En lo que podría ser un contexto normal, The Woman King, debería ser considerado como el blockbuster del año, a unos escalones abajo a Top Gun: Maverick. Tiene todo lo necesario y un poco más. Un gran viaje dentro de las selvas de la África del oeste, liderado por Viola Davis, que además da a conocer un marco histórico seguramente desconocido por gran parte de la audiencia. Incluso aquellos que quieran jugar sin verdaderos fundamentos con la palabra «progre», conseguirán un elemento épico innegable. Las Agoije fueron un grupo de mujeres guerreras que lucharon por el reino de Dahomey. A pesar de que por muchos años mantuvieron un perfil bajo, en el siglo XIX su poder las dio notoriedad. Consideradas feroces y fuertes eran conocidas por los europeos como las «Amazonas de Dahomey», en referencia a las guerras amazonas de la mitología griega. The Woman King, se centra en la General Nanisca (Viola Davis), líder de este grupo elite y mano derecha del Rey Ghezo (John Boyega). En 1823, luego de una disputa contra otro reino, Nanisca, busca convencer al Rey para que deje de participar en el comercio de esclavos – Sí, por si no lo saben, los mismos reinos africanos vendían esclavos a los europeos, incluso se trataba de su principal fuente de ingreso –. Esta idea inicia un proceso de revolución que se traslada en la pantalla con todas las características de una epopeya. Gran parte de la eficacia de The Woman King es el contexto histórico mostrado. Dahomey (lo que sería hoy Nigeria) fue retratado como lo que fue, un estado soberano desarrollado, en lugar de una tribu primitiva estereotipada. El trabajo del departamento de arte, los vestuarios, la locación (grabada en Sudáfrica), las armas, entre otros detalles especifico, muestran un profundo estudio y respeto hacía el pueblo africano que se siente en pantalla. A pesar de que no fuera real de que Dahomey para ese momento tuviera intenciones de terminar el acuerdo de comercio de esclavos (de hecho, fue hasta décadas después), si se muestran los remordimientos que existen dentro del reino por ser parte de semejante barbaridad. El punto máximo de este épico film es Viola Davis, quien justamente carga con esté conflicto. No solo entrega otra actuación formidable, sino que físicamente logra algo admirable. Las batallas están muy bien filmadas y ella se luce en cada escena. The Woman King reúne elementos de acción, drama, filosóficos, fantásticos, un gran plot-twist e incluso comedia. Se trata de una película muy completa que cuenta una historia que logra conectar universalmente pero que nunca deja de mostrar su origen.
Una epopeya histórica inspirada en los hechos reales que sucedieron en el Reino de Dahomey, uno de los estados más poderosos de África en los siglos XVIII y XIX. La historia sigue a Nanisca (Davis), general de la unidad militar exclusivamente femenina y a Nawi (Mbedu), una recluta ambiciosa. Juntas lucharon contra enemigos que violaron su honor, esclavizaron a su gente y amenazaron con destruir todo por lo que habían vivido.
Artistas a lo largo y ancho de la industria demuestran su versatilidad y capacidad, y no dejan de sorprender. Este es el caso de Viola Davis, protagonista de La Mujer Rey, film que se estrena en cines el próximo 29 de septiembre. La acción se centra en las Agojie, un ejército de guerreras del reino de Dahomey, en África Occidental a principios del siglo 19, y en su líder, Nanisca (Viola Davis), mientras entrena a una nueva generación de reclutas y las prepara para una batalla que amenaza su modo de vida y su libertad. Más allá de toda licencia dramática, este ejército de mujeres verdaderamente existió; arrasaban aldeas y cortaban cabezas. Establecieron el predominio de Dahomey por sobre los otros reinos y eran llamadas “Amazonas” por los europeos, debido a su semejanza con las guerreras de la mitología griega. Marcaron tanto la historia que son la fuente de inspiración de las Dora Milaje, tan conocidas en el Universo Cinematográfico de Marvel por Pantera Negra. Por falta de mejor término, fueron grosas. Si se necesita una razón para verla, es esa. No todos los días se ven relatos así. Además, no solo es empoderador para las mujeres, si no también para las personas afrodescendientes; esta es la representación que se busca y se ha pedido tantas veces. Díganle a Hollywood que es por acá. Otro de los grandes puntos a favor es ver a alguien como Viola Davis tomar este papel a sus 57 años. Fuerza, vigor y vulnerabilidad se hacen uno en ella y siempre es un placer verla en pantalla grande. Uno de los conflictos es quizás su duración, las poco más de dos horas pueden resultar demasiado y un poco pesadas, con algunas escenas de más, pero lo repara con unos exteriores que valen la pena. Otro es el dato histórico no tan alegre de la participación del reino en la venta de esclavos africanos, lo que la cinta no esconde, pero sí aliviana. Más allá de todas estas circunstancias, La Mujer Rey sirve de inspiración de la misma forma que Pantera Negra, y eso sí que vale la pena.
Es una epopeya histórica sobre hechos reales, no debidamente documentados, del reino de Dahomey, en África, en los siglos XVIII y XIX. En el centro se ubica una líder guerrera y su ejército de mujeres célibes, famosas por su heroísmo, implacables en las batallas. El film que realizó Gina Prynce-Bytherwood lo tiene todo para transformarse en un éxito de taquilla, y en contener también lo políticamente correcto de nuestros días. Primero pone como protagonista a una electrizante Viola Davies que le da espesor trágico a su líder militar, mezclando sororidad con sus subordinadas, pero con la fiereza del entrenamiento militar que considera necesario. Es una mujer que enfrenta sus propios fantasmas y que es capaz de cuestionar el tráfico de esclavos que no solo llevaban adelante los blancos, sino las tribus triunfantes que destinaban a sus enemigos a la esclavitud. Las escenas de acción, dentro de un marco colorido, de gran perfección en los rubros técnicos, son feroces y sangrientas, enérgicas las tomas de entrenamiento, impresionantes las protagonistas. El problema es que en esta historia que trae remembranzas de ciertas partes de El rey León, algo así como “Corazón Valiente” trasladado a otro continente y con mujeres, tiene en el melodrama extendido su defecto, con una historia que se presenta confusa, y que se siente pesada y reiterativa en los terribles sufrimientos. Con menos duración sería más redonda. Sin embargo entre Viola Davis, sus compañera Thuso Mbedu, Lashana Lynch, Sheila Atimy John Boyega mas las impecables escenas de lucha hacen de esta producción un film atractivo que seguro tendrá su saga.
