Existen figuras históricas que fueron mencionadas tantas veces que puede llegar a ser cansador. Sin embargo, toda regla tiene su excepción, en este caso es Lady Di, el documental que llega exclusivamente a los cines de la cadena Cinépolis desde el jueves 1 de septiembre. El largometraje se centra en la vida de Diana Spencer, desde su compromiso con Carlos hasta su trágica muerte, armado completamente con material de archivo. El no utilizar testimonios actuales de terceros les saca a ellos el poder de opinión políticamente correcta para estos tiempos que corren; por ende, lo que resta son los juicios que se hacían en ese momento. Ni la prensa ni la gente resistirá ese archivo. Más allá de que la edición de la cinta es una opinión atemporal en sí misma por parte del realizador Ed Perkins, no deja que embarre la cancha, además de mostrar el uso y el poder de la prensa para tapar con los brillos -y los escándalos, que no son pocos- de la realeza problemas sociales mucho más importantes. Convengamos que las cosas no cambiaron demasiado en 25 años. El documental no pretende descubrir nada que ya no se haya mostrado antes y asume que el espectador sabe cómo termina la historia; la música ominosa ayuda a entrar en el clima de lo sucedido. Después de tantos años, Diana, la princesa de Gales, siempre es tópico de conversación en muchos lados, y quienes se sientan atraídos por la familia real inglesa y todas sus minucias, definitivamente disfrutarán de un documental como Lady Di.
Diana, icónica e inolvidable. Su corta pero intensa vida trascendió la época en la cual vivió y aún hoy sigue presente. El año pasado se estrenó 'Spencer', de Pablo Larraín, con una sólida Kristen Stewart, y meses más tarde llega a las salas del complejo Cinépolis 'Lady Di', de los productores de 'Man on Wire' y 'Buscando a Sugar Man' y con la dirección de Ed Perkins ('Dime quien soy', 'Black Sheep'). Este documental, que no tiene voces que actúen como hilo conductor ni testimonios actuales sobre las personas que conocieron a la princesa de Gales, relata con fluidez la historia del matrimonio de Diana y Carlos, el nacimiento de sus hijos, la intensa y oscura relación que el matrimonio atravesó, su separación y la muerte prematura de Lady Di en 1997. Los hechos se construyen a través de archivos audiovisuales editados y concatenados con precisión e inteligencia. Fueron casi dos décadas de noticias, reportajes, coberturas mediáticas imparables sobre su persona y su actividad solidaria, política y personal. Es importante destacar que lejos de los documentales modernos que pueden verse en cines o en distintas plataformas, aquí se recurrió únicamente a material de archivo con audio y video originales, que logran transportar al espectador a los diferentes acontecimientos que los medios cubrieron desde que Diana comenzó su relación con Carlos (su casamiento fue a la edad de 19 años), hasta su repentina muerte, aún hoy un tema sensible por la forma en la que aconteció y el papel de los medios en aquel trágico accidente. 'Lady Di' es un documental que cualquier adepto a este género no va a querer perderse. Bien estructurado, reflexivo y emotivo a la vez. Calificación: Muy bueno
Diana Spencer, sin su título de “Alteza Real” murió en un accidente en Paris el 31 de agosto de l997, cuando el auto en el que viajaba se estrello en el Puente del Alma. A pesar del tiempo transcurrido su vida y su muerte siguen llamando la atención. Y lo que hace el realizador de este documental, Ed Perkins, es utilizar el material conocido, emitido por todos los medios de comunicación, pero con una estructura que permite la narrativa del cuento de hadas que termino mal. Desde que Diana despertó la curiosidad periodística, apenas comenzaron los rumores de su compromiso con el príncipe Carlos, su vida alimentó las publicaciones de todo el mundo, la avidez televisiva, y el casamiento fue un fenómeno de audiencia mundial. Claro que cuando comenzó a caerse la fachada de la pareja perfecta, y afloraron los engaños, los problemas de salud, Camila Parker Bowles y toda esa historia conocida, la exposición de su vida llegó al paroxismo. Todo está detallado en este film que no ahorra algunos comentarios críticos con respecto a Diana y otro y se multiplican con la familia real. No es un panegírico, se parece más al retrato de una mujer que intento en vano tener una vida independiente de la familia real. Es particularmente acertado esta realización que dedica mucho tiempo a sus funerales y a los testimonios de hombres y las mujeres que la adoraron sin reservas. Ideal para ese público.
