El gran casamiento es de vista obligatoria si sos de lo que disfrutan a pleno con una película por el simple hecho de ver los grandes actores que trabajan en ella. Creo que uno de los más grandes problemas que tiene este film es que aparecen en tan sólo noventa minutos demasiados actores para que se luzcan y demasiados personajes como para que se desarrollen bien, por lo tanto...
La gran familia conservadora El matrimonio y sus votos conllevan sus crisis pero al final siempre termina triunfando el amor. Ese es el mensaje de esta simpática aunque no deslumbrante comedia El gran casamiento, remake del film suizo de 2006, Mon frere sa marie, de Jean-Stephane Bron, cuya particularidad es en definitiva su única virtud: un reparto de lujo en el que se destaca un Robert De Niro ajustado y contenido en base a su galería de tics a los que nos tiene acostumbrados. De Niro se complementa con otros actores de la talla de Diane Keaton, Susan Sarandon y Katherine Heigl, secundados también por un desaprovechado Robin Williams en el rol de cura católico que deberá casar al hijo adoptivo de De Niro y su ex esposa interpretada, por Diane Keaton, Alejandro. Alejandro (Ben Barnes) está a punto de casarse con Missy (Amanda Seyfried), hija de una familia conservadora que ve con prejuicio a los latinos como él, pero que harán el esfuerzo por conocer a su futura consuegra y a la hermana del novio, invitadas para encontrarse con los padres adoptivos de Alejandro, sus hermanos Lyla (Katherine Heigl), abogada y soltera y Jared (Topher Grace), médico y soltero también. El énfasis puesto en la soltería no es una redundancia a los fines de esta película dado que todo gira en torno a la diferenciación entre los dos estados: casados con hijos y solteros sin hijos. Sin embargo, a pesar de bordear un espacio lúdico y un tanto irreverente en algunas situaciones, el conflicto central de esta boda obedece a la impronta de lo sagrado que implica dentro de la doctrina católica mantener los votos del matrimonio. Eso es lo que motiva a que durante 48 horas antes del casamiento propiamente dicho Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton) deben aparentar estar casados para no levantar sospechas frente a las creencias religiosas de la madre biológica de Alejandro, Madonna (Patricia Rae), para quien el divorcio es pecado. El director y guionista Justin Zackham (fue quien escribió el guión de Antes de partir, 2007) dota al relato de frescura y en esporádicas situaciones de incorrección política para tocar los tópicos más convencionales que hacen a los valores conservadores como familia, matrimonio, etcétera, en una trama que no alcanza a convencer desde su planteo pero que sin embargo entretiene por mérito de sus intérpretes. El gran casamiento es otra comedia que busca el detonante cómico en el enredo y en este caso explota a partir de la forzada relación entre Don y Ellie con la tercera en discordia Bebe, quien vuelve a ocupar el lugar de la segunda y a perder su status y reinado ante la llegada de su amiga. Muy poco puede agregarse, salvo la mala elección de los personajes secundarios como la madre latina y la hermana del novio.
Todo lo que podía salir mal... salió peor Hay que decirlo: Justin Zackham es un genio. Pero no un genio del cine sino del engaño. Luego de ver El gran casamiento -que escribió y dirigió- uno no puede entender cómo logró convencer a tantas figuras (Robert De Niro, Katherine Heigl, Diane Keaton, Amanda Seyfried, Topher Grace, Susan Sarandon y Robin Williams y siguen las firmas) para que protagonizaran semejante desastre, firme candidato a peor película del año. Zackham no tenía grandes antecedentes: apenas un film como director Going Greek (2001), que salió sin pena ni gloria directo a video; y un guión exitoso (el del melodrama aleccionador Antes de partir). Por lo tanto, su “mérito” (el de seducir a tantos astros jóvenes, adultos y veteranos) es todavía mayor. Imagino el arrepentimiento de un De Niro, una Keaton o una Sarandon al ver el resultado final de esta ¿comedia? ambientada -claro- en el marco o como motivo de una fiesta de casamiento. No sólo el film -inspirado en la comedia franco-suiza Mon frère se marie- es obvio, torpe, aburrido (sí, no hay un solo gag que funcione) sino que para colmo resulta bastante racista, misógino y homofóbico. Los intérpretes están todos pésimos (lo de Heigl es para poner en una clase de cómo no actuar), recitando las líneas de diálogo con piloto automático, sin convicción, sin creer jamás en lo que están diciendo y mucho menos sintiendo. Hace tiempo que no veía una comedia tan hueca, desganada, sin alma, incapaz de fluir o de resultar creíble al menos unos instantes. Como en toda estructura coral, hay aquí varias subtramas que se van mechando (tirando) en la narración, pero ninguna de ellas resulta mínimamente divertida o provocativa (ay, las escenas “picarescas” entre el virgen Topher Grace y su no-amante latina). Lo más triste (porque los tres tienen mucho cine sobre sus espaldas) es el “triángulo” entre Diane Keaton, ex esposa de Robert De Niro que llega para la fiesta, y ese hombre que ahora está en pareja con Susan Sarandon. Intentar explicar los “enredos” de sus tres personajes es una tarea imposible porque las reacciones de cada uno de ellos están concebidas sin la más mínima lógica, apelando al mayor de los caprichos. Y, sí, hay muchos chistes obvios sobre el Viagra... Pero si hablamos de caprichos, peor aún es la decisión de casting de elegir al inglés Ben Barnes para encarnar a un… ¡colombiano! Y uno podría seguir enumerando los desatinos, que aquí sobran y ponen en jaque a la capacidad de asombro del espectador. En definitiva, un claro ejemplo de esos films en los que todo lo que podía salir mal, salió peor.
