La apariencia no lo es todo. Basta con hacer un poco de memoria para descubrir que últimamente han dejado mucho que desear las películas de animación que lograron llegar a las salas tradicionales de Argentina. Este estado de situación incluye tanto a las propuestas mainstream en la línea de Grandes Héroes (Big Hero 6, 2014), el producto más reciente de Disney, como a ese manojo amorfo de obras pretendidamente “alternativas” que en esencia se dedican a copiar fórmulas ya patentadas por los gigantes históricos del rubro: hablamos de casos como los de la paupérrima Tarzán (2013), que rapiñaba al estudio del ratón, o Khumba (2013), que hacía lo propio con DreamWorks y su esquema lúdico vinculado a la saga de Madagascar. A pesar de que se ubica bien lejos de la genial Cómo Entrenar a tu Dragón 2 (How to Train your Dragon 2, 2014), definitivamente la única epopeya infantil destacable dentro del pelotón de los últimos meses, cuesta un poco reconocer que Los Pingüinos de Madagascar (Penguins of Madagascar, 2014), desde el mismo título un spin-off de la afamada franquicia, continúa la curva ascendente del anterior e hilarante eslabón, Madagascar 3: Los Fugitivos (Madagascar 3: Europe’s Most Wanted, 2012). Recordemos que el ciclo de films no había empezado del todo bien allá por 2005, luego la secuela del 2008 abrió nuevos horizontes y éstos finalmente quedaron plasmados en los delirios de la susodicha. En esta oportunidad el acelerador narrativo garantiza una enorme fluidez en lo que respecta al visionado, elevando el desvarío general y la ambición cómica de los chistes (tenemos soeces, ingeniosos, tontuelos, absurdos, físicos, estrafalarios, etc.). Así como es imposible no encontrar algo dentro del popurrí que no sea del agrado del espectador potencial, la trama hace gala de su simpleza: mientras que la primera parte nos presenta a Dave, un pulpo que desea vengarse de todos los pingüinos porque considera que lo han opacado en acuarios alrededor del globo, la segunda mitad gira en torno al secuestro de Private y la necesidad de coordinar un rescate con una organización secreta llamada El Viento Norte. Como era de esperar, las moralejas detrás de tantas escenas enajenadas, entre las cuales sobresalen la que transcurre en Venecia y la final con los zombies, pasan por la defensa del compañerismo, el respeto de las aptitudes de cada colega y el comprender que ni la apariencia ni el clamor popular merecen nuestra congoja. Los realizadores Simon J. Smith y Eric Darnell, éste último un veterano de la saga, omiten la tira televisiva homónima (por cierto, un tanto mediocre) y combinan la comedia de acción con la parodia de los opus de espionaje (la mixtura resulta casi siempre satisfactoria). Las voces de Werner Herzog al comienzo y de John Malkovich como Dave justifican de por sí la existencia de la película...
Los Pingüinos de Madagascar es un divertimento colorido y sumamente eficaz sólo para los muy pequeñitos o los súper fanáticos de la serie televisiva. El resto va a sentirse un poco (o bastante) desilusionado. Lamentablemente toda la frescura y picardía que tenían estos animalitos en Madagascar aquí queda perdida, aunque de todas formas van a lograr...
Cómo exprimir una franquicia Después de haber participado como hilarantes personajes secundarios en las tres entregas de la franquicia de Madagascar (2005, 2008, 2012) y antes de que llegue la cuarta (2018), los pingüinos consiguieron su spinoff con resultados apenas aceptables. Sí, el despliegue visual, las escenas de acción con ritmo frenético tienen su espectacularidad y ciertas dosis de gracia, pero en un mercado de animación que nos ha regalado en los últimos meses joyas como La gran aventura LEGO, Grandes héroes o Cómo entrenar a tu dragón 2, este film codirigido por el veterano de la saga Eric Darnell y el novato Simon J. Smith (Bee movie, la historia de una abeja) resulta una suerte de sub-Looney Tunes con un impecable acabado técnico. El film tiene una primera secuencia en la que se describe el pasado (el origen) del cuarteto integrado por Skipper, Kowalski, Rico y el pequeño Private. Tras ese arranque (muy en la línea de Happy Feet), todo deriva hacia una típica trama de enredos de espionaje. Los protagonistas deberán enfrentar al Dr. Octavius Brine, un despiadado científico experto en genética que comanda un ejército de pulpos que se dedica a secuestrar pingüinos y convertirlos en mutantes. El malvado, claro, quiere vengarse de las queribles criaturas negriblancas porque, dice, les han robado a los pulpos todo el brillo y la popularidad en el zoológico del Central Park y en los distintos parques marinos. Para completar la operación –no demasiado creativa ni ingeniosa– aparecen también en escena unos agentes a-la-Bond. De todas maneras, aun con la sensación de ser un productor algo mecánico, construido con el piloto automático de la siempre eficiente maquinaria hollywoodense en la materia, Los pingüinos de Madagascar seguramente alcanzarán a cubrir las expectativas de los espectadores más pequeños. Aunque, claro, no quedarán en la historia grande de la animación moderna.
Infantilmente correcta La franja etaria a la que apunta esta aventura animada -spin off de la franquicia de Dreamworks Madagascar- que también ha tenido un exitoso paso por la serie televisiva con una tercera temporada por la cadena Nickelodeon es aquella conformada por el público infantil hasta los doce años aproximadamente. En sí mismo, eso no significa que no pueda disfrutarse porque si hay algo que caracteriza a este film dirigido por la dupla Eric Darnell y Simon J. Smith es el ritmo vertiginoso y la batería de gags aplicados al servicio de la acción, aunque a veces con intentos de un estilo más relacionado con cómicos como Abbott y Costello para los chistes sofisticados y en cuanto a los gags físicos las influencias notorias de Los tres chiflados, entre otros. El grupo de guionistas John Aboud, Michael Colton, E. Darnell, Tom McGrath y Brandon Sawyer supo acomodarse a las exigencias y el desafío de convertir en largometraje una premisa, que por su sencillez podría haberse explotado con más eficacia en un cortometraje. A ese recurso narrativo de sumar subtramas a la historia central, que no es otra que la venganza de un antagonista de los pingüinos, el pulpo Dave, quien fuera opacado en el pasado por estas aves exóticas y relegado en su condición de atractivo de zoológico, se amolda otro comando de elite integrado por un lobo, un oso polar y dos búhos que funciona como contrapeso del grupo pingüinil encabezado por Capitán, Kowalski, Rico y Soldado. El arranque de la película se encarga de darle respuesta al origen y lo hace de una manera creativa al tomarse en solfa la moda de los documentales sobre pingüinos, pero además marcando la diferencia entre el líder del grupo y el resto de la manada cuando se pregunta cuál es el sentido de marchar en la tundra ártica y así proclamarse en contra de la naturaleza para salir a buscar nuevos horizontes y de esta manera enfrentarse a peligrosas misiones. Así las cosas, a pesar de caer a veces en algunas planicies que desaceleran el vértigo impulsado desde los primeros minutos, Los pingüinos de Madagascar consigue mantener la atención de los más pequeños y no aburrir a los padres, tutores o encargados, quienes sabrán reconocer esos guiños cinéfilos de siempre, así como la justa duración que no excede la hora y media. Si es posible verla en el idioma original el plus lo constituye la riqueza de voces entre las que se destaca John Malkovich que da voz al pulpo villano y Benedict Cumberbatch que da vida al lobo que lidera la fuerza de elite que compite por atrapar a Dave.
Skipper, Kowalski, Rico y Cabo lucharon siempre por ser los ladrones de escenas en la saga Madagascar al lado de otro gran personaje secundario, el Rey Julien, que acaba de recibir su propia serie en Netflix. El miedo recurrente de que estos robaescenas expandan su acotada participación a un largometraje y zozobren al no poder mantener el nivel de entretenimiento durante hora y media es aceptable, pero lejos de cumplirse esa profecía, The Penguins of Madagascar es una agraciada aventura particular de estos adorables pingüinos. Comenzando con un pequeño prólogo para conocer al cuarteto antes de que lo fuese, y saltando diez años para situar la acción justo después del final de Madagascar 3: Europe's Most Wanted, la trama se enfoca en un aire muy bondiano: un villano aparece de la nada y amenaza con atacar a toda la raza de los personajes. En el medio se hace presente un comando especializado en la protección de diferentes especies animales. Juntos, los pingüinos y dicha fuerza, intentarán dejar sus diferencias de lado para salvar a todos los animales al final del día. Algo que me percaté mientras miraba la película es que casi nada tiene sentido en el mundo donde ocurre la acción y eso está perfecto. El particular sentido del humor que se maneja en el film es una cruza entre infantil y un par de matices adultos bien ocultos pero nunca los suficientes, lo que genera que la aventura entretenga mucho más a los menores de edad que al conjunto familiar adulto al completo. La escasez de humor de doble sentido es lo que separa a Los Pingüinos de Madagascar de ser una genial película a conformarse con ser una entretenida comedia animada. Los directores Eric Darnell -las tres Madagascar- y Simon J. Smith tienen en sus manos varias secuencias de persecución a toda velocidad llenas de colorido e inventiva, lo cual alivianan mucho el curso de la trama. Como suele suceder en estos casos, la pérdida de las voces originales en pos de un doblaje latino neutro es siempre motivo para lamentarse. Voces geniales como el talento británico de Benedict Cumberbatch y los geniales John Malkovich y Peter Stormare quedarán para saborear en la versión original cuando llegue al mercado del DVD, pero tampoco es la muerte de nadie el sólido trabajo latinoamericano, que incorpora voces de comediantes locales para sus personajes secundarios, como el inmortal Edgar Vivar o la celebridad argentina Jey Mammon entre los más destacados. Frenética a más no poder y con entrañables personajes como protagonistas, The Penguins of Madagascar sobrevive a la maldición de los spin-offs gracias a una actitud bonita y gordita.
