“Amor-odio, en alta definición” En su aniversario por 10 años de trayectoria, los chicos de Jackass no paran de sorprendernos, como nos tienen acostumbrados desde su aparición, allá por el año 2000, a quienes los seguimos desde sus comienzos. Y esta tercera edición en 3 dimensiones, si bien no es para cualquiera, bate records donde se proyecte y creo que esto radica en la incomodidad que la audiencia necesita de vez en cuando y que esta película genera. Las escenas con un contenido de carácter morboso, asqueroso y hasta sexual por momentos, nos hacen acordar que el cine no es todo brillo, felicidad o incluso historias para contar. Este grupo de norteamericanos no tiene nada para contar, solo quieren divertirse, golpearse, flagelarse, hacer cualquier tipo de estupideces y que vos te rías de ellos, simplemente eso, ahora en alta definición y en 3D. Considero que el atractivo de esta película (con una dirección de arte destacable y excelentemente filmada por cierto) nuclea en que su contenido que, no solo te pone incómodo y por momentos te da ganas de irte del cine, sino en que la clase de estupideces que se ven en pantalla, llámese golpes en cámara lenta, patadas precisas, personajes orinando sobre otros, no tienen sentido alguno y son solo situaciones descabelladas aisladas, lo que me recuerda a que esta clase de cine no es para cualquiera y que al verlo es de aquellos que terminás amando u odiando. Público sensible abstenerse. Las locuras sin precedentes de Johnny Knoxville cuando se junta con su partener Steve-o, te hacen pensar que sos el ser más cuerdo sobre este planeta. Pero creo que en definitiva lo que se intenta interpretar, o lo que leo de este film, es una actitud que proviene del rock, la película está cargada del mismo por donde se la mire. Hace quedar a Ozzy Osbourne, The Clash y otras tantas bandas que vienen a mi mente, como nenes de mamá. De allí me surge la pregunta: si tuviera muchísimo dinero, si no tuviera nada que hacer, si fuera un demente, ¿Qué haría con todo eso? Y ni siquiera estaría cerca de resolverlo de manera tan creativa. Sin embargo, por momentos, son tales las cosas que vemos, que hacen que la película no sea perfecta en su totalidad. Si bien esta balanceado el nivel de violencia y lo fuerte de las escenas a lo largo del film, si nunca antes viste a estos sujetos, no es la mejor manera de presentarlos, lo que a mi parecer, le quita un poco de atractivo a la película. Jackass no se trata de golpes y piñas, al menos no en este décimo aniversario, ahora implica una puesta en escena, para hacer de algo tan burdo como un golpe o una patada (y otras tantas cosas más fuertes) algo casi elegante y totalmente distinto a lo que vimos en Jackass: La Película y Jackass Número 2. Para los que venimos siguiendo a estos muchachos desde que tenemos memoria, verlos llegar a este punto resultaba algo impensado. Y si bien no es una película plagada de referencias, de historias, de contenido y de otros condimentos que hacen al cine como lo conocemos, es una película distinta y con un objetivo totalmente distinto, que se balancea entre “que te vayas del cine” y “que mueras de risa” Así que puedo contarles muchas cosas, pero si quieren ver piñas, patadas, estupideces en su máxima potencia, tipos sufriendo por cosas que ni nos podemos imaginar y encima en tres dimensiones, esta película, definitivamente, fue hecha para ustedes.
Es prácticamente imposible hacer una crítica justa. Si la analizo desde el punto de vista de si le va a gustar al espectador, no puedo decir que es buena ni mala, ya que el que la pases bien sólo depende de cuánto te diviertas viendo a un grupo de muchachos haciendo bromas riesgosas y/o escatológicas, pero siempre dentro de la pavotada. O sea, no vas a ver...
El monumento al mal gusto El actor y conductor Johnny Knoxville declaró que con esta tercera película surgida del programa de MTV, Jackass, llevaría la estupidez a una nueva dimensión. Y lo cumple, sólo que dejó el buen gusto en la entrada del cine. La primera película se conoció en el 2002 y recaudó sólo en Estados Unidoss 80 millones de dólares, mientras que la segunda parte se realizó en el 2006 y generó ganancias de 84 millones de dólares. Un grupo de amigos ya grandecitos para semejantes hazañas, hacen lo imposible para incomodar al espectador a través de acrobacias, pruebas que ponen en peligro sus vidas y no escatiman esfuerzos para llevar adelante sus proezas. Así desfilan por la pantalla, un joven al que le arrancan un diente con la aceleración de un Lamborghini; dos muchachos que se dejan caer desde lo alto de un pino u otros que se someten a posiciones incómodas al quedar unidos por pegamento. Esto no sería nada si la peícula fuera graciosa o divertida. Lejos de eso, el film incluye dos cámaras ocultas: una en la entrada de un supermercado que se asemeja al humor planteado alguna vez y (salvando las distancias) por Benny Hill, y otra, la de un "gorila" que asusta a los húespedes de un hotel. El resto sigue con fragmentos de dudoso resultado (la manzana colocada en un trasero para ser arrancada por los dientes de un gigantesco chancho) que alimentan todo el metraje. La gente de Jackass 3D (¿Qué hace Spike Jonze, el de Dónde viven los monstruos, en la producción de semejante bodrio?) no tiene límites, pero lo peor de todo es que la gracia nunca llega. Lo escatológico y nauseabundo (mejor no entrar en detalles) salpica para todos lados gracias a los efectos de la cámara lenta y no tanto de los anteojitos 3D. El film no resite el menor análisis y, lejos, del buen efecto que pueden causar algunas acrobacias, pruebas de resistencia o cámaras ocultas, se eligió tomar el camino más corto (hasta el camarógrafo vomita en varias oportunidades) que hace aparecer a sus protagonistas como tontos adolescentes en busca de diversión. sin importar los métodos utilizados.
Eterno espíritu adolescente ¿Hay que pedir disculpas desde un medio masivo de comunicación por disfrutar de una película como Jackass 3D? ¿Hay que ponerse moralista o discutir "en serio", cual sesudo intelectual sustentando complejas teorías, si su propuesta es machista o si su vulgaridad es insultante? Para algunos, puede incluso que esta sucesión de pruebas con situaciones extremas no sea siquiera algo demasiado cercano al CINE, pero este tercer spin-off del ciclo de MTV creado por el director Jeff Tremaine, el alma-mater Johnny Knoxville y el aquí productor (y special guest) Spike Jonze sigue siendo tan irresistible como siempre. Lo lícito en este caso podría ser preguntarnos por qué nos engancha ver a unos grandulones (des)vestidos de forma ridícula y haciendo bromas pesadas con soretes, pedos, piñas, serpientes cual adolescentes sadomasoquistas que se resisten a crecer ¿Nos gusta el exhibicionismo impúdico, la falta de prejuicios, el morbo de ver a gente disfrutando y/o sufriendo situaciones que dan miedo o asco, con un desenfado (y, por qué no, una creatividad) digno del surrealismo de Luis Buñuel, de la audacia de John Waters o del humor físico de Los Tres Chiflados. No me interesan los deportes extremos ni soy afecta a las emociones fuertas, pero la pasé bien (muy bien) viendo a Knoxville y su pandilla de stunts (que van desde obesos hasta enanos) compartiendo este tipo de "proezas" escatológicas, violentas o humorísticas con una alegría y una camaradería que logran transmitir y contagiar al espectador. Esta es una típica película del tipo "tómela o déjela". Entiendo que cualquier otro espectador pueda sentirse abrumado, aburrido, insultado o lo que sea con la propuesta. Yo la reivindico. No dejemos que la dictadura de la corrección política nos impida sumergirnos en el submundo de Jackass (ahora con algunos efectos 3D que poco agregan). ¡Qué vivan, pues, los excesos, el mal gusto, la veta lúdico y el eterno espíritu adolescente!
