Conspiración sobre rieles Las películas del amigo Jaume Collet-Serra le hacen muy bien al cine contemporáneo de género porque mientras que otros apuestan de manera compulsiva por el artificio digital estupidizante y propuestas carentes de toda pasión o verdadero compromiso para con los formatos trabajados, el director catalán en cambio siempre entrega obras que rankean en punta entre las más furiosas, mejor desarrolladas y más entretenidas del año, creaciones que ponen el acento en el dinamismo y la construcción sutil de un héroe a la vieja usanza, un paladín semi improvisado que -respetando la lógica hitchcockiana- se ve obligado a actuar por una coyuntura sumamente implacable que tiende a la manipulación. Como no podía ser de otra forma, su última realización, El Pasajero (The Commuter, 2018), es una muestra más del talento del señor a la hora de plantar bandera en los campos del terror y los thrillers de misterio y acción, una faena encarada con detallismo y una gran inteligencia narrativa. Hablamos de la cuarta colaboración entre Collet-Serra y Liam Neeson, luego de las también maravillosas Desconocido (Unknown, 2011), Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014) y Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015), films tan exitosos como las incursiones del cineasta en el horror, La Casa de Cera (House of Wax, 2005), La Huérfana (Orphan, 2009) y Miedo Profundo (The Shallows, 2016). Ahora retoma aquel entorno cerrado de Non-Stop: Sin Escalas para enmarcarlo en un planteo a lo Agatha Christie -aunque con esteroides- centrado en descubrir a una persona entre un grupo variopinto a partir de datos mínimos que poco y nada ayudan a la pesquisa. El protagonista es Michael MacCauley (Neeson), un ex policía y hoy agente de seguros que es despedido de su trabajo sin mayores explicaciones, circunstancia que lo coloca contra las cuerdas a nivel económico porque tiene que pagar dos hipotecas y enfrentar una tanda de gastos relacionados con su familia. Precisamente en el día en el que se queda sin trabajo, Michael es abordado por una extraña llamada Joanna (Vera Farmiga) en un tren suburbano de New York, la cual le dice que si identifica a un pasajero inusual de la formación y lo marca con un dispositivo GPS recibirá 25 mil dólares que están escondidos en un baño del convoy y 75 mil después de completada la misión. Desde ya que el hombre inicialmente desconfía pero al encontrar el dinero en el sanitario, decide tomarlo y proceder con precaución desde ese momento. El verdadero problema para MacCauley comienza cuando pasa el tiempo y la investigación no avanza, lo que deriva en una amenaza tajante contra su esposa Karen (Elizabeth McGovern) y su hijo Danny (Dean-Charles Chapman), a quienes Joanna promete matar si no da pronto con el objetivo, un individuo al que por supuesto le espera un final bien funesto vinculado a una conspiración para silenciar una denuncia contra los oligarcas del poder político/ económico. El film no se anda con vueltas y va directo al eje de la cuestión, una búsqueda desesperada en pos de hallar una solución que por un lado garantice la seguridad de la familia del héroe y por el otro no implique hacer asesinar a uno de los pasajeros, por más que los cadáveres se acumulan desde temprano para “convencer” al hombre de que debe dedicar más ímpetu a su tarea bajo la pena de continuar metiéndole presión hasta el extremo de afectar a sus seres queridos. Con el transcurso de los años Collet-Serra terminó convirtiendo al veterano Neeson en una suerte de versión aggiornada de Lee Marvin o Charles Bronson o James Coburn, aunque más tirando a la arquitectura de los thrillers recargados de las décadas del 80 y 90, aquellos que gustaban de recorrer la línea que separa al “delirio de acción” modelo Hollywood del misterio realista de descubrimientos escalonados, siempre poniendo un pie en cada territorio y hasta a veces saltando con comodidad entre ellos cual danzante experto. Con mucho más en común con esas propuestas desvergonzadamente clase B de otras épocas que con la fanfarria hueca y anodina del mainstream actual, el convite juega todas sus fichas al vértigo a escala minimalista porque enfatiza el devenir personal de MacCauley más que la colección de secuencias rimbombantes por lo rimbombante en sí (ese es el componente old school del opus, léase el arte de equiparar la psicología del protagonista con el desarrollo dramático y los momentos de piñas, patadas y disparos). Hoy tampoco podemos obviar que el elenco es extraordinario y habla de la capacidad de convocatoria de las películas del combo Collet-Serra/ Neeson: a Farmiga y McGovern se suman Sam Neill, Patrick Wilson, Jonathan Banks y Clara Lago, todos perfectos en sus roles y con el tiempo necesario en pantalla para disfrutarlos como es debido. Sólo resta agradecer una vez más al catalán por una obra redonda y adictiva como muy pocas en el panorama contemporáneo…
Llega a las salas un nuevo capítulo de esta suerte de alianza entre Jaume Collet-Serra y Liam Neeson, que ya lleva cuatro entregas (Sin Identidad, 2011; Sin escalas, 2014; Una noche para sobrevivir, 2015; y ahora es el turno de El pasajero) combinando cuidadas dosis de suspenso y acción, trepidantes persecusiones, estallidos varios y siempre con el protagonista de La lista de Schindler al frente del elenco. Una fórmula efectista pero que presenta signos de agotamiento.
Testigo en peligro Tras el breve intermezzo de terror que supuso su opus anterior, Miedo Profundo (The Shallows, 2016), el realizador catalán Jaume Collet-Serra regresa a su fórmula de acción y suspenso protagonizada por el veterano actor de origen irlandés Liam Neeson (Michael Collins, 1996) siguiendo los parámetros formales de los tres films anteriores Desconocido (Unknown, 2011) Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014) y Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015). Con un guión de Ryan Engle basado en la historia de Byron Willinger y Philip de Blasi, quienes también participaron del armado narrativo, Collet-Serra crea un relato atrapante y arrollador que mantiene en vilo al espectador. Michael MacCauley (Liam Neeson) es en esta oportunidad un ex policía que dejó la fuerza para estar más cerca de su esposa e hijo, eligiendo la venta de seguros como profesión tardía. Por una típica decisión arbitraria de la corporación para la que trabaja es despedido cinco años antes de su jubilación. Acosado por enormes deudas hipotecarias y sintiendo vergüenza de contarle a su esposa la mala noticia Michael se reúne con su mejor amigo Alex Murphy (Patrick Wilson), su ex compañero en la policía de Nueva York, a tomar cerveza en lugar de volver con su familia. Para regresar a su casa toma el mismo tren todos los días pero ese día es abordado por una mujer, Joanna (Vera Farmiga), quien a través de una pregunta hipotética lo introduce en la búsqueda de una persona desconocida a cambio de cien mil dólares. Poco a poco Michael se verá cada vez más atrapado en una telaraña imprevista y descubrirá que la búsqueda que ha emprendido como una curiosidad está ligada al asesinato de un urbanista y a un plan para ejecutar en el tren al único testigo antes de que pueda testificar y entregar las pruebas de corrupción que comprometen a un entramado de políticos, empresarios y policías Sin tiempos muertos, El Pasajero (The Commuter, 2018) va llevando al espectador a través de la angustia del protagonista, que pasa de preocupase por su presente y futuro laboral y económico, al igual que toda la clase media, a lidiar con una situación apremiante que no permite dudas ni equivocaciones. El relato crea personajes regulares y diálogos corrientes para contrastar la normalidad de un día usual con los eventos extraordinarios de un viaje de retorno al hogar después de un estresante y agobiante día laboral en el verano en Nueva York. La fotografía de Paul Cameron (Deja Vu, 2006) es funcional a la vertiginosa narración y edición de film y a la música claustrofóbica de Roque Baños (Celda 211, 2009) que busca imponer el ritmo de encierro y peligro que acecha en el accidentado viaje. Las citas literarias le dan profundidad a un relato ya de por sí atractivo y estimulante que construye su narración aceleradamente pero sin baches ni errores. Con extraordinarias escenas de acción, un gran suspenso y excelentes actuaciones de un elenco que busca construir las personalidades eclécticas que viajan sin conocerse en los trenes todos los días, El Pasajero se erige como un film vertiginoso y sincero, que no da tregua en el dilema de un protagonista que homenajea a la clase trabajadora neoyorkina. Collet-Serra vuelve a demostrar así que su sociedad con Neeson no solo da resultados sino que potencia a ambos con una fórmula de género que funciona aceitada a la perfección.
