Sobre el gigantismo contenido El caso de Locamente Millonarios (Crazy Rich Asians, 2018) es bien extraño: hablamos de una de las películas más exitosas de la década que se sirve a nivel narrativo de los artilugios más antiguos del melodrama rosa, ofreciendo una suerte de versión hollywoodense de la cultura asiática en general y sin ninguna diferenciación entre la pluralidad de naciones que componen el continente. Como era de esperar, el producto resultante es de lo más desparejo -sin llegar a ser ni bueno ni malo- ya que por un lado se muestra respetuoso hacia los protagonistas (no hay abuso de latiguillos yanquis como esos chistecitos huecos o el cancherismo light) y por otro lado banaliza el acervo social emparejándolo hacia abajo (el tufo más genérico e intercambiable del cine contemporáneo se hace presente vía tópicos universales como el amor “no convalidado” por las familias de los miembros de la pareja). La base del relato es el viaje desde Nueva York a Singapur de Rachel Chu (Constance Wu) y su novio Nick Young (Henry Golding) a la boda del mejor amigo del hombre, Colin Khoo (Chris Pang). Rachel es profesora universitaria de economía e hija de Kerry (Kheng Hua Tan), una inmigrante china, y Nick forma parte de una dinastía de millonarios, también de ascendencia china, que están radicados desde hace muchísimo tiempo en Singapur. El conflicto, por supuesto, viene por el lado de la madre de Young, la tremenda Eleanor (gran trabajo de una maravillosa Michelle Yeoh), matriarca que considera a Rachel “poca cosa” para su hijo en esencia por este componente híbrido de su persona, con una apariencia oriental pero una educación y cultura netamente norteamericanas, vistas como volcadas más a las pasiones individuales que al sacrificio en pos de la conveniencia de la familia. En sus excesivos 120 minutos la obra entrega un poco de todo para todos los públicos posibles: además del enfrentamiento principal, manejado con relativa sutileza por parte del guión de Peter Chiarelli y Adele Lim a partir de una novela de 2013 de Kevin Kwan, tenemos la vertiente cómica de la trama representada sobre todo en la excompañera/ amiga de universidad de la protagonista, Peik Lin Goh (Nora Lum), una muchacha de buen pasar y con mucha sabiduría mundana tras de sí, y la faceta más “trágica” de la historia encarnada en Astrid (Gemma Chan), prima glamorosa de Nick que está siendo engañada por su esposo Michael (Pierre Png), quien se encuentra en una aventura extramatrimonial por un complejo de inferioridad o algo así. Sin embargo el grueso del devenir retórico se condensa en las proverbiales acusaciones del entorno -y la madre del “príncipe” de turno, Nick- hacia Rachel de ser una caza fortunas y arrastrar un pasado familiar complicado, por más que no estaba enterada ni de la riqueza de su novio ni de los problemas y/ o minucias de su clan. Dentro del tono meloso y la catarata de clichés de los melodramas, hay que reconocer que la película está bastante bien ejecutada por el realizador estadounidense de origen chino Jon M. Chu, responsable de diversos bodrios de la gran industria de los últimos diez años: como decíamos previamente, el director mantiene contenidos los peores rasgos del emporio mainstream actual aunque no puede evitar la sensación de trivialización de la cultura asiática bajo los criterios estandarizantes de la globalización. Un punto a favor del film es que éste no se engolosina al nivel de la saturación con todos los lujos esperables en una propuesta que se desarrolla en el jet set de los magnates y la oligarquía capitalista, dejando espacio para el gigantismo y las superficies lustrosas a lo Bollywood pero sin descuidar la narración y sin convertir a Locamente Millonarios en una publicidad barata del hedonismo de la alta burguesía o en un videoclip encubierto sin el más mínimo corazón dramático. La medianía siempre es mejor que los despropósitos habituales del cine de nuestros días…
Locamente Millonarios: Amores y enredos de una boda. Locamente Millonarios (Crazy Rich Asians) se convirtió en la comedia romántica más exitosa de la década a nivel mundial. Por ello decidimos indagar en este fenómeno que se originó en la literatura y cuya adaptación bate récords en la taquilla tanto norteamericana como internacional. El director Jon M. Chu (Now You See Me 2, G.I. Joe: Retaliation) nos presenta una comedia romántica con pequeños tintes de drama bastante formularia en términos narrativos, pero de aquellas que vale la pena visualizar, ya que están bien ejecutadas y confeccionadas desde su génesis, presentando ciertos valores agregados que la distinguen por sobre la media de este tipo de productos. El largometraje que adapta la exitosa novela homónima de Kevin Kwan nos cuenta la historia de Rachel Chu (Constance Wu), una joven profesora universitaria, que es invitada por su novio, Nick Young (Henry Golding), a la boda de su mejor amigo en Singapur, país donde se crió. Los nervios por el hecho de conocer a la familia de su novio, de la cual posee escasa información, se ven acrecentados cuando descubre que Nick ha olvidado mencionar que no solo es el heredero de una de las familias más ricas del país, sino también uno de sus solteros más codiciados. Rachel es el objetivo de los celos de todas las jóvenes de la alta sociedad de Asia y, peor aún, de la propia madre de Nick (Michelle Yeoh), la cual desaprueba también esta relación. Así es como la joven deberá afrontar la situación, si es que quiere continuar con la relación que lleva con Nick. Entrarán en juego cuestiones relacionadas a las banalidades, el materialismo y las chabacanerías de las clases adineradas de Singapur, pero también se expondrá un contraste con las más excéntricas e impertérritas tradiciones chinas sobre la conformación de la familia y el rol de cada uno en ella. Por otro lado, tanto Rachel como Nick llevan un tiempo largo viviendo en Estados Unidos, llegando al punto de estar totalmente “americanizados” en lo que se refiere a cultura y estilo de vida. Todo este entorno interesante se ve un poco deslucido debido a que se muestra al contexto asiático como sumamente globalizado, un hecho que se profundiza aún más si tenemos en cuenta que la mayor parte de la cinta está hablada en inglés. No obstante, es gracias a un guion de fórmula, pero bastante cuidado y lo suficientemente inteligente como para desarrollar personajes atractivos, que la película consigue sobresalir y distinguirse por sobre la mayor parte de los productos de esta índole que venimos presenciando en los últimos tiempos. Por otro lado, es sumamente atractivo el hecho de que la acción se sitúe en el seno de la comunidad china/singapureña y reuniendo a un elenco totalmente asiático para la ocasión. Estas historias, más allá de los resultados en términos artísticos y/o de calidad, merecen ser contadas para lograr, la muchas veces insuficiente, representación de las minorías étnicas en la pantalla grande. El guion, a pesar de su aire genérico, y el trabajo de dirección del realizador estadounidense de origen chino hicieron que se destaquen los distintos intérpretes, consiguiendo una estupenda química entre sus protagonistas Henry Goldin (A Simple Favour) y Constance Wu (Parallels), y un estupendo acompañamiento de varios personajes secundarios entre los que se destacan el de Awkwafina (Ocean’s 8) y el maravilloso trabajo de Michelle Yeoh (Crouching Tiger, Hidden Dragon), como la conservadora y sobreprotectora madre de Nick. Otro aspecto destacado del film está relacionado con el diseño de producción, la dirección de arte y la banda sonora que son piezas angulares para meternos de lleno en ese territorio foráneo e intrigante que compone el país más pequeño del sudeste asiático y su contraposición con la cultura occidental que son parte del conflicto central. Todos estos elementos hacen que Locamente Millonarios sea una propuesta entretenida aunque poco innovadora en cuanto a trama y estructura. Una dirección inspirada y unas actuaciones más que dignas terminan enalteciendo el resultado final.
Dinero, más dinero y amor El exotismo atrapa, sino basta ver qué pasa en la televisión regional con las telenovelas de origen turco, que arrasan en todos los horarios con historias que, principalmente, revisitan la épica del melodrama focalizando en el extrañamiento de sus paisajes y costumbres con el conflicto de pareja imposible de compatibilizar como punto de partida. Locamente millonarios (Crazy Rich Asians, 2018), de Jon M. Chu, es el gran sleeper (éxito inesperado) del año, que los estudios Warner han producido a partir de la novela best seller de Kevin Kwan, y en cuya trama se trabajan tópicos, estereotipos y arquetipos de las más conocidas propuestas románticas de los últimos tiempos, mixandolas con el placer culposo de observar, cual repaso de la revista Caras, mansiones gigantescas, lujos y excentricidades. Emparentada con Dinastía y Dallas, pero también con la exitosa Avenida Brasil, en donde nuevos ricos expulsaban dinero por el solo hecho de querer pertenecer a algo que recientemente accedieron, Locamente millonarios trabaja con el lujo y la ostentación, tan Donald Trump, tan ochentoso -pero corriéndolo hacia China, y más precisamente a Singapur-, cuando el joven heredero de una multinacional constructora comienza una relación con una joven que ha peleado, desde siempre, su posición y lugar en la sociedad. Rachel (Constance Wu) debe superar la noticia del origen casi noble de su novio Nick (Henry Golding), y segundo, lidiar con la aceptación de su familia. Allí es donde Locamente millonarios tal vez caiga en obviedades que restan dinamismo en la descripción del lujo de las familias en Singapur (inserts, movimientos y aceleramientos de cámara, edición vertiginosa), y es allí donde también se emparenta con las novelas turcas que lideran los índices de rating. Mientras Rachel descubre China, sus laberintos, sus excentricidades, y, principalmente, desanda la romántica historia, la película mantiene el clima necesario para poder explorar los caminos de la comedia melodramática sin traicionar su origen. La frescura de ciertos personajes secundarios que funcionan como el comic relief necesario para contrarrestar el conflictivo romance que se urde, habilita el necesario humor de la historia, con infinidad de gags y situaciones símil sketch que refuerzan la diversión. Entre esa dualidad que va entre respetar al género y buscar nuevas alternativas, Locamente millonarios trasciende fronteras reivindicando las historias de amor como potenciales creadoras de sentido en un momento en donde las pantallas se multiplican con superhéroes, descubriendo allí el secreto de su éxito. La simple historia de una joven que debe conocer y conocerse, tantas veces vista en otros formatos, atrapa y entretiene, sumando reflexión en una sociedad en donde pese a multiplicar desde el dinero su mirada irónica sobre el consumo, no reniega del mismo como inherente a la clase social que refleja. Curiosamente, además, esa mirada sobre el excesivo consumo apunta al continente asiático para evitar la ostentación en una América de Trump con millones de excluidos, de gente que llega a pie para luchar por sus expectativas y que aún sueñan con salir adelante, pero que el presidente de cabello amarillo ha pisoteado de todas las manera posibles sus anhelos y esperanzas.
