Bifes y achuras tridimensionales La saga continúa, con más obscenidad tortuosa. Pornografía sádica, obscenidad tortuosa: no mucho más. O sí. Tal vez El juego del miedo 7 3D (que no provoca miedo sino repugnancia) ofrezca otros matices. Por ejemplo: una ideología siniestra barnizada de corrección política. ¿Cómo? En El juego ... se martiriza, se mutila, se eviscera, sí, pero no a gente como uno sino a racistas, a adúlteras (atención con las mujeres) y a mercaderes farsantes. Gran mensaje. Hay más: un policía atacado por un adicto (luego liquidado por otro policía), que aclara: “Me atacó, pero no era para aplicarle la pena de muerte”. Ojo: que tanta línea garantista no mitigue la adrenalina. Lo cierto es que, más allá de pertenecer a una saga gastada, cada vez más indolente -ya no importan, si es que alguna vez importaron, la evolución dramática, la construcción de personajes, ni siquiera el argumento- la séptima película de El juego... ofrece una sola vuelta de tuerca: el efecto 3D. Si antes el regodeo era mostrar torturas en planos detalle, ahora se apuesta a algo más sofisticado: que el espectador sienta que casi puede entrar por cada tajo, hacia cada hueso quebrado, hacia cada órgano lacerado. Una decisión comercial, claro, pero también una toma de posición ética y estética: clara, sin límites. El detective Hoffman (Costas Mandylor) persigue a Jill (Betsy Russell), viuda de Jigsaw (Tobin Bell), quien vuelve como siempre de la muerte en forzados y breves flashbacks. Gibson (Chad Donella) custodia a Jill e investiga la desaparición de un hombre, supuesta ex víctima de Jigsaw, que hizo fama y fortuna vendiendo libros sobre cómo se sobrepuso a los tormentos. Este hombre es, en realidad, un mentiroso. Y recibirá su cruento merecido. ¿Importará todo esto? No. En la lógica comercial del director Kevin Greutert sólo valen los cortes y achuras. ¿Serán los últimos? Dudoso.
La misma historia de terror, por séptima vez Hay público para todo tipo de películas, porque dice un viejo refrán que "en materia de gustos y colores no hay nada escrito". Sin embargo, cuando se trata de obras como ésta, perfectamente calificable como torture porn , la cosa cambia. La serie de films El juego del miedo , que ya va por su séptima entrega, no es más que eso, una rutina sangrienta llevada al límite de lo tolerable para cualquier ojo sensible. Vacía de contenido, sus argumentos son más elementales que los de cualquier mala película de clase ultra B. Tratemos de ser breves: John Kramer (apodado Jigsaw) es un conocido asesino en serie, una especie de justiciero (¿?) sui generis que arma aparatos en los que pone a prueba a sus víctimas muchas veces en pareja: una sobrevivirá gracias al fracaso de la otra, y así sucesivamente. En este episodio, Umbrella Health es una empresa de seguros médicos dispuesta a frenar los tratamientos que no implican un buen negocio, entre ellos el cáncer avanzado del citado criminal, que decide vengarse de cada uno de los miembros de esa empresa, entre ellos su CEO. También están el siniestro forense Hoffman, varias máquinas picadoras de carne humana y un final con ácido fluorhídrico y tripas al aire. En síntesis, una rutina muy parecida a la del episodio inmediato anterior, y así sucesivamente. Para ser claros: hay quienes les gusta este tipo de películas simuladoras de torturas. Es todo un derecho. Pero eso sí, negar que se trata de un cine que abreva en el sadismo conlleva una decisión, y no se trata de una decisión común y corriente, sino una que implica una buena dosis de perversión. En primer lugar, El juego del miedo VII se ubica en las antípodas del buen gusto y en consecuencia del cine serio, aunque tenga seguidores que valoran este tipo de subproductos con calificativos que le quedan grandes. Es justo reconocer que hay excelentes películas de terror, desde Suspiria hasta Carrie y El resplandor . Pero ni por asomo éste es uno de esos casos, sino todo lo contrario. Surge entonces una pregunta: quienes las consumen -y son muchos- ¿se divierten con este tipo de propuestas una, y otra, y otra vez? La respuesta no es alentadora: parece que sí.
Game over...? Aunque parezca mentira esta séptima entrega de la saga más sádica de los últimos tiempos todavía tiene sorpresas. En la película anterior dejamos al detective Hoffman y a Jill, la mujer de John/Jigsaw, brutalmente enfrentados. La continuidad de esa lucha sigue en este nuevo capítulo que para iniciar, como en los anteriores, tiene un juego para entrar en clima. esta vez con un estilo "reality" y una resolución que apenas anuncia lo que vendrá en los minutos siguientes. Porque esta vez las escenas más fuertes van al límite de lo tolerable, aún para el más morboso. Y si a esto le sumamos que también se presenta en 3D, entonces recomendamos pensarlo dos veces antes de someterse a la ilusión de ser salpicados por litros de sangre y trozos de tripas. El esquema es idéntico a los filmes anteriores, víctimas elegidas por cuestiones moralmente reprochables son sometidas a juegos perversos y sangrientos. Sin dudas, en esta ocasión uno de los mejores es el que tiene a unos xenófobos como protagonistas. Hay que verlo, aunque sea por catarsis. En la trama central, un sujeto que se presenta ante los medios como un sobreviviente de Jigsaw y especula comercialmente con ello. El crescendo final con las pistas presentadas ante el espectador con el fin que comprenda claramente todo es ya un clásico, y deja abierta la puerta para que una octava entrega llegue a los cines el año próximo; esta vez sí, para que todas las piezas del rompecabezas encajen perfectamente.
