin. (*) Realización de Harold Reini, en 1970.
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Un partido que ya se jugó. El aspecto más pobre del relato que aquí nos ocupa es la escasa originalidad del planteo de superficie: la idea según la cual dos oponentes (uno, enriquecido y desarrollado por el avance de una tecnología, el otro, rústico, romántico y despojado) se enfrentan a través de un partido de fútbol para disputar un territorio, que por tradición pertenece al rústico, ya la hemos visto en la película animada Metegol (2013), de la dupla Campanella-Sacheri, sobre un cuento de Fontanarrosa (Memoria de un wing derecho). Si se abstrae el contexto de la “edad prehistórica” (mero paisaje de fondo sobre el cual se dibujan los trazos narrativos del relato extranjero) se advertirá que el núcleo dramático está calcado del film local. La producción de Park, realizada con poca imaginación pero mucha habilidad técnica y belleza visual, adolece de una comicidad al menos efectiva, limitándose el aspecto “cómico” a un conjunto de comentarios verbales poco inteligentes y excesivamente “primitivos”. No reposando en el componente cómico, que podría haber resultado una salida elegante para la película, el relato se apoltrona en la gesta heroica del partido de fútbol, que nada tiene de aquella poesía y mística futbolera que Fontanarrosa insufla al relato plasmado en la película Metegol; Park hace del juego del fútbol una mera técnica sin corazón, mientras que Fontanarrosa-Campanella-Sacheri nos devuelven la mística de un “juego sagrado”.
Una belleza visual que cuenta "el origen del fútbol" de una manera muy graciosa que entretendrá por igual a niños, adultos y a fanáticos o no de este deporte. La premisa es original y si bien la historia está bien narrada y es bastante sólida, tiene algunos...
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UNIÓN MÁS ALLÁ DE LA EDAD La tribu aguarda a que las criaturas de ruidos extraños se vuelvan visibles y en dicha espera, unas flechas muy afiladas y fuertes derriban las mazas. Como si se tratara de los conejos que cazan –de manera bastante azarosa, torpe y de acuerdo a la tradición ancestral– se lanzan al ataque pero enseguida el pánico se apodera de ellos; no se trata de ningún animal pequeño y redondo como demostraban las pinturas rupestres, sino de una suerte de mamuts mecanizados gigantescos. Todos huyen hacia las Tierras malas, salvo Dug y su amigo jabalí Hognob, los únicos espectadores primitivos de la última conquista de Lord Nooth: la usurpación del valle en nombre de la Edad de Bronce. A partir de este hecho y de su aparición accidental en el campo del juego de los raros pobladores cubiertos de metal, el carvernícola desafía al equipo campeón de fútbol, donde el ganador se quedará con el valle y los perdedores trabajarán en las minas. En consecuencia y de forma bastante previsible, la tribu carente de destrezas deportivas pero unida como grupo se enfrenta con jugadores expertos, habilidosos pero impregnados en egolatría e individualismo. El cavernícola, al igual que las antecesoras Pollitos en fuga y Wallace & Gromit, la batalla de los vegetales presenta un trabajo impecable de la técnica del stop-motion no sólo en las expresiones de los personajes y sus movimientos, sino por la gran cantidad de detalles que contiene cada escena: los diferentes objetos de bronce, las texturas de las telas, pieles de animales o cabellos, el pueblo o la cancha, entre otros. Sin embargo, el director Nick Park se toma numerosas licencias históricas respecto a la construcción de esta nueva edad que la convierte en un rejunte de estilos, pensamientos, arquitecturas y costumbres que dificultan concebirla como una etapa orgánica; más bien parece un collage de períodos puestos en funcionamiento para que coexistan de forma un tanto exigida. Es decir, el primer acercamiento con el asentamiento fusiona la revolución industrial con volcanes, el gobernador tiene matices de los romanos o curas, las edificiciones del pueblo comparten elementos de la Edad Media y Moderna, la guardia parece vikinga y la reina es una especie de Isabel I de Castilla con rasgos de las civilizaciones precolombinas. El fútbol como eje de la historia desde su invención hasta las formas de jugarlo traza varios guiños y características de países desde los ingleses, los alemanes como el equipo imbatible –aunque los colores respondan más a Suecia o Ucrania– y en la versión doblada un árbitro que habla en portugués. Asimismo busca incorporar el elemento mágico ya que la pelota viene del espacio y en numerosas culturas antiguas los dioses eran los únicos que ganaban el juego. Entre guiños, torpezas y la unidad como principio básico y conocido, El cavernícola combina una diversidad de estilos, épocas y principios para conquistar a los pobladores de la Edad de Bronce y mantener su hogar. Después de todo, eran “diestros” cazadores de animales pequeños y redondos, ¿no? Por Brenda Caletti @117Brenn