Antes de empezar a escribir la crítica propiamente dicha de Los pingüinos de Madagascar, hago una pequeña salvación: Nunca me gusto Madagascar. Ahora si, a nadar con los pingüinos. La película abre con el territorio antártico y muchos pingüinos migrando en fila. Y ahí aparecen nuestros protagonistas, que comienzan los planteos al grupo. “Por qué hay que seguir la fila?” y entonces se corren. Para ese momento ya mi atención estaba lista a desviarse pero de repente, sin previo aviso, los chistes empiezan a ponerse “incorrectos”. Burlas a happy feet y La marcha de los pingüinos, humor políticamente incorrecto y un viaje que termina luego de una elipsis, en el final de Madagascar 3. Los pingüinos de Madagascar no es una película genial, dista mucho de serlo, pero a diferencia de la película que origina la saga de la que se desprende esta historia (spin off en la jerga audiovisual) no se pretende a si misma seria, sino que intenta generar continuas situaciones divertidas para que estos personajes que son bastante carismáticos, se luzcan. Mucho mas emparentada con Lo que el agua se llevo (Flushed Hawai, 2006, también de Dreamworks) los directores Eric Darnell y Simon J. Smith deciden llevar a los pingüinos a hacer un pequeño viaje y se limitan a darles el pie una y otra vez para que hagan un chiste atrás de otro, con la particularidad de que muchos de los chistes, tienen un remate extra al final, que es el que genera la verdadera carcajada. La versión en castellano cuenta con un mas que correcto doblaje multinacional (un actor de cada país de Latinoamérica donde se estrene en español) cuya traducción fue lo suficientemente coherente como para que los chistes de palabras no se pierdan casi ninguno. Los pingüinos de Madagascar, una película que encantara a los niños que no sepan quienes son estos pingüinos, divertirá a los adolescentes que fueron niños cuando la saga original comenzó, y que será mas que mirable para los padres que los lleven, ya que tienen varios chistes de los cuales reírse.
Es importante decir que soy fan de los Pinguinos de Madagascar. No sólo disfruté la serie con mi hija (la obligaba a verla para tener excusa de seguirla) sino que festejé cada participación suya en la saga original, así que estaba ansioso por ver cómo funcionaría este spin-off. Lo cierto es que más allá que que detrás de cámaras siga Eric Darnell (hizo toda la saga de los animales perdidos), su asociación con Simon Smith no dio los resultados esperados. Ya "Madagascar" no ofrecía en su tercera entrega mucho material original, y aquí, sucede algo parecido. Skipper, Kowalski, Rico y Cabo regresan a contarnos un poco cómo se fueron del "rebaño" y se transformaron en lo que son: un equipo distinto, donde no sólo brillan sus habilidades para el movimiento y la sorpresa, sino el afecto que los une, corazón de esta historia que los presenta en solitario. Ser famosos tiene un costo. De eso nos habla "Penguins...", justamente porque Dave-El doctor Salitre (John Malkovich en la original, Carlos Alcántara para América Latina) es un pulpo que fue relegado de protagonismo en las épocas doradas del cuarteto en el zoológico de Nueva York. Allí, el fue dejado a un lado por los organizadores y la gente, en desmedro del carisma de los pinguinos, a quienes todos amaron desde el primer momento. Decíamos entonces que Dave, celoso, busca venganza y con un arsenal de tecnología usada para el lado equivocado, se propone un secuestro masivo de aves polares similares a sus rivales en distintos lugares del globo con fines... que mejor no revelar. La banda de pinguinos, una vez que entienda el plan del villano, tendrá que organizarse para enfrentarla. Y ahí es donde aparece la Ráfaga Polar, un equipo liderado por el Agente Clasificado (Benedict Cumberbatch allá, Jey Mammon aquí) que lucha contra el crimen y que será un escollo involuntario a la hora de cada enfrentamiento: digamos, que hay una lucha de cartel seria ahí. "Los pinguinos de Madagascar" ofrece una trama simple, sin dobleces. El humor de Skipper (Tom McGrath o el mexicano Mario Arvizu) sostiene el metraje apelando a gags físicos y algo de la simpatía de sus compañeros, aunque con poco vuelo en sus líneas. La realización técnica es la habitual en estos casos y el 3D no molesta, pero aporta poco. El pasaje de ser los secundarios brillantes a protagónicos absolutos no parece estar bien resuelto. El problema principal es que este spin-off no es lo divertido que uno esperaba. Se ubica a los pinguinos contra un enemigo en forma casi mecánica y se subordina su humor a una trama habitual en este tipo de género. Se salvan algunas secuencias originales (el descenso en paracaídas, la batalla final, etc) pero el film adolece de impacto, a pesar del innegable esfuerzo de producción puesto en él. Discreta, pero válida si sos fan de este grupete, un producto de animación más de una Dreamworks que sigue buscando levantar la puntería (y anoten que tiene en producción más secuelas incluyendo la cuarta entrega de Madagascar en el futuro)...
Los Pingüinos de Madagascar se presenta como una muy buena comedia de animación para toda la familia pero que los adultos pueden disfrutar a la perfección. Los simpáticos y sarcásticos personajes presentados en la exitosa franquicia Madagascar en 2005 tardaron varios años de amagues en que llegara su aventura -en formato largometraje-en solitario pero al mismo tiempo completaron algo que podríamos definir como “el universo Madagascar expandido” porque no solo tenemos las tres películas estrenadas y la cuarta parte que vendrá en 2018 sino que también los cortos y la serie de Netflix All Hail King Julien. Nuevamente el director Eric Darnel, quien viene trabajando en la franquicia hace varios años, se puso detrás del proyecto que tiene como protagonistas a Skipper, Kowalski, Rico y Cabo en situaciones muy graciosas pero con una animación que no sorprende. Ojo que esto no quiere decir que haya un mal laburo desde lo técnico porque la verdad es todo lo contrario, sino lo que sucede es que no hay innovación en la materia ante tanta competencia anual y por eso no se puede destacar el film. La historia es simple y muy acorde a la identidad de los personajes en donde muchas veces rige el absurdo y lo irreverente. El humor es infantil pero aún así hay chistes para adultos e incluso uno bastante subido de tono pero totalmente imperceptible por niños. Algo para destacar, ya que se viene hablando del tema, es el aporte de la voz del comediante Jay Mammon para el personaje Agente Clasificado. Está muy bien e irreconocible salvo por un par de “argentinismos” bien puestos. Algo que suma. Este estreno no quedará como una joya de la animación pero aún así es una gran opción que no fallará en el verano.