Hasta “siempre”. En la crítica de El Juego del Miedo VI que aquí linkeo: http://www.asalallenaonline.com.ar/mas-estrenos/88-estrenos-del-51109/227-el-juego-del-miedo-vi.html exactamente un año atrás hacía la misma pregunta que hago luego de salir del cine y ver la séptima entrega, ¿hasta cuándo continuará esta fórmula ya agotada? Vuelvo a destacar algo que inferí en aquella crítica y es que si bien la original y la quinta entrega resultó atrayente, con una idea distinta y revitalizando la saga, ésta última de estreno en el día de hoy cuenta con los peores ingredientes que la saga supo tener. Ya las distintas torturas por conseguir sobrevivir no atraen, ya las idas y vueltas en las que “siempre” aparece un personaje involucrado a continuar la obra maléfica del villano justiciero y lleno de rencor, Jigsaw, cansaron. Su mujer, el policía corrupto, el médico, los pobres del depto. policial que siguen “siempre” tardíamente los rastros para poder descubrir algo, “siempre” llegan tarde, “siempre” alguien los traiciona desde adentro. En fin, un guión que si tomásemos una hoja de papel y escribiésemos éstas palabras sueltas, presentes en cada una de las secuelas de la saga, “siempre” estuvieron presentes. Ya los juegos son absurdos, no demuestran nada que ya no hayamos visto con anterioridad y mejor. Podríamos hablar del 3D añadido, pero tampoco es un elemento que añada algo, es de esos filmes que no son concebidos específicamente en 3D sino para captar una mayor audiencia, un nuevo atractivo que sinceramente siento está perdiéndose con la cantidad de estrenos mensuales que ofrecen innecesariamente el agregado de una dimensión. Dentro del elenco vuelve Cary Elwes (aquel se ingresaba a la primer prueba del primer film) con una pequeña interpretación, tambien presente Sean Patrick Flannery (el jóven Indiana Jones). Jigsaw, por favor no vuelvas. Hasta “nunca”.
Es prácticamente imposible criticar a un film que forma parte de una saga sin tener en cuenta lo que sus fanáticos quieren ver, y es allí donde aparece la controversia, porque si bien "Saw 3D" presenta pocas virtudes cinematográficas, aporta una sensación de cierre y satisfacción a sus mayores seguidores.
Cadenas, sierras y engranajes Desde el 2004 en adelante los fans del terror hemos podido disfrutar –y por suerte sólo en ocasiones padecer- cada eslabón anual de la más que adictiva saga de El Juego del Miedo (Saw), una franquicia que ha sabido mantener el nivel de calidad a fuerza de combinar el policial clásico, el snuff de torturas y el thriller posmoderno a la Pecados Capitales (Se7en, 1995). Ahora todo parece indicar que estamos ante el ansiado desenlace de un relato que acumula casi tantos recovecos como víctimas del inefable Jigsaw (Tobin Bell) podemos llegar a enumerar: así las vueltas de tuerca se acotan, van surgiendo las piezas faltantes del rompecabezas y en especial se destacan las autorreferencias colaborando en el eje narrativo. La trama presenta en paralelo la cacería de la que es objeto Mark Hoffman (Costas Mandylor) por parte de la policía, la obsesión de éste último en lo que respecta a vengarse de Jill Tuck (Betsy Russell) y por supuesto una nueva sesión de “juegos”. Mientras que esta especie de discípulo aventajado de extrema derecha se divierte acosando a la esposa de Jigsaw, nuestro paladín de la justicia hecha carne hoy carga desde el más allá contra Bobby Dagen (Sean Patrick Flanery), un gurú de la autoayuda y presunto sobreviviente de una de esas pruebas de alcances existenciales. El Juego del Miedo 3D: El Capítulo Final (Saw 3D, 2010) es sin dudas la más gore y directa de la serie en cuanto al planteo estético general. En esta resolución tuvieron un papel fundamental tanto el formato en tres dimensiones como el haber limitado el montaje videoclipero del pasado: claramente las dificultades que impone la tecnología y la intervención decisiva de Kevin Greutert, editor histórico y realizador de la anterior, hicieron que la balanza se inclinara hacia las cadenas, las sierras y los engranajes (léase desmembraciones y efectos varios de maquillaje). De hecho, la escena de la comisaria parece ser un homenaje bien explícito a los giallos más desproporcionados de la década del ’70. Si en El Juego del Miedo 6 (Saw VI, 2009) el enemigo era el sistema de salud estadounidense, en esta oportunidad le toca al palabrerío new age y sus bestsellers. Aquí más que el suspenso de pulso frenético lo que domina es una catarata de sentencias hardcore enraizadas en el horror de corazoncito humanista, quizás sumamente macabro y sanguinario pero humanista al fin (otra de las marcas registradas de la evisceración sardónica). Los guionistas Patrick Melton y Marcus Dunstan, máximos responsables de las últimas cuatro entregas incluida la que nos ocupa, ofrecen un cierre digno y a todo trapo, de esos que los seguidores sabrán apreciar en pantalla grande. Resulta un verdadero misterio si Lionsgate y Twisted Pictures cumplirán su promesa de pasar a retiro a su gallina de los huevos de oro, esperemos que así sea para que el agotamiento no se intensifique aún más...
