Te Extraño, Phillip Morris 10 películas para elegir en el Village Recoleta: 2 (Super 8 y El Significado del Amor) ya las había visto. A 3 les tenía desconfianza (Larry Crowne, El Mundo Según Barney, Amigos con Beneficio, que me daba deja vu en realidad) 2 eran nacionales pero no me interesaban demasiado (La Patria Equivocada y Cerro Bayo) y podía apostar por lo seguro: Abbas Kiorastami + Juliette Binoche (Copia Certificada) o la oscarizada Susanne Bier (En Un Mundo Mejor). Pero la verdad, es que tenía ganas de reirme con un producto inteligente. Así que aposte nuevamente al duo Ficarra/Requa, que ya me había dado dos alegrías en el pasado: el guión de Un Santa no Tan Santo y Una Pareja Despareja (I Love you Phillip Morris). Humor cínico, crítico, puesta en escena fuera de lo tradicional y un elenco soberbio. Además el guión esta vez lo firmaba, Dan Fogelman que había escrito Cars y Enredados. Realmente le tenía fe a esta supuesta comedia romántica. Pero las mejores intuiciones suelen fallar a veces. Loco y Estúpido… es una comedia dramática romántica, que habla básicamente de lo difícil que es saber si uno está o sigue enamorado de una persona, de la búsqueda del alma gemela, de la reivindicación del núcleo familiar tradicional estadounidense, la importancia de los valores, y conseguir el sueño americano. Paren. Puedo esperar esto de Fogelman (aparecen en Cars estos mismos temas, pero Lasseter hace magia cinefila con ellos), pero Ficarra y Requa han vendido una ideología, una filosofía de vida en pos del ¿éxito comercial? (aunque los protagonistas de Phillip Morris también se veian como almas gemelas, el tono era otro). Cal (Carrell) y Emily (Moore) son un matrimonio cuarentón que se casó muy joven y llegados a cierta edad no saben que más hacer con su vida conyugal. Por eso, ella le pide el divorcio y admite haber tenido sexo con un compañero de oficina. Cal no lo puede soportar y enseguida se muda solo. Ambos tienen hijos y esto no es fácil para ellos, especialmente para Robbie (Bobo) de 12 años, que está enamorado de su niñera de 17, Jessica (Tipton), que a la vez está enamorada de Cal. Deprimido, Cal pasa sus noches en un bar donde es observado por Jacob (Gosling), un playboy, casanova innato que le tiene lástima y le da lecciones para “levantarse” mujeres y al mismo tiempo, cambia completamente su vestuario y peinado, transformándolo en un seductor maduro. Si estas subtramas no son suficientes tenemos a Hannah (Stone), una aspirante a abogada, que deja pasar la oportunidad de pasar una noche con Jacob para abocarse a su estudio y trabajo. Todo esto parece mucho, pero son simplemente los primeros 5 minutos del film. El problema es el resto. Lo que más desorienta, confunde de Loco, Estúpido es como dos directores que supieron ser subversivos, transgresores para los cánones de Hollywood, decidieron convertirse en un dúo tan conservador y cursi a la hora de hablar de amor. No es que sus películas no tuviesen una moralina subliminal, pero siempre estaban codificadas por el humor negro, el absurdo y una cuota de surrealismo, básicamente porque los personajes eran tan fríos, salvajes y pragmáticos que costaba creer que fueran humanos. Acá sucede lo opuesto. Se llevan todas las situaciones al extremo del romanticismo cursi, de situaciones clisés (al menos en una escena lo admiten), lugares comunes y resoluciones previsibles. Los personajes son sólidos, pero un poco estereotipados. Los más interesantes, acaso son Jacob y Hannah, pero Ficarra y Requa por momentos se olvidan de ellos, los dejan de lado y los van convencionalizando hasta que no queda nada de lo que los hacía interesantes al principio de la historia. Visualmente, los directores también se apartan de la cuidada puesta en escena de Phillip Morris. Hay una distinguida elección de colores, y por momentos la fotografía aporta a generar ambiente, pero no es lo mismo. Resulta forzado y al mismo tiempo, no es muy inspirado. Se empasta con cualquier otra comedia dramática que se ve hace muchos años. Si bien, desde el comienzo queda claro que no es una comedia, sino que se enlazan momentos humorísticos a escenas dramáticas (algo así también sucedía en Phillip Morris, pero el propósito era otro), el sentimentalismo toma demasiado protagonismo. Frases hechas que algún momento fueron criticadas por uno de los personajes, terminan siendo habituales. Admito que hay escenas cómicas que sorprenden y funcionan bien, pero no le doy tanto mérito a los directores o el guión, sino a los intérpretes, que son sin duda, lo mejor de una obra que prometía cinematográficamente mucho más. Steve Carrell demuestra que cuando interpreta dramas se mueve con mayor naturalidad que con las comedias. Cal es un perdedor a su medida. Carrell con pocos gestos es convincente. En cambio resulta forzado en las escenas más humorísticas. Julianne Moore en cambio, encarna a la perfección a la oficinista frustrada sexualmente. Es un rol que se sabe de memoria, pero siempre es placentero volver a verla así. Ryan Gosling y Emma Stone son la vanguardia de la interpretación joven estadounidense de hoy en día. Ambos tienen una versatilidad increíble, tanto para la comedia como el drama. Explotan su atractivo físico, en pos de un rol, son camaleónicos y sinceros. Una lastima que sus interpretaciones pierden fuerza cuando los personajes se vuelven demasiado predecibles. Las participaciones especiales de veteranos como Kevin Bacon, Marisa Tomei (cada vez más sensual con el paso de los años) y John Carroll Lynch aportan cierta gracias, pero los tres están bastante mal aprovechados, incluso teniendo buenos personajes. Pero sin duda, son los dos adolescentes los que se llevan los verdaderos méritos en lo que respecta a interpretaciones: Analeigh Tipton y especialmente Jonah Bobo (a no sorprenderse si al protagonista de Zathura lo nominan al oscar como actor secundario) son lo que realmente se llevan los lauros. La gracia y la naturalidad para poder representar verdaderos cuestionamientos amorosos con sutileza de gestos en ambos, es notable. Sin embargo, más allá del elenco, es poco lo que esta vez aportan a la comedia estadounidense Ficarra y Requa. Se extraña el sarcasmo, el atrevimiento por insinuar con inteligencia y provocación, la sensualidad de lo bizarro. Nada de esto tiene Loco y Estúpido Amor. Es como una versión ajironada, positiva, optimista de Belleza Americana. Y si empezamos a preferir el modelo de Sam Mendes, es porque algo de lo que vemos no nos resulta creíble. El absurdo es la utopía que lo directores quieren crear alrededor de los personajes. A pesar de una banda de sonido atractiva, y una fotografía cuidada en ciertos momentos, de la subversión a la apología de los valores caprianos en un contexto poco verosímil, Ficarra y Requa logran una obra poco personal, de la que ojalá puedan reestablecerse pronto. Como el personaje de Steven Russell (Jim Carrey en Phillip Morris), los directores tienen que afirmar su identidad, sino ese loco, estúpido amor que muchos empezamos a sentir por ellos, va a terminar en un triste divorcio.
Cosita loca llamada amor El 2011 marcha directo a convertirse en el año de las comedias norteamericanas. Desde la disrupción e incorrección que proponen las excelentes Pase Libre (Half pass, 2011) y Malas enseñanzas (Bad teacher, 2011), hasta el humor más implosivo y subrepticio de las directo a DVD ¿Cómo saber si es amor? (How do you know, 2010), Saber dar (Please give, 2010) o Cyrus (2010), el panorama luce por demás alentador para los fanáticos del género. En ese contexto, Loco y estúpido amor (Crazy, Stupid, Love, 2011) es una anomalía, un objeto extraño y por momentos difícil de encuadrar en el que Glenn Ficarra y John Requa hibridan la temática y el punto de vista eminentemente masculino de las primeras con la melancolía y cierta pátina de inexorabilidad de las segundas. Pero ciertos momentos de tibieza dejan el amargo sabor de la insuficiencia. La vida de Cal es modélica. Padre de un par de hijos, poseedor de un buen trabajo y marido de una bellísima mujer (Julianne Moore), su única preocupación radica en el minucioso análisis de la cartas de postres durante la velada íntima con su esposa. Pero ella, hastiada de la quietud provocada por la rutina, le espeta que no quiere postre, sino el divorcio. Patitieso, Cal deja el nido familiar y se dispone a despuntar los vicios de la soltería frecuentando un bar donde conocerá al autentico bon vivant de Jacob Palmer (Ryan Gosling), quien se presenta como una suerte de consejero espiritual para revivir su apisonada masculinidad. El resultado es la creación de un seductor hecho y derecho, que sin embargo se da cuenta que ese sexo vacío no suple el recuerdo de su esposa. Ya en la relación entre protagonista y actor queda claro la oscilación de la que hace gala Loco y estúpido amor. Es que Cal aúna las dos principales vertientes entre las que se mueve la filmografía de Steve Carell: tiene la paciencia, la pasividad y el aplomo propia de sus criaturas de comedias con aspiraciones masivas (Dani, un tipo de suerte y Una noche fuera de serie), pero también la batería gestual marca registrada de los productos Apatow. A su vez, el personaje está inmerso en una trama cuyo disparador y posterior conflicto remite invariablemente a Pase Libre: la vejez como creadora de temores, el sometimiento de un hombre a las inescrutables reglas de la seducción, el autodesafío que ésta implica y la objetivación y estereotipación de la mujer. Esa propuesta, en las mismas manos que hicieron decirle a Papá Noel que tenía Sida porque “amó a la mujer incorrecta” en la inolvidable Un santa no tan santo (Bad Santa, 2003), era un convite a la escatología y la crasitud visual que harían de ¿Qué pasó ayer? Parte 2 (The hangover part 2, 2011) una comedia blanca, ATP. Bueno, oh sorpresa, el film opta por la pulcritud y el fuera de campo. Incluso muchas veces de forma notoria, como cuando los directores juegan con la profundidad de campo para que la cabeza de Carell cubra la zona genital de su flamante consejero desnudo. Pero el efecto más chirriante se produce con la utilización de un léxico anómalo y puritano, seguramente a razón del anhelo de una clasificación PG-13 que permita el ingreso de adolescentes. A saber: Loco y estúpido amor es quizá la primera película en la historia moderna poblada por seres predispuestos al sexo casual cuyas charlas giran mayoritariamente en torno a los vericuetos de la conquista en la que no se dice ni una vez –N-I-U-N-A- la palabra fuck, quitándole no sólo los efectos cómicos de la sonoridad perfecta de ese vocablo, sino también espontaneidad y carnadura a los personajes. ¿Qué marido engañado se pelea con su mujer infiel enrostrándole el momento en el que “se acostó” con el tercero en discordia? ¿Hasta qué punto es creíble que el hijo de Cal quede sólo frente al amante –y también compañero de trabajo- de su madre y le reproche el “romper la relación de los padres”? Lo criticable, entonces, no pasa por esa elección en sí, sino por la forma sonora y visual en que se la exhibe: las costuras del cálculo son tan visibles que trocan eficacia y espontaneidad (sumatoria que desemboca invariablemente en la comicidad) por una pátina plástica que poco favorece a la risa. Quizá la culpa de esa sensación de insuficiencia sea de otra dupla, la de Peter Farrelly y Bobby Farrelly, que con las escenas del sauna y del baño de Pase Libre patearon bien lejos los límites de lo éticamente mostrable. Ficarra y Requa son concientes de la imposibilidad de corromper esa línea y, lejos de quedarse conformes, redoblan la apuesta quebrando el film al medio. La tibieza de comedieta sexual queda atrás para pasar a un relato de humor solapado y asordinado, giro que le permite (re)distribuir el peso argumental hacia los protagonistas secundarios y diluir la misoginia otrora imperante. Así, traccionada sobre todo por el extraordinariamente delineado hijo de la pareja, quien a los 13 años sabe que las claves para el éxito amoroso está en la perseverancia, Loco y estúpido amor adquiere el gramaje de las grandes comedias dramáticas, aquellas donde la comicidad subyace en las situaciones antes que en one-liners o chistes visuales. Rara avis dentro de un panorama particularmente alentador, Loco y estúpido amor deja un resabio amargo producido por la certidumbre de que la mitad inicial de su metraje discurre con freno de mano puesto, como si Ficarra y Requa mantuvieran atada la bestia interior que asomó el hocico (y el cuerpo todo) en la salvajada de Una pareja despareja (I Love You Phillip Morris, 2010). Pero también es la manifestación de una faceta hasta ahora desconocida. El crédito sigue abierto.