El primero de septiembre llega a los cines el documental «Lady Di» (originalmente titulado «The Princess»). Un largometraje de 104 minutos que relata la trágica vida de la princesa Diana, desde su incorporación a la familia real hasta su muerte en 1997. Con una metódica labor de montaje y recopilación de información, la cinta funciona como el punto cúlmine después de tantos años de investigaciones, audiovisuales y artículos al respecto. Su debut en la gran pantalla coincide con el aniversario número 25 del fallecimiento de la princesa. El encargado de dirigir tamaño trabajo audiovisual fue Ed Perkins. El cineasta estadounidense cuenta con una vasta experiencia como documentalista. Su carrera completa está dedicada a este tipo de cine: suma más de 16 nominaciones en premiaciones, incluida una al Oscar en la categoría «mejor corto documental». Entre sus trabajos más destacados se encuentran «Bare Knuckle Fight Club» (2007), «Garnet’s Gold» (2014), «Black Sheep» (2018) y «Tell Me Who I Am» (2019). El factor primordial que convierte al documental en un trabajo destacable, que merece ser visto, es su particular elección argumental. Desarrolla todo su hilo narrativo con base en fragmentos audiovisuales de noticieros, programas televisivos, videotapes caseros y demás contenidos fílmicos contemporáneos. Evita el uso de recursos típicos como la voz en off de un narrador, entrevistas a referentes en el tema o la recreación ficticia de situaciones. En consecuencia, entre las únicas armas que se utilizaron para narrar la historia se pueden mencionar: una exhaustiva investigación y recopilación de material multiplataforma, un montaje certero que sabe cuándo ralentizar o acelerar el relato para mantener inmerso al espectador y un excelente diseño sonoro que no duda a la hora de enfatizar situaciones con un correcto manejo de los silencios. Sin emitir palabra alguna, el realizador logra dejar bien en claro cuál es su posición dentro de la historia. El enfoque del largometraje está dedicado a demostrar cómo Diana Frances Spencer fue perseguida, atacada y humillada por la familia real constantemente. A su vez, enfatizan en su relación con los medios de comunicación y su nivel de exposición mediática. En algún momento del filme, se dice a claras voces que Lady Di le daba un exceso de publicidad a la monarquía, la cual no beneficiaba en nada a los anticuados estándares de repercusión que tenía la corona inglesa. Por último, se destaca el amor del pueblo hacia su princesa. No está de más recordar que fue la cara más humanitaria, activista y filántropa de la realeza, prácticamente en toda su historia. «Lady Di» es la ocasión perfecta para inmiscuirse en el tema de agenda del mes. Quienes no conozcan nada de la historia real, van a disfrutar de un relato atrapante. A su vez, quienes ya estén al tanto de lo sucedido, podrán disfrutar de una forma diferente de abordar un documental y, tal vez, llevarse nuevos datos que amplíen su visión de los hechos. Recomendamos aprovechar el breve estreno en pantalla grande.
Dirigida por Ed Perkins, el documental sobre la vida de Lady Di es una muestra muy completa con imágenes de archivo del acoso periodístico que sufrió "La Princesa del Pueblo" desde que se supo la noticia del romance con Carlos de Inglaterra, el posterior compromiso, casamiento, los nacimientos de los Príncipes William y Harry, el escandaloso divorcio y el triste final en un accidente automovilístico en París el 31 de Agosto de 1997 junto a Dodi Al Fayed, justamente cuando su auto era perseguido por paparazzis en motos y autos, que buscaban "la foto" de la pareja a la salida de una cena en el glamoroso Hotel "Ritz". Con un gran trabajo de edición de parte de Jinx Godfrey y Daniel Lapira, "Lady Di" refleja la vida de Diana Spencer en imágenes y la obsesión, primero de los londinenses y luego del mundo entero, de seguir cada paso dado por Diana y de saber que era lo que realmente pasaba puertas adentro en la Familia Real. Es muy interesante la transformación de la Princesa que comenzó dando una improvisada entrevista en la calle a los 19 años cuando era una tímida y dulce joven a punto de comprometerse, para luego contestar preguntas junto a quien sería su marido hasta la rebelión y el hartazgo que emerge ante el tremendo acoso. Con el paso del tiempo cambia de actitud, logra soltura y responde con humor, y también se transforma en un ícono de moda y marca tendencia con sus cortes de pelo y looks. El espectador siente lo abrumador que debe ser vivir con una cámara sobre la cabeza los 365 días del año. El film no busca pontificar sino exponer entrevistas, audios de programas de radio y televisión para contar los hechos de la forma más fidedigna posible su vida incluyendo la relación oculta que mantuvieron durante años el Príncipe Carlos con Camilla Parker-Bowles. Queda para el debate post-función si Diana, además de un ícono fue una víctima de su entorno, y a la vez un objeto de fascinación juzgado permanentemente, lo que le trajo como consecuencia su trágico, inesperado y temprano final.
