Blue men group. Los Pitufos comprenden, como tantas otras series animadas de los ochentas, un cuadro de valores que contrasta con el establecido socialmente en la actualidad, como así también un imaginario social que llevó a la empatía absoluta las distintas personalidades específicas, por más variadas que sean. Pero así y todo, Los Pitufos no son atemporales. Las condiciones dentro del marco de la creación se dieron en un contexto específico, en una etapa de la historia mundial, en una década paradigmática del pensamiento, de la propaganda mundial y del saber ser. Es aquí donde entramos al año 2011 queriendo inmortalizar a los liliputienses azulados de características internas del puro corazón que se asemejan a los nefastos Ositos Cariñosos y sus incontables remakes aggiornadas. Es cierto, la nueva pitufoentrega, la actual y no la versión fílmica bajo el mando de Eddy Ryssack y Maurice Rosy y de autoría del propio creador de la historia de los pequeños para el semanario Le Journal de Spirou, Peyo; retrotrae toda mezcolanza de sentimentalismo y moralina de antaño a una realidad distinta a la original primigenia que no se condice con la mágica fantasía similar a las enseñanzas de Donald y su american way of being. La premisa radica en la presentación del mito/leyenda pitufa, su génesis muy tomada de los pelos y la presentación de una vida aldeana ideal desde el punto de vista y perspectiva de Pitufo Tontín y el sobreguardo de Papá Pitufo. Pero todo grupo y toda historia tienen su antítesis por defecto y es entonces el turno de Gargamel para entrar en escena acompañado de Azrael, su gato encarnado en conejillo de indias y ayuda memoria. En un intento por rendir culto a la Luna Azul en la aldea, el villano hechicero se conduce al mundo de felicidad teñido de color primario para sembrar el terror y absorber la mágica esencia de los pequeños seres para invocar un poder que lo convierta en un amo supremo y lograr la invensibilidad. Secuencia de acción de por medio, con rasgos fantásticos y humor infantil, la situación desencadena en un drama cuasi-existencial para el estilo de vida del todo: el destierro impuesto por la maldad para desembocar en el mundo humano en el cual deberán morar e interactuar con su escaso entendimiento de la actitud urbana a la vez que son perseguidos por el ser antagónico y su gato. El filme entonces se centra, por fuera de todo pronóstico que remita a la obra de Peyo y su circular relato, a la cuestión vuelta a casa y la convivencia con el humano que “oh casualidad”, resulta ser una pareja perfecta que ayudaran a los pulgarcitos a regresar a casa y a frustrar los maléficos planes de Gargamel a la vez que intentan resolver sus problemas de ciudad como ser el trabajo y las relaciones interpersonales. Tintura azul, jingle irritante y acople del idioma harán el resto. 1. Tres pitufas dimensiones. Nuevamente una entrega a la orden de la nueva tecnología del fingimiento del campo. En una secuencia inicial de presentación sobrenatural, el 3D se muestra hasta virtuoso para desembocar en la falta de continuidad del recurso y luego en la escasez absoluta de concepto visual de la técnica cameroniana. Damos cuenta nuevamente y nos pronunciamos enemigos de la falta de justificación artística, que todo hecho que se sucede esta falto de pensamiento inicial y directivo para ensalzarse en un nuevo invento. No culpamos a nadie, solo diremos que el color en épocas de su advenimiento al séptimo arte, no fue tarea fácil de transmutar al celuloide y menos que menos su utilización eficaz como recurso conceptual narrativo. La respuesta esta en la planicie y sencillez a la que venimos malacostumbrados hasta que un iluminado de el toque que revolucione la aplicación tecnológica del Double Camera System. 2. Actores… situación!!! Si, la historia se DEBE centrar en el Pitufo como entidad. Pero hay presencia humana. Entonces ¿Qué hacemos? Dejamos de lado al protagonista y lo encaramos desde la visión “real” (si es que eso existe), pero realizando el trabajo a medias. Es decir, el cambio de perspectiva, si bien debe estar justificado, no debe nunca realizarse a mitad de camino ya que se descentra la cuestión unitaria como carácter central y se terminan trabajando dos extremos distintos sin llegar a ahondar ninguno en su totalidad. A lo que vamos con esto es a que, si bien la atención nunca deja de posarse en breves intervalos en Pitufo Tontín, Neil Patrick Harris se come el cuadro con su destacable talento (ya comprobado en su aparición en Glee o su memorable encarnación de Barney Stinson en How I Met Your Mother, pero sin demostrarlo en su plenitud, creemos que por un defecto en la cuestión directiva. 3. Qué tan bueno es un filme. Hitchcock y Truffaut mantuvieron una charla en El Cine Según Hitchcock en donde, entre otros temas, mencionaron que una película es tan buena como tan malo o mejor logrado este su villano. En Los Pitufos, el villano Gargamel no resulta lo suficientemente maligno como lo era en la versión animada, ni sus planes ni sus modus operandi resultan lo suficientemente bloqueantes para los cometidos del bien protagonista. En consecuencia, al haber maldad en proporciones bajas, los modos de combatirla serán también en bajar dosis, incluso llegando a resultar reiterativos y aburridos por momentos. 4. Volver al Futuro. Los Pitufos resulta atractiva visualmente como en forma de comedia infantil, por no decir muy infantil, pero este detalle sumado a la tecnología del inciso uno, preparan el terreno para una amplitud proverbial donde sembrar merchandising pitufino y secuelas azuladas por doquier y sin cesar. Esperemos que aquellas continuaciones brinden un poco más de cine…
Pitufeando el recuerdo de la infancia. Tengo que admitir que fui con miedo a ver esta película, miedo a matar aquel lindo recuerdo que tengo de llegar del colegio y merendar viendo Los Pitufos al son de la siempre simpática melodía. Ya me ocurrió a principio de año al volver a mirar ese mítico animé llamado Los Caballeros del Zodíaco, y sentir que parte de mi infancia moría al ver lo ridículo que era aquello que tanto disfrutaba. Los Pitufos es otra de esas películas que combina animación con imágenes reales, esta vez la presencia digital está a cargo obviamente de los pitufos y casi en su totalidad el gato Azrael. Con una historia muy simple y directa, siempre explícitamente contada por el Pitufo Actor, vamos viendo cómo viven los duendecillos felices en su bosque protegido por un campo de invisibilidad, mientras que Gargamel -que todavía seguimos sin saber porque usa ropa de monje- planea como atraparlos para consumir su esencia y volverse invencible. Tras uno de los tantos despistes de Tontín, un grupo de seis pitufos, Azrael y Gargamel terminan en la ciudad de New York actual. El guión a cargo de David Stem y David Weiss apunta claramente a un público infantil, más bien a menores de 10 años, ya que el humor simplón a base de caídas y golpazos –sobre todo para Azrael y Gargamel- sólo les causará gracia a los más chicos. Es una pena que no intentaran incluir gags para acompañantes mayores, los pocos que se incluyen funcionan como el de Pitufo Valiente imitando a William Wallace gritando “libertad” es una clara muestra. Los personajes se presentan como extremos, donde los buenos son de buen corazón, y los malos bastante torpes. Lástima que no se arriesgaran un poco más con un personaje como es el de Gargamel, quizá algo menos payasesco hubiese causado más comicidad. En materia interpretativa, no sorprende que a los actores se los ponga en piloto automático. Nuevamente, se desperdician dotes actorales de gemas para la comedia como son Hank Azaria y Neil Patrick Harris. Jayma Mays cuadra dentro de un rol que ya maneja de memoria, interpretando a la típica chica con buena onda y gran corazón, como también a Sofía Vergara, a quien con tan solo una ración de su histéria en Modern Family le hubiera bastado para brindar un aspecto más carismático a su rol de jefa intimidante. El director Raja Gosnell cumple en su rol, por momentos explotando 3D –sobre todo cuando los pitufos se presentan volando por los aires-, a veces recurre al trillado efecto de tirar objetos a la pantalla, creando un efecto agotador. Por otro lado, la BSO es bastante floja, cuando en este tipo de películas suele constituir uno de los elementos atrayentes, pero, para esta ocasión pasa totalmente desapercibida, nunca reforzando lo que transcurre en pantalla. El trabajo de Heitor Pereyra podría haber brindado algún atractivo extra. En conclusión, Los Pitufos es un film para un público muy infantil al que le sobra metraje y que entre adultos seguramente dará lugar al hábito de mirar el reloj personal para avistar cuánto falta para culminar la función.