La apuesta a la tecnología 3D es apenas un aliciente para aportar algo novedoso a esta franquicia que desde las últimas entregas ya acusaba cierto desgaste, más allá del ingenio a la hora de poner en práctica las puestas en escenas del sadismo mainstream. Con un guión que no abusa del flashback explicativo como en los anteriores episodios pero que tampoco brilla por su originalidad, El juego del miedo 3D: El Capítulo Final no defraudará a los amantes de la saga y tampoco a quienes busquen sangre, cuerpos mutilados y la tensión generada a partir de la lucha por sobrevivir a las perversiones del implacable Jigsaw y sus secuaces de turno. Esperemos que ésta sí sea la última...
Una forma más pura de perversión Sería interesante que alguien invente un gráfico sobre la evolución de las sagas, con sus picos, sus caídas y sus puntos críticos. En ese esquema improbable, El juego del miedo 7 indicaría un momento de superación. Si en las anteriores entregas lo que parecía dominar era la inercia de la repetición de escenas crueles unidas entre sí por una retorcida noción de juego moral, ahora la cosa va un paso más allá y en cierto modo se desvía hacia una forma más pura de perversión. La espectacularidad sádica es asumida desde el principio de la película. La primera tortura se desarrolla en la vidriera de un negocio del centro de Nueva York. Frente a los ojos impotentes y fascinados de cientos de personas, dos jóvenes rubios y una chica morena, vértices de un triángulo amoroso y pecaminoso, deben decidir quién sobrevive de los tres. Por supuesto, de ahí en adelante, no se ahorran las explosiones de sangre, las tripas que vuelan o las cabezas que se desfondan. Si bien no desaparecen los galpones y los sótanos –donde, como en un negativo del capitalismo industrial, se montan las máquinas de producir muertes,– hay en El juego del miedo 7 una dimensión nueva (tal vez en tributo al 3D): la pública y mediática. Una de las tramas se enfoca justamente en un hombre que se hizo famoso por haber escrito un libro de autoayuda sobre cómo sobrevivió a las torturas y va de gira por los canales de TV como una estrella pop. La otra trama es el conflicto entre la esposa del Jigsaw original (Tobin Bell) y uno de los ayudantes del psicópata (el policía que apareció en El juego del miedo 3 ). En esa guerra, que a la vez incluye una venganza contra otro policía, vale todo. Las razones morales que en las anteriores entregas “ justificaban” las torturas ahora se han convertido en pura perversión. “Pura” por puritana. Porque el goce de estos torturadores no es sexual sino espiritual. Un triunfo sobre la carne. Como si fueran ajedrecistas que movieran, eliminaran y sacrificaran piezas humanas, la mayor satisfacción es ganar para poder decir: “El juego ha terminado”.
El tenso vértigo del final. Nada mejor que encontrarse con la película que uno va a buscar. Y eso logra este filme, identificado como "El capítulo final". El alma de Jigsaw sigue presente en este fin de juego, al menos por ahora, en un registro en 3D que no aporta demasiado a la riqueza estética. Hoffman, el seguidor del legado de Jigsaw, continúa con su venganza sobre aquellas personas que hicieron algo malo en este mundo. Y ahora se encargará de un escritor que se hace famoso por contar cómo sobrevivió a una de sus trampas. Lo terrible es que el escritor inventó todo para enriquecerse y eso es letal para este asesino serial. La película es quizá la que más sangre y gritos tiene de todas. Deja al espectador tenso durante los 90 minutos, tiene vértigo y se respira sólo en los títulos finales. Ideal para amantes de la saga.
Por ser una historia que nunca fue concebida como una serie, ya que las secuelas se fueron construyendo a partir de que el éxito comercial de un film le daba luz verde al episodio siguiente, El juego del miedo llegó al séptimo capítulo con dignidad. Si recordamos que Jason Voorhes en la saga de Martes 13 terminó asesinando gente en el espacio, la conclusión de SAW podríamos decir que dentro de todo es decente. Esta última película de alguna manera funciona como un epílogo extendido que se hizo para contemplar a los fanáticos del gore que se engancharon con esta historia por la violencia. Creo que para cada espectador funciona de manera diferente. Mi atracción por SAW nunca pasó por las secuencias de violencia extrema y el gore, sino por la trama y los personajes. La ambiguedad moral que presentaba Jigsaw y su compleja historia de cómo se terminaba convirtiendo en un asesino serial fue apasionante y lo consagró como uno de los mejores villanos que se crearon en el cine en las última décadas. John Kramer no era un criminal facho que mataba adolescentes por tener sexo como Jason Voorhes y sus clones. Tenía motivaciones que lo llevaban a actuar de esa manera y sus víctimas por lo general o eran escorias de la sociedad o gente que había perdido el camino en su vida y escondía unos cuantos muertos en su placard. Ese concepto me resultó fascinante y creo que fue explorado muy bien en los primeros tres filmes. Todas las relaciones entre los personajes y la expectativa por descubrir el plan final de Kramer hicieron que nos engancháramos con esto por completo y pidiéramos más. Además, la investigación policial y la incapacidad del FBI para detener al asesino hicieron de SAW una serie fascinante. En el fondo, creo que El juego del miedo tiene sus raíces el thriller policial, más que en el terror, y eso siempre me enganchó y es algo que hizo distinto a la saga. Las trampas, mutilaciones y la sangre para mi eran cotillón. Con esta última entrega creo que los productores perdieron el rumbo. La verdad que la historia podía haber quedado cerrada en el film anterior, ya que este capítulo no es más que un ajuste de cuentas entre dos personajes que se podía haber evitado. En SAW 7 la prioridad se la dieron al gore y a las torturas y el argumento quedó convertido en una excusa para mostrar secuencias ultra violentas. Las breves apariciones del muñeco Billy, y el propio Jigsaw son lo mejor del film, justamente porque SAW siempre se trató de Jigsaw y cuando murió, la historia central perdió por completo el interés. De todas maneras, los fans que se engancharon con esta serie por el gore no van a salir decepcionados con este estreno ya que la séptima entrega es la más violenta de todas. La película es un desfile constante de trampas y torturas que se convirtieron en el principal foco de atención en este capítulo final. No hay grandes revelaciones inolvidables y la reaparición del doctor Gordon, interpretado por Cary Elwes (que gordo que esta!) resultó un poco tirada de los pelos, algo que convirtió a la visión de este film en una experiencia decepcionante. Desde el punto de vista argumental. Por otra parte el trabajo que hicieron con el 3D fue pobrísimo y salvo por un par de escenas el sistema no aportó absolutamente nada a la película. Al pedo total. La verdad que por el film que hicieron la actitud de Lionsgate de no mostrar la película a la prensa es totalmente ridícula. Deberían estar agradecidos que todavía hay medios que se tomaron la molestia de verla. En fin, El juego del miedo 7 no está para nada a la altura de las otras entregas pero al menos cerró de manera definitiva (al menos eso espero) esta serie que tuvo grandes momentos con ese tremendo actor que es Tobin Bell.