Así como existen los documentales de autor (con mucho énfasis en la primera persona) o los de impronta más televisiva (con espíritu más didáctico y sustentados sobre todo en testimonios a cámara) también están aquellos basados solo en el archivo. Este último es el caso de Lady Di (The Princess es el título original), que reconstruye la historia de Diana Spencer desde que siendo todavía una adolescente de 17 conoció a Carlos, príncipe de Gales, hijo mayor de la reina Isabel II y heredero de la corona británica, hasta su trágica muerte en las calles de París, con tan solo 36 años. A partir de un excelente trabajo de investigación que le permitió contar con mucho y variado material de las distintas épocas y de una notable edición, Ed Perkins (Garnet's Gold, Black Sheep) no solo expone las múltiples, fascinantes (y por momentos contradictorias) facetas de la personalidad de la princesa de Gales, desde su timidez inicial a su empoderamiento a la hora de enfrentar a la familia real y desarrollar una carrera con sello y vuelo propios, sino que además resulta un cuestionamiento muy contundente respecto de los excesos y miserias tanto de la propia monarquía como del vergonzoso accionar de los medios más amarillentos y sensacionalistas (que en Reino Unido han sido una plaga desde siempre), incluidos los paparazzi que la seguían las 24 horas del día. En la inevitable selección y recorte que propone Perkins hay no solo mucho de tributo y veneración a Lady Di sino también un intento por exponer cómo su figura era tratada por los medios y por la propia sociedad británica. En ese sentido, queda expuesta una de las tantas grietas entre quienes amaban a y quienes renegaban de la realeza, y -más puntualmente- entre aquellos que reivindicaban el lugar provocador y cuestionador de Diana y otros que la denostaban por sus actitudes, decisiones y comportamientos tanto públicos como privados. Por momentos más cerca de los trabajos experimentales con archivo del rumano Andrei Ujica, y en otros apelando a una musicalización algo intrusiva y machacona más propia del documental convencional, Lady Di es un trabajo adictivo que muestra en toda su dimensión (enfermiza) lo que significa soportar el peso de la fama. Diana lo hizo con la mayor dignidad y entereza posible hasta que una huida a toda velocidad terminó demasiado pronto y de forma brutal con su vida.
Lady Di se diferencia de Spencer de Pablo Larraín no solo en sus formas, también en que no es una historia interior que busca dar explicaciones a las frustraciones de Diana. En su lugar, existe la voluntad de analizar a todos los que hemos observado a Diana en los años que estuvo viva y aún después, dejando al desnudo como el pueblo inglés contribuyo a su trágico destino y al trato que le ha reservado cierta prensa en su deseo de saberlo todo sobre ella.