El realizador catalán Jaume Collet-Serra y el actor Liam Neeson vuelven a unir fuerzas luego de Desconocido, Non-Stop: Sin Escalas y Una Noche para Sobrevivir, en este relato de acción y suspenso que coloca al protagonista de Búsqueda implacable en problemas y a bordo de un tren que lo lleva diariamente de su residencia a su lugar de trabajo. Michael MacCauley es un ex policía que pasa el poco tiempo que tiene junto a su esposa e hijo hasta que es despedido como vendedor de seguros cinco años antes de su jubilación, lo que lo sume en un estado de desesperación por deudas hipotecarias. En uno de sus viajes se topa con otra pasajera, la misteriosa Joanna -Vera Farmiga-, quien le propone encontrar a una persona a bordo con un maletín e información valiosa a cambio de cien mil dólares. Con este planteo, el director propone el "juego del gato y el ratón" que enfrenta a un trabajador de la clase media, tentado pero cauto ante tal ofrecimiento, con un espiral de violencia del que no puede escapar. Con escenas de luchas cuerpo a cuerpo, suspenso alimentado por los pasajeros de un tren que se convierten en sospechosos y podrían ser el "objetivo" del protagonista, se suman un amigo policía -Patrick Wilson- y una familia en peligro que lo obliga a volver al ruedo. Para el realizador el peligro está dentro del tren pero también fuera de él con situaciones que resultan efectivas en términos de acción pero forzadas desde lo argumental. Si de adrenalina se trata, El pasajero la tiene y coloca a todos bajo la mira de la sospecha por el crimen de un urbanista. Con ritmo ágil, espectacularidad sobre los minutos finales y en medio de una historia alimentada por apariencias engañosas, el filme no da respiro pero no llega a la altura de los anteriores trabajos de esta dupla exitosa y deja algunas preguntas sin respuesta.
La dupla Liam Neeson-Jaume Collet Serra vuelve a demostrar que tienen las ideas bien en claro a la hora de plantear thrillers de acción en "El pasajero", una película que no teme a ser calificada como un simple entretenimiento sin culpas. De entre la oleada de directores extranjeros que pisan fuerte dentro de Hollywood, Jaume Collet Serra viene silbando bajito y construyendo una carrera sólida, casi sin fisuras, sin que, por alguna extraña razón, su nombre todavía se haya instalado como fuerte referencia para el público masivo. Collet Serra forma parte de esa generación de directores ibéricos que salieron de la nueva camada de cine de género español. Sin embargo no pareciera ser tan conocido como Alex de la Iglesia, Jaume Balagüeró, o Paco Plaza. Probablemente por haber construido toda su carrera en Norteamérica y poseer más “títulos por encargo”. Ya sea dentro del terror (¡Ya! Denle a La casa de cera el lugar que se merece), como en la acción, Collet Serra es un realizador efectivo. Precisamente dentro de este último género ha formado una dupla infalible con ese actor que, ya maduro, le dio un giro a su carrera para mostrarse como un infatigable portador de armas, hablamos del enorme (en todo sentido) Liam Neeson. Hasta ahora, la “trilogía” conformada por Desconocido – Non Stop – Una noche para sobrevivir, habían sido películas más que aprobadas, con guiones sólidos y un ritmo trepidante que sostenía todo. Con "El Pasajero", la dupla suma un nuevo eslabón a esa cadena, y si bien cambian la ecuación, el resultado vuelve a ser feliz. Lo cierto es que pareciera que Neeson-Collet Serra esta vez apuestan sobre seguro. Michael MacCauley es un ex policía y agente de seguros que acaba de ser despedido. A bordo de un tren neoyorquino, se cruza con una extraña, Joanna (Vera Farmiga), quien le propone un trato que ya desde el principio huele a trampa. Debe marcar con un dispositivo GPS a un pasajero X, por lo cual recibirá inmediatamente una suma de dinero que se encuentra en el baño de la formación, y otra superior una vez realizado el trabajo. Por lógica pura ¿Quién aceptaría un trato así? Nadie. Por otro lado, no tendríamos película si no aceptara el trato. Por lo cual, Michael al comprobar que, efectivamente, la primera parte del dinero se encuentra en el baño, acepta… solo para que comiencen los problemas. Identificar al pasajero no va a ser sencillo, y cuando las cosas se retrasen, el trato mostrará la letra chica. Si no cumple con el objetivo, Karen (Elizabeth McGovern) y Danny (Dean-Charles Chapman), esposa e hijo de Michael, van a pagar la cláusula de rescisión con sus vidas. Contra reloj, Michael deberá salvar a su familia y también a este pasajero que no sabe quién es; porque claro, los malosos no lo quieren identificar precisamente para darle un premio. Hablemos de "Non Stop" remplazando un avión por un tren, hablemos de "Asesinato en el Orient Expres"s teniendo que descubrir quién es la víctima en lugar de quién es el asesino (aunque algo de descubrir eso también hay), hablemos de la injustamente olvidada "Tiempo Límite" con Johnny Depp y Christopher Walken. "El pasajero" no descolla por su originalidad, pero tampoco intenta ni necesita hacerlo. Desde que interpretó en 2008 por primera vez al agente Bryan Mills en Búsqueda Implacable; Liam Neeson se convirtió en el arquetipo de ciudadano común que cae en el lugar justo en el momento menos indicado. Algo así como un John McLane más entrado en años, más cauto, y menos gracioso. Con Collet Serra esta veta fue explotada a un nivel superior, casi Hitchcockiano. Porque reamente son personas que no desean aplicar violencia, que están de regreso y solo buscan paz. Pero el destino y las circunstancias adversas que atraviesan los ponen permanentemente en un lugar que no desean. No solo hará uso de la fuerza para derrotar al malo, sino de toda una maquinaria de ingenio para descubrir la verdad, dejando entrever una metáfora de la clase obrera estadounidense que la pelea día a día. Misma fórmula que aplicaba el director de "Intriga internacional". Es más ¿No hablamos del mismo director de "Extraños en un tren"? No le pidan coherencia a "El pasajero", el desarrollo está atado con credulidad, debemos saber que nos atenemos a un juego cuyas reglas son las de entretener sin reparar en la lógica ni en el análisis profundo. Así como Hitchcock en su paso a Hollywood desarrollaba grandes estructuras de reloj en las que todo calzaba a la perfección. Estaban las imitaciones, de relleno o destinada al consumo Clase B que cumplían con el mismo fin de entretenimiento a un nivel más culposo y ligero. A esta segunda categoría pertenece "El pasajero". Como esos policiales directo a VHS que no eran clásicos populares pero sí se transformaban en clásicos del culto boca a boca. Como esas películas que entretenían relajadamente sin necesidad de ser espectaculares. No sería llamativo que alguien la comparase con un guion de Larry Cohen, el rey ochentoso de ese estilo. Collet Serra crea una estructura artesanal, se desentiende de la parafernalia, y apuesta al nervio más clásico, a la pulsión de cámara y carisma de personajes; apoyado en actores probados en el género y de gran solvencia como el propio Neeson, la grandiosa todoterreno Farmiga, el desenfrenado que amamos Sam Neil, o el cara de Ken de plástico Wilson. Acá no hay armado vacío de explosiones y CGI, y en un todo sale ganando. Lian Neeson y Juame Collet Serra nos traen una propuesta de alto entretenimiento, y sin pensarlo, sin analizarlo, nos embarcamos en ella. Por suerte nuestro destino será mucho mejor que el del malogrado Michael.
Predecible, obvia, intrascendente, la nueva colaboración de Liam Neeson con Jaume Collet-Serra termina por demostrar que la decisión del actor irlandés de dejar el cine de acción está justificada. Aquello que en principio se mostraba como atractivo, la idea de un hombre que debe resolver un misterio en un tren en movimiento, termina por profundizar errores y hasta conflictos ideológicos sobre los pasajeros, con escenas inverosímiles, falta de resolución y hasta bleffs que potencian el descuido hacia el final. Para olvidar.
