“Happy Hour” es el primer largometraje de ficción de Eduardo Albergaria, (anteriormente había realizado un documental y series televisivas), una coproducción entre Brasil y Argentina, filmada en Río de Janeiro. La película se centra en Horacio (Pablo Echarri), un profesor de literatura, quien luego de un hecho en particular (la caída de un ladrón sobre su auto) decide plantearle a su esposa, Vera (Leticia Sabatella), su deseo de estar con otras mujeres. Esta confesión provoca cambios en su relación, espacialmente en la mujer, quien se encuentra en la disyuntiva de permanecer con su esposo, lo cual la ayuda en su candidatura de alcaldesa, o separarse de él, ya que la propuesta realizada por Horacio no le convence. El film plantea, principalmente, la crisis de una pareja con muchos años de relación, donde uno de los dos (en este caso Horacio) se rehúsa a continuar con ciertas normas. Una temática que, últimamente, se hace presente en las tramas de algunas películas, como sucedió el año pasado con el estreno de la película argentina “El amor menos pensado” (2018, Juan Vera), donde una pareja con varios años de matrimonio, interpretados por Ricardo Darín y Mercedes Morán, deciden separarse para vivir aquello que creían que se estaban perdiendo por permanecer juntos. En el caso de “Happy Hour”, el planteo no es una separación sino un permiso para “darle espacio al deseo”, frase reiterada en variadas ocasiones durante el largometraje. El film es narrado por el protagonista, Horacio, que gracias a la utilización de la voz en off nos cuenta sus sentimientos ante los hechos que se van desarrollando. La trama se acerca a diferentes temas, como la falsedad ante las cámaras en una campaña política, el sensacionalismo en los programas de televisión, entre otros. Sin embargo, todos estos aportes al argumento no son profundizados, sino que sólo son vistazos breves de los mismos. Con respecto al género, el film se presenta como una comedia, pero, esto falla debido a que los momentos cómicos que surgen ya son conocidos por el público en general, lo que ocasiona que la película no logre cumplir, en algunas ocasiones, con las leyes de este género. Esos instantes cómicos son realizados, en su mayoría, por Luciano Cáceres, quien realiza un rol secundario en la película. Por otra parte, los planos más interesantes de la cinta resultan de las playas que ofrece Río de Janeiro, mayoritariamente planos generales filmados en amaneceres y atardeceres donde el sol junto al paisaje regalan hermosas fotografías. En resumen, “Happy Hour” es una película que plantea diferentes temas que se desarrollan con un buen ritmo pero la trama no desenvuelve cuestiones novedosas que puedan sorprender al espectador.
Comedia dramática en la que una simple anécdota, como puede ser la de un hombre que decide decirle a su mujer cuándo le será infiel, dispara una reflexión sobre la política en Brasil y el mundo, y también sobre el caldo de cultivo precedente para que un presidente como Bolsonaro llegara al poder. Humor, costumbrismo, y detalles sobre la idiosincrasia del país vecino, componen un dispar relato, que quiere mostrarse transgresor y libre, con personajes muy pacatos, y cuya mayor virtud es la reflexión sobre el poder y los vínculos que hace.
Cuando das rienda libre al deseo, pueden pasar muchas cosas, y cuando consultás con tu mujer antes, también.
No hay reglas estrictas para hacer una película buena. Hay tantas películas buenas diferentes que se contradicen entre sí que es evidente que cada película debe funcionar bajo sus propias ideas y llegar con ellas a buen puerto. Hay comedias, hay dramas, hay películas clásicas y también modernas, pero también hay una enorme cantidad de títulos que no consigue encontrar el rumbo y terminan en medio de la nada. Happy Hour es una de esas películas filmadas con oficio pero que jamás se definen. El humor absurdo del principio le da pasa a un drama intimista, mientras coquetea con la screwball comedy y luego busca una reflexión filosófica acerca de la condición humana. El protagonista es un imposible profesor de literatura latinoamericana interpretado por el no menos imposible Pablo Echarri. Horacio es el profesor en cuestión, un argentino que vive en Río de Janeiro y al cual un evento azaroso lo convertirá en una figura pública (o algo así, porque la película no convence a ningún nivel jamás) y despierta en él deseos reprimidos que destaparán una crisis matrimonial. Vera (Leticia Sabatella), su esposa, una legisladora brasileña tan imposible como el profesor, debe mantener en orden su matrimonio por su carrera política. Todo es tan falso, tan acartonado y tan ilógico que cada escena parece pertenecer a una película nueva. Ver actores argentinos hablando en portugués distrae un poco pero no es tan grave, en cualquier idioma no tienen nada interesante para decir. Cuándo la película busca alcanzar profundidad las cosas se complican aún más que con la comedia. Por donde se la mire, la película no funciona.
Happy hour es una comedia un tanto diferente, lo cual es muy grato. Si bien hay algunos conceptos que ya hemos visto, otros son innovadores y propios de los tiempos que corren, en cuestiones de pensamientos y concepciones de la pareja. La película es dinámica pero un poco larga para la historia que se quiere contar. Ahora bien, algo que quiero destacar es la muy buena amalgama de identidades, tanto argentinas como brasileras. Es ese sentido, es una muy buena coproducción. Se la siente carioca por una gran presencia de Río de Janeiro, que actúa como un personaje más y está muy bien retratada, pero a la vez tiene una vibra rioplatense muy argenta, por su personaje principal. Pablo Echarri está muy bien en el papel. No hace de galán, y me gustó mucho como le pesa el mote de héroe, al cual queda arrojado por la trama. La puesta es buena. El director Eduardo Albergaria le da un buen ritmo, aunque por momentos se vuelve un tanto repetitivo. En definitiva, Happy hour es una buena comedia, cuyo mayor atractivo es la unión de las culturas de manera no forzada, y que cuenta con una temática que ya hemos visto, pero que se siente fresca.