"Lady Di": la princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa? El director maneja de forma excelsa el vasto material de archivo del que dispuso para montar esta biografía documental sobre la icónica Lady Di, paradigma de las princesas tristes. “La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa? / Los suspiros se escapan de su boca de fresa, / que ha perdido la risa, que ha perdido el color. / La princesa está pálida en su silla de oro, / está mudo el teclado de su clave de oro; / y en un vaso olvidado se desmaya una flor”. En su célebre “Sonatina”, Rubén Darío cuenta en verso la historia de una princesa atrapada en la estéril existencia de la vida cortesana, mientras fantasea con otras realidades posibles, que esperan por ella más allá de los muros intangibles de sus aparentes privilegios. Para quienes ya eran grandes a finales del siglo pasado, los versos del poeta nicaragüense tal vez les traigan a la memoria la imagen de Diana Spencer, princesa de Gales, conocida de forma cariñosa como Lady Di, posiblemente la figura más popular (y trágica) de todas las realezas europeas de los últimos 200 años. Sobre ella se enfoca el documental Lady Di, del cineasta Ed Perkins. “La princesa no ríe, la princesa no siente; / la princesa persigue por el cielo de Oriente / la libélula vaga de una vaga ilusión.” ¿Será posible que Perkins usara el poema de Darío para vertebrar su retrato cinematográfico de Diana? Es poco probable. Aun así, la forma en que ambos relatos se superponen resulta llamativo. No menos sugestiva resulta la forma excelsa con que el director maneja el vasto material de archivo del que dispuso para montar esta biografía documental sobre la icónica Lady Di, paradigma de las princesas tristes. Porque no solo se limita a acumular minutos y minutos de imágenes mediáticas ya conocidas, sino que también se vale de material anónimo, proveniente de varias grabaciones domésticas. “¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa / quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, / tener alas ligeras, bajo el cielo volar;”. Justamente la película comienza la noche del accidente en el que Diana perdió la vida. Pero no lo hace de forma obvia ni a partir de material televisivo que ya se ha visto muchas veces. En su lugar, elige las imágenes tomadas por un grupo de turistas, quienes justo pasaban por la puerta del hotel Ritz de París en el momento en el que Diana se sube al auto que la llevaría a su destino final. Son ese tipo de hallazgos los que confirman que el trabajo de Perkins fue mucho más allá de la operación mecánica de cortar y pegar. “¡Pobrecita princesa de los ojos azules! / Está presa en sus oros, está presa en sus tules, / en la jaula de mármol del palacio real”. También hay poesía en la forma en que el director eligió las imágenes de su documental. Es inevitable encontrar la rima entre las escenas de Diana siendo acosada por los paparazzi y aquellas en las que los perros del príncipe Carlos, su marido, persiguen y destrozan una liebre durante una jornada de caza. Resulta asombrosa la metáfora de esa otra, en la que el propio Carlos anima a William, su primogénito, todavía bebé, a mirar a través del visor de una cámara, diciendo: “¡Mirá, hay gente ahí adentro. Están atrapados…”, mientras la princesa contempla desde un costado, sin sonreír. Resulta curioso que Darío haya publicado sus versos (casi) exactamente cien años antes de que Diana, ya divorciada de Carlos, eterno heredero al trono británico, muriera la madrugada del 31 de agosto de 1997, justo cuando empezaba a dar muestras de felicidad. Como si supiera que la muerte es el único camino de salida para las princesas melancólicas, el poeta cierra su composición realizando una simbólica invocación: “-‘Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-; / en caballo, con alas, hacia acá se encamina, / en el cinto la espada y en la mano el azor, / el feliz caballero que te adora sin verte, / y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, / a encenderte los labios con un beso de amor’.” Si algo dejó claro el siglo XX es que la mejor forma de derrotar a la muerte es vivir rápido, morir joven y dejar un cadáver hermoso para ser adorado por la historia. ¿Quién diría que la esbelta Di acabaría teniendo un final digno de una heroína punk? Cosas que solo pasan en la vieja Gran Bretaña.
La idea primaria parece haber sido la de mostrar la construcción de una imagen a medida que el mundo se enteraba de su existencia, su evolución. El documental transita en la delgada linea de establecer un amable retrato de la princesa y el intento de exponer, muy superficialmente, la acción de los medios de comunicación. En realidad, al final de cuentas no aporta nada nuevo, esta limitada
Documental sobre la historia de la princesa Diana, contada exclusivamente a través de material de archivo contemporáneo, creando una inmersiva narración sobre su vida y su muerte. Además, se explora el profundo impacto que estos eventos marcaron en la actitud pública hacia la monarquía.