La cátedra de la familia moderna Como toda película que gira en torno a una ceremonia de casamiento en medio de una familia numerosa, no se puede esperar menos que una trama liviana y de enredos. Igualmente el atractivo de El gran casamiento (The Big Wedding, 2012) de Justin Zackham, radica en sus destacables figuras y la manera en que esta comedia usual y corriente puede convertirse en algo más gracias a ellas. Alejandro (Ben Barnes) le anuncia su pronto matrimonio con Missy (Amanda Seyfried) a su familia adoptiva. La propuesta cae bien y se hará una gran fiesta en honor a la pareja, a la que además asistirá la madre biológica de Alejandro (Patricia Rae), quien posee unas estrictas creencias religiosas y no tiene idea de la actual situación de dicha familia: Ellie Griffin (Diane Keaton) y Don (Robert De Niro) están divorciados hace más de diez años. Bebe (Susan Sarandon), actual concubina de Don, constituirá el gran dilema. Con un título que remite casi instantáneamente a Mi gran casamiento griego (My Big Fat Greek Wedding, 2002) la película de Zackham poco tiene de dicho tipo de humor; más bien parecería tener su origen en el film de Mike Nichols La jaula de los pájaros (The birdcage,1996), la cual cuenta también con una gran interpretación de parte de Robin Williams; que aquí tiene un papel más pequeño y un tanto desperdiciado. La fortaleza de esta película es su identificación con el espectador. Todo lo alocado que aparece en su argumento es más bien costumbrista. Los personajes son personas normales a las que les ocurren cosas reales. Nada sale de lo común, excepto ocasiones en las que todo parece venirse abajo para luego recomponerse rápidamente. Este es el toque de humor fresco y liviano que muchas veces genera buenos efectos, en especial al no permitirse caer en ningún momento en el aburrimiento. En la era de las comedias norteamericanas poco profundas, en los tiempos en los que se mezclan grandes figuras ganadoras del Oscar con actores de menor trayectoria; y en esa moda de pensar que se tendrá un éxito asegurado por el sólo hecho de ser una sátira de las familias disfuncionales, El gran casamiento resulta acertada en la complicación de los vínculos amorosos, la gracia y credibilidad de las actuaciones y un fuerte optimismo sobre el concepto de familia moderna.
La película de Justin Zackham es una remake de un film francés del 2006, Mon frère se marie. Una comedia que gira en torno a una "gran boda". Lo que tiene como punto fuerte para llamar al espectador a ir probablemente a sala a verla, es su elenco multiestelar. Los veteranos Diane Keaton, Susan Sarandon, Robert De Niro y Robin Williams son sólo cuatro de los nombres conocidos. También actúan Ben Barnes, Amanda Seyfried, Topher Grace y Katherine Heighl. El conflicto (uno de los muchos, porque evidentemente es una película coral) gira en torno a estos dos prometidos que quieren casarse y jurarse amor eterno frente a toda su familia, el problema es que uno de ellos es un colombiano que fue adoptado (el inglés Ben Barnes hablando español), hijo de una madre muy religiosa que promete que va a asistir a ésta. Sus padres adoptivos, Keaton y De Niro, hace tiempo que están separados y cada uno ha hecho su vida (sexual) como pudo, él, con el personaje de Sarandon, y ella con el sexo tántrico. Y como la joven pareja quiere que todo sea perfecto es que deciden todos fingir que sus padres siguen estando juntos, cosa que no debería ser muy difícil al no entender ella inglés, pero no, no se llevan demasiado bien. Y es que, como siempre, la familia es caótica. Una hija que quiere quedar embarazada y no puede y encima se separa; un hijo doctor, exitoso pero que esperó muchos años el amor que no llegó y es virgen; la "hermanita" colombiana que aparece con todo su sex appeal a provocarlo. El sexo es uno de los temas principales que va a utilizar esta comedia para brindar chistes y gags, poco efectivos en general, en una comedia previsible, apenas simpática. Lo caótico de la boda está bien representado, cómo todo confluye en querer arruinar un día que debería ser perfecto. Pero actores de la talla de los ya mencionados están más cerca del ridículo que otra cosa, se los siente tan desperdiciados. Y lo peor, es que la película apenas provoca risas. Quizás uno de los problemas radique en querer abarcarlo muchos tópicos. Quizás en lo poco graciosos que están los actores, incluso Katherine Heighl que, podrá gustar o no (en mi caso sólo en ocasiones) es un rostro asociado a la comedia. Quizás en que la mayoría de los chistes giren en torno al sexo, y éstos sean, además, previsibles. O lo poco efectivo de los gags (ya sabíamos que te ibas a caer del trampolín). El final es el esperado, el convencional. Todos sabemos que en estas películas lo que en la vida real sería una tragedia deriva en finales felices y comiendo perdices. Una pena que tantos actores de grande talla manchen su filmografía con este tipo de películas que no aportan nada al espectador.
Un elenco plagado de estrellas no es suficiente para salvar a esta comedia romántica de la ausencia de un guión mas ambicioso, escenas poco graciosas y una falta casi total de romanticismo. MI GRAN CASAMIENTO (NO) GRIEGO Alejando (Ben Barnes) y Missy (Amanda Seyfried) están a pocos días de casarse. Ella es hija única de una adinerada familia americana. El es de origen colombiano e hijo adoptivo de Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton). A su vez, Ellie y Don están divorciados y no se ven a hace 10 años, desde cuando Don la engañó con Babe (Susan Sarandon), su mejor amiga y actual pareja de Don. También están Lyla (Katherine Heigl) y Jared (Topher Grace), hermanos de corazón de Ben, quienes obviamente tienen sus propios problemas. Lyla está recientemente separada y Jared es un medico de 30 años, virgen por elección, a quien cada día le cuesta más mantener el celibato al que se comprometió hasta encontrar el verdadero amor. Las cosas se complican (aun mas) cuando Alejando se entera que su madre biológica asistirá al casamiento. La mujer es una católica conservadora que cree que el divorcio es pecado y si se entera que Don y Ellie están divorciados desde hace años, se terminaría oponiendo al matrimonio de Ben. ¿La solución? Don y Ellie deberán fingir que siguen felizmente casados durante tres días. Pero, ¿Qué consecuencias traerá esto en la ya problemática familia? ESTRELLAS Y NADA MAS Por si no se dieron cuenta leyendo la sinopsis de arriba, la historia del film es un tanto convulsionada. Hay demasiados personajes y cada uno tiene sus problemas, a su vez todos estos deben tener un tratamiento y una resolución antes de que termine la película. ¿Pero como condensar todo eso en tan solo 89 minutos? La respuesta a esa incógnita no está presente aquí. Desde el poster o avance no caben dudas que el mayor atractivo de El Gran Casamiento es su elenco plagado de estrellas. Robert De Niro, Katherine Heigl, Diane Keaton, Amanda Seyfried, Topher Grace, Susan Sarandon y Robin Williams, cualquiera de ellos es razón suficiente para pagar una entrada al cine. Por desgracia cada uno de ellos está completamente desaprovechado aquí. Si, entregan simpáticas actuaciones que en algún que otro momento pueden robarnos una sonrisa, pero no hay mucho más que eso. Para ser justos, no hay nada más que eso. El guionista y director Justin Zackham (Antes de Partir) desarrolló una historia por demás de conflictiva e hizo poco y nada para agregarle emoción o humanidad a sus personajes. Los estereotipos y lugar comunes están a la orden del día y los problemas que plantea la película son por demás de ridículos, o al menos eso termina pareciendo por el poco desarrollo que se les da. Mientras uno mira el film resulta inevitable cuestionarse cuanto de lo que había en el guión terminó quedando en el metraje final, ya que el resultado se siente rebajado y apresurado. Quizás estos recortes en la historia se hicieron en busca de un ritmo que de todas maneras nunca se llegó a encontrar y sea cual fuere el caso solo termina por perjudicar a la película, ya que a la vez hace que el espectador se aburra pronto y nunca llegue realmente a engancharse con la historia o terminar de simpatizar con alguno de los personajes. Dicen los estudiosos del cine (vaya a saber uno quienes son) que el peor pecado que puede cometer una comedia es no ser graciosa. El Gran Casamiento redobla la apuesta, ya es una comedia romántica que no solamente no es graciosa sino que tampoco termina resultando romántica. Tenemos un casamiento, tenemos una pareja divorciada que se reencuentra después de diez años, tenemos un chico virgen en buscar de su gran amor y tenemos a una chica que acaba de quedar con el corazón partido, ¿Cómo es posible que a pesar de tener tanto potencial para el romance la película no termine de despegar? Nuevamente la respuesta a esto está en el superficial guión escrito por Zackham, que pareciera preocuparse más en hacer chistes sobre sexo que en profundizar en lo que realmente le da peso a la historia. CONCLUSION A pesar de algunos divertidos momentos cortesía de De Niro, Keaton, Sarandon o Williams, no hay nada nuevo para ver en El Gran Casamiento. Justin Zackham nos entrega una película que aunque no pretende reinventar el género si espera entretener, y difícilmente lo logra. No solo carece de ambición, ritmo, comedia y romance, sino que si uno se pone a hilar fino hasta termina resultado un tanto ofensiva a la religión y al pueblo latinoamericano. Cualquier espectador que quiera ver a estrellas de cine divirtiéndose en la pantalla más que uno mismo en la butaca seguramente pasará un grato momento, pero caso contrario recomiendo que esperen a verla en cable.