La ópera prima de brasileño Eduardo Albergaria “HAPPY HOUR” tiene como uno de los principales atractivos, el de volver a ver a Pablo Echarri en la pantalla grande en esta coproducción argentino-brasilera que bajo el tono de comedia, dispara dardos sobre otros temas que quedan por fuera de los conflictos amorosos de la pareja central. Echarri es Horacio, un profesor de literatura latinoamericana que está radicado en Rio de Janeiro. Vive con su esposa Vera (Leticia Sabatella de participaciones en grandes producciones de la televisión brasilera como “El Clon” “Tiempo de Amar” y “Laberintos del Corazón”) con quien tiene una sólida relación y disfrutan, junto con su hijo, de una familia -en apariencia- muy feliz. La historia comienza cuando uno de los principales delincuentes de Rio, un “hombre araña” que acecha trepando a los balcones de las familias pudientes, cae arriba del auto de Horacio y lo convierte automáticamente (casi) en un héroe popular con una gran difusión en los medios, de esas noticias que se replican sin cesar en los medios y ponen a nuestro protagonista en el ojo de la tormenta. Este hecho impulsa y favorece –directa e indirectamente- a la candidatura de Vera como alcaldesa de Rio de Janeiro. Le permite mostrarse frente a los medios con la postal de un matrimonio perfecto y con un estrecho vínculo con su esposo, convertido en figura masiva popular, que ayuda indudablemente a catapultar su protagonismo. Pero, en el fondo, el matrimonio está en crisis. Esa popularidad de Horacio ha acentuado más aun la atracción que una alumna siente por él, y ha decidido, después de pensarlo mucho, dar rienda libre a su deseo. Pero Horacio no quiere ser infiel ni traicionar a Vera. Decide llevar abiertamente al seno de la pareja, el planteo de la posibilidad de dar lugar a esa pulsión, de tener intimidad con esa alumna, sin que esto signifique dejar de amar a su esposa o querer separarse de ella. Obviamente Vera no acepta ni consiente este tipo de situaciones, ni accederá de ninguna manera a la propuesta de su marido. Pero a su vez, se siente atrapada por la situación, ya que no es un buen momento para plantear una separación dado que políticamente necesita imperiosamente mostrar solidez en su matrimonio, en sus proyectos y en su vida familiar y personal. “HAPPY HOUR” fundamentalmente habla de la honestidad, del espacio que podemos dar a nuestros propios deseos y de los valores en el mundo de hoy: tanto en la pareja como en la coherencia con ética propia y los ideales que uno mismo persigue. La historia se construye en dos espacios que se entrecruzan pero que se narran en forma bien diferenciada. Por un lado el de Horacio y Vera como pareja -un terreno más íntimo y personal que entra en crisis a partir del planteo de Horacio- y por otro, la historia de Vera como animal político que mide permanentemente la conveniencia de lo que se muestra y lo que se oculta, además de encontrarse fuertemente condicionada por su entorno que la ata a los vaivenes de un momento tan particular como el de la campaña electoral. El hecho de “dar espacio a tu deseo” se repite subrayadamente a lo largo de toda la película, y aparece mezclado esas dos subtramas que Albergaria desarrolla sin que prime una por sobre la otra, pero con una superficialidad que no permite ahondar en ninguno de los temas que el guion propone y que quizás tenga como problema principal el hecho de estar escrito a varias manos (la del propio director, más las firmas de Carlos Thiré, Fernando Velasco y la colaboración de Ana Cohan). El uso de la voz en off del personaje de Horacio presentándonos la historia, luego se vuelve abusivo y sobreexplica, sin sumar demasiado, lo que estamos viendo en pantalla. Un recurso, que, medido, hubiese funcionado mejor como nexo entre los dos espacios narrativos de “HAPPY HOUR”. A Echarri se lo ve forzado y limitado con los problemas propios del uso de otro idioma (incomodidad mucho más acentuada en Pablo Rago en “Viaje Inesperado”, otra coproducción argentino-brasileña) aunque su carisma y su frescura hacen que se sobreponga a esas trabas, que aún así se perciben y resienten la conexión del espectador con la historia. Su química con Leticia Sabatella, otra figura que inunda de frescura la pantalla, hace que la historia suene convincente, como también son valiosos los aportes del resto del elenco que completan Luciano Cáceres en un papel que le facilita mostrar su veta de comediante y que tiene los más amenos y divertidos del filme, más la presencia por parte del equipo carioca de Aline Jones y Marcos Winter. Un Rio de postal turística de agencia de viajes completa el escenario de una historia con ribetes sumamente previsibles y con giros que son propios de todos los lugares comunes que podían presentarse ante el planteo central que en ningún momento logra despegar de un tono marcadamente televisivo.
Pablo Echarri interpreta a Horacio, un escritor frustrado y profesor universitario de literatura latinoamericana radicado en Río de Janeiro. Casado con Vera (Leticia Sabatella), una diputada y aspirante a alcaldesa de la ciudad, su vida se transforma cuando de manera accidental ayuda a atrapar a un ladrón conocido como Hombre Araña por su forma de ingresar y robar en las casas. Convertido de la noche a la mañana en héroe popular, empieza a ser una pieza clave en la campaña electoral de su esposa. Sin embargo, tras quince años de convivencia, ellos están lejos de ser "la pareja perfecta" que tanto seduce a la prensa (él le plantea la posibilidad de tener relaciones extramatrimoniales). Esta coproducción argentino-brasileña dirigida por el debutante Eduardo Albergaria (de larga trayectoria en la TV del país vecino) acumula elementos, conflictos, capas y géneros sin profundizar demasiado en ninguno: de la comedia de enredos amorosos (él fantasea con una alumna muy seductora; ella, con otro porteño que interpreta Luciano Cáceres) al drama familiar bastante recargado y luego a la sátira sobre las miserias de los medios sensacionalistas y los peores aspectos de la clase política. Echarri hace lo que puede hablando en portuñol (tiene, sí, un off en castellano de tono intimista y ciertas ínfulas filosóficas) en un film que, en su mixtura y su deriva, nunca trasciende la superficialidad en una Río de Janeiro de tarjeta postal.
