En la filmografía de McG se pueden encontrar las dos películas de "Los Ángeles de Charlie", "Terminator Salvation" y "We Are Marshall", propuestas diferentes, pero con una base en común basada en la acción. En esta oportunidad, continuando con su propio estilo, el director propone una comedia romántica con algunos toques del género que se repite en todas sus producciones, ocasionando un desnivel narrativo que en todo momento se intensifica, e invocando un humor a veces divertido, pero también carente de imaginación y desarrollo.
Dentro de las últimas comedias que han llegado de Estados Unidos esta es una de las mejorcitas en su estilo ya que sin groserías, desnudos, sexo, chistes escatológicos u otras cosas por el estilo logra entretener con un muy buen ritmo de principio a fin. Ideal para los que buscan despejarse de sus problemas disfrutando de...
Enemigos íntimos El problema con las comedias románticas con elementos de acción es que, cuando no funcionan, la cosa se hace muy cuesta arriba. Uno puede ver un thriller discreto, un documental no del todo logrado, pero seguramente podrá entretenerse un rato o encontrar alguna que otra secuencia rescatable o un testimonio interesante (en el caso de la no ficción). Nada de eso ocurre con ¡Esto es guerra!, una típica película "de concepto" (podríamos decir "de manual") en la que nada funciona como debiera; es decir, no hay química romántica, no hay gracia, no hay fluidez y las escenas de acción no superan la media del género. El triángulo aquí está integrado por Lauren (Reese Witherspoon), una treintañera soltera y bastante frustrada con los hombres que se gana la vida testeando productos; y dos agentes de la CIA (Chris Pine y Tom Hardy) que, vaya casualidad, se meten en el mismo sitio web de citas y terminan enganchándose con la rubia. Los otrora amigos iniciarán una dura batalla entre sí para quedarse con la chica y, para ello, apelarán no sólo a su ingenio sino también a sus conocimientos, técnicas, destrezas y dispositivos tecnológicos a su alcance para saber los pasos del "enemigo" y tener una mejor performance con su objeto del deseo. Aquí hay algo de Sr. y Sra. Smith y poco más. Los carilindos intérpretes se muestran tan fotogénicos como inexpresivos, mientras que la trama -con sus absurdas vueltas de tuerca y sus enredos previsibles- no logra generar el más mínimo interés y hasta nos "regala" un desenlace a todas luces conservador que arruina lo poco de irreverente que podía haber tenido el relato previo. Un film intrascendente.
El mismo objeto del deseo La receta que suma una pareja despareja, más toques de acción y humor, casi siempre, ha dado buenos resultados en las boleterías. Ahora llega este producto que cuenta con la batuta de Mc G (Los Angeles de Charlie,Terminator Salvation)) y del que se esperaba más. Dos amigos, los agentes federales Foster (Chris Pine) y Tuck (Tom Hardy), inseparables desde la infancia, acaban de realizar una misión peligrosa que dejó seis muertos y son derivados a un trabajo de oficina. Pero el verdadero conflicto del film se dispara cuando los protagonistas se enamoran perdidamente de Lauren (Reese Witherspoon) quien está tratando de afianzar su costado afectivo. El comienzo de ¡Esto es guerra! entrega buenas dosis de acción en las alturas de un edificio, pero con el correr de los minutos la tensión que prometía la trama se va desvaneciendo y aflora la rivalidad entre ellos por conquistar a una misma mujer. En ese sentido, la balanza se inclina más hacia la comedia romántica, ambientada en lujosos escenarios y con escenas de persecuciones bien logradas. El estilo de video clip que acunó el cineasta dice presente a lo largo de la película y aparece potenciado por una envolvente banda sonora. El resto descansa en el trío protagónico: Pine (Imparable), quien se impone a través de la seducción; Hardy (El origen), el más duro, y con gran futuro dentro del cine; y Whitherspoon, quien no necesita demasiada presentación porque se mueve cómoda en el género. Con acumulación de falsos finales, la dupla en cuestión se recrimina por sus amores cruzados mientras viaja en avión y está a punto de dar su salto al vacío.
Hay géneros en el cine que por lo general no son compatibles La comedia romántica de enredos y el cine de acción rara vez van de la mano. A veces puede haber buenas intenciones pero el resultado final por lo general termina siendo olvidable. Esto es la guerra es un estreno engañoso que se vende por el lado de la acción pero en realidad es una comedia romántica muy tonta donde las secuencias de acción no tienen razón de ser y el conflicto que impulsa esas situaciones está totalmente tirado de los pelos, como el humor que tiene la trama. El director McG (Los ángeles de Charlie), quien había hecho un film decente con Terminator: Salvation regresó a su nivel habitual de mediocridad para presentar el peor trabajo de su filmografía. Lo que no es poco teniendo en cuenta los antecedentes de este sujeto. Durante el transcurso de Esto es la guerra en realidad hay muy poca acción y la mayoría de las escenas están en el trailer, ya que el núcleo central del conflicto reside en los enredos románticos de los protagonistas que parecen tener 15 años. El gran problema de este estreno que nunca termina de quedar claro que es lo que querían hacer con la historia. Por ejemplo, en un momento tenés escenas de Reese Whiterspoon con la conductora del canal E! Chelsea Handler que parecen salidas de un episodio de Sex and the City y al minuto siguiente ves a los protagonistas peleando con unos mafiosos rusos en una trama infantil de espionaje que está totalmente descolgada. Por otra parte, el villano de la historia que interpreta Til Schweiger está desaparecido durante el 90 por ciento del film y hacia el final regresa de la nada tratando de matar a Chris Pine y Tom Hardy para justificar el cierre de la película. El director Doug Liman trabajó mejor esta fusión de géneros en Señor y Señora Smith donde por lo menos las secuencias de acción tenían un sentido dentro de la trama y eran visualmente atractivas. La verdad que después de ver esto ese trabajo de Angelina Jolie y Brad Pitt merece ser reivindicado como propuesta pochoclera, ya que no solo estaba bien realizado, sino que no tomaba a los espectadores de estúpidos. Esto es la guerra ni siquiera zafa como propuesta romántica, ya que la historia en realidad tiene que ver con dos tipos alzados que usan recursos de la CIA para tratar de encamarse con una mujer. El romance y el amor brilla por su ausencia en esta historia. Si te gustan las comedias malas que viene haciendo Hollywood últimamente tal vez encuentres a este estreno desopilante y lo recomiendes. En mi caso resultó otro Mc bodrio para el olvido.