Los pingüinos son los personajes más particulares de todo lo que podría derivar de la película Madagascar y sus secuelas. Se podría decir que estos son los que están más pirados. En esta independencia de la saga los guionistas llevaron más allá aun esa locura de los personajes y les salió bien. Los chicos entran a ver sus locuras y realmente son muchas. Pero lo bueno es el ritmo de la película que no decae en todo el tiempo porque realmente están pasados de vueltas. El humor no es el normal de una película infantil y eso ayuda a que los padres también la pasen bien. Dura lo justo, entretiene y está bien para esta época del año
El que nació para secundario... Madagascar (2005) tuvo un gran éxito de taquilla que devino en dos secuelas. Dentro de esas películas con tantos personajes tan queridos por los espectadores, había un grupo de pingüinos delirantes, con aires de agentes secretos, y que solían agregarle más humor y locura a las películas. Muchos personajes secundarios suelen ser un elemento fundamental para levantar películas muy populares. Los pingüinos solían ser las estrellas de muchas escenas, lo que llevó a que tuvieran su propia serie de televisión en el año 2008. Ahora llegó el turno de la película Los pingüinos de Madagascar, donde toda la trama gira en torno a ellos. Como era de esperarse, el protagonismo de los pingüinos pasa de simpático a bastante aburridor. Los chistes se extienden y la gracia de su comportamiento paranoico se pierde por completo al estar realmente en una situación que amerita su comportamiento. En resumen: Arruina a los personajes el hacer con ellos este largometraje. Para la risa fácil, sin sentido, para la repetición más que forzada de las claves del humor, este guión no ayuda. El cine de animación ha madurado y crecido mucho y hoy tiene una oferta enorme, no es necesario hacer el clásico film estilo de Disney, pero tampoco se puede reducir la animación al chiste barato, repetido, obvio. Skypper, Kowalsky, Rico, y Cabo podrán ser personajes divertidos para un cortometraje, pero no lo son para un largo. Ni la presencia de personajes nuevos ni de voces de grandes actores como John Malkovich o Benedict Cumberbatch para dichos personajes (en la versión en idioma original) pueden hacer una diferencia. Cuando las secuelas y las precuelas se agotan, las ramificaciones de las tramas son la única salida y son, en este caso una salida muy pobre. En unos meses se estrena la película de los Minions y así todo. Por suerte películas como El libro de la vida, por dar un ejemplo reciente, demuestran que el cine de animación es más que la descontrolada ambición de recaudar a cualquier precio agotando fórmulas.
Bajo el espíritu de Tex Avery Hace tiempo que el cuarteto blanco y negro pedía su propia película, y el debut cumple largamente con las expectativas: más allá de una innecesaria alusión a la infancia, en todo el film campea un salvajismo y un sentido del absurdo que garantizan una secuela. Aunque algo parecido a un “mensaje” se cuela sobre el final –pero de forma tan diluida que es casi subliminal–, el primer largo de los pingüinos de Madagascar es la clase de película de animación, cada vez más infrecuente, que no usa a sus personajes como vehículos de ninguna clase de pedagogía, sino en función de la más pura y loca narración cómica. En otras palabras, más Tex Avery que Disney. Lo cual es una loable forma de no tergiversar a esos cuatro tipitos (la antropomorfización viene al caso), que desde que aparecieron como secundarios en la primera Madagascar venían pidiendo a chillidos (los pingüinos no gritan) película propia. Después de la serie, acá está el film, que como cumple de sobra con las expectativas sin duda tendrá secuelas. Y que en la Argentina habrá que ver si se exhibe, en algunas salas y horarios, en versión subtitulada. Porque ahora, las versiones digitales permiten que sea el exhibidor el que decida, con o sin previo aviso. En caso de que ello no ocurriera, las voces de John Malkovich y Benedict Cumberbatch, que hacen respectivamente del “malo” y un personaje secundario, se perderán en el ciberespacio.El comienzo no es muy prometedor. Plegándose a esa manía actual del regreso al origen, a los guionistas se les ocurrió que para introducir la película era imprescindible retroceder hasta la infancia de Skipper, Kowalski, Rico y Soldado Raso (¡traducido como “Cabo” en la versión doblada!). Por suerte es sólo una secuencia: en el resto de la película los cuatro ya son adultos. Que es lo que interesa, ya que lo mejor de estos tipos es su condición de espías, presuntamente pesados. Para festejar el cumpleaños de Raso, que es el más chico de los cuatro, como Auric Goldfinger en Dedos de oro deciden tomar por asalto Fort Knox, sede del Tesoro de los Estados Unidos... para poder acceder a la máquina expendedora de unos chizitos que vuelven loco al chico. Lo más parecido a un “conflicto” que la película presenta (junto con el del “villano”, como se verá enseguida), el pequeñín siente que carece de virtudes para formar parte del equipo. Lo cual lo llevará, of course, a demostrar su valor. Lo que importa es que en el atropello de ideas y acciones esa fórmula dramática (y otras) se disuelve.El “villano” es Dave, pulpo color lila que se transmuta en científico loco y funciona como tal. Y cuyo nombre los pingüinos confunden, en la versión en inglés, con Debbie (por lo que puede verse en la versión doblada, es de imaginar el ahínco con que Malkovich morderá la ve corta en la original). Las comillas van porque –y éste no es uno de los méritos menores del guión escrito por el trío de Michael Colton, John Aboud y Brandon Sawyer– Dave no es malo para nada. Sólo les tiene bronca a Skipper y los suyos porque desde que llegaron al acuario del Zoo de Nueva York le robaron el papel estelar. Sí, la de Los pingüinos de Madagascar es una historia de venganza, como nueve de cada diez ficciones yanquis, pero es imposible ver en Dave alguna amenaza. En su batalla contra Dave y su ejército de pulpos fucsia, los blanquinegros (genial el gag visual en el que disimulan un escape girando sobre las teclas de un piano) recibirán la ayuda de Viento del Norte, escuadra integrada por un lobo gris, un oso polar, una lechuza blanca y una foca ídem. ¿Que podrían haber sido más graciosos estos cuatro? Sí, podrían.La acción es sostenida y los gags (verbales y visuales) también. Pero lo que vale es el anárquico, zafado espíritu de Los pingüinos..., codirigida por Eric Darnell, creador de Madagascar. Dave cuenta con un suero “mutantizador” (la palabra no existe, pero el suero tampoco y está buenísimo), que convierte a los héroes en seres verdes con alas de murciélago, colmillos de vampiro o cuernos de alce, que chorrean baba y se hallan en un no muy agradable estado de putrefacción. Terminan desmutantizándose, claro, de modo tan caprichoso como todo lo que sucede aquí: a Darnell y sus muchachos los tienen sin cuidado cuestiones menores, como la lógica narrativa, el hilo del relato y las explicaciones racionales. Se trata de mover el bote y sacudirse esas minucias de encima, como le gusta al rey Julien. 7-LOS PINGÜINOS DE MADAGASCAR Pengüins of Madagascar,EE.UU., 2014.Dirección: Eric Darnell y Simon J. Smith.Guión: Michael Colton, John Aboud y Brandon Sawyer.Estreno en copias 2D y 3D.
Publicada en edición impresa.
El humor estandarizado de Los pingüinos Ésta es una película spin-off, es decir, una que ofrece personajes secundarios de otra película que ahora tienen su propio producto como protagonistas. En este caso, está clarísimo desde el mismo título: se trata de Los pingüinos de Madagascar. No son los pingüinos de Happy Feet, ni los pingüinos de Reyes de las olas. Son los cuatro pingüinos con planes delirantes de superacción de las tres Madagascar: Skipper, Kowalski, Cabo (Private, en inglés) y Rico. Dos Happy Feet, una Reyes de las olas (con Jeff Bridges en la voz un de un dude pingüino animado), tres Madagascar, una de Los pingüinos de Madagascar; todas recomendables. Quizá los pingüinos traigan suerte al cine de animación; aunque no en la Argentina, por lo menos considerando Los Pintín al rescate. Los pingüinos de Madagascar presenta a un supervillano que quiere secuestrar a todos los pingüinos de los zoológicos del mundo y además agrega a otro equipo de animales diversos, que compiten por el lugar del heroísmo con las aves australes. Toda la acción y las interacciones se sostienen en una premisa principal: hacer muchos chistes, sobre todo, verbales y veloces (aunque hay también de los visuales y eficaces, como el del paso peatonal o todas las intervenciones de esos snacks sabor queso). La película, incluso cuando muestra acción, juega siempre al humor. Y se permite felizmente demoler todo riesgo de solemnidad y hasta salpicar de chistes y golpes humorísticos las "enseñanzas" sobre la valentía y la solidaridad. Ese vuelo humorístico, sin embargo, no se ve acompañado por la osadía visual y musical -y hasta argumental- que proponía la tercera Madagascar, la mejor del lote, que llegaba a extraordinarios momentos de libertad animada, fondos plenos oníricos y fuegos artificiales (literales y metafóricos) para aprovechar el 3D. La animación de este film tiene los límites del profesionalismo y la contención de lo estandarizado, aún a alto nivel. Así, los chistes brillan un poco menos de lo que podrían haber brillado.