Épico relato sobre la dominación de los sujetos con la mujer en el centro de la escena, superando cualquier pronóstico previo a verla. Viola Davis brilla, una vez más, como esta mujer que tomando decisiones y arrasando con sus enemigos se termina por consolidar en la líder de un grupo de personas.
La mujer rey es la película que se merecía Viola Davis tras más de 30 años de remo en la industria de Hollywood. Aunque trabaja en el cine y la televisión desde fines de los años ´90 recién en el 2011 con su labor en The Help (2011) consiguió notoriedad, sin embargo desde entonces le costó bastante encontrar roles protagónicos que le permitieran destacarse. El personaje de la General Nanisca que compone en este film quedará asociado con ella en el recuerdo durante mucho tiempo y no será un sorpresa si el año que viene termina nominada al Oscar. Este proyecto concebido por la actriz María Bello se centra en la historia de las Amazonas del reino africano de Dahomey, un regimiento militar femenino que existió entre 1708 y 1904. La trama se ambienta en 1820 y aunque el relato es de ficción incluye figuras reales como la novata Nawi, interpretada por Tsup Mbedu, quien trascendió como la última guerrera del clan. Dentro del film su historia tiene la finalidad de introducir al público al complejo estructura de poder que tenía la milicia y el brutal programa de entrenamiento con el que se preparaba a las conscriptas. En los cómics de Marvel las guerreras de Wakanda que asisten a Black Panther estuvieron inspiradas en este grupo y el director Ryan Coogler las tomó como referencia histórica en la película del 2018. El conflicto de La mujer rey se centra en la rivalidad de este reino con el Imperio Oyo y la disputa por el control del mercado de esclavos del que también participaba Dahomey. Un aspecto controversial de este relato que el guión de María Bello no evade y le aporta matices interesantes al contexto político en el que se desenvuelven las protagonistas. La dirección de este film corrió por cuenta de Gina Prince-Bythewood, responsable del drama deportivo de culto, Love & Basketball, quien presenta un gran trabajo en el tratamiento de la acción. En su última labor para Netflix, The Old Guard, este aspecto había estado influenciado por las películas de John Wick y en esta oportunidad tomó como referencia en el cine épico de Ridley Scott y Mel Gibson. Desde la primera batalla inicial la trama tiene muy buen ritmo y no pierde fuerza gracias al conflicto dramático que se desarrolla. Dentro del reparto también tienen sus buenos momentos John Boyega y Latasha Lynch (Capitana Marvel) pero es Viola Davis quien se roba la película. Especialmente en aquellos momentos donde el relato de la directora encuentra el espacio para retrata a la líder militar con una mayor vulnerabilidad emocional. Sobresale en los aspectos técnicos toda la puesta en escena del contexto histórica y la cultura africana que está muy bien trabajada. Mi única objeción hacia este film es que los "villanos" del Imperio Oyo quedaron un poco desdibujados en la trama y su perspectiva dentro del conflicto no tiene tanto desarrollo como los miembros de Dahomey. Un detalle que tampoco altera la experiencia grata que ofrece este film. Para quienes disfrutan del género de la épica histórica es una excelente recomendación para disfrutar en una pantalla de cine. Si llegan a verla recuerden que hay una escena adicional en la mitad de los créditos finales.
La mujer rey recobra a las guerreras de Africa en un relato histórico con ecos actuales Viola Davis brilla con su magnetismo a toda prueba en este drama con buenas secuencias de acción y más de un cliché que recobra la historia de las Agojie, la guardia personal del rey de Dahomey Dahomey existió en los mapas y en el reconocimiento de la comunidad internacional hasta 1975. Era una pequeña república, antigua colonia francesa, situada en la región occidental del continente africano, entre Togo y Nigeria, que hoy lleva el nombre de Benin. Mucho antes que eso, Dahomey funcionó como un reino que en el siglo XIX tenía una característica distintiva: un ejército muy competente, bien preparado para el combate y con un valor a toda prueba integrado exclusivamente por mujeres. Las Agojie, nombre tribal que recibían estas guerreras encargadas de la guardia personal del rey, son las grandes protagonistas de La mujer rey, uno de los títulos de moda por los tempranos rumores de futuras nominaciones al Oscar para la película, su directora (la afroamericana Gina Prince-Bythewood, la misma de La vieja guardia) y su actriz protagónica. Esta última responsabilidad recae en Viola Davis, una de las preferidas de Hollywood, que encarna aquí a Nanisca, la conductora de este grupo de amazonas. Al ascendiente y la presencia que transmite en cada aparición aquí se le agrega un duro entrenamiento que la convierte por primera vez en una heroína de acción. Con un gesto siempre pétreo y severo que esconde profundos traumas de su vida previa, Nanisca lidera al grupo, fortalece la mística conjunta y espera a la vez adquirir alguna preferencia entre las múltiples esposas del rey al que juró servir hasta la muerte. Entre batalla y batalla (filmadas con mucha pericia), Nanisca se encarga de organizar la preparación de las futuras Agojie, jóvenes aspirantes que son llevadas a renunciar a cualquier impulso afectivo o amoroso que pudiese obstaculizar sus deberes militares. En ese grupo sobresale la inquieta y decidida Nawi (Thuso Mbedu), que por varias razones que iremos descubriendo capturará la atención de la veterana capitana. Es muy fácil descubrir conexiones con relatos históricos de acción y aliento épico desde los cuales se afirman valores como la defensa de cierta identidad comunitaria y dignidad personal en tiempos y lugares donde los enfrentamientos son siempre de vida o muerte. Los ecos de Gladiador y Corazón valiente, por ejemplo, resuenan aquí todo el tiempo casi de manera deliberada, porque La mujer rey también se rinde a las costumbres y a los clisés de una tradición narrativa que sale a buscar siempre el camino más seguro y la explicación más didáctica a través de arengas, rebeldías o ciertas reacciones sencillas de adivinar. La película está inspirada en el ejército de Dahomey, un pequeño reino en lo que ahora es la república de Benín La película está inspirada en el ejército de Dahomey, un pequeño reino en lo que ahora es la república de Benín La mirada retrospectiva de la película aparece traspasada por algunos temas bien actuales (la violencia de género, la trata de personas, el empoderamiento femenino), lo que lleva a perder de vista cierta perspectiva histórica completa y aceptar unas cuantas concesiones prácticas que le permiten darle al relato la mayor llegada posible. Ese espíritu aleccionador, con todo, se nutre de suficientes recursos visuales y narrativos, más la presencia de algunos buenos intérpretes (se destacan Lashana Lynch y John Boyega), como para funcionar como un digno entretenimiento.