Adorables criaturas Reciclar el pasado parece ser el lema de los grandes estudios hollywoodenses ante la falta de ideas y, en cierta forma, para evitar todo tipos de riesgo económico y estético. Los Pitufos (The Smurfs, 2011) es parte de ese pasado que vuelve, que se recicla, pero que además asume el riesgo de combinar animación con realidad con un resultado altamente positivo. Papá Pitufo y sus cien hijos habitan tranquilos la pitufo aldea. Ante un hecho casual, que no develaremos para mantener el suspenso de la trama, seis de ellos culminarán, sin proponérselo, en la ciudad de New York. De la misma manera también lo hará el malvado Gargamel y su gato Azrrael, archienemigos de las criaturas azules. En la gran manzana Los Pitufos conocerán un mundo diferente, el real. Por más fascinante y maravilloso que les parezca ese no es su habitad y tendrán que ingeniárselas para volver a la fantasía de la que provienen. La historia de Los Pitufos está basada en los clásicos personajes creados por el célebre Peyo, al que la película en algún momento se encargará de homenajear. Pero que la división animación de los estudios Sony junto al realizador Raja Gosnell se encargaron de trasladar al 2011 dotándola de una serie de elementos que entretendrá a los más pequeños casi de la misma manera que lo hará con los adultos, siendo ese uno de los aciertos que el film posee. Mientras los chicos “comprarán” la historia propiamente dicha, los adultos lo harán a través de una línea de acción paralela plasmada de guiños y segundas lecturas. Desde lo técnico hay una utilización del 3D para la creación de cada una de estas criaturitas azules que deambulan por el mundo verdadero de la misma manera que lo haría un humano. Hay una interacción permanente con el mundo real que de hecho es el verdadero protagonista de la historia. Son los personajes reales que interpretan Neil Patrick Harris y Jayma Mays (Glee) quienes llevarán adelante un relato que mantiene una estructura similar a la de E.T. El extraterrestre (Steven Spielberg,1982). Los Pitufos podría haber sido una película muy menor, de esas a las que estamos acostumbrados a ver una y otra vez como si salieran en serie de una máquina de hacer chorizos. Pero para satisfacción de muchos resultó ser todo lo contrario. Un espectáculo para nada grandilocuente que combina todos los ingredientes necesarios para entretener a niños y adultos de la mejor manera posible. Una grata sorpresa post vacaciones de invierno.
Los Pitufos son unos de los íconos más importantes que existen dentro del cómic europeo que en América por lo general se los relaciona con la brillante serie animada de Hanna-Barbera de los años ´80. Más de 50 años de vigencia en mundo de la historieta hizo que los duendes azules tengan el mismo prestigio que otros grandes como Tintín o Asterix. Claro que la historia de estos personajes no siempre fue color de rosa. Los Pitufos fueron acusados por más de un trasnochado de ser criaturas diabólicas que generaban mala suerte e inclusive de ser un instrumento de propaganda comunista. Sin embargo nada de esto impidió que la más famosa creación de Peyo, un gran artista de cómics, resultara un éxito en todo el mundo. Esta película que llega esta semana a los cines es la primera producción live action que se hizo con estos personajes. En el pasado (ver Dato Loco) hubo otro largometraje animado que sigue siendo hasta ahora el mejor trabajo realizado con los duendes en el cine. Creo que esta reseña debe dividirse en dos partes. El aspecto más positivo que puedo rescatar de este estreno es que el film, pese a sus fallas, contribuye de alguna manera a difundir estos fabulosos personajes, con los que muchos de nosotros nos criamos en la infancia, entre las nuevas generaciones de niños que no los conocían. Me parece que en su gran mayoría, los chicos que se engancharon con Alvin y las ardillas van entretenerse un rato en el cine. Sin embargo, tampoco puedo dejar pasar que más allá de este tema Los Pitufos 3D es una decepcionante película mediocre que poco tiene que ver con los personajes de Peyo. El estudio Sony no hizo otra cosa que refritar de manera burda la misma fórmula que usó Fox con Alvin y las ardillas y que hace poco copió Warner con el Oso Yogi. La dirección corrió por cuenta de Raja Gosnell, quien hizo un muy buen laburo con los filmes de Scooby Doo, muy especialmente en la segunda entrega que estaba plagada de referencias a episodios clásicos de la serie animada. Más allá de los gustos personales, lo que nadie le puede objetar a esas películas es que distorsionaran el dibujo animado. Gosnell capturó a la perfección el espíritu de la serie de Scooby. Con los Pitufos no ocurre lo mismo y se nota que no tuvo la misma libertad con la que trabajó en Warner. Los únicos momentos decentes de este film son los primeros 10 minutos cuando presenta a los personajes en su aldea y una muy linda secuencia hacia el final donde se le rinde un pequeño tributo al cómic de Peyo. Después la película es cualquier cosa. El problema es que al trasladar a los duendes a la ciudad de Nueva York, en el mundo real, se perdió toda la magia que tenían los Pitufos. Es algo similar a lo que ocurrió en su momento con la malograda película de He-Man, con Dolph Lundgren. Si Sony hubiera desarrollado este film exclusivamente por la via de la animación , probablemente hubiera sido mejor artísticamente, pero de ese modo el estudio se perdía de explotar el desfile burdo de chivos publicitarios con los que facturaron a lo grande. Esa es la gran decepción. Explotaron a los personajes de Peyo con el único objetivo de brindar un catálogo de publicidades, sin preocuparse por hacer una buena película. Hay una secuencia que transcurre en un shopping que parece dirigida por Carlos Mentasti. Sabemos que todas las películas de este tipo tienen chivos (Chandler suele hacer buenos informes al respecto) pero acá es obsceno como lo manejaron. El 3D es absolutamente inservible. Salvo por algunos efectos en un par de escenas no aporta nada, por lo que no vale demasiado pagar más caro la entrada. En fin, un regreso de los Pitufos desperdiciado. El Dato Loco: Los Pitufos y la Flauta Mágica fue una gran producción animada belga de 1976, dirigida por Peyo, que llevó a estos personajes por primera vez a la pantalla grande. Una muy buena producción que adaptó la trama del cómic de “Johan y Peewit”, donde los Pitufos debutaron por primera vez en una historieta. En este caso no aparecían ni Gargamel ni Pitufina. En América recién se conoció en los cines en 1985, cuando ya se emitía la serie de Hanna Barbera y fue un tremendo éxito taquillero junto con la película de los Ositos Cariñosos. Según cuenta la leyenda, el cine Helios de Palomar se incendió poco después que exhibieran el film y se dice que en el piso del cine quedó dibujado por el fuego el rostro de uno de los Pitufos. Un mito urbano que contribuyó a alimentar el lado oscuro de los duendes.