El gran casamiento es un ejemplo contundente que un elenco de grandes figuras no garantiza necesariamente una buena película. Si el guión no es bueno o el director no tiene claro lo que quiere hacer con su trabajo el resultado termina siendo decepcionante como ocurrió en este caso. Este estreno es una remake hollywoodense de una producción independiente francesa titulada My brother is getting married, del 2006, que dirigió Jean Stéphane Bron. Lo loco es que no se trata de un mega éxito taquillero de esos que cada tanto pegan los franceses o una historia que recibiera grandes elogios. De hecho, la película original tuvo críticas regulares que en algunos casos coinciden con los puntos débiles que también tiene la remake. El gran casamiento es una propuesta rara donde el humor no consigue brindar situaciones que generen risa. El poster que te encontrás en el cine es muy bueno y te vende una divertida comedia, pero la verdad que después descubrís que en esta historia hay poco de que reírse. La trama comienza como una historia de enredos y luego derrapa cuando intenta emular el cine de Judd Apatow (Virgen a los 40) con chistes sexuales que no logran ser graciosos y parecen salidos de una obra de teatro de Gerardo Sofovich. Apatow es un gran guionista y sabe trabajar el humor con situaciones incomodas, pero eso no se da con el director, Justin Zachman, quien presentó un guión mucho más sólido en Antes de partir, con Morgan Freeman y Jack Nicholson. Acá no queda claro que es lo quiso hacer en materia de comedia con esta producción. La película se deja ver dentro de todo por la buena química que tiene Robert De Niro con Susan Sarandon y Diane Keaton que hacen llevadera la trama con sus interpretaciones. No es el caso de Katherine Heigl, Amanda Seyfried y Robin Williams, cuyos talentos están completamente desperdiciados y pasan desapercibidos en el conflicto. En un punto este film mediocre demuestra que De Niro es humano también y no puede brindar una obra maestra en cada trabajo que escoge. Sin embargo, uno recuerda la buena dupla que hizo con Williams en Despertares o su labor reciente en El lado luminoso de la vida y al verlo en una propuesta con estas figuras podrías suponer que te vas a encontrar con una gran película, pero las cosas no se dieron de esa manera. Una decepción.
Ya deberíamos estar acostumbrados a que de las muchas películas que tienen a Robert De Niro en su elenco en los últimos años no demasiadas le hacen justicia a su talento. El gran actor estadounidense gusta de filmar seguido, hace un promedio de tres películas por año y no parece tener un paladar demasiado fino para elegir entre los guiones que se le presentan. Al menos eso es lo que demuestra su más reciente film, El gran casamiento , una comedia familiar que tiene un elenco tan interesante como desperdiciado. Está claro que la presencia de De Niro debe haber ejercido alguna influencia para que Diane Keaton y Susan Sarandon se sumaran al proyecto para interpretar a su ex esposa y actual novia, respectivamente, un par de bellas señoras maduras de las que el guión se burla sistemáticamente. Claro que no son las únicas que salen mal paradas del relato que gira en torno a la reunión familiar provocada por el inminente casamiento del hijo adoptivo de la familia. Según el guión de Justin Zackham -también responsable de la dirección-, el muchacho en cuestión se llama Alejandro, es originario de Colombia y para su boda invitó al festejo a su madre y hermana biológicas, que no hablan una palabra de inglés y tienen costumbres muy distintas de las de los liberales norteamericanos que lo criaron. Que Alejandro esté interpretado por el muy británico Ben Barnes es apenas un traspié menor de los muchos que exhibe la película. Entre ellos, el más grave quizá sea la falta de gracia de cada uno de los pasajes supuestamente cómicos de un film que entiende el humor adulto como groserías puestas sin ningún cuidado en la boca de grandes intérpretes como De Niro, Sarandon y Keaton, que nada pueden hacer para salvar el asunto. Mucho más expuestos quedan los actores jóvenes que interpretan a sus hijos como Katherine Heigl, que aquí no sólo parece haber perdido todo su carisma y capacidad como intérprete si no también toda su belleza, transformada en una inmadura y antipática hija que no puede perdonar a sus padres por los pecados del pasado. Algo que transformó al hijo varón de la familia -interpretado por Topher Grace- ,en un reprimido hombre que será seducido por la visitante colombiana, un personaje cuya única función es ser el blanco de la rampante misoginia y xenofobia que El gran casamiento intenta pasar como humor..
Comedia coral, destinada al publico amante de las películas rosas, el filme se destaca por su enorme e interesante elenco de estrellas entre los que se destacan los veteranos Robert De Niro, Katherine Heigl, Robin Williams, Diane Keaton y Susan Sarandon. La credibilidad de las situaciones no es el fuerte de la trama, que apela a los gags y clásicas situaciones de enredos para robar una sonrisa del espectador. No quedara en la historia del cine, ni del genero, pero el filme es entretenido y tiene un metraje corto, no es poca cosa.