Muy libremente inspirada en hechos reales, esta historia ambientada en 1823 en el El Reino de Dahomey (hoy parte de la República de Benín) tiene todos los elementos (por momentos lugares comunes) del cine dominado por la corrección política. Sin embargo, para aquellos que puedan ver en esta película protagonizada y producida por Viola Davis unos cuantos rasgos de oportunismo, hay que decir que en el terreno del entretenimiento masivo, del espectáculo propio del cine de acción, La mujer rey (imaginen una cruza entre Pantera Negra y Pocahontas) funciona razonablemente bien. Y en varios pasajes hasta podría decirse que muy bien. Davis es la general Nanisca (Viola Davis), lideresa de las Agojie, un ejército de Amazonas eximias en el arte del combate. Más allá de un traumático pasado que iremos apreciando y desentrañando a partir de algunos breves flashbacks, ella se dedica a formar nuevos cuadros para luego a enfrentar a hombres feos, sucios y malos en el campo de batalla. Para complicar más las cosas, debe sortear unas cuantas intrigas palaciegas para mantener el apoyo del rey Ghezo (John Boyega) y evitar las constantes manipulaciones de algunas de sus esposas. Si Davis es la voz de la experiencia, su contracara, su opuesto complementario será Nawi (la ascendente Thuso Mbedu), una joven que evita un casamiento arreglado con un hombre golpeador (sí, el 99% de los personajes masculinos son de temer) y es admitida en el sector del palacio al que solo pueden acceder las mujeres que renuncian a casarse y ser madres para convertirse en expertas luchadoras. La muchacha, que no sabe ni siquiera manipular una simple soga, a los pocos minutos se convertirá en una extraordinaria combatiente, pero -admitámoslo- estamos en medio de las convenciones hollywoodenses. Más allá de esas simplificaciones y de otros subrayados, Gina Prince-Bythewood (la misma de La vieja guardia, con Charlize Theron y Kiki Layne) se muestra muy dúctil a la hora de concebir verdaderas coreografías para coloridas ceremonias tradicionales, implacables entrenamientos y batallas épicas contra los sádicos reinos enemigos y los esclavistas europeos. En este sentido, sí, la abrumadora presencia femenina delante y detrás de cámara (desde la directora de fotografía hasta la editora son mujeres) permite romper unos cuantos techos de cristal con un profesionalismo que nada tiene que envidiarle al establishment masculino. La guionista Dana Stevens (la idea original es también de la actriz Maria Bello) no dejó tópico políticamente correcto sin abordar y en ese terreno se advierte una tendencia a tildar cada aspecto del empoderamiento, revanchismo frente a los abusos masculinos y exaltación del heroismo femenino. Si la película dilapida algo de profundidad por ciertos estereotipos, los compensa con creces a partir de una solidez narrativa y un despliegue visual incuestionables. Así, con muchos más hallazgos que carencias, La mujer rey termina siendo una bienvenida rareza en una industria audiovisual que claramente está buscando modernizar sus miradas y sus historias.
Es llamativo cómo las campañas de marketing se realizan montadas más en supuestos que en verdades absolutas. Lo que sucede con La mujer rey vale de ejemplo. Desde que se anunció que tendría su premiere mundial en el Festival de Toronto, un evento que no es competitivo, se repitió hasta el cansancio que Viola Davis, su protagonista, aspira al Oscar. Davis es una excelente intérprete. Ya ganó el premio de la Academia de Hollywood como actriz de reparto por Fences, de Denzel Washington, y fue candidata en otras tres oportunidades. Pero arriesgarse a que lo será por protagonizar este filme con más de acción que de drama, es arriesgado. Viola Davis encarna a Nanisca, la aguerrida líder de las Agojie, un ejército de guerreras que luchó por el reino de Dahomey en el África occidental cuyos contrincantes, siempre, fueron hombres que las subestimaban. Y lo mal que hacían. Bueno, el título del filme ya spoilea demasiado. Pero el poder de Nanisca va mucho más allá de manejar con mano férrea a sus soldadas. Puede convencer al rey Ghezo (John Boyega, Finn en la última saga de Star Wars), un tipo polígamo, pero con los oídos bien predispuestos, a vender menos esclavos a los blancos -sí: vendía a miembros de su pueblo- y cambiar de estrategia, vendiéndoles productos agrícolas. Aprendiz de guerrera En medio de todo eso, hay una nueva aprendiz que, con suerte, ingresará y formará parte de las Agojies: Nawi una chica de pensamiento y acciones fuertes, a quien su padre, cuando ella maltrata a un pretendiente mucho mayor que ella con la que querían casarla, que la trató peor, quiere sí, deshacerse de ella. Y la lleva a que la entrenen como tropa. Y en este nuevo paradigma hollywoodense, en el que la diversidad se abre lenta, pero inexorablemente, no solo son actrices las que están al frente del elenco. La dirección está a cargo de una mujer,Gina Prince-Bythewood, hubo una guionista, y la historia original fue idea de otra mujer. La dirección de fotografía y la edición también fueron realizada por mujeres. La directora de La vieja guardia, que estrenó por Netflix en plena pandemia en 2020, con Charlize Theron como protagonista, es su antecedente más reciente. Así que La mujer rey va a tener acción, combates cuerpo a cuerpo en los que morirán muchos, pero casi, casi sin derramamiento de sangre, porque al menos en los Estados Unidos hay que mantener la calificación PG-13, para que los adolescentes puedan pagar su entrada e ir a verla. Además de Davis, tanto Thuso Mbedu como Sheila Atim, su compañera en la serie de Amazon The Underground Railroad, tienen roles protagónicos. Tal vez, en una de ésas, si la carga dramática que el filme incluye cuando restan algunos minutos de los 135 que dura la película se hubiesen incluido antes, hablaríamos de un filme más potente. Pero no. Aquí se trata de una de acción acorde a los tiempos que corren, en desconsideración a otros temas no tan profundizados -el machismo, la esclavitud- con una historia romántica tirada de los pelos, y otra que no pensamos spoilear.