Sobrevivir hasta la última parada. El binomio que componen Liam Neeson y Jaume Collet-Serra vuelve a reunirse en una historia de acción luego del éxito que los acompañara en Desconocido, Non-Stop y Una Noche para Sobrevivir. Con un elenco que también incluye a Vera Farmiga, Patrick Wilson y Sam Neill, El Pasajero es una película que tiene su buena dosis de acción pero que hace foco en el suspenso que su asfixiante trama propone. Michael MacCauley (Neeson) es un ex policía neoyorquino que ha pasado los últimos diez años fuera de la fuerza para dedicarse al mundo de las finanzas. Cuando nuestra historia comienza Michael recibe la mala noticia de que ha sido despedido a pesar de faltarle muy pocos años para jubilarse. Abrumado por la noticia, sube al tren que durante una década lo ha depositado en su casa luego del trabajo y mientras trata de darle forma a la charla que tendrá con su esposa para comunicarle la noticia (la situación económica de la familia no es la mejor con un hijo pronto a comenzar la universidad con los gastos que so conlleva), Michael es abordado por un personaje de lo más particular. Se trata de Joanna (Farmiga), una atractiva mujer de mediana edad que aborda a Michael en pleno vagón presentándose como una especie de psicóloga que se encarga de determinar los distintos perfiles de las personas para diferentes escenarios hipotéticos. Siempre en esa línea de la hipótesis Joanna le pregunta a Michael si, llegado el caso, él estaría en condiciones de realizar cierta tarea sin consecuencias para su persona a cambio de una recompensa. La tarea consiste en identificar a alguien que va a bordo del tren y que no cuadra dentro de los pasajeros habituales del convoy, a quienes Michael conoce al dedillo ya que es uno de ellos. La recompensa es de cien mil dólares. Y el escenario no es hipotético. En términos narrativos, la película comienza acertando cuando plantea el escenario ya descrito de forma concisa, clara y por demás expedita. Un hombre común que acaba de perderlo todo y al que se le presenta una oportunidad caída del cielo para recuperarlo. Hay interés, hay un gancho y está el terreno preparado para el suspenso. Porque lo que sigue, muy bien presentado y construido también, son los pequeños detalles que convierten a la oferta de Joanna en algo muy alejado al lecho de rosas que en un principio aparentaba. Resulta que después de la misteriosa charla que la dama mantiene con Michael, esta se baja del tren dejando a nuestro protagonista con más dudas que certezas por lo que su acto instintivo consiste en agarrarse del único dato concreto que tiene. Según Joanna, parte del dinero de la recompensa está oculto en un baño que se encuentra entre vagones, la otra parte le será abonada a Michael luego de completar su tarea en caso de aceptarla. Esa parte del dinero está en el baño, como Michael rápidamente puede comprobar (y guardar en su bolso), pero lo que este buen hombre ignora al momento de hacerse con el metálico y que rápidamente sabrá es que el pasajero que debe identificar para Joanna y para quien sea que ella trabaja es un testigo de asesinato de un funcionario gubernamental involucrado en un caso de corrupción. Rápidamente nos queda claro que identificar al pasajero equivale a su sentencia de muerte, para evitar que testifique. Y aún más rápido que eso Michael se enterará de que no cumplir con su tarea, que aceptó realizar en el mismo momento en que se hizo con el dinero del banco, será sinónimo de encontrar a toda su familia asesinada cuando se baje del tren. Si bien la construcción inicial del relato es tan sólida como acabamos de describir, la película parece descansar exageradamente en esa premisa. Porque una vez que el protagonista, y con él el público, accede a todas las cartas que están sobre la mesa y puede avizorar que lo que sigue es una carrera contrarreloj no solo para que Michael encuentre a este misterioso pasajero sino para que tome la crucial decisión de enviar a un inocente al matadero a cambio de la seguridad de su familia, lo que tenemos es un juego de gato y ratón bastante confuso y poco sustentado desde lo argumental. En primer lugar porque lo que vemos es a una organización criminal de gran escala que es capaz de secuestrar a la familia del protagonista, matar incluso a ciertos pasajeros del tren que desvían a Michael del trabajito que le encargaron e intervenir en los más altos círculos policiales y políticos de Nueva York que, a pesar de contar con todo ese poder y recursos, se ve obligada a depender de un ex policía desempleado para que encuentre a un testigo equis que viaja en tren sin protección de ningún tipo. Y segundo porque lo que quiere proponer en medio de este contexto es una arista policial estilo Agatha Christie donde los ocho o diez pasajeros entre los que estamos seguros que está la persona a la que Michael busca pueden terminar siéndolo. El guion no ofrece datos ni presentación de estos personajes como para sostener esa línea argumental policial donde el público pueda darle lugar a sus sospechas y la revelación de la identidad de esta persona de interés también responde a esa caprichosa falta de argumentos. Pasados estos elementos centrales, las escenas de acción propias del género donde el protagonista vive salvándose por los pelos de todo tipo de peligros resultan anecdóticas así como también el acertado corrimiento que los personajes de Sam Neill y Patrick Wilson tienen respecto de ese grupo de sospechosos abordo para resurgir en el final y darle forma al último giro de la trama. Finalmente, ese dilema moral que enfrenta Michael para decidir si está dispuesto a dejar que alguien muera para salvar a su familia y que bien podía ser lo más jugoso y factible de explotar para la película en términos de profundidad queda eclipsado por una resolución también muy propia del cine de acción.
Esta es la cuarta película del director Jaume Collet-Serra y Liam Neeson. Ya hicieron juntos y con mucha efectividad “Sin identidad”, Una noche para sobrevivir” y especialmente “Non stop sin escalas” donde la acción desaforada ocurría en el claustrofóbico espacio de un avión de línea. Ahora esta propuesta de entretenimiento adrenalínico transcurre en un tren. La invitación es honesta, uno ya sabe que con este director y lo último de Neeson encontrará un producto bien hecho, bien filmado, con mucha acción, con ingenio y que para los amantes del género con el entretenimiento garantizado, sin ninguna otra pretensión. Aquí se trata de un ex policía que justo el día en que, después de diez años de trabajar en venta de seguros, es despedido, cuando retorna a su hogar tomando el tren de todos los días, recibe una “propuesta indecente”. Tiene que identificar a un pasajero sobre el que se tiene mínimos datos y recibe una oferta en dinero que no puede rechazar. Claro que después todo se complica y arriba de ese tren pasa de todo. Piñas, tiros, persecuciones, situaciones violentas, giros del guión para sorprender al espectador y un Neeson que de hombre común y tranquilo pasa a cumplir misiones imposibles.
Un pasaje hasta ahí Michael McCauley (Liam Nesson) es un vendedor de seguros de vida que todos los días viaja al trabajo en tren, su rutinaria vida se ve trastocada cuando lo echan de su trabajo. Esa misma tarde mientras hace el trayecto de vuelta a su casa una misteriosa mujer (Vera Farmiga) le ofrece la oportunidad de ganarse cien mil dólares si localiza a un pasajero que lleva un bolso y colocarle un pequeño rastreador GPS. El trabajo parece sencillo pero Michael se dará cuenta que el trabajo no es tan inofensivo como pensaba y no solo su vida corre riesgo sino la de los otros pasajeros e incluso su familia. La cuarta película entre Liam Neeson y el director español Jaume Collet-Serra (Desconocido, Non-Stop, Una noche para sobrevivir) es un thriller de acción que mantiene la tensión durante todo el relato y que al estar situado en un tren puede parecer que va a acercarse al clásico de Agatha Christie Asesinato en el Expreso de Oriente que tuvo su adaptación en 2017, pero no es así y toma bastante distancia. Las escenas de acción están muy bien filmadas y van subiendo su intensidad para que nuestro héroe pueda despacharse con todas sus habilidades para llegar al fondo del asunto. El elenco de secundarios que acompaña a Neeson está formado por reconocidas estrellas como la mencionada Vera Farmiga, Patrick Wilson y Sam Neill, cuyo personaje merecía un poco más de tiempo en pantalla. El pasajero es un thriller de acción muy bien logrado y que funciona perfectamente en su cometido de entretener. Además podría ser uno de los últimos trabajos del actor irlandés dentro del género ya que amagó varias veces con dejar de hacer este tipo de películas.