Ingrato destino cinematográfico el de un villano como Jigsaw, que nació en un film de terror magistral, certero hasta la incomodidad por haber logrado captar la necesidad de morbo de millones de espectadores. Aquel comienzo en la excelente primera parte dirigida por James Wan no tuvo un buen derrotero posterior, se desdibujó en secuelas movidas únicamente por la acumulación de momentos shocker sin nada alrededor. Esta versión, en pobre 3D, no es ajena a eso. El film comienza de la misma manera que sus antecesores: con víctimas de nuestro villano de marras, pero con el agregado de que la situación no ocurre en un sótano pestilente sino en una cabina de cristal ubicada en plena calle y ante la mirada de decenas de voyeurs. Acción. Splatter. Gritos. Corte. Acción. Splatter. Gritos. Corte. Y así sigue la cosa, entre sketches de amputados y cuerpos destrozados, con un nivel de gore, eso sí, que supera a las anteriores películas y con el agregado de un 3D que, sin embargo, está lejos de provocar la sensación de cercanía, esa que sí logra y cada vez mejor la publicidad (para comprobarlo alcanza con llegar temprano a la función). A Jigsaw lo tenemos aquí en algunos pocos flashbacks, destinados a contentar a los fans acérrimos de la saga, mientras que el resto de la acción se debate entre el psycho policía que sigue los pasos del asesino, el oficial que investiga los crímenes y la esposa de Jigsaw, especie de víctima perpetua de la situación. ¿Qué tiene Saw 3D para ofrecer? En términos estrictos de cine, nada, apenas una o dos escenas bien logradas gracias un trabajo desde el gore efectivo, que logra sacudir a los desprevenidos y que hasta moviliza a correr la vista a los amateurs del género. La factura narrativa es pobre, pobrísima, a años luz del film que dio inicio a la saga e incluso de las no tan desgraciadas segunda y tercera parte. Un villano como Jigsaw merecía un final acorde a su módica pero firme leyenda o, al menos, un ¿cierre? que ameritara tenerlo en cuenta como algo más que una de las peores secuelas de la saga.
Cierre perfecto e impecable comienzo Tras la pobre repercusión de la sexta entrega de esta saga, los productores pusieron toda la carne al asador para esta supuesta última parte, llena de personajes y con el atractivo especial de la experiencia en tres dimensiones. En el año 2004 se estrenó El juego del miedo (Saw era el título en inglés) y el éxito de este original y potente film de terror provocó una serie, año tras año, que llega ahora a su séptima entrega, esta vez, con el extra de ser en 3D. Cuando se hizo aquel primer film no existía el plan de generar esta saga que se ha convertido en la más exitosa de las series de films de terror. Su villano, Jigsaw (Tobin Bell), se volvió el más famoso del cine de terror del siglo XXI. Luego de la pobre recepción en taquilla de la sexta entrega de la serie, los productores anunciaron que este sería el capítulo final, y agregaron el interés extra de que sería en 3D. A las ya bastante impresionantes imágenes de los filmes anteriores, entonces, habrá que sumarle esa experiencia 3D. El juego del miedo 7 hace todo lo que puede hacer una ¡séptima! parte. Tiene autoconciencia, relaciona las situaciones con los filmes anteriores, hace regresar más personajes que cualquiera de las otras secuelas, responde algunas preguntas pendientes y finalmente da un puntapié inicial a un desenlace que, increiblemente, es un cierre perfecto a la vez que un impecable nuevo comienzo. Otro mérito es construir una historia coherente y con sentido, utilizando una vez más el recurso de la acción en paralelo (dentro y fuera de los lugares con las trampas de Jigsaw). Aunque sin duda el film es muy fuerte y serán pocos o ninguno los que quieran sumarse por primera vez a la serie o al género a partir de este film, hay que decir que la trama se entiende y que el entretenimiento está asegurado. Se pasan volando los 90 minutos de película. Eso sí, las cuentas regresivas previas a cada activación de las tramas nos llevan al límite de la tolerancia. Los seguidores de la serie se sentirán muy a gusto con todas las novedades, y si acaso hubo un secreto férreo detrás del argumento de la película, es aconsejable que quienes la vean conserven en secreto la historia, para que todos puedan jugar, como corresponde, y seguramente no por última vez, el juego del miedo al que esta serie invita.