Hasta hace no mucho tiempo, hablar de cine épico de acción protagonizado por mujeres en Hollywood era casi un planteo surrealista. Si bien, personajes como la princesa Leía Organa o Mulán habían marcado precedente en el siglo pasado, la reticencia de la industria por otorgarle la narrativa heroica a mujeres -dentro y fuera de cámara- era innegable. Producto del cambio de paradigma y la imperiosa necesidad del sistema por ocultar sus desigualdades de género, mientras suma audiencias jóvenes mediante efectistas discursos “girl power“, la representación del héroe mesiánico en la gran pantalla está evolucionado. Así lo demuestra, por lo menos, la fantasía épica de la escena mainstream con películas como Valiente (2012) Mujer Maravilla (2017) o la última trilogía de Star Wars. Resultado de esta agenda es también el estreno de La Mujer Rey (The Woman King; 2022), la epopeya de megapresupuesto dirigida por Gina Prince-Bythewood (La Vieja Guardia; 2020). Una declaración apasionadamente feminista que -a nivel ejecución, visual y, sobre todo, actoral- poco tiene que envidiarle a las piezas clásicas de acción históricas rebosantes de testosterona. Presente en la última edición del Festival de Cine de Toronto, el film con Viola Davis a la cabeza hace foco en la historia de las Agojie, una unidad de élite integrada exclusivamente por mujeres guerreras que defendieron con uñas y dientes el reino de Dahomey, en África Occidental, durante siglos. Amazonas al poder La acción transcurre en el año 1823 en Dahomey, uno de los reinos más fructíferos de África que, gracias a su ubicación cercana al puerto de Whidah, dominaba el negocio de tráfico de esclavos a Europa. Liderados por el Rey Ghezo (John Boyega de Star Wars), la tribu posee también un temeroso ejército integrado por las Agojie, mujeres célibes estrictamente disciplinadas en diversas técnicas de combate que viven dentro del palacio y luchan contra las fuerzas invasoras, tanto europeas como de sus vecinos, el reino de Oyo. Al frente de la legión de las Agojie se encuentra la General Nanisca (Viola Davis), una feroz luchadora víctima de un oscuro pasado que se ha ganado el respeto del Rey y colabora con éste en el armado de estrategias políticas. Tras una batalla contra los Oyo en donde el ejército sufre varias pérdidas, Nanisca pide a su mano derecha reclutar más mujeres. En medio de esta búsqueda de sangre nueva aparece en el palacio Nawi (Thuso Mbedu). una chica de 19 años que ha sido entregada como soldado por su padre tras negarse reiteradamente a casarse con pretendientes de la tribu. Instruida por Izogie (la maravillosa Lashana Lynch de Capitana Marvel) y vigilada muy de cerca por la General, la joven irreverente comienza a manifestar notables habilidades para la lucha que la convierten en una de las mejores. El guion escrito por Dana Stevens (Un Ángel Enamorado, 1998) se basa muy libremente en los eventos reales, algo que ya ha provocado cierto revuelo en Estados Unidos entre quienes manifiestan que la película se toma ciertas licencias y presenta una versión edulcorada del reino de Dahomey y sus soldadas. Lo cierto es que, dejando de lado la clara falta de fidelidad histórica, la escritura no puede evitar caer en el clásico recurso de “buenos y malos”, muy común en este género, haciendo de cada victoria de Dahomey sobre sus vecinos, tan esclavistas y sádicos como ellos, una cuestión de revancha feminista. Por otro lado, el film incorpora subtramas y personajes trillados dignos de la telenovela que se sienten innecesarios. Una de ellas incluye a un joven portugués de origen mestizo, hijo de un europeo y una mujer dahomey, que funciona como interés amoroso prohibido de la recluta Nawi, a quien la legión le exige preservar el voto del celibato de por vida. Más allá de los convencionalismos y clichés del guion, La Mujer Rey posee aspectos muy favorecedores que compensan aquella decisión de ajustarse a los moldes, evitando tomar riesgos. En principio, una Viola Davis inconmensurable que transmite el respeto y la tenacidad que requiere una figura como Nanisca desde la brutal escena inicial. Es emocionante ver a la ganadora del Oscar ocupar un rol tan empoderado en un tanque de acción con 57 años, un verdadero hito en la historia machista de un Hollywood que condena a sus actrices a papeles tradicionales y secundarios pasada la barrera de los 40 años. La dirección de Prince-Bythewood representa otro de los puntos altos del relato. Lejos de la mirada paternalista que suele caracterizar a este tipo de producciones hollywoodenses, la autora refleja con espíritu entusiasta la camaradería de la tribu Dahomey y su respeto hacia las mujeres, quienes, como bien evidencia el título del film, también podían llegar al trono. Un elemento que contrasta con el salvajismo de los Oyo y de los hombres caucásicos que hacen turismo comercial en la Tierra Madre. Resulta interesante como La Mujer Rey logra conectar a la audiencia con cada expresión cultural del universo de las Agojie, como la vestimenta, el entrenamiento y los bailes, creando poderosas escenas ritualistas que le otorgan a las guerreras un sentido casi mitológico. La cineasta, además, se ocupa de construir una atmósfera inmersiva de misterio, en donde sobrevuelan temas como el temor a los dioses, las profecías siniestras y el dolor punzante de un pasado traumático que se devela poco a poco entre flashbacks. Por último, cabe destacar la correcta recreación de época que exhibe la película, filmada en entornos naturales de Sudáfrica. La arquitectura de las aldeas y el palacio en La Mujer Rey, sumado a toda aquella belleza que ofrecen las locaciones tropicales, con sus cascadas y laberintos de flora, hacen que visualmente merezca la pena. Un festín para los ojos que se ve potenciado por la fotografía de la británica Polly Morgan (DF de Un Lugar en Silencio Parte 2; 2021), quien logra que las guerreras atraviesen la pantalla con sus pieles brillantes iluminadas por la luz de la luna.