Que linda es esa sensación cuando uno está mirando una película por la cual no daba dos mangos y la está pasando bárbaro. Por lo que no se si deberías leer esta crítica si tenés ganar de verla. Andá a verla simplemente como si nada, como si hubieras ligado la entrada en un sorteo. Viste esas promos tontas que dicen "te vas a emocionar... te vas a reir..." bueno, acá sería justo que lo pusieran y no te estarían mintiendo. Estimo que quienes estén en pareja o hayan vivido algo más que una adolescencia en su vida, son los que más van a disfrutar esta historia. El elenco es increíble. Para algunos por ahí no sean los "nombres", pero quien eligió este casting tiene un ojo maravilloso. Tomó como propio el guión y sus personajes para poder seleccionar a cada uno. Desde el brillante Steve Carrell hasta la teen que cuida a los chicos. Cada personaje tiene la cara y gestos necesarios para la credibilidad de las situaciones y de la fuerza de la historia. Y vas a notar lo bueno de la película cuando salgas de verla, en que tendrás muchas escenas para comentar con quien la vio con vos o en otro momento. Vas a empezar a mencionar situaciones o los personajes mismos "genial lo de Tomei", "mortal lo de Dirty dancing", etc, etc, etc, "Loco y estúpido amor", es una "Inteligente y maravillosa película". Directo al top ten del año para quien escribe, por su simpleza y por ser una grata sorpresa.
Todo lo que necesitas Steve Carell demuestra por qué es un gran comediante. Tal vez nadie lo haya previsto, pero en lo que va de este 2011 se han visto varias comedias estadounidenses que se alejan tanto del clásico slapstick como del humor más burdo y/o sexual. Loco y estúpido amor cabría dentro de lo que comúnmente se suele denominar “comedia de humor inteligente”, eufemismo para diferenciar un filme del resto de la producción en la que, para lograr una sonrisa, se echa mano a recursos resabidos, aprovechados hasta el hartazgo, o al simple doble sentido. La nueva película de los directores de Una pareja despareja puede verse desde distintos cristales, si se piensa en quién es el protagonista. Tiene un aspecto coral (de hecho hay siete roles importantes), pero con el personaje de Steve Carell (Cal) como eje sobre el que pivotear las historias. Sentado a la mesa en un restaurante, Cal está inseguro sobre qué pedir de postre. “Quiero... el divorcio”, le dice su esposa (Julianne Moore, con su perfil cubista). Cal no le cuestiona nada, ni cuando se entera de que lo engañó con un compañero de trabajo (Kevin Bacon), y se tira del auto de regreso al hogar. No sufre más que un rasguño. El dolor vendrá luego. La trama se irá complejizando con el arribo de otros personajes, como Robbie, su hijo de 13 años (Jonah Bobo), que está enamorado de la niñera de 17 años (Analeigh Tipton), quien ama en secreto a Cal. Y con Jacob, un playboy que en un bar levanta mujeres como papelitos del suelo (Ryan Gosling) y que ayuda al buenazo de Cal –se casó con el amor de su vida a quien conoció en la Secundaria y nunca estuvo con otra mujer más que con ella- en cómo conseguir chicas. La séptima participante del juego es Hannah (Emma Stone), que cree que van a proponerle matrimonio, y rechaza alguna noche a Jacob. Lo de “humor inteligente” va por los remates de los gags y la encadenación de situaciones. A la hora de pensar a qué se parece Loco... , por momentos los personajes de Cal, Jacob y Robbie recuerda a la estructura de Two and a Half Men , pero esta película tiene su cuota de romanticismo empedernido que le falta a la serie que dejó Charlie Sheen. Carell no sólo está mucho más tiempo en pantalla que el resto –los directores saben cómo “sacar” o hacer desaparecer algunos personajes para luego meterlos de prepo en la historia, creando sorpresa, y eso también es signo de astucia e ingenio-, es algo así como el nexo en común con el resto. Además de ser coproductor (con Denise Di Novi, antigua productora de Tim Burton), tiene bien ganado su lugar en la historia. El comediante es dueño de una simpatía que hace sentir al espectador cerca de sus problemas, y genera con sus gestos y tonos de voz la empatía para ponerse siempre de su lado. La comedia a veces sucumbe ante el llamado hollywoodense de crear circunstancias con aroma a clisé, pero siempre hay una línea de diálogo que la rescata. No hay muchas comedias que ofrezcan la oportunidad de concatenar situaciones reideras, que cuando uno comienza a lamentar que termine una secuencia, ya arranca mejorando la otra. Entre tanta oferta infantil en la cartelera, Loco y estúpido amor no tiene ninguno de los dos calificativos del título, sí humor… y amor. Por qué sÍ Comedia inteligente, que sabe encadenar situaciones reideras con un elenco de lujo.
Guionistas de revulsivas sátiras como Un santa no tan santo , Glenn Ficarra y John Requa debutaron en la dirección hace dos años con la no menos audaz Una pareja despareja . Por suerte, buena parte de ese desparpajo subsiste en Loco y estúpido amor , comedia familiar de estructura coral y retrato intergeneracional de gran presupuesto para la que contaron con una historia que esta vez no les pertenece (el autor es Dan Fogelman, responsable de la saga de Cars y de Enredados ) y con uno de los mejores elencos jamás reunidos para un exponente de este género. Los protagonistas son Cal (Steve Carell) y Emily (Julianne Moore), un matrimonio que lleva casi 25 años juntos hasta que ella, en medio de una cena en un restaurante, le propone que se separen y hasta le confiesa una infidelidad con un compañero de trabajo (Kevin Bacon). Tras esa primera secuencia, la película se dispara hacia múltiples (quizá demasiados) personajes y subtramas. El cuarentón Cal -convertido en un alma en pena- empezará a recibir consejos por parte de un joven Don Juan (Ryan Gosling) que concurre todas las noches al mismo bar que él, tendrá un romance fugaz con una maestra (Marisa Tomei), mientras intenta sostener como puede la relación con su conflictuado (y enamorado) hijo de 13 años (Jonah Bobo). La cosa se complica aún más porque hay en la propuesta más de un romance juvenil, con la ascendente Emma Stone como principal referente. En principio, el film apuesta por una negrura y una acidez poco habituales (más cerca del espíritu del cine independiente norteamericano o de algunos proyectos de Judd Apatow que de la producción mainstream ). Sin embargo, conforme avanzan las distintas historias, la narración va adoptando un tono más sentimental, concesivo, demagógico y tranquilizador, más acorde con lo que la comedia familiar hollywoodense nos tiene acostumbrados. De todas formas, hay en Loco y estúpido amor buenas dosis de inteligencia, diálogos punzantes y aportes actorales de primerísimo nivel. Con eso le alcanza (y le sobra) a este film de la dupla Ficarra-Requa para disimular algunas carencias o ciertos lugares comunes a la hora de resolver los conflictos y ubicarse, así, bastante por encima de la media de la producción que suelen ofrecer los grandes estudios.