Lo que nunca me gustó de la saga de El juego del miedo es el trasfondo moralista que los guiones le imprimían a las películas, como si la historia de un asesino sádico y con aires de superioridad ética como Jigsaw y la de sus víctimas sometidas a pruebas físicas imposibles no alcanzara para hacer buen cine de terror. Así, la mayoría de las entregas eran, al menos en potencia, ese buen cine de terror (aunque pacato y reiterativo) que caía bajo el peso de sus planteos interminables sobre el castigo y la redención. Por eso es que esta séptima parte es lo mejor que haya dado la serie en mucho tiempo. La película dirigida por Kevin Greutert atiende a los personajes y a la acción mucho más que a los discursos sobre la justicia, y muchas escenas con muertes salvajes se muestran libres y hasta casi gratuitas, como si la franquicia estuviera aprendiendo que un relato de ribetes morales no lo es todo, que el terror también puede ser la sola visión de cuerpos destrozados y que el gore no siempre necesita de tanta justificación narrativa. Algunas de las mejores escenas de El juego del miedo 3D, como la del inicio a la luz del día (ahí ya hay un síntoma de cambio, se sale a la superficie) o la del grupo de amigos acusados de racistas, se encuentran encajadas en la trama por fuera de la historia principal y sus víctimas no guardan ninguna relación con los protagonistas. También hay un sueño que desde el primer instante se percibe como tal sin que eso le quite fuerza a la escena, que en cierta medida señala el pico de madurez de una serie que se permite regodearse en la sangre y la violencia con más libertad que nunca. Otro punto a favor es el de haber apostado definitivamente a la construcción de un nuevo villano: el detective Mark Hoffman, un duro que parece sacado de una película de acción, se revela como un digno sucesor de Jigsaw sin toda la parafernalia misteriosa y grave de aquel. A Jigsaw casi ni se lo ve, y ese es otro signo de aprendizaje: mientras que las películas anteriores dependían constantemente de los flashbacks para explicar y recordar los hechos de una trama demasiado enrevesada y tirada de los pelos (trama que seguía explotando a un villano que ya había muerto hacía bastante tiempo), El juego del miedo 3D se dedica mucho más a contar una historia propia que no entabla con las demás partes más que la conexión mínima necesaria para encolumnarse como otra entrega de la serie. En cuanto al 3D, la función en dos dimensiones permite adivinar algo de la propuesta del director: lo que hay apenas son vísceras que salen de la pantalla y objetos que se le revolean por la cabeza al espectador, o sea, búsqueda de impacto fácil y poco trabajo alrededor de las posibilidades del 3D. Sin embargo, esta última entrega es por lejos lo más interesante que haya ofrecido la serie desde sus inicios hace seis años. El juego del miedo 3D, si bien con algunos problemas, es un exponente más o menos prometedor que habla de las posibilidades que ofrecen el terror y el gore como productos mainstream cuando los realizadores confían en sus personajes y en los materiales con los que cuentan.
THE HOLLYWOOD SAW MASSACRE Desde el año 2004 el cine ha sido bendecido con una dosis anual de hemoglobina y violencia otorgada por la franquicia que ya se ganó un lugar en el libro de records Guinness al ser la saga de terror más exitosa de todos los tiempos. Aunque lo de “terror” es relativo ya que los espectadores no se amontonan en las salas en que se emite alguna entrega de EL JUEGO DEL MIEDO para ser asustados, sino para alimentar ese deseo prohibido del psicópata que llevan dentro; esa sed de sangre que solo pueden saciar con la porno-tortura (o gorno, según algunos críticos) característica de la franquicia que este año se despide con una historia atrapante e híper violenta, que otorga a los fanáticos todo lo que querían ver. Y aunque algunas piezas no encajen a la perfección en este rompecabezas dirigido por Kevin Greutert, el increíble e inesperado final convierte a EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL (SAW 3D, 2010) en un producto disfrutable, entretenido y a la altura de las otras buenas entregas de la franquicia. Aunque sea difícil de creer, la saga más sádica de los últimos tiempos todavía tiene sorpresas. Inmediatamente después del final de la película anterior, el desfigurado Hoffman (Costas Mandylor) y Jill (Betsy Russell), la esposa del difunto John Kramer (Tobin Bell), empezarán una lucha por el legado de Jigsaw. Mientras tanto, un grupo sobrevivientes a los “juegos” se reúne para buscar el apoyo de un experto en autoayuda: Bobby Dagen (Sean Patrick Flanery), un hombre cuyo oscuro secreto desatará una nueva ola de terror. Esta sin duda no será la más sangrienta - ¿Qué podría superar la cirugía de cerebro (SAW III, 2006) o la autopsia de Jigsaw (SAW IV, 2007)? - ni la más original - ¿Hay alguna idea más arriesgada que situar todo un film en un baño (SAW, 2004) o hacer que su historia suceda al mismo tiempo que la de la entrega anterior (SAW IV, 2007)? - pero si duda es una de las más interesantes. Primero porque, aunque el 3D no es aprovechado al máximo, el realismo que gana con esta nueva tecnología es de verdad aterrador y si hace, como lo anticipó la campaña de marketing, que las trampas cobren vida. Segundo porque va más allá de las críticas a los sistemas de salud, la crueldad humana, las adicciones y demás, para tocar un