Basada en el Bestseller “Crazy Rich Asians” de Kevin Kwan, “Locamente Millonarios” es una película romántica, que además trata levemente temas como la aceptación y las clases sociales. La pareja está formada por la profesora universitaria Rachel Chu (Constance Wu) y Nick Young (Henry Golding). Ellos salen hace más de un año y él debe asistir a la boda de uno de sus mejores amigos, Colin Khoo (Chris Pang) en Singapur. La ocasión parece oportuna para que Rachel conozca a su familia, que vive allí, aunque originalmente son de China. Lo que ella no sabe, ya que ellos viven en Estados Unidos hace muchos años es que su familia es escandalosamente millonaria. Cuando ella comienza a tomar conciencia de éste hecho, no sabe muy bien cómo manejarlo. Tampoco está muy preparada para conocer a una suegra difícil como Eleanor Young (Michelle Yeoh) quien duda de sus intenciones y pretende para su hijo alguien más acorde a su nivel social y económico. Rachel es hija de una madre soltera que le ha inculcado una buena educación y grandes valores a su hija. Algunas vueltas harán que se descubran algunos secretos en torno a su historia de vida. La película tiene mucho de comedia y la mayor parte de ésta recae en su amiga de la Universidad, Peik (Awkwafina) y algo de misterio y sensualidad a cargo de la prima de Nick, Astrid, (la bella Gemma Chan) al tener que resolver cuestiones maritales. Se abren algunas aristas pero todo cierra. Su director Jon M. Chu logró que un film de 120’ sea entretenido y visualmente lujoso y agradable. ---> https://www.youtube.com/watch?v=F3FohMHATvs ---> TITULO ORIGINAL: Crazy Rich Asians ACTORES: Constance Wu, Henry Golding, Michelle Yeoh. Gemma Chan, Lisa Lu, . Awkwafina, Harry Shum Jr., Ken Jeong, Sonoya Mizuno, Chris Pang. GENERO: Comedia . DIRECCION: Jon M Chu. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 120 Minutos CALIFICACION: Apta para todo público con reservas FECHA DE ESTRENO: 25 de Octubre de 2018 FORMATOS: 2D.
“Locamente millonarios”, de Jon M. Chu Por Ricardo Ottone - 24 octubre, 2018 Las historias de cenicientas son tan viejas como efectivas y siguen dando leche abundante y redituable. Y esto es así incluso en estos tiempos donde ciertas reivindicaciones de género o de clase las damos por descontadas y ciertos ideales los damos por vetustos y acabados. Bueno, no. Ahí están, vivitos y coleando. Y de esa siempre tentadora zanahoria se sirvieron films no tan distantes como Mujer bonita (1990) o, en este nuevo y superado milenio, El diario de la princesa 1 y 2 (2001 y 2004) o Sueño de amor (2002). Una tradición en la que Locamente millonarios cae por entero. Basado en el primero de una trilogía de best sellers, el film estrenado hace un par de meses en Estados Unidos, fue un éxito brutal de taquilla, algo aún más destacable en las salas norteamericanas teniendo en cuenta que su elenco está compuesto en su totalidad por actores asiáticos entre asiático-americanos, chinos, singapurenses, malayos, japoneses y filipinos. La cenicienta del caso, involuntaria como es de rigor, es Rachel (Constance Wu), una profesora de economía en Nueva York hija de una inmigrante china que llegó desde Oriente con una mano atrás y otra adelante. Rachel está de novia con Nick (Henry Goldling), un joven asiático que nunca antes le había contado de su origen. Hasta que una noche Nick le propone ir de viaje a Singapur a la boda de su mejor amigo y de paso presentarle a su familia. Cuando llegan a Singapur, uno de los nuevos y opulentos tigres asiáticos, la desprevenida Rachel se viene a enterar, no solo de que están acudiendo a la boda del año, sino que la familia de su novio es la más rica de la zona y que este es el heredero codiciado de una inmensa fortuna. Parece color de rosa pero el problema es que su compañero al obviar esta información que uno supondría relevante, hace que Rachel tenga que enfrentarse sin habérselo propuesto al juicio de la alta sociedad que la rodea y, sobre todo, de la familia. Estos ven en ella una oportunista cazafortunas y harán lo posible para hacérselo sentir y apartarla de él de las formas más desagradables. Locamente millonarios es una comedia romántica con mucho más de romántica que de comedia, que en lo que toca a la parte romántica predominante sigue casi todas las reglas y recorre casi todas las vueltas y lugares comunes del género, y que en cuanto a la parte de comedia un poco más subsidiaria ofrece un humor liviano de risas discretas. Y lo está presente también es una buena dosis de melodrama bien cargado, quizás como un guiño a un género tan popular en oriente o quizás porque era tentador entregarse al refugio acogedor de la telenovela. En cuanto a la pareja es Constance Wu la que se pone al hombro la película dándole espesor y complejidad a una Rachel aparentemente frágil pero con fuerza interior y sentido de la dignidad. Henry Golding no tiene la misma suerte como su partenaire, Nick, un príncipe azul un poco anodino, galán lineal, bienintencionado, un poco blando y pusilánime. En el reparto numeroso de secundarios, unos cuantos odiosos, otros lastimeros y algunos pocos más simpáticos, se destacan Awkwafina y Keng Jeong como unos ricos pero no tan ricos, no lo suficiente para formar parte, alineados entre los pocos aliados de Rachel y responsables de la mayor parte de los momentos de humor. Hay en el film una intención declarada de crítica al arribismo, a la prepotencia del dinero y el poder, pero es una crítica no muy convencida, que no alcanza a disimular la fascinación que eso en realidad le produce. Y así se sucede el despliegue empalagoso y obsceno de riqueza, la ostentación sin freno de mansiones, autos, vestidos, joyas, fiestas, yates, helicópteros, fiestas multitudinarias, modelos y ejércitos de sirvientes uniformados. “El lujo es vulgaridad” decía un tema de los Redonditos de Ricota y esta película se empeña en demostrar esa sentencia todo el tiempo, no necesariamente de manera voluntaria, porque lo que arranca como crítica a ese alarde de oneroso mal gusto no tarda en revelarse como deseo de pertenecer. Arriesgo la idea de que el éxito enorme del film en su país de origen se debe menos a sus dotes como comedia romántica, que algunas tiene, o a la supuesta originalidad de su elenco, sino más bien al viejo deseo de vivir vicariamente la vida soñada que explica también el éxito de los realitys de niñas ricas como Paris Hilton o las Kardashian. Lo que se compra sigue siendo la historia de princesa plebeya a lo Lady Di o “nuestra” Máxima Zorriegueta. Una que viene a cuestionar lo acartonado y anquilosado de ese sistema de tradiciones y códigos rígidos, amenazando con romper y darle la espalda pero no tanto. Se trata de una jugada engañosa y estratégica como las que Rachel enseña en la facultad y ejecuta en una escena con su resistida suegra, para finalmente entrar, renovar el escenario decadente con su frescura pero ya integrada junto a esos millonarios arrogantes y ofensivos pero no tan malos en el fondo. Se trata de creer que una/o también podría formar parte y, en fin, de seguir creyendo una y mil veces en el viejo y resistente cuento de la Cenicienta. LOCAMENTE MILLONARIOS Crazy Rich Asians. Estados Unidos. 2018 Dirección: Jon M. Chu. Intérpretes: Constance Wu, Henry Golding, Michelle Yeoh, Gemma Chan, Awkwafina, Chris Pang, Sonoya Mizuno, Kheng Hua Tan, Harry Shum Jr., Ken Jeong, Lisa Lu, Nico Santos. Guión: Pete Chiarelli, Adele Lim, sobre la novela de Kevin Kwan. Fotografía: Vanja Cernjul. Música: Brian Tyler. Edición: Myron Kerstein. Dirección de Arte: Leslie Ewe, David Ingram. Producción: Nina Jacobson, John Penotti, Brad Simpson. Producción Ejecutiva: Tim Coddington, Robert Friedland, Kevin Kwan. Diseño de Producción: Nelson Coates. Distribuye: Warner Bros. Duración: 120 minutos.