Lo que los chicos quieren Buen paso de los personajes a la pantalla grande, saltando de la aldea a Nueva York. Y en 3D. Los traspasos de personajes de la TV al cine tienen sus bemoles. Los propios Pitufos ya tuvieron su filme en los años ’80 (¡con Los Pitufos y la flauta mágica !) con tan poco éxito que nadie por los vecindarios de Hollywood se acordó de ellos hasta ahora, cuando Sony estrena Los Pitufos , una película que devuelve a los personajes, los saca de su pitufialdea medieval y traslada a seis de ellos (uno, nuevo) a Nueva York. La presentación, para los más pequeños, aquellos que vieron poco o nada a estos seres azules que miden “tres manzanas de alto”, ya es para que abran bien los ojitos. Está claro que Los Pitufos es un filme para chicos de hasta 8 años, aunque algunos grandulones que en los ‘80 los veían por la tele seguramente querrán aproximarse a ver de qué se trata. Y el resultado, dentro de lo imaginable, es positivo. Nacidos de la imaginación del belga Pierre Culliford, alias Peyo, los Pitufos son 101 (sí, como los Dálmatas) y cada uno tiene un sobrenombre de acuerdo a su personalidad (sí, como los siete enanitos de Blanca Nieves). Está Papá Pitufo, que se diferencia de sus hijos porque tiene barba y lleva ropa y gorro rojo, en vez del blanco del resto, y está Pitufina, única femenina de la comunidad, que –como bien saben quienes siguieron el cómic o la serie de TV- fue una creación del hechicero Gargamel infiltrarse en la comunidad de los Pitufos, pero el bueno de Papá Pitufo sacó la bondad en ella y la acogió como una hija más. Los seis personajes (Papá, Pitufina, Tontín, Gruñón, Filósofo y Bravo, el nuevo, que viste de escocés) terminan transportados a través de un portal al Central Park luego de que Gargamel logre ingresar a la aldea y, en el escape, en los preparativos por el Festival de la Luna azul, saltan al universo “real”, por decirlo de alguna manera. Detrás del sexteto van Gargamel y su gato (animado), Azrael. Ya en Nueva York, entablarán relación con una pareja (Neil Patrick Harris y Jayma Mays, Emma Pillsbury en Glee ) que espera un bebé. El es ascendido como vicepresidente de marketing de una empresa de cosmetología, cuya presidenta (Sofía Vergara) le exige que arme una nueva campaña para un nuevo producto en 48 horas. El resto es previsible. Pero lo que, tal vez, no era fácil de imaginar era que la interacción de los dibujos o, si se quiere, la inserción de los Pitufos en el mundo cotidiano, sería tan “realista”. Los personajes están bien integrados. Raja Gosnell ( Scooby Doo ) conoce del tema, y el mensaje –cristalino- es, como dirían Los Campanelli, que no hay nada más lindo que la familia unida. Hank Azaria, semirreconocible detrás de la pelada y la nariz dientes postizos, se divierte y divierte a los más chicos como el maléfico Gargamel, que quiere extraer la esencia de los Pitufos para tener más poder. Pero, como dicen que la esencia no cambia… Buen programa para los más chiquitos.
Empleadas y patrones no pretende desarrollar un estudio sociológico sobre la diferencia de clases en Panamá ni examinar a fondo la variedad y complejidad de una relación tan peculiar como la que se establece entre las empleadas domésticas y los dueños de casa que las contratan. Lo que se propone, no tanto registrando escenas reales ilustrativas de esa relación sino recogiendo los puntos de vista de unas y otros en una sucesión de entrevistas (registradas necesariamente por separado para que cada uno pudiese expresarse con entera libertad), es exponer algunos de los rasgos que caracterizan esta relación asimétrica, en la que se revelan el prejuicio y las diferencias sociales, económicas y culturales. Sobre todo está la contradicción. La de empleada y empleador es, en este caso, una relación demasiado próxima y, al mismo tiempo, demasiado distante. La mucama, la niñera y la cocinera que se reparten las tareas de la casa conviven con sus jefes en sus casas lujosas, lavan y planchan sus ropas, preparan su comida, atienden a sus hijos, están ahí cuando ellos enferman o cuando están de fiesta. Conocen quiénes son y están al tanto de lo que les pasa. Sin embargo, en buena parte de los casos, y aun en aquellos en que el vínculo se ha prolongado por décadas, hay silencio entre ellos. La barrera de la diferencia impide el diálogo. Lo ilustra cabalmente el caso de la señora extranjera que se incluye sobre el final. Ella no puede dar un paso sin la ayuda de la asistente, a quien considera como de la familia, aunque es muy poco lo que sabe de su vida personal, pero cuando llega la noche una come en el comedor; la otra, en la cocina. Es uno de los momentos en que el film abandona el formato del relato a cámara y sale a recoger otras perspectivas. En una informal reunión de empleadas en un parque donde intercambian experiencias vividas en su trabajo; en el tramo que ilustra sobre las creencias religiosas de las trabajadoras; en el seminario casi surrealista donde se insiste, nada ingenuamente, en que "servir a los demás es uno de los privilegios que tiene el ser humano"; en los veloces pantallazos que en el comienzo resumen entrevistas de trabajo. A Benaim se le ocurrió este documental cuando, en busca de material para un film sobre su familia, entrevistó al personal doméstico que había trabajado en su casa y se asombró del cariño con que los recordaban a él y a los suyos. Por eso, quiso hacer hincapié en los lazos afectivos que suelen nacer de una larga convivencia. Tal asunto es el que ocupa casi toda la parte final de la película y aporta un leve tono emotivo a un relato que en general, aunque no omita experiencias dramáticas, busca el enfoque irónico y ligero. En ese sentido ayudan el montaje de Carlos Revelo y Fernando Vega y la música de Pedro Onetto.