“Cuando uno se casa, las otras personas no desaparecen de la faz de la Tierra”, se justifica Horacio al enfrentar el conflicto principal de Happy Hour, del brasileño Eduardo Albergaria. El personaje que interpreta Pablo Echarri es un profesor de letras en una universidad de Río que, al sentir un cosquilleo por una alumna, decide consultar el potencial amorío con su esposa, una legisladora con ganas de convertirse en alcaldesa de la ciudad, interpretada por Leticia Sabatella. La crisis existencial de Horacio se produce al convertirse, de la noche a la mañana, en una celebridad tras un hecho de inseguridad inexplicable. Albergaria no le presta demasiada atención a la lógica y verosimilitud de los episodios que deben enfrentar sus personajes, sino que se muestra mucho más interesado en las reacciones de ellos. La película confronta a sus dos protagonistas por la manera que tienen de relacionarse con la mentira. Horacio se queda tranquilo pensando que decir la verdad es suficiente, pero eso es un lujo que no coincide con las aspiraciones políticas de su esposa, a quien Albergaria decidió llamar Vera. El cineasta también pretende reflexionar, sin demasiada complejidad, sobre el maniqueísmo periodístico y cómo los asesores políticos construyen candidatos. Happy Hour deambula trastabillando entre distintos géneros sin conseguir hacer pie en ninguno. Los pasos de comedia, muchos de ellos a cargo de Luciano Cáceres, resultan incómodos, los conflictos dramáticos son superficiales, la intriga política es intrascendente y no hay pasión en el romance, tal vez por esa personalidad analítica de Horacio, que se vanagloria de su honestidad pero es un parlanchín egocéntrico que la película vuelve todavía más egoísta cuando encierra al espectador en su cabeza con una narración en off prescindible.
Happy hour es una coproducción entre Argentina y Brasil, protagonizada por Pablo Echarri, que interpreta a Horacio, un profesor de literatura argentino que vive en Rio de Janeiro con su esposa Vera, interpretada Leticia Sabatella, una actriz brasilera de una larga trayectoria en su país, cuya relación entra en crisis cuando él le confiesa que necesita acostarse con otras mujeres. Su director es el brasilero Fernando Albergaria, y el elenco lo completan Luciano Cáceres, Aline Jones y Chico Diaz. Esta película no funciona porque presenta problemas en diferentes aspectos de la puesta en escena. El principal es el guion, estructurado con tres tramas que por estar juntas y no priorizar ninguna generan inverosimilitud. El primero de ellos es la crisis matrimonial de la pareja protagónica debido a la aparición de Clara, Aline Jones, una alumna de Horacio que lo seduce haciendo que, tome la decisión de confesarle a su mujer que quiere estar con otra persona. El segundo es que Horacio, se convierte en un héroe accidental porque un ladrón se cayó en el capot de su auto, por lo que se vuelve famoso. Y la tercera es que Vera lanza su candidatura como intendenta de Rio de Janeiro, por lo que también se convierte en una persona con una alta exposición mediática. Tampoco funciona porque Pablo Echarri tiene nunca logra convencer como un profesor intelectual, porque tiene aspecto de galán reo, papeles en los que hizo algunos buenos personajes. Y para colmo de males en lugar de generar situaciones de suspenso que den lugar a malos entendidos y gags eficaces hacen que le cuente todo a su mujer a los pocos minutos, por lo que la historia deja de funcionar como comedia o tragedia, porque se saltea un segundo acto. Así como tampoco parece confiar en la narración al incluir una voz en off de Horacio dando largas explicaciones en castellano como si fuera un personaje de una comedia de Woody Allen, algo que funcionaba bien en Manhattam, pero que acá termina resultando molesto. Pero también hay algunas cosas para rescatar, como Ricardo, el personaje que interpreta Luciano Caceres cumpliendo la función de comic relief, como Ricardo un argentino seductor que funciona como polo opuesto de Horacio. Y en segundo lugar está la dirección de fotografía a cargo de Marcelo Camorino, que logra capturar planos generales de Rio de Janeiro de una belleza notable, aunque no terminen de encajar con el tango que forma parte de su banda sonora. En conclusión, Happy hour es una comedia que a mi parecer no funciona, porque busca abarcar demasiados temas sin profundizar en ninguno, y su protagonista masculino no es el adecuado. Pero aun asi puede entretener a quienes busquen eso cuando. la vean en algún servicio de streaming.
Una comedia simpática que plantea varios temas inquietantes. Por un lado qué pasa cuando en una pareja estable, en un matrimonio, un integrante se plantea que necesita tener sexo con otras mujeres, liberar su deseo. Una formulación en este caso a cargo de un marido atractivo, profesor de literatura latinoamericana en Río, que recibe más que una propuesta encendida de las jóvenes que lo rodean. Su esposa se hiela frente al planteo. Ella además se esta embarcando en una carrera política, y aquí se formula otro tema interesante en el film, la transformación de un político al gusto popular con alianzas inesperadas y contradictorias para ganar el poder. En el papel del profesor se luce un seductor Pablo Echarri que le encontró el tono a la comedia, muy bien acompañado por Luciano Cáceres, en un papel secundario pero de peso. En cambio la bella Leticia Sabatella le puso el tono dramático que desentona un poco en un relato que se presenta más liviano a pesar de sus temas pesados. El director Eduardo Albergaria se preocupa por los momentos simpáticos, pero tanto el planteo de pareja, y el del armado político para ganar poder, se diluyen a medida que el film avanza. Queda entonces como un entretenimiento mas ameno que mordaz.