Saga sin términos medios Viñetas de muchachos dispuestos a las situaciones más revulsivas. ¿Tiene sentido escribir críticas de películas como Jackass 3D ? La respuesta no es clara. Digamos, sí, que sus autores y protagonistas no son ni buenos ni malos, sino incorregibles. Muchachos incorrectísimos, escatológicos, revulsivos hasta la repulsión, que viven en una suerte de adolescencia eterna o, si se prefiere, en una infinita despedida de soltero -creativa, hay que admitirlo- transformada en cine taquillero. En resumen: a esta saga extrema, de estilo televisivo, se la toma o se la deja; no es raro que sólo tenga fanáticos y detractores. Para los pocos que no estén enterados del fenómeno, expliquemos que se trata de un grupo humano -en el que no faltan enanos y obesos mórbidos- que se gasta bromas pesadísimas o se expone a situaciones extremas y violentas. Gente ideal para tenerlos como animadores de viajes de egresados. En cine, donde funcionan a fuerza de viñetas estrambóticas, pueden tornarse monótonos. O no: la mayoría de los que pagan entrada sabe que va a consumir esta propuesta. El 3D, no del todo eficaz, aumenta el impacto de imágenes que buscan sólo eso: impactar. ¿Qué agregar? A uno le arrancan un diente con una tanza atada a un auto. A otro le ponen una manzana entre las nalgas y de ahí se la hacen comer a un chancho. Al mismo tipo, gordísimo, lo cubren con un nailon, lo hacen trotar, le escurren el sudor y se lo hacen tomar a alguien que vomita en cámara. No hay excremento que falte, de un modo aluvional, en la pantalla... Cada escena es repetida en cámara lenta, en primer plano, mientras el público grita: “Noooo” y a la vez disfruta. ¿Faltará mucho para tengamos un programa de TV así hecho en la Argentina?
Pegame y decime Marta Uno de los usuarios de rottentomatoes.com sintetizó a Jackass 3D (2010) con igual carga de contundencia y veracidad: "Entre más estúpidos son los trucos, más divertido es". Y de eso se trata: Jackass (serie y películas) valida al hombre como animal concebido para la gracia por la desgracia ajena. Surgida hace diez años en la pantalla de MTV, Jackass mostraba un loop infinito de golpes, asquerosidades y truculencias pergeñadas por un grupo de amigos que de buenas a primeras ponían su idiotez (la traducción literal de Jackass es "idiota") al servicio de una cámara. Dos años después dieron el salto a la pantalla grande en Jackass: The Movie (2002) con la misma fórmula: más y más tonterías. Vilipendiada por la crítica que no entendía cómo "eso" se consideraba cine, los fanáticos estuvieron de parabienes y engrosaron la taquilla hasta los 80 millones de dólares. La industria norteamericana poco sabe de pruritos morales cuando los números cierran, y menos de un lustro después el estudio Paramount y MTV motorizaron una continuación. Tanto o más extrema y escatológica que la primera parte -no por nada hay un cameo de John Waters, fanático confeso de la serie-, obtuvo otra vez pésimos comentarios que sin embargo no alcanzaron para mellar su éxito y recaudó algunos millones más que su predecora. Sin aire desde hace un par de años, con sus integrantes tratando de forjarse una entidad autonómica (quien mejor recorre esta senda es Johnny Knoxville, líder de la trouppe y protagonista de Hombres de Negro II, Adictos al sexo y El farsante, entre otras), los muchachos decidieron juntarse para celebrar la primer década de vida y rodaron la tercera parte de Jackass. Para el colmo de la horda de declamadores, ahora validan sus pruebas con la tecnologia 3D. Si la crítica de arte es quizá el género periodístico más cargado de subjetividad e imposible de limitarlo al estricto formato de la crónica, resulta prácticamente imposible ensayar un abordaje evaluativo de Jackass 3D sin que éste quede apresado dentro del gusto personal del cronista. Como la serie, la nueva aventura de Knoxville y su séquito de masoquistas polariza opiniones entre aquellos que denigran la gratuidad de la violencia y el maltrato físico con el único fin de una diversión pura aunque para ellos inentendible; y los otros, quienes encuentran -encontramos- un placer inexplicable en la condición larval de travesura adolescente amplificada por la picardía del registro público. En una de las decenas de pruebas que componen el metraje de Jackass 3D, Knoxville ríe a carcajada limpia y suelta una afirmación indispensable para entender la concepción de este producto. Él dice algo así como "qué feliz me hace" o "qué bien la estoy pasando". Y es que Jackass no es ni menos que una película transmisora de la alegría inocultable de quienes la conciben, adultos que plantan una resistencia al paso del tiempo no con recuerdos fútiles sino celebrando la amistad mediante las vejaciones de sus cuerpos gordos o flacos, flácidos o torneados, altos o bajos. Esa forma de hacerlo es una rara paradoja de Jackass 3D: la preponderancia del físico excede su forma, aquí no hay posibilidad de divertimento sin la aceptación plena de sus defectos y virtudes. Bien sirve el ejemplo de la escena donde un grupo de enanos ficcionaliza una pelea en un bar, con médicos y policías incluidos. Impredecible, eficaz, desprejuiciada, los méritos no sólo radican en la emanación de gracia a cada segundo sino en la autoconciencia del cuerpo de quienes participan allí, quienes optan por dinamitar prejuicios y discriminaciones simplemente riéndose de ellas. Vómitos, pintura, culos, patadas, piñas, lanchas, agua, bicicletas, skaters, víboras, toros, motos, sudor, excremento y hasta una subjetiva de un pene mientras orina. Todo fluido corporal, todo objeto contundente, todo ser vivo bien sirve para la diversión. Jackass 3D es un manifiesto a la inclusión por sobre las diferencias, una oda a la amistad a través del paso del tiempo y las circunstancias, una monumento al espíritu lúdico de la adolescencia. Como en esa etapa, los muchachos sólo quieren divertirse.
Humor crudo y desprejuiciado Jackass 3D será disfrutado en plenitud sólo por quienes gustan de los extremos En esta tercera película (primera para salas 3D) basada en el popular programa de la cadena MTV, liderado por Johnny Knoxville, se mantiene y se amplifica el espíritu provocativo y la apuesta por un humor que incluye bromas muy pesadas, situaciones extremas y una buena dosis de escatología con una autoconsciente exaltación del mal gusto. Quedan advertidos, pues, los espíritus sensibles e impresionables, que muy probablemente se sentirán ofendidos e indignados ante la batería de excesos que ofrecen en pantalla estos viejos amigos que se niegan a abandonar su veta adolescente pese a que andan ya por entre los treinta y cuarenta años. Describir en detalle cada uno de los segmentos (que duran entre unos pocos segundos hasta un par de minutos) puede resultar ingrato para el lector desprevenido y quitar parte del encanto para los fans de los Jackass. Sólo basta decir que hay una introducción a cargo de los personajes animados Beavis y Butthead -otros referentes de la incorrección política- y que luego esta pandilla integrada, entre otros, por enanos y obesos protagoniza situaciones peligrosas (pendulan por lo general entre la velocidad y la violencia) y otras que incluyen todo tipo de fluidos corporales (vómitos, sudor, excrementos) pasando por situaciones sadomasoquistas o chistes muy negros. Con semejante descripción, no pocos se preguntarán por la calificación positiva de esta crítica, pero para quienes no se asusten (o incluso disfruten) de este humor físico (son herederos del mejor slapstick ), de esta apuesta lúdica, de esta reivindicación de la camaradería masculina, hay no poco ingenio y audacia en unos cuantos de los sketches y las pruebas (impagable el que los enfrenta con la potencia de la turbina de un avión) dignos de los más encumbrados dobles de riesgo ( stunts en la jerga del cine). Este espectáculo, crudo y desprejuiciado como pocos (estos bufones heredaron el estilo de Los Tres Chiflados para luego potenciarlo hasta la exageración y hacerlo estallar por los aires), está destinado, por lo tanto, sólo a quienes se sientan atraídos por los extremos y no tengan miedo de confrontar con el ridículo. Los demás, mejor abstenerse.