La desigualdad de los sexos en el cine Esto es guerra plantea en su relato un esquema narrativo verdaderamente simple: dos amigos (Tuck y FDR) se enamoran de una misma mujer (Lauren) y pasarán por situaciones más o menos divertidas hasta que uno de los dos logre conquistar a la indecisa muchacha. Sin embargo, la trama agrega una serie de elementos que complejizan –y mejoran levemente- la historia inicial: por empezar, se ha tomado la buena decisión de no explotar como situación cómica el desconocimiento de los amigos de estar cortejando a la misma chica. Dicha situación lleva el conflicto a un segundo nivel que detonará la pregunta ¿cómo organizarse en este cortejo simultáneo sin destruir la amistad que han forjado y valoran por sobre todas las cosas? Esto los lleva inmediatamente a establecer una serie de reglas de caballerosidad, las que, obviamente, serán transgredidas una tras otra por ambos. Como contrapartida, esta no explotación en el terreno de los varones será trasladada al de las chicas; son Lauren, y su amiga Trish, quienes desconocen hasta el final la relación de los dos hombres y el pacto de caballerosidad entre ellos. El segundo elemento favorecedor de la trama está vinculado con el juego intencional de Lauren y de su amiga (una mujer casada y con una vida sexual un poco rutinaria) de probar a los dos hombres como quien prueba prestaciones de electrodomésticos; esta cosificación grosera, no obstante, da sus frutos en una serie de gags verbales de cierta eficacia. Creo, sin embargo, que al conservar la explotación del secreto hasta el final en las dos chicas, el realizador McG se pierde la oportunidad de agregar un elemento extra que hubiera otorgado al relato otro nivel de conflictividad. Se podría haber jugado narrativamente con un doble descubrimiento (como ya se ha hecho en la serie norteamericana Friends) de estos juegos de seducción, otorgando a las mujeres un tratamiento simétrico, el cual hubiese brindado al relato un contexto narrativo favorable para situaciones cómicas diversas. Este hecho, en particular, es el que se ve más flojo en el film, y el que revela una perspectiva excesivamente masculinizante en la enunciación. Se hubiese ganado bastante incluyendo en la escritura del guión a alguna mujer, sobre todo teniendo en cuenta la metáfora de cosificación propuesta al inicio, aunque –lamentablemente- no desarrollada como prometía. No obstante, y a pesar de tratarse de un relato excesivamente previsible, la película logra su objetivo de entretener al espectador con buenas dosis de comedia y momentos de acción muy bien logrados y con buen ritmo. Las labores femeninas son buenas, sobre todo si se las compara con la exigua pobreza de los desempeños masculinos, repletos de clisés y con diálogos menos felices.
Anexo de crítica: -La propuesta de Esto es guerra se agota apenas iniciada la premisa trillada de los dos hombres que persiguen el mismo objeto amoroso. Y la palabra objeto encaja perfecta en la piel de Reese Witherspoon porque esta vez a la actriz no le sale nada bien: no es sexy, no tiene química con ninguno de los dos actores que la cortejan más allá de su pobrísimo nivel en las interpretaciones y tampoco cuando intenta buscar el tono de comicidad que en ningún momento llega por naturaleza sino más bien por caprichos de los guionistas a quienes el ABC de toda comedia de acción les queda demasiado grande.-
En Esto es guerra, Rheese Witherspoon, tal vez el mayor atractivo de la película para la porción de público que la encuentra irresistiblemente simpática, evalúa la calidad de todo tipo de productos (de hornos a teléfonos celulares) para una publicación de defensa del consumidor, tarea que desempeña en directo contacto con los presuntos compradores, que prueban y cuestionan personalmente defectos y carencias de los artefactos. Mucho le hubiera convenido al propio film contar con sus servicios antes de ser lanzado al mercado. De haberle aplicado sus conocimientos, difícilmente habría contado con el ok final. Primero, habría advertido que se trataba de vender un artículo de segunda mano -una historia mil veces contada- que no sólo fracasaba al querer disimular con el packaging la gastada y repetida fórmula, sino que tampoco proponía alguna ligera variación sobre la base de ingenio, frescura o brío, salvo que se considere como novedoso el hecho de que los dos galanes y amigos que -otra vez- luchan entre sí para conquistar a la misma mujer, sean agentes secretos y que en la guerra en la que sin proponérselo se ven envueltos utilicen recursos propios de su profesión. El planteo es más o menos así; toda la habilidad que la chica emplea para desempeñar su profesión le falta para su vida sentimental: invariablemente elige el candidato equivocado. Por fortuna para ella (y no tanto para el film, que gana poco con la incorporación de Chelsea Handler) tiene una amiga tan fogosa como metereta que la inscribe en un programa de búsqueda de parejas en Internet, como consecuencia del cual iniciará no una sino dos relaciones paralelas, por supuesto con los dos amigos en cuestión. En principio todo va bien, porque ambos ignoran que la mujer de la que se han enamorado es la misma. Cuando lo descubren, pasan del dudoso pacto de caballeros al espionaje mutuo y más tarde a la guerra declarada. Ella es, claro, la última en enterarse: no es la inteligencia el rasgo que más subrayan en las mujeres las comedias norteamericanas recientes. Mientras tanto, muy de vez en cuando, el film se acuerda de que Chris Pine y Tom Hardy son agentes de la CIA e intercala alguna escena de acción, con malvado incluido; mala idea, teniendo en cuenta las escasas condiciones que el director McG (el mismo de Los ángeles de Charlie) expone para esos menesteres. El cotejo entre los dos galanes (y las zancadillas que cada uno le tiende al otro) sirven para probar que la química de Witherspoon con uno y otro está igualmente ausente. Casi tan ausente como el encanto que los libretistas y el director buscaron extraer de una materia visiblemente escasa de ideas y de humor. Algunos chistes y algunas de las travesuras que ellos imaginaron apenas compensan. De lo demás sólo vale mencionar el brillo de la sonrisa de Witherspoon, la afectación de Pine y la sobriedad de Hardy. Muy poco.
Esa rubia debilidad Dos agentes de la CIA se enamoran de la misma mujer. Hay mucho del cine que Hollywood producía por los años ‘70 en ¡Esto es guerra! Combinación de comedia y acción, con dos galanes detrás de la chica, confusiones y engaños propios de las obras teatrales en las que los personajes entran y salen por distintas puertas al escenario, es una película sin otra pretensión que la de divertir, una buena excusa como para salir, compartir un buen momento y listo.Claro que los tiempos han pasado, y lo que hubiera sido una película apta para todo público para llevar a los chicos, hoy tiene unos gags más subidos de tono y un toque sexual como para que los chicos hagan preguntas inconvenientes.Dos amigos, agentes de la CIA, terminan “castigados”, alejados de la escena de acción y confinados a dos escritorios cuando debían apresar a dos hermanos en una fiesta en Hong Kong, uno muere al caer desde un alto edificio y el otro juramenta venganza. Claro, ellos no lo saben.Y da la casualidad que cuando Tuck (Tom Hardy, el próximo villano de Batman) conoce vía un sitio de citas a Lauren (Reese Witherspoon), su amigo FDR (Chris Pine) se la cruza en un ¡videoclub! (esto es para los que piratean las películas), sin saber que es la mujer por la que Tuck ha quedado perdidamente enamorado.Y cuando cada uno descubra que la chica que quiere conquistar está en la mira del otro, tras elegantemente decidir hacerse a un costado, terminarán entablando una guerra sin cuartel, estableciendo reglas. la primera: no tendrán sexo con Lauren...Witherspoon, la actriz de Legalmente rubia , muestra todos los dientes blancos de su boca tamaño buzón y sus morisquetas. Mucho más compenetrados, si cabe el término, están Hardy -un primo lejano de Daniel Craig-, que no es lo que se dice un comediante nato, pero sí un actor visceral, al que el papel por momentos pareciera quedarle chico, y Pine, en el rol del egocéntrico.Pero la cuestión no pasa por saber quién se queda con la chica, o mejor, a quién elige la chica, ya que sale con los dos. El director McG -el mismo de las dos Los ángeles de Charlie - sabe cómo sazonar la acción en la comedia y la comicidad en las escenas de tiros. O sea: está todo bien cocinado para comer rapidito, sin tener que eructar, pero tampoco como para repetir.