Cómo perder la nafta a mitad de camino Aun visitando lugares comunes y conocidos de la comedia romántica, la primera parte del film funciona y ofrece más de un momento altamente disfrutable. El problema es que hay un punto en el que parece que en la sala hubieran cambiado de película. El viejo truco de los directores-guionistas que pasan de la transgresión al conservadurismo. La vieja regla hollywoodense de que si una historia empieza con un divorcio tiene que dirigirse a una reconciliación. El nuevo síntoma, propio de Hollywood también, de la película que arranca para un lado prometedor, se pierde después en toda clase de desvíos y termina deshaciendo todos los recorridos previos, con la loca, estúpida intención de complacer a tirios y troyanos. Pero también el savoir faire, el buen timing, la capacidad de desconcertar (aunque sea por un rato), alguna que otra escena perfecta y uno de esos elencos en los que hasta el último extra brilla a tope. Escrita por Dan Fogelman (guionista de Enredados y ambas Cars), dirigida por Glenn Ficarra y John Requa (guionistas de Bad Santa, directores y guionistas de Una pareja despareja) y con un elenco de primera, Loco y estúpido amor parece una exposición de varios de los vicios y virtudes del Hollywood actual. Una película excitante y decepcionante, provocativa e inconsecuente, personal e infiel a sí misma. Comedia de rematrimonio, film coral a medio camino, Loco y estúpido amor vincula a una pequeña constelación de personajes –algunos bien desarrollados, otros no tanto– al estilo del clásico La ronda. Por un lado, el matrimonio integrado por el agente de seguros Cal (Steve Carell) y la ejecutiva Emily (Julianne Moore), que dejan de serlo en la primera escena y a quienes deben sumárseles sus dos hijos. Sobre todo el varón de trece (excelente Jonah Bobo), que, perdidamente enamorado, persigue por toda la casa a la baby sitter, intentando convencerla de que a esa edad seis años no son diferencia. La baby sitter, a su vez, debe reprimir su alegría cuando se entera de que Cal va a divorciarse de Emily. Emily tiene un affaire con un contador de la oficina (Kevin Bacon, sin muchas chances de lucimiento) y Cal lo tendrá con una chica a la que conoce en una disco (Marisa Tomei) y que resultará ser... No, esa carta el guión la juega tapada. Ninguna vinculación con el resto parece tener una chica que está por recibirse de abogada (Emma Stone, entre la luminosidad y el mohín), salvo la que dicta esa forma del falso azar a la que llamamos guión cinematográfico. Sucede que Jacob, el tipo que en un momento intenta levantársela en un boliche (Ryan Gosling), terminará siendo algo así como el maestro de Cal, quien tras treinta años de casamiento y habiendo conocido una única mujer en su vida, necesita un refresh urgente en el terreno erótico. Lo mejor de Loco y estúpido amor pasa por la pareja súper despareja que componen Cal y Jacob. No sólo porque ambos actores están perfectos –para componer a su levantador en serie, Gosling parece haber estudiado las obras completas del clan Sinatra–, sino, sobre todo, por el doble carácter de Jacob, predador con las manos llenas de anillos, cuyas estudiadísimas técnicas no sólo le funcionan perfectamente a él, sino también a su nuevo alumno. Esa doble mirada, hecha de repulsión y fascinación, hace de él un ser resbaladizo y desconcertante. El problema no son sólo las “casualidades” que el guión tiene convenientemente guardadas, sino el modo en que en su segunda mitad la película va borrando prolijamente con el codo lo que hasta entonces escribió con la mano. La ruptura da paso al arrepentimiento, la incertidumbre existencial a la vuelta a casa, el aventurerismo erótico al sedentarismo amoroso. La sensación de “me cambiaron la película” no quita que este segundo opus del tándem Ficarra/Requa –por muy lejos que esté de Bad Santa y Una pareja despareja– ofrezca una primera hora de sostenido interés y con variedad de hallazgos, visuales (dos pares de pies que no se rozan metaforizan la pérdida del amor), cómicos (el “festejo” que se arma en la oficina de Cal, cuando anuncia su divorcio) y dramáticos (el largo ping pong inicial entre Cal y Jacob). Medio vaso vacío, medio vaso lleno: opción que el cine actual suele presentar al espectador con demasiada frecuencia.
Re-construyendo a Cal El divorcio de Cal (Steve Carell) y Emiliy (Julianne Moore) sirve como detonante para que su mundo, tal como ellos lo conocen, deje der ser como es. Cal es un cuarentón alienado que usa saco y corbata con jeans más grandes que su talle y zapatillas deportivas. Emily sufre la crisis de los cuarenta y necesita sentirse deseada. Claramente, en este punto de sus vidas no son el uno para el otro. Cal se muda a un departamento y comienza a intentar llevar una vida de soltero. Día tras día bebe en el mismo bar, mientras maldice al hombre con el que su mujer lo engañó. Un galán habitué del lugar (Ryan Gosling) lo observa y decide convertirse en su mentor, quien le enseñe a desarrollar su sex appeal para enfrentar una nueva vida de soltero ganador. Emily, por su parte, intenta combinar su tarea de madre y recién divorciada con el interés amoroso que despierta en un compañero de trabajo. En el medio, de forma intangible, se manifiesta claramente el daño que la rutina produce a las parejas y cómo al no detectarla estas se rompen. Lo interesante de este filme es el cuidado conque cada personaje fue elaborado y cómo cada actor lo interpreta con gran solvencia. Claramente, Ryan Gosling como el irresistible y creido de sí mismo Jacob se lleva las palmas. Steve Carell es ya reconocido por su versatilidad, capaz de manejar el delicado equilibrio entre lo desopilante y lo trágico con habilidad, mientras Julianne Moore y Emma Stone ofrecen su belleza, además de talento, para satisfacer diferentes gustos.. El guión es sólido, aunque tanta "casualidad" y vuelta de tuerca terminen banalizándolo. Se trata de una comedia elegante, romántica, divertida, un poco extensa, pero digna de ser disfrutada.
Sorpresivos enredos romántico-familiares Más allá de sus tonos agridulces, «Loco y estúpido amor» es una mezcla curiosa de distintos tipos de comedias, al punto de que se la podría definir como una comedia de enredos romántico-familiares. La película comienza en un restaurant donde la cámara se mete debajo de las mesas para mostrar las caricias de los pies entrelazados de la mayoría de las parejas comensales, excepto los del dúo protagónico, Steve Carell y Julianne Moore. El está quejandose de haber quedado demasiado lleno, mientras elige el postre, y se queda totalmente petrificado cuando ella le pide el divorcio. Luego de 25 años en pareja, el desolado marido, ya divorciado y mudado a su propio departamento, no tiene la menor idea de cómo comportarse con las mujeres. Totalmente perdido en un bar lleno de chicas ansiosas de que alguien las lleve a su casa, el pobre hombre encuentra una extraña ayuda, probablemente surgida de la lástima. Un desconocido (gran papel de Ryan Gosling) que aparentemente tiene gran éxito con las chicas, le invita un trago y se compromete a darle lecciones de cómo recuperar su masculinidad perdida décadas atrás. Por momentos parece imposible que el recién divorciado, que habla solo en bares repitiéndole a cualquier desconocido el nombre del compañero de trabajo de su ex mujer que provocó el divorcio, pueda llegar a convertirse en un seductor exitoso. Pero, además de las excelentes actuaciones de todo el elenco, lo mejor de «Loco, estupido amor» son las vueltas sorpresivas de una historia en general muy bien narrada por el dúo de directores (está escrita por Dan Fogelman, el mismo guionista de las dos «Cars», entre muchos otros flms). Aparte de la pareja divociada, el amigo misterioso depredador de bares con solteras, y del compañero de oficina que hizo detonar la ruptura (un Kevin Bacon que podría haber estado mejor aprovechado) hay toda una gama de personajes que mezclan sus pasiones del modo más torpe y desventurado posible, incluyendo al hijo de 13 años con tendencias romántico-onanistas de los protagonistas, una babysitter enamorada del padre de los chicos que cuida, una profesora ex alcohólica lista para cualquier cosa y una futura abogada conforme con un novio que alguien definió como un «valium humano», a pesar de tener propuestas más fogosas. Con esta descripción, casi todo en esta película pinta bien: hay buenos actores y una historia original bien contada. El problema es que faltan gags, algo que llama la atención siendo éste un film de los directores de la salvaje historia de amor gay «Una pareja despareja», en la que Jim Carrey se enamoraba en la cárcel de Ewan McGregor. Esa película no tenía la cohesión de ésta, pero sus gags eran terriblemente eficaces, mientras que los de «Loco y estupido amor», en general, sólo hacen sonreír. El final meloso y un poco patético tampoco ayuda a equilibrar un conjunto que, de todos modos, tiene bastantes cualidades como para poder recomendarse.
Un marido que busca su destino Nada le falta a este occidental, cristiano, mediana edad, llamado Carl, para plantarse firmemente ante la vida. Una atractiva esposa a la que ama, dos buenos chicos, una casa cómoda y un buen trabajo en el ámbito del seguro. Por eso, el sorpresivo pedido de divorcio de su mujer, lo deja al borde del abismo. Una relación de más de quince años, la desaparición de esa sensación de triunfo de haber conquistado a la chica de sus sueños en la secundaria. Todo se fue al pozo. Y para colmo, el divorcio ya tiene un reemplazante potencial, David Linhager, compañero de trabajo de su mujer. EL CONSEJERO Qué puede hacer este marido engañado, sino contar día tras día en algún bar lo que le pasa, sin esperar que nadie lo oiga ni le conteste en lugares donde el ruido y la diversión hacen que una confesión suene a nada. Y sin embargo alguien lo escucha. Es Jacob Palmer, un buen mozo, bien acompañado, vestido a la moda, que quizás recuerda alguna experiencia similar o que ve mortificada la masculinidad de un congénere. Así, en lo primero que piensa Palmer es en la apariencia física exterior de este hombre en crisis, un poco descuidada por años de rutina y comodidad. Y el primer paso será la ropa nueva, después vendrán las clases para conquistar mujeres. Y sí, la vida del "desafortunado Carl" cambiará y uno de sus hijos, el inteligente Robbie, también tendrá mucho que ver en la transición. VER Y OIR La película tiene una buena construcción, ciertas subtramas más o menos obvias y un comienzo, los veinte o veinticinco minutos iniciales, en los que "Loco y estúpido amor" se convertirá en una comedia dramática inteligente, con fluidos conceptos sobre las relaciones afectivas, la vida familiar, la relación con los hijos. Pero de a poco todo se transforma, gira hacia lo convencional, lo que estamos acostumbrados a ver y oír. La película interpretada y producida por Steve Carrell se transforma en, simplemente, una película simpática, elegante, despreocupada con "happy end" que guste a todos. Lo que se esperaba no se concreta y todo se vuelve sencillo, superficial, ya visto. Eso sí, con muy buen ritmo y actores de primer nivel. Es como que a mitad de camino los productores se hubieran arrepentido de lo profunda que iba a ser la historia, abarajaran y volvieran a dar. El resultado es una película atractiva, que pudo ser algo más, con un Steve Carrell bien en su papel, mejor aún Ryan Gosling, una eficiente Julianne Moore, Marisa Tomei en un cómico papel y un nuevo actor pre-adolescente que puede ser interesante seguir, Jonah Bobo.