"La mujer rey", alegatos en pantalla Con el contexto de una tribu de un estado africano del siglo XIX, el film parece más pensado para cubrir cuestiones de agenda política actual que para dedicarse a narrar una historia. En noviembre de 2020, la plataforma Flow estrenó Antebellum, una de esas películas hechas con la idea de puntear la mayor cantidad posible de temas preponderantes para la corrección política contemporánea. De allí que su relato fuera de la violencia racial al alegato antisegregacionista, para luego aterrizar en un incendiario llamado al empoderamiento femenino, no sin antes darse una vuelta por el suspenso. Pero los directores Gerard Bush y Christopher Renz tenían un mínimo interés por el lenguaje audiovisual, manifestado a través un registro visual estilizado al punto de hacer de cada imagen un cuadro impresionista. El resultado fue amores ciegos desde una tribuna y odios viscerales desde la de enfrente, una polarización que difícilmente ocurra con La mujer rey, otra película que incluye en su ADN la voluntad de reivindicar cuanta causa noble haya dando vueltas, con la diferencia de que aquí no hay atisbo alguno de riesgo, de ideas que vayan más allá del profesionalismo formal de la industria de Hollywood. andan muy bien. Adoradas por la comunidad y respetadas por un rey (John Boyega) al que más de una vez le sacaron las papas del fuego, las agojie entrenan en un lugar apartado al que cada tanto llegan jovencitas para unírseles. Una de ellas se llama Nawi (Lashana Lynch) y fue llevada por su padre luego de negarse a un matrimonio arreglado, un hecho que le hace sumar sus primeros porotos con Nanisca aunque, en el primer entrenamiento, no pueda hacer siquiera un nudo. Quince minutos después, con Nawi revoleando armas, aguantando el dolor y colgándose de las paredes con la sabiduría de una experta, habrá uno de esos giros de guion sacados de la galera con la única finalidad de a) tildar otro ítem de la agenda y b) reforzar el vínculo de Nanisca y su discípula. Un vínculo muy funcional para lo que viene, que no es otra que la ofensiva “oyista” y la inevitable revancha, pues la Ley de Talión no conoce de tiempos históricos ni fronteras culturales.
El filme se supone esta basado en hechos reales, pero ¿Cuales son esos sucesos? 1)¿La invasión europea que secuestro y esclavizo a los africanos? 2)¿La existencia de un ejercito mujeres guerreras, llamadas Agojie, que protegen el reino de Dahomey de las amenazas externas? 3) El reino de Dahomey existió entre el siglo XVII y principios del siglo XX. 4)¿La existencia de Nanisca (Viola Davis) la jefa de las “Amazonas” que responde al rey Ghezo (John Boyega), con su historia trágica que constituye el melodrama? Las 3 primeras con seguridad, dos muy documentadas, la segunda no tanto. Hay mas interrogantes, claro. El punto es que todo en esta producción apunta al empoderamiento femenino, desde
Durante los siglos XVI y finales del XIX existió en África Occidental el reino Dahomey. Este se convertiría en un Imperio que abarcó Benín y zonas de Nigeria y Burkina Faso. Los Dohomey competían con el regente Imperio Oyo por el control de las zonas agrícolas y la explotación de esclavos, todo esto debido a las colonizaciones portuguesas y francesas. Un grupo de mujeres formó un regimiento militar que luchaba en nombre en nombre del reino, se las llamó las Amazonas de Dahomey (esto en referencia a las Amazonas de Anatolia de la mitología griega). Hollywood tiene la tradición de estrenar un par de películas cada año inspiradas en culturas lejanas a sus fronteras. Un solo «basado en hechos reales’’ basta para atraer al público, pero también hace temblar los historiadores. Si he de mencionar las producciones que occidente ha hecho sobre antiguos imperios y culturas actuales, tendría la tarea de crear un metaanálisis. En este caso la directora estadounidense Gina Prince-Bythewood juega con la papa caliente en La mujer rey (The Woman King) al recrear una historia de cultura ajena. La precisión histórica siempre será un tema de debate a la hora de estrenar un film, que si bien se intenta hacer lo mas obsesivo con recrear la época como lo hace el director Robert Eggers, siempre se dan libertades creativas para dar paso al dramatismo y espectáculo. Protagonizada por Viola Davis, esta película nos lleva a África occidental en 1823. Naniska (Davis) es la líder de las guerreras Dahomey. Estas combaten de manera continua y determinada contra el reino de Oyo, el cual quiere tener el control absoluto del puerto de esclavos. Naniska y su fiel compañera Izogie (Lashana Lynch), tendrán que reclutar un grupo de adolescentes para luchar contra el enemigo. Con un reparto conformado un 95% por actores afrodescendientes y africanos, La mujer rey es un espectáculo de épica, violencia y fuerza femenina en dos horas de duración. Viola Davis es el foco de atención en el film, su papel es el más visceral y temario de todos, se desprende de sus roles buenistas y entrega la interpretación más enérgica de su carrera a sus 57 años. Lashana Lynch aporta las dosis de comedia necesarias para hacer más ligera la solemnidad: su personaje es empático y establece un lazo con la joven actriz sudafricana Thuso Mdedu (la cual se lleva todos los aplausos por su nivel de interpretación). El diseño de vestuario y escenografía dan con el clavo en cuanto a la representación del pueblo Dahomey. La fotografía acierta y conjuga los valores ya mencionados para poder hacer creíble esta cultura aunque no sepamos nada de ella. El guion tiene todas las conveniencias del cine hollywoodense, intenta ser diferente, pero tiene plot twists innecesarios cuyos objetivos son crear drama y más contexto a los personajes. Estas conveniencias se entienden pues nunca hubo necesidad de crear un drama histórico sino una película épica de empoderamiento femenino y afro. Hay un preámbulo que nos introduce el conflicto y el momento histórico, aun así, ocurren dos cosas: Nos quedamos con ganas de saber más sobre la historia de estas guerreras o nos dejamos deslumbrar con los fuegos artificiales y peleas. La mujer rey tiene escenas de batallas sorprendentes y viscerales, la crudeza necesaria para no edulcorar y mostrarnos lo que significa el combate, unas interpretaciones admirables y valientes, una historia que funciona y entretiene pero que corre el riesgo de envejecer mal.
Si quieren tomar esta película como un film de aventuras y acción, se van a divertir con las batallas, las coreografías y cierto aliento épico. También con la parte melodramática (hay relaciones amorosas complicadas y un drama telenovelesco de madre e hija). No busquen rigor histórico: las heroínas que aquí luchan contra el tráfico de esclavos, en la historia real lo protegían (Dahomey esclavizaba reinos vecinos y vendía a los cautivos a los portugueses). Pueden encontrar, además, todo el credo woke posible y un pueblo africano de una prolijidad y arquitecturas precursoras de Wakanda -e igual de existente. No nos desviemos: como película épica y de acción está muy bien y Viola Davis es la mejor traducción posible de Rambo a los imperativos actuales de corrección política. El verdadero mérito del film consiste en que nos olvidemos de su “blackwashing” y nos concentremos en la próxima escena de aventuras. Lo que, dicho sea de paso, confirma que el didacticismo es menos importante de lo que parece: una película nos atrae y conmueve no por lo que dice del mundo en el que vivimos sino por esas ideas antiguas y latentes (el hombre -o la mujer- en peligro, la lucha franca, el viejo cuento de David y Goliat, el amor) grabadas en nuestra memoria imaginaria.