Dos agentes de la CIA entran en batalla después de descubrir que salen con la misma mujer, en esta floja comedia romántica con toques de acción dirigida por McG. FDR (Chris Pine) y Tuck (Tom Hardy) son dos grandes amigos que comparten todo, incluso su profesión. Igualmente, hay algo inusual sobre el trabajo que hacen: ellos son agentes especiales de la CIA. Pero cuando una misión secreta involucrando a un peligroso criminal (Til Schweiger) sale mal y ambos son suspendidos de realizar misiones, van a descubrir otra afición: Lauren (Reese Witherspoon), una testeadora de productos con problemas de confianza tras su última relación. Tras cruzarse con FDR y Tuck en ocasiones separadas, Lauren es animada por su amiga Trish (Chelsea Handler) a tratar de salir con ambos al mismo tiempo. De todas formas, en poco tiempo los amigos se enteran de que ven a la misma mujer, aunque deciden que, en lugar de retirarse, van a mantener la boca cerrada y dejar que ella elija al hombre indicado. Pero cuando la rubia no se decide, los hombres van a recurrir a sus arsenales de espionaje para lograr quedarse con la chica, lo que en poco tiempo causa que los antes compañeros luchen el uno contra el otro en una batalla sin piedad. Esta es la base de ¡Esto es Guerra! (This Means War, 2012), la nueva película de McG (si, lo están leyendo bien, no acaban de ver el nombre de un nuevo combo de comida rápida), director de películas como Los Ángeles de Charlie o Terminator: La salvación. En esta ocasión, el también responsable de shows como The O.C., Supernatural y Chuck prueba su mano en el complicado terreno de la comedia romántica con elementos de acción, pero el resultado final es decepcionante. Modelándose usando como base a Sr. y Sra. Smith (no es casualidad que Simon Kinberg, uno de los guionistas de este estreno, sea el escritor responsable de la película estelarizada por Angelina Jolie y Brad Pitt) el film falla en varios niveles. Falla como comedia romántica porque es extremadamente previsible y repetitiva, además de que los personajes son bastante superficiales (traten de encontrar el encanto en las escenas donde los hombres espían cada movimiento de Lauren, o el romance en la motivación de la chica protagonista de testearlos como si fueran otros productos desechables). Si tan solo la película fuera consciente del potencial de la premisa para la comedia negra o el thriller, en lugar de entregar chistes tan blandos y gastados. El trio protagónico de Witherspoon, Pine y Hardy trata débilmente de hacer que el guión trillado sirva, pero solo cumplen su cometido un par de veces; ni siquiera ellos pueden sacar emoción, química o grandes carcajadas de esto. Empeorando las cosas está Chelsea Handler, en el rol de mejor amiga consejera que está forzado a aparecer en este tipo de producciones. Igual, tampoco funciona como película de acción, porque las pocas escenas con promesa de dar adrenalina se acaban muy pronto, encima de que casi todas están filmadas para la incomprensión; algo extraño, considerando el muy buen trabajo que hizo McG produciendo escenas explosivas en la cuarta entrega de Terminator. Encima, el supuesto villano interpretado por Til Schweiger (aquel que intimidó a tantos como Hugo Stiglitz en Bastardos Sin Gloria) es reducido a una aparición de menos de cinco minutos: aparece con cara seria un par de minutos al inicio, al medio y al final (en un intento de cierre de la película), y listo.
Sólo para ver en el living o en un avión Como ya es sabido, acá hay dos carilindos muy compañeros, que se enamoran de una chica y se desafían a conquistarla. Como excusa argumental, es medio vieja. Ya la usaban los romanos en la antigüedad. Entre nosotros, con una buena variante, Hugo del Carril y Luis Sandrini hicieron en «Los dos rivales» comedia todavía disfrutable. Y con buena voluntad, también la que ahora vemos podría disfrutarse. Chris Pine y Tom Hardy son miembros de la CIA, elegantes muchachos de armas tomar que andan por el mundo saltando y disparando alegremente. Cuando algo se les complica en Hong Kong, les dan trabajo de oficina cerca de sus casas. Ahí descubren tener un mismo interés por la misma rubia, se hacen el previsible desafío (palabra redundante, porque acá todo es previsible), y aplican un catálogo de chiches secretos de última tecnología para espiar a la niña, que ya no es tan niña, y espiarse entre ellos, para frustrarse mutuamente sus tácticas. Lo hacen con tanta dedicación, se aprecian tanto entre sí, y tienen tanta química entre ellos, que cabe sospechar si realmente estarán interesados en la chica. Pero el chiste no pasa por ahí. A decir verdad, si realmente pasa un chiste, habrá sido de largo, por otra película, porque en ésta apenas cabe el humor simple y remanido, la charla ordinaria entre mujeres (la confidente femenina, papel a cargo de la rubia Chelsea Handler, casi se roba la película), la moda masculina, los lujosos interiores (¿cuánto ganará un agente de la CIA?), unas pocas escenas de acción, y una leve intriga criminal, tan leve que a veces los libretistas se la olvidan. Los libretistas son Timothy Dowling y Simon Kinberg, que en su defensa puede alegar que participó en la última de «Sherlock Holmes» junto a otros cinco libretistas (pero a «Sr. y Sra. Smith» la escribió él solo, y eso lo condena). El director es el prolífico McG que llevó «Los ángeles de Charlie» al cine. Y la rubia es Reese Whiterspoon, como hubiera podido ser cualquier otra rubia. En resumen, y contradiciendo un poco la declaración del título, esto no es la guerra, sino apenas otra comedia tonta para ver en el living de casa, de viaje en ómnibus o avión, u otros lugares que no requieran atención exclusiva ni pago de entrada. En ese sentido, funciona muy bien. La gente se distrae sin esfuerzo, simpatiza con gente bonita, contenta, exitosa y de relativo talento, y se siente más inteligente que la obra. Tal es la clave de varios programas televisivos, y de películas como la que ahora vemos y pronto olvidaremos.