Románticos en las buenas y en las malas El divorcio intempestivo de Emily (Julianne Moore?) y Cal (Steve Carell?) tiene efecto dominó en sus vidas y en las del entorno hasta entonces tranquilo. Loco y estúpido amor , la comedia de John Requa ( Una pareja despareja ) y Glenn Ficarra, es una ingeniosa maniobra para el entretenimiento. Para eso cuenta con un elenco formidable que se mueve con destreza alrededor de una anécdota pequeña y obvia. Se sospecha que Cal aburrió a Emily, quien fue infiel y se flagela por ello. Cal, en sus noches de soltería conoce a Jacob, un ganador (el camaleónico Ryan Gosling?) que lo asesora para el cambio de su vida. La película va cumpliendo los pasos previsibles. Se destaca el largo camino hacia la seducción que emprende Cal. Carell echa mano a todas sus armas de comediante y elige el costado más patético de la tristeza junto a Gosling, magníficos los dos en cada escena. También Moore, siempre al borde de las lágrimas, pone su cuota de ternura al personaje, que, no obstante, es visto desde la dirección, con ojos masculinos. En otra línea y retomando sus mejores momentos de comediante, Marisa Tomei? interpreta a la profesora del niño del matrimonio. La película ilustra en cada escena la afirmación que empuña el título. Los personajes hacen cosas locas y estúpidas, desde el niño, a los adultos que dejaron de ser, según la lectura pasteurizada del guión, un buen ejemplo para los jóvenes de la casa. El paraíso de 25 años de casados deriva en una serie de aprendizajes, terreno perfecto para la comedia que va sumando encuentros y sorpresas, siempre con espíritu componedor. A las necesidades y fantasías de Emily y Cal se agregan los suspiros de la niñera Jessica (muy expresiva Analeigh Tipton?); el despertar de Robbie; los descubrimientos de Hannah (Emma Stone en su costado más naif ). El cliché del hombre bueno y torpe, empequeñecido por el esplendoroso soltero, encuentra en algunos recursos su correlato. La lluvia oportuna (‘qué cliché’, dice Cal en un guiño), la música, el ritmo y el montaje de spot publicitario subrayan el ánimo de los solitarios a pesar de sí mismos. Romanticismo y buen humor se dan un abrazo y todos aprenden la lección con una sonrisa en los labios.
I. Steve Carell maneja muy bien los pasos de comedia, que incluyen pasar de su cara de pavo impávido a su metamorfosis canchera, mientras mantiene rasgos humanos, hasta atractivos. Julianne Moore ilumina de rojo todo lo que toca, y Marisa Tomei ya saben. El personaje de Kevin Bacon está notoriamente estirado porque es Bacon y no se le puede negar que es simpático. Ryan Gosling y Emma Stone son, por separado, lo mejor de la película, los que juegan mejor los tonos excéntricos de Ficarra y Requa. Juntos, con verdadera química, son aún mejores. Y la sonrisa de Emma Stone debería estar asegurada como patrimonio cinematográfico de la humanidad. Sí, un primer párrafo sobre actores. Es que esta es una película de actores, de esas con muchos (demasiados) personajes, con grandes momentos para que se luzcan, con cambios emocionales, explosiones, etcétera. II. Parte comedia de rematrimonio, parte comedia romántica juvenil, parte enamoramiento adolescente, parte buddy movie sobre dos amigos desparejos. Y partes y partes. A veces bien ensambladas, otras no tanto. De todas formas, con I Love You Phillip Morris Ficarra y Requa habían sacado gran provecho de yuxtaponer formatos, tonos, hasta géneros. El problema con Loco y estúpido amor es que, a diferencia de Phillip Morris, busca desesperadamente una unidad. Tanto la busca que tensa las líneas narrativas hasta desencadenar en una de esas secuencias culminantes que terminan definiendo la película. Más o menos a los 90 minutos, la secuencia en cuestión reclama para sí el lugar central. Epicentro cómico-dramático del asunto, busca lucirse pero termina debilitando el relato, su credibilidad, nuestra buena predisposición. Para lograr algo más de supuesta efectividad, se decide que en esa secuencia los personajes fuercen un poco su personalidad (secuencia pasional, nadie piensa nada) y, mucho más grave, se revela algo que los protagonistas desconocen. Lo peor es que el espectador también, y para que el espectador lo desconozca la película tiene que ocultar (esto lo vemos retrospectivamente) un dato de primer orden al divino botón y de forma artificial. El supuesto beneficio de la sorpresa es menor al que habría generado jugarse por el suspenso (nosotros sabemos, los personajes no). La secuencia-epicentro con sorpresa marca un claro punto culminante, todo se une, y a partir de ahí la película se nota estirada: todo lo que podía resolverse allí mismo se ordena con fruición didáctica, y entonces aparecen los momentos más sentenciosos y lineales de esta comedia que, sí, podría haber sido mucho mejor de haber mantenido el ingenio cómico de las primeras secuencias sin rendirse a la gran tentación de la “secuencia memorable” y sus derivaciones. Javier Porta Fouz
VideoComentario (ver link).
Cal tiene un buen trabajo, una linda casa, unos hijos encantadores y está casado con su amor de la secundaria. Cuando Emily le pida el divorcio, se sentirá perdido en el mundo de los solteros. Allí entrará en su vida Jacob, un donjuán treintañero que lo tomará como su aprendiz en el arte de la conquista. Crazy, stupid, love es una comedia romántica, pero diferente. Glenn Ficarra y John Requa, sus directores, suelen hacerlo en sus trabajos. Ya lo habían hecho como guionistas con la genial Bad Santa en el 2003, en esa historia de extraña amistad entre un gordito inocente y adorable con el ser más despreciable con quien uno pudiera cruzarse. Lo volvieron a lograr hace dos años, en su primer trabajo como realizadores, con una divertida y tierna historia de amor entre dos hombres titulada I love you, Philip Morris. En esta oportunidad, con un guión que no solo no escribieron sino que además es de Dan Fogelman, hombre de Disney-Pixar, nuevamente alcanzan su objetivo. Y si bien la previsibilidad que marca a fuego la pertenencia de género hace que se trate de la menos lograda entre las tres mencionadas, es igual una muy buena película, y como ya dije, diferente. Cal es un hombre de mediana edad que ve su perfecta vida derrumbarse ante el pedido de divorcio de su mujer. Lo hicieron cornudo, como él se encarga de señalar numerosas veces y, si bien enfoca su enojo a Emily por su debilidad, mucha de la culpa es para sí mismo por haber permitido que la rutina y el asentamiento desgastaran un matrimonio de 25 años. Abandonado por su esposa y amigos, aceptará los consejos de Jacob, un mujeriego y talentoso conquistador que le enseñará a sobrellevar la soltería a base de noche, tragos y mujeres. La historia, que podría ser una más del montón, no sólo se diferencia por quienes están detrás de cámara, sino también por quienes están frente a ella. Steve Carell hace un buen trabajo como suele ocurrir cuando no sobredimensiona los rasgos de sus personajes. Julianne Moore, Jonah Bobo y algunos secundarios como Kevin Bacon y Marisa Tomei, llevan bien sus papeles y hacen que la historia fluya. Sin embargo hay dos presencias que de un tiempo a esta parte parece que convierten en oro todo lo que tocan. Se destacan entonces, por un lado Ryan Gosling, que se desenvuelve con total fluidez entre el drama y el humor, pasando por la acción (Drive parece muy buena) y el romance, y por el otro Emma Stone, uno de los rostros más frescos que la comedia dio en los últimos tiempos, y que una y otra vez da cuenta de una gran capacidad para elegir proyectos. Pero si bien hay un intento constante por reírse del cliché y el género, en ciertos puntos se lo hace en forma literal, la historia nace envuelta en ellos y falla en su intento de ruptura. Es no obstante un filme distinto, un compendio de buenos realizadores y actores conducen a que una historia sencilla sea algo más que una más. Ellos hacen que el humor rinda, que el chiste funcione, que el timing sea el preciso y que una comedia romántica de casi dos horas sea efectiva y entretenga en su totalidad. Porque si bien el género marca el destino de obviedad, son Requa y Ficarra los que marcan el camino para llegar.
El amor desde diferentes edades No voy a hablar de Steve Carell porque seguramente ya habrán visto uno o más de sus films en estos últimos años. Es un comediante talentoso, sutil, inteligente y con pinta de tipo bueno. En Estados Unidos lo aman. Incondicionalmente. A mí en particular, excepto en "Dan in the real life" y "Little miss Sunshine", nunca me pareció un actor al que tuviera que prestarle mucha atención. No veo "The office", su mayor éxito televisivo (además de haber conducido "Saturday Live Night" un par de temporadas allá por el 2005), y no me muero cuando algo suyo se estrena. Por ende, fui al cine a ver una nueva comedia romántica (intuía que parecida en cierta manera a "Date night", no se porqué) sin mayores expectativas que las rutinarias. Grave error. No miré el casting en la ficha de prensa (volví hace poco de mis vacaciones y estoy un poco vago, reconozco), pero cuando empecé a ver el film me sorprendí por lo bien elegido que está en "Crazy, stupid, love". No es usual que uno vea una película donde cada actor esté exacto en su lugar. Pero es así. Teniendo un seleccionado de talentosos como este, la tarea de ensamblar una historia coral sobre el amor intergeneracional era un gran desafío. Rol que tuvieron a cargo los directores de "I love you, Philip Morris", Glenn Ficarra y John Requa. Partiendo de un buen guión pensado por Dan Fogelman (quien viene de escribir cine para chicos, como "Cars", "Tangled", "Bolt", etc) se animaron a pensar una comedia romántica poco tradicional que recuerda, lejanamente a las clásicas del género con el sello británico (se me viene a la cabeza, "Love actually"). Aunque no sería justo compararla con otras cintas que transitan caminos similares porque justamente, "Loco y estúpido amor" está estructurada para ser algo distinto. Es una película donde todas las historias que se juegan interesan, con la misma intensidad. Hecho curioso y alentador. Cal (Carell) es un correcto padre de familia. Tiene tres hijos y una bella esposa (Emily, jugada por Julianne Moore) y vive sus cuarenta en una letanía peligrosa. Ya en la primera escena, al verlo sentado en el restaurant con sus viejas zapatillas nos damos cuenta que algo está mal. El matrimonio ha salido a cenar como tantas otras veces pero cuando llega el momento de pedir el postre, Emily estallará en un pedido de ruptura formal: quiere el divorcio. Cal no reacciona bien, apenas entiende el hecho, pero baja los brazos inmediatamente, se tira del auto (!!) en el regreso a casa al saber que su esposa le fue infiel y acepta darle la separación. De la noche a la mañana se transforma en un hombre derrotado por la vida. Sus amigos lo abandonan y debe mudarse a un pequeño departamento mientras intenta entender que sucedió. Lo más fácil sería hablar con Emily, pero para este Cal, eso parece una posibilidad vedada. Bebiendo en un bar dará con un seductor de aquellos, Jacob (Ryan Gosling), joven, simpático y con dinero (digno de envidia para todo hombre!) quien se conmoverá del infortunio de Cal. Claro, él se casó muy joven con Emily (a los 17, para ser más precisos) y su vida fue lineal, siempre. Siempre amó a su mujer, con lo cual pensarse en un rol distinto lo abruma desde el inicio. El galancito le explica que si quiere rehacer su vida y mostrarle a su ex que ella se equivocó, debe cambiar. Integralmente. Su imagen física, su manera de vestir, su conversación. Bah, ser otro. Y si bien a nuestro despechado protagonista le cuesta, una vez que entiende cómo funciona el juego, la maquinaria volverá a funcionar, para sorpresa de todos en la familia... Pero "Crazy, Stupid, Love" no es sólo la historia de Cal y Emily. Hay varias subtramas más vienen creciendo con el relato de manera paralela (el interés amoroso de su hijo por la niñera, el affaire de su esposa con su compañero de trabajo, la elección amorosa de "Hanna Banana", etc) y que el guión va emparejando hasta fusionarlas con gran solidez. Lo que arranca como previsible (una historia de reencuentro y crisis matrimonial, de las que vimos cientos), va mutando en una película coral donde cada personaje tiene algo que aportar y es valioso por si mismo, independientemente de como afecte al dúo protagónico. Hay diálogos muy divertidos y reflexivos para pensar el amor en todas las edades y también mucha emoción al ver el derrotero de Cal para salir de su letanía y movilizar algo nuevo en su entorno. Una nota especial para los secundarios Jonah Bobo (Bobby, el hijo de Cal), Marisa Tomei (Kate, una maestra singular) y Liza Lapira (Liz, la amiga de Hannah, genial). Todos traen una simpatía que desborda la pantalla. No sólo sonreimos bastante, nos emocionamos mucho también (ya verán las reacciones en la sala). Hay una química especial en este elenco que la distingue claramente de las demás de su especie: hay humor y sentimiento por partes iguales y eso es algo para celebrar. Finalmente, Carell y Moore generan una complicidad enorme con el espectador y sostienen el marco romántico necesario para que los demás jueguen a sorprender al público en cada vericueto del guión. Son dos grandes y su oficio les permite componer dos seres en conflicto que conectan con la audiencia logrando una identificación inmediata. El público adulto disfrutará mucho de verse reflejado en algunas conductas de estos personajes. "Crazy, stupid, love" es una de esas películas que uno no quiere que terminen, porque la esta pasando realmente bien. Me gustó, se dieron cuenta no? Me parece que es bastante interesante para provenir de donde proviene. Lo que no es poco. Podría criticarse que algunas piezas del rompecabezas no calzan justo si pensamos a la trama como una unidad pero, sería pedir demasiado. Hay que saludar y acompañar en la taquillas las buenas películas. Las que entretienen con honestidad y buenas ideas. Eso es lo que aquí hay. Altamente recomendable para todo tipo de público.