Una epopeya histórica con Viola Davis al frente. En su apogeo, en la década de 1840, el reino de Dahomey en África Occidental se jactaba de tener un ejército feroz que predominaba y aplastaba a su antojo a los reinos vecinos. ¿Su característica principal? Era un regimiento militar, exclusivamente femenino, llamado Agojie. Sus orígenes exactos permanecen ocultos por los mitos tribales y las tradiciones orales africanas, así como por los relatos, obviamente sesgados, y a veces contradictorios, de los observadores europeos quienes se referían a ellas como las Amazonas de Dahomey. Parte de la historia de estas mujeres es representada en la nueva película The Woman King, protagonizada por la maravillosa Viola Davis, quien interpreta a Nanisca, la líder del ejército. Dirigida por Gina Prince-Bythewood, la película sigue a Nawi (Thuso Mbedu), una joven que tras haber sido rechazada por los múltiples pretendientes que le buscaron sus padres, se une a las fuerzas de las Agojie. Al mismo tiempo que conocemos el contexto sociopolítico de la época y de la regi ++ón, vemos a Nawi a una velocidad vertiginosa transformarse en una luchadora, bajo el tutelaje de Izogie, su mentora, interpretada por una carismática Lashana Lynch. Pronto, sus habilidades se verán puestas a prueba cuando Oda (Jimmy Odukoya), líder del Imperio Oyo, une a los pueblos vecinos para atacar a los Dahoney que bajo el mando del joven rey (John Boyega) intentan proponer otra forma de subsistir. La verdad es que se trata de una película de acción emocionante y cautivadora, donde la magnitud y el asombro que inspira recuerdan las epopeyas históricas de Hollywood como «Gladiator» y «Braveheart» y que parecen ser cada vez más escasas. Entre las grandes y extensas batallas y el deseo de derrocar los sistemas opresivos y racistas, el camino que buscan nuestras protagonistas es el amor fraternal, la sororidad y el sentido de lo comunitario en lo africano. Los aspectos técnicos de la cinta son maravillosos: el vestuario táctil de Gersha Phillips («Star Trek Discovery«) y el diseño de producción detallado de Akin McKenzie («Wild Life» y «When They See Us«) se sienten vívidos y vibrantes, especialmente, en la representación vital del Reino de Dahomey que está lleno de escenas de color y comunidad. Además, la evocadora partitura de Terence Blanchard y Lebo M., da voz al espíritu de lucha de Agojie. No obstante, las tramas secundarias en la cinta la sobrecargan de manera innecesaria entorpeciendo su ritmo. Tanto el enamoramiento de Nawi con Malik (Jordan Bolger), que sigue un camino predecible, como la historia de su misteriosa paternidad, se sienten narrativamente convenientes, sobrantes, y debo decir, un poco aburridas. Me encontré deseando poder saltarme algunas partes para volver a lo realmente emocionante. Tampoco ayudó la abrupta edición, y considero que fue una decisión delicada intentar abarcar tantos temas, ya que si bien logran mantener la atención, sacrifican la profundidad y complejidad de algunas temáticas (como el de la trata de esclavos y la complicidad de las mismas comunidades en este proceso). A pesar de ello, estoy convencida de que tendrán un buen momento viendo esta emocionante epopeya histórica, ojalá sea el inicio de más películas en Hollywood que celebren y recuperen las historias africanas, con la complejidad y profundidad que se merecen.
Hay dos estrenos en cartelera a los que se les podría adjudicar un parentesco en cuanto a su necesidad de tomar un hecho real histórico, obviamente de nicho político-social, y contar de forma amena -y hasta evasiva, si se quiere-, los derroteros complejos a los que alude. Esas películas son Argentina, 1985 y La mujer rey, que apuntan con buenas intenciones la necesidad de entablar un contacto emocional con el espectador cubriendo acontecimientos de tales magnitudes. Argentina, 1985 no nos compete aquí, pero sí podemos reflexionar sobre la no muy interesante La mujer rey, film de empoderamiento femenino y opresión social. El film está Inspirado en un hecho histórico sucedido entre el siglo XVI y XIX, acerca de un reinado que luchaba por derrotar la esclavitud en épocas de colonialismo en su mayoría Europeo. Empleaba un ejército de mujeres amazonas -conocidas como las Agojie-, para ir a la batalla en los sangrientos enfrentamientos contra el imperio Oyo, responsable de vender a los franceses o portugueses los esclavos que conseguía de los Dahomey. La respetada general Nannisca (Viola Davis) jura eterna lealtad a su rey y reinado, por lo cual se gana la posibilidad de convertirse en La Mujer Rey: algo así como la mayor consagración, un honor casi místico dentro de los valores de los Dahomey. Nannisca ve en una joven recién iniciada en el ejército de las Agojie un potencial inaudito, por lo que entablará una relación particular antes de salir a pelear. La mujer rey es una película fallida. Primero, porque sus intenciones, más allá de ser buenas, se pierden en una avalancha de diálogos subrayados y para nada sutiles sobre el empoderamiento femenino, al punto de volverse aleccionadora. En segundo lugar, porque la textura es demasiado limpia, demasiado “película Made in Netflix” (que no lo es, aclaro, pero su factura es muy similar). Su estética correcta, lavada, casi rozando la abyección, la alejan de su enfoque sobre los horrores que intenta denunciar. Hay violencia, sí, pero por dar un ejemplo, la sangre parece casi siempre estar relegada al fuera de campo. ¿Se imaginan esto a cargo de un salvaje y bárbaro como Mel Gibson? Se podría decir entonces que a La mujer rey le faltan ovarios. No todo se puede reducir al mero discurso ya mencionado, encadenado a un par de peleas entre mujeres y hombres. No hay verdadero poder en su construcción: las líneas de diálogo obedecen justamente a las batallas entre hombres y mujeres, evitando las ambigüedades y otras connotaciones más profundas. Todo esto, sin mencionar su conservadurismo y la asexuada forma de captar a sus personajes, siempre haciendo del cuerpo desnudo o de la violencia un cúmulo de decisiones estéticas morales. Se puede ver una violación (porque conviene al argumento), pero no se permite la decapitación en cámara. En el film no parecen existir mayores peligros que los hombres malos (acá no hay mujeres malas; alguna que sea envidiosa sí, pero nada más), los cuales son nombrados reiteradas veces por si algún espectador medio distraído no entendió el discurso de la película. Tampoco tiene en cuenta que el conflicto se desarrolla en África, continente salvaje por cientos de razones, incluyendo la caza indiscriminada e ilegal o la misma fauna de la zona. Esto le sirve a la directora para poder hacer énfasis en un sólo tema, que se agota a medida que el relato se va desarrollando. Tal vez el peor pecado de La mujer rey es la narrativa telenovelesca, con algún giro forzado en su historia para emocionar (claramente sus intenciones son esas y poco más) y que va ganando y transformando al relato en una especie de épica de evasión involuntaria, opacando así el conflicto político de a ratos. Si bien en sus más de dos horas no deja jamás de entretener, la película va perdiendo impacto gracias a la mayoría de sus decisiones argumentales. Sin mencionar que los caricaturescos villanos parecen salidos de La momia de 1999, haciendo que la historia roce el maniqueísmo menos sutil. En esa chatura argumental, donde se escamotea cualquier tipo de metáfora o símbolo, se toman el atrevimiento de emplear mal una simetría que de haberse utilizado inteligentemente, habría mejorado la puntería. Pero ni eso. Sólo quedan un par de buenas peleas coreografiadas, una Viola Davis que molería a trompadas hasta al Depredador y un par de momentos inspirados que al menos no nos dejan cabecear entre tanta línea de diálogo alegórica y sin matices.