Los muchachos se entretienen Altamente escatológica, por momentos ofensiva y sin ningún tipo de hilo narrativo, esta tercera entrega basada en la exitosa serie televisiva de MTV es por momentos simpática y tiene algunos méritos en la utilización de la tecnología de 3D. Jackass fue una serie de televisión ?del estilo reality? que produjo MTV entre el 2000 y el 2002. Un grupo de dobles de riesgo y/o amantes del deporte extremo realizaban pruebas absurdas y peligrosas. Algunas de las cuales se vinculaban con el deporte extremo; otras eran simples humoradas escatológicas o dolorosas. Jackass 3D es el tercer largometraje de cine que se hace a partir de la serie y ?debido a su gigantesco éxito en los Estados Unidos? posiblemente no sea el último. El humor de la película, en este caso, es altamente escatológico. Para muchos espectadores puede llegar a ser algo que jamás hayan visto, por lo que deben ir prevenidos. La película es, por momentos, ofensiva; por otros, simpática. Las risas incluso son, en algunas escenas, falsas y sobreactuadas, ya no tan sinceras como solían ser en el reality orginal. No hay un hilo narrativo ni crecimiento dramático, son sólo bromas y alguna cámara escondida. La elección de estas bromas y estas cámaras no parece responder a ningún criterio. Es necesario, sin embargo, reconocerle algunos méritos. El primero es de carácter formal. La utilización del 3D que la película hace es totalmente funcional al estilo de la serie y no se puede decir que no esté aprovechado, al contrario. Se trata, sin duda, de una de las películas que mejor encara este recurso. El otro mérito que hay que reconocerle es el espíritu de libertad que tienen las situaciones y la felicidad de los personajes. Este mérito, sin embargo, no justifica en nada la insufrible seguidilla de momentos repetitivos y de dudosa utilidad, incluso para la intención festiva del film. Pensar una película de unos eternos 95 minutos con cámaras escondidas es, a esta altura, una pérdida de tiempo absoluta. Es verdad que muchos films, supuestamente serios e importantes, desperdician tiempo y energía y no aportan mucho más. No dudo que Jackass 3D sea, de alguna manera, una respuesta a eso, pero no propone nada, más bien se entrega a la anarquía y evita así dar una mirada del mundo o del cine. Nuevamente, la mayoría de los gags del films se parece demasiado a lo peor de la televisión y el estilo de adolescentes grandotes, y el humor pesado que propone, también. No todo está mal en esta película, pero sí lo suficiente como para decir que no se justifica bajo ningún concepto someterse a un humor escatológico de grueso calibre con el fin de conseguir un par de sonrisas. El cine, incluso el de humor fuerte, tiene mucho más para ofrecer.
Para los que no saben de que se trata les resumo: Jackass (significa idiota en ingles) es una serie creada a principio de la década del 2000 por MTV que trata de unos personajes singulares profesionales haciendo pruebas y bromas absurdas, algo que en su momento fue algo innovador, provocador, producto hecho para entretener (y de hecho que lo hacia) a un público adolescente-juvenil estadounidense y totalmente original para ese momento. Mas tarde MTV crearía programas similares y reality shows que son un mamarracho y ya no innovan en absoluto. Para quienes ya conocen la serie y las películas, ya saben probablemente con qué se han de encontrar. Para los primeros ni se molesten a acercarse al cine a verla, los segundos vayan a verla y a reírse un rato. Esta edición al igual que las anteriores cuenta con la producción de Spike Jonze (director de Quieres ser Jhon Malkovich, El ladrón de Orquídeas y de videoclips de bandas del talle de Beastie Boys, Bjork, The Chemical Brothers) que denota su mano calificada de obra y que colabora a que Jeff Tremaine, como director, aporte su calidad y criterio cinematográfico, tanto asi a las escenas grabadas en estudio, lo cual no queda reflejada en la mayoría de las realizadas en exterior. El guión fue escrito por Preston Lacy, quien no es guionista sino uno más de la troupe, podemos distinguir que constituye un guión al que falta pulirlo. Seguimos; en resumen Johnny Knoxville y sus amigos vuelven a las andadas pero esta vez con la novedad de que va en 3d, en algunos momentos se aprovecha bastante bien el recurso (en la mayoría de la película no tiene demasiada influencia) con bromas pesadas y pruebas masoquistas y/o bastante ridículas (la escena de la turbina del avión es claramente una de ellas). La película no tiene grandes novedades en cuanto a las dos anteriores, claro está que las pruebas a las que se someten son otras, pero no hay mucha sorpresa, pocas bromas callejeras y muchas escenas no aptas para gente de estomago sensible hacen que la película no sea tan llevadera como las anteriores. Creo que esta puede ser la ultima secuela de Jackass (probablemente me equivoque, ya que en Estados Unidos rompió records de recaudación en un fin de semana con mas de 50 millones de recaudación), de lo contrario debería serlo ya que se estanca y deja de ser un producto innovador y, en ocasiones que ocurre esto, hay que saber cuándo retirarse e irse con la frente en alto (y un buen fajo de billetes de dólares encima claro…). En fin, si les gusta Jackass, choque esos cinco!!!!
El impulso del crítico, o simplemente del cinéfilo con espíritu de justicia es declarar que este nuevo despropósito del descerebrado de Johnny Knoxville es nada más que una idea abortada de lo que es el cine, ya no para hablar de arte, lo cual de por sí ya sería presuntuoso, o directamente idiota. Jackas 3D es una escupida de la industria en el ojo de la buena voluntad del que agenda un horario, se baña, se viste, sale de su casa, viaja caminando o en algún medio de transporte, hace una fila, saca su entrada y se sienta en una butaca a presenciar lo que, se supone, es un largometraje con criterio cinematográfico. Ok, para el 28 de diciembre faltan todavía algunas semanas. La película, por decirle de alguna manera generosa, es nada más que otro atraco de la saga de imbéciles que se golpean y masoquean de distintas maneras, como si se tratara de víctimas voluntarias de Jigsaw o de lobotomizados a conciencia, o de presos de Guantánamo sometidos a algún tipo de vejación acordada. Eso nomás, en bolas y a los gritos, como el infradotado que sale a la calle a gritarle al cielo, pero con la diferencia de que acá tiene contrato y regalías.
Los disparates de los chicos de Jackass llegan por primera vez a los cines argentinos. Y esta vez, las bromas pesadas de la pandilla de Johnny Knoxville son en 3D, merecidísimo look para los chistes unidimensionales de siempre. Jackass 3D busca ser tan extrema como su antecesora, la imposible Jackass 2, y si bien nunca consigue ese techo de estupidez, acá tenemos cosas imposibles como abrazar cohetes gigantescos, mezclar bungee jumping con baños químicos o el mejor “choque los cinco” de la historia de la humanidad. Sin necesidad de narrar nada más que acumular gags, la vulgaridad de Jackass 3D es un lujo para ver en la pantalla más grande posible.
La crueldad del humor. No es una experiencia apta para todo público. No lo fue en la televisión, donde nació con el envión de los años dorados de la MTV; tampoco en el cine, donde la saga suma su tercer capítulo, en 3D. Y es así porque el humor que cultivan Johnny Knowville y su pandilla es escatológico, repulsivo y delirante. Como las bromas de la secundaria, que hacen reír a todos menos a la víctima. Las situaciones que se plantean, que son protagonizadas por los mismísimos miembros del elenco, son extremas, al punto que suelen terminar con heridos, lesionados o simplemente con el espectador asqueado ante tanto derroche de violencia y fluídos corporales. Lo curioso es que provoca tanto rechazo como carcajadas, lo que revela que la crueldad humana puede ser divertida.