Comedia familiar y romántica. Pese a reunir esas cualidades, la facilidad de encuadrar no funciona en “Loco y estúpido amor”. Este relato sobre relaciones parentales y de pareja, cuenta con un elenco eficiente y una trama con varias aristas, apela a sentimientos que van desde el amor devoto, hasta la traición y el despecho, con seres falibles y cercanos. Si el sufrido personaje de Steve Carell, la culposa esposa de Julianne Moore o el conquistador de Ryan Gosling hubiesen salido de la imaginación de Woody Allen sería fácil entender algunas concesiones. Pero estos hombres y mujeres en crisis, si bien son personas torturadas, sensibles y con tendencia al humor, son más pragmáticos y sobrellevan de forma adulta la parte que les toca. Todo sin tomar Prozac.
Expandiendo el corazón No cabe la menor duda de que estamos ante la mejor comedia romántica del presente año y sin mayores sobresaltos podríamos extendernos hasta el último lustro: hablamos de un género que en el contexto cinematográfico contemporáneo, sea industrial o independiente, está prácticamente muerto en función de un interminable proceso de infantilización que ha demolido cualquier atisbo de un planteo perspicaz y/ o valioso detrás de esa triste catarata de sandeces huecas y latiguillos de manual con la que nos bombardean desde la pantalla (resulta pertinente recordar los casos de las propuestas hardcore y las sátiras de films populares, las otras dos vertientes que están sumergidas en los mares de la mediocridad). ¿Pero exactamente qué caminos elige recorrer Loco y Estúpido Amor (Crazy, Stupid, Love, 2011)? Por suerte no es una invitación retro de pulso anacrónico ni un exploitation de las películas de los hermanos Bobby y Peter Farrelly ni esa prototípica sonsera del onanismo intelectual, claramente las tres variedades más difundidas hoy en día. El convite en cuestión es un verdadero ejemplo, hasta cierto punto un modelo, de cómo deberían trabajarse en nuestra época los pivotes de siempre vinculados a las desventuras agridulces del corazón: unificando el realismo seco y la autoconciencia de tono irónico característica de estos tiempos, la obra desarrolla a través de una estructura coral todas las disposiciones del amor. De hecho, la trama es mucho más sencilla de lo que puede llegar a parecer: Cal Weaver (Steve Carell) está divorciándose de su esposa Emily (Julianne Moore) a raíz de que la rutina los sobrepasó y por el pequeño detalle de que ella le fue infiel con David Lindhagen (Kevin Bacon), un personaje con un apellido memorable por razones que no revelaremos. Pronto el señor decide recibir la ayuda del donjuán treintañero Jacob (Ryan Gosling) con vistas a recuperar el ímpetu empezando con Kate (Marisa Tomei), aunque las experiencias no le hacen olvidar a su ex. Jacob, por su parte, también entra en crisis cuando se apega sin desearlo a Hannah (Emma Stone), una bella joven que en un primer momento lo rechaza. Como si fuera poco, hay que sumar la historia de Robbie (Jonah Bobo), el hijo de 13 años de Cal, quien está perdidamente enamorado de Jessica (Analeigh Tipton), su niñera de 17 años, que a su vez está obsesionada con el pobre de Cal. El mérito insoslayable del guión de Dan Fogelman reside en la naturalidad con la que construye un andamiaje narrativo muy lúcido en el que esta maravillosa miscelánea de protagonistas debe testear, corregir y eventualmente expandir su visión personal del amor de una forma adulta, sin escapismos ni tonterías imberbes. Al aunar el porfiar cotidiano con las clásicas “coincidencias” a la Hollywood, el film enriquece al género agregándole una bienvenida densidad conceptual. Una vez más los máximos responsables de tantos éxitos son Glenn Ficarra y John Requa, dos especialistas en las comedias de propensión anarquista, pensemos en las excelentes Una Pareja Despareja (I Love You Phillip Morris, 2009) y Un Santa No Tan Santo (Bad Santa, 2003): en su segundo opus como realizadores, aquí acotan la mordacidad, se juegan por un relato más dramático y dejan de manifiesto su talento para la dirección de actores. A partir de un elenco impecable y una hilaridad en ocasiones sórdida, esta anomalía absoluta ofrece una exploración brillante sobre un sentimiento eterno y permite reencontrarnos con elementos que muchos dábamos por desaparecidos, léase “encanto, química e inteligencia”.
Anexo de crítica: Más estúpido que loco es el resultado de esta fallida y reblandecida comedia romántica coral que pivotea alrededor del todo terreno Steve Carell, acompañado de un elenco interesante pero muy desaprovechado por los directores Glenn Ficarra y John Requa salvo en algunas situaciones donde el equilibrio entre el humor y el remate funcionan pero que se suman con los dedos de la mano. Tras una primera mitad agradable, el film comienza a derrapar y entrar en un peligroso camino de cursilería, clichés e insoportable conservadurismo con un discurso final que raya lo patético y recuerda a aquellas comedias románticas con mensaje. Una verdadera pena...
Glenn Ficarra y John Requa, luego de muchas idas y venidas por problemas de distribución, estrenaron el año pasado Una Pareja Despareja, un film que les otorgó una interesante notoriedad que posteriormente los "arrimó" a Warner para filmar Loco y Estúpido Amor con un elenco espectacular. Loco y Estúpido Amor cuenta el duro revés que recibe Cal, un padre de familia cuarentón, al recibir la noticia por parte de su mujer que ha deciddo separarse y que incluso lo ha engañado con otro. Desolado y repitiendo hasta el cansancio su patética realidad conoce a un joven playboy llamado Jacob que le enseñará todo lo que debe saber para conquistar mujeres, recibiendo la ayuda que necesita para lograr dar un vuelco en su vida. Lamentablemente luego de lograr su objetivo y consumar distintas relaciones con mujeres, Cal descubrirá que las nuevas muchachas que encuentra no pueden suplantar a su entrañable mujer. Más allá de lo descrito más arriba Loco y Estúpido Amor no basa su trama solamente en la relación de Cal y Emily, su mujer, sino que hay alrededor de ellos distintos amorios que vuelven a la historia mucho más interesante y no tan monotemática como suelen ser otro tipo de comedias que basan su estructura en los personajes principales y en las "graciosas" intervenciones que pueden tener los personajes secundarios, que generalmente no aportan mucho más que eso. Aquí tenemos la reciente ruptura de los mencionados Cal y Emily, el enamoramiento de Jacob y Hanna y como si esto no fuera poco también tenemos interveniendo continuamente al hijo del matrimonio, Robbie, intentando por todos los medios conquistar a su niñera, Jessica. Es obvio que la mayor importancia y el eje narrativo pasa por la pareja principal, pero no es un dato menor que el resto de las conquistas ocupe un lugar mucho más preponderante que en otro tipo de propuestas, generando una interesante complejización de la historia. Otro buen dato de Loco y Estúpido Amor son los varios giros que se dan en la trama, ayudando nuevamente a la profundidad en la misma. Pero lo más interesante de esto no es solamente ese destacable detalle, sino que además esas vueltas de tuerca son narradas con total sobriedad y sorpresa quedando siempre contextualizadas en el entorno del film. Es interesante que haya llegado una buena propuesta de humor con otro tono distinto al de las estrenadas anteriormente como Malas Enseñanzas o Pase Libre, donde el sexo no es el centro de la cuestión y si el amor. No estoy diciendo que Loco y Estúpido Amor sea superior a las mencionadas, pero no quería dejar de mencionar que es distinta y cumple con muy buenas resultados en su intención de ser puritana y romántica. Era imposible, o casi, que un film que cuenta con las actuaciones de Steve Carell, Marisa Tomei, Ryan Gosling, Julianne Moore, Kevin Bacon o Emma Stone salga mal, porque cuando hay una buena dirección e intérpretes con talento, generalmente sale un producto redondo. Que actorazo es Carell, además de ser un gran comediante también es un gran actor, y aquí es acompañado por la siempre brillante y medida Julianne Moore. El resto del elenco, destacando que Gosling tiene un muy buen papel que logra separar la cara de buen pibe que tiene, sortea el film con grandes momentos donde el climax más alto se da en la pelea de todos contra todos en el jardín. Bien por Loco y Estúpido Amor que se une al club de las buenas comedias que han llegado este año como Amigos con Derechos, Malas Enseñanzas, Pase Libre o ¿Qué Pasó Ayer? Parte 2.