Oda a la confusión ¿Qué pensarán Diane Keaton, Robert De Niro, Susan Sarandon o Robin Williams al ver el resultado final de esta pseudo comedia de “cansamiento” más que de una boda? Justin Zackham, guionista de Antes de partir (2007) y director de Going Greek (2001) se basó en el filme Mon frère se marie para recrear el estrés que produce la unión religiosa de dos personas. Nervios es lo que sobra en la familia de Don (De Niro) y Ellie (Keaton), divorciados hace años y reunidos por el matrimonio de su hijo adoptivo Alejandro -un joven colombiano encarnado por el inglés Ben Barnes- junto a Missy, en la piel de Amanda Seyfried. Don, un ex alcohólico, vive junto a Bebe (Sarandon) la mejor amiga de Ellie y quien le robó el marido a ella. De movida se busca confundir y forzar para generar tensión. Y más si se suma a escena Madonna (Patricia Rae), la conservadora madre biológica del novio a la que -no se entiende porqué- hay que ocultarle el divorcio y simular que Don y Elie son una pareja feliz. Todos le temen a Madonna mientras ella observa y juzga al acecho (crucifijo en mano) a una familia que recién conoce. Zackham aún debe creer que pronunciar nombres en español y poner a un personaje que no habla una gota de inglés es gracioso. Y que si a esto sumamos a Nuria, la desinhibida hermana latina del novio que juguetea sexualmente con Jared (Topher Grace), un galancete que no encontró el verdadero amor, el combo estaría completo. Pero no, el derroche de personajes secundarios asfixia en un guión simple que podía funcionar mejor para Los Fockers: la familia de mi esposo (hasta De Niro coincide). ¿Otra muestra? Los padres de la novia, Barry (David Rasche) y Muffin (Christine Ebersole), endeudados hasta las muelas “deben” dar una apariencia de ostentación y poder. Con muy poco sobresale Robin Williams, quien habría quedado mejor en otro papel y no recluido como cura. El gran casamiento repite una fórmula oxidada: una gran cantidad de nombres estelares en plan de comedia. En esta ocasión terminan estrellados .
Con un elenco de queridas y talentosas estrellas como Robert de Niro, Susan Sarandon, Diane Keaton, especialmente ellos tres, con Amanda Seyfried, Katherine Heigl, Toper Grace, Robin Williams y siguen los nombres, uno se imaginan una comedia entretenida, ambientada en una boda, momento especial para situaciones alocadas. Pero el guion no funciona, los chistes son obvios, las situaciones son burdas y no tienen encanto alguno: nada fluye y el espectador se queda con poco.
Demasiada felicidad Las bodas son grandes acontecimientos familiares, pero también grandes ocasiones para que algún guionista piense en una situación de enredos que pueda desarrollarse en el transcurso de una. La adaptación norteamericana del filme suizo “Mon frère se marie”, es justamente eso: una liviana comedia de enredos, con un elenco de notables, en el marco de una de esas fiestas de casamiento ideales: al borde de un lago, en día soleado, con pérgolas. De catálogo. La historia es así: Alejandro (Ben Barnes) es el hijo adoptivo del matrimonio de Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton), quienes están divorciados hace diez años. Bebe (Susan Sarandon) es la nueva pareja de Don, y exmejor amiga de Ellie. El problema es que la madre biológica de Alejandro, que vive en Colombia, es católica devota y viaja a Estados Unidos para asistir a la boda de su hijo. Por eso él piensa que, para evitar herir sus sentimientos, lo mejor es mentir y hacerle creer que sus padres adoptivos aún están juntos. El resultado es una comedia muy simple, pero que falla en el humor: los gags son repetitivos y se basan fundamentalmente en las confusiones idiomáticas con gente que no entiende la lengua, o la religión del otro. Eso conlleva una postura que el filme transmite de superioridad a nivel progreso de los norteamericanos con respecto al resto del mundo, aunque si se observa bien, la hermana de Alejandro, humilde y colombiana, habla inglés, mientras que ninguno de los “locales” habla español. Incluso alguna que otra línea con referencias picarescas no logra el efecto esperado. Por eso no resulta una comedia hilarante, sino apenas simpática, que sacará alguna que otra sonrisa en el espectador, pero no mucho más. Por otro lado, hay muchos personajes secundarios, por lo tanto muchas sub-tramas, algo ideal para una telenovela que dura meses en el aire, pero que en una película de hora y media fuerza a cerrar las historias de manera brusca, en algunos casos idílica, sin profundizar, algo que empapa al filme en general de una falta de sustancia que se siente. Lo que se agradece, y permite llevar la situación adelante es el profesionalismo de gigantes como Keaton, De Niro, o Sarandon, que actúan cualquier situación con holgura y naturalidad, y se dan el lujo de salir siempre airosos, aunque el guión no ayude.