En la década de 1820, en África, una unidad militar exclusivamente femenina forma una legión anti-colonizadora, liderada por una guerrera africana, de estilo amazona, con el fin de proteger al reino de Dahomey. Se preparan para luchar contra las tropas invasoras del Imperio de Oyo, al servicio de un régimen terrorífico, cuyo propósito es esclavizar a la población conquistada. Dos bandos inmersos en violento conflicto. Bien, esta es parte de la historia que intentan contarnos. Pero algo muy distinto es pretender reescribir ‘la historia’. ¿Cuál es el próximo límite ético a rebasar, con tal de validar el discurso imperante? Dana Stevens firma el guion de una historia que adapta sobre una idea original compartida con la intérprete Maria Bello. Actriz y productora, Viola Davis, intenta demostrar que una mujer de color puede liderar la taquilla mundial, sin necesidad de tratarse de mera corrección política. ¿Pero a qué precio? ¿Qué es aquello que convierte a este film en uno de los más controversiales y polémicos del año? Veamos detenidamente; “La Mujer Rey”, con realización de Gina Prince-Bythewood, conjuga elementos del cine grande de epopeya con el efecto dramático que otorga lugar a sus personajes para lucirse, en un entorno audiovisual deslumbrante. Un enfoque que la escuela hollywoodense pretender recrear, bajo los cánones actuales de inclusión y empoderamiento que combaten la opresión patriarcal y el sueño europeo. una mujer afro feminista y anti- esclavista parece engendrar el molde perfecto de heroína. Inclusive, sirviendo de guía a personajes como Dora Milaje, en “Pantera Negra”, profundamente inspirados en estas mujeres guerreras. La épica suele tomarse licencias ficticias para darle más drama a la situación, y el presente largometraje no es la excepción. Los libros de historia aseguran que, en realidad, la Dahomey antiesclavista que nos quieren hacer creer es, en realidad, todo lo contrario. No hay nitidez al respecto de lo planteado. A fin de cuentas, los estereotipos revanchistas fuerzan demasiado el hecho real, en pos de modernizar la mirada. En el campo de batalla, el mensaje feminista choca con sus ambiciones masivas. Maquiavelismo puro. El discurso (y el fin) justifica los medios.
La Mujer Rey (The Woman King, Estados Unidos, 2022) es una película basada muy libremente en la historia real de las guerreras del Reino de Dahomey en África, en el siglo XIX. Las protagonistas de la historia son las Agojie, un poderoso y bien entrenado grupo de mujeres guerreras que responden a su líder, la general Nanisca (Viola Davis). Cuando el reino se ve amenazado cada vez más por la llegada de los europeos así como de otras tribus africanas, Nanisca y su ejército deberá redoblar el esfuerzo para mantener en pie todo aquello por lo que luchan. La película está dirigida por Gina Prince-Bythewood, una mujer afroamericana que cumple con los requisitos ideológicos para estar a cargo de la dirección pero que tiene poca destreza para el entretenimiento, como ya demostró en su film anterior, La vieja guardia (2020). Las posibilidades de la historia eran muchas y todo el material de aventura, acción y batallas queda aplastado por la falta de sentido de sentido del espectáculo. El guión es de la conocida actriz Maria Bello y de Dana Stevens. El elenco lo encabezan, además de Viola Davis, Thuso Mbedu, Lashana Lynch, Sheila Atim y John Boyega. La mujer rey tiene demasiado en primer plano su concepto de mujeres africanas empoderadas y sororas, lo que no está mal en sí mismo, pero se le va toda la energía a la película en resaltar eso. En lugar de poner el ojo en la historia pura, con ese ejército y esa líder, aprovechando la aventura y resaltando el tipo de batalla que se desplegaba en aquel momento, todo el tiempo se detiene a subrayar y rompe con la dinámica narrativa. Un desperdicio importante que no será criticado porque hoy es mejor cumplir con la ideología que con el cine.