Los riesgos de viajar en la hora pico El director y el actor ya saben cómo llevar adelante una de esas películas que no ofrecen nada novedoso ni aspiran a grandes premios, pero pueden sostener una trama con sus buenos giros de tuerca y la premisa de, a pura acción, hacer posible lo imposible. Neeson es Michael, un ex policía devenido laburante civil sometido a una situación extraordinaria. Las quejas por el hacinamiento en el subte en hora pico, las cancelaciones constantes de los trenes y la ausencia de determinadas líneas de colectivo después de la medianoche son una recurrencia en las bocas de los argentinos. Pero pasarla mal, verdaderamente mal en un transporte público es otra cosa. Bien lo sabe Liam Neeson, quien supo recibir un mensaje de texto en un avión (¡a 10 mil metros de altura!) alertándolo sobre la muerte de un pasajero cada veinte minutos, y que ahora tiene que encontrar a un testigo encubierto en un tren repleto a cambio de la vida de su familia. Se recomienda huir urgentemente ante la presencia del actor irlandés en algún aeropuerto o estación, puesto que compartir asiento con él puede convertir cualquier día en un martes 13. Aunque, claro, siempre terminará haciendo de las suyas para que el pasaje completo llegue a destino sano y salvo, sobre todo si quien pilotea el vehículo es un realizador de probados pergaminos en situaciones de emergencia como Jaume Collet-Serra. La cuarta colaboración entre el español y el protagonista de La lista de Schindler es una de esas películas que no ofrece nada novedoso ni aspira a ganar premios importantes. Pero también una que sabe muy bien cuáles son sus intenciones y, aquí el mérito, cómo llevarlas adelante. Deudora durante gran parte de su recorrido narrativo de un cine nervioso y artesanal cada vez más relegado de la cartelera, El pasajero presenta a un Neeson típico de la última década: un ex policía devenido laburante civil sometido a una situación extraordinaria que deberá resolver solito. Al mismo tipo de personaje que, entre otras penurias, sufrió el secuestro de su hija (Búsqueda implacable), perdió la memoria después de un choque en taxi (Desconocido), desarticuló una toma de rehenes en un avión (Non–Stop: Sin escalas) y rescató a su hijo de las garras de un poderoso mafioso (la muy recomendable Una noche para sobrevivir), le toca salvar las papas durante un viaje en tren rumbo a casa. Allí lo esperan su mujer y un hijo por cuya facultad están a punto de endeudarse hasta la médula. O al menos esa era la idea hasta que a papá le anunciaron esa mañana que se quedaba sin trabajo. “Hay alguien acá que no encaja y vos tenés que encontrarlo antes de la última estación”, le dice la mujer que se le sienta enfrente (Vera Farmiga), dándole como único dato que su objetivo lleva una mochila. ¿Por qué a él? ¿De qué se trata? ¿Quién es la dama misteriosa? ¿A quién buscar? Todas preguntas que Michael (Neeson) irá respondiéndose a medida que avance el metraje y termine involucrado hasta el fondo en un juego que hubiera preferido no jugar. Como un Poirot sucio y violento, irá descartando “sospechosos” uno a uno ante la mirada de pasajeros que desconfían de su teoría conspiranoide. El único que le cree es Collet Serra. Como en Desconocido y Sin escalas, el realizador vuelve verosímil lo que no es a puro pulso narrativo, claridad visual y confianza en la acción física, torciéndole la muñeca a un guión que reserva para la última media hora una seguidilla de vueltas con traiciones dobles y discursos aleccionadores a cargo de un héroe que funciona mejor cuando pega y se mueve que cuando habla.
Extraños en el tren El pasajero (The Commuter, 2018) es prácticamente la misma película que NON-STOP Sin escalas (Non-Stop, 2014): misma historia, misma estrella, mismo director, incluso uno de los mismos guionistas. En lugar de un avión hay un tren - así como en lugar de un bus hay un barco en Máxima velocidad 2 (Speed 2: Cruise Control, 1997) y en lugar de un barco hay un tren en Alerta máxima 2 (Under Siege 2: Dark Territory, 1995). Diferentes vehículos, misma marcha. Liam Neeson interpreta a un vendedor de seguros que es despedido súbitamente y en el tren de regreso a casa una femme fatale (Vera Farmiga) le propone un sencillo trato: que identifique a un intruso a bordo del tren a cambio de cien mil dólares. ¿Por qué él? Además de ser ex vendedor es ex policía, y supuestamente conoce al tren y a sus pasajeros como la palma de su mano. La estrella y los avances comerciales sugieren una película de acción. En realidad El pasajero es un thriller, en síntesis no tan distinto a Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 2017). Estructuralmente es la misma trama: un detective a bordo de un tren en el que todos parecen sospechosos y uno por uno van siendo descartados. La diferencia clave es que en vez de identificar quién es el asesino el detective debe identificar quien será la víctima. Dicho esto Asesinato en el Orient Express es más exitosa en su acometido de evocar la nostalgia de un pasado glamoroso que El pasajero en sus intentos por retratar convincentemente el tedio y hartazgo de la clase trabajadora rumbo a casa. ¿Es un buen thriller? Los enigmas son dos: quién es el intruso y quién se encuentra detrás de la conspiración. La respuesta a la segunda pregunta debería ser obvia teniendo en cuenta la vieja máxima acerca de los invitados estrella en los programas de televisión. La respuesta a la primera pregunta no es tan obvia, pero se debe a que no depende de ninguna de las soluciones presentadas al espectador, lo cual raya la trampa. La trama se va descarrilando minuto a minuto, y los momentos de heroísmo social - sacados de cualquier película de desastres - son una mezcla de tiernos y vergonzosos. Pero por más predecible y ridícula que se ponga, la película no aburre. Neeson no se ve particularmente explotado como en las películas más rutinarias de su carrera y compone un protagonista creíble y entrañable, dentro de todo. La acción, compuesta con claridad a base de planos secuencia, es mucho más satisfactoria que la acostumbrada cámara temblorosa y montaje confuso. Hasta hay algún que otro buen chiste. No hay grandes sorpresas ni momentos memorables en esta película, y como thriller es mediocre aún según los estándares de películas similares. Si resulta entretenido es gracias a su competente héroe de acción y la técnica del realizador Jaume Collet-Serra, que aún dentro del género es capaz de mejores resultados. Una noche para sobrevivir (Run All Night, 2015) tenía todo lo que El pasajero y además personajes interesantes y un conflicto humano genuinamente dramático. Aquí el director se ha conformado con lo mínimo.
Neeson sigue vigente El disparador de esta historia es clásico: un hombre común (aunque no del todo, sabremos después) frente a una circunstancia extraordinaria. En este caso, se trata de Michael MacCauley (Liam Neeson), un gris vendedor de seguros que viaja periódicamente en tren hacia su trabajo en Manhattan y de pronto es despedido y se ve envuelto en una peligrosísima trama nacida de la extravagante propuesta de una mujer enigmática que Vera Farmiga encarna con solvencia. Hay buen dinero de por medio, pero también enormes dificultades (peleas a puño limpio con rivales bastante más jóvenes y unas cuantas piruetas exóticas en un tren a toda velocidad) que el personaje de Neeson debe sortear para erigirse en héroe imbatible. Tanto el clima que Jaume Collet-Serra consigue en la parte inicial de la película (de aliento muy "hitchcockiano") como el febril ritmo que después impone el notable trabajo de montaje de Nicolas De Toth -justamente hijo de André De Toth, director de la versión original de House Of Wax (1953) que en 2005 recrearía el director catalán para su debut en la dirección- son lo mejor de un film que a medida que se acerca el epílogo empieza a desbarrancar, empujado por la sucesión de secuencias cada vez más disparatadas. Aún así, Collet-Serra logra que nos pongamos del lado de Neeson (con quien ya había trabajado en otras tres películas) sin que el veterano actor irlandés resigne el ceño fruncido que lo identifica desde siempre.
Tren rigurosamente vigilado Liam Neeson es un hombre común que debe encontrar a un pasajero a cambio de cien mil dólares. Esta es la cuarta película de acción dirigida por Jaume Collet-Serra y protagonizada por Liam Neeson, después de Sin identidad, Non-stop: Sin escalas y Desconocido (si no recuerda ninguna, es porque son todas tan entretenidas como olvidables). Es decir que conocen el producto que tienen entre manos. Por eso van al grano: enseguida tenemos al hombre común metido hasta el cuello en una situación extraordinaria, en un clima de tensión que recién decaerá poco antes del final. Un gran montaje inicial -lo mejor de la película- nos presenta al héroe, su familia y su rutinaria vida, hasta que llega el día diferente. Y no por lo bueno: a Michael MacCauley lo echan del trabajo. Pero en el tren de regreso a su casa lo aborda una desconocida que le ofrece cien mil dólares a cambio de casi nada: debe localizar a cierto pasajero del tren. Sólo tiene dos pistas: el alias del sujeto y el dato de que lleva un bolso consigo. A partir de ahí, no hay tiempos muertos: todo es frenético y atrapante. Está bien aprovechado el atractivo de un tren -del que el protagonista no se puede bajar- como único escenario de la acción. Una suerte de Asesinato en el Orient Express -cada pasajero con sus características distintivas, entre los que hay que descubrir al buscado- acelerado al ritmo de Máxima velocidad y siguiendo la matriz de Duro de matar. Claro que para disfrutar de este cóctel explosivo hay que hacer un ejercicio de suspensión de la incredulidad. Porque si se piensa el argumento dos veces, enseguida aparecerán agujeros, y porque a los 65 años (aunque el personaje acusa 60), Neeson ya empieza a estar un poco grande para trompearse de igual a igual con purretes. También hay que pasar por alto la pirotecnia visual del último tramo, que sobra, es más ridícula que impactante y parece salida de otra película, aunque no llega a arruinar este aceptable producto.