Locamente millonarios (título local para Crazy Rich Asians) fue un descomunal e inesperado éxito en Estados Unidos y seguramente por eso se estrena también en Argentina. Las películas con casamientos pueden funcionar en taquilla, más aun si están mal actuadas, tienen trazos gruesos y no se saltean ni uno solo de los lugares comunes. Y claro, Crazy Rich Asians es una acumulación prolija y mecánica de todo eso. No es del todo una comedia, es más bien una comedia romántica con tanta sensiblería como pueda entrar en las eternas dos horas que dura. Rachel es invitada por su novio, Nick, a la boda del mejor amigo de éste en Singapur. Ella visitará Asia por primera vez, nerviosa por conoce a la familia de Nick. Pero pronto descubrirá lo que el espectador ya sabe: La familia de Nick es una de las más poderosas y ricas familias del continente y Nick es un soltero deseado por todas. La madre de él, desaprueba la boda. La búsqueda de exageración de estereotipos, orientales y occidentales, es una de las herramientas de la que se sirve esta película que buscar aprovechar paisajes, desplegar todo el lujo que pueda y hacernos pasar varios momentos de vergüenza ajena con su cursilería a prueba de balas. Una banda de sonido con clásico occidentales cantados en chino, varias escenas coloridas y dos o tres momentos simpáticos no alcanza ni por asomo para hacer de esta película menor un film digno de ser visto. Su éxito, posiblemente una extensión del Best-seller en el que se basa, es un misterio para el cine actual. Entre tanta película mediocre, no hay motivo particularmente relevante para destejar este.
“Dejen que China duerma, porque cuando despierte, el mundo temblará”. A principios de esta década, Hollywood descubrió que Napoleón tenía razón y multiplicó sus esfuerzos por penetrar en el jugoso y creciente mercado oriental, con coproducciones y guiños como la inclusión de actores y locaciones chinas. Lo inesperado era que una producción estadounidense dirigida y protagonizada por asiático-occidentales tuviera en Estados Unidos el rotundo éxito comercial de Locamente millonarios. Una nueva lectura a la frase napoleónica que abre la película. En rigor, la historia no transcurre en China sino en uno de los cuatro tigres asiáticos, Singapur, que tiene un 75 por ciento de chinos en su población y es una de las diez ciudades con más multimillonarios del mundo. Hasta allí viaja la pareja formada por Rachel Chu y Nick Young: él va a aprovechar el casamiento de su mejor amigo para que su familia conozca a su novia. Lo que la chica no sabe es que el clan Young es uno de los más poderosos de Singapur y no cualquiera puede integrarlo: su potencial futura suegra le bajará el pulgar e intentará alejarla de su hijo. En este producto destinado ante todo al público femenino, el cuento de hadas y la novela rosa se cruzan con la comedia romántica: las idas y venidas de pareja, personajes secundarios excéntricos a cargo del humor y momentos emotivos trillados se alternan con los intentos de la plebeya por entrar a la realeza saltando la muralla de rechazo diseñada por la reina malvada. Pero la historia -basada en la primera novela de una trilogía que es best seller y cuyo segundo tomo también tendrá una película- parece una gran excusa para exportar la gastronomía, las bellezas naturales y el futurismo urbano de Singapur y alrededores. Todo está dentro de un envoltorio que podría sintetizarse como la sumatoria de la revista Caras, el programa de Marley y alguno de esos ciclos de cocineros viajeros (no parece casual que el protagonista, Henry Golding, debute aquí como actor después de conducir un programa por el estilo en la BBC). A Rachel no sólo le pasan factura por su pobreza, sino también por su condición de “banana”: amarilla por fuera, blanca por dentro. Casi como la película, donde se habla mucho más inglés que chino y los personajes llevan un estilo de vida occidental. Y donde, por más que se hagan chistes que fingen reírse de los ricos, hay un regodeo en la desigualdad capitalista que roza la obscenidad.
Locamente millonarios es “el” fenómeno comercial de 2018. Estrenada sin grandes campañas publicitarias ni el despliegue de marketing de los tanques, esta comedia romántica rompió con todos los pronósticos al recaudar más de 170 millones de dólares solo en los cines de Estados Unidos. Ya es la película de ese género más vista en los últimos 10 años, y no sería de extrañar que para fin de año, luego del estreno en China previsto para fines de noviembre, supere los 241 millones de Mi gran casamiento griego y se convierta en la comedia romántica con la taquilla más abultada en la historia. Dicho esto, es inevitable preguntarse cuál es la fórmula, dónde está secreto de tamaño éxito. Una posible razón es la apuesta por un elenco de origen enteramente asiático, toda una rareza en Hollywood (hacia 25 años que no ocurría) aunque entendible en un contexto de celebración de la diversidad. Pero hasta ahí llega el componente “asiático” de Locamente millonarios, pues el resto es historia conocida. El film de Jon M. Chu (G.I. Joe: La venganza, Nada es lo que parece 2) encuentra a Nick (Henry Golding) afirmado en una relación amorosa con Rachel (Constance Wu). Tan firme como para presentarla ante la familia en el contexto del casamiento del mejor amigo de Nick. Para eso viajarán a Singapur, donde están afincados sus parientes. Y lo harán en Primera Clase, detalle sospechoso para Rachel, teniendo en cuenta que no había indicio alguno de que su novio pudiera pagar esos pasajes. La realidad es que Nick es parte de una dinastía de multimillonarios cuyos integrantes -en especial su madre Eleanor (Michelle Yeoh)- no tardarán en mirar de reojo a su novia y a tratarla de cazafortunas. Así, entre lujosos viajes en yates, grandes manjares y paseos exóticos, Nick y Rachel empezarán a sufrir movimientos fuertes en los cimientos de la relación. Locamente millonarios apuesta por un recorrido seguro a lo largo de las postas habituales en este tipo de relatos, yendo de la incomodidad de Rachel a una guerra fría con la suegra, de allí a un casamiento incomodísimo, y por último a una potencial separación. Sin nada nuevo bajo el sol, el resultado es un ejercicio de género tan mecánico como eficaz. Lo mismo de siempre, pero con ojos rasgados.
Basada en el best seller de Kevin Kwan, Locamente millonarios es poco más que un divertido despliegue de escenarios fastuosos y colores brillantes. A pesar de contar con una pareja protagónica encantadora y carismática, formada por Constance Wu y Henry Golding, la historia de amor queda en segundo plano detrás de un humor de trazo grueso y, sobre todo, de la insistente demostración visual de lo que significa ser "locamente millonarios". La trama es casi de telenovela: una joven profesora de economía de la Universidad de Nueva York viaja con su novio a un casamiento en Singapur, en donde él le presentará a su familia. Al llegar, ella se entera de que el muchacho, que vive una vida sencilla en los Estados Unidos, es el heredero de una enorme fortuna. En cada escena en la que aparece Michelle Yeoh, la película se convierte en lo que podría haber sido. Los conflictos familiares y el peso de las tradiciones están planteados a través de las interacciones de la pareja protagónica con la madre y también con la abuela, llevando al film hacia temas que generan mayor empatía e interés. El resto es en gran parte un videoclip dedicado al lujo, concepto que la película dirigida por Jon M. Chu no termina de decidirse si es ridículo o maravilloso. En todo caso, el énfasis está puesto ahí y no en los varios personajes que se presentan con trazos de caricatura y no tienen suficiente espacio para ser desarrollados.
Locamente millonarios es una de las pocas películas hollywoodenses, realizadas con un reparto íntegramente asiático que se estrenaron en las últimas décadas. Los antecedentes previos habían sido el drama de Wayne Wang (Cigarros), El club de la buena estrella y Memorias de una geisha, producida por Steven Spielberg. Desde entonces las historias relacionadas con la comunidad asiática no tuvieron más chances en la producción norteamericana. Esta película resultó una de las grandes sorpresas taquilleras de este año en Estados Unidos y eso contribuyó a que su exhibición se expandiera internacionalmente. El director John M.Chu, responsable de G.I.Joe: Retaliation y la abominable adaptación de Jem and The Holograms en este caso ofrece la clase de comedia que podes encontrar a patadas en la programación de Netfix. La verdad que más allá de algunos méritos en la puesta en escena, no hay nada novedoso o especial que pudiera diferenciar a esta propuesta de otras historias similares. La trama trabaja uno de los conflictos más trillados del cine asiático que suele repetirse hasta el hartazgo con dos arquetipos clásicos de personajes. La chica de clase humilde con corazón de oro y el galán multimillonario que casi siempre es el futuro heredero de una corporación y tiene una madre o tía dominante. La película de Chu repite esta cuestión en un relato que encuentra su principal atractivo en la descomunal puesta en escena, donde se retrata el excéntrico mundo de excesos en el que se desenvuelve el galán de la historia y sus amigos huecos. El eje del conflicto, más que en el romance, se centra en los esfuerzos de la futura novia por adaptarse a una clase social diferente. El problema con esta película, que en lo personal me aburrió bastante, es que los personajes principales son tan superficiales como el ambiente que los rodea y cuesta conectarse con ellos. Sobre todo por el hecho que la química entre Constance Chu y Henry Golding es inexistente y uno los compra como pareja porque así lo determina el argumento y el póster promocional. Juntos conforman una pareja insulsa que no transmite nada y por ese motivo los personajes secundarios terminan siendo más atractivos. Sobresalen especialmente Michelle Yeoh, como la suegra de clase alta desconfiada que no ve con buenos ojos a la futura esposa de su hijo y la comediante y rapera Awkwafina (Oceans´8), quien brinda los momentos más graciosos como la mejor amiga de la protagonista. La labor del director Chu sin duda le hace justicia al título de su obra pero no hay mucho que eso. Millonarios excéntricos con vida superficiales que entienden que la unión de una pareja es una simple transacción comercial. Tal vez el público aficionado a las telenovelas turcas de gran producción o los reality shows de Kim Kardashian le encuentre un mayor atractivo a esta propuesta donde el romance en realidad brilla por su ausencia.