Dos agentes de la CIA están prendados de la misma chica Es un filme con buen diseño de producción, correcto timing, pero ninguna originalidad. Todo es previsible, los clisés del género abundan y se quiere aunar romance y acción en una liviana producción con atractivos actores. Ella es Lauren, una joven con un buen empleo de testeo de productos, soltera y con ganas de entrar en romances más serios. Ellos, Tuck y Frank, sí, porque son dos, integrantes de la CIA, jóvenes y lindos, y también con ganas de encontrar una relación más perdurable. Aunque uno, el bueno de Tuck lo intenta por segunda vez, relación que le dejó un chico y una ex mujer. Los dos recurren a un "solos y solas" de la web, por supuesto que no se cuentan nada, encuentran a Lauren y la citan. En un momento dado, ambos se sinceran y ante el "gusto común que los une" se declaran rivales. Por supuesto que tecnología apropiada para empresas superiores, comienzan a ser utilizadas, para frenar el avance de cada uno de los candidatos. LO PREVISIBLE "Esto es guerra" es un filme con buen diseño de producción, correcto timing, pero ninguna originalidad. Todo es previsible, los clisés del género abundan y se quiere aunar romance y acción en una liviana producción con atractivos actores. La chica es Reese Witherspoon y los galanes, Chris Pine con algo de Brad Pitt joven y el inglés Tom Hardy. En un breve papel de abuela, Rosemary Harris, conservando el encanto de su ya lejana "Tom y Viv". La película tiene una inicial escena de acción bien filmada y con abundantes efectos especiales, donde aparece el enemigo de "los CIA", Heinrich, que se llama a cuarteles de invierno hasta que los romances se desarrollen y vuelva a aparecer en otra impactante escena de acción y nuevos efectos especiales.
Tres para la aventura Dos agentes de la CIA, compañeros inseparables capaces de dar la vida el uno por el otro, se proponen seducir y conquistar a una misma mujer. Esto sucede por una situación absolutamente casual, pero que los lleva a competir hasta llegar al límite de perder su amistad. Uno de ellos tiene un hijo y está separado, el otro es soltero y siempre listo para la aventura amorosa. Ella viene de una ruptura sentimental algo vergonzante y acepta el juego de salir con dos a la vez, aunque ignora que ellos se conocen. En el medio de esta situación romántica hay un malo muy malo que desea vengar la muerte de su hermano, caído en un combate descomunal que se presenta en el inicio del filme. Comedia romántica que alterna momentos de acción bien logrados, todo a cargo de un trío solvente y con buena química. Reese Witherspoon se destaca con un rol hecho a su medida, en tanto Pine y Hardy conforman una pareja que da para más aventuras. Pasatista, prolija y sin mayores pretenciones que las de entretener con calidad. Ideal para los que van al cine en un primera cita con segunda intenciones.
Una comedia simpática donde la vuelta de tuerca de siempre viene con otro envoltorio más vistoso. Chica que deja todo por su novio, novio que la abandona por otro, amiga que la pone a la pesca de un galan en internet. El anzuelo tragado por dos agentes de la cia que utilizan todos los recursos de la poderosa agencia por quedarse con Reese Witherspoon. Los lindos son Tom Hardy y Chris Pine. Entretiene.
Adolescencia tardía El director McG nos trae otro de sus grandes deslices, ya lo había hecho con Los Ángeles de Charly y Los Ángeles de Charly: Al Límite y ahora volvió en grande para traernos ¡Esto es Guerra! una película que simplemente no tiene pies ni cabeza. Es claro que McG no sabe como manejar una película de acción, no sólo no sabe filmar escenas de acción si no que nunca logra justificar esas escenas. ¡Esto es Guerra! se vende a través del trailer como una película de acción con tonos romanticones pero en realidad es una comedia romántica con tres escenas de acción, pero el verdadero problema es que la lucha de éstos dos agentes de la CIA (Chris Pine y Tom Hardy) por conquistar a la chica (Reese Witherspoon) es en sí absurda, los planteos de los tres personajes, su enamoramiento, su pelea, todo se reduce a una conducta extremadamente adolescente, en esta película el amor no aparece en ningún momento y ni el guión ni las actuaciones ayudan a revertir esto, lo único que sabemos de Lauren (Witherspoon) es que es histérica toda la película y que tiene una amiga (Chelsea Handler) sobre la cual intenta recaer el humor de la película sin lograrlo y el dúo Foster (Pine) y Tuck (Hardy) juega durante toda la película con los aparatitos de la CIA como niños a los que se les regaló la llave de la juguetería. Incluso el villano de la película aparece sólo al comienzo y otra vez al final como para dar un cierre, la película sin lugar a dudas transcurre en el reino del "Porque sí" y nada la saca de ese lugar. Probablemente ¡Esto es Guerra! será una de las películas más olvidables del año, otra joya del señor McG.