Pantalla fría La franquicia iniciada con la película Madagascar (Ídem, 2005) sigue rindiendo frutos para sus creadores. A la recientemente estrenada serie de Netflix, Viva el rey Julien (2014), se suma ahora otro Spin off protagonizados por los agentes Skipper, Rico, Kowalski y Cabo llamada simplemente Los Pingüinos de Madagascar (The Penguins of Madagascar, 2014). La obvia independencia de los personajes ya se había hecho evidente en la serie que protagonizan para la cadena Nickelodeon (del mismo nombre) y que en esta oportunidad con nuevos personajes y nuevas amenazas "globales" alertaran a los agentes pingüinos para que tomen rápidamente cartas en el asunto. Un malvado pulpo llamado Dave decide arremeter contra los pingüinos de todos los zoológicos del planeta para cumplir una oscura venganza y de esta manera transformar la agradable imagen que los seres humanos poseen de estos animales. Un grupo de agentes llamado "Ráfaga Polar" trabajara con los pingüinos para impedir que el siniestro Dave termine con una de las especies más queridas. Claro está que no todo será simple para ellos, y menos cuando Dave asigne tareas a sus pulpos secuaces para terminar con su terrible plan. Con una estructura calcada de las películas de espionaje e investigadores, sus idas y venidas, confusiones y engaños, el film se presenta como un producto para los más pequeños pero que en el fondo intenta captar la atención de los adultos acompañantes. No por casualidad uno de los personajes posee en su versión original la voz de Benedict Cumberbatch (Jay Mammon en la versión latina), referente del género por su interpretación de Sherlock Holmes. Pese a esto, Los Pingüinos de Madagascar posee una animación impecable, colorida y que al ritmo de la música produce un dinamismo que refuerza el desarrollo 3D de los personajes. Pero Simon J. Smith y Eric Darnell, sus directores, no encuentran la oportunidad para explorar el lado mas divertido e incorrecto de los pingüinos, excepto en contadas oportunidades. Los Pingüinos de Madagascar es un espectáculo visual deslumbrante, pero que no logra sostener su propuesta durante los 92 que dura y termina decepcionando, pidiendo que por el momento no proliferen más películas de la saga.
Uno de los spin-off de animación más exitosos llega por fin a la pantalla grande, se trata de Los Pingüinos de Madagascar y me parece un gran acierto el título, ya que no existe algo mas literal que eso. Quizás muchos piensen que esta es la primera vez que los Pingüinos se desprenden de sus amigos de las películas de Madagascar, nada mas alejado de la realidad, nuestros pequeños amigos vienen haciendo series de televisión desde el 2008 y ya tienen más de 3 películas estrenadas para la televisión y directo a DVD. Era hora de dar el gran salto a la pantalla grande y tener un estreno mundial ya que los personajes son absolutamente explotables. Octopussy Skipper, Kowalski y Rico son niños y ya se conocen, pero al intentar salvar un huevo este se rompe y nace Cabo, el cuarto integrante de este grupo de pinguinos tan peculiar, con esta breve pero graciosa introducción comienza la película. Inmediatamente después nos trasladamos al presente, al circo de la tercera parte de Madagascar, los pingüinos huyen de allí con la misión de ingresar a las oficinas del tesoro nacional de Estados Unidos para buscar… bueno no importa eso, la cosa es que un pulpo llamado Dave (La voz en ingles es John Malcovich) los secuestra debido a que estas pequeñas a aves del hemisferio sur al llegar al zoológico de Nueva York le habían robado todo el protagonismo y es hora de cobrar venganza. En la lucha por escapar de este pulpo, el cuarteto de pingüinos conoce a una organización llamada Ráfaga Polar liderada por el Agente Clasificado (Voz en español de Jey Mamon y en ingles de Benedict Cumberbatch). De ahora en mas la película ira pivoteando sobre las bases de quien tiene el poder de liderar una organización espía y también lo valioso que es cada uno en el puesto que le ocupa tocar en el grupo. Los Pingüinos de Madagascar se basa en el humor, sobre todo en el slaptick tomando como referencia muchas veces al cine de Chaplin o inclusive a Los tres chiflados. Pero la película no solo queda en ese ámbito, sino que las risas y el absurdo pasa también por la trama, sin tener una motivación con mucho anclaje, pero que sirve evidentemente para que las escenas se desarrollen de manera divertida y no tan a la deriva como pasa en otras películas del genero. También podemos decir que es evidente el tratamiento y las influencias de James Bond, ya que los pingüinos irán trasladándose de una ciudad a otra al mejor estilo del espía secreto de la MI6. Pero lo más interesante de Los Pingüinos de Madagascar es el desarrollo de los personajes, ya que iremos conociendo en mayor profundidad los elementos que caracterizan a cada uno de los integrantes del cuarteto. Es realmente sorprendente lo buena que es Los Pingüinos de Madagascar para ser un desprendimiento de otra película exitosa de Dreamworks como lo fue Madagascar. Esto no solo quedará acá, recuerden que hace poco El Rey Julien estrenó una serie en Netflix y que para este año también esperamos un Spin-Off de Mi Villano Favorito centrado absolutamente en los Minions. Se ve que el modelo funciona y hay que explotar al máximo a los personajes secundarios. Conclusión Definitivamente una película para disfrutar en familia, la animación no es de lo mejor, el 3D tampoco, pero definitivamente lo que vale de este film es el humor, sumamente imaginativa y divertida. Los super-espías que definitivamente estábamos esperando.
Por fin estos pingüinos de aire mafioso tiene su propia película, aunque en el camino hayan perdido esa cualidad y se transformen en una banda de amigos incondicionales que pueden enfrentar al mundo, al pulpo malo y hasta una organización de héroes supertecnológicos sólo con la voluntad de lograr sus fines. Delirio, despliegue tecnológico y diversión constante
En LOS PINGÜINOS DE MADAGASCAR Kowalski, Skipper, Rico y Cabo encabezan su primer aventura cinematográfica en solitario, una comedia animada disparatada que parodia con originalidad a las clásicas cintas de espías. Plagada de humor, con personajes desopilantes, el filme funciona como un thriller animado que no da respiro. El némesis del cuarteto de pingüinos es un pulpo malvado, un villano de comic que se roba varias de las mejores escenas de la historia. La película además no se olvida de su génesis y referencia en varias oportunidades a la trilogía de MADAGASCAR y recrea también el pasado desconocido de los cuatro pingüinos en la fría Antártida. Contiene momentos muy logrados de acción: como la persecución en Venecia a bordo de una góndola, y hasta un homenaje al cine de Zombies, con pingüinos mutantes haciendo estragos en New York. Si bien el público menudo disfrutara de la historia y las locuras de estos personajes, los adultos no podrán parar de reír gracias al interesante y efectivo mix de chistes destinados a los más grandes. ¡Diversión garantizada!
Se los esperaba hace mucho y les llegó el momento... "Los Pingüinos de Madagascar" llegaron a la pantalla grande y creo que para quedarse, porque la película es un SI total. ¿Queres que tus hijos/sobrinos/nietos se diviertan durante una hora y media? Ok, ya sabes que ir a ver... La trama es super simpática, los personajes son queribles, y la acción que tiene hará que los chicos no puedan/ni quieran moverse de la butaca. Los colores son hipnotizantes, hay mucho gag que funciona y otro que no tanto, pero en el balance final, uno se divierte, y más aún si los mas chiquitos la pasan bien. Peli para toda la familia que divierte de principio a fin... y ojo, que a los pocos minutos del arranque de los títulos (al final) hay una escena extra... a no salir del cine tan rápido.
Pequeños agentes enfundados en blanco y negro Sin entregar una historia novedosa, el relato mantiene el ritmo y rinde homenaje a las películas de espionaje con personajes que intentan evitar la destrucción del mundo. Luego de Madagascar -2005- y sus dos secuelas, DreamWorks Animation decidió hacer una película con los Pingüinos Skipper, Kowalski, Capo y Rico, personajes que también tienen su propia serie en Nickelodeon. De actores de reparto a estrellas consagradas. El film de animación rinde homenaje a las películas de espionaje y, desde el comienzo, ofrece una aventura vertiginosa que no descansa a lo largo de noventa minutos. Como una suerte de pequeños agentes Bond, la acción se desarrolla en diferentes rincones del planeta, entre persecuciones por canales de Venecia, explosiones, naves de última tecnología y un enemigo, el Dr. Octavio, que tiene intenciones de destruír el mundo. Para evitarlo, los pequeños protagonistas, enfundados en su frac blanco y negro, deberán unir fuerzas con la organización de espionaje Ráfaga Polar, liderada por Agente Clasificado -con voz local de Jay Mammon- y sus aliados. Sin entregar una historia novedosa, el relato mantiene el ritmo, las tomas aéreas y el combate con un pulpo que arrastra no sólo sus tentáculos sino conflictos de ego desde la niñez. El resto es puro color -resulta ingeniosa la escena en la que los protagonistas se camuflan con la senda peatonal-, efectivos gags -los comentarios inoportunos- y las caídas libres que parecen no tener ni límites.