El comunismo azul ya no es lo que era... Quedan muy pocos íconos pop de los ´80 que Hollywood no haya refritado en su eterna pretensión de “apostar a seguro”, esa vieja creencia de los estudios de que todo se resolverá cuando -campaña publicitaria mediante- los padres les expliquen a sus hijos quiénes son los protagonistas de esas películas con presupuestos millonarios y que hoy apenas si despiertan curiosidad. Pensemos en dos ejemplos que se ubican en extremos opuestos en términos cualitativos, las recientes adaptaciones de G.I. Joe y Transformers: la primera pasable y la segunda desastrosa pero ninguna capaz de generar la simpatía y el culto devoto de antaño. Si se trata de imponderables de aquella década en el terreno de la animación infantil, podríamos afirmar que He-Man y los ThunderCats vienen escapando a las conversiones fallidas gracias a un complejo ovillo legal. En esta ocasión las tristes víctimas fagocitadas por la industria cinematográfica son nada menos que los Pitufos, las pequeñas criaturas azules de inclinaciones comunistas creadas en 1958 por el dibujante belga Peyo (Pierre Culliford), héroes de incontables comics y de la queridísima serie televisiva producida por Hanna- Barbera que duró nueve años con la friolera de 256 episodios emitidos por la NBC. Aquí el director Raja Gosnell y el pelotón de guionistas ensamblaron una propuesta híbrida basada en la interacción entre humanos reales y pitufos “modelo CGI”: la excusa es un portal mágico que transporta a los gnomos hacia New York, allí deberán congraciarse con una pareja burguesa, planear el regreso a la aldea y esquivar los embates de Gargamel y su fiel secuaz, el gato Azrael. El film cuenta con buenas intenciones no obstante a la larga resulta demasiado derivativo e incluye chistes escatológicos -fuera de rango- que no suman nada a un relato insípido que se mueve con torpeza dentro del ABC del seudo cine familiar. Uno hasta siente la incomodidad de los actores frente al dilema de trabajar con un material tan limitado, en síntesis otro cúmulo de clichés vetustos que conforman un nuevo engendro multitarget sin público específico (los niños lo recibirán con indiferencia y a los fans históricos les parecerá una bastardización berreta). Gosnell, responsable de mamarrachos como Mi Pobre Angelito 3 (Home Alone 3, 1997), Mi Abuela es un Peligro (Big Momma´s House, 2000) y Scooby-Doo (2002), desaprovecha la oportunidad de ofrecer una obra digna del original: sólo esos diez minutos iniciales cumplen su misión, el resto mejor olvidarlo…
Deslucido regreso al cine de Los pitufos Para utilizar el lenguaje pitufo, esta adaptación de los famosos personajes del comic europeo es una pitufeada que logra hacer descender a estos duendes azules a los niveles más standards del cine infantil hollywoodense. Una pena, ya que el universo creado por el belga Peyo a fines de la década de 1950, además de ser tan simpático como irónico tenía todos los detalles de una cosmogonía propia y original, totalmente disfrutable por adultos, aunque obviamente enfocada a los chicos. Las historietas de Peyo ya habían tenido una versión animada para cine en 1975 («La flauta mágica de los pitufos») codirigida por el mismo autor de las historietas, y con los años, estos gnomos que utilizan la palabra pitufo para todo) tuvieron su serie animada de TV, videojuegos y merchandising de todo tipo. Pero esta versión, que mezcla pitufos digitales con actores de carne y hueso, parece enfocada solamente a vender juguetes pitufos. Tal vez Raja Gosnell, director de «Mi pobre angelito 3» (la que ni siquiera incluía a Macaulay Culkin) no era la persona indicada para ocuparse de los pitufos, pero el principal problema está en el guión, que no sólo está mal elaborado aun en términos elementales, sino que aporta el concepto totalmente errado y facilista de separar a los pitufos de su inconfundible y riquísimo mundo propio, para llevarlos a Nueva York y depositarlos en la casa de un ejecutivo de marketing que obviamente se enternecerá y humanizará ante la presencia pitufa (para colmo apenas un puñado, incluyendo a Papa Pitufo, La Pitufina, Tontín, el Filósofo, Valiente y Gruñón, dejando afuera la amplia gama pitufa de la aldea del bosque mágico imaginado por Peyo). Para los más chicos la película puede funcionar como pasatiempo poco memorable, pero está casi garantizado que sus acompañantes adultos quedarán sumidos en la desesperación. Entre las sobreactuaciones de Hank Azaria como el malvado Gargamel, los pasajes melosos del argumento y la pasmosamente pegadiza canción de los pitufos, la experiencia puede ser atroz. En fin, una pitufeada tremenda.
Azul superficial Lo más atractivo será verles la piel afelpada, tersa, sin costuras. Azul como un chicle de crema del cielo. Los Pitufos eran criaturas mágicas, seres mitológicos inventados por Peyo para hablar de las virtudes imposibles y la inocencia perdida en un escenario medieval de caballeros, magos y pociones. La versión televisiva que asimiló el mundo con el filtro de Hannah Barbera mantenía el entusiasmo del autor por aquel universo idílico y el salto al cine apenas conserva los trazos gruesos de su esencia medular. Una película diseñada para llenar los ojos y dejar dormir a la imaginación. Todos los lugares seguros de las aventuras en la intersección entre realidad y fantasía, nada que sorprenda o emocione que no haya sido antes explorado con más riesgos en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Encantada o incluso Dibu. Los pitufos entran a la dimensión de los humanos por un vórtice de luna azul, mientras escapan del malo de Gargamel y su gato Azrael, y desembocan en Central Park? de Manhattan. Por esas redes del destino y de Hollywood, terminan en el living de una pareja que espera un bebé, Patrick (Neil Patrick Harris?) y Grace Winslow (Jayma Mays?), encantadores ellos también, tanto como para justificar otro cuento de hadas, con sus muebles pintados a mano, sus caras angelicales y mejores intenciones. Seis pitufos para ellos, encabezados por Papá y arrastrados hasta allí por la torpeza de Tontín. Con ellos también Pitufina, Filósofo, Gruñón y Valiente, el recién llegado al protagónico, con atuendo escocés y patillas pelirrojas. Desde ahí, todo funciona con el vértigo, la ternura y las intrigas suficientes como para mantener la atención infantil, con lo más interesante de la propuesta apoyado sobre las actuaciones de Hank Azaria? como Gargamel y Jayze Mays en la cuerda sensible, la que conmueve al protagonista y lo reencauza hacia lo que de verdad importa en la vida. Patrick trabaja como marketinero en una empresa de cosméticos. Su jefa es Odile, en el cuerpazo de Sofía Vergara, y tiene que convencerla de que su nueva campaña es una gran idea, o perderá su trabajo. Odile quiere el mundo. Patrick, tocado por la magia pitufesca, le ofrece la luna azul que simboliza la magia, la pureza, aquello que mantiene unidos realidad y fantasía. Hasta ahí el sentimentalismo predecible. El filme también se da permiso para reírse un poco de los clichés, de las zonas más irritantes de la especie pitufa con su canción persistente en todos los estilos posibles. Canción para trabajar, canción de guerra, canción para ser felices, para enamorarse, para juntar raíces en el bosque. Los Pitufos son felices, están diseñados para eso y para ser transparentes, unívocos, buenos y nobles hasta el hartazgo. Después de una hora, sin duda, lo consiguen.
Los duendes que acaparan encanto Película de buen ritmo, mucho movimiento, mensaje positivo de revalorización de la identidad, el progreso y los valores familiares. Los Pitufos son los Schtroumpfs, deliciosos duendes azules, semejantes a los gaélicos, que se convirtieron en el éxito de la historieta franco belga que el humorista Pierre Culliford (Peyo), sacara a la luz, sin imaginar que serían los más exitosos personajes por él creados. Fue así que esta historieta de la década de 1950, desplazó a sus otras obras y los enanitos lo obligaron a seguirlos en los distintos medios en que se presentaban, cine, teatro, merchandising, videojuegos. En este caso los conocemos desde sus comienzos en su país maravilloso con sus casas-hongo, donde comen néctar, recolectan vegetales y frutas y viven en armonía. GATO MALO Pero nada es para siempre, ni todo es tan lindo como se pinta y los Pitufos tienen un enemigo que más que horror despierta pena, porque Gargamel, de él hablamos es un tanto ridículo y va acompañado por un gato malo, muy malo, malhumorado, de risa siniestra. El caso es que los Pitufos tienen que venirse al mundo humano en un salto al vacío para buscar a uno de sus congéneres, Tontin. Por la zona del Central Park, aterrizan los pequeños y el Brujo y por suerte, los duendes encuentran a una pareja deliciosa y protectora. El, un joven ejecutivo publicitario; ella, su esposa embarazada, diseñadora de muebles. El filme es para los más chiquitos. Tiene encanto, personajes deliciosos como el anciano Mago y la bella Pitufina. Hay interesantes aventuras, sencillas, pero actuales y divertidas. Película de buen ritmo, mucho movimiento, mensaje positivo de revalorización de la identidad, el progreso y los valores familiares. Los Duendes y la parejita humana son encantadoras y hasta los malos se ven con simpatía, el feo de Gargamel y la Odile de la impactante colombiana Sofia Vergara.