Como planteaba hace apenas días gracias al estreno de Juliet, Naked, este 2018 ha visto la vuelta al éxito de la comedia romántica y Crazy Rich Asians es otro ejemplo más que ratifica la aseveración. Una adaptación de la novela best-seller de Kevin Kwan, la película llega en un tiempo en que la cuestión de la representación es una de las tantas en el foco de atención. No es ninguna novedad la falta de diversidad racial o sexual en el cine de Hollywood, o los estereotipos sobre los que se ha trabajado por años –ver “Indians on TV”, de la gran Master of None– con lo que se puso en marcha un proyecto que en forma directa aborda la carencia. Una banana, como dice uno de sus personajes: amarillo por afuera, blanco por dentro. Y funciona. Llevándonos a la actualidad de un territorio menos explorado, con la clásica fórmula del querido subgénero.
Clases sociales diferentes “Locamente Millonarios” (Crazy Rich Asians, 2018) es una comedia romántica dirigida por Jon M. Chu y escrita por Peter Chiarelli y Adele Lim. Basada en la novela homónima de Kevin Kwan, el reparto incluye a Constance Wu, Henry Golding, Michelle Yeoh, Lisa Lu, Gemma Chan, Awkwafina (Ocean’s 8), Sonoya Mizuno, Jimmy O. Yang, Remy Hii, entre otros. Nacida en China y criada en Estados Unidos, la profesora de economía Rachel Chu (Constance Wu) hace un tiempo que mantiene una relación con Nick Young (Henry Golding). Una noche en un bar luego de salir de trabajar, Nick le propone viajar a Singapur, su país de origen, ya que quiere estar presente en la boda de su mejor amigo Colin (Chris Pang) y de paso desea presentar oficialmente a su novia entre la familia. Lo que no sabe Rachel, y se terminará enterando allá, es que Nick es el heredero de una enorme fortuna, el casamiento es el evento más esperado del siglo y toda la familia Young tiene un altísimo poder adquisitivo. Al no ser adinerada y encima inmigrante, la joven Rachel deberá lidiar con las miradas reprobatorias de la mayoría de chicas que la envidian y con el descontento de Eleanor Young (Michelle Yeoh), madre de Nick que se rehúsa a darle el visto bueno. Con una historia que en ciertos momentos recuerda a “La Cenicienta” (Cinderella, 1950), “Locamente Millonarios” se destaca por ser la primera película de Hollywood en donde el estudio decidió respetar la cultura asiática mostrada en la novela, por lo que en el elenco no tenemos a caras ya conocidas. Esto le otorga muchísima frescura al relato, la cual ayuda a que los clichés de este cuento de hadas moderno no molesten para nada. Gracias a una buena producción, los lujos de la familia Young no dejan de asombrarnos durante toda la trama. Ya sea por los altísimos edificios, la multitudinaria despedida de soltero, la celebración para las chicas que incluye compra masiva de ropa y spa o el diseño interno del hogar de Eleanor, la cinta nunca deja de ser atractiva y, por sobre todo, muy entretenida. No obstante lo importante no pasa por las cosas materiales sino por la buena construcción que hay del personaje protagónico femenino: aunque al principio Rachel se pone mal por no encajar en ese mundo, con el tiempo entiende que ella no tiene por qué avergonzarse de su persona. En cuanto a las demás actuaciones, Michelle Yeoh hace un gran trabajo al encarnar a la madre de Nick. Solo con su presencia la actriz es capaz de imponer respeto y distancia. Por otro lado, Awkwafina aporta la cuota cómica al ser la amiga de Rachel. Sus comentarios y ocurrencias harán reír en más de una ocasión. Con una edición acertada ya que el ritmo se mantiene durante las dos horas, la película también despierta el interés al mostrar comidas típicas de Asia tales como los dumplings. Además, la importancia de la abuela de la familia está bien retratada. La escena que da comienzo a la cinta, ambientada en 1995, termina siendo completamente innecesaria como muchos personajes presentados una vez que los protagonistas llegan a Singapur. La subtrama planteada con respecto a los problemas de pareja de una de las primas de Nick importa poco y nada, aparte de que muchos hechos se caracterizan por su inverosimilitud. Sin embargo, “Locamente Millonarios” no fue realizada para ser analizada minuciosamente, más bien es de esos filmes en el que desde un comienzo aceptás sus reglas y te dejás llevar por la propuesta. Disfrutable, graciosa y con un buen mensaje, la película consigue hacer feliz al espectador tanto durante como después de su visionado, y eso es más que un logro.
Es un film que viene precedido de la palabra “fenómeno” en el mercado cinematográfico de Estados Unidos. Es la primera película norteamericana en 25 años (la anterior fue “El club de la buena estrella”) con un elenco totalmente asiático, Pero en este caso con la dirección de Jon M. Chu (los documentales de Justin Bieber), basado en un best seller de Kevin Kwan y un elenco de grandes estrellas como Constance Wu y Henry Golding (la pareja romántica), la legendaria Michelle Yeoh, el cómico Ken Jeong (“¿Qué paso ayer?”), y siguen los nombres. Es una comedia muy hollywoodense, con una muestra de riqueza casi pornográfica que poseen algunos privilegiados asiáticos, como para hacer caer la mandíbula y el muy usado contrapunto entre chica profesora universitaria, sencilla y de familia humilde, enamorado del heredero de un enorme emporio económico. Un detalle que ella ignora hasta que aterriza en Singapur, con la escusa de una boda donde su pareja es el padrino. Y después la fórmula del desprecio porque el heredero no eligió a la prometida indicada, los deberes con la familia, los secretos revelados por un detective y mil enredos conocidos, pero eficaces. Encuentros y desencuentros usados pero acumulados. Toda la primera parte del film es graciosa, ingeniosa y con ritmo. Luego cuando la heroína se “empodera” y renuncia a su amor, se pone peligrosamente empalagosa y obvia. Sin embargo para los amantes del género, aquellos que añoran esas historias de amor con ingredientes graciosos y ese lujo exultante por doquier, encontrarán un entretenimiento ajustado, meloso y ágil.
La comedia globalizada El término “sleeper” se usa en la jerga cinematográfica anglosajona para referirse a las películas que revientan la taquilla de forma sorpresiva, cuando nadie esperaba demasiado de ellas en términos de rendimiento económico. Aun faltando dos meses para el fin de 2018, es casi imposible que alguien le robe el premio de “Sleeper del año” a Locamente millonarios. Los números impresionan: los más de 170 de dólares que lleva recaudados desde su estreno en Estados Unidos la convirtieron en la comedia romántica más exitosa de los últimos diez años. No sería de extrañar que para diciembre, con el lanzamiento en el poderoso mercado chino ya consumado, supere la barrera de los 241 millones de Mi gran casamiento griego y sea la película de este género más taquillera de la historia. Pero, ¿qué tiene Locamente millonarios para causar semejante furor? Las razones hay que buscarlas en su apuesta por un elenco de origen enteramente asiático, toda una oda a la diversidad biempensante en tiempos de Donald Trump. Por fuera de esa particularidad, el film de Jon M. Chu (G.I. Joe: La venganza, Nada es lo que parece 2) es un ejercicio de género clásico y eficaz, sin grandes rispideces ni sorpresas. La raigambre asiática es licuada por la búsqueda de globalidad de Hollywood: si en lugar de asiáticos fueran rusos, italianos o argentinos, el resultado en la pantalla no variaría demasiado. Habría, eso sí, algunos mínimos rasgos culturales a modificar, cuestiones cosméticas de poca incidencia en el arco dramático. A fin de cuentas, Locamente millonarios cuenta una típica historia romántica entre dos personas de diferentes orígenes sociales que deben luchar contra la adversidad de entorno para entregarse libremente a los designios del corazón. Un argumento digno de un melodrama pero que aquí es el trasfondo de una comedia que incluye a los habituales personajes secundarios (Ken Jeong, el chino desaforado y drogón de ¿Qué pasó ayer?, y la hiphopera Awkwafina) dispuestos a aparecer cuando las lágrimas se convierten en una amenaza latente. El muchacho es Nick –interpretado por el británico de ascendencia malaya Henry Golding, también protagonista de Un pequeño favor, otro estreno de esta semana–, un joven chino con una vida en Estados Unidos sin grandes lujos ni ostentaciones, en oposición directa a la riqueza del clan familiar afincado en Singapur. Esta última información la conocerá el espectador al mismo tiempo que su novia Rachel (Constance Wu, estadounidense e hija de padres taiwaneses) cuando viajen –con las piernitas bien estiradas en Primera, desde ya– hasta el país insular para el casamiento del mejor amigo de Nick. Allí Rachel pasa de la sorpresa por el desconocimiento de los orígenes de su pareja a ser escrutada por una familia que no duda en catalogarla de arribista y cazafortunas. Sobre todo Eleanor (la malaya de origen chino Michelle Yeoh), la mamá de Nick y principal celadora de la abultada cuenta bancaria. Ellos tres propulsan el relato hacia puertos archivisitados por las “rom-com”: la visible incomodidad de Rachel ante el ninguneo de Eleanor, un casamiento incomodísimo para una Rachel más visitante que nunca, el resquebrajamiento de la relación y la amenaza de una ruptura que, claro, difícilmente se concrete. Porque acá serán todos asiáticos, pero les pasa lo mismo que a Meg Ryan o Julia Roberts.