tema fresco y original: El palabrerío new age, las mentiras, sus bestsellers y el costo de la fama. Tercero y no menos importante, por su impactante y gran final - tal vez el más sorprendente de todos - que logra salvar esta séptima parte de convertirse en una de las entregas menos eficaces junto a SAW II (2005), SAW V (2008) y SAW VI (2009). Lo que pasa aquí es que, al no lograr encajar de manera correcta sus historias (la de Jill Vs. Hoffman y la de Bobby Dagen), EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL se tropieza en más de una ocasión, desequilibrando la narración y haciendo creer al espectador que está viendo dos películas al mismo tiempo. Una es un inquietante thriller de suspenso con Jill y Hoffman en un terrorífico aunque algo alargado juego del gato y el ratón. La otra, con su canónica estructura, parece ser una floja secuela más de la saga, con un jugador intentando salvar a sus conocidos de las violentas trampas de Jigsaw en un laberinto de torturas similar a los de SAW II (2005), SAW IV (2007) y SAW VI (2009). Tal vez aquí los juegos no sean los más elaborados y su objetivo sea solo mantener al espectador interesado - o asqueado - mientras desarrollan la otra línea narrativa más relevante, pero la historia previa de Bobby Dagen que desata el torbellino de violencia evidencia un notable crecimiento creativo que valdría la pena exprimir en próximas entregas. Lamentablemente, la saga SAW ha llegado a su fin y, como nos tiene acostumbrados, el desenlace al ritmo de su frenético leitmotiv y su veloz montaje hace encajar ambas historias y sus piezas de manera inteligente. Esta vez el cierre parece y podría ser el definitivo. Un final casi perfecto y, a la vez, un impecable nuevo comienzo que satisface, sorprende y hasta hace cambiar por completo el punto de vista de toda la saga, pero que sigue dejando algunas preguntas que no estaría de más contestar. (SPOILERS) Por ejemplo, quienes eran los otros dos con la máscara de chancho que acompañaban al Dr. Gordon. (FIN DE SPOILERS) Tal vez la duda más grande sea porque los responsables de SAW 3D decidieron comenzar su film con esa tortura pública presenciada por varios ciudadanos, en la que un juego de sierras amenaza las vidas de los jóvenes integrantes de un triangulo amoroso. Dicha escena no encaja ni tiene ninguna relevancia en la historia del film y es más que obvio que está allí solo para “enganchar” al espectador, impactar con el uso del 3D y mostrar/acusar a modo de espejo la morbosidad del ser humano que se preocupa más en registrar con su celular los violentos hechos que en ayudar a alguien que lo necesita. Sin embargo, y a pesar de que los trailers nos prometían que había llegado la hora de que todos sean testigos de la obra de Jigsaw, lamentablemente nada en esta secuencia tiene que ver con Bobby Dagen o el enfrentamiento entre Jill y Hoffman. Si no fuera por lo bien que está presentado, por su perversidad, su sangriento desenlace y la fuerza con que hace empezar el film, se podría simplemente prescindir de ella e ir a los bifes. Al ser la séptima y última parte, es casi obligatorio que esta película cuente con algo de autoconciencia, referencias a los films anteriores y respuestas a preguntas pendientes. Pero, como a partir de la quinta parte la saga se malacostumbró a ignorar su procedencia, en más de una ocasión, EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL no le brinda el debido respeto a Jigsaw y a su legado. Como no podía ser de otra manera, el enorme Tobin Bell sigue formando parte de la franquicia a pesar de haber muerto en la tercera parte, pero su breve aparición es lamentable. Fuera de eso, este desenlace le otorga a los fanáticos todo lo que querían ver. Desde la legendaria trampa de la mandíbula (The Reverse Bear Trap) funcionando hasta regresar al baño donde comenzó todo, saber qué pasó con el Dr. Gordon después la primera SAW y formar otra vez parte de la atrapante y siniestra psicología políticamente incorrecta de Jigsaw que, con cada nueva secuela, uno va aceptando más y más. Ya alejada por completo del terror para centrarse en el gore, la franquicia de EL JUEGO DEL MIEDO presenta su último acto y la pieza final de este puzzle cinematográfico que encaja justo. Dos historias entretenidas que se entrelazan como pueden, muchos personajes, actuaciones correctas - entre las que se destaca el tétrico Costas Mandylor (Detective Mark “abuso del cuchillito” Hoffman) -, litros de sangre y un desfile de dolorosas e impresionantes escenas. Esto compone el final de la historia de Jigsaw que, a lo largo de siete películas supo mantenerse en una misma línea, tanto argumental como estética. A esta altura, muchas otras franquicias de terror bordaban el ridículo - en FRIDAY THE 13th - PART VII: THE NEW BLOOD (1988) ya había un personaje con poderes psicológicos, mientras que en NEW NIGHTMARE (1994) el Freddy Krueger de las películas escapaba al mundo real para atemorizar a la actriz Heather Langenkamp -, pero SAW siempre trató de mantenerse fiel a su estilo. Y seis años después del comienzo, el mensaje sigue siendo el mismo: Valora tu vida. Pero, al no saber cuánta sangre estarían dispuestos a derramar para seguir viviendo, a los espectadores podría costarles trabajo cumplir con la petición de Jigsaw. Así que, por el momento, que al menos aprendan a valorar films como EL JUEGO DEL MIEDO 3D: EL CAPÍTULO FINAL. Ahora sí, "game over".