VideoComentario (ver link).
Los pitufos es una muy buena opción en la cartelera dentro del cine infantil, estoy segura que los más chiquitos la van a pasar de maravillas, sobretodo con Gargamel y Azrael. Los acompañantes que quizás la disfruten poco o nada son todos aquellos que se criaron con estos personajes y sientan que...
Cuando el malvado hechicero Gargamel persigue a los Pitufos, estos se ven obligados a saltar fuera de su aldea mágica hacia nuestro mundo. Allí vivirán con una joven pareja de Nueva York, mientras buscan la forma de poder regresar a su tierra. Un aspecto al que siempre se puede recurrir a propósito del estreno de alguna película infantil, tiene que ver con el público al que está orientada o el público que la puede ver y disfrutar. Los Pitufos es una de esas realizaciones férreamente acotadas a una audiencia determinada, tanto que acaban por impedir que una persona que supere esa edad, aunque sea por algunos años, sea capaz de encontrarla disfrutable. Las culpas respecto a esta cuestión estarán repartidas. Probablemente mucho se deba a su director, Raja Gosnell, que con esta acumula 8 películas en su haber pero ninguna que se destaque. Un realizador acostumbrado al público más bajito, al que seguramente se le asignó este proyecto porque en los últimos años llevó a la gran pantalla otro dibujo animado, Scooby-Doo, en dos trabajos pobres aunque exitosos en lo que a taquilla se refiere. No era mucho tampoco lo que podía hacer, si se parte de la base de un guión demasiado infantil y predecible, solemne en sus diálogos sin chispa y con guiños poco efectivos a un público adulto (la presencia de Tim Gunn, Joan Rivers o Tom Colicchio entre otros no creo que tenga mucha relevancia por estos lados). Si todo lo demás falla, los actores deberían poder hacer algo para que la película no se hunda, pero el mal manejo por parte de un director que no supo aprovechar los recursos a su disposición acaban por disolver esta posibilidad. Por un lado se busca repetir un efecto ya gastado con Jaima Mays y Sofia Vergara, las dos protagonistas femeninas, quienes parecen en continuidad con todos los roles que interpretaron en su carrera. Por el otro se malgasta totalmente la participación masculina de dos grandes actores como son Hank Azaria y Neil Patrick Harris. El primero limitado a una postura maniquea de supervillano torpe que no entiende los códigos de convivencia del mundo desconocido. El segundo amordazado en un papel totalmente pasivo, por motivos obvios sin el desenfreno de NPH de Harold y Kumar o del legendario Barney Stinson de How I met your mother, pero ni siquiera con el toque humorístico de su Doogie Howser de 16 años. Algunas secuencias, la de la juguetería principalmente, son manejadas con cierta gracia y ofrecen algo que valorar de una película que no pone mucho empeño en dar algo de entretenimiento a los padres que llevan a sus hijos al cine. De Los Pitufos se desprenden así dos conclusiones: la primera es que aún frente a todo lo señalado cabía la posibilidad de obtener un producto peor, lo cual no significa que esta haya sido buena. La segunda es la mala coordinación, teniendo dos semanas de vacaciones de invierno la estrenaron cuando los chicos volvieron a clase.
El azul de los 80 también destiñe... Con la tecnología de Traductor de Google "Los Pitufos": el azul de los 80 también destiñe... postdateiconViernes 05 de Agosto de 2011 06:22 | postauthoriconEscrito por Rodrigo Chavero | Correo electrónico La verdad, es que cuesta sobreponerse a tanto rescate de series y películas de los 80. Estaba en la butaca viendo los trailers y ví un teaser de "Top Cats (Don Gato y su pandilla)" para dentro de un tiempo... No se salva nadie. Hollywood en su afán de generar productos se sube a cualquier colectivo. Claro, siempre que haya sido probado y tenga un potencial público que pueda recepcionarlo. No recuerdo a los Pitufos en mi infancia, la verdad (no se muy bien porqué), si recuerdo la irreverencia con la que se los criticaba en su época en nuestro país. Eran una compilación de ideas básicas marcadas por un relato muy simple plagado de ternura y aventuras. El hecho de que tuvieran un solo personaje femenino era un tema... Recuerdo (no puedo olvidarlo) a Jorge Ginzburg haciendo parodias sobre el tema en sus envíos de humor y la enorme ridiculización a la que exponía la serie... Lo cierto es que "The Smurfs" era una propuesta exitosa dedicada a los más pequeños de la familia de impacto global. Se hicieron más de 200 capítulos en la NBC producidos por la histórica Hanna-Barbera (se acuerdan?) entre 1981 y 1990. Nacidos a fines de los 50' de la mano del dibujante Peyó, aquel comic franco-belga que se publicaba en un semanario fue cobrando suceso hasta que del otro lado del Atlántico se adquirieron los derechos para llevarlos a la animación muchos años más tardes. La historia era la de una aldea, poblada por pequeños gnomos, que viven en un bosque en enormes hongos (son sus casas) y los cuales enfrentan a un villano de turno que quiere robarles el secreto de su magia para beneficio personal. Aquella serie transcurría en el hábitat natural de los Pitufos. La película en 2011 no. Como todo cambia y para sostener una trama más elaborada (quizás) se los traerá a nuestra época actual y por supuesto, a la ciudad por excelencia para vivir historias increíbles: New York. Sí, sólo veremos al inicio unos minutos la aldea donde viven y luego, accidentalmente, algunos de ellos (los más taquilleros, por supuesto), abrirán un portal y terminarán en la Gran Manzana. Gargamel (Hank Azaria), un villano limitadísimo y su gato Azrrael han atacado su poblado y ahora también los siguen en su lugar de llegada: no van a parar hasta dar con ellos. Dentro del team de los visitantes, papá Pitufo será el encargado de pensar una eficaz manera de volver a su mundo, restituyendo el puente mágico. Pero hasta que eso suceda, deberán sobrevivir a la dura Nueva York de estos días... No podrían hacerlo sin la ayuda del joven matrimonio conformado por Patrick y Grace (Neli Patrick Harris y Jayma Mays), quienes son sorprendidos por la invasión de seres azules a su vivienda. Grace se lo toma mejor, Patrick no tanto, pero lo cierto es que ayudarán al grupo a que reúna los elementos necesarios para volver a su lugar de origen. Todo esto mientras por supuesto, Gargamel los persigue afanosamente, sin éxito, por supuesto. El guión debe tener dos ideas sobre la que giran los conflictos y poco más. Creo que ni los chicos mayores de 6 pueden disfrutar del film porque su target de edad es más bajo, presentando un humor físico (de golpes, empujones y caídas) que no hace reir a nadie, excepto a quienes cursan el jardín de infantes. Está bien, hay algunas escenas locas (por ejemplo cuando Patrick y tres Pitufos cantan "Rock this way" en el Guitar Hero sobre la pista original de Aerosmith, la más original de la película) pero la trama es elemental y desteñida. "Los Pitufos" apunta a dejar un mensaje positivo en cuanto a los valores que debe tener un buen jefe de familia y al valor del trabajo en grupo pero...La verdad es que lo hace con crayones. No creo que se haya usado siquiera tinta al imprimir el libro. Hay una cuidada 3D y una buena banda de sonido, eso sí. No mucho más. Es uno de esas cintas que lamentamos haber visto, sinceramente. Ya saben, yo no me escapo del cine infantil (y no lo haré por unos cuantos años) así que estoy ducho en el tema: no es una buena película. El público adulto la sufrirá bastante. Sí es alternativa si tienen chicos en edad de educación inicial. En ese caso, ellos, al menos, saldrán de la sala satisfechos. No ustedes, por supuesto.