Locamente millonarios cuenta la historia de Rachel, que se entera que su novio Nic es el heredero de una de las mayores fortunas de Singapur cuando lo acompana a ese pais para la boda de su mejor amigo. Locamente millonarios es una película basada en la novela homónima escrita por Kevin Kwan y protagonizada por Constance Wu y Henry Golding. Quien los dirige es John M. Chu y el elenco lo completan Michelle Yeoh, Gemma Chan, Awkwafina y el humorista Ken Jeong. Cuenta la historia de Rachel Chu (Constance Wu), una joven estadounidense de padres chinos que está de novia con Nic Young (Henry Golding), descendiente de una de las familias más ricas de Singapur. Pero se entera de esto cuando lo acompaña a este país para asistir a la boda del mejor amigo. Y y allí conocerá a su familia y sufrirá el maltrato de su suegra (Michelle Yeoh), que no la quiere por ser de otra condición social. Por abordar una temática similar, es imposible no comparar a Locamente millonarios con El banquete de boda, segunda película de Ang Lee, que también relata en forma de comedia una historia de amor en la que se rompen las tradiciones culturales del lejano oriente y surge el conflicto. Pero en este caso, su director busca dar a conocer los puntos en común entre oriente y occidente, para alcanzar una mayor cantidad de público, y es así como por ejemplo suena extradiegéticamente la canción Material girl cantada en un idioma oriental, y en la escena una banda toca Can’t help falling in love y canta su letra en inglés. Vale la pena destacar el diseño de producción de esta película, que muestra el lujo donde viven estos personajes, y su estética kistch, donde se destaca un tigre embalsamado en el living de la mansión y una iglesia metodista decorada para la boda como si fuera un arrozal. Y otro buen recurso es insertar en la pantalla, a modo de título, el contenido de los mensajes de texto, a lo que se suma una escena en la que además del montaje paralelo se divide la pantalla para desparramar una noticia. Pero su director abandona estas ideas mientras avanza la película, usando la primera en algunos pocos momentos más, lo que es una lástima, porque es uno de los pocos casos en que hubiera quedado bien. Pero el punto más flojo son las actuaciones, porque ninguno de los protagonistas tiene el carisma suficiente como para generar empatía con el espectador. Y de esta forma resulta muy difícil empatizar con ellos y comprar su historia de amor. Otro problema es que los actores que cumplen la función de comic relief no funcionan como tales, y muchos de sus gags no se logran, por lo que terminan resultando molestos. La única excepción esMichelle Yeoh, una actriz de una larga trayectoria que gracias a su elegancia cumple muy bien su papel de señora de la alta sociedad de su país. En conclusión, Locamente millonarios es una especie de versión actualizada del cuento de La Cenicienta, que posiblemente no funcione para el público argentino por no conocer a sus protagonistas ni a su cultura. Pero la globalización hace que estas películas tan exitosas en otras partes del mundo se estrenen en nuestro país, y nos demuestran que pueden cambiar las épocas y las culturas, pero los conflictos amorosos son siempre los mismos.
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Basada en la novela de Kevin Kwan, "Locamente millonarios", de Jon M. Chu, nos lleva directo a la última época dorada de las comedias románticas. Por si no lo sabían, China se convirtió en un mercado importantísimo para la industria del cine a nivel global, en especial para Hollywood. Películas que en el propio EE.UU. no funcionaron como esperaban (por ejemplo, "Warcraft"), la rompieron en ese país, y al ser tan populoso, les alcanzó para recuperar lo invertido, y hasta obtener exitosas ganancias. La consecuencia de esto es, desde hace un tiempo, ver películas que parecen directamente craneadas para venderse en ese mercado, ejemplos, "Rascacielos", "Megalodón", y sí, "Locamente millonarios". El film dirigido por Jon M Cho, adapta un best seller de Kevin Kwan, y aunque transcurrre y transcribe la cultura de Singapur. Ya se sabe, para occidente, son todos iguales, son asiáticos (sino vean su título original). No es la primera vez que Hollywood trae comedias centradas en un cultura que le es ajena. Pueden hacerlo a modo de burla odiosa como en "The Love Guru", o respetuoso y exitoso como en "Mi gran casamiento griego", o "The Big Sick". De hecho, antes de ver la película, según la promoción, podemos pensar directamente en el film protagonizado por Nia Vardalos. Piensen casamiento, un(a) outsider, tradición cultural, familia sofocante. Los elementos son los mismos. Pero no, Locamente millonarios, viaje un poquito más atrás que "Mi gran casamiento griego" (si bien alguna cosita hay), ¿Se acuerdan de la familia de Cameron Diaz en "La boda de mi mejor amigo" y ese festejo de varios días? Tengan esa idea muy presente. Todo comienza tiempo atrás en Londres. Eleanor Young (Michelle Yeoh irreconocible sin su personalidad de “chica de acción”) llega a un hotel junto a su séquito, y tras ser despreciada por su etnia, se descubre como la esposa y mandamás de un magnate hotelero que acaba de comprar el lugar. Ese es el primer paso con el que los Young llevan su legado por el mundo. Actualidad. Nick (Henry Golding), uno de los hijos de Eleanor, vive temporalmente en Nueva York para culminar sus estudios empresariales y regresar a su hogar en Singapur. En el medio, Nick se enamora de Rachel (Constance Wu), profesora de tácticas de juegos y apuestas económicas, también de Singapur, pero proveniente de una familia “no tradicional”, o “no pura”, llámenlo como quieran. El romance se mantiene más o menos en secreto, hasta que un hermano de Nick anuncia su boda, y este decida viajar hasta su país con su pareja para presentarla en sociedad. "Locamente millonarios" es una comedia de choque cultural. Si bien Rachel tiene a su familia, mejor dicho a su madre, que emigró de Singapur, nació en EE.UU., es hija de madre soltera que rompió la tradición, y tendrá mucho que aprender sobre cómo comportarse en la alta sociedad de ese país. Como condimento extra, hay historias de trasfondo con los personajes, algunas más localistas, y otras universales. Como para descontracturar, y que no todo este centrado en la pareja central, una decisión muy inteligente para hacer ameno las casi dos horas de duración que pasan volando. Hay infidelidades, terceros en discordia, comic relief geniales (como la amiga de ella, el fiestero, la goldigger, y las hermanitas arpías), y satélites que quieren ver a Nick y Rachel separados. Les dije, es La boda de mi mejor amigo. A diferencia del clásico con Julia Roberts, la clase alta de Singapur se expone ostentosa, muy ostentosa, estrafalaria, pero a modo de tradición, introduciéndonos en los diferentes escalafones aún dentro de la que podemos considerar clase alta. Rachel visita primero a una amiga de Singapur, y ya la vemos ostentosa… pero ellos en verdad son clase media, los Young son realmente ostentosos. Claramente hay una sátira ante esa ostentación. Una sátira siempre respetuosa, más que una crítica, un modo de entender qué es lo que ocurre dentro de ese microcosmos. Cualquier tipo de mirada anti capitalista, socialista, o como quieran configurarla, no pertenece a esta propuesta de tono liviano, es lo que es. El director de "Nada es lo que parece 2" y "G.I.Joe 2", copia directamente la fórmula de la comedia romántica noventosa. Alguien ahí ama a Julia Roberts, y hay homenajes a varias películas suyas. Es en ese juego, que locamente millonarios sale ganando. El elenco completo se luce cada uno en su rol, la construcción de personajes es más que correcta. El ritmo es constante y variado como para siempre estar contando algo. Visualmente, la ostentación es un punto a favor, y hay escenas que hasta parecen oníricas de la belleza y precisión coreográfica que presentan (no todas tienen que ver con lo millonario, como el juego de Majohng). Este tipo de propuestas tradicionales es lo que Hollywood mejor sabe hacer, y por eso, "Locamente millonarios" funciona como un violín, que no sorprende, pero entretiene y mucho.