Hasta el año 2009 el dúo integrado por Glenn Ficarra y John Requa era conocido por su trabajo como coguionistas en films esencialmente comerciales (“Como perros y gatos”, ”Un santa no tan santa”). Todo cambió cuando en mayo de dicho año la exigente “Quincena de realizadores” del Festival de Cannes los invitó programando su primer e interesante largometraje: “I Love You Phillip Morris”, aquí conocido como “Una pareja despareja”. Con esos antecedentes y el poderoso elenco que integra su segunda película podía esperarse más de lo que “Loco y estúpido amor” (“Crazy, Stupid, Love”) finalmente ofrece. Y como en forma recurrente acontece con las películas norteamericanas, el arranque es excelente pero a mitad del metraje el embeleso inicial en el espectador se va trastocando en creciente decepción. Al final de las casi dos horas de duración el fastidio que producen las típicas “casualidades” habrán borrado la buena impresión de una primera hora divertida y bien actuada. Lo que entonces se rescata permitiendo, pese a los reparos ya señalados, no descartar definitivamente a esta producción son las interpretaciones. Ya en la primera escena en un restaurant en que la cámara muestra el roce “amoroso” de los pies de diversas parejas, hay una, la formada por Carl (Steve Carell) y Emily (Julianne Moore), que desentona. Acto seguido ella le confiesa, a su marido desde hace más de veinte años, que está teniendo un affaire con un colega de oficina (Kevin Bacon) y que no quiere seguir más con él. El asunto pese a lo convencional está bien retratado y gana en interés cuando aparecen otros personajes relevantes a la trama. Por un lado Jacob, un joven exitoso muy bien caracterizado por el ascendiente Ryan Gosling (“Blue Valentine: una historia de amor”) que le empieza a dar consejos a Carl, logrando que éste cambie su “look” y consiga algunas conquistas femeninas, una de las cuales, Kate, es la siempre “sexy” Marisa Tomei (recordar la primera escena de “Antes que el diablo sepas que estás muerto” del lamentablemente desaparecido Sydney Lumet). Pero serán justamente Carl y Kate los que protagonicen las “coincidencias” ya anticipadas y que involucrarán respectivamente a la hija mayor (Emma Stone) y al hijo adolescente (Jonah Bobo) de la pareja central. Este último además tendrá una profunda debilidad por su niñera (Analeigh Tipton) algo mayor que él, quien a su vez sentirá pasión por otro de los personajes masculinos ya mencionados. Lo que entonces venía muy bien pierde fuerza a medida que se aproxima el final de uno, en realidad varios, “happy end” al que es tan afecto el público norteamericano.
Un montón de gente haciendo estupideces John Requa y Glenn Ficarra, guionistas de la maravillosa Un santa no tan santo, sorprendieron el año pasado en su debut en la dirección con la huracanada Una pareja despareja (I love you Phillip Morris), en la que Jim Carrey e Ewan McGregor se veían inmersos en una historia de amor gay carcelario y estafas basada en hechos reales, pero tan artificiosa y desprejuiciada que avanzaba de forma totalmente desconcertante para el espectador. Era una película mamushka, que tenía dentro de sí otras capas y capas de textualidad: era primero la historia de un estafador, pero luego la de ese estafador enamorado de su compañero de celda, pero luego una de fugas, pero luego una de enfermedades incurables, pero luego una comedia de enredos, y luego otra cosa, y luego otra. Lo único firme que había en este relato serpenteante era el amor por unos personajes imposibles, a pesar de muchas veces recurrir a clichés prejuiciosos, que en definitiva no eran otra cosa que una manera de contar esa historia o de burlarse efectivamente de esos prejuicios. Lo sorprendente de la película era que a pesar de todas las subtramas y tonos a los que recurría, la narración se centraba casi exclusivamente en el estafador que interpretaba Carrey y en el Phillip Morris de McGregor. Obviamente la película tuvo problemas de distribución, convirtiéndose más en una propuesta de culto que en un film reconocido popularmente. No obstante, ponía en el tapete a Requa y Ficarra como dos realizadores a seguir. Ni lento ni perezoso, Hollywood les tuvo velozmente otra propuesta a los directores, esta vez con guión de Don Fogelman (el mismo de Enredados) y con un elenco de excepción: Steve Carell, Ryan Gosling, Julianne Moore, Emma Stone, Marisa Tomei, John Carroll Lynch. Pero Loco y estúpido amor -que de ella se trata- tiene otra particularidad: su historia es más convencional, menos provocadora y mucho más estructurada en el marco de lo que debe ser una comedia romántica de rematrimonio. Los personajes centrales (Carrell y Moore) son un matrimonio que después de varios años se divorcian: en realidad, ella desea patear el tablero mientras él se tiene que hacer cargo de una situación impensada y que no desea. A partir de allí se abre el juego hacia una serie de personajes, ya que el relato es más bien coral: un mujeriego que se las sabe todas para seducir mujeres (Gosling); una joven estudiante de leyes que decide dejar un poco su vida social y apuntar la mira a su carrera (Stone); la niñera del matrimonio en crisis que está enamorada de Carell; y los dos hijos del matrimonio, especialmente el niño, que está enamorado explícitamente de la niñera. Pero hay más, aunque de segundo orden dentro del relato. Este panorama de personajes y personalidades sirven a Requa y Ficarra para variar su mirada sobre el amor, las relaciones, y los vínculos familiares, laborales, o de amistad. Pero especialmente el amor será puesto en crisis: ¿qué es? ¿Cómo nos afecta? ¿Qué nos hace hacer? ¿En qué nos convierte su presencia, su ausencia o su deseo? De ahí, que se pase a lo “estúpido” del título. Porque, básicamente, Loco y estúpido amor puede ser definida como un montón de gente haciendo estupideces. Si Loco y estúpido amor es un poco más que la media de las comedias románticas que llegan habitualmente, es por un lado gracias a dos directores que tienen la suficiente sutileza de jugar siempre por los bordes de lo que suelen ser estas películas: una sucesión de planos de pies pone en evidencia el deseo de las parejas; una discusión sobre el divorcio termina con alguien arrojándose de un auto en movimiento; las escenas de amor detienen su atención tanto en lo femenino como en lo masculino: la extensa secuencia que comparten Gosling y Stone logra capturar el preciso instante en que dos personas conectan muy especialmente; el amor puede llevar a actitudes contradictorias, sofisticadas, pueriles, conservadoras, arriesgadas, estructuradas, desesperadas. Esa variedad de definiciones es y no es gracias al registro coral, sino más bien una forma de la mirada de los realizadores que permite esa multiplicidad sin demagogia. Pero, también, el éxito de la premisa está dado en la elección de un elenco inmejorable: Carell es ya el Jack Lemmon de su generación, demostrando como pocos el patetismo del hombre común de clase media; Gosling abandona su habitual pose intensa y se muestra gracioso, ligero, agradable y divertido; Moore porta como siempre su hieratismo, pero con sensibilidad y cierta honestidad. Como sus personajes, la película busca, husmea, se sorprende con lo que va pasando a cada rato. Y al igual que en Una pareja despareja, aunque en esta ocasión con múltiples personajes, en Loco y estúpido amor los directores vuelven a segmentar la narración, mezclando todas las piezas: por momentos es una buddy movie, por ratos una comedia adolescente, por otros el drama de un matrimonio en crisis, también una mirada satírica sobre la clase media conservadora norteamericana y el sexo (lo que intentaba sin suerte y pretensión Belleza americana), tensando cada una de estas partes hasta arribar a una hilarante escena donde todos los conflictos estallan a la vez. Es cierto que esta vez el experimento no resulta tan redondo como en Una pareja despareja, especialmente porque no todos los personajes tienen el mismo interés y, sobre todo, porque lo que antes era una forma ahora es un medio para justificar el desenlace, que tiene más de enseñanza moral que de comedia desenfadada. Loco y estúpido amor, en última instancia, es una comedia de rematrimonio, y no termina de adecuar el subgénero al presente, volviéndose un poco conservadora y edificante, buscando la risa y la lágrima de manera un poco desfachatada. Es cierto que a Steve Carell uno le pone un pedazo de mármol al lado, y el tipo le termina sacando lustre. Pero también es cierto que luego de una primera hora estupenda, el final de Loco y estúpido amor no está a la altura. De todos modos es una comedia divertida y con varios momentos de una honestidad sobre las relaciones que desarma y deja pensando en lo que somos y en lo que somos cuando estamos con los otros.
Steve Carrell (“Virgen a las 40” -2005-, “Pequeña Miss Sunshine”-2006-) llega nuevamente a la pantalla, en esta ocasión dirigido por Glen Ficarra y John Requa (“Una pareja despareja”, 2009). En esta producción interpreta a Cal casado con Emily (Julianne Moore), su gran amor desde el secundario. Después de 25 años de matrimonio su mundo se desploma cuando ella sorpresivamente le pide el divorcio, confesándole que lo ha engañado con David, un compañero de oficina, encarnado por Kevin Bacon, actor desaprovechado en esta oportunidad por los realizadores. Cal se refugia en un bar, en cuya barra se desahoga todas las noches repitiendo su historia a quien se le ponga a tiro, producto de la crisis que lo deprime. Una de esas noches conoce a Jacob, corporizado por Ryan Gosiling, muy buen interprete como lo demostró en "Diario de una pasión"(2004) y “Blue Valentíne” (2010, un seductor al que le gustan todas las mujeres y la buena vida, quien se ofrece para asesorarlo a fin de que cambie su imagen nada seductora para el sector femenino, colaborando con sus consejos para que recuperar su masculinidad y olvidar a su ex mujer. Cal acepta la propuesta y comienza el cambio que ni él mismo se lo cree. Empero en su soledad sigue ligado a Emily sin manifestárselo, con algunas visitas nocturnas a la casa de su ex sin acceder a su presencia, por ejemplo, cortando el cerco o regando el jardín, observarla a ella y los hijos a la distancia y en silencio. Con la base de un guión correctamente estructurado, la historia, sin ser original, se va desarrollando a través de una narración que mantiene el interés por la trama, más allá de dejar en el aire algunos personajes y subtramas, con algunas situaciones de humor bien jugado, en atmósfera que identifica la típica familia estadounidense, sus valores y sueños, revelado mediante diálogos punzantes. El resultado es positivo para los espectadores que disfrutan la comedia norteamericana, fundamentalmente por el plantel de intérpretes, con Marisa Tomei, como la profesora Kate, Jonah Bobo, quien animan a Robbie, que por su ternura y espontaneidad se hace acreedor a ser observado en sus trabajos futuros. El toque romántico del relato lo aporta Emma Stone, personificando a Hannah, hija de Cal y Emily, que sorprenderá al espectador al ser revelada su alma gemela. En lo técnico, se destaca la fotografía y la banda de sonido.