La sangre represora Es cuanto menos llamativa y hasta encomiable la pulsión de la franquicia de El juego del miedo por convertirse en una saga con todas las letras, con una historia coherente que sirva como hilo conductor y personajes con todo un entramado detrás. Se ven esfuerzos denodados por atar cabos y explicar diversas acciones a través de otras reacciones, y viceversa. Como si se quisiera construir toda una leyenda, un objeto de culto sólo para entendidos. El problema es que toda esa edificación, toda esa red conceptual, se cae a pedazos al primer soplo. Es todo un castillito de arena construido con ladrillos de moralina barata, violencia gratuita y pornográfica, arbitrariedad total en las diversas tramas. Este, el séptimo capítulo, es supuestamente el último, el final de la franquicia. Sin embargo, la sensación de un círculo cerrándose por completo está lejos de ser lograda. Es más, da la impresión de que todo está preparado para una octava entrega. Todo es puro estiramiento, una progresión que se convierte en una sucesión de tropiezos. Pero lo peor es esa violencia cuasi masturbatoria, con una escena de tortura tras otra, enmarcada en una moral opresiva, represiva, racista, machista y misógina. Esto se ve potenciado por el 3D, que funciona como excusa para los realizadores para arrojar tripas y sangre a los rostros de los espectadores. Hubiera sido grato poder decir que El juego del miedo 3D causó sensaciones parecidas al miedo, el horror, el espanto. Pero es sólo una conjunción de avivadas que pretenden ser inteligentes. Pretender no significa ser. Y las siete películas de El juego del miedo nunca fueron.
Y si de regresos hablamos, ¿que mejor que reseñar el nuevo capitulo de la eterna saga de Jigsaw? Según la buena gente de Lionsgate esta entrega, la primera realizada en 3D, va a ser la ultima pero ya les digo, no hay absolutamente nada de cierre. Es cierto que hay personajes que después de este film ya no van a volver (excepto quizás en flashbacks, como vienen haciendo con el Jigsaw original desde hace cuatro películas) pero también aparecen nuevos e incluso algunos regresos, así que mientras la vaca siga dando algo de leche, este “capitulo final” es tan final como en su momento lo fueron Pesadilla 6 o Martes 13 parte 4, por tirar ejemplos. Es como mucho un “hasta acá llegamos pero dejamos abierta alguna puntita como para poder seguir” Una vez aclarado eso, estamos ante una película que no va a ser recordada ni como la mejor ni la peor de la saga. En el lado de lo malo, lo peor que tiene es que es uno de los capítulos mas predecibles y que mas siguen al pie de la letra la estructura de los films anteriores: un ayudante del Jigsaw original (léase Amanda, Hoffman o quién sea) continua con sus sádicos juegos, algunos aislados y por simple morbo (con el que empieza el film es brillante y ya vale la entrada), otros mas estructurados donde el/los participante/s tienen que ir resolviendo toda una serie de trampas mortales. Mientras tanto algún agente o cana se va acercando peligrosamente a resolver el asunto pero cerca del final hay una gran sorpresa casi siempre conectada al primer Jigsaw. Queda bien claro que los chicos que tomaron la posta de los guiones desde la cuarta película (Patrick Melton y Marcus Dunstan) les interesa mas el espectáculo de tripas y sufrimiento que sorprender con las vueltas de tuerca; algo también obvio con otro film de ellos, ‘The collector’ que es muy recomendable pero no deja de ser una Saw mezclada con un videoclip. Esto no quita que tienen un gran respeto por la historia general y siempre se las ingenian para rebuscar en lo hecho por sus antecesores (esas escenitas descolgadas o que no terminan de cerrar, como los sobres que aparecen aquí y allá) y salir con algo nuevo. Acá también cumplen y de hecho responden una pregunta que viene colgada desde la mismísima primera parte: ¿Qué catzo paso con el doctor Gordon? Esto es el gancho ideal para volver al principio y dejar contentos a todos los que siguen al dedillo la cronología de la saga. El trabajo de dirección de Kevin Greutert es bastante bueno, sobre todo aprovechando muy bien los efectos 3D (no es solo la típica de “arrojar boludeces al espectador”, acá hay perspectivas, diseño de producción, todo cuidado para justificar los pesitos extra en la entrada) y es una pena que quede tirado a menos por algunas escenas filmadas muy “a la clase B”, en particular una donde se nota que un actor esta parado sobre un andamio. No jode mucho pero es el tipo de errores que espero en un film berreta directa a DVD, no en una consolidada saga de terror. Como ya dije, dudo mucho que sea el final, aunque si lo es posta, es un cierre bastante digno y que dejara satisfecho a casi todos los fans.