Enredos maritales… Y de guión. No siempre que se junta a un gran elenco en una misma película, el resultado es 100% positivo. Robert De Niro, Diane Keaton, Susan Sarandon, Robin Williams, Ben Barnes, Amanda Seyfred, Katherine Heighl, entre otros. El sólo hecho de leer todos esos nombres en una cartelera de cine, y al tratarse de una comedia, seguramente hará pensar a la mayoría que se va a divertirá en grande. Pero lamentablemente, se trata solamente de film pobremente entretenido cuyo mayor atractivo yace, justamente, en el desempeño individual de sus grandes nombres. Lo malo es que están todos en un mismo nivel, y ninguno se destaca por sobre el resto. La historia se centra en el conflicto que le genera a una familia el hecho de que uno de sus hijos está a punto de casarse. Y ustedes se preguntarán: dónde está el problema; fuera de los típicos pormenores que puede tener la organización de una boda. Y es que, por empezar, el joven Alejandro (Ben Barnes) que está a punto de contraer matrimonio con la bella y americanísima Missy (Amanda Seyfred), es el hijo adoptivo de esta familia. Su madre y su hermana, asistirán a la boda directamente desde Colombia. La mamá biológica y latina es una fanática religiosa, que difícilmente vaya a aceptar que los padres adoptivos (Robert De Niro y Diane Keaton) de su único hijo varón estén separados desde hace ya 10 años, y que el jefe de familia conviva ahora con una mujer más joven que él (Susan Sarandon). Es por eso que se iniciará una gran red de mentiras para intentar cubrir ese malestar y que la celebración tenga la mayor armonía posible. Por supuesto que lo último que sucede es eso y en su lugar, cientos de enredos se nos presentarán en bandeja de plata durante hora y media de película. Si bien es interesante la cantidad de rollos que salen a la luz en toda la trama, como por ejemplo que el hijo menor y hermano no biológico de Alejandro sea un exitoso médico ginecólogo virgen, que encuentra oportunidad para debutar con la hermana biológica, colombiana y con acento increíblemente sexy (piensen en Sofía Vergara) de Alejandro, que viene a la boda. O sea, ¡su media hermana! El guión es bastante flojo, hay puntos en que se generan algunas confusiones, y yo creo que el error está en haber cargado de tanta información al espectador en tan poco tiempo. Piensen que la película inicia en el punto en que Ellie (Diane Keaton) regresa a su antiguo hogar después de diez años de separación y se choca ya de entrada con su ex y la nueva pareja en una situación bastante comprometedora. De ahí en más, se suceden incansablemente los detalles más sobresalientes y problemáticos en la vida de cada uno de los integrantes de ambas familias en cuestión. Uf… Las actuaciones están correctas, pero nada más. Me gustaría haber visto más minutos en pantalla a Robin Williams, quien le podría haber sacado mucho más jugo a su rol de sacerdote. La actriz colombiana que interpreta a la madre de Alejandro, sólo habla español, y eso genera algunos momentos risueños con los actores norteamericanos. Sin embargo, ella es muy mala actriz y deja mucho que desear de un personaje que se podría haber elaborado mucho mejor. Para colmo, cuando ya éramos muchos,aparecen los padres de la novia; dos muñecos sobreactuados interpretados por Christine Ebersole y David Rasche (Muffin y Barry). Resumiendo… Reunir a una familia que ya estaba desgastada desde hace mucho tiempo, para intentar celebrar una boda pacífica; no es buena idea. Resumiendo mejor: Pensá bien, antes de encargar los canapé. @CinemaFlor
Brilloso elenco anima unos módicos enredos Se pasa el rato con esta comedia de gran elenco y pequeñas aspiraciones. Remake norteamericana de una buena historia francesa, pinta alegremente los enredos de una boda medio engañosa. El hijo adoptivo se casa y a la ceremonia vendrá su madre biológica. El problema es que él siempre le pintó una familia sustituta ejemplar, y la realidad es un poquito distinta. Y para que la pobre mujer se vaya contenta, habrá que fingir. Así es como los padres adoptivos, malamente divorciados, vuelven a estar juntos por unos días, para lo cual deben desalojar a la tercera en discordia, que se ofende y muestra las garras, y la hilacha. Tampoco la hija es materia dispuesta. No acaban ahí los problemas, pero con este anticipo ya puede imaginar el lector cómo viene la mano. Hay enredos, posibilidades de lucimiento actoral, una casona hermosa en Conneticut, expectativas de fiesta con lindos vestidos, linda fotografía, posible reconciliación, en fin. Robert De Niro, Diane Keaton y Susan Sarandon parece que estuvieran rascando en la temporada marplatense, pero ya tienen tanta cancha que caen por demás simpáticos. Los secundan Ben Barnes (el príncipe Caspian), Amanda Seyfried, Robin Williams en rol de cura, Katherine Heigl, y Patricia Rae, neoyorquina nieta de colombianos que acá hace de madre. Su hijo en la ficción es Barnes, inglés de pura cepa que hace de colombiano con entonación mexicana. El responsable es Justin Zackham, cuyo mayor mérito hasta ahora es haber escrito el guión de "Antes de partir", la de Rob Reiner con Jack Nicholson y Morgan Freeman, y aquí oficia de director, coproductor, guionista y adaptador del texto original. No lo hace mal, simplemente lo americaniza a gusto, es decir lo vulgariza con cierto lujo. El original se llama "Mon frére se marie" (Mi hermano se casa, J.-S. Bron, 2006), el pibe es vietnamita interpretado por un vietnamita, Quoc Dung Nguyen, visto hace poco en "Le Havre", de Kaurismaki, y a la cabeza están Aurore Clément y Jean-Luc Bideau, buenísimos pero no tan carismáticos como la pareja Keaton-De Niro. Por quienes uno paga la entrada aunque la película sea solo para pasar el rato, ésa es la verdad.
he Big Wedding, basada en el film original francés Mon frère se marie, es un claro ejemplo de todo lo malo que genera la comedia costumbrista estadounidense, un despropósito tan grande que ni las aplastantes figuras en el elenco pueden salvar. Es impensable la cantidad de películas que recurren al tópico de una boda con traspiés en el género de la comedia. Hay algo inevitablemente caótico que genera que estas producciones se sucedan una tras otra y el quid de la cuestión radica en que las tramas pueden resultar similares pero el talento actoral tiene que destacar y llamar la atención. Si uno ve el póster, se puede dejar llevar por los nombres de Robert De Niro, Diane Keaton y Susan Sarandon como trío con mayor kilometraje delante de las cámaras, pero la sorpresa que nos depara no es grata, sino todo lo contrario. Una comedia debe tener un mínimo argumento interesante, radicalmente diferente a otras del mismo estilo, pero el guión de The Big Wedding elige ir por el terreno seguro y jugar sus cartas más bajas, las que de seguro generan conflictos hilarantes. Pero no. La gran falla argumental del director y guionista Justin Zackham es que ni siquiera su historia queda a mitad de camino entre la comedia o el drama. Todos sus intentos por ganarse una carcajada o una mísera lágrima por parte de la platea son nulos, no tienen la suficiente potencia como para lograrlo. Los chistes son escasos y se notan cansados, así como también a los protagonistas, que caen en el peor pecado de todos: actuar por el cuantioso cheque y entregar un 10% de su talento al proyecto. ¿Cuántas veces hemos visto ya a Diane como la divorciada madre de un clan? ¿Es ese Robin Williams repitiendo el papel de cura que ya vimos en esa otra película? ¿Susan ha perdido el norte y terminó en este telefilm? La lista sigue: desde el momento en que uno de los hijos del matrimonio se dice célibe hasta encontrar el amor y que el novio tiene una hermanastra colombiana, el destino de esa línea argumental está sellada, sin sorpresas. ¿Acaso no había disponible un potable actor latino para interpretar al adoptado y sin embargo nos quedamos con el inglés Ben Barnes, de pasable acento castellano? The Big Wedding es lo que un fin de semana de lluvia podría considerar pasable, pero que con su historia en tono de comedia atrasa años luz y resulta francamente milagroso su estreno en salas comerciales. Lo siento mucho, Diane, Susan y Robert, pero esta vez, los pulgares van hacia abajo.