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“This means What The F…” Extraño titular para un filme nada extraño. La expresión archiconocida del país del norte viene a colación con sorpresas, eventos inesperados o desentendimientos que conllevan a situaciones de delirio entre otras acepciones a los términos enunciados en lengua anglosajona. Es entonces cuando nos replanteamos el significado de la expresividad que casi enunciamos a los gritos y comprendemos que sí, es desconcierto y desengaño aquello que vulgarmente se manifiesta de cuerpo presente ante una falta de respeto tal como Esto es Guerra. Cuenta la leyenda que dos agentes de la C.I.A.: FDR y Tuck Henson (los mejores, porque si no, etcétera), permanecen unidos en una amistad de hierro hasta que la aparición de una mujer, Lauren Scott, y el posterior enamoramiento desenfrenado de ambos personajes, los enfrenta para iniciar una guerra interna, donde vemos como todo el potencial de inteligencia y militar de la organización más explotada y a la vez más secreta de Estados Unidos, es utilizado para fines meramente personales sin respeto al universo que los necesita; mientras, a su vez, resuelven el caso de un potencial criminal que intentará por todos los medios asesinarlos por frustrar sus malévolos planes. Pintoresco, ¿no? No. 1. A Little respect. Si hay algo que rebosa en una película tan ambiciosa y que recuerda a fracasos estilísticos que imitan la bazofia como Señor y Señora Smith (Mr. & Mrs. Smith; Estados Unidos; 2005), Se Busca (Wanted; Estados Unidos, Inglaterra; 2008) y lo peor del serial Misión Imposible (Mission: Imposible; Estados Unidos; 1996-2000-2006-2011) es la intención malsana de querer crear cine, reinventar cine y abrir una tendencia en el cine. En todo arte es harto conocida la cuestión de un a-b-c en esencia que rige el universo estable y principal desde los parámetros lógicos de construcción. También es sabido que dichos parámetros deben romperse y experimentarse para lograr un cine considerado en si propio, como cine y como arte. Esto es Guerra se burla de esto y, como si fuera moda contemporánea, pretende retrotraerse al cine clásico: no de manera cinematográfica, es decir, narrando en imágenes, sino enunciando puros textos sin base ni justificación que conllevan un desconocimiento tal del mismo, que resulta increíble la poca revisión aparente de un guión en forma compleja en términos de versiones del mismo. Un fragmento de El Joven Frankenstein (Young Frankenstein; Estados Unidos; 1974) no hace al cine, eso que se llama cine. 2. Increíble acción y reacción. “Dícese de aquello que no puede creerse”, al ser increíble es falaz desde su planteamiento, entonces develamos el por qué de tal afirmación acusadora. Es que Esto es guerra detalla un entrenamiento, una ejecución y una habilidad que, si el filme hubiese abierto el juego desde una introducción, sería fácilmente asequible al gusto, a la contemplación, y no haría ruido al momento del goce del séptimo sentido que remite a lo artístico liso y llano. En sí mismo, el filme, se descree y, al no creerse, promueve una reacción adversa similar para con el espectador, por consiguiente la no creencia es directamente proporcional a la no-creación de un producto. Gancho no será jamás sinónimo de giro y, captación de masas por modelos atractivos, no será jamás sinónimo de éxito. 3. Interprétame. Caracterización como elemento constitutivo, plus técnica y belleza en términos sociales, de la empatía general. La carencia de factores tales se corresponde con una falta de visión del todo representante y narrativo, dentro de una curva que descompone el dramatismo, la comedia y el género. Esto es Guerra vuelve al uso y abuso del recurso cliché para ascender/descender (de ustedes depende) hacia la grada o abismo de un éxito injustificado. Es que no existe metodología alguna que verse sobre la falta de empatía como acercamiento a la otredad, entonces el filme se compone de puro egocentrismo y fe en sí mismo, más que en la apertura al público en cuestión quien es el que juzga de forma natural el proceso inicio-fin. Esto es Guerra es símbolo y signo de una falla que es recurrente en el Hollywood actual. Es espectáculo a costa de la risa y burla de los agentes concurrentes. Es desesperación tras el espejo de la tranquilidad. La apariencia no es realidad y la realidad es insoportable. La cinematografía es otra cosa, es aquello en disputa sin significante alguno en la obra perfecta. This Means War, dentro del a-b-c, solo sigue repitiendo la caligrafía imperfecta de una A mal escrita.
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El síndrome de la manta corta Las comedias románticas con acción ya son un subgénero un poco demodé dentro del cine mainstream de Hollywood, y sin embargo desde hace un par de años se ha regurgitado la idea de manera más bien insistente para los resultados obtenidos. De hecho, casi no hubo de entre las supuestas reinas de la comedia hollywoodense que bordean los 30 y 40 años ninguna que no lo haya intentado: Jennifer Aniston (El cazarecompensas), Katherine Heigl (Asesinos con estilo), Cameron Díaz (Encuentro explosivo) y siguen las firmas. Obviamente, cada una tiene a su lado al galancito de turno: Gerard Butler, Ashton Kutcher, Tom Cruise. Una que había faltado a la cita era Reese Witherspoon, y ahora le llegó el turno en ¡Esto es guerra!, aunque con un detalle: como a sabiendas de que el desgaste dentro del subgénero es bastante, la Witherspoon no viene con un novio entre tiros y explosiones, sino que viene con dos: Chris Pine y Tom Hardy. Y si a los dos novios a los tiros le sumamos que la película está dirigida por el pirotécnico McG, podríamos esperar un producto hiperbólico. Lamento decepcionarlos: nada más lejos de la locura y la diversión, más allá de algunos momentos inspirados, que los tiene. Una mina común que se dedica al testeo de productos, y bastante desdichada en el amor, se involucra sentimentalmente con dos agentes de la CIA, con tanta puntería esta vez que los termina seduciendo y saliendo con ambos: la idea que motoriza la trama es que ella desconoce la amistad entre ambos sujetos. Si decimos que uno de los agentes pone una foto suya en unos de esos sitios que hay en Internet para encontrar pareja, ya nos podemos imaginar que si hay algo que no se debe tener en cuenta en ¡Esto es guerra! es la búsqueda de un mínimo de rigor. Aquí, los mecanismos de máxima seguridad de la CIA son utilizados para que cada uno de los espías vigile entre las sombras a su contrincante mientras intenta ganarse a la chica en cuestión, en un apunte divertido por momentos pero algo macabro por el otro: ¿puede ser divertido que dos espías ingresen a la casa de una mina y le pongan cámaras ocultas y micrófonos para espiarla? Bien, además de suspender la exigencia de rigor también deberíamos dejar en la puerta del cine cierta mirada ética. Claro está que ¡Esto es guerra! no es un film político, y por más que intente reflexionar sobre las boludeces que dos tipos pueden hacer por una chica o sobre cómo una mujer atraviesa el conflicto de salir con dos tipos, nada es demasiado lúcido en este film de McG. Incluso, sorprende que para aquello que el director es más o menos talentoso, las escenas de acción, las pocas que hay son bastante chatas e irrelevantes. Por el contrario, ¡Esto es guerra! funciona mejor en sus partes de comedia, en los enredos y en el juego de envidias entre los personajes de Hardy y Pine. No de gusto uno de sus guionistas es Timothy Dowling, quien ha demostrado cierta capacidad para jugar con estos asuntos de las relaciones entre personas en dos comedias atractivas como Role models o Una esposa de mentira. También es cierto, que funciona mejor la pareja Pine-Witherspoon que Hardy-Witherspoon porque definitivamente el próximo Bane de El caballero de la noche asciende carece de cualquier tipo de timing humorístico. Las comedias románticas con acción sufren el conflicto de la manta corta: si te tapás los pies, se te destapa la cabeza. De los ejemplos brindados anteriormente sólo Encuentro explosivo acertaba en el tono, primero porque contaba con dos figuras con una química absoluta y con un actor como Tom Cruise, pura energía y demencia, las cuales se aplicaban a la narración. Pero, además, la trama de acción se imbricaba acertadamente con el conflicto entre los dos protagonistas, obligándolos a escapar siempre para adelante, en una historia que iba aportando sus datos progresiva e inteligentemente. ¡Esto es guerra! nunca es graciosa cuando tiene acción y el romance es bastante soso, por no hablar de sus resoluciones ultra conservadoras. Así, la película termina siendo una sumatoria de capas que nunca logran un conjunto, y la promesa de desborde pirotécnico por la presencia de McG se queda en pólvora mojada. Un ejemplo final: Lauren (Witherspoon) y FDR (Pine) tienen un diálogo bastante divertido sobre el cine de Hitchcock. Pero la referencia no pasa de ser cita museológica. En Encuentro explosivo, la presencia del director británico es esencial y se imbrica con el espíritu de una película terriblemente divertida en la que Cruise, Díaz y James Mangold le rinden buen tributo. Si algo tiene de bueno ¡Esto es guerra! es que hace que uno se acuerde de aquella película. Si la encuentra en el cable, no la deja pasar. A ¡Esto es guerra! la puede olvidar inmediatamente.