Escatología y autoflagelación Todos aquellos que conozcan el abnegado derrotero de los muchachos de Jackass sabrán exactamente qué esperar de esta tercera entrada fílmica, para el resto de los mortales aquí va una pequeña aclaración: estamos hablando de una troupe de estadounidenses enajenados que se especializa en pruebas de alto riesgo físico, barbaridades relacionadas con los fluidos corporales y cámaras ocultas de variada índole. Con gran fanfarria estos gladiadores del circo de la estupidez han establecido a lo largo de tres gloriosas temporadas una propuesta extrema que deja afuera a las mujeres en particular y a los débiles de estómago en general. Si consideramos que el programa original se emitió por MTV entre el 2000 y el 2002, resulta más que significativo el rotundo éxito de esta suerte de reality show que explota la obsesión actual con el despropósito, la rivalidad hueca y las “proezas” más ridículas. Sin embargo cabe señalar que la “imaginación” de esos primeros años de Johnny Knoxville, Spike Jonze y compañía fue tan cruda -ajena por completo a los manierismos o las poses mainstream del momento- que era casi imposible no quedar atrapado en las redes de semejante revoltijo de peligro, angustia, golpes, mierda, vómito y demás ingredientes. Ahora bien, la saga cinematográfica comenzó como la despedida que el ciclo televisivo nunca tuvo: las impensadas ganancias que trajo en taquilla Jackass: The Movie (2002) derivaron en una continuación intitulada Jackass Number Two (2006), dos realizaciones que mantuvieron un nivel bastante digno aunque a fin de cuentas no llegaron a igualar la frescura y terquedad de los sketches primigenios. Sin lugar a dudas Jackass 3D (2010) es la menos espontánea y creativa de todas en su afán explícito de “refritar” escenas del pasado y volcarse más hacia la escatología exacerbada, reduciendo el número total de contusiones. Más allá de un par de situaciones un tanto forzadas y la falta de novedades sustanciales, la tecnología 3D ha sido aprovechada a través de hilarantes secuencias en cámara lenta y la enorme mayoría del “elenco estable” vuelve a decir presente (Chris Pontius, Steve-O, Ryan Dunn, Bam Margera, Jason “Wee Man” Acuña, Dave England, Ehren McGhehey, Preston Lacy y por supuesto el inefable Knoxville). Jeff Tremaine, cocreador y director histórico de la franquicia, recupera algo del encanto, tan fecalofílico como autoflagelante, de ver a un pobre chiflado volar por los aires dentro de un baño químico atiborrado de excremento...
Culo: la película Transcurrida la mitad de Jackass 3D hay un breve momento que me pareció absolutamente revelador. En un plano en cámara lenta, Johnny Knoxville lanza un consolador directo hacia el lente de la cámara. Siendo esta una película en 3D, el uso del efecto hizo que pareciera como si el consolador estuviera adentrándose hacia nuestros sentidos (metafóricamente, claro). Ese momento me hizo acordar al famoso plano final de Asalto y robo al tren en donde un cowboy dispara a la cámara. Es irónico como el film que es considerado como el que dio inicio al cine narrativo clásico y esta película, que para muchos significa la muerte del séptimo arte, logren crear un vínculo en común, aunque sea por la similitud de un plano. La cuestión es simple: con el mundo Jackass estás adentro o afuera. Mi misión con esta crítica no será ni convertir a los ateos ni alejar a los creyentes, solamente me dedicaré a contar qué es lo me pasa cuando veo a este grupo de infradotados cometer cualquier tipo de locuras delante de una cámara. Porque la realidad es que estos muchachos, que durante tres películas y varias temporadas en MTV se dedicaron a cometer atrocidades que van desde tomar semen de toro hasta lanzarse en charcos de excremento, no están bien de la cabeza. Tanto su líder Johnny Knoxville como el resto de la banda (Steve O, Bam Marguera, Chris Pontious y el enano Wee Man entre otros) son capaces de hacer cualquier cosa, y digo CUALQUIER COSA, con tal de hacer reír al espectador. Uno piensa que toda esta locura debe haber comenzado como una apuesta entre amigos del tipo “a que no te animás a tomar el agua del inodoro”, y cuyas consecuencias se prolongaron hasta límites insospechados. Y si tal grado de repugnancias te resulta demasiado obsceno y vulgar, no te culpo. Hasta yo mismo reconozco preguntarme por momentos por qué estoy presenciando semejante nivel de bajeza humana, y si bien no puedo contestarme claramente, hay dos motivos que no quiero dejar pasar. Lo primero que me llama la atención de Jackass es el grado de autenticidad en cada número. Estamos en épocas en donde cualquier realidad puede ser falseada y manipulada a través de los medios digitales (un poco se habla de esto en la crítica de Marina de Actividad Paranormal 2), por eso me resulta refrescante ver que los diferentes actos y acrobacias realizados por estos muchachos son reales, juzgando por las reacciones de quienes están de testigos allí (como uno de los cameraman al que siempre se lo muestra vomitando). Un ejemplo de esto es cuando Knoxville le hace una joda a Bam Marguera y lo hace caer a un pozo lleno de serpientes (previamente se nos informa que Bam les tiene fobia, lo que llena ese momento de tensión). El rostro de Bam en ese instante, desesperado y al borde del llanto, nos involucra en la acción casi instintivamente, y es algo que se repite todo el tiempo en el resto de los sketches. Reacciones como ésa hacen pensar que, si bien uno sabe que a estos chicos las neuronas les fallan, igual son capaces de arriesgar su salud física y mental con tal de provocar un efecto determinado en nosotros, sea risa o asco. Y frente a eso uno no puede dejar de sentir algo de admiración. Pero el aspecto que a mí más me interesa de Jackass excede un poco lo meramente sensorial, y es que cada vez que veo a estos dementes en cada nueva aventura me siento un miembro más del grupo. Hay una verdadera unión y camaradería entre ellos, y cada momento de felicidad que tienen, como los chistes que se suelen hacer durante los rodajes (y que por suerte se ven en cada película), nos dan la sensación de estar viendo una filmacion casera de nuestros mejores amigos cuando se van de vacaciones. Esa gran amistad entre ellos se ve reflejada más que nunca durante los créditos finales, cuando vemos imágenes de las primeras temporadas de la serie en donde a Knoxville, Steve O y compañía se los ve mucho más jóvenes y vitales. Esas imágenes, seguidas luego de fotos de cada integrante cuando no tenían ni 10 años (demostrando quizás que antes de estos monstruos existieron inocentes criaturitas) dan la idea de que el paso del tiempo ha afectado definitivamente a estos muchachos, pero también hacen sentir cierta melancolía ante el hecho de que en algún punto la diversión para ellos va a tener que terminar. Que logre generarnos eso una película donde un tipo hace sonar una trompeta con su culo y otro usa su pene como bate de béisbol, no me parece poca cosa.