UNA AVENTURA CON PRETENSIONES La mujer rey reúne algunos de los elementos que la agenda del Hollywood actual mira con más interés: personajes negros fuertes y mujeres con liderazgo. Lo hace a partir de tomar la historia real de un ejército de mujeres de un país africano (Dahomey, hoy Benín) que en el Siglo XIX luchaba contra la opresión de otra nación más poderosa, que además negociaba la venta de esclavos con el continente americano. Lo que sí quedó en el debe, amigos de la corrección política, es el reclamo de apropiación cultural, con un elenco hablando una suerte de “africano” mezclado con inglés, liderado por una Viola Davis tan intensa como siempre. Davis interpreta a Nanisca, la comandante de este ejército que, según el relato dirigido por Gina Prince-Bythewood, se entrenaba en un espacio cerrado, sin la presencia de hombres aunque sus destinos estuvieran marcados, sí, por las decisiones que tomara el rey Ghezo, interpretado por John Boyega. La mujer rey, entonces, sigue en paralelo dos relatos: el primero es el de Nanisca, una mujer cuyo carácter se adivina, pues, como una coraza que esconde algunas marcas y tragedias del pasado; y el segundo es el de Nawi (Thuso Mbedu), una joven que se niega a ser entregada en matrimonio y que por eso es abandonada por su padre en el cuartel del citado ejército. Esta historia da pie para que la película incorpore el típico relato del camino de la heroína, que pasa de joven inexperta a notable guerrera. Y mientras esto pasa, los caminos de Nanisca y Nawi se irán cruzando hasta límites insospechados. Si uno no se toma demasiado en serio a La mujer rey, es decir si no intenta tomarla como una lección de historia, funciona: es una película de acción con secuencias de pelea bastante físicas, filmadas con mucha pericia y vigor. Y es también una película que a sus temas los convierte en narración, por lo que elude bastante los discursos subrayados ya que lo que quiere decir está ahí, en pleno movimiento. Es también una película con un tipo de diseño un poco antiguo, de los tiempos en que Hollywood nos quería pasar por verídicos elementos puramente ficcionales o, sin ir más lejos, invenciones hechas y derechas, como es el caso de la propia Nanisca. En el fondo no es más que una versión un poco más oscura y violenta de la Wakanda de Pantera Negra, aunque todos pongan cara de que están actuando en algo muy serio y real para enseñar en las escuelas.
The Woman King es un filme dramático y de acción en tiempos de la esclavitud en áfrica en la década de 1820, un filme muy dinámico y muy bien hecho. En el link la crítica escrita completa y la crítica radial completa, más informal, en versión de audio o de video, en los reproductores de audio solo de Spotify, o de YouTube con video. The Woman King es una película norteamericana desarrollada en África y cuenta la historia de un pueblo africano en la época de la esclavitud, donde este pueblo enfrentado con otro de la misma zona, qué a su vez están de la mano con comerciantes europeos de esclavos. La protagonista, a diferencia de lo que puede sugerir el título, no es una reina, sino una general del ejército de este pueblo, pero qué a su vez forma parte de un grupo de élite guerrero formado todo por mujeres, que se dedican exclusivamente al arte de la guerra, sin tener hijos ni marido, y entrenando duramente. La película cuenta la historia de estas guerreras y de determinadas misiones qué hacen, y el enfrentamiento que tienen tanto con europeos, como con las otras tribus. La película es dramática, tiene un tono serio y tiene mucha acción, muy bien coreografiada, con escenas de peleas a machetazos limpios. La interpretación de Viola Davis es muy correcta, y es una película que engancha al espectador y logra que a uno le importe el destino de los personajes, y reflexiones sobre el nivel de salvajismo que ha tenido la humanidad en el pasado, comerciando con seres humanos, y qué en algunos casos todavía lo tiene. La película funciona muy bien, en el aspecto técnico es muy correcta, es muy entretenida, y vale la pena verla; lo demás ya depende del espectador. Cristian Olcina
Inspirada en hechos reales que sucedieron en el Reino de Dahomey, uno de los estados más poderosos de África en los siglos XVIII y XIX, La mujer rey se centra en Nanisca (Viola Davis), general de la unidad militar exclusivamente femenina de aquel lugar, y en Nawi (Thuso Mbedu), una adolescente que no quiere casarse por conveniencia como lo desea su padre y este la envía al palacio para entrenarse como recluta. Juntas deberán lugar contra enemigos que violaron su honor, esclavizaron a su gente y amenazaron con destruir todo lo que conocieron. «La mujer rey» le otorga un lugar preponderante al universo femenino y al empoderamiento de distintas mujeres, aunque tal vez por momentos se siente más actual de lo que debería por estas temáticas que trata y las conquistas que van realizando las protagonistas. De todas maneras, es interesante el rol que le impregnan y cómo construyen personajes valientes, poderosos y fuertes que pueden superar cualquier obstáculo que se les proponga. Tal es así que casi no contamos con personajes masculinos, y salvo por algún que otro que interpreta a un hombre bueno y amable, la mayoría es puesta en el lugar de villano, castrador o esclavizador. Todo el foco está situado en las mujeres y en su lucha. Tenemos buenas actuaciones de parte de todo el elenco, en el cual se destacan Viola Davis, con un pasado tortuoso que se lo plasma en algunos instantes a través de flashbacks; Lashana Lynch, quien interpreta a la mano derecha de Nanisca, y que se encuentra muy cercana a la adolescente que se suma a su regimiento; y Thuso Mbedu, que compone a un personaje terco, decidido, talentoso y con muchas ganas de progresar aunque no sea de la manera más adecuada. El vínculo entre ellas también está bastante tratado en el film y resulta sumamente interesante. En ese sentido, el drama también se equilibra con un coming of age, donde la joven debe aprender la manera de luchar y de encontrarse a sí misma en esta nueva posición, que lejos de parecerle ajena o tener dificultades, se nota que es parte de ella. Además, las escenas de acción están siempre presentes, y terminan de delinear esta interesante mezcla de géneros. Nos encontramos con logradas coreografías de pelea y batallas épicas, que resultan visualmente atractivas y creativas. A pesar de ser muchas a lo largo de sus 135 minutos de duración, no se vuelven repetitivas ni monótonas, están bien equilibradas con el drama y la profundización del pasado de las protagonistas. También hay momentos para el baile, donde se muestran algunas danzas tradicionales y la música acompaña de manera fresca y alegre, para descontracturar algunas escenas. Llegando hacia la resolución tal vez se vuelve un poco predecible pero esto no opaca los giros narrativos que va teniendo, lo mismo ocurre con algunos lugares comunes por los que transita y que nos puede hacer recordar a otros films de este estilo. En síntesis, «La mujer rey» no solamente es una película entretenida que se sostiene gracias a sus buenas escenas de acción y las interpretaciones de un elenco prácticamente femenino, sino que además es emotiva e inspirado y te involucra con la historia de sus personajes entrañables. Una trama de lucha por los ideales que mezcla algunos géneros para ser totalmente efectiva.