¿Extranjero se nace? La respuesta a esta pregunta la tiene Horacio (Pablo Echarri), un profesor argentino de literatura que vive en Brasil desde hace ya unos cuantos años. Este hombre, casado con una diputada y padre de un niño, se dirigía a una cena cuando un accidente lo pone en boca de toda la población por la repercusión en los medios. A raíz de este suceso, Horacio se plantea darle espacio a su deseo: acostarse con otras mujeres, más allá de su esposa Vera (Leticia Sabatella), a quién de todos modos no ha dejado de amar.En un intento de poner nuevos códigos en la pareja, Horacio le propone lo que algunos denominan “poliamor” a Vera. La mujer no solo no lo acepta ya que no le parece adecuado, sino que además quiere divorciarse. Sin embargo, para su carrera política y para la construcción de su imagen frente a los votantes, ella necesita permanecer casada con su esposo.Dirigida por el brasilero Eduardo Albergaria, “Happy Hour” es una comedia que más allá de ayudarnos a responder la pregunta de qué hace un extranjero en Brasil, nos invita a reflexionar sobre las “normas” en una pareja: ¿Cuándo se considera infidelidad? ¿Qué es el poliamor? ¿Y si el otro no lo acepta? Con toques simpáticos, estas situaciones de una vida que aparenta ser convencional nos llevan a cuestionarnos qué estamos dispuestos a hacer por no perder a quién amamos, aunque sin dejar de lado nuestros propios impulsos.Con un buen elenco, que se completa con Luciano Cáceres y Aline Jones, y una combinación de grandes locaciones, sentido del humor y polémicas acerca de las relaciones de pareja, se consigue darle al film un cierre interesante. ---> https://www.youtube.com/watch?v=ak4fo4nDDqk ---> TITULO ORIGINAL: Happy Hour DIRECCIÓN: Eduardo Albergaria. ACTORES: Pablo Echarri, Leticia Sabatella, Luciano Cáceres. GUION: Eduardo Albergaria. FOTOGRAFIA: Marcelo Camorino. MÚSICA: Darío Eskenazi. GENERO: Comedia . ORIGEN: Brasil, Argentina. DURACION: 104 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: Primer plano FORMATOS: 2D. ESTRENO: 21 de Febrero de 2019
Una película presa de sus indecisiones “Soy un escritor frustrado devenido en profesor de Literatura dándole lugar a lo inesperado”, dice en una de las primeras escenas de Happy Hour la omnipresente voz en off de su protagonista, Horacio (Pablo Echarri). Y vaya su suceden cosas inesperadas a lo largo de los poco más de cien minutos de esta coproducción argentino-brasilera rodada en el país vecino y con un elenco binacional. El problema es que se trata de una película que confunde lo inesperado con lo arbitrario, eliminando cualquier atisbo de lógica a la hora de enhebrar le enorme cantidad de sucesos que atraviesa Horacio. A saber: el paso de ciudadano ignoto a poco más que un héroe nacional por una circunstancia fortuita, el creciente deseo hacia una alumna que lo seduce sin tapujos, el posterior planteo a su mujer de una relación más abierta, menos abocada a los mandatos de la monogamia. Y hay más, porque ella es una importante diputada con aspiraciones a un cargo Ejecutivo en las próximas elecciones. Por ahí también anda una hermana de ella a punto de casarse y un argentino recién llegado a Brasil (Luciano Cáceres) que no se sabe muy bien qué hace ni para qué fue, pero que contribuirá a alterar la vida del profe. Sucede que Horacio está en medio de una crisis existencial. Una crisis de la mediana edad, podría decirse, aunque la película de Eduardo Albergaria –de amplia experiencia en la TV brasileña– no indaga demasiado en esa cuestión. Ni en esa ni en ninguna otra, en tanto aquí prima la acumulación por sobre la profundidad. La acción transcurre en Río de Janeiro, a donde el protagonista llegó unos años atrás con intenciones de potenciar su carrera como escritor. Nunca concretó aquella meta y, a cambio, se enfrascó en la rutina de sus clases y un matrimonio con Vera. Hasta que, de buenas a primeras, un ladrón estilo Hombre Araña –que no solo se trepa por las paredes sino que ata a sus víctimas con una red similar a las desplegadas por los arácnidos– cae sobre su auto, convirtiéndolo en una figura pública. Tan pública como para que absolutamente todos lo reconozcan por la calle, incluidos aquellos turistas que circulan por Río de Janeiro, excusa para desplegar algunos pasos de comedia de enredos. Que ellos le pregunten dónde está el Pan de Azúcar podría ser gracioso una vez. Que lo hagan dos veces, un poco menos. Pero cuando el recurso se repite hasta el hartazgo, la película no hace más que evidenciar su escasez de ideas. En paralelo a todo esto, su mujer Vera (Leticia Sabatella) empieza a dar los primeros pasos rumbo a su candidatura para acceder a la alcaldía, secundada por un vice cuyo principal rasgo es referenciar una y otra vez la importancia de la rosca política y la imagen hacia afuera. No es muy positivo para la campaña que se descubra que Horacio anda con ganas de flexibilizar los límites de la relación a raíz de sus ganas de encamarse con una alumna. A partir de ahí, la película duda tanto o más que su protagonista: como él, nunca termina de definir qué quiere ser. Superficial y caricaturesca en su representación de los medios y la cocina política, banal a la hora de retratar la crisis matrimonial, poco imaginativa a la hora de tematizar el deseo, por momentos grotesca en la caracterización de sus personajes (allí está el de Luciano Cáceres para comprobarlo), Happy Hour queda, igual que Horacio, presa de sus propias indecisiones.