Una comedia algo superficial El argumento de este filme es parecido al de "La jaula de las locas", pero carece del ingenio de aquella obra teatral. Resulta curioso, que este equipo de grandes actores hayan aceptar trabajar en esta comedia. El argumento de este filme es parecido al de "La jaula de las locas", pero carece del ingenio de aquella obra teatral. En el caso de la pieza de Jean Poiret, un muchacho en tren de casamiento, quería disimular que su padre vivía con un travesti, para que no alterará la moral tradicional de sus suegros. En "El gran casamiento", Alejandro (Ben Barnes), un muchacho que se quiere casar y es hijo adoptivo de Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton), una típica pareja estadounidense, pide a sus padres que oculten su separación, porque Madonna (Patricia Rae), su madre biológica de origen colombiano, vendrá al casamiento y es una mujer muy creyente. Pero nada saldrá como esperan. Porque también está Bebe (Susan Sarandon), la mujer actual de Don y los padres de la novia, uno de los cuales tuvo una relación con Ellie. Además, Madonna, la madre biológica de Alejandro, no viene sola y Nuria (Ana Ayora), la chica que la acompaña, que no tiene nada de pudorosa, pondrá en apuros a más de uno. LOS AMERICANOS Esta comedia superficial, de argumento inverosímil, abundante en clichés, lugares comunes y situaciones poco divertidas, pero que pretenden serlo, tiene un equipo actoral que muchos envidiarían, pero, o Justin Zackham, el director, es un gran negociador y vendedor de fantasías y peces de colores, o hay algún misterio en la aceptación de este elemental producto. Hay momentos de sexo de mal gusto, respecto de los inconvenientes por los que atraviesa el futuro marido y cierto racismo en las marcaciones de los personajes latinoamericanos. "El gran casamiento" tiene varios minutos de más, el personaje de Don (Robert De Niro), que es un escultor, exhibe todos los defectos que puede tener un hombre que actúa como un "pelele" prejuicioso y las mujeres son presentadas como en una comedia universitaria de "nerds", desvalorizadas, triviales, serviles y tontas. Desde ese punto de vista resulta curioso, que este equipo de grandes actores hayan aceptar trabajar en esta comedia.
Hasta que la verdad los separe Ettore Scola, un cineasta que supo mostrar como nadie la realidad de su pueblo italiano con filmes como La familia o Feos, sucios y malos, dijo que si bien la globalización del cine tiene elementos positivos, la relajación de las fronteras culturales es negativa porque impide mostrar identidades auténticas. Al revisar el origen de El gran casamiento se descubre algo de eso. Todo comienza con una comedia francesa de 2006 titulada Mon fuere se marie, o sea, Mi hermano se casa, que parece que no es descollante. Por si esto no fuera suficiente, Justin Zackham, nuevo guionista y director, la ha deformado para aggiornarla al gusto del espectador norteamericano y convertirla en una película que pareciera querer seguir la moda de La familia de mi novia (con Ben Stiller), donde –oh casualidad– también trabajó Robert De Niro. En el largometraje francés, los protagonistas son suizos, y tienen un hijo adoptivo vietnamita. En el norteamericano, es colombiano. El día en que la madre de este muchacho, que nunca perdió contacto con él, avisa que irá a visitarlo para acompañar su casamiento, las cosas se ponen difíciles. Los papás del corazón de Alejandro no quieren que la señora, que es bastante conservadora, se entere de que la familia está “patas para arriba” (por divorcios, peleas, infidelidades y demás), y arman una estrategia para engañarla. Lo tragicómico es que para eso, la actual pareja del patriarca de la casa, debe dejar su mitad de cama para que la ex la ocupe durante la farsa. Algunos chistes no funcionan demasiado y otros sí en El gran casamiento, lo cual la convierte en una comedia despareja, que en cambio se beneficia de tener un gran elenco, hermosas locaciones y buena música. Le falta también un poco de coherencia interna. Hay situaciones que no se explican dentro de la lógica del argumento, y eso descoloca un poco, porque algunos personajes se vuelven caprichosos o insensatos, y algunos conceptos, como la ironía en contra de la moral petrificada, se quedan en lo banal.
CASORIO PESADO Comedia liviana, previsible, con personajes estereotipados, poca gracia, mucho ridículo y resoluciones forzadísimas. Cuesta ver en semejante historia figuras de los kilates de De Niro, Keaton y Sarandon. El tema es tan tonto como su desarrollo: una pareja que se divorció hace tiempo deben aparentar seguir siendo marido y mujer para no desilusionar a la madre de su hijo adoptivo, una colombiana pacata, estricta, conservadora. Con un poco de gracia, la cosa se podía haber arreglado. Pero tal como está, da pena. Todo es ridículo, hasta ese muchacho ¡de 29 años! que debe pedirle a la mami que lo deje acostar con una linda colombiana que vino a la fiesta de casamiento. En resumen: son diez idiotas haciendo payasadas, incluyendo un cura medio borrachín.
El borde del altar Algunas comedias se hacen sólo con los actores que las protagonizan y este es el caso de “La gran boda”. Con las actuaciones estelares de Robert De Niro, Susan Sarandon, Diane Keaton, Katherine Heigl y Robin Williams nada puede salir mal y digan lo que digan, va a resultar atractivo. ¿Será por eso que el director y guionista del filme, Justin Zackham, no se esmeró en absoluto? Queda a criterio de cada uno. La película trata de la boda de Alejandro (Ben Barnes), hijo adoptivo de Ellie Griffin (Diane Keaton) y Don (Robert De Niro), quien ahora se encuentra en pareja con Bebe (Susan Sarandon). Pero, cuando Alejandro les anuncia que su madre biológica (Patricia Rae) asistirá a la boda y que, debido a sus estrictas creencias religiosas, no debe saber que Ellie y Don están divorciados, se verán obligados a aparentar que son un matrimonio feliz, y Bebe tendrá que salir de escena. ¿El resultado? Una comedia donde reinan las palabras subidas de tono que buscan la constante carcajada, pero no logran conseguirla. Una historia débil, que si no fuera por la brillantez de sus actores, sería un real fracaso. Sin embargo, la película muestra que ninguna familia es perfecta, que todos cometen errores y también que en la vida existen varios tipos de amor.