Lauren Scott (Reese Witherspoon), analista de productos en una publicación de defensa a los derechos del consumidor, sigue soltera y con el reloj biológico puesto en su contra. Su mejor amiga Trish (Chelsea Handler) decide hacerse cargo de la situación y postea los datos de Lauren en una web de citas virtuales. Allí conocerá a Tuck (Tom Hardy), un agente de la CIA recientemente separado y padre de un niño. Pero lo que nadie imagina es que FDR (Chris Pine), su mejor amigo y compañero en las misiones más arriesgadas a lo largo y ancho del mundo, también conocerá a Lauren por casualidad y se enamorará perdidamente de ella. Juntos son la mejor arma con la que cuenta la central de inteligencia norteamericana, pero enfrentados luchando por el amor de la misma mujer llegarán a convertirse en el peor enemigo que hayan tenido. Pine en su faceta demasiado canchera no llega a divertir ni por un segundo, convirtiendo a Hardy en la opción ideal para una deslucida Witherspoon y en la única sorpresa y novedad que presenta los cien minutos de “This means war”. El realizador McG trata de recuperar algo del esteticismo y la fotografía de su saga de “Los ángeles de Charlie”, pero sólo logra traer de regreso las escenas de acción al borde del ridículo. Por los menos nos deja felices algunos segundos con un nuevo y extensísimo plano secuencia, peculiar detalle que al igual que el director Joe Wright maneja con coreografiada perfección.
Otra mala película americana Cuando aun no han transcurrido los primeros diez minutos de ¡Esto es guerra! (This Means War, 2012) uno ya sabe que lo que seguirá será tan patético como lo que vimos hasta ese momento. Una historia teñida por la obviedad y el clisé que sirve para perder el tiempo. Dos agentes de la CIA (Chris Pine y Tom Hardy), amigos entre sí, se verán envueltos en dos casos muy distintos. Uno relacionado con la profesión y el otro con la vida sentimental de ambos. En el primero deberán atrapar a un peligroso criminal mientras que en el segundo pelearán entre sí por la misma mujer, la bella Reese Witherspoon. Si hay algo bueno en ¡Esto es guerra! lamentablemente no se puede encontrar ante la sarta de redundancias y obviedades con las que se maneja un guión que no va para ningún lado. No es una comedia romántica, no es una película de acción, no es un thriller, no es una parodia al género, no es nada o mejor dicho es un hibrido que mezcla todo para dar como resultado una película aburrida, en donde el gag no funciona y uno puede adelantarse de antemano a lo que está por suceder. El peor pecado del film que dirigió McG es perder el rumbo, o peor aun no haberlo encontrado nunca. Si uno como espectador, tras los minutos iniciales, se antepone a todo lo que va a pasar quiere decir que algo está fallando. Y en este caso no es sólo un guión mediocre y carente de ideas, sino también un trío protagónico que causa vergüenza ajena ante lo que les tocó en suerte y aceptaron hacer (¿Por dinero?). ¡Esto es guerra! tiene todos los condimentos para que uno salga huyendo del cine, sin ningún tipo de culpa gritando que le devuelvan el dinero de la entrada o llamando a un abogado para que inicie acciones legales por estafa. Más allá de la ironía, la película no sólo es mala si no también aburrida. Aténgase a las consecuencias o elija mejor.
De ahora en adelante, siempre que pueda, trataré de evitar expresiones y términos como "lugares comunes" o "clisés" a la hora de comentar una producción en pos de una calificación. Tómelo como una declaración de principios para ponerme en su lugar, sin dejar de reconocer el que me corresponde. Sucede lo siguiente. El año pasado (y el anterior, y los anteriores) he visto un número irracional de películas, cercano a las 400 entre estrenos y festivales, por ende es probable que esos términos se apliquen con más facilidad a los que nos dedicamos a esta tarea, no tanto al espectador que va al cine 4 ó 5 veces al mes. A priori, una frase como "esto es guerra está llena de clisés y lugares comunes" suena de peyorativa a esquiva, como si fuera una forma muy general para explicar que guiones como ese se han repetido mil veces, lo cual no sólo no sirve para tomar posición al respecto; tampoco aporta para saber si la obra en cuestión está bien o mal hecha. Es lo mismo que tomar cualquier acción física de la primera película de Chaplin para hablar de cualquier otra cuando promediaba su carrera. ¿Cuantas veces, en toda su filmografía, se cayó de traste, o lo vimos ponerse al hombro cualquier objeto del largo de una escoba para darse vuelta y encajárselo en la cara del que esta al lado? Sin embargo nos reímos cada vez que lo vemos. Con esto no quiero comparar; sino establecer el punto. En todo caso puedo decirle que el guión de “¡Esto es guerra!” no me resulta novedoso, pero sí desacertado en la dirección y en algunas elecciones para llevarlo adelante. Este es el quid de la cuestión. Para empezar tenemos lo exagerado de la primera escena, de mucha acción, que sirve para presentar a los personajes. En ella vemos que, además de ser buenos amigos FDR (Chris Pine), un aparente fanático del botox, y Tuck (Tom Hardy) son agentes del FBI tras el rastro de Heinrich (Til Schweiger), el villano de turno. Lo que amaga con ser la trama principal se convierte luego en subtrama que lentamente deja de aportar al relato, aunque el realizador McG intenta levantarla en el momento de climax, cuando ya no hace falta ni interesa. En contrapartida, se centra en el desafío mutuo planteado por los protagonistas para dirimir cuál de los dos se queda con Lauren (Reese Witherspoon), muchacha a la cual ambos conocen por separado en circunstancias, forzadamente, fortuitas. Aquí comienza el juego de los contrastes. Uno es canchero, despreocupado y superficial, el otro es algo tímido, reservado y un poco más refinado. Por alguna razón Lauren gusta de ambos, y viene de un largo período de sequía (no se si se entiende el eufemismo). En este contexto los guionistas parecen haber competido a ver quién aportaba los diálogos más alejados posibles del verosímil de cada personaje. A todo esto, hay ciertas concesiones que el espectador debe hacer para entrar en el juego, como creer que un servicio de inteligencia estará a disposición de dos agentes, prácticamente sin rango, en lucha por lograr una conquista amorosa. Fiel a su (¿estilo?) McG elige una banda de sonido sin vuelo que aporta poco a la sorpresa, es más, por momentos anticipa posibles situaciones graciosas para que cuando llegue el remate esté todo tan masticado, que ni siquiera haga falta que usted se ría. Todos estos factores conspiran contra el crecimiento de los personajes y, en efecto, ninguno crece mucho más allá del momento en que son presentados. Es posible que si nunca vio una película combinando acción con humor y enredos, o vio muy pocas, “¡Esto es guerra!” le resulte un simple pasatiempo al que hay que perdonarle muchas cosas para que funcione como tal.