Kevin Kwan es un escritor nacido y criado en Singapur que a los once años emigra a Estados Unidos cumpliendo el sueño de vivir en Nueva York. Amante tanto de Scott Fitzgerald como de Joan Didion, luego de una larga carrera como emprendedor de proyectos visuales, se lanza al mercado editorial en 2013 con su novela debut “Crazy Rich Asians” (“Locamente Millonarios”), iniciando de esta forma una más que exitosa trilogía, a las que siguieron las exitosas “China Rich Girlfriend” (“Novia china Rica”) y “Rich People Problems” (“Problemas de gente rica”). Su pluma filosa describe con mucho humor y con fina ironía las desventuras de la clase alta de Singapur, mezclando de esta forma sus vivencias personales y las de su familia de origen, con la ficción. Y es justamente por eso que “LOCAMENTE MILLONARIOS” respira un aire sumamente genuino: Kwan sabe perfectamente de lo que habla, es la sociedad en la que él se ha criado y que hoy, desde su distancia geográfica, puede mirarla con otro cristal. La historia que propone “LOCAMENTE MILLONARIOS” es más que simple: Nick Young está hace poco más de un año de novio con Rachel Chu, una profesora de matemática de la Universidad, inteligente y atractiva. Ante el casamiento del mejor amigo de Nick en su Singapur natal, ellos deciden emprender el viaje para asistir a ese importante evento y será entonces, la posibilidad de que Rachel conozca a todo su entorno y Nick le presente a su familia. Lo que Rachel desconoce por completo es que su novio es uno de los solteros más codiciados porque justamente pertenece a una de las familias más escandalosamente ricas del país. El guion que adapta este exitosísimo best-seller, está firmado por Peter Chiarelli (quien también hizo el guion de “Nada es lo que parece 2” y “La propuesta” con Sandra Bullock) y Adele Lim y apuesta abiertamente a jugar con todas las recetas ya probadas, a mantenerse en una segura zona de confort en donde la película no logra crecer más allá de sus esquemas. Todo sabrán leer entre líneas que el argumentos plantea una vez más (y van…) la historia arquetípica de niño rico-chica pobre que es la base de cualquier telenovela de la hora de la siesta y que en este caso, no escapará a ninguno de los lugares comunes. Si bien en este caso no hay diferencias intelectuales. Rachel es hija de madre soltera, con buenos valores pero sin el sustento económico ni el contacto social que tiene la familia de Nick, con lo cual desde el momento mismo de la presentación será rechazada por su futura suegra y por sus tías políticas porque no es la novia que se espera para él. ¿Suena conocido? Sin embargo, a favor de “LOCAMENTE MILLONARIOS” podemos decir que su director Jon M Chu, durante dos horas logra imprimir un ritmo que entretiene en todo momento y que como plus, nos regala los paisajes de la imponente Singapur –que visualmente nos quita la respiración y nos dan ganas de unas inmediatas vacaciones en esa ciudad-. Nos hace participar de lujosas fiestas y espiar, en cierto modo, la vida de esos “nuevos ricos” que se mezclan con los verdaderamente millonarios y familias de alcurnia, logrando armar aún en su simpleza y su liviandad, una de las comedias visualmente más lujosas y con un despliegue de producción absolutamente abrumador, típico de las comedias de la época dorada de Hollywood. También es atractiva la mezcla que se da entre una novela filmada de un modo que parece homenajear a las comedias de Doris Day –tan ingenuamente blancas como divertidas y fastuosas- con una historia secundaria –la de la amiga de Rachel que vive en Singapur con quien pactarán un reencuentro- que le permite un tono de comedia delirante al mejor estilo “Que pasó ayer?” y que es donde indudablemente gana fuerza y se despega de la receta arquetípica. Los dos protagonistas tienen la química perfecta para crear el clima de romance con ese toque sumamente naïf y tan necesario más la dosis justa de erotismo apto para todo público. Henry Golding (a quien vemos en otro estreno de la semana “Un pequeño favor”) y Constance Wu se lucen en el tono que sus papeles les proponen para sus personajes, como así también Michelle Yeoh (“El tigre y el dragón” “Kung-Fu Panda”) como la madre de Nick de inmediata enemistad con Rachel, sacando provecho para el lucimiento su costado malvado y Gemma Chan (de próxima aparición en “Capitana Marvel”) quien tiene a su cargo el rol de Astrid, prima de Nick, una modelo multimillonaria que se ha casado también con el hombre socialmente equivocado que es una de las historias secundarias del filme. Pero sin dudas la familia de Peik, la amiga de Rachel, es la que más llamará la atención porque es en donde “LOCAMENTE MILLONARIOS” logra hacer reír con diálogos chispeantes, situaciones bordeando el delirio y sobre todo, con el retrato de una familia que no puede negar pertenecer a esa raza denominada “nuevos ricos” que exudan mal gusto, pésimos modales, delirios de grandeza y una estética tremendamente kitsch –con un tono digno del Miami de Ricardo Fort- pero que son, al mismo tiempo, profundamente queribles. Allí se lucen Awkwafina (de “Ocean’s 8: las estafadoras”) como Peik, su hermano (mezcla de “freak” y nerd estilo asiático) y Ken Jeong (estrella de la saga “Qué paso ayer?”) como el pater familia. Una nueva versión de clásica historia de la chica pobre convertida en princesa, en tono moderno y con un elenco asiático en su totalidad, con un infrecuente esfuerzo de producción, que se presenta como el camino exacto para ganar nuevos mercados (no casualmente algunos segmentos de la historia respiran un aroma a las producciones de Bollywood que convocan multitudes en la taquilla) y volver a las fuentes, a esas comedias blancas y familiares que fueron y siguen siendo una clásica fuente de entretenimiento en estado puro.
Basada en la novela de Kevin Kwan, el cineasta Jon M. Chu (Nada es lo que parece 2) presenta Locamente Millonarios, una comedia romántica-dramática hollywoodense protagonizada por un elenco completamente asiático. La película parte de una premisa básica: Rachel Chu (Constance Wu), una joven profesora de economía, viaja junto a su novio, Nick Young (Henry Golding), a Asia por la boda del mejor amigo de éste. Allí la protagonista se encontrará con una sorpresa muy particular: su novio es un multimillonario con una familia ultraconservadora. Rachel no sólo deberá intentar ganarse el corazón de la familia de su novio (algo que parece completamente imposible: no es china nativa, su familia no es adinerada, su madre es una inmigrante y su padre la abandonó), sino que también deberá hacerle frente a todas las mujeres que durante años intentaron conseguir la atención de Nick, el hombre más codiciado de todo Singapur. Locamente millonarios logra destacar en gran parte por realizar una película basada en la cultura china e incluir, por ende, a un elenco asiático. Esto rompe con el esquema general de Hollywood que, cuando realiza películas basadas en otras culturas, coloca como protagonistas a actores que poco representan aquello que quieren mostrar. Posiblemente uno de los puntos más destacables del film en cuanto al repaso por la cultura asiática sea el soundtrack. Este está armado principalmente por canciones de origen asiático o versiones en chino mandarín de algunos clásicos, como Material Girl de Madonna. Aun así, también se incluyen algunas canciones en inglés, lo que ocasiona que se “rompa” el clima de una cultura alejada de lo hollywoodense. Si bien la película resulta medianamente entretenida, tiene un guion predecible y lleno de tópicos. Desde un comienzo el espectador puede deducir cómo va a terminar todo. Pese a ser una comedia, las situaciones que deberían ser graciosas son en su mayoría forzadas (y no dan gracia). Además, la trama no presenta nada novedoso para este tipo de películas por demás explotadas a lo largo de la historia.
Dirigida por Jon M. Chu (“Step Up 2 y 3 “; “GI Joe: La venganza”), está basada en la exitosa novela de Kevin Kwan (2013, que le da lugar a un trilogía. Esta una comedia romántica, es como un cuento de Cenicienta moderna. Una joven neoyorkina Rachel Chu (Constance Wu, “Recién llegados” serie de televisión), inteligente, sencilla, profesora en economía, conoce a Nick Young (Henry Golding) guapo, simpático, seductor, cariñoso, ellos se enamoran y viven momentos increíbles. Él le pide que lo acompañe a la boda de su amigo Colin Khoo (Chris Pang) y Araminta Lee ( Sonoya Mizuno) y cuando llega a Singapur se entera que Nick es un codiciado multimillonario y tendrá de enemiga a Eleanor, su futura suegra (Michelle Yeoh, “La fuerza del amor”, “ La Momia 3: La tumba del emperador dragón”), entre otras mujeres. Algo similar le pasaba a Jennifer Lopez en “Una suegra de cuidado” bajo otro contexto. Nos encontramos con la Cenicienta del siglo XXI, contiene una gran producción, con locaciones dotadas de hermosura, las joyas, el vestuario, automóviles, comidas y las tradiciones de Singapur. Además se tocan temas como el amor, frivolidad, la envidia, la intolerancia, la discriminación, el apego a las tradiciones, entre otros contenidos.
ASIÁTICOS PARA PRINCIPIANTES El éxito de Locamente millonarios es explicado básicamente por estos particulares tiempos de corrección política extrema (casi dictatorial por momentos), donde muchas obras son reivindicadas solo por el mensaje explícito que transmiten y no por el modo en que lo transmiten, como si la forma y el contenido siempre fueran por separado. Porque si no es difícil de entender cómo una película tan superficial, facilista y hasta elitista puede pasar, no solo como un ejemplo de buena comedia romántica, sino también como un caso de plena inclusión y representatividad. Y no, este relato sobre Rachel, una joven neoyorquina que viaja a Singapur para conocer a la familia china de su novio Nick (que resulta ser una especie de dinastía ultra-poderosa y rica) es una operación comercial algo astuta –tampoco tanto- destinada a complacer con algunas migajas a las minorías y apelar a la buena consciencia de las mayorías. Hay un par de momentos, muy escasos por cierto, donde Locamente millonarios amaga con ser una comedia romántica medianamente decente: por ejemplo, una ceremonia de casamiento pautada por el tema Can´t help falling in love, de Elvis Presley; o una declaración de amor jugando con la autoconsciencia y la incomodidad en un avión. Pero son solo chispazos, pasajes mínimos donde el film de Jon M. Chu se preocupa por construir los vínculos amorosos entre los protagonistas. La mayor parte es una especie de explicación antropológica elemental sobre los ritos y códigos de una familia y un núcleo social que se la pasa bravuconeando su pertenencia oriental mientras despliega comportamientos occidentales. Es que en verdad, Locamente millonarios es casi involuntariamente un retrato de los dilemas que atraviesa parte de la cultura asiática a partir de su apertura económica e inserción plena en el capitalismo globalizado: esa tensión, aún no resuelta del todo, entre los valores cimentados en las tradicionales orientales y las nuevas conductas que se asimilan desde Occidente. Pero la película no se hace cargo de ese conflicto, sino que se concentra en celebrar el despliegue obsceno de lujo y dar las respuestas más fáciles posibles, apelando a una multitud de giros dramáticos entre arbitrarios e inverosímiles. En el medio, una sucesión de personajes dedicados a hacer números de humor –como los encarnados por Awkwafina y Keng Jeong, que lo hacen con relativa fortuna-; decir cosas “importantes” sobre las relaciones de pareja –toda la subtrama del personaje de Gemma Chan, que hace lo que puede y es claramente insuficiente-; o desplegar actitudes crueles porque sí, como la madre de Nick, a la que solo la dignidad en la interpretación de Michelle Yeoh la salva mínimamente. El objetivo de fondo es la complacencia: ponemos a asiáticos como protagonistas de un film mainstream hollywoodense, pero solo si son ricos y se comportan de acuerdo a los esquemas básicos occidentales. Y si hay que mostrar algo eminentemente ligado a lo oriental y/o asiático, se lo explica a través de la palabra, no sea cosa de tener que entender algo desde las acciones, las miradas o los gestos. Lo peor es que esta mecánica facilista, este tipo de representación banal y estereotipada, es aceptada y celebrada también por las minorías orientales que residen en Occidente. O sea, esta idea plana y lineal es asimilada por una comunidad con una pobre concepción de sí misma. El éxito de Locamente millonarios puede asociarse con el de películas como Cincuenta sombras de Grey o Pantera Negra: un pretendido empoderamiento que no deja de ser sumisión.