“Happy Hour: Dale espacio a tu deseo”, de Eduardo Albergaria Por Mariana Zabaleta Horacio (Pablo Echarri) es un profesor de literatura, confesado escritor frustrado. Su afinidad por los relatos es el puntapié del film, su voz en off comienza por describirnos su acomodada y colorida vida en Rio de Janeiro. Una esposa exitosa, laburo en la universidad, los monos predadores colgados de las ventanas, ¿qué más se puede pedir? Una vida que se dice acartonada se muestra por demás como un set de grabación. La película es honesta, no habrá ni un ápice de realismo, solo entregarnos a contemplar una típica comedia de enredos (y no tanto), crisis personales y matrimoniales en puerta. Solo ello y gracias a la suave brisa costeña se inunda de frescura la pantalla. Un porteño en Rio lleva consigo la nostalgia, y como somos buenas personas, los “Argentinitos” preferimos poner las cartas sobre la mesa: Horacio confiesa a su mujer la intensión de estar con otras mujeres. Con la fama de predadores mundiales a cuestas, Horacio prefiere hacer las cosas más “dramáticas”. La cantinela del amor libre y la fidelidad (presentada como una histórica farsa) parece ser un tema resuelto para la idiosincrasia brasilera. ¿Estereotipos? Todos, pero sin maldad. Entonces con una mujer exitosa, en pleno auge en su carrera política, los roles se invierten. Horacio no deja de gatillar escenas con su cara de compungido, recordando esos payasos que tienen de chistoso lo más triste. De fondo algún que otro tango nos invita: “Y a vos te vi tan triste vení, volá, sentí. El loco berretín que tengo para vos…” Entre tanto chicle-delirio varias escenas rozan lo surrealista aportando los momentos más memorables y funcionales a la cinta. Sin dudas otro espumoso hito de nuestro, siempre cercano, cine shampoo HAPPY HOUR Happy Hour: Dale espacio a tu deseo. Brasil/Argentina, 2019. Dirección: Eduardo Albergaria. Intérpretes: Pablo Echarri, Letícia Sabatella, Luciano Cáceres y Aline Jones. Guión: Eduardo Albergaria, Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco. Fotografía: Marcelo Camorino. Música: Darío Eskenazi. Edición: Karen Akerman. Dirección de arte: Marcus Figueiroa. Sonido: Martín Grignaschi. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Happy Hour, dale espacio al deseo destila comedia y encierra enigmas en su interior Una corriente de agua entrelazándose es el aperitivo que pone principio a la película “Happy Hour, dale espacio a tu deseo”. El entrecruzamiento de personajes e historias es el pié fundamental de éste filme. Con mucha carga pasional en la voz del actor Pablo Echarri quién se dispone a ser un profesor de literatura con muchas ganas de salirse de las estructuras matrimoniales; y ver si su esposa se sube a su idea que pinta la intriga fundacional de la proyección. Por Florencia Fico “Happy Hour: Dale espacio a tu deseo”, es el título oficial de la película brasilera que se estrenó en 2017 con la producción compartida entre Brasil y Argentina. El resumen de la película es la estancia de Horacio un profesor argentino de literatura latinoamericana que se radica en Rio de Janeiro se transforma totalmente a base de un hecho imprevisto. Este altercado lo conduce a identificar sus impulsos más instintivos y a comentarle a su mujer Vera, que tiene ganas de estar con otras mujeres, sin embargo no deja de estar enamorado de ella no quiere distanciarse tampoco. Su concubina no acata esta propuesta pero está entre la espada y la pared en su vocación como diputada donde Horacio es una pieza importante para su posicionamiento como alcaldesa en su asenso político. Todas las afirmaciones de una vida conservadora se ponen en tela de juicio cuando es tiempo de afrontar la realidad. La película brasilera dura 104 minutos un poco larga para una comedia con tintes amargos, apta para mayores de 16 años. Su director Eduardo Albergaria supo cautivar con diversos elementos la atención de lo que se considera comedia dramática. En principio con tomas aéreas en las terrazas de edificios, una familia envuelta en telaraña, una puesta en escena de un supuesto ladrón(Pablo Morais) quien trepa como un hombre araña los pisos de un departamento. La película se sumerge en Brasil desde sus playas,morros, paneos al Cristo Redentor, la frondosa y laberíntica zona de Pan de Azucar. En caminatas frecuentes la palabra “escape” se encuentra con éste lugar donde el equipo técnico del filme desplegó tomas de una flora y fauna resplandeciente. La constante aparición de monos capuchinos que se mezclan con su elenco es el caso de una escena con el actor argentino Luciano Cáceres como Ricardo que no lo toma como una plaga o un estorbo si no como un animal a quién contemplar y alimentar; aunque su parloteo con el animal inequívocamente se transforma en risas en el público. En la sociedad brasilera se advierte como un espécimen a esa especie que devora la comida de la sociedad brasilera. Horacio imagina y tiene sueños con Ricardo como amante de su esposa cuestión que pone en jaque a sus emociones. Por otro lado ha dicho que tiene fantasías con una alumna con la que su esposa enloquece. ¿La liberación es cierta o es una nueva ficción – alucinación de Horacio?, se explora en esas sensaciones o deseos y surrealismo. Aunque Ricardo demostrará lo contrario ya que descubrió su homosexualidad allí. O como hace alusión un fragmento musical: “así va la caravana dedicándose a fingir”. Cáseres interpreta a Ricardo un amigo y alumno becado de Horacio en la universidad, al principio entre argentinos con compinches y cómplices de sus pensamientos sobre las relaciones. Con los conceptos brindados en clase de Horacio: “Dale espacio al deseo”, se abre la ventana donde el espectador Horacio tras quince años de casamiento con Vera una diputada pone en marcha una desenfrenada idea de dar apertura a su relación con otros y otras. En torno a la actuación de Echarri ya no muestra señas de galán en cambio rota a un carácter más introspectivo, donde se lo ve con panza y no es el eje del asunto si no que es parte de un vívido hombre en la edad de los 45 años. Tiene escenas de lo más provocativas y pone de él toda su trayectoria como carril para componer un señor enojado, con pesar y reflexivo. La embestidura y personalidad de Vera(Leticia Sabatella) no le permite vislumbrar un pensamiento tan complejo para ella ya que ella lo mira desde un pasado; como si fuera su padre de una manera figurativa. Aunque su madre rompe con su idealismo de pareja de a dos, su papá ya había tenido un romance con otra mujer. Y su hermana Jo(Leticia Persiles) coincide en un matrimonio abierto es doctora y es más relajada con su pareja actual con la que está a punto de casarse. Sabatela es una actriz versátil puede pasar de puritana a bestial; carismática para un rol tan cambiante y maleable. Leticia Persiles es el afrodisíaco de las cámaras ya sea cantando a capela una rica canción que hace que