¿Qué hacen los críticos de cine? Qué sé yo qué hacen los críticos de cine. ¿Qué hago yo? Bueno, depende. En esta última semana vi muchas películas (vaya novedad), y varios fragmentos. ¿Llegaremos a alguna conclusión? No sabemos, pero al final se comenta brevemente uno de los estrenos de la semana, que es una gran película. El miércoles de la semana pasada partí para Tucumán para participar como jurado de la competencia digital de Tucumán Cine, un festival de cine argentino. Que exista un festival de cine argentino que tiene una competencia en 35mm y otra en digital, cada una con cerca de veinte películas (y que esto no sea ni de lejos la totalidad de la producción anual), habla de un cine muy prolífico. Y que en ambas competencias haya más o menos un cincuenta por ciento de películas al menos interesantes, habla de un cine de alta calidad. Y que entre los premios y menciones de las digitales hayan estado Los labios, Hacerme feriante, El pasante, Familia tipo y TL-2 La felicidad es una leyenda urbana habla de un cine muy variado: ficción con impronta documental, documental de observación, ficción climática y minimalista, documental-diario en primera persona y ficción cinéfila desatada y múltiple. En Tucumán vi unas diez películas, algunas que no había visto, y algunas que revisé porque no las recordaba con precisión. Volví de Tucumán, el lunes revisé un fragmento –el principio– de Drácula de Coppola que pasé en una clase. Cine voraz cine vampírico cine pasión. Este Drácula debería reestrenarse todos los años, para poder disfrutarlo en una pantalla gigante. Tiene sabor al cine de la infancia, a ese momento en que nos sorprendíamos con mayor facilidad. Lo grandioso de este Drácula es que logra sorprendernos en cada revisión, por más mundiales de fútbol que hayamos vivido. Más tarde, revisé otra película para pasar en otra clase. Otra película de Coppola: la muy subvalorada y muy olvidada Jardines de piedra, un relato elegíaco sobre militares que se encargan del ceremonial fúnebre de los soldados muertos en Vietnam. La película no transcurre en Vietnam sino en Washington, y puede verse, en la carrera del director, como la contracara reposada de Apocalipsis Now. En los créditos de Jardines de piedra puede leerse “dirigida por Francis Coppola”, sin el Ford. Si bien ese Ford de su nombre no es por John Ford, me gusta pensar que está ausente de los créditos porque, ante una película tan fordiana, no era necesario. Antes y después de todo esto vi varias películas para el Bafici 2011, pero de esas no puedo dar detalles públicamente. Y el martes fui al cine, a ver Ágora, de Alejandro Amenábar. Algunos en El Amante y en otros medios habían dicho que “estaba bien”. Con esas referencias y la promesa de ver a Rachel Weisz, me metí a ver la película. Aguanté diez minutos. Sí, es injusto, pero no la aguantaba. No tengo el chip que me permita disfrutar de películas de la antigüedad en las que se habla demasiado de religión, en las que el inglés me suena tan artificial (los actores hablaban en inglés casi con culpa; si vamos a aceptar la convención, hablen en inglés con más ganas, incluso con acento, pero con ganas). Para ser simple y burdo, tengo un especial desinterés por las películas de gente con túnicas y sandalias. No me gustó nada La última tentación de Cristo de Scorsese, y La pasión es la única de las películas dirigidas por Mel Gibson que no me parece muy buena (aunque la prefiero frente a la de Scorsese). Así que me escapé de Ágora y fui a ver otra vez Red social. Confirmé que es una película extraordinaria, que nos pide una mirada y una escucha inestables, ágiles, seducidas y abandonadas, en la que los personajes son muchas cosas al mismo tiempo (inteligentes, arrogantes, tiernos, odiosos, y mucho más), y no siempre lo que uno espera (entre los “villanos” Winklevoos y su amigo Divya Narendra hay mayores lazos de amistad que del lado de los protagonistas). La identificación no es con los personajes, o por lo menos no está fija en uno de ellos o en un grupo de ellos, no todas las películas tienen esa estrategia. Esta es una película que avanza por tácticas de seducción parciales, en la que los diálogos se arman como set pieces de acción, y en la que el momento más lento aquél de suspenso más tradicional: el de la entrada de los policías a la fiesta. Confirmo: Red social es una de las películas fundamentales de estos tiempos. Antes de ver Ágora, es decir, de no ver Ágora, vi el trailer de Un buen día, una película argentina, que lo pueden ver acá. Todavía no salgo de mi asombro. Y hay algo curioso, la película está dirigida por Nicolás del Boca, y así dicen los créditos. Pero en los créditos se lee también “una película de Anabella Del Boca y Enrique Torres”, lo que da a entender que esta es una película de la productora ejecutiva y del guionista. Mientras escribo esta columna, me entero de que murió Dino de Laurentiis, alguien que produjo películas de Mario Bava, Federico Fellini, Sidney Lumet, Ingmar Bergman, John Milius, Michael Mann, David Cronenberg y David Lynch, entre muchos otros. Qué amplio que es el mundo del cine. Y hoy, jueves, veo algunos estrenos de la fecha. Aguanté veinte minutos de la comedia aguachenta Papá por accidente con mi ex amada Jennifer Aniston (ahora parte de la cara no se le mueve). Y me metí a ver Jackass 3D, una de esas películas que no son para todos los paladares pero que demuestran que, como decía Horacio Quiroga, el cine puede tratar todos los temas, incluso estos desafíos físicos, escatológicos, cómicos. Con un uso muy imaginativo del 3D (ver la maqueta y el disparo, por ejemplo), Jackass es una sucesión de viñetas cómicas, sí, pero algunas de ellas (como la del avión) deberían figurar en cualquier historia de la comicidad cinematográfica. Bah, no en cualquier historia, pero sí en las que sean desprejuiciadas, que sepan ver en esta película todo lo que hay en ella de la tradición de los grandes cómicos atletas (Buster Keaton, Jackie Chan), de los grandes transgresores (John Waters, algo de los hermanos Farrelly) y, por último, de amor por el cine y por su modo de ser realista. Cualquier musicalizador debería ver esta película. Y también aquellos que estén intrigados. Y, sobre todo, aquellos que quieran agregar años a su vida, o al menos hacer abdominales a carcajadas (yo, literalmente, lloré de risa). Como el Drácula de Coppola, otra película que nos sorprende a cada paso y que nos demuestra, otra vez, lo ancho y variado que puede ser el cine.
Jackass 3D… ¿es arte? La película no es otra cosa que un grupo de jóvenes descerebrados poniendo en riesgo su vida en cada fotograma. Es un asco, una aberración, una necesidad constante de trasgredir. Y está buenísimo. Hay que reconocer que la textura conceptual de Jackass 3D es ciento por ciento yanquee, es decir, espectacularización y banalidad, pero la película va más allá de las primeras impresiones. En la década de 1970, la artista yugoslava Marina Abramovic trazó un surco en el devenir del arte contemporáneo con sus violentas performances. Ella oficiaba de víctima y verdugo de su propio cuerpo. Por ejemplo, en 1975, la acción Ritmo 0 la ubicó en las primeras planas de todos los medios especializados. Ella tomó un rol pasivo frente a al público, que podía actuar sobre ella sin reparo alguno; colocó 72 objetos sobre una mesa, desde hilos hasta pistolas cargadas y látigos. Cada cual podía elegir qué usar y cómo sobre su cuerpo. Fueron más de seis horas, en un principio el intercambio fue liviano, pero a medida que el público fue tomando confianza las acciones se fueron tornando cada vez más violentas, hasta llegar a un extremo peligroso. Abramovic es actualmente un ícono del bodyart, alumbró en aquellos años una denuncia muy fuerte sobre los límites del cuerpo, en pleno aluvión tecnológico y de cimbronazos políticos, en consonancia con la estética punk. No es menor lo de Abramovic, no es menor tampoco lo de Jackass 3D. Usted, querido lector, tiene todo el derecho a pensar: ¿este pibe que escribe tiene la cabeza llena de telgopor? ¿Quién puede ser tan papanatas de comprar a una institución del arte conceptual con una cofradía de imbéciles lanzado baños químicos llenos de caca por los aires? Bien, vamos a intentar responder. Jackass 3D es una estupidez si uno va al cine a encontrarse con una estupidez, entonces sí ve pelotas de golf impactando contra testículos, un muchacho tragando un vaso de sudor, un enano pegado con la gotita a la panza de un gordo, y muchas cosas más. Pero si nos detenemos a analizar los artilugios que sostienen la película aparecen ideas brillantes, dignas de una pieza de arte contemporáneo. Jackass 3D habla de los tiempos que se viven -lo efímero, la inmediatez, no hay un solo capítulo que dure más de 7 minutos, ni siquiera los que necesitaron miles de dólares para rodarse-, de la autodestrucción y del desdibujamiento de los límites éticos, morales, artísticos, estéticos, físicos y todo lo que se pueda desdibujar. No es nueva la búsqueda, existe hace 40 años, aún así se actualiza y propone nuevas lecturas. Desde lo formalmente cinematográfico también hay hallazgos interesantes, la última escena donde ellos se someten a una explosión es verdaderamente impactante: un plano secuencia en súper slow motion camera que permite ver al detalle las caras, las transformaciones del contexto y de los cuerpos. La primera escena también es para destacar: la presentación del equipo de dementes a puro dolor. Además: humor: hay tres momentos, aislados de las pruebas hipermasoquistas, que son muy ingeniosos, desde una turba iracunda de enanos peleándose en un bar, hasta un anciano besándose en plena calle con una niña de diecinueve años. Un punto en contra es el 3D, la verdad es que no aporta nada, hasta podría decirse que molesta. Es simplemente una señal evidente de la necesidad de generar un espectáculo bien moderno. Algo ya típico de la gramática de las tres dimensiones que se intenta imponer. Jackass 3D es un compendio de imbecilidades hiperproducidas y muy efectivas. No le va a cambiar la vida a nadie, está pensada a medida para reírse un rato. Es eso, nada más. Y nada menos.