La historia sucede en un pequeño pueblo de Ohio, en 1979. Seis chicos quieren rodar con su cámara una película de zombies. Cuando se encuentran rodando en una vieja estación de trenes un camión choca violentamente contra una locomotora y el largo convoy descarrila ocasionando un espectacular siniestro.La cuestión es que en el accidente descarrila también un vagón de la Fuerza Aérea, del que escapa una extraña criatura de procedencia desconocida. Inevitable comparar "Súper 8" con "E.T", tanto porque se trata de las aventuras donde un grupo de niños se topa con un peculiar visitante y también porque, como Spielberg, a través de los ojos de los chicos protagonistas captura el genuino sentido de la maravilla y la imaginación de lo desconocido, así como la inocencia infantil. Un regreso encantador a los tiempos inocentes.
Enanitos azules en la Gran Manzana Ya se había intentado llevar a Los Pitufos al cine, sin demasiada trascendencia ("Los pitufos y la flauta mágica"); el éxito de los pequeños seres azules en la televisión de los años 80 exigía una nueva incursión por la pantalla grande. Los ejecutivos de Sony entendieron que con las nuevas técnicas de animación y el abanico de posibilidades visuales que abre la realización en 3D, había motivos sólidos como para reflotar a los personajes lanzados a fines de los años 50 en las historietas del belga Peyo y popularizados dos décadas más tarde por la serie televisiva que produjeron Hanna y Barbera. La tarea fue encomendada a Raja Gosnell, un realizador familiarizado con la técnica de integrar personajes digitales con actores de carne y hueso que ya había logrado buenos resultados en Scooby Doo (2002, 2004). En esta película, Gosnell logra un destacable nivel técnico, pero no logra redondear un producto sobresaliente. Una de las debilidades más notables del filme está en el guión; las situaciones carecen de originalidad, y la interacción de los siempre simpáticos personajes con los seres humanos resulta demasiado previsible y rutinaria. A pesar de la buena actuación de Neil Patrick Harris (conocido por los televidentes a través de "How I met your mother"), la narración nunca levanta vuelo y se convierte en una serie de escenas de persecución entre los Pitufos y el malvado Gargamel (encarnado por un excesivo Hank Azaria?) y el gato Azrael (quizá el personaje en el que las técnicas digitales logran los efectos más sorprendentes); el mensaje final en apoyo de los valores tradicionales como el amor, la defensa de las convicciones y el apoyo a los más débiles no revierte esa sensación. Está claro que la película está pensada para los más chicos; pero en estos tiempos en los que una incursión por internet permite recordar la vieja serie de televisión, la idea de mostrarlos en la pantalla grande y con toda la tecnología merecía un respaldo argumental más sólido.
FORMULA GASTADA Película para chicos que, si bien tiene sus momentos bien logrados de comedia y desarrolla un encanto alrededor de los personajes azules que fascinará a los más chicos, se convierte en una cinta reciclada, carente de buenas ideas y con un estilo visual que nuevamente vuelve a decepcionar. La aldea de los pitufos está tranquila, preparándose para un festival. Pero ante el inminente descubrimiento de su lugar secreto, Gárgamel va a hacer todo lo posible por tratar de capturarlos y sacarles su esencia mágica, con la que podrá hacer y deshacer lo que quiera a su gusto. Al intentar escapar, los pitufos van a llegar por casualidad a Nueva York, por lo que van a tener que descubrir la manera de volver a sus hongos. La película tiene un planteo inicial que está muy bueno, que refleja, aunque no de manera exacta, los dibujos de Peyo (autor), creando una colorida aldea y acentuando la narración en las personalidades de los pitufos. Una correcta y muy linda introducción que traerá recuerdos (música) a quienes hayan disfrutado de los personajes en la infancia. Pero, y aunque parezca imposible, la cita da un giro de 360 grados, produciendo que toda la imaginación y el colorido mostrado se convierta en un sinfín de estereotipos y lugares comunes que ya han sido vistos en muchas otras películas del género. Desde el momento en el que los individuos azules van a mundo real, más específicamente a Nueva York, y comienzan a interactuar con los humanos, se pierde toda la magia y todo el encanto propio de dichas criaturas. Se invoca un estilo visual que se ha visto en cintas como "Alvin y las Ardillas", o la reciente "El Oso Yogi", donde el contacto con el hombre y las diferentes reacciones que las personas van teniendo al verlos son repetidas y poco divertidas. Se pierde el tiempo en mostrar, como en todas las demás cintas que usaron este mismo planteo, la sorpresa y la desesperación de las personas al ver a los seres imaginarios con vida y se crea un relato que carece de profundidad, de sentimientos y, principalmente, que crea una inocencia y una simpleza muy poco creíble. El guión no se preocupa por desarrollar un conflicto atrapante, ni por personificar al villano de manera interesante. Se van planteando las cosas mientras se van desarrollando, sin los merecidos segundos de explicación o de entretenimiento, y se pierden minutos en escenas con música (Guitar Hero) que no aportan nada al desarrollo de la historia. No hay ideas ni imaginación en lo que va sucediendo, todo es bastante previsible y sin demasiadas sorpresas. Pese a estos problemas, cabe destacar que siempre la película mantiene las identidades de los personajes; hay una tranquilidad en ellos que está bien lograda; se hace referencia al creador (Peyo) en cierto momento; y las técnicas de animación y de fotografía siempre están a la altura de la gran producción que intenta ser. No hay puntos bajos por el lado técnico, visual o auditivo, pese a que el 3D no aporta demasiado al entretenimiento. Lamentablemente el guión y la decisión de llevar a los personajes a la realidad son los grandes problemas de esta propuesta. Las actuaciones son correctas. Neil Patrick Harris y Jayma Mays están bien en sus personajes, ellos son los humanos que hospedan a los pitufos y logran crear dos identidades que se complementan y están bien logradas actoralmente, en especial con lo que respecta al trabajo de mímica con las criaturas azules. Hank Azaria, es el villano y, aunque está totalmente desperdiciado el planteo que la historia hace de su personaje, él lo interpreta de manera correcta, aunque algo sobreactuada por momentos. "Los Pitufos" es una película que encantará a los más chicos, simplemente por el colorido de los primeros minutos y por la atención que siempre se le da a los pequeños personajes, pero que desilucionará a aquellos que crecieron viendo los dibujos animados y esperaban una fiel o entretenida propuesta familiar. Una cinta que no aprovecha los dotes técnicos que presenta y que desarrolla una estética narrativa que aporta poco al género. UNA ESCENA A DESTACAR: introducción en la aldea.