su hermana se desinhiba de sus tradiciones y sus coqueteos con los pacientes a quienes parece llevar al clímax. La ilusión es parte de ésta película que cuenta con el guión de un gran grupo de autores como: Eduardo Albergaria, Ana Cohan, Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco. El hacer de un argumento un truco donde cada mago hace visible o invisible su pluma, ya sea con la voz en off de Echarri, en los monólogos de Horacio consigo mismo, sus inquietudes y reflexiones. Su tono y los cambios temáticos ya sea para hablar de: política pasión, impulsos carnales con otras mujeres, romanticismo, impaciencia intelectual y sugestivas iniciativas. Sus susurros y la forma de ser un testigo participativo de las tramas con los espectadores. La musicalización estuvo en manos de Darío Eskenazi quien deposita en los tangos tarareados por Horacio sus melancolías y sus orígenes. Asimismo pone un vinilo en espacios donde los amantes Vera y Horacio hacen el amor al ritmo de “Balada para un loco” una melodía compuesta por el artista Astor Piazzolla se vuelve una coreografía de danza. “Con un poema y un trombón a desvelarte el corazón.(…)sobre el abismo de tu escote hasta sentir que enloquecí tu corazón de libertad”, recita Roberto Goyeneche. El tema musical que transforma a la pareja a una sesión visceral de sexualidad impulsiva. Albegaria en su debut en el cine compone escenas de agitación, lleva al guión a un grado de desenfoque. El libreto no siempre es la guía, sin embargo sí la acción de los personajes es el caso de Vera la mujer, en ella se desatan los arriesgados enigmas de una diputada en aprietos por asesores políticos que arman su imagen para que se postule como alcaldesa. El eslabón clave para el filme es la aparición de un: ¿ Héroe o ilusionista? depende la secuencia y versiones del que puede contarlo. La narración del protagonista Horacio(Pablo Echarri) un docente de letras latinoamericanas se ve en tensión cuando en un accidente automovilístico el cuerpo de éste trepamuros cae en su coche y termina con grandes lastimaduras. Aunque los medios de comunicación lo toman como un justiciero aunque no apunten a la verdad. Tras su próxima candidatura por el hipotético acto heróico de Horacio la toman en cuenta para liderar la comunidad dejando entrever el machismo explícito dentro de un recinto minado de hombres que no la toman en cuenta. La prensa hace ver que el accidente los liberó de un malhechor que estaba en la localidad; pero solo fue una coincidencia que la expone a tomar grandes decisiones. Un cambio de look, peinado, maquillaje, atuendos más coloridos en tonos negro, con géneros aterciopelados en gris o borgoña el tono del vino que siempre acostumbra tomar con su esposo. La propuesta de Horacio no le viene en gracia y se dan discusiones que terminan en bofetadas, insultos y golpes de portazo; la decadencia del matrimonio y sus miserias ya que a veces no hablar pero tienen que aparentar, las cámaras que lo atosigan a Horacio y perturban su intimidad. Ellos tienen un hijo que refleja la inocencia de Horacio al primero confesarle sus nuevas preferencias eróticas que prefiere pedirle su permiso que andar con otras. El lado enternecedor cuando juega con su pequeño con huevos de chocolate, las morisquetas que ambos hacen en una video llamada con él que se encuentra de viaje con su abuela y las travesuras que se le pueden ocurrir a un chico como no hablarle a su esposa para que reconsidere su idea. El director Albergaria juega con la idea de la presencia y ausencia de este niño, ¿Está vivo o muerto?, son dejos de enigma que causa el filme. La fotografía de Marcelo Camorino con el empleo de Key Grip o iluminista a cargo, el subtitulado porque en gran parte de la película se habla en idioma portugués. Es un encanto la fluidez con la que Echarri conversa y personifica como si residiera en ese país. Un gran labor como actor lo destacó como una de las figuras más preponderantes en el campo escénico. Y la ubicación de cámaras fijas en momentos de tristeza e incertidumbre de Horacio. El reparto tuvo dos actores argentinos y el resto brasileños es el caso de la famosa Leticia Sabatella que estuvo gran tiempo en la programación de la televisión argentina “El Clon” como “Latiffa” prima de “Jade”, personaje estelar. Los actores argentinos : Pablo Echarri y Luciano Cáceres. Y el reparto de los personajes secundarios de: Aline Jones, Marcos Winter, Letícia Persiles, Chico Díaz, Juliana Carneiro da Cunha. PUNTAJE: 90.
Comedia de enredos, comedia surreal, thriller político, drama existencial, drama intimista y hasta drama porno soft. Semejante mamushka de géneros no sería de por sí un error, se puede citar a Quentin Tarantino como un eximio creador de collages, o filmes que cambian abruptamente de género sin perder identidad, como el cine de los hermanos Coen, o películas tan peculiares que jamás necesitan precisar su género, como la obra de Martín Rejtman. Happy Hour y su combo de climas revela más una pérdida de control que una conciencia creativa. Eduardo Albergaria, director y coguionista, no asienta una plataforma sólida para que otros géneros diversifiquen la textura del filme. Simplemente se salta de un humor absurdo (por momentos chabacano gracias a la incursión de Luciano Cáceres, que parece actuando en una comedia del prime time televisivo) a escenas de una densidad dramática inesperada, cámara en mano y encuadres cerrados. Estos compartimentos son separados por tomas publicitarias de Río de Janeiro al atardecer, ciudad en donde transcurre la historia por tratarse de una coproducción. Aquí Pablo Echarri, canoso pero con el sex appeal intacto, encarna a Horacio, un profesor de literatura instalado en Brasil, casado hace 15 años con Vera, una diputada que aspira a la gobernación. El matrimonio entra en crisis cuando Horacio se convierte en figura mediática por atropellar a un hombre-araña psicópata que venía aterrando a la ciudadanía. El disparador tiene su atractivo, sugiere una sátira de los medios masivos y la fama express, pero el rumbo se extravía lentamente, el frenesí y la picardía de la primera media hora se desvanecen, irrumpen largas escenas de melancolía conyugal, luego secuencias de thriller político con personajes sórdidos, hasta drenar la narrativa en un soliloquio existencial que no resuelve nada porque en el estallido de subtramas se perdió el conflicto cardinal. Finalmente, con los créditos, se plantea una vuelta de tuerca tan imposible como atroz. El recurso de la voz en off es uno de los más impertinentes en el lenguaje del cine. O subraya lo que vemos o decora un estado anímico. Happy Hour la implementa con una torpeza innovadora: ser un bodoque de reflexiones desarticuladas de la historia. Si en la sala de montaje algún sujeto sensato hubiese desactivado la banda sonora de Echarri filosofando, la película al menos se beneficiaba con la sugestión del silencio.