Adorables criaturas Tiene momentos graciosos y delirantes. Y sí: los pingüinos son animalitos encantadores. Si los animalitos que hablan siempre fueron los “actores” preferidos de los dibujitos y las películas animadas, los pingüinos están en campaña para pelearles el primer puesto en el ránking histórico de protagónicos a perros, gatos y conejos. Chilly Willy -de la escudería Lantz/Universal- hizo lo suyo entre los años ‘50 y ‘70, y en los 2000 llegaron Skipper, Kowalski, Rico y Cabo. Ellos formaron el cuarteto más popular de la saga Madagascar (de la que ya se hicieron tres largometrajes y hay planes de un cuarto) y, gracias a eso, se ganaron su propio espacio. Que consiste en nada menos que: una serie, que se vio entre 2008 y 2013 por Nickelodeon; un cortometraje; dos programas especiales de TV -uno de Navidad, otro de San Valentín-; y, ahora, una película propia, titulada, sin muchas vueltas ni imaginación, Los pingüinos de Madagascar. Como para que nadie se confunda sobre lo que va a ver. Las adorables criaturitas están en buenas manos: uno de los dos directores es Eric Darnell, creador y responsable de toda la saga Madagascar. Y la película funciona: es vertiginosa -los pingüinos no paran un segundo, y el 3D suma la sensación de estar en una montaña rusa- y bastante graciosa, con algunos chistes dirigidos a los padres -como la burla a los documentales sobre pingüinos- y muchos a los chicos (seguramente la disfrutarán más los que tengan entre 4 y 9 años). Hay, como en Madagascar, viajes por el mundo, desde la Antártida a Venecia, pasando por Shangai, con escala final en Nueva York. Lo mejor es el delirio: acá, como en los mejores dibujitos de la vieja Warner Bros., puede pasar cualquier cosa, sin ninguna clase de respeto por las leyes de la lógica. Los que la vean subtitulada podrán escuchar, entre otras, las voces de John Malkovich como el malvado pulpo Dave, y la de Benedict Cumberbatch como el lobo Clasificado. En la versión en castellano, este papel es dignamente interpretado por la irreconocible voz de Jey Mammon, único argentino en un elenco con predominio mexicano, en el que también figura el querido Edgar Vivar como Corporal, un oso casi tan grandote como Ñoño o el Señor Barriga.
Misión: Desenmascarar a los emperadores del espionaje. Siempre sostuve que los personajes secundarios de las películas animadas son mucho mejores “actores” que sus protagonistas. En este momento, me vienen a la mente un montón de nombres que no va al caso mencionar. Digo, para que hagan ustedes el ejercicio en casa. Es por eso que el reparto suele generar mayor empatía con los espectadores. Además, tienen la cualidad de ser a la vez, tan tiernos como graciosos. Y bueno, últimamente varios de ellos están teniendo la suerte de tener su propia película; spin-off que le llaman. Un poco de fines comerciales (bue) y otro poco de “a pedido del público”, hacen que Pingüinos y Minions obtengan un pase directo a la alfombra roja de las estrellas. Cortometrajes, series animadas en canales populares, especiales navideños y demás festividades anuales… Un camino que se recorre hasta finalmente desembocar en la gran pantalla. penguins-of-madagascar1 El nuevo film de Skipper, Kowalski, Rico y Cabo no ha sido exprimido al máximo, y me hace preferir verlos en papeles menos estelares junto a cierto león, cierta cebra, cierta hipopótamo y cierta jirafa. Es más bien un producto para entretener a los más pequeños, perdiendo un poco de esa inteligencia y sagacidad que poseen estas simpáticas aves que no vuelan. De todas maneras, a partir del estreno, olas de consumidores se dirigirán a agotar la taquilla. Quizás hay una presencia demasiado abundante de nuevos personajes que tienen muy poco encanto como para ocupar la porción de metraje que ocupan. Conoceremos un poco más de la historia de estas criaturitas monocromáticas; historia que acaba de ser inventada, claro. Y festejaremos esos aires de soldados del ejército que poseen los muy pícaros. De paso cañazo, pegaron combo feliz en Arcos Dorados Company, haciéndole el aguante a la glotonería de los cuatro. Los Pingüinos de Madagascar (Penguins of Madagascar, 2014) entretiene, pero no deslumbra. Una pena que no se haya sacado provecho de tan brillantes pájaros bobos, lo cual demuestra lo agotados que parecen estar algunos recursos. The-Penguins-of-Madagascar2 Mientras Los Pintín del Norte resuelven los casos más alocados del universo, nosotros esperaremos a ver quién gana la competencia, ya que pronto, sus némesis amarillas de panadería, también estarán en el cine por su sola cuenta. Una notita de color es que la versión en español latino cuenta con las voces de Jey Mammon y Edgar Vivar (sí, el Señor Barriga) interpretando a nuevos personajes. La pasé bien viendo el film, pero esperaba algo más de pimienta en el humor y menos tendencia a esos ensambles superheroicos, con sus armaduras, sus naves, etc. De todas maneras, se sabe que siempre ganará la austeridad, la torpeza y la humildad de los fantasiosos pingüinos de Dreamworks y Nickelodeon. Pero ante todo, no puede faltar la frase que lo resume todo: “Bonitos y gorditos, muchachos, bonitos y gorditos”.
Aves espías sólo para chicos. Luego de tres películas como actores de reparto, varios especiales de TV y una serie propia, los ya famosos Skipper, Kowalski, Rico y Private (por soldado raso) juegan de titulares en la pantalla grande, con gran salida comercial en medio mundo, en 3D, y a una velocidad que ningún otro pingüino podrá alcanzarlos. El de "Happy Feet" ya es historia. Como corresponde, la película empieza por el comienzo: la infancia de los susodichos amigos. Sin entrar en detalles, baste decir que nacieron cancheros y sobradores. Y ya vamos saltando a la gran aventura que los convoca para este film. Que es un film de espionaje a lo James Bond, de acción intermitente, con un supervillano, gadget diversos, vueltas por el mundo, capturas, rescates, enfrentamientos, hecatombes, etc., etc., pero sin pingüinas. Nada de andar sospechando cosas raras. No hay romance (sea de una noche polar o una noche tropical) porque no hay interés en distraer a los niños con cosas que todavía no les interesan. Esta es una película para niños. Sólo para ellos. Porque sólo ellos pueden recibir tanta catarata de enredos sin cansarse ni aburrirse. El problema es que después salen de la sala cargados de energía y uno debe andar sujetándolos con ocho brazos igual que el malo de la película, que es un pulpo. Director, Eric Darnell, que escribió y dirigió las tres de "Madagascar", y junto con Tom Mc Grath hizo los caracteres que dieron nacimiento a todos estos bichos. Codirector, Simon J. Smith, responsable de aquel plomo de la abeja que lleva a juicio a los vendedores de miel, y de un corto con el personaje de Megamind, modelo del malo que ahora vemos. Así es, esta gente se copia y se repite. Un dato curioso: en la versión original, que algunos espectadores bajarán de Internet, John Malkovich hace la voz del personaje llamado Dave, y Werner Herzog la voz de un documentalista que está registrando a los pingüinos al comienzo de la historia.
Espíritu lúdico En Los pingüinos de Madagascar hay, obviamente como en toda secuela o -nuevo curro conceptualizado- spin-off, una espíritu recaudador: si estos personajes funcionaron, y muy bien antes, no hay por qué pensar que no seguirán funcionando. Que Hollywood -vaya novedad- es una industria, y el cine animado parece ser uno de sus principales nichos. Sin embargo en este estiramiento del universo Madagascar hay una cosa mucho más saludable que se explota, que no tiene que ver tanto con los personajes sino más bien con un espíritu juguetón y un humor vertiginoso que funcionó a la perfección en Madagascar 3. Si bien los resultados aquí no son tan contundentes, la película de Eric Darnell y Simon J. Smith avanza sin preocuparse demasiado por las enseñanzas y con la mira puesta en perfeccionar cada chiste que se les cruza. El cine animado alumbrado a la sombra de Disney, hay sabido explotar dos vertientes posibles: el musical o la fábula aleccionadora. Pero desde su origen, Dreamworks se vio mucho más preocupada en utilizar la animación como un territorio fértil para la comedia, tal vez intentando recuperar lo que significaron los Looney tunes para la cultura popular norteamericana del Siglo XX. En primera instancia fue Shrek, pero su fórmula de humor pop y autoconciencia terminó agotándose rápido. Y tal vez impensadamente (si tenemos en cuenta lo floja que fue la primera parte), Madagascar sembró el terreno para que se dejaran de lado ciertos vicios repetitivos y se agudizara el sentido del humor salvaje. Los pingüinos de Madagascar es entonces un paso más en esa reconversión de Dreamworks como la casa de la animación cómica. Lo que hace la película es expandir el universo que, uno suponía, tenían esos personajes, relleno de la saga principal. Sumado esto a una serie animada que los tuvo como protagonistas, el film no hace más que explotar una de las vertientes más visitadas por el cine animado: la comedia de acción. Los pingüinos siempre se vieron envueltos en situaciones de un absurdo mayúsculo, potenciadas por una falta de discernimiento sobre la realidad que poseían Rico, Kowalski, Skipper y Cabo. Ellos creen (como aquel perro Bolt) que el universo que habitan es un espacio repleto de riesgos, una reescritura del cine de acción y espionaje. El film los mete, entonces, en el ritmo de una de aventuras. Y tal vez eso sea lo peor de la película, ya que acota el espíritu anárquico de estos personajes a una historia con su evidente presentación de conflictos y resoluciones. Pero, claro, aquello que resulta incontrolable es muy difícil meterlo entre cuatro paredes: y ahí es donde el humor de estos personajes surge victorioso, atravesando incluso los problemas de una trama con evidentes baches narrativos. Hay mucho humor visual, pero también verbal: los chistes en Los pingüinos de Madagascar surcan la pantalla a la velocidad de un proyectil. Y, claro, como en toda película que arriesga, algunos disparos dan en el blanco y muchos otros no. Obviamente aquello que funciona lo hace, y muy bien (el prólogo donde se cargan a todas los documentales sobre vida animal, un plano secuencia que los lleva de avión en avión), y la película crece cuando menos se preocupa por un orden establecido y deja sueltas a esas criaturas delirantes. Los pingüinos de Madagascar es una película muy divertida, que establece un piso más o menos alto para la experimentación humorística que está llevando adelante Dreamworks, y que tiene que ver con dejar de lado la sensiblería, aún pasándose por momentos de rosca con el cinismo. Si la película no funciona mucho mejor es por un vértigo excedido y porque se nota una falta de ambición general, que pone a esta película como un producto intermedio entre aquellos films de la casa que son pensados como grandes obras, como es el caso de Cómo entrenar a tu dragón 2.