Antes de hablar de este estreno bien vale una aclaración. Cuando en la década del ’80 estos dibujos animados de origen belga estuvieron recontra de moda con todo el merchandising, incluidos los libritos de pintar que habrán agotado varias toneladas de tinta azul, había gente a favor y en contra. O mejor dicho, gustaba o no gustaba. Así de simple. Se hicieron muchos análisis posteriores que nunca llegaron a buen puerto, aunque la observación más aguda que otrora leí era tan interesante como graciosa: Salvo el Papá (que es más viejo) y la Pitufina (que es mujer-hembra) todos los pitufos son iguales si los despojamos de ropa, anteojos u otros accesorios. Sólo se diferencian en características que no pasan de algún adjetivo (gruñón, vanidoso, filósofo, bromista, etc.) Esta teoría llevó a concluir que el creador tenía un problema de personalidad múltiple. Válido, pero demasiado terapéutico si me pregunta La ambiciosa adaptación al cine tiene tantos pro como contras, según quién la mire, por lo cual quisiera dejar al margen la cuestión de gustos, si es que usted está pensando en llevar a los chicos al cine. Digo esto porque si nunca le gustaron los duendes azules la va a pasar muy mal. Por el contrario, si le encantaban, es probable que salga con alguna sonrisa. Ante semejante bifurcación de paladares, sólo queda analizar si vale la pena para los chicos. Considerando que los dibujos de la tele duraban media hora, una película de 103 minutos resulta demasiado extensa para un guión que a los 20 minutos ya se sabe como termina. En la aldea todo es feliz como siempre. El mago Gargamel y su gato Azrael (por momentos insoportable) quieren a toda costa encontrar a los Pitufos para usarlos en una súper poción que lo convertirá en un villano mucho más malo. Para qué quiere semejante poder no parece tan importante para los guionistas, pero ahí sale el malo en busca de ellos. Los encuentra justo en una noche de luna azul que abre un portal a… Nueva York. Supongo que ni los escritores se aguantaban una hora y pico en el bosque. La ciudad es más divertida. Pasemos por alto que a los neoyorkinos les llama poco la atención la presencia de un mago vestido con un camisón marrón y calzas rojas que grita todo el tiempo. El show debe continuar y de última está la policía para llevárselo preso bajo el cargo de ser uno de los tantos orates que deambulan por ahí. En la ciudad se dirimirá la batalla entre los Pitufos y el mago con un final que se estira como un chicle para luego volver todo a su estado normal. O sea feliz. A su favor, Los Pitufos respeta a rajatabla la creación de Peyó en todo lo que concierne a la construcción de los personajes y su idiosincrasia. Incluso resuelve lo que nunca explicaron los dibujos: Una cortina invisible al ojo humano era la que impedía encontrar la aldea en el bosque. Poco para explorar si usted se identifica. Señores padres: si sus hijos superan los siete años y los llevan igual, no se sorprendan si pasada la hora de proyección comienzan a reclaman ir a otro lado o volver a casa a jugar a la Playstation. Si tiene dudas sobre la imparcialidad de este cometario lo dejo bien claro. En mi caso, parafraseando al Pitufo Gruñón: “odio a Los Pitufos”
No todos los Mocos son Verdes ¡Vuelven los famosos Pitufos!... lástima que vuelven de la mano de Raja Gosnell, director de algunas vergüenzas del cine como "Mi Pobre Angelito 3" y "Un Chihuahua en Beverly Hills". Hay algunas pelis más respetables en su haber como "Jamás Besada", pero el pasado lo condena claramente. Deliberadamente se llama a este tipo de director para que en vez de entregar una PELÍCULA, nos entregue un gran COMERCIAL de 1 hora y media. Está bien que hay que ganar guita muchachos, pero el descaro ya es exagerado. La historia cuenta como unas criaturas del bosque que siempre han vivido entre nosotros, por un accidente en el día del festejo de la Luna Azul, son transportadas a la ciudad de New York (donde más sino) donde además de buscar la forma de volver a su aldea, deben escapar del malvado Gárgamel que ha ido tras ellos para cazarlos. En la ciudad conocerán a una joven pareja, que lejos de neoyorquina, parece la reencarnación de los Ingalls. Lo que sigue en el metraje, es el estereotipo de este tipo de películas que no depara ninguna sorpresa y que todos sabemos como termina. Entre los actores que participan en The Smurfs se encuentra el talentoso Neil Patrick Harris, Hank Azaria (Gárgamel), Jayma Mays y Sofía Vergara, mientras que las voces de las criaturitas azules son de Katy Perry (Pitufina), Alan Cumming (Valiente), Anton Yelchin (Tontín), George Lopez (Gruñón), Fred Armisen (Filósofo) y Jonathan Winters (Papá Pitufo). Lo de Neil... bueno, un tropezón en el camino que le perdonamos por su talento, al meno yo. Lo de Azaria... lamentable. Quizás no sea su culpa que haya tenido que interpretar un pésimo Gárgamel, pero la verdad es que fue un personaje totalmente detestable, pero no como villano, sino como personaje en sí... Exagerado, tonto, estereotipado... horrible. Para rescatar de este film que mezcla animación con la realidad, están las criaturitas que no lo puedo negar, son bastante tiernas y simpáticas (me hace bosta Gruñón), pero está claro que con eso no alcanzó. La película cumple con la maldición de empezar bastante bien, entretenida, haciendo pensar que es algo distinto... pero a medida que va pasando el tiempo se va poniendo cada vez menos interesante y absurda. El guión es bastante precario, lo que deriva en que tanto chicos como grandes no se centren en absoluto en la historia, sino más bien en ver las caras y movimientos de los pitufos, cuestión que después de un rato cansa. Un error, que parece mentira pero se sigue produciendo en Hollywood, es no prestarle atención al público adulto, que en definitiva es quien acompaña al cine a los niños, además de que son ellos los que crecieron con Los Pitufos, no sus hijos. En fin... el que quiera entretener a sus chicos un rato con pitufitos animados bien logrados pero nada más que eso... que los lleve al cine a verla, pero aténganse a las consecuencias... una de ellas será una embole para los más grandes que desearán haber tenido otro compromiso en vez de salir con sus hijos, sobrinos, hermanitos, etc.
Los curiosos personajes creados por el belga Peyo, mezcla de duendes y enanitos de otra dimensión –ya no verdes sino azules-, que pasaron de una antigua historieta a la TV y hasta tuvieron su propio largometraje, llegan ahora remozados en su versión 2011, digital, 3D y combinada con acción viva. Propuesta que resulta atrayente si la comparamos con aquella serie de animación de trazos básicos y recursos visuales y narrativos elementales, a cargo de la voraz usina de ciclos del género que fue la productora Hanna-Barbera. Pero claro que los admiradores de esas exitosas criaturas dibujitos de los años 80 quizás se sientan nostálgicos al verlas recicladas de manera hiperrealista y trasladadas desde su pequeña aldea a una urbe expansiva como Nueva York. Sea como fuere, el cambio es burbujeante, a través de una trama sencilla en la que el recordado Gargamel (eficaz Hank Azaria) persigue a los pulgarcitos hasta forzarlos a atravesar un portal mágico que los hace llegar a nuestro mundo, donde interactuarán con una pareja humana mientras el villano y su gato Azrael tratan de atraparlos. Las incidencias sólo son medianamente interesantes, aunque ágiles y de seguro impacto en los más pequeños. Técnicamente correcta y sin demasiados hallazgos, Los Pitufos funciona como una suerte de carta de presentación de inminentes secuelas.