En este 2018 se cumple una década de la llegada a los cines de Taken y con ella un nuevo aire en la carrera de Liam Neeson, quien pasaría a convertirse en una estrella madura del cine de acción. Decirlo suena obvio después de estos 10 años, pero el estreno de The Commuter nos ofrece una nueva perspectiva a partir de la cual analizarlo. Es que puede ser que Bryan Mills y su particular conjunto de habilidades le hayan abierto las puertas hacia otro territorio, pero son sus colaboraciones con Jaume Collet-Serra las que le permitieron florecer dentro de él. El cineasta español le ha dado la nada modesta suma de cuatro thrillers competentes en los que puede patear traseros de verdad, películas en las que se respetan ciertos ingredientes pero que no siguen a rajatabla una fórmula.
No hay vuelta que darle: Liam Neeson continua cosechando los frutos sembrados en Búsqueda Implacable. Es de destacar que casi todas las propuestas que recientemente tienen al actor como cabeza de elenco, son historias de acción sencillas con metas claras, que en la mayoría de las ocasiones descansan en el carisma del intérprete irlandés. Algunas tienen menos agujeros que otras y algunas son más entretenidas que otras. Dentro de este último grupo es donde parece pertenecer El Pasajero. Se lo llevó el tren Michael McCauley, un ex-policía de Nueva York devenido a vendedor de seguros, toma el mismo tren todos los días para ir de su casa al trabajo y viceversa. No obstante, uno de estos viajes resulta ser distinto a los otros, no solo porque lo echan de su trabajo, sino porque una misteriosa mujer le ofrece una considerable suma de dinero para encontrar y matar a una persona a bordo del tren. Si no lo hace, le espera algo peor que no obtener el dinero: matarán a su esposa e hijo. El guion de El Pasajero es una propuesta que como thriller es desigual, pero se prueba prolija como aventura de acción. En concepto de lo primero, tiene tanto aciertos como desaciertos en cuanto a los giros sorpresivos que se propone introducir, mientras que en lo segundo goza de sendos obstáculos, marchas y contramarchas, consiguiendo involucrar al espectador en el dilema del personaje por todo lo que tiene en riesgo. Esta conexión es posible, en gran parte, gracias al meditado montaje que abre la película, donde en unos pocos minutos vemos las alegrías y tristezas cotidianas que experimenta el protagonista con su familia. Es necesario señalar que la historia no desperdicia oportunidad para hacer un breve comentario sobre los dilemas económicos a nivel mundial. Una escena que el personaje de Neeson tiene con un broker está entre lo más memorable del film, particularmente por el remate con que deciden terminarla. En materia técnica tenemos una labor de fotografía y dirección de arte prolijas, que no pretenden ser más de lo que son. Cuenta con una labor importante de efectos especiales en dos escenas en específico: una pelea realizada en plano secuencia, y un espectacular descarrilamiento. En materia actoral, Liam Neeson (como se esperaba) se lleva la película al hombro a base de carisma y presencia física. Vera Farmiga también suma los puntos necesarios en el rol de la enigmática mujer que entrega la tarea. Jonathan Banks, Patrick Wilson y Sam Neillson eficientes, pero tampoco tienen mucho para criticar o elogiar. Conclusión El Pasajero es una propuesta entretenida, que si bien araña la línea de meta como thriller, llega a muy buen puerto como película de acción. Liam Neeson se ratifica como una apuesta más que confiable dentro del género.
Este film se encuentra bajo la dirección de Jaume Collet-Serra (“La huérfana”; “Desconocido”, “Una noche para sobrevivir”) quien ya ha trabajado en otras películas con Neeson. Esta es otra película de acción interpretada por el muy buen actor irlandés Liam Neeson que a sus 65 años se anima una vez más. Él es Michael MacCauley un agente de seguros que ha viajado por 10 años en un tren pero un día será distinto porque acaba de perder su trabajo, justo le faltaban cinco años para jubilarse y su mayor preocupación es su familia, acosado por las deudas y su hijo a punto de ingresar a la universidad, ante las dificultades justo encuentra allí una mujer misteriosa Joanna (Vera Farmiga), que podría darle una solución. Pasa el tiempo y una serie de situaciones extrañas se desatan, algo turbio está ocurriendo, se da cuenta que las cosas no están bien y nota que su familia se encuentra en peligro. Neeson vuelve a interpretar a un héroe, todo lo que va sucediendo en la trama no sorprende a nadie, peleas coreografiadas, vagones destrozados, algo de misterio y suspenso, sin sorpresas, aunque resulta entretenida, siendo muy similar a otras películas interpretadas por este protagonista.
El pasajero, de Jaume Collet-Serra Por Jorge Barnárdez Hace unos meses Liam Neeson anunciaba que ya estaba grande para andar correteando de aquí para allá y que había llegado el momento de terminar con las películas de acción. No sabemos cuántas más habrá llegado a hacer después de esa declaración, pero acá llegó la nueva colaboración del actor con su director favorito Collet-Serra: El pasajero. ¿Es novedosa, más o menos?, ¿Mueve a chistes sobre los problemas que trae ser familiar de Neeson en el cine?: Por supuesto. ¿Es divertida?: ¡Muy! Neeson es un ex policía en algo así como el peor día de su vida y frente a una oferta difícil de rechazar: cien mil dólares en una valija si logra señalar al pasajero de un tren. Ni siquiera tiene que hacer algo, apenas señalarlo. Lo que sigue sin casi dos horas de acción imparable, cine del bueno, digamos, para aquellos que les gusta esta clase de relatos muy clásico y muy físico. Seguramente habrá quien piense que en una virtual caja de películas con las colaboraciones, pueden tener diez horas de cine de acción surgido del trabajo de la dupla Neeson y Collet Serra. Los familiares cinematográficos de Neeson pueden descansar tranquilos. EL PASAJERO The Commuter. Reino Unido/Estados Unidos, 2018. Dirección: Jaume Collet-Serra. Guión: Byron Willinger, Philip de Blasi y Ryan Engle. Intérpretes: Liam Neeson, Vera Farmiga, Patrick Wilson, Jonathan Banks, Sam Neill, Elizabeth McGovern, Killian Scott, Shazad Latif, Clara Lago, Dean-Charles Chapman. Producción: Alex Heineman y Andrew Rona. Distribuidora: BF + París Films. Duración: 104 minutos.
Después de filmar la decepcionante Búsqueda implacable 3 en el 2015, Liam Neeson anunció en los medios de prensa su retiro del cine de acción. El actor había manifestado que se había divertido con esa serie de películas que hizo dentro del género, pero sentía que a los 65 años ya no podía ser creíble en esa clase de personajes. Durante un tiempo cumplió su promesa y retomó los roles dramáticos, donde se destacó en películas como Silencio, de Martin Scorsese, y El informante, producida por Ridley Scott. Inspirado probablemente por un generoso cheque, este año el artista regresó al cine de acción en lo que marca su cuarta colaboración con el director Jaume Collet Serra, luego de Sin identidad (2011), Non-Stop (2014) y Una noche para sobrevivir (2015), que en mi opinión es el mejor trabajo que brindó este equipo y se centraba más en el policial negro. En el caso de El pasajero nos encontramos con una propuesta que básicamente refrita el mismo concepto de Non-Stop, con la diferencia que la trama se desarrolla en un tren en lugar de un avión. Pese a esta desventaja, donde no se ofrece nada nuevo o interesante, el director aprovecha muy bien la presencia de Neeson para brindar un sólido entretenimiento que cumple con lo que se puede esperar en un estreno de este tipo. Collet-Serra tiene muy claro la clase de espectáculo que desea desarrollar y a través de un buen dominio del suspenso y las escenas de acción consigue que la película se disfrute. En la mitad del film el cineasta sorprende con una pelea brutal filmada en una sola toma que se destaca entre los mejores momentos de esta producción. Salvo por una edición rara y confusa en los primeros minutos donde se introduce al personaje principal, el resto de film está bien realizado y la trama cuenta con los giros suficientes para mantener al público interesado por el conflicto. Aunque El pasajero no sea una película relevante en la filmografía de Liam Neeson, si disfrutaste en el pasado los títulos realizados por el mismo director este estreno funciona para distenderse un rato con un entretenimiento pasatista.