Ni loco ni estupido: simplemente CLICHÉ Siendo guionistas, la dupla Ficarra y Requa, que además debutaron en la dirección con el film "Una pareja Despareja (I love you, Phillip Morris)" conduciendo a Jim Carrey, lograron incursionar en un terreno de comedia con un toque risquée sin caer en la grosería ni el mal gusto que tienen por ejemplo, los hermanos Farrelly. Guardando siempre un alto componente de transgresión e ironía en sus libretos, con estos precedentes y con el gran elenco que lograron reunir para su segundo film como directores, las expectativas para "Loco y estúpido amor" son, obviamente, altas. En este caso optaron por una historia de tipo más coral que en sus guiones anteriores, varios caminos que en algún punto terminarán entrelazados para tejer una comedia en donde básicamente hablarán del amor, con la particularidad de poder abordar cómo impacta esta temática en las diferentes generaciones. El protagonista y eje de la comedia es el personaje de Cal Weaver (interpretado por Steve Carell quien tiene sobrado oficio en este terreno con trabajos como "Virgen a los 40", la serie "The Office", prestó su voz en "Mi villano favorito", "Dani, un tipo de Suerte" junto a Juliette Binoche o la remake olvidable -aunque no por su trabajo- del original francés de "La cena de los tontos"). En la primer escena es más que evidente que sostienen un matrimonio desgastado junto a Emiliy, falto de pasión y lleno de rutina. Pero él jamás se esperaría que en esa cena que abre la película, ella (Julianne Moore, espléndidamente radiante también en este film) le pidiese el divorcio. Y que con una honestidad brutal inusitada, ella además le confiese sus motivos: le ha sido infiel con David Lindhagen, un contador compañero de trabajo (Kevin Bacon) y se ve sobrepasada por los rutinarios 25 años de casados que llevaban hasta el momento. Y por esos motivos que sólo condimentan una buena comedia, en su derrotero con el corazón quebrado, Carl conocerá en un bar a Jacob (Ryan Gosling, nuevamente mostrando excelencia para encarar un nuevo papel, diferente a los que ha jugado por ejemplo en "Diario de una pasión" "Lars y la chica real", "Half Nelson" por el que fue nominado al Oscar o el de la reciente "Blue Valentine" todos bastantes discímiles entre si). Jacob es una especie de experto en conquistar mujeres, que hará lo imposible para que Carl recupere su masculinidad. Pero en contraposición a ésto, por más que es un eximio galán capaz de seducir a cualquier tipo de mujer que se le cruce por el camino, Jacob, encuentra a Hannah (Emma Stone), una joven interesante que en un primer acercamiento lo descarta, pero que después de algunas vueltas del destino, inevitablemente se volverán a encontrar. Es en este terreno de las separaciones y la dificultad de volver "al mercado" que tiene Carl, en ese momento de recuperar su masculinidad dormida, es en donde la comedia realmente tiene sus mejores momentos, no sólo por la ductilidad y por los aciertos del guión en la descripcion de situaciones y personajes, sino también porque le permite a Carell mostrar sus dotes camaleónicas, sin entrar en las exageraciones con las que a veces tenemos que lidiar en el caso de otros comediantes como por ejemplo, Jim Carrey. Carell le imprime ternura y credibilidad a su personaje, explotando su costado más vulnerable. Y es realmente un gran acierto. Pero lamentablemente agregarle más elementos a la comedia, termina riendiendo menos, mucho menos. Cuando el guión comienza a sumar personajes, anexando la historia de su hijo adolescente de 13 años Robbie (Jonah Bobo), perdidamente enamorado de su niñera cuatro años mayor, la potencia con la que venía creciendo la comedia, comienza a desvanecerse. Si bien el guionista Dan Fogelman (con títulos como "Enredados" "Cars" y "Bolt" entre otros para la factoría Disney que habla de una facilidad para el armado de guiones con mucho ritmo) construye personajes sólidos, falla abiertamente en la resolución de los conflictos que fue planteando, desdubujando algunas líneas del relato que tenían una gran potencia. Se deja llevar por la estructura tradicional y facilista con que Hollywood suele resolver la mayoría de sus historias, cae irremediablemente en lo peor del cliché y queda completamente fuera del registro con el que trabajó durante toda la primera mitad del film. Cuando en la primera parte la estructura del relato se fortalece con diálogos sumamente reales y pintorescos, sobre el final se sirve de párrafos explícitamente subrayados y edulcorados (hasta el típico discurso que luego será interrumpido por otro más meloso y cursi todavía) y de resoluciones simples, sin dobleces, que no se muestran tan inteligentes como el planteo original. Sobre la segunda mitad es donde el mecanismo de comedia empieza a fallar y la resolución general no está a tono con el resto del film. Tampoco queda claro cuál fue el target al que responde la historia porque si toda la construcción del personaje de Carell y su historia de amor con su ex mujer se construye para un público adulto, la solución de las líneas argumentales responde más a una comedia familiar o adolescente que desentona completamente. De todos modos como puntos a favor, "Loco y estúpido amor" cuenta con un excelente elenco incluso con roles secundarios también muy sólidos (Marisa Tomei como siempre brillando en un papel de reparto) que hacen que la comedia no decaiga y se deje ver, aunque es cierto que con una mirada menos condescendiente y pueril del guión, hubiese rendido un resultado mucho más compacto y acorde con lo que se esperaba de un film. Finalmente quiere abarcar varias etapas y termina no profundizando seriamente en ninguna.
LAS CONSECUENCIAS DE LA INFIDELIDAD Intrincada propuesta que le brinda al espectador muy buenas escenas de comedia, con actores que se lucen en cada una de las secuencias y un espíritu romántico que acompaña de manera muy delicada la historia de desencuentros que aquí se expone. Cal es un hombre que vive su vida con tranquilidad, no tiene demasiadas exigencias y mantiene una rutina que ha repetido por muchos años. Un día, durante una cena, su mujer le pide el divorcio y él, sin poder reaccionar ni contestarle a su esposa con el amor que se merecía, acepta su propuesta. Es momento de volver a la soltería y de volver a exponerse al género femenino luego de muchos años de estar acompañado. Es así como conoce a Jacob, un muchacho que vive feliz, con las mujeres que quiere y que le va a ayudar a volver a recobrar la masculinidad que perdió con los años. La cinta tiene un planteo argumental que sigue un ritmo rápido y muy interesante, presentando un esquema narrativo que, si bien no es explorado al máximo, está muy bien logrado y forma un paralelismo con el título de la película. Siempre hay un poco de locura en lo que se va introduciendo, acompañada por una estupidez que en ciertos momentos, pocos, es el centro de atención (peleas y giros narrativos) y se finaliza con una demostración de amor honesta y auténtica que es agradable de ver. Todo esto forma la historia de la cinta, sin cruzar los límites de lo absurdo y siempre poniendo un freno muy bueno en los momentos que pudieron haberse convertido en innecesarios. Es una historia romántica con vueltas de tuerca, desencuentros y muchas malas decisiones por parte de cada uno de los personajes, en especial el protagónico. El humor es inteligente y logra explorar diferentes matices argumentales que enriquecen el relato y siempre le brindan alguna sorpresa al espectador. Hay referencias a otras películas (la más visible es la de "Dirty Dancing"); hay juegos de palabras muy bien pensados; miradas que dicen más que mil palabras, muy bien impuestas en el relato; momentos de romance que son rematados con delicadeza con algún chiste o mala intención por parte de algún personaje; y mucha soltura al presentar los diferentes temas que la historia va desarrollando (traición, injusticia, dolor, desamor y lujuria, son algunos de ellos). Cada personaje tiene su momento de destaque, esto se debe gracias a un muy bien escrito guión y a una dirección de actores que le proporciona un lucimiento excelente a los intérpretes. Steve Carell está muy bien, en especial, y pese a que su rol no es del todo novedoso en su carrera, porque logra transmitirle al espectador ese sentimiento de abandono que se ve cortado repentinamente por la ráfaga de aire que uno de los personajes le da. Él es un gran comediante y aquí, como en pasadas producciones, lo vuelve a demostrar. Julianne Moore, la esposa, se luce en los momentos dramáticos y en algunos de humor que protagoniza, aunque son pocos. Ryan Gosling (Jacob) le aporta a su personaje ese toque de realismo al cambiar de parecer en cierto momento, el necesario para que el mismo se vea creíble. Muy buena actuación. Emma Stone (Hannah) vuelve a deslumbrar con su dulzura, por la manera en la que se apodera de la atención cada vez que aparece en escena, y por protagonizar algunas de las mejores secuencias de la película (silla). Jonah Bobo y Analeigh Tipton (el hijo y la niñera, respectivamente) tienen también su historia de amor, no correspondida, bien llevada adelante, principalmente por ella. No se puede omitir el trabajo de Marisa Tomei, sin duda alguna la mejor actuación de la película y la responsable de uno de los momentos más divertidos y locos de la propuesta. Esa mezcla entre desesperación, histeria y amor que logró llevar adelante en su personaje es realmente increíble. La fotografía acompaña muy bien la historia, jugando en muchas oportunidades con los diferentes encuadres y planos para mostrar una misma acción; la música es correcta, nunca es protagonista directa de la escena y acompaña muy bien cada secuencia; mientras que la dirección, muy acertada, se luce con los actores y con la manera en la que van apareciendo los diferentes remates y sorpresas de la película. "Loco y Estúpido Amor" es una película divertida, con muy buenas actuaciones y una dirección que permitió el lucimiento de sus intérpretes. Retorcida, intensa y con un ritmo ágil e interesante. Una gran ironía sobre el amor bien llevada adelante. Recomendable. UNA ESCENA A DESTACAR: reunión de padres.