Mucho elenco y pocas nueces En el cine estadounidense abundan las películas sobre reuniones familiares en casas de revista de decoración ubicadas en las afueras y que cuentan casi siempre con muelle y lago propios. Generalmente, el motivo de estos encuentros es una boda o algún otro acontecimiento importante y son la excusa para que los protagonistas solucionen sus problemas afectivos al final de la película. Algunos ejemplos de este tipo de cine al que son tan afectas las señoras de más de cincuenta son Alguien tiene que ceder, Dani, un tipo de suerte y La propuesta. Es una lástima que Justin Zachman, director de El gran casamiento, haga que los títulos anteriores parezcan joyas de la comedia al desaprovechar un reparto multiestelar en este film plagado de estereotipos, escenas soporíferas y en soluciones antojadizas y apuradas para los conflictos de los protagonistas. Don (Robert De Niro) está en pareja con Bebe (Susan Sarandon) pero antes estuvo casado con la mejor amiga de esta, Ellie (Diane Keaton) con quien tiene tres hijos: Jared (Topher Grace), Lyla (Katherine Heigl) y uno adoptivo, Alejandro, quien se casará con Missy (Amanda Seyfried). Como la ultracatólica madre biológica del novio vendrá de Colombia para asistir a la boda, el muchacho les pedirá a sus padres divorciados que finjan ser un matrimonio bien constituido mientras dure la estadía de la mujer para que apruebe el enlace de su hijo, mentira que causará problemas a Don con su actual mujer y que dará lugar a una serie de confusiones y equívocos en los que se verá envuelta el resto de la familia. La primera parte de esta remake de un film suizo llamado Mon frère se marie no es mala, ya que durante la presentación de los personajes principales y sus avatares sentimentales, las escenas son ágiles y los diálogos frescos. Es en este segmento cuando más se lucirá el triángulo De Niro – Keaton – Sarandon (esta última protagonizará el momento más sensual del año cinematográfico, al levantarse el vestido y abrir sus aún hermosas piernas para que De Niro le practique sexo oral sobre una mesa) y cuando más se notará el oficio y el timing de Heigl para la réplica justa. Este comienzo esperanzador no será más que un espejismo, ya que con la llegada de Madonna, la madre del novio y su hija Nuria (la bella Ana Ayora), lo que debió haber sido una trama de enredos graciosa y ligera, terminará siendo una sucesión de momentos aburridos e inconexos que, a fuerza de soluciones apresuradas e ilógicas, acabará en el happy end al que nos tienen acostumbrados este tipo de películas. Además de confirmar que para Hollywood sólo hay dos tipos de latinos, los católicos medievales y las bombas sexuales, sorprende el desperdicio de un elenco como este y que no se haya logrado hacer, no digo una gran película, sino aunque sea un producto a la altura de semejantes nombres. Ah, la frutilla de esta indigesta torta de casamiento es el insufrible Robin Williams repitiendo el papel de cura católico retrógrado con el que nos había torturado en ese otro bodoque llamado Licencia para casarse.
El gran casamiento A priori, los condimentos que se sugieren desde el afiche publicitario prometen varias cosas: Comedia al estilo clásico de los ‘40 y ‘50, gran elenco, buenos gags y mejores diálogos. Es lo que promete “El gran casamiento”, a priori... Es muy distinto lo que sucede una vez iniciada la proyección, y digo iniciada porque desde el minuto uno la situación está sospechosamente forzada. Don (Robert de Niro) y Bebe (Susan Sarandon) están en pleno coqueteo previo al sexo, mientras Ellie (Diane Keaton), la ex de Don, recién llegada de visita, se pasea por la casa en puntas de pie para no ser descubierta y pasar un momento embarazoso… Ocurre el momento embarazoso con Robert de Niro despatarrado en el piso en una de las caídas menos orgánica y peor simuladas de la historia. Ojo, ya tenemos a tres de los más grandes actores de la historia de Hollywood en el mismo encuadre, sin embargo algo parece no funcionar. Se prende una señal que avisa: "A partir de este momento todo depende del talento de los presentes" Alejandro (Ben Barnes), hijo adoptado por Don y Ellie antes de separarse, está a punto de contraer matrimonio bajo la supervisión estricta del Padre Moinighan (Robin Williams). Al evento van a asistir todos, incluida la madre biológica (Patricia Rae), quien desde lo verbal se presenta como ultra conservadora porque es ultra católica. Digamos que se trata del personaje a temer. Lo cierto es que para satisfacer a su madre colombiana Alejandro les pide a sus padres adoptivos y separados que simulen no estarlo durante el fin de semana del casorio. Don accede insólitamente ante la atónita mirada Bebe, quién le echa en cara el asunto que en realidad originó el hijastro. Para cuando la madre biológica se hace presente, varios personajes ya desfilaron por la pantalla, y desfilaran otros tantos. Como si el director quisiera presentarnos a todos los invitados cada uno con sus propios problemas Lo que supondría una comedia de enredos en el marco de un casamiento mal encaminado, se transforma en un continuo aburrimiento merced a dos factores: El primero, los diálogos y situaciones extraídos de lo más básico del género, pero sin ningún trabajo que permita a los actores hacerlos propios. Como si lo que dice cada personaje estuviera casi disociado de lo corporal con lo cual, hay muchos pasajes que rayan el ridículo. El segundo factor tiene que ver con la compaginación. Jon Corn va a una velocidad menor que la que piden los gags quitándole punch a lo poco que ofrece el guión merced al primer factor. Adicionalmente, la historia está superpoblada con personajes que aportan dudosos tanto a la comicidad como, por ejemplo, la relación del hermano de Alejandro con la hija promiscua de la madre biológica. Por estas razones “El gran casamiento” atrasa 50 años en su realización y en su pretensión de comedia familiar clásica, y gran parte se lo debe a la dirección de Justin Zachkam, quién parece haber confiado más en el elenco en lugar de apoyarse en una buena historia bien planteada y desarrollada. Apenas si con las apariciones de Robin Williams se logra esbozar una sonrisa, pero como escasea la dirección de actores el gran actor va un paso más adelante que el resto. Demasiado reparto para poco argumento.
Las tres estrellas tienen como único motivo que los actores son simpáticos. Pero cualquiera que haya visto alguna comedia de Teatro como en el teatro (gloria a Nino Fortuna Olazábal) o de Darío Víttori en nuestra TV de los 70 sabrá de qué va este asunto. A y B se casan, padres de A están divorciados y papá formó nueva pareja con la mejor amiga de mamá, pero deben fingir por unos días ser la familia que alguna vez fueron porque los padres de B “verdaderos” son católicos. Robin Williams, a la manera de un Osvaldo Pacheco de las superpotencias, hace de cura. Si esta reseña le parece llena de referencias a la televisión argentina del pasado es porque el film es, sobre todo, una antigualla absoluta. Por suerte, De Niro se divierte, Susan Sarandon sigue linda y Diane Keaton tiene el timing más o menos intacto. Si los adolescentes tienen pochoclerismo con Rápidos y furiosos (por lo demás, excelente film de acción), los adultos de más de 50 y las parejas en plan de casamiento tienen estos films. Bussiness are bussiness.
