DOS GRANDES DE LA ACTUACIÓN, EN EL ESPLENDOR (por halbert) Shirley MacLaine ha cumplido ocho décadas de edad este año. De esas ocho, seis las ha pasado trabajando en cine y teatro, convirtiéndose en una leyenda viviente. Brilló en “El apartamento” (1960) e “Irma, la dulce” (1963), ambas del gran Billy Wilder, así como también en “Momento de decisión” (1977), de Herbert Ross. En todas ellas fue nominada al Oscar, sin poder ganarlo. El triunfo vendría con la recordada “La fuerza del cariño” (1982), de James L. Brooks, comedia dramática que le valió la estatuilla dorada por su rol de Aurora, esa insoportable y querible madre que tiene conflictos con su única hija, pero que da todo por ella cuando el drama aparece. Esta vez, Shirley compone un rol típico de Oscar, y ojalá podamos volver a verla en la famosa “red carpet” de las premiaciones, porque su actuación en esta “Elsa & Fred” bien lo merece. Aquí, el protagonismo lo comparte con el experimentadísimo Christopher Plummer, en una nueva versión de la película argentina rodada en 2005 por Marcos Carnevale y protagonizada por la recientemente fallecida China Zorrilla y el español Manuel Alexandre. "Elsa & Fred" es una historia de amor en la tercera edad, en la que un octogenario viudo es “depositado” por su hija (Marcia Gay Harden) en un departamento más pequeño que el que ocupaba con su esposa. Angustiado y desconcertado por su nueva realidad, el viejo Fred actúa como un cascarrabias, ladrándole a quien se le cruce. Pero a poco de mudarse conoce a Elsa, su vecina de casi su misma edad, una sociable, arrolladora y vital mujer (y simpáticamente mitómana) que intenta aprovechar la vida al máximo, dentro de sus posibilidades, y se entromete en la vida de Fred, que se deja llevar por el vértigo que desprende su nueva amiga y empiezan a socializar, a salir a pasear, a comer, a conocerse, casi como dos adolescentes. Elsa le manifiesta su deseo de parecerse a la actriz Anita Ekberg y recrear una escena del clásico de Fellini “La dolce vita”, lo que le da a Fred una gran idea y le prepara una gran sorpresa. Pero el espectador también se sorprenderá con un giro en la trama y la comedia irá mutando a drama, y a cambiar la sonrisa por una lágrima. Esta remake, coprotagonizada también por George Segal, Scott Bakula y Chris Noth, está asentada mayormente en las calles de Nueva Orleans, y sumando la belleza de la ciudad de Roma, está producida por los argentinos Nicolás Veinberg y José Levy, los mexicanos Matthías Ehrenberg y Ricardo Kleinbaum y el puertoriqueño Osvaldo Rios, y la dirige nada menos que Michael Radford, responsable de importantes obras como “1984” (1984); diez años después, “El cartero” (1994), y diez años después “El mercader de Venecia” (2004). Hoy, a diez años de esta última, nos encontramos con otro gran filme del director que, si bien tiene algunos elementos convencionales en su guión, el carisma de esos dos “monstruos” de la pantalla, como lo son Shirley y Christopher, valen toda la película. La fantástica química que se entreteje entre ambos protagonistas, sumadas a divertidas escenas y diálogos entre ambos, es lo más sugestivo de este encantador filme que no defrauda, que deja un dulce sabor al encontrarnos con una historia que nos muestra que puede existir el amor en los años últimos de la vida. Claro que nada es eterno y a veces, el inexorable final, tiñe de tristeza y melancolía la pantalla, pero con la certeza de haber transitado una historia romántica y haber hecho feliz al ser querido.
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Sin edad para el amor El estreno de Elsa & Fred en julio de 2005 fue todo un fenómeno comercial gracias a un boca a boca favorable, que culminó en una cosecha de más de 525.000 espectadores. Nada mal para una película lanzada sin una campaña de marketing fuerte detrás. Casi diez años después, llega la hora de la remake norteamericana, con Shirley MacLaine y Christopher Plummer en los roles previamente interpretados por China Zorrilla y Manuel Alexandre, y Michael Radford (El cartero, El mercader de Venecia) ocupando el sillón de director de Marcos Carnevale. Como en el original, la historia es perfectamente encuadrable en los cánones de las comedias geriátricas, ya que se trata de la relación de dos personas mayores que, en este caso, se conocen gracias a vivir en dos departamentos contiguos. Él es un hombre gruñón y siempre quejumbroso, mientras que ella es el opuesto perfecto; una mujer rozagante y optimista, que sueña con visitar la Fontana di Trevi y recrear ella misma la escena central de La Dolce Vita. El amor entre ellos será inevitable. A partir de ahí, Radford recrea gran parte de las escenas del film argentino, manteniendo inalterable una genuina preocupación por los personajes, preocupándose por entenderlos evitando una mirada condescendiente. Lástima que, sobre el final, esta nueva Elsa & Fred derrape apostando a la lágrima fácil y a los golpes bajos, convirtiendo a un film querible en otro enojoso.