Saw 3D se trata de la sexta y (teóricamente) última secuela de la saga El Juego del Miedo, iniciada con resonante suceso en el 2004. En realidad se trata de Saw VII, pero luego del megahit de Avatar, la tecnología 3D se ha contagiado como la gonorrea en la industria cinematográfica, y todo el mundo se dedicó a filmar / reconvertir películas en tres dimensiones, aprovechando que las entradas a dichos cines son más caras y permiten hacer una buena diferencia de caja. Ello también ha servido de excusa para resucitar sagas agotadas, que van desde Resident Evil y Saw hasta la inminente reconversión de la trilogía clásica de La Guerra de las Galaxias (y Jorgito Lucas sigue currando!). Y acá el chiste es mostrar tripas saltando de la pantalla y salpicando al público de la platea. Pero si uno le saca la novelería tecnológica, Saw 3D es un pastiche mediocre. La saga ha caido en un estancamiento creativo y hace varias entregas que viene copiándose a sí misma y en demasía. He aquí a otro tipo que metió la pata y al que el asesino ha decidido tirarlo en un laberinto lleno de salas de tortura activadas automáticamente, en donde sus amigos / compañeros hacen de conejillos de indias. Los artefactos de tortura no estremecen y, lo que es peor, los efectos especiales parecen salidos de una pelicula serie Z - una ristra de chinculines no se ven convincentes como intestinos humanos, y todos los cuerpos parecen maniquíes baratos -. Anuncio SOICOS Pero en realidad el mayor problema de Saw 3D es el director Kevin Greutert, que simplemente es un inepto. Greutert es incapaz de generar el más mínimo grado de shock con las muertes, e incluso arruina toda la tensión que implica el duelo entre la viuda y el secuaz de Jigsaw. La secuencia inicial - en donde dos muchachos están atados a sierras interconectadas y deben matarse mutuamente porque, sino, la chica que sale con ambos será rebanada por una tercera sierra que está en el medio - está rodada como el demonio, desperdiciando todas las posibilidades de dicho escenario (la desesperación de la chica, los protagonistas, el público). Ni siquiera el regreso del histórico Cary Elwes (primera víctima de Jigsaw en El Juego del Miedo I) ni el cameo obligatorio de Tobin Bell (el Jigsaw original) tienen el peso, el misterio y los minutos de pantalla que se merecían. Por contra, Greutert y los libretistas le dedican muchísimo más tiempo a una parva de personajes mal escritos y, lo que es peor, mal actuados. El principal ofensor de los sentidos es Chad Donella - que hace del detective Gibson, quien le sigue el rastro a Hoffman -, el que parece estúpido y gesticula de manera irritante. Luego está el ex Joven Indiana Jones Sean Patrick Flanery, que tiene toda la pinta de un tipo deformado por años de alcoholismo (qué le ha pasado a este hombre?), y es extremadamente chato como protagonista. Costas Mandylor sigue siendo un flaco reemplazo de Tobin Bell y la única que podía destilar amenaza y locura es Betsy Russell como la viuda de Jigsaw, pero el libreto se empeña en tenerla poco tiempo en escena. La última película que me gustó de la saga fue Saw IV; luego de eso el director Darren Lynn Bousman se fue y la serie comenzó a hundirse de manera cada vez más pronunciada. Saw 3D es efectista, insulsa y rutinaria. En los últimos 10 minutos el filme mejora un poco la puntería, aunque las explicaciones y giros de tuerca son demasiado traídos de los pelos. La suerte de algunos de los protagonistas está definida de manera gratuita y con el simple cometido de explotar el 3D, lanzando tripas a la pantalla. Y ni siquiera provee la gran y satisfactoria conclusión que pretende vender, ya que todo está abierto para una futura Saw VIII. A mi juicio, la saga ya ha pasado hace rato el límite de lo potable, especialmente después de la forzada inclusión de Costas Mandylor; pero, como la taquilla manda y las secuelas son muy baratas de producir, no sería de extrañar que tengamos otro capítulo para el año que viene, algo que no me entusiasma en lo más mínimo.
El círculo se cerró Finalmente llega a su fin una historia que venía cansando a más de uno, pero que los que nos hicimos adeptos logramos quedar cautivados con una trama que se abrió en ramificaciones y secuelas que no hacían más que seguir manchando de hemoglobina una pantalla que ahora encima se prestó al formato 3D. Saw 7, o Saw 3D, se sigue inscribiendo en el género de thriller o policial ya alejado de aquel 'horror' que fue ver esa genialidad de la primera parte. Y de ésta se vale mucho esta última secuela, pero no vamos a contar nada. Lo cierto es que muchos se quejaron de la vuelta de tuerca final, que era muy predecible, pero la verdad que resulta curioso como la mayoría de los que dicen eso son los sinvida que se la pasan ideando finales para sus ídolos en pseudo-foros. Una vez dicho esto, queda aceptar que si bien se podía imaginar que las cosas sucederían así, resultó gratificante que ese "círculo" al que hacían referencia en Saw 6 se haya cerrado tan perfectamente, sin dejar ningún cabo suelto. Ahora, no vamos a tocar la cuestión ética que muchos huecos aluden, ya que sabemos de lo que estamos hablando y sabemos a qué estamos entrando cuando compramos la entrada para un film de horror y sangre agranel como lo es la saga de Jigsaw y sus trampitas macabras. Por cierto, este último se ha vuelto un personaje clásico, que nada tiene que envidiarle a Hannibal, Freddy, Jason, Scream, etc. En cuanto a la cuestión ética que mencionamos, cabe remarcar que el final de la historia es una bofetada a ese estilo de mostrar los "juegos": el juego final, el definitivo, resulta el más macabro, doloroso y tortuoso de todos en la saga entera... y no corre ni correrá una sola gota de sangre por ello. Un cierre a la altura, que significa la decisión estética y moral de una franquicia que se metió en la retina de todos desde aquel doctor que se cortó la pierna para ser libre. Saw siempre se prestará a esa confusa e incómoda reflexión sobre los valores que defiende el villano moralista: apreciar la vida, aún si eso implica la muerte. El final de la saga de Saw resulta satisfactorio, si cabe esa expresión entre tanto sufrimiento de los personajes (siempre, tenganlo en cuenta aquellos adictos al realismo como si este fuera el único cine legitimado, dentro de la FICCIÓN). Los guionistas lograron cubrir las expectativas, y ahora dejan en el recuerdo (y las cuentas bancarias) un legado de cine tipo clase B que logró atraer aficionados y dar esos buenos momentos que el terror como género supo dar en sus buenas épocas.