La excusa para que chicos y grandes vayan al cine. Los pingüinos de la ficción animada de Dreamworks están pasando por su mejor momento. Nacidos como personajes de la película Madagascar y luego protagonistas de su propia serie televisiva (en Nickelodeon), adquieren autonomía de vuelo en Los pingüinos de Madagascar. El rasgo característico de Skipper, Kowalski, Rico y Cabo es el impulso para salirse de la fila de sus pares y volar al mundo, aun sin alas, apenas con aletas menudas e inquietas. El guion los pone en la mira de un malvado Doctor de apariencia engañosa, con la misión de salvar su especie. La historia está contada con ritmo vertiginoso y varias referencias visuales sobre los pingüinos como las típicas criaturas elegidas para los documentales proteccionistas. Cuando esta suerte de Tres Chiflados adoptan al pequeño huevo que la naturaleza descarta, que se convierte ahí nomás en Cabo, el grupo se constituye como célula de acción, dispuesto a correr los riesgos, demostrando ingenio, velocidad y astucia. El humor nace en el primer diálogo en medio de la geografía helada de la Antártida. Los gags y chistes visuales no paran en hora y media de película. Brandon Sawyer, John Aboud y Michael Colton, responsables del guion, los ponen en la misión desproporcionada en la que se embarcan. El Doctor Octavius Brine es el clásico loco que quiere hacer estallar a la pingüinada del mundo, por motivos personales. Los pingüinos superagentes, tan sofisticados como su cazador, se encuentran con Ráfaga Polar, grupo de élite que lucha en defensa de las especies más vulnerables. Integran el comando que emula los tips de los militares en territorio hostil, con armamento sofisticado: Clasificado, el lobo jefe; un oso polar, Montaña; una lechuza, Eva, de enormes ojos, y una foca, Mecha corta. La película suma situaciones humorísticas que captan al público en varios niveles de sentido. Los chicos se encuentran con los pingüinos de la tele, que no han cambiado el carácter alocado y tiernos que les hizo ganra su propia celebridad. Los adultos decodifican los chistes y las parodias, como la que hace blanco en el Agente 007. También hay algo del Super Agente 86, en la torpeza que conduce por pura casualidad a buenos resultados. Las personalidades bien planteadas diferencian a uno de otro y generan empatía inmediata. La idea del héroe enfrentado a una tarea que lo sobrepasa es revisada en Los pingüinos de Madagascar, por la vía del humor. Los chicos asumen la velocidad de los personajes, el absurdo y el color de la película que contrasta con los pingüinos y el blanco polar de sus socios de aventura. El juego del comienzo que incorpora el documental, y revela el detrás de escena, no se mantiene durante la película. Skipper, Kowalski, Rico y Cabo han huido del escenario ideal para las cámaras y transmiten la felicidad de lanzarse al mundo con la adrenalina propia de los héroes que, además, saben qué esperan de ellos sus seguidores.
Nacidos para ser estrellas La llegada al cine por cuenta propia de Los pingüinos de Madagascar es lógica y está a la altura de las expectativas. Lo primero, porque aún desde los roles secundarios en las tres entregas de la película madre brillaban con su humor de chistes absurdos, gags físicos y comentarios ácidos. Y lo segundo, porque aquí nadie extraña ni un segundo al león Alex y el resto de la pandilla. La película cuenta en primer lugar cómo se forma este insólito y autodenominado escuadrón de elite que forman Skipper (el comandante de la banda, el más ridículamente divertido), Kowalski, Rico y Cabo; pero rápidamente hay un salto al presente. Cansados de la vida de circo con la que concluye Madagascar 3, se van de paseo con sus formas explosivas y poco ortodoxas. Pero pronto se ven sorprendidos por Dave, un pulpo resentido al que le robaron todo el protagonismo en el zoológico de Nueva York. El bicho, ahora quiere venganza. Y como en apariencia es un villano demasiado malo para ellos, entra en acción (algo subrepticiamente) un comando de elite –de en serio– llamado Viento del Norte, encargado de defender especies en peligro. Ágil (la hora y media vuela), muy divertida a varios niveles –hay chistes para todas las edades–, con clima a película de agentes secretos a lo James Bond, Los Pingüinos sólo deja de fluir a la hora del desenlace, algo rebuscado. El 3D tranquilamente se puede prescindir, pero el balance final es más que favorable, como para esperar con ganas a que Skipper siga poniendo en acción planes insólitos en un futuro.
SONRÍAN Y SALUDEN Mientras Pixar parece concentrarse en películas con mensajes bien intencionados, basados en valores como la unión y la amistad, a través de los años Dreamworks se ha diferenciado de estos desarrollando un humor mucho más físico e irónico, basado en la fluidez y el cinismo. Es decir, mientras que la empresa del grupo Disney tiene al humor como un medio para transportar el mensaje de sus fabulas modernas, Dreamworks lo tiene como fin. Y es en ese objetivo que casi se han especializado en crear personajes secundarios con enorme carisma y gracia, y esto sumado a la última moda occidental del spin off dan como resultado Pingüinos de Madagascar. La película empieza contando los orígenes de Skipper (Tom McGrath), Kowalski (Chris Miller), Rico (Conrad Vernon) y su encuentro con Cabo (Christopher Knights). La trama versa sobre las aventuras de estos en su intento por salvar al mundo del malvado pulpo Dave (John Malkovich), quien cree que los pingüinos le habían robado el protagonismo cuando eran compañeros en el zoológico de Nueva York, y obviamente, quiere venganza. El cuarteto polar tendrá en el camino la ayuda de un grupo especial de tareas que, más allá de ser útiles en un par de chistes, realmente no alcanzan su potencial. Probablemente en la intención de dirigirla a un público infantil se justifique la necesidad de un argumento lineal enmarcado en un ritmo frenético y una sucesión cuasi interminable de chistes. Lo que esta puesta implica es un riesgo enorme en cuanto al resultado final debido a que no todas las escenas son efectivas y no todos los chistes funcionan. De hecho, el gag de Skipper sobre el nombre de Dave es repetido la cantidad de veces necesarias como para que a la mitad ya no cause ni una sonrisa. Sin embargo, Pingüinos de Madagascar acierta cuando apuesta a la fluidez frenética de la acción (característica explicita de Madagascar 3: Los Fugitivos) y ese histrionismo constante que le debe más a los Looney Tunes que a Los Tres Chiflados. La película de Darnell y Smith es más bien un entretenimiento auto conclusivo con buenos momentos pero que inicialmente no logra la consistencia que se le puede exigir a una saga. Cuando en las tres Madagascar funcionaban a la perfección, el envío en solitario podrá hacer las delicias de los más chicos por aquella sencillez de la propuesta, pero cuando de un público más amplio se trata, mejor permanezcan bonitos y gorditos, muchachos. Bonitos y gorditos.