No está mal pero el original era mejor Quien haya visto "Elsa y Fred", de Marcos Carnevale, con China Zorrilla y Manuel Alexandre, ya sabe de qué se trata, y sabe además que no puede haber una versión mejor, aunque la dirija Michael Radford y la interpreten Shirley MacLaine y Christopher Plummer. Ahora, quien no haya visto la versión original, no la recuerde, o prefiera a los intérpretes norteamericanos, seguramente disfrutará con esta adaptación ambientada en Nueva Orleans. La historia es prácticamente la misma, salvo el final distinto y algunos leves injertos que no molestan y a veces hasta rematan bien (por ejemplo, la escena en la guardia de hospital, y otra entre hija y yerno). Distinto también, el momento en la fuente, con más uso del blanco y negro pero un montaje innecesariamente cruel con Shirley MacLaine. De todos modos, la mayor diferencia está en el carácter de Fred, que de viejito apocado e hipocondríaco se convirtió en viejo gruñón y menos formal. Sólo en la escena del vernissage Plummer parece actuar como Alexandre. Es una buena demostración actoral, que no pega con el resto de sus apariciones, ni con su famosa cara de capitán austríaco retirado. Tampoco pegan los "has been" George Segal como el amigo médico, y James Brolin como el ex marido. El primero, más que médico parece Emilio Disi haciendo de boticario, y el otro actúa de modo intrascendente, a diferencia de las dos apariciones que hacía Federico Luppi. Menos objetable es la inclusión de Erika Alexander como un ama de llaves que ninguna hija contrataría para cuidar de su anciano padre, sobre todo cuando por ahí replica maliciosamente "No soy hermosa pero hago que funcione". Coproductoras, una firma canadiense, cuatro de EE.UU., entre ellas Creative Andina, y otra mexicana, Rio Negro, culpable de una remake titulada "No eres tú, soy yo", que acá solo trajeron los manteros, sin mayor éxito. Se pasa el rato, y suponemos que Carnevale tendrá doble motivo para festejar a fin de año: algo le habrán pagado, y no lo habrán superado.
Con el amor en los ojos Remake del éxito argentino con China Zorrilla, tiene a Shirley MacLaine como figura central. “Vos no le tenés miedo a la muerte. Le tenés miedo a la vida”. Tamaña sentencia sale de boca de uno de los protagonistas de esta remake del filme que en 2005 protagonizó China Zorrilla, dirigido por Marcos Carnevale. Y es incuestionable que si forma parte de un diálogo entre personas de la tercera edad, tiene distinto significado a si lo dijera un joven. Pero en ese detalle reside el centro de Elsa & Fred. Porque sería un error enmarcar a la película en “el amor entre dos personas mayores”, porque la sal de la historia pasa por el amor, sin importar las edades. No son muchas las oportunidades en que una película argentina atrae tanto a Hollywood como para que hagan una versión propia. Un espanto fue Criminal, sobre Nueve reinas; no prosperó la de El hijo de la novia, con Adam Sandler; ahora preparan la de El secreto de sus ojos, con Julia Roberts y, tal vez, Nicole Kidman. Las diferencias entre la Elsa & Fred argentina, con Zorrilla y Manuel Alexandre, y la que estrena hoy, dirigida por Michael Radford, con Shirley MacLaine y Christopher Plummer, pasan más por el tono que por los cambios en la trama y los diálogos. El filme de Carnevale era inmensa y armoniosamente romántico. Uno respiraba la necesidad de Elsa de estar con Fred y viceversa. Aquí el director de El cartero apostó más por el humor. Tanto una como otra descansan en las actuaciones y en la calidez de los diálogos y las situaciones. En eso se emparientan, y si usted no vio la original, disfrutará mucho más la actual. Es que no empieza del todo bien esta Elsa & Fred, pero el cariz de telefilme con que arranca mutará rápidamente cuando el enamoramiento entre los viudos (Fred se muda al departamento de al lado de Elsa) se concrete. Las mentiras en cadena de Elsa, y el desgano y la apatía de su vecino, que se la pasaba recostado hasta que Elsa entró a su vida, van alimentando el asunto, con una MacLaine con gran timing, cadencia para el enredo, y a la que se le notan en su físico sus 80 años -la escena en la Fontana de Trevi lo delata-. Como decíamos antes, Elsa & Fred es una película sobre el amor, las oportunidades que se dejan pasar y las relaciones familiares. Como buen filme hollywoodense, los parientes de uno y otro tienen espacio para su lucimiento en este entretenimiento casi de cámara, romántico y ameno.
Cuando la Dolce Vita llama a tu puerta. Tan profundo caló en los corazones, que la historia de Marcos Carnevale (Anita, 2009- Viudas, 2011- Corazón de León, 2013) atravesó fronteras y se realizó en Hollywood. No voy a entrar en terreno de comparaciones porque ese trabajo no me compete en este contexto, así que sólo me enfocaré en la versión de Michael Radford que protagonizan la eterna Shirley MacLaine y el gran Christopher Plummer. Polos opuestos se atraen. Pero atracción no es el verbo indicado, lo correcto sería decir que se complementan. En los tiempos que corren, nos acostumbramos a ver carteleras de películas románticas cuyas parejas las conforman actores muy jóvenes. Atrás quedaron guiones como en ‘Los Puentes de Madison’ (1995) o ‘Diario de una pasión’ (2004), y eso que al enterarnos de una noticia sobre algo parecido a: “una pareja de abuelitos muere con un día de diferencia” se nos emociona el pecho pensando en todo lo que habrán compartido juntos y en la necesidad de no soltarse las manos. Basta con chequear los primeros minutos de ‘Up’ (2009) y confirmamos todas las teorías… elsa-fred-USA A un pasillo de distancia, Elsa recibe a un nuevo vecino. Ella, una señora mayor coqueta y llena de vitalidad, aunque también bastante mentirosa. Él, un renegón que ni quiere salir de la cama. Pero hay tanta verdad en eso de que, a cierta edad y/o bajo determinadas circunstancias, algunos ancianos empiezan a ser tratados como si fuesen niños otra vez, que lo mejor que puede pasarles es no tener a familias como la de Fred revoloteando permanentemente alrededor. En especial cuando se suman intereses externos (plata). Por suerte para ambos, los inquilinos en cuestión no tardarán en entablar una tierna relación. Al principio sin demasiadas expectativas, pero sumamente significativa con el correr de los minutos. Un relato más que inocente, en el que medio siglo buscándole un sentido a la palabra ‘amor’, se resume en un par de instantes mágicos e irremplazables. Los sueños no tienen gracia, si no hay alguien con quien transitarlos. Elsa y Fred son el humor, la alegría, las tristezas propias de la vida, el sufrimiento necesario para entender muchas cosas importantes, las lecciones que aprendemos de los errores y demás cuestiones que listos o no, tocarán a nuestra puerta al menos una vez. B08OC49IEAAW6QO La idea de contar una historia en donde el enamoramiento genuino proviene de dos personas que consideran estar en la recta final, es la manera de ver cómo el mundo de uno puede cambiar gracias al enfoque que le da el otro; ya sea manifestado en un paseo por el parque, en una cena sencilla en la cama y hasta en una pequeña locura que sólo tiene valor para ellos. Por donde se lo mire, el film tiene encanto, porque a medida que uno va entendiendo la raíz del comportamiento rebelde de ambos personajes, no hace más que encariñarse y hacer fuerza para que no se cumpla un final que está implícito ya desde los primeros instantes en que rueda la cinta. elsa-fred Con que hubiera más Elsas y más Freds a nuestro alrededor, pero en el universo real, de seguro maduraríamos queriendo experimentar un estilo que generalmente añoramos y alabamos de las ficciones.