Producido por la señal HBO y recurriendo a profuso material de archivo indaga en la vida y eventos trágicos que conforma la existencia de Diana Spencer, «The Princess» ofrece como resultado una crónica de hechos que nos sitúa en coordenadas sociales y políticas muy precisas. Podríamos preguntarnos, ¿qué nos puede aportar de nuevo a todo lo previamente dicho escrito y filmado acerca de semejante figura? Un objeto de estudio inagotable, de cuyo interés apreciáramos la enésima aproximación de ficción en la reciente “Spencer” (2021), de Pablo Larraín. Aquí, sin recurrir a voces en off, el documentalista Ed Perkins sabe que tiene en sus manos el poder de comunicar una historia que definen nuestra era. Su prematura muerte marcó la vida política del Reino Unido. Entre múltiples fuentes incorporadas mediante un sorprendente acercamiento, se incluye la famosa entrevista brindada por Diana a la BBC, en donde reconoce su bulimia y acusa de adulterio al Príncipe Carlos. Tristemente, a partir de allí se despliega ante nuestros ojos una consecución de situaciones que se asemejan a una saga shakesperiana. Su trágica muerte, ocurrida un domingo de agosto de 1997 fue captada por los medios masivos, enlutando al mundo entero. La de Diana es una fábula trágica, hecha de ironías: su funeral fue visto por más personajes que su mismísima boda. Perkins, sin morbo alguno, persigue el fin documental de llevar un mejor entendimiento a lo que pudo haber contribuido a semejante desenlace. No busca el autor necesariamente meterse dentro de la cabeza de la princesa y entender su psicología. La pregunta que le interesa contestar, en cambio, conseguirá interpelar nuestra empatía. Innegable resulta el efecto del encantamiento colectivo que despertara la figura de Diana. Un singular aura emanaba de este disidente miembro de la realeza que obsesionó a los más conservadores ejes del Imperio, rumbo a un punto de inflexión que convergería en el fatídico accidente ocurrido en el túnel Pont de l’Alma de París. Acaso, ni ella misma fue inmune a tal efecto. Una combinación de belleza y vulnerabilidad se confunden en un perfil carismático y agradable. Cotejamos el fervor casi religioso que despertaba admiración y compasión, en símiles proporciones. Lo ocurrido a su muerte, no es menor curiosidad mencionar, anticipa una era en donde la privacidad de personajes públicos y poderosos era violentada ante la falta de escrúpulos de la prensa paparazzi.
Una vida devorada en la vorágine mediática ¿Qué más podría contarse de Lady Di, una de las celebridades más relatadas, fotografiadas y discutidas de las últimas décadas? Ya hay cientos de libros, documentales, películas y especiales de televisión sobre la princesa de Gales. Sin embargo, el realizador Ed Perkins (nominado al Oscar por el corto “Black Sheep”) logró una vuelta de tuerca en su documental “Lady Di” (que aquí se estrenó en cines y en EEUU ya está en HBO Max con el título “The Princess”). Perkins se basa exclusivamente en materiales de archivos públicos. Su documental no incluye ni imágenes inéditas, ni opiniones ni testimonios actuales. Son imágenes y audios que en su momento aparecieron en la mayoría de los medios pero que, vistos desde el presente, adquieren otra dimensión y hasta disparan una nueva lectura. Acá la historia de Diana se cuenta sola (el director nos hace creer eso hábilmente) a través de las miles de horas que los medios de comunicación han dedicado a su vida y su figura, desde su casamiento con el príncipe Carlos cuando ella tenía sólo 19 años hasta su trágica y prematura muerte en París, pasando por el nacimiento de sus hijos, su enorme popularidad, su conflictivo matrimonio, sus problemas de salud, sus cortocircuitos con la realeza y su agrio divorcio. Es revelador descubrir en algunas filmaciones oficiales del matrimonio real en sus comienzos la evidente incomodidad de Diana, entonces disfrazada de timidez. Y también ver cómo se naturalizaban en los años 80 las actitudes machistas del príncipe, que contaban con la aprobación pública tanto de hombres como de mujeres. Pero, por sobre todo, en el relato audiovisual de Perkins queda abiertamente de manifiesto la manipulación mediática de la figura de Lady Di, que pasó de la fascinación inicial del cuento de hadas al posterior maltrato y acoso constante de paparazzi en busca de carroña, mientras los medios sugerían que era ella quien buscaba publicidad. Por supuesto que los mismos medios después de su muerte la transformaron en un ícono cultural y la veneraron como si fuera una santa, pero el documental no llega hasta ahí. Afortunadamente, la reflexión final queda del lado del espectador.