Una marcha animada Un spin-off de Madagascar, el nuevo film animado de Dreamworks muestra a los pingüinos Skeeter, Kowalski, Rico y Private escapando de su refugio en el Ártico para conocer a un viejo enemigo: el pulpo mutante Dave, un personaje bastante inspirado en Los Simpson, con algo de los alienígenas invasores y otro poco del resentido Bob Patiño. Tras ser ignorado en decenas de acuarios por el carisma de los pingüinos, Dave usa la máscara del Dr. Octavius Brine y convence al cuarteto de que sean sus mascotas en un peligroso experimento. Entonces aparece la brigada del Viento Norte, comandada por un zorro arriesgado y munido de trucos tecnológicos, una suerte de James Bond con la adecuada voz del inglés Benedict Cumberbatch, el nuevo mimado de Hollywood. Mientras la interacción de los personajes no genera gran riesgo, Eric Darnell y Simon Smith, directores de la aventura animada, tienen buenas ocurrencias cuando empiezan las mutaciones de pingüinos y, en especial, el de un grillo distraído. Atinada es también la voz de John Malkovich como el pulpo Dave (una verdadera pena es sucumbir a la versión doblada) y, para amantes del cine, la de Werner Herzog como el documentalista que presenta la pingüinera al inicio del film, parodiando al popular La marcha de los pingüinos. Los seguidores del alemán sabrán apreciar la ironía.
Desde la primera Madagascar en 2005 estaba claro que los pingüinos estaban en un registro diferente a los personajes principales, aun apareciendo menos. Luego en las secuelas comenzaron a tener otra importancia y de hecho en las ediciones en DVD se podía ver algún corto con protagonismo exclusivo. La sensación en todos los largometrajes de la franquicia era que el cuarteto de aves estaba en otra película, incluso más divertida, lo cual le valió un mejor índice de popularidad. A pesar de esto, Madagascar 4 está en camino para 2017. En fin, para asegurarse que nadie en el mundo pueda equivocarse en la boletería a la hora de comprar las entradas, todos los empleados en los Dreamworks Animation Studios, desde el gerente al barrendero, mandaron la sutileza al sótano y le pusieron directamente “Los pingüinos de Madagascar”. Sin pérdida de tiempo los guionistas retroceden a cuando Skipper (Tom McGrath - doblaje de Mario Arvizu -), Kowalski (Chris Miller - doblaje de Idzi Dutkiewicz -) y Rico (Conrad Vernon -doblaje de Pepe Toño Macías -) rompen el cascarón. Ya de pichones se los ve contestatarios y cuestionadores al negarse a marchar con el resto y protestar contra la naturaleza cuando nadie hace nada al perder en el camino a uno de los suyos que todavía permanece dentro del huevo. Los tres se niegan a abandonar a uno de los suyos e inician un raid para recuperarlo. Una vez hecho esto nace el cuarto elemento: Cabo (Conrad Vernon - doblaje de José Luis Orozco -). Una elipsis nos lleva al presente. Ya adultos, el grupo sigue tan eléctrico e hiperactivo como siempre para tratar de robar del famoso Fuerte Knox la verdadera fortuna,: una máquina expendedora de snacks de queso. Al hacerlo conocen al villano Dave (John Malkovich - doblaje de Carlos Alcántara -), un calamar que clama venganza por haber sufrido la indiferencia de los asistentes al zoológico en favor de los adorables pingüinos, y quiere extraerlos de todos lados para convertirlos en monstruos. La misión remite a alguna de James Bond ochentosa (de hecho la banda de sonido tiene esa impronta constante) y no será fácil, por lo cual se suma un escuadrón “defensor de animales indefensos” (léase en vías de extinción, como para instalar la importancia de la preservación de las especies). Al mando está Agente Clasificado (Benedict Cumberbatch – doblaje de Jey Mamón -) y otros tres personajes que eventualmente compiten con los pingüinos. El guión es, en realidad, una excusa para trabajar los gags físicos y dialogados de los protagonistas. En sentido, “Los pingüinos de Madagascar” es una ametralladora de chistes y situaciones hilarantes. No hay descanso para la risa de principio a fin y si bien hay un lugar para deslizar mensajes como “Las apariencias no importan; sino lo que uno hace”, o “nunca dejar atrás a un miembro de la familia”, no es el tipo de producciones que se ocupe demasiado de profundizarlos. Skipper, Kowalski, Rico y Cabo son a esta altura una mezcla de S.W.A.T. con Los Tres Chiflados. Funcionan muy bien gracias a la colaboración mutua de cinco guionistas: Michael Colton, John Aboud, Brandon Sawyer, Alan Schoolcraft y Brent Simons. Es imposible no pensar en la minuciosidad para escribir cada diálogo, gag, remate, etc, perfectamente sincronizados por Eric Darnell, el director de toda la franquicia a quien se une Simon J. Smith, otro director de animación de Dreamworks pero con mejor timing para la comedia dado el antecedente de “Bee Movie” (2007). Lo mejor que le puede pasar al entrar al cine con los chicos es esperar reírse mucho, porque eso es precisamente lo que ocurre con esta realización.
Llena de acción y con mucho ritmo para entretener a grandes y niños. Debido al estupendo carisma que han tenido en sus tres participaciones “los pingüinos” en “Madagascar” (2005, 2008, 2012), hasta han tenido una serie, ahora tienen una película y los protagonistas son: Skipper (Tom McGrath), Kowalski (voz original Chris Miller), Rico (Conrad Vernon) y el jovencito Private (Christopher Knights). El relato comienza como si fuera un documental con la voz en off de Werner Herzog. Luego se va desarrollando la gran aventura, en un zoológico donde la gran atracción y amor era para un pulpo, pero con la llegada de los pingüinos los visitantes inclinan sus miradas a ellos y el octópodo es excluido, esto hace crecer todo su odio y se transforma en el doctor Octavio Salmuera (John Malkovich/ actor, humorista, comediante de stand-up y productor peruano Carlos Alcántara Vilar) también conocido como Dave que solo busca vengarse de los pingüinos y su plan es transformarlos en horribles mutantes y que todos los rechacen. Pero ellos contaran con la ayuda de una organización secreta llamada” El Viento del Norte” encabezada por el” Agente Clasificado” (Benedict Cumberbatch/ voz local de Jey Mammon) un lobo gris y “Mecha corta” (Ken Jeong/el cómico chileno Stefan Kramer), entre otros. Deben recuperar al secuestrado Private y salvar a todos antes que destruya todas las especies. Uno de los tantos momentos divertido es el gag con el paquete de los “Cheezy Dibbles”. Esta película animada contiene mucho humor, ritmo y acción para los niños y varias referencias de distintas historias para divertir a los adultos, relacionada a las películas de espionaje con toques al mejor estilo del “agente 007 James Bond” y en el medio una historia de amor muy simpática. La historia es un poco débil con buenos efectos especiales pero nada que no se haya visto antes. Los diálogos resultan divertidos, agiles y enérgicos, se pueden ver viajes por distintas ciudades: Venecia, Shangai, Berlin, Londres, entre otras. Posee varios atractivos y buenas tomas aéreas, una banda sonora encantadora, hay persecuciones, explosiones y varios mensajes. Al final entre una parte de los créditos hay escenas extras y sorpresas.