(Anexo de crítica) Supuestamente todo comienza con una gran boda, la que da título al film, pero en realidad “El Gran Casamiento” (USA, 2013) de Justin Zackham, es una película que analiza relaciones sentimentales de un grupo de personas con algunos secretos. La boda es sólo el disparador para que las miserias sean puestas al día. El McGuffin ES el casamiento, pero la relación entre los protagonistas mayores es el motor. Acá hay una joven pareja Alejandro y Missy (Ben Barnes y Amanda Seyfried), que decide casarse. Alejandro es hijo adoptivo de Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton). La pareja está separada hace unos años y Ben ha formado pareja nuevamente con la mejor amiga de Ellie, Bebe (Susan Sarandon). Alejandro decide invitar a su madre biológica, una mujer colombiana ultraconservadora católica (Patricia Rae) quien desconoce la separación de Don y Ellie, por lo que les pide que actúen como matrimonio durante la boda. Desde ese momento el casamiento se desvanece y lo que en otras clásicas comedias románticas que profundizan sobre el estrés y la locura de organizar como posibilidades, acá asistimos a un muestrario de situaciones relacionadas a la “tercera edad”, el Viagra, el sexo oral, las arrugas, el cuerpo en decadencia, los dolores, etc. Por otro lado hay un grupo de jóvenes, los otros hijos de Don y Ellie, Lyla (Katherine Heigl) y Jared (Topher Grace), perdidos por el mundo y complicados con sus vidas. Lyla es una mujer bastante conflictuada y recientemente separada de su novio e inexplicablemente Jared es “casto” (hasta que llega la hermana biológica de Alejandro y... ejem!, mejor no spoilear tanto!). Y aquí la película otra vez atrasa unas décadas, porque si bien arranca con una escena que intenta ser bastante “osada” (Robert De Niro intenta hacerle un cunnilingus-si otra vez esta horrible palabra- a Susan Sarandon mientras Diane Keaton accidentalmente está presente) después intenta imponer valores que ya hace tiempo han dejado de estar presentes no sólo en las películas norteamericanas, sino, principalmente, en la cultura, como la castidad, el matrimonio, la familia, la religión. Con un gran elenco que incluye a David Rasche (el célebre Sledge Hammer) hasta la participación de Robin Williams (haciendo de cura, una vez más), Zackham hace lo que puede, con una puesta en escena lineal y sin artificios, para levantar el ritmo en esta comedia retrógrada y que quizás funcione mejor en una sala teatral. Algunos chistes efectivos, algunas bromas a otras stars de Hollywood (“No te hagas la Jane Fonda”) hacen de “El Gran Casamiento” una oportunidad más para ver el histrionismo de De Niro, Keaton y Sarandon en la pantalla grande, no más que eso.
Una comedia de enredos llena de mentiras y engaños. La historia comienza cuando uno de los hijos decide casarse y toda la familia se reúne. Ellie (Diane Keaton) y Don (Robert De Niro), se encuentran separados, son padres de tres hijos grandes y cada uno fue organizando su vida: Lyla (Katherine Heigl), Jared (Topher Grace) y un hijo adoptivo Alejandro (Ben Barnes), a punto de casarse con Missy (Amanda Seyfried). Cada uno de los integrantes de esta familia acarrean sus conflictos, por un lado estan los padres adoptivos del novio, ellos se encuentran separados cuando Don engaño a su esposa Ellie con Bebe (Susan Sarandon), la mejor amiga de ella. Desde entonces, Don y Bebe viven juntos. Ante la futura boda Ellie vuelve a su ex casa después de diez años, y ahora le toca dormir en la habitación de huéspedes. Mientras la joven pareja organiza la ceremonia religiosa con el sacerdote Moinighan (Robin Williams), un dialogo interesante, entre la ironía, las diferencias religiosas, los dogmas de la iglesia, la creencia de ellos y la de la familia. Durante las primeras horas de la estadía de Ellie surgen varias diferencias y momentos bastantes tensos, pero el conflicto mayor es cuando Alejandro le dice que viene su madre biológica Madonna (Patricia Rae) que es muy religiosa, trabaja en el obispado y es muy tradicionalista. Y les pide a sus padres adoptivos que finjan sólo por unos días que aun están casados para no asustarla. Uno de los problemas es que a quien dejan de lado es Bebe, que formó parte de los preparativos para la boda. No cuenta con mucho tiempo para darle un vuelco al problema, y llegan los familiares de Alejandro, hermana Nuria (Ana Ayora) y Madonna, por primera vez a Estados Unidos y no sabe hablar inglés. Son momentos difíciles para todos los personajes ante estos familiares. Esta es una simpática comedia coral, con un gran elenco, entretiene, le falta más romanticismo, emoción, picardía y es muy previsible. Surgen diálogos divertidos, porque cuenta con estupendas actuaciones, (esto es lo que salva gran parte de la película). Los constantes juegos de Robert De Niro, Diane Keaton y Susan Sarandon, los suegros, los problemas de Katherine Heigl como Lyla que se acaba de separar porque no puede quedar embarazada y las peleas con su padre y con el resto. Como casi todas las familias, salen a la luz sus miserias, sus desventuras, sus secretos y tensiones, que familia como se suele decir no tiene un muerto en el placard.
Una boda y cuatro funerales Con pelito largo (poco) y barba rala, Robert De Niro reincide en el rol de padre. En esta oportunidad, el protagonista de Taxi Driver no es el padre de la novia, sino del novio; aunque tampoco, para la extraña lógica de este film, sería exactamente eso. En busca de un giro distinto, desopilante, y arribando al resultado opuesto, el director Justin Zackham guionó (sobre libro de Jean-Stephane Bron) el casamiento de un muchacho (Ben Barnes) que obliga al reacomodamiento de su familia liberal, presidida por Don Griffin (De Niro), para complacer a su madre biológica, una colombiana católica. Zackham podía haberse centrado en la vida de Alejandro Griffin (Barnes), para darle sustento a un film que pueda generar empatía (como los personajes de Ben Stiller), pero eligió la gastada comedia de enredos, hundiendo a la película junto a un elenco estelar que completan Robin Williams (como el párroco nupcial), Diane Keaton y Susan Sarandon (como las madres adoptivas de Alejandro). El gran casamiento demuestra que sin un buen guión (por no hablar de una buena idea) nadie puede hacer milagros, y lo único cómico es imaginar la cara de De Niro cuando le proyectaron la película. No hay problema Bob; siempre hay tiempo para resucitar a los Fockers.