Si conoce el –hoy clásico– programa de MTV llamado “Jackass”, ya sabe de qué se trata: unos cuantos muchachones que hacen cosas al mismo tiempo idiotas y peligrosas. Ahora, en 3D. No hay trucos, no hay red, no hay más que tipos riéndose de sí mismos por comportarse como soberanos imbéciles, con plena consciencia de la inutilidad de lo que hacen -aunque tambien, y es bueno decirlo ante la exagerada calificación de "prohibido para menores de 18 años", de un modo bastante infantil. Bueno, no, inutilidad no: saben que nada es más gracioso –póngase una mano en el corazón– que alguien que se cae aparatosamente en la calle, que alguien que se ensucia los pantalones en el baño, que alguien que se ve ridículo. Y no hay nada más movilizante que la risa. Lo que ellos hacen es casi un servicio público: deciden inmolarse para causar risas y lo logran, aunque también mezclada con la angustia del dolor (físico, no moral) que aparece en cada una de las secuencias, a cual más tremenda y –hay que decirlo porque así es– creativa. Lo que desmiente la idiotez declarada del término “jackass”.
Prostitución masculina En la crítica argentina se desató una aguerrida polémica a comienzos de este año, por la curiosa aparición de la película Jackass 3D en la lista de Fipresci a las seis nominadas a mejor película extranjera. En algunos medios y páginas web se señaló inmediatamente que algunos de los votantes que eligieron la película como una de las mejores del año fueron varios de los redactores de la revista El amante cine. Se desencadenó entonces una discusión entrecruzada entre críticos (sobre todo en la página web Otros Cines) en la que no faltaron las subidas de tono, los insultos y las acusaciones de intolerancia, y El amante incluyó tres páginas de la revista de febrero -dos de ellas escritas por su director, Gustavo Noriega-, para defenderse de los ataques, fundamentar la decisión y aportar alguna reflexión sobre la crítica de cine. Los redactores de El amante son proclives a esta clase de actitudes, y tienen la costumbre de reverenciar películas que no suelen ser bien vistas por el común de la crítica cinematográfica. Para los que no lo tienen en cuenta, Jackass es un programa de televisión que surgió para el canal MTV en el año 2000, y en el que los protagonistas acometen acciones como martillarse los testículos, orinarse unos a otros, enmierdarse de pies a cabeza, planificar accidentes en donde ellos mismos son las víctimas. Todo esto entre risas, en un festejante ambiente de juerga grupal. Cuando el líder del grupo se pone unos patines y se hace embestir por un toro, todos sus compinches le dan bombo y le dicen que es poco menos que un genio, y cada vez que uno atraviesa una nueva situación autodestructiva es felicitado por sus pares, quienes lo avalan por haber llevado hasta tal extremo su estupidez. “Jackass” significa imbécil, o pelotudo, toda una definición y una asunción de sentidos. Desde ya pido disculpas por entrar en este tema con tanto retraso; el debate ya tuvo su momento álgido hace un par de meses y parece haberse acallado. Motivado por tan interesante y estimulante polémica, -en la que además, los escribas de El amante parecían tener toda la razón del mundo- me dispuse por fin, a ver Jackass 3D, pensando divertirme un buen rato. Supongo que no hace falta decir que me encontré con un despliegue desaforado de mal gusto y estupidez, pero los aspectos que más chirrian es que se haya convertido en un éxito de taquilla, -fue distribuida por Paramount Pictures y recaudó 50 millones de dólares sólo durante la primer semana de exhibición- que los protagonistas sean poco menos que estrellas, y que, justamente hoy, en momentos en que la inteligencia escasea y la nutrición intelectual está tan desvalorizada, un subproducto de la televisión chatarra cobre semejante notoriedad. Los implicados de El amante y los otros votantes no merecen la desconfianza a priori y no hay pruebas para creer que se coordinaron de antemano para hacer una votación en bloque. Lo más probable es que se hayan divertido realmente, que les guste mucho la película y, considerando que es de sus favoritas en el año, que la verían muchas veces más. Pero no puedo dejar de expresar mi desconcierto porque sea precisamente Jackass 3D la película que haya estado en el centro de la polémica, cuando lo que debería haber sucedido es que quedara sepultada por el silencio. El episodio es sumamente elocuente sobre el estado actual de la industria, y por supuesto, de la crítica en general. La crítica de cine es un oficio cuya función es, entre otras, orientar al público, educar su mirada, ponderar ciertas películas por sobre otras con cierto aval de conocimiento y experiencia. Quizá aprendí mal la lección, pero por lo menos hasta donde creía, la crítica se caracterizaba por aprobar películas que estimulan el pensamiento y no aquellas que pretenden anularlo. Jackass es el abandono de toda sugerencia, la búsqueda premeditada del morbo, es el regodeo en la propia imbecilidad, el encumbramiento de un grupo de seres que triunfaron en la vida autodestruyéndose. Es un ámbito de prostitución masculina en el cual el físico es entregado para hazañas dolorosas, pero muy bien pagas. Los críticos que hablan bien de Jackass 3D parecen poner el énfasis en la espontaneidad, en las risas cómplices, en el aire de camaradería que exuda la película. Resulta curioso pero, palabras más, palabras menos, hablan de un “canto a la amistad”. Lo siento, pero no pude ver esa amistad en Jackass 3D. En mi barrio, cuando alguien golpea al prójimo en la mandíbula con un gancho boxístico, agarrándolo desprevenido, recibe la definición de “hijo de puta”.Cuando a un compañero con una fobia severa a las serpientes se lo hace caer en un foso repleto de ellas, se está llevando a cabo una hijoputez mayúscula. En cuanto a las risas cómplices, me suenan más a un “lo logramos, nos estamos llenando de oro gracias a millones de espectadores que pagan por vernos hacer tres pavadas”. Supongo que Tinelli no se atrevería a hacer algo tan escatológicamente extremo como Jackass por una cuestión de escrúpulos. Y llegados a este punto, sólo cabría esperar que algunos críticos festejen la radicalidad y la espontaneidad del baile del caño y del cine de explotación de la tortura. Pero en fin, nadie desprestigia tanto a los críticos como ellos a sí mismos.
¿Acaso falta explicar en qué consiste la propuesta de Johnny Knoxville y compañía? Ahora rodada en tres dimensiones (que desperdicio de celuloide) el público será testigo de escatológicos experimentos, muestras de “destreza” e imbecilidad extrema en un grupo de infradotados adultos. El por qué de la trasposición del programa más doloroso de MTV al cine continúa siendo un misterio, aún hoy con esta tercera entrega. Qué lleva al público a pagar una sustanciosa entrada para ver aquellos que puede encontrar gratis en televisión es una incógnita a resolver.