Escape en tren con eficaz Liam Neeson La trama, vagamente hitchcockiana, detona una serie de situaciones vertiginosas y bastante entretenidas, aunque no resisten mucho análisis. A Jaume Collet-Serra le gusta filmar películas de gente viajando, sobre todo si están protagonizadas por Liam Neeson, a quien dirigió en "Unknown", donde mostraba al actor de "La lista de Schindler" deambulando con amnesia por Berlin y "Non Stop: sin escalas", que lo tenia como comisario a bordo de un vuelo muy problemático. Aquí Collet-Serra y Neeson viajan en tren. El protogonista es un tipo común y corriente aunque ex policía, detalle que permite los tiroteos de marras- que viaja todos los días en el mismo tren suburbano que sale de Nueva York a los suburbios, siempre en hora pico. Y por eso una desconocida (Vera Farmiga) le hace una extraña propuesta: si identifica a un pasajero que nunca viaja a esa hora en ese tren, ganará mucho dinero. Pero si se niega, lo matarán a él, a toda su familia, e inclusive tal vez a todos los pasajeros que viajan en el tren. La trama vagamente hitchcockiana detona una serie de situaciones vertiginosas y bastante entretenidas, aunque no resisten mucho análisis. Collet-Serra filma muy bien, y Neeson está a la altura de cualquier trama de acción por más tirada de los pelos que sea. La película no decepciona si no se la va a ver con demasiadas expectativas.
Extraño, y en un tren Hawks que era más parco que muchos de sus personajes, sin embargo definió alguna vez el cine como “un largo tren en marcha que atraviesa la noche”. El que toma todos los santos días Michael McCauley, irlandés afincado en NY, atraviesa aquí el atardecer y la noche sucesiva de una jornada en la cual una empresa en la que trabaja, ducha en las leyes del mercado, a través de su mano anónima le dice “fuera”; a los sesenta años. En realidad el tren se interna desde ese atardecer, que es también ocaso, en la noche oscura del alma de Michael, donde en ese interior en marcha, como su propia vida reflejada en el motto “de casa al trabajo” –tal el sentido del título original: The Commuter– se transformará en todo un rito iniciático de muerte y resurrección. Claro que para fortuna de todos seguirá siendo un thriller en la primera historia. No sabemos si Michael, o los guionistas, o el propio director conocen el apotegma justicialista que indica que se debe “ir de casa al trabajo y del trabajo a casa”. Pero así lo afirma la rutina del nuestro agonista. Este “commuter” es un alienado y por lo tanto es tratado como “cosa” por la propia empresa. Esta cosa expedida como un paquete a su casa, enfrentará el resto de ese día desde viejos compañeros de su anterior trabajo como policía, hasta ese enjambre de caras cotidianas que ve a diario en ese tren y que, como en el tango de Alfredo LePera, se convertirán súbitamente en caras extrañas. Más aún, es máscaras. Pero algo cambia también en ese largo tren en marcha que atraviesa NY. Un avatar femenino del Bruno Anthony de Pacto Siniestro (Strangers on a Train) que sabiamente el director nos hace conocer primero metonímicamente por sus zapatos, le hará una propuesta adecuadamente equívoca. A partir de allí el director oscilará entre el pulso firme en la puesta en escena, y el desborde de excesos de computación delirada. Así tenemos las buenas simetrías que sostienen como otra mano anónima -pero que en rigor no lo es- la puesta en escena del film. El target de la siniestra charada se hace llamar “Prynne”, como la desdichada heroína de “La Letra Escarlata” y está igualmente estigmatizada; así como su ex jefe en la policía se apellidará Hawthorne, como el autor de esa novela. Finalmente el blanco móvil a quien conduce todo el enigma como el propio trayecto del film y del tren, se llamará adecuadamente Sofía. Y sabiamente y una vez más el thriller nos llevará –si queremos- a la segunda historia de carácter iniciático. Nos conducirá a esa meta de sabiduría encarnada aquí por una Sofía que carga su secreto como toda filosofía que se digne. Nuestro neófito, que paradójicamente en edad en un veterano, verá -como se ha dicho- reconvertidas en caras extrañas a quienes ha visto a diario como otros “commuters”. La bandeja de tipos es adecuadamente clásica. El no me meto; el jocoso mecánico; la chica ya oficialmente rara en peinados y tatuajes y en gestos. También el “venido a más”, por alcahuete de una banca y que se cree Rockefeller porque ha comprado una corbata de Gucci. El veterano ya enancado en su estoicismo y que -como doble de Michael- será aplastado por la mano anónima, ya no del mercado sino de la mercancía. Así los propios guardias del tren en marcha. Cuyo destino es un nuevo inicio; una fuente, un manantial también frío: “Cold Spring”. A estas felicidades el director las dejará cubrir por el merengue del montaje en estado de shock, las explosiones delirantes y las peleas de kick boxing que parecen fascinarlo en demasía. Estos parches púrpuras que también son ripios entorpecen una trama bien llevada. Donde Liam Neeson es nuevamente -pero diría que todavía mejor-, ese irlandés padre de familia y querendón, con el cual tomarse unos tragos de Bushmills. Vera Farmiga –como Joanna- luego de su exhibición de calzado entre erótico y ortopédico, se mostrará adecuadamente siniestra y hasta arriesga una opinión sobre la prosa de John Steinbeck más que acertada. Todo es rico y extraño; ella, su propuesta que oscila entre la charada infantil y la trampa para un hombre solo. Y doblemente solo porque el viaje habitual se le ha vuelto viaje hacia un cero tan temido como el infierno… Como en su anterior, Sin Escalas (Non-Stop), también con Neeson como el inocente con las manos sucias, a Collet Serra parecen fascinarlo los móviles, ya sean aviones, trenes o teléfonos celulares. Tal vez nos depare un film sobre la Fórmula Uno en algún opus por venir. Desde ya espero que el héroe maneje una Ferrari. El problema es que estos móviles aceleran a una velocidad que su conductor no parece poder o saber graduar. Aquí –por ejemplo- el asesinato del conductor del tren, parece una metáfora o confesión -¿involuntaria?- del propio director cuyo tren en marcha se ha perdido en la noche aún más oscura de los efectos especiales. También derrapa en ciertas escenas resueltas por un ojo cubista, como el prólogo del film con su grupo de familia en un interior suburbano y que se parece a un corto publicitario de copos de maíz o de leche chocolatada. Ambos héroes de este dueto de films son adecuadamente vulnerables; el tiempo que todo lo sabe, pero también destruye, los ha vuelto un John McClane con más achaques y menos epigramas. Resumiendo, este film es más que visible; es cine o intenta serlo; lo cual ya merece todas las loas y aleluyas. No trafica en burdas alegorías, aunque cae en ciertas reducciones didácticas. Guarda cierta hospitalaria calidez por el heroísmo, así como cierta necesaria cohesión de grupo. Tanto, que en esta El Pasajero su director emplee con acierto una variante de “Fuenteovejuna” de Lope de Vega. Este catalán parece español también. Así que apostaría unas buenas butifarras a la obra en marcha de Sierra. Si no se encierra o no se deja encerrar en un gabinete de botones y de teclas que sabotean sus films como perversos Brunos Anthonys robóticos.
Otra del subgénero Liam Neeson -duro héroe de acción-. Esta vez no ya como vehículo de venganza y padre de familia deudo, sino como padre de familia que cae en una misteriosa trampa, inducida por una mujer aún más misteriosa (Vera Farmiga) que lo aborda en el tren que el hombre toma todos los días, desde hace diez años. El director de Miedo profundo, la de Blake Lively y el tiburón, el catalán Jaume Collet-Serra, vuelve a demostrar su predilección, y capacidad, para generar imágenes estilizadas y atractivas, capaces de disimular los baches de un guión que ofrece poco más que una mecánica acumulación de previsibilidades e incongruencias. Si logran llegar al final sin pedir explicaciones a la trama, entretenida.