Dirigida por Eduardo Albergaria y escrita junto a Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco con la colaboración de Ana Cohan, Happy Hour: dale espacio a tu deseo bucea en la crisis de mediana edad de un hombre al que se le ocurre que quiere tener una relación abierta. Pablo Echarri en Happy Hour: dale espacio a tu deseo es Horacio, un argentino radicado junto a su mujer e hijo (un hijo que pertinentemente viaja y los deja solos) en Brasil. Un “escritor frustrado devenido profesor universitario dándole la bienvenida a lo inesperado”, como se define a sí mismo. Es que al empezar la película, las fichas de lo absurdo de la vida le caen cuando cae, literalmente, un hombre sobre el capó de su auto. Un ladrón que imita al Hombre Araña al trepar edificios y entrar a las casas. Después de esa escena inicial el relato retrocede a ese día más temprano, sólo para volver a los pocos minutos a la caída y sus consecuencias. Horacio se convierte en héroe para el público y esto repercute también en la vida de su mujer: una diputada cuya carrera de repente toma vuelo al postularse como alcadesa junto a un compañero de fórmula con el cual no coincidían. No obstante, lo que importa es la imagen y eso es algo que se puede armar, manipular. La anécdota que alimenta gran parte del relato surge cuando Horacio, dando clases, habla de darle espacio al deseo y una alumna intenta seducirlo. ¿Por qué no? Lo piensa pero no hace nada porque es un hombre casado y no cree en la traición. Así se le ocurre hablarlo con su mujer y propone una relación abierta. Pero el concepto de traición, o el de infidelidad, son distintos para ellos. El problema principal de apoyarse en este tema (que en la historia no tiene el peso suficiente, por eso termina quedando relegada a algo casi anecdótico) es que nunca se profundiza demasiado. Por un lado, tenemos el punto de vista del marido: un hombre que tras quince años de casado se da cuenta de que sigue amando a su mujer pero no quiere perder la oportunidad de tener otras experiencias. Sin embargo siempre que expone el tema es desde su lado, es a él a quien le interesa, es él quien quiere, es él quien debería. La mujer tiene cosas más importantes que pensar con su trabajo. Al principio hay una escena en la que Vera expone de manera textual el machismo al que se encuentra sometida pero luego cae en esas trampas, cuando apela a lo superficial, a la imagen, incluso a través del uso de unas gafas que no necesita para que pueda tener un look más intelectual. Y por supuesto, la imagen de mujer casada con un hombre que acaba de revelarse como un héroe resulta fundamental. A grandes rasgos, Happy Hour: dale espacio a tu deseo sólo se preocupa en bucear en la crisis de mediana edad de Horacio, y allí cae en muchos lugares comunes, partiendo desde el mencionado hecho de sentirse atraído por una estudiante, claro, una mujer mucho más joven. El primer largometraje de ficción del brasilero Eduardo Albergaria plantea la crisis de pareja desde su perspectiva y le cede a su personaje la voz en off, una voz que especialmente durante la primera parte del metraje resulta excesiva. También está Luciano Cáceres rondando, con un personaje que a simple vista aporta poco y nada y luego, al menos, le brindará una nueva perspectiva sobre las cosas a su protagonista. Cuenta con una buena fotografía, que sabe aprovechar, en especial, de los exteriores, de los paisajes que el lugar le regala, pero la banda sonora, al igual que la voz en off durante gran parte del relato, resulta invasiva.
La segunda ley del deseo Si bien no quedan muy claras las intenciones detrás de esta co producción entre Brasil y Argentina, protagonizada por Pablo Echarri junto a la brasileña Leticia Sabatella y Luciano Cáceres, Happy Hour pretende abarcar mucho pero dice muy poco. Dar rienda suelta al deseo para evitar el engaño es uno de los propósitos de Horacio (Pablo Echarri), llegado a la tierra del Pan de Azúcar para encontrar mejor destino de escritor. Sin poder conseguirlo, la vida de pareja y la rutina de sus clases disparan en él la atracción por una de sus jóvenes alumnas. En paralelo, un hecho fortuito fiel a la idea de estar en el lugar menos indicado y en el momento menos indicado lo convierte en un abrir y cerrar de ojos en un héroe nacional, pues un ladrón hombre araña cae en su auto, queda herido y es atrapado. Sin embargo, la pareja de Horacio (Leticia Sabatella) tiene aspiraciones políticas y en la “rosca” partidaria con el enemigo debe aparentar lo que no es, incluso mantener estabilidad en su relación con Horacio cuando el escritor devenido profesor le expresa abiertamente la necesidad de acostarse con otras mujeres tras quince años de fidelidad matrimonial, y bajo el argumento que decir la verdad es mejor que la traición. Así las cosas, una mini crisis existencial atraviesa el errático derrotero del protagonista, quien comienza a verse jaqueado a partir de la llegada de otro argentino (Luciano Cáceres), cuyas intenciones más allá de su carisma arrollador no quedan demasiado claras cuando se trata de mujeres y mucho más de la pareja de Horacio. La película del realizador Eduardo Albergaria pierde sentido una vez que traspasa la barrera de la primera mitad con evidente escasez de ideas, a pesar de la correcta actuación del elenco. Es sumamente larga en relación a lo que quiere contar, arbitraria para forzar situaciones.