Como sabe cualquier político, aunque en la Argentina no tenga ninguna incidencia, el archivo es una herramienta poderosa. El registro de la realidad, con la distancia del tiempo, produce un efecto cuya manipulación está dada desde la decisión misma de qué mostrar, y qué no. A veinticinco años de su trágica muerte, con tan solo 36 años, el documental The Princess/Lady Di, que llega hoy a algunos cines de la Argentina, es un notable y atrapante film de archivo. Una apabullante exposición del exceso, como un abanico que se despliega: la vida pública de una figura demasiado pública. Al punto que, de alguna manera, el tema de Lady Di es la princesa, pero en el espejo de las cámaras que la registraron de manera implacable, intrusiva, asfixiante. Una película sobre lo que el mundo hizo de ella, desde que era una adolescente súper tímida, que sonreía ruborizada frente al acoso mediático, cuando el rumor había instalado que iba a casarse con el príncipe Charles. La jovencita que, con una voz aniñada, soltaba cosas como “quiero ser una buena esposa y madre”. Hasta su notable cambio, quince años después, expuesto en la polémica entrevista de la BBC (“Somos tres en este matrimonio, está atestado”). Para una institución como la monarquía británica, que alguien rasgara su intimidad de esa manera, revelando trastornos psíquicos y alimenticios, fue un terremoto. ¿Había aprendido Diana a utilizar a los medios parasitarios para su provecho? Basta con el archivo para entender que no hubo resquicio, fuera de su intimidad a puerta cerrada, en el que no debiera soportar ser ella, comportarse como ella, hacer lo que se esperaba de ella. Apareció en el ojo público perseguida y murió perseguida. Escuchando cómo todo el mundo hablaba de lo que hacía, de cómo se vestía, de qué pensaba. El vestido para su boda con el príncipe Carlos, creado por David y Elizabeth Emanuel. (Foto: AP) El vestido para su boda con el príncipe Carlos, creado por David y Elizabeth Emanuel. (Foto: AP) Su casamiento, en 1981, fue el evento más mediático de la era pre internet: 600 mil británicos en las calles, 750 millones de espectadores viendo cómo avanzaba hacia el altar de la St Paul Cathedral de Londres, engalanada para 2.500 invitados. Y desde ese mega evento, una estrella excluyente, que dejó en sombras a la familia real, empezando por su marido. Es una historia triste y conocida. Por eso, notable el mérito del realizador nominado al Oscar Ed Perkins (Garnet’s Gold, Black Sheep), capaz de construir un mosaico nervioso y subyugante sobre una figura que sigue generando preguntas, a veinticinco años de su muerte.
Este documental sobre la princesa británica desde su aparición en la vida pública de la familia real hasta su trágica muerte en 1997 se apoya exclusivamente en filmaciones de la época. Uno podría pensar que ya no hay nada nuevo para decir acerca de Lady Di, Diana Spencer, la Princesa de Gales o como prefieran llamarla. Pero la gracia del audiovisual pasa no solo por lo que pueda contar sino por un tema de formato, de modo de expresión, de cómo contar una historia conocida. Con SPENCER, Pablo Larraín eligió el camino opuesto: el de la ficción especulativa, contando unos días de la vida íntima de Diana apelando a los recursos más puros y duros de esa opción, más allá de que pudieran tener su base en algunos hechos reales. Muchos otros films biográficos –sean series o películas, ficciones o documentales– han optado por un combo informativo que va de lo privado a lo público, con diferentes resultados. Perkins elige un modelo hasta ahora no usado: se apoya de principio a fin en materiales de archivo públicos. ¿Qué quiere decir esto? Que no hay ninguna entrevista actual, ninguna reflexión sobre los hechos a posteriori, ningún hallazgo o descubrimiento histórico ni video inédito ni nada parecido. Utilizando un procedimiento parecido al de otros documentalistas (se me ocurre compararla con el excelente film rumano THE AUTOBIOGRAPHY OF NICOLAE CEAUSESCU, de Andrei Ujică), Perkins solo recopila material público de la época, que todo aquel que haya seguido su vida pudo haber visto. Pero si aquel film sobre la vida del dictador rumano ponía todo el peso de la prueba en el propio estado a través de las transmisiones de la TV pública, THE PRINCESS hace lo propio con los medios (en su mayoría) británicos y en cómo fueron «contando» la historia de Lady Di. Lo que este documental logra, por más que conozcamos a grandes rasgos los pasos de su historia –su boda siendo jovencísima, su súbita popularidad, sus problemas de pareja, de salud, la paralela historia de amor del príncipe Carlos con Camilla Parker-Bowles, su maternidad, separación, divorcio, problemas con la realeza, sus romances previos y posteriores