Luego de trabajar juntos en films como Desconocido (2011), Non Stop: Sin Escalas (2014) y Una Noche para Sobrevivir (2015), el realizador Jaume Collet-Serra y el actor Liam Neeson se reunen otra vez para El Pasajero (The Commuter). En este nuevo film están acompañados por actores como Patrick Wilson, Sam Neill y Vera Farmiga. En El Pasajero el protagonista es un hombre común que toma el tren todos los días (lo hace desde hace diez años) por motivos de trabajo. En este mismo tren una mujer le propone un juego peligroso: identificar a un pasajero que “no pertenece al tren” a cambio de mucho dinero. Una vez que el personaje principal acepta la propuesta se ve atrapado en una peligrosa conspiración. Con esta premisa hitchcockiana comienza El Pasajero, un film de suspenso/acción que recuerda a las películas de los años ’90 como Máxima Velocidad, entre otras. El largometraje sucede básicamente en una locación (el tren) y la tensión se construye gracias al tiempo limitado que tiene el protagonista para descubrir al pasajero y la cantidad de gente a la que debe descartar. Otros elementos que mantienen el interés del espectador son los recurso estilísticos del director (Por ejemplo, una pelea sin cortes a la mitad de la cinta) y la performance de Liam Neeson como hombre común. El Pasajero es una película muy entretenida que por suerte también cuenta con una duración justa (104 minutos) y unos buenos actores en el reparto. Lamentablemente ya casi no se hacen estos trabajos acción/suspenso de mediano presupuesto exceptuando las colaboraciones de Collet-Serra/Neeson. Aunque ciertos pasajes ciertamente recuerdan al cine de acción de los 90s y por ende, pueden resultar algo desfasados para la época, El Pasajero entretiene a fuerza de acción constante, bien elaborado suspenso y excelentes actuaciones para un film que, en verdad, ni siquiera las requería.
UN TIPO DE 60 “Tengo 60”, dice Michael MacCauley (Liam Neeson) en una escena durante los primeros minutos El pasajero. No lo dice con orgullo, sino casi con desesperación. Es también, en cierto modo, una declaración de principios, un hacerse cargo de la vejez, tanto desde lo ficcional como desde lo real –Neeson tiene 65 años y ya ha dicho que no podrá desempeñarse mucho tiempo más como héroe de acción-, como trampolín para construir una identidad y sustentar un verosímil. Es que El pasajero es un film que gira –narrativa y temáticamente- alrededor de lo identitario, un tópico que está siempre presente en la filmografía del director Jaume Collet-Serra. Acá tenemos a Michael, un agente de seguros (y también ex agente de policía) que en su viaje diario en tren de Nueva York rumbo a su hogar es tentado –pero también forzado- por una misteriosa mujer (Vera Farmiga) a realizar un pequeño pero significativo trabajo: encontrar a un pasajero que no encaja dentro del tren y que posee algunas características distintivas. Esa propuesta implica para Michael –que acaba de quedar desocupado y encima tiene que pagar la universidad de su hijo- la chance de llevarse una buena cantidad de dinero, pero también una amenaza a su familia y la certeza de que esa persona a la que debe encontrar va a ser liquidada por una organización bastante siniestra. Si La casa de cera, La huérfana, Desconocido, Non-stop: sin escalas y hasta Una noche para sobrevivir y Miedo profundo eran películas siempre preocupadas por explorar quiénes eran sus protagonistas –con sus pasados y presentes difusos y problemáticos-, situándolos en espacios y tiempos limitados y herméticos, pero potentes y herméticos, El pasajero es casi como un resumen de las ambiciones y perspectivas de la obra de Serra. Indudablemente, el catalán se siente cómodo con las premisas acotadas, un contexto de producción mediano dentro del espectro hollywoodense (por algo rechazó hacer la secuela de Escuadrón Suicida y en su lugar dirigirá a Dwayne Johnson en Jungle Cruise) y el contacto directo con lo genérico. Por eso ese viaje en tren infernal pasa a ser un retrato no solo de Michael –con sus dudas pero también sus convicciones y profesionalismo-, sino también del resto de los pasajeros, como si asistiéramos a un pequeño recorte de la variopinta clase trabajadora estadounidense que labura en las grandes ciudades pero reside en los suburbios. Como muchas películas sostenidas esencialmente en su premisa y las vueltas de tuerca, El pasajero encuentra unas cuantas dificultades para cerrar su relato de la manera apropiada. Hay incluso un descarrilamiento un tanto confuso donde se evidencian ciertas limitaciones de producción. Pero eso lo compensa con un trabajo muy acertado de lo espacio-temporal –que incluye un excelente plano secuencia durante una lucha en vagón- y una tensión permanente en su narración. Y, de paso, se constituye en una nueva muestra de la desconfianza en las instituciones que atraviesa las capas medias desde hace mucho tiempo: Michael y quienes lo rodean (amigos y enemigos, con sus rutinas, ritos, lealtades y miserias) son seres desprotegidos frente a los poderes que mueven los hilos. Ante eso, solo quedan la experiencia individual y la consciencia social. Por eso Neeson, que por suerte ya dejó de ser ese profesional indestructible de Búsqueda implacable para reconvertirse en otro tipo de profesional: al borde del retiro, vulnerable, pero también noble y persistente, digno representante de la clase trabajadora.
El mito de origen los une. El cine y los trenes van juntos. Los cineastas lo saben, o quizás lo intuyen, y desde siempre se han hecho películas hermosas que transcurren en esa invención móvil tan emblemática de la Segunda Revolución Industrial. El maquinista de La General, La dama desaparece, The Iron Ministry, Invasión zombie pertenecen honrosamente a esa tradición. Es probable que a Jaume Collet-Serra le hubiera gustado sumarse con El pasajero; no sucederá.
El realizador catalán Jaume Collet-Serra, afincado en Hollywood, es el orfebre que modeló el éxito de Liam Neeson como héroe de acción. A partir de “Desconocido” (“Unknow”, 2011), una producción cargada de guiños a Hitchcock en la que el actor irlandés trata de recuperar, tras un accidente en Europa, su identidad que había sido robada por una banda criminal. La relación entre Neeson y Collet-Serra continuó su trayectoria de éxitos con “Sin escalas” (“Non-stop”, 2014), y “Una noche para sobrevivir’ (“Run all night”, 2015), son filmes que recuerdan a Hitchcock, pero con una moderna concepción del espacio-tiempo. En “El Pasajero" (“The commuter”, en inglés) Liam Neeson interpreta a Michael MacCauley, un irlandés en Nueva York (sin necesidad de justificar el acento). Todos los días hace el mismo recorrido de casi una hora en tren, el Hudson Line, y va desde su pintoresco suburbio hasta la Gran Central Station y viceversa. Pero en este día en particular MacCauley se enfrenta a una serie de problemas antes de que comience la historia: tiene que descubrir cómo pagar la matrícula universitaria para su hijo al mismo tiempo que ha sido despedido del trabajo a sólo unos meses de Jubilación, sin mayor crédito ni reconocimiento. También el espectador se enterará que él era investigador en el Departamento de Policía de New York, lo que ayudará a explicar por qué es tan bueno manejando un arma, artes marciales, o superando a cualquiera que se interponga en su camino. “El Pasajero" es una producción convencional que trata de mantener al espectador en permanente suspenso. Es un thriller bien bosquejado, enraizado en la ansiedad económica relacionada con matices de resentimiento de una clase media que cada día se desvaloriza más. Por eso la tentación de aceptar la oferta de una desconocida, Joanna (Vera Farmiga, “La huérfana” 2009, “Running scared” 2006), de tomar 25 mil dólares fue más fuerte que pensar sobre los riesgos que le acarrearía tal proposición. El guion, desarrollado por Bryon Willinger, Philip de Blasi y Ryan Engle, enfatiza el desarrollo del misterio y el carácter sobre el espectáculo y la acción, y en el transcurso del viaje se podrá conocer a los extraños personajes que viajan en ese tren. Se verá a un taciturno corredor de Wall Street, un extraño músico, una joven que escande algo en un maletín, una enfermera a tiempo parcial, y los guardas que a fuerza de circular a diario a esa hora en el tren conocen a casi todos los pasajeros. Desde la mirada del protagonista y el espectador: todos son sospechosos. Aprovechando al máximo el escenario Jaume Collet-Serra se sumerge en el punto de vista de Hitchcock, comenzando con un zoom al estilo “Vértigo” (1958) en el momento en que MacCauley se da cuenta de lo complicada que está su vida. De hecho, si Collet-Serra ya ha demostrado ser un gran admirador del master of suspense en los anteriores filmes de Neeson. Pero esta película parece una verdadera carta reconocimiento de un auténtico fan, desde los giros de la trama arrancados de los titulos antes mencionadas, hasta una escena de la pelea que toma algunas señales de “La sombra de una duda” (“Shadow of a doubt”, 1943), al hecho de que la historia comienza en la estación Grand Central, donde Cary Grant se dirigía hacia el oeste con Eva Marie Saint en “Intriga internacional” (“North by northwest”, 1959), dan cuenta de lo estudiado y analizado que ha sido el gran maestro. “El Pasajero” es una típica película B sin complejos hecha con habilidad y humanidad. Es clásicamente hitchcockiana con un trasfondo de necesidad económica, y hasta un cierto resentimiento que es oportuno y profético. Liam Neeson como un héroe de acción puede ser la regla en lugar de la excepción, pero es muy bueno en eso y la relación de trabajo entre él y Collet-Serra se ha convertido en el mejor efecto secundario del éxito sorpresa de “Búsqueda Implacable” (“Taken”, 2008).