El amor y todo lo demás. Luego de escribir el guión de Un santa no tan santo, Glenn Ficarra y John Requa debutaron detrás de cámara en 2009 con la excelente Una pareja despareja. Teniendo en cuenta ese antecedente se podía esperar bastante de Loco y estúpido amor. A falta de Jim Carrey, protagonista de la mencionada ópera prima, el elenco en este caso tampoco se queda atrás. Cal (Steve Carrell) acaba de enterarse de que su esposa Emily (Julianne Moore) lo engañó con un compañero de trabajo (Kevin Bacon). Deprimido y abandonado, el hombre se revela como lo que en realidad siempre fue: un perdedor (por cierto, el rol de pavote triste y encantador es el que mejor le sale a Carrell). Cansado de ver cómo ese cuarentón ñoño con zapatillas New Balance intenta conquistar mujeres sin éxito, el mujeriego Jacob (Ryan Gosling) le propone convertirlo en un Don Juan. El film asume una estructura coral cuando aparece el hijo de trece años de Cal (Jonah Bobo), enamorado de su niñera sin saber que esta no lo ama a él sino a su padre. A ellos se les suma una joven interpretada por la muy atractiva Emma Stone que aparentemente no tiene nada que ver con las otras historias. Pero sólo aparentemente. En principio Loco y estúpido amor no difiere demasiado de su antecesora con respecto a la naturaleza de sus personajes. Aquí todo se desarrolla en un nivel superficial y moralmente incorrecto, sin demasiados resortes emocionales. Así como Jim Carrey interpretaba a un hedonista inescrupuloso que vivía de sus máscaras –y jamás era castigado por ello– Cal se transforma en un despiadado predador que no repara en los sentimientos de las mujeres con las que se acuesta. Su hijo, mientras, sigue enamorado de la niñera, convencido de que las almas gemelas existen. La primera hora de película parece darle la razón al padre, pero en algún punto de las acciones esto cambia. Merced al azar y a los enredos insólitos (algunos muy divertidos, hay que decirlo), la segunda mitad del film termina por santificarlo en beneficio de todos los clichés hollywoodenses. Parecía que Ficarra y Requa lo harían una vez más, que repetirían las bestialidades de sus creaciones previas sin que se insinuara el más mínimo ápice redentor. Lamentablemente esto no ocurre. “Quise enseñarte a ser como yo, pero al final yo aprendí a ser como vos” le dice Jacob a Cal sobre el final. El sexo sin amor no vale la pena, las almas gemelas sí existen después de todo. No hay nada de malo en esta consigna siempre y cuando no signifique un quiebre inexplicable en lo que se narra. Esta súbita mutación es lo que deja un sabor amargo en relación con una película que, así y todo, tiene sus buenos momentos. La potencialidad de sus realizadores permanece intacta. De todas maneras no deja de ser una pena. Todo estaba dado para asistir a otro festín de deliciosas impudicias. No pudo ser.
La historia es muy buena y no es el habitual rejunte de chistes tontos, obvios o escatológicos encadenados de la mejor (o peor) manera posible. Acá se siente que los autores se sentaron a pensar un poco antes de ponerse a escribir el guión que atrapa y entretiene al espectador desde la primer escena. Además enriquecen al relato...
Con una impronta romántica pero surcada por momentos irreverentes y descontracturados, formato en el que la comedia estadounidense está incursionando saludablemente en los últimos años, Loco y estúpido amor cumple con algunos de esos postulados. Chispazos que hay que atribuirles a un guionista inteligente y a un dueto de directores con buen pulso para abordar un género mixto y a veces riesgoso. Los cineastas Glenn Ficarra y John Requa supieron ofrecer toques de este espíritu en la desprejuiciada historia de amor gay combinada con fugas carcelarias Una pareja despareja (I Love You Philip Morris). En Loco y Estúpido Amor, que milagrosamente conserva el sentido del título original Crazy, Stupid, Love, narran en cambio tramas amorosas cruzadas que se desencadenan a partir del divorcio de una pareja unida desde la adolescencia y con tres hijos de distintas edades. Con alternativas dispares y a veces sarcásticas y absurdas, el film transita con dinamismo esos vínculos inesperados hasta arribar a un final tan forzado como desopilante. Si bien pudo haber dado para más, estos amores locos y (no tan) estúpidos escapan a las convenciones románticas habituales, y se disfrutan aún más a través de intérpretes como Steve Carell, Ryan Gosling, la formidable Marisa Tomei y el sorprendente pequeño actor Jonah Bobo.
Clásico Instantáneo Lo 1ro que voy a decir es... ¡QUE LINDOOO! que groso es cuando se alinean los astros y todo funciona, cuando el talento y la visión trabajan juntos para darle al espectador más de lo que se imaginaba, algo que lo sorprende y excede sus expectativas. Este es el caso de Crazy Stupid Love, una comedia romántica, SÍ, una película de ese género tan bastardeado por productos incoloros, enlatados y clicheados, que en esta ocasión me da una sorpresa muy agradable. Dirigen Glenn Ficarra y John Requa, quienes anteriormente también trabajaran en conjunto en la polémica comedia "I love you Philip Morris" de temática gay que mostraba a unos Jim Carrey y Ewan McGregor como nunca los habíamos visto en el cine. Con su 2do trabajo vuelven mucho más suaves, sin generar tanta controversia, pero con una historia que no es tanto lo que aporta en originalidad, sino lo que aporta en la forma de hacer cine entretenido y de calidad. Para conformar el cast convocaron a un conjunto de actores que hicieron un trabajo cómico y a la vez emotivo excelente, entre ellos al magnífico Steve Carell (Virgen a los 40), Julianne Moore (Magnolia, Ceguera), Ryan Gosling (Diario de una Pasión, Blue Valentine), Emma Stone (Superbad), Marisa Tomei (El Luchador), y Kevin Bacon (Río Místico), una mezcla extraña pero que funcionó de maravilla y que convierte a este film en un clásico instantáneo del género. La historia es simple, una pareja con muchos años de casados que ha perdido la pasión y aparentemente el amor, decide separarse. Para tratar de salir del pozo depresivo en que lo dejó su separación, Cal (Steve Carell) decide ahogar las penas yendo todos los días a un bar a emborracharse, pero conocerá a Jacob, un joven playboy que en el campo de las mujeres se las sabe todas, y que lo ayudará a recuperar su hombría y su vida sexual. La cinta irá presentando momentos muuy divertidos en los que veremos al personaje de Cal pasar de un cuarentón sin estilo y con poco training chamuyero, a un semental de las pistas irresistible para las mujeres. Como el amor tiene sus vueltas, este cambio en la personalidad de Cal traerá aparejado una serie de eventos que nos demostrará que ese amor es loco y estúpido, pero es a la vez, lo que nos hace vivir. El trabajo de todos los artistas que participaron tiene sus momentos para destacar, pero yo me quedo sobre todo con la labor de Steve Carell y la de Ryan Gosling (cada vez mejor), una dupla que nunca hubiera imaginado y que la verdad me hizo reír muchísimo. El ying-yang de sofisticación-ridiculez de ambos personajes es buenísimo. La montaña rusa de momentos dramáticos, emotivos y divertidos está manejada con mucha pericia. Era muy bueno ver las reacciones de los espectadores que en un momento estaban a puras carcajadas y en menos de 5 minutos pasaban a la emoción y la seriedad, y a los 5 minutos otra vez a las risas. Creo que es una película totalmente recomendable, inteligente, divertida, emotiva y que entretiene todo el tiempo sin presentar huecos de fastidio o aburrimiento. En su género, es lejos la mejor del año sin dudas. Aplauso largo y cascabeles como decía el gran Fernando Peña.
El amor después del amor Alrededor del personaje de Cal se estructura una serie de interesantes historias, conducidas por otros tantos personajes. En el tratamiento de esta trama múltiple está uno de los puntos fuertes de la propuesta de los directores Glenn Ficarra y John Requa, que parece ser una comedia romántica más, pero que siempre apela a la réplica ingeniosa o a un giro original del argumento para evitar los lugares comunes o los chistes remanidos. La nueva vida de soltero (muy a su pesar) que lleva adelante Cal después de casi un cuarto de siglo de matrimonio enhebra las historias de un playboy que conoce en un bar, con la de la ex esposa, los hijos de la pareja, la adolescente que los cuida y los padres de ésta (amigos del protagonista), además de una maestra de la escuela. En todo momento, libretistas y directores evitan ese tono tan de moda en las comedias norteamericanas recientes, en las que el humor escatológico y las situaciones rayanas en el mal gusto resultan omnipresentes. Hay una gratificante apelación a la inteligencia y a la sutileza, y un muy buen trabajo de todo el elenco de actores. El desarrollo de las tramas paralelas determina una estructura casi coral, y si bien es cierto que sobre el final el guión abandona el tono poco convencional para acomodarse a lo políticamente correcto, el filme se disfruta sin inconvenientes y durante las casi dos horas de proyección.
Si, ¡Me convenciste! Cuando Cal (Steve Carrell) se entera de que su esposa, Emily (Julianne Moore), lo ha engañado y le pide el divorcio, su vida “perfecta” se desmorona rápidamente. Ahora el desafortunado Cal pasa sus tardes, solo y triste, en el bar y ha tomado como compañero de penurias al buenmozo treintañero Jacob Palmer (Ryan Gosling). Jacob, le abre los ojos para que vea las diferentes posibilidades que se presentan frente a sus ojos. Amores imposibles, amores adolescentes, amores no correspondidos, amores para toda la vida, desamores… “Loco y estúpido amor”. De eso, sin dudas, habla esta nueva película del cómico Steve Carrell, del amor en todas sus formas. Es muy bueno entrar al cine a ver una típica comedia romántica, sin esperar nada a cambio… o, en realidad, esperando una desilusión, y encontrarse disfrutando la película. Esa es la descripción perfecta para denotar el resultado de este filme. Una propuesta que podría caer en las típicas películas al estilo “Hitch”, o cursilerías románticas, pero que comienza a tener autoridad propia e impone una sonrisa a cada escena. “Loco y estúpido amor” logra construir su propio relato y darle fuerza a una trama que nos va envolviendo a medida que avanza la cinta y logra darnos vuelta en el mejor momento. Los Directores, Glenn Ficarra y John Requa, logran anotar otro poroto en las comedias románticas, tras la divertida y tierna historia de “Una pareja despareja” (I love you, Phillip Morris). En esta nueva película suman el guión de Dan Fogelman (Disney-Pixar) lo cual termina de completar el círculo. Buenos actores, un guión convincente, personajes muy bien logrados, comedia en los momentos más tensos y diálogos que nos identifican con muchas de las situaciones de la película, convierten a “Loco y Estúpido Amor” en una muy buena comedia romántica. Si, Steven Carrell, debo admitir que por primera vez me convenciste… ¡Vayan a verla!