Singapur mon amour. Locamente Millonarios es un film que promete continuar con la taquilla, adaptada del bestseller de Kevin Kwan y dirigido por Jon M Chu, utiliza la fórmula clásica de la comedia romántica hollywoodense, para contar la historia de amor de un hombre rico y una mujer pobre, juntados por el azar. Lo particular radica en que todo el film es protagonizado por un elenco enteramente asiático como ocurriese hace 25 años con la recordada The Joy Luck Club, conocida como El club de la buena estrella. El film nos introduce en el viaje que realizan a Singapur. Rachel (Constance Wu), nacida en China y residente en Estados Unidos desde su infancia, y de Nick (Henry Golding), nacido en Singapur. Ambos asisten a la boda del mejor amigo de Nick. Rachel no sabe que la familia de su novio es dueña de gran parte de las riquezas de aquel país y una vez llegados ella deberá enfrentarse a la tradición familiar y al impedimento de todos sus allegados para poder estar junto a Nick. Si bien existe una buena química entre los personajes, me atrevo a destacar a la actriz Awkwafina, quien con su actitud en pantalla concentra la mayor parte de la comedia. La familia de Nick, los Young, en cambio, se identifican por la antipatía y la relación conservadora entre sus integrantes. El guión en ciertos momentos resulta un tanto aburrido al caer en diálogos obvios y vacíos. Asímismo, no pasan desapercibidos los paisajes majestuosos y ostentosos en mansiones, playas, y ciudades, aprovechados al máximo. La banda sonora, integrada por covers de populares canciones inglesas tampoco desentona con esta propuesta liviana y multicultural.
MI GRAN CASAMIENTO CHINO Acá la jodida, es la familia del novio. Si todavía quedaban dudas, este 2018 terminó de demostrar que la “representación importa” cuando se trata de historias cinematográficas y su relación con el público. Sí, fue durante este mismo año que “Pantera Negra” (Black Panther, 2018) rompió todos los récords de taquilla del cine superheroico, y fue también en el que esta dramedia romántica se convirtió en un éxito rotundo durante el verano yanqui, siendo también la primera producción que se estrena de un gran estudio hollywoodense con un elenco mayoritariamente asiático, ambientada en la modernidad, desde “El Club de la Buena Estrella” (The Joy Luck Club, 1993). ¿Por qué tanta alharaca? PORQUE LA REPRESENTACIÓN IMPORTA y ya no hay vuelta atrás para poner excusas. Jon M. Chu no es un realizador con títulos imponentes, pero aportó su granito de arena al mainstream cinematográfico con “Nada es lo que Parece 2” (Now You See Me 2, 2016) y “G.I. Joe: El Contraataque” (G.I. Joe: Retaliation, 2013). El tipo también tiene experiencia acumulada con varios musicales que, suponemos, le ayudaron a manejar la parafernalia de esta historia que nos lleva a un mundo casi fantástico o, al menos, a uno que sólo podemos imaginar en nuestros sueños más salvajes. Peter Chiarelli y Adele Lim son los guionistas encargados de adaptar la novela homónima de Kevin Kwan, la historia de Rachel Chu (Constance Wu), una joven e inteligentísima profesora de economía de la Universidad de Nueva York, que tras un año de relación está dispuesta a viajar a Singapur para la boda del mejor amigo de su novio, Nick Young (Henry Golding), y de paso conocer a su familia. Hasta ahí “Locamente Millonarios” (Crazy Rich Asians, 2018) comparte gran parte de su argumento con una infinidad de películas, pero resulta que los Young no son cualquier familia, y la noticia de que el heredero de un emporio inmobiliario multimillonario anda enseriado con una señorita, llega más rápido a los oídos de su madre, que lo que Nick trata de explicarle a Rachel su complicado estatus económico. Ella, norteamericana y asiático descendiente, hija de una madre inmigrante que nunca terminó los estudios y llegó a Estados Unidos huyendo de la miseria de su país de origen, no está muy al tanto del mundo de los bienes raíces, mucho menos del jet set internacional, y tarde se desayuna con que su enamorado es bastante más famoso de lo que pudiera imaginar. Una vez en Singapur, y ya en medio de los preparativos de lo que parece ser la boda del siglo, Rachel tiene el primer encontronazo con los Young y entiende, desde ese momento, que no le cae nada bien a mamá Eleonor (Michelle Yeoh). No importa cuán inteligente sea, o cuanto la quiera su hijo, Chu es una “plebeya” que nunca va a lograr encajar con los estándares de la familia, y mucho menos entender el papel que Nick juega en el futuro de esta dinastía. Todo puede resultar muy “Capuletos y Montescos”, o una historia plagada de lugares comunes, pero “Locamente Millonarios” trasciende muchos de esos clichés y se mete de lleno en un universo totalmente ajeno al nuestro, incluso más frívolo y estrafalario que cualquier reality ambientado entre los platudos de Beverly Hills. Esto es parte de otra liga, y como Rachel, no podemos dejar de maravillarnos por los paisajes y los lujos de Singapur, las excentricidades de estos “asiáticos locos y ricos”, y ciertas costumbres que chocan, incluso dentro de la propia comunidad. Acá vendría a sonar “Everyone's a little bit racist” de Avenue Q, claro que más enfocada en billeteras y árboles genealógicos. No importa que Rachel sea maravillosa e independiente, sin la aprobación de mamá y, aún peor, la abuela, no hay romance que valga. Mientras los preparativos del casorio de Colin y Araminta revolucionan al continente, a Rachel le toca lidiar con Eleonor y el resto de los Young, que van a convertir su estadía en un infierno. Claro que no está sola, Goh Peik Lin (Awkwafina), compañera de la universidad, le hace el aguante y la pone al día con las costumbres locales; pero también tiene el apoyo de Astrid (Gemma Chan), prima de Nick, que debe hacerle frente a sus propios problemas familiares. “Locamente Millonarios” es una historia moderna que mezcla las tradiciones milenarias de esta cultura –temas como la comida y el traspaso de las costumbres, con los que cualquiera nos podemos identificar-, con todas las comodidades y miserias del presente. Sí, hay una historia de amor y decisiones que pueden alterar la vida de muchos, para bien y para mal, pero lo más importante e interesante son las relaciones que se establecen entre todos estos personajes diferentes, y el papel que se le asigna a la mujer en esta sociedad en particular. Eleonor, Astrid y tantas otras se nos presentan como mujeres poderosas que, además, deben velar por el bienestar y el qué dirán de sus familias. Son las caras más visibles de la sociedad, pero también las que muchas veces abandonaron todo para ponerles el hombro a sus más que exitosos maridos. Las tradiciones nada tienen que ver con esto, y los realizadores se concentran en destacar que los cambios coyunturales que se viven en el mundo no les son ajenos, y que cada una de ellas eligió el camino más conveniente. De ahí, que la película no sea solamente una historia de “amor prohibido”, llena de enredos y momentos tiernos entre los enamorados. Rachel y Nick están en el centro, sí, pero su romance es la excusa perfecta para examinar un montón de cuestiones sociales que trascienden cualquier tradición y comunidad. La mayoría del tiempo la historia es hilarante, sobre todo cuando se trata de Peik Lin Goh y su familia, pero “Locamente Millonarios” también le deja su lugarcito a los discursos feministas, y es ahí donde la termina clavando en el ángulo. Jon M. Chu aprovecha todos los escenarios de la región, entre paradisiacos y futuristas (¿esos edificios son reales?), para terminar de delinear este “cuento de hadas” y poco y nada tiene que ver con la Cenicienta, pero mucho con el rol de la mujer en la actualidad, y más aún en sociedades tan estrictas. Su puesta en escena es espectacular, vestuario y casorio incluidos, pero son las actuaciones las que humanizan una historia que, de otra manera, podría caer en demasiados convencionalismos. Wu y Yeoh se sacan chispas cada vez que se cruzan en la pantalla, representando dos estilos diferentes y dos generaciones que deben aprender la una de la otra. Esta vez, la historia se enfoca en los chinos (aunque podría aplicarse a cualquier comunidad), dejándonos espiar sus costumbres, que son tan parecidas y diferentes a las de muchos de nosotros. LO MEJOR: - Una historia que, a pesar de las frivolidades, nos engloba a todos. - Para bien o para mal, son las mujeres las que llevan adelante este relato. - Wu, Yoh y Chan son lo todo. LO PEOR: - Que de a ratos se deja llevar por los convencionalismos. - No nos da el presupuesto para vivir la vida de estos muchachos.