Jheraldouegos de guerra La misoginia grosera no hace que se esté frente a una película totalmente condenable: más allá de una rubia cómoda y loser que no es capaz de elegir entre dos hombres que se matan por ella, y de su amiga desagradable que predica el sexo libre pero se conforma con un matrimonio espantoso, ¡Esto es guerra! cuenta la historia de dos amigos inseparables que ven su amistad fracturada para siempre por una mujer. Si nos olvidamos que FDR y Tuck se baten a duelo por Lauren casi como si se tratase de una especie de trofeo y que ella parece satisfecha con ocupar ese lugar y no mueve un dedo para resolver la situación, la película es entretenida y por momentos hasta es fácil ponernos cerca del par protagónico y percibir el verdadero conflicto de la historia: una amistad quebrada por una disputa que empieza como un juego de chicos. Justamente, en ¡Esto es guerra! hay mucho de juego. Por ejemplo, en la manera en que el director McG utiliza el género de espionaje: la trama de suspenso nunca tiene un peso real, los peligros a los que se enfrentan los personajes nunca pasan de la parodia; el género de espías es apenas un baúl de juguetes al que la película acude sin demasiadas preguntas. Lo mismo pasa en la vida cotidiana de los protagonistas: FDR y Tuck son agentes de un servicio secreto pero se toman el trabajo de forma liviana, sin mucha responsabilidad. Y eso, claro, cuando los personajes no juegan literalmente; como Tuck, que entra en una partida de gotcha y masacra a todos sus compañeros en pocos segundos; o Lauren, que lleva a Tuck y su hijo a su oficina (ella trabaja testeando productos) para romper, quemar y mojar todo. Entonces, sin acercarse con seriedad a nada, en ¡Esto es guerra! las acciones muchas veces no tienen consecuencias: Tuck puede clavarle un dardo tranquilizante en el cuello a FDR sin matarlo (aunque este le recuerde que unos centímetros de diferencia le habrían costado la vida), o el trío puede ser perseguido por una pandilla de mafiosos armados sin que ninguno de los tres esté frente a un peligro tangible. Todo esto, que suena obvio si se piensa en una comedia que parodia un género como el de espionaje, en ¡Esto es guerra! tiene un sentido distinto, porque la película demuestra un aire de inmadurez constante, al menos hasta el final, cuando Lauren (la mujer, la que no acciona nunca), obligada por las circunstancias, decide. Es en esa escena que el juego se termina de golpe, cuando la película suma una pátina impensada de drama: aunque sea por unos pocos planos, los personajes se revelan como adultos tristes y la vida como algo más que un juego sin penalidades. Ese final importa porque viene a decir algo que ya sospechábamos si habíamos entrado con éxito en el universo de la película, y es que los dos protagonistas son más que un par galancetes jóvenes de turno (no se parecen a Robert Pattinson y el hombre lobo que siempre anda sin remera de Crepúsculo, por nombrar otra película con dos tipos que se pelean por una chica). O, en todo caso, quizás Chris Pine y el inglés Tom Hardy no sean mucho más que eso cada uno por separado, pero el director los inviste de una gracia que se manifiesta en los intercambios que tienen y en los códigos que comparten. Lo mismo vale para Reese Witherspoon: si su personaje nunca es solamente una tonta, histérica y quedada, eso se debe tanto a la chispa de la actriz de Legalmente rubia como a un trabajo de dirección que consigue arrancarle algunos momentos de comedia y simpatía increíbles, como la escena en la que los agentes se meten en su casa y la espían mientras ella canta y cocina vestida de entrecasa, todo filmado en plano secuencia. Descontando los problemas que la película pueda tener, la falta grave ocurre justo en el final, cuando (al igual que la amiga de Lauren) el guión quiere introducir un comentario sobre la importancia de la familia: un plano horrible muestra en cámara lenta a unos personajes con intenciones de reconstruir el grupo familiar como si fueran una especie de sobrevivientes, los últimos depositarios de una suerte de pureza moral. Ese final acentúa, por contraste, algo de la libertad y la ligereza del resto de la historia; cuando se hace presente el comentario moralista metido a presión sobre el último minuto, allí nos damos cuenta de que se está terminando un juego que, más allá de las críticas que se le podían hacer, no estaba tan mal.
Esto es.. lo mismo de siempre Que flojas que vienen las comedias románticas en lo que va del año... Se podría decir que al menos esta es un poco más atractiva que los recientes fiascos "Amor por Siempre" y "Sólo por Dinero", pero aún así no le alcanza para entretener como es debido. Es una película que potencialmente tenía todo para ser de calidad, un cast muy bueno que incluye a la ganadora del Óscar Reese Witherspoon y a los nuevos galanes de Hollywood, Tom Hardy y Chris Pine. Por otro lado contó con el presupuesto y la mano del director McG que demostró en trabajos pasados como "Terminator: Salvation", que puede ofrecer entretenimiento del bueno. Algo salió mal en el proceso y se terminó poniendo en pantalla una comedia romántica que más allá de algunos destellos de humor y despliegue de escenas de acción, termina siendo lo mismo de siempre, sin innovaciones ni sorpresas que motiven al espectador a pensar que valió la pena la entrada al cine. Dos pibes, en este caso espías, se disputan el amor de una rubia linda y simpática que está indecisa acerca de cuál es el hombre indicado para ella. En el proceso, ambos usarán no sólo sus talentos como galanes, sino que también dispondrán de los recursos tecnológicos de su unidad para vigilar los movimientos del otro. Eso es todo. Lo "sorpresivo" se supone que es el final, que por supuesto no les contaré, pero adelanto que a mí no me movió un pelo. Quizás McG quiso acentuar que es un creativo del uso de efectos visuales y dispositivos tecnológicos para hacer films de todo tipo, pero en el plano de la trama y lo que debería ser el "core" de una película de este estilo, se queda corto y cae en la misma fosa que muchos otros ya han probado. No es malísima, pero no trae nada nuevo. Sólo para incondicionales del género y fans de los actores protagonistas.
Ex realizador de videoclips, McG logró instalarse en Hollywood gracias a sus dos películas de la serie Los Ángeles de Charlie, que tenían el mérito de la comedia alocada y la acción disparatada. Eran films desprejuiciados y libres. Después hizo la cuarta, fallida entrega de la serie Terminator (y la terminó, de paso) y se notó que, puesto a contar un cuento “serio”, algo fallaba: lo mejor seguían siendo los dibujos de acción de las explosiones y peleas. Con este nuevo film parece buscar un equilibrio: dos super agentes de la CIA se enamoran de la misma mujer y pelean con todas (todas) las armas a mano para conesguirla. Es decir, comedia romántica desaforada más acción igualmente fuera de riel. Y el resultado es decepcionante: las “invenciones” de acción dejaron de serlo y solo nos interesan en la medida en que sintamos algún tipo de empatía por los personajes (como sucedía con Los Ángeles..., donde lo que primaba era la capacidad cómica de Drew Barrymore and co.). Pero los personajes, con la probable pero no segura excepción de Reese Witherspoon, se vuelven muñecos del juego gráfico más que personas con un problema a resolver. Así, todo queda a mitad de camino, y la declaración del título (“This means war”, una frase célebre de Bugs Bunny), que promete la locura de un dibujo animado, queda disuelta en las fórmulas más repetidas. No aburre, pero se olvida.