A Horacio (Pablo Echarri), que es un escritor frustrado y trabaja dando clases de literatura en una Universidad de Río de Janeiro, le suceden un par de situaciones por accidente. No las busca. Está en ese lugar y le pasan. Esos hechos fortuitos le van a cambiar su apacible vida en el exterior. Está casado con una bonita mujer llamada Vera (Leticia Sabatella), brasilera y diputada. Tienen un hijito que lo envían unos días a la Argentina para que visite a su abuela paterna. Lo que podría haber sido un motivo de unión en la pareja, luego de quince años de matrimonio, el azar movió sus fichas y todo se desmadró. Filmada en Brasil, en coproducción con la Argentina, esta película cuenta con nuestros créditos locales Pablo Echarri y Luciano Cáceres, en el papel de Ricardo. Dirigida por Eduardo Albergaria con la intención de ser una comedia dramática, cuenta las peripecias del protagonista en un territorio que después de tanto tiempo de residir allí no le resulta ajeno, pero no por eso se siga sintiendo como un extranjero. Con un incidente inicial muy bien logrado, en la que un ladrón que suele trepar a edificios para robarlos cae de un balcón sobre el auto manejado por Horacio en una noche de lluvia: Este suceso por un lado lo convierte en héroe para el periodismo y la opinión pública, y, por otro una alumna, Clara (Aline Jones), seductora y atractiva, lo tienta a dejarse llevar por el deseo. Con estos conflictos, sumados a que su esposa es designada como candidata a alcaldesa de la ciudad, se desarrolla el largometraje narrado con agilidad, aunque la voz en off de Horacio, expresando sus sentimientos y reflexiones, termina sobrecargando innecesariamente de información a la historia. Además, ciertas escenas son acompañadas por música brasilera o tangos que suenan en un viejo tocadiscos. El film está concebido para que entretenga. El realizador no pretende profundizar ningún tema. Ni el de la delincuencia, que lo toma con liviandad, o el drama central, que lo aborda con un planteo adulto, y ciertos diálogos bien construidos, que merecía la pena enfocándose mucho más en la cuestión, pero lo desestimó, y ni que hablar de cómo la política construye o derrumba a un candidato para algún puesto ejecutivo de peso, y en este caso también lo utilizó como un soporte para que la historia central avance. Lamentablemente Eduardo Albergaria eligió el camino de la indefinición, ya que no se sabe bien a que género pertenece “Happy Hour: Dale espacio a tu deseo”, y cuando esto lo percibe el espectador lo que le espera a la película es la intrascendencia.
El director brasileño Eduardo Albergaria, anteriormente dirigió un documental y series televisivas, esta es una coproducción entre Brasil y Argentina, filmada en Río de Janeiro, gran parte de su desarrollo es con voz en off y muestra a un argentino que se hace una serie de preguntas viviendo en ese país vecino. Todo comienza y continua en varios pasajes con voz en off, ante un hecho en una noche de lluvia, el espectador a través del flashback va conociendo a una pareja con 15 años de convivencia Horacio (Pablo Echarri, “Al final del túnel”, Papeles en el viento”) y Vera (actriz brasilera Leticia Sabatella, “El clon” - Televisión), padres de un niño pequeño. Ella es una importante diputada, con la posibilidad de ser Alcaldesa de la ciudad, está viviendo ciertas presiones políticas y se le suma la de su marido Horacio, un profesor universitario de literatura y un poeta frustrado. Le plantea que tiene deseos que reprime de estar con otras mujeres. En medio de todo esto aparece Ricardo (Luciano Cáceres), un argentino que recién llega a Rio, amigo de Horacio y que le da ciertos toques al relato. Su relato muestra la crisis de pareja después de varios años de casados, plantea la idea de “dale espacio a tu deseo”, a los permitidos, con ciertas diferencias ya se planteó en: “Permitidos” (2016), y “El amor menos pensado” (2018), entre otras. También toca otros temas menos desarrollados, sobre la política, los medios, las mentiras y los engaños, dan un lugar a la reflexión y al debate. Algunos de los personajes no progresan demasiado, cae en el cliché y no convence, tal vez uno de los problemas es que tiene cuatro guionistas: Ana Cohan, Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco. Nos ofrecen planos más interesantes, hermosa la fotografía de Río de Janeiro.
Un hecho fortuito le cambia la vida a Horacio, el personaje de Pablo Echarri en “Happy Hour”. Horacio, un profesor que resiste los avances de una alumna, y su mujer Vera (Leticia Sabatella), una diputada en campaña, forman una pareja perfecta que vive sin sobresaltos en Río de Janeiro. Esto es así hasta que ese episodio transforma su vida y su matrimonio. Al primer hecho casi surrealista, se suman otros que expanden un relato que va y viene entre la parodia, el drama, la comedia y el suspenso. Gran parte de la transformación de la vida de Horacio se debe a la cobertura que hace la televisión del primer episodio. Lo que hasta ese momento era una comedia dramática con toques fantásticos sobre la crisis de una pareja, se transforma en parodia cuando dos periodistas analizan ese acontecimiento que hizo de Horacio un héroe nacional. Y todo eso afecta directamente a la pareja que, además, se debate entre la fidelidad o tener una pareja abierta, un conflicto que aparece justo en medio de una campaña electoral liderada por Vera. El director brasileño Eduardo Albergaria logra un buen resultado en esta ambiciosa mixtura de géneros, que se interna en la discusión de elegir entre el amor y el deseo.
Eduardo Albergaría y una co-producción de Brasil y Argentina nos trae "Happy Hour : Dale espacio a tu deseo". La vida de Horacio, (Pablo Echarri) un profesor argentino de literatura que vive en Río de Janeiro, toma un giro luego de un inesperado suceso que lo convierte en héroe nacional. Este acontecimiento lo lleva a tener ideas nuevas sobre la vida y sobre el disfrute de ella, por lo que le propone a su esposa, Vera ( Leticia Sabatella), poder tener vía libre con otras mujeres, más precisamente con Clara (Aline Jones). La vida de Vera esta centrada en la política por lo que quiere llevar un bajo perfil sin escándalos familiares pero Horacio desafía su pensamiento y complica las cosas. Happy hour deja algunas escenas a medio camino que podrían ser mejor desarrolladas o mejor exprimidas. Los personajes estan bien definidos y tienen buena química entre ellos. Ricardo (Luciano Cáceres) es el encargado del humor en el film pero no hace mas que traer un par de sonrisas al espectador ya que su personaje no suma ni resta al desarrollo de la historia. "Happy Hour" es una película que te hace replantearte que harías vos en esa situación pero no va más allá de eso. Se vuelve tediosa de a ratos y cuenta con varias escenas de "relleno". Es una historia que sin lugar a dudas se puede simplificar en menos de la 1.40 hs que dura el film. Por Nacho Romero