Todo era tranquilidad en Pitufolandia: la aldea se encontraba próspera, cada pequeño duende azul realizaba su tarea en armonía bajo el son de una pegajosa melodía, los preparativos finales para la esperada ceremonia de la luna azul avanzaba según lo previsto. Tampoco nadie previó que pitufo Tontín revelara el secreto de su ubicación al malvado Gárgamel y a su inteligente gato Azrael. Ahora, con la vida tal como la conocen puesta en riesgo, Papá Pitufo, Pitufina y los pitufos Filósofo, Valiente, Gruñón y Tontín –quienes fueron enviados a través de un portal mágico a la ciudad de Nueva York- deberán encontrar la manera de acabar con los planes de Gárgamel y volver a su aldea para reconstruirla. Realizada por la división Sony Pictures Animation en asociación con Columbia Pictures, Los Pitufos está basada en la obra del artista belga Pierre “Peyo” Culliford, quien presentó por primera vez a estos personajes allá por 1958 en “Schtroumpfs”. Dueños imbatibles de una popularidad que trascendió las fronteras y los años, los personajes fueron el centro de historietas, libros, videojuegos (la versión para iPod es muy popular entre los más chicos), dos películas y la memorable serie creada por el dúo Hanna-Barbera. Sin contar los trescientos millones de muñecos vendidos a lo largo de estas décadas. El gran acierto de esta versión dirigida por Raja Gosnell (Scooby-Doo) y escrita por J. David Stem y David N. Weiss, fue haber sacado a los pitufos de su ambiente natural y llevarlos a la Gran Manzana: esa ciudad tiene un magnetismo que contagia todo lo que toca. Con destacadas participaciones en televisión, la elección de las cuatro figuras “de carne y hueso” tampoco falló: Neil Patrick Harris (How I met your mother), Jayma Mays (Glee), Sofía Vergara (Modern family) y Hank Azaria (Los Simpsons, Friends) son los contrapuntos ideales de los pitufos en este filme pensado para los niños de hasta unos diez años… y para todos los melancólicos, también.
CINCO ÍES GRIEGAS Cuando salimos de ver Los Pitufos 3D, Lucas me preguntó qué puntaje le poníamos del 1 al 10. No dudé en darle un autosuficiente 3. Pero cuando me obligó a escribir la reseña en su lugar, tuve que reconsiderarlo. Hay muchas cosas en juego, entre ellas: 1. Soy ex maestra de segundo grado, es decir, estoy acostumbrada a regalar nota. 2. Soy groupie por naturaleza, es decir, estoy acostumbrada a bancar a mis ídolos a muerte (A MUERTE). Ok, todas estas explicaciones dan lugar a que pueda introducir el puntaje real que tiene Los Pitufos 3D: 5 yalangozianes. No es un puntaje unánime. Es un puntaje dividido y voy a explicarlo detalladamente. Los puntos uno y dos se justifican con el combo maestra (+1) y groupie (+1), así que dos puntos ya tienen su buen sustento. Pasemos a los siguientes tres. Punto tres específicamente: Neil Patrick Harris (+1). Una de las ventajas de tener Twitter es que una puede seguir a sus ídolos y leerlos diariamente y, gracias a esto, sé fehacientemente en qué anda Neil Patrick Harris a cada minuto de su vida. Por eso sé que se merece un punto extra. Porque mientras luchaba por el matrimonio igualitario en Nueva York, dejando a la intemperie su relación con David Burtka y sus ganas de casarse con él, promocionaba la película de los Pitufos. Hay que tener huevos para hacer eso, eh. El cuarto punto se lo lleva Hank Azaria (+1). Hank Azaria es la voz de Apu y de Moe en Los Simpsons. Es el paseador de perros en Mad About You. Es el científico que se va a Minsk y la deja a Phoebe en Friends. Fue el marido de Helen Hunt en la vida real. Es el francés con el que se acuesta Grace de Will & Grace en Mi Novia Polly. Quinto punto, y tal vez el más importante: el VóRtiCe (+2). Sí, en esta película hay un VóRtiCe que chupa pitufos y los escupe en el Central Park. Que haya un VóRtiCe en una película para niños habilita dos puntos más. Pero el puntaje final no es 6, sino 5. Esto se debe a que el punto doble ganado por el VóRtiCe es restado por un mal uso del 3D (-1). Porque si tenemos un VóRtiCe que chupa pitufos, lo tenemos que usar bien. Nos deberíamos atragantar con los pochoclos, querer extender la mano hacia el VóRtiCe para tirarle el bonete a la pitufina, pero nada de eso pasa. El VóRtiCe es chato, sin profundidad, como si Lucas lo hubiera diseñado con su Sony Vegas Pro 10.0. No es que Lucas carezca de talento porque sabemos lo buen montajista que es. El problema es que este VóRtiCe no justifica una industria detrás. Simple: el VóRtiCe está pero Hollywood no. Los Pitufos 3D: una película para ver con Lucas en DVD.
Les doy una receta para una película dedicada a los niños, barata y en la que podamos meter publicidad a montones, toman a un flaco le hacen tener un amor o una pareja ya establecida, este muchacho posee un trabajo en el que en cualquier momento lo rajan si no entrega lo que le piden en 48 hs, pero igual ese no es el mayor problema, sino el hecho de no valorar las pequeñas grandes cosas que nos depara la vida, Quién le enseñará eso a nuestro queridísimo protagonista?? Bueno ahí meten el personaje de dibujito que quieran, Alvin, Garfield, El oso Yogui, etc. Los cuales terminaran ayudando indirectamente al desgraciado en su laburo (no vaya a ser que nuestro protagonista renuncie ante la presión absurda de multinacional de turno en donde trabaja) sino que le terminan entregando una lección de vida, para una moraleja final. Todo eso es el combo del film de los Pitufos y eso da un poco de bronca para los que conocemos y disfrutamos de las creaciones de Peyo en historietas y que mas tarde vivimos esas pitufiaventuras en los dibujitos producidos por Hanna Barbera en los 80. Es una lástima que no hayan optado por hacer una película enteramente de animación, ya que los primeros 15 minutos y el final es una digna película pitufa! Es mas, Hank Azaria está muy bien y muchas veces poniéndole un poco de onda te hace reír (debo admitir que su historia con el vapor de las alcantarillas de New York me hizo asomar una tímida carcajada) Azaria hace bien de Gargamel y sus cruces con el gato Azrael están bien logrados. La peli hace agua con los protagonistas y su historia que no encaja ni se desarrolla en la película, molesta mejor dicho y eso hace bajarle puntaje al film. Pueden verla con los chicos quizás a ellos les guste mas , ya que los pitufos son atractivos por si mismos en cualquiera de sus formatos, el 3D como siempre no aporta mucho , y les diría que si no tienen la necesidad imperiosa de sacar a pasear a sus pequeños energúmenos esperen a comprársela o alquilarla en DVD. Bueno me voy a comer una pitufresa, en este pitufihorripilante día nublado! (si, soy un pitufiboludo)