La colaboración en tre el directror Jaume Collet-Serra y el actor Liam Neeson está produciendo un interesante corpus de cine de género (acción y suspenso en general( que habrá que analizar como un todo en el futuro. Esta nueva película, donde un agente de seguros -Neeson- es chantajeado para encontrar en un tren a una persona con riesgo para su vida y los demás pasajeros, tiene mucho en común con Sin escalas (que era en un avión) y no está a la altura de la perfecta Una noche para sobrevivir. Pero la mayor virtud del director es hacer que los buenos y los malos parezcan personas reales, lo que logra que los lugares conunes pasen, mientras vemos la película, totalmente inadvertidos. Es decir, lo que hacen los buenos prestidigitadores para ocultar la mecánica del truco. Además de Neeson, todos los actores comprenden bien este juego de diversiones y angustias. Otra virtud: una película que no se alarga más de lo necesario, donde el tiempo es el justo.
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Jaume Collet-Serra entrega un entretenido thriller de acción y encierro con un ritmo frenético y un Liam Neeson Impecable. No querrás bajarte de este tren. El cineasta español Jaume Collet-Serra (La Huérfana 2009, The Shallows 2016) dio sus primeros pasos en el mundo del cine dirigiendo publicidades y videos musicales. Poco a poco fue abriéndose paso en Los Angeles hasta llegar a dirigir su primer largometraje, la vilipendiada House of Wax (2005) —sí, esa peli de terror donde actúa Paris Hilton—. Pese a no ser un director aclamado por la crítica, ni contar con demasiada popularidad en España (construyó toda su carrera en Estados Unidos), si demostró ser un profesional muy dedicado que entrega films disfrutables y efectivos que siempre cumplen en la taquilla. No fue hasta cuando trabajó por primera vez con Liam Neeson (La Lista de Schindler, 1993) que el director encontró a su partenaire ideal. Neeson ya venía de consagrarse como héroe de acción con Búsqueda Implacable (2008) y Collet-Serra se dio el lujo de dirigirlo en 3 largometrajes (Unknown 2011, Non-Stop 2014 y Run All Night 2015) que, a pesar de ser tres historias completamente distintas, compartían una misma premisa: Neeson encarna a un hombre común que se enfrenta a una gran amenaza para él o los que lo rodean y debe abrirse paso y bancar la parada a tiros, piñas y patadas. Michael MacCauley (Liam Neeson) es un policía retirado que trabaja para una compañía de seguros. Todos los días toma el mismo tren suburbano para ir y volver del trabajo y gracias a su rutina ya conoce los rostros de muchos de los pasajeros frecuentes. El mismo día que lo despiden una mujer desconocida (Vera Farmiga) se sienta a su lado y le encomienda una misión: tiene que localizar a un pasajero específico y plantarle un dispositivo GPS para poder localizarlo cuando se baje del tren. Si lo hace recibirá una gran suma de dinero. Mientras el tiempo pasa y el tren avanza, Michael se debate entre la recompensa y el probable peligro al que sometería a la víctima. Hasta el momento en que su teléfono suena y la misma mujer misteriosa amenaza con matar a su esposa e hijo si no cumple con lo pactado. La estructura de El Pasajero está dividida en dos pasajes muy claros y diferenciados: en su primera mitad la película juega a ser un thriller de misterio y suspenso donde Liam Neeson intenta averiguar la identidad del pasajero que deberá matar o proteger a la vez que busca una manera de adelantarse a los planes de quien lo puso en esta situación, pasada la mitad del metraje y cada vez con menos pasajeros a bordo y el peligro inminente mucho más cercano y palpable, la película deviene en una aventura de acción que no da respiro. Todo esto gracias a una historia que (aunque no perfecta y para nada original) te mantiene constantemente interesado en el dilema del protagonista por sus giros sorpresivos y un Liam Neeson obligado a usar su ingenio antes que sus puños para poder salir de la situación. Pese a este detalle la falta de tiroteos, explosiones y constantes peleas mano a mano no le resta nada a la película. El Pasajero es una película dinámica y sumamente entretenida que va in crescendo hasta un final explosivo y satisfactorio sin descarrilar en ningún momento. Neeson vuelve a estar impecable en el papel de héroe cotidiano y Collet-Serra nos deleita con otra aventura vertiginosa, sencilla, redonda y sin grandes aspiraciones.
Entretenidísima, vibrante y frenética, pero exagerada y disparatada. La premisa está buena y atrapa en seguida al espectador, el guión está bien realizado como para que no quieras quitar los ojos de la pantalla, pero a medida que va avanzando la proyección las escenas de acción...
Jaume Collet-Serra (“The Shallows”, “Non-Stop”, “Unknown”) vuelve a aliarse con Liam Neeson (“Schindler’s List”) para otorgarnos otro de sus característicos thrillers de acción. El director español suele ofrecernos propuestas que apelan más que nada al divertimento puro y, en esta ocasión, no falla por más de que el relato pueda transitar algunos lugares comunes y mostrarnos ciertos elementos un tanto inverosímiles en lo que respecta al pacto ficcional que se realiza con el espectador. La película cuenta la historia de Michael MacCauley, un hombre de negocios felizmente casado, que todos los días toma el tren al finalizar su jornada laboral. Un día la rutina se ve interrumpida por una misteriosa pasajera (Vera Farmiga), que le propone una especie de juego a cambio de una importante suma de dinero. Nuestro protagonista comienza a dudar de la veracidad del ofrecimiento hasta que encuentra parte de la cantidad acordada en el baño del mismo tren. Pronto el hombre se verá envuelto en una conspiración criminal que amenaza con poner en peligro tanto su vida como la de sus seres más cercanos. Es ahí donde Michael se debatirá entre hacer lo correcto o tomar la plata que lo sacará de sus problemas financieros. Lo más interesante de esta cuarta colaboración entre Collet-Serra y Neeson tiene que ver con el dinamismo y el talento del realizador para generar suspenso e intriga desde el primer momento. La película presenta un ritmo intenso, no se detiene hasta la resolución. El protagonista tendrá que encontrar a una persona en el tren y para ello deberá poner a prueba sus habilidades como investigador que están un poco oxidadas luego de dejar la policía 10 años atrás. Este hábil juego donde deberá resolver el misterio sobre a quién busca y quiénes pertenecen a esa fuerza antagonista que amenaza a su familia, nos recuerda un poco a ciertos relatos de Agatha Christie como “Murder On The Orient Express” y a algunos films del gran Alfred Hitchcock (salvando las distancias), en especial en la utilización de los mecanismos del suspenso. Quizás el desenlace se sienta un poco predecible pero es realmente destacable todo el adrenalínico periplo en el que nos vemos sumergidos desde el primer momento. Con un aire a los thrillers clase B, en especial por ciertos elementos narrativos estrafalarios e inverosímiles, y algunos efectos visuales algo acartonados en el tramo final, la película se sustenta gracias a un elenco estelar compuesto por Neeson, Vera Farmiga, Elizabeth McGovern, Sam Neill, Patrick Wilson, Jonathan Banks y Clara Lago. “The Commuter” o “El pasajero” es un gran entretenimiento de fin de semana que si bien no ganará puntos por originalidad, demuestra ser un buen pasatiempo gracias al compromiso del protagonista, el atinado acompañamiento del resto del elenco, una gran habilidad narrativa del director y un manejo de los tiempos sumamente efectivo. Bonus Track: Prestar atención al plano secuencia de la pelea de Liam Neeson con el hombre de la guitarra. Un ejercicio bastante logrado.