Bromas pesadas Una recomendación antes de ver esta peli: comé livianito. O no comas. Jackass no perdona a los sensibles (la clasificaron como APM 18 años) y la escatología tridimensional (aparte de cortes, moretones y carcajadas por mil) desde hace casi una década conquista la pantalla mundial con el sello del golpe y la adrenalina. Luego de Jackass: The Movie , la versión 2 y 2.5 aterriza esta versión 3D, ideal para meterte en el universo peterpanesco donde los protagonistas (más cuarentones que veinteañeros) desafían el dolor. Aunque no olvidemos que están asesorados por gente experta y ellos no son ningunos improvisados. O sea... ¡a no hacerlo en casa! Johnny Knoxville es el gurú de este grupo de inadaptados que parecen vivir la joda eterna y generan la mayor cantidad de onomatopeyas por minuto en una sala de cine. Uno de los sellos de Jackass es el Rocky: por atrás el victimario le tira un vaso de agua de costado a la víctima y de toque le pega una trompada con un guante de box. ¿El único que pudo esquivarlo?: el jefe. ¿Más dolor? A uno le arrancan un diente con una tansa atada a un Lamborguini, o caen desde la punta de un pino a la nieve luego que se derriba el árbol. ¿Escatología? Encierro en un baño químico repleto de heces y con dos grúas....¡a volar por los aires!. El mismo flaco, entre el mareo y olor nauseabundo vomita. Al igual que cuando tomó un coctel de sudor extraído de un nailon que rodeaba al gordo del grupo. Hasta el cameraman lanzó. ¿Los espectadores? Cerquita. Si sos flaco te los vas a agarrar cuando veas batear a uno vestido de jugador profesional y la pelota (sostenida a un palo) impacta directo en los genitales de un Jackass. ¡Durísimo! En estos casos, el uso, y abuso, de la cámara lenta agrandan los rasgos de dolor como los cuerpos deformados por el impacto: como el del mismo obeso cuyo rostro se deforma al impactar una pelota de fútbol americano, o cuando desafían a animales como toro, burro y carnero. En Jackass 3D la tecnología tridimensional queda opacada entre tantas situaciones extremas y violentas pero se resalta en los momentos humorísticos del film, aunque lo que más gracia causa son las caras de los compañeros (¡vean al enano!) al festejar las bromas más crueles. El final de la película, entre una habitación que detona mal con todos los Jackass dentro, recorre la historia de este grupo, con fotos de ellos de pequeños. Lo único sensible para esta manga de dementes que no paran de ponerse en riesgo.
Esta no es una nota sobre el dudoso lugar de Jackass en la historia del cine: la película es una excusa, así como también la provocación de que tenga un canónico lugar en la lista anual de la FIPRESCI local. El verdadero eje de esta polémica (que tuvo lugar en este blog y en otroscines: son los valores en juego (en su inseparable doble sentido: estético y ético). Porque lo que en verdad importa discutir es cómo el poder construye subjetividad (incluso en la aparente paradoja de una crítica que celebra un elogio del fascismo). Pero para llegar a eso (y entenderlo), primero hay que dar un rodeo: 1. Crítica y coprofagia Hace casi un siglo, Marcel Duchamp convirtió a una letrina en arte (bastó colocarla en una sala de museo). El gesto no acabó con los museos, pero casi acaba con el arte. Y todavía persiste la disputa sobre si fue un acto revolucionario o reaccionario. Por suerte nada de eso pasará con Jackass, aunque el gesto “irreverente” de ponerla entre las mejores películas del año recuerda esa farsa en que se convierte la Historia cuando se repite sin fundamento. Porque Jackass es, en el mejor de los casos, una especie de Mondo cane para adolescentes tardíos. En el peor, es una glorificación de la estupidez, la crueldad, o el sadismo, no muy lejana de las bromas televisivas de Tinelli (la única diferencia es que se esfuerzan por parecer ingeniosamente idiotas…). Pero no sólo por eso prefiero no hablar en particular de la seguidilla de ejercicios (absurdos o denigrantes) en que consiste este subproducto de la TV basura: no es necesario “particularizar” (y hundirse en la mierda) para hacer una crítica que no es una crítica del “gusto” (porque se entiende que a alguien le pueda gustar Jackass, del mismo modo en que se puede hallar placer en la autoflagelación). Lo discutible es su defensa por parte de algunos críticos (básicamente de El Amante, que conforman un tercio de los miembros de FIPRESCI), en un arco que parece ir de la sobreinterpretación al sofisma. Veamos: Dice Javier Porta Fouz (en una nota citada por él mismo en otroscines): “Jackass 3D es cine cómico de gran inventiva, es decir, un en el que cada situación es un nuevo desafío físico y estético. Pictóricamente lujosa, remite al cine mudo desde varios ángulos, al igual que Independencia de Raya Martin. Pero, que yo sepa, a nadie se le ocurrió tildar de estúpidos a los que defendieron esa película filipina. La tribu de la comedia (una forma de arte todavía hoy menospreciada) suele ser más democrática y tolerante que la tribu del ‘cine arte’” Varias cosas para decir, porque en este párrafo se resumen de algún modo todos los equívocos en juego: lo cómico no es lo mismo que la comedia, del mismo modo en que un desafío físico no es necesariamente un desafío estético (ya volveremos sobre esta concepción estetizante de lo físico en el parágrafo siguiente). Y si Jackass tiene algo de espectáculo de feria, lo es por ser parte de un retorno a lo primario (no a lo primordial) en el cine, que algunos críticos festejan como un retorno a los orígenes pero que en el fondo no es más que mero primitivismo (en ese sentido, no solo no es lo mismo Independencia que Jackass: tampoco es lo mismo Independencia que Autohistoria, aun siendo del mismo realizador). Porque en cien años Jackass no despertará la misma curiosidad que El regador regado sino que será apenas, si todo sigue así, la constatación de la decadencia de un artefacto que alguna vez quiso ser arte. Y no se trata de una defensa de “tribu del cine arte” (una caracterización más propia de la crítica populista que El Amante suele odiar con razón): el cine siempre fue un arte popular por excelencia, desde su misma constitución en tal, cuando dejó atrás el primitivismo para desarrollar un lenguaje (las obras maestras de Griffith y Eisenstein, que iniciaron el gran período clásico, fueron films enormemente populares). Lo que sí parece un gesto tribal es la sobreinterpretación crítica de una película que no llega ser un film. Este insulto a la inteligencia (la defensa, tanto como la película misma) marcan el límite del gesto que pretende canonizar urinarios por el sólo capricho (algo muy distinto del original gesto “cahierista”, que reivindicaba una política -autoral- y una rebelión –crítica-). Jackass no es más que una anécdota, pero es preocupante como síntoma de la decadencia de una crítica que cambió la erección de un canon por el canon de una erección. Porque (resumiendo), hay tres cuestiones interrelacionadas: a) ¿Es Jackass un film? b) ¿Es una buena película? c) ¿Es una película que merezca estar en un top five? La primera responde de algún modo a las otras dos: Jackass no es un film, aunque parezca una película. O para decirlo más claramente: es una película pero no es cine. Es una suma de sketches televisivos de mal gusto. Alguien podría decir lo mismo de Meaning of life… Y yo diría: si alguien no es capaz de ver la evidente diferencia, tal vez tendríamos una discusión tonta como esta. Pero no esperaría que fuera entre críticos de cine, porque hablar sobre Jackass es como hablar sobre Tinelli: da para mucho, pero si lo hacemos sólo como cronistas “de espectáculos” el resultado es tan pobre como el de esos papers universitarios que en los ’90 encontraban valores hasta en lo más rancio de la industria cultural. Y es que el problema es, justamente, que críticos “serios” consideren “seriamente” una película como esta… Porque no se trata de jugar con el “mal gusto” a lo Waters, o usarlo contra las veleidades de la burguesía (como en lo mejor de Buñuel o Pasolini): Jackass no esconde ningún valor contracultural, sino todo lo contrario. Es la sumisión ante lo más reaccionario del sistema (Torture-porn + Reality de qualité + Comedia físico-escatológica + 3D: una fórmula imbatible, al menos en ciertos círculos…). Y ahí es donde difiere no sólo la valoración de una película en “particular”, sino dos visiones del cine. Dice Noriega: “el tema no es asumir la misma lógica eliminacionista de los detractores sino de incorporar a Jackass al mismo lugar de respetabilidad que las demás películas, digna de ser elogiada”. Pero no se trata de ser “eliminacionista” (?), sino de entender que no todo da lo mismo, que tras ese falso democratismo hay un relativismo moral que permite no sólo la negación del pensamiento crítico (ofrecido en el altar del “gusto”), sino la glorificación del sadismo y la ley del más fuerte (y no es casual que Jackass sea una galería de ejercicios fascistas). Noriega pretende hablar “sólo” de la película, como si así eludiera cualquier otro juicio que no fuera el “estético”, y como si ese mismo juicio no implicara una ética y una política. No es casual ese desmembramiento, porque esa violencia aceptada (como si el espectador fuera como el Alex de La naranja mecánica, pero inducido a anestesiar todo conflicto moral) es fascismo puro, como lo es toda anulación gozosamente nihilista del pensamiento crítico. Y Jackass es un curso práctico de nihilismo. Fascism for dummies. 