Viejitos en la fuente Fred (Christopher Plummer) acaba de enviudar y su sobreprotectora hija ha tomado unas cuantas decisiones por él, entre ellas vender la antigua casa familiar e instalarlo en un cómodo y pequeño departamento, con una señora que lo cuide. Fred no ha sido muy feliz en su matrimonio, y ahora viudo y llegando a los ochenta años tampoco lo es, es un viejo quejoso y malhumorado. En el nuevo edificio y del otro lado del pasillo vive Elsa (Shirley MacLaine), quien no tardará mucho en darse a conocer. Elsa es todo lo contrario a Fred, es una especie de Campanita en versión anciana, una mujer con mucha gracia e imaginación, que no tiene ningún problema en mentir y construir cualquier clase de historias, con tal de conseguir lo que se propone. Elsa insiste y hace uso de todas sus artimañas hasta que consigue comenzar una relación con Fred, a quien logra despertar de su letargo y es feliz como nunca lo fue en su vida; pero por otro lado, las mentiras y las extrañas historias de Elsa lo sacan de quicio. Ya en el final de sus vidas ambos decidirán que hay cosas que pueden dejarse de lado, y nunca es tarde para cumplir esos sueños que han pospuesto durante toda su existencia. Ambos actores están extraordinarios en sus roles, Shirley MacLaine tiene intacto su carisma y gracia y compone a una mujer llena de energía, desfachatada y con una actitud positiva, a quien pasados los ochenta años le importa muy poco lo que puedan pensar los demás. El resto del elenco acompaña muy bien a los protagonistas especialmente Jared Gilman (el pequeño boy scout de "Moonrise Kingdom") quien interpreta al nieto de Fred, y tiene muy buena química con el personaje de Plummer. Es inevitable al ver esta película no compararla con la original, la película argentina interpretada por la gran China Zorrilla, quien sostenía casi toda la historia con su excelente interpretación; en esta versión los roles están mejor repartidos, y si bien Shirley MacLaine se destaca notablemente entre los demás actores, el guión está mejor construido, es más efectivo y redondo, de modo que la película tiene más méritos que tan solo la interpretación de la protagonista femenina. Con un hermoso final, un mensaje muy positivo y una prolija dirección de Michael Radford ("El Cartero") la película es una muy linda historia, simple, tierna, y de esas para pasar un buen rato, y salir del cine contentos.
Simpática relectura innecesaria ¿Vale la pena realizar una remake si la original no es lejana en el tiempo y era una buena película? Sí, pero sólo para concretar una relectura interesante. En el caso de Elsa & Fred, el acercamiento estará condicionado por la que reunió a China Zorrilla con Manuel Alexandre a las órdenes de Marcos Carnevale. Era una buena película, con buenos actores, para pasar un rato agradable. ¿Qué sucede con la versión de Michael Radford? Exactamente lo mismo ¿Justificaba la remake? Probablemente si el espectador no conoce la versión original, pero dado el suceso local, la singularidad de cada film obliga a comparaciones odiosas, pero inevitables. La historia se traslada de Madrid hacia Nueva Orleáns. Fred se apellida Barcroft (y no el simpático Ponce Cabeza de Vaca), y habiendo enviudado hace pocos meses se muda a un nuevo departamento contiguo al que habita Elsa (aquí Hayes y no Oviedo), una anciana solitaria que sueña con La dolce vita y la Fontana di Trevi. Accidentalmente se conocen, y el vínculo entre el solitario y reservado Fred y la desbordante Elsa se irá acrecentando hasta desembocar en un cálido romance, que será mirado de soslayo por los hijos de cada uno. La versión agrega una subtrama con una voluptuosa empleada doméstica que acompaña a Fred y un rollizo encargado del edificio, y desaparecen situaciones menores. Pero principalmente lo que no tiene la Elsa & Fred de Michael Radford es a China Zorrilla, cuya interpretación era casi la película en sí misma, aunque eso permite que el dúo protagónico entre Shirley MacLaine y Christopher Plummer, con su perfil de galán maduro, tenga más equilibrio y buena química actoral, si bien a ella le falte la "picardía criolla" que tenía la magnética China. Aciertan en los roles secundarios Marcia Gay Harden y Scott Bakula, como los hijos, y el veterano George Segal como el mejor amigo de Fred. Michael Radford es un director de gran solvencia y su trabajo es más cinematográfico que la televisiva puesta que había concretado Carnevale (otro notable aporte es la partitura de Luis Bacalov). Empero, sobre el final la mejor resolución fue la del argentino, que copió la puesta de cámara del film de Fellini, logrando una amalgama emotiva y perfecta entre la Fontana, Ekberg, Mastroianni y los ancianos protagonistas. Si se desconocen la original y el inevitable juego del debe y el haber, esta Elsa & Fred permite disfrutar de un buen momento y de legendarios intérpretes en un retrato que conserva su simpatía y calidez.
A diez años de la película protagonizada por China Zorrilla, llega esta versión norteamericana con grandes actores, como Shirley Maclaine y Christopher Plummer, con un director sensible, pero hay golpes bajos y falta encanto.