y, spoiler alert, su shockeante muerte–, es brindarnos una perspectiva de cómo los medios fueron manipulando a la opinión pública a lo largo de estos casi 20 años en los que fue una de las figuras públicas más perseguidas por los paparazzi en el mundo entero. En imágenes granuladas y con el formato más cerrado del video de los ’80 y ’90 de programas de noticias o especiales de televisión, vamos siguiendo su historia a través de los medios. La edición hecha por Perkins y su equipo está claramente dirigida a pintar el caos de la familia real como una mezcla de dislates propios y presiones ajenas. La constante persecución, por un lado, y los cambios de tono en la manera en la que era tratada (con curiosidad primero, con fascinación después, con dudas más adelante y hasta desprecio para transformarla, tras su muerte, en un ícono) intentan dar pruebas no sólo de la manipulación mediática sino también de la rampante misoginia de la época, ya que era una constante el maltrato de los medios hacia Diana una vez que el cuento de hadas inicial se acabó. La película apunta también a la casa real, con sus tradiciones obsoletas y su inutilidad práctica. Es cierto que los medios británicos pueden «volver loco» a cualquiera (y más los controlados por Rupert Murdoch), como ya lo han denunciado muchos artistas, pero es cierto también que la realeza en realidad no tiene mucho más para ofrecer a esta altura que intrigas palaciegas de baja intensidad. Políticamente intrascendentes, tampoco ofrecen nada parecido en términos dramáticos a lo que puede pasar, digamos, en un episodio de HOUSE OF DRAGON. Acá lo único que mantiene «relevante» en la vida pública a la realeza parecen ser sus escándalos de alcoba, sus vestuarios, sus divorcios, sus renuncias a los cargos voluntarias o los obligados a partir de acusaciones de abusos sexuales. Es un extraño juego de ida y vuelta entre la necesidad de estar en el centro de la acción y querer mantenerse alejada de ella. Pero esto no funcionaba igual para Diana, que arribó a la familia sin esa «piel dura» de la familia real para soportar las presiones internas y externas. Y LADY DI (THE PRINCESS es el título original con la que la estrenó HBO Max en Estados Unidos y como probablemente luego llegue aquí) deja en evidencia que fueron permanentes desde el principio. Positivas o negativas, era una mujer que no podía tener un segundo de paz ni adentro de su hogar (o sus hogares) ni en la vida pública, algo que su trágica muerte escapando de la persecución periodística terminó de demostrar como una prototípica profecía autocumplida. Ver el documental es también acercarse con cierto horror –el que da el tiempo y los cambios de hábitos– a los manejos mediáticos respecto a ciertas figuras públicas, a la invasión de la intimidad y el negocio que se genera alrededor. Una entrevista con Diana multiplicaba por diez el rating de un programa de televisión, la publicación de alguna entrevista grabada o material secreto hacía lo mismo con algún diario (The Sun, casi siempre), se pagaban cientos de miles de libras por fotos exclusivas y con algún tinte potencialmente escandaloso generando una industria con la realeza que, por momentos, parecía estar fogoneada también desde adentro. Una de las excusas que se escuchan a menudo –y lo hacen también en el documental, con entrevistas a gente en la calle y discusiones entre ellos y los periodistas que los abordan– es decir que los medios solo reflejan y «venden» lo que a la gente le interesa y quiere «comprar». Pero cualquiera que haya trabajado en un medio sabe que esto no es tan así o que, si lo es, se puede tratar de desactivar de distintos modos, de a poco, poniendo el eje informativo en otros lados y cuestiones. Pero por los motivos antes citados –puramente económicos– esto no se hizo ni se hace. Ni con Diana ni con nadie. No es que las cosas hayan cambiado mucho ahora, solo basta recordar miles de otros casos, incluyendo el de Diego Maradona en Argentina. En cierto punto, hoy las redes sociales pueden ser tan o más crueles y destructivas que lo que eran (y siguen siendo) los canales de televisión, las radios y los diarios. Y es más difícil detectar o ponerle una cara y un nombre a los atacantes. Seguramente, en diez o veinte años, alguna tragedia actual permitirá revisar esta última década y llegar a la misma conclusión que llega esta inteligente película: que Diana no solo tuvo que combatir con un marido que no la quería y una realeza que no la entendía ni aceptaba sino con una industria mediática que solo se acuerda de los dramas humanos cuando la gente lleva flores a las tumbas. Ahí sí, cuando hay que vender ediciones especiales y libros conmemorativos, la víctima es el héroe o la heroína de todos y todas.