2. Crítica y faci(li)smo Hace medio siglo, se llevó a cabo en Estados Unidos el famoso “experimento de Milgram”: constaba de dos voluntarios, y uno de ellos era atado a una camilla con electrodos, mientras el otro aplicaba electricidad ante cada error cometido por el primero, bajo la supervisión de un director (el primer voluntario era tan falso como la corriente, pero la “aplicación” era verdadera en la voluntad, respaldada por la “obediencia debida”…). El resultado fue apabullante: más del 60% de los participantes llegó a dar la descarga máxima, al sentirse respaldado por una figura de autoridad. Dice Gustavo Noriega: “Si estos muchachones deciden poner su cuerpo en riesgo o dejar que sea objeto de agresiones de distinto calibre, no hay que perder de vista que se trata de una decisión libre. No hay en Jackass daño a terceros inadvertidos y esto es lo único que debería importarnos en términos de moralidad (la referencia a comisarías, cárceles y pistolas eléctricas es particularmente desacertada). No hay nada más riesgoso que intentar legislar sobre el placer y cuando digo legislar me refiero a lo jurídico, por supuesto, pero también a lo moral. Y eso sí que es político: la intromisión del “buen gusto” en la legítima búsqueda del placer es tan fascista como lo sería la del Estado legislando en ese punto (como lo hace con el consumo de drogas).” Vamos por partes: “Si estos muchachones deciden poner su cuerpo en riesgo o dejar que sea objeto de agresiones de distinto calibre, no hay que perder de vista que se trata de una decisión libre.” También lo sería vender un riñón en el mercado… Pero lamentablemente tal cosa todavía es imposible, merced al fascismo del Estado. Así lo entiende el ultraliberalismo, claro (aunque aquí “sólo” hablamos de la gratuidad del gesto estético), porque “la intromisión del ‘buen gusto’ en la legítima búsqueda del placer es tan fascista como lo sería la del Estado legislando en ese punto” (!). Lo fascista es precisamente hacer de la violencia un gesto estético (separado de la política y la ética): si los condenados hubiesen entrado “libremente” en la cámara de gas, ¿podríamos gozar de las películas nazis que lo muestran? (¿y a eso también lo llamaríamos –como Noriega pervirtiendo a Bazin- “ética el realismo”? Volveré sobre esto más adelante, porque es un punto esencial en esta discusión crítica). Luego sigue diciendo Noriega, en la misma discusión: “sé que si [la violencia] llega a convertirse en una película nada grave pasó”, cuando antes argumentaba que “si estos muchachones deciden poner su cuerpo en riesgo o dejar que sea objeto de agresiones de distinto calibre, no hay que perder de vista que se trata de una decisión libre”. Esto al menos era más honesto, además de mostrar cuál es la supuesta “libertad moral” que pregona el viejo liberalismo (representado hoy en el paroxismo ideológico del tea party). De hecho, no es casual ver cómo se repiten en las críticas favorables una y otra vez los mismos argumentos (sobre todo las falacias “liberales” que hacen parecer “intolerante” hasta al venerable Comolli, atacado en una de las polémicas). Ser tolerante, en cambio, es apreciar “el trabajo con el color” en una película excrementicia… En fin: cada uno tendrá que hacerse cargo de lo que defiende: el archivo es implacable, y deja en claro una posición estética y política (que son la misma cosa). En la discusión en otroscines, Noriega se cita a sí mismo (y vale la pena reproducirlo en extenso): “En todos los casos se trata de hacer algo extraordinario delante de una cámara. (Es notable que los segmentos menos felices sean las cámaras sorpresas que implican otro tipo de ideología y de estética). Que ese algo fuera de lo común a menudo esté asociado con cosas que el buen gusto no tolera, como enmierdarse, vomitar o generar tanto sudor como para llenar un vaso y que un tercero se lo tome, no es un detalle menor o que desmerezca la empresa. Se trata en todos los casos de poner el cuerpo en acción delante de la cámara. Jackass 3D no quiere ser manifiesto de nada pero si lo fuera, sería uno en contra de la digitalización y de las estrellas del cine que utilizan dobles para no poner su cuerpo ni en riesgo ni en exhibición. Lo que se ve es lo que a ellos les sucede y no una simulación. Y lo que les sucede no es poca cosa. Jackass 3D tiene una estética y una ética, la del realismo. Es uno de los detalles más emocionantes del grupo el compromiso no explícito (explicitarlo sería de una solemnidad intolerable) de aceptar cualquier cosa y de no enojarse cuando algo inesperado y desagradable sucede. Si el travelling es una cuestión moral, “The Rocky” y “High Five” (una mano gigante que aparece de la nada y apalea a un desprevenido) también lo son. Los jackass ponen el cuerpo y se bancan lo que sea.” Y agrega: “Si quieren discutir con este texto, adelante. Debe tener más de un punto débil para atacar”. Todos los puntos son débiles: “hacer algo extraordinario delante de una cámara” no es un argumento estético (y si incluye inducida violencia real no es argumento de ningún tipo…), ni “es notable que los segmentos menos felices sean las cámaras sorpresas que implican otro tipo de ideología y de estética”: la “libertad” de autoflagelarse en cámara es algo discutible, pero no por una cuestión de “mal gusto” (ya sabemos que el juicio estético es relativo), sino porque “poner el cuerpo” no implica necesariamente algo loable en sí (sin atender al sentido social de la acción). Y ese es el pecado original del argumento “estético”: por un lado se insiste en que “Jackass no quiere ser manifiesto de nada”, para inmediatamente después agregar “pero si lo fuera, sería uno en contra de la digitalización”, etc. “Lo que se ve es lo que a ellos les sucede y no una simulación. Y lo que les sucede no es poca cosa”, aclara Noriega, como si fuera una hazaña enmierdarse. “Jackass tiene una estética y una ética, la del realismo”, concluye, en una lectura totalmente arbitraria y facilista de los problemas del “realismo” cinematográfico (Bazin -cuyos análisis “ontológicos” nunca pierden de vista lo histórico- se debe estar removiendo en su tumba). Para poner un contraejemplo ejemplo claro: Jackass es el anti-Saló, ese gran film de Pasolini sobre el fascismo como biopoder, como despliegue íntimo (algo que el gran cine italiano ha retratado con lucidez, de El conformista a Vincere). En Saló Pasolini hace su crítica final al “realismo” (entregándole al sistema un film imposible de ser reducido a sexplotation): todo lo contrario de los críticos que abusan del bazinismo para justificar la gozosa violencia de una mirada amoral. O que simplemente juegan a mezclar e invertir los términos, para ver una crítica donde no la hay. “Tati de blooper”, la llama Juan Manuel Domínguez en El Amante: “la Capilla Sixtina de un estado de gracia que sacrifica el cuerpo sin mirar nunca atrás” dice, como si hablara de La pasión de Cristo de Mel Gibson (una película cuyo abierto sadismo al menos es culposo). Y Domínguez sigue con las metáforas hasta llegar a “los suicidios más largos de la historia del cine”, sin ver que es más bien la historia del cine la que parece suicidarse en películas como esta. Pero por suerte Jackass no es la culminación del desenvolvimiento del espíritu hegeliano, aunque se acerca bastante como “el summum de una cultura chatarra que sólo puede generar Estados Unidos”. Sin embargo, Domínguez parece no entender que no hay ironía ni distanciamiento en esa montaña de basura que nos arroja Jackass: No es una crítica a la estupidez, sino la estupidez misma. Es como si el crítico no viera lo que él mismo enuncia con claridad (o que no le importe, y se entregue a un gozoso nihilismo): “reconocemos un ambiente de trabajo absurdo sobre el cual reina otro factor: todo vale, en cualquier momento”. Jackass es la absurda glorificación de una autodestrucción “liberada” a sus propias fuerzas. Y que algunos críticos la asuman como tal no son buenas noticias para el cine.