ELSA Y FRED es la remake de la recordada película de MARCOS CARNEVALLE con CHINA ZORRILLA. Una inolvidable historia de amor entre dos abuelos, vecinos que descubren que nunca es tarde para amar. SHIRLEY MACLAINE y CHRISTOPHER PLUMMER despliegan su enorme presencia en la pantalla para dar vida a a dos personajes que parecen escritos para ellos. La labor conmovedora de estos dos actores se ve perfectamente complementada por el oficio del director MICHAEL RADFORD, quien no reniega del filme original, pero a su vez le agrega momentos de humor genuino que hace aún más llevadera esta historia cautivante, que se reserva claro, su momento lacrimógeno, algo así como una LOVE STORY en clave de "la tercera edad. Prueba superada.
Lágrima fácil Estrenada en julio de 2005, Elsa & Fred fue una de esas películas silenciosas y lanzadas sin una campaña comercial grandilocuente que, sin embargo, logró convertirse en un éxito del boca a boca hasta redondear una taquilla nada despreciable de 525 mil espectadores. Las razones del fenómeno hay que buscarlas en el oficio incomparable de China Zorrilla, en el tono deliberadamente naïf y optimista del film y, sobre todo, en su capacidad para hablarse los protagonistas de tú a tú, sin jamás menospreciar la posibilidad del enamoramiento tardío entre ambos. “Un vehículo de lucimiento para su pareja protagónica y particularmente un crowd pleaser para el público español, para quien Manuel Alexandre es toda una leyenda”, describía Luciano Monteagudo en la crítica publicada en estas mismas páginas. Cámbiese “español” por “norteamericano” y “Manuel Alexandre” por “Shirley Mac Laine” y la descripción cuadrará perfectamente con la reversión angloparlante de Elsa & Fred. Dirigida por Michael Radford (El cartero, El mercader de Venecia), el film es el más novel exponente del subgénero “comedia geriátrica”, encarnado aquí por dos octogenarios –o casi: ella acá tiene 76 y no 83, como la original–, unidos primero por la cercanía de sus departamentos y después por un incipiente amor y cariño. Sus personalidades son diametralmente opuestas: él (Christopher Plummer) es un cascarrabias insoportable y ella, fanática de La Dolce Vita, es puro optimismo y vitalidad. Rodeada de un entorno familiar controlador, pero lo suficientemente empático como para caerle bien al público, la pareja irá constituyéndose sobre las bases del compañerismo y la complicidad, algo que Radford muestra con una pereza formal alarmante, pero sin paternalismo ni condescendencia, respetando tanto a ellos como a sus sentimientos. Hasta que deja de hacerlo. Sobre la última parte, Elsa & Fred apuesta a pleno por la lágrima fácil y la manipulación emocional, como si a Radford no le hubiera quedado aire para mantener la línea mesurada recorrida previamente. Una lástima.
Pocas luces al atardecer Elsa & Fred fue un éxito de taquilla protagonizado por China Zorrilla en el 2005. Aquella película, lejos de ser una obra maestra, tenía cierta simpatía y la actuación de la protagonista era lo más interesante. China Zorrilla interpretaba a Elsa como si fuera una adolescente. El resultado era gracioso, aunque tampoco memorable. Pero algo de gancho había en esa historia de amor en la tercera edad y, créase o no, el guión terminó siendo vendido para realizar una remake. Una remake, recordemos, es cuando el guión de una película es tomado como base para volver a contar la misma historia. Así que acá estamos, con un Elsa y Fred hecho en Estados Unidos, nada menos que con dos leyendas: Shirley MacLaine y Christopher Plummer. El director es Michael Radford, el mismo de Il Postino. El problema, sin duda, es que la película es muy poco interesante, que todo es correcto pero a la vez demasiado pobre en ideas. Un programa de televisión berreta, eso parece. Las escenas están forzadas, la relación entre los protagonistas avanza a golpes malos de guión. Recién al final, cuando llega aquel clímax que el film argentino no podía sostener desde el presupuesto, acá la película hace la indiferencia. Pero aun así, no es fácil saber si eso le juega del todo a favor. Poco más queda para decir, salvo que acá el personaje de Fred tiene un buen peso y que Plummer consigue una gran diferencia entre el viejo apocado del comienzo y el galán que luego va surgiendo. No hay nada, absolutamente nada que justifique la visión de la película excepto el riesgo alocado de la escena final sin tanto pudor como la película Argentina y el carisma no del todo aprovechado de los protagonistas. Me niego rotundamente a entrar en el juego de decir cuál de las dos versiones es mejor. Y por favor, si sienten algún tipo de nostalgia por La dolce vita (muchas personas la sienten pero no les importa realmente la película) vean nuevamente el clásico de Federico Fellini, porque los homenajes no les hacen justicia ni de cerca. Algo más: Recemos porque la remake de El secreto de sus ojos sea más digna.
AMORES ARRUGADOS Otra más sobre amores al final del camino. La semana anterior se estrenó “El último amor”, historia de un viudo cabrón que una tarde, en Paris, encuentra una bailarina que le cambiará la vida. Ahora, “Elsa y Fred” transitan el mismo camino: otro viudo cascarrabias y guarango que, gracias al empeño y calidez de su vecina, logra dejar atrás una vida gris, cerrada y vacía. Hasta aparecen en las dos films una clase de baile. Según el cine, los viejos son todos cascarrabias irredimibles y ellas, en cambio, vitales y llenas de sonrisas. ¿Será así? Entre visitas al hospital y reproches familiares -en los dos casos- la historia de amor sigue adelante como puede. Esta versión hollywoodense del “Elsa y Fred” nacional no le agrega nada. El film de Marcos Carnevale era ñoño y excesivamente edulcorado. Y este apuesta más al humor, pero lo mismo, se los ve hacer tantas payasadas a Elsa y Fred que a veces más que tiernos suenan patéticos. La novedad es que la nueva Elsa sueña con “La dolce vita” y al final Fred la llevará hasta la Fontana de Trevi para que reviva la inmortal escena.
A pesar de ser un relato sobre el amor en la tercera edad, Elsa & Fred es un film que lo va a disfrutar todo el público. A pesar del problema que tiene el personaje de Elsa, no hay melodrama ni golpes bajos, ya que en el guión predomina el humor. Es la clásica comedia romántica que reparte prácticamente en dosis iguales sus dos...
El conmovedor diálogo entre dos films A nueve años del estreno del film de Marcos Carnevale, esta remake de Elsa y Fred, con Shirley Mac Laine y Christopher Plummer, potencia los momentos más recordados y hasta permite evocar la versión con China Zorrilla y Manuel Alexandre. En mi caso particular, cuando se anuncia la remake de un film, y más en manos de productores estadounidenses, reconozco que me quedo en un estado de alerta. Basta pensar en las remakes que se dieron a conocer a partir de numerosos films de Alfred Hitchcock, Jean LucGodard, Francois Truffaut o del mismo Federico Fellini, entre tantos otros casos. Sí, "casos", en tanto nos llevan a ver cómo un film muy reconocido, por lo general con gran respuesta de público, se adapta (y aquí el vocablo pesa considerablemente) a gustos, modas, tendencias, nuevos carteles actorales. No son estas observaciones, creo, pertinentes a este nuevo film de Michael Radford, un sensible realizador nacido en Nueva Delhi, de padre inglés y madre austríaca, en 1946. Un director al que seguimos teniendo presente por obras tales como 1984, estrenada ese mismo año, con las actuaciones de Richard Burton en su última actuación para el cine (hoy cumpliría noventa años) y John Hurt, basada en la homónima novela de George Orwell; Il postino, a partir de la novela de Antonio Skármeta, Ardiente paciencia con los recordados Philippe Noiret y Massimo Troisi. Y fue en el 2004 cuando nos ofreció una de las versiones más críticas y humanizadas de la tan cuestionada pieza teatral de William Shakespeare, El mercader de Venecia, con las admirables actuaciones de Jeremy Irons y Al Pacino. Ahora, antes de que se diera a conocer en Europa y en tantos otros circuitos, podemos ver esta remake ?igualmente lo fue Il postino? de este un tanto silenciado director. Y lo hace sobre una co?producción argentino?española, estrenada en el 2005, cuyos actores principales, China Zorrilla y Manuel Alexandre ya nos dejaron. Desde la historia que llevó a la pantalla Marcos Carnevale y dos guionistas más, ahora podemos ver este film que sigue casi linealmente a su predecesor, que parte de las mismas situaciones; que se abre desde las cascadas de agua que nos ubican en el mismo espacio de la Fontana di Trevi. Pero a pesar de esta similitud, de todo aquello que lo emparenta, la nueva versión de Elsa y Fred ofrece una serie de giros que no sólo saludan y reconocen a la obra original, sino que dialoga con aspectos que remiten a la filmografía de sus actores. Desde esa admiración que Elsa, separada o viuda, madre de dos hijos, frenética, impulsiva, siente por su adorada Anita Eckberg, marcamos un primer punto de partida. Y es que ahora, a sus ochenta años, la veterana pero siempre renovada Shirley Mac Laine nos recuerda que allá en 1955, en su segundo film, ambas participaron en aquella comedia delirante ?¡todo un clásico!?, dirigida por Frank Tashlin, Artistas y modelos, con las sorprendentes actuaciones de aquel dúo de comediantes de la Paraumont que hizo época: Jerry Lewis y Dean Martin. No voy a referirme aquí a la trama argumental, ya conocida por tantos espectadores de cine. Sí, señalar que aquí la acción transcurre en Nueva Orleans, primero, y en Roma después. Y que esta historia que se va a plantear en este más que recomendable film, sensible y altamente sincero, Shirley MacLaine vuelve a reunirse con su compañero de reparto, Christopher Plummer, de un melodrama que pudimos ver en la sala Madre Cabrini hace algún tiempo, Cerrando el círculo, de Richard Attenborough, film del 2007 que se inicia en los años de la guerra, relato que se organiza desde el motivo de un anillo, historia de reencuentros. Un gran melodrama pensado a la luz del cine de los años cuarenta. Ajeno a los llamados de sirena del cine industrial, el director Michael Radford decide, desde su film base, dar lugar a una etapa que el cine estadounidense hoy no desea abordar. La llamada vejez en Hollywood, a no ser que lleve el sello de actores ganadores de Oscars, no tiene el lugar que merece; como sí lo podemos seguir ?y así lo destacamos? en los cines europeos y de medio y lejano Oriente. Con ecos del capitán Von Trapp de esa comedia musical libertaria de mediados de los sesenta que fue La novicia rebelde, de Robert Wise, Christopher Plummer compone a un severo, hiératico y aburrido personaje que comenzará a manifestar algunos resistidos cambios cuando alguien llame a su puerta: aquí, en el film que hoy comentamos, es una singular vecina; en el film que lo llevó a ser un nuevo galán de entonces, la tan traviesa María, rol que asumió con gran profesionalismo, Julie Andrews. En ambas historias, el reciente viudo, ?ahora mira temerosamente al retrato de su ex mujer quien le devuelve un rictus de desaprobación-, paulatinamente, entre idas y venidas, comenzará a sonreír. Claro, mientras vemos el film nos vienen a la memoria los rostros de China Zorrila y Manuel Alexandre. Pero esto no interfiere, sino que potencia, Es tal la fuerza interpretativa de ambos que inmediatamente aceptamos con alegría el diálogo entre los dos films. Entre la ternura y el enojo, la fabulación y los portazos, los chorros de agua y la misma Fontana di Trevi, las presiones y el descontento del medio familiar, esta nueva versión nos permite desde ese viraje al blanco y negro, en un momento cúlmine, resignificar aquel otro instante del film fuente, mediando por igual, aquel gatito callejero y su plato de leche...con una simpática variante. Como en tantas otras, en esta historia que nos lleva a rememorar aquel mítico encuentro entre Anita y Marcello del tan rechazado film de fines de los cincuenta, La Dolce Vita del gran maestro Federico Fellini. Y con ánimo de encontrar otro puente entre las dos versiones, aquí, Radford toma para esta remake aquella expresión que leíamos en los afiches del film de Marcos Carnevale: "Lleva tiempo llegar a ser joven", firmada por uno de los nombres claves de la historia del arte, Pablo Picasso. La sola alusión a Pablo Picasso, en varios momentos del film, le permite ahora a su director ?y se lo agradecemos? reservarnos un sublime momento, que es todo un acto de revelación.
Michael Radford, director de "Il Postino" regresa luego de una ficción ("La Mula") y un documental sobre un artista francés de Jazz ("Michel Petrucciani") a las historias sensibles en las que el amor es protagonista. En esta oportunidad trae una historia que está relacionada con aquella coproducción que España y Argentina hicieron en 2005, "Elsa y Fred". Esa deliciosa película de Marcos Carnevale (que protagonizaba China Zorrilla y que puede verse cada tanto en el cable), escrita junto a Marcela Guerty y Lily Ann Martin vuelve, pero vuelve reescrita por Anna Pavignano y el mismo Radford con algunos cambios, importantes. Pero para que sepan, el cineasta local y parte de su equipo estuvieron en el set durante la filmación y dieron si visto bueno a esta adaptación. Supongo que los actores marcan a fuego algunos personajes y por eso era necesario volver a reveer el guión, dandole un giro más americano a la trama. Lo cierto es que con algunas salas y sistema on demand, Elsa y Fred vuelven a cautivar al público este noviembre desde los EEUU. La historia nos presenta un encuentro otoñal clásico. Dos adultos mayores, encarnados por los increíbles Shirley McLaine y Christopher Plummer, son los protagonistas absolutos de una historia de amor que tiene lugar en New Orleans. Fred (el actor de "Inside Man") es un cascarrabias vencido por la vida, viudo, que sólo quiere estar en su living sin contacto ni vida social. Conocerá a una vecina (la maravillosa MacLaine) quien se empecinará en convertirse su amiga. Pronto ella se transformará en mucho más que eso. Es cierto, Elsa tiene lo suyo (es un poco mitómana pero bueno, nadie es perfecto, no?), aunque se la ve saludable y con un sueño incumplido que la obsesiona: es fan de "La Dolce Vita" y una de sus escenas en particular (la de la fontana de Trevi) la enloquece. Pero más allá de eso, su humor y carisma hará que se gane el corazón de Fred en pocos pasos, a pesar de que al calendario le queden pocas hojas por delante. Luego de establecerse como pareja, recibirán una noticia que cambiará radicalmente el curso de sus vidas y en ese devenir, un viaje puede ser un proyecto transformador para coronar existencias plenas de amor. Desde el punto de vista actoral, tanto MacLaine como Plummer están geniales. Hacen la diferencia en dos o tres escenas y trasmiten aire fresco a la cinta. Habiendo visto la original, creo que la de China Zorrilla era más intensa, un poco oscura, en cierta manera. No siento que eso se recree aquí. Las emociones están, son de la misma naturaleza, aunque la tristeza es una de las estaciones del trayecto y hay que estar preparados para ella. En el debe, la edición a veces tiene algunos problemas con la duración de algunas tomas y los secundarios, aunque prestigiosos, no logran aportar peso a la trama. La banda de sonido es discreta aunque hay que decir que acompaña sin mayores matices. Una curiosidad en cartelera entonces, la versión foránea de un drama nacional protagonizado por actores mayores de setenta años. Todo un hallazgo. "Elsa y Fred" ofrece lo que el espectador que la eligió busca: un drama romántico bien construído (sin demasiadas luces fuera del brillo de los protagonistas) y un mensaje de vida esperanzador para aquellos que se adentren en la historia.
Una remake que consigue estar a la altura de la original por obra y gracia de su dupla protagonista. En el 2005, la taquilla argentina fue sorprendida por una película de Marcos Carnevale, que contaba la historia de amor entre dos personas de la tercera edad. El éxito de la película no se dio solo en nuestro país, sino que llego a tener aclamación en la taquilla internacional. Hollywood naturalmente descubrió el potencial que se escondí detrás de este concepto y depositó en Michael Radford, director de Il Postino, la tarea de reversionar la película y con dos actores de puro lujo como los ganadores del Oscar Shirley MacLaine y Christopher Plummer para dar vida, norteamericana, a los personajes originados por China Zorrilla y Manuel Alexandre. A pesar de los prejuicios que uno pueda llegar a tener con las remakes, en particular las de películas argentinas (no nos olvidemos de Criminal, la penosa remake de Nueve Reinas), esta remake consigue ser llevadera y hasta incluso más graciosa que la original, pero manteniendo la esencia a la que apuntaba la película original. ¿Cómo está en el papel? La trama es esencialmente la misma que de la película original. Fred, un caballero bastante cascarrabias que ha enviudado recientemente, se muda a un nuevo departamento a pedido de su hija. En el mismo edificio, a una puerta de distancia, vive Elsa, una jubilada con bastante chispita y con un gran sentido de la travesura. A partir de ciertas desventuras, se empieza a formar una enternecedora historia entre ellos dos, a pesar de que algún que otro delirio de Elsa le dé dolores de cabeza al pobre Fred. Cuando dije que este título mantiene la esencia de la película original, me refiero a que mantiene el concepto temático de la original, acerca de encontrar motivos para vivir, incluso al final del camino cuando parece que no hay tanto tiempo. Obviamente, la versión de Radford le suma cosas que son típicas en una percepción Hollywoodense de la historia de Carnevale: una historia del yerno de Fred pidiéndole plata para empezar un negocio ridículo, una historia del hijo de Elsa preocupado porque Fred quiera aprovecharse de ella, y le suman un amigo medico a Fred. Eso sí, cabe destacar que hay un motif recurrente sobre Picasso en el backstory de Elsa que está muy bien desarrollado. Todo lo demás que se imaginen de la película original, dice presente en esta remake, incluso la famosa secuencia de la Fontana di Trevi. Lo concreto que el desarrollo de los personajes, tanto de Elsa como de Fred, tiene un carisma y tiran unos remates que mantienen el enganche del espectador, y que no pierden de vista el objetivo de desarrollar satisfactoriamente una historia. ¿Como está en la pantalla? La película mantiene una técnica sobria; un montaje prolijo y una muy buen utilización del Cinemascope a la hora de componer el encuadre. Por el costado actoral, las interpretaciones de Shirley MacLaine y Christopher Plummer dotan a la película de un carisma que cautiva y hace cómplice al espectador desde el primer minuto. Sin ánimo de ofender al legado de China Zorrilla y Manuel Alexandre, pero la manera en la que Plummer y MacLaine combinan el humor acido con la ternura es notable, tanto en sus escenas en solitario como en las que comparten juntos. El motivo más sólido para pagar una entrada. Conclusión Si bien incurre en los clichés Hollywoodenses típicos de “amor en la tercera edad” de los que supo escapar la película original, esta remake de Elsa & Fred llega a muy buen puerto de la mano de una efectiva dirección de Michael Radford y dos interpretaciones carismáticas de sus protagonistas.
Mismo guión, diferentes objetivos Resulta imposible no comparar a Elsa y Fred con la versión original argentina protagonizada por China Zorrilla y Manuel Alexandre. Aunque podemos encontrar que el guión es casi idéntico, y hasta por momentos se imitan las actuaciones del original, se nos presenta un film que muestra otros intereses a resaltar. Mientras en la versión de 2005 se nos muestra a personajes consolidados y sólidos en sus papeles, en esta versión nos enfrentamos a dos personajes fuertes, Elsa y Fred, y a otros accesorios e indispensables. Quizás esta elección se debe principalmente a las diferencias argumentales, que aunque mantienen -como ya lo dijimos- el mismo guión, se ven afectadas por la forma en que se llevan a cabo. A su vez, notamos unas actuaciones bastantes forzadas, que llevan a que los personajes que no son los principales pierdan fortaleza en una visión integral. Entre estos, resaltamos el papel de la hija de Fred que, a diferencia del film de 2005, tiene un lugar bastante indefinido y una actuación muy floja. Cuando hablamos de distintos intereses, resaltamos que en el original se mostraban dos culturas y personalidades diferentes, la argentina y la española, una centrada en el disfrute y el sueño, y la otra en el deber ser. En esta película se le da una gran impronta a todo lo relacionado con lo familiar, que, de alguna manera, también ayuda a construir a los personajes principales. Hay un alineamiento con una cierta cantidad de películas actuales que buscan explorar esas relaciones amorosas que surgen en las personas mayores luego de que pasaron su adultez, exhibiendo cómo, llegada cierta edad, con cierto grado de reflexión, se arriesgan a hacer con su vida lo que no se animaron a hacer de más jóvenes y con otras responsabilidades. Por otro lado, lo que denominamos como la búsqueda de un nuevo interés en Elsa y Fred versión 2014 está muy apoyado en las personalidades de los personajes. Fred ya no es una persona “modosita” como en la película de 2005: es un gruñón que se va ablandando a medida que se enamora. Y Elsa, aunque por momentos es muy parecida al personaje que reversiona, se muestra con una personalidad más irreverente por momentos, y mucho más soñadora y frágil por otros. Resaltemos el fuerte quiebre en el film de 2014. Nos encontramos con una primera parte desprolija, con actuaciones flojas y miméticas del film de 2005. Pero la segunda parte adquiere mayor intensidad y logra salir de la mera copia, conformando a una pareja parecida pero con sus propias características, dialogando a la vez con otras artes como la pintura y el cine de otros tiempos.
Remake estadounidense del film argentino dirigido por Marcos Carnevale, como aquel apoya esta historia de amor entre personas mayores con enormes actuaciones. La traducción al “lenguaje” de Hollywood es correcta y precisa. Shirley McLaine y Christopher Plummer, dos señores con oficio perfecto, les inyectan humanidad y humor a sus personajes con mucha gracia. Más un film “de actores” que de puesta, pero aún así estimable.
No podemos establecer como regla general que los buenos directores son reacios a hacer remakes. Frank Oz o Tim Burton serían apenas un par de ejemplos. El caso que nos cita hoy es “Elsa y Fred” en versión de Michael Radford. El hombre detrás de “1984” (1984), “Il Postino” (1994) y “El mercader de Venecia” (2006) quedó deslumbrado frente la versión original que en 2005 hizo Marcos Carnevale, protagonizado por China Zorrilla y Manuel Alexandre, y decidió entregar su propio opus de la misma historia. Elsa (Shirley McLane) es viuda, madre de dos hijos, que vive en un departamento en la ciudad y tiene todas las características de vieja pícara. Se presenta como alguien que se reconoce con cierta edad, pero ello no es impedimento para pasarla bien, incluso con alguna que otra mentira piadosa. Fred (Christopher Plummer) es viudo, cascarrabias, huraño, y no puede entender como su hija y su yerno insisten en que se mude al mismo edificio en donde vive Elsa. En algún momento se van a encontrar. Comedia romántica por antonomasia, “Elsa y Fred” es típica: chica-conoce-a-chico, se gustan, se insinúan, se provocan pese a sus personalidades aparentemente antagónicas. Luego, está todo bien entre ellos, pero algo estalla, aunque si todo sale bien habrá tiempo para arreglar las cosas y vivir felices para siempre. Mucho de esto hay en esta historia, la diferencia de que la chica y el chico tienen más de 70 años. En el tratamiento de los personajes en el guión es donde radica el gran mérito de una historia que no parece perder vigencia. El espectador puede contar con dos cosa fundamentales: el exquisito duelo actoral entre Shirley McLane (quien no hace olvidar a la querida China, pero al menos evita un poco extrañarla tanto), y Christopher Plummer, y una sólida dirección de Radford, cuya carrera seguramente no dependerá de las virtudes de esta producción, pero al estar realizada con tanto corazón se lo trasluce desde la pantalla y hace muy agradable el paseo al cine.