REALEZA TV Uno de los testimonios que se pueden escuchar, entre los varios, de diversas épocas, que aparecen en el documental de Ed Perkins, hace mención a una decisión de la monarquía británica que, entendiéndose como algo pasado de moda, profundizó el contacto con la gente a través de una mayor exhibición mediática. Esa exhibición es fundamentalmente la que permite la construcción de una película como Lady Di pero, además, la que motoriza una de sus tesis principales: cómo el agobio de la prensa, esa invasión a la intimidad, llevó de alguna forma a la trágica muerte de Diana Spencer. La película de Perkins monta un relato a partir de informes televisivos, imágenes de archivo que edifican un continuo de la vida pública e íntima de la monarquía y -preferentemente- de la propia Lady Di, ya que el documental aborda el período de tiempo que va del casamiento de los príncipes hasta la muerte y el entierro de la princesa de Gales. Perkins inscribe a su película en esta nueva tendencia de los documentales, que es la de la recopilación de archivo sin necesidad de una voz en off que ordene las imágenes o de testimonios que contextualicen. En Argentina, por ejemplo, una operación similar realizó Lucas Gallo con 1982, su documental sobre Malvinas. Perkins toma fragmentos televisivos de programas periodísticos o de chimentos, que siguieron obsesivamente los entretelones de la pareja real integrada entre Charles y Diana. Desde el sorpresivo vínculo que terminó en casamiento, a las constantes revelaciones sobre infidelidades mutuas y la ruptura posterior, con Diana Spencer ganando protagonismo progresivamente desde aquella joven tímida a la mujer decidida, dueña de una impronta que permitió demoler hipocresías varias en torno a la realeza. Más allá del hecho en sí, lo que revela en paralelo la película es cómo el avance de la tecnología y su relación con el periodismo fue borroneando las líneas entre lo público y lo privado. Era casi imposible que Lady Di se moviera sin que a su alrededor no hubiera al menos una centena de fotógrafos y camarógrafos. Esa sucesión de imágenes es la que hoy, acumulada y editada, permite construir un relato casi en tiempo real. No es menor, tampoco, pensar que estas imágenes abarcan de los 80’s a los 90’s, un tiempo donde todavía el control de la revelación de la intimidad de los famosos estaba en manos de los medios periodísticos. Qué sucedería hoy cuando la tecnología llevó a los hogares la posibilidad de capturar cualquier imagen, mientras las redes sociales nos otorgan la posibilidad de difundirlas. Por estos motivos, Lady Di surge desde el pasado para alimentar un debate del presente. Y eso le da además un carácter extraño, casi de ficción montada sobre el terreno de lo documental. Más allá de una música incidental que por momentos sirve como comentario y de una puntualización en algunas artimañas de fotógrafos y camarógrafos alrededor de la figura de Lady Di, el documental alcanza estas reflexiones desde sus imágenes y a través de su virtuoso uso del montaje.
Lady Di (The Princess, Reino Unido/Alemania 2022) es un nuevo pero no novedoso documental sobre Diana Spencer, más conocida como Lady Di. Se trata de una producción de HBO para aprovechar los veinticinco años que se cumplen de su muerte, ocurrida mientras intentaba escapar a toda velocidad de las cámaras de la prensa. No hay un solo elemento que sea significativamente original y todo, pero todo, es material ya exhibido, salvo algún que otro detalle sin mayor importancia. No hay profundidad alguna, no hay una sola idea, solo las obviedades esperables. No es un documental televisivo en el sentido de tener una estructura con un narrador o carteles explicativos, pero de ahí a decir que es inmersivo o experimental, como se ha mencionado, hay un largo trecho. Está hecho para simplificar la historia y homenajear, por enésima vez, a una persona que ya ha sido homenajeada cientos de veces. No hay valentía, ni búsquedas, solo el armado prolijo de una historia que sigue vendiendo. Como el director ya tiene decidido su punto de vista, todo el conjunto se resiente.