Lo que en principio sería un mutuo acuerdo entre dos amigos que conocen a la misma chica, la refinada Reese Witherspoon, donde deciden que gane el mejor pero que deben preservar la amistad antes que nada, se convierte en una disputa. La ex "legalmente rubia" se da el lujo de tener reiteradas citas con dos muchachos muy atractivos pero que también son agentes de la CIA. Los encuentros plagados de romanticismo hollywoodense están inmersos en una misión secreta que muestra algunos episodios de acción —con todos los artilugios necesarios—donde los protagonistas se esmeran para conquistar a la irresistible actriz. Una comedia romántica encubierta con momentos de "acción cuidada", donde a nadie se le corre el maquillaje ni se le arruga la ropa.
El afiche de “!Esto es guerra¡” (“This means War”) es suficientemente explícito de lo que se va a ver, al presentar a Reese Witherspoon rodeada de un par de galanes. Lo que es menos claro es la elección de los dos actores que protagonizan el trío, al tratarse de figuras poco conocidas dentro de la cinematografía “hollywoodense”. Uno de ellos, cuyo personaje lleva el ridículo nombre de FDR, es Chris Pine, a quien algunos adictos a la ciencia ficción reconocerán de “Star Trek: el futuro comienza” del valorizado J.J. Abrams. El otro, Tuck en este film, es el inglés Tom Hardy quien estuvo en otro capítulo anterior de Star Trek (“Nemesis”), no estrenado por estas latitudes. También se lo vio más recientemente en “El topo”, además de “El origen”. Esta opaca comedia parte de un primer pecado capital que es contar con un guión que necesitó de tres (!) personas para su concepción. El producto resultante es absolutamente previsible y la pobreza del libro cinematográfico permite excusar, en parte, a los actores. Tanto FDR como Tuck son amigos y compañeros de trabajo en la CIA. Una fallida primera acción de ambos en una fastuosa fiesta en Hong Kong los condena a permanecer sancionados en sus escritorios contiguos. En sus ratos de ocio, en un caso por Internet y en otro vía un videoclub, conocen a una chica que fruto del “destacado” guión es la misma, se llama Lauren y obviamente la interpreta la rubia protagonista. La indecisa Lauren sale con ambos, asesorada por Trish, su mejor amiga, cuya “sabiduría” le permite por ejemplo expresar el siguiente consejo: “No elijas al mejor hombre, sino a aquel que te haga la mejor mujer”. La actriz que la interpreta es, la desconocida en cine, Chelsea Handler pero con vasta carrera en la televisión, de donde nunca debió salir. Su personaje es vulgar con frecuentes referencias primarias al sexo, que también hacen el resto de las figuras. Hasta la propia Witherspoon en algún momento le dice textualmente a su amiga que le “sudan los senos”. Siendo ambos pretendientes miembros de la CIA utilizarán, sobre todo una vez que descubran que la presa es la misma, los medios tecnológicos de que dispone la agencia. Cámaras ocultas, micrófonos escondidos y otros “gagdets” así como la colaboración de varios compañeros les permitirán saber que pasa cuando no están respectivamente con ella. E incluso molestar al otro, de allí el título del film. En paralelo habrá otra escena de acción, donde reaparecerá el malvado Heinrich en encorsetada composición del alemán Til Schweiger (“Bastardos sin gloria”). Es costumbre de este cronista no develar el final, pero en este caso la mencionada previsibilidad haría casi innecesaria dicha prevención. Por un lado, es obvio que los “buenos” vencerán. Por otra parte, el triángulo deberá tener alguna resolución y cualquiera fuera la misma: a) Lauren se queda con uno de los dos, b) abandona a ambos o c) sigue con ambos, daría exactamente lo mismo ya que desde el inicio la situación no resulta creíble para el espectador. Entre lo muy poco rescatable se destaca la música con temas populares como “We so horny!” y “My Heart will go on” de Céline Dion, ya usada en “Titanic”, película de la cual se ve alguna imagen al pertenecer a la misma empresa que produjo este olvidable engendro. Del director McG, sólo cabe recordar que sus títulos anteriores incluyen a “Los ángeles Charlie” y se secuela además de una enésima “Terminador: la salvación”.
Publicada en la edición digital de la revista.
Chris Pine, Reese Whiterspoon y Tom Hardy protagonizan esta comedia de acción a cargo del realizador McG (director de filmes como "Los Ángeles de Charlie", "Somos Marshall" y "Terminator: La Salvación" y productor de las series "Nikita, "Supernatural" y "Chuck") en la que dos apuestos espías -ambos mejores amigos- se enamoran accidentalmente de la misma mujer e inician lo que el título de esta producción nos adelanta, una guerra campal para intentar conquistar a la muchacha. Mientras se encuentran en plena misión para atrapar a un peligroso traficante internacional de armas (Til Schweiger) que busca vengarse de ellos por haber provocado la muerte de su hermano, FDR (Pine) y Tuck (Hardy) utilizan los recursos y el personal de la CIA para este asunto personal, el cual incluye momentos de espionaje y sabotaje mutuos, ya que su "pacto de caballeros" para preservar su amistad queda en segundo plano cuando se enamoran aún más de la mujer, por lo que deciden que ella sea la que elija en esta competencia por su amor. En el medio, y sin estar al tanto de la situación que existe entre ambos pretendientes, está Lauren (la siempre encantadora Whiterspoon), una evaluadora superior de productos para una de las principales publicaciones dedicada a la defensa del consumidor. Su conocimiento sobre hornos, sartenes y teléfonos celulares y su liderazgo en el plano profesional no le sirve de nada a la hora de conocer hombres, hasta que su mejor amiga Trish (la ácida comediante Chelsea Handler) toma el asunto en sus propias manos y la inscribe a un servicio de citas en línea donde conoce al personaje interpretado por Hardy y luego, pero de forma casual, al encarnado por Pine. La historia de esta película producida por Will Smith (aclaremos que no es una comedia romántica. De hecho de romance no hay nada), ofrece momentos divertidos con una pizca de acción a gran escala. Si bien entretiene y le propone al espectador pasar un buen momento, no es de lo mejorcito en cuanto al desarrollo del guión escrito por Timothy Dowling y Simon Kinberg, aspecto que el trío que compone el elenco trata de solventar con sus simpáticas actuaciones.