Esta es la remake norteamericana de la película argentina “Elsa y Fred” (2005) protagonizada por China Zorrilla y Manuel Alexandre. Aquí protagonizada por los emblemáticos Shirley Maclaine y Christopher Plummer. Él un anciano gruñón y viudo que conoce circunstancialmente a Elsa, una mentirosa y enamorada del clásico filme italiano “La Dolce Vita”, quienes juntos vivirán una gran aventura. Resulta conmovedora, simpática, con toques de humor, un relato de amor en personas de la tercera edad, predecible y para ver buenas actuaciones.
"Nunca es tarde para enamorarse" Michael Radford se toma la tarea de hacer la segunda versión de la película de Marcos Carnevale protagonizada por China Zorrilla y Manuel Alexandre. Esta vez cuenta con el protagonismo de figuras como Shirley MacLaine y Christopher Plummer, y un guión con una vuelta de tuerca adaptado a la pantalla hollywoodense que resulta refrescante. Se dice que cuando se realiza una remake se trata de adaptar, y en lo posible mejorar la versión original. Otros pensamos que las remakes no deberían existir, porque lo que funcionó lo hizo en un contexto y no en otro. Sin embargo, esta película es la excepción, ya que la remake superó a la original. No hablamos de la interpretación de los actores, claro está, ya que China Zorrilla y Manuel Alexandre habían hecho un trabajo excepcional allá por el 2005. Sin embargo, el nuevo elenco no tiene nada que envidiarle al original. Estrellas del calibre de Shirley MacLaine y Christopher Plummer, actores con experiencia en cientos de películas, vienen a darle vida a la versión norteamericana de Elsa y Fred. La mejoría radica en el guión que construyen los personajes, en la original es Elsa la que se lleva la mayor cantidad de tiempo en pantalla, aunque el protagonista es Fred, quien tiene el arco argumental. Sin embargo, en la remake aparecen mucho más parejos y eso le imprime un poco más de ritmo a la película. Por otro lado, el personaje de Fred es el que más cambia. En la original, Fred es un anciano triste y derrotado. En la remake es un viejo gruñón. Esto genera algunas situaciones de comedia que no estaban en la original, como una escena donde se rompe una cañería en la casa de Fred, o intento de la pareja de tomar clases de baile moderno. Esto contrasta y hace que el final funcione mucho mejor: las escenas en Roma resultan más emotivas. El gran final también impacta más en la nueva, como regla general la muerte de la comedia genera drama; y está regla ha funcionado aquí a la perfección. Además, quitar el plano final y cambiarlo por otro (tranquilos, no vamos a contar el final) es una mejoría. Nos quita ese balde de agua fría, esa bajada a la realidad, y en vez de eso nos deja en el momento feliz pero irreal y etéreo. Además, reivindicar a Elsa y descubrir que no todo son mentiras, es un elemento esperanzador. Le dice al público “hey no todo está perdido, la vida es buena” y ¿no es esa la idea de la película? Por eso el baldazo de agua en la original se me hizo tan chocante. El director de fotografía de la película original era desastroso. Los planos eran violentos a la vista, desagradable hasta lo incómodo; excelente idea haber arreglado eso. La historia se disfruta mucho más con una buena narrativa visual. Por lo demás, algunas escenas y diálogos son exactamente iguales, otras se agregaron para darle un tono más de comedia. Un ejemplo de esto es el personaje de la simpática Laverne, la mucama de Fred; o Armande, el portero del edificio. El ritmo de la narración es un poco más acelerado que en la original, pero es entendible si pensamos en un público estadounidense. Sin embargo, tampoco es excesivamente rápido, por lo que resulta apropiado. Los cambios que se hicieron al guión están justificados por un poco de risa, y la vuelta de tuerca al personaje de Fred vuelve a la pareja más equilibrada y menos monótona. Buenas ideas de Radford, el director de El Mercader de Venecia, que se luce con un guión fiel al original y aún así mejorado en años luz. Agustina Tajtelbaum
Una buena versión que carece de la gran “China” Remake de la coproducción argentino-española que dirigió Marcos Carnevale, este filme norteamericano tiene lo suyo, aunque le falte carisma. Supone una prueba a la objetividad ver Elsa y Fred en versión norteamericana, cuando se es argentino y se ha visto en cine y revisto en cada pasada televisiva la emotiva producción argentino-española que en 2005 dirigió Marcos Carnevale y protagonizaron maravillosamente "China" Zorrilla y Manuel Alexandre. Algo similar sucedió cuando Nueve reinas (2000, Fabián Bielinsky), tuvo su sucedánea yanki cuatro años más tarde y los de por aquí nos encontramos comparando a John C. Reilly con Ricardo Darín y a Diego Luna con Gastón Pauls. Para bien de Elsa y Fred, la edición 2014 corre mejor suerte que el otro, citado, intento, y contruye un cuento con altura, que recrea -ahora en Nueva Orleáns-. el romance tardío entre Elsa Hayes y Fred Barcroft. Ella es una señora de la tercera edad con una jovialidad envidiable, que sueña con emular a la protagonista de La dolce vita y bañarse en las aguas de la Fontana di Trevi, y él, unos años menor, es un viudo recientemente mudado al edificio, demasiado cascarrabias para emparejar con ella. Pero la magia sucede porque Elsa no pierde su tiempo: sabe lo que quiere y adonde dirigirse para conseguirlo. Nadie, sino la espectacular Shirley McLaine, hubiera podido interpretar a la alocada Elsa,aunque para el corazoncito rioplatense, ni siquiera la protagonista de La fuerza del cariño puede con ese `toque´único que le dio la querida "China". Ante la pantalla, el mohín de la comparación traiciona. No obstante, la comedia funciona con sus momentos de humor y drama, y se gana el pase a ese grupo de inevitables que, conforme pasen los años, seguirá tentando al control remoto a detener el zapping, cuando realice su obligado paso a la televisión.