Rachel (Wu), una profesora neoyorquina, está saliendo con su novio Nick (Golding) desde hace un año. Él la invita a la boda de su mejor amigo en Singapur, y como excusa para conocer a su familia. Su relación tendrá la prueba de fuego cuando ella conozca a la familia millonaria de él, pero por sobre todo a su tradicional madre. ¿Obtendrá Rachel la aprobación de su suegra? Locamente Millonarios es una refrescante comedia romántica que logra resaltar de entre las otras no solo por el elenco en su mayoría asiático (Jet Li hace un pequeño cameo como fotógrafo de revistas!), sino por un excelente guión y momentos muy divertidos. La elección de mostrar a Singapur y la cultura oriental como pocas veces la hemos visto. La película juega con los estereotipos, los rompe y los remoldea para entretener y mostrar una versión distinta de lo que usualmente Hollywood nos muestra de Singapur y la cultura oriental. Cabe destacar la labor de Constance Wu que logra transmitir las emociones de Rachel y la hace identificable y agradable para la audiencia. Las locaciones elegidas parecen extraídas de revistas de turismo. La banda sonora acompaña cada perfectamente cada escena con una variedad de canciones que te resuenan después de salir de la sala. Como para tener en cuenta, la película es la comedia romántica que más recaudó en la última década y la primera en 25 años con un elenco en su mayoría de ascendencia asiática y ya se encuentran trabajando en una secuela. Locamente Millonarios (Crazy Rich Asians, 2018) Director: Jon M. Chu Elenco: Constance Wu, Henry Golding, Michelle Yeoh, Gemma Chan, Awkwafina, elenco. Calificación 9/10
El cineasta californiano Jon M. Chu (responsable de films como “Justin Bieber: Never say never”) presenta “Locamente Millonarios”, comedia dramática que viene de causar furor al momento de su estreno en Estados Unidos. Constance Wu es Rachel Chu, una joven que viaja junto a su novio (Henry Golding, en el rol de Nick Young) hacia Asia, con motivo de la boda de su mejor amigo. Allí, la protagonista de nuestra historia descubrirá que su prometido es un multimillonario y su familia pertenece a una realeza asiática. Basada en la novela homónima de Kevin Kwan, el libro pertenece a la primera entrega de una trilogía que se presume best seller y la premisa inicial sobre la que se estructura nos trae el relato sobre una joven habitante de New York (ciudad cosmopolita si las hay, y el guiño se entiende) buscando integrarse a la dinastía conservadora que pertenece la familia de su prometido. Las diferencias de clase y desventajas sociales con las que carga Rachel serán una zona de conflicto evidente que nuestra heroína deberá sortear, al tiempo que tendrá que lidiar con el impacto que la figura de su novio causa en tierras lejanas: sucede que Nick es un auténtico rompecorazones en Singapur. El esquema de Hollywood de realizar films para retratar otras culturas dominantes no es algo poco frecuente. Es entonces cuando las tradiciones y costumbres se contraponen a los cruces idiomáticos y el dominio cultural: suenan clásicos de Elvis Presley y Madonna reformulados, quedando poca sustancia de su auténtica pertenencia oriental. Desordenada mezcolanza que responde a tendencias de moda y deja ver las concretas intenciones que la industria mainstream hollywoodense tiene detrás de este producto. Razones por las cuales comprendemos el efecto del capitalismo globalizado sobre este tipo de films, del cual ya se intuye su secuela: al momento de su lanzamiento en salas disfrutó, como es de esperarse, de un sonado éxito comercial. Esta comedia romántica se desarrolla mediante tópicos forzados que nos van alertando sobre una trama previsible. La típica historia de la cenicienta protagonista de la novela rosa en dónde deberá superar los escollos que como plebeya le presenta la estirpe a la que pertenece su prometido, a quien intentará conquistar para ser considerada ‘parte’ de la familia. Una dirección insípida acompaña actuaciones poco inspiradas por parte de un elenco enteramente asiático, en donde sobresale el calibre de un nombre como el de Michelle Yeoh, sumándose a los intérpretes Gemma Chan, Awkwafina y Ken Jeong. Para dotar a la historia de identidad, canciones de origen asiático dan vida al soundtrack de la película, mientras una serie de eventos van dando forma dramática a “Locamente Millonarios”, acompañada por una música incidental que remarca el aspecto más sentimental de la trama. Una colorida fotografía y ciertos coqueteos con estéticas kitsch avizoran algo de temprana originalidad, no obstante no consiguen disimular decisiones narrativas inverosímiles y banales estereotipos diseminados a lo largo de un excesivo y superfluo metraje.
“Locamente millonarios” fue un éxito de taquilla totalmente inesperado en EEUU. Nadie suponía que en esta era de superhéroes y otros tanques por el estilo una simple comedia romántica iba a recaudar millones. Pero está claro que el exotismo vende, y las películas sobre bodas (recordar “Mi gran casamiento griego”) todavía funcionan para el público masivo. Acá la trama es muy simple: Rachel es una neoyorquina de origen chino que está de novia con Nick, un muchacho aparentemente común que nació en Singapur. Nick la invita a la boda de su mejor amigo en su tierra natal, en la lejana Asia, y allí ella se entera que Nick es heredero de la familia más rica y poderosa de Singapur, a su vez el país más próspero del mundo. Traducción: riqueza a mares, lujos y todo tipo de excentricidades. Para colmo, Rachel es una brillante profesora de Economía, pero es de origen humilde, y la familia de él la rechaza. A partir de ahí, “Locamente millonarios” es un extenso muestrario de todos los estereotipos y los lugares comunes de las comedias románticas. Al principio seduce con su cuento de hadas, pero rápidamente comienza a aburrir con escenas previsibles. Una perlita aparte es la banda de sonido con clásicos melosos del pop cantados en chino, que a veces emociona y otras veces dispara una risa incómoda.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
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Basada en la novela homónima de Kevin Kwan, “Locamente Millonarios” comienza cuando Nick Young invita a su novia Rachel Chu, profesora de economía en Nueva York, a que lo acompañe a Singapur a la boda de su mejor amigo. Pero lo que ella no sabe es lo codiciado que es su novio y que su familia es multimillonaria. Conocer a los familiares de Nick será todo un reto. “Locamente Millonarios” es una película bastante convencional en lo que respecta a las comedias románticas, en las cuales la pareja del protagonista conoce a la familia del novio o novia. Siempre hay algún miembro al cual no van a lograr satisfacer hasta que prueben que están a la altura de la situación. En este sentido, la cinta sigue al pie de la letra la estructura preestablecida en este estilo de historias, volviéndola un tanto predecible a tal punto de que no hay mucha sorpresa para los espectadores. De todas formas, la película de Jon M. Chu le imprime su estilo asiático a la trama, ahondando en su idiosincrasia y sus tradiciones. Es decir, que de alguna manera adapta la convencionalidad de las comedias románticas estadounidenses a su propia cultura, impregnando a la historia de frescura y entretenimiento. En este sentido, cabe recalcar la elección de un elenco integrado solamente por actores asiáticos, donde se destacan sus protagonistas Henry Goldin y Constance Wu, quienes logran establecer una buena química para desarrollar sus papeles. Asimismo, los personajes secundarios de Peik Lin (Awkwafina) y Oliver (Nico Santos), sobresalen por ser lo más extravagantes y graciosos de la película, como también el rol de Michelle Yeoh como la severa y celosa madre de Nick. En contra nos topamos con el hecho de que la mayoría del film está hablado en inglés. Si bien una de las tramas es la americanización de los protagonistas, que dejan de lado las costumbres, quienes viven en Singapur también se manejan en inglés sin ninguna justificación aparente. Hubiera sido mejor si se mantenía el idioma original. No ocurre lo mismo con la música, que sí logra preservar el idioma, e incluso tenemos canciones pop conocidas de Madonna o Coldplay en chino. También se debe subrayar la ambientación, ya que nos mete de lleno en ese clima excéntrico, voluptuoso y ostentoso. En síntesis, con “Locamente Millonarios” nos encontramos ante una historia ya conocida en varias oportunidades, pero que logra entretener al público a partir del abordaje de la idiosincrasia asiática, la frescura de sus personajes y la banda sonora que acompaña muy bien cada momento.
Ni comedia ni romántica Cuando uno se presta a ver una comedia romántica, sabe que van a pasar ciertas cosas: una pareja destina a ser feliz encuentra un par de obstáculos en el camino, entra en crisis y finalmente de reconcilia. Algunas ingeniosas excepciones han logrado variantes, como «La boda de mi mejor amigo» o «Begin again», por ejemplo. Aferrarse a las reglas del género está perfecto y eso no tiene nada que ver con el resultado. «Locamente millonarios» se presenta como una comedia romántica cuya diferencia es algo que en Hollywood no pasa nunca: todos sus protagonistas son asiáticos. Pero ante la promesa de ver «Mi gran casamiento asiático», la película no es más que un conglomerado de clichés que ni siquiera coquetea con lo cursi. ¿De qué se trata ‘Locamente millonarios’? Rachel Chu (Constance Wu) es una profesora de economía neoyorkina de origen chino que está en pareja con Nick Young (Henry Golding), un atractivo millonario oriundo de Singapur. Al ser él elegido como padrino de una boda, ambos viajan a Singapur, donde ella descubrirá que la familia de su novio es una de las más ricas de Asia, y que su suegra, además, la ve con malos ojos. Ni comedia ni romántica Es cierto: me cuesta ver comedias románticas, pero también hay algunas que me sé de memoria. Tras un paso bastante triunfal por la temporada de premios, decidí ver «Locamente millonarios». Esperaba algunos buenos gags, algunos momentos románticos ingeniosos… pero nunca pasó. Como si pareciera que la excusa de hacer una película con actores asiáticos bastara para satisfacer al público en busca de algo diferente, el film no termina de dar más que una buena cantidad de escenas en escenarios espectaculares. Panorámicas modernísimas de Singapur, casas de lujo desbordante, una boda por todo lo alto… lo demás no importa. La protagonista se enfrenta a una suegra que no la aprueba, él se rencuentra con su familia, hay lágrimas y redención. Hay de todo, menos guion. Solo Awkwafina, quien interpreta a la amiga de la protagonista, logra ofrecer momentos graciosos. Lo demás, no es más un paseo simplista por el lujo y la excentricidad de asiáticos millonarios. Tirando por la borda la oportunidad de hacer una buena comedia romántica que vaya más allá de un conglomerado de clichés, «Locamente millonarios» no es más que cotillón. Eso sí, del más caro. Puntaje: 4/10 Título original: Crazy Rich Asians Duración: 121 minutos País: Estados Unidos Año: 2018