Con el cambio de milenio, la vieja magia de Disney comenzó a declinar en cuanto a la aceptación de sus films por parte de la platea infantil ya que el cuento mágico siempre orientado a la moraleja olía a muy viejo en el mundo donde ya reinaban en la TV los Simpsons. Pixar y luego Dreamworks fueron la alternativa fílmica a Disney. La primera fundada por el ex Apple Steve Jobs en 1986, la segunda fundada en 1994 por un ex Disney (Katzenberg), David Geffen y Steven Spielberg. Con historias como la serie Shrek, El Espanta Tiburones, Madagascar, Bee Movie, Kung Fu Panda, Monsters vs Aliens, Cómo entrenar a tu dragón y Megamind, Dreamworks forjó un tipo de animación que, a la par que reformulaba el viejo cuento infantil, hacía ingresar al mundo de la animación la narrativa “adulta” construyendo un producto plurigeneracional. En La citada Madagascar del año 2005 cuatro animales bien distintos naufragaban en una isla que de solitaria no tenía nada. Con cierta influencia de la serie de culto “Lost”, que ya contaba con dos temporadas, estos náufragos encontraban una serie de personajes entre ellos unos pingüinos que formaban un especial y entrañable grupo comando cuyo protagonismo fue creciendo en las películas que siguieron hasta tener su propia serie televisiva con gran éxito en la audiencia infantil. Como película, Los pingüinos de Madagascar, estrenada la semana pasada, es una ampliación de la serie televisiva y esa es su mayor debilidad. Es un entretenimiento instantáneo por lo empáticos que resultan Rico, Skipper, Cabo y Kowalski (homenaje al marinero polifuncional Kowalski de la serie de los 60’ “Viaje al fondo del mar”). Su director Simon J. Smith también dirigió otro producto Dreamworks, Megamind, al que el villano de pingüinos se le parece demasiado…. Igual este tipo de entretenimiento, si bien abunda en guiños para los adultos, se construye bajo la vieja dicotomía de héroes y villanos, y revisten con cierta empatía a personajes cuyas referencias en la vida real no nos resultan tan simpáticos. Ya pasaron más de 40 desde que Ariel Dorfman y Armand Mattelart escribieran “Para leer al Pato Donald”, un ensayo —o «manual de descolonización», tal como lo describen sus autores— que analizaba los valores que se traficaban en las historias del ratón más famoso y más allá de la empatía que me despiertan los pingüinos del film, siguen siendo comandos Navy Seal, cuerpos de élite de la marina que matan a civiles en Oriente Medio y que la reciente American Sniper recrea polémicamente. A la luz de los nuevos paradigmas del entretenimiento infantil y juvenil, se impone una nueva lectura de estos productos y nuevos cánones de producción de contenidos más vinculados a las temáticas sociales e históricas de nuestra Latinoamérica. Los esfuerzos locales como los de la señal Paka Paka muestran que podemos construir personajes que sirvan para recrear nuestra historia y nuestros vínculos con el mundo sin necesidad de promover mundos ilusorios como el que inventara Disney en Orlando que hoy genera miles de millones anuales para la factoría norteamericana. Reírse con nuestros hijos de estas películas también supone una cuota crítica a los mismos para que sepan de qué se habla cuando cuatro pingüinos se autodenominan “Navy Seals”. Por suerte hay productos como el de Zamba y sus amigos que les permiten a los chicos entretenerse conociendo y desacartonando a nuestros héroes haciendo que la propia historia sea material atractivos de lectura y esparcimiento.
Los Pingüinos de Madagascar es un film gracioso, dinámico, muy bien logrado técnicamente, con toda la espectacularidad que ofrece la animación de Hollywood; pero lamentablemente no está a la altura de Madagascar 3, su predecesora en la saga de la cual es un spin off. La película es muy graciosa en un comienzo y luego va dejando lugar el aspecto cómico, para darle relevancia a un aspecto más de aventuras y termina con mucha acción y menos risas. En cierta forma no aprovecha del todo estos grandes personajes que brillaban en las tres películas de Madagascar, sin embargo estas aves tan queribles y graciosas nos deleitan durante todo el metraje. En el tráiler de la película se ven otros animales que parecen que van a ser tan protagonistas como los pingüinos y son una especie de grupo de espías; afortunadamente ese grupo termina siendo más como un equipo rival a nuestros queridos pingüinos, antes que coprotagonistas de la cinta. Y eso es un gran acierto frente a un miedo palpable que hay al ver el tráiler de que los protagonistas se vean diluidos por personajes extraños. El film es recomendado para niños y adultos, y sin ser trascendente, lo puede hacer pasara a uno un muy buen rato, con una animación de primerísima calidad. Escuchá la crítica radial completa en el reproductor debajo de la foto.
Secuelas, precuelas, remakes, reboots... Ahora la nueva es crear franquicias a partir de personajes secundarios de sagas ultraconocidas. Pasó con El Gato con Botas, pasa con Marvel´s Agents of SHIELD y pasa con Los Pingüinos de Madagascar. A esta altura las aves antárticas han participado en roles secundarios en numerosas peliculas, han tenido su propia serie animada y han aparecido en varios spin offs directos a videos. La pregunta del millón es : ¿han agotado su vida util?. La respuesta es un rotundo No y la prueba fehaciente de ello es este filme en solitario para la pantalla grande, el cual tiene mas ritmo y gracia que la última docena de películas animadas que haya visto en los últimos tiempos. La realidad es ésta: el filme no tiene muchos pies ni cabeza, ni es tampoco una maravilla de la originalidad. La animación es muy buena pero tampoco nada del otro mundo. Lo que ocurre es que, a esta altura del partido, las rutinas practicadas por los pingüinos han alcanzado tal grado de perfeccionamiento que se aproximan a un arte en sí mismo. Como un comediante de stand up, que hace siempre lo mismo pero refina su acto hasta convertirlo en un mecanismo de relojería, lo mismo ocurre con estos personajes. Es que la mecánica de origen es muy buena, y es muy fácil engancharse con ella de entrada: un grupo de pingüinos - cuyos nombres parecen salidos de alguna secuela de Los Doce del Patibulo, y que operan como una tropa de élite propia de la fuerza de Misión Imposible - resuelven situaciones improbables apelando al disparate y al ingenio. Como los retos son en realidad la fachada de una amenaza superior - generalmente algún villano sobredimensionado -, les corresponde la titánica tarea de resolverlo como sea y darle el merecido al maníaco de turno. Es posible que uno pueda reducir todo el libreto de Los Pingüinos de Madagascar a un par de hojas, ya que no hay tanto de trama como sí, espacios enormes en donde el director de animación puede improvisar a su antojo. Es como un ejercicio de creatividad en donde los libretistas generan oportunidades para una galería interminable de persecuciones, caidas y explosiones, haciendo pausas de vez en cuando para tomar aire, tirar algunas palabras para hacer avanzar la historia, y volver a la rutina de la acción excitante e inacabable. Ciertamente la mayoría de las ocurrencias del guión son graciosísimas - el agente secreto inescrutable que compone un deshinibido Benedict Clumberbatch; el perverso y delicioso pulpo maniaco que encarna (cuando no!) John Malkovich -, pero llega un momento en que tanta locura, comedia slapstick y adrenalina sobrecargada aturden, y ello llega sobre el final, cuando Los Pingüinos de Madagascar pierden envión y originalidad. Es un punto en donde el público simplemente desea que el filme acabe de una buena vez. Los Pingüinos de Madagascar es pura diversión. Los personajes son deliciosos, el ritmo es frenético, las ocurrencias desbordan de gracia. Quizás no tenga mucha substancia y quizás carezca de originalidad, pero desborda de energía y, con la adrenalina al 120% y un timing cómico probado y aceitado, las cosas no terminan de salir para nada mal.
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Potencial que no llegó a despegar Esos simpáticos pingüinos que se habían robado varias escenas en las películas de la saga de "Madagascar", se merecían un spin off... ¿o no? Bueno parece que la cosa no salió tan bien. En primer lugar nos introducen en el origen de los cuatro protagonistas, Skipper, Kowalski, Rico y Cabo en la Antártida. Nos muestran muy rápidamente de donde vienen y cómo se conocieron cuando eran niños para llegar al momento en que se cruzan con Alex, Marty, Melman y Gloria, los protagonistas de "Madagascar", y su posterior viaje en solitario hacia nuevas aventuras. A partir de esa conexión breve y explícita para apalancar el interés del público que pueda llegar a ser ocasional en la sala de cine y no entender el contexto, se podría decir que comienza la verdadera trama del film. Personalmente encontré esta introducción un tanto aburrida y con poca chispa, lo que ya me advertía desde el comienzo que quizás esta cinta no sería tan divertida como había imaginado. Una vez que se comienza a develar el nudo de la historia me voy encontrando con un relato demasiado básico que no llama la atención, mucha irregularidad en los chistes, un grupo de personajes secundarios que no generaban empatía con el espectador y un pulpo villano que no me despertó más que irritación. Dave, el pulpo en el papel de malo de la película, no llega a ser ni demasiado sinvergüenza ni divertido. Si bien su motivación para hacer las maldades que hace está buena, termina siendo demasiado tonto y su verborragia llega a irritar. Por el lado de los personajes de reparto, el grupo de espías llamado Viento del Norte, tampoco encontré demasiada diversión. El cuarteto compuesto por Classified, Corporal, Short Fuse y Eva, lo único que tenía de interesante era que las voces estaban a cargo de algunos actores de renombre como Benedict Cumberbatch y Peter Stormare, pero casi ni se notaban que eran ellos porque a diferencia de otras producciones en las que a los personajes animados se les imprime características reales de la personalidad de sus actores, acá prácticamente ni se calentaron y no permitían relacionar al actor con el personaje. Una lástima porque podrían haber aprovechado semejante figuras para subir el nivel de la propuesta y no sólo ponerle voz al escuadrón. Hay algunos momentos que divierten, no todo es aburrimiento, pero creo que el potencial que habían demostrado los pingüinos en la saga "Madagascar" acá se vio desperdiciado y dio la sensación de que todo se cerró a último momento para cumplir con el estreno. Una pena ya que me hubiera gustado ver algo más zarpado que lo que se mostró. En recaudación les fue bien a nivel global, pero no se si lo suficiente para hacer una secuela. Esperemos que si deciden avanzar con la franquicia suban el nivel de